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Ley - Fe - Gracia, La confusión

9:01:00 A. M. RANDON ORTIZ

LEY - FE - GRACIA - LA GRAN CONFUSIÓN


Paz del Señor sea con todos vosotros:

Ley – Fe – Gracia, la gran confusión de los creyentes en Dios y en Cristo Jesús; antes del desarrollo del
tema, es necesario abordar algunos conceptos básicos sobre Ley, Fe y Gracia, que permitirán aclarar la
confusión existente.

Ley: en la sociedad, una ley es una norma o un conjunto de reglas establecidas por una autoridad, para su
fiel cumplimiento; la constitución de una República debe ser cumplida por todos los integrantes de la nación,
desde el presidente hasta el más pequeño; es una ley aprobada por el Pueblo.
Ley religiosa de los hombres: son aquellas normas o tradiciones de orden religioso que los hombres han
creado, para que por medio de sus enseñanzas, éstas sean cumplidas por sus seguidores, esperanzados
en alcanzar la vida eterna o la salvación, según sus metas. Toda norma diferente a lo determinado en la
Sagrada Escritura se convierte en una tradición de hombres. Marcos 7:9. Les decía también: Bien invalidáis
el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.
Ley del Pecado: es aquella ley inducida tetra dimensionalmente en todo ser humano por el gobernador
espiritual de este planeta, Lucifer; esta ley vive y habita dentro del ser humano. 1 Jn. 3:8. El que hace
pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para
deshacer las obras del diablo. Estos gobernadores espirituales de maldad, son los que han inducido al
hombre a crear sus leyes religiosas (Ef. 6:12), para que se aparten del camino de Dios, pues tienen el poder
para actuar por medio de los seres humanos, debido a que los gobiernan. La Ley del Pecado es una legión
de espíritus de maldad dirigidos por Lucifer.
Ley de Dios: es una Ley eterna creada por Dios, para que todos los hombres la cumplan, con el objeto de
que vivan en paz, en armonía, en igualdad social, dentro de un marco de respeto mutuo, de una manera
justa y buena, mientras se vive en la tierra; y, con la certeza de que el alma alcanzará la salvación o la vida
eterna; Dios entregó sus leyes a Moisés y ésta es conocida como la Torá, la Ley de Dios o la Ley de Moisés.

¿Dónde están las dos tablas de la ley que Dios entregó a Moisés? ¿La Ley de Dios son las dos tablas con
los números romanos que presentan los judíos? ¿Quién las tiene?, las escondieron para que el hombre no
conozca la ordenanza de Dios, por eso Dios tenía que volverlas a traer para que el mundo las conozca y
las ponga por obra (Dt. 17:18. Is. 51:4) Eclesiastés 12:13. El fin de todo el discurso oído es este: Teme a
Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. ¿Porque los hombres aborrecen a
la Ley de Dios, si ni siquiera la conocen y peor aún, ni siquiera la han visto?.

Tanto las leyes de las naciones como las leyes religiosas de los hombres se adaptan a la modernización
de la sociedad y son aprobadas por sus integrantes, mientras que la Ley de Dios es eterna y no puede ser
cambiada por nadie. Mateo 5:18. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una
jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas.

Por otro lado, el hombre no está preparado para discutir sobre la vigencia o no de la Ley de Dios, pues si
anhela la vida eterna, el único camino que tiene es su obediencia (Lc. 16:22 a 31). Salmos 33:10. Jehová
hace nulo el consejo de las gentes y frustra las maquinaciones de los pueblos. Esta ley está vigente para
todo ser humano, creyentes y no creyentes; y, la ignorancia por el desconocimiento de la Ley no los exime
de culpa, ojo por ojo, diente por diente (Lv. 24:20. Mt. 5:38), así se paga el pecado.

