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2012: ¿PERMANENCIA DE LA TRADICIÓN O RESTAURACIÓN ACRÍTICA DEL PASADO?

Diego Vásquez Monterroso1

Me has dado la vergüenza


de comprender que la luz
no es necesaria para ver.
Humberto Ak’abal

A todos los que sufrieron y murieron para que nosotros pudiéramos vivir.

I – Aclaración inicial.
Este pequeño trabajo no trata sobre la reciente película 2.012 o sobre evidencia arqueológica
específica que prueba que todo ese catastrofismo no tiene base empírica real de ningún tipo.
Trata sobre los usos actuales del llamado calendario de Cuenta Larga, que originalmente estuvo en
uso aproximadamente entre los períodos Preclásico Tardío al Clásico Terminal (entre el año 300
a.C. al 900-1,000 d.C.). Ante todo, es necesario explicar que la naturaleza cíclica del calendario de
la Cuenta Larga (y de los demás calendarios mesoamericanos) implica que NO se “acaba el
tiempo” o “se acaba el mundo” maya en el 2,012… nada más alejado de la idea cíclica del tiempo
mesoamericano. De todas las sociedades prehispánicas a nivel americano, solo los mayas tuvieron
un sistema calendárico que registrara fechas dentro de un rango de tiempo lineal-cíclico de larga
duración, aunque la Cuenta Larga no fue el único calendario de tiempo amplio que utilizaron. 2 Su
uso actual tanto por parte de la industria cultural local y global, así como por miembros del
activismo maya e incluso por ciertas variantes de la espiritualidad maya, dan fe no solo de su
vitalidad como testimonio de civilización de los grupos mayas prehispánicos y sus descendientes
actuales, sino también evidencia un acercamiento acrítico hacia las complejas realidades de la
Mesoamérica prehispánica. Sobre el segundo punto es que me enfoco en este trabajo.

1
Arqueólogo e investigador social.
2
Otros calendarios de este tipo fueron la llamada “Cuenta Corta” de 52 años, la “Rueda katúnica” de 260
años de 365 días (256 años gregorianos) y finalmente una especie de ciclo de 400 años parecido a los
B’aktuunob’ (Piihob’ en ch’olano clásico), integrado formalmente a la Cuenta Larga pero que parece haber
tenido una significación individual relativamente desligada del resto de ciclos de la Cuenta Larga. Otro
calendario, muy poco comprendido, es el llamado ciclo – direccional – de 819 días, así como los ciclos
lunares, de Venus y de Marte.
II – … y en el inicio, ya existía la desigualdad.
Con el título de este apartado no me refiero al origen mítico3 en sí del calendario de la Cuenta
Larga, que en realidad muestra relaciones bastante equilibradas entre la llamada “tríada” creadora
de deidades del actual ciclo (que finalizaría – de seguirse usando la Cuenta Larga – en 2,012 d.C. o
5,128 de la misma cuenta)4. En sí a nivel de axiomas espirituales o presupuestos teóricos, la
cotidianidad maya estaba y está regida por relaciones de reciprocidad empática entre seres
humanos y el resto de la naturaleza. Esto a nivel teórico… y pues con ello es posible equipararla
(teóricamente, claro) a pensamientos religiosos y filosóficos de otros tiempos y lugares, como
ciertas visiones del cristianismo y el budismo, e incluso con el pensamiento negativo de la parte
final de la primera Escuela de Frankfurt. Y la teoría, como el papel, aguanta con todo, incluyendo
las mejores intenciones de una humanidad en mímesis con la naturaleza y consigo misma.5

Enfocar el surgimiento del calendario de Cuenta Larga como algo humanamente “equilibrado” o
como una “búsqueda de equilibrio cósmico” (lo de “cósmico” es una convención moderna que no
aparece bajo ningún equivalente en el registro prehispánico mesoamericano) no solo anula de un
tajo todas las complejidades sociales prehispánicas sino que también anula muchas voces que,
bajo dicho sistema calendárico, ya habían sido de por sí anuladas. Desde esta perspectiva, el
pensamiento mesiánico de Benjamin6 – y su esperanza en la redención de los oprimidos del
pasado – queda o como parte de un discurso que tergiversa y aplana las realidades de varios
períodos históricos, o simplemente ni forma parte del imaginario de aquellos que consideran que,

