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Las relaciones económicas de la Argentina con Gran Bretaña y Estados Unidos (1880-

1943)

Introducción

La formación y consolidación del Estado argentino ha estado estrechamente ligada al


tipo de lazos externos que el país desarrolló, especialmente, con potencias como
Gran Bretaña y Estados Unidos. Las relaciones económicas mantenidas con estos
países desde fines del siglo pasado fueron muy significativas en términos del
perfil productivo que fue adoptando la economía argentina y de sus posibilidades de
desarrollo.
En el caso de Gran Bretaña, se trataba de un intercambio cuyos antecedentes se
remontaban a los tiempos de la colonia y reflejaban estrechos lazos económicos cuyo
mantenimiento y expansión representó una prioridad permanente para los gobernantes
argentinos. Con Estados Unidos, la conexión económica fue siempre un tanto más
distante, estuvo a menudo signada por el conflicto y se intensificó recién en este
siglo. Pero es en el período en consideración en este estudio (1880-1943),
coincidente con la etapa de mayor crecimiento de la economía argentina, en el que
se conforma una trama de relaciones triangulares que tendrá un importante impacto
económico en las décadas posteriores.
Se trata de un período clave de la historia argentina, en cuyo inicio se
identifica el intento por dejar atrás las divisiones internas para consolidar el
Estado nacional y promover el desarrollo económico. Más allá de las discrepancias
ideológicas entre los miembros de la élite gobernante, la noción de progreso
centralizaba la atención y los esfuerzos de la Generación del 80 en pos de un ideal
de crecimiento nacional. Ello se vio acompañado por circunstancias favorables del
contexto internacional, que permitieron a la Argentina sacar partido de su
especialización productiva. En esa economía mundial floreciente en la que el país
intentaba insertarse, Gran Bretaña jugaba un rol decisivo por la organización
global de su comercio y por su importancia como centro financiero. A la Argentina
le cupo el rol de productor agropecuario e importador de bienes manufacturados.
Aprovechando ventajas naturales y el ingreso de capitales y mano de obra
extranjeros, la economía argentina se expandió notablemente entre 1880 y 1914.
La agricultura y más tarde la ganadería fueron las bases de esa expansión,
mientras que la industria se iba desarrollando lenta pero progresivamente, ligada
también a la explotación de productos primarios pero no orientada hacia la
exportación sino empujada por el crecimiento del mercado interno. No obstante la
crisis financiera de 1890, este modelo económico fue exitoso y permitió a la
Argentina ingresar al siglo XX inmersa en un clima de paz y prosperidad.
La Primera Guerra Mundial puso en evidencia los límites y vulnerabilidades de
ese modelo. A las restricciones financieras se sumó la caída de las exportaciones
por malas cosechas en 1913 y 1914, lo cual alimentó un cuadro recesivo que duró
varios años. Las exportaciones se recuperaron luego, pero la inversión extranjera
decayó. Al mismo tiempo, por primera vez el cierre de la economía, aunque no
formaba parte de un cambio deliberado en la orientación de la política económica,
ponía en práctica una cierta protección de la producción local y favorecía así el
desarrollo de la industria manufacturera.
La guerra también trajo aparejado un cambio del eje de poder de un lado del
Atlántico al otro: Inglaterra ya no sería el polo financiero y comercial de antes y
Estados Unidos se convertía rápidamente en una potencia. Para la Argentina, este
cambio a nivel global se reflejó en una creciente competencia entre los capitales
británicos y norteamericanos, los primeros por retener su rol privilegiado de
antaño, los segundos por consolidar su cada vez más fuerte posicionamiento en la
economía doméstica.

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