Fe en la sociedad significa: creer en algo o en alguien; normalmente se dice: “Yo tengo fe de que las
cosas van a salir bien”.
La fe según las religiones: es creer en Dios y en Jesús; “yo soy salvo porque creo en Jesús”, “Yo tengo
fe en Jesús”, etc.
La fe de Dios: no procede del hombre, sino es un don que Dios da a los que cumplen sus
mandamientos. Efesios 2:8. Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios. 1 Corintios 12:4. Empero hay repartimiento de dones; mas el mismo Espíritu es. La fe es el Espíritu
de Dios y ellos obedecen a Dios más no a los hombres; si el hombre se aparta de las leyes de Dios, ellos
también se apartan del hombre (Dt. 30:17 al 20); un espíritu de Dios no puede vivir dentro de una persona
que no guarda la Ley de Dios, pues si lo ratifica, el tal es mentiroso (1 Jn. 2:4).

Gracia en la sociedad significa: Perdón o indulto de una pena que ha sido concedido por quién tiene la
autoridad para hacerlo; indulto a una pena de muerte, eliminación de un impuesto, etc.
Gracia en las religiones significa: alcanzar la salvación por la gracia, benignidad o generosidad de Jesús;
solo basta creer en Jesús para ser salvo, por su gracia.
La Gracia según Dios: es el Espíritu Santo de la promesa, que Dios da a los hombres, para que puedan
cumplir sus leyes y alcancen la vida eterna. Ezequiel 11:19,20. Y darles he un corazón, y espíritu nuevo
daré en sus entrañas; y quitaré el corazón de piedra de su carne, y daréles corazón de carne; para que
anden en mis ordenanzas, y guarden mis juicios y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por
Dios. Zacarías 12:10. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalem, espíritu
de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como llanto sobre
unigénito, afligiéndose sobre él como quien se aflige sobre primogénito.

¿Soy salvo por creer o tener fe en Jesús?

Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros
también hemos creído en Jesucristo, para que fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras
de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada (Ga. 2:16). El Apóstol Pablo, dejó
sus escritos en un lenguaje jurista, que ni siquiera los discípulos de Jesús pudieron entenderlo y menos aún
podrán hacerlo hoy en día, los hombres de este tiempo: Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de
estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos é inconstantes
tuercen, como también las otras Escrituras, para perdición de sí mismos (2 Pe. 3:16).

La cita habla de dos seres, Jesucristo y Cristo; Jesucristo es Jehová Dios (Jn. 1:29. Ap. 17:14. Dt. 10:17) y
si Jesucristo es Jehová Dios, entonces él es un Espíritu (Jn. 4:24). Cristo es el Hijo terrenal de Dios (Mt.
1:16. 16:16); nace y crece en medio de la gente como cualquier ser humano (Lc. 2:52. 1 Co. 15:38). El
espíritu para mostrarse a los hombres necesita tomar un cuerpo físico (Jn. 1:1,14), por que el hombre no
puede verlo (Jn. 14:17). Si Jesucristo o Jehová Dios mora en Cristo, entonces Cristo es Dios, porque Dios
habla a los hombres por medio de este cuerpo físico (Jn. 6:27).

También manifiesta que el “hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo”; en
la introducción se aclaró que la Fe viene de Dios y si la Fe es de Dios, entonces, la fe tiene que venir de
Dios para que el hombre pueda ser justificado.
¿Cuáles son las obras de la Ley? ¿A qué ley se refiere?. En este mundo existen dos leyes, la Ley de Dios
(espiritual) y la Ley del pecado (también es espiritual y habita en la carne del hombre, al igual que el alma,
el espíritu que se deleita en la Ley de Dios). Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios:
Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu y que me lleva cautivo a la ley
del pecado que está en mis miembros (Ro. 7:22,23).

Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios,
mas con la carne a la ley del pecado (Ro. 7:25). La ley del pecado vive en el cuerpo físico de todo ser
humano (Mt. 10:36. Mi. 7:6. Lc. 8:27 a 30). Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra
principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias
espirituales en los aires (Ef. 6:12).

La ley espiritual (Ro. 7:14) de Dios es buena y justa (Ro. 7:12) y todo hombre que las cumpla será justificado
ante Dios (Ro. 10:5); esta ley debe ser cumplida por el espíritu o el alma que vive dentro del cuerpo físico
del hombre (Mt. 10:28). Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado
y de la muerte (Ro. 8:2).

