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resarcitoria del
derecho de daños
Derecho
Privado VIII
(Daños)
1
Función resarcitoria
del derecho de daños
Nociones introductorias sobre las funciones del derecho
de daños
Esta nueva lectura comienza con las funciones del derecho de daños. Al
respecto, debes recordar los conceptos trabajados en la unidad 1. Allí
adelantamos que la doctrina1 que aquí seguimos distingue –al menos- tres
funciones del derecho de daños: la prevención, la reparación y la punición2 .
1
Puedes consultar acerca de este tema en Pizarro y Vallespinos, 2014, a partir de la pág. 217.
2
Puedes consultar acerca de este tema en Prevot, 2010, p. 33 y en Lens, 2008, p. 17.
La primera situación, referida a los objetivos generales del ordenamiento
jurídico considerado en su conjunto, se da con la llamada función de
"demarcación", pues la delimitación entre el ámbito de lo lícito y lo ilícito es
connatural al concepto mismo de derecho y a la estructura de las normas
jurídicas, dicho de otro modo, gran parte del derecho implica separar lo licito de
lo ilícito, con lo cual no es exclusiva del derecho de daños. En cuanto a la
supuesta "función admonitoria", que López Herrera (Picasso 2015) considera
autónomamente —y como algo distinto de las "funciones" punitiva y
preventiva— solo cabe decir que —tal como el mencionado autor la expone—
ella parecería identificarse con el efecto psicológico que para el responsable
tiene la imposición de la obligación de reparar. Sin embargo, desde esa óptica la
cuestión quedaría subsumida en la función preventiva. Si, en cambio, se
pretende relacionar a la pretendida función "admonitoria" con los "daños
punitivos”, es claro que entonces ingresamos en el terreno de la supuesta
"función punitiva". En uno u otro caso, no parece posible sostener la existencia
de una "función admonitoria" distinta de aquellas otras. Tampoco el derecho de
daños cumple objetivos tendientes a maximizar la eficiencia económica, pues
dice Picasso “La distribución (o redistribución) de la riqueza tampoco puede ser
una "función" del derecho de daños. Por el contrario, el principio según el cual
la reparación del daño debe ser integral, pero no puede constituir una fuente
de lucro para la víctima, otorga a la responsabilidad civil un cariz conservador
—"dar al rico su riqueza y al pobre su pobreza"— y la torna en una vía ineficaz
para lograr aquellos objetivos” (Picasso, 2015, pag.7). Considera el autor que
otras ramas del derecho, tales como el tributario y —en particular— el de la
seguridad social pueden —y deben— tomar a su cargo esos cometidos con
mucha mayor eficacia y pertinencia (2015).
Más allá de lo discutible y de las críticas de las que puede ser objeto esta
eliminación, lo cierto es que, en el actual Código, las funciones del derecho de
la responsabilidad civil son solo dos: la preventiva y la resarcitoria, se eliminó la
función punitiva.
3
El "Proyecto de Ley de Reforma, actualización y unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación", nace
por el decreto presidencial N° 191, del 23 de febrero de 2011 y crea una comisión reformadora presidida por el
Prof. Dr. Ricardo Luis Lorenzetti e integrada por las juristas Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de
Carlucci. Esta comisión elabora el llamado Anteproyecto, que contiene los fundamentos y el articulado. Ese
proyecto fue elevado al Poder Ejecutivo, quien, luego de efectuar algunas modificaciones, lo presentó ante el
Congreso de la Nación. Allí se conformó la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación que efectuó algunas
reformas al proyecto y se finalizó con la sanción de la Ley N° 26.994/2014 como Nuevo Código Civil y Comercial,
que rige a partir del 1 de agosto de 2015.
4
Art. 1708 – Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
Sin perjuicio de ello, podemos decir que el derecho de daños no se limita solo a
la prevención y reparación, sino que además implica punición. Si bien el
C.C.C. solo contempla dos funciones, la función punitiva del derecho de daño
tiene reconocimiento legislativo en la Ley de Defensa del Consumidor Ley N°
24.240 (texto conforme Ley N°26.361) y en la ley general de ambiente5 .
Dice Jorge Galdós, al comentar las funciones del derecho de daños a la luz del
nuevo Código:
5
Corresponde hacer notar que la función regulada en la Ley General de Ambiente es llamada por la doctrina
función precautoria (Cerutti M D C (2015). “Antijuridicidad. Eximentes” en Responsabilidad en el Código Civil y
Comercial Director José Fernando Marquez. Buenos Aires: Zavalia.
6
Art. 1740 – Ley N° 26.994. Op. cit.
En cuanto a los daños indemnizables, el primer párrafo del art. 1738 del C.C.C.
refiere a los daños patrimoniales que comprenden el daño emergente, el lucro
cesante y la pérdida de chance. Debemos aclarar que la introducción legislativa
de la indemnización por la frustración de chances reviste el carácter de novedad
en el ordenamiento jurídico nacional, ya que, si bien era admitida por la
doctrina y la jurisprudencia, no había sido objeto de ninguna norma en el
Código Civil derogado.
7
Art. 1738 – Ley N° 26.994. Op. cit.
8
Art. 1741 – Ley N° 26.994. Op. cit
Como novedad se advierte que el legislador no alude al daño moral, sino que
prefiere la expresión “consecuencias no patrimoniales”; de todos modos, en
términos de resarcimiento no existe diferencia conceptual entre ellos. Los
aspectos del daño moral en el nuevo C.C.C. serán tratados más adelante.
Fundamento y finalidad
La finalidad de la reparación es netamente resarcitoria. En tal sentido, intenta
resarcir el daño y se compensa el menoscabo. En efecto, como regla, el daño
material o moral sufrido constituye el límite que no se puede superar, de suerte
que no se genere un lucro para la víctima. Alguna doctrina entiende que la
finalidad del resarcimiento es también sancionatoria para el responsable, quien
tiene el deber de reparar el daño causado, lo cual trasluce la desaprobación de
la comunidad frente a la conducta de esta naturaleza. Pizarro y Vallespinos
(2014) consideran que “la finalidad del resarcimiento es resarcitoria” (p. 218).
Caracteres
En relación a los caracteres, la doctrina distingue si el perjuicio es patrimonial o
extrapatrimonial. En el primer caso, cuando la indemnización intente reparar el
daño derivado de la ejecución de un acto ilícito en sentido estricto, la reparación
tiene carácter de obligación autónoma y reconoce su fuente en el acto ilícito. La
reparación se orienta a restablecer el patrimonio al estado anterior en que se
hallaba antes del perjuicio. Cuando la indemnización está referida a los
perjuicios derivados del incumplimiento contractual, hay que distinguir entre el
daño compensatorio y el moratorio. El primero se refiere a la indemnización
que debe ser abonada en virtud del incumplimiento de una obligación en forma
definitiva, total e imputable al deudor. La obligación originaria se convierte en la
forma de pagar daños e intereses. En el segundo caso, la indemnización se debe
a raíz del incumplimiento relativo de la prestación y es acumulable a esta, cuyo
cumplimiento aún es posible y útil para el acreedor. El cumplimiento tardío
produce daños en el patrimonio del acreedor. Conforme el art. 1747 del C.C.C.,
se puede reclamar el cumplimiento de la obligación más el daño moratorio.
Debido a que se trata de dos cosas distintas, la prestación se debe por la
obligación asumida por el contrato y vale lo mismo si se paga tarde o a tiempo.
En cambio, el daño moratorio es el daño que se debe por el cumplimiento
tardío (art. 1747 del C.C.C.).
Patrimonialidad
Resarcitoria
Del mismo modo que no hay plena identificación entre el concepto jurídico de
daño y el daño efectivamente sufrido por el individuo, el resarcimiento jurídico
es diferente al quantum verdaderamente sufrido. El contenido jurídico se
determina por medio de la relación de causalidad adecuada existente entre el
hecho generador y el perjuicio, que tiene entre sus funciones la de determinar
hasta dónde llega la obligación resarcitoria, de acuerdo a un régimen
predeterminado de imputación de consecuencias.
En ese sentido, según nuestra ley, el daño imputable al autor de un ilícito es por
regla el que se halla en conexión causal adecuada con ese acto, o sea las
consecuencias normales y previsibles de su acto (art. 1727 del C.C.C.). Como se
puede observar, existe una fuerte vinculación entre el principio de reparación
plena y el régimen predeterminado de imputación de consecuencias consagrado
por el Código Civil y Comercial.
9
Te sugerimos revisar en la bibliografía a Pizarro y Vallespinos, 2014, p. 221.
Tabla 1: Ventajas y desventajas del principio de reparación
Ventajas Desventajas
a) Permite la evaluación en concreto a) Se le atribuye la generación de
del perjuicio. rigor e incertidumbre, ya que se
b) Toma en cuenta al damnificado en centra en la víctima. Sumado a ello,
concreto y no a uno hipotético. depende de factores subjetivos como
en el caso del daño moral. La
c) Rige el principio de libertad del
ausencia de criterios objetivos
juzgador para la valoración y
dificulta la posibilidad de acuerdos
cuantificación del daño.
transaccionales.
d) Favorece una dinámica
b) Su aplicación indiferenciada a todo
permanente de los métodos de
tipo de daños generaría
evaluación del daño.
consecuencias inconvenientes.
e) Ha tenido importancia en los países
c) Alentaría a las víctimas y a las
afectados por inflación, a fin de
personas a su cargo a no retomar sus
corregir las severas secuelas de este
actividades, aun cuando ello fuese
fenómeno económico.
posible y deseable.
d) Resultaría incompatible con los
actuales imperativos económicos.
e) En ciertos casos es difícilmente
compatible con el seguro.
Fuente: elaboración propia.
Limitaciones. Remisión
En relación a la limitación de la reparación plena, algo dijimos en la unidad 1 y
también lo trataremos posteriormente. Debes relacionar estos dos puntos con
el aquí expuesto para una completa noción sobre el tema.
Tal como enseñan Pizarro y Vallespinos (2014, p. 232 y ss.), el Código Civil, en la
versión redactada por Vélez Sarsfield, se inclinó por el sistema de reparación
del perjuicio mediante el pago de una “indemnización pecuniaria que fijará el
juez, salvo el caso en que hubiere lugar a la restitución del objeto que hubiese
hecho materia del delito”10 .
El criterio seguido en el artículo señalado tenía raíces en el derecho romano y
en el derecho francés. El principio era muy claro. En primer lugar, procedía la
reparación pecuniaria, salvo que la propia ley determinara otro tipo de
reparación. Esta norma funcionó por décadas sin dificultades, de suerte que,
aun luego de la reforma de 1968, la cultura jurídica argentina mantiene
arraigado dicho régimen.
10
Art. 1083 – Ley N° 340 (1869). Código Civil. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
La formulación de Vélez fue modificada por la Ley N° 17.711, inspirada en los
arts. 249 del código alemán, el art. 2058 del código italiano y las
recomendaciones propiciadas por el III Congreso Nacional de Derecho Civil
de 1961. Esta ley modificó el art. 1083 y dispone: “El resarcimiento de daños
consistirá en la reposición de las cosas a su estado anterior, excepto si fuera
imposible, en cuyo caso la indemnización se fijará en dinero. También podrá el
damnificado optar por la indemnización en dinero”11 .
La interpretación efectuada por Pizarro y Vallespinos sobre el art. 1083 del C.C.
de la Nación (según texto de la Ley N° 17.711) implica que tal norma consagra
una obligación alternativa irregular (art. 635 del C.C. de la Nación)12 , con lo
cual el acreedor podrá optar por la forma y modo en que procederá la
reparación: en especie o por equivalente.
La actual redacción del art. 1740 establece que la reparación plena consiste en
la restitución de la situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso,
sea por “el pago en dinero o en especie”. Pareciera ser que el legislador se
limita a describir que recepta ambas formas de resarcimiento: por equivalente o
11
Art. 1083 - Ley N° 17.711 (1968). Código Civil. Poder Ejecutivo Nacional.
12
En el C.C.C. de la Nación, las obligaciones alternativas irregulares se encuentran establecidas en el art. 782.
Dice la norma: “Obligación alternativa irregular. En los casos en que la elección corresponde al acreedor y la
alternativa se da entre dos prestaciones, se aplican las siguientes reglas: a) si una de las prestaciones resulta
imposible por causas ajenas a la responsabilidad de las partes, o atribuibles a la responsabilidad del acreedor, la
obligación se concentra en la restante; si la imposibilidad proviene de causas atribuibles a la responsabilidad del
deudor, el acreedor tiene derecho a optar entre reclamar la prestación que es posible, o el valor de la que
resulta imposible; b) si todas las prestaciones resultan imposibles y la imposibilidad es sucesiva, la obligación se
concentra en la última, excepto que la imposibilidad de la primera obedezca a causas que comprometan la
responsabilidad del deudor; en este caso el acreedor tiene derecho a reclamar el valor de cualquiera de las
prestaciones; c) si todas las prestaciones resultan imposibles por causas atribuibles a la responsabilidad del
acreedor, y la imposibilidad es simultánea, el acreedor tiene derecho a elegir con cuál de ellas queda satisfecho,
y debe al deudor los daños y perjuicios emergentes de la mayor onerosidad que le reporte el pago realizado; si
lo son por causas atribuibles a la responsabilidad del deudor, el acreedor tiene derecho a elegir con el valor de
cuál de ellas queda satisfecho; d) si todas las prestaciones resultan imposibles por causas ajenas a la
responsabilidad de las partes, la obligación se extingue” Art. 782 – Ley N° 26.994. Op. cit.
in natura.
Sin embargo, luego, la norma otorga facultad a la víctima para que pueda optar
por el reintegro específico. Esto podría conducir a la idea que el legislador
dispuso como regla la reparación por equivalente, salvo que la víctima opte por
la reparación en especie. Creemos que –del mismo modo que el sistema
anterior- la reparación en dinero no constituye la regla, ni la especifica la
excepción. Ambas están en el mismo plano, dentro del abanico de posibilidades
que tiene el damnificado en cuanto hace a la forma de reparación.
En este sentido, una innovación introducida por la norma tiene que ver con la
opción ejercida por la víctima (en especie), de la que hablamos. La norma dice,
en su art. 1740, que la reparación en especie es procedente “excepto que sea
parcial o totalmente imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso
se debe fijar en dinero”13 . Acoge aquí la norma lo que sostenían Pizarro y
Vallespinos (2014), quienes señalan que, en algunos supuestos, no procede la
reparación en especie, ante la excesiva onerosidad de la misma que importe un
ejercicio abusivo del derecho por parte del acreedor a la reparación, con
facultades para que sea procedente con la reducción de equidad.
13
Art. 1740 – Ley N° 26.994. Op. cit.
14
Art. 1740 – Ley N° 26.99. Op. cit.
La reparación en especie o por equivalente no pecuniario
Conforme lo expuesto más arriba, en el sistema de Vélez, la regla era la
reparación en dinero, con opción a la reparación en especie. En el actual
sistema, regulado por el art. 1740, se establece la reparación en dinero y se
otorga a la víctima la facultad de optar por la reparación en especie.
15
Ver Pizarro y Vallespinos, 2014, p. 232.
16
El daño directo e indirecto puede ser visto desde dos aserciones. La primera tiene que ver con los daños
patrimoniales padecidos directamente en el patrimonio de la víctima; el indirecto es aquel que afecta bienes
jurídicos extra patrimoniales vinculados con el derecho a la personalidad (art. 1740). Ambos daños (directo e
indirecto) pueden generar daños patrimoniales o extrapatrimoniales. En su segunda aserción, los daños directos
son los que sufre la víctima del ilícito, y los indirectos, los que reclama una persona distinta de la víctima por
derecho propio derivado de aquel (por ejemplo, la viuda que reclama el daño moral causado por la muerte del
esposo o conviviente). El art. 1739 del C.C.C. de la Nación reconoce la existencia del daño directo e indirecto.
natura. Mediante las mismas, se realiza el interés del deudor,
conforme a su naturaleza y destino.
17
La Corte Suprema de Justicia de la Nación falló el 20 de Junio de 2006 en la causa “Mendoza, Beatriz Silvia y
otros c/Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios (daños derivados de la contaminación ambiental del Río
Matanza-Riachuelo)” (M.1569.XL), frente a una demanda que iniciaron un grupo de diecisiete personas,
ejerciendo derechos propios, y algunos de ellos, también en representación de sus hijos menores contra el
Estado Nacional, la Provincia de Buenos Aires, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y cuarenta y
cuatro empresas por los daños y perjuicios que, según sostienen, se les han ocasionado por la contaminación
ambiental del Río Matanza-Riachuelo.
Reparación del daño moral en especie o por equivalente
no pecuniario. La publicación de la sentencia y la
retractación del ofensor como modelos de reparación
del daño moral
18
Corte IDH, Atala Riffo y Ninas c. Chile, sentencia del 24 de febrero del 2012.
19
Corte IDH, Hermanas Serrano Cruz c/. El Salvador, sentencia de 1 de marzo de 2005, parágrafo 194. A igual
solución se arribó en el Caso Masacre Plan de Sanchez, sentencia de 19 de noviembre de 2004. Parágrafo 100, y
en Caso Myrna Mack Chang, sentencia de 25 de noviembre de 2003, parágrafo. 278.
20
Corte IDH, Apitz Barbera y otros c/ Venezuela, sentencia de 5 de agosto de 2008, Fallos: parágrafo 249. Caso
Molina Theissen, op. cit., parágrafo 86; entre otros.
21
Debe tenerse en cuenta que la satisfacción del ofendido en supuestos de ataques a los derechos inherentes a
la personalidad tiene, además de la faz resarcitoria, la acción preventiva, que resulta –en algunos casos- más
efectiva para evitar el acaecimiento del daño cuya producción ha sido amenazada, o bien eliminar la
continuación del acto lesivo que ya ha comenzado a producirse, mediante la destrucción de sus causas. La
acción preventiva será analizada infra.
de parte, ordenar la publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a
costa del responsable”22 .
27
22
Art. 1740 – Ley N° 26.994. Op. cit.
coincide con el valor del bien en plaza o mercado, en el caso
concreto podría aumentarse el mismo en función del valor subjetivo.
Excepcionalmente, la ley solo toma en cuenta el valor objetivo,
como ocurre en la expropiación.
Finalmente, establecimos que el art. 1738 del C.C.C. contiene una especial
mención a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de
la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones
espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de
vida. Estos daños a la persona no constituyen una tercera categoría, sino que,
ante la lesión de un derecho personalísimo (como el honor) puede derivar en
daño patrimonial o no patrimonial, según sea el caso.
23
Art. 1745 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Se ha dicho que la norma parece adecuarse al criterio de la CIDH sobre la
cuantificación del lucro cesante por la pérdida de ingresos económicos futuros,
en cuanto “es posible cuantificarlo a partir de ciertos indicadores mensurables y
objetivos” (Curuchet, 2015, p. 10) e implica la imposibilidad de aplicar criterios
de evaluación meramente subjetivos. El eje central de la reforma implica
establecer ciertos parámetros o estándares que permitan limitar la
discrecionalidad del juez, a los fines que las partes puedan controlar la decisión
judicial.
24
La versión simplificada de la clásica fórmula Marshall, denominada “Las Heras-Requena” (conf. Zavala de
González, Matilde, 1999, p. 497).- Tal procedimiento matemático está contenido en la fórmula: C: a x b. Donde
"C" es el monto indemnizatorio a averiguar, que se logra al multiplicar “a” por “b”. El factor “a” representa el
perjuicio mensual sufrido por doce meses al que se suma un interés puro del 6% anual; el otro elemento de la
fórmula, es “b”, el número de períodos dentro del cual debe producirse el agotamiento del mismo, es decir se
refiere a la totalidad del lapso resarcitorio. Para el cálculo del valor “b” es indispensable utilizar una tabla,
donde a cada año corresponde un coeficiente. Seleccionada la cantidad de años, se ubica el coeficiente que le
corresponde y que equivale a "b" (de tal manera se ahorran todos los cálculos que requiere la fórmula Marsall).
La mencionada tabla puede consultarse en Zavala de Gonzalez, 1999, pp. 498-499).
En otras provincias se utiliza la fórmula Vuoto25 , en referencia a los autos
“Vuoto, Dalmero c/Telefunken Argentina SA” - CNTrab. - Sala III - 16/6/1978.
Éstas son dos praxis judiciales que en modo alguno implican agotar el abanico
de posibilidades para la cuantificación del daño a las personas. En rigor, la
prudencia y operatividad son las pautas que el Juez debe tener en cuenta para
brindar la debida tutela y protección de todos los aspectos del ser humano, no
solo físicos o psíquicos, sino individuales, familiares, sociales y su capacidad
para gozar y proyectar.
