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P. PIERRE PELLEPRAT, S. J.
ESTUDIO PRELIMINAR
por
JOSÉ DEL REY, S. J.
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Estudio preliminar IX
Notas bibliográficas xxni
Apuntes biográficos XLVIII
Fuentes bibliográficas citadas LIX
PRIMERA PARTE
SEGUNDA P A R T E
Cristóbal L, Mendoza
Comisión Editora:
Héctor García Chuecos
Carlos Felice Cardot
Guillermo Morón
Joaquín Gabaldón Márquez
Mario Briceño Perozo
Director de Publicaciones:
Guillermo Morón
BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
7 7 —
P. PIERRE PELLEPRAT, S. J.
ESTUDIO PRELIMINAR
por
JOSÉ DEL REY, S. J.
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I
ESTUDIO PRELIMINAR
La Academia de la Historia en su colección de « Fuentes para
la Historia Colonial de Venezuela » ha ido otorgando una amplia
acogida a una serie de cronistas y escritores hasta hoy inéditos o
desconocidos en Venezuela; uno de estos es el jesuíta francés Pedro
Pelleprat {1606-1667).
La obra del P. Pelleprat estrena la contribución de la Compañía
de Jesús al estudio y redescubrimiento de Venezuela; históricamente
analiza tos intentos, hasta hoy desconocidos, de los jesuítas franceses
por instalarse en la fachada atlántica de Venezuela y arroja luz de-
cisiva sobre la incierta personalidad del sabio cartesiano Denis Mes-
land enduendada por los escritores posteriores; aporta finalmente
interesantes datos para la Geografía, la Etnología y el folklore del
oriente venezolano.
Dentro del cuadro de escritores jesuíticos representa Pelleprat un
curioso pórtico o introducción a la hístoriología de la Compañía de
Jesús en Venezuela; por lo tanto no estará demás el trazar las grandes
líneas que ubican a este equipo de hombres que desarrollaron su
actividad literaria de 1655 a 1784. Mas para llegar al concepto de
Historiografía jesuítica venezolana se requiere el conocimiento de
una serie de obras todavía inéditas que tanto histórica como ideoló-
gicamente contribuirán a un mejor enjuiciamiento de la literatura
escrita.
Entre los factores previos, introductorios al estudio historiológico,
consideraremos las coordenadas Geografía e Historia, espacio y tiempo,
en su sentido más universal.
Factores históricos. — Los marcos cronológicos de la Historia
jesuítica en Venezuela son básicos para interpretar una obra de
cualidades y alcances tan desiguales.
XII ESTUDIO PRELIMINAR
2
XVI ESTUDIO PRELIMINAR
a) Obras editas.
— 1655. Pelleprat: Relatlon des Mlsslons des Peres de la Com-
pagnle de Jésus dans les lies et dans la Terre Ferme de l'Amérlque
Merldlonale. {París).
— 1683. Mercado: Historia de la Provincia del Nuevo Reino
y Quito de la Compañía de Jesús.
{Editada por primera vez en Bogotá, 1957).
— 1693. Martínez Rublo J.: Retallo de statu praesentl mlsslo-
num quas Planorum et Orlnocl vocant, occaslone capta ab eo quod
P. Vlncentlus Lo verso Infldellum man ¿bus slt Intereptus.
{Publicado en Annall Lateranensl IV [1940] 145-158).
— 1715. Tapia, Matías: Mudo lamento de la vastísima y nume-
rosa Gentilidad que habita tas dilatadas márgenes del caudaloso
Orinoco, su origen y sus vertientes, a los piadosos oídos de la Majestad
Católica de las Españas, nuestro Señor Don Felipe Quinto {que Dios
guarde).
{Gumllla: El Orinoco Ilustrado, p. 229. Edlc. P. Baile. Strelt:
Blbllotheca Mlsslonum, III, 28 y 31).
— 1729. Rlvero: Historia de las Misiones de los Llanos de
Casanare y los ríos Orinoco y Meta.
{Publicado por vez primera en Bogotá, 1883).
— 1739. Gumllla: Breve noticia de la apostólica y ejemplar vida
del angelical y V. P. Juan de Rlvero, de la Compañía de Jesús,
Apostólico Misionero del Nuevo Reino de Granada. {Madrid, 1739).
— Informe que hace a su Magestad en su Real y Supremo Consejo
de las Indias el Padre Joseph Gumllla, de la Compañía de Jesús. . .
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ESTUDIO PRELIMINAR XVII
b) Obras inéditas.
« De Insulis Americae ».
« La Relation des Missions ».
« Iniroduction a la langue des Galibis ».
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XXX ESTUDIO PRELIMINAR
Quizá lo más llamativo de este siglo haya sido el oh Ido que los
especialistas han dedicado a Pelleprat. Ninguno de los « clásicos »
modernos ha conocido con exactitud ni los protagonistas ni la obra
del Intento misional del Guaraplche: Borda, Astráln, Agulrre, Res-
trepo. La reivindicación comienza con el libro de los dos Investiga-
dores de la Universidad Andrés Bello, Pablo Ojer y Hermann Gonzá-
lez, «La Fundación de Maturín y la Cartografía del Guaraplche».1
Finalmente el P. Juan Manuel Pacheco tanto en su libro « Los
Jesuítas en Colombia », como en diversos artículos ha utilizado am-
pliamente las aportaciones del Pelleprat siguiendo la edición del
P. Montézon que se encuentra en la Biblioteca del Colegio San Bar-
tolomé de Bogotá,
La dimensión horizontal de la obra de Pelleprat penetra en el
problema de las familias hlstorlográjlcas. Es la apreciación de su
aporte en la perspectiva total de una corriente misional, que en úl-
timo término desemboca en la estructura histórica subyacente.