¿Quién es la Ley de Dios o la Ley de Cristo?. La ley de Dios es el Espíritu Santo. El espíritu es el que da
vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida (Jn. 6:63). ¿Una
ley cualquiera, puede discernir por sí sola, conocer lo que piensan las personas de ella?. No, porque es
letra muerta, empero, la Ley de Dios si puede hacerlo, porque es el Espíritu Santo, un ser espiritual vivo o
un Dios. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que
alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y
las intenciones del corazón (He. 4:12). Esta Ley es el mismo Dios o Jesucristo. En el principio era el Verbo,
y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Jn. 1:1). Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el
que estaba sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, el cual con justicia juzga y pelea. Y estaba
vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS (Ap.
19:11,13). Espiritualmente, la Ley Real (Stg.2:8) es una ventana hacia el reino espiritual de Dios y por medio
de ellas, Dios habla a su pueblo (2 Co. 4:4) porque ahí está él.

El alma no puede guardar la ley de Dios, porque el pecado mora en su cuerpo físico, en su carne, dentro
de él (algo similar al caballo de Troya, dentro del cual viajaban decenas de guerreros, con la diferencia de
que en el hombre habitan miles de espíritus de maldad) y este pecado es una fuerza de maldad superior a
la mente y a la fortaleza del hombre, de tal forma que éste ni siquiera puede rebelarse contra él, porque no
los ve, ni puede sentirlos, sino, se encuentra sometido y por lo tanto actúa bajo la LEY DEL PECADO, la
cual conduce a la muerte. Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley (1
Co. 15:56). Para evitar la muerte del alma, Jesús manifestó: Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno es bueno sino uno, es a saber, Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos de
Dios (Mt. 19:17).

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, Idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, Envidias, homicidios,
borracheras, banqueteos, y cosas semejantes a éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado,
que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios (Ga. 5:19 a 21). Porque del corazón salen los
malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias (Mt.
15:19). Entonces, no ha sido como se pensaba, que los pensamientos vienen de la mente sino éstos salen
del corazón, porque los espíritus de maldad son su fuerza o motor.

¿Un pensamiento puede hablar?, pues si se aprende a meditar y se observa que pasa dentro de nosotros,
constataremos que la mente nunca esta quieta, habla, habla y habla, nunca esta callada, aunque
quisiéramos callarla, no se calla; ¿Los pensamientos son los que hablan?, no, son las legiones de demonios
que viven dentro de nosotros, no son pocos, son muchos; a estas legiones de malos espíritus se los ha
identificado como problemas psicológicos mentales o defectos psicológicos del hombre, pues en realidad
no lo son, son espíritus de maldad, seres vivos, hablan, comen, caminan, se transforman y adoptan
cualquier forma (hombre, mujer o animal); para poderlos ver hay que creer en la Ley de Dios, memorizarla
y dejarse crecer el cabello, la defensa del Israelita o creyente en Dios. Descubrióle pues todo su corazón,
y díjole: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy Nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si
fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y seré debilitado, como todos los hombres (Jueces 16:17). Todo
hombre con el cabello corto es débil, pues Lucifer lo domina a su antojo y hace lo que quiera con él y en él.

Por las obras de la ley del pecado o de la carne, como: robo, adulterio, fornicación, mentira, chismografía,
idolatría, celos, iras, disensiones, malos miradas, las cuales Dios aborrece, nadie se salvará, sino, se
salvará por la FE DE JESUCRISTO y no por la Fe en Jesucristo o por la fe del hombre en Jesús.

La Fe de Jesucristo es el Espíritu Santo de la Promesa (Ro. 10:17. Ef. 1:13), el cual Dios da a los que creen
en su Hijo amado y en sus leyes; este Espíritu o ángel de Dios ingresa en el cuerpo físico para luchar contra
el pecado y eliminarlo, para que el hombre se limpie de la iniquidad y guarde la ley de Dios a la perfección. Y
pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos,
y los pongáis por obra. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y vosotros me seréis por pueblo,
y yo seré a vosotros por Dios (Ez. 36:27,28).

