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Alejandro Rozo
La civilización humana existe y ha ido evolucionando por varios miles de años, la forma
discusiones filosóficas, se tuvo que encontrar quien llenara este vacío, un ser que se dedicara a
transmitir estos conocimientos, una persona dispuesta a entregar su vida para el bienestar de su
civilización. Allá cuando en la Grecia antigua, el esclavo, que ya no tenía vida propia, asume por
primera vez en la historia, el rol de pedagogo. A partir de este momento histórico empiezan a
surgir distintos conceptos de aquel que estaría encargado de la educación, entre ellos tenemos
pedagogo, profesor, guía, tutor, y por supuesto, maestro, y cada uno con características
especificas que lo diferenciaban, con una realidad y contextos que les caracterizaban.
Todo lo anterior ha llevado que en el presente a este maestro, en medio de una sociedad
que le estigmatiza, recaigan sobre él unas exigencias que cada vez son mayores, unas
enseñanza, y es entonces que aparece el trabajador que lucha por sobrevivir ante los nuevos retos
son encerrados, uniformados y sus libertades se restringen, fue necesario poner a una persona a
que cumpliera con la obligación porque esto se llevara a cabo. Es allí donde aparece el profesor
de escuela, quien décadas y siglos atrás se asemejaba a un artesano, que desde su etimología era
un artista, ya que cada pieza elaborada por él era única, y por lo tanto invaluable. Se buscó que
este maestro hiciera lo mismo, que formara a cada individuo, pero ante la masificación de la
educación, este pobre hombre no pudo hacer otra cosa que acomodarse a un sistema masivo de
educación, que para unos brillantes eruditos era la implantación de un sistema fordista de
enseñanza, donde cada profesor aportaba un poquito de sus conocimientos a sus estudiantes para
que se preparan para la vida laboral, así el Estado aseguraba varios objetivos. Uno de ellos es el
control de la población, transmitir sus preceptos, tanto en lo político, económico y moral y, tener
técnicas, métodos, al maestro se le exige que responda, ya que él, que históricamente ha sido
concebido como el modelo de perfección de ciudadano, sea capaz de vivir una vida ejemplar, sea
un gran conocedor, un profesional de la enseñanza que adapta y cumple con los requerimientos
Y todo lo anterior es porque, como siempre se ha creído, que quien es maestro lo es por
vocación de servir. Pero hoy en día, en una sociedad donde la economía es el motor que mueve
todo, incluso lo que se enseña y las competencias laborales que se les exigen a los ciudadanos,
encontramos que este maestro, que necesita subsistir, encuentra en su trabajo un fuente de
ingresos y se asume a sí mismo como un empleado más, quien cumple un horario, desarrolla unas
resultados, como si lo que aprenden sus estudiantes fuese un producto que se pudiera
estandarizar.
Y así como se empezó con Grecia y se siguió con la modernidad industrializada, hoy en
día, la forma de ver la educación y de enseñar, nuevamente se tienen que adaptar, y otra vez, en el
centro de esta tormenta de cambios acelerados esta el maestro, quien como se señaló, no se
espera menos de él, que este a la altura para asumir estos cambios e implementarlos en la escuela.
música y moda, entre muchos otros aspectos de la realidad cotidiana de nuestra sociedad
encuentra a diario el maestro al entrar en contacto con sus estudiantes. A pesar de todo esto, debe
el maestro, nuestro profesional de la educación, estar en capacidad de enseñar, sin dejarse afectar
necesidades, es un persona con sentimientos, deseos propios y aspiraciones. Es por esto que
nuestro abnegado profesional, aquel que escogió la docencia por vocación, en muchas ocasiones
ve su labor con desanimo y desilusión, con desesperanza por lo que será su futuro, con un
ahogamiento ante tantas exigencias y tan poco reconocimiento, tanto en lo profesional, pero por
ni disminuir. Aun así, los maestros no van a dejar de existir, ya que son ellos la pieza clave como
el engranaje que permite que la sociedad y la civilización sigan hacia adelante. No importan las
cargas, el maestro ha sido, es y lo será en el futuro capaz de responder, ya que llámese como se
llame, profesor, docente, tutor, guía, nunca dejará de ser eso, un maestro.