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Guía 4 “Periodo Colonial”

Nombre:_________________________________________________________ Curso: ____

Objetivo: Caracterizar el periodo colonial en América y Chile, teniendo en cuenta las


Liceo B. Padre A. Hurtado C.
Dep:Historia y Cs. Sociales.
.
autoridades y el sistema económico colonial

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA ESPAÑOLA EN AMÉRICA

El encuentro de los aztecas en México, los incas en Perú o el pueblo mapuche en Chile, con los españoles confrontó formas
de vida muy diferentes, imponiendo estos últimos su cultura, costumbres, religión, y también, su forma de gobierno a las
culturas nativas americanas. La conquista y colonización de América obligó a la Corona española a establecer una
organización completamente nueva para la realidad americana. Las autoridades y el sistema político que se implementó
debieron tomar en cuenta la extensión y situación del territorio americano. Organizar estas extensas tierras no fue tarea
fácil. España estaba bajo una monarquía absoluta, con la dinastía de los Austria o Habsburgo. En el siglo XVII, esta dinastía
entró en un lento proceso de decadencia, hasta agotarse definitivamente en 1700
con su último representante Carlos II. Sin embargo, la administración de los
dominios que España tenía en América no sufrió grandes cambios hasta el
advenimiento de una nueva dinastía: los Borbones, quienes iniciaron un proceso
centralizador de la administración, para tener un mayor control económico,
político y social de los territorios americanos. Por ejemplo, el rey Carlos III (1716-
1788) realizó cambios al sistema administrativo inspirado en los valores del
Despotismo Ilustrado, forma de pensamiento común a los gobiernos europeos en
el siglo XVIII.

Autoridades y organismos que gobernaban desde España

La principal autoridad era el rey, que gobernaba en España y en gran parte de América, en calidad de monarca absoluto,
en su persona se reunían los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial. El vasto poder que el rey tenía
significaba dominar América desde España, de ahí la necesidad de contar con autoridades que representaran al rey en los
territorios de ultramar. Para gobernar América, se crearon dos organismos muy importantes que funcionaban en España:
• Casa de Contratación. Fundada en Sevilla en 1503, tenía a su cargo todo lo relativo a expediciones, conquista,
colonización, comercio y navegación entre España y América. Otorgaba los permisos de inmigración a los españoles que
venían a nuestro continente. Organizaba la información geográfica para la elaboración de mapas y rutas marítimas,
preparaba pilotos dirigiendo la escuela de navegación, juzgaba delitos de contrabando, recaudaba el impuesto
denominado quinto real.
• Consejo de Indias. Este organismo fue creado en 1519 como parte del Consejo
de Castilla. En 1524 se reorganizó de forma independiente de este último. Su
función era asesorar al rey en la preparación de leyes, ordenanzas, y reales cédulas
aplicables en América. Realizaba los juicios de residencia, es decir, examinaba la
conducta de los funcionarios salientes en cargos importantes en territorio
americano y tenía múltiples funcionarios: juristas, cosmógrafos, oidores (jueces) y
cronistas entre otros.

División político-administrativa de las colonias americanas

El virreinato era la unidad territorial más grande en América. El más importante fue el virreinato del Perú, creado en 1542.
Dentro de esta unidad existían las gobernaciones, que podían ser: capitanías generales, cuando dicha jurisdicción se
encontraba con problemas de sublevación de los indígenas, como el caso de Chile y Venezuela, o presidencias, cuando
eran territorios donde la población aborigen había sido plenamente sometida por los españoles.

