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Ludwianna Piñero

EL PROBLEMA DE LA RELIGIÓN Y LA CIENCIA


PRESENTADO POR GALILEI EN 1615

El problema de la religión y la ciencia presentado por Galilei en 1615

Hacia finales del año 1615, en medio de los ataques sucesivos a su persona,
Galileo escribe una carta dirigida a la señora Cristina de Lorena, gran duquesa de
Toscana, el mismo era investigado desde mucho tiempo antes, desde 1611 por la
inquisición, acusado de herejía en relación a la censura de la teoría copernicana,
teoría mejor conocida antiguamente como heliocéntrica, modelo astronómico
según el cual el Sol, inamovible, permanece situado en el centro de la revolución
de las orbitas celestes, y que la tierra gira sobre sí misma y se desplaza alrededor
del Sol. Teoría que fue propuesta en el siglo III a.C por Aristarco de Samos, que
no fue bien recibida por los astrónomos de la época.

No fue sino hasta tiempo después, en el siglo XVI, es decir, durante el


Renacimiento, con la aparición de un modelo matemático presentado por el
astrónomo, matemático y clérigo católico polaco Nicolás Copérnico, que aunque
con publicación póstuma, presenta un modelo completamente predictivo de un
sistema heliocéntrico. En el siguiente siglo, el astrónomo alemán Johannes Kepler,
extiende el modelo para incluir orbitas elípticas, trabajo que se apoya debido a las
observaciones realizadas con un telescopio, presentadas por Galileo Galilei.

En la epístola, Galilei afirma haber descubierto en los cielos muchas cosas


no vistas antes de su edad, y que del mismo modo, dicha novedad traería consigo
ciertas consecuencias, afirmación que además lanzaron contra él muchos
profesores como si el mismo hubiera puesto por su propia mano dichas cosas en
el cielo. La trama de los ataques de parte de sus detractores es considerable, y
según el astrónomo sus acusadores actúan de mala fe al atribuirle
conscientemente los argumentos de la teoría heliocéntrica, cuando bien se conoce
que fue Copérnico su autor o más bien como renovador y defensor, hombre que
además es importante resaltar su reconocimiento no solo como católico sino
también como sacerdote y canónigo. Hecho que se enfatiza puesto a que muchos
de los detractores eran fanáticos ignorantes que lo imputaban de revelarse en
contra de las Sagradas Escrituras y de resaltar que por tanto eran heréticas.
Las acusaciones que injustamente se le hacían ponían en pena de juicio su
fe y reputación, por lo que considera necesario enfrentar tales argumentos puestos
en pos de un pretendido celo por la religión, celo que rechaza al afirmar que un
autor jamás presenta en el argumentos que dependan de la autoridad de las
sagradas escrituras pues se atienen a cuestiones naturales que atañen al
movimiento de los cuerpos celestes fundamentadas en minuciosas observaciones,
y por lo mismo admite que Copérnico no ha pasado por alto a las Sagradas
Escrituras.

La carta revela el motivo de dichas acusaciones que ellos aducen para


condenar la teoría de la movilidad de la Tierra y la estabilidad del Sol, que los
mismos, al leer en muchos párrafos de las Sagradas escrituras que el Sol se
mueve y la tierra permanece inmóvil, avalan el hecho de que estas jamás podrían
estar erradas o ser partícipes de falacia alguna. Y del mismo modo, Galilei objeta
que en ningún caso las Sagradas Escrituras podrían estar equivocadas siempre y
cuando sean correctamente interpretadas. Es por esto que no resulta advenedizo
que algún lector pueda equivocarse al interpretar las Sagradas Escrituras,
quedándose dentro de los estrechos límites de la pura interpretación literal, y que
tratándose de un texto sagrado y por ende profundo, no está a manos de
cualquiera llegar a profundizar sobre el verdadero significado y mostrar las
razones por las cuales ellas están escritas con tales palabras, es decir, debe
realizarse una lectura y estudio exhaustivo sobre el mismo, pues muchas
cuestiones están alejadísimas de la capacidad de comprensión del pueblo.

Debido a los hechos antes nombrados, el autor, a su parecer manifiesta que


los problemas naturales no deben adjudicarse a los pasajes de la Sagrada
Escritura, sino a la experiencia de los sentidos y de las demostraciones
necesarias.

Fundamentándose en su acervo intelectual, Galilei expresa que las


acusaciones realizadas en su contra resultan más insoportables incluso que la
propia muerte y asevera que no deben ejecutarse debido a inesperada novedad o
por carecer de experiencias directas.

Es por esto que la disyuntiva existente entre la religión y la ciencia ha estado


presente en toda la historia, conforme a las interpretaciones muchas veces
erróneas de los lectores de las sagradas escrituras.
Bibliografía

Galilei, G (1615). Carta a Cristina de Lorena, Gran Duquesa de Toscana

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