El código de 1984, contiene un Título Especial, el VIII, sobre la
transmisión de las obligaciones, que no contenía el código anterior de 1936. En éste existía, en el Libro de Contratos, la cesión de créditos que ahora ha desaparecido para convertirse en la Cesión de Posición contractual, como contrato más completo, porque el concepto de posición contractual importa considerar tanto los derechos como las obligaciones, mientras en aquel operaba sólo para la transmisión de derechos.
En el Código actual, la transmisión de las obligaciones, opera
mediante el acto de cesión de derechos, en esencia, viene a ser lo mismo que la cesión de créditos. Sólo un cambio de denominación. Observemos que el código legisla sobre cesión de derechos y posteriormente sobre la cesión de posición contractual, dejando la impresión de haber repetido la normatividad sobre similares figuras jurídicas. Existiendo la sesión de posición contractual, no sólo es repetitivo sino de escasa trascendencia que se haya legislado sobre la cesión de derechos.
Es necesario evitar equívocos. No recusamos la normatividad sobre
la cesión de derechos, sino que hubiese sido conveniente optar por uno solamente; y no por las dos figuras jurídicas, pues la cesión de derechos o de posición contractual, es uno de enajenación indiscutible, ya sea como contrato o por medio de otra institución; nadie puede desconocer su importancia. Constituye una realidad que la ley no puede ignorar, por lo tanto debe ser legislada.
Se podrá argüir, la posición contractual corresponde a lo que la
doctrina ha denominado siempre "contrato bilateral" y ahora el código denomina "contrato con prestaciones recíprocas", porque, en estos contratos, existen prestaciones a cargo de cada contratante y consecuentemente, cada uno tiene derechos y obligaciones; mientras en los contratos unilaterales se da el crédito para uno de los sujetos y la deuda por el otro. Consecuentemente si la cesión de posición contractual corresponde a los contratantes bilaterales, la cesión de derechos será el correlativo a los contratos unilaterales.
Empero, la doctrina ya con fuerza argumental que en las obligaciones
simples, en que el crédito corresponde a un sujeto y la deuda a otro, emergen efectos secundarios a cargo de ambos y logran configurarse como otros derechos, el deber de saneamiento, resultando así, también para estas hipótesis, la conveniencia de utilizar la cesión de posición, antes que la cesión de derechos.
Pese a lo expuesto, debemos necesariamente referirnos a la cesión
de derechos como un medio idóneo para la transmisión de las obligaciones, que no debe ser confundido con la novación por cambio de acreedor, por cuanto en éstas es indispensable la anuencia del deudor, mientras en la cesión no, basta la notificación para que sepa a quién debe efectuar el pago; además la novación importa la sustitución de una obligación por otra, mientras en la cesión la obligación originaria subsiste. CONCLUSIONES DE INVESTIGACION En la transmisión de las obligaciones, recaen todas las modalidades de los contratos, con los requisitos básicos de la voluntad, requisitos propios del contrato, y es interesante saber cuáles son las bases para transmitir de primera instancia los derechos que se poseen, transmitir la deuda y finalmente la forma en cómo se puede subrogar ésta; dando como consecuencia, los efectos y formas de transmisión.
La antigua idea de la obligación como vínculo fundamental y
esencialmente personal y formalista. Era natural que en un Derecho donde todo estaba basado en el más estricto formalismo, la obligación no pudiera ser exigida sino por las personas que habían participado en los actos que le habían dado nacimiento o a las personas que se habían ligado por medio de ellos.
El artículo 1218 del Código Civil Peruano establece un principio
claro y unánimemente aceptado: la obligación, salvo cuando es inherente a la persona (intuito personae), lo prohíba la ley o se haya pactado en contrario, se transmite a los herederos. Este es el principio de la transmisibilidad de las obligaciones. Sin embargo, resulta evidente que, si una obligación no puede ser exigida a los herederos de un deudor, por parte del acreedor, tampoco podrá ser exigida por los herederos del acreedor a aquellos del deudor.
Todo derecho puede ser cedido, en tanto no haya prohibición
expresa o implícita de la ley o sea estipulado por las partes en el título de las obligaciones o surja de la naturaleza del derecho.
En la cesión de derecho s lo determinante es el con sentimiento
entre el cedente y el cesionario. No es relevante la voluntad del deudor cedido, quien no puede objetar la identidad del cesionario ni los términos del negocio jurídico de cesión. La raza de su exclusión se encuentra en que, para el deudor, en principio, la identidad de su acreedor no es relevante para el cumplimiento de su prestación. El vínculo jurídico existente entre las partes. A pesar de ello permanece la misma relación de derecho, aludiendo a que hay un cambio subjetivo en lo que se refiere al sujeto activo o pasivo de la obligación transmitida.