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“TETA-VELETA“
Gays?
El llamado “movimiento gay”, que por estos días celebra el “día del orgullo gay”,
ostenta la exposición o la exhibición de su peculiar condición sexual, como rasgo
característico. Así lo denotan expresiones como “salir del closet”, “lanzarse a la
calle”, “tirarse al ruedo”, etc., todas relacionadas con un ponerse en evidencia, un
dejarse ver que no implica necesariamente, ni en todos los casos, un morbo
exhibicionista. Pero, no todos los homosexuales, bisexuales, transexuales, etc.,
están dispuestos a exponer ante el público su particular preferencia sexual, con el
resultado de que los gays más conspicuos tachen por insinceros a los discretos,
que muchas veces apelan al disimulo sólo para evitar ser discriminados,
perseguidos, marginados y aun asesinados por los paleofascistas.
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De cualquier forma, todos los voceros coinciden en afirmar, casi siempre con
orgullo, que el número de los no heterosexuales es mucho mayor del que se aprecia
en las manifestaciones públicas del movimiento gay y mayor aún del que parece
registrado en las estadísticas.
El que esto escribe, hombre de su época, a esta altura ha podido conocer a buena
cantidad de personas de condición sexual heterodoxa, entre ellas, algunos amigos
y amigas de superior talento e inteligencia…Recuerdo ahora cantantes, pintores,
poetas, artesanos, peluqueros de renombre y gente del cine; mas, como suele
suceder, el campo se dilata con el cúmulo de experiencias indirectas. Desde esta
doble perspectiva, quiero proponer a mis amables lectores, especialmente, a mis
lectores homosexuales, algunas sencillas inquietudes.
Lorca y Cernuda
Vamos a referirnos a un grupo de artistas eximios, poetas todos, si bien, los más
descollaron asimismo en terrenos como el cine, el drama, la literatura e incluso el
periodismo. Buscadores de la verdad y hombres completos, que lucharon en contra
de los poderes fácticos impuestos sobre la voluntad de sus pueblos y militaron
siempre en las filas de la denuncia, rechazo y condena del capitalismo, desde
distintos lugares y tiempos.
llevan tras de sí los deseos”, pero que “sólo encierran amargo zumo”, pues “no
alberga su espíritu un destello de amor ni de alto pensamiento”.
Con estos pocos datos a la mano, podría uno preguntarse si este hombre tan festivo
que, al decir de muchos, era la fiesta misma, si este hombre que destilaba alegría,
¿era, entonces, un gay? Por supuesto que si, dirán algunos… ¿Acaso no es lo
mismo? ¿Acaso éste no es término que ha de aplicarse a todos? Que no, habría
respondido probablemente Federico, quizá en tono airado, como el que empleó en
su extraña “Oda a Walt Whitman”, al excluir a un grupo numeroso de camaradas
sexualmente afines y, sin embargo:
El siguiente convidado es Luís Cernuda, quizá el último gran poeta del amor erótico
en esta misma lengua de Castilla, miembro destacado, junto a Lorca, Alberti,
Aleixandre, Salinas y don Jorge Guillén, de aquella gloriosa Generación del 27,
agrupada en torno a la memoria del gran poeta cordobés don Luis de Góngora…
Hasta en el más conocido y popular de sus poemas, hay notas que evocan grandes
momentos del idioma:
Te quiero…
Te lo he dicho con el miedo,
Te lo he dicho con la alegría
Con el hastío, con las terribles palabras.
Más allá de toda particularidad sexual, hay aquí una declaración de amor verdadero,
de verdadero amor, de amor eterno; el mismo a que aludía en su hora un Quevedo
esperanzado:
Su cuerpo dejarán, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Pasolini y Testori
Pier Paolo Pasolini y Giovanni Testori son nuestros contemporáneos. Sólo una
generación nos separa de ellos: padres o, simplemente, hermanos mayores del que
emborrona estos párrafos. No hay aquí prohibiciones o persecuciones políticas,
pues, la época plena de sus vidas trascurrió en la Italia de la post-guerra, en la Italia
post-fascista, que desembocaría en el hedonismo consumista y en el
neocapitalismo, aún hoy absolutamente hegemónicos. Comunista, el uno, católico
el otro, jamás transigieron con el poder mundano, y rehusaron siempre el triste papel
de bufones mercenarios de la burguesía. Entrambos, desde su diferente
perspectiva, gozaron de la pública celebridad que, ya para entonces – ¡los tiempos
cambian! – no paraba mientes en su homosexualidad, ni veía en ella óbice para
dejar de apreciar su talento.
Ello no obstante, hubo Pasolini de cargar con su particular erotismo, como con un
fardo pesado y doloroso: En primer lugar, la angustia de quien vive “una doble
existencia”, la del “hijo modelo, consuelo de sus padres, alumno ideal”, por un lado.
Por otro, la del que experimenta el deseo “hasta su más miserable cotidianidad”,
hasta “no poder resignarse –terrible palabra– a la castidad”, hasta sentir “una
desesperación irresistible por un muchacho sentado sobre un muro y dejado atrás,
desde el tranvía para siempre”… Aquel deseo vulgar que lo arrastraba, llegado el
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