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teatro hoy
David Barbero
David Barbero
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Todos los derechos reservados
Contenido:
0.- PROLOGO.
Qué es el teatro
1.- EL TEXTO TEATRAL.
1.- Géneros literarios 2.- División 3.- Género dramático 4.-
Diégesis y mimesis 5.- Catarsis 6.- Un sistema dinámico- 7.-
Subgéneros dramáticos 8.- Test
2.- PROCESO DE ELABORACIÓN.
1.- Necesidad de un proceso 2.- Trabajo y talento 3.- Fases del
proceso
3.- LA IDEA ORIGINAL.
1.- Definición. 2.- Características. 3.- El plot. 4.- Formas
clásicas de plots. 5.- Tono y punto de vista. 6.- Relación con el
público 7.- Fuentes. 8.- Test para valorar una idea original.
4.- ARGUMENTO.
1.- Definición. 2.- Contenido 3.- Trama y story line. 4.-
Tramas secundarias. 5.- Test para valorar el argumento teatral
5.- EL TIEMPO DRAMÁTICO.
1.- Características. 2.- Orden. 3.- Ritmo. 4.- Elipsis y pausa.
5.- Duración. 6.- División del tiempo y frecuencia. 7.- Tiempo
discontinuo y el presente. 8.- Test
6.- EL ESPACIO ESCÉNICO.
1.- Naturaleza. 2.- Unidad de lugar. 3.- Distancia. 4.- El
espacio como instrumento dramático 5.- Test
7.- ACCIÓN DRAMÁTICA.
1.- Definición. 2.- Cualidades. 3.- Tipos de acción. 4.- Unidad
de acción. 5.- Cómo unificar la acción. 6.- Las causas. 7.- El núcleo
de la acción. 8.- Imprevisibilidad 10.- Test
8.- EL CONFLICTO DRAMÁTICO.
1.- Naturaleza. 2.- Tiempo limitado y vínculos. 3.- La fórmula
del conflicto. 4.- Tipos de conflicto. 5.- Test
9.- LA INTRIGA DRAMÁTICA.
1.- Naturaleza. 2.- Formas de intriga. 3.- Tipos de intriga. 4.-
Esquema de la intriga. 5.- Test
10.- IDENTIFICACIÓN DEL PÚBLICO.
1.- Naturaleza. 2.- Pasos y maneras de conectar. 3.-
Métodos. 4.- Catarsis. 5.- Test
11.- EL HUMOR EN EL TEXTO DRAMÁTICO.
1.- Naturaleza. 2 Tipos de humor. 3.- Test
12.- LOS PERSONAJES. DRAMÁTICOS.
1.- Importancia. 2.- Historia. 3.- Caracterización. 4.-
Definición completa. 5.- El objetivo. 6.- Multidisciplinares. 7.-
Peligros con los personajes. 8.- Test sobre el perfil del personaje.
13.- CREACIÓN DEL PERSONAJE.
1.- Proceso de creación. 2.- Pasos o fases. 3.- Investigación 4.-
Caracterización. 5.- La historia de fondo. 6.- Maneras de comunicar.
7.- Problemas en el proceso de creación. 8.- El test.
14.- TIPOS DE PERSONAJES.
1.- División. 2.- Personajes secundarios. 3.- Personajes no
realistas. 4.- Los héroes. 5.- Los estereotipos. 6.- El test.
15.- RELACIONES ENTRE LOS PERSONAJES.
1.- Tipos de relaciones. 2.- Bases de al relación. 3.-
Protagonista-antagonista. 4.-Esquemas de relación 5.- Los triángulos
6.- Test.
16.- ESTRUCTURA.
1.- Definiciones. 2.- Elementos estructurales. 3.- Diagramas
de la estructura. 4.-El diagrama o paradigma. 5.- Desarrollo del
primer acto. 6.- Desarrollo del segundo acto. 7.- Desarrollo del tercer
acto. 8.- Test.
17.- ESCENAS DRAMÁTICAS.
1.- Definiciones. 2.- Tipos de escenas dramáticas. 3.-
Estructura interna. 4.- Relación entre las escenas. 5.- Test.
18.- DIÁLOGOS.
1.- Definición. 2.- Texto, contexto, subtexto. 3.- Elementos y
funciones. 4.- Cualidades. 5.- El ritmo. 6.- Tipos de diálogos. 7.-
Monólogo. 8.- Test.
19.- ACOTACIONES.
1.- Definiciones. 2.- Importancia. 3.- Lenguaje no verbal. 4.-
Características. 5.- Contenido. 6.- El cuerpo humano. 7.- Tipos de
acotaciones. 8.- Sistema unitario y dinámico. 9.- Test.
Nuevos caminos
Es indudable, creo, que el teatro sigue vivo y coleando. No sé si más
que en otras épocas o menos. Diferente. Los tiempos han cambiado. La
sociedad es distinta. Las personas, sobre todo las personas, ven de diferente
manera su propia vida y la vida de los demás. En consecuencia, el teatro no
puede seguir haciéndose como se hacía antes. La escritura dramática, en
concreto, deberá adaptarse a las nuevas circunstancias.
Hay que aceptar que no disponemos de una enumeración de los
aspectos que han cambiado ni de la nueva orientación que han adquirido. Eso
se sabrá dentro de un siglo, en el caso de que los historiadores y estudiosos se
preocupen de analizarlo. Bueno, como ‘ahora las ciencias adelantan que es una
barbaridad’, quizá se pueda saber dentro de unas décadas. Pero los hacedores
del teatro, entre ellos los autores, no podemos esperar hasta entonces, sino que
debemos intentarlo ahora.
Esa es la dificultad y también la grandeza de la actividad artística, por
utilizar una palabra solemne. Para estar en consonancia con los nuevos
tiempos, - siempre lo son -, no se puede echar mano de recetas ya
experimentadas ni de hojas de ruta contrastadas. Hay que ir abriéndose camino
con las lógicas incógnitas e incertidumbres. Es preciso tratar de descubrir
nuevos caminos, procurando, además, que éstos lleguen a su destino.
Tampoco estamos solos en este propósito los implicados en la aventura
teatral. Otros muchos están embarcados en la misma faena. Incluso sospecho
que algunos se hallan más avanzados que nosotros. Los narradores andan
buscando nuevas formas desde hace tiempo. No digamos nada de los poetas. Es
posible que quienes caminan por las artes plásticas haya ido y vuelto varias
veces. Y los que intentan mezclar artísticamente los sonidos pueden encontrarse
ya en otros debates y con otras preocupaciones.
Quizá el gen diferente del teatro radique en su carácter comunitario, en
la necesidad de desarrollarse con la presencia del público, de la sociedad en
definitiva. Seguramente en ello radica su grandeza y también su dificultad. Es
muy posible que, para algunos, esta dependencia sea un incordio a la hora de
inventar nuevos caminos y tengan la tentación de correr solos la aventura.
Otros, posiblemente, utilizan los aparentes gustos de ese público para justificar
su anclaje a las fórmulas pasadas. Las personas que forman la sociedad actual
son parte necesaria para que el espectáculo teatral exista y con ellos debemos
caminar.
En este camino, podemos encontrar una importante ayuda en los que
nos han precedido, en la gente que ha hecho el teatro hasta ahora. Ellos nos han
transportado la herencia con esfuerzo y con talento, superando dificultades
posiblemente más grandes que las actuales. Nos han legado una sabiduría
extraordinariamente rica. No sé si somos lo bastante inteligentes para apreciarla
o tan estúpidos y vanidosos para considerarla obsoleta y renunciar a encontrar
en ella las bases de un futuro diferente.
De todos modos, debemos seguir por nuevos caminos.
Introducción
Qué es teatro
La contestación que se dé a esta pregunta sobre lo que es el teatro
influirá mucho en la actitud del autor que desee escribir una obra de teatro de
acuerdo con las exigencias artísticas, culturales y sociales de este momento.
A la respuesta se puede llegar por varias vías. El camino aquí utilizado es el
de ir descubriendo elementos a partir de una definición simple con el fin de
llegar hasta una aproximación lo más completa posible en pasos sucesivos.
Nuestros guías principales en este camino serán escritores, filósofos y
profesores que nos han precedido en su recorrido, sin necesidad de ser
citarlos ya que es evidente que todo les pertenece.
1.- VER Y MIRAR
Digamos, en primer lugar, que teatro es varias cosas a la vez. Al
menos, con esa palabra designamos realidades diferentes. La palabra teatro es
un término que procede del griego. Su primer significado puede ser el de ver
o mirar. Puede ser traducido como mirador. Tanto en el idioma original como
en los otros en los que se utiliza una palabra similar, el término teatro nos
sirve para designar cosas tan diferentes como un edificio, un género literario,
un oficio....
2.- EDIFICIO DUAL
Vamos a partir del más evidente y material de los significados que se
da a la palabra teatro. Teatro es un edificio. Un edificio es un espacio
acotado. Está separado del resto con una finalidad concreta. El objetivo que
se busca, al construir un edificio, es determinar un espacio interior para
dedicarlo a una función concreta. Esta función puede ser dar cobijo a una
familia, (vivienda), dar clases, (escuela), vender, (mercado). Para que un
edificio pueda realizar esas funciones debe tener una forma interna
determinada. Por lo tanto, analizando la forma concreta de un edifico se
puede saber cual es la función para la que ha sido hecho, ya que la forma es
un medio para el fin que debe desarrollar ese edificio.
Lo primero que destaca en la forma interior del edificio llamado teatro
es que está dividido en dos partes. Una parte es la sala y la otra parte es el
escenario. Existe, por tanto, una dualidad. Estas dos partes pueden estar
colocadas de distintas maneras, aunque normalmente están una frente a otra.
Esa diferente disposición es un elemento secundario. Siempre existe una
interdependencia entre la sala y el escenario. Son dos elementos que
funcionan el uno con relación al otro.
3.- EL ESCENARIO Y LA SALA
En esta dualidad del escenario y la sala, podemos encontrar un
elemento o carácter añadido. La sala está destinada a que allí se coloque el
público. En cambio, el escenario es el lugar de los actores, De la dualidad
material pasamos a la dualidad personal. Si el escenario y la sala eran dos
elementos que funcionaban el uno por referencia al otro, el público y los
actores tienen también esa referencia recíproca.
La sala está llena de asientos, de butacas, de palcos. Eso indica que
está dispuesta para que el público esté sentado. Las butacas y los otros
asientos están orientados hacia el escenario. Por lo tanto, sus ocupantes, el
público, han de dirigirse hacia el escenario. Están en esa posición no para
hacer algo, sino para mirar, para observar, para ver lo que allí sucede. Para
favorecer esa función, el escenario suele estar en alto.
La escena, en cambio, es un espacio vacío. Ese vacío permite que se
pueda llenar, que allí se puedan mover los actores con libertad. Permite
también que se puedan colocar decorados y, con ellos, dar apariencia de
diversos lugares. Los habitantes del escenario son activos. No están sentados.
Se mueven. Son llamados, por esta razón, actores.
4.- EL PÚBLICO Y LOS ACTORES
Capítulo primero
El texto dramático
Una buena definición de los parámetros teóricos y prácticos en los
que debe moverse el teatro será la base para establecer los nuevos caminos de
la escritura dramática que es preciso hacer en estos momentos. Interesa, por
tanto, mucho, que los nuevos autores tengan estas ideas muy claras.
1.- Géneros literarios
La Real academia de la lengua española define el teatro como el arte
de componer obras dramáticas o de representarlas. También lo define como
u n género literario junto a la narrativa y la poesía. Asimismo dice que el
teatro es el lugar donde se representas las obras dramáticas. También asegura
que teatro es un espectáculo representado sobre un escenario. Por otra parte,
afirma que teatro es el oficio del actor.
Por lo tanto, se puede decir que el teatro es muchas cosas. Es un
mundo complejo con distintos aspectos, trabajos, profesiones y actividades.
Dentro de todo ese mundo, aquí nos vamos a fijar en el texto teatral, en la
escritura dramática, en la literatura escénica.
Sin entrar a valorar si es más importante o menos dentro del
espectáculo teatral, partimos de la base de que el texto dramático es un
elemento absolutamente necesario, que ha existido siempre a lo largo de la
historia y que ha sido definido como uno de los géneros literarios básicos,
aunque esta definición no incluya toda su naturaleza.
Se pueden definir los géneros literarios como las diferentes formas
expositivas dentro de la literatura. Son las distintas expresiones de la
literatura que sirven para agrupar las obras según sus características y
afinidades. Estas diferentes categorías o ramas de la literatura están regidas
por determinadas leyes de forma y de contenido a las que a lo largo de la
historia se han sometido las obras literarias.
El género literario es entendido como el conjunto de constantes
retóricas y significativas o semióticas que identifica y reúne a varios
textos bajo una misma categoría, bajo un mismo género literario. Esta
definición se va conformando históricamente.
Resulta, sin embargo, difícil fijar los límites entre estas diferentes
categorías. No son absolutamente incompatibles unas con otras. Hay
contagios y mezclas. A veces, se pueden confundir lo propiamente narrativo
o épico-narrativo, lo lírico o poético y lo dramático o teatral. El término
«género literario» es una convención destinada a clasificar las obras
literarias. Se utiliza indistintamente para grandes grupos y para los pequeños,
aunque en este caso es mejor hablar de subgéneros.
2.- División
La primera clasificación de los géneros literarios pertenece a
Aristóteles. Los redujo a tres: épica, lírica y dramática. El primero ha
extendido su significado, al incluir la novela, a la noción más amplia de
narrativa.
Esta clasificación aristotélica no toma en cuenta el ensayo o género
didáctico, en el que se desarrollan y argumentan ideas. Esta exclusión ahora
es polémica. Para algunos, en él se da un contacto directo entre autor y lector;
para otros, puede analizarse como un relato (histórico, médico, psicológico u
otros) en el que el autor se traslada a un yo (observador u omnisciente) que
demuestra una hipótesis determinada.
En la actualidad, hay quien defiende que existencia de cuatro
géneros: poético, narrativo, dramático, y ensayístico. Incluso algunos
dividen el narrativo en épico y novelístico, con los que elevaban el número
hasta cinco. Hay estudiosos que insisten en las mezclas. Así hablan de
novelas líricas, poemas narrativos, poesía que recurre al ingrediente de la
teatralidad o la intersección entre los géneros.
La épica es un género hoy completamente en desuso, pero que fue el
más importante en la antigüedad clásica (Ilíada, Odisea, Eneida). Se
desarrolló ampliamente en la edad media y tuvo un importante renacimiento
con el humanismo.
5.- Catarsis.
U n cuarto término utilizado por los filósofos griegos a la hora de
analizar el texto dramático es ‘Catarsis’. Se ha hecho popular a raíz de
utilización hecha por Aristóteles y su aplicación a los efectos que el drama
debe producir en el espectador. A través de la representación de los
textos, a través de los hechos que tienen lugar sobre el escenario, deberá
perseguirse la catarsis, la purificación, la enseñanza. Es, por lo tanto, algo
más que un mero entretenimiento.
La purificación no se logra de una manera única. Se puede conseguir
a través del terror y de la compasión en la tragedia, y a través de la risa en
la comedia. Con los textos teatrales, se pretenderá que el espectador logre el
deleite, la enseñanza, la alegría, el llanto, la risa, el miedo y cualquier otro
sentimiento o emoción.
La catarsis tiene dos niveles: uno físico - médico y otro moral. En el
sentido médico, catarsis es limpieza corporal, sobre todo interior. Es
purificación, purga, o poda. También se aplicaba a la regla de la mujer. En el
plano moral es la limpieza del espíritu, la redención, la purificación a través
del deber cumplido o del arrepentimiento por el pecado o la lucha contra el mal
o el castigo por las conductas perversas.
Esta catarsis entre los griegos se lograba a través de los ritos religiosos
y también a través del teatro. En los ritos religiosos, se hacían sacrificios para
lograr la purificación personal o la purificación colectiva. Estos ritos eran de
agua, de fuego o de sangre. Estos últimos, los ritos de sangre o sacrificios
eran los más importantes y también los más eficaces. El máximo grado era el
sacrificio, la muerte de una persona, para que así la purificación, la catarsis,
fuera más completa.
En el teatro, la catarsis se producía como un efecto de la
representación, de la mímesis, de los hechos que tienen lugar en el escenario. A
través de esos hechos y a través de la identificación con ellos, a través de la
lucha del héroe y de su victoria, el espectador también se purifica, se
libera, se redime.
En un sentido más actual, se puede decir que este efecto de catarsis
puede significar la superación de las frustraciones cotidianas. Una
persona asiste a un espectáculo y, mediante la identificación con el héroe, se
olvida de sus propios problemas. Pone toda su personalidad en la consecución
de la victoria en la lucha que lleva a cabo el protagonista.
L a Real Academia española define la catarsis como ‘purificación
ritual del hombre a quien se considera impuro por haber transgredido algún
precepto religioso o moral’. También es ‘eliminación de recuerdos que
perturban la conciencia o equilibrio nervioso’.
El psicoanálisis interpreta la catarsis como ‘el placer engendrado por
nuestras propias emociones ante las emociones de los otros y el placer de sentir
una parte del antiguo yo reprimido, el cual toma el aspecto tranquilizador del
yo del otro’.
Quizá en la vida moderna, esta catarsis se lleve a cabo más que en el
teatro en espectáculos como el fútbol. Allí el público grita, se apasiona, se
identifica con ‘su’ equipo y de esa manera triunfa o pierde él mismo. La
identificación es tan perfecta como para creer que es él quien juega o disputa
esa competición. Así al terminar dice ‘Hemos perdido o hemos ganado’. Esa
catarsis hace que después del espectáculo deportivo, los asistentes salen
contentos y eufóricos o salen enfadados y derrotados.
Hemos dicho que el principal promotor de la catarsis fue Aristóteles.
Explícitamente habla de que a través del terror y de la piedad, que se producen
en la tragedia, el público se purifica en la catarsis. Lo mismo podría decirse, en
la comedia a través de la risa y de al burla. Sin embargo, ya entre los griegos
hay discrepancias sobre estos efectos. Platón, por ejemplo, no es tan
favorable a ese tipo de catarsis. Cree que es una manera de arrastrar el alma
a través de esos sentimientos. Platón cree que la auténtica purificación se logra
cuando el alma se separa del cuerpo y logra liberarse de las trabas corporales.
A lo largo de los siglos, ha habido también pensadores que se han
alineado en la misma línea de pensamiento que Platón. Así, J.J. Rouseau, decía
que esa catarsis era una emoción pasajera, vana y estéril. Diderot afirmaba que
era una transformación de pasiones en virtudes. Lessing apuesta por la
necesidad de buscar un justo medio.