3
Debo aclarar que acá uso el concepto de mítico tomando en cuenta que para las personas que formaron y
forman parte de dicha forma de pensamiento dicho fenómeno poseía toda la veracidad de un relato
histórico. De este modo, el concepto de mítico no representa acá una categoría que subestime o
desacredite determinado fenómeno, sino más bien hace referencia al carácter no-humano, atemporal,
religioso y/o espiritual del mismo. Un término alternativo, propuesto por Rice (2007) es mithistoria.
4
Es necesario aclarar que dicha versión de la tríada creadora del calendario y de la actual realidad (era o
universo, como se le prefiera llamar) aparece de forma tardía, durante el período Clásico (300 – 900 d.C.) y
especialmente en el Clásico Tardío (600-900 d.C.), en sitios como Palenque, en la estela C Quiriguá y
específicamente en el Monumento 6 de Tortuguero.
5
Esto en específico me hace recordar el papel que ha desempeñado la película Avatar en la actualidad: para
algunos es un ideal que provoca accesos de llanto e impotencia mientras para otros o es un punto de
reflexión entre la butaca del cine y de regreso a su hogar, o es simplemente una película con muy buenos
efectos visuales. O las tres caracterizaciones mezcladas de diferentes modos. Al final, la película parece ser
un ejemplo – hay que observar de donde proviene para entender esto – de cómo el hombre blanco
capitalista logra salvar a las tribus de “buenos salvajes” y su modo de vida cuasi-perfecto. Como no hay
continuación, cabe la posibilidad de pensar que los seres humanos encontraron más redituable explotar el
planeta en cuestión como un tipo de “Disneylandia etnográfico” que como un sitio minero. Cualquier
similitud con la realidad es pura coincidencia.
6
Sobre Benjamin y sus perspectivas sobre la historia, ver Löwy, 2003.
rescatando un calendario arcaico, rescatan la supuesta equidad social – a todo nivel – que existía
cuando dicho conteo del tiempo regía. Y ojo con lo de la “supuesta equidad social” porque es
desde esta premisa que es posible analizar dichas realidades desde una óptica crítica y no
conformista o, peor aún, restauradora.

Entonces, ¿existía desigualdad en la época prehispánica? Sí, y mucha. Y nada fuera de lo


común, tomando en cuenta que los mayas, como las demás sociedades en el mundo, eran y son
también seres humanos (y con esto no quiero pecar de eurocentrismo) y por lo tanto la
desigualdad formaba parte de la cotidianidad mesoamericana, con todo lo bueno (si es que se le
puede llamar bueno) y negativo que ello implica. ¿Y qué tiene que ver esto con el calendario de la
Cuenta Larga? Pues que, si bien a nivel “teórico” el calendario es concebido como símbolo de
equilibrio, acuerdo entre las deidades y demás buenas intenciones, lo cierto es que su surgimiento
se da en un contexto social donde dicho afán de equilibrio y armonía como totalidad social es más
una ilusión (o una añoranza) que una realidad de dicho momento. Desde el Preclásico Temprano
(2,000 – 800 a.C.), o incluso antes, la desigualdad social ya aparece de forma muy clara en los
distintos grupos sociales mesoamericanos, incluyendo los grupos que después formarían el tronco
lingüístico maya. Junto a las primeras evidencias del sistema de Cuenta Larga aparecen no
campesinos ni escenas bucólicas de armonía comunitaria, sino gobernantes locales y/o regionales
y biografías de la nobleza, y junto con ello los primeros registros – escritos en un lenguaje que para
nosotros pueda parecer demasiado metafórico u obscuro – de guerras, captura y sacrificio de
rehenes, y sojuzgamiento de poblaciones rivales.

Por supuesto, esto no debe hacer dejar de lado el hecho de que durante el mismo período
también existían comunidades donde se mantenía cierto nivel de armonía y pensamiento
comunitario, no solo con los seres humanos sino con el resto de la realidad. Eso es algo que no
pretendo negar para ningún período de la historia mesoamericana, porque de todos modos ello
sería imposible7. Más bien el objetivo acá es mostrar cómo, mientras surgía un registro del tiempo
que, entre otras cosas, pretendía ser un ícono del equilibrio y del consenso, las condiciones

7
Es más, esas cualidades realmente comunitarias y armónicas – no-idénticas diría Adorno – entran
precisamente en contradicción no solo con los discursos dominantes prehispánicos y modernos, sino
también representan una forma de utopía negativa, en el sentido de que representan lo que aun no es en
medio de la contradicción de su presente social, pero lo presentan de una forma que en algunos momentos
parece negar su mismo potencial utópico.
sociales estaban en contradicción con los objetivos de dicho calendario. Y de forma más específica
aun está el hecho de que los creadores y primeros impulsores de dicho sistema se beneficiaban de
la desigualdad social y – al mismo tiempo – del mantenimiento de un discurso colectivista y
armonizador. Pero ello se discute a continuación.

III – Dominación del tiempo o los Estados dinásticos del período Clásico.
En los inicios del uso de la Cuenta Larga la conformación de Estados dinásticos en el área maya
aun estaba en su fase inicial, y no fue sino hasta unos 500 años después cuando dicho sistema
adquirió una popularidad sin precedentes. Dicho período fue el llamado “Clásico”8 (300 – 900
d.C.) y estuvo caracterizado por el apogeo de los Estados en las tierras bajas mayas (pero no solo
allí), por el uso de la escritura glífica a un nivel sin precedentes, por niveles de alta complejidad
social (“alta civilización” en la jerga arqueológica tradicional), así como por el desarrollo de
aspectos cognoscitivos importantes, como el advenimiento de la idea de individualidad y también
una creciente toma de consciencia crítica de los grupos subalternos a la nobleza, tanto a nivel
urbano como a nivel rural-regional. Ello representa – a excepción del último punto relacionado a
la individualidad y la toma de consciencia crítica – los elementos “gloriosos” del período Clásico,
sobre los cuales existe bastante bibliografía, aunque el texto de Martin y Grube (2008) presenta un
excelente resumen de algunas de las más importantes dinastías del período, así como sus
respectivas construcciones y textos glíficos.

