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LOS JUEGOS DE ENVITE Y AZAR:

¿ESTÁN PROHIBIDOS EN LA BIBLIA?

¿PUEDE UN CRISTIANO O UNA INSTITUCIÓN CRISTIANA UTILIZAR EL ENVITE Y EL AZAR


PARA AUMENTAR SUS INGRESOS?

Muchas cosas en la Biblia no están prohibidas de una manera explícita o taxativa. Entendemos que
hay asuntos que deben ser decididos por inferencia directa o indirecta de algún principio bíblico o
de la conciencia cristiana del individuo y/o de un colectivo (iglesia local o nacional). El Apóstol
Pablo les dijo a los hermanos de Corinto:

Todas las cosas me son lícitas, más no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no
me dejaré dominar de ninguna. 1Co.6.12.

Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque
su propio bien, sino el del otro. 1Co.10.23.

Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo
ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos,
no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos. 1Co.10.31-33.

Por ejemplo, la Biblia no manda “No fumes”, pero sabemos que ese acto daña a nuestro cuerpo y
la Biblia dice: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si
alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois
vosotros, santo es (1Co.3.16-17). Premisa 1: Somos el templo de Dios. Premisa2: Dios destruye a
los que destruyen el templo de Dios. Conclusión: No debemos destruir el templo de Dios. De allí
inferimos que no es conveniente fumar, porque destruye el templo de Dios y Dios destruye al que
tal cosa hace. Lo mismo decimos de la mariguana y otras drogas.

En lo concerniente a los juegos de azar y apuestas, pienso que los que tratan de justificar su
práctica diciendo que la Biblia no dice nada al respecto, están desconociendo este principio
hermenéutico.

Ahora, profundicemos en el asunto. En la Biblia encontramos seis principios con los cuales
chocan los cristianos que permiten o practican tales juegos: El de la correcta administración, el
de la justicia social, el de la paciencia, el de la libertad espiritual, el de la libertad cristiana y el de
la confianza en Dios como proveedor.

En cuanto a la mayordomía, somos responsables de actuar como correctos administradores de


los bienes que Dios nos ha dado: Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno
sea hallado fiel. (1Co.4.2). Dios nos da los recursos para usarlos con sabiduría, por lo tanto, no
debemos tener gastos irresponsables ni derrochar nuestro capital en inversiones que no están
seguras de recuperarse, ya que al entregar nuestro dinero para ello, no sabemos qué va a suceder
porque las probabilidades en contra son gigantescas; tal es el caso de estos juegos. Por otro lado,
el hecho de que una institución cristiana organice uno de estos eventos para recaudar fondos con
el fin cubrir un presupuesto, habla de una mala planificación administrativa y de un
desconocimiento de lo que Dios estableció para sostener su obra: diezmos y ofrendas del pueblo.

La ética cristiana nos enseña que el hombre debe ser justo en lo social. Los pobres anhelan
incrementar su bienestar social, ellos ven estos juegos como una oportunidad de salir de la
pobreza o de adquirir algún bien necesario y como estos juegos sólo exigen una pequeña inversión
en la cual pueden participar, lo hacen esperanzados, y al hacerlo, son despojados de una parte
importante de su capital. Debemos añadir, que Dios estableció que el trabajo esforzado y honesto
es el medio para prosperar y adquirir los bienes necesarios: ¿Has visto hombre solícito en su
trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición. (Pr.22.29). Si a
Dios le hubiese parecido moral o conveniente el azar para tal fin lo hubiese señalado en un
mandamiento expreso. Además no es justo que cientos, miles o millones inviertan su dinero y
solamente uno o unos pocos reciban ganancias, es decir, el que gana lo hace a costa de muchos
perdedores. Los que organizan rifas, bingos y otros con el fin de adquirir recursos económicos para
“la obra de Dios”, consientes o inconscientemente se están aprovechando del deseo que tienen
los pobres de enriquecerse rápido, y se convierten, por su ignorancia, en explotadores de la
pobreza como lo hacen las empresas de loterías.

La paciencia es una virtud espiritual del cristiano (Lc.21.19; Ro.15.4; Gl.5.22; Col.1.11; Heb.6.12;
10.36). El deseo de "obtener algo por nada" es la base psicológica fundamental donde se basan los
participantes de estos juegos. El hecho de perder, por lo general, hace que el jugador quiera
intentar de nuevo con la esperanza de que la próxima vez sea redimido financieramente. Las
ganancias a menudo abren el apetito por las emociones y alientan a tomar riesgos cada vez
mayores. Pero la Biblia nos enseña que la impaciencia nos aleja de la prosperidad y de las
bendiciones de Dios: Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza.
(Pr.28.22). Los bienes que se adquieren de prisa al principio, no serán al final bendecidos.
(Pr.20.21). Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que
se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. (Pr.21.5). El ejercer la paciencia
diligentemente desde el punto de vista económico requiere salirnos de la actitud y la cultura
imperante a nuestro alrededor para comenzar a mirar la vida desde un punto de vista diferente. El
problema que experimentamos es que las continuas dificultades económicas han promovido
desde nuestra niñez una actitud del «ya y ahora».