Capítulo segundo
Proceso de elaboración
1.- Necesidad
Toda creación literaria, artística o audiovisual, exige un proceso para
su creación y su elaboración. Para lograr un buen producto artístico o literario,
es necesario respetar ese proceso y sus distintas fases. A veces se pueden
quemar etapas pero es muy arriesgado. Si se quiere tener garantía de que se va
a lograr un buen resultado, es preciso ir desarrollando paciente y
concienzudamente todas las fases del proceso. Empeñarse en ganar tiempo
saltándose alguna etapa es hacerse trampas a uno mismo y terminar
haciendo mucho más trabajo.
Si esa necesidad debe aplicarse a toda creación literaria, artística o
audiovisual, en el teatro es todavía más evidente. Hay un consejo viejo y
eficaz que dice: "Para escribir una obra de teatro, hay que dar un paso después
de otro. Quien pretende saltar, tropezará y caerá". Este consejo será muy útil
para los nuevos autores teatrales, ya que la elaboración de los textos teatrales va
a exigir cada vez más cuidado y precisión si se desea estar a la altura de las
exigencias actuales.
Escribir una obra de teatro es algo subjetivo y tiene elementos
intuitivos. Pero también es una técnica. Por esa razón, es preciso seguir unas
reglas, que han surgido tanto de la experiencia como de los estudios teóricos
realizados. En la enseñanza de la escritura teatral o dramática, se insiste mucho
en el aspecto artesano, en el oficio, en el aprendizaje. También hay que
insistir en que lo fundamental de la escritura dramática es crear historias e
inventarse conflictos. Es algo que se puede perfeccionar. Pero siempre es un
trabajo íntimo y personal
Hay un concepto o una expresión que alude a la inspiración como la
chispa o el momento en que se enciende una bombilla en la mente. Quizá es
una manera de referirse al momento de genio. En él, a uno se le ocurre una
idea, una propuesta, un germen. Ese instante es importante. Uno está leyendo el
periódico o escuchando una conversación o mirando al mar. Y en ese momento
algo se despierta en el interior y dice ahí hay una obra de teatro. Ahí existe un
conflicto. Ese momento es importante y hay que saber aprovecharlo.
Existe un olfato interno que nos permite determinar dónde y cuándo
existe esa posibilidad o ese conflicto. Es algo personal íntimo y a veces innato.
Pero también se aprende y se perfecciona. El olfato dramático se puede
adquirir y sobre todo se puede desarrollar. Hay que ejercitarlo mucho. Esa es la
mejor manera de desarrollarlo y utilizarlo en el momento preciso. Hay que
estar siempre abierto, atento, en disposición. Hay que estar buscando ideas,
personajes y conflictos.
Capítulo tercero
La idea básica
De acuerdo con las exigencias actuales por parte del resto de
participantes en el espectáculo teatral, es especialmente importante que el
autor tenga muy claro lo que desea hacer a la hora de escribir una nueva obra
de teatro. Por esa razón, es decisivo el momento de determinar su idea básica.
1.-Definición
La idea básica, en el teatro como en cualquier obra literaria o artística,
es el elemento esencial y primero, del que surge el proceso y el resultado.
Es la tesis, el propósito, la síntesis, el deseo, el núcleo fundamental. Se
puede definir también la idea como el comienzo, el germen, el origen, el
arranque. Asimismo se puede decir que es la idea central, uniformadora, la
que da sentido al conjunto y a la que se deben subordinar todos los demás
elementos.
E s necesario tener claro desde el principio cuál es la idea básica
sobre la que vamos a escribir. Debemos definirla con claridad. Si el autor no
lo tiene claro, no lo tendrá nadie. Toda la obra será confusa. El destinatario del
proceso, que es público, saldrá del teatro preguntándose: ‘Bueno, pero ¿esto de
qué va?’. Por lo tanto, la claridad en la idea básica inicial es una
responsabilidad del autor. Es posible que quiera hacer una obra sobre las
dudas o sobre la confusión, pero hasta en ese caso hay que tener claro que se
quiere escribir sobre las dudas y sobre la confusión.
2.- Características
Las características que debe tener toda idea general para convertirse
en la base sólida de una obra teatral pueden ser variadas. La idea básica debe
ser una dinámica, no estática. Ha de provocar acción. Este aspecto es muy
importante. La idea básica debe producir acción, energía, fuerza. En los
medios teatrales para valorar un buen proyecto se suele preguntar "si tiene
piernas para caminar".
Esa capacidad de moverse debe estar en la idea inicial. Para el teatro,
hay que escribir en movimiento. La estaticidad es mala. No debe morir en sí
misma. Debe proyectarse hacia el exterior.
D e b e generar conflictos y enfrentamientos. Ha de tener un
componente dramático. Tiene que permitir que la historia parezca algo
diferente a lo que en realidad es. El juego entre la apariencia y la
realidad debe estar presente desde el principio.
La idea básica debe afectar a sentimientos y preocupaciones comunes
a todas las personas. Debe producir emociones. Ha de tener suficiente fuerza
interior para mantener el interés de toda la obra.
3.- El plot
Plot es una palabra que se utiliza principalmente en el cine y en la
escritura de guiones audiovisuales. Se refiere a la parte central de la acción
dramática. Incluye el núcleo de la trama. Es el punto de unión para los
problemas, los conflictos, los personajes, las intrigas etc.
Este núcleo dramático debe ser algo dinámico, algo globalizador. La
clave está en saber cómo unir y cómo contar todos los elementos que integran
una acción. Es el motor de la acción, el creador del dinamismo, el núcleo vital
del drama. En una obra de teatro, y también en cada una de sus escenas, debe
haber sus correspondientes plots.
Las cualidades fundamentales de un buen plot son las siguientes: 1.-
Totalidad. Debe reunir todas las partes fundamentales. No puede faltar ningún
elemento importante. Debe tener principio, medio y final, lo que también se
llama planteamiento, nudo y desenlace. Cada una de estas partes es importante
y necesaria. Su conjunto también. 2.-Unidad. Estas partes no deben estar
separadas. Deben formar un conjunto. Han de estar relacionadas, integradas,
unidas. El plot da sentido. Cada una de las partes debe apoyar y mantener ese
sentido global. 3.- Credibilidad. Los elementos del plot deber ser reales,
lógicos. Deben ser aceptados por el receptor. Tienen que ser creíbles. Han
de permitir que el receptor se meta dentro, que no le parezca artificial.
Los tipos de plots son muchos por su contenido. Respecto a la
función que cumple en la obra dramática, pueden distinguirse los siguientes:
Plot principal. Es el núcleo fundamental de la historia o acción principal en el
texto dramático. Subplot.- Es una línea secundaria de acción. Normalmente
refuerza el plot principal. También puede actuar de contraste. A veces, los
subplots tienen mala prensa porque son acusados de producir dispersión.
Multiplots. Es más propio de los productos televisivos. En su concepción pura,
no hay un plot principal. Todos tienen la misma categoría. También puede
haber una combinación de historias en la que una de ellas y su correspondiente
plot sea el principal. De todos modos, tienen que estar relacionados entre sí.
4.- Formas clásicas de plots:
Las distintas obras teatrales que han sido escritas a lo largo de la
historia y los productos de otros géneros literarios, nos llevan a señalar como
más frecuentes los distintos plots o ideas básicas:
1.- Amor. Una pareja se ama. Se separa. Vuelve a unirse. Termina
bien o termina mal. Chico busca chica. La encuentra. La pierde. La vuelve a
encontrar y se queda con ella. O al revés, para no ser machista.
2.- Éxito. El hombre, o la mujer, que busca el éxito, el triunfo. Lucha
por él. Tiene dificultades. Sigue luchando. Lo consigue. El éxito puede ser
material, económico, social o político.
3 .- Cenicienta o Pigmalión.
Transformación del personaje de humilde a rico o poderoso. El de Pigmalión
sería la reeducación de una persona de acuerdo con las normas y conveniencias
sociales.
4 .- El triángulo. Un nuevo miembro interfiere en una pareja. En
principio, es un planteamiento en las relaciones amorosas o sexuales. También
se puede plantear en otro tipo de relaciones. El punto común es el tercero en
discordia. Las combinaciones pueden ser varias y también las resoluciones
pueden ser distintas.
5.- El regreso. La parábola evangélica del hijo pródigo. Alguien que
viene después de una larga ausencia. Son posibles muchas variaciones.
6 .- Venganza. El protagonista intenta contrarrestar alguna ofensa
recibida en el pasado. Puede ser que lo intente por su cuenta o que lo haga
dentro de la legalidad. Otra variación es la búsqueda de la verdad sobre lo
sucedido.
7.- Conversión. Un malvado se convierte en héroe. La conversión de
Pablo en el Nuevo Testamento es un buen ejemplo. También se puede tratar de
transformar una sociedad injusta.
8 .- El sacrificio. Alguien se sacrifica por otro o por una causa. El
modelo de este plot es el de Jesucristo.
9.- La familia. La relación, el amor, y la fidelidad entre la familia, el
clan o el grupo. La tensión y el equilibrio entre el amor y la libertad. También
entre la autoridad y la autonomía personal, entre la posesión y la
independencia.
1 0 .- El diferente. La aparición de un elemento distinto, diferente,
cambia las relaciones existentes. Es aceptado o no. Desintegra la sociedad en
que es acogido o se integra en ella.
Estos plots pueden utilizarse para seguir su esquema o para romperlos.
Hay que tener conciencia de que todo es posible y ser libre para hacerlo.
Vladimir Propp, investigador ruso sobre las fábulas, establece 30 funciones
básicas de una fábula. No están referidas a la escritura teatral, pero se pueden
adaptar perfectamente. ‘Morfología de los cuentos’ Ed. Fundamentos 1971.
No es esa la única relación de tipos básicos de historias. El
reconocido escritor de novelas de ciencia-ficción Robert A. Heinlein las
sintetiza de otra manera y las reduce a tres: Chico-encuentra-chica: Una
historia de amor. De búsqueda, o de encuentro o de fracaso o de ruptura o de
todo a la vez. Las variaciones pueden ser infinitas. El sastrecillo valiente o su
inverso: Historia de un triunfo o de un fracaso, o de una ambición, o una lucha.
El personaje que aprende: El que cambia. El que piensa de una manera al
principio y de otro al final. El que mejora. El que se pervierte. El que se
transforma.
7.- Fuentes
El origen de las ideas para escribir una obra de teatro puede ser muy
diverso. Las principales fuentes de inspiración suelen ser la vida misma, las
experiencias de cada uno, la observación, las relaciones con otras personas, la
lectura, otras obras de teatro, películas, las noticias, los informativos de la radio
y la televisión o los periódicos.
Es importante atender todas estas posibles fuentes. De todas las
maneras, hay que insistir en que el origen principal de las ideas debe ser la
voz interior del escritor. Un autor debe decir lo que desee, lo que crea que
debe decir. Pueden ser ilustrativas unas palabras de David Mamet, en su libro
‘Escrito en restaurantes’: ‘Soy un dramaturgo, lo que quiere decir que lo que
he hecho con la mayor parte de mi tiempo, durante la mayor parte de mi vida
adulta, ha sido sentarme a solas, charlar conmigo mismo y tomar nota de esa
conversación’.
Todas las fuentes son válidas. Nada hay nuevo bajo el sol, pero todo
puede ser nuevo. Todo está dicho y, a la vez, todo está por decir. Lo importante
es tratar los temas de forma nueva y diferente, de forma propia, con un
estilo personal.
Los estímulos literarios y teatrales pueden venir de fuera. Pero hay
que interiorizarlos. Imitar las formas externas puede ser fácil. Pero imitar en
profundidad, asumir ideas, apropiarse del pensamiento de otro es muy difícil.
Lo importante en una obra de teatro, como en cualquier otro arte, es crear,
implicarse personalmente, decir lo que realmente se quiere decir. Es una
actitud, una decisión, un arrojo, reto: Tengo mi idea, la defiendo, trato de
llevarla a cabo, y lucho por ella.
Se suelen enumerar seis campos en los que se pueden encontrar ideas,
que a la vez son seis formas de buscarlas. Idea intencionada. Hay que
recurrir a nuestro interior. Está en nuestra memoria, en nuestros pensamientos,
en nuestras vivencias, en nuestro pasado. Idea verbalizada: Es la que alguien
nos cuenta, nos comunica, nos narra. Hay que saber escuchar. En cualquier
sitio, se oyen historias y vivencias fantásticas. Es preciso estar atento. También
hay que observar. Cada cara es una historia, cada persona tiene un drama digno
de ser contado. Idea leída: Está en la lectura, que se va perdiendo, en los libros
de narración, en otras obras de teatro, en la poesía, en los periódicos. Idea
transformada: "Un autor aficionado copia, un autor profesional transforma".
Transformación, manipulación, adaptación, recreación. Idea propuesta: Se
puede escribir una obra de teatro por encargo. No hay que escandalizarse.
También puede ser un producto digno. Será preciso interiorizar la propuesta, si
se quiere hacer algo bueno. Habrá que creer en ella, asumirla, meterse dentro.
Idea buscada: La inspiración, por llamarlo así, llega después de trabajar y de
investigar sobre lo que uno desea, o sobre lo que desea el mercado o sobre lo
que puede gustar al productor y al director. Hay que trabajar para descubrir los
vacíos del mercado y los gustos de la gente. Hay que trabajar siempre mucho.
Capítulo cuarto
El argumento
Quizá no corran tiempos muy favorables para defender la necesidad
de que las obras de teatro que se escriben en la actualidad deban prestar una
atención especial al argumento. Sin embargo, es uno de los fallos más
frecuentes que se puede detectar en los espectáculos que ahora se presentan a
pesar de que se pretenda ocultar esa ausencia con efectos estéticos artificiales.
Si el nuevo autor dramático sabe construir bien sus argumentos podrá suplir
esta deficiencia y el resto de los oficios teatrales se verán inclinados a
aceptarlo.
1.-Definición
El concepto romano 'argumentum' tiene un significado jurídico y
filosófico. Significa prueba o justificación de algo en el sentido de
argumentar o razonar una afirmación o una petición. También significa lo que
se está mostrando, el resumen de una historia, aquello de lo que trata la
obra.
El argumento podría ser equivalente al tema o a la trama. Sin
embargo, por las equivalencias del inglés que se ha impuesto en el mundo del
espectáculo y en el campo audiovisual, conviene precisar entre los diversos
conceptos. Argumento es equivalente a story. Tema se suele traducir por topic o
subject.
Se puede definir el argumento como sinopsis, en el sentido de
concreción, síntesis o resumen de lo que sucede en una obra de teatro, una
película o una novela. Es preciso insistir en que el argumento se refiere a los
hechos, a los acontecimientos. Hay que exponer lo que va a pasar, lo que va
a suceder. No se trata de establecer las situaciones o los motivos en este caso.
Tampoco es una valoración. Es una secuencia de hechos. Hay que hacer una
narración.
Por su relación con el argumento, conviene también exponer lo que
significa el concepto "biblia". En inglés, se utiliza el término estándar de "the
bible". En francés, en cambio, se llama "le livret". Es el resumen, el marco
general, la guía de los acontecimientos que van a tener lugar a lo largo de
una serie o una narración que se está escribiendo.
Se suele utilizar más en los productos televisivos de varios capítulos.
Sin embargo, puede ser útil también en el teatro, sobre todo cuando la
escritura es colectiva y es necesario coordinar a distintos autores. Es el punto
de referencia para que estos autores mantengan la unidad. Una obra de
teatro no es algo tan complicado como una serie de muchos capítulos, pero
puede ser conveniente tener un punto de referencia para todo su desarrollo.
L a concreción exacta del argumento es una fase muy útil para el
desarrollo del proyecto hacia la escritura final. Es un paso que hay que cubrir
del modo más minucioso posible. Se deducen muchas consecuencias útiles
para completar, después, las otras fases del proceso teatral: Es muy útil para
la producción. Permite hacer un cálculo sobre los posibles gastos, el número
de los personajes, la planificación del trabajo. etc. Para el mercado. Permite
conocer su viabilidad, las posibilidades de venta. Facilita el cálculo de
aceptación. Hace posible un sondeo de su posible interés para el público y para
los compradores. Para la técnica. En un producto teatral intervienen muchas
ramas de actividad. Muchos de ellos se engloban en el apartado de técnicos.
Ellos deben conocer por adelantado de qué va el producto en el que van a
trabajar. Para los actores y actrices. Puede ser conveniente que conozcan la
obra que van a representar en un proceso previo a la escritura de sus diálogos.
En este campo, el argumento o la sinopsis también puede ayudar para realizar
el casting y las contrataciones. Para la autoría. Es una ayuda para los autores
ya que la concreción del argumento ayuda a clarificar lo que realmente se
quiere escribir.
2.-Contenido
No hay una receta ni una enumeración exacta de los elementos o la
cantidad de hechos que deben aparecer en todo buen argumento. Hay que
destacar una vez más que el autor siempre es libre para hacer lo que realmente
desea. Es libre y también responsable.
En el argumento, hay que poner hechos, acontecimientos, historias. En
definitiva, se trata de exponer los elementos esenciales de la historia que se
quiere representar. Su desarrollo. Una historia, en síntesis, es lo siguiente:
Alguien hace algo en un sitio y lugar concreto, de una manera
determinada, por unos motivos concretos y para alcanzar una finalidad.
Un enunciado tipo de los elementos que no deben faltar en un
argumento puede ser el siguiente: La temporalidad (Cuando). La localización
(Donde). Los personajes (Quién). La acción dramática (Qué). La motivación
(Por qué) La forma (Cómo) y la finalidad (Para qué).
Temporalidad. Un argumento debe definir cuándo sucede la historia.
Debe concretar cuándo comienza, cuándo se desarrolla y cuándo termina.
Establece el tiempo que transcurre en el desarrollo de los hechos. Este
tiempo cronológico no es lo mismo que el tiempo dramático, pero debe estar
bien determinado.
Localización. Un argumento debe concretar el lugar o los lugares
donde se desarrolla la historia. Debe señalar una localización global y
localizaciones o escenarios concretos. El lugar no es sólo un valor
geográfico. Hay concomitancias históricas, de significado, de costumbres,
gastronómicas, etc.
Personajes. En el argumento deben aparecer los personajes con su
perfil general y el papel que ocupa en la representación. También deben estar
las relaciones entre ellos y los enfrentamientos que crean.
La acción. Ha de presentar un resumen de lo que sucede. Se debe
indicar los conflictos existentes, el desarrollo y la resolución de la obra.
L a motivación. El argumento
debe señalar las razones por las que suceden las cosas y las intenciones que
tiene cada uno de los personajes al participar en los diferentes hechos.
L a forma. La manera en que suceden los hechos a veces es tan
determinante como los hechos mismos. Esto debe reflejarse con claridad en el
argumento.
La finalidad. Es el objetivo que se desea conseguir con esa acción, la
meta que se quiere lograr. Es un condicionante importante de toda la acción.
Un aspecto importante: El argumento no es una situación. Es un
proceso. Es el desarrollo de los hechos, sintetizado pero completo. Debe estar
el comienzo, el desarrollo y el final.