Tenemos entonces que la Cuenta Larga es ya, durante el Clásico, no solo el instrumento
calendárico de las elites, sino la forma en que ellas escriben la historia. Si un visitante asiduo de
los sitios mayas, o un aficionado a la epigrafía maya se tomara el tiempo de encontrar
generalidades entre los textos clásicos – especialmente los de las estelas y demás monumentos, y
en pequeña proporción en los textos cerámicos – podría notar que la mayoría parecen pequeñas
reseñas biográficas de personajes, con una disposición de los datos de tipo notarial o muy
esquemática. Aparte de acontecimientos exclusivamente personales – nacimiento, vínculos
dinásticos/familiares, casamiento, entronización, muerte – los textos también nos hablan de otros

8
Un nombre sobre el cual distintos investigadores mesoamericanistas han propuesto cambios, no solo por
sus connotaciones eurocéntricas (el período más importante de la civilización griega se llamaba “clásico”)
sino también por las connotaciones elitistas. Un tercer elemento que ha sido mencionado es el hecho de
que al llamársele así – y como preclásico y posclásico los anteriores y posteriores, respectivamente – se cae
en un esquema evolucionista-catastrofista que falsea las interpretaciones.
eventos, como ceremonias religiosas, visitas a gobernantes amigos y… guerras y sometimiento de
poblaciones rivales. En otros casos mientras se habla del recibimiento de gobernantes
subordinados de los alrededores se apunta también el tributo respectivo, aunque esto sucede de
forma muy marginal y restringida. Esto sin mencionar la evidencia iconográfica, donde los murales
de Bonampak son especialmente explícitos con respecto al papel tutelar del calendario y las
deidades en la legitimación de batallas, asesinatos (aunque fueran dentro de un conflicto no dejan
de ser asesinatos) y sacrificios humanos.9 Estos murales no son los únicos, tenemos apuntes de
victorias y tomas de cautivos en Tikal, Calakmul, Caracol, Naranjo, Quiriguá, Piedras Negras,
Copán, Kaminaljuyu’, Cotzumalguapa, Chichén Itzá, Palenque, Cancuén, Dos Pilas, y muchos sitios
más.

Hasta este punto no está muy clara la relación entre la Cuenta Larga y el sistema dinástico del
Clásico (llamado K’uhul Ajaw o Señor divino en ch’olano clásico). Las asociaciones entre el
calendario y el sistema k’uhul ajaw pasan, irónicamente, por un elemento básico de la
cosmovisión maya de esa época y la actual: la concepción del tiempo como una entidad viva, y que
existen energías que determinan el “destino” de determinado día.10 De este modo, y como ha
sido ampliamente demostrado11, en el pensamiento maya y mesoamericano hay días
determinados para actividades específicas. Esto no fue una excepción en el Clásico, y la Cuenta
Larga sirvió para dichos fines, incluso con una perfección y regularidad mayor que cualquier
calendario de menor duración. Así, los b’aktuunob’ o piihob’ (ciclos de 400 años) parecen marcar
el ritmo “en la larga duración” durante el Clásico, determinando incluso el auge y caída de

9
Con respecto a los sacrificios humanos quisiera hacer la aclaración que para los habitantes de la
Mesoamérica prehispánica, el cautivo humano era una “ofrenda especialmente importante y bella” para las
deidades, y que es especialmente en el Posclásico Tardío (1,250 – 1521 d.C.) cuando adquiere proporciones
de asesinatos en masa, especialmente en el centro de México. No olvidemos tampoco que para la misma
época una institución europea – la Inquisición – gustaba de ejecutar a quienes consideraba que solo bajo el
fuego de la hoguera podían pagar sus pecados, siendo ésta otra forma de sacrificio humano. Más reciente
aun, el genocidio de millones de judíos durante el régimen de extrema derecha de Hitler en Alemania se veía
como un paso lógico hacia la constitución de una nueva humanidad superior. En todos los casos han sido el
discurso y las ideas que articula – la ideología – el soporte de dichos hechos, así como la recepción acrítica
de parte del resto de la sociedad. Todos caen bajo el hechizo de la nueva verdad.
10
Reconozco que acá estoy usando un lenguaje teórico de raíz europea para conceptualizar pensamientos
de otras culturas alejadas de lo europeo, espacial y temporalmente. Esto representa una limitante
interpretativa (a nivel específico) y la utilización de conceptos derivados de los mismos grupos mayas –
utilizados de una forma crítica y no apologeta por supuesto – es una necesidad muy actual.
11
Acá remito de nuevo al trabajo de Martin y Grube (2008), y especialmente a otros trabajos incluso más
populares, como el texto de Schele y Freidel (2000 [1990]), donde la relación entre calendario y vida
cotidiana y política es más explícita. Para un panorama mesoamericano, ver Boone (2007).
concepciones de la realidad (o así nos lo han querido presentar los textos clásicos). Junto a ellos,
ciclos más cortos de legitimación y prestigio de gobernantes, los k’atuunob’ o ciclos de 20 años,
utilizados por los gobernantes incluso como títulos nobiliarios – aj ox k’atuunob’, “el de los tres
katunes” (de reinado) – y que marcaban el ritmo religioso del mismo modo en que en el
catolicismo lo marcan, de cierto modo, los “años santos”, por ejemplo. La llegada del inicio de un
nuevo k’atuun era motivo para la erección de monumentos y sacrificios, generalmente auto-
sacrificios de gobernantes y nobles, que con su sangre mantenían de algún modo el orden del
universo.