25
[C = a * (1 - Vn) * 1 / i * % incapacidad](9): según esta fórmula, el monto del resarcimiento por daño material
(lucro cesante) debe consistir, en principio, en una suma tal que, puesta a un interés anual del 6%, permita un
retiro periódico y se amortice en el lapso de tiempo estimado como de vida útil de la víctima, que se fija en los
65 años, coincidente con la edad jubilatoria.
26
Definido por Pizarro y Vallespinos como “toda modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de
su capacidad de entender, querer o sentir, consecuencia de una lesión a un interés no patrimonial, que habrá
de traducirse en un modo de estar diferente de aquel al que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de
este y anímicamente perjudicial” (2013, pág. 641).
27
La norma mencionada se refiere al “daño no patrimonial” que –como dijimos- debe entenderse como
equivalente al usualmente denominado daño moral, por oposición al patrimonial. En lo que sigue la norma solo
alude a la legitimación y no menciona los aspectos conceptuales del daño moral, cuestión que queda librada al
aporte doctrinario y jurisprudencial.
En un conocido precedente dijo la Corte Suprema:
El Código Civil derogado definía a la cláusula penal como “aquella en que una
persona, para asegurar el cumplimiento de una obligación, se sujete a una pena
o multa en caso de retardar o de no ejecutar la obligación”28 .
28
Art. 652 – Ley N° 26.994. Op. cit
29
Art. 790 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Esta institución tiene una evolución histórica desde el derecho romano, pasando
por el derecho español y francés antiguo (Pizarro y Vallespinos, 2014). Sin
embargo, podemos sintetizar dicho proceso, con un grado elevado de
generalización y decir que la mencionada institución pasó por su etapa de pena
privada en los derechos romano y español antiguo con una función resarcitoria;
luego, cláusula de evaluación convencional anticipada de daños, con función
punitiva, en el derecho francés antiguo; y en el código francés se convierte en
una institución mixta (punitoria y resarcitoria).
a) Voluntaria.
b) Accesoria.
c) Condicional.
d) Preventiva.
e) Subsidiaria.
f) Definitiva.
g) Relativamente inmutable.
h) De interpretación restrictiva.
Función preventiva y
sancionatoria del
derecho de daños
Limitaciones al principio de la reparación
plena del daño
Los fondos de garantía son otra forma de colectivización de riesgo que puede
ser válidamente utilizado.
El seguro y el principio de reparación plena e integral
Esto no quiere decir que siempre sea favorable utilizar estas técnicas. El exceso
de reparto del daño puede desalentar políticas preventivas, ya que el
eventual daño lo repararía toda la sociedad o un grupo de esta.
30
“El beneficio de competencia es un derecho que se otorga aciertos deudores, para que paguen lo que
buenamente puedan, según las circunstancias, y hasta que mejoren de fortuna”. Art. 892 – Ley N° 26.994. Op.
cit.
31
Art. 730 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Existen otros modos de reducción que no tienen vinculación directa con el
principio de reparación plena o integral:
Derecho comparado
Antes del dictado del nuevo Código Civil y Comercial, es decir, mientras se
encontraba en vigencia el Código Civil, se sostenía la existencia de diversas
formas de prevención: una de forma general que opera de modo indirecto, por
disuasión, y que se plasma como una amenaza efectiva ante la consecuencia
jurídica que la norma establece frente a un resultado dañoso, y otra, más
específica, que funciona en un marco acotado de actividades peligrosas o
riesgosas. En concreto, la ley debe imponer ciertos deberes especiales a
quienes pueden controlar los riesgos por ellos desplegados, utilización de
medidas de seguridad, etc.
Pero, así como valoramos la idea de prevenir, la cuestión debe ser analizada con
mucho cuidado, ya que una excesiva tutela preventiva puede avanzar sobre los
derechos del potencial dañador (a trabajar, etc.) o inclusive paralizar la
economía. Por otro lado, se debe realizar un análisis económico del derecho32 :
en qué casos conviene y hasta qué limite prevenir. Por último, debemos prestar
especial atención en qué supuestos la prevención del daño debe ser más fuerte
que en otros, o si debería ser igual en todos los casos. Muchos son los factores
32
El análisis económico del derecho se ha desarrollado en dos áreas: i) el estudio del derecho al aplicar el
instrumental metodológico de la teoría económica, y ii) el estudio de la relación entre los fenómenos
económicos y el sistema jurídico. En relación al derecho de daños, Acciarri sostiene: “los daños que se producen
en una sociedad no abarcan solo un problema distributivo privado (que el dañador deba transferir o no una
cantidad de dinero, en concepto de compensación, a la víctima), sino que también inciden en la riqueza total de
la comunidad” (2015, 25). Sobre la evolución de esta teoría, ver Posner, 1992; Acciarri, 2009; Acciari, 2015.
que se deben tener en cuenta para resolver adecuadamente esta cuestión.
f) El art. 1628 del Código Civil derogado, que dispone las condiciones para
el cese de molestias ocasionadas por humo, calor, olores, luminosidad,
ruido, vibraciones o daños similares.
g) Los arts. 3157 y 3158 del Código Civil derogado, que le reconocen al
acreedor hipotecario su derecho a asegurar el crédito por medio de
medidas cautelares.
Por ello, en la apertura del Libro Tercero, Título V "Otras fuentes de las
obligaciones", Capítulo I "Responsabilidad civil", se inicia la Sección 1º
"Disposiciones generales" con el art. 1708, que establece: "Funciones de la
responsabilidad. Las disposiciones de este Título son aplicables a la prevención
del daño, a su reparación"33.
33
Art. 1708 – Ley N° 26.994. Op. cit.
34
Art. 1711 – Ley N° 26.994. Op. cit
35
Art. 1712 – Ley N° 26.994. Op. cit.
36
Art. 1714 – Ley N° 26.994. Op. cit.
1710, correlacionado con la pauta general de valoración de conducta que
establece el art. 1725 ("cuanto mayor sea el deber de cobrar con prudencia y
pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al agente y la
valoración de la previsibilidad de las consecuencias"37 ), en sentido congruente
con la directiva de ejercer los derechos de buena fe establecido en los arts. 9,
10 y 11 del C.C.C. (Galdós, 2012).
La doctrina (Galdós, 2012) nos hace notar que esta idea de prevención también
se encuentra en otros supuestos, así por ejemplo los consumidores pueden
pedir el cese de la publicidad ilícita, la publicación de anuncios rectificatorios y
de la sentencia condenatoria (art. 1102). Igualmente, en la protección de la
persona humana (art. 51) y en la protección por las afectaciones a la dignidad
(art. 52), se acentúa la tutela de prevención (que se suma a la de reparación),
porque, si se afecta la intimidad personal o familiar, la honra o reputación,
imagen o identidad, o resultare menoscabo de la dignidad personal (arts. 52 y
1770), se aplican las disposiciones de los arts. 1708, 1710, 1711, 1172, 1173 y
concs.
37
Art. 1725 – Ley N° 26.994. Op. cit.
38
Art.1032 – Ley N° 26.994. Op. cit
La acción genérica para impedir la producción del
daño, su continuación o su agravamiento. Aspectos
procesales regulados por el Código Civil y Comercial
La acción preventiva está regulada en el artículo 1711 del C.C.C., que procede
cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la producción de un
daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún
factor de atribución.
Ello, aun cuando ese eventual daño puede configurar una violación al deber
general de no dañar (neminem lædere). Reflexiona el autor que es la conducta
potencialmente dañosa y considerada en sí misma la que debe ser contraria a
una norma del ordenamiento jurídico. Una conducta potencialmente dañosa,
pero lícita no viabilizaría la acción preventiva. Conducir un automotor, por más
que pueda ser causa potencial de algún perjuicio, no justifica una acción
preventiva (Vázquez Ferreyra, 2015). Se advierte en ese punto lo problemático
que podría resultar la admisión de la pretensión ante un acto lícito. La teoría
del análisis económico del derecho y el principio de razonabilidad (juicio de
proporcionalidad) podrían resultar herramientas útiles para solucionar los
posibles conflictos.
39
Recordemos que esta regla técnica de sentenciar implica la exacta correspondencia que debe existir entre lo
pretendido por el actor, lo resistido por el demandado y lo fallado por el juez.
La tutela procesal inhibitoria. Nociones. Acciones
procesales inhibitorias (medidas cautelares, acción de
amparo, habeas data, procesos inhibitorios comunes).
Procesos colectivos
La tutela procesal inhibitoria en Argentina se potencia con la vigencia del Código
Civil y Comercial. En efecto, la introducción de un precepto normativo mixto
(con carácter sustancial y procesal), como la descrita en el punto que antecede,
implica una nueva pauta interpretativa que permite ampliar la aplicación de las
herramientas procesales vigentes. Es decir que las tutelas procesales
existentes se mantienen con vigencia paralela a la acción (rectius: pretensión)
preventiva sustancial, puede ocurrir que dentro de un proceso preventivo el
juez dicte una medida cautelar preventiva. O bien que la pretensión preventiva
sustancial sea encaminada mediante un proceso preventivo como el amparo o
las tutelas anticipadas.
En efecto, la redacción original del Anteproyecto incluye una sección sobre los
daños a los derechos de incidencia colectiva que ha sido suprimida por el Poder
Ejecutivo Nacional y que se halla redactada en los siguientes términos:
Sección 5ª
Daños a los derechos de incidencia colectiva
ARTÍCULO 1745.- Daño a los derechos de incidencia colectiva.
Cuando existe lesión a un derecho de incidencia colectiva y la
pretensión recae sobre el aspecto colectivo, corresponde
prioritariamente la reposición al estado anterior al hecho
generador. Si ello es total o parcialmente imposible, o resulta
insuficiente, procede una indemnización. Si ella se fija en dinero,
tiene el destino que le asigna el juez por resolución fundada.
Están legitimados para accionar:
a) el afectado individual o agrupado que demuestra un interés
relevante;
b) el Defensor del Pueblo de la Nación, de las provincias y de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según corresponda;
c) las organizaciones no gubernamentales de defensa de
intereses colectivos, en los términos del artículo 43 de la
Constitución Nacional;
40
“Derechos individuales y de incidencia colectiva. En este Código se reconocen: a) derechos individuales; b)
derechos de incidencia colectiva. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos individuales cuando
pueda afectar al ambiente y a los derechos de incidencia colectiva en general”. Art. 14 – Ley N° 26.994. Op. cit
41
El art. 14 originario señalaba que el Código reconocía tres categorías de derechos: los individuales, los
individuales homogéneos y los colectivos, pero –como dijimos en las unidades precedentes al tratar este punto-
el Poder Ejecutivo eliminó los derechos de incidencia colectiva que recaen sobre bienes individuales
homogéneos, y la regulación de los derechos colectivos, la del proceso colectivo y las acciones de clase (Sección
5º del Título V, Capítulo 1, del Libro Tercero).
42
“Límites al ejercicio de los derechos individuales sobre los bienes. El ejercicio de los derechos individuales
sobre los bienes mencionados en las Secciones 1ª y 2ª debe ser compatible con los derechos de incidencia
colectiva. Debe conformarse a las normas del derecho administrativo nacional y local dictadas en el interés
público y no debe afectar el funcionamiento ni la sustentabilidad de los ecosistemas de la flora, la fauna, la
biodiversidad, el agua, los valores culturales, el paisaje, entre otros, según los criterios previstos en la ley
especial”. Art. 240 – Ley N° 26.994. Op. cit.
43
“Concepto de daño. Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento
jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva”. Art. 1737 – Ley
N° 26.994. Op. cit.
d) el Estado nacional, los Estados provinciales, la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, y los Estados municipales;
e) el Ministerio Público Fiscal y de la Defensa.
Por otro lado, en los fundamentos del nuevo Código se dice que:
Se advierte entonces una posible tensión con el art. 1711 del C.C.C., en la
medida que –en un análisis primario- permitiría la censura previa como
consecuencia del ejercicio de las acciones preventivas.
44
Caso "Fontevecchia y D'Amico" resuelto con motivo de la sentencia dictada por nuestra Corte Suprema en el
caso "Menem c/ Editorial Perfil" (Fallos C.S. 324:2895 del 25 de septiembre de 2001). La Corte Interamericana
se remitió a los fundamentos que expuso en la Opinión Consultiva 5/85 y en las sentencias dictadas en los casos
"Herrera Ulloa c/ Costa Rica" y "Tristán Donoso c/ Panamá".
US 546, 1976).
Nociones introductorias
La pena privada tiene gran vinculación con la idea de prevención, pero también
con la idea de punición y pleno desmantelamiento de los efectos de los ilícitos.
Dada la gravedad de estos últimos, requiere más que la indemnización de los
perjuicios causados. Esto se demuestra con claridad en diversos supuestos de
daños individuales o colectivos con evidente menosprecio a los intereses ajenos
o en los cuales se intenta conseguir un lucro remanente, incluso luego de pagar
las indemnizaciones civiles correspondientes.
Las tres funciones del derecho de daños fueron limitadas a dos, tal como
pudimos ver en la Unidad 9. Allí decíamos que la nueva norma describe
claramente que las funciones de la responsabilidad civil son la prevención y el
resarcimiento. Esto nos lleva a preguntarnos qué sucedió con la función
punitiva.
45
La redacción original del Proyecto de Código Civil y Comercial 2012 en el artículo 1708 funciones de la
responsabilidad civil establecía: “Las disposiciones de este título son aplicables a la prevención del daño, a su
reparación, y a los supuestos en que sea admisible la sanción pecuniaria disuasiva”. Proyecto de Código Civil y
Comercial. Poder Ejecutivo Nacional.
Bueno es aquí decir que, de las tres funciones de la responsabilidad civil, la
punitiva ha sido resistida en la doctrina argentina. Algunos autores consideran
que es una función propia del derecho penal y extraña al derecho privado. En
tal sentido, entienden que al incorporar los llamados daños punitivos a nuestro
derecho privado “se mezcla ridículamente lo civil con lo penal y lo
administrativo” (Otaola, 2015, p. 19). Al respecto puede verse el trabajo de
Sebastián Picasso en torno a las funciones del derecho de daños (2015). Esta
resistencia de la doctrina –con variados fundamentos- dio pie a la eliminación
de la figura en el Código Civil y Comercial.
46
“Sanciones conminatorias. Los jueces pueden imponer en beneficio del titular del derecho, condenaciones
conminatorias de carácter pecuniario a quienes no cumplen deberes jurídicos impuestos en una resolución
judicial. Las condenas se deben graduar en proporción al caudal económico de quien debe satisfacerlas y
pueden ser dejadas sin efecto o reajustadas si aquél desiste de su resistencia y justifica total o parcialmente su
proceder. La observancia de los mandatos judiciales impartidos a las autoridades públicas se rige por las normas
propias del derecho administrativo”. Art. 804 – Ley N° 26.994. Op. cit.
47
“Concepto. La cláusula penal es aquella por la cual una persona, para asegurar el cumplimiento de una
obligación, se sujeta a una pena o multa en caso de retardar o de no ejecutar la obligación”. Art. 790 – Ley N°
26.994. Op. cit.
48
Art. 1714 – Ley N° 26.994. Op. cit.
49
Art. 1715 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Para responder a los interrogantes, debemos recordar los fundamentos del
dictamen de la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación que eliminó la
figura de la sanción pecuniaria (Muñoz, 2016).
También para explicar los motivos por los cuales se mantuvieron los arts. 1714
y 1715, referidos a la punición excesiva, dice la Comisión Bicameral
50
“Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor,
susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o sobre su persona,
como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de servicios. Los organismos
de aplicación, mediante actos administrativos, fijarán las indemnizaciones para reparar los daños materiales
sufridos por el consumidor en los bienes objeto de la relación de consumo. Esta facultad soólo puede ser
ejercida por organismos de la administración que reúnan los siguientes requisitos: a) La norma de creación les
haya concedido facultades para resolver conflictos entre particulares y la razonabilidad del objetivo económico
tenido en cuenta para otorgarles esa facultad es manifiesta; b) Estén dotados de especialización técnica.
independencia e imparcialidad indubitadas; c) Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente.
Este artículo no se aplica a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos del consumidor, su
integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas, las que resultan de la
interferencia en su proyecto de vida ni, en general, a las consecuencias no patrimoniales”. Art. 40 bis - Ley N°
24.240 (1993). Defensa del Consumidor. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
un reflejo de la función punitiva del derecho de daños, se trata de figuras
independientes entre sí. Una refiere al sistema de indemnizaciones punitivas y
la otra (las astreintes) constituye otro tipo de sanciones punitivas que nuestro
ordenamiento jurídico ha adoptado.
En nuestro país tenemos una sola experiencia respecto de los daños punitivos y
está contemplada en el art. 52 bis de Ley N° 24.240 (Ley N° 26.361 B.O.
07.04.2008), que reza:
Por otro lado, se sostiene que debe existir un daño para la aplicación de los
daños punitivos. Esta interpretación surge de la palabra “damnificado”
empleada por la norma, que supone la existencia de un “daño” para que se
erija el “acto ilícito punible”.
51
Art. 52 bis- Ley N° 24.240. Op. cit.
52
Art. 52 bis. - Ley N° 24.240. Op. cit.
Respecto del monto de la multa, encontramos el art. 47, inc. “b” de la Ley
N° 26.361, que pareciera querer subsanar la situación al dejar establecido un
parámetro dentro del cual deben estar fijados los daños punitivos. Se predica la
inconstitucionalidad de la norma.
a) Cláusula penal. Tal como referimos antes, la cláusula penal tiene una
función punitoria que puede situar la pena en un valor superior al
perjuicio real. Ese plus tiene carácter sancionador.
53
Art. 804 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Remitimos a lo expuesto en Derecho Privado III (Obligaciones) sobre la
naturaleza de la figura. Simplemente nos limitamos a decir que, si bien se trata
de un aspecto punitivo del derecho de daños, deben ser distinguidas de la
indemnización por daños y perjuicios, pues tienen fuentes, condiciones de
procedencia y requisitos. Las astreintes o sanciones conminatorias no se
generan por el incumplimiento de una obligación o acto ilícito (art. 1716 del
C.C.C.), sino por el incumplimiento de una resolución judicial, cause o no
perjuicio; lo que justifica la imposición de la sanción no es el daño, sino el
incumplimiento de la orden judicial. Por ello, nada obsta a que, si el
incumplimiento de la orden judicial configura un daño, pueda reclamarse,
además de la sanción conminatoria, un resarcimiento.
Derecho
Privado VIII
(Daños)
1
Hechos ilícitos.
Responsabilidad directa
y por el hecho de
terceros (por el hecho
propio y por el hecho
ajeno)
En esta tercera parte del programa abordaremos las novedades introducidas en
materia de daños y perjuicios en relación con las responsabilidades especiales.
Dentro de la unidad 11 encontramos la responsabilidad directa y la
responsabilidad civil por el hecho de terceros. En la unidad 12, la
responsabilidad por el hecho de las cosas y de ciertas actividades, que
constituyen el modulo básico de esta tercera parte del programa.
1. responsabilidad directa;
4. responsabilidades especiales.
Así, tenemos:
Responsabilidad directa
Vamos a comenzar el análisis con la primera figura de la parte especial de la
responsabilidad civil directa, seguiremos el hilo conductor trazado por el Código
Civil y Comercial de la Nación1. Este orden coincide con la sistematización que
sobre la materia hacen generalmente los autores y dan inicio al estudio de la
parte especial con la responsabilidad directa. En el Código derogado se hacía
referencia a la responsabilidad por el hecho propio.
En sustancia y más allá del nomen iuris, regula la hipótesis idéntica: cuando el
daño es producido por la acción directa del responsable. Es decir, quien
ejecuta la conducta dañosa coincide con quien debe responder. Con lo cual las
explicaciones aportadas por Pizarro y Vallespinos (2014) son plenamente
aplicables, con las modificaciones propias introducidas por las nuevas normas
que señalaremos a medida que avancemos.
1
En esta unidad trabajaremos en base a lo expuesto por uno de los integrantes de la comisión de
responsabilidad civil del Anteproyecto: Sagarna, 2014.
Caracterización. La cuestión en materia contractual y
extracontractual. Efectos de la unificación de
regímenes conforme el Código Civil y Comercial
Si continuamos con lo expuesto, podemos decir que, a partir de esta noción de
responsabilidad directa se ha creado el paradigma sobre el cual se construyó a
lo largo de los años el derecho de daños. Tal es así que el axioma que
predominó, hoy ya superado, era que no hay responsabilidad civil sin culpa, y
surgió en base a este tipo de responsabilidad por el hecho propio y con
basamento en la idea de culpa. Actualmente, como hemos visto a lo largo de
la materia, esto no es más así, ya que hemos contemplado diversos supuestos
en los cuales el sindicado como responsable está obligado a responder aun sin
culpa. Es más, como hemos visto, ante la responsabilidad con factor objetivo
de atribución, no es solo una “responsabilidad sin culpa”, sino que existe un
fundamento axiológico de carácter objetivo que justifica su responder abstraído
de la culpa. En estos casos, no nos interesa siquiera indagar sobre la existencia
de la culpa, en virtud del factor objetivo de atribución que entra en acción.