Con la ayuda del Espíritu Santo de Dios, que es la Fe de Jesucristo, el hombre equilibra las fuerzas
espirituales con el pecado, puede luchar y vencerlo; la lucha empieza cuando la persona ha leído o ha
escuchado la Ley Real de Dios, ahí se despiertan los demonios y el hombre puede verlos, porque el Espíritu
de Dios los muestra. ¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Empero yo no conocí
el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás.
Mas el pecado, tomando ocasión, obró en mí por el mandamiento toda concupiscencia: porque sin la ley el
pecado está muerto. Así que, yo sin la ley vivía por algún tiempo: más venido el mandamiento, el pecado
revivió y yo morí (Ro. 7:7 a 9).

Porque yo por la ley soy muerto a la ley, para vivir a Dios (Ga. 2:19). La Ley de Dios mata a la ley del
pecado, para vivir para Dios.

Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el espíritu mortificáis las obras de la carne,
viviréis (Ro. 8:13).

La ley de Dios es la guía que conduce al creyente a Jesucristo. De manera que la ley nuestro ayo fue para
llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe (Ga. 3:24). Nadie por su propia cuenta puede
llegar a Jesucristo, se necesita de la ayuda de Dios para llegar a él.
Si digo que soy salvo porque creo en Jesús y a pesar de los años de mi religiosidad, aún no he visto a
Jesús ni a Dios, es porque no estoy haciendo las cosas como Dios ha ordenado, sino, estoy haciendo las
leyes de los hombres. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se
han sujetado a la justicia de Dios (Ro. 10:3).

¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley (Ro. 3:31). Dios da su
Espíritu (fe) al hombre para que cumpla sus Leyes, por ello, aquel que tiene la Fe de Jesucristo guarda la
Ley de Dios, porque la Fe obedece a Dios.

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia (Ro.
6:14). Aquel hombre que alcance la plenitud de Jesucristo por medio del cumplimiento de la ley de Dios,
ayudado por el Espíritu de la Gracia, ya no está sujeto a la ley del pecado, pues ha vencido a Lucifer y este
ya no puede hacerlo pecar nuevamente.

Mas si sois guiados del Espíritu, no estáis bajo la ley (Ga. 5:18). No estamos bajo la ley del pecado, porque
el Espíritu Santo es dado para guardar la ley de Dios (Ez. 11:19,20) y por lo tanto es la Ley de la Fe. Mas
el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza:
contra tales cosas no hay ley (Ga. 5:22,23). La Fe nace en el hombre cuando la Fe ha llegado a él.

¿Pues qué? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo de la ley, sino bajo de la gracia? En ninguna manera.
¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a
quien obedecéis o del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia? (Ro. 16:15,16).

¿Dónde pues está la jactancia? Es excluída. ¿Por cuál ley? ¿de las obras? No; más por la ley de la fe. Así
que, concluímos ser el hombre justificado por fe sin las obras de la ley (Ro. 3:27,28).

Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas (Ro.
3:21). La Justicia de Dios solo viene por medio del cumplimiento de la Ley que enseñaron los Profetas del
Altísimo. ¿Qué Ley o Evangelio enseñó Jesús?. Y él les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando
aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley
de Moisés, y en los profetas, y en los salmos (Lc. 24:44). Jesús enseñó la Ley de Moisés porque el mismo
(Dios) se la entregó a Moisés. ¿Qué Ley enseñó el Apóstol Pablo?. Y habiéndole señalado un día, vinieron
a él muchos a la posada, a los cuales declaraba y testificaba el reino de Dios, persuadiéndoles lo
concerniente a Jesús, por la ley de Moisés y por los profetas, desde la mañana hasta la tarde (Hch.
28:23). La Justicia de Dios llega al hombre cuando ha muerto el pecado: Por cuanto todos pecaron y están
destituíos de la gloria de Dios (Ro. 3:23). Cuando el pecado ha muerto, el hombre es libre, ha triunfado, ha
alcanzado la salvación, ha alcanzado la vida eterna y nunca jamás volverá a nacer en este mundo, el cual
es el infierno (Ap. 12.9). ¿La humanidad es santa o está llena de Pecado?. Sal. 51:5. Ecl. 7:20. Jn. 16:8,9.