Los otros tres ciclos (Tuun, Winal y K’in; o años, “meses” y días) marcaban eventos específicos
dentro del calendario político-religioso. De importancia especial era saber el “destino” de un día
específico para planear la guerra sorpresiva a un rival, especialmente si las estrellas le eran
favorables.12 El término “guerra de estrellas” utilizado
para definir un tipo de guerra entre Estados mayas
clásicos no es coincidencia ni exageración: el glifo
mismo (Fig. 1) está compuesto por un superfijo con la
forma del logograma Ek’ “estrella”, mientras como
glifo principal (main glyph) aparece el llamado “glifo
emblema” o glifo dinástico/estatal de la entidad
política que fue atacada. A los lados del glifo principal
Fig. 1 Ejemplos del glifo “Guerra de aparece un mismo motivo: un continuo de gotas que
Estrellas” donde se mencionan dos Estados
parecen caer del logograma Ek’. Si bien no se puede
atacados. Tomado de Coe y Van Stone,
2005: 90. dar una lectura literal a dicho glifo, se sabe que se
trata de una guerra que tiene connotaciones astronómicas/religiosas por haber sido realizada en
un día propicio para eventos guerreros o para el triunfo en guerra.13

12
Los diferentes textos del Chilam B’alam abundan en narraciones de este tipo, y en cierto modo se ha
pensado lo mismo de ciertos pasajes del Popol Wuj, aunque con este último las interpretaciones de tipo
astronómico son mucho más polémicas.
13
Remito de nuevo al texto de Schele y Freidel (2000 [1990]), así como al texto de Sharer (1998) y Martin y
Grube (2008). Sobre otros textos glíficos que hacen referencia a eventos de guerra, ver Coe y Van Stone
(2005) y Montogomery (2002). Sobre textos de guerra en Estados específicos, recomiendo de nuevo Martin
y Grube (2008), y para el caso del altiplano y en el Preclásico, recomiendo Fahsen en Love, Popenoe de
Hatch y Escobedo (2002), y el artículo de Popenoe de Hatch (2002) sobre Kaminaljuyu’ en el mismo
volumen.
En ningún texto clásico conocido se hace referencia a ceremonias religiosas dedicadas a
mantener una “armonía comunitaria” o incluso armonía cósmica (esto último es interpretación
moderna para determinados contextos). Cuando se hicieron ceremonias y fueron registradas fue,
ante todo, para mantener la estabilidad de los dominios (o de la dominación) de determinados
gobernantes y su nobleza, nunca para “el pueblo” o algún concepto similar. Eran ante todo,
rituales para el mantenimiento de su poder y su propiedad. Como no tenemos registros de
“subalternos” o de alguna persona que proviniera del común14 nos es imposible conocer sus
opiniones respecto al sistema político dominante en esa época, pero la fragmentación territorial y
política (y en cierto sentido ideológica entre los dos Estados más poderosos, Tikal y Calakmul) que
se dio a partir del siglo VI puede ser explicada en términos del advenimiento de “elites regionales”
anteriormente vistas como vasallos y que comenzaron a obtener una autonomía creciente
respecto de los Estados más poderosos, autonomía que en algunos casos incluso parece ser en
términos de ideas.15

Finalmente, la Cuenta Larga representó quizá el esfuerzo más explícito – a diferencia de la


escritura, la iconografía y de los demás sistemas calendáricos – de crear una unidad ideológico-
política en el área maya, sustentada en la homologación temporal en todas las regiones. Fue sin
duda el esfuerzo más duradero y el que tuvo más alcance en toda la época prehispánica. Pero, al
estar asociada a una nobleza – cada vez más codiciosa y cada vez más en competencia con las
demás noblezas – y a un sistema político específico, corría el riesgo de desaparecer junto a la
ideología que lo sustentaba. El hecho de que solo nobles y gobernantes aparecen inscritos dentro
del cálculo temporal de la Cuenta Larga es indicador también de que deseaban aparecer dentro de
un tiempo sagrado (recordemos la noción mesoamericana de la sacralidad del tiempo), y con ello
no solo lograban la inmortalidad (en sentido literario) sino también pasaban a formar parte de la
sacralidad misma del tiempo. Un tiempo que desapareció junto con ellos entre el 900 y 1,000 d.C.

