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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


Universidad Bolivariana de Venezuela
Aldea puerto Ayacucho estado Amazonas.

Facilitador: Abg. Gladis Tirado.

Triunfadores:
Cesar A. Navarro Ordoñez. CI N° V-14.689.083
Ely José Mariño Pérez. CI N° V- 12.173.040
Edimar Calderón. CI N° V-
Marconis Flores. CI N° V-

Puerto Ayacucho 12 de noviembre de 2019


ESTRUCTURA HISTORICA, SOCIAL, POLÍTICA Y ECONOMICA
QUE PRECEDIÓ A LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
Son contados los momentos de la historia universal que podemos describir
como decisivos para la humanidad. Tal es la jerarquía de la Revolución
Francesa que de un solo golpe cambió el modelo ideológico, político y
económico en todo el mundo.

Para 1788, Francia muestra una estructura social y política dividida en


estamentos totalmente cerrados: el Clero, la Nobleza; que eran los
privilegiados y por otra parte “el estado llano”, la Burguesía y campesinos que
constituye los segmentos de la sociedad impulsora de la revolución. De hecho,
estos estamentos no constituyen clases sociales; cada uno de ellos está
dividido en grupos más o menos antagónicos. Sobre todo, la antigua estructura
social basada en el sistema feudal, en el desprecio de las actividades manuales
y ocupaciones productoras, ya no está en armonía con la realidad económica y
social”.

El rey se hallaba al frente de una sociedad aristocrática, y su autoridad, que era


absoluta y despótica, no reconocía límites de ninguna especie. Ejercía el poder
fundado en el concepto del derecho divino, pues afirmaba que su autoridad
provenía de Dios y que sólo a él debía rendir cuenta de sus actos. En Francia,
donde las características de este sistema alcanzaron mayor intensidad, el
monarca y sus familiares vivían en la opulencia y, aunque la capital de la
nación era París, preferían residir en Versalles, donde el marco era propicio
para las actividades de una corte frívola y derrochadora.

La economía pre-revolucionaria es una economía en ebullición. Desean un


cambio la mayoría de los campesinos, las masas urbanas, la burguesía, todos
los sectores que constituyen el “Tercer Estado” (clérigos y nobles son el
primero y el segundo). Algunos nobles con problemas económicos y el bajo
clero se inclinan también por reformas en la sociedad y la política francesas.

Cabe aclarar que “la burguesía poseía, en efecto, la mayor parte de la fortuna
francesa, progresaba sin cesar en tanto que las clases privilegiadas se
arruinaban”.

También estaba la pequeña burguesía artesanal, desangrada por su


dependencia al mercado, los asalariados urbanos y los campesinos, al mismo
tiempo que otros grupos intermedios. Aclaremos que, hasta el desarrollo del
capitalismo, los límites entre estos núcleos económicos serán muy confusos.
El inconveniente fundamental del pueblo lo constituía el salario y el poder de
adquisición de éste. Un ejemplo encontrado en el registro histórico muestra
que el valor del pan que desde un principio era muy alto, había subido
drásticamente hasta llegar a ocupar en 1789 el 88% de la canasta familiar
dejando sólo un margen de un 12% para destinar a otros gastos. Los
campesinos representaban la mayoría de la población, la Francia de fines del
siglo XVIII era en su esencia rural y campesina, por lo que la mayoría de la
producción era agrícola. La condición de los campesinos cambia de un
extremo a otro: si bien la mayoría era libre, todavía se podían encontrar
muchos siervos.
Terminaremos mencionando los artesanos y tenderos quienes engrosaron las
tropas de las jornadas revolucionarias.

Todas estas circunstancias unidas, desde hace mucho tiempo atrás, hicieron de
la sociedad francesa de 1789 el terreno ideal para que floreciera una
Revolución de tal envergadura.

LOS ENCICLOPEDISTAS
PENSAMIENTO DE MONTESQUIEU Y VOLTAIRE.

El siglo XVIII fue testigo del surgimiento del afán de la burguesía de


manifestar sus ideas por todos los medios, especialmente utilizando la
literatura como arma política y filosófica y no para crear ficción. Francia se
convirtió en el centro de este movimiento, especialmente París, donde los
burgueses gozaban de poder económico y prestigio cultural y conspiraban para
ganar poder político, hasta entonces en manos de la nobleza y el clero. El
período termina con la Revolución Francesa, revolución burguesa que terminó
triunfante pero que, tan pronto se aferró al poder, traicionó sus ideales.

Durante todo este período, la élite ilustrada pretendió elevar, en todos sus
aspectos el nivel social de los ciudadanos. Para ello acudió a un arma: la
razón, y a un medio: la educación. Los ilustrados atribuyeron esas causas de
todos los males al bajo nivel cultural de las personas. Pensaba que si se les
educaba, si se les enseñaba la verdad, el pueblo no caería en los mismos
errores y horrores del pasado.