En esta norma transcripta se engloba a los derogados arts. 1109 y 1074 del
Código Civil, que prevén la responsabilidad civil extracontractual por culpa o
negligencia en la acción y omisión, respectivamente, y a los arts. 519 y
siguientes, que enmarcan la responsabilidad civil contractual (Sagarna, 2014).
Según la línea establecida, el nuevo C.C.C unifica –tal como pudimos ver en las
unidades anteriores- casi todas las consecuencias de ambos regímenes de
responsabilidad civil. En este sentido, se puede ver en los fundamentos del
Anteproyecto: "En este tema [refiriéndose a la responsabilidad directa] se
comienza con una norma que precisa los conceptos en un sistema de
responsabilidad civil que comprende tanto el ámbito contractual como
extracontractual" (Lorenzetti, Highton de Nolasco y Kemelmajer de Carlucci,
2012, http://www.nuevocodigocivil.com/wp-content/uploads/2015/02/5-
Fundamentos-del-Proyecto.pdf). Esto es propio del fenómeno de la unidad de
sistema o unificación de sistemas de responsabilidad civil (unidad 2).
2
Art. 804 – Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
El art. 1749 del C.C.C se basa en el principio general de la "teoría del
responder", por el que se establece que toda persona es responsable de sus
actos, sea por actividad positiva o negativa.
Nos enseña Sagarna que el art. 1749 del C.C.C encierra el “deber de responder”,
así surja de un vínculo jurídico preexistente entre las partes o de la inexistencia
de una relación anterior entre los intervinientes –dañoso y dañado-, fundado
en el principio rector alterum non laedere contenido ahora expresamente en el
art. 1716, el que prevé que la violación de dicho deber de no dañar a otro y el
incumplimiento obligacional provocan el deber de reparar el perjuicio causado.
(2014).
3
Art. 1717 – Ley N° 26.994. Op. cit.
4
Art. 1719- Ley N° 26.994. Op. cit.
Es decir que quien incumple una obligación preestablecida (responsabilidad
contractual) u ocasiona un daño sin que exista prestación o vínculo anterior
(responsabilidad extracontractual) es responsable directo del perjuicio
ocasionado, sin perjuicio –claro está- que la víctima pueda encontrar como
legitimado pasivo a un responsable por el hecho de otro, supuesto que podrá
convivir plenamente con la responsabilidad directa (Sagarna, 2014). Esto nos
lleva a tratar el supuesto de la pluralidad de responsables.
5
Art. 1751 – Ley N° 26.994. Op. cit.
En este sentido, el art. 1773 del C.C.C. prevé, como el art. 1122 del Código Civil
derogado (en adelante, C.C.) que el legitimado tiene derecho a interponer su
acción, conjunta o separadamente, contra el responsable directo y el indirecto;
en fin, el actor podrá optar por demandar a uno o a otro o a ambos, aunque
deberá probar la responsabilidad del agente dañoso responsable directo para
que se desprenda la responsabilidad del indirecto.
En el actual Código, si el daño fue causado por varios sujetos, se aplicarán las
normas de las obligaciones solidarias (arts. 827 a 843 del C.C.C) o concurrentes
(arts. 850 a 852 del C.C.C –se les asigna subsidiariamente la aplicación a estas de
las normas de las obligaciones solidarias por reenvío del art. 852 citado-), según
sea el caso. Las acciones de repetición o recurso están previstas en los arts. 840
y 851, inc. “h”. Es de suma importancia la incorporación de la clasificación de
obligaciones concurrentes en las obligaciones de sujeto plural ya que son
"obligaciones concurrentes" aquellas en las que "varios deudores deben el
mismo objeto en razón de causas diferentes"6 y constituyen "obligaciones
solidarias"7 las que están fundadas en una causa única. (Sagarna, 2014).
6
Art. 852 – Ley N° 26.994. Op. cit.
7
Art. 827 – Ley N° 26.994. Op. cit.
La figura del encubrimiento
Dice al respecto el Código Civil y Comercial: “Encubrimiento. El encubridor
responde en cuanto su cooperación ha causado daño”8.
Esta figura es novedosa por cuanto en el 1081 del C.C. de la Nación derogado se
aludía a los autores, consejeros o cómplices, pero no al encubridor como figura
autónoma. Aquí, el Código, a l seguir el modelo de los Proyectos de reforma
de 1993 y 1998, responsabiliza al encubridor en tanto su cooperación en el
hecho causó el daño y es responsable en esa medida (art. 1752 del C.C.C).
Parece ser que la norma toma los conceptos del derecho penal, para el cual el
cómplice se diferencia del encubridor en que el primero actúa por una promesa
anterior al delito9. De esa manera, conoce el hecho que se está por realizar y, si
bien su cooperación pude ser menor, debe equiparárselo al autor.
El encubridor también coopera, pero lo hace sin promesa anterior al hecho, por
lo que no responde como autor –como sí lo hace el cómplice- sino que responde
en cuanto su cooperación ha causado daño.
8
Art. 1752 – Ley N° 26.994.
9
“Los que cooperen de cualquier otro modo a la ejecución del hecho y los que presten una ayuda posterior
cumpliendo promesas anteriores al mismo”. Art. 46 – Ley N° 11.179 (1921). Código Penal de la Nación.
Honorable Congreso de la Nación Argentina.
10
Art. 1750 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Atenuación de la responsabilidad. El juez, al fijar la
indemnización, puede atenuarla si es equitativo en función del
patrimonio del deudor, la situación personal de la víctima y las
circunstancias del hecho. Esta facultad no es aplicable en caso de
dolo del responsable11.
En el art. 1750 del C.C.C se determina que el agente dañoso responda por
equidad si el daño fue causado por un acto involuntario (conf. art. 260 del
C.C.C) y reenvía al art. 1742, que establece las características a tener en cuenta
por el juzgador para fijar la indemnización.
El art. 1750 del C.C.C, remite al art. 1742, que establece una fórmula similar a lo
preceptuado en el art. 907 del Código Civil derogado para los daños causados
por actos involuntarios, en el que se faculta al juez a disponer un resarcimiento
a favor del damnificado fundado en razones de equidad, cuya indemnización
debe tener como base para su fijación el patrimonio del autor del hecho, la
situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho, es decir que el
juzgador deberá balancear ambos patrimonios, el del agente dañoso y el del
damnificado, y, al sopesar ambos, si el del deudor del daño causado
involuntariamente lo amerita, podrá trasladar a la víctima una parte para cubrir
al menos parcialmente el perjuicio sufrido, y así cumplir con la meta equitativa
de la norma de los arts. 1742 y 1750 del C.C.C.
Debemos también señalar que el art. 1753, segundo párrafo del C.C.C, establece
que la falta de discernimiento del dependiente no excusa al principal. Esto es
relativamente novedoso, pues, por lo general, se exigía que debía existir
responsabilidad por parte del dependiente para que esta se transmita al
principal.
11
Art. 1742 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Los cuasicontratos: gestión de negocios, empleo útil (arts. 1781 a 1793). El
enriquecimiento sin causa (incluye pago de lo indebido; arts. 1794 a 1799), la
declaración unilateral de la voluntad (arts. 1800 a 1881). Y dentro de esta
última categoría de cuasicontratos a la promesa pública de recompensa,
Concurso público, Garantías unilaterales y Títulos valores
Los aspectos relacionados con las fuentes de las obligaciones fueron tratados
en derecho privado de las obligaciones; sin embargo, queremos rescatar el
punto del enriquecimiento sin causa y el pago de lo indebido como fuente legal
y autónoma de las obligaciones, que, de manera diferenciada de la
responsabilidad civil, hace nacer una reparación patrimonial con los límites
impuestos por la norma (arts. 1794 a 1799). El enriquecimiento sin causa se
relaciona directamente con el deber de prevención del daño (art. 1710 del
C.C.C) y la asunción de riesgos (art. 1719 del C.C.C).
Caracterización
En la Sección 6ª "Responsabilidad por el hecho de terceros" (arts. 1753 a 1756
del C.C.C), se engloban las hipótesis de responsabilidad civil por el hecho
de otros por el actuar de subordinados, hijos, delegados en el ejercicio de la
responsabilidad parental, tutelados, curados y personas internadas.
subordinados;
hijos;
12
Art. 1753 – Ley N° 26.994. Op. cit.
La falta de discernimiento del dependiente no excusa al principal. La
responsabilidad del principal es concurrente con la del dependiente.
13
Art. 1753 – Ley N° 26.994. Op. cit.
la norma aclara esta circunstancia para salvar toda duda que pueda existir al
respecto (Sagarna 2014).
La norma trae una aclaración que estaba contenida en el derogado art. 43 del
CC, en cuanto el principal responderá ante el damnificado si el hecho dañoso
fue realizado "en ejercicio o con ocasión de las funciones encomendadas al
subordinado"14. Este requisito no estaba incluido en el art. 1113, aunque la
mayoría de la doctrina y jurisprudencia lo entiende como englobado en la
misma. Es así que el principal responderá por los hechos dañosos de sus
subordinados en el ejercicio de sus funciones, como por aquellos perjuicios
provocados por ellos en ocasión de las mismas, es decir que si la función dio la
ocasión para la comisión del daño, el principal igualmente deberá responder.
Todo conforme a relación de causalidad adecuada prevista en el art. 1726 del
C.C.C.
Rol del art. 1753 con otras normas del Código Civil y Comercial de la Nación
Introducción. Denominación
15
Art. 732 – Ley N° 26.994. Op. cit.
16
Art. 1754 – Ley N° 26.994. Op. cit.
17
Art. 1755 – Ley N° 26.994. Op. cit.
La lectura de las normas permite colegir que el art. 1754 alude al “hecho de los
hijos”; en el art. 1755 se la denomina “responsabilidad paterna”. La
denominación es importante, nos dice Sagarna (2014), pues no debe
confundirse la expresión "responsabilidad parental" (que hasta el propio art.
1754 menciona en su texto y que abarca al conjunto de deberes y derechos de
los progenitores hacia sus hijos y es regulada especialmente en los arts. 638 y
siguientes del Título VII, del Libro Segundo "Relaciones de familia") con la
"responsabilidad paterna" por el hecho de sus hijos, es decir, por los hechos
dañosos que estos causen en sus actividades.
Pero la responsabilidad conjunta de los padres y del hijo causante del daño
resulta concurrente frente al damnificado (conf. art. 850 del C.C.C), ya que
aquéllos responden como progenitores por el hecho de su hijo –
responsabilidad indirecta, art. 1754- y el descendiente responde como tal –
responsabilidad directa, art. 1749-, es decir, la causa fuente del responder varía
en uno y otro caso (Sagarna, 2014).
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si
esta circunstancia deriva de una causa que les es atribuible.
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas
inherentes al ejercicio de su profesión o de funciones subordinadas
encomendadas por terceros. Tampoco responden por el incumplimiento de
obligaciones contractuales válidamente contraídas por sus hijos.
18
Art. 1755 – Ley N° 26.994. Op. cit.
párrafo, del C.C.C. de la Nación). Pero, razonablemente, los padres no se liberan
si el hijo no convive con ellos debido a una causa que les es atribuible (conf. art.
1755, 2º párrafo, del C.C.C.). La guarda que exima de responsabilidad paterna
debe ser legítima. La transmisión ocasional de la guarda no implicará cesación
de la responsabilidad de los padres, puesto que si se cede la vigilancia del hijo
en forma transitoria, también será exigible un cierto grado de permanencia en
el control del menor para así responder. La guarda circunstancial no hace
cesar esa responsabilidad; de otro modo, bastaría que el hijo esté
momentáneamente a cargo de un tercero para eximirse de responsabilidad, y,
en la actualidad, los menores tienen una vida social altamente activa y no están
siempre con sus progenitores (Sagarna, 2014). Durante el día, la asistencia a la
escuela hace cesar la responsabilidad paterna para transmitir esa guarda
provisoria al titular del establecimiento educativo, por lo que deberá destacarse
que la intención del legislador es que siempre haya un responsable civil por los
daños causados por los menores, sean los progenitores, los titulares de
establecimientos educativos o los delegados en el ejercicio de la responsabilidad
parental (Sagarna, 2014).
Debemos recordar que existe una nueva figura normativa titulada "progenitor
afín" (art. 672), quien responde como "delegado en el ejercicio de la
responsabilidad parental" y para ello deberán darse las condiciones prescriptas
en el art. 674 del C.C.C. De tal modo, el "progenitor afín" responderá solo en
caso de delegación en virtud del art. 674 del C.C.C y no podrá responder como
"progenitor" en función del art. 1754 del C.C.C, toda vez que esta norma regula
una responsabilidad específica por el hecho del hijo y hace a cargo de los daños
producidos por el descendiente a los padres, no a terceros que no lo son,
aunque a veces cumplan ese rol (Sagarna, 2014). El "progenitor afín" podrá
igualarse al progenitor si el ejercicio de la responsabilidad parental es conjunto,
conforme al art. 675, pero siempre que se den los requisitos exigidos por esta
norma.
Cuando el art. 1754 del C.C.C exige habitación de los padres con los hijos
para que se mecanice la responsabilidad civil, no requiere –dice Sagarna (2012) -
la “convivencia puntual en el mismo hogar”. Por ejemplo, suceden en nuestra
sociedad, con menores que viven en otras ciudades u otros países por razones
de estudio o por trabajo, supuestos en los que de igual modo son responsables
los progenitores por los hechos dañosos de sus hijos, porque si no, bastaría con
que el hijo menor de edad viviera en otro lugar, aunque no se trate de otra
ciudad, para que aquéllos no respondan.
La responsabilidad paterna desaparece por los daños causados por los hijos en
tareas inherentes al ejercicio de su profesión (si la ejercen antes de cumplir la
mayoría de edad a los 18 años, porque posteriormente a esa edad se extingue
esa responsabilidad) o de funciones subordinadas encomendadas por otros
(conf. art. 1755, 3er párrafo, 1ª parte, del C.C.C), en este último supuesto son
responsables estos terceros, en función de lo previsto en el art. 1753 del C.C.C.
Acción de la victima
Rol del art. 1754 con otras normas del Código Civil y Comercial de la Nación
Las eximentes respecto al quiebre del ligamen causal son iguales, pero difieren
las otras excusas liberatorias en uno y otro supuesto.
Responsabilidad de otras personas encargadas: la
situación de los delegados en el ejercicio de la
responsabilidad parental, los curadores y tutores
Dice el Código Civil y Comercial:
El art. 1756, 3er párrafo, del C.C.C. trae como novedad la responsabilidad civil
de los establecimientos que tienen personas internadas transitoria o
permanentemente, los que responden por la negligencia en el cuidado de las
mismas que ocasionaron daños por ese descuido. Entre esos establecimientos
se encuentran los centros de rehabilitación para cuidado de personas con
problemas de causación de daños a sí mismos o a terceros, etc. En todos estos
casos, en concordancia con el art. 1723, si de las circunstancias de la obligación
surge que el deudor se obligó a obtener un resultado, la responsabilidad de
aquel establecimiento con personas internadas a cargo será objetiva y
constituirá liberación total o parcial de su responsabilidad la demostración de
una causa ajena al evento fáctico (arts. 1729, 1730 y 1731 del C.C.C.).
19
Art. 1756 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Referencias
Ley N° 340 (1869). Código Civil. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Ley N° 17.711 (1968). Reforma del Código Civil. Poder Ejecutivo Nacional.
1
ALTERINI – AMEAL – LOPEZ CABANA. Derecho de Obligaciones Civiles y Comerciales. Abeledo - Perrot. Bs. As. 2010. P. 170.
necesario indagar en la causalidad del daño con la función porque justamente la víctima que experimenta el
daño es el parte del contrato.
Por otro lado, en el ámbito contractual, poco importa la calidad de dependiente, a los efectos de
responsabilizar al deudor principal, por la razón de que dicha responsabilidad, a diferencia de la del principal,
es directa y no refleja.
A su vez, la norma dispone que la responsabilidad del principal es concurrente con la del
dependiente. Al respecto, cabe destacar que el Código Civil y Comercial recepta y regula a las obligaciones
concurrentes en el artículo 850 y siguientes, en el Libro Tercero, Título I, Capítulo 3, Sección 8º.
Por imperio del artículo 851 se consagran los lineamientos generales trazados por la doctrina en
torno a su diferencia de estructura y efectos con relación a sus primas hermanas: las solidarias. En términos
generales, establece el principio de no propagación de efectos respecto a los demás deudores, circunstancia
que responde a un fundamento ontológico gestado en la propia estructura de la obligación concurrente.
La causa del responder es disímil, lo que impide consagrar un régimen asociativo que impera en las
obligaciones solidarias, tanto en la faz delictual como contractual.
Por tales razones, los modos extintivos de las obligaciones no afectan a los demás obligados; sólo
serán extensivos para el caso de que la víctima hubiese percibido la totalidad de la reparación del daño. Ya
no, por la vía de una posible propagación, sino por imperio del principio que censura el enriquecimiento sin
causa. Del mismo modo acontece con la mora, por lo que la constitución respecto a uno de los deudores no
propaga a los demás las consecuencias del retardo antijurídico.
Por último, no puede soslayarse el acierto de la reforma que regula la acción de regreso, a favor de
quien había pagado el total del daño. La acción consagrada en el artículo 1123 del Código Civil fue
tradicionalmente aceptada por la doctrina para legitimar el reintegro de lo pagado por parte del principal, por
el desaguisado de autoría del dependiente; aplicación que se hizo extensiva también en el campo contractual,
por conducto de la analogía.
La precaria y lacónica disposición, pensada para una economía artesanal decimonónica, legitimaba
al principal para el caso de haber pagado la deuda por la culpa probada del dependiente. La doctrina extendió
la propagación de sus efectos, en los casos en que mediara un factor de atribución objetivo; es decir, no solo
confinado al gobierno de la culpa.
Sin embargo el artículo 850 del Código Civil y Comercial, tal como anticipé, recepta la legitimidad de
la acción a favor de cualquiera que haya pagado la deuda; ya sea el principal, dependiente, tercero
introducido por el deudor principal, resolviendo según: “las relaciones causales que originan la concurrencia”.
Habrá que indagar entonces en las relaciones internas de los deudores concurrentes, porque, “en
esta nueva concepción de responsabilidad civil del empresario, la figura del dependiente tiende a
desaparecer, por cuanto se lo considera como una pieza más en el engranaje de toda organización
productiva de bienes y servicios. En este esquema de responsabilidad del empresario se considera
jurídicamente irrelevante la posible negligencia, descuido o torpeza del dependiente o agente respectivo, por
cuanto es imposible determinar con certeza quien incurrió personalmente en ella o, sencillamente, el daño no
fue consecuencia directa de alguna culpa en particular, sino solo una actividad industrial que,
2
estadísticamente, ocasiona un número determinado de daños”
Si la función ejecutada es la que causa del daño, y el dependiente no hizo más que apegarse al
desempeño encomendado, a la vista de la normativa en comentario, nada obsta a que éste pueda reclamar el
reintegro al principal para el caso de haber soportado el total de la deuda por imperio de una sentencia de
condena. Como enseña Pizarro, “el tema se inserta en una dimensión diferente: muchas veces el daño
causado por el dependiente (o por el auxiliar en el cumplimiento obligacional) obedece a fallas empresariales
atribuibles al civilmente responsable, o es emplazada en términos de responsabilidad objetiva por la
utilización de cosas riesgosas de propiedad de éste último (…) puede cabe, con arreglo a las circunstancias
del caso, una acción contra el civilmente responsable (principal, deudor, etcétera) a los fines de obtener el
3
reembolso de lo pagado y, en su caso, la reparación del daño patrimonial y moral sufrido”
La presuposición tradicional que otorgaba exclusivamente la acción de regreso al principal es
consecuencia de un excesivo tributo a la culpa, que no se aprecia en la realidad de la práctica empresarial.
La referencia a la causalidad que dio origen a la concurrencia de los obligados frente al hecho es vital a la
hora de calibrar la proporción del pretendido reintegro, y su recepción normativa de cara a la reforma, es una
propuesta superadora, a fin de apartarse de las tortuosas interpretaciones de antaño en torno al alcance del
vetusto artículo 1123 del Código Civil.
En resumidas cuentas, con pequeños matices, puede predicarse que la reforma recepta los claros
designios de los autores en torno a la responsabilidad que estamos tratando, de momento que regula la
función resarcitoria concibiéndola como un fenómeno único, cuyo eje descansa en la necesidad de procurar
la satisfacción a la víctima ante el daño injusto.
2
RINESSI, Antonio J. “Responsabilidad empresaria por el hecho ajeno de sus dependientes. El anonimato del dependiente” – Rubinzal –
Culzoni – Revista de Derecho de Daños. Santa Fe – 2003. P. 219.