14
Cabría la posibilidad de pensar que, a partir del 500 d.C. y con el advenimiento de un pensamiento más
individualista (al menos en el arte, tal y como lo expresa Reents-Budet (1994: 2)), individuos provenientes de
estratos más bajos quizá fueron educados como los nobles, pero ello antes que mostrar un síntoma de
quiebre del sistema estaría mostrando una apertura de las rígidas categorías de castas que posiblemente
existieron durante todo el período prehispánico y prácticamente hasta la primera mitad del siglo XX. De ser
así, tendríamos un caso parecido al sistema educativo prehispánico mexica (dividido en castas pero no
específico de cada una de ellas) tal y como es explicado por Boone (2000).
15
Pareciera ser que el sueño de una mayanidad incólume se comenzó a romper con la interacción con
Teotihuacán (especialmente con Tikal) a partir de finales del siglo IV. Sin embargo, las versiones locales del
sistema religioso parecen haber condicionado en el largo plazo los tipos de alianzas e incluso las ideas
políticas.
Acá traté de mostrar de una forma muy general algunos esbozos de lo que podría haber sido el
marco de ideas que fundamentaba la Cuenta Larga y viceversa, pero resaltando un hecho en
especial: la Cuenta Larga, como cómputo del tiempo, desapareció junto con los Estados del
período Clásico.

IV – Revolución contra el tiempo: El final de una forma de dominación.


Conocido popularmente como “Colapso maya”, el fenómeno de desintegración de los Estados
mayas del Clásico entre los siglos VIII y X d.C. ha sido un tema polémico y, aunque bastante
estudiado, poco comprendido en cuanto a sus causas específicas. En algunos casos las causas son
claras: la competencia específica entre Estados rivales llevó a una serie de guerras regionales que
acabaron con la organización política misma, como lo ha ilustrado el caso de la región de
Petexbatún, en especial el sitio mayor de Dos Pilas (Martin y Grube, 2008: 54-67). En otros casos
se dio un abandono progresivo sin que existieran señales de violencia interna o externa. Pero algo
tienen en común todas las regiones: el sistema k’uhul ajaw perdió toda su legitimidad. La fecha de
909 d.C. en Toniná, Chiapas, México, es la última fecha conocida en Cuenta Larga, de un Estado
cuyo apogeo se dio a costa de la desaparición o caída de sus rivales regionales. Posteriormente, ni
durante el Clásico Terminal o durante el Posclásico (900/1000 – 1521 d.C.) aparece de nuevo el
sistema calendárico, aunque sí sus componentes netamente matemáticos.16

Hasta este momento he tratado de mostrar la evidencia que muestra la relación directa entre el
sistema calendárico de Cuenta Larga y las noblezas/Estados del período Clásico (sistema k’uhul
ajaw). Por cierto, dicho sistema político guardaba muchos paralelismos entre el feudalismo y los
reyes divinos europeos; evidentemente no eran idénticos aunque posiblemente sus
organizaciones sociales sí guardaran similitudes más allá de lo que se generalmente se asume. Y
del mismo modo que sucedió con las rebeliones campesinas de fines de la Edad Media y con la
Revolución Francesa de fines del siglo XVIII, al final del período Clásico maya la creencia en la
sacralidad de los gobernantes, de las noblezas – y considero que también del calendario de Cuenta
Larga – fue puesta en un grado de crisis tal que acabó por destruir todos los Estados clásicos.

16
Esto ha representado confusión, principalmente al asumir que si se ha mantenido el sistema matemático,
se ha mantenido obligatoriamente el sistema calendárico. En los códices posclásicos, especialmente en el
Dresden, aparecen sumas para determinar ciclos calendáricos, pero en ningún momento aparece una
Cuenta Larga. Lo anterior podría ser un indicador más no solo de la sacralidad inmanente de la Cuenta Larga
per se, sino también estaría reforzando la idea de una relación directa entre el sistema político k’uhul ajaw y
la Cuenta Larga como calendario “oficial”.
Resalto acá el hecho de que lo que desapareció fue el sistema político-ideológico-religioso, y no las
personas, como se ha hecho creer tanto desde el pensamiento abiertamente racista y anti-maya
como desde ciertas concepciones espiritualistas new age.

Tenemos entonces que en la transición formal17entre el Clásico y el Posclásico desaparece el


calendario de Cuenta Larga. Podríamos asumir que ello significa que también desapareció su
simbolismo, fuertemente asociado a las elites mismas. Los mayas mismos buscaron otras formas
alternativas de sistemas políticos, como el de confederaciones (la llamada Liga de Mayapán es
quizá el caso más célebre), el de varios gobernantes de distintos linajes gobernando
simultáneamente (posiblemente dividiéndose el territorio del Estado en partes iguales o
proporcionales), y en algunos casos (como parece mostrar el caso k’ichee’ tardío) una
combinación entre el gobierno de linajes y una versión modificada de k’uhul ajaw, aunque la
sacralidad del gobernante ya no adquiriera los niveles de legitimidad de casi mil años antes.
Lamentablemente los testimonios de aquellos quienes propiciaron la desaparición del sistema de
k’uhul ajaw y de Cuenta Larga no existen, y las elites posclásicas guardaron un silencio
(¿cómplice?) ante los hechos de fines del Clásico. Nuevos sistemas calendáricos fueron
desarrollados y/o retomados, como la “Rueda katúnica” de 260 años de 360 días, y el ciclo de la
Cuenta Corta (combinación del calendario de 365 días y el de 260 días) de aproximadamente 52
años gregorianos.