En este mundo hlstorlográflco no sólo su obra sino también la
persona y su biografía, en su conjunto armonizado, definen el valor
y el sentido de esta nueva coordenada.
Lógicamente no es de extrañar que el autor de la « Retatlon des
Mlsslons » sea miembro a la vez de la Historia misional francesa
y de la española, y que participando de estos dos grupos no se pueda
vincular a ninguno de una manera Integral y orgánica.
El carácter pasajero de su acción misionera no responde plena-
mente al alcance real de su obra escrita que no deja de ofrecer rasgos
y aportes Imprescindibles para la Investigación misional, a pesar
de que su radio de acción histórico alcance un máxlmun de 3 años
-— 1652-1655 — y que la conclusión definitiva se traduzca en un
rotundo fracaso.
Juntamente con el signo de la nacionalidad se confrontan acti-
tudes Ideológicas Interesantes pero que como desbordan los límites
de nuestro trabajo, ni las Insinuamos siquiera.
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ESTUDIO PRELIMINAR XXXIX
4
XLIV ESTUDIO P R E L I M I N A R
a) Mesland:
— 1645: Martinica.
— 1651: Primera entrada a Guarapiche.
— 1655: Segunda entrada a Guarapiche {20 de junio).
— 1655: Viaje a Sto. Tomé de Guayana (16 de septiembre).
— 1654: Bogotá (mayo).
— 1655: De nuevo en Guayana.
— 1664: Regreso a Bogotá y misionero en los Llanos.1
b) Monteverde:
— 1656: Llega con Pelleprat al Guarapiche.
— 1656: (21 diciembre) Escribe al P. General desde La Habana.
—- 1657: Pasa por Jamaica.
— 1657: (25 de diciembre) En La Habana. (Nos inclinamos a
creer que el año de su carta anterior 21-XII-1656 está equivocado y
se trata del 57).
— 1658: En las misiones (2 años; muy impreciso).
— 1660: (21 de septiembre) hace la profesión en el colegio de
Mérida.
— 1668: Superior de la Misión de los Llanos (8? años).
— 1669: (10 diciembre) Muere en las Misiones del Meta.2
Así queda claro el problema de los itinerarios que en cierta ma-
nera conviene verificarlos con las biografías de Mercado ya que los
datos del Archivo Romano sobre Monteverde no son siempre del todo
precisos.
Virgilio. Una media hora cada mañana así como toda la tarde del
sábado estaban consagradas a las concertaciones. El sábado por la
mañana se repetían todas las lecciones de la semana.
En la tercera clase se veía, desde octubre hasta Pascua la sintaxis
de Despautere, y después de Pascua el arte métrico y el libro de Figuris
del mismo autor. El profesor explicaba, entre los prosistas, o a Cicerón
(« de Amicitia », o « de Senectute ») o a Salustio; entre los poetas o a
Terencio o a Ovidio. Los alumnos debían hacer cada día una com-
posición latina sea en prosa sea en verso.
En el curso de humanidades había más variedad de elección de
autores.
En Retórica se aprendían los preceptos o en el Fabio o en la
retórica « ad Herennium »; el profesor explicaba Juntamente con los
Discursos de Cicerón y de Demóstenes, Hesíodo o algunos libros his-
tóricos. Cada semana los alumnos redactaban un discurso que el
maestro corregía en la tarde del sábado; cada 15 días tenían lugar
los debates páblicos.
La Provincia Jesuítica de Aquitania desplegó una acción de-
masiado ambiciosa en los comienzos del siglo XVII aceptando la
fundación de gran numero de colegios que iban absorbiendo casi todos
los sujetos aptos. El año 1629 Pelteprat aparece como profesor de
Gramática en el Colegio de Saintes1 fundado en 1611.2
No hemos podido localizar dónde realizó sus estudios superiores
de Filosofía y Teología. En 1633 dirige la clase de Humanidades en
z
el colegio de Agen, uno de los primeros planteles de la Provincia
de Aquitania; sus orígenes se remontan a 1591 y además de la Gra-
mática y de las Humanidades disponía de la facultad de conferir
grados en Artes después del curso de Lógica y Filosofía.^ ¿Pudo
asistir aquí a las clases de Teología que regentaban los jesuítas en
el Seminario?
Tres años más tarde se vincula al recién fundado colegio de Tulle,
que a los dos años de existencia, 1622, albergaba a 500 alumnos.1*
J O S É D E L R E Y , S. J.
A c
ALTAMIRANO, Commeniarii eorum quae Cartas necrológicas.
gesta sunt a Patribus Societatis Jesu CASSANI, Historia de la Provincia de ta
Provinciae Novi Regni Granatensis Compañía de Jesús del nuevo Reino
ab anno miltesimo sexcentésimo octo- de Granada en la América.
gésimo quarto ad annum miilesium C O L E T I , Juan Domingo, Dizionario
sexcentessimum nonagesimum. Storico-Geografico Meridionale.
