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Introducción

El problema de las cárceles en nuestro país, es uno de los problemas sociales más
agudos.
De acuerdo con las normas jurídicas, los reos, llamados también internos, durante el
tiempo de reclusión, deben ser sometidos a un proceso de rehabilitación, a fin de que
cuando cumplan su condena, estos se reintegren a la sociedad. Esto significa, una
reintegración social y laboral.
Sin embargo, las cárceles, llamadas también, centros penitenciarios, difícilmente
disponen de una infraestructura y ambiente idóneo para rehabilitar y reeducar a los
reos, pero fácilmente son espacios de entrenamiento delincuencial. Se considera que
uno de sus principales problemas es el hacinamiento, tal como lo señala el Informe
Anual 2014-2015 de la Coordinadora de Derechos Humanos (2015), al indicar que
mientras la capacidad de albergue es de 32515, las cárceles reciben un total de 72813
internos, de lo cual resulta una sobrepoblación de 42299 internos a nivel nacional a
marzo 2015 (Ver figura 1).
De acuerdo con el estudio de Olivera (2011), sobre el tratamiento en los
establecimientos penitenciarios y su reinserción social, pese a los diversos tratamientos
que existen en las cárceles, y pese a diversos estudios e investigaciones, en la
actualidad, aún no se ha podido resocializar al reo.
En el Perú, el objetivo primordial en los establecimientos penitenciarios, es reeducar
al reo, rehabilitarlo a través de tratamientos para su reincorporación a la sociedad.
Para ello, todo el personal, desde el administrativo hasta los médicos y psicólogos tiene
un rol fundamental.
Existen determinados factores que no colaboran con el tratamiento que se desea
18 ofrecer a los reos, como, por ejemplo, talleres de capacitación mal estructurados,
pocos profesionales especializados que se dediquen a la rehabilitación real de los
internos, la infraestructura de las cárceles, la dedicación de las personas para trabajar
en equipo, etc.
TEMA
Es probable que al pensar en un psicólogo relacionado con la Criminología lo primero
que nos venga a la cabeza sea alguien que atrapa a un asesino obteniendo una
sorprendente cantidad de información y precisión con muy pocos datos. Sin embargo,
en la vida real, la figura del psicólogo en la Criminología y, especialmente en el ámbito
penitenciario, es mucho más amplia.
Dentro de los centros penitenciarios, el psicólogo cumple muchas y variadas
funciones:
En primer lugar, tenemos la Psicología educativa, puesto que debe realizar tareas
relacionadas con la formación y educación de los internos, así como preocuparse por
sus momentos de ocio. También presentan funciones relacionadas con la Psicología
del trabajo, al asignar los puestos de trabajo adecuados para cada uno de los reclusos
o participando en la selección de personal para el centro penitenciario, tanto profesores
como alumnos. Otra rama de la Psicología que hemos de incluir es la Psicología
deportiva, puesto que el cuidado físico es de gran importancia en centros privativos de
libertad, ya que, además de los beneficios que proporciona a la salud y al bienestar, es
muy útil para fomentar las relaciones de amistad y compañerismo. Y, sobre todo,
destaca su función como Psicólogo clínico, puesto que dentro de la prisión podemos
encontrar a muchos internos que sufran trastornos clínicos, como pueden ser fobias,
ansiedad, depresión u otros trastornos psicopatológicos.
Además, vemos sus funciones representadas principalmente en el diagnóstico y la
clasificación de los reclusos penitenciarios, los informes realizados para juzgados y
Audiencia, la elaboración y la ejecución de programas de tratamiento especializado
dependiendo del recluso o la intervención en las áreas educativas, así como en las
funciones de dirección e inspección de los establecimientos penitenciarios. Viendo
todas las funciones que realizan podemos apreciar claramente que resultan
imprescindibles en el trabajo diario en cualquier penitenciaria.
Pero, por encima de estas funciones, destaca la de Evaluación y Tratamiento, que
permite proporcionar a cada recluso un tratamiento adecuado a sus carencias, buscando
la mejora de su calidad de vida y resocialización.
Estos informes pueden ser emitidos por la vía penitenciaria o solicitados por otras
instituciones. En el primer caso, generalmente se piden informes de ingreso, buscando
prevenir conductas autolesivas o suicidas, o, por otra parte, aquéllos que de
adjudicación específicos, para ser introducidos en algún curso especial o de formación
o siendo justificadores de un régimen especial, alguna psicopatología o problemas en
el comportamiento. Dentro del ámbito penitenciario también encontramos la solicitud
de informes que normalmente se destinan a llevar a cabo la clasificación penitenciaria,
en la que, dependiendo del grado en el que el reo esté clasificado, primero, segundo o
tercero, distinguiremos entre periciales de continuidad o de revisión.
Respecto a la solicitud por parte de otras instituciones clínicas, sociales o, incluso,
tribunales, destacan los destinados a centros de carácter social en casos de posible
libertad condicional o centros de reinserción social; también los emitidos a las
Autoridades Judiciales o Jueces de Vigilancia Penitenciaria, debido a las
características delictivas y criminales de aquellos reos que vayan a acudir a una vista
oral o la tramitación de la concesión de permisos penitenciarios, por ejemplo.
Dentro de esta Psicología Forense encontramos varias ramas que comprenden
principalmente a psicólogos de Familia, de Menores, psicólogos en Asistencia a
Víctimas, de Clínicas Médico Forenses y de Vigilancia Penitenciaria, centrándonos a
continuación en los dos últimos.
Así vemos que, además de los psicólogos (más adivinos que otra cosa) representados
en series de televisión, hay mucha más diversidad en el campo de la Psicología
Penitenciaria y realizan muchas más tareas orientadas a la reeducación y el tratamiento
de los presos, siendo una labor igual de importante que la llevada a cabo antes de la
detención.

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