¿Para qué sirve la Ley de Dios? Porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él;
porque por la ley es el conocimiento del pecado (Ro. 3:20). Por medio del cumplimiento de la Ley de Dios,
llegaremos a conocer al Dios Omnipotente (1 Co. 4:4. Ez. 39:29. He. 8:11); y, llegaremos a conocer al
pecado, al diablo, a sus lugartenientes y a sus obras; pues si la Ley de Dios dice no robar, no se debe robar;
la ley del pecado es el robo o robar; si la ley de Dios dice que se debe guardar el día sábado y no se lo
guarda, entonces, estamos cometiendo pecado (Mr. 2:28. Ro. 14:6). Cualquiera que hace pecado, traspasa
también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley (1 Jn. 3:4).
Esta ley del pecado que mora en la carne, por medio del corazón – mente, es la que le dice al hombre
religioso, así es, la ley fue abolida, por la gracia en Jesucristo ya no estamos bajo la ley de Moisés, él
ofrendó su vida por nuestros pecados, solo hay que creer nomas y así despreciamos la Ley de Jesucristo,
su sangre, su carne y su ofrenda (cuando las ideas vienen a la mente decimos gracias Dios, pero no vienen
de Dios, sino vienen de los ángeles rebeldes o diablos); ellos también son los que inducen al hombre a
adorar y a postrarse ante las imágenes, a cometer fornicación, adulterio, robar, matar, insultar, agredir, a
hacer todo lo malo; LOS QUE COMETEN EL PECADO SON LAS LEGIONES DE DEMONIOS, NO EL
HOMBRE, EMPERO, SI EL HOMBRE NO SE ACERCA A DIOS PARA GUARDAR SU LEY,
ES CÓMPLICE DEL PECADO Y POR LO TANTO ES CONDENADO A LA MUERTE (Ro. 2:12,13).
Autor: Randon Ortiz

La Ley de Dios y la Ley del Mundo


2:43:00 P. M. RANDON ORTIZ

LAS DOS LEYES

La Paz del Señor sea con todos vosotros:

En este mundo existen dos leyes, la Ley de Dios y la Ley de Lucifer, Satanás o
el Diablo, el gobernante espiritual de este mundo, leyes que pronto
desaparecerán porque el milenio de Cristo y el Séptimo día de reposo para
Jehová Dios, empezó ya en el año 2000.

1. ¿Cuáles son esas dos leyes?

Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Mas veo otra ley
en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva
cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros (Ro. 7:22,23).

La Ley de Dios, es una ley para el alma o para el espíritu; y, la ley de Lucifer, es
la ley a la cual se encuentra sometido el cuerpo físico.
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido a sujeción
del pecado (Ro. 7:14)

El alma y el cuerpo físico, forman una sola entidad divina (Gn 5:2) y el alma
encarnada, resucitada o ser humano, es una alma viviente (1 Co. 15:45), por lo
tanto, la Ley de Dios es para todo ser humano, crea o no crea.

Los deseos del alma, son ejecutados por medio del cuerpo físico y los deseos
carnales, inducen al alma a ejecutar dichos deseos, porque los dos, alma y
cuerpo, son uno (Mt. 19:5).

2. La Ley de Dios

De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y


bueno (Romanos 7:12).

La ley de Dios, la cual incluye los diez mandamientos, los estatutos y los
derechos de Dios y del hombre, son santos, justos y buenos para todo ser
humano; y, el hombre que los haga, encontrará la vida eterna (Mt. 19:17). Moisés
escribe así de la justicia que es por la Ley: «El hombre que haga estas
cosas vivirá por ellas» (Ro. 10:5).

3. ¿Cuál es la Ley de Dios?

Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte y espera allá, y te daré tablas
de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para enseñarles (Ex.
24:12). Se escribirá esto para la generación venidera y el pueblo que está por
nacer alabará a Jah (Salmos 102:18). He aquí, Dios es mi salvación; me
aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jah, Jehová, quien
ha sido salvación para mí (Is. 12:2).