3
PIZARRO, Ramón D.”Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones.” T. IV. Ed. Hammurabi. P. 433.
El art. 1757 del Código Civil y Comercial
y el riesgo creado
I.- Introducción
Nos proponemos efectuar una breve reseña de las principales características del
riesgo creado y del vicio de las cosas, previstos en el art 1757 del CCyC, norma que
es equivalente al anterior art. 1113 del Código Civil de Vélez Sarsfield, con la reforma
del año 1968 1. Dejamos pendiente para otra oportunidad el análisis de las actividades
riesgosas y peligrosas contempladas también en el citado artículo.
II.- El art 1757 CCyC y el riesgo y vicio de las cosas. Principales notas distintivas
1) El art. 1757 del Código Civil y Comercial Unificado dispone: “Art. 1757 – Hecho de
las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño causado por el
riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por
su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
La responsabilidad es objetiva. No son eximentes la autorización administrativa
para el uso de la cosa o la realización de la actividad, ni el cumplimiento de las
técnicas de prevención”.
2) Las principales y más importantes notas distintivas del nuevo sistema – en
síntesis enumerativa y descriptiva- son las siguientes:
-Se mantienen dos supuestos diferenciados de responsabilidad objetiva por la
intervención de cosas: las derivadas de su riesgo (la eventualidad de que llegue a
causar daño) y el vicio (defecto originario o derivado de la cosa). Se siguen las
directivas de la Corte Nacional que señalan que “el riesgo “presupone la eventualidad
posible de que una cosa llegue a causar daño” y el vicio “un defecto de fabricación o
funcionamiento que la hace impropia para su destino normal” 2. Existe – agregó- "una
nítida distinción entre riesgo creado y vicio" y sostener que una cosa solo es riesgosa
1
Ampliamos en Galdós Jorge M. “Riesgo creado y actividad riesgosa en el Proyecto
2012 de Código Civil y Comercial de la Nación” Revista Derecho de Daños 2012-3-345
(Proyecto de Código Civil y Comercial) y en “El art. 1757 del Código Civil y Comercial
Unificado (el anterior art. 1113 Código Civil)” RCy S Año XVII-número 4. Abril 201,
pag 155
2
CS, 19/11/1991, "O'Mill Alan c. Prov. Del Neuquén" y JA, 1992-II-153 y Fallos
314:1512.
1
para terceros "importa restringir indebidamente su ámbito de aplicación, eliminando
la responsabilidad por el hecho de las cosas", lo que "desvirtúa y vuelve inoperante el
texto legal" 3.
- Se suprime la categoría de daños causados con las cosas y la presunción de
culpa. El título de la Sección 7º, siguiendo el Proyecto de 1998, se denomina
“Responsabilidad derivada de la intervención de cosas y de ciertas actividades” lo
que podría dar a entender que existe una categoría de cosas que no son riesgosas.
Empero, pese a ello, los dos artículos de la Sección (arts 1757 y 1758 CC yC) no dejan
margen de dudas de que se suprimió la responsabilidad del daño con las cosas
prevista en el art. 1113 Código Civil de Vélez Sarsfield (2do párrafo primer supuesto) -
equivalente al daño con las “cosas sin riesgo propio” del Proyecto de 1998- que
contemplaba una presunción de culpa. La supresión de la referida categoría de daños
con las cosas, que la jurisprudencia había demostrado que resultaba inoperante e
impracticable, tiene una especial significación: en materia de daños derivados de la
intervención de cosas la responsabilidad será subjetiva (arts 1721, 1724, 1725 CCyC)
u objetiva (arts 1722, 1732, 1757, 1758 CCy C). Resulta relevante la incorporación de la
actividad riesgosa y peligrosa ( tema que dejamos pendiente para otra oportunidad) lo
que, en general, aprueba la doctrina 4.
-El riesgo creado (comprensivo del vicio y de las actividades riesgosas o
peligrosas) opera como norma de cierre de la responsabilidad objetiva porque el art.
1757 CCyC constituye el piso o umbral al que remiten las disposiciones específicas
de otras responsabilidades agravadas, tanto de las leyes especiales como de la
legislación general del mismo Código Civil y Comercial. Esta aseveración se vincula
con la mencionada fuerza expansiva del riesgo creado y con el alcance interpretativo
que corresponde asignar al art 1721. En efecto, dice ese artículo: “Factores de
atribución. La atribución de un daño puede basarse en factores objetivos o
subjetivos. En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa”.
En anterior oportunidad sostuvimos que en los Fundamentos del Anteproyecto
del Código Civil y Comercial se destaca que el art 1721 CCyC no desprotege a la
víctima ni presenta riesgos de que no se apliquen los factores objetivos. Se lee en los
3
CS., 28/4/92, “Machicote Ramón c/ Empresa Rojas S.A.”, DT 1993-A-555; CS,
4/10/94, “Castro Susana c/ Amadeo Quiroga Transportes S.A.”, JA 1995-I-294, con
nota de Isidoro Goldenberg.
4
En ese sentido Cerutti María del Carmen “La responsabilidad por el hecho de
las cosas y por actividades riesgosas” en Revista de Derecho de Daños, Proyecto de
Código Civil y Comercial, 2012-3- pag 327, 330 y ss.
2
referidos Fundamentos que la responsabilidad subjetiva por culpa recién operará
cuando no hay ninguna norma ni es posible acudir a la analogía para suplir el vacío
legal; “si hay un supuesto en que hay una cosa riesgosa o una actividad riesgosa,
nada impide su aplicación analógica, porque implica definir un supuesto de hecho
similar al contemplado en la norma”. Por ello entendemos que la amplitud de la
concepción de la responsabilidad objetiva prevista en el art 1723 CCyC, más la fuerza
expansiva del riesgo creado (art 1757 CCyC) generará un rico casuismo que
conducirá a que la culpa actué como válvula de cierre del sistema en casos más bien
limitados; es decir la culpa operará “residualmente” como norma de clausura.
Creemos que de la interpretación del texto del art. 1721 CCyC, correlacionado con lo
expresado en los Fundamentos, resulta que para tipificar el riesgo creado por las
cosas o por las actividades riesgosas o peligrosas (arts 1722 y 1757 CCyC) se debe
acudir a la analogía por lo que se verificará en la práctica una ampliación de los
supuestos de hecho comprendidos en la responsabilidad objetiva, máxime teniendo
en cuenta la cantidad de casos que resultaran de la aplicación de la legislación
especial (art. 155 Código Aeronáutico; art. 336 ley de navegación 20.094; arts. 5, 6 y 40
ley 24.240; arts. 4 y 31 Ley de Riegos del Trabajo 24.557; Ley General del Ambiente -
art 29 LGA 25.675-; ley de residuos peligrosos –art. 45 ley 24.051-; ley de residuos
industriales, 25.612). Es decir, en suma, es admisible que se incorporen otros
supuestos de riesgo además de los normados expresamente, toda vez que se deberá
acudir a la culpa recién en caso de: 1) vacío legal en el código proyectado y en la
legislación especial; y 2) de laguna interpretativa por la imposibilidad de acudir a la
analogía en la legislación común y en la especial 5. Por ello el art 1721 CCyC no
debilita la responsabilidad objetiva ni el riesgo creado ni hace prevalecer un factor de
atribución sobre otro porque el sistema propicia y admite que ambos ( culpa y riesgo)
se completen entre sí.
-Cuando aludimos al riesgo creado como norma de remisión y de clausura de la
responsabilidad objetiva en la legislación especial nos referimos a los supuestos
particulares de responsabilidades agravadas que ahora tendrán como piso el art 1557
CCyC, por reenvío al anterior art 1113 Código Civil (vgr. la legislación especial
mencionada en materia ambiental (arts 29 LGA 25.675) o de residuos industriales (art
40 ley 25.612) o residuos peligrosos (art 45 ley 24.051) u otros casos ( vgr. la del
propietario de una mina - art 58 Código de Minería-; Transporte Aéreo Nacional – ley
17.285-, , por daños nucleares –ley 17.048 y 25.313 entre otras) ya que el riesgo
5
Remitimos a Galdós Jorge M “La culpa como norma de clausura” RCyS. Marzo
2013 (Portada)
3
creado como factor de atribución de la responsabilidad está presente en numerosas
responsabilidades especial 6.
-Cuando nos referimos al riesgo creado como norma de remisión y de clausura
de la responsabilidad objetiva en la legislación general del Código Civil y Comercial
Unificado aludimos a los supuestos de las responsabilidades objetivas especiales del
nuevo Código. No debe perderse de vista que la unificación de la responsabilidad civil
contractual y extracontractual (que resulta de los arts 1716, 1717, 1721, 1722, 1725,
1726, 1728, 1082 y concs CCyC), lo que –como dicen los Fundamentos del
Anteproyecto no significa homogeneidad- determina que el art 1757 CCyC también es
aplicable para la reparación del daño contractual en los términos de la regla general
que sienta el art 1082 CCyC ( por ejemplo para la reparación de daños derivados de
los contratos de transporte de personas o cosas, de hotelería, de contrato de obra, de
contrato de servicios, de mandato, etc). Recordemos, de paso, que la unificación de
ambas esferas de la responsabilidad resulta de las normas expresamente
incorporadas y también de la supresión del art 1107 del Código de Vélez Sarsfield lo
que sumado a la inexistencia en el nuevo Código de una norma equivalente. Se trata
de la eliminación del artículo que disponía que no se podía acudir a las normas de la
responsabilidad extracontractual en caso de incumplimiento de un contrato, salvo
que sea delito criminal 7. El citado art 1082 CCyC fija un orden de prelación en la
aplicación de las normas: primero las propias de cada tipo contractual (por ejemplo
para la reparación de daños derivados del transporte de personas o cosas se acude
en primer lugar a las específicas del contrato de transporte; arts 1286,1291,1293, 1310,
1311 CCyC y concs), luego a las normas generales que regulan la extinción,
modificación y adecuación del contrato (Capítulo 13 del Título II del Libro Tercero, arts
1076 al 1091 CCyC) y finalmente las normas generales de la responsabilidad (Libro
Tercero, Título V, Capítulo 1º, arts 1708 a 1708 a 1781 CCyC). Se advierte que esta
prelación resulta de una interpretación lógica del citado art 1082 inc a) CCyC y
prescinde de la literalidad del texto que asigna otro orden (primero las generales de
los contratos, luego las generales de la responsabilidad civil y luego las especiales de
6
Ver la enunciación de supuestos en Trigo Represas Félix “Los presupuestos
de la responsabilidad civil en el nuevo Proyecto de Código Civil y Comercial
Unificado” en Revista de Derecho de Daños, Proyecto de Código Civil y Comercial,
2012-3-171.
7
Boragina Juan Carlos- Meza Jorge Alfredo, “Responsabilidad civil contractual y
extracontractual” en Revista de Derecho de Daños, Proyecto de Código Civil y
Comercial, 2012- 107.
4
los contratos). Otro ejemplo de coordinación de normas especiales y generales de
daño contractual: la responsabilidad del hotelero comprende los daños o pérdidas de
los efectos introducidos en el hotel, en el vehículo guardado en lugares del
establecimiento o puesto a su disposición por él, salvo "caso fortuito o fuerza mayor
ajena a la actividad hotelera" ( art 1371 CCyC); la responsabilidad por las cosas de
valor extraordinario denunciadas y guardadas en caja de seguridad la responsabilidad
del hotelero se limita al valor de lo declarado (arts 1369, 1370, 1371, 1372,1374, 1375
CCyC). Estas normas del depósito necesario se aplican a "los establecimientos y
locales asimilables": "los hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte,
restaurantes, garajes, lugares y playas de estacionamiento y otros establecimientos
similares que presten sus servicios a título oneroso". Por su lado, los propietarios de
casas de depósito se liberan de responsabilidad por la conservación de las cosas
depositadas si prueban que la pérdida, disminución o avería de las cosas se produjo
por su naturaleza, vicio propio o del embalaje y por caso fortuito externo a la actividad
(art 1376 CCyC). En este supuesto también está presente la existencia del riesgo de
la actividad de las casas de depósito (art 1376 citado). En definitiva: las normas
específicas remiten al art 1757 CCyC en cuanto agraven o modifiquen los principios
generales y comunes del riesgo creado por las cosas y las actividades riesgosas y
peligrosas regulado en ese precepto legal.
- La responsabilidad objetiva por riesgo o vicio no significa prescindir de la
concurrencia de todos los requisitos de la responsabilidad ni sustituir las reglas de la
causalidad jurídica por la mera causación material o fáctica.
-La responsabilidad objetiva por riesgo o vicio se desentiende de la atribución
subjetiva del causante directo del daño (lo que resulta irrelevante para atribuir
responsabilidad, como lo dispone el art 1721 CCyC) ya que la eximente actúa en la
ruptura total o parcial de la relación causal, que debe alegar y probar el responsable
presunto. Pero no existe obstáculo para la concurrencia y acumulación de la
responsabilidad subjetiva del causante del daño con la objetiva del sindicado como
responsable por el riesgo de la cosa o de la actividad.
Es importante destacar que mantienen actualidad y vigencia los principios
generales elaborados por la doctrina y la jurisprudencia sobre el riesgo y el vicio de
las cosas, sobre los que el nuevo Código no innovó, manteniendo vigor la
aseveración de que el riesgo de la cosa, “es la contingencia del daño que puede
provenir de cualquier cosa, riesgosa o no por su naturaleza, en tanto y en cuanto por
las especiales circunstancias del caso dado, haya resultado apta para llegar a
5
ocasionar el perjuicio, haya podido tener efectiva incidencia causal en su
producción”8. Por lo tanto es pertinente reiterar que:
-“El fin específico del riesgo creado es posibilitar la indemnización del daño
causado por el riesgo o vicio con indiferencia de toda idea de culpa” 9.
-“El riesgo creado regula la responsabilidad civil por el hecho de las cosas y
constituye el principio rector de la materia”10.
-Pesan "presunciones concurrentes sobre el dueño o guardián, quienes deben
afrontar los daños causados a otro, salvo que prueben la existencia de circunstancias
eximentes" y "la neutralización de los riesgos no puede dejar de lado los factores de
atribución de responsabilidad que rigen en este ámbito" 11 .
El actor debe probar la legitimación activa y pasiva; la existencia del daño (que
comprende, en la práctica, la prueba del hecho); y la relación causal entre el hecho y
el daño. En palabras de la Corte Nacional al damnificado le “basta con probar el daño
y el contacto con la cosa dañosa, para que quede a cargo de la demandada, como
dueña o guardiana del objeto riesgoso, demostrar la culpa de la victima o de un
tercero por quien no debe responder” 12 .
8
Trigo Represas, Félix, El concepto de cosa riesgosa en Academia Nacional de
Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. Serie I -Anuarios-Anales-Segunda
época, Año XXXIX, Nº. 32-1994, Bs. As. 1995, p. 367.
9
CS., 13/10/94, “Gonzalez Estraton Luis c/ Ferrocarriles Argentinos”, JA 1995-I-
290.
10
CS, Fallos 310:2804 “Empresa Nacional de Telecomunicaciones c/Provincia de
Buenos Aires”, SCBA, 22/12/87, Ac. 33155 “Sacaba de Larosa Beatriz c/Vilches
Eduardo y otro”, 8/4/1986.
11
SCBA, Ac. 33155, 8/4/86 "Sacaba de Larosa Beatriz c. Vilches Eduardo y ot."
LA LEY, 1986-D, 479, con nota de Trigo Represas, Félix A., Aceptación jurisprudencial
de la tesis del riesgo recíproco en la colisión de automotores. C.S.J.N., 22/12/87
"Empresa Nacional de Telecomunicaciones c. Provincia de Buenos Aires", Fallos:
310:2804, ED, 128-281, JA, 1986-IV-579 y LA LEY, 1988-D, 297, con nota de Alterini,
Atilio Presunciones concurrentes de causalidad en la colisión plural de automotores;
Cám. Nac. Civ., en pleno, 10/11/94, "Valdez, Estanislao Francisco c. El Puente SAT y
otro s/daños y perjuicios", E.D. 161-402, LA LEY, 1995-A, 136, J.A. 1995-I-280.
12
CSJN, 10/10/2000, “Contreras Raúl Osvaldo y otros c/ Ferrocarriles
Metropolitanos S.A.”, Fallos 324:1344; CSJN, 23/11/2004, “Morales, Jesús del Valle
c/Transportes Metropolitano Gral. San Martín SA”), Fallos 317: 1336; CSJN,
11/07/2006, "Rivarola, Mabel Angélica c/Neumáticos Goodyear SA", Fallos: 329:2667.
6
-Se insiste que "al actor incumbe la prueba del hecho y su relación de
causalidad con el daño sufrido, mientras que para eximirse de responsabilidad la
demandada debe acreditar la existencia de fuerza mayor, culpa de la víctima o de un
tercero por quien no debe responder" 13.
14
-La carga de la prueba de la relación de causalidad incumbe a la victima ,
aunque esa regla se ha flexibilizado.
-La prueba de las eximentes debe ser fehaciente e indubitable, dada la finalidad
tuitiva de la norma. El sindicado como responsable y una vez acreditado el riesgo de
la cosa, debe asumir un rol procesal activo para demostrar la causa ajena y
exonerarse total o parcialmente.
13
Fallos 313:1184; 316:2774; 323:2930; 327:5082.
14
CSJN, 23/10/2001, “Melnik de Quintana, Mirna Elena y otro c/ Carafi, Juan
Manuel y otros”, Fallos 324: 3618.
7
Responsabilidad patrimonial de las personas jurídicas
en el Código Civil y Comercial
Por Thomson Reuters En 1 Septiembre, 2016 · Añadir comentario · En Nuevo Código Civil y Comercial
Sumario: I. Introducción.- II. Normativa aplicable.- III. Personas jurídicas comprendidas en el art. 1763 del CCyC.- IV. Requisitos de
procedencia para la configuración de responsabilidad de las personas jurídicas.- V. Conclusiones.
Abstract: El art. 1763 CCyC conserva el principio de responsabilidad civil plena de las personas jurídicas sin distinguir la fuente de
la obligación resarcitoria. En consecuencia, por aplicación del art. 1716 del CCyC y del aforismo romano ” Ubi lex non distinguit nec
nos distinguere debemus “, la normativa será de aplicación a todos los casos de responsabilidad de las personas jurídicas, sea que
el origen del menoscabo provenga de un incumplimiento obligacional o de la violación al deber genérico de no dañar a otro.
1. Introducción
Desde hace mucho tiempo el hombre entendió la imposibilidad de poder alcanzar de manera individual muchos de los objetivos
propuestos en su respectivo proyecto de vida y la necesidad de asociarse con otros y organizarse para trabajar de manera
conjunta a dicho fin común.
La necesidad asociativa y ese objetivo compartido de diversa índole (política, institucional, social cultural, económica comercial,
etc.) prontamente requirió para desarrollar esa actividad común contar con un patrimonio propio integrado por bienes distintos a los
de cada uno de los integrantes y que la responsabilidad patrimonial que se genere con motivo de dicha actividad afecte en principio
sólo al patrimonio común, dejando a salvo la responsabilidad individual.
El maestro Alfredo Orgaz explica: “En todo tiempo y en toda sociedad con alguna organización jurídica, así sea primitiva, junto con
la actividad individual de sus componentes, que persiguen sus fines propios, se muestra la de grupos o asociaciones más o menos
extensos, como la gens o la familia, que persiguen fines más generales. En las sociedades modernas esta tendencia gregaria del
hombre se exterioriza de un modo tan rico, que casi no hay individuo que permanezca fuera de toda agrupación social: gremio
profesional, partido político, club deportivo o recreativo, sociedad de comercio o de industria, asociaciones literales, religiosa,
científica, etc. La vida moderna está señalada, precisamente, por esta proliferación extraordinaria de todas las formas de
asociación”(1).
De este modo es que aparecen junto a las personas físicas, otros sujetos de derecho que son las personas jurídicas definidas
ahora no en forma negativa como lo hacía el antiguo art. 32, CCiv. como todas aquellas que no son personas físicas, sino que el
CCyC las define normativamente como “entes a los cuales el ordenamiento jurídico le confiere aptitud para adquirir derechos y
contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación” (art. 141, CCyC), y con “…una personalidad
distinta de la de sus miembros” (art. 143, CCyC).
Las personas jurídicas se clasifican en públicas y privadas (art. 145, CCyC), estando enumeradas en el art. 146 del CCyC las de
carácter pública, resultando como más importante el Estado en sus diversas órbitas, y en el art. 148 del CCyC se mencionan las de
carácter privada (sociedad, asociaciones civiles, simples asociaciones (2), fundaciones, mutuales y cooperativas, etc.).
En el campo del derecho predominaron dos grandes teorías jurídicas para explicar el nacimiento, funcionamiento y principalmente
las relaciones jurídicas de las personas jurídicas con sus integrantes y la de ambos con terceros.
