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José Aníbal Insfrán Pelozo, Ph.D.

Vicepresidente Capital Markets Casa de Bolsa S.A.


Ph.D. Economía y M.S. Finanzas - Universidad de Illinois - Urbana-Champaign

En el año 2013 el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha


concluido: “…. la influencia humana probablemente fue la causa más importante, desde
mediados del siglo XX, del calentamiento de la atmósfera y del océano, de las alteraciones
en el ciclo global del agua, de las reducciones de la cantidad de nieve y hielo, de la
elevación media mundial del nivel del mar y de cambios en algunos fenómenos climáticos
extremos”.
De esta manera, el cambio climático es una realidad y con efectos ambientales,
económicos y sociales profundos. Por ello muchos expertos lo consideran como el mayor
desafío de nuestro tiempo, que requiere una acción inmediata y coordinada de todos. Si
no se toman medidas drásticas desde hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos
efectos en el futuro.
El concepto de sostenibilidad en el sentido moderno inicialmente en el Informe
Brundtland, denominado “Nuestro Futuro Común” y fue publicado en 1987. El
mencionado informe fue elaborado para Naciones Unidas advirtió respecto a los efectos
medioambientales negativos del desarrollo económico y la globalización. Igualmente, ha
presentado opciones de soluciones a los problemas generados por el crecimiento
poblacional y la industrialización.
Las finanzas sostenibles se refieren a la consideración de aspectos medioambientales y
sociales en el proceso de selección y financiamiento de inversiones a largo plazo. Cada
vez tienen mayor trascendencia a nivel internacional y de manera incipiente, pero
progresiva en el Paraguay.
Para evitar consecuencias irreversibles a nivel global, se necesita una acción coordinada
de la sociedad en su conjunto. Debemos ser conscientes y asumir que la naturaleza y el
medio ambiente no constituyen fuente inagotable de recursos y que se necesita su
protección y uso racional. Para ello, todo proyecto productivo debe analizar los efectos
económicos, ambientales y sociales resultantes del mismo y debe ser emprendido
solamente si no posee efectos adversos o los mismos son mitigados y compensados
adecuadamente.
De esta manera, un proyecto o actividad sostenible debe ser al mismo tiempo:
rentable económicamente, no dañar al medio ambiente y ser socialmente equitativo.
Solo así será posible satisfacer las necesidades presentes sin poner en peligro la capacidad
de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Por lo tanto, la
sustentabilidad es un concepto de responsabilidad intergeneracional.
El sistema financiero es una pieza clave en la búsqueda de la sostenibilidad. En su rol de
asignador de recursos financieros, las entidades bancarias seleccionan que proyectos son
financiados y cuáles no. Por lo tanto, si los criterios de selección establecen requisitos de
sostenibilidad ambiental y social, entonces solamente serán financiadas aquellas
actividades económicas que no dañen al medio ambiente y a las comunidades.
A partir de los criterios ambientales y sociales surgen los créditos “verdes” o sostenibles
y son aquellos destinados al financiamiento de proyectos económicamente rentables que
utilizan de manera sostenible los recursos naturales renovables y protegen al medio
ambiente. De esta manera, contribuyen a la competitividad de los sectores productivos y
favorecen al mejoramiento de la calidad de vida de la población e impactan positivamente
en el medio ambiente.
Una economía más verde y sostenible requiere que los actores económicos realicen todas
sus actividades económicas bajo el enfoque tripartito antes mencionado (rentabilidad
económica, sin daños al medio ambiente y equidad social). Este proceso requiere de una
conciencia colectiva y una transformación de los métodos productivos utilizados.
El Paraguay es signatario del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático (Ley
5681/2016) que tiene por objeto reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio
climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la
pobreza. Para lo cual, el país se comprometió a: “buscar mantener el aumento de la
temperatura global en este siglo por debajo de los 2 grados Celsius por encima de los
niveles pre-industriales y realizar esfuerzos para limitar aún más el aumento de la
temperatura a solamente 1,5 grados Celsius”. Otro compromiso es: “Situar los flujos
financieros en un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo
resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero”.
Estos objetivos ambiciosos, pero necesarios, requieren de adaptación y cambios
importantes a nivel de todos los agentes económica a escala mundial. Estos cambios
tienen costos importantes que deben ser financiados y en este sentido el rol del sistema
financiero a nivel internacional y nacional cobra gran importancia.
En Paraguay el sistema financiero ha iniciado un proceso de transformación hacía
esquemas de mayor sostenibilidad. Así en materia de Riesgos Ambientales y Sociales se
han hecho progresos importantes a nivel de reguladores y bancos, con esquemas
voluntarios y regulatorios. Los esquemas voluntarios tienen a la Mesa de Finanzas
Sostenibles como actor principal, con tres Guías Ambientales y Sociales. Por otra parte,
en materia de regulación el Banco Central del Paraguay ha emitido la “Guía para la
Gestión de Riesgos Ambientales y Sociales para las Entidades Reguladas y Supervisadas
por el Banco Central del Paraguay” a través de la Resolución 8, Acta N° 78 de fecha 22
de noviembre de 2018 y que debe ser implementada por los bancos a partir de 31 de
diciembre de 2019.
En síntesis, el cambio climático es una realidad con importantes consecuencias para la
economía, el medio ambiente y la sociedad. Existe el potencial para limitar y mitigar el
cambio climático y sus riesgos, con soluciones que permiten dar continuidad a las
actividades económicas y al desarrollo de la humanidad. Para ello se necesita una amplia
coordinación de la comunidad internacional, los países y las comunidades. Los sistemas
financieros, mediante su rol de asignador de recursos financieros, constituyen piezas
claves para el logro de la sostenibilidad. Así las “finanzas sostenibles o verdes” al
financiar procesos productivos que combina aspectos económicos, ambientales y
sociales, permite actuar en el presente de manera responsable, pensando en el futuro.

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