Capítulo quinto
El tiempo dramático
Quizá el elemento más distintivo de la modernidad de un texto teatral
sea la manera en que se presenta el desarrollo temporal de la acción. Es algo
tan decisivo que requiere una reflexión muy especial por parte del autor que
desee realizar una escritura dramática adecuada a los tiempos actuales.
1.- Características
El tratamiento del tiempo en el texto teatral es muy importante y se
desarrolla según unos criterios específicos. La determinación del tiempo
condiciona el desarrollo de la acción y es fundamental a la hora de escribir
el drama. El teatro, la obra dramática se desarrolla a lo largo del tiempo.
Es, por lo tanto, el tiempo algo que hay que tratar con mucho detenimiento.
En primer lugar, debemos hacer una diferenciación importante, Hay
que distinguir entre el tiempo o duración del espectáculo teatral y el tiempo
de los acontecimientos que se desarrollan en el espectáculo y en el texto
dramático.
Atendiendo a este segundo concepto del tiempo dramático, una
primera consideración es la referida al tiempo en el que están colocados esos
acontecimientos. En este aspecto, hay distinguir entre los hechos ubicados
temporalmente, colocados en un tiempo histórico y los hechos que están
descontextualizados en el tiempo. Son intemporales. Entre los que están
colocados en el tiempo, hay que diferenciar si esos hechos son anteriores al
tiempo presente, si son contemporáneos o si se desarrollan en el futuro.
Pero la cuestión más importante para el tratamiento del tiempo en el
texto dramático se refiere a la arquitectura temporal, a la utilización y
manipulación del tiempo en la exposición de los hechos. En este punto se
suelen diferenciar cuatro cuestiones principales: El orden, el ritmo, la
duración y la frecuencia
2.- El orden
que sea más apropiada para lo que se quiere exponer. Estas maneras de
hechos suceden uno tras de otro de modo lógico, de acuerdo con su desarrollo
desorden intencionados.
Para realizar estas anacronías o esta recomposición temporal con
criterio es preciso establecer un ahora como momento de referencia y
desde ese punto se hacen saltos hacia delante o hacia atrás. Estas anacronías
tienen un alcance y una amplitud. El alcance es la distancia temporal que
hay desde el ahora establecido como referencia y el tiempo anterior o posterior
al que se puede llegar. La amplitud, es el periodo de tiempo que abarcan.
Las anacronías pueden ser internas y externas. Las externas, cuando
el momento expuesto es anterior al comienzo o posterior al final de los hechos
referidos. Está fuera. Las internas hacen referencia a hechos incluidos en esos
límites. También pueden ser mixtas, si incluyen referencias de ambas
características.
En cuanto a la función que desarrollan estas anacronías se pueden
dividir en: Completivas, las que rellenan lagunas en el desarrollo de los hechos
y que son necesarios para comprenderlos. Repetitivas, si tiene la función de
recordar o insistir en hechos que ya han aparecido. Hay otras anacronías que
tiene la misión de destacar algún carácter significativo de un personaje.
Las interrupciones temporales tienen nombres técnicos: Analepsis,
si se refieren a hechos anteriores al punto de referencia. Prolepsis si se refiere a
hechos sucedidos más tarde. Silepsis, cuando se interrumpe la continuidad
cronológica con hechos acrónicos.
Existen otras maneras o modelos de exponer los hechos, además de la
forma lineal. Estas pueden ser las siguientes: 1.- Simultáneo. Los hechos que
se exponen tienen lugar de modo simultáneo. Aquí habrá que estudiar la forma
de exponerlos. Una manera es dividir el escenario para que el espectador los
vea a vez, Otra manera es exponer primero uno y después otro, pero dejando
claro al espectador que suceden simultáneamente. 2.- Intercalado: En el
desarrollo de los hechos se intercalan acontecimientos del pasado que tienen
relación con lo que está sucediendo sobre el escenario. 3.- Onírico o poético.
El orden cronológico real o lógico se rompe. Existe otro orden subjetivo o
sub realista, onírico, irreal, absurdo. Dependiendo de la subjetividad de
cada personaje. 4.- A saltos. Se salta con frecuencia hacia adelante o hacia
atrás en los acontecimientos que se viven sobre el escenario, en lugar de
mantener un orden cronológico.
De todos modos, es preciso insistir en el carácter de síntesis con que
se desarrollan los acontecimientos en el teatro. No se puede exponer todo.
Hay que seleccionar. En el escenario sólo sucede lo esencial, lo necesario.
3.- El ritmo
Se refiere a la velocidad con que suceden los hechos. Además de
ritmo se puede hablar de expresión italiana de tempo. Este concepto tiene un
componente real y otro psicológico. El aspecto real es la velocidad objetiva
en que ocurren los hechos, Está relacionada con la densidad con que se
desarrollan. Otra cosa diferente es la sensación de rapidez o de lentitud
que el público puede tener sobre la marcha en que tienen lugar los
acontecimientos.
Lógicamente existen muchos componentes subjetivos en estas
apreciaciones. Pero existe también un punto de comparación más objetiva.
Es el tiempo en el que en la realidad tiene lugar la historia. El tiempo de
exposición sobre el escenario puede ser igual, superior o inferior a ese
tiempo real. Así podemos hablar de: Sumario o resumen. Dilatación o
alargamiento. Coincidencia o desarrollo isócrono.
relación cómplice con la propuesta temporal del autor. El tiempo vivido atrapa
tiempo dramático.
Para conseguir este desarrollo discontinuo del texto dramático, se
necesita que la acción dramática siempre se desarrolle en presente. El
diálogo, los gestos y el movimiento de los personajes siempre suceden en el
presente, en el tiempo en que están ante los espectadores. En cada momento, el
tiempo se hace tangible a través de la palabra enunciada, a través del carácter
comunicativo del diálogo y de los gestos. Mediante este diálogo, estos gestos y
este movimiento, los personajes están viviendo esos acontecimientos siempre
en presente, y de forma directa.
Este presente del diálogo y de la acción dramática posibilita la
característica particular del teatro: la vivencia de la acción dramática. El
tiempo presente es sentido por los personajes en cada una de las escenas.
Incluso las escenas que recuerden acciones del pasado en la escena se viven en
presente. El tiempo dramático es una suma de presentes. Va avanzando con
unidades dramáticas, las escenas o los diálogos que se viven en el presente.
Capítulo sexto
Espacio dramático
El espacio escénico y su integración dinámica en la acción y el
conflicto dramático ha sido seguramente el elemento más descuidado en los
espectáculos teatrales a los largo de la historia. Es hora de que los nuevos
autores saquen en sus propuestas textuales todo el provecho que se debe sacar
de él. Es una irresponsabilidad ceder a la irresponsable excusa de que es una
competencia del escenógrafo, el iluminador o el director. El autor deberá
ofrecer una visión completa para llevar a cabo la representación de acuerdo
con las exigencias de los tiempos actuales.
1.- Naturaleza
El espacio es un elemento muy importante en el teatro. Poner una
obra en escena es fundamentalmente colocarla en un espacio. Para el texto
dramático, es una gran condicionante. A la hora de determinar y concretar el
tratamiento espacial en el texto dramático hay que atender a distintas
funciones. Del espacio depende: La creación del efecto de verosimilitud, la
organización material de los hechos, el establecimiento de las relaciones
psicológicas e ideológicas, y la caracterización de los personajes.
Al determinar le espacio, se concretan también el marco histórico,
social, personal etc. Es uno de los elementos más importantes para
determinar el carácter de la obra y hasta su género.
Una primera distinción es preciso establecer entre el lugar en el que
tiene lugar materialmente el espectáculo teatral y el lugar donde se
desarrollan los hechos dramatizados. Respecto al primer espacio, existe el
escenario, uno o varios y colocados en diversas posiciones. En principio,
allí debe tener lugar la acción de los actores.
H a b r á excepciones, pero
esa es la norma general. Puede haber algunas partes o intervenciones que se
podrán desarrollar en el patio de butacas o en otros sitios. Pero lo normal
es pensar que el escenario es el lugar en el que se representan los
acontecimientos en los que se concreta la acción dramática.
Habrá que considerar por separado el espacio o espacios que
proporciona el escenario para la representación y los lugares figurados
donde se desarrolla la acción.
En cuanto a la distribución del escenario, puede corresponder más a
las decisiones del director de escena que a las indicaciones del autor. De
todos modos, no está de sobra que el autor en las acotaciones o didascalias
exponga las sugerencias que considere oportunas para el desarrollo de la acción
dramática.
En cuanto a la determinación de los lugares donde se desarrolle la
acción dramática, existe también una gran limitación respecto a otros
géneros literarios. En la novela, por ejemplo, se puede cambiar de escenario
en cada línea, cosa que es imposible en el teatro. De todos modos, los espacios
no siempre tienen que ser realistas y reflejar con todas las características
físicas el lugar de referencia. Pueden ser lugares simbólicos, alegóricos o
indeterminados.
3.- La distancia
Se puede decir que los actores y el público están en el mismo
espacio ya que se hallan en el mismo local, dentro del mismo edificio
llamado teatro. Sin embargo, el escenario y el patio de butacas son dos
espacios diferentes y con una función muy distinta. Una característica
física es que los actores siempre están a la misma distancia del espectador.
Éste tiene el mismo punto de visión y la misma referencia de lo que pasa en
el escenario durante toda la representación. En ese sentido, sería imposible
trasladar de una manera estricta la variedad de distancias y perspectivas
que puede utilizar el cine para ofrecer primeros planos o panorámicas y
proporcionar distanciamientos o acercamientos de la imagen.
Sin embargo, tampoco se deben rechazar totalmente. Existen
diversas posibilidades de mover las distancias. Un primer ejercicio es
analizar qué acciones deben tener lugar en el proscenio cerca de los
espectadores o en el fondo del escenario. Además la colocación espacial de
los diferentes personajes y objetos ofrecen posibilidades de cambiar de
perspectiva. Son elementos a analizar. Normalmente esta concreción debe
hacerse a la hora de la puesta en escena. Pero desde el texto teatral se pueden
sugerir muchas alternativas que enriquezcan la acción dramática.
Los analistas de la teoría del cine han estudiado algunos conceptos
que pueden tener relación con la distancia en espacio escénico y por lo tanto
es útil tenerlos en cuenta. En el cine, la distancia de la cámara se manifiesta
principalmente en los diferentes planos. Aceptando que el teatro
necesariamente se mueve en otros parámetros, es posible también utilizar
determinados paralelismos.
La imagen fílmica está constituida por varios elementos: Los
esenciales son la escala, el ángulo y la iluminación, además del color, el
sonido. La escala es la relación entre la superficie de la pantalla ocupada por
un objeto determinado y la superficie total del mismo cuadro. Viene
determinada por el tamaño del objeto, por la distancia entre éste y la cámara,
y por el objetivo usado. El plano es el conjunto de imágenes que
constituyen una misma toma. La planificación determina la relación de
distancia y tamaño entre la cámara y el motivo. Hay un símil entre las
escenas teatrales y los planos del cine. Quizá la reflexión sobre esta
similitud puede aportar sugerencias para el tratamiento de las escenas
dramáticas. La escala y los planos pueden ser los puntos de consideración
para buscar el equivalente en el teatro a los planos cinematográficos con el
fin de conseguir los mismos efectos de aproximación o lejanía. La
profundidad de campo se puede utilizar como elemento de gran valor
dramático y psicológico. Esta consideración también es posible reflejarla en
el texto dramático por el autor.
Capítulo séptimo
Acción dramática
La manera de desarrollar en sus textos la acción dramática de forma
dinámica puede llegar a ser el distintivo de los autores actuales de calidad.
Los que consigan ese adecuado tratamiento dramático contarán con una gran
baza para que el resto de los profesionales que intervienen en la
representación se vean obligados a respetar su obra.
1.- Definición
Aristóteles define el drama como ‘la representación de una acción
seria, completa en sí misma y de cierta magnitud’. La acción es fundamental
en el drama y también en el texto dramático. Él asocia la acción al cambio de
fortuna, el vuelco de las relaciones sociales existentes. La secuencia de los
acontecimientos, según la ley de la probabilidad y la necesidad, provoca un
cambio de mala a buena suerte o de buena a mala. Llama peripecia a la
intrusión de nuevos acontecimientos que provoquen los cambios en la vida
del héroe y lleven la acción en una nueva dirección.
Aristóteles coloca la acción como el elemento básico del drama.
Por encima del personaje. Dice textualmente:’ El carácter debe estar
subordinado a las acciones’. Se puede afirmar quizá que el tratamiento de los
personajes, de los caracteres según Aristóteles no estaba muy desarrollado.
Pero la primacía que da a la acción está fuera de toda duda.
Siguiendo la idea del filósofo griego podemos decir que la obra teatral
es un sistema de acciones que conduce a cambios en los equilibrios
existentes. En ese sentido, la acción es lo que da unidad a la obra. El principio
de la acción unifica y da sentido a toda la estructura dramática.
2.- Cualidades
La acción dramática es una actividad. Pero no toda actividad es una
acción dramática. Su eficacia no se mide por la cantidad de movimiento
que se produce sobre el escenario, sino del significado y del cambio que
ocasiona en los personajes y en la transformación de la orientación de los que
estaba sucediendo.
Una acción importante puede estar enmarcada en una actividad
mínima. Pero la actividad, no siendo lo fundamental, es necesaria para la
acción. El problema está en encontrar la actividad característica y
apropiada para esa acción. Tiene que haber un movimiento físico que
transmita el cambio.
Stanislavski recomienda a los actores que busquen una actividad física
que exprese su emoción interior. El dramaturgo debe hacer algo similar.
Debe encontrar una actividad que intensifique y agudice el conflicto en la
acción dramática. La palabra y el diálogo ya son actividad. Además tienen
un significado y expresan la acción dramática. También deben ir apoyadas
por actividades significativas.
Otra cualidad de la acción dramática es la fluidez. Por si misma, la
acción es dinámica. No debe ser reiterativa, no debe ser repetitiva. La acción
debe estar en proceso de realizarse. Cada acción implica un cambio en el
equilibrio existente que a su vez provoca otra acción y otro cambio.
La acción dramática es actividad combinada con movimiento físico
y diálogo. Incluye la expectación y el logro de un cambio en el equilibrio
existente. La acción puede ser compleja o simple, pero todas sus partes deben
ser dinámicas, progresivas y significativas. La progresión tiene que ver
con la estructura y la significación tiene que ver con el tema, pero ambas
están condicionadas al principio unificador que dé sentido a la totalidad. Esta
función unificadora también debe cumplirla la acción.
Capítulo octavo
Conflicto dramático
Dentro del proceso para elaborar un texto teatral, el paso más
importante que debe dar el autor es la concreción del conflicto o de los
conflictos que se van a desarrollar en la obra. El conflicto es la base de la
acción. Es la esencia del texto dramático. En estos momentos, este punto exige
una gran atención.
1.- Naturaleza
Conflicto, en general, se puede definir como enfrentamiento entre
personas o entre fuerzas. Es lucha. Es tensión. Dentro de las narraciones
literarias, teatrales, audiovisuales o cinematográficas, el conflicto es el
enfrentamiento entre personajes a través del cual se organiza y se
desarrolla la acción. El conflicto es el origen, el centro, el tuétano y la
esencia del drama, de la intriga y del interés.
El ser humano es dialéctico y, por lo tanto, conflictivo. Se desarrolla a
través de antagonismos y contradicciones. Sin luchas internas, un hombre
no puede progresar. El hombre siempre se encuentra entre una cosa y otra,
entre una decisión y otra. Tiene que elegir, seleccionar. Está en tránsito.
Tiene que buscar caminos. Entre las muchas posibilidades de la vida, hay
que elegir una y rechazar todas las demás. Todo esto se desarrolla en una
lucha interior, en un conflicto. Las luchas interpersonales, son las que
organizan la acción y mueven la sociedad. Dos personas o dos grupos luchan,
se enfrentan por conseguir un mismo objetivo o por impedir que el otro lo
consiga.
El núcleo de un texto dramático está constituido por aquel momento
en el cual el héroe asume el enfrentamiento que desemboca en el éxito o en
el fracaso. Esta exigencia permite traducir al lenguaje de la teatralidad lo que
constituye un requisito obligado: la existencia de un conflicto dramático
bien diseñado.
Un buen conflicto dramático es el que, en primer lugar, garantiza el
hallazgo de dos fuerzas encontradas, que apuntan hacia objetivos
mutuamente incompatibles. Este enfrentamiento debe ser específico y
concreto. No puede tratarse de una oposición "simbólica", puramente
temática sino de una confrontación personal por los objetos cargados de
valor. Un buen conflicto admite su representación y su "simbolización"
mediante un objeto concreto: la bandera disputada en la guerra, el botín
competido por los ladrones, la manzana de la discordia. Pero el
enfrentamiento debe ser real.
Una frase de Jean Paul Sartre, en su libro ‘El teatro de situaciones’:
El drama se presenta como el espacio cerrado en el que los personajes disputan
sus derechos, sus deseos y sus ambiciones. Los conflictos deben interesar
inmediatamente y apasionar a los espectadores. Para eso deben ser conflictos
actuales, comprometidos en la vida real. Los autores deben encontrar el
lenguaje dramático adecuado para hablar a los espectadores de estos
conflictos’.
Otras palabras de Bertold Brecht en ‘Breviario de estética teatral: Si el
teatro quiere concebir la realidad en su movimiento, debe considerar las
condiciones sociales como procesos conflictivos y captarlo en sus
contradicciones. Todo existe sólo en cuanto que se transforma, en cuanto está
en contradicción consigo mismo.’
Capítulo noveno
Intriga dramática
El desarrollo de la dramaturgia en este momento exige que conflicto
teatral y la acción dramática tengan incertidumbre en el resultado. Ese debe
ser un cuidado especial del nuevo autor. Las dudas y la incertidumbre se
pueden y se deben promover, provocar. La tensión dramática se logra, se
prolonga y se mantiene por diversas operaciones e incluso con determinados
trucos.
1.- Naturaleza
La intriga, básicamente, es un efecto emocional producido en el
espectador, que consiste en un estado de incertidumbre o curiosidad en
relación con el desenlace de la acción. En otros términos, la intriga es una
estrategia para generar y mantener el interés del receptor. Así, resulta
evidente que la intriga es el elemento crucial que define el poder de
seducción del espectáculo dramático.
Para promover la intriga dramática hay que crear riesgo y suspense.
Hay que destacar y fortalecer las fórmulas que creen ese sentimiento de duda.
El enfrentamiento de los personajes debe provocar la incertidumbre, la
incógnita, el no saber lo que va a suceder, la duda, el interés, la intriga.
Esta incertidumbre debe ser vivida por los personajes. Es la mejor manera
de transmitírsela a los espectadores. El riesgo está relacionado con el peligro,
con la aventura, con lo desconocido, con las dudas por lo que puede suceder.
El suspense se basa en las posibilidades abiertas, en la incógnita. Un
elemento nuevo, una acción imprevista cambia la situación existente. De
momento, no se conocen las consecuencias que se pueden derivar de la
acción. Esa es la intriga teatral.