Annali Lateranensi (Revista).
Apéndice a la Real Expedición de Lí-
D
mites entre los dominios de España
y Portugal. DELATTRE, S. J., Pierre, Les établisse-
Archivo de la Compañía de Jesús de ments des Jésuites en France depuis
Quito. quatre siecles.
Archivo de Simancas. DIDOT Y MICHAUD, Biographie.
Archivo General de Indias. D u T E R T R E , Histoire general des An~
Archivo Nacional de Bogotá. tilles.
Archivo Romano de la Compañía de
Jesús.
ASPURZ, La aportación extranjera a las E
misiones españolas del Patronato
ESPASA, Enciclopedia universal ilus-
Regio.
trada europeo-americana.
B
BACKER, Agustín de, Bibtioiheque des F
écrivains de la Compagie de Jesús.
Bibliotheca Scriptorum Societatis Jesu. FAJARDO, J. R., El ensueño de un je-
Biographie Universelle. suíta aventurero.
BOUTON, P . Jacques, Relaiion de l'éta- FERNÁNDEZ DE PIEDRAHITA, Lucas,
blissement des Francoís en l'iste de La Historia General de las conquistas del
Martinique. Nuevo Reino de Granada.
B R U N E T , Manuel du Libraire et de FOUQJJERAY, P., Histoire de la Compa-
l'amateur des livres. gnie de Jésus en France.
5
LX F U E N T E S BIBLIOGRÁFICAS CITADAS
L O
LALANNE, M., Dictionnaire historique OJER Y GONZÁLEZ, La fundación de
de la France. Maturín y la Cartografía del Guara-
L E C I N A , Mariano, Biblioteca de escri- piche.
tores de la Compañía de Jesús perte-
necientes a la antigua asistencia de
P
España desde sus orígenes hasta et
año de 1773. PACHECO, P . Juan Manuel, Los je-
L E C L E R C , BibUothéque Americaine. suítas en Colombia.
L E L O N G , Jacques, BibUothéque histo- P E L L E P R A T , S, ]., Pedro, De insutis
rique de la France. Americae.
F U E N T E S BIBLIOGRÁFICAS CITADAS LXI
— Dictionnaire GalibL S
— Introduction á, la langue des Gal ibis SALA ZAR, José Abel, Et P. Gili y su
Sauvages de l' Amerique meridionale. ensayo de historia americano.
— Prolusiones Oratorlae. SANDOVAL, P . Alonso, De insíauranda
— Relaüon des Missions des Peres de aethiopum satute.
la Compagnie de Jesús dans les lies — Naturaleza, policía sagrada y pro-
et dans la Terre Ferme de l'Amerique jana, costumbres y ritos, disciplina y
meridionale, catecismo evangélico de todos etíopes.
•— Soliloquios del amante cristiano con SOMMERVOGEL, S. J., Carlos, BibUo-
su amado Señor Jesu-Christo, iheque de la Compagnie de Jesús.
SOTWELL, Natbanael, Biblioteca Scrip-
PELLISSON, Jules, Les deux Pelleprat
torum Societatis Jesu.
PHARAON, Gramática. STREIT, S, J., Bibliotheca Missíonum.
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...de' rAmeriqíie Mendioaalé
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RELATO D E LAS MISIONES
de los Padres de la Compañía de Jesús en las Islas
y en Tierra Firme de América Meridional.
A Monseñor Nicolás Fouquet, caballero, Vizconde
de Melum, Ministro de Estado, Sobreintendente
de las Finanzas, Procurador General del Rey.
Monseñor:
Se me acusaría, con razón, de injusto y de ingrato para con
vuestro Señor Padre, que ha contribuido tanto al establecimiento
de la Religión Cristiana en América, si yo, no os presentara este
pequeño resumen que relata su progreso. No sólo fué él quien tuvo
la idea de enviar Padres de nuestra Compañía a las Islas, sino
que además protegió siempre a las Misiones y gracias a él éstas
pudieron instalarse y conservarse. Por muy grandes que sean las
ilustres obras de su vida, e incluso, aunque haya alcanzado los
primeros puestos en la justicia y en los asuntos públicos, tengo
que decir, que no hay ninguna mas gloriosa que ésta. Pues si el
juicio de Dios, que prefiere la conversión de un alma a la con-
quista de todo el Universo, es la regla con la cual debemos estimar
cada cosa, ¿quién puede temerlo o quién puede vanagloriarse de
una empresa que le haya producido tantos méritos? ¿cuántos
franceses hubieran terminado miserablemente su vida en el liber-
tinaje, cuántos herejes hubiesen continuado en el error, cuántos
esclavos hubieran pasado de su cautiverio a un cautiverio eterno,
por fin, cuántos pobres Salvajes hubiesen muerto como infieles
si su Señor Padre hubiese tenido menos caridad para con ellos y
menos preocupación por su salvación? Así pues, Monseñor, es
fácil suponer cuántas personas, cuántas naciones diferentes están
interesadas en rogar a Dios por vuestra conservación y por la
prosperidad de vuestra ilustre familia. Vos no os habéis considerado
solamente como heredero de los bienes de Vuestro Señor Padre,
4 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
CAPÍTULO PRIMERO
6
12 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
CAPÍTULO SEGUNDO
con su crédito o sus medios, se les hace ver la obligación que tienen
de socorrer a estos pobres miserables. Se habla de ello en los ser-
mones con todo el celo que requiere una necesidad tan grande.
