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Jacobo Borges nació en Caracas, el 28 de noviembre de 1931.

Cuenta que
en su infancia estudió por un breve período en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas,
donde tuvo entre sus profesores a Alejandro Otero. Quizás ahí comenzó su enamoramiento
por las artes plásticas. En el taller de Carlos Cruz-Diez trabajó como litógrafo y dibujante, entre
otros oficios. Asistió al Taller Libre de Arte, en el que conoció al pintor Armando Reverón,
estuvo en contacto con el poeta Aquiles Nazoa y compartió con el escritor cubano Alejo
Carpentier En 1952 recibió el primer premio en el Concurso de Pintura Joven promovido por
el diario El Nacional, la MGM y la Embajada de Francia en Venezuela, que consistía en una
beca de estudios por diez meses en París. Ahí permaneció por varios años, desempeñando
todo tipo de trabajos, hasta que logró exponer en el Salón de la Joven Pintura en el Museo de
Arte Moderno de París. De regreso a Venezuela, en 1956, trabajó intensamente en el Museo
de Bellas Artes, año también en el que representó al país en la Bienal de Venecia y en la
Bienal de Sao Paulo, donde recibió una Mención Honorífica.
Se podría decir que en Borges la verdadera sustancia del arte es el tiempo. “Después de
luchar con el espacio que casi se puede tocar, retoma la materia que lo envuelve en su obra, y
trata de agarrar el tiempo por la cola, doblarlo y entonces pegarlo al espacio. Así el principio
está en todas las partes”, afirma Roberto Guevara.
A principio de los sesenta, Jacobo Borges colaboró con los grupos intelectuales Tabla
Redonda y El Techo de la Ballena. En esa época experimentó con regularidad la creación de
escenografías para obras de teatro: Soga de Niebla de César Rengifo; El día de Antero
Albán de Arturo Uslar Pietri; Hernani de Victor Hugo; Esperando al zurdo de Clifford
Odets; Noche de Reyes de León Felipe, y Calígula de Albert Camus.
Fue seleccionado por Thomas Messer en 1964 para formar parte de la exposición La década
emergente de pintores latinoamericanos y pinturas en los años sesenta en The Solomon R.
Guggenheim Museum de Nueva York. A partir de ese año, decidió abandonar la pintura por un
tiempo y dedicarse al estudio y experimentación de nuevos medios de comunicación visual:
cine, video, fotografía, performance e instalación, entre otros.
Para Donald Kuspit Jacobo Borges pinta figuras, pero también pinta el espacio. “Y es cada vez
más un pintor del espacio que de las figuras. Un lugar peculiar que los psicoanalistas llaman
espacio potencial. Las figuras son sus tropas y sugieren elegantemente su carácter
incompleto. Forman una red de relaciones ambivalentes, una mascarada de comunidad íntima
que funciona cubiertamente como metáfora de su fluidez. A medida que su arte ha madurado,
las figuras de Borges se han hecho menos y menos fantásticas en sí mismas, sin llegar a ser
exactamente normales: se han integrado a su espacio-sueño, se han convertido en su
contenido manifiesto”.
Borges ideó el espectáculo multimedia Imagen de Caracas, que se realizó en 1967 para
celebrar los 400 años de la fundación de la capital. La presentación se realizó en un inmenso
lugar construido con tubos de andamios, dentro del cual el público caminaba e interactuaba
con las imágenes proyectadas y objetos que se movían.
Dirigió la película 22 de mayo y formó parte del movimiento Cine Urgente, que impulsaba el
uso de la cámara de cine como medio de comunicación y de socialización.
Fue en 1970 que decidió volver a la pintura sin abandonar sus búsquedas con otros medios
visuales. En 1972 participa en exposiciones en el continente y durante los próximos años se
preocupará por integrar murales, fotomontajes, audiovisuales y textos con sus cuadros. Es en
1976 que el Museo de Arte Moderno de México realiza una exposición retrospectiva de su
obra: Magia de un Realismo Crítico. Esta muestra se exhibe posteriormente en el Museo de
Bellas Artes de Caracas, y luego participa en la propuesta Arte hoy en América Latina en el
Instituto Hispánico de Madrid. Su obra, junto con la de Max Ernst, René Magritte y Robert
Rauschenberg, es incluida en el calendario de 1979 de la editorial alemana Du Mont.
“De Borges enfatizo su receptividad hacia el mundo, a fin de contrarrestar la tendencia a
considerarlo algo así como un fabulista onírico o un típico realista mágico latinoamericano”,
señala Dore Ashton. “Aún en sus pinturas más extravagantes y fantásticas, siempre hay una
parte de auténtica experiencia que no debe ignorarse. Un motivo colmado de historia
simbólica y disponible, en demasía, a vuelos discursivos, tal como el motivo del agua porque
estuvo a punto de ahogarse más de una vez. Ya comenzado ese proceso, no existían límites a
las asociaciones que podía nutrirse a partir de su cultura personal”.