El teatro es el espacio idóneo para el ejercicio de la intriga pues
siempre propone dos historias: una explícita y otra oculta, que es la que
realmente cuenta. La espera, como condición fundadora de la verdad, define
al teatro como un rito iniciático erizado de dificultades. Esta espera define la
paradoja de toda representación, que consiste en que la transmisión de
información sobre lo que va sucediendo. Si toda historia utiliza estas
estrategias de intriga, las diferencias entre una obra y otra consisten en la
manera de dosificar la información y las formas de ‘frenado’ de la solución
del enigma original. Las formas de controlar esta solución son los bloqueos,
los engaños, los equívocos y la presentación diferida de las respuestas.
El texto dramático debe contener uno o varios enigmas que es posible
descifrar. Mientras el código de acciones acelera el desarrollo de la historia,
el código hermenéutico dispone revueltas, detenciones y desviaciones entre la
pregunta y la respuesta, a través de los trucos siguientes: el engaño (especie
de desvío deliberado de la verdad), el equívoco (mezcla de verdad y engaño),
la respuesta suspendida (detención afásica de la revelación) y el bloqueo
(constatación de la insolubilidad).
pasar. Conoce el riesgo antes que los protagonistas. El espectador tiene más
Posición de igualdad: El
público posee la misma información que los protagonistas. Descubre lo que
sucede al mismo tiempo que los protagonistas. Ejemplo: El escenario es el
interior de la tienda de campaña. Se oyen ruidos extraños, pero nadie, ni el
público ni el protagonista, sabe lo que les amenaza.
Posición inferior: El espectador posee menos información que el
protagonista. Descubre lo que sucede más tarde. Por ejemplo: Hay un tiroteo.
El protagonista cae. El espectador no sabe si ha muerto. El protagonista
lógicamente sí.
U n ejercicio práctico: Una copa contiene veneno en lugar de vino.
Con ella se puede hacer el juego completo de todas las posiciones del
espectador. La existencia del veneno la puede conocer solo el protagonista, sólo
el público, o la pueden conocer ambos.
Hay que elegir en cada momento cual es la posición más eficaz para
crear el suspense y el riesgo. Lo importante es conocer que esos recursos
existen y decidir el modo más eficaz de utilizarlos. De todos modos, hay que
tener cuidado en la utilización de estos recursos. Siempre es preciso
proporcionar al público toda la información necesaria. Es preciso pensar que
el punto definitivo de referencia es el espectador. El texto, el actor, las
luces y todo lo demás no son más que medios para producir sensaciones o
impresionar al público.
Otra estrategia para crear suspense es la llamada intriga de
predestinación. Consiste en ofrecer, desde los primeros momentos, la
conclusión a la que se dirige el texto, en este caso de manera explícita. Su
estructura se basa en lo que E. A. Poe, creador del cuento policiaco, llamó la
unidad de impresión. Está ligada a la extensión que debe tener el texto y la
representación. Esta extensión debe ser tal que pueda ser seguido sin
interrupción. Esta convención exige una gran economía de los recursos
expositivos, y la ausencia de digresiones, lo mismo en el contenido que en
elementos formales, como el estilo y el ritmo textual.
Una estrategia diferente es la que se basa en la resolución final y
sorpresiva de las preguntas planteadas durante el desarrollo de la obra. Con el
fin de mostrar cómo este elemento permite definir la acción, el argumento se
organiza textualmente alrededor del sentido epifánico de la anécdota,
alrededor de la revelación súbita a la que acceden el espectador y el
protagonista en el momento climático de la acción. Esta revelación puede
encontrarse en un final sorpresivo pero coherente con el resto del relato, y
lleva al espectador a tener la sensación de que este final era inevitable desde
la perspectiva de las opciones posibles.
Estos tres elementos -la revelación epifánica, el final sorpresivo y la
inevitabilidad en retrospectiva- están determinados por las reglas de la
intriga. Como puede observarse, estos elementos no son exclusivos, aunque sí
imprescindibles, para el suspense policíaco, que no es otra cosa que una
acción organizada de un tipo particular de intriga: la intriga estructurada
alrededor de la búsqueda de una verdad: el verdadero culpable del crimen.
Este suspense policíaco es, entre las formas de la intriga, persistente
y ha dado buenos resultados. El tema central es la muerte, lo cual es una
preocupación vital para todos. El espectador no juega para ganar, sino para
perder. La vida cotidiana está relativamente alejada del mundo azaroso y
conflictivo del relato policíaco. A la vez conserva la sensación de que existe
una instancia teatral capaz de ofrecer una respuesta satisfactoria a las
preguntas más difíciles.
A partir de estas estrategias policíacas, hay que definir los elementos
comunes a la escritura dramática. Para ello es necesario recurrir a los códigos
temporales e irreversibles: el código de las acciones, que debe seguir una
lógica secuencial, en la que se habrá de restaurar un orden alterado al
iniciarse la acción, y el código hermenéutico, que debe seguir una lógica
epistémica, la lógica de la búsqueda y el develamiento de una verdad oculta
consiste en distinguir los términos (formales) a partir de los cuales se centra,
se plantea, se formula, se retrasa y finalmente se descifra un enigma.
Por supuesto, lo que define a una acción dramática es la existencia de
una serie de acciones. Pero lo que hace de esta secuencia una aventura de
intriga es el juego con los enigmas, con las estrategias clásicas de la intriga:
el misterio, el conflicto y la tensión.
Capítulo décimo
La identificación
Hay que aceptar que el teatro ha sufrido un proceso de
intelectualización y ha pasado a ser un espectáculo distanciado de las
emociones de los espectadores. Los conceptos clásicos de mimesis y de
catarsis están en bastante decadencia para algunos artífices teatrales. Sin
embargo, el grado de identificación del público con la acción desarrollada en
el escenario y los personajes que la encarnan debe ser considerado por el
nuevo autor como un objetivo a conseguir.
1.- Naturaleza
La identificación en el teatro es la relación emocional que se
establece entre un espectador y las vivencias de los personajes, de tal
manera que sus problemas se asumen o se sienten como propios. Esta
relación puede ser consciente o inconsciente. Más lo segundo que lo
primero. En los espectáculos dramáticos, el problema de la identificación es un
aspecto muy importante. Hay que lograr que los espectadores de una obra
teatral asuman como propios los objetivos que los personajes desean
conseguir.
El espectador conecta con un personaje porque éste refleja o defiende
problemas y sentimientos semejantes a los que él tiene, Se siente
representado o está en la misma situación. Lucha por las mismas cosas o se
siente atacado por los mismos problemas.
El elemento principal para conectar con el público es la emoción. La
emoción es más eficaz para lograr esta conexión que la acción. Los
personajes y sus sentimientos, sus tragedias y sus alegrías personales son lo
fundamental en el desarrollo de una obra de teatro para lograr la identificación.
Para que el espectador se pueda identificar es necesario que entienda
lo que suceda en el escenario y que le parezca verosímil. Lo verosímil no
quiere decir sólo real. Puede ser imaginario. Pero el espectador ha de
creerlo, debe entrar en la historia, debe participar.
Un objetivo a conseguir a la hora de planificar y escribir el texto teatral
es implicar al espectador en el conflicto. Se debe lograr que el conflicto sea
comprendido y compartido por el público. Debe ser transmitido y comunicado
de manera eficaz por el autor. El conflicto tiene que llegar hasta cada uno de
los espectadores. El público se debe emocionar, debe angustiarse, llorar o
reír con lo que esté pasando sobre el escenario. La emoción es el
termómetro. En él se verá la muestra exterior de que se ha logrado o no la
conexión y la cantidad de conexión que se ha logrado.
4.- La catarsis
Otro aspecto a considerar a la hora de conectar con el público y lograr
la identificación de los espectadores de la obra es determinar lo que está en
juego en la obra. ¿Qué es lo que se juega el protagonista? ¿Qué está en
riesgo? ¿Es algo importante o es algo sin interés? Hay distintos grados en lo
que se juega el protagonista. Cuando más importante o grave sea, más
impresionará al público y por lo tanto mejor conectará.
L a supervivencia, puede ser el grado más importante. Es el instinto
básico y común con todos los animales. Está en riesgo la vida y por lo tanto
hay que luchar con todas las fuerzas. La seguridad, la protección, el amor, la
posesión, la estima, el respeto, la belleza, la autorrealización, son otros
objetivos a conseguir o riesgos a impedir.
Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que la importancia de los
objetivos y de los riesgos siempre es subjetiva. Un objetivo muy grande en sí
puede tener para una persona poco valor y poca fuerza. En cambio, algo
pequeño puede tener una consistencia muy grande. Todo depende de la
fuerza interior con la que se persigue, de lo que ese objetivo significa para el
personaje. Está relacionado con el nivel de necesidad que ese personaje tiene o
pone en la consecución de ese objetivo. Los grandes objetivos además tienen
el peligro de parecer distantes y de ser difícilmente asumidos. Influye
también el nivel de riesgo y de peligro. Está relacionado con el nivel de daño
subjetivo que el personaje recibirá si no consigue su objetivo.
La identificación que se debe conseguir del espectador con la obra
dramática no debe ser exclusivamente intelectual. Debe desarrollarse sobre
todo en el campo de la emoción. Además no se debe quedar en el momento de
la identificación. Es preciso que llegue a conseguir los efectos más prácticos
de la catarsis, de la purificación.
Catarsis tiene dos niveles: uno físico - médico y otro moral. En el
sentido médico, catarsis es limpieza corporal, sobre todo interior. Es
purificación, purga, o poda. En el plano moral es también la limpieza del
espíritu, la redención, la purificación a través del deber cumplido o del
arrepentimiento por el pecado o la lucha contra el mal o el castigo por las
conductas perversas.
En el teatro, esta catarsis se producía como un efecto de la
representación, de la mímesis, de los hechos que tienen lugar en el escenario.
A través de esos hechos y a través de la identificación con ellos, a través de la
lucha del héroe y de su victoria el espectador también se purifica, se libera, se
redime.
En un sentido más actual, se puede decir que este efecto de catarsis
puede significar la superación de las frustraciones cotidianas. Una persona
asiste un espectáculo, y mediante la identificación con el héroe se olvida de sus
propios problemas y pone toda su personalidad en la consecución de la victoria
en la lucha que lleva a cabo el protagonista.
Capítulo undécimo
El humor
Me arriesgo a decir que el humor es un elemento necesario en toda
obra de teatro. El nuevo autor deberá dominar las técnicas para incluir este
elemento en sus obras de las diversas formas existentes.
1.- Naturaleza
El humor en el teatro puede definirse, provisionalmente, como el
intento de hacer reír o sonreír al espectador. Este intento debe quedar
establecido desde los primeros pasos de la elaboración del texto con el fin de
que sea desarrollado posteriormente. El humor puede ser provocado por un
hecho imprevisto que cambia de repente la dirección de lo que sucede. Este
hecho imprevisto ocasiona un conflicto en una dirección no trágica sino
chocante. Coloca a los protagonistas ante una situación sorprendente,
desproporcionada, ocurrente, extravagante, Sin embargo, esta situación
con todas esas cualidades, debe ser también absolutamente creíble, real,
posible.
Una situación que consigue con facilidad crear el humor es el engaño o
el equívoco. Los personajes o uno de ellos no conocen un aspecto
importante de la situación. Por ejemplo no sabe con quién está hablando.
Cree que es otra persona, o que persigue otro interés.
También hay doble juego con el espectador. El espectador puede
saber quién es esa persona que desconoce el personaje. El público es
consciente de que el personaje está metiendo la pata. Debe existir una
complicidad con el espectador. Muchas veces el que provoca el engaño lo
hace en complicidad manifiesta del público.
No es necesario decir que el humor debe estar presente en las
comedias de distinta manera que en los dramas, y de forma diferente que
en las tragedias. En unos casos se deberá lograr la carcajada y en otros sólo
una sonrisa.
Puede ser aquí oportuno recordar una frase de Eugene Ionesco, uno de
los padres del teatro del absurdo. En sus ‘Notas y contranotas’, decía: ‘Quizá la
comicidad reside en la progresión desequilibrada, desordenada del movimiento.
En la tragedia, existe una acumulación de efectos. En el drama la progresión es
más lenta. En la comedia, el movimiento parece escapar al autor. Tomad una
tragedia. Precipitad el movimiento y tendréis una pieza cómica. Exagerad los
personajes dramáticos y tendréis una comedia o al menos una pieza
tragicómica’.
Miguel Mihura, autor no solo de comedias sin también de obras del
teatro del absurdo, y de otras actividades periodísticas relacionadas con el
humor, hace una defensa del humor puro en ‘Mis memorias’: ‘El humor es un
capricho, un lujo, un modo de pasar el tiempo. El humor verdadero no se
propone enseñar ni corregir. Lo único que pretende es que, por un instante, nos
salgamos de nosotros mismos y nos contemplemos desde fuera por todos los
lados. El humor es verle la trampa a todo, darse cuenta de por donde cojean las
cosas, comprender que todo tiene un revés’.
Capítulo duodécimo
Personajes dramáticos
Si hubiera que elegir un solo aspecto de la escritura dramática sobre el
que insistir a los nuevos autores para que tengan especial cuidado, sería el
tratamiento de los personajes. La construcción de unos personajes dramáticos
dotados de todas las características necesarias es el principal requisito exigible
a las obras teatrales que se escriban en estos momentos.
1.- Importancia
Lo primero que hay que destacar es la importancia de los personajes
en el texto teatral. Constituyen el elemento esencial. Puede faltar todo lo
demás, pero nunca el personaje. Los otros elementos son necesarios para que el
drama sea bueno, el personaje es necesario para exista el drama.
Algunos teóricos del teatro han desarrollado una polémica sobre si es
más importante la acción, el conflicto o los personajes. Hay tratadistas que se
colocan en un lado o en otro. Por todos es recordado que Aristóteles daba más
importancia a la ‘fábula’ que al ‘carácter’. Quizá sea una polémica estéril ya
que todo es importante. Es mejor sumar que restar. Deberá darse muchísima
importancia a la acción, también al conflicto y por supuesto también a los
personajes.
Otro argumento para pensar que es una polémica estéril es la
consideración de que el personaje adquiere su naturaleza a través de la
acción y que la acción se manifiesta a través de los personajes. Por lo tanto, es
muy difícil separar el uno de la otra. Los que defienden la postura de dar
prioridad a los personajes sobre los otros elementos, aseguran que el público,
sobre todas las cosas, desea saber lo que le pasa a su héroe. Todo lo demás debe
colaborar a satisfacer ese deseo.
A efectos prácticos, hay que asumir una norma: A la hora de
determinar y crear los personajes dramáticos, eso es lo más importante. Hay
que construir los personajes dramáticos como si ese punto fuera el esencial
del texto, como si todo dependiera de hacerlo bien, como si en ese momento
nos lo jugáramos todo. Esa misma actitud habrá que tomar en el momento de
determinar la acción o establecer el conflicto. Es cierto. En cada momento de
la configuración del texto teatral, nos lo jugamos todo.
Por lo tanto, se debe prestar una gran atención a definir y caracterizar a
los personajes. Es un paso decisivo en el proceso de escritura de la obra
teatral. Hay que dedicarle todo el tiempo que sea necesario. Aunque pueda
parecer que es un tiempo perdido, todo el que se emplee para lograr unos
personajes sólidos y bien trazados repercutirá en la calidad de la obra final.
También ayudará a realizar con más facilidad las otras fases del trabajo.
Una característica cronológica es preciso tener en cuenta en el doble
proceso de creación y de representación del texto teatral: Normalmente en el
proceso de escritura del texto teatral es previa, temporalmente, la
determinación de la historia y de la acción dramática. Primero se concreta la
acción y después se crean los personajes. Sin embargo, cuando el espectador
está viendo la representación, lo primero en que se fija, lo primero que le
interesa es el personaje. A través del personaje, es como llega a la acción
dramática. Ese diferente proceso debe ser tenido en cuenta por el autor.
E l número de personajes es también un elemento a determinar con
cuidado. Influyen mucho las necesidades de producción y el presupuesto del
que se dispone. Pero si se desea escribir buen teatro, no se deberá tener en
cuenta ese condicionante que corresponde más a los productores y empresarios
teatrales. En principio, deberá tenerse como regla el siguiente criterio: no hay
que aumentar el número de los personajes sin necesidad. Es perjudicial. Si uno
de los ya existentes puede hacer o decir algo, no deberás crear otro.
Economizando en número de personajes, se gana en fuerza y en claridad.
Otro
aspecto digno de ser tratado con detención es el personaje ausente. Se
considera que los personajes de una obra teatral son aquellos que aparecen en
dicho texto, los que tienen papel en la obra. Sin embargo, hay otros personajes
que no tienen papel o palabras en la obra. No deben ser interpretados por los
actores. Pero también existen y es preciso prestarles atención. Son aquellos
personajes a los que se alude durante la obra. Se espera su llegada, tienen
incidencia en lo que ha sucedido, o han tenido la culpa de la situación en la que
se encuentran los personajes presentes.
Quizá el ejemplo prototípico de estos personajes ausentes sea Godot de
la obra de Samuel Beckett. Todo lo que sucede en la obra tiene referencia a él.
Se está esperando su llegada desde el principio. Los personajes presentes
hablan y actúan dirigiéndose a él. Todo el tiempo esperándole y sin embargo no
llega.
Estos personajes ausentes deben ser atendidos, tratados y perfilados
por el autor de la misma manera que los personajes presentes. Existe además
el inconveniente de que esos personajes, al no ser vistos, tienen una mayor
indefinición para el espectador. Al no hablar, ni expresarse por sí mismo, está
en inferioridad de condiciones. A los personajes ausentes hay que construirlos
por las referencias que los personajes presenten hacen o dicen de ellos. Por
esta razón, habrá que cuidar mucho esas referencias para que el perfil y las
relaciones con los diferentes personajes queden perfectamente definidos.
Es preciso también destacar que no debe prestarse sólo atención a
caracterizar bien a los personajes principales. Los personajes secundarios
deben ser cuidados con el mismo cariño. Hay que matizar sus rasgos con todo
cuidado. En muchas obras, son los personajes secundarios los que prestan la
clave de su desarrollo y de su éxito.
2.- Historia
El personaje teatral ha evolucionado y cambiado mucho a lo largo de
la historia. Su evolución ha sido paralela a la del teatro mismo. Todas las
sucesivas evoluciones o cambios que han tenido en el arte teatral se han visto
reflejadas en los personajes. Por esa razón. La historia del personaje teatral
es la historia misma el teatro. Por reflejar esta historia de modo sintético,
expondremos sólo básicamente los distintos modelos de personajes que han
tenido lugar desde que el teatro se creó.
El personaje máscara. En la Grecia clásica. Representa el primer
momento del teatro. Inicialmente tiene un valor coral, sin identidad individual.
Después va evolucionando, camina hacia una personalidad más definida y
hacia una psicología individual.
