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Lo que permite sobrevivir a muchas instituciones que perduran en el tiempo es un solo hecho – no cambian la esencia de lo que han sido en el pasado, son el presente y serán el futuro.
Lo que permite sobrevivir a muchas instituciones que perduran en el tiempo es un solo hecho – no cambian la esencia de lo que han sido en el pasado, son el presente y serán el futuro.
Lo que permite sobrevivir a muchas instituciones que perduran en el tiempo es un solo hecho – no cambian la esencia de lo que han sido en el pasado, son el presente y serán el futuro.
Lo que permite sobrevivir a muchas instituciones que perduran en el tiempo es
un solo hecho – no cambian la esencia de lo que han sido en el pasado, son el presente y serán el futuro. En estas coordenadas podemos ubicar a nuestro “Cristóbal Mendoza”, por ser el corazón espiritual e intelectual de Trujillo, por su significado para propios y extraños; allí se moldea esa “arcilla humana” necesaria para edificar el país que deseamos. Allí convergen generaciones de jóvenes que proviene de distintos hogares y localidades del estado Trujillo, allí presentes los portales genéticos, geográficos, culturales y costumbristas del ser trujillano; es un constante “fogoncito” alimentado por esa divina energía que llevamos cuando se es joven. Llegamos a las aulas del “Cristóbal Mendoza” en la década del “sesenta”, más precisamente el año 64 y salimos en la promoción del año 70, apadrinada por el ilustre trujillano “Mario Briceño Perozo” Entramos a sus aulas impulsados por la férrea voluntad de nuestros padres- la madre por razones obvias- que a pesar de sus carencias materiales, sufrieron conducir la “Barca” a puesto seguro y entregaron el “testigo” a unos extraordinarios maestros y profesores que nos enseñaron a ser “personas” antes que doctos, sabios o tribunos. Si algo tiene el ser humano en su conciencia, es la tendencia a la “Gratitud”. Hay quienes creen, que todo lo bueno que tiene lo han conseguidos solos. Por orgullo o por vanidad, no saben reconocer el apoyo que le dieron los demás en un momento determinado. El valor de la “Gratitud” se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda. Sirvan estas reflexiones para expresar una deuda de gratitud, en estos momentos en que nuestro liceo “Cristóbal Mendoza”, ha sabido sortear su destino por encima de las “Tempestades” del tiempo y las dificultades; arribando a su centésimo octagesimo octavo aniversario (188) años de apalancamiento de la educación trujillana. En este orden de ideas, expreso en nombre de mis compañeros de promoción y del mío propio, nuestro agradecimiento a la trayectoria como educadores inolvidables a los siguientes profesores y profesoras: -. Profesora Westalia Plaza: toda una dama, extraordinaria, educadora, de gran prestancia, su formación pedagógica era excelente, su discurso en el aula tenía grandeza, era respetuosa y mejor amiga. -. El “che” Alexander: era el profesor “icono”, educador nato”, fue nuestro profesor de “química”, para ese entonces los profesores de las “tres marías” se creían la “ultima pepsicola del desierto” y poco entendían la realidad social que vivía el 90% de los estudiantes. El “che”, nos entendía, hacia suyos nuestros problemas, compartimos amistad , su “hobby” preferido era el mundo hípico. Siempre le llevábamos la “dupleta de caballos”. Siempre impecable y de buen humor, muy lejos del típico “ogro” que para la época también lo había. No se puede hablar del “Cristóbal” son recordar a este maestro de maestros. -. Profesor Hugo Carrillo: Excelente educador, visionario, nos estimulaba a ser “personas”, siempre nos recordaba el lema “quien no estudia no tiene futuro”,oriundo de Mèrida, se enamorò y casò en Trujillo,honesto ,recto y humilde. -. Profesor Rubén Darío Márquez (+): Fue nuestro profesor de sociología, abogado, puntual en el análisis social, disciplinado, puntual. -. Profesor Marco Rubén Carrillo: Abogado, juez, excelente profesor, cautivaba la atención con sus recorridos por la civilización occidental. -. El Gordo Salas: Caramba! Era directo… nos decía las cosas como eran sin medias tintas... “El que no estudie no pasa”, buen amigo y gran hípico, humilde y honest.o -. Profesor Jesús Manuel López: Margariteño, buen educador y amigo; fue nuestro profesor de filosofía; siempre compartía nuestros problemas, para la época era el profesor más joven del liceo. Impecable, honesto y orientador. -. Profesor Quintín