Atenta también contra la libertad espiritual. Los juegos de azar, bien sea que gane o pierda,
ponen en riesgo la vitalidad de la relación de la persona con Cristo. Para algunas personas, los
juegos de azar se hacen compulsivos, se convierten en una adicción, que los puede llevar a
descuidar a su familia, a ignorar sus responsabilidades e incluso a robar o a cometer otros
crímenes para mantener su adicción. Los riesgos personales de los juegos de azar pueden ir más
allá de la pérdida de dinero. Muchas personas han perdido el respeto de sí mismas, su libertad, sus
familias, su trabajo, etc. Como es siempre el caso, la persona involucrada en la conducta incorrecta
no es la única que sufre. Los hijos, el cónyuge, los amigos, los familiares y la sociedad en general
pagan un precio enorme por los efectos negativos acumulativos de los juegos de azar. La Biblia nos
advierte: Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias
necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los
males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores. 1Ti.6.9-10. Como cristianos no podemos permitir que se abran
puertas para aquellos que están o estuvieron atados a tal esclavitud.

Es un abuso dentro de lo que se conoce como la libertad cristiana. La Biblia nos


instruye: Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás,
para no poner tropiezo a mi hermano. (1Co.8.13). Creemos que somos amonestados por la
Palabra de Dios que si cualquier cosa que hagamos hace caer a nuestro hermano, debemos
dejarlo. Tal es el caso de las loterías, bingos, apuestas y demás juegos de azar. La comunidad
cristiana evangélica en Venezuela (y otros países) siempre ha considerado tales cosas como
prácticas mundanas y contrarias a la vida cristiana. Como individuos tenemos cierto nivel de
libertad en Cristo con relación a nuestros puntos de vista y nuestras prácticas personales. Pero al
hacerlo, debemos tener cuidado de no tomar una decisión basada en nuestra libertad personal,
con la cual pudiésemos hacer que otra persona se vea afectada

La confianza en Dios como nuestro proveedor. Depender del azar indica que no confiamos en
Dios como nuestro proveedor, aunque algunos “encomienden a Dios su jugada”. En el caso de los
cristianos que rifan algo, donde son mil concursantes para ganar cinco premios, seguramente
todos oran pidiendo a Dios que les premie, pero ¿será que sólo oyó a los cinco ganadores y no
escuchó a los noventa y cinco perdedores? Dios no nos bendice a través del azar. Debemos
conocer más de la Providencia Divina. Dios está por encima de la ley de las probabilidades, al
estudiar el libro de Esther encontramos esa realidad: Porque Amán hijo de Hamedata agagueo,
enemigo de todos los judíos, había ideado contra los judíos un plan para destruirlos, y había
echado Pur, que quiere decir suerte, para consumirlos y acabar con ellos. Más cuando Ester vino
a la presencia del rey, él ordenó por carta que el perverso designio que aquél trazó contra los
judíos recayera sobre su cabeza; y que colgaran a él y a sus hijos en la horca. Por esto llamaron a
estos días Purim, por el nombre Pur. (Est. 9.24-26). Nuestra suerte fue echada en Cristo en la cruz
del calvario: Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre
sí sus vestidos, echando suertes. (Lc.23.34). Dios es nuestro proveedor: Y llamó Abraham el
nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será
provisto. (Gn.22.14). Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre. (Sal. 68.10.b). Bendeciré
abundantemente su provisión; a sus pobres saciaré de pan. (Sal.132.15). En la casa del justo hay
gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío. (Pr.15.6). Irónicamente, tanto el ganar
como el perder nos puede llevar a ser cada vez más individualistas y a perder nuestra dependencia
de Cristo. Se nos ha llamado para que reflejemos la luz y la verdad de Cristo en nuestra vida
cotidiana. Debemos cuestionar toda práctica que nos evite vivir nuestra vida como testimonio al
Señor, o que disminuya nuestra confianza plena en que Dios puede proveer nuestras necesidades
diarias. Los juegos de azar son una de esas prácticas.
Espero que al leer estos argumentos, muchos sean edificados, y que crezcan en el conocimiento
de Aquel que sustenta todas las cosas con la palabra de su poder (Heb.1.3), y quien es poderoso
para proveernos todo conforme a sus riquezas en gloria (Fil.4.19).

Su hermano en Cristo,

Ricardo Ferrer Rojas.

Valencia, Venezuela, junio 16 de 2.011.

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