El personaje religioso y alegórico. Está metido dentro del ceremonial
litúrgico. Son personajes bíblicos o alegorías de las virtudes o del pecado. Este
teatro medieval se va haciendo profano, pero el carácter alegórico de los
personajes se mantiene aunque cambie de signo.
El personaje dramático. Nacen con el teatro isabelino de Shakespeare,
continúa con el del siglo de oro español y se prolonga con el teatro clásico
francés. Los personajes alegóricos se convierten en portavoces de la monarquía
y de sus conflictos sociales o políticos.
Con la ilustración, los personajes caminan en una doble dirección. Por
un lado existen los personajes cultos y, por otro lado, aparecen los populares. El
costumbrismo y el cosmopolitismo. Los personajes van ganando cercanía y
también sentimientos más personales.
El personaje del teatro romántico está definido por su ansia de libertad,
por los sentimientos desbordados, por la lucha constante, también por la
defensa de lo feo y de lo grotesco.
El personaje naturalista es más individualista, más cercano a la
realidad, más individuo, más moderno, más próximo a nosotros. Tiene ya sus
problemas sociales e individuales.
El siglo XX cuestiona muchas de las ideas básicas que se tenían sobre
el teatro. El carácter de los personajes también se cuestiona. Un movimiento
importante en este camino es el que tiene lugar en Rusia y cuyo principal
teórico es Stanislawski. De esta nueva corriente, saldrá el personaje
psicologista realista. El autor debe crear seres vivos que puedan ser
representados de forma vivencial por los actores estableciendo una relación
directa entre la verdad artística y los principios éticos de la justicia y el bien.
El personaje en busca de identidad. En Italia, Pirandello introduce una
preocupación metafísica en los personajes. Es el juego de nuestra naturaleza y
nuestra imagen exterior, la apariencia.
El personaje del teatro del absurdo, que nace con el Ubu de Jarry y se
desarrolla con la escuela del absurdo radicada en París. Algunos lo llaman el
personaje fantoche.
El personaje esperpéntico de Valle Inclán podría establecerse como un
paso más en este camino. El sentido trágico de la vida no se puede reflejar más
que con una estética sistemáticamente deformada. Bertold Brecht introduce el
personaje épico, social, colectivo, con su lucha de clases y su implicación en la
sociedad y en momento actual. Los personajes de la incomunicación,
relacionados con el teatro del absurdo y también con el teatro pánico de
Arrabal, entre otros.
3.- Caracterización
Como primera idea sobre la caracterización de los personajes
dramáticos debemos decir que cada uno ha de tener vida propia. Para ello, ha
de tener una personalidad completa. Por lo tanto, tiene que ser perfilado en
todos sus aspectos. Ha de ser individual en su carácter, completo en su
psicología y estar definido en los más mínimos detalles. Aunque sea un
personaje muy secundario, debe estar definido totalmente y con todo cuidado.
Para que la definición de los personajes sea completa, debe incluir
todos los aspectos de su personalidad. Para lograrlo, deberá tenerse en cuenta
tres grupos de caracteres personales: A/ Aspecto físico. Los rasgos más
destacados pueden ser: edad, peso, presencia, color del pelo, gafas, corpulencia,
defectos. Etc B/ Aspecto psicológico. Los elementos de la personalidad más
íntima e interior como son: El carácter, deseos, ambiciones, anhelos,
frustraciones, sensibilidad, ideas, etc C/ Aspecto social. Los elementos
exteriores también definen y condicionan la personalidad: la posición social,
cargos, profesión, estudios, situación económica, nivel cultural, etc. Se podrían
definir como las circunstancias del ‘Yo soy yo y mis circunstancias’ que decía
José Ortega y Gasset.
Hay que partir de la base de que un personaje tiene una serie de
características básicas complejas, pero a la vez es una unidad. Esta diversidad
y esta unidad han de ser conseguidas. Todos los elementos de la personalidad
deben estar integrados. Todo es un conjunto: La edad, la nacionalidad, el
idioma, el físico. También la ocupación. Las relaciones sociales concretas. Si
está casado o no. Si tiene una religión o no. Si posee una determinada cultura,
de tener unas relaciones y una manera de vestir concreta.
Junto a esta descripción pormenorizada de cada uno de los personajes
es preciso prestar una especial atención a su historia personal. Una persona es
ahora lo que es, a causa de lo que ha vivido. La biografía es como la
justificación y la explicación de la manera actual de ser del personaje. Debemos
realizar una biografía de cada personaje hasta el momento en que aparece en
escena. No tiene por qué ser muy extensa, pero debe incluir los momentos
decisivos de su vida. Los que han influido en la manera de ser actual. En esa
biografía, deberán aparecer las relaciones familiares o de otro tipo que haya
tenido.
Otro aspecto a tener en cuenta es la memoria del personaje. Ya ha
quedado dicho que el personaje debe tener un pasado y una biografía para que
quede bien definida su personalidad. Cuando hablamos de la memoria
queremos dar un paso más. Sería el pasado que está presente y que incide de
modo directo en las acciones que debe desarrollar. Puede ser un acontecimiento
que marcó su personalidad. Así esta memoria del pasado o esta presencia del
pasado puede ser el punto clave para desenvolvimiento de la acción o para la
resolución de los conflictos. También la memoria de cada personaje es la
manera subjetiva de recordar y, por lo tanto, de vivir la propia historia. Los
acontecimientos objetivos son de una manera. La forma de vivirlos puede ser
muy diferente.
Otra clave en lo que no se insistirá nunca suficientemente es en la
importancia de las emociones de los personajes. Más que las palabras y más
que la acción lo importante son los sentimientos, porque la emoción es la base
y la causa de esas palabras y de esas acciones. Syd Field, ensayista de Estados
Unidos, tiene escrita la siguiente exigencia: 'Los personajes de una obra teatral
tienen cuatro pilares: Acción dramática propia, punto de vista diferente, cambio
específico y actitud definida'. Según su explicación, todo personaje teatral 1.-
Debe intentar conseguir algo en el transcurso de la obra. Debe tener un
objetivo y una acción propia que desarrolla a lo largo de los acontecimientos
que suceden. 2.- Su punto de vista le debe permitir interpretar el mundo en que
vive y lo que sucede en la obra. 3.- Debe cambiar, evolucionar durante la obra.
Y 4/ Debe adoptar una actitud positiva o negativa, superior o inferior, crítica o
inocente respecto a la acción principal.
A la hora de definir un personaje es preciso tener en cuenta que hay dos
aspectos claramente distintos, el interior y el exterior del personaje. Ambos
hay que cuidarlos. Ambos son importantes. Normalmente deben ir de acuerdo
el uno con el otro. No pueden ser contradictorios. Aunque también es preciso
tener en cuenta que algunos personajes pueden parecer una cosa y ser otra. Sin
embargo, cuando exista esa contradicción entre el aspecto interior y el exterior
en un personaje hay que señalarlo, ya que es un rasgo muy importante de su
personalidad.
Aceptando que los dos aspectos son importantes, es preciso ser
consciente de que el aspecto exterior es el que va a estar más presente ante el
espectador. El aspecto exterior es el que va a condicionar la imagen que el
espectador se haga sobre ese personaje. Será muy difícil que si sale un hombre
elegantemente vestido, el público se haga idea de que es un pobre a no ser que
se le diga que está engañando a otro. Por lo tanto una manera de prestar
atención al aspecto interior es cuidar la descripción del exterior y las
acciones.
5.- El objetivo
Aceptando la importancia de todo lo que se ha indicado para
caracterizar a un personaje, lo fundamental de ese personaje dramático es su
objetivo. Es lo que más define y a la vez es lo que va a condicionar toda su
acción. Por esta razón, el objetivo tiene que estar de acuerdo con la
naturaleza del personaje. Eso no quiere decir que un personaje no puede
aspirar a un objetivo que le supere, o que sea desproporcionado a su carácter y
a su situación. Pero esa desproporción se convierte entonces en una de las
características.
Si es tan importante determinar el objetivo del personaje, es necesario
definirlo y exponerlo con toda claridad y con todos los matices que precise.
Además es bueno que ese objetivo se conozca cuanto antes mejor. No hay
que descartar que el personaje se vea obligado a ocultarlo o que prefiera
disimularlo en determinadas ocasiones. Pero salvo esos casos, es bueno
conocer el objetivo de cada personaje cuando antes, sobre todo el objetivo del
protagonista. También es preciso insistir en el carácter dinámico. Hay
que dirigirse hacia el objetivo o caminar hacia la meta,
Junto a la determinación exacta y pronta del objetivo, es necesario
aportar también su motivación. Es muy importante conocer los motivos que el
personaje tiene para desear ese objetivo. Un objetivo que no esté razonado,
que no tenga un motivo suficiente es mucho menos creíble y por lo tanto tiene
mucha menos fuerza. Las motivaciones pueden ser diferentes. Incluso puede
ser que el personaje simplemente desee o tenga el capricho de conseguir ese
objetivo. Pero siempre debe tener una razón. Ese motivo debe ser comunicado
al público de una manera que lo comprenda. Si el público no conoce los
motivos, no se identificará con el objetivo.
En cuanto a estas razones, es preciso tener cuidado con la existencia de
dos tipos de motivos. Debe haber una motivación general. Completa, lejana.
También han de existir otros motivos más concretos y más inmediatos para
cada una de las acciones que se realicen. Los dos tipos de motivaciones han de
ser tratadas en su justa medida y dimensión.
La comunicación de estos motivos no siempre debe ser verbal, lógica y
directa. Hay muchas maneras de exponerlos. Si se exponen de modo activo
serán más eficaces. Por ejemplo: en lugar de decir que el motivo está en el
deseo de vengar la muerte del padre, puede ser más impactante que el
espectador vea un flash back esa muerte.
Junto al objetivo y la motivación, hay que concretar la acción elegida
por el personaje para conseguir esa meta. La naturaleza de la acción y la
forma de ponerla en práctica servirán para definir al personaje. Por lo tanto,
habrá que prestar una gran atención a la definición y al desarrollo de esa
acción. En este sentido, es preciso señalar que esta acción no sólo debe ser
externa. Todas las acciones del personaje tienen que estar relacionadas con
el objetivo. L a acción exterior. Es la más evidente. La que tiene una
manifestación visual inmediata. La acción interna. Se desarrolla a través de los
sentimientos, las ideas y las emociones del personaje. La acción colateral. Es
la que desarrolla alrededor del personaje. Quizá no la realiza él mismo, pero
tiene una relación muy directa con él. Está condicionada por su presencia o su
decisión. La acción latente. No se desarrolla en las proximidades del
personaje, pero influyen en él emocionalmente porque le sucede a un ser
querido o a su contrincante o porque él lo ha pronosticado. Existen muchas
maneras por las que un personaje consigue su objetivo.
6.- Multidimensionales
La escritora de guiones Linda Seger, en su libro ‘Como convertir un
buen guión en un guión excelente’, trata con mucha detención este aspecto de
la multidimensionalidad. Un personaje bien construido no puede ser
unidimensional. Debe tener una vida y una personalidad poliédrica, con
diversos aspectos, facetas y dimensiones. Tiene que tener volumen. Las
personas en la vida real son así. Los personajes bien definidos deben ser
abiertos. Deben tener influencias desde fuera e influir ellos también hacia
fuera.
Para adquirir este volumen y esta substancia, un personaje debe tener
tres elementos: 1.- Pensamientos, 2.- Acción y 3.- emociones. Los tres están
relacionados entre sí. El pensar se relaciona con las acciones. Éstas están
íntimamente vinculadas a las decisiones, Las emociones lógicamente se
expresan a través de los sentimientos y las acciones.
El modo de pensar es a veces muy difícil de plasmar. Los personajes
deben estar bien definidos en su forma de pensar. Pero no hay que caer en
discursos externos, o en exposiciones muy largas para definir los
pensamientos o la ideología. Se puede caer en el aburrimiento. Teatralmente, el
pensamiento y las ideas deben expresarse a través de actitudes ante la vida y
ante los acontecimientos. Una actitud es la expresión de una manera de pensar.
Una personas es cínica, o positiva o tolerante u optimista o favorable hacia un
hecho o hacia una persona.
Una actitud está más cerca de la acción que una manera de pensar. Por
lo tanto, convertir los pensamientos en actitudes nos permite que la persona
actúe para expresar su manera de pensar en lugar de aburrir a los espectadores
con largos discursos. Hay un peligro consistente en hacer hablar al personaje,
en lugar de hacerle actuar.
L a acción es la sangre del drama. Eso ya ha quedado claro. Pero la
acción dramática tiene dos fases: la decisión de actuar y la acción en sí misma.
Las dos son igual de importantes en el drama. La decisión de actuar
justifica, motiva y explica la acción. El conflicto, esencia del drama, está más
en la decisión que en la acción misma. La toma de decisiones para actuar
aporta mucha más riqueza psicológica. Para ello, las decisiones deben ser
claras, ser explicadas eficazmente al público y además conducir de modo
inmediato a la acción. No deben retener la acción sino hacerla progresar.
L a s reacciones emocionales deben estar presentes en el texto
dramático con el fin de dar consistencia y personalidad a cada personaje.
Aunque parezca una obviedad, una emoción es algo interno. No basta con
llorar o con enfadarse. Hay que sentir. La emoción es la causa de esas
manifestaciones. Esos sentimientos deben estar presentes y ser percibidos por
el público.
Para lograr correctamente la multidimensionalidad, estas emociones
deben estar motivadas. Han de ser causadas por acontecimientos que tienen
lugar en la obra y que el público conoce. Si un personaje se enfada es por algo.
Si llora es que hay un motivo. Quizá no conviene explicarlo en el mismo
momento, pero al público hay que darle una explicación. También hay que
cuidar la proporción. Un acontecimiento grave debe provocar una emoción
importante y debe desencadenar también una manifestación contundente.
Un concepto importante es el de la cadena multidimensional. Ya
hemos indicado que el pensamiento, la acción y la emoción están relacionados.
S u interrelación produce una cadena. Se motivan unos a otros y se
complementan. El modo de pensar provoca actitudes. Las actitudes generan
decisiones. Las decisiones llevan a la acción. La acción crea emociones. La
emoción hacer que los sentimientos se manifiesten. Todo este proceso además
de crear la acción, define y da profundidad al personaje.
Asimismo hay que tener en cuenta la necesidad de que el personaje se
transforme. La cadena antes explicada de pensamiento, acción y emoción no
sólo define y enriquece al personaje. También le hace evolucionar. Le
transforma. De esta manera, el personaje avanza, crece no sólo exteriormente
sino también interiormente. Esta transformación debe tener un ritmo y un
arco. No debe suceder en un momento, ni ser demasiado lenta. Ha de seguir el
proceso indicado, con los diferentes estímulos exteriores y reacciones
interiores.
En el trabajo para hacer avanzar al personaje, la proxenia es un
concepto a tener en cuenta a la hora de definir y expresar el carácter de un
personaje. Es el espacio personal que rodea a cada uno de los personajes en las
diferentes situaciones comunicativas. Engloba muy distintos aspectos. Son sus
gestos, su manera de moverse, hasta su olor. Su manera de tocar o relacionarse
con la gente. Todo debe caminar en la misma dirección.
Capítulo decimotercero
Creación del personaje
1.- Proceso de creación
Además de conocer los elementos que debe tener cada uno de los
personajes, es preciso atender al proceso en el que se crea un personaje. Hay
que advertir que no existe un proceso único, que hay muchas maneras de
afrontarlo y que además es en sí mismo muy complejo. Puede haber autores
que creen los personajes de un modo más intuitivo, sin necesidad de seguir un
proceso más trabajoso y artesanal. También, hay que aceptar que la creación de
personajes dramáticos tiene un buen porcentaje de labor de genio o de
inspiración. Pero aquí vamos a determinar los métodos o los pasos que se
pueden dar para completar y mejorar la creación de los personajes dramáticos.
Una idea general de este proceso lleva a establecer primero el
contexto para determinar después el contenido. Se trata de no atacar de frente y
directamente la creación de los personajes desde el principio, sino ir dando
algunas vueltas alrededor para completar sucesivamente su personalidad.
Inicialmente, hay que tomar la decisión de qué personajes deben
intervenir. Tomada esa decisión primera y directa, la concreción de su perfil y
sus características deberá realizarse por sucesivos asaltos. Antes de pasar a
otras concreciones, conviene definir estos dos conceptos: contexto y
contenido. Pueden ser especialmente útiles a la hora de crear y configurar los
personajes. También son útiles a la hora de crear las escenas y hasta de
configurar el diálogo.
El contexto, como dice el mismo nombre, es todo aquello que rodea un
personaje, lo que le condiciona desde fuera y que termina por configurarle
desde dentro. Es el sitio donde está colocado, la función que debe cumplir, lo
que viene por delante, lo que llega por detrás, los otros personajes que actúan a
su lado, los que entran y salen mientras él actúa. El contexto está formado por
las circunstancias externas, por los condicionantes que hay que tener en cuenta.
El contenido, como también lo dice el nombre, es lo que constituye por
dentro a algo, su naturaleza, su esencia, su configuración interna. En un
personaje, como en cualquier otra cosa, lo importante es su contenido, su
naturaleza, su carácter. Pero el contexto puede ser el camino para definirlo.
3.- Investigación
El primer paso es investigar los distintos aspectos que pueden tener
relación con el personaje en cuestión. Esta investigación suele estar bastante
descuidada entre los autores. Se le concede escasa importancia. No se han
descubierto las grandes ventajas que tiene y las enormes aportaciones que
proporciona. Una investigación bien planificada y bien realizada sobre los
personajes ayuda enormemente a realizar la caracterización y dar vida a los
personajes hasta los últimos detalles y a proporcionarles una riqueza de matices
que pueden condicionar la calidad de la obra teatral. Deberá comenzar por
aspectos generales, por elementos o materias que tengan una relación global
con el personaje que se quiere crear. Habrá que situarlo en un campo amplio.
Aquí viene de nuevo la palabra contexto. Los personajes no existen en el
vacío. Son producto de su entorno.
Se podría decir que todo lo que se investigue puede ser útil. Pero no
se tiene tiempo para investigarlo todo. Por lo tanto, hay que establecer
prioridades. Se suelen determinar cuatro aspectos como los más importantes
para determinar el contexto que nos va a permitir después crear el personaje:
Su cultura, su época histórica, la situación geográfica y su profesión.
Es preciso entender la cultura en sentido amplio, como todas aquellas
ideas, conocimientos, costumbres, formas de vida y de relacionarse que
condicionan el modo de ser de una persona. Dentro de este concepto amplio de
cultura, el origen étnico, las costumbres, usos, condicionamientos y creencias
que están incluidas en el mismo concepto son dignas de ser analizadas.
Aspectos que deben estar incluidos en la investigación son el origen o clase
social, el religioso, la educación recibida, la lengua y maneras de expresarse.