Uno de nuestros misioneros toma como tema de sus instrucciones
corrientes y de sus exhortaciones, la caridad del prójimo y hace
tanta mella en los espíritus, en tan poco tiempo, que la gente
no piensa más que en asistir a los enfermos; van al campo y a todos
los lugares donde esperan encontrar a uno de estos pobres aban-
donados, y no hay dueño de casa que no hospede por lo menos
a uno y que no se preocupe de él como si fuera su propio hijo. E n
cuanto el enfermo sanaba o moría, buscaban rápidamente a otro
y si no había bastantes para contentar la caridad de todos, entraban
en una santa discusión para saber quién tenía que llevar al que
acababan de encontrar.
Su caridad en vez de disminuir aumenta todos los días. Varios
muchachos desde esta época se han consagrado enteramente al
servicio de Dios particularmente en la asistencia al prójimo. Así
como ellos se preocupan de aliviar sus necesidades materiales, así
también hacen todo lo posible para socorrer las necesidades de todas
las almas, disponiendo a los enfermos por medio de sus buenas
palabras para bien morir, y procurarles, con una preocupación
increíble, los Sacramentos de la Iglesia. Para ocuparse con mayor
libertad de toda esta serie de buenas obras, se contentan con lo
necesario para la vida y no piensan ya en aumentar su fortuna,
i Qué cambio en personas que habían venido a estas Islas con otra
idea totalmente diferente!
Puesto que estoy hablando de la caridad que los habitantes de
San Cristóbal dispensaron a los enfermos, voy a relatar aquí lo
que ocurrió por entonces en esta misma Isla, en igual ocasión.
Dos jóvenes franceses habían recogido a un irlandés enfermo en
su casa y después de haberle prestado asistencia durante varios
días, creyeron que este hombre estaba fuera de peligro; pensando
que podían abandonarlo por poco tiempo, uno fué al Cuerpo de
Guardia, donde tenía obligación de estar, el otro fué a la Capilla
a oir Misa; aunque estaban a tres cuartos de legua de su casa, los
dos oyeron la voz de su enfermo. El que estaba en el Cuerpo de
Guardia, corre rápidamente a la Capilla y pregunta a su compañero
en qué estado lo ha dejado; y donde está; asegurándole que acaba
de oirle recitar claramente el Pedrenuestro con el mismo tono con
que solía hacerlo delante de ellos. El que estaba en la Capilla
PELLEPRAT - RELATO D E LAS MISIONES .17
CAPÍTULO TERCERO
CAPÍTULO CUARTO
De las Misiones que nuestros Padres han hecho en las Islas vecinas
para la asistencia de los franceses.
CAPÍTULO Q U I N T O
De la misión irlandesa.
7
28 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
una pesca más feliz, pues el pez era tan grande que todos los que
estaban en el barco se alimentaron durante varios días, hasta que
encontraron un navio de guerra que los llevó a la Isla de Tortuga,
donde fueron tan bien recibidos por los franceses, como maltratados
habían sido en otras partes.
E n cuanto a los que se habían quedado en la Isla de Crabes
por no haber podido encontrar sitio en el barco, es de común
creencia que se perdieron en el mar de esta manera. Viéndose
reducidos a morir de hambre en esta Isla, fabricaron una especie
de barcaza a base de maderos atados y se embarcaron con la
esperanza de que los vientos y las olas los podrían arrastrar a
algunas costas donde encontrarían algo para subsistir; pero sea
que la tempestad los hizo perecer, o que su barcaza se hundiera,
lo cierto es que perecieron todos miserablemente en el mar.
Este hecho impresionó de tal manera al Padre Destriche,
pastor de este miserable rebaño, que para no dejar los que que-
daban expuestos a las mismas desgracias, pasó con todos los irlan-
deses católicos, que pudo recoger, a la Isla de Guadalupe el año
1653. El señor Arouagues, que es Señor y Gobernador de aquella
Isla, los recibió con mucha caridad y les permitió establecer allí
su nueva residencia. Desde ese momento el Padre vive con ellos
y les asiste de la forma que se puede esperar de un buen pastor.
Pasa de vez en cuando a las otras Islas donde hay irlandeses, pero
va disfrazado, a visitar a ios que están entre los ingleses; los con-
suela, los fortifica en la fe y les administra los Sacramentos en
secreto; trabajando con ios católicos gana siempre algunos herejes,
o ingleses, o irlandeses. E n un solo recorrido que hizo no hace
mucho tiempo, setenta abjuraron de su herejía; y aunque no hace
más que cinco años que llegó a las Islas, ha conquistado para la
Iglesia, más de cuatrocientos herejes.