Jerez Moreno: “El padre Quintín” fue nuestro guía espiritual tanto en la Catedral de Trujillo como en el liceo, toda vez que fuimos “monaguillos” durante ocho (8) años; nos supo conducir entre la filosofía y en el pensamiento cristiano. -. Profesor Orlando Ruiz: llego al liceo cuando ya nos íbamos, de las nuevas generaciones, extraordinario educador, excelente pedagogo, buen discurso en el aula y excelente mitología; además buen amigo, se enamoro y caso en Trujillo. Estos educadores fueron fieles a la misión encomendada; mantuvieron correspondencia entre lo que profesaban y sus actos en la vida; ahí su grandeza. La Ecuación Buenos Padres y Buenos Maestros: País Grande También es un honor reconocer a sus bedeles, únicos, leales, sinceros y responsables con la institución, es fácil recordar ha: Vicente Duran (una promoción lleva su nombre), Ramos Aldana, Bernardo Duran, Pedro Valecillos, Fronilde Duran, Secretarias: Alicia Duran, Aura Peña, Mercedes Serrano (+), Margarita de Cegarra, Anita Quevedo (+), Bibliotecarias: dos de ellas, rezaban el “Rosario”, cada vez que había huelga. Hoy destacan Eduardo Briceño y Víctor Vásquez, centinelas y embajadores del Cristóbal. A mis amigos y compañeros inolvidables de aula y de pasillo: Daniel Perdomo, Betty Chacón, Lucrecia Barrueta, Carmen Hernández, Aura Graterol, Ricardo Briceño, Henry D´Albano, Ángela García, Antonio Plaza, Luisa Coromoto Cuevas, Luisa Helena Gonzalez, Maritza Vergara, Emperatriz Nuñes, Jorge Bastidas Mambel, Teresita Carreño, Laila Richani, Ana Ribero, Yanina Paredes, Thania Paredes, Luz Marina Araujo, Gisela Rojas, Carmen Helena Santander, Tarsicio Mariño, Rafael Yeguez Mejías, Saturnino Hernández, Antonio D´Santiago, Lucrecia Montero (+), Mery Daboin, Victor Crespo, Rafael Rangel, Rito Barazarte(hoy padre Barazarte ), Napoleón Valera, Mireya Burgos y otros que por “Gazapos” de la memoria no recordamos Todos ellos, excelentes profesionales, buenos amigos y mejores ciudadanos. La década del “sesenta”, fue para nosotros un reto; hoy estamos en presencia de tiempos y coyunturas distintas en cuanto a valores se refiere. Estamos en la era del ciberespacio y de la “cibernético” controlando lo mas mínimo de la vida de un humano. En aquella época, éramos felices en pegar la boca a un “tubo de agua; ahora priva la “botellita de agua mineral” (sociedad de consumo); patinábamos en un solo “patín wínchester” desde la alameda Ribas hasta las Araujas (Misa de aguinaldo); ahora “Roncan” las motos con controles digitales; jugábamos beisbol con “Palos de Guayaba”, ahora predominan los juegos cibernéticos, que aíslan y perturban toda interacción humana. Al salir del liceo, le caíamos cual “pájaro” a los nísperos, mamones, mangos y demás frutos que abundaban en la “hacienda llanera”- hoy Urb. La Vega- y a esperar las carreras. Anécdotas que recordamos, entre muchas: la “Machaca”, según el “anecdotario trujillano”, picaba a las muchachas que caían bajo el mandato de las “hormonas”; cuando una “chica” se ausentaba del liceo por mucho tiempo, decía y se presumía que la había picado la “Machaca”, al tiempo, era “mamá”. En el Trujillo del “sesenta”, eran famosos tres refrescos: El “Bidu”, el “Orange” y la “colita Champaña”, al punto que a la “generación del sesenta” se le conoce su verdadera edad por estas bebidas. Una anécdota que nos impactó a todos los graduandos: Trabajamos duro todo el año para recaudar “fondos” para que la promoción de “humanidades y ciencias” culminara con un baile (según los directores) amenizada por las orquestas “Billo caracas Boy” y los “melódicos” en el “Country Club”. Todavía los estamos esperando. Solo tocó un conjunto amenizado por “sonrisa y sus muchachos”. Por último, nuestro reconocimiento al colectivo de profesores, personal administrativo y obrero que hoy hacen vida en esta institución; en este aniversario vemos cohesión y un trabajo en equipo digno que debe mantenerse en el tiempo. Hoy cumple otro aniversario más nuestra institución, arriba al centésimo octogésimo aniversario (188), tiempo que vieron crecer a centenares de jóvenes que hoy riegan el suelo patrio retribuyendo lo que recibieron. “El cadáver de la escuela muerta”, no se resucita. No te esfuerces en regar un árbol seco, ni lo trasplantes. Solo se regenera un nuevo árbol del seco cortándolo y sembrando nuevas semientes” “Dios concede la victoria a la constancia, estudiar es el deber que toca a la juventud en todos los tiempos” Un gesto de gratitud para todos Uds.