Será importante si nuestro personaje ha permanecido siempre en una misma
cultura o si ha mezclado diversas influencias.
La investigación del período histórico en que se va a desarrollar la
acción es desde más necesaria en el caso de que sea una época concreta
situada en el pasado. En ese caso habrá que analizar las características y
circunstancias en que transcurrió esta etapa histórica. Esta investigación deberá
llevar no sólo a buscar los detalles para colocar los hechos en ese ambiente.
Será lo suficientemente profunda para que esos hechos se vean impregnados
por el carácter específico y concreto de esa época.
Sobre el lugar, no se trata sólo de investigar los aspectos geográficos.
Aunque también éstos son interesantes y permiten realizar referencias que
pueden dar credibilidad a la acción. Es preciso concretar una seria de
circunstancias y condicionamientos que están vinculados a la geografía. Por
ejemplo, el clima es algo condicionado por la geografía. Pero el clima a su vez
determina muchas de las costumbres que deberán respetarse a la hora de
desarrollar la acción.
Su profesión es algo más cercano todavía al personaje que la historia o
el lugar donde ha nacido o vive. Por lo tanto, condiciona más al personaje. En
consecuencia, deberá ser investigado con más detención. Será bueno conocer
las técnicas que se emplean en el desarrollo de esa actividad. Los problemas
con los que se enfrentan. Con qué otras personas se deben relacionar, las
palabras técnicas que suelen utilizar, las consecuencias o enfermedades que se
pueden deducir y otros muchos aspectos.
Desde esta investigación general, debemos dar un nuevo paso que
signifique entrar en la investigación concreta y cercana del personaje. Una
manera de dar este paso es fijarse en una persona real que sea próxima o
parecida al personaje que se desea crear. La conveniencia de buscar este
modelo es muy elevada. Nos aportará muchos elementos, siempre con la
conciencia de que nuestro personaje no deberá ser un retrato, sino una creación
dramática. Es bueno hablar con personas que estén en el lugar, en el trabajo o
con los problemas del personaje que se desea crear. Hay que mirar qué
preguntas pueden ser más útiles para sacar la información necesaria. Pero sobre
todo es bueno observar con mucho cuidado. La curiosidad es un arma muy
eficaz en este momento.
4- Caracterización
Supongamos que ya hemos realizado la investigación necesaria para
crear nuestros personajes. Debemos dar el paso siguiente. Tenemos que
proceder a su caracterización, que deberá atender a muchos rasgos y aspectos
de la persona. Un punto importante será tener en cuenta que no necesariamente
todos estos rasgos deberán ir en la misma dirección. Un personaje, como
sucede en la realidad deberá tener coherencias y también deberá tener
paradojas. Si observamos con detención a un personaje real de
nuestro entorno, veremos que tiene elementos que son coherentes que
corresponden a su manera principal de ser. Pero hay determinadas reacciones o
comportamientos que sorprenden o son ilógicos y paradójicos. Estos últimos
también forman parte de su carácter y su personalidad. Nuestro personaje
dramático también deberá tener esos elementos.
La caracterización de un personaje suele tener varias etapas o fases: 1.-
Obtener una primera imagen. 2.- Crear un primer boceto. 3.- Encontrar la
esencia. 4.- Incorporar las paradojas. 5.- Añadir las emociones, las actitudes y
los valores, y 6.- Añadir los elementos individuales.
L a primera imagen suele provenir de la observación de detalles
insignificantes. A veces, de un encuentro casual, de alguien que se ve en la
calle. Pero esa primera imagen es muy importante. Habrá que estudiarla y
concretarla bien, profundizar en ella, analizar las implicaciones y su naturaleza
completa. En esta primera imagen hay mucho de subjetivo y también de
vivencia personal. Pero además deberá realizarse el trabajo de perfeccionar
y profundizar en esa imagen. Habrá que trabajar en darle verosimilitud,
credibilidad y coherencia. Quizá sea éste el primer momento en el que el autor
debe ponerse en la piel de ese personaje que ha intuido. Será una manera de
desarrollar esa personalidad que todavía está incipiente.
El boceto inicial o la primera visión del personaje se puede concretar en
una descripción física. Determinar los rasgos más importantes. Primero, habrá
que detenerse en el aspecto exterior. Pero pronto hay que pasar a extender esa
descripción a rasgos más interiores de carácter psicológico.
Para que un personaje tenga un carácter, deberá tener algo, una
cualidad principal, que dé unidad a toda su personalidad. Esa cualidad
principal es la esencia del personaje. De esa cualidad o característica esencial
deberán deducirse los otros rasgos de su personalidad. Esta deducción no
siempre debe ser lógica e inmediata porque la personalidad es algo más
complejo que un argumento lógico. Un ejercicio apropiado para determinar
la esencia de un personaje es hacer una lista de las cualidades que deba tener un
marchante de arte, o un ladrón o un científico. De todas esas cualidades, hay
que determinar cuál puede ser la más importante, la esencial.
Ya hemos dicho que un personaje es algo más que un conjunto de
coherencias. Las personas, o muchas de ellas, son ilógicas e incoherentes. Nos
sorprenden y cambian. Tienen paradojas. Pero hay que tener en cuenta algo
importante. La existencia de paradojas no elimina ni neutraliza las
coherencias. En lo fundamental, el personaje debe ser coherente, pero tiene
paradojas. Quizá se puede decir que la existencia de las paradojas hace más
creíble la coherencia. Para llevar a cabo esta introducción de las paradojas,
puede resultar eficaz tomar como modelo una enumeración de las coherencias
y las paradojas que se encuentren en algún amigo o conocido. Del análisis de
esta convivencia, se podrán sacar conclusiones útiles para crear un personaje
más real y variado.
Cuando tenemos ya a nuestro personaje con sus coherencias y sus
paradojas, que fundamentalmente le dan variedad, es el momento de darle
profundidad. Esta profundidad se logra con las emociones, los valores y las
actitudes. Las emociones son las reacciones sentimentales respecto a los
acontecimientos, las reacciones emocionales y afectivas hacia la acción
dramática. Los valores son los grados de estima que una persona tiene hacia
los acontecimientos, las personas o la sociedad. Son las valoraciones en las que
hay elementos de puro raciocinio pero también elementos de adhesión y de
afecto o de rechazo. Las actitudes se refieren más a la conducta a las
propuestas o a los criterios personales de la propia acción.
Cuando tenemos ya el personaje preparado de esta manera, llega el
momento de proporcionales los rasgos singulares e individuales que le
constituyan como individuo diferente a todos los demás. Este carácter singular
y peculiar, se logra con una serie de características específicas, sobre todo en
la manera de expresar su manera de ser, que también debe ser propia y singular.
Los rasgos diferenciadores, se pueden plasmar, por ejemplo, en
determinadas muletillas a la hora de hablar, en gestos o movimientos muy
concretos, en la manera de vestir y de llevar la ropa, en una costumbre muy
reiterada, aunque no sea fundamental y en otros detalles pequeños pero
significativos. El ejercicio reiterado aquí puede ser también útil. Piense en sus
amigos y determine tres cualidades de cada uno que le individualiza y le hace
diferente a los demás.
Capítulo decimocuarto
Tipos de personajes
En el teatro actual, la variedad y caracterización de los personajes es
esencial, Por esa razón, los nuevos autores deberán prestar una gran atención a
esas tareas.
1.- División
Los tipos de personajes que se pueden crear en un texto dramático son
infinitos. Por mucho que se parezcan, los personajes deberán ser diferentes. Se
pueden establecer algunas divisiones para analizar bloques de personajes, bien
por sus características o por sus funciones. Una primera división es la de
protagonista y antagonista. Es importante determinarlos en cada una de las
obras. El público debe saber quién es el protagonista y quién es el antagonista.
El protagonista es el que lleva la dirección y la iniciativa principal de
la acción. No sólo debe definirse por la cantidad de papel que tiene en la obra.
Su protagonismo debe ser de calidad. Es el que desea conseguir el objetivo
principal y el que desarrolla la acción fundamental para conseguirlo. Hay que
insistir en que el protagonista es el que debe conseguir el objetivo principal y
el que debe establecer la lucha para esa consecución. Debe realizar las acciones
más importantes. Debe estar en las escenas fundamentales. Ha de tomar las
decisiones principales y realizar los hechos que decidan la marcha de la
acción.
Normalmente es una sola persona, pero no hay que descartar que en una
obra coral, el protagonista sea un grupo.
El antagonista es el que se opone al protagonista. Trata de
impedir que consiga su objetivo. Lucha contra él. En consecuencia, desarrolla
un papel también importante en la obra. Puede ser una sola persona o también
puede haber un antagonista colectivo.
Otros tipos de personajes importantes en un texto dramático
son los llamados de interés romántico. Como su mismo nombre indica, su
función está directamente relacionada con los afectos. Son los personajes que
propician la evolución y el dinamismo de la
Capítulo decimoquinto
Relación entre personajes
En el teatro actual, se da una extraordinaria importancia a las
relaciones entre los personajes como base de los conflictos. Los nuevos autores
deberán profundizar en ellas.
1.- Tipos de relaciones
La descripción y el perfil de los personajes no quedan completos si no
se establecen las relaciones entre ellos. El hombre es un ser social. Si se le
describe en solitario, no se le presenta de modo adecuado. Los personajes se
definen por relación a los otros. Por lo tanto, un personaje solo difícilmente
estaría bien perfilado. Necesita entrar en contacto, oponerse o asociarse.
Establecer las relaciones de los personajes es absolutamente necesario
además para fortalecer el conflicto. Aunque a veces el conflicto está dentro
del mismo personaje, la mayoría de las veces está en la interrelación, en la
lucha de propósitos o intereses y también en la confluencia.
Las relaciones entre los personajes no sólo deben ser exteriores.
Tampoco deben ser sólo interiores. Es preciso determinar las relaciones de
forma completa. Para muchos, las relaciones más importantes son las
relaciones emocionales, las que se establecen a través de los sentimientos: los
amores, los odios, los deseos de venganza etc. Es preciso realizar un esquema
completo, que por lo menos debe incluir cuatro aspectos, de menos
importantes a más:
1.- Relaciones sociales: Están basadas en el rol social o situación en
que están los personajes. Son relaciones en el trabajo, en la economía. Aunque
pueden parecer relaciones accidentales, en determinados casos adquieren
mucha importancia. Por ejemplo, la dependencia económica puede llegar al
servilismo, las relaciones de poder en el trabajo.
2.- Relaciones familiares, de parentesco. Son sin duda importantes para
determinar la actuación de cada uno de los personajes. También pueden llegar a
crear conflictos de interés.
3.- Relaciones afectivas. En ellas, se determina el amor o el odio, el
afecto, la simpatía o la antipatía entre los personajes. Hace referencia a las
emociones. Por lo tanto, es un elemento decisivo para crear los conflictos.
4.- Relaciones sobre el objetivo de cada personaje. Hemos dicho que el
conflicto dramático se establece en la lucha por conseguir un objetivo o en
impedir que otro lo consiga. Las relaciones de los personajes referidas a esta
lucha son, por lo tanto, las fundamentales.
Un texto
de Stanislawski puede ser aquí oportuno. Dice. ‘Toda acción se encuentra con
una reacción. La segunda suscita y refuerza la primera. En toda obra,
necesitamos una oposición constante entre los personajes. Esta oposición
promueve luchas y disputas por los objetivos a resolver. Si en una obra no
hubiera una acción contraria o un personaje opuesto, la obra no tendría objeto
alguno. Todo sería pasividad. La obra no sería apta para la escena.’
interrelacionados.
Capítulo decimosexto
Estructura del texto
Si en algo se ha avanzado en loas últimos tiempos, dentro de la
escritura dramática, en el apartado de la estructura. En estos momentos, es
imprescindible que los nuevos autores aborden este asunto con criterios de
innovación.
1.-Definiciones
Entendemos por estructura completa o macroestructura del texto teatral
la organización interna del producto completo, de la obra dramática en su
conjunto. La estructura dramática más conocida, la clásica, establecida ya en
Aristóteles, señala la necesidad de tres puntos o partes necesarias en toda
obra dramática: Planteamiento, nudo y desenlace.
Esta estructura tripartita se suele mezclar a veces con la división de las
obras de teatro en tres actos aunque no siempre son coincidentes. Era una
costumbre antes generalizada, aunque ahora está muy en desuso. En la
actualidad, los espectáculos teatrales están concebidos en dos partes, cuando
no se desarrollan sin interrupción. En estos casos, también hay que respetar las
tres partes de la estructura. Existen estudios que relacionan o identifican cada
uno de los actos con las partes del drama antes señaladas. Pero no
necesariamente debe ser sierre así. En el primer acto, es preciso plantear el
conflicto, pero sólo al principio. En el segundo, debe estar el nudo como
complicación del conflicto, que puede ocupar también parte del tercer acto. La
parte final de éste debe dedicarse a la resolución del problema planteado.
Desarrollando este esquema, cada uno de los actos tendrían las siguientes
competencias: El primer acto deberá incluir: Exposición del problema,
situación desestabilizadora, una promesa o una expectativa, anticipación de
problemas. Pero sobre todo, aparece el conflicto. Comienza el nudo. En el
segundo acto aparecerá: Complicación del problema, empeoramiento de la
situación, intento de normalización, llevando la acción al límite. Pero sobre
todo, llega la crisis. En el tercer acto tendrá lugar: el clímax, alteración de
expectativas. Al final, llegará la resolución. De esto, se deduce que es preciso
atender con cuidado y de modo específico cada uno de esos momentos de la
estructura de la obra teatral. Cada uno de ellos debe cumplir el papel que se le
asigna dentro del desarrollo de la obra.
Al principio, en el planteamiento, es preciso responder a las preguntas
que se pueda hacer el espectador: ¿De qué trata esto? ¿Dónde estamos?
¿Cuándo? ¿De dónde partimos? ¿De dónde vienen los personajes? ¿Qué les
motiva? ¿Cuál es el tema? En el comienzo hay que dar muchas pistas. Hay
que abrir muchos caminos. Hay que crear inquietudes. También hay que
situar la acción. No hay que desconcertar al espectador.
El autor debe tener en cuenta que el espectador no sabe nada más que
lo que ve y oye sobre el escenario. No puede suponer el autor, que el
espectador conoce lo que pasa por su cabeza. De todos modos, hay que evitar
que el planteamiento sea largo, lento y aburrido. Para conseguirlo, hay que
dosificar muy bien la información que es preciso dar al público para que
comprenda lo que va a suceder. Para dosificar bien la información, hay que
tener en cuenta varias cosas: La información debe ser invisible. Debe
proporcionarse a través de frases que ya tengan otra función dramática. No es
preciso esperar a dar la información al momento en que sea absolutamente
necesaria. -La información debe estar justificada. No debe ser obvia o
superflua. Hay que considerar al espectador como persona inteligente.
En cuanto al nudo, hay que recordar que su función fundamental es
aumentar la tensión y el conflicto. Tiene que reforzar la acción. Cada uno de los
conflictos, debe nacer una nueva tensión. El nudo, con sus diversos apartados,
debe ocupar la mayor parte de la obra. Tiene que ser más largo que el
planteamiento y también más que la resolución. Los personajes deben
desarrollarse y enfrentarse entre ellos. Las situaciones han de avanzar hasta
colocarse en un punto sin salida, por lo menos aparentemente.
En cuanto al desenlace, hay que señalar que no se puede terminar una
obra de cualquier manera. Se debe acumular todo el clímax. Los diferentes
conflictos que se han planteado han de solucionarse. No debe quedar ninguno
suelto. Por muy importantes que sean los finales de las obras, también deben
ser proporcionados a las acciones que han tenido lugar. No se puede dar un
salto en el vacío. Con todo, los finales pueden ser de muy diferente estilo y
manera. Pueden ser abiertos o cerrados. Pueden ser de reconciliación o de
ruptura. Pueden ser felices o negativos.
La
búsqueda de soluciones es el momento de ir resolviendo problemas no de
plantear otros nuevos. Eso no quiere decir que estas soluciones no se logren
en nuevos conflictos y en sorpresas para el espectador. De ninguna manera.
Debe decaer el ritmo ni tampoco la intensidad de los conflictos en este tercer
acto. Es este el momento también de dar unidad a la acción dramática. Por
esa razón, aquí es donde hay que prestar más atención a los elementos que
favorecen esa unidad, elementos que ayudan a que la acción sea y aparezca
como unida. Hasta cierto punto, se puede decir que son como herramientas de
trabajo parea lograr la unidad. En otras palabras, se podría decir que son trucos
para dar unidad y también apariencia de unidad. Son especialmente útiles en
este momento. Cuando se acerca el final, es conveniente reformar la cohesión y
la unidad a través del uso de la ‘anticipación’ y el ‘cumplimiento’. Sobre todo
establecer los cumplimientos de las anticipaciones que se hayan colocado. Un
ejemplo muy evidente: un actor o actriz ha escondido un cuchillo,
(anticipación). Ahora es el momento de que lo utilice. (Cumplimiento).
Otro método lograr la unidad y también la sensación de unidad o
cohesión es la utilización de motivos recurrentes. En esta parte de la obra se
deben realizar las reiteraciones que se juzguen convenientes para dar fuerza y
unidad a la acción. Por ejemplo, aquí puede ser el lugar y el momento para
repetir un motivo musical ante la nueva entrada de un personaje, repetir un
mismo gesto que ya ha definido a un personaje.
E l clímax es el segundo momento del desarrollo de la acción en el
tercer acto. A nadie se le escapa su trascendencia. Es el punto en el que se
debe producir la unificación del movimiento dramático. Es el final y la
culminación de la acción dramática. Algunos autores dicen que para lograr este
efecto hay que hacer un proceso de acción decreciente, después de la subida
de la emoción anterior, para lograr un mayor efecto del final. Según la teoría de
éstos, habría el siguiente esquema: Introducción, ascenso, clímax, descenso y
final. Otros, en cambio, hacen coincidir el clímax con el final y se ahorran, el
descenso anterior al final. Antes ya hemos determinado la importancia del
clímax no sólo en el efecto y consecuencia de las emociones finales, sino
también para dar unidad a todo el desarrollo de acción dramática.
La acción dramática nos lleva a un movimiento del drama que está
dirigido hacia un final, hacia el que se encamina la acción. Este final es el
clímax. Resuelve el conflicto por un cambio del equilibrio que crea un nuevo
balance de fuerzas. Es la dirección que lleva la acción. Es el punto de
referencia mediante el cual se puede determinar la validez de cada elemento de
la estructura.
Centrar la acción en el objetivo definido del clímax crea el movimiento
integrado que es la esencia del drama, da significado a la integridad del
conjunto. Permite la intensificación progresiva del interés. Hay que tener en
cuenta que todos los elementos del drama deben estar sometidos al criterio de
unidad en función del clímax, pero también cada uno de estos elementos tiene
una entidad propia y tienen una significación específica.
L a necesidad y el libre albedrío son dos polos entre los que debe
desenvolverse la acción al estar dirigida hacia le clímax como objetivo final.