Autoridades en América

La más importante autoridad enviada por el rey a las colonias era el virrey, quien se preocupaba de la administración
política del virreinato. Tenía poder ejecutivo, judicial, militar y económico en su jurisdicción, actuaba como si fuese el rey,
pero tenía prohibiciones, como contraer matrimonio en América, adquirir tierras o bienes en el territorio bajo su mando
y, al igual que los gobernadores y oidores de la Real Audiencia, debía someterse al juicio de residencia al final de su
mandato. Por su parte, los gobernadores eran nombrados por el rey y dependían administrativamente de los virreyes. Su
mandato tenía una duración variable y si fallecían en el cargo, eran sustituidos por un miembro de la Real Audiencia como
interinos.
Los oficiales reales eran quienes vigilaban los pagos de impuestos y rentas de la Corona, siendo funcionarios autónomos,
respecto incluso del gobernador. Se asemejaban a los funcionarios de impuestos internos actuales. También existieron los
corregidores, que tenían a su cargo los partidos o subdivisiones de una gobernación.
Instituciones y autoridades en América y Chile
En cada gobernación colonial existió un tribunal superior de justicia, de fiscalización de otras autoridades; llamado Real
Audiencia. Este estaba integrado por el gobernador, cuatro oidores o jueces y un fiscal acusador. Este tribunal informaba
al rey sobre la conducta de los funcionarios y velaba por la protección de los indígenas. En Chile, el primer tribunal de este
tipo se creó en Concepción en 1567, pero solo comenzó a funcionar en forma permanente en Santiago desde 1609.
Los más importantes
organismos municipales en
América eran los cabildos.
Representaban a los habitantes
de las ciudades en las cuales se
emplazaban. En los siglos XVI y
XVII la entidad se
autogeneraba, es decir, las
autoridades salientes elegían a
sus sucesores. Sin embargo, en
el siglo XVIII algunos de estos
cargos comenzaron a ser
rematados, mientras que otros
a ser designados por los reyes
como regidores perpetuos. Debido a lo anterior, en esta institución se concentraron especialmente los criollos que querían
participar en la política. Los funcionarios del cabildo eran: dos alcaldes (jueces de primera instancia), cuatro regidores
(administraban la ciudad), un alguacil mayor (jefe de policía), un alférez real (portaestandartes del rey), un fiel ejecutor
(fiscalizador de mercados, ferias, pesos y medidas), un alarife (jefe de obras municipales) y un mayordomo, quien cuidaba
el edificio del cabildo. Las funciones del cabildo eran velar por el aseo, el ornato, el ordenamiento de calles, paseos y
plazas; proveer de servicios públicos a la ciudad. Vigilaban los terrenos comunales de los vecinos, distribuían tierras
vacantes o desocupadas dentro y fuera de la ciudad. Podían cobrar impuestos extraordinarios en caso de que la ciudad lo
requiriese. En el cabildo se realizaban dos clases de reuniones: cabildos cerrados, en los que participaban solo los
miembros oficiales y que se reunían dos o tres veces al mes, y cabildos abiertos, a los cuales se invitaba a los principales
vecinos para tratar un tema grave de orden interno o externo que amenazaba la seguridad de la ciudad.

ORGANIZACIÓN ECONÓMICA COLONIAL

El monopolio y sus consecuencias

Los intereses económicos de la Corona española sobre territorios extraeuropeos


fueron evidentes incluso antes del descubrimiento de América. El interés apuntaba
directamente a la obtención de metales preciosos y las ambicionadas especias que
en esos tiempos alcanzaban altos valores en Europa.
Para asegurar el control de las riquezas descubiertas, la Corona implementó un
sistema basado en la subordinación y la dependencia económica de los territorios
americanos a España. Este modelo, denominado monopolio comercial, consistió
básicamente en la prohibición a las colonias americanas de comerciar con otras
naciones. Las principales medidas adoptadas por la Corona española para sostener
el sistema monopólico fueron:

• Imposición de rutas comerciales. Para el flujo de productos desde y hacia América:


en España, el tráfico de mercancías fue monopolizado, inicialmente, por el puerto
de Sevilla, desde ahí salían las naves que trasportaban las manufacturas españolas
hacia América y allí regresaban las mismas embarcaciones cargadas de materias
primas provenientes de las colonias. Los únicos puertos americanos autorizados
para comerciar fueron los de Veracruz en México, Portobelo en Panamá y Cartagena
en Colombia. Desde estos puertos se comerciaba con el resto de América.

• Creación de un sistema de flotas y galeones. El intercambio de productos entre la


metrópoli y las colonias americanas debía ser realizado exclusivamente por una flota
de embarcaciones de la Corona.