Si bien la desaparición de las elites clásicas no significo el final de las elites mayas durante el
Posclásico, sí significó un cambio en la concepción del poder, de la sociedad y su relación con sus
propias tradiciones, y también significó un cambio en la concepción del tiempo. Una vez más
considero preciso recordar el hecho de que el tiempo se consideraba (y se considera en la
espiritualidad maya actual) una entidad viva dotada de energías positivas y negativas para los
seres humanos y para la realidad en general. Dicha subjetividad inmanente al tiempo no
desapareció con la Cuenta Larga, sino solamente – para decirlo en un lenguaje coloquial – se mudó
de sistema calendárico. Por ejemplo, en la Rueda Katúnica de 260 años existían 13 ciclos de 20

17
Le llamo formal en el sentido de que no fue igual en todas las regiones ni en los mismos períodos
históricos. Es formal también porque aplico la convención arqueológica de la transición entre períodos, en
este caso entre el Clásico y el Posclásico.
años (de 360 días), cada uno conocido con un numeral del 1 al 13 y el adjetivo Ajaw18 y que no
necesariamente seguían un orden del 1 al 13 o viceversa, cada k´atun poseía un pronóstico bueno
o malo para la población que utilizaba el calendario. De este modo, nos es posible conocer en la
actualidad que el K’atun Waxak Ajaw “Katún 8 Ajaw” pronosticaba que las poblaciones tendrían
que mudarse de lugar. En otros casos parece ser que el pronóstico no abarcaba todo el período de
20 años, sino solamente su mitad inicial o final.19

Con respecto a la importancia del manejo del tiempo por cada población, Gruzinski (2007: 84-
85) nos ilustra con la evidencia posclásica del centro de México, donde a pesar de que se usaban
los mismos sistemas calendáricos – siendo el más importante la Cuenta Corta de 52 años – cada
población mantenía celosamente la fecha de origen de su localidad, conservando con ella su
energía y sacralidad. Un ejemplo maya posclásico de ello, y que muestra también la conexión
entre simbolismo calendárico y política, es el caso del calendario kaqchikel de 400 días, que entró
en vigor a partir de la llamada Revolución del año 1,491 y que básicamente fue un conflicto entre
linajes gobernantes. El control del tiempo – de sus profecías, de sus energías y de su simbolismo
en general – provocó incluso que, hasta la fecha, los llamados “Cargadores del año”20 sean
diferentes en cada región lingüística mayor, pese a los esfuerzos de unificación llevados a cabo por
grupos dominados por k’ichee’anos.21 Del mismo modo, cada sistema calendárico contiene sus
propias particularidades energéticas y proféticas, por lo tanto al desaparecer la Cuenta Larga
(como vemos no hubo intentos posteriores de restaurarla) también desapareció su potencial
profético – su energía – así como su simbolismo y su sistema político con el cual estaba
íntimamente imbricado. Lamentablemente, también se perdieron – si acaso existieron – las
evidencias de por qué había sido omitido el uso de dicho calendario en el Posclásico. Quizá por
ello se le está utilizando acríticamente de nuevo el día de hoy.
18
Con respecto a este adjetivo, podría haberse referido al día calendárico como base de la Rueda Katúnica
(el día Ajaw, Ajpu en k’ichee’ moderno), para mostrar lo sacro y determinante del tiempo mismo (ajaw
significa “señor” – como forma de respeto – en yukateko y en otros idiomas mayas), o ambas cosas.
19
Esto no se tratará en profundidad acá, por no corresponder al tema central del ensayo.
20
Serie de 4 días que inician el año de 365 días y lo correlacionan con el calendario de 260 días. Para
información específica sobre los sistemas de cargadores mayas actuales, ver Deuss, 2007: 31-33,
especialmente la Fig. 3. Para una perspectiva prehispánica, ver Rice, 2007: 31 (Tabla 3.1) y todo el capítulo
tercero.
21
Sobre esto es representativo el caso presentado por Deuss (2007: 77) para el caso de la “imposición”
(llamada de ese modo por los q’anjob’ales) de la celebración del 8 B’atz’ (la fecha más importante del
calendario ritual k’ichee’) en Santa Eulalia, Huehuetenango. La imposición fracasó y los representantes
k’ichee’anos – agrupados en la sede local de la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala ALMG – fueron
prácticamente aislados de toda actividad ritual en la localidad.
V - Desconocimiento, orgullo étnico acrítico y/o romanticismo reaccionario.
En el sitio de Tortuguero, en México, el monumento 6 (Fig. 2) es el único registro conocido
sobre la fecha de finalización del treceavo B’aktuun, en el año 2,012. Se trata de un texto oscuro,
que lamentablemente está deteriorado en algunas secciones pero que aun así es posible
interpretar de un modo general. Según la lectura llevada a cabo por Stuart y comentada por Grofe
(2009), el texto muestra el hecho de que, al parecer, B’olon Yookte’ K’uh (Dios L) aparece
presidiendo cada fin de ciclo de trece baktunes y el inicio de una nueva Cuenta Larga. Y solamente
eso. En el texto no hay referencias a desgracias ni demás fenómenos apocalípticos, ni tampoco
hace referencia a ningún cambio de “mentalidad” o de sol o – como afirma de Paz (2009) – de era.