La ley y los mandamientos que Dios entregó a Moisés son para todos los seres
humanos, para ésta generación, la cual se constituye en la generación venidera
(Ex. 24:12. Sal. 102.18. Mt. 28:19,20. 1 Jn. 2:24. Is. 66:23).

4. ¿Jesucristo abolió la Ley de Moisés?

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para
abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo
y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas
sean hechas (Mt. 5:17,18).

Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que


habéis tenido desde el principio: el mandamiento antiguo es la palabra que
habéis oído desde el principio (1 Jn. 2:7).
Jesucristo no abolió la Ley de Moisés, antes bien la confirmó y sentenció, que
primero puede desaparecer el cielo o la tierra, antes que desparezca o sea
borrada una tilde de la Ley (Mr. 13:31), además, el evangelio del reino que Él
predicó es la Ley de Moisés (Lc. 24:44).

Jesucristo es el mismo Jehová Dios o el Cordero (Jn 1:29. Ap. 17:14. Dt. 10:17.
Mt. 16:16), de tal manera, que la ley no ha cambiado y el hombre debe cumplirla
mientras viva en este mundo.

¿IGNORÁIS, hermanos, (porque hablo con los que saben la ley) que la ley se
enseñorea del hombre entre tanto que vive? (Ro. 7:1).

5. El hombre que no conoce la Ley de Dios, es un hombre muerto

Mas a los temerosos é incrédulos, a los abominables y homicidas, a los


fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será
en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Ap. 21:8).

Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado
(Mr. 15:15,16).

En llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen
al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales serán castigados de eterna
perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia (2 Ts. 1:8,9).

Mas estos comunales que no saben la ley, malditos son (Jn. 7:9).

6. ¿Cuál es la ley de Lucifer?

La ley de Lucifer es todo lo que vemos en este mundo, desigualdad social,


muertes, asesinatos, robo, hurto, mentira, explotación al prójimo, chismes,
engaño, drogas, alcohol, homosexualismo, lesbianismo, prostitución,
fornicación, adulterio, corrupción, reposo del día domingo, avaricia, idolatría,
falsedad en todo lo existente.

Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal,


diabólica (Stg. 3:15). Porque la sabiduría de esta mundo es necedad para con
Dios; pues escrito está: El que prende a los sabios en la astucia de ellos (1 Co.
3:19).

Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como
está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su corazón lejos está de
mí. Y en vano me honra, enseñando como doctrinas mandamientos de
hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los
hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras
muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento
de Dios para guardar vuestra tradición (Mr. 7:6,9).

Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis
cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad,
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es
mentiroso, y padre de mentira. El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por
esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios (Jn. 8:44,47).

Diciendo arriba: Sacrificio y presente, y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron,
las cuales cosas se ofrecen según la ley (He. 10:8,5).

7. ¿Dónde mora Lucifer o el pecado?

Lucifer mora en el cuerpo físico de todo ser humano.

Y os ruego hermanos, que miréis los que causan disensiones y escándalos


contra la doctrina que vosotros habéis aprendido; y apartaos de ellos. Porque los
tales no sirven al Señor nuestro Jesucristo, sino a sus vientres; y con suaves
palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples (Ro. 16:17,18).

En aquel día Jehová visitará con su espada dura, grande y fuerte, sobre
leviathán, serpiente rolliza, y sobre leviathán serpiente retuerta; y matará al
dragón que está en la mar (Is. 27:1). Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la
serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña a todo el
mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él (Ap. 12:9).
¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová (Jr. 22:29).

Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios,


fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias (Mt. 5:19). Generación de
víboras, ¿cómo podéis hablar bien, siendo malos? porque de la abundancia del
corazón habla la boca (Mt. 12:34).

8. ¿Cómo liberarse de la obra de Lucifer?

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada
de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas
y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (He. 4:12).
Y como fue ya tarde, trajeron a él muchos endemoniados: y echó los demonios
con la palabra, y sanó a todos los enfermos (Mt. 8:16).