La estructura económica no alcanzó el nivel de eficiencia esperado. El flujo de


productos desde España, pensado inicialmente en una frecuencia anual, se retrasó
hasta en períodos de tres años, lo que acarreó graves consecuencias, como el
desabastecimiento y el desarrollo de un intenso contrabando entre las colonias de mercancías introducidas de manera
ilegal por contrabandistas provenientes de otras regiones europeas. No obstante estas dificultades, las ganancias de la
Corona fueron considerables y se complementaron con los ingresos provenientes de los impuestos aplicados a las colonias.
Las reformas borbónicas

A mediados del siglo XVIII, el advenimiento de la dinastía borbónica derivó en la implementación de una serie de reformas
orientadas a activar el intercambio comercial para contrarrestar la crisis del sistema monopólico.
Por lo anterior, se tomaron las siguientes medidas:
• Implementación de los navíos de registro en remplazo del sistema de flotas y galeones. Los navíos de registro eran
embarcaciones pertenecientes a mercaderes privados autorizados por la Corona española para transportar mercancías
hacia distintos puntos de América.
• Promulgación de la Ordenanza de Libre Comercio que, a partir de 1778, autorizó
el intercambio comercial de todos los puertos españoles con América y el comercio
entre las mismas colonias. Esta ordenanza redujo los impuestos sobre la exportación
e importación de mercancías.

Como consecuencia de estas reformas, la oferta de productos importados aumentó


hasta saturar los mercados locales, los precios descendieron y la industria americana
vio truncado su desarrollo.
La implementación del sistema monopólico trajo serias consecuencias a largo plazo.
A partir de ahí, la estructura económica de las colonias se organizó en función de la
extracción y exportación de materias primas. Los tres siglos de monopolio impidieron
el desarrollo de la industria local, llevando a América a convertirse en un continente
económicamente atrasado, condición que se mantiene en algunas partes hasta la
actualidad.

La economía chilena en el contexto colonial


Chile no reportó las riquezas esperadas por la Corona. Las ganancias obtenidas fueron exiguas, como consecuencia del
reducido mercado interno, la baja productividad y la escasa presencia de metales preciosos. Además, el enfrentamiento
permanente con el pueblo mapuche significó un gran gasto para la Corona,
materializados en el envío anual del Real Situado. Las principales actividades
económicas en Chile fueron:
• La minería. Desarrollada ya en tiempos prehispánicos, esta actividad se
concentró inicialmente en la explotación de lavaderos de oro como los de
Marga Marga y Quilacoya, convirtiéndose en la principal actividad económica
durante el siglo XVI. Los lavaderos, explotados por grupos de indígenas,
redujeron su productividad, ya fuera por agotamiento del mineral o por la
reducción de la mano de obra indígena. Además del oro, se explotaron –en escasa proporción– la plata y el cobre.
• La agricultura y la ganadería. Durante el siglo XVI estas actividades se desarrollaron escasamente pues estuvieron
orientadas a proveer el sustento de la población local. A partir del siglo XVII, la reducción de la productividad de los
lavaderos de oro, reorientó la economía hacia la producción agropecuaria. La abundancia de suelos fértiles y las excelentes
condiciones climáticas del valle central de Chile posibilitaron el desarrollo
de la agricultura y la ganadería, convirtiéndose la última en la principal
actividad económica durante el siglo XVII. Los productos obtenidos de la
ganadería (carne, sebo y cuero) lograban abastecer el mercado local,
siendo el excedente exportado
hacia el Perú
Durante los siglos XVII y XVIII la producción agrícola se desarrolló en la
hacienda, unidad territorial de grandes proporciones, en la que se desarrolló
un sistema de producción de bajo rendimiento, orientado al abastecimiento del
mercado local. En la hacienda, la fuerza de trabajo indígena fue sustituida por
población mestiza, surgiendo así las figuras del inquilino y el peón. Los
inquilinos constituyeron la mano de obra estable de la hacienda, pues se
desempeñaban en las faenas agrícolas a cambio de una pequeña porción de
terreno para cultivar; en cambio, los peones conformaron una masa de
trabajadores flotantes que deambulaban por los campos ofreciendo sus
servicios a cambio de alguna remuneración, generalmente en especies. La
agricultura experimentó una situación de auge durante el siglo XVIII gracias al
aumento de la demanda de alimentos desde Perú, lo que posibilitó el
incremento de las exportaciones de frutos secos, madera, vinos y,
especialmente, trigo.
• El comercio. El mercado interno se desarrolló muy poco y dependió
permanentemente del aprovisionamiento externo de bienes de consumo. Solo a partir del siglo XVII, la actividad artesanal
local experimentó algún grado de desarrollo en los llamados obrajes o talleres, donde se producían artículos como
monturas, mantas, agua ardiente, etc., que permitían satisfacer la demanda interna y exportar el excedente. El comercio
exterior se centró en el intercambio con las regiones fronterizas, especialmente con Perú, desde donde eran importadas
manufacturas provenientes de Europa y productos americanos.
SOCIEDAD COLONIAL