No puedo dejar de narrar la victoria que una joven muchacha
irlandesa obtuvo sobre la debilidad de su sexo. Esta muchacha
había venido muy joven a América y su padre, para conservarla,
la había criado disfrazada de hombre, creyendo que así correría
menos peligro. Habiendo muerto el padre, la hija busca trabajo
y se pone al servicio de un patrono, del que mereció una estima
particular a causa de su destreza, de su asiduidad en el trabajo
y de su fidelidad. Pero como este pretendido muchacho era querido
por todo el mundo y particularmente por su dueña, a causa de su
honradez y de su amable carácter, el patrono se volvió celoso;
PELLEPRAT - RELATO DE LAS MISIONES 29
CAPITULO SEXTO
tan heroicas. Hay entre ellos, lo mismo que entre nuestros eu-
ropeos, gente viciosa y sujeta a muchas debilidades. Un negro
en la isla de San Cristóbal, habiendo sorprendido a su mujer en
adulterio, fue a decírselo a su « Capitou », (que así llaman ellos
a sus amos), y le pidió otra mujer. El amo le contestó, que siendo
cristiano, no le estaba permitido desposarse con otra. « Yo cris-
tiano, dijo este pobre hombre, yo pues soportar esto ». Se instruyó
y se le satisfizo plenamente sobre esto. Como los infieles repudian
a sus mujeres y las cambian cuando ellos quieren, no es de extrañar
que este pobre negro pidiera otra.
CAPÍTULO SÉPTIMO
esta Isla, los hizo poner en libertad, con la esperanza de que esta
liberación sería una ocasión favorable para la conversión de toda
su nación. Esta esperanza estaba tanto más fundada, cuanto que
uno de los prisioneros era hijo de uno de los Caribes más impor-
tantes de la Isla de San Vicente y podía servir mucho para este fin.
Estos dos Salvajes no dejaron de venir a la isla de San Cris-
tóbal para dar las gracias a su libertador. Y habiéndose dado cuenta
del gran deseo que abrigaba de verlos cristianos, le instaron a que
enviase al Padre Aubergeón, que conocía ya algo su lengua. No
contentos con haber hablado al Señor de Poincy, fueron ellos
mismos a rogarle al Misionero y a decirle: « Padre, es necesario
que te vengas con nosotros para enseñar a rezar a Dios a los habi-
tantes de nuestra nación ». El Padre contestó que haría todo lo
que se le ordenara, pero que no podía estar más tiempo con ellos
ya que debía asistir a un enfermo muy grave. Los Caribes, le
retuvieron más tiempo, no satisfechos con esta respuesta; y no fue
posible contentarlos, hasta que se les afirmó, que el General de
Poincy, había hablado en su favor y obtenido de nuestro Padre
Superior, que el misionero partiría con ellos a su país.
Abandonaron todos juntos San Cristóbal a finales de 1652,
y no llegaron a la Isla de San Vicente, hasta el mes de marzo del
año siguiente. E n la isla de Martinica se vieron obligados a demo-
rarse algún tiempo para aprovechar la oportunidad de un barco
que se equipaba para la pesca y que debía dejarlos al pasar por la
Isla de San Vicente.
El padre de uno de los dos Caribes que el misionero devolvía
a su país, demostró tanta alegría por su llegada como por el rescate
de su hijo.
Este buen hombre, conociendo el deseo del Padre de ocuparse
en la instrucción de los Salvajes de la Isla, lo favoreció en todo
lo que pudo. Y como era persona de autoridad entre los de su
nación, muchos otros, siguiendo su ejemplo, se hicieron instruir.
El rumor de su llegada y de sus trabajos se extendió rápidamente
por toda la Isla. Le venían a ver desde los rincones más lejanos
y cada uno le invitaba a ir a su casa; los que no podían visitarle
por estar indispuestos le enviaban sus canoas. Todos repetían la
misma súplica, que les enseñara el camino del cielo; porque ellos
también querían ir allí lo mismo que los del pueblo donde el Padre
vivía. Así se juzgará cómo agradaba esta buena disposición al
PELLEPRAT - RELATO DE LAS MISIONES 39
CAPÍTULO OCTAVO
8
44 F U E N T E S PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
CAPÍTULO PRIMERO
CAPÍTULO SEGUNDO
CAPÍTULO TERCERO
9
60 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
CAPÍTULO CUARTO
CAPÍTULO QUINTO
CAPÍTULO SEXTO
Los autores que han descrito esta región señalan una gran
cantidad de naciones vecinas al mar. Dicen que hay Yaios, Ma-
raons, Sapai, Nuraques, Piragotis, Mayi y Aricuri, y una infi-
nidad de otros pueblos cuya enunciación sería tediosa. El Padre
Mesland nos ha dicho varias veces, que en las correrías realizadas
con los Gálibis, había visto más de sesenta naciones diferentes
sólo en las márgenes del Guarapiche. E n un ámbito de cincuenta
leguas yo he localizado seis, a saber: Los Paria, a la entrada, cerca
de su desembocadura; los Arotes, a 20 ó 25 leguas de este país,
más arriba; los Chaimagotos a la derecha, los Aruacas a la izquierda,
los Gálibis más adentro que éstos y los Cores cerca del nacimiento
del río. De los demás se puede pensar según lo que acabo de decir.