Sabiendo hasta donde debemos llegar, elegiremos, libre pero necesariamente,
los pasos que debemos dar. Decidimos el camino que tenemos que recorrer.
Está claro que el clímax es la culminación y la resolución del conflicto
principal. En el clímax, por lo tanto, se resuelve lo principal de la obra, Pero
queda una cuestión: en la obra dramática no sólo existe el conflicto principal.
Hay otros conflictos. Hay otras tramas y también el conflicto principal tiene
otras implicaciones. Todas esas tramas, conflictos e implicaciones necesitan ser
resueltas. El problema es cuándo. ¿Hay que resolverlas antes del clímax o
después? No hay una receta preestablecida. Cada autor debe decidir. De todos
modos, la mayoría de los tratadistas, opinan que es mejor comenzar por el
clímax y colocarlo por delante. Después del gran estallido del clímax, debe
dejarse un poco de calma para dar solución a los otros conflictos.
Nos encontramos en la parte final de la obra dramática y en los últimos
minutos del espectáculo teatral. En todos los esquemas y diagramas, se suele
colocar una cresta alta de tensión correspondiente al clímax y después un
descenso. Es una sensación bastante explicable. Después de esa gran tensión, el
público ya está en actitud de que le redondeen la trama, se solucionen los
conflictos secundarios, para levantarse y marchar. Pero esa bajada de tensión
no debe ser muy grande y sobre todo no debe ser larga. Después del clímax,
debe quedar muy poco que decir y eso debe decirse rápidamente.
El objetivo del remate final es cerrar todas tramas o cuestiones que
permanezcan abiertas para no dejar ninguna incógnita en el espectador. Por otra
parte también debe cumplir la misión de dejar al espectador buen sabor de boca
y un gusto agradable de la obra. Para lograr esta segunda función, no está de
más en determinados casos, una pequeña broma o giro inesperado.
Hay muchas maneras de terminar. Pero una división puede
englobarlas todas. Pueden ser abiertas o cerradas. Las abiertas con aquellas
en las que la actividad de los personajes de la obra continúa. Lo narrado es
un momento de su vida. Pero ellos y la vida continúa. Las terminaciones
cerradas son aquellas que cierran de modo total la acción. Se termina. Lo
expuesto es todo. Quizá el ejemplo más evidente es terminar la muerte del
protagonista. Pero no es esa la única manera. Una variación de cierre abierto es
la historia circular. Lo expuesto en la obra nos lleva a una situación similar al
comienzo. Todo empieza de nuevo. Esta estructura circular es más habitual en
la narrativa que en le teatro, pero también es posible. Existe una obra
prototípica en este sentido como es La ronda, pero existen otras. Sobre todo es
un buen camino para experimentar.
Hubo un tiempo en que al final de la obra se hacía un saludo al
público, a veces en verso, para solicitar su aplauso. No suele considerarse
como algo recomendable. Los aplausos, si corresponden, ya se darán
voluntariamente.
1.- Definiciones
Dentro de la estructura de la obra teatral es preciso distinguir entre la
macroestructura y las microestructuras. La macroestructura se refiere
al conjunto. Estudia las diversas formas de organizar la totalidad de la acción.
L a s microestructuras son, en cambio, las unidades que integran esa
estructura mayor. Estas unidades o estos ladrillos son las escenas.
La escena es, por lo tanto, la unidad dramática, la parte esencial de la
obra teatral. Es el núcleo de la acción. La acción dramática se desarrolla y
avanza a través de las escenas. Cada escena se define por el lugar, el tiempo y
los personajes que intervienen. En cada escena, tiene que haber unidad de
tiempo, es decir, lo que ocurre en una escena debe suceder de modo
continuado. También debe suceder en un mismo sitio. Unidad de lugar.
Además en una escena deben intervenir los mismos personajes, salvo que
tengan una intervención muy breve.
Una escena es la parte básica de la obra teatral en la que la acción
ocurre en un mismo lugar, en un mismo tiempo y con los mismos
personajes. Cuando la acción cambia de tiempo o de lugar o intervienen
nuevos personajes se pasa a otra escena. Este criterio de división de escenas no
es absoluto, ni rígido. Incluso no es compartido por todos. Pero es un sistema
práctico para entenderse.
Debe quedar claro que la escena es la unidad más importante de la
obra teatral para el desarrollo de la acción dramática. Una escena es el espacio
en el que ocurre algo. En cada escena, debe ocurrir algo específico. Algo
diferente a lo que ha ocurrido en las escenas anteriores. También debe ser algo
distinto a lo posterior, que no debe repetirse en las siguientes. Cada escena
debe tener una misión y una función concreta, dentro de la estructura y
dentro de la acción global. Debe hacer avanzar la acción en un aspecto
concreto, en una dirección definida. Este aspecto es muy importante. Quizá el
más importante. También ha de ser lo primero que se debe concretar. A la hora
de crear una escena hay una pregunta necesaria: ¿Qué finalidad debe cumplir
esta escena? Si se tiene claro, todo será más fácil.
Una escena debe tener una serie de caracteres diferenciadores que es
preciso determinar bien para configurarla. Estos caracteres son: Un lugar, un
tiempo, unos personales, una acción, un motivo y una misión. El desarrollo de
una escena teatral se realiza mediante diversos elementos, que son los que
constituyen su contenido. Entre estos elementos constitutivos, hay que
enumerar el diálogo entre los personajes, y las acotaciones o didascalias que
son las indicaciones de localización, las indicaciones de movimiento, de
vestuario, y todo tipo de acotaciones. Todos ellos son necesarios. Cada escena,
aunque no se numeren en el texto, debe ser indicada claramente en su
comienzo y su final. Ha de ser presentada de modo autónomo y diferenciable.
En el encabezamiento, es conveniente señalar los movimientos, el lugar donde
se desarrolla, el tiempo etc...
Capítulo decimoctavo
Los diálogos
Los nuevos autores de teatro deberán afrontar la escritura de los
textos dramáticos, y en concreto de los diálogos, con una visión moderna que
se acomode a las tendencias actuales de los espectáculos escénicos.
1.- Definición
La palabra diálogo viene del griego “diálogos”, que equivale a
conversación. En teatro, es el texto dramático que recitan los intérpretes. El
intercambio discursivo entre los personajes. También hay otros elementos
hablados en un texto teatral como pueden ser los soliloquios, monólogos
interiores, narraciones, coros etc. De alguna manera, se pueden asimilar al
diálogo y tener un tratamiento similar, aunque habrá que determinar
aspectos específicos.
Aquí hay que aludir a la polémica que a veces surge sobre la
importancia que tiene el texto en el teatro, ya que existen distintas opiniones
sobre este punto. Algunos directores escénicos se han rebelado contra lo que
llaman dictadura del texto teatral y han reivindicado la importancia del
gesto, del movimiento o de la expresión corporal. Para destacar la
importancia de estos últimos elementos, se ha llegado a rechazar o eliminar el
texto y en consecuencia la figura del autor.
Es posible que en determinados momentos, el texto se haya
sobrevalorado y se haya convertido en algo intocable e inamovible. En ese
sentido, ha podido haber alguna dictadura del texto. Es mala esa situación.
Pero a esa anormalidad no se puede contestar con la dictadura contraria
eliminando el texto o prestando un interés secundario al contenido de la obra.
Cada elemento tiene su importancia y su misión. El texto necesita el gesto, y
la expresión corporal exige el texto. No sólo todos caben sino que todos son
necesarios. Por esa razón, el cuidado de los diálogos es especialmente
importante para lograr una escritura dramática apropiada a este momento
concreto.
El diálogo teatral tiene una característica principal o una
peculiaridad importante. Todo lo que se dice en un diálogo teatral debe
tener una intención. No significa sólo lo que significan las palabras que se
utilizan. Se quiere decir algo más.
Si un personaje dice ‘Buenas tardes’, dice mucho más que buenas
tardes. Ese más está relacionado con la naturaleza del personaje, con su
intención, con la manera de expresarlo. Hay muchas maneras de decir
‘Buenas tardes’. Es preciso elegir una. El diálogo teatral es algo más que una
serie de palabras colocadas en boca de un personaje. Por lo tanto, la
característica principal de un diálogo teatral es su intencionalidad. ¿Qué
quiere decir el personaje con esa frase o con esa expresión?
Además de hablar de la intencionalidad, es preciso hablar de misión.
El diálogo, lo que dice cada personaje tiene una misión, tiene un objetivo.
No habla por hablar. Cada palabra y cada frase tienen la misión de manifestar
un sentimiento, o dar una información o lograr que la acción avance o
definir a un personaje. Las palabras y las frases que no tengan una misión
concreta y definida, sobran.
Lo que importa en el diálogo no es sólo lo que el personaje dice, sino
lo que hace con decir lo que se dice. No se trata sólo de los gestos que
hacen los actores al hablar. El mismo diálogo entre personajes enfrentados
comporta una acción que busca estimular dicha confrontación: el
personaje ataca, ironiza, arremete, intimida, etc. Lo que busca el diálogo (y
cualquier acción) es la modificación del otro (el Antagonista o el
Protagonista). La principal actividad que debe desarrollar el diálogo del
personaje en conflicto es la de provocar o exacerbar el enfrentamiento.
El diálogo no expone, más bien implica. No es directo, sino oblicuo.
El diálogo tiene muchas veces el carácter de un juego o, mejor dicho, de un
duelo. Lo que se busca con él es instrumentarse para ganar. Alguien lo ha
asimilado al juego de béisbol. El diálogo tiene sus curvas (giros impensados
al final de una frase, por ejemplo), sus rectas (frases que introducen finales
inesperados), sus sinkers balls (parlamentos que desembocan repentinamente
en lo concreto, en lo excesivamente particular o en lo burdo) y sus bolas de
nudillo (diálogos incontrolados, tanto para el hablante como para el oyente).
El juego de ping pong permite continuar la metáfora: Se encuentran
parlamentos con efecto (el diálogo parece cambiar de dirección en el medio
de una frase); mates (un interlocutor responde con inesperada ferocidad) y
contragolpes oblicuos (la respuesta o el comentario no parecen tener
ninguna relación con la pregunta o la observación que las provoca).
La fuerza ofensiva que exhibe un parlamento es inversamente
proporcional a su contenido ofensivo (de ahí el contenido poco agresivo que
ostentan, en general, las malas palabras). El diálogo suele valer más por lo
que oculta, que por lo que revela. El diálogo entre personajes en conflicto
solo es “sincero” y “revelador” en el clímax. Sólo en ese momento los
personajes dejan de utilizar la lengua como un arma y un instrumento de
ocultamiento. El alegato más contundente es el silencio.
4.- Cualidades
Un buen diálogo dramático debe tener una serie de cualidades que le
son imprescindibles aun que a veces son difíciles de lograr. Para conocer
estas cualidades y ser buen dialoguista hay que escuchar mucho. Hay que
conocer la manera de hablar de gente muy diversa. Hay que leer muchos
diálogos. Hay que observar. Como premisa previa el autor debe colocarse
en el personaje. Los personajes no deben hablar como el autor. El autor debe
hablar como cada uno de los personajes.
Jaime j. Puig, en su libro.” Cómo ser guionista” establece los
siguientes doce consejos para escribir diálogos: 1.- Es importante que los
diálogos siempre sean esenciales. Deben expresar lo necesario. Lo que no se
refleje en la acción. 2.- Una cualidad especialmente destacada es que los
diálogos sean breves. Es mejor que pequen por ser demasiado rápidos que
por resultar demasiado lentos. 3.- Deben ser reales y creíbles. No literarios.
4.- Se deben decir de una vez, de forma exacta y clara. 5.- Desde la
primera a la última palabra, todo debe ser comprensible y necesario. 6.- Una
escena fuerte debe terminar con palabras fuertes. 7.- Los diálogos
importantes deben estar situados al final de una escena, procurando que la
siguiente comience con un silencio. 8.- La perfección se alcanza cuando se
resuelven las frases al final de la escena. 9.- Hay que eliminar todas las
frases y palabras que suprimiéndolas no se cambia el sentido del diálogo. Lo
no necesario, sobra. 10.- Borrar todas las palabras de difícil comprensión.
11.- Las frases importantes y que desarrollan la acción principal deben
decirlas los protagonistas. 12.- Los diálogos que están en medio de la
acción deben ser todavía más breves y expresivos.
James Carter, un experto norteamericano en el texto dramático,
también da consejos prácticos para escribir diálogos: A.- La conversación
debe iniciarse cuando la acción ya está en desarrollo. B.- Las
conversaciones importantes deben comenzar cuando la acción está en su
momento álgido. C.- Dar las respuestas sin necesidad de las preguntas. D.-
Dar la impresión de que los personajes llevan ya hablando tiempo y se
seleccionan las frases esenciales. E.- Todas las frases, por cortas que
sean, deben decir algo importante. F.- Lo que hay que decir, debe decirse
sin rodeos. G.- Conseguir frases y palabras auténticas, que suenen a reales.
Una cualidad que siempre se destaca como necesaria en el diálogo
teatral es la naturalidad. El modo de hablar de los personajes de una obra de
teatro debe ser natural, Sobre todo debe sonar natural a los espectadores.
Debe parecer un diálogo natural, creíble. Lo natural es lo contrario a lo
artificial a lo falso. Para lograr esa naturalidad, el punto de referencia teórico
es la manera de hablar de la gente. La forma utilizada de modo habitual,
sin utilizar formas rebuscadas. Este rebuscamiento puede estar tanto en las
palabras utilizadas, como en las frases y las construcciones verbales que se
empleen.
Por otro lado, el diálogo debe ser fluido, ha de tener un ritmo
propio. En ese aspecto, quizá nos pudiera servir de ayuda la poesía,
especialmente la clásica, estructurada en torno a grupos de acentos. Ahí es
donde interviene el oído del escritor, su intuición y sus años de oficio. En
primer lugar, en una conversación real, los interlocutores no sueltan un
ladrillo de discurso respondiendo a su vez por otro ladrillo de discurso. La
gente, cuando habla, se interrumpen unos a otros. Se producen lapsos de
silencio. Un personaje inicia un chiste y aquel con el que está hablando se lo
termina. Cuando dos o más personas hablan, las circunstancias mandan en
muchas ocasiones sobre ellos. Se puede empezar hablando de fútbol y, a
medida que la conversación va derivando, se termina criticando al gobierno
sin que nadie lo haya planeado así. En el mundo “real” las conversaciones
no son, no suelen ser, algo preparado. En el teatro, sin embargo, deben
estar planificados y dirigidos. Si transcribimos un diálogo es porque hay
determinada información que queremos transmitir a través de él, algo que
queremos contar usando esa conversación. Por tanto, hemos de ceñirnos al
tema que queremos exponer.
También hay que tener en
cuenta que el diálogo lleva una gran carga emocional. Así es más que
probable que alguno de los personajes que intervienen en él, en un momento
dado, suelte un taco para aliviar su propia tensión o recalcar una idea. No
hay que tener miedo a los tacos, la gente los usa cuando habla y, aunque el
escritor no debe abusar de ellos, resulta peor aun que prescinda totalmente de
su uso.
A la hora de buscar la naturalidad en la manera de hablar de los
personajes, hay que adecuar los términos, las expresiones y las
construcciones gramaticales al carácter de cada uno de los personajes que
intervienen en la obra. Una persona de escaso nivel cultural no puede utilizar
cultismo o dobles frases subordinadas bien construidas y con los tiempos de
los verbos correctamente empleados. Su léxico será bastante reducido y
recurrirá con frecuencia a muletillas o interjecciones. Si nuestros personajes
son científicos, deberán utilizar términos técnicos y hablar con mucha
precisión. Este punto de los términos técnicos hay que tratarlo con cuidado.
Los términos técnicos, sin duda, sirven para definir a los personajes. Pero no
deben ser tantos como para que cansen al público o para que le desorienten.
Tiene que haber un equilibrio en el que el público se dé perfecta cuenta del
carácter del personaje, pero, por otra parte se logra que el espectador también
siga la obra con facilidad.
Pongámonos en el caso de que los personajes son un grupo de
jóvenes marginados. Tendrán que expresarse con su propio lenguaje, que en
buena parte es una jerga, con palabras que tienen un significado diferente al
habitual. Es preciso que estos personajes se expresen con su lenguaje
peculiar. Mejor dicho, es preciso que el público tenga la sensación de que
esos personajes se expresan con una jerga propia y diferente.
Otro aspecto concreto a tener en cuenta es la utilización de las
palabras malsonantes. Si en una obra hay un labrador inculto y se enfada no
puede decir: ¡Córcholis! Si está realmente enfadado y deseamos expresar con
realismo ese enfado tendrá que decir un buen juramento. En eso no hay que
tener reparo. Los juramentos o las expresiones malsonantes que estén
justificados, hay que ponerlos y generalmente son bien aceptados por la
gente. Otra cosa es utilizar ese tipo de expresiones sin necesidad y sin
justificación.
5.- El ritmo
En el teatro, es muy importante el ritmo de los parlamentos. La
naturalidad en el lenguaje no solo debe atender a los términos que se utilizan,
a las frases y las construcciones gramaticales. La dimensión de las frases y
el número de palabras son aspectos importantes a considerar. También será
preciso adecuar la velocidad a la que se hable y el ritmo que se da a las
palabras. ¿Cómo se consigue este ritmo? Trabajando mucho los diálogos.
Escuchando ‘científicamente’, analizando las frases, su duración, su
corrección, sus términos. Hay que analizar por qué unos diálogos suenan a
verdaderos y otros suenan a falsos. Este escuchar y leer es preciso aplicarlo
también para aprender las diferentes maneras de hablar, según las distintas
clases sociales, o los distintos lugares, o diferentes profesiones etc.
Lo que hace divertido escribir diálogos es que no es tan pesado como
la narración. La gente no siempre habla con frases completas. No siempre
terminan sus pensamientos. Empiezan y se detienen, a veces súbitamente dan
un giro radical. Usan contracciones. Hacen infinidad de cosas que tus
profesores siempre te han dicho que no debías hacer. Utiliza el contexto y a
los personajes mismos para hacer que el diálogo sea plausible. Quizás no
sea algo que el personaje diría en circunstancias normales, pero cuando el
personaje está loco, tienes más libertad.
Un aspecto que condiciona y determina los diálogos dramáticos es el
número de personajes que participan en esa conversación. Su tratamiento
es también diferente y a la hora de escribirlos hay que atender a distintos
criterios. Ya hemos dicho que los personajes que no tienen una función
concreta sobran. Además de sobrar, perjudican para seguir el desarrollo de
la acción. También crean problemas a la hora de realizar el diálogo.