Las miríadas de demonios que viven en el hombre (Lc. 8:30. Dt. 7:1), salen del
cuerpo cuando se memoriza la Ley Real de Dios (Stg. 2:8) y se empieza a
cumplirla (Ro. 2:13. Stg. 1:25).

9. El Espíritu Santo de la promesa


Los que han creído en la ley de Dios, recibirán el Espíritu Santo de la promesa y
éste ángel de Dios protegerá al convertido de los ataques de Lucifer, lo guiará y
lo instruirá (Ro. 9:4. Ef. 1:13).

10. El aguijón de la muerte

El aguijón de la muerte es el pecado y el que produce el pecado es el diablo (1


Co. 15:56). Dios en su inmensa misericordia, permite que el hombre viva con el
aguijón de la muerte hasta que el alma se despierte (1 Co. 12:7).

11. El perdón de los pecados

Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es


transgresión de la ley (1 Jn. 3:4).

Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, hecho de mujer,
hecho súbdito a la ley, para que redimiese a los que estaban debajo de la ley, a
fin de que recibiésemos la adopción de hijos (Ga. 4:4,5).

El perdón de los pecados es para todos los que se someten a la ley, porque
donde no existe la ley, no se imputa pecado y reina la muerte (Ro. 5:3), pues la
ley permite identificar el pecado (Ro. 3:20) y una vez conocido el pecado, no se
debe volver a cometerlo (Jn. 8:11).

12. Las dos leyes ante Dios

Por la Ley de Dios, todos serán justificados y por su cumplimiento viene la


salvación al hombre; y, por las obras de la ley de Lucifer nadie puede justificarse
ante Dios.

Por ejemplo, alguien puede decir que él tuvo amor con la gente y que no le hizo
mal a nadie, empero, vivió y consintió a la iniquidad y no supo que el Amor de
Dios es el cumplimiento de los Diez Mandamientos (1 Jn. 5:3. 2 Jn. 1:6); otro
podrá decir que hizo caridad con la gente, empero, no sabe que la caridad es el
cumplimiento de la Ley (Ro. 13:10); otro puede decir que él cree o tiene fe en
Jesucristo y que por eso es salvo, pero la fe de Jesucristo viene cuando se
escucha los Diez Mandamientos o la Palabra de Dios (Ef. 1:13. Ro. 10:17); los
que creen en Dios o en Cristo, están obligados a cumplir la Ley de Dios (Ro.
3:31); todos los que creen en Dios y en Cristo, sin cumplir la ley, en vano creen
y pierden su tiempo hablando de Dios o creyendo de que son salvos (1 Co
15:2,19); Jesucristo ya lo dijo, aproximadamente 2000 años atrás, que nadie cree
en él (Jn. 16:9).

13. ¿Quién es el que acusa a los Seres Humanos?


Moisés es quién acusa a todo ser humano. No penséis que yo os tengo de acusar delante
del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien vosotros esperáis. Porque si vosotros creyeseis a Moisés,
creeríais a mí; porque de mí escribió él. Y si a sus escritos no creéis, ¿cómo creeréis a mis palabras? (Jn.
5:45,46,47).

El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos ó de tres testigos muere sin ninguna
misericordia (He. 10:28).

14. ¿A dónde va el alma del hombre después de esta vida?

Los que creyeron y cumplieron la Ley de Moisés, heredarán la tierra prometida; los incrédulos a la Ley, irán
al lago de fuego. Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham: y
murió también el rico, y fue sepultado. Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vio a
Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia
de mí, y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy
atormentado en esta llama. Y díjole Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro
también males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Y además de todo esto, una grande
sima está constituida entre nosotros y vosotros, que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden,
ni de allá pasar acá. Y dijo: Ruégote pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre; Porque tengo cinco
hermanos; para que les testifique, porque no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le
dice: A Moisés y a los profetas tienen: óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere
a ellos de los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco
se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos (Lc. 16:22 al 31).

¿Qué ley cumples?


Autor: Randon Ortiz Calle

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