La primera de ellas es la llamada teoría de la ficción elaborada por Savigny, que enmarca al fenómeno de actuación de las
personas jurídicas a través de sus miembros como si éstos fueran sus representantes y actuaren dentro de un mandato que les ha
sido conferido por la persona jurídica representada.
Como se podrá imaginar, definir los alcances de dicho “mandato virtual”, que en definitiva es una ficción jurídica, para conocer si la
actuación del representante se enmarcó en el mismo o excedió sus límites, resulta tan complicado como importante, porque si obró
fuera de esos límites y se causó un daño, la responsabilidad será individual del representante y no afectará a su mandante.
Con este argumento se señalaba coherentemente que si necesariamente el objeto social de la persona jurídica debe ser lícito,
entonces cuando la actuación de sus integrantes causaban un daño a terceros ello importaba inevitablemente que habían actuado
fuera del “mandato” otorgado. En este caso sólo se comprometería su responsabilidad personal o individual y no la del ente al que
representaban. Es por ello que no podía concebirse una responsabilidad de las personas jurídicas en el ámbito extracontractual.
Vélez Sarsfield adscribió a esta teoría, como se observa de la redacción original del art. 43 del CCiv.
La segunda teoría, que nace como reacción a la anterior, es conocida como teoría realista u organicista, por la cual se sostiene que
los individuos que conforman las personas jurídicas no lo hacen como representantes o mandatarios, sino como partes integrantes
de sus respectivos órganos, se encuentran vinculados institucionalmente a ella por el acto mismo de su constitución.
“Mientras que el representante es un tercero, que tiene con la institución un vínculo externo asimilado al mandato, el órgano integra
la persona jurídica y tiene con ésta un vínculo interno”(3). “Va de suyo que la palabra órgano no se emplea en un significado
biológico, sino exclusivamente jurídico. Lo que se quiere significar es que no hay dualismo entre la persona jurídica y sus
administradores; que ambos no están vinculados por una relación externa, como el mandato, sino que, por el contrario, los
administradores forman parte de la entidad, la integran”(4).
Ello determina que el obrar de esas personas físicas dentro del marco de las funciones sean imputadas jurídicamente como
propias de la persona jurídica, y si éste importó la causación de un daño a terceros, y concurren los restantes presupuestos de la
responsabilidad, entonces se configurará una responsabilidad directa o por el hecho propio de la persona jurídica y no refleja o por
el hecho ajeno (5).
“Según las teorías de la realidad, si la persona jurídica existe realmente, está sujeta a todas las contingencias de la realidad, y por
lo tanto puede realizar actos lícitos como incurrir en los que no lo son. Los hombres que actúan en su nombre —dicen— no son
sus representantes, sino sus propios órganos; pero como son hombres, pueden incurrir en ilicitudes aun cuando actúen en ese
carácter de órganos del ente y comprometerlo por lo tanto en una responsabilidad delictual”(6).
“Si la persona jurídica goza de una capacidad amplia, general e indeterminada para desenvolverse en el tráfico jurídico, una
consecuencia necesaria, inevitable, forzosa, es la de su responsabilidad, tanto en el orden contractual como en el extracontractual;
de lo contrario llegaríamos a la concepción del ‘monstruo jurídico’, dotado de amplia capacidad y al mismo tiempo falto de
responsabilidad. ¿Qué representaría esto? Representaría un verdadero peligro social, a punto de que todos nosotros habríamos de
sustraernos de entrar en contacto con la persona jurídica, si ella es irresponsable”(7).
La teoría jurídica organicista que reconoce la responsabilidad por el obrar ilícito de las personas jurídicas terminó siendo impuesta
por la propia realidad. “La concepción tradicional que atribuía a estas personas un carácter meramente ficticio, y que las imaginaba
a semejanza de los ángeles, aptas para el bien, inaptas para el mal, ha perdido, sin duda, su pasado vigor”(8).
1. Normativa aplicable
El CCyC regula en el Título II (“Persona jurídica”) del Libro Primero la persona jurídica o de existencia ideal en tres capítulos: el
primero denominado “Parte general”, en el cual se conceptualiza y clasifican las personas jurídicas y se definen diversos aspectos
de las personas jurídicas privadas. En tanto que el capítulo segundo se refiere a las “Asociaciones civiles” y el capítulo tercero a las
“Fundaciones”.
Sin embargo, el régimen de responsabilidad civil de las personas jurídicas se encuentra establecido posteriormente en la Sección
Novena del Título V (“Otras fuentes de las obligaciones”) del Libro Tercero en los arts. 1763, 1764 y 1765 del CCyC
Dicho régimen de responsabilidad de estas personas se completa con los arts. 1753 CCyC (responsabilidad refleja por el hecho de
sus dependientes), 1757 y 1758 del CCyC (responsabilidad por el hecho de las cosas y actividades riesgosas) y el resto de las
disposiciones aplicables contenidas en el régimen general de responsabilidad del CCyC y leyes especiales.
Sin perjuicio de alguna observación que se ha formulado en relación con la “dispersión antimetodológica” en la regulación de las
personas de existencia ideal (9), considero un acierto del legislador el criterio de ubicar la responsabilidad de las personas jurídicas
como un supuesto de responsabilidad especial, dentro del Capítulo 1, “Responsabilidad civil”. En este capítulo es donde se
encuentran las disposiciones generales y especiales de dicho régimen. Lamentablemente ese criterio no se ha conservado para
otros supuestos de responsabilidad que aparecen dispersos fuera de dicho capítulo.
La principal ventaja que resulta de regular la responsabilidad civil de las personas jurídicas dentro del régimen general de
responsabilidad consagrado en el capítulo mencionado y no en el Libro Primero de Parte general, se relaciona con la prelación
normativa en el supuesto de plantearse la concurrencia de disposiciones que tengan su origen en diversas fuentes y establezcan
soluciones legales distintas de responsabilidad.
Las personas jurídicas privadas se rigen en cuanto a su reconocimiento, comienzo, capacidad, funcionamiento, organización y fin
de su existencia por las normas de la ley especial y del Código que la rigen (art. 150 del CCyC), particularmente “las
imperativas”(10), en tanto que las personas jurídicas públicas lo hacen “por las leyes y ordenamientos de su constitución” (art. 147
del CCyC).
Sin embargo, en lo que hace a su responsabilidad, tendrá plena vigencia la prelación normativa dispuesta en el art. 1709 del
CCyC, y por tanto primarán las normas indisponibles contenidas en el Código y en la ley especial de responsabilidad, sobre
cualquier otra ley especial que pretenda regular la responsabilidad de estas personas contrariando dichas normas indisponibles.
Explica Ghersi que “(l)a responsabilidad de las personas jurídicas de existencia ideal posee dos ámbitos: el interno y el externo. En
cuanto al primero, se trata de las responsabilidades que pueden acaecer respecto de daños a la sociedad o a los socios por parte
de los organismos en sus tres versiones de rol y funciones: asamblea, directorio/representación y control, por Síndico o Consejo de
vigilancia. En cuanto al exterior, se trata de daños que la sociedad pueda causar a terceros y de daños que los terceros puedan
causar a la sociedad”(11).
El presente trabajo versará sobre el ámbito externo de responsabilidad de las personas jurídicas, particularmente los supuestos de
daños causados por ellas a terceros.
La responsabilidad general de las personas jurídicas se encuentra regulada en el art. 1763 del CCyC, el cual dispone: “La persona
jurídica responde por los daños que causen quienes las dirigen o administran en ejercicio o con ocasión de sus funciones”.
De esta manera, se repite casi textualmente la primera parte del art. 43 del CCiv., y aunque resulte omitido en el CCyC la parte final
de dicha disposición, la cual establecía, quizás en forma redundante, que la responsabilidad de las personas jurídicas se extiende
a los daños que causen sus dependientes o las cosas de que se sirve, no existen dudas de que éstas responderán también como
principal por los daños causados por sus dependientes (art. 1753 del CCyC), así como por el daño causado por el riesgo o vicio de
las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por las
circunstancias de su realización (art. 1757 del CCyC).
Al conservar el art. 1763 del CCyC el mismo texto regulatorio de responsabilidad de las personas jurídicas consagrado en el art. 43
del CCiv. modificado por la ley 17711, ello implicará que toda la construcción jurídica interpretativa y sistemática elaborada por la
doctrina y jurisprudencia en relación con esta disposición desde el año 1968 de la reforma hasta la actualidad, mantendrá su
vigencia y será, en general, trasladable a la nueva disposición del CCyC
Esto es una prueba de lo equívoco que resulta pensar que la entrada en vigencia de este nuevo Código necesariamente importa
desechar toda la elaboración dogmática y jurisprudencial efectuada hasta ese momento en relación con el Código Civil de Vélez
Sarsfield.
El texto legal del art. 43 del CCiv. establecía, tal como lo hace el actual art. 1763 del CCyC, la responsabilidad de las “personas
jurídicas”, sin distinción en cuanto a su clase, quedando por tanto comprendida en su regulación todas las persona jurídicas tanto
públicas como privadas, sin ningún tipo de exclusiones o distinciones.
No obstante ello, un importante sector doctrinario entendió que la responsabilidad del Estado en sus diversas órbitas debía regirse
no por el art. 43 del CCiv., sino por el art. 1112 del CCiv., que se refiere a la responsabilidad de los funcionarios públicos, aunque
para dichos autores dicha disposición regía en realidad la responsabilidad de una de las personas jurídicas de carácter público más
importante, como es el Estado (12).
De ese modo, Cassagne señalaba en relación con el art. 1112 del CCiv. que éste “consagra un sistema de responsabilidad especial
directa del Estado por los actos y omisiones de los agentes públicos en el ejercicio de las funciones cuando su desempeño provoca
funcionamiento irregular o defectuoso de la respectiva función”(13).
Más allá de lo mencionado anteriormente, en general se entendió que el tenor literal y general de responsabilidad consagrado en el
art. 43 del CCiv., en modo alguno autorizaba para excluir al Estado de las personas jurídicas comprendidas en dicha disposición.
El CCyC, apartándose de dicho criterio, incorporó dos disposiciones especiales en materia de responsabilidad del Estado, como
son los arts. 1764 y 1765 del CCyC (14), disponiendo a través de ellos la no aplicabilidad de manera directa ni subsidiaria de las
disposiciones contenidas en el Capítulo 1, “Responsabilidad civil” del Título V a la responsabilidad patrimonial del Estado y la
remisión para su regulación a las normas y principios del derecho administrativo.
En virtud de lo expresado, el Estado en sus diversas órbitas ahora sí aparece legalmente excluido del supuesto especial de
responsabilidad de las personas jurídicas consagrado en el art. 1763 del CCyC y, por lo tanto, no le podrá ser aplicado ni de
manera directa ni subsidiaria lo prescripto en dicho artículo, aunque cabría su aplicación de manera analógica frente a una
ausencia regulativa de la misma en el derecho administrativo (15), a menos, claro, que se declare la inconstitucionalidad del art.
1764 del CCyC (16).
De este modo, legislativamente han quedado comprendidas en la regulación de responsabilidad establecida en el art. 1763 del
CCyC todas las personas jurídicas tanto públicas como privadas enunciadas en los arts. 146 y 148 del CCyC, con excepción del
Estado nacional, las provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios.
El art. 1763 del CCyC regula la responsabilidad civil de la persona jurídica por los daños que ésta cause a terceros por el obrar
perjudicial de sus respectivos directores u administradores, el que resulta imputado directamente a la persona de existencia ideal.
Es por ello que se trata de una responsabilidad por el hecho propio y no refleja.
Asimismo, dicha disposición se aplicará a todos los supuestos de menoscabos producidos a terceros, sea que el hecho ilícito
generador del perjuicio tenga su fuente en un incumplimiento obligacional (“responsabilidad contractual”) (17) o en la violación al
deber genérico de no dañar a otro (“responsabilidad extracontractual”), conforme lo dispone el art. 1716 del CCyC
Para que la persona jurídica vea comprometida su responsabilidad con fundamento en el art. 1763 del CCyC es necesaria la
causación de un daño resarcible a un tercero por parte de las personas físicas que se desempeñan jurídicamente como órganos de
aquélla, la concurrencia de un factor de atribución y la vinculación causal entre la función y el daño causado.
Una de las funciones esenciales del presupuesto de la relación causal es determinar la autoría material del agente que desarrolló
la conducta activa u omisiva de la cual se desprendieron las consecuencias perjudiciales para la víctima.
En el supuesto de responsabilidad de la persona jurídica, se deberá identificar una autoría material de primer grado que debe
imputarse a los individuos que desempeñándose en la dirección o administración produjeron fácticamente el siniestro y, por
aplicación de la teoría realista, también una autoría material de segundo grado que se extenderá en forma directa a la propia
persona jurídica.
En caso de estar conformada la dirección o administración de la persona por un órgano colegiado, la responsabilidad se extiende
al hecho de cualquiera de sus miembros, actúen conjuntamente o individualmente, siempre que la integren y resulta indiferente que
el director o administrador sea representante o no (18).
Además, con fundamento en la aplicación de la teoría realista, coincido con Pizarro y Vallespinos en que deben ser incluidos dentro
del régimen de responsabilidad también los órganos deliberativos (asambleas) y de control (por ejemplo, sindicatura, consejo de
vigilancia, etc.), por constituir órganos propios de la persona jurídica en la que se desempeñan, resultando deficiente la redacción
legislativa en esta cuestión al no incluirlos (19).
La responsabilidad de la persona jurídica no excluye la responsabilidad individual de las personas físicas que integrando sus
órganos causaron los daños a terceros y que se imputaron a aquélla, concurriendo, por tanto, ambas responsabilidades.
En relación con las personas jurídicas privadas, el art. 158 del CCyC impone el deber por parte de sus administradores de obrar
con lealtad y diligencia, y a continuación en el art. 160 del CCyC dispone: “Los administradores responden en forma ilimitada y
solidaria frente a la persona jurídica, sus miembros y terceros, por los daños causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de
sus funciones, por acción u omisión”.
Se trata, por tanto, de una responsabilidad subjetiva la que les cabe a los administradores y directores con fundamento en la
culpabilidad (art. 1724 del CCyC). El carácter de concurrente implicará que la víctima podrá reclamar el resarcimiento de los daños
sufridos en forma conjunta a la persona jurídica y a las personas físicas que integran los órganos de administración o dirección o,
por el contrario, demandar a sólo algunos de ellos la reparación total (20).
2. Factor de atribución
En relación con el fundamento axiológico de esta responsabilidad, el art. 1763 del CCyC no especifica si se encuentra en la culpa o
en un factor objetivo de atribución, con lo cual dicha omisión podría llevar a pensar que la imputación debe ser subjetiva por
aplicación de la parte final del art. 1721 del CCyC, en cuanto dispone que “(e)n ausencia de normativa, el factor de atribución es la
culpa”.
Sin embargo, y más allá de la omisión normativa señalada, el factor de atribución en la responsabilidad de las personas jurídicas
debe necesariamente ser objetivo (21), es decir desprovista de toda idea de reprochabilidad (art. 1722 del CCyC), debido a que
sencillamente la persona jurídica carece de voluntariedad y, por lo tanto, estará ausente el primer grado de imputación
imprescindible para una atribución de responsabilidad con fundamento en la culpa.
Por tanto, el fundamento axiológico de esta responsabilidad es objetivo y entiendo que se encuentra en la aplicación de la teoría
del riesgo creado (22), ya que “el que requiere la existencia de una organización para la obtención de sus fines, debe cargar con
los riesgos que ella implica”(23).
El tercer y último requisito tiene que ver con la necesaria vinculación que tiene que existir entre la conducta del autor material del
obrar dañoso y la función que aquél cumple institucionalmente dentro de la persona jurídica.
Esta exigencia es fundamental para poder lograr imputar el obrar de la persona física causante del daño directamente a la persona
jurídica, en virtud de su relación interna organicista y hacer nacer en cabeza de la persona jurídica la obligación resarcitoria.
Si el obrar del individuo que produjo el daño fue absolutamente ajeno o extraño al marco funcional propio de la persona jurídica,
entonces no habrá actuado como órgano de ella, y sólo le cabrá responsabilidad propia e individual a esa persona física (art. 1749
del CCyC), ya que dicha conducta dañosa habrá de ser reputada para la persona jurídica como la de un tercero por quien no debe
responder (art. 1731 del CCyC).
El art. 1763 del CCyC, tal como lo disponía el art. 43 del CCiv. hace responsable a las personas jurídicas por los daños que causen
sus administradores y directores “en ejercicio o con ocasión de sus funciones”.
La misma fórmula se repite en la responsabilidad refleja del principal por el hecho del dependiente en el art. 1753 del CCyC, con lo
cual igual alcance deberá dárseles a ambas responsabilidades, quedando de ese modo superada la discusión en torno a si el
principal debía o no responder por los daños causados “en ocasión de sus funciones”, ya que el art. 1113 del CCiv. no contenía
dicha expresión, como sí la tenía el art. 43 del CCiv.
De igual modo al CCiv., el CCyC tampoco contempla la expresión “con motivo de la función” que algunos autores asimilaban a la
“ocasión de la función” o “al ejercicio abusivo de la función”, y otros adhiriendo al criterio de la Corte Suprema de Justicia (24) le
asignaban un significado propio y distinto, para los cuales la función era un instrumento o medio para alcanzar el resultado
dañoso (25).
Ambas cuestiones interpretativa parecen haber sido resueltas en el texto legal del CCyC. Sin embargo, se mantendrá el debate
conceptual en torno al alcance que debe asignársele a la expresión “ejercicio de la función” y, principalmente, a “la ocasión de la
función”(26).
En todos los casos, se requerirá una relación de causalidad adecuada entre el obrar dañoso y la función, es decir que sea posible
determinar mediante un juicio de previsibilidad ex post facto si dicha conducta puede ser objetivamente encuadrada dentro del
marco de la función orgánica que el autor material desempeñaba para la persona jurídica, o si al menos la función facilitó razonable
y causalmente el siniestro.
Explica Sagarna que “(e)xiste adecuación causal entre esos supuestos cuando el daño acostumbra a suceder conforme el curso
natural y ordinario de las cosas, o cuando sea el resultado de la conexión de función con un acontecimiento distinto, pero
habitualmente vinculado a la misma”(27).
El “ejercicio de la función” comprende distintas situaciones de daños que harán responsables a la persona jurídica, como son los
daños causados en: un ejercicio regular de la función, un ejercicio defectuoso o mal ejercicio de la función, un ejercicio abusivo de
la función y un ejercicio aparente de la función (28).
“Hay mal ejercicio de la función cuando ésta es realizada de manera indebida, ya sea porque el director, administrador o
representante obra irregularmente, o con torpeza, o utilizando medios inadecuados, dolosa, culposa o riesgosamente. El ejercicio
abusivo de la función se configura cuando aquéllos se extralimitan en la misma. El abuso engloba todo exceso en el despliegue del
cometido, aunque persiga fines exclusivamente personales y hasta delictivos. Finalmente, hay ejercicio aparente de la función
cuando frente a la vista de terceros se presentan como reales elementos caracterizantes de aquélla que son, en verdad,
ficticios”(29).
Más complejo y discutido ha resultado definir el alcance de los daños causados “con ocasión de la función”, dando lugar a
diferentes posturas doctrinarias. Me inclino por la posición que sostiene como comprendidos dentro de esta categoría aquellos
casos en los cuales la función facilita o contribuye de manera causalmente razonable con el evento dañoso.
La principal ventaja de la expresión utilizada es su “elasticidad”, es decir, la posibilidad de poder comprender dentro de ella
diversas situaciones, que pueden parecer ajenas a la función, pero en realidad ésta es causalmente relevante para la producción
del menoscabo.
Sin perjuicio de lo expresado anteriormente, en todos los casos se deberá cuidadosamente impedir que se introduzcan dentro de
esta categoría aquellos supuestos en los cuales la función ha sido una mera condición antecedente y sin vinculación causal con el
menoscabo, para así evitar caer en la denominada “teoría de equivalencia de condiciones”. Explica Mosset Iturraspe que “(l)a
función no es ocasión si el perjuicio pudo causarse lo mismo fuera de esa función, al margen de ella, prescindiendo del quehacer
atribuido”(30).
De este modo, deberá ser el juez, quien valorando las circunstancias particulares del caso concreto, tendrá que determinar
prudencialmente si el daño se produjo dentro del marco de la respectiva función que desempeñaba en la persona jurídica, o si
media “relación causal adecuada entre la ocasión que brinda la función (particularmente los riesgos que ella conlleva, según el
curso normal y ordinario de las cosas) y el daño; cuando aquélla se erige solamente en una mera condición del perjuicio, sin
asumir el referido papel causal del perjuicio, no habrá responsabilidad de la persona jurídica por el hecho de quien la dirige o
administra por defecto de causalidad”(31).