Charles de Secondat, barón de Montesquieu (1689-1755), es uno de los


primeros y principales dirigentes de la Ilustración. Perteneciente a una familia
de toga, heredó de su tío él título y una presidencia del Parlamento de Burdeos
que ostentó hasta venderla en 1725. Cuatro años antes habían aparecido en
Amsterdam, anónimamente, sus Cartas Persas donde critica a la sociedad
francesa de la Regencia a la par que propone un modelo de democracia
patriarcal basada en la virtud y ayuda mutua. Tal filosofía es muy distinta de
la que hallamos en su principal obra: El espíritu de las Leyes (1748), escrita
tras viajar por Europa y residir dos años en Inglaterra. Se inicia con un análisis
de los gobiernos por épocas y países, distinguiendo entre su naturaleza y el
principio que guía su actuación. De los tres tipos que revisa -república,
monarquía, despotismo- su conocimiento de la experiencia inglesa y las
tradiciones francesas le hacen elegir como el mejor una monarquía moderada
con división de poderes: ejecutivo, legislativo, judicial. Ahora bien, aunque
sus ideas en este punto se hicieron dogma, Montesquieu no les da el alcance
que después adquirieron. Más que la separación de poderes, lo que preconiza
es su armonía, su ejercicio equilibrado por parte de tres órganos y fuerzas
sociales: rey, pueblo, aristocracia. Orgulloso de pertenecer a la nobleza, la
considera el mejor pilar de la Monarquía y cree en su utilidad como cuerpo
social intermedio lo mismo que los parlamentos, cuyas opiniones expresa. Ello
unido a que identifica libertad con seguridad, niega el voto al populacho y
expone los defectos del sistema parlamentario, van a convertir su obra en un
arma también para la reacción. Además de la ciencia política, la filosofía de la
historia, asimismo, tiene deudas con Montesquieu. En sus Consideraciones
sobre la grandeza de los romanos... (1734) habla, por vez primera, de la
existencia de causas morales y físicas como los verdaderos determinantes del
futuro de los Estados. Si Montesquieu tiene por interlocutora a la nobleza,
François Marie Arouet (1694-1778), más conocido por Voltaire, se dirigirá a
la burguesía a la que pertenece y cuyas ideas e intereses defiende. Educado en
los jesuitas, su espíritu le llevó a escribir obras filosóficas y literarias poesía,
drama y ensayo-. Sus primeros escritos ya le supusieron prisión y dos exilios,
cumplidos en Holanda, el primero, e Inglaterra, el segundo, que le sirvió para
conocer el empirismo y decidir trasladarlo a Francia, convirtiéndose así en el
gran promotor de Las Luces. Sus ataques a la religión, en nombre del sentido
común, se hicieron y le hicieron famoso, lo mismo que el resto de sus ideas,
difundidas con gran rapidez fuera de su país. Ellas le permitieron residir en la
corte prusiana algún tiempo, cartearse con la zarina Catalina II y ser conocido
al final de su vida como el rey Voltaire. Las cartas filosóficas o cartas inglesas
(1734) constituyen la primera expresión de su pensamiento social y político,
sobre el que vuelve en el Diccionario filosófico, sus novelas -Cándido o el
optimismo-, su correspondencia y sus comentarios contra la obra de
Montesquieu. De ideas menos originales que éste, elogia la constitución y
libertades alcanzadas en Inglaterra, pero, rico propietario burgués, prefiere un
sistema con un régimen monárquico fuerte, sin cuerpos intermedios y en el
que se respeten las libertades civiles, a las que fundamentalmente alude
cuando habla de libertad, más que a las políticas. No cree en la igualdad, "la
cosa más natural y la más quimérica", y considera beneficiosa la jerarquía
social pues sólo la existencia de "una infinidad de hombres útiles que no
posean absolutamente nada garantiza la pervivencia del género humano".
Ahora bien, lo más novedoso del Voltaire político, lo que le diferencia del
resto de los pensadores de su época, es el catálogo de reformas concretas que
expuso y por las que batalló durante su vida, convirtiéndolo en lo que más
tarde se llamaría un filósofo comprometido. De origen más humilde, hijo de
un herrero, Denis Diderot (1713-1784) va a ser la personalidad más
desbordante de su tiempo y por la diversidad de sus intereses intelectuales, un
auténtico enciclopedista. Como buen ilustrado cree en la evolución, el
progreso, la posibilidad y el deber de transformar a los hombres, de construir
la felicidad en este mundo. Políticamente, sólo le interesa la estabilidad del
gobierno y el fomento de la actividad económica y artística. Aunque no lo era,
fue acusado y encarcelado por ateísmo al publicarse su Carta a los ciegos
(1749). Un año después iniciaría su gran obra: la dirección de La
Enciclopedia. Para realizar el trabajo, Diderot consigue reunir a 130
colaboradores dentro de los cuales figuran: D'Alambert, al que corresponde
escribir, entre otras cosas, el Discurso Preliminar del primer volumen,
Buffon, Helvètius, Holbach, Quesnay, Turgot, incluso Voltaire y Rousseau.
La aparición de los 28 volúmenes de que consta durará veintiún años, siendo
interrumpida en dos ocasiones -1752, 1759- por las reacciones contrarias que
provoca. Sólo los apoyos recibidos de Mme. Pompadour y de algunos altos
miembros de la Administración, como Males herbes, le permitieron llegar a
buen puerto en 1772. Por su contenido, La Enciclopedia es una recopilación
de las diferentes formas de pensamiento ilustrado, un himno al progreso
científico y técnico, tanto como un excepcional exponente de las ideas de la
burguesía francesa, sus audacias, sus límites. Los compradores de ella son,
sobre todo, profesionales liberales y alto clero, junto con aristocracia
terrateniente y dignatarios provinciales.

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