Los Salvajes de estas regiones son muy fecundos a causa de
lo cálido del clima y de la dulzura del país; esto se puede juzgar
por el gran número de personas que habitan sólo en la Provincia
de Guarapiche, donde he vivido cinco o seis meses. Durante este
tiempo no he visto dos veces seguidas el mismo rostro entre los
extranjeros que me venían a visitar, a pesar de que no pasaba
semana que no hubiera dos o tres grupos de Salvajes, de quince
o veinte personas, incluso de treinta o cuarenta, que venían desde
muy lejos al pueblo donde yo estaba y de donde no me podía
PELLEPRAT - RELATO D E LAS M I S I O N E S 69
Los niños obedecen a sus padres como les parece ya que éstos
nunca les castigan ni les amenazan, ni siquiera de palabra. Les
hacen obedecer más por la dulzura y el amor que por el temor.
Su obediencia y respeto para con ellos es tan grande, que no creo
haya niños más obedientes ni más respetuosos en el mundo entero.
Cada pueblo tiene su capitán. Les dan este grado actuando
de la siguiente manera: después de haber elegido un hombre, que
se haya señalado en la guerra contra sus enemigos o que haya
matado alguna bestia feroz, lo hacen ayunar a Casabe y agua
durante un mes; le obligan a tragar varias veces jugo de tabaco
recién hecho, lo azotan cruelmente con grandes látigos que ellos
llaman Nacoalt. Si soporta todos estos sufrimientos con valentía,
sin demostrar dolor, se le nombra capitán. Los indios creen supers-
ticiosamente que si no realizaran esta ceremonia, no podrían tener
suerte en la guerra. Hacen pasar por la misma prueba a algunas
otras personas para que tengan éxito en sus trabajos. Me cuesta
creer que todos los capitanes de los pueblos sean sometidos a esta
ceremonia; quizá ésta no está ordenada más que para aquellos que
tienen obligación de conducir a los demás a la guerra. Ya podremos
descubrir esto con el tiempo.
La manera de hacer la guerra es la misma entre todos los Sal-
vajes de América. No presentan jamás batalla sino que preparan
emboscadas a sus enemigos y a menudo hacen incursiones para
sorprenderlos. M a t a n a golpes en la cabeza a los hombres y a los
niños; raptan las mujeres y las hijas para hacerlas esclavas. En
realidad, de esclavas no tienen más que el nombre, ya que las
tratan como si fuesen de su propia nación y frecuentemente se
casan con ellas. Si van al combate, lo hacen con la astucia del
zorro y si tienen que batirse en retirada obran como las liebres,
cuidando de que no les corten el camino. Tienen como máxima no
dejar jamás los cuerpos de sus muertos a manos de los enemigos;
para retirarlos, se exponen a toda clase de peligros y en muchas
ocasiones, pierden más hombres con este motivo que en el combate.
Sus armas para atacar de lejos son el arco y la flecha; el Boutou
les sirve cuando vienen a las manos. No utilizan todavía en Tierra
firme las armas de fuego, pero las aprecian enormemente. Lo
demostraré con una prueba, narrando lo que ocurrió un poco antes
de mi salida de Guarapiche. El muchacho francés que me acom-
pañaba disparó un tiro de mosquetón a la cabeza de un toro;
entonces algunos Salvajes que estaban presentes y que más bien
PELLEPRAT - RELATO DE LAS MISIONES 71
CAPÍTULO SÉPTIMO
De sus costumbres.
10
76 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
día por el sol; emplean sus remos, largos de cuatro o cinco pies
de una manera contraria a la nuestra, empujando el agua hacia
atrás. Se unen tan bien remando, que un barco no adelanta a otro;
golpean la piragua con el remo y este golpe les sirve de compás
para navegar de acuerdo todos. El capitán no tiene como misión,
dirigir, sino achicar el agua que entra en la piragua con un reci-
piente especial. Si alguien no hace nada mientras los demás tra-
bajan, nadie se lo reprocha.
Nuestros Salvajes ensenan a sus hijos, desde la más tierna
edad, a despreciar los dolores para hacerlos más valientes en los
combates. Recogen gruesas hormigas y las llevan a la sala común
del pueblo, donde las ponen en una cama; varias veces al año,
meten allá a los muchachos comprendidos entre los tres y los diez
y ocho años. Este ejercicio es muy rudo, las hormigas los ator-
mentan cruelmente levantándoles ampollas del tamaño de una
avellana.
Los hombres son muy trabajadores, cazan y pescan, levantan
y arreglan las cabanas, hacen muebles para la casa, así como cestas,
sillas, Matou-tous, pequeñas mesas de unas plantas llamadas aroma
semejante al mimbre. Las mujeres están todavía menos ociosas
que los hombres; hacen los trabajos de la casa, amasan el pan hecho
con la raíz de mandioca, preparan su brebaje de Ouicou, condimen-
tan las carnes, ayudan a sus maridos en los trabajos de huerta,
hacen el aceite de Caraba que emplearán para pintarse y emba-
durnarse el cuerpo; en resumen, proveen a todas las necesidades
de la casa. Si les queda tiempo libre, hacen hamacas de algodón,
casi de la misma manera que nuestros tejedores hacen las telas.
Hombres y mujeres hilan el algodón y lo retuercen sin emplear
el huso y la rueca, enrollándolo con la mano alrededor de un muslo,
después solamente las mujeres trabajan este algodón, convirtiéndolo
en Batí o Acato, es decir, sus camas.