1. Conclusiones
La responsabilidad patrimonial de las personas jurídicas ha tenido una significativa evolución en cuanto a su reconocimiento y
alcances, principalmente en la órbita extracontractual o delictual, estando ello estrechamente ligado a las diversas teorías jurídicas
que han procurado explicar normativamente su existencia, funcionamiento y principalmente, sus relaciones jurídicas con otros
sujetos de derechos.
La reforma legislativa realizada al CCiv. mediante la ley 17.711 introdujo, entre otros aspectos, en su art. 43 CCiv., la
responsabilidad de las personas jurídicas en el ámbito extracontractual por los daños que causen a terceros sus administradores y
directores en ejercicio o con ocasión de sus funciones.
El art. 1763 CCyC conserva el principio de responsabilidad civil plena de las personas jurídicas sin distinguir la fuente de la
obligación resarcitoria. En consecuencia considero que, por aplicación del art. 1716 del CCyC y del aforismo romano “Ubi lex non
distinguit nec nos distinguere debemus”, la normativa será de aplicación a todos los casos de responsabilidad de las personas
jurídicas, sea que el origen del menoscabo provenga de un incumplimiento obligacional o de la violación al deber genérico de no
dañar a otro.
Asimismo, entiendo que al mantener el art. 1763 del CCyC sin alteraciones la misma fórmula y alcance contenido en la primera
parte del art. 43 del CCiv., ello determinará que toda la construcción jurídica elaborada por la doctrina y jurisprudencia hasta la
actualidad en relación con dicho artículo, tanto en sus consensos como discrepancias mantendrá su vigencia a los fines de la
aplicación de la nueva normativa, particularmente en lo referido a los requisitos de procedencia de esta responsabilidad: daño
causado por quien se desempeña como órgano de la persona jurídica, factor objetivo de atribución y relación causal entre la
función desempañada y el perjuicio resultante.
Por último, no deberá perderse de vista que pese a no contener el art. 1763 del CCyC la parte final del art. 43 CCiv., esta
responsabilidad de las personas jurídicas, tal como sucede con las personas físicas, necesariamente se deberá integrar con lo
dispuesto en los arts. 1753, 1757 y 1758 del CCyC, siendo, por tanto, también responsable por el hecho de sus dependientes, así
como por el hecho de las cosas y actividades riesgosas que realice.
(1) ORGAZ, Alfredo, Nuevos estudios de Derecho Civil, Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1954, p. 219.
(2) A diferencia del art. 33 del CCiv., que no mencionaba a las “simple asociaciones”, ahora éstas son expresamente enunciadas
en el art. 148 del CCyC, con lo cual queda ahora totalmente superada la vieja discusión en torno a si estaban o no comprendidas
en la regulación genérica de responsabilidad de las personas jurídicas y, en consecuencia, el obrar dañoso de sus directores y
administradores comprometerá también su responsabilidad conforme lo dispone el art. 1763 del CCyC.
(3) LAVALLE COBO, Jorge E., en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A. (coord.), Código Civil y leyes
complementarias. Comentado, anotado y concordado, t. I, Astrea, Buenos Aires, 1985, nro. 4, p. 216.
(4) BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte general, actualizada por Guillermo A. Borda, t. I, 13ª ed., La
Ley, Buenos Aires, 2008, nro. 694, p. 641.
(5) ARAUZ CASTEX, Manuel, Derecho Civil. Parte general, t. II, Cooperadora de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1974,
nro. 1100, p. 47; PIZARRO, Ramón D. — VALLESPINOS, Carlos G., Compendio de derecho de daños, Hammurabi, Buenos Aires,
2014, nro. 201, p. 474; PIZARRO, Ramón D., Responsabilidad del Estado y del funcionario público, t. I, Astrea, Buenos Aires,
2013, nro. 8, p. 38. En contra, entendiendo que se trata de una responsabilidad refleja o por el hecho ajeno se pronuncian: Rivera,
Julio César, Instituciones de Derecho Civil. Parte general, t. II, 2ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, p. 298; íd., en
Compagnucci de Caso, Rubén H. (dir.), Código Civil de la República Argentina explicado. Doctrina — Jurisprudencia— Bibliografía,
t. I, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2011, p. 91; LAVALLE COBO, Jorge E., en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A.
(coord.), Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado, ob. cit., t. I, nro. 4, p. 218; GHERSI, Carlos A.,
“La responsabilidad civil de las personas jurídicas”, en Mosset Iturraspe, Jorge (dir.) — Kemelmajer de Carlucci, Aída (coord.),
Responsabilidad civil, Hammurabi, Buenos Aires, 1993, p. 426; Trigo Represas, Félix A. — López Mesa, Marcelo J., Tratado de la
responsabilidad civil, t. III, La Ley, Buenos Aires, 2004, p. 99.
(6) ARAUZ CASTEX, Manuel, Derecho Civil. Parte general, ob. cit., nro. 1103, p. 48.
(7) BUTELER CÁCERES, José A., Manual de Derecho Civil. Parte general, Ábaco, Buenos Aires, 1975, ps. 174/175.
(8) ORGAZ, Alfredo, “Observaciones sobre la responsabilidad de las personas jurídicas”, en Estudios de Derecho Civil —
Homenaje a Dalmacio Vélez Sarsfield, Dirección de Publicidad, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1936, ps. 301 y sigtes.
(9) GHERSI, Carlos A., “Responsabilidad de las personas jurídicas de existencia ideal en el Código Civil y Comercial”, RCyS, 2015-
IV-240.
(10) Richard las define como todas aquellas que tutelan los derechos de terceros, de la propia sociedad y de los socios, frente a
acciones de administradores o mayorías permanentes u ocasionales. RICHARD, Efraín H., “Responsabilidad de la persona
jurídica. En los Códigos de 1871 y en el del 2014”, http://www.cea.unc.edu.ar.
(11) GHERSI, Carlos A., “Responsabilidad de las personas jurídicas de existencia ideal en el Código Civil y Comercial”, ob. cit.
(12) LINARES, Juan F., “En torno a la llamada responsabilidad civil del funcionario público”, LA LEY, 153-601; CASSAGNE, Juan
Carlos, “La responsabilidad extracontractual del Estado en la jurisprudencia de la Corte”, ED, 114-215.
(13) CASSAGNE, Juan Carlos, Derecho Administrativo, t. I, 8ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2006, p. 521.
(14) Art. 1764 CCyC: “Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título no son aplicables a la
responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria”. Art. 1765 CCyC: “Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del
Estado se rige por las normas y principios del derecho administrativo nacional o local según corresponda”.
(15) CASSAGNE, Juan Carlos, “Responsabilidad del Estado y de los funcionarios y empleados públicos en el Código Civil y
Comercial Proyectado”, LA LEY, 2012-E, 2; íd., “El fundamento constitucional de la responsabilidad del Estado y su regulación por
el Código Civil o por leyes administrativas”, LA LEY, 2014-C, 885; PERRINO, Pablo E., “La responsabilidad de la administración por
su actividad ilícita. Responsabilidad por falta de servicio”, ED, 185-781; íd., “Responsabilidad por actividad estatal legítima.
Proyecto de ley de responsabilidad del Estado y de los agentes públicos”, LA LEY, 2014-C, 1078; La Ley Online
AR/DOC/1756/2014; CALONJE, Diego, “La responsabilidad del Estado, el derecho público provincial y el Proyecto de Código Civil”,
APBA, 2013-6-800, AP AP/DOC/1039/2013; Sáenz, Luis R. J., en Lorenzetti, Ricardo L. (dir.) — De Lorenzo, Miguel F. —
Lorenzetti, Pablo (dir.), Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado, t. VIII, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 620.
(16) PIZARRO, Ramón D., “La responsabilidad del Estado y de los empleados y funcionarios públicos en el Anteproyecto y en el
Proyecto de Código Civil de 2012”, LA LEY, 2013-E, 1; RCyS, 2013-X-5; GHERSI, Carlos A., “Responsabilidad del Estado y de los
funcionarios públicos en el Proyecto de Código”, LA LEY, 2013-A, 532; íd., “Responsabilidad de las personas jurídicas de existencia
ideal en el Código Civil y Comercial”, ob. cit.
(17) Sáenz se pronuncia en contra de la aplicación de esta disposición a los casos de incumplimiento contractual de la persona
jurídica remitiendo a “las reglas generales en materia de responsabilidad por incumplimiento de obligaciones, en particular, los arts.
1723 y 1724 del Código, en cuanto al factor de atribución aplicable, según se trate de una obligación de resultados o de medios”
(Sáenz, Luis R. J., en Lorenzetti, Ricardo L. [dir.] — De Lorenzo, Miguel F. — Lorenzetti, Pablo [dir.], Código Civil y Comercial de la
Nación. Comentado, ob. cit., t. VIII, p. 617). Calvo Costa, Carlos A. — Sáenz, Luis R. J., en Bueres, Alberto J. (dir.), Incidencia del
Código Civil y Comercial. Obligaciones. Derecho de daños, Hammurabi, Buenos Aires, 2015, nro. 15, p. 179.
(18) LAVALLE Cobo, Jorge E., en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A. (coord.), Código Civil y leyes
complementarias. Comentado, anotado y concordado, t. I, nro. 6, p. 222; Andrada, Alejandro D., “La fórmula del artículo 43 del
Código Civil: en ejercicio o en ocasión de sus funciones. Análisis crítico. Opiniones favorables y opuestas a su amplitud”, Revista
de Derecho de Daños, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2007, nro. 3, p. 287; Pizarro, Ramón D. — Vallespinos, Carlos G., Compendio
de derecho de daños, ob. cit., nro. 201, p. 475.
(19) PIZARRO, Ramón D. — VALLESPINOS, Carlos G., Compendio de derecho de daños, ob. cit., nro. 201, p. 475; PIZARRO,
Ramón D., Responsabilidad del Estado y del funcionario público, cit., t. I, nro. 9, p. 42. Por el contrario, y a favor de no alcanzar con
esta responsabilidad a la actuación de los órganos deliberativos (asambleas) y de control (los síndicos o las comisiones revisoras
de cuentas), se manifiestan: López Herrera, Edgardo, en Rivera, Julio César — Medina, Graciela (dirs.) — Esper, Mariano (coord.),
Código Civil y Comercial de la Nación comentado, t. V, La Ley, Buenos Aires, 2014, p. 8; íd., Teoría general de la responsabilidad
civil, LexisNexis, Buenos Aires, 2006, p. 713; Rivera, Julio César, Instituciones de Derecho Civil. Parte general, ob. cit., p. 297;
Lavalle Cobo, Jorge E., en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A. (coord.), Código Civil y leyes complementarias.
Comentado, anotado y concordado, t. I, nro. 6, p. 222; Andrada, Alejandro D., “La fórmula del artículo 43 del Código Civil…”, ob.
cit., p. 287.
(20) ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, “Responsables solidarios y concurrentes en el Proyecto 2012”, RCyS, 2013-XII-5;
MÁRQUEZ, José F., “Las obligaciones concurrentes. La recepción en el Código Civil y Comercial y su aplicación en la
responsabilidad civil”, RCyS, 2015-IV-58; SILVESTRE, Norma O., “Solidaridad y concurrencia: una reiterada confusión resuelta en
el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación”, RCyS, 2014-XI-55; OSSOLA, Federico A, “Obligaciones solidarias y concurrentes:
necesidad de un replanteo. La cuestión en el Derecho vigente y en el Proyecto de 2012”, RCyS, 2014-IX-5; TRIGO REPRESAS,
Félix A., “Obligaciones concurrentes, indistintas o conexas en el derecho vigente y en el Proyecto de Código”, LA LEY, 2013-C,
782.
(21) ORGAZ, Alfredo, “Observaciones sobre la responsabilidad de las personas jurídicas”, ob. cit., ps. 301 y sigtes.; Sáenz, Luis R.
J., en Lorenzetti, Ricardo L. (dir.) — De Lorenzo, Miguel F. — Lorenzetti, Pablo (dir.), Código Civil y Comercial de la Nación.
Comentado, ob. cit., t. VIII, p. 617; Lavalle Cobo, Jorge E., en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A. (coord.), Código
Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado, t. I, nro. 6, p. 222.
(22) López Herrera, Edgardo, en Rivera, Julio César — Medina, Graciela (dirs.) — Esper, Mariano (coord.), Código Civil y
Comercial de la Nación comentado, ob. cit., t. V, p. 8; íd., Teoría general de la responsabilidad civil, ob. cit., p. 713; Pizarro, Ramón
D., Responsabilidad del Estado y del funcionario público, ob. cit., t. I, nro. 10, p. 55. En tanto que otros autores encuentran el
fundamento de esta responsabilidad en la garantía: Cifuentes, Santos E. (dir.) — Sagarna, Fernando A. (coord.), Código Civil de la
República Argentina: comentado y anotado, t. I, 3ª ed., La Ley, Buenos Aires, 2011, p. 75; Sáenz, Luis R. J., en Lorenzetti, Ricardo
L. (dir.) — De Lorenzo, Miguel F. — Lorenzetti, Pablo (dir.), Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado, ob. cit., t. VIII, p.
618; Calvo Costa, Carlos A. — Sáenz, Luis R. J., en Bueres, Alberto J. (dir.), Incidencia del Código Civil y Comercial. Obligaciones.
Derecho de daños, nro. 15, p. 180; Rivera, Julio César, en Compagnucci de Caso, Rubén H. (dir.), Código Civil de la República
Argentina explicado. Doctrina — Jurisprudencia— Bibliografía, ob. cit., t. I, p. 93.
(23) Lavalle Cobo, Jorge E., en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A. (coord.), Código Civil y leyes complementarias.
Comentado, anotado y concordado, t. I, 1985, nro. 3, p. 217.
(24) Expresión que introdujo la Corte Suprema en el leading case: CSJN, 10/10/1945, “Rabanillo, Fernando y otra c. Nación
Argentina”, Fallos: 203: 30; LA LEY, 43-892; JA, 1946-I-68.
(25) Ver Kemelmajer de Carlucci, Aída, en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A. (coord.), Código Civil y leyes
complementarias. Comentado, anotado y concordado, ob. cit., t. I, nro. 5, p. 443.
(26) Ver LLAMBÍAS, Jorge J., Tratado de Derecho Civil. Parte general, t. II, 20ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2003, nro. 1158
bis, p. 78; íd., Código Civil anotado, t. I, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1978, p. 113; SPOTA, Alberto G., Tratado de Derecho Civil.
Parte general, t. I, vol. 3, Depalma, Buenos Aires, 1968, ps. 449 y sigtes. BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Teoría general de la
responsabilidad civil, 9ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, nros. 1272 y sigtes., ps. 485/486; TOBÍAS, José W., “La
responsabilidad extracontractual de las personas jurídicas antes y después de la ley 17.711”, LA LEY, 132-1219; BRUZZON, Mario
A. — HOUSSAY, Leopoldo J. E. — VALLEJOS MEANA, José A., “La responsabilidad extracontractual de las personas jurídicas”,
LA LEY, 1977-D, 941; BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil argentino. Parte general, ob. cit., nro. 704, p. 652;
CAZEAUX, Pedro N. — TRIGO REPRESAS, Félix A., Derecho de las obligaciones, t. V, 4ª ed., La Ley, Buenos Aires, 2010, ps. 79
y sigtes.; RIVERA, Julio César, Instituciones de Derecho Civil. Parte general, t. II, 2ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, ps.
298/299; Pizarro, Ramón D., en Bueres, Alberto J. (dir.) — Highton, Elena I. (coord.), Código Civil y normas complementarias.
Análisis doctrinario y jurisprudencial, t. I, Hammurabi, Buenos Aires, 1995, p. 388; PIZARRO, Ramón D., Responsabilidad civil por
riesgo creado y de empresa, t. III, La Ley, Buenos Aires, 2006, p. 187; Rivera, Julio César, en Compagnucci de Caso, Rubén H.
(dir.), Código Civil de la República Argentina explicado. Doctrina — Jurisprudencia — Bibliografía, ob. cit., t. I, p. 92; Lavalle Cobo,
Jorge E., en Belluscio, Augusto C. (dir.) — Zannoni, Eduardo A. (coord.), Código Civil y leyes complementarias. Comentado,
anotado y concordado, t. I, nro. 8, p. 223; ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, La responsabilidad del principal por el hecho del
dependiente, Ábaco, Buenos Aires, 1980, ps. 111 y sigtes.; íd., Resarcimiento de daños. Presupuestos y funciones del Derecho de
Daños, t. IV, Hammurabi, Buenos Aires, 1999, nro. 137, p. 650; MOSSET ITURRASPE, Jorge J., “La actuación del dependiente
‘dentro’ y ‘fuera’ de la función encomendada. La fórmula del art. 43: ‘En el ejercicio o con ocasión de sus funciones'”, Revista de
Derecho de Daños, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, nro. 1, p. 47; ANDRADA, Alejandro D., “La fórmula del artículo 43 del
Código Civil…”, ob. cit., p. 287; AGOGLIA, María M. — BORAGINA, Juan C. — MEZA, Jorge A., Responsabilidad por el hecho
ajeno, Depalma, Buenos Aires, 1995, p. 76; LÓPEZ HERRERA, Edgardo, Teoría general de la responsabilidad civil, ob. cit., p. 713;
TRIGO REPRESAS, Félix A. — LÓPEZ MESA, Marcelo J., Tratado de la Responsabilidad Civil, ob. cit., ps. 110 y ss.
(27) SAGARNA, Fernando A., en Bueres, Alberto J. (dir.) — Highton, Elena I. (coord.), Código Civil y normas complementarias.
Análisis doctrinario y jurisprudencial, t. 3 A, Hammurabi, Buenos Aires, 1999, p. 457.
(28) LLAMBÍAS, Jorge J., Código Civil anotado, ob. cit., p. 115.
(29) PIZARRO, Ramón D. — Vallespinos, Carlos G., Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones, ob. cit., nro. 1099, p. 207.
(30) MOSSET ITURRASPE, Jorge J., “La actuación del dependiente ‘dentro’ y ‘fuera’ de la función encomendada…”, ob. cit., p. 52.
(31) PIZARRO, Ramón D., Responsabilidad del Estado y del funcionario público, cit., t. I, nro. 9, p. 54.
Responsabilidad
civil derivada de la
intervención de
cosas
Derecho
Privado VIII
(Daños)
1
Responsabilidad civil
derivada de la
intervención de cosas y
ciertas actividades
Responsabilidad por el hecho de las
cosas
Dos son los artículos que nos interesan en ese punto:
Art. 1757 – Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.1
2
Art. 1758- Ley N° 26.994. Op. cit.
La primera norma establece dos supuestos de responsabilidad objetiva por la
intervención de cosas: las derivadas de su riesgo (la eventualidad de que llegue
a causar daño) y el vicio (defecto originario o derivado de la cosa).
Caracterización
Se han realizado diferentes formulaciones respecto de qué debe entenderse
por el hecho de la cosa. En opinión de Pizarro y Vallespinos (2008), para la
configuración del hecho de la cosa, es necesario que la misma haya intervenido
activamente en la producción del daño y haya escapado del control del
guardián.
Nos encontramos frente al hecho del hombre cuando un agente es autor del
hecho dañoso y no deja de ser tal, aunque haya utilizado instrumentos
exteriores para el logro de sus fines, o cuando ha utilizado una cosa para causar
el daño, pero la misma fue un mero instrumento que obedeció pasivamente a
su voluntad. Normalmente, esta responsabilidad cae en el factor subjetivo de
atribución por culpa, regulado en el art. 1724 del C.C.C. Sin embargo, en algunos
casos se ha cuestionado esta última conclusión y se admiten supuestos en los
cuales el hecho del hombre pasa a tener un factor objetivo de atribución,
como es en el caso de las actividades riesgosas que analizaremos más adelante.
3
Art. 1113 – Ley N° 340 (1869). Código Civil. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Pizarro y Vallespinos, (2014), al analizar los posibles daños en que intervienen
cosas, conforme el régimen hoy derogado, mencionan cuatro supuestos
claramente diferenciados.
1. Daños causados por el hecho del hombre, sea que se cause con el empleo
de una cosa que actúa dócilmente en sus manos o sin ella (art.
1109 del
C.C).
2. Daños causados con las cosas (art. 1113, párr. 2, parte 1era del C.C). Es el
supuesto de daño por el hecho de la cosa que actúa activamente y
escapa del control del guardián. Sin embargo, estas cosas son
normalmente inofensivas. Ejemplos de esto encontramos en el supuesto
de la caída de un árbol por causas ordinarias, la humareda excesiva del
horno sobre casas vecinas, humedades en paredes por causas evitables,
4
etc.
3. Daños causados por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113 del C.C, párrafo
2do., parte 2da.). Esta categoría abarca los supuestos de daños causados
por hechos de la cosa que interviene activamente, pero que, por su
naturaleza, estado o modo de utilización, encierra riesgos a terceros.
a) Defecto de fabricación.