Una vez establecidos los españoles en América, se comenzó a gestar una sociedad marcada por las características del
Antiguo Régimen que se estaban dando en Europa. Así, existió una estructura social poco dinámica, piramidal y basada
en diferentes estamentos a los que se pertenecía dependiendo del origen de su nacimiento.
La manera en que se estratificó la sociedad durante el período colonial tiene relación con el enorme prejuicio racial que
existía por esos años. La raza blanca se presentó como superior, desdeñándose a los grupos sometidos, como indígenas,
africanos y las castas mezcladas. Estos últimos eran considerados inferiores intelectual y moralmente, justificándose su
sometimiento al grupo “superior”.

Los grupos sociales

La elite o grupo dirigente


Sector privilegiado al interior de la estructura social colonial y dueño de las riquezas
y del poder político. En el siglo XVII, este sector social terminó por consolidar su
propiedad en grandes extensiones de tierras, las haciendas, hecho que había
comenzado con la llegada de los primeros españoles.
La aristocracia estaba compuesta por la preeminencia del elemento blanco, es decir,
españoles y criollos, que eran los descendientes de españoles nacidos en tierras
americanas. Los primeros eran un grupo reducido que se iba renovando
constantemente con la llegada de funcionarios administrativos, militares, comerciantes y religiosos, como se establecieron
en el país comenzaron a crecer constantemente.
Esta aristocracia criolla era dueña de las grandes haciendas del sector del valle central de Chile, principal fuente de
recursos y concentración de mano de obra, que se transformaron en verdaderos
centros de poder económico y político. Solo podían integrar el cabildo y tuvo el
mejor nivel cultural en nuestro país.
Las familias intentaron ampliar su condición a partir de dos medidas
principalmente: la compra de títulos de nobleza y el establecimiento de
mayorazgos. Esta era una forma que tenía la aristocracia para que, de una
manera legal, las propiedades y los principales bienes de la familia quedasen en
las manos del primogénito. La intención fue que las riquezas
no se dividieran y se estableció un tronco familiar fuerte para mantener el nivel
de influencia económica y el prestigio. Durante el siglo XVIII, las relaciones entre
criollos y españoles se fueron haciendo tensas, surgiendo un antagonismo
gradual entre ambos grupos.

El sector medio
Pertenecían a este grupo todas aquellas personas que no obtuvieron beneficios de la
Conquista y que llegaron tarde a la repartición de las tierras, las riquezas y los títulos. El sector
medio era bastante heterogéneo, ya que en su interior contaba con artesanos, mayordomos,
escribientes, oficiales de baja graduación, mineros del Norte Chico y dueños de haciendas
pequeñas. Los miembros de este grupo eran, generalmente, españoles o criollos, pero
también existían mestizos. Esto, porque durante el siglo XVII se aceleró el proceso de
mestizaje, que permitió un mayor encuentro entre españoles e indígenas en la zona central.
Los mestizos van a constituir a lo largo de los siglos XVII y XVIII la principal fuerza de trabajo
de las ciudades y las haciendas. Los grupos medios estuvieron subordinados a la elite
dirigente, no pudieron optar a cargos públicos, ya que no tuvieron ningún tipo de
representación, y su nivel cultural era muy bajo.