Un diálogo entre dos personajes es mucho más fácil que una
conversación entre más de dos. Se producen muchos más problemas. Hay que
distribuir las participaciones. No hay que excluir a nadie. Se dispersa la
tensión. Es más difícil establecer los conflictos. Hay peligro de que el
público se distraiga. Cada uno de los participantes tiene el riesgo de
convertir su parlamento en un monólogo, sin un destinatario claro. Es más
complicado conseguir que acción progrese. Pero hay veces en las que existen
más de dos personajes en la escena y es preciso que todos hablen. Por lo
tanto, hay que afrontar el problema. Es bueno ser consciente de los peligros
que acechan y tratar de no caer en ellos.
Algunos escritores utilizan un truco. Escriben el diálogo, en un
principio, como si estuviera destinado sólo a dos personajes. Cuando está
bien ajustado, algunos parlamentos son encomendados a otros. Sin embargo,
otros escritores repudian de ese método, porque dicen que cada uno debe
hablar a su manera y que resulta peor el remedio que la enfermedad porque es
preciso hacer tantas adaptaciones que ocasiona más trabajo del que quita. Lo
que sí debemos tener bien claro es qué nos proponemos con el diálogo de
cada uno. ¿Queremos simplemente intrigar al espectador, engancharle a los
acontecimientos pero seguir dejándole en la ignorancia o incluso en la
confusión en algunas partes?
Un defecto de los escritores primerizos: utilizar demasiados
interlocutores en el mismo diálogo. Una conversación a dos bandas ya tiene
sus propias dificultades, pero si metemos a tres o incluso cuatro participando
en ella, la dificultad se multiplica. Los dos fallos que se suelen producir más
a menudo son los siguientes: Cada personaje suelta su parrafada de
información y convierte el diálogo en un número variable de monólogos.
Llega un momento en que el autor se pierde y no sabe realmente quién está
hablando. O, si lo sabe, no es capaz de hacérselo claro al espectador. Es
éste entonces el que se pierde. Un consejo es empezar con cierta modestia y
precaución: dos interlocutores, tres a lo sumo.
El lenguaje utilizado en los diálogos debe cuidarse mucho. Es un
método aprendido para comunicar ideas, conocimientos, emociones y
deseos, utilizando un sistema de símbolos creados arbitrariamente a lo largo
del tiempo a partir de los órganos del habla. Hay tres funciones del lenguaje
que tienen una mayor relación con el diálogo dramático: Apelativa, expresiva
y poética. La función apelativa o conativa, está centrada en el receptor. El
objetivo del lenguaje es provocar una determinada reacción. El personaje usa
el lenguaje como estrategia, como arma para conseguir un objetivo, para
cambiar la situación. Hay que tener en cuenta que en el teatro hay dos
receptores del diálogo. El otro personaje y el público. Esta función tiene
también ese doble objetivo. Se pretende conseguir una reacción en el otro
personaje, y también, sobre todo, en el público.
La función expresiva o emotiva está orientada al emisor. Permite
conocer la personalidad del hablante, su psicología, su estado de ánimo y su
intención. También hay dos emisores en el teatro: El personaje y el autor. A
los dos les debe definir. La función poética o estética afecta a aspecto
formal. La literatura es un arte. Por lo tanto, la forma es muy importante. El
arte dramático se crea a través del lenguaje. Por eso, el aspecto estético y
poético hay que cuidarlo mucho.
Capítulo decimonoveno
Las acotaciones
Las nuevas tendencias en la escritura dramática dan mucha más
importancia a los contenidos de las acotaciones. Mediante ellos, se deben
determinar los aspectos no verbales de la representación teatral. En otros
tiempos, algunos autores optaban por dejarlos sin especificar para que los
decidieran otros participantes en el proceso. Los nuevos autores se inclinan por
determinar de modo completo sus propuestas. Para ello, es necesario prestar
una gran atención a las acotaciones.
1.- Definiciones
El texto teatral presenta características especiales en tanto en cuanto
es un texto que además de su validez por sí mismo, está pensado y escrito
para la representación. El autor determina el texto que configura la voz de
sus personajes, y a la vez indica el movimiento, gestos, vestuario,
escenografía, "atrezzo", iluminación, música, efectos, etc, para que se
desarrolle el espectáculo teatral, ya que tan importante es lo uno como lo
otro. En el texto dramático, es preciso incluir los elementos textuales (las
palabras que se dicen en escena) y los no textuales (reciben el nombre de
acotaciones escénicas o didascalias).
Todo texto dramático posee estos discursos entretejidos: el dialógico
y el didascálico. Al principio y final de cada escena y en medio de los
diálogos, aparecen infinidad de textos orientativos, que están escritos
generalmente con letra cursiva y colocados entre paréntesis. Son las llamadas
acotaciones, y más académicamente, didascalias. Con ellas, el dramaturgo
propone advertencias para la decodificación de las acciones de los
personajes y expresa precisiones para la comprensión del proceso de
comunicación entre los personajes y de ellos con el público.
Las didascalias son descripciones, advertencias, precisiones,
recomendaciones y reflexiones que el dramaturgo deja como guía para el
mejor entendimiento de su obra. Así la doble decodificación conlleva a una
escenificación mental, que puede ser traducida a un código escénico.
En el lenguaje coloquial del teatro, se suele utilizar poco el término
didascalia. En el diccionario de la real academia, el término didascálico se
establece como equivalente a didáctico. Sin embargo en teatro, se utiliza en
otro sentido. Dentro del teatro, se conoce como didascalias a las indicaciones
que el autor da a los actores, a los técnicos y al director sobre los movimientos
y acciones que considera oportunas para desarrollar sobre el escenario durante
la representación de la obra.
Hasta cierto punto se puede decir que acotaciones y didascalias son
la misma cosa pero hay quien las diferencia. En caso de diferenciarlas, las
didascalias pueden ser las indicaciones más generales sobre el contenido y
desarrollo de la obra. Las acotaciones pueden ser más concretas, referidas a
gestos y movimientos.
Las acotaciones hacen referencia al discurso no literario, al de los
signos en movimiento para realizar sobre la escena. Toda acotación es
metalingüística porque posee en sí misma la información necesaria de otra
realidad que va más allá de su significación denotativa. Para el proceso
creador, las didascalias son un código eficaz que cumple con su función de
ser pauta, ubicación y faro para lograr dar vida al “milagro secreto” del
teatro.
En semiología, se hacen varias aportaciones teóricas al estudio de
las acotaciones. Por una parte, se afirma que son textos metalingüísticos en
cuanto que crean una realidad de orden superior que ha de ser interpretada
por el actor y presenciada por el público con signos que no son reductibles
al solo texto literario. Por otra parte, se dice que toda obra dramática posee un
texto literario, el dialogado, y un texto indicativo, la acotación. Ambos
mantienen una relación dialéctica. El texto de los parlamentos permite
entrever la manera en que debe ser enunciado, y es complementado por las
indicaciones escénicas. Por su parte, el texto indicativo explica la acción de
los personajes y, por lo tanto, da sentido a sus discursos...
Esta concepción parte del principio de que el autor debe tener, al
escribir, una visión/visualización de la escena que la puesta sobre el
escenario debe desarrollar. Las didascalias son guías que conducen, también,
a la metateatralidad; es decir, a conformar un cosmos ficcional que
únicamente vive sobre la escena y que se desarrolla bajo las reglas
propuestas por el dramaturgo sobre un escenario sobre el que perviven
entes teatrales.
2.- Importancia
Generalmente los autores dan poca importancia a las acotaciones o
indicaciones que complementan los diálogos teatrales. Apenas indican las
referencias absolutamente necesarias para realizar los movimientos más
importantes sobre el escenario. Este descuido se debe muchas veces a pensar
que los directores, los actores y otros técnicos teatrales, a la hora de poner en
escena un texto, no siguen las sindicaciones establecidas en las acotaciones. Sin
embargo, eso no debe ser motivo de descuido.
En el orden práctico, también es un error no conceder importancia a
esas indicaciones. Se les debe prestar una gran atención porque son
especialmente útiles para determinar bien la acción y para concretar el carácter
de los personajes. Ni la acción ni los personajes se manifiestan exclusivamente
por las palabras que se dicen sobre el escenario. Hay otros muchos detalles que
tienen una importancia decisiva para concretar el propósito del autor. Sin
quitar ninguna libertad a los directores y actores que vayan a interpretar las
obras, es responsabilidad del autor exponer con toda claridad su idea y su
propósito. Para ello, puede y debe utilizar, con la extensión necesaria, las
indicaciones que completan el texto además de los diálogos. El autor debe
ofrecer una elaboración completa de su propuesta.
Pongamos un ejemplo sobre lo que pueden aportar las acotaciones en
un texto teatral con el fin de ver cómo pueden cambiar unas pocas palabras de
acuerdo con las indicaciones que se pongan: En la escena, entran dos jóvenes:
una chica llamada María y un chico llamado Juan.
Esta muestra nos lleva a decir que el autor debe exponer con todo
detalle lo que quiere que hagan los personajes, ofreciendo todas las
matizaciones. Es posible que el director o el actor o el productor o los técnicos
decidan no seguir esas indicaciones. Pero el autor debe dejar completamente
clara su propuesta completa. Por esa razón, es preciso que deje muy claro cual
es su intención y especifique su opción entre las muchas intenciones que puede
tener una frase o un movimiento.
En ese sentido, las acotaciones deben dirigirse a lograr que se
entienda perfectamente cual es la intención del autor. También hay que tener
en cuenta que cuando la obra se publique estará al alcance de cualquier lector.
Ese destinatario debe ser igualmente cuidado por el autor ofreciéndole su
intención completa.
4.- Características
Algunas de las características principales de las acotaciones o
didascalias son las siguientes: Desarrollan un discurso narrativo. Así como
el diálogo pertenece por antonomasia al género teatral, las acotaciones poseen
suficientes características para pertenecer a un discurso narrativo: 1) Poseen
un narrador. 2) Está en tercera persona del singular. 3) Las acotaciones son
signos comparables a aquellos utilizados en el género narrativo para
describir los espacios circundantes y las apariencias físicas y emocionales de
los personajes.
Algo muy importante a destacar es que el tiempo teatral está siempre
en presente, mientras que el tiempo narrativo está en pasado y el poético
queda detenido en un tiempo mítico, circular y eterno. Por esta razón, las
acotaciones dramáticas deben estar escritas en presente continuo.
Aunque las acotaciones pertenecen a un discurso narrativo, son un
elemento sine qua non del drama. La finalidad de las acotaciones es servir
de guía para la escenificación de la obra. Deben, por ello, tener un carácter
objetivo, señalando los elementos imprescindibles para el desarrollo de la
escena. A veces, la preocupación de los dramaturgos les debe llevar a
convertirse en escenógrafos, iluminadores y directores de escena, aunque lo
hacen de distinta manera. La precisión y minuciosidad de algunos (Buero
Vallejo, Mihura) contrasta con la parquedad de otros (Lorca, Benavente).
Muchos autores las convierten en acotaciones literarias, donde no sólo están
presentes esos apuntes escenográficos, sino que además se añaden otros
propios de cualquier texto literario. Frecuentemente, en estos casos, se
olvidan unos en favor de otros y viceversa. Habría que establecer primero el
valor escénico de estas acotaciones atendiendo a la posibilidad o
imposibilidad de representación. Y, a continuación, señalar sus valores
literarios, para lo cual habría que aplicar las características del lenguaje
literario, especialmente las referentes a la descripción narrativa.
5.- Contenido
Las indicaciones que deben estar presentes en estas acotaciones
pueden ser muy variadas. Se puede decir que todo cabe, desde indicaciones
de movimientos o de gestos, detalles sobre la manera de vestir o la forma de
hablar. Es recomendable que en caso de duda sobre hacer una indicación o no,
el autor se incline siempre por hacerla. Es bueno que los técnicos, el director
y los actores conozcan el punto de vista del autor aunque después decidan
no hacerle caso.
Deben indicarse, desde luego, aquellos elementos que son necesarios para el
desarrollo de la obra o que tienen un significado concreto para ese desarrollo.
Los elementos que son secundarios u optativos no es necesario que se
expongan. Pueden ser en todo caso sugeridos. Las condiciones concretas en las
que después debe representarse la obra son muy diversas en todos los sentidos.
Esas condiciones determinan y limitan lo que puede hacerse sobre el escenario.
Los estudiosos se refieren al contenido de las acotaciones como el
conjunto de elementos paralingüísticos referidos a la gestualidad, el
movimiento y otros códigos no verbales del texto teatral que ayuden al
desarrollo de la acción y a la concreción en los perfiles, objetivos y relaciones
de los personajes. Estos códigos no lingüísticos pueden agruparse en
dos grandes bloques: Referidos a los personajes y referidos a la acción.
Las indicaciones sobre los personajes recogen el conjunto de
referencias a los recursos que debe utilizar el actor para completar la
interpretación del personaje. Están referidos a la manera de exponer o decir
los diálogos, a los gestos, a los movimientos, al aspecto externo, como el
maquillaje, el peinado o los vestidos.
Las indicaciones sobre la acción incluyen los signos cuya función se
dirige a los movimientos que deben desarrollarse encima del escenario. En
este sentido, las acotaciones deben determinar los movimientos y otras
acciones que los actores y actrices deben realizar. Otras indicaciones también
son hechas a través de las acotaciones y están referidas al escenario, a los
decorados, a los objetos y muebles, a la luz, al sonido y a otros muchos
elementos que deber existir en el espectáculo teatral.
Para establecer un orden, se pueden recoger así los códigos no verbales
referidos a los personajes: 1.- Subcódigos paralingüísticos: referidos a la
manera de decir los diálogos. 2.-Subcódigos gestuales. Kinésico. Referidos a
los gestos y posiciones corporales de los actores, y 3.-Subcódigos del aspecto
exterior de los actores, fundamentalmente referidos al maquillaje, peinado y
vestidos.
Los códigos no verbales referidos a la acción se pueden subdividir de la
siguiente manera: 1.- Subcódigos de los movimientos de los actores. (Signos
proxénicos) y 2.- Subcódigos de otros hechos que tengan lugar en el escenario.
Asimismo podemos ordenar los códigos no verbales referidos a la
escenografía en: 1.- Subcódigos referidos a los decorados. Y 2.- Subcódigos
referidos a los objetos y muebles. Hay otros códigos referidos a la luz, al
sonido, la música y los efectos sonoros.
Las acotaciones
extradialógicas pueden ser de ocho tipos: 1) El título de la obra. 2) El listado
inicial de los dramatis personæ. 3) El señalamiento de la estructura dramática
en actos, cuadros, escenas y final. 4) Las descripciones escenográficas. 5) Las
descripciones de personajes y su vestuario. 6) La información sobre los
diversos espacios en que se llevarán a cabo las escenas: castillo, campo,
puerta de ciudad, etc. 7) Las especificaciones temporales de las escenas:
siglo tal, mañana, tarde o noche, amanecer, etc. 8) Los nombre de los
personajes que identifica los diálogos correspondientes. Las acotaciones
pertenecientes a esta tipología están ubicadas al principio de la pieza o al
inicio de cada escena y nunca mezcladas entre los diálogos.
Las acotaciones interdialógicas son aquéllas que van incluidas entre
los diálogos pueden ser subdivididas en dos tipos: 1) Prosémicas o de
entradas/salidas y de movimiento de personajes en la escena; 2) Sicológicas,
si describen la emoción del personaje,
Las didascalias proxémicas presentan el movimiento y la ubicación
en todo momento de los personajes en escena. Existen en el teatro antiguo y
moderno. Imposible sería escribir teatro sin utilizarlas. Por otra parte, las
acotaciones del segundo tipo, psicológicas, no son empleadas por todos los
dramaturgos. Describen el estado emocional de los personajes y la intención
de sus diálogos, literal o irónica.
Las acotaciones o didascalias intradialógicas están colocadas dentro
del parlamento de los personajes. Son breves. Normalmente se refieren a
indicaciones concretas. Pueden determinar el tono de voz o la intención con
que ha de pronunciarse una frase. Quizá también indiquen un gesto o un
movimiento que debe hacer el actor acompañando a esas palabras.
Algunos semióticos hacen una distinción entre el lenguaje común
orientado a la comunicación y el lenguaje literario que se vuelve opaco y que
invita al espectador a poner su atención tanto en el significado como en el
significante. Cuando las acotaciones se asemejan al lenguaje no literario,
son advertencias de cómo escenificar la pieza. Sin embargo, si las
acotaciones están literaturizadas, poseen un lenguaje opaco que impide ver
su significado.
Otra división de las acotaciones o didascalias las separa en
acotaciones A) Denotativas y B) connotativas. Son acotaciones denotativas
cuando están ligadas a la función informativa-referencial del lenguaje. Son
connotativas cuando "tiñen" el contexto en que se encuentra con su
polisemia. En una palabra, si las acotaciones pueden ser entendidas fuera de
texto de la obra teatral, son denotativas; mientras que son connotativas si su
rico significado sólo puede ser comprendido dentro del discurso dramático.
El dramaturgo crea personajes, acciones y conflictos, pero también
objetos y recintos que están ubicados en un horizonte que va más allá de la
vista del público. Las acotaciones deben incluir los objetos que son de
imperiosa utilidad para la acción dramática. Pero sobre todo debe indicar el
significado adquieren esos objetos dentro de la acción dramática. Si se
muestra una pistola, el público sospecha que va a ser usada. Los semiólogos
han apuntado la teatralización de los objetos al estar en el escenario. Así
una silla se transforma en un elemento en relación espacial y proxémica con
los demás objetos, incluyendo el cuerpo humano. Las acotaciones son
connotativas si expresan la opinión o el punto de vista del dramaturgo
acerca de su percepción. Deja testimonio de su intención al crear la obra
teatral.
Recomendaciones bibliográficas
Entre los muchísimos libros existentes sobre la manera de escribir
obras de teatro y otras piezas literarias, me permito hacer una docena más una
sugerencias. En esos libros, el lector interesado puede encontrar cosas que
aquí se exponen, pero de manera más completa y probablemente mejor. Soy
consciente de que esto de las lecturas es algo muy personal y en lo que los
ajenos no deben entrometerse. Por esa razón, las coloco por orden alfabético
y no en el de mi estima subjetiva.
-Análisis de la obra teatral. Raimond X. Rosselló. B. Sanchís Gaurner
-El arte de la dirección escénica. Curtis Canfield. ADE.
-Cómo convertir un buen guión en un guión excelente. Linda Seger.
Rialp E.
-Cómo crear personajes inolvidables. L. Seger. Paidós E.
-El drama de escribir un guión dramático. LLuis Quinquer. Plaza &
Janés.
-Escritura dramática.- José Luís Alonso de Santos. Editorial Castalia.
-El libro del guión. S. Field. E. Plot.
-El manual del guionista. Syd Field. Editorial Plot.
-Manual de teoría y práctica teatral. J. L. Alonso de Santos. E.
Castalia.
-Semiótica de la obra dramática. M. Carmen Bobes. Arco Libros.
-Semiología de la representación. A. Helbo. Editorial G.G.
-Teoría y práctica de la escritura de obras teatrales. J. Howard
Lawson. ADE.
-La vida del drama. E. Bentley. Paidós editorial.