CAPÍTULO OCTAVO
CAPÍTULO N O V E N O
CAPÍTULO D É C I M O
CAPÍTULO O N C E
11
92 FUENTES PARA LA HISTORIA COLONIAL DE VENEZUELA
CAPÍTULO D O C E
11*
MATERIAS
c Esclavitud: 29-36,
Españoles: 27, 50, 51, 58, 59, 61, 80,
Caciques (Elección): 70. 92.
Canibalismo: 71. Espátulas (aves): 54, 63.
Caña de azúcar: 61. Estoicismo; 76.
102 ÍNDICES
Sapai: 68.
Igneris (indios): 36. Serpientes: 64.
Industria: 75. Supersticiones y creencias: 13, 33-34,
Ingleses: 24, 25, 26, 28, 56. 50, 77-79.
Inmortalidad del alma: 77-78,
Instrumentos musicales: 73.
Importación (alimentos y bebidas):
12.
Irlandeses: 24, 28. Tabaco: 12.
Tábanos: 75.
J Tortugas: 65.
Jabalíes: 66. Trabajo masculino: 76.
M Trigo: 11.
A Caribe, M a r : xil, x x v i i i , x x x v n i ,
Agen: x x n , L, LI. Lili.
Alemania Occidental: LVIII. Carichana: XVIII.
Amacuro, río: 50, 92. Cartagena de Indias: x x i x .
Amazonas, río: 9, 49, 50, 65, 95. Casanare:
Amberes: x x x i x . Casanare, llanos de: x i n , xiv, x v i .
Andes, Los: xiv. Casiquiare: x i x , x x i .
Castellialoux: 43.
Angola: 30, 31.
Antillas, Las: x x x i l l , x x x v n i , x x x i x , Cayena: XL, XLI, 50.
Lili. Colombia: x n , XL, XLII,XLIV.
Apure: XIV. Coro: x n .
Aquitania: XXIv, XLVIII, XLIX, L, LI, Coupenam: 50, 54, 57,
L U Í , LVI, LVII.
Crabes, isla de: 26, 27, 28.
Arenas, P u n t a de las: 24, 56. Cuba: 97.
Ars: XXVII, x v n i . Cumaná: 9, 49, 95.
Cupenam, río: 50, 53.
B
CH
Barbados: XLI.
Chaimagotos, río: 52.
Barima, río: 50, 92.
Chantilly: x x v n .
Bogotá: x n , X I I I , xiv, xvi, xxi,
Chiapa: 69.
X X X V I I , X X X I X , X L , X L I I I , X L I V , XLV,
Chinón: 43.
XLVI.
Brasil: 21. D
Bruxelles: x x v , xxxv.
Burdeos: x x n , x x v n , XXVIII, xxxi, D'Ars: x x v i .
XXXII, x x x i n , xxxv, xxxvi, XLVIII,
Diepe: 18.
LII, Lili, LVII, LVIII. Dominica, isla: 22, 36, 40, 41, 97.
Dorado, E l : 49.
C Dragón o Drago, boca del: LV, 48, 49,
51.
Cabo Verde: 30.
Cabruta: xiv, x i x . E
C a n a d á : LVI.
Caracas: xil, X I I I , xiv, x x x v i i . España: X I I I , xvi, x v í n , x x x v i .
Carcasona: x x x v n i . Española, isla: 69.
104 ÍNDICES
F J
Florida: LVI.
Jamaica: XLVI, LVII.
Fontenay~le-Comte: x x v m .
Jersey, isla: XXX, 18.
Francia: x x i v , x x v , x x v n , x x v m ,
XXIX, XXXI, XXXII, XXXVIII, x x x i x ,
L
XL, XLI, XLIV, XLVIII, Lili, LIV, LV,
Liege: x x v .
4, 6, 10, 11, 15, 18, 22, 23, 32, 41,
Loudun: x x v m .
43, 45, 50.
Loyola: XXXIII.
Frankfurt: LVIII.
Ll
G Llanos, Los: xil, xill, xiv, x v n , x x i ,
XLV, X L V I .
Garó na, río: XLVIII.
Gasconia: 43. M
Genova: 20, Madrid: xví, x v n , x x v i , x x x v i .
Granada, isla: x x x i x , 11, 36, 45, 48, 88, Maracaibo: XII.
90, 92, 94. Marañón: xvni.
Granadinas: 54. Margarita, isla: 9.
Guadalupe, isla: L U Í , 10, 14, 21, 28, Marigalante, isla: LUÍ, 11, 21, 22, 41.
29, 56. Martinica, isla: x x n , x x x i v , x x x v n i ,
Guanátigo: x x x i , LV, LVH. XXXIX, XLVI, LII, Lili, LV, 10, 14,
Guarapiclie: xil, x m , x x n , x x m , 18, 19, 21, 31, 35, 36, Z7, 38, 45, 53,
XXV, XXXI, XXXVII, XL, XLII, XLIII, 54, 94.
XLVI, Liv, 44, 48, 50, 51, 52, 53, Maturín: x x x v n , X L I I I .
54, 57, 58, 59, 60, 67, 68, 70, 71, Mérida: x n , Xiv, XLVI.
80, 82, 87, 91, 93, 94. Mesina: X L I X .
G u a y a n a : XII, x m , x x x , x x x i x , XL, Meta, río: x m , xví, x v n , XLIV, XLV,
XLI, XLII, XLIII, XLIV, XLV, XLVI, XLVI.