4
Requiere: cosa no riesgosa ni potencialmente dañosa; intervención activa de una cosa al causar el daño; que el
daño no provenga del riesgo o vicio de la cosa o actividad desplegada; relación de causalidad adecuada entre el
hecho de la cosa y el daño; culpa en la conducta de los responsables.
5
Por ejemplo: “La circunstancia de que el camión y el acoplado no hubiesen estado en movimiento al
producirse el accidente de tránsito no modifica su encuadre en la categoría de cosas riesgosas, pues, más que
efectuar un análisis "en abstracto" acerca de si la cosa es peligrosa o inofensiva, debe ponderarse si, conforme a
las circunstancias concretas del caso puede considerarse a la cosa en cuestión como "causante" del daño”. CN
Civ., Sala F, “Ongaro, Alberto L. y otros c/. Dall´Armelina Estender, Juan y otros”, sentencia del 8 de septiembre
del 2005, Fallos: DJ 26/07/2006, 953.
6
“Un calefón no configura en sí mismo y en abstracto una cosa peligrosa. Empero, si el artefacto ha sido
antirreglamentariamente instalado, es indudable que reviste la doble condición de cosa viciosa y riesgosa”. C.
Civ. y Com. Rosario, Sala II, Hallanib, Alberto J. A. y otros c/ Grandinetti de Muraca, Raquel y/u otros, sentencia
del 2 de marzo de 1999, Fallos: 2000: 644.
b) Defecto de diseño.
c) Defecto de información.
4. Daños causados por actividades riesgosas con o sin cosas (art. 1113 del
C.C.). De acuerdo con estos juristas, el artículo referido, rectamente
interpretado, permite incluir a las actividades riesgosas en la norma
citada. Consideran que una interpretación flexible de este artículo es
armónica al espíritu de la ley, que asienta su seno en la idea de riesgo
creado, más que en la cosa, el dueño y el guardián.
En efecto, el texto del art. 1757 del C.C.C. reemplaza la segunda y tercera
parte del art. 1113 del Código de Vélez. Establece el riesgo creado y el vicio de
las cosas y actividades riesgosas o peligrosas que constituyen un factor objetivo
de atribución.
Se distingue entre riesgo y vicio. Pero se suprime –según enseña Galdós (2015)-
la responsabilidad por los daños causados con las cosas, fundada en la
presunción de culpa. Examinemos la cuestión.
La norma que regula el riesgo creado (por riesgo o vicio de la cosa) ratifica la
idea de prescindencia de culpa, pues el factor de atribución es objetivo. Recordá
lo analizado previamente respecto del factor objetivo de atribución.
Según enseña Galdós (2015) se suprime en el artículo la categoría de daños con
las cosas, que regulaba el art. 1113. La mayoría de la doctrina asimilaba este
supuesto al riego de la cosa. Al eliminarse el daño con las cosas, el factor de
atribución será objetivo o subjetivo según se trate de un daño causado por el
hombre o por el hombre valiéndose de una cosa que es instrumento de su
acción (que es subjetiva), y por otro lado los daños causados por cosas riesgosas
o con vicios (que es objetiva). En el mismo sentido Compagnucci de Caso
entiende que quedó eliminada la categoría de los daños “con las cosas” (2014) y
quedó regulada la hipótesis del daño causado por el riesgo o vicio de las cosas y
la actividad riesgosa
En relación al daño causado por las cosas, como puede advertirse en el texto de
la norma, el nuevo Código no define lo que se entiende por riesgo o vicio.
7
Art. 1757 – Ley N° 26.994. Op. cit.
8
Pizarro y Vallespinos, 2013, p. 595 y ss.; Pizarro & Vallespinos, 2014, p. 385 y ss.
En el caso de daños provocados por el riesgo o vicio de la cosa, la
responsabilidad es objetiva.
Por lo cual se aplica el art. 1722 del C.C.C., por lo que son
eximentes:
a) El hecho del damnificado (art. 1729), que puede ser total o parcial.
c) El hecho del tercero por quien no se debe responder (art. 1731), que
reúne los caracteres de un caso fortuito.
Debemos aclarar que, con la vigencia del anterior régimen, se decía que se
“debe tratar de un animal doméstico o feroz”10 . Hoy basta que el daño sea
causado por un animal, cualquiera sea su especie.
El daño debe haber sido causado por el hecho del animal, lo cual supone que el
mismo intervenga activamente en la producción del resultado dañoso.
9
Art. 1759 – Ley N° 26.994. Op. cit.
10
Art. 1124 – Ley N° 340. Op. cit.
11
Recordemos que se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el control de
la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella.
En todos los casos, el fundamento de la responsabilidad radica en el riesgo
creado y por lo tanto es objetiva.
Más allá de coincidir o no con los autores –respecto del alcance de la norma
derogada- lo cierto es que el actual Código Civil y Comercial recepta
expresamente las actividades riesgosas como factor objetivo de atribución
conforme el texto del art. 1757. De allí lo acertado de la opinión de estos
autores, quienes sostenían la necesidad de esta regulación legal.
Remitimos a la lectura de la norma, art. 1759 donde se alude a “las actividades
que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o
por las circunstancias de su realización”12.
Fundamento
El fundamento de la responsabilidad por daños causados por actividades
riesgosas radica en el riesgo creado o de empresa.
12
Art. 1759 – Ley N° 26.994 Op. cit.
13
“Reparación del daño. La reparación del daño, cuando procede, queda sujeta a estas disposiciones: a) el daño
debe ser reparado en los casos y con los alcances establecidos en este Capítulo, en el Título V de este Libro, y en
las disposiciones especiales para cada contrato; b) la reparación incluye el reembolso total o parcial, según
corresponda, de los gastos generados por la celebración del contrato y de los tributos que lo hayan gravado; c)
de haberse pactado la cláusula penal, se aplica con los alcances establecidos en los artículos 790 y siguientes”.
Art.1082 – Ley N° 26.994 Op. cit.
lógica del citado art. 1082, inc. “a” y prescinde de la literalidad del texto que
asigna otro orden (primero, las generales de los contratos, luego, las generales
de la responsabilidad civil y, luego, las especiales de los contratos.
Legitimación pasiva
La responsabilidad recae sobre quien genera, fiscaliza, supervisa, controla o
potencia en forma autónoma la actividad riesgosa. Si bien esta figura da pie al
riesgo de empresa, ello es solo una posibilidad. Lo real es la actividad
empresarial o de un simple sujeto de derecho que organice esta actividad con o
sin fines de lucro.
14
Art. 1759 – Ley N° 26.994 Op.
15
Art. 1758 - Ley N° 26.994 Op. cit.
Eximentes
Las eximentes que rigen esta responsabilidad son las del sistema de
responsabilidad objetiva; remitimos a la unidad 8.
b) Acreditado que el daño fue causado por una actividad riesgosa y con
relación causal adecuada, la causa desconocida no exime.
Así, esa norma comprende dos supuestos en los que la relación causal es
alternativa17 , ya que, si la cosa ha caído o ha sido arrojada desde uno de los
departamentos, los demás dueños y ocupantes no han participado en la
producción del daño.
16
Art. 1760 – Ley N° 26.994 Op. cit.
17
La participación denominada disyuntiva o alternativa se da cuando dos o más personas son responsables del
hecho ilícito. Se conoce que una de ellas lo causó de manera excluyente, pero se desconoce al responsable
directo. No es posible acreditar el nexo causal entre cada uno de los sujetos actuantes y el daño. Frente a esta
hipótesis, todos los integrantes del grupo son responsables del daño, salvo que prueben la existencia de un
eximente de su responsabilidad. Este es un supuesto de responsabilidad colectiva (Tanzi y Casazza, 2015).
La norma trata los supuestos de caída de cosas y las cosas arrojadas de la
misma manera; ello responde a la tendencia de que los daños sean tratados de
una manera uniforme, cualquiera fuere la fuente de donde provengan, hecho
de la cosa o hecho del hombre.
La identificación del sujeto causante del daño determina que deje de ser un
supuesto de responsabilidad colectiva. Se exime el sindicado como responsable
si acredita que su inmueble no se encuentra en la parte de la cual provino la
cosa que ocasionó el daño.
Autor anónimo
El art. 1761 establece: "Autor anónimo. Si el daño proviene de un miembro no
identificado de un grupo determinado responden solidariamente todos sus
integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha contribuido a su
producción"18 .
18
Art. 1761 – Ley N° 26.994 Op. cit.
tener por autor a uno o más miembros de un grupo determinado que no
desarrollara una actividad peligrosa para terceros. De esa forma, todos los
integrantes del grupo responderán solidariamente, a excepción de aquellos que
demostraran que no han contribuido a la producción del daño (Tarzi-Casazza).
El grupo se establece por medio del examen del nexo causal desde el daño
hacia los autores probables, que debe ser acreditado por el damnificado; no es
necesario que el grupo esté formalmente constituido de antemano por la
decisión consciente de asociarse, ligarse o vincularse de sus integrantes. Se
trata de una responsabilidad instituida a favor de la víctima sobre la base de
una relación causal que solo permite llegar al grupo de autores probables, pero
no admite llegar al autor concreto. La responsabilidad es objetiva y se exime de
responder quien demuestre que no contribuyó en la producción del daño. Si el
autor es identificable, solo este responderá, en tanto ya no hay anonimato que
justifique responsabilizar al grupo al que pertenecía.
19
Art. 1762 – Ley N° 26.994 Op. cit.
una "unificación" o "legitimación" o "ligamen" entre los integrantes, que
autoriza a imputarles el factor de riesgo que el grupo genera a todos. Puesto
que, a través de la participación en el grupo, el individuo participa en el
riesgo descripto a la actividad colectiva.
Son legitimados pasivos todos los integrantes del grupo, quienes responden
solidariamente ante la víctima.
Defectos de fabricación
Aparecen de modo aislado en una o varias unidades de una serie, son regulares
y pueden producirse por falla de alguna máquina o por error humano durante
la producción. Normalmente, el producto se desvía del diseño previsto en virtud
de estas deficiencias que no son detectadas y que lo tornan inapto para su
destino. Estas fallas son habitualmente previsibles estadísticamente dentro de
los índices de falibilidad de un proceso de producción. En tal sentido, también
son difícilmente evitables, en tanto están incluidas en el porcentual de riesgo
no susceptible de ser eliminado en términos de eficiencia económica. Ejemplos
de estos tipos de daños son los que se producen durante las etapas de
fabricación, montaje, manipulación o acondicionamiento de productos.
Defectos de diseño
Los mismos no afectan a una unidad individual, sino a toda la serie, obedecen a
deficiencias en el proceso de diseño y proyecto del producto. Normalmente
involucran fallas de decisión empresarial previa a la fabricación del producto,
ensamblado y control de calidad. Dado que los proveedores de bienes y
servicios son profesionales, se espera de parte de ellos la conducta de expertos.
Este tipo de defectos es evitable, pero difícilmente previsible estadísticamente.
Régimen legal
Previo ingreso al régimen establecido por la Ley N° 24.240 y sus modificatorias,
debemos decir que la complementación del derecho del consumidor dentro del
Código Civil y Comercial implica una profunda armonización y sistematización
entre los distintos componentes del sistema de protección jurídica del
consumidor: la Constitución Nacional (arts. 42 y 43), la Ley especial N° 24.240 y
el Código Civil y Comercial20
20
Para un mejor análisis puede verse: Stiglitz, Gabriel A. La defensa del consumidor en el Código Civil y
Comercial de la Nación Publicado en: Sup. Especial Nuevo Código Civil y Comercial 2014 (noviembre), 137.
21
Art. 40. - Ley N° 24.240 (1993). Defensa del Consumidor. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
La ley utiliza el vocablo “cosa”, pero la noción de producto es más amplia, ya
que implica que la cosa es además “producida”, es decir, que es el resultado de
un proceso de fabricación. En tal sentido, la norma argentina es amplia, ya que
engloba toda cosa mueble que no esté excluida en forma expresa de la Ley
N° 24.240, incluso los “tiempos compartidos, clubes de campo, cementerios
privados y figuras afines”22 .
22
Art. 1. - Ley N° 24.240. Op. cit.
23
Art. 1.- Ley N° 24.240. Op. cit.
Como se puede observar, la ley no solo legitima al consumidor y usuario a
reclamar los daños causados por el riesgo o vicio de la cosa o servicio, sino
también a todo aquél que adquiere o utiliza los bienes o servicios onerosa o
gratuitamente, como destinatario final, para sí o su grupo familiar. La reforma
de la Ley N ° 24.240 por medio de la Ley N ° 26.361 viene a zanjar una
cuestión que era discutida por la doctrina, respecto del modo en que debía ser
tratado el grupo familiar o social del consumidor. Autores de la talla de Pizarro
consideraban que
24
Art. 2 - Ley N° 24.240. Op. cit.
cualquier elemento que sea integrado en un producto total o materia
prima a ser utilizada para un producto determinado.
Prueba
Respecto de la prueba, como regla, quien tiene una pretensión debe demostrar
la existencia del daño, el defecto del producto y la relación de causalidad entre
el daño y la conducta del sindicado como responsable. Ya que se trata de
supuestos de responsabilidad objetiva, no corresponde probar la culpa de los
legitimados pasivos.
Riesgo de desarrollo
Según enseña Pizarro, (2006) se entiende por riesgo de desarrollo aquél que
surge del defecto de un producto que al tiempo de su introducción al mercado
era considerado inocuo, de acuerdo al estado de los conocimientos técnicos y
científicos existentes en ese momento, su peligrosidad resultaba indetectable,
pero cuya nocividad es puesta de manifiesto posteriormente.
Este tema es por demás complejo y opinable y ha dado lugar a una seria
controversia aún no terminada en Estados Unidos y Europa.
Este estado actual de las cosas nos obliga a reflexionar sobre los fundamentos
de la eximente y a analizar las bondades de su aceptación o rechazo. Debemos
considerar que el derecho de daños, visto desde su faz resarcitoria, está
encaminado a determinar la justa distribución de las cargas económicas del
daño ya causado, mas no puede suprimir los efectos nocivos de este en la
sociedad.
25
Art. 42 – Constitución Nacional Argentina (1853). Congreso General Constituyente. Santa Fe, Argentina.1 de
mayo de 1853.
de su comercialización. La información debe ser siempre gratuita
para el consumidor y proporcionada con claridad necesaria que
permita su comprensión.26
El art. 5 del mismo cuerpo normativo, por su parte establece que: “Las cosas y
servicios deben ser suministrados o prestados en forma tal que, utilizados en
condiciones previsibles o normales de uso, no presenten peligro alguno para la
salud o integridad física de los consumidores o usuarios”27 .
26
Art. 4. - Ley N° 24.240. Op. cit.
27
Art. 5. - Ley N° 24.240. Op. cit.
28
Art. 6. - Ley N° 24.240. Op. cit.
29
Art. 7. - Ley N° 24.240. Op. cit.
Recordemos que, dentro de las sanciones impuestas por el art. 47, encontramos
el apercibimiento, la multa, el decomiso de las mercaderías y productos objeto
de la infracción, clausura o suspensión del establecimiento, suspensión en los
registros de proveedores del estado, pérdida de concesiones, privilegios,
regímenes impositivos o crediticios especiales, etc.
El art. 8 bis regula respecto del trato digno y veda las prácticas abusivas:
30
Art. 8. - Ley N° 24.240. Op. cit.
31
Art. 8 bis. Ley N° 24.240. Op. cit.
Como podemos observar, el art. 8 bis establece que, ante el incumplimiento del
trato digno o ante la comisión de conductas que consistan prácticas abusivas en
contra de los consumidores o usuarios, no solo se aplicarán las sanciones
previstas por la ley, sino que incluso podrían aplicarse daños punitivos (art. 52
bis). Nos remitimos a lo estudiado en la unidad 10.
La opinión de Pizarro
Sin perjuicio de ello, señala que las distintas posiciones no son tan drásticas
como parecen, salvo que se lleven las posturas a soluciones extremas y se
coloque la cuestión en un plano de irrealidad.
Dada la complejidad del tema y sus diferentes aristas, sugerimos la lectura de la
bibliografía recomendada.
Accidentes de automotores
Régimen legal aplicable conforme el Código Civil y
Comercial
El marco normativo de los accidentes de automotores está conformado por los
arts. 1769 y 1757 del Código Civil y Comercial.
32
Art. 1762 – Ley N° 26.994. Op. cit.
responsabilidad por daños, ya que normalmente determinan la conducta que
deben seguir los conductores y las infracciones pasibles de ser impuestas a los
infractores y revelan una conducta antijurídica que puede ser indicadora de
presunciones de culpabilidad iuris tantum. Aún más, para aquellos autores que
encuadran la responsabilidad del conductor en base a factores objetivos de
atribución, por la peligrosidad de la actividad desplegada, la incidencia de la
conducta tiene gran importancia en caso de las eximentes (hecho de la víctima o
de un tercero extraño), para interrumpir la causalidad (art. 1757 del C.C.C.).
Conforme dicha norma y lo dispuesto por el antiguo 1113 del C.C. y actual 1757
del C.C.C. en caso de daños provocado por automotores uno de los
responsables (sujeto pasivo) el titular registral. Esto quiere decir que el titular
registral responderá aun cuando no haya participado personalmente (como
conductor) en el accidente automovilístico.
Ahora bien, muchas veces ocurre que los sujetos propietarios y titulares registrales
del bien, transfieren la posesión del rodado por un precio en dinero y omiten
inscribir dicha tradición. Es decir, la operación en modo alguno implica
compraventa pues no se produce la transferencia del bien, sino una promesa
de transferencia.
Ante ello, para todos los terceros ajenos el propietario del automóvil es quien
figura apuntado como titular. Con lo cual aun cuando haya efectuado una
promesa de venta, el titular registral será responsable civilmente ante los
terceros33 .
33
En los términos del art. 1758 que establece: Sujetos responsables. El dueño y el guardián son responsables
concurrentes del daño causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso,
la dirección y el control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián no responden
si prueban que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
Sin embargo, para evitar estas operaciones que implicaran la existencia de una
transmisión de la posesión del automóvil sin la correspondiente inscripción se
dictó el art. 6 de la Ley N ° 22.977. Esta norma reafirma de manera
categórica el principio contenido en el texto originario del decreto ley
6582/58, respecto de la obligatoriedad de la inscripción registral. En
consecuencia, quien omite cumplir con este deber particularizado obra
antijurídicamente, por lo que debe soportar las consecuencias que de ello
deriven. La ley dispone, como regla, que la inscripción podrá ser peticionada por
cualquiera de las partes (art. 15). Sin perjuicio de ello, impone al adquirente
realizarla en el término de diez días de celebrado el acto. Si el adquirente no
cumple con esta obligación, la ley faculta al transmitente a revocar la
autorización para circular con el automotor, a cuyos efectos deberá cursar
notificación al registro (art. 27). El propietario del automotor también tendrá
dicho derecho cuando por cualquier título hubiere entregado su posesión o
tenencia, si el poseedor o tenedor no inscribe su título en el registro en el plazo
referido.
Por otro lado, la responsabilidad civil y la Ley N° 22.977 muestran también otras
aristas que debemos analizar. El art. 1 mantuvo el principio que ya existía en el
decreto ley 6582/58 (art. 27), al disponer que: “Hasta tanto se inscriba la
transferencia el transmitente será civilmente responsable por los daños y
perjuicios que se produzcan con el automotor, en su carácter de dueño de la
cosa” 34 . Esta norma guarda coherencia con el art. 1757 del C.C.C., que
responsabiliza concurrentemente al dueño y al guardián del automotor por los
daños causados y sin perjuicio de las acciones de regreso correspondientes.
Sin embargo, esta normativa AGREGA una causal de liberación:
34
Art. 1. -Ley N° 22.977 (1983). Registro de la Propiedad del Automotor. Poder Ejecutivo Nacional.
35
Art. 1. - Ley N° 22.977. Op. cit.
La implementación de la llamada “denuncia de venta” se trata de una
modificación lamentable, apta para distorsionar el sistema, y que deja
extremadamente desprotegida a la víctima. En tal sentido, Pizarro y Vallespinos
(opinión citada) recomiendan una interpretación restrictiva de la misma, a fin
de tutelar adecuadamente a la víctima.
Otro supuesto diferente es cuando el peatón cruza fuera del área de seguridad
(senda peatonal). Aquí, la doctrina se abre, por lo cual encontramos dos
diferentes opiniones. La primera considera que en ese caso el peatón incurre
en grave negligencia, que es apta para eximir de responsabilidad total o
parcialmente al sindicado como responsable.
De todo esto surge que el dueño o guardián de cada uno de los vehículos debe
responder por los daños causados al otro, salvo que acredite una eximente
idónea para desvirtuar la presunción en su contra.