Jacobo Borges recibe en 1985 la beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation y
pasa un año en Nueva York, donde trabaja intensamente. Ahí comenzaría una relación con la
ciudad estadounidense de la cual no ha podido despegarse. Su vida transcurre entre Caracas
y la Gran Manzana.
En 1988 sus obras forman parte de la exposición Fifty Years of Collecting: an Anniversary
Selection. Paintings from Modern Masters en el Guggenheim Museum de Nueva York.
También se posicionan en la muestra itinerante The Latin American Spirit: Art and Artist in the
United States, 1920-1970, organizada por el Bronx Museum of Arts, Nueva York. Ese mismo
año es invitado a la exposición de las Olympiad of Arts, que se realizó durante los Juegos
Olímpicos de Seúl, en Corea. También fue el artista que representó a Venezuela en la XLIII
Bienal de Venecia.
Para 1995 se inaugura el museo que lleva su nombre en Catia, el vecindario donde creció. El
Museo Jacobo Borges es concebido como un eco-museo donde se impone un criterio
antropológico de la cultura. Desde este año y hasta 2006 es profesor invitado en la
Internationale Sommerakademie fur Bildende Kunst, Academia Internacional de Artes
Plásticas en Salzburgo, Austria. Allí expone Es ist die Seele ein Frendes auf Erden… (Es el
alma cosa extraña sobre la tierra…), que luego viajará a Caracas a los espacios de la Galería
Freites.
En 2000, desde su taller y residencia en las montañas al sur de Caracas, diseña y siembra un
bosque–jardín de bambúes y otras especies tropicales. Desde allí idea un conjunto de obras
con el tema de la naturaleza, titulada Aproximación al paraíso perdido, que mostró en la
Galería Freites.
Borges exhibe ese mismo año El Bosque en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas
Sofía Imber, en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, en la Galerie Adriana Schmidt,
Colonia, Alemania, y en el Instituto de Cultura Hispánica en Madrid, España. A partir de este
año hasta el 2005, trabaja en dos series: Sueños, pinturas al óleo que trazan una épica del
mundo femenino y Los falsos Rembrandts de Jacobo Borges, un proyecto de instalación sobre
un coleccionista de obras de Rembrandt.
Mary Stevenson Cassatt (22 de mayo de 1844-14 de junio
de 1926) fue una pintora y grabadora estadounidense. Aunque nacida en Pensilvania, pasó
gran parte de su vida adulta en Francia, donde forjó amistad con Edgar Degas y se incorporó
al movimiento impresionista. Cassatt pintó, principalmente, imágenes representando la vida
social y privada de las mujeres, con especial énfasis en los lazos entre ellas y sus hijos.
Mary Cassatt fue descrita por Gustave Geffroy como una de «las tres grandes damas» del
impresionismo junto a Marie Bracquemond y Berthe Morisot.1
Cassatt nació en Allegheny City, Pensilvania, ahora Pittsburgh.2 Nació en una familia de clase
media alta. Su padre, Robert Simpson Cassatt (más tarde solo Cassatt) era un exitoso agente
de bolsa, descendiente del francés Jacques Cossart, que había llegado a Nueva
Ámsterdam en 1662.3 Su madre, Katherine Kelso Johnston, provenía de una familia
de banqueros. Katherine, una lectora educada, tuvo una gran influencia sobre su hija. Louisine
Havemeyer, amiga de Mary, escribió en sus memorias: «Todo aquel que tuvo el privilegio de
conocer a la madre de Mary Cassatt sabía de inmediato, que se trataba de ella y solo de ella
[Mary] que había heredado su habilidad».4 Cassatt era prima lejana del artista Robert Henri.5
Mary fue una de siete hijos, dos de ellos fallecidos en la infancia. Uno de sus hermanos,
Alexander Johnston Cassatt, se convirtió en presidente de Pennsylvania Railroad. Su familia
se mudó constantemente, primero a Lancaster, Pensilvania, y luego a la zona de Filadelfia,
donde, como era habitual, comenzó sus estudios a los seis años.
Cassatt creció en un ambiente acomodado en el que se consideraban los viajes como parte
integral de la educación; pasó cinco años en Europa y visitó importantes capitales
como Londres, París y Berlín. Durante sus estancias en el extranjero
aprendió alemán, francés y tuvo sus primeras lecciones de dibujo y música.6 Es probable que
su primer contacto con los artistas franceses Ingres, Delacroix, Corot y Courbet fuera en la
Exposición Universal de París de 1855. En la exposición estuvieron también Degas y Pissarro,
quienes más tarde serían sus colegas y mentores.7
Aunque su familia se opuso a que se convirtiera en una artista profesional, Cassatt comenzó a
estudiar pintura en la Pennsylvania Academy of the Fine Arts a los 15 años.8 Parte de la
preocupación de sus padres surgía de la constante exposición a ideas feministas, no comunes
durante la época, y al comportamiento bohemio de algunos de sus compañeros varones.
Aunque alrededor del 20% de los estudiantes eran mujeres, la mayoría miraba el arte como