XLVII, LIV, 49, 50, 53, 57, 58, 69, México: x i x , x x v , XXVIII, XXIX, XXX,
92. X X X I I I , X X X V , LII, LVI, L V I I I .
Guayana francesa: x x x i . Migré: x x v i .
Guinea: 30. Monserrat, isla: 25.
N
H
Nantes, puerto: x x x v i n , LV, 14.
Habana, L a : XLVI, LVI. Nueva Andalucía: x n n , 9.
Nueva España: LUÍ, LVI, LVII, LVIII.
Nueva Francia: LVI, LVII.
I Nueva Granada: xill.
Indias, Las: xvi, xvni, XLIU, 43, 44. Nuevo Reino: x n , xví, x v n , x i x , x x i x ,
X X X I X , X L , XLIV, XLV, LVI, LVII.
Inglaterra: 18, 44.
Islas, Las: LIV, 3, 4, 5, 6, 9, 10, 11,
12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, o
21, 22, 23, 24, 28, 29, 30, 31, 34, Oriente venezolano: xill, XLII.
36, 37, 41, 44, 45, 46, 47, 48, 53, Orinoco, río: x n , x m , xiv, xví, x v n ,
54, 55, 60, 61, 84, 90, 91, 92, 93. XVIII, XIX, XX, XXI, XLIII, XLIV,
Italia: xill, XX, x x i . 49, 50, 51, 58, 59, 60, 92, 97.
ÍNDICES 105
37, 44, 47, 48, 53, 54, 57, 59, 60, Poincy, General Bally de: 23, 31, 37,
68, 82, 87, 96. 38, 44, 96.
Michaud: x x x i v , x x x v , x x x v i , LII. Polanco, P . : X L I X .
Molano, P . Dionisio: XLV, XLVII.
Molina: x x i x . R
Monteverde, Antonio de (o Mont
Verd, Antoine du, o Monsüberth Rada, P . Andrés de: LVI.
Antonio de, o Vois-le-Bert): x m , Ramos, Demetrio: x v i .
XIV, XV, XVI, XXXIX, XLII, XLIV, Rennard, Abbé: x x x v n i , x x x i x , LIII.
XLV, XLVI, XLVII, LV, LVI, LVII. Restrepo: x x x v n , X L I I , XLV.
Montezon, P.: xxx, xxxiv, xxxv, Rey, S. J. José del: xil, x x i , LIV, LVIII.
XXXVI, XXXVII, XXXIX, XL, XLI, Ribadeneira, S. J. P e t r o : XXXII, x x x m ,
XLV, LII. Richelieu, Cardenal: x x v i n .
Mury, Paul: XL. Rivas, Medardo: x x x i x .
Rivero, S. J. J u a n : xil, x m , xiv, xv,
XVI, XVIII, XIX, XX, XLII, XLIV,
N XLV, XLVIII.
Riviere, S. J. E r n e s t : XXVII, x x x n ,
N a m b u c : 10. x x x m , xxxiv.
Neira: XV. Román, P . Manuel: XIV, xv, XVin,
Nickel, P* Gosvino: LVH. XIX, XXI.
R o t a de Muzas, Ana M a r í a : LVIII.
Rotella, P . Bernardo: xiv, xv, xvi,
XIX.
O
Rybeyrete, Henrico: x x v i i , xxxn,
xxxvi, xxxvni, xxxix.
Ojer, Pablo: x x x v n , XLIII,
Oudin, P . Frangois: XXVII, x x x m .
Ovidio: L. S
Salazar, José Abel: x v i n .
Salustio: L.
P San Francisco Javier: 96.
San Ignacio: 35.
Pacheco, S. J. Juan Manuel: x n , Santiago: 20.
x x x v i i , XL, XLIII, XLIV. Santo Domingo: 69.
Pelleprat, S. J. Pedro: xi, x n , xvi, Santo Tomás, Virrey de: x x v i i .
XVIII, XIX, XXIII, XXIV, x x v , XXVI, Sandoval, P . Alonso de: x x i x .
XXVII, XXVIII, XXIX, XXX, XXXI, Sauvage: x x x i .
XXXII, XXXIII, XXXIV, XXXV, XXXVI, Schmel, P . Juan: 21, 37.
XXXVII, XXXVIII, XXXIX, XL, XLI, Six, Karl: XLIV.
XLII, XLIII, XLIV, XLVII, XLVIII, Sommervogel, S. J. Carlos: x x i v , x x v ,
XLIX, L, LII, L i l i , LIV, LV, LVI, LVII, x x v i , XXVII, x x v i n , x x x , x x x i i ,
LVIii, 5, 6. xxxm, XXXIV, XXXV, XXXVI,
Pelleprat, P . Pedro Ignacio: x x v , XXXVIII.
XXVIII, xxxvi. Sotwell (o Southwell, o Sot vello),
Pellisson, Jules: x x v i , x x v i i , x x v i n , Nathanael: x x v i , XXVII, X X X Í I ,
xxxv, xxxvi. x x x m , XXXIV, XXXV, XXXVI, LVIII.
Pharaon: XLIX. Streit, P . : x x x v i .
110 ÍNDICES
Estudio preliminar IX
Notas bibliográficas xxni
Apuntes biográficos XLVIII
Fuentes bibliográficas citadas LIX
PRIMERA PARTE
SEGUNDA P A R T E