Los indígenas
A partir del siglo XVII disminuyó el número de los indios
encomendados, pero esto no se tradujo en mejoras en
el trato social, ya que ellos debieron someterse a las
exigencias de los españoles y criollos.
Los indígenas vivían en el campo, y la acelerada disminución de ellos, junto al rápido
proceso de mestizaje que se dio con los españoles, terminó dando por resultado
una población autóctona reducida, que asimiló las costumbres y la cultura de los
peninsulares. A fines del siglo XVIII, la existencia de pueblos de indios era escasa y
los indios puros casi no existían entre los ríos Copiapó y Bío–Bío. Esta situación
cambió al sur de este último río, donde se encontraban los mapuches que se
mantuvieron libres de la vigilancia de las autoridades
Los grupos mezclados
Los mestizos constituyeron el grupo racial predominante al interior de la
sociedad colonial. Eran la principal fuerza de trabajo en las haciendas y
las ciudades y también fueron mano de obra en las minas del Norte
Chico. Los mestizos eran personas libres pero eran un grupo inestable y
menospreciado, tanto por españoles y criollos como por indígenas. Los
mestizos no podían optar a cargos públicos y fueron discriminados de la
profesión de las armas y del sacerdocio.
Otro de los grupos que conforman este sector fueron los mulatos, hijos
de blanco y negro, y los zambos, descendientes de indígena y negro. Ellos
no fueron considerados como integrantes de la sociedad y sufrieron
abusos y humillaciones.
Con el paso del tiempo y hacia fines del período colonial, la distinción
entre estas castas se hizo cada vez menos nítida, las diferencias raciales
fueron menos perceptibles y la mezcla produjo una homogeneización
del bajo pueblo chileno, grupo que trabajaba para la elite en las labores
manuales y de servidumbre. El campesinado constituyó el sector más
numeroso de este bajo pueblo, y de acuerdo con sus tareas, se
diferenciaba en inquilinos y peones. Los primeros contaban con bienes y animales, mientras que los peones vivían en
pequeños ranchos al interior de las haciendas.

La sangre africana
La llegada de los africanos a América se produjo con los primeros conquistadores españoles durante el siglo XVI y a
principios del siglo XVII, muchos de ellos fueron traídos al país como esclavos por los comerciantes y otros como refuerzos
militares. Constituyeron un grupo menor de la estructura social que terminó por mezclarse con otros grupos como
mestizos e indígenas.
Durante la Colonia, fueron empleados como trabajadores en las minas, en el transporte, en las labores domésticas y para
el cultivo de tierras en las grandes haciendas. A pesar de las prohibiciones que tenían, como no andar solos de noche,
cargar armas, los africanos y mulatos fueron tratados con cierta benevolencia. Los más fieles podían comprar su libertad,
lo que se vio reflejado en que a fines del siglo XVIII los libres eran más numerosos que los esclavos.
La Corona española no era la encargada del tráfico de esclavos hacia los territorios americanos, sino que ese papel se les
designó a franceses e ingleses durante la primera mitad del siglo XVIII.

Las mujeres en la Colonia


A lo largo de las centurias que duró la Colonia, el papel de las mujeres estuvo reducido a las labores domésticas, la
educación de sus hijos, velar por sus matrimonios y llevar una vida espiritual y moral en concordancia con los dictámenes
que propugnaba la Iglesia católica. En los sectores aristocráticos, las mujeres delegaron las labores de la casa a la
servidumbre, principalmente mujeres que cumplían funciones de matronas y criadas. Hacia el siglo XVIII, las mujeres
aristocráticas tuvieron una mayor participación en los eventos sociales, organizando tertulias: reuniones informales que
se realizaban periódicamente para conversar sobre diferentes temas. A pesar de esta homogeneidad en las funciones y
del rol de las mujeres en la sociedad, hubo algunas que escaparon a estos cánones, como fue el caso de Catalina de Erauso,
la “monja alférez”, quien disfrazada de hombre se enroló en las milicias para pelear por el rey de España en territorios
americanos.

Los extranjeros
A comienzos del siglo XVIII llegaron extranjeros a nuestro país, como consecuencia del permiso concedido por la Corona
española a naves de otras naciones para comerciar con las colonias hispanoamericanas. De esta manera, se asentaron
portugueses, franceses e ingleses en el valle central, principalmente en las zonas aledañas a Concepción. Para poder
permanecer en Chile, los extranjeros necesitaban contar con una carta de nacionalización. Un caso interesante fue el de
los irlandeses, que por su condición de católicos perseguidos por Inglaterra, se les otorgó la condición de súbditos del rey
y pudieron participar en la administración y el ejército.

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