una habilidad social; solo algunas de ellas, como Cassatt, querían hacerlo su carrera.9
Continuó sus estudios desde 1861 hasta 1865, durante la Guerra Civil estadounidense.2 Entre
sus compañeros de estudios se encontraba Thomas Eakins quien, más tarde, se convertiría
en un controvertido director de la Academia.
Impaciente con la lentitud en el aprendizaje y con la actitud condescendiente de los hombres
en la Academia, decidió estudiar por su cuenta. Más tarde Cassatt aseguraría que «la
enseñanza no existía» en la Academia. Las estudiantes tenían prohibido utilizar modelos vivos
(hasta un poco más tarde) por lo que su formación principal se basaba, principalmente, en
moldes.10
Cassatt decidió poner fin a sus estudios antes de obtener un título. Después de superar las
objeciones de su padre, se trasladó a París en 1866, con su madre y amigos de la familia en
calidad de acompañantes.11 Dado que las mujeres aún no podían asistir a la École des Beaux-
Arts, Mary solicitó recibir clases particulares con maestros de la escuela y fue aceptada para
estudiar con Jean-Léon Gérôme, profesor muy respetado, conocido por su técnica realista y
su tratamiento de temas exóticos.12 Unos meses más tarde Gérôme aceptó, también, a
Eakins.12 Cassatt complementaba su formación artística con copias diarias en
el Louvre (obtuvo el permiso requerido, pues era necesario controlar a los "copistas", por lo
general mujeres con salarios bajos, que día a día llenaban el museo para pintar copias y
venderlas). El museo también servía como lugar de encuentro social para franceses y
estudiantes americanos que, como Cassatt, no tenían permitido asistir a los cafés donde
la vanguardia socializaba. De esta manera fue como su amiga Elizabeth Jane
Gardner conoció y se casó con el famoso pintor académico William-Adolphe Bouguereau.13
Hacia el final de 1866, se unió a una clase de pintura impartida por Charles Joshua Chaplin,
artista de género. En 1868, Cassatt estudió con el artista Thomas Couture, cuyos temas eran,
en su mayoría, románticos y urbanos.14 En los viajes al campo solían dibujar la vida cotidiana
al aire libre, sobre todo a campesinos ocupados en sus actividades diarias. En 1868, por
primera vez, una de sus pinturas, A Mandoline Player, fue aceptada por el jurado de selección
para el Salón de París. Junto a Elizabeth Jane Gardner, cuyo trabajo también fue aceptado
ese año, Cassatt fue una de las primeras dos mujeres estadounidenses en exponer en el
Salón.3 A Mandoline Player es obra característica del estilo romántico de Corot y Couture,15 y
una de las dos únicas pinturas correspondientes a la primera década de su trabajo que se
puede documentar actualmente.16
La escena del arte francés se encontraba en un proceso de cambio. Artistas radicales
como Courbet y Manet trataban de romper con la tradición académica aceptada y
los impresionistas estaban en sus años de formación. Eliza Haldeman escribió: «los artistas
están abandonando el estilo de la Academia y cada uno busca nuevas maneras, nuevas
opciones... en consecuencia, todo es caos».13 Cassatt, por el contrario, continuó trabajando de
la manera tradicional, presentando obras al Salón durante más de diez años, pero
aumentando su frustración.
Cassat volvió a Altoona, Estados Unidos, a finales del verano de 1870, mientas la Guerra
Franco-Prusiana comenzaba. Su padre continuaba resistiéndose a aceptar la vocación que
había elegido y pagó por sus necesidades básicas, pero no sus materiales de arte. Mary logró
colocar dos de sus pinturas en una galería en Nueva York, encontrando muchos admiradores,
pero ningún comprador.17 Durante el verano un conflicto recurrente para Mary radicaba en la
falta de cuadros para estudio; durante esa época Cassatt consideró abandonar el arte y
buscar un trabajo que le permitiera vivir de forma independiente. En julio de 1871 escribió:
«He renunciado a mi estudio... desgarro el retrato de mi padre, no he tocado un pincel durante
seis semanas ni volveré a hacerlo hasta que vea alguna posibilidad de volver a Europa. Estoy
ansiosa por salir al oeste el próximo otoño y obtener algún empleo, aún no he decidido a
dónde».18
Cassatt viajó a Chicago para probar suerte, sin embargo perdió algunas de sus pinturas en
el gran incendio de Chicago de 1871.19 Poco después, su trabajo atrajo la atención del
arzobispo de Pittsburgh, quien le pidió dos copias de Correggio en Parma, Italia,
proporcionándole dinero suficiente para viajar y cubrir sus gastos. Emocionada escribió: «qué
feliz estoy de poder trabajar, mis dedos pican y mis ojos lloran por ver una buena pintura otra
vez».20 Con Emily Sartain, artista de una buena familia americana, Cassatt regresó a Europa.
Autorretrato, hacia 1880, gouache, acuarela y lápiz sobre papel,
32,7 x 24,6 cm, Washington, National Portrait Gallery.