Como traté de mostrar en el


apartado IV, al desaparecer el
sistema de Cuenta Larga también
desapareció su energía profética.
Lo que muchos mayas actuales
desconocen es que – para bien o
para mal – fue gracias a la
arqueología que les fue posible
conocer su pasado clásico, y
especialmente el calendario de la
Cuenta Larga. Hoy, sin embargo,
Fig. 2 Monumento 6, Tortuguero, México. En este se asume por muchos mayas y no-
monumento está el relato sobre lo que sucederá en el año
mayas que la Cuenta Larga se ha
2,012, hasta ahora la única evidencia prehispánica de tal
fecha. Tomado de Grofe, 2009: 14. seguido utilizando sin interrupción
desde el Preclásico Tardío hasta la
fecha. Dentro del discurso mayanista radical (ojo que no todo el discurso mayanista) y desde
ciertas corrientes puristas de la espiritualidad maya se está creando el consenso general de que la
Cuenta Larga sigue utilizándose en la actualidad, ya sea como “herencia de nuestros abuelos” o
como una estrategia para “descolonizar nuestras mentes”.22

22
Ambas citas que coloqué entre comillas las he escuchado de varios ajq’ijab’ y activistas mayas, sobre los
cuales me reservo sus identidades.
Sin embargo, cuando se les cuestiona sobre las causas de la desaparición de ese sistema en el
pasado, sus respuestas van desde la afirmación “por los invasores europeos” hasta el silencio.
Parece ser que pocos conocen que al momento de la llegada de los castellanos la Cuenta Larga ya
llevaba entre 500 y 700 años de no utilizarse e, incluso en lugares como el altiplano guatemalteco
y la bocacosta del Pacífico, la cantidad de años llegaba a los 1,500.23 Sin embargo el discurso del
orgullo étnico maya – que en sí mismo no tiene nada de negativo – no ha considerado un análisis
crítico de su propio pasado prehispánico. Para citar dos ejemplos recientes, está el caso de la
columna de Irmalicia Velásquez Nimatuj en elPeriódico el lunes 11 de enero de 2,010, donde
reseña el libro de de Paz (2009), resaltando sus eruditas descripciones sobre los calendarios mayas
y el 2,012. Por ejemplo, en dicho texto existen varias contradicciones, como el caso de mencionar
que “Estamos al final de la Cuarta Era y el tránsito a la quinta se relaciona con la decadencia de un
poder y la implantación de otro poder político y religioso. Suceso que con el ocaso de un sol y de
su dominio hacen que el universo se sumerja en la oscuridad para que emerja un nuevo sol que
podrá formar a seres humanos, inteligentes y sensibles.” para a continuación decir que “don
Marco De Paz, recomienda a los ajk’ijab, organizaciones y representantes mayas que busquen
consensos para que con la doble visión de Pueblo y Nación escojan las mejores mazorcas de la era
que termina (…)” (Velásquez Nimatuj, 2009).

La contradicción surge al contrastar el hecho de que si bien el supuesto tránsito de eras supone
un cambio político y religioso, éste deba lograrse necesariamente por medio de consensos. Para
cualquier persona familiarizada con la historia de este país desde la invasión europea es un hecho
consumado que acá los consensos solo han servido para fortalecer el poder de los que siempre
han dominado. Si uno revisa la idea prehispánica de la energía de un día o de un segmento de
tiempo determinado (como un k’in, un k’atuun o un b’aktuun), verá que los cambios no
necesariamente tenían que realizarse por medio de consensos o alianzas. Es más, ni siquiera se
determina en las inscripciones como debe ser el tipo de cambio, aunque cuando se hace
generalmente se trata de cambios revolucionarios. Uno de esos cambios revolucionarios (que por
cierto suceder alrededor de la fecha de Cuenta Larga de 10.0.0.0.0, el último B’aktuun que se
documentó) es precisamente el que sucedió al final del período Clásico. En este caso podríamos

23
Por ejemplo, en Takalik’ Ab’aj el registro más tardío de Cuenta Larga es del año 126 d.C., localizado en la
Estela 5 de dicho sitio. En el altiplano las fechas podrían ser mucho más antiguas.
hablar tanto de desconocimiento (de Velásquez, no así de de Paz que lleva ya varios años
estudiando los calendarios mesoamericanos) como de un orgullo étnico acrítico e incluso de
romanticismo reaccionario. Pero, ¿por qué utilizo dichas categorías para el simple hecho de
reconocer el uso actual de la Cuenta Larga? Precisamente porque al realizar estas afirmaciones,
Velásquez cae en el mismo error que le achaca a sus “rivales” étnicos: la adulación ciega de
elementos del pasado que simbolizaron la dominación. Desconocimiento del pasado prehispánico
maya, a no ser claro aquellas cosas que más se han popularizado; orgullo étnico acrítico porque la
fundamentación del orgullo étnico actual – k’ichee’ en este caso – se hace utilizando elementos
que fueron desechados por los mismos mayas al considerarlos parte de un sistema político el cual
ya no deseaban; y finalmente romanticismo reaccionario al querer restaurar elementos del pasado
que representaron la dominación y la divinización de un pequeño sector de la sociedad maya
prehispánica en detrimento de la mayoría.

