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22/8/2019 Mensajera del Señor, Página 76 -- Ellen G.

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MENSAJERA DEL SEÑOR, PÁGINA 76

era la voluntad de mi Padre celestial. Mi labor todavía no había concluido”.

La respuesta al desánimo

¿Cómo respondía Elena de White a ese desánimo que parecía aplastarla? Como lo había hecho muchas veces en el pasado:
“Caminar por fe contra todas las apariencias era precisamente lo que el Señor me requería que hiciese”. 45Bio., t. 3, pp. 385-386.
“Caminar por fe contra todas las apariencias”. Tal fue el consejo que se dio a sí misma a lo largo de su vida y que a menudo expresó
en sus consejos a otros. En un mensaje matutino en la Asociación General de Minneapolis, el 19 de octubre de 1888, ella habló en
base a su propia experiencia, la que había resistido la prueba: “Usted dirá, ‘¿Cómo puedo yo hablar de la fe, cómo puedo tener fe
cuando las nubes, la oscuridad y el abatimiento vienen a mi mente? Siento que no puedo hablar de la fe; siento que no tengo nada de
fe para hablar’. ¿Pero por qué se siente usted de esa manera? Es porque le ha permitido a Satanás que proyecte su oscura sombra
en medio de su camino y no puede ver la luz que Jesús esparce sobre el mismo. Pero otro dice: ‘Yo soy muy franco. Digo exactamente
lo que siento y hablo exactamente como pienso’. ¿Es esa la mejor manera de actuar? No. Dios quiere que nos eduquemos a nosotros
mismos de modo que hablemos las palabras debidas: palabras que serán una bendición para otros, que esparcirán rayos de luz sobre
sus almas”. 46Signs of the Times, 11 de noviembre, 1889. Unos pocos meses más tarde en un campestre en Otawa, Kansas, ella dijo;
“Tienen que hablar de la fe, vivir la fe, actuar por fe, para que puedan crecer en la fe. Ejercitando esa fe viviente, crecerán hasta ser
hombres y mujeres inertes en Cristo Jesús”.— Fe y obras, p. 79. Note otras ocasiones cuando, física y emocionalmente exhausta,
Elena de White avanzó por fe, hablando con fe y comunicando esta actitud a otros; por ejemplo en Australia, en 1895, según se cita en
Bio., t. 4, p. 228.
Uno se pregunta si los cristianos, después de largos años de servir a Dios y confiar en él, crecen en su experiencia espiritual hasta
el punto de estar por encima de los momentos oscuros cuando se ven las nubes más bien que el sol. Pensemos en cuanto a Jesús en
el Getsemaní. O en las vidas de personas piadosas. Lo que han aprendido a través de los años es cómo luchar contra las sombras
infernales del diablo. Cuando Elena de White tenía 87 años, C. C. Crisler, uno de sus secretarios, le escribió a William, su hijo: “Ella
dice que no desea hablar mucho acerca de tener valor continuamente, aunque ella lo tiene; y agrega que el mismo hecho que los
miembros de la casa se despierten a veces oyéndola repetir las promesas de Dios y reclamándolas como suyas, es una prueba de
que todavía tiene sus propias batallas que pelear contra Satanás”. 47Bio., t. 6, pp. 413-414.

Un camino solitario

La soledad, sin embargo, y no el desánimo, fue una frecuente compañera de Elena, una soledad que no estaba ni frecuente ni
necesariamente revestida de desánimo. La naturaleza de su asignación divina parecía requerir que Elena de White recorriese su
camino sola Lo admirable es que no se la conocía como una reclusa melancólica Su familia la consideraba como la alegría del hogar;
sus vecinos y compañeros de trabajo la recuerdan como su fuente de aliento.

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Los profetas, por la naturaleza de su tarea, entregan más reproches que alabanzas. Esto fue cierto con la Sra White. Y no todos los
destinatarios reciben bien los mensajes de corrección o reprensión. Han de esperarse malos entendidos y resentimientos.
Además, el hecho de estar a la vanguardia en casi todos los proyectos y empresas de la iglesia desde un mismo comienzo requirió
una enorme fuerza emocional, que pocas personas poseen. Conducir a un grupo de hombres y mujeres de recia voluntad por nuevos
caminos de la organización de la iglesia, desarrollar instituciones médicas y educacionales importantes, y ayudar a toda una
denominación a navegar en medio de controversias teológicas difíciles: todo esto invitaba a los malos entendidos y a las
desavenencias.
Podemos entender fácilmente a Elena de White cuando escribió en 1902: “He estado sola en esta tarea, absolutamente sola, con
todas las dificultades y todas las pruebas relacionadas con la obra. Sólo Dios podía ayudarme”.48Mensajes selectos, t. 3, p. 74.
Cuando estuvo en Europa a la edad de 59 años, y habiendo perdido a su esposo cinco años antes, trató activamente de colocar la
obra europea sobre una base sólida y unida. Ahí se presentaba un desafío que intimidaría, como en efecto ocurrió, al dirigente más
fuerte. En una carta al presidente de la Asociación General, ella escribió: “Le diré que es-

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