Mujer Joven con sombrero negro y verde mirando hacia abajo


(Young Woman in a Black and Green Bonnet), hacia 1890, pastel sobre papel vitela, 65 x 52
cm, Princeton University Art Museum.
Fiesta en un bote (The Boating Party), 1893–94, óleo
sobre lienzo, 90 × 117,3 cm, National Gallery of Art, Washington.

El té (The Tea), 1880, óleo sobre lienzo, 64,77 ×


92 cm, Museum of Fine Arts, Boston.

Verano (Summertime), c. 1894, óleo sobre lienzo, 100,6 × 81,3 cm, Terra
Foundation for American Art, Chicago.
Lilas en la ventana (1879)

Álvaro, Sotillo – 1946 Diseñador gráfico especializado en ediciones e identidad corporativa. Ha


obtenido dos letras de oro por las publicaciones “La Emblemática de Gerd Leufert” (1985) y el
“Diccionario de Historia de Venezuela, segunda Edición” (1999) en el concurso “Los Libros mejor
diseñados del mundo”, Alemania. Miembro de AGI (Alliance Graphique International) (1997).
Premio Gutenberg de la ciudad de Leipzig, 2005, Alemania.

Diseñador grafico venezolano. Su formación academica la realiza en la escuela Cristobal Rojas, en el


área de artes aplicadas (1962-1966), y en el Instituto Neumann; en este ultimo realiza el curso
básico con los profesores Gerd Leufert y con gego y comienza a cursar la especialización de diseño
tridimensional atraído por la figura del profesor Cornelis Zitman.

Alvaro Sotillo siempra ha participado en importantes esfuerzos para promocionar la disciplina y la


cultura del diseño en Venezuela. Ha obtenido varios premios en los concursos alemanes, entre los
que destacan “Tres letras de oro” (1985-1999-2008), el maximop reconocimiento se otorga en
concurso “Los Libros mas bellos del mundo” (Leipzig), que organiza la Stiftung Buchkunst. En
marzo 2005 recibe el premio Gutenberg de la ciudad de leip´zig

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