En cierto modo todo investigador se enfrenta al hecho de que eventualmente tiene que criticar
elementos que considera negativos en cuestiones que incluso admira. La espiritualidad maya es
uno de esos casos, y si bien puedo decir que admiro su potencial de negatividad y resistencia que
posee, también es cierto que dentro de ella misma se generan procesos que podrían ser
calificados de conservadores y reaccionarios. Acá se cumple lo de la utopía negativa encerrada en
las mismas condiciones de su presente dañado. Muchas veces ello sucede por el mismo
desconocimiento del pasado prehispánico24 pero ello no debería de ser justificación para seguir
reproduciendo aspectos reaccionarios ya que, como dice el refrán popular, “de buenas intenciones
está empedrado el camino al infierno”. Esto sucede en las declaraciones del ajq’ij Pérez Oxlaj con
respecto a la fecha del 2,012 y el supuesto inicio del “Quinto sol”, al afirmar que solo se trata de
“un cambio de sol” donde desaparecerán las catástrofes y que es, ante todo, un cambio de
actitudes antes que de aspectos materiales.25 Hasta este momento sus declaraciones no podrían
parecer reaccionarias ni radicales, en especial tomando en cuenta el catastrofismo que se muestra
en películas como 2,012. Sin embargo, su desconocimiento sobre las sociedades prehispánicas es
latente desde el momento en que comienza a afirmar – implícitamente, claro – la continuación
ininterrumpida del uso de la Cuenta Larga. Asimismo parece no ser una contradicción para él
como ajq’ij el hecho de comenzar a usar – de unos años para acá – un calendario que los

24
Desconocimiento que, es preciso aclarar, no es solamente de los mayas actuales, sino de la mayoría de la
población mesoamericana, indígena o no indígena.
25
La entrevista completa se encuentra en http://www.prensalibre.com/pl/2010/enero/17/367254.html
arqueólogos e investigadores no mayas redescubrieron, sistematizaron, interpretaron y
difundieron. La adopción de la Cuenta Larga por parte de ajq’ijab’ como Pérez Oxlaj no solo
demuestra desconocimiento sino también una recepción acrítica de toda su herencia – cultural,
aunque no necesariamente de clase ni de condición – prehispánica y una exaltación de “la
sabiduría ancestral”, obviando incluso la verdadera herencia calendárica prehispánica, muy viva y
que se ha mantenido de forma ininterrumpida: el calendario ritual de 260 días y, en algunos casos,
el calendario solar de 365 días.

La recepción acrítica del pasado maya prehispánico no solo es patrimonio de las dos personas
mencionadas arriba. Es un proceso que ha ido de la mano con la misma conformación del
movimiento indígena. Basta con ver las agendas o calendarios mayas actuales, que indican
siempre el año en la Cuenta Larga, para saber que no ha habido un cuestionamiento realmente
crítico del pasado. Comenzando por el hecho de considerar a Tikal como el ícono de la mayanidad,
cuando en realidad representa quizá el ejemplo de la ciudad más cosmopolita (abierta a lo
externo) que existió en el período Clásico. Esto fue de tal envergadura que hasta los mismos
habitantes clásicos al parecer trataron de resaltar esa diferencia, ello sin tomar en cuenta a la
misma elite de Tikal que incluía en su pasado a gobernantes de una gran ciudad no-maya del
oeste, posiblemente Teotihuacán. El movimiento indígena no ha sido crítico ni siquiera en
considerar los préstamos de idiomas nahuas al área maya (y viceversa) ni otros elementos
culturales que, como la cerámica, incluso llegaron de Ecuador hacia el año 2,000 a.C. Por no
hablar de las similitudes entre el pensamiento europeo del siglo XVI y el mesoamericano de la
misma época, un tema espinoso y complejo que requeriría investigaciones específicas.

En este panorama, considero que la evaluación crítica del pasado prehispánico por parte de los
mismos mayas de hoy es algo de urgente necesidad. Una evaluación que no necesariamente tiene
que ser pública ni necesita de gran cantidad de fondos (como algunos lo justifican) para realizarse.
Que sepan reconocer, ante todo, que las sociedades de sus antepasados eran todo menos
equitativas. Y que del mismo modo en que Europa el cristianismo (y sus valores de amor al
prójimo y el sacrificio por los demás) iba de la mano de la Inquisición, de la justificación de la
esclavitud y del feudalismo y los reyes divinos; en el área maya la Cuenta Larga estuvo asociada a
un tipo de dominación donde pocos eran seres humanos divinizados y con muchos privilegios, y
que dicha dominación significó la explotación de muy distintas formas de la mayoría de la
población. Y conocer sobre todo, que por esa actitud de resistencia propia de las poblaciones
mayas – que un investigador26 afirma que surgió hasta el período colonial - es que la Cuenta Larga
fue desechada, no por imperfecciones matemáticas ni por una moda, sino porque representaba el
control del tiempo por parte del explotador. Solo a raíz de la crítica implacable de lo reaccionario
dentro del pensamiento maya, será posible comenzar a conformar realmente la negatividad y la
resistencia de las poblaciones mayas –y de los demás oprimidos – actuales. Solo así se podrá
comenzar a redimir a los que sufrieron en el pasado.

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