36
Corte Suprema de Justicia de la Nación, 15/12/1998, S. M. C. c. Provincia de Buenos Aires y otros, LA LEY,
1999D, 534, con nota de Silvia Y. Tanzi ED, 182742 - RCyS 1999, 1090; ídem Fallos 321:3519 citado en nota de
fallo de la CNCiv., sala M, de fecha 1999/05/12, en Rev. La Ley del 21 de junio de 2000, pág. 9, fallo 100.414 por
Fernando Alfredo Sagarna.
El seguro de responsabilidad civil. Nociones
generales
En Argentina se ha establecido el sistema del seguro obligatorio de
responsabilidad civil a terceros por los daños causados por un automotor. Tal
como hemos estudiado en el módulo 1, el seguro es un modo de socializar el
daño.
37
Art. 27. - Ley N° 25.675 (2002). – Política Ambiental Nacional. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
personales. Frecuentemente se observan efectos acumulativos y sinérgicos que
hacen su prueba extremadamente dificultosa, compleja y revestida de enorme
cientificidad. Es un daño prevalentemente social e impreciso (Librizzi-Pasini).
Al tiempo que define las nociones referidas, excluye los residuos biopatógenos,
domiciliarios, radioactivos y los derivados de operaciones normales de buques
y aeronaves del régimen por ella previsto.
38
Art. 1. - Ley N° 25.612 (2002). Gestión Integral de Residuos Industriales y de Actividades de Servicios.
Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Esta ley, al igual que la Ley anterior N° 24.051 de residuos peligrosos, establece
una responsabilidad objetiva con basamento en el riesgo de empresa. Este
principio surge claramente del art. 40, que expresa que se “presume, salvo
prueba en contrario, que todo residuo definido según los alcances del art. 2 es
cosa riesgosa en los términos del segundo párrafo del art. 1113 del Código Civil,
modificado por la Ley N° 17.711”39 .
La ley presume iuris tantum que los residuos definidos supra son cosa riesgosa.
Sin embargo, esta presunción no es absoluta y puede ser desvirtuada
demostrando el “no riesgo” o su inocuidad conforme el curso normal y ordinario
de las cosas y de acuerdo a las circunstancias de persona, tiempo y lugar.
Las eximentes que pueden ser opuestas son las propias del sistema de
responsabilidad objetiva.
39
Art. 40. - Ley N° 25.612. Op. cit.
40
Art. 9. - Ley N° 25.612. Op. cit.
Referencias
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala F, "Ongaro Alberto L. y otros
c/. Dall´Armelina Estender, Juan y otros”, (8/09/2005), Fallos: DJ
26/07/2006,953.
Galdós, J. M. (2015b). El art. 1757 del Código Civil y Comercial (el anterior
art. 1113 Código Civil). Revista de responsabilidad civil y seguros: publicación
mensual de doctrina, jurisprudencia y legislación. 2015-IV, 176.
Derecho
Privado VIII
(Daños)
1
Responsabilidad de las
personas jurídicas y de
sus órganos
Responsabilidad de las personas
jurídicas
El Código Civil y Comercial (en adelante, C.C.C.), en su art. 1763 sigue la línea
trazada por el art. 43 del Código Civil derogado (en adelante C.C.) y endilga
responsabilidad patrimonial a la persona jurídica por los daños que causen
quienes las dirigen o administren en ejercicio o con ocasión de sus funciones,
expresiones estas últimas que también se repiten en el art. 1753 in fine del
C.C.C., al establecer el alcance de la responsabilidad del principal por el hecho
del subordinado. La responsabilidad civil de la persona jurídica no excluye la
responsabilidad directa del subordinado.
Definición
La responsabilidad de las personas jurídicas es aquella que comprende a todas
las personas de existencia ideal o personas jurídicas definidas en el art. 141 del
C.C.C.: “Definición. Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el
ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer
obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación”1.
1
Art. 141 – Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
Régimen del Código Civil y Comercial
Conforme el anterior régimen y en lo que atañe a la actuación de la persona
jurídica, se decía que, en la esfera contractual, la responsabilidad de las
personas jurídicas no ha generado mayores problemas. El artículo 42 del C.C.
derogado establecía el principio general: "Las personas jurídicas pueden ser
demandadas por acciones civiles, y puede hacerse ejecución en sus bienes"2. En
consecuencia, las personas jurídicas son responsables contractualmente,
pueden ejecutar sus bienes del mismo modo que si fueran una persona física y
se someten a las mismas consecuencias en caso de incumplimiento de las
obligaciones contraídas por sus representantes legales. El dolo o la culpa de sus
órganos en el cumplimiento de los contratos se proyectan sobre la persona
jurídica. En tal sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo que el
dolo o la culpa contractual son inherentes al contrato mismo (obligación
principal), de suerte que la persona jurídica responde por él, ya que su
voluntad es tan indiferente como la de una persona natural cuyo apoderado
hubiese incurrido en falta al ejecutar un contrato.
Las doctrinas que han indagado sobre la naturaleza de las personas jurídicas
han postulado distintas soluciones a la pregunta acerca de la responsabilidad
extracontractual de la persona jurídica, cuya entidad ideal presenta perspectivas
que no son comunes con las personas naturales o de existencia visible.
Analicemos las diferentes teorías gráficamente.
2
Art. 42- Ley Nº 340 (1869). Código Civil. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Tabla 2: Diferencias doctrinarias sobre la responsabilidad de las personas
jurídicas
Asimismo, el artículo 1720 del C.C. disponía: "En el caso de los daños causados
por los administradores son aplicables a las sociedades las disposiciones del
título «De las personas jurídicas»”4.
Con el dictado del nuevo Código Civil y Comercial se establece que: “Art. 1763.
Responsabilidad de la persona jurídica. La persona jurídica responde por los
daños que causen quienes las dirigen o administran en ejercicio o con ocasión
de sus funciones”5.
Como podemos apreciar, el art. 1763 es casi una copia literal del art. 43,
primera parte, reformado por la Ley N° 17.711. Y decimos casi, porque la
segunda parte del 43 –en cuanto establecía que las personas jurídicas son
responsables por los hechos de los dependientes- no fue incluido por
encontrarse ya previsto en el art. 1753 del C.C.C. de la Nación.
3
Art. 42- Ley Nº 340. Op. cit.
4
Art. 1720- Ley Nº 340. Op. cit.
5
Art. 1763- Ley Nº 26.994. Op. cit.
Conforme el texto de la norma, la persona jurídica responde por los actos
realizados por sus administradores o directores, es decir, los sujetos que
representan a la persona jurídica ante terceros. La teoría adoptada es la llamada
“teoría del órgano”. Esta teoría considera que los individuos que actúan en
nombre de las personas jurídicas no actúan a título propio, sino como
órganos, como parte de la misma persona jurídica.
En este sentido, la conducta debe ser “en” ejercicio de sus funciones, es decir,
para que sea atribuible a la persona jurídica, los actos deberán realizarse dentro
de su función como directores o administradores; esta función puede ser
regular, un mal ejercicio o un abuso o ejercicio aparente.
Puede ser también “con motivo” de las funciones; es decir, existe aquí una
relación de medio-fin.
Finalmente, puede ser “con ocasión” de las funciones, donde debe existir una
razonable relación entre las funciones y el daño, pero, además, debe
configurarse relación de causalidad entre la ocasión que brinda la función y el
daño6.
6
Podrás ver más de este tema en Pizarro y Vallespinos (2012) a partir de la pág. 206.
Responsabilidad del Estado
Nociones introductorias y plan de trabajo
7
Sobre el tema, ver la explicación de “la dificultosa superación del dogma de la irresponsabilidad estatal”
Pizarro & Vallespinos, 2012, V, p. 216 y ss. Actualmente, el estado responde en virtud de los principios
constitucionales del estado de derecho. Tal vez en otro sistema político (v. g., dictadura totalitaria), el estado
estaría exento de responsabilidad patrimonial. En el actual desarrollo del sistema jurídico argentino, este
predicamento es insostenible.
Definición
Más que definir la responsabilidad del estado, corresponde describir la situación
normativa actual.
Resulta útil transcribir los fundamentos del Poder Ejecutivo para establecer
este bloque normativo vigente. Al respecto, se dijo que:
8
Art. 1764 – Ley N° 26.994. Op. cit.
9
Art. 1765 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Estado y del funcionario es un tema que concierne al Derecho
administrativo y es ajeno al Derecho civil. La posición del Poder
Ejecutivo se ajusta a la doctrina actual de la Corte en la causa
“Barreto”, donde se sostuvo que la responsabilidad del Estado
corresponde al ámbito del Derecho administrativo y que la
responsabilidad estatal encuentra su fundamento en principios
extraños a los propios del Derecho privado…El régimen
jurisprudencial de la responsabilidad del Estado vigente en
nuestro país exhibe dos notas particulares: la autonomía y el
carácter esencialmente local. En consecuencia con ello es que los
artículos sobre responsabilidades del Estado respetan, en primer
lugar, el federalismo y, en segundo lugar, la historia
jurisprudencial de nuestro más alto tribunal federal. (Alak, 2012,
http://ccycn.congreso.gob.ar/versiones/buenosaires/2012-21-
08.html).
Como complemento de los artículos del Código Civil que remiten a las normas
de derecho administrativo, se dictó una ley marco que rige la responsabilidad
estatal. Si bien dicha norma refiere al ámbito administrativo (art. 8 de la Ley
N° 26.944), nosotros prensamos que corresponde trabajarla aquí, pues la
responsabilidad patrimonial del estado no es cuestión privativa del derecho
público o privado. La norma queda comprendida dentro del bloque normativo
que rige la responsabilidad patrimonial del Estado y ello justifica su análisis. Lo
bueno es que conozcas su contenido. Esta decisión puede ser opinable.
La ley sobre responsabilidad del estado tiene solo 12 artículos, que prevén las
siguientes cuestiones:
Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su
actividad o inactividad les produzca a los bienes o derechos de
las personas.
La responsabilidad del Estado es objetiva y directa.
Las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la
responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria.
La sanción pecuniaria disuasiva es improcedente contra el
Estado, sus agentes y funcionarios11.
10
Sobre esta polémica ver Pizarro y Vallespino (2012) V, p. 217 y ss.
11
Art. 1. - Ley N° 2.944 (1893) –Subsidio Estatal. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
En este artículo, la ley expresamente dice que la responsabilidad del estado es
amplia y se refiere a todos los daños que sean consecuencia de su actividad o
inactividad12. En otras palabras: comprende los daños ocasionados por los
hechos y actos, así también por las omisiones, y esta parte se la puede vincular
con lo que la doctrina denominó los daños provocados, ya sea por una no
prestación del servicio o por una prestación irregular, y, por ello, el afectado
puede accionar: solicita la prestación omitida o deficientemente prestada o
reclama la reparación de los perjuicios derivados de la conducta no realizada o
realizada deficientemente.
En estos casos, la responsabilidad del estado es objetiva y directa por los daños
causados por su actividad o inactividad ilícita. Es decir, prescinde de toda
valoración subjetiva al momento de establecer la responsabilidad, sin importar
que el hecho dañoso se haya producido como resultado de un hecho culposo o
doloso. La responsabilidad directa del estado surge en virtud de que un órgano
comete un daño en ejercicio aparente de sus funciones. De esa forma, no es
necesario distinguir si el daño ha sido cometido por funcionarios o por
empleados, ya que una parte de la doctrina sostiene que solo los funcionarios
representan la voluntad del estado por ser órganos suyos, en cambio, los
empleados son dependientes y realizan solo actividades materiales de
ejecución, con lo cual se trataría de una responsabilidad indirecta del estado. La
norma supera este debate.
Dice la norma que las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la
responsabilidad del estado de manera directa ni subsidiaria, en consonancia
con los establecido en los arts. 1764 y 1765 del C.C.C. Nuevamente, el legislador
pretende resolver la polémica entre civilistas y administrativistas respecto de
12
Podrás leer acerca de la responsabilidad patrimonial del Estado por omisión en Pizarro y Vallespinos (2012) a
partir de la pág. 272.
la responsabilidad patrimonial del Estado. En este sentido, existen autores que
entienden adecuada la exclusión porque
Una posición que podríamos llamar intermedia –que es la sostenida por Pizarro
antes de la reforma- explica que limitar la responsabilidad del estado para que
sea tratada por el derecho civil o por el derecho administrativo y considerar
ambas ramas como excluyentes, es una postura reduccionista, puesto que la
responsabilidad estatal se nutre tanto de principios del derecho civil como del
derecho administrativo. Sin dudas que limitar la aplicación de normas del
derecho administrativo –tal como dice el texto del nuevo Código- es
reduccionista e implica dejar de lado toda una construcción teórica desarrollada
por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Pizarro y Vallespinos, 2012).
Conforme pudimos analizar en la unidad 10, se eliminó del texto del Código
Civil y Comercial la figura de la “sanción pecuniaria disuasiva”, conforme actual
texto de los arts. 1708 y ss. Con lo cual, la norma analizada solo se limitaría a los
daños punitivos previstos por el art. 52 bis de la Ley N° 24.240 y su
imposibilidad de imponerle daños punitivos al estado cuando esté implicada
una relación de consumo. En torno a la posibilidad de aplicar “sanciones
conminatorias” o “astreintes” previstas en el art. 804 del C.C.C. al estado,
remitimos a lo expuesto en la unidad 10 sobre la figura.
13
Art. 2 - Ley N° 2.944. Op. cit.
14
Art. 3 - Ley N° 2.944. Op. cit.
Se establece la responsabilidad objetiva y directa del estado por los daños
causados por su actividad o inactividad ilícita15. Para su procedencia hace falta
la configuración de una conducta antijurídica, daño resarcible (Fallos: 330: 2748;
Fallos: 307:169), relación adecuada de causalidad y factor de atribución, que en
el caso es objetiva. La figura utilizada por la doctrina para describir esta
responsabilidad es la falta de servicio, conforme alude el inciso “d” (ver más en
Pizarro y Vallespinos, 2012, p. 248).
El artículo 4 dice:
Con relación al inciso “a”, en cuanto requiere que el daño sea cierto, al igual
que la norma anterior, es discutible la posibilidad de reclamar el daño moral.
Pareciera ser que la norma lo impide.
15
Puedes ampliar este tema con la lectura de Pizarro y Vallespinos, 2012, a partir de la pág. 265.
16
Art. 4 –Ley N° 2.944. Op. cit.
17
Podrás leer más acerca de la responsabilidad patrimonial del Estado por su actuación ilícita en Pizarro y
Vallespinos, 2012, p. 278 y ss.
El inciso “b” refiere al “órgano estatal”, en consecuencia, puede
responsabilizarse al estado por la actividad realizada por la administración
central, por la administración descentralizada, como son los entes autárquicos
e incluso por la actividad de un “Órgano de Control de los Servicios Públicos”
(Altamira Gigena, s.f., goo.gl/DdSv3A ).
18
Altamira Gigena enseña que en el año 1989, la Corte Suprema, en el caso “Ledesma” (Fallos 312: 2022),
rechazó la demanda de daños y perjuicios por entender que, si bien habría tenido incidencia una resolución del
Ministerio de Economía, existieron otros factores, como fueron el auge de los sustitutos del azúcar, la falta de
financiación de la zafra y el derrumbe de los precios internacionales, por lo que no existía exclusividad. En
consecuencia en este fallo se agrega como requisito la exclusividad y es por esa razón que seguramente se lo ha
incluido en el inciso que analizamos.
Los dos últimos incisos, “d” y “e”, han sido establecidos por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación a partir del caso Columbia (Fallos: 315:1026), por lo
que, desde entonces, el actor, para tener posibilidades de éxito, debe reunir 3
requisitos con relación al daño y 2 en lo que respecta a su persona como
afectado.
Dice el art. 5:
La exclusión del lucro cesante y del daño moral es cuestionable porque atenta
contra el principio de reparación integral del daño (art. 1740 del C.C.) de la
Nación y es contrario a la doctrina judicial sentada por la Corte Nacional21.
19
Art. 4- Ley N° 2.944. Op. cit.
20
Según Bianchi: “todos estamos obligados a soportar las cargas que las leyes nos imponen en forma general en
la medida que no sean inconstitucionales. Pero, aún si son válidas, pueden generar derecho a la indemnización
respecto de quienes se ven afectados en sus derechos en forma más gravosa que el resto de la comunidad”
(1998, p. 40).
21
Para saber más acerca de la extensión del resarcimiento puedes leer a Pizarro y Vallespinos, 2012 a partir de
la pág. 289.
Dice el siguiente artículo:
Artículo octavo:
22
Art. 6 - Ley N° 2.944. Op. cit.
23
Art. 7 - Ley N° 2.944. Op. cit.
24
El nuevo art. 2561 in fine establece un plazo común de tres años para la prescripción del reclamo de la
indemnización de daños derivados de la responsabilidad civil. En consonancia con lo expuesto, la norma no hace
diferencia entre la responsabilidad civil derivada del incumplimiento obligacional o de la violación del deber de
no dañar. El plazo de prescripción es único y fijado en tres años.
25
Art. 8 - Ley N° 2.944. Op. cit.
Conforme el texto de la norma, el tribunal competente también nos introduce a
una cuestión problemática. En principio y conforme el texto de la norma, es
competencia en lo contencioso administrativo al requerir la anulación del acto
administrativo, lo que –en principio- lo abstrae de la competencia civil. Sin
embargo, debe estarse a las legislaciones locales, pues las cuestiones relativas a
la competencia son cuestiones no delegadas y, por lo tanto, una norma nacional
no podría modificar el régimen interno de cada provincia. Salvo –claro está- que
la provincia adhiera a la norma nacional.
El artículo 9 dice:
De la lectura del artículo en análisis surge que, para liberar al estado, debe
existir la certeza de que el funcionario obró de manera irregular e incurrió en
dolo.
Artículo décimo:
La norma establece que cada provincia podrá adherir en todos sus términos a
esta ley. La pregunta que se impone es si la adhesión puede ser en forma
parcial, o bien introducir las modificaciones que estime convenientes cada
provincia. Si consideramos que son atribuciones que los gobiernos provinciales
conservan por no haberlos delegado en el gobierno federal, en virtud de lo
establecido en los artículos 121, concordantes y correlativos y, en especial, en
el artículo 126 de la Constitución Nacional, la respuesta debería ser afirmativa.
Es plausible que ocurra que i) las provincias –mediante una ley local- adhieran a
la norma sin reservas; ii) no se dicte ninguna ley local y que los jueces deban
llenar nuevamente el vacío; iii) se dicten normas provinciales que tomen de
base la Ley N° 26.944 y mejoren la regulación de esta materia, pues –como
hemos visto- la Ley N° 26.944 tiene algunas normas sin dudas cuestionables y
de dudosa constitucionalidad.
28
Art. 11 Ley N° 26.944. Op. cit.
Responsabilidad del estado por actividad irregular o falta de servicio
La norma proyectada era –si se quiere- una versión mejorada del artículo 1112
del Código Civil derogado. Decía la norma:
En tercer lugar, establecía que la obligación de responder por los daños en este
supuesto específico del estado y del empleado/funcionario es concurrente, por
cuanto que cada uno debe responder por la diferente naturaleza de su
responsabilidad: el estado, por la falta de servicio o por garantía; el funcionario
o empleado, por la falta personal.
Esto es así, pues el ejercicio de los poderes del estado –siempre dentro de la
legalidad- no puede fundar responsabilidad sin traer como consecuencia
negativa la paralización de la actividad pública.
Nociones
30
Art. 31 – Constitución Nacional Argentina. 1853.
31
Para ampliar puedes leer Marienhoff, M (1972) T. IV.
La Corte Suprema ha elaborado, en principio, una regla de irresponsabilidad
que cede ante determinadas circunstancias, como ser la existencia de un
perjuicio especial (v. g., Causa Gratry). En efecto, en la causa Gatry se estableció
el rechazo de la demanda, pues el daño no reunía el requisito de la especialidad
necesaria32.
Para que exista responsabilidad del estado por daños ocasionados en ejercicio
de la actividad normativa, se requiere la constatación de la relación causal
entre el acto y el daño, la imputación al estado, y la existencia del
particular perjudicado.
32
Esta posición fue adoptada por la Corte en el año 1938 y resolviendo los autos "Establecimientos Americanos
Gratry S.A. c. la Nación", rechazando toda responsabilidad del Estado cuando se trataba de daños producido por
su obrar lícito, con el de que si bien en otras oportunidades había "fundado la procedencia de la responsabilidad
estadual, entre otras razones, sobre la base de postulados de equidad y justicia, no es menos cierto que tales
precedentes no autorizarían la generalización del principio, para comprender situaciones distintas a la que en
ellos contempla" (CSJN, Establecimientos Americanos Gratry S.A. c/ Nación, sentencia del 18 de marzo de 1938,
Fallos 180:107)
Civil. Este, en efecto si bien supedita el dominio privado a los requerimientos
apremiantes de la necesidad común, en presencia de riesgos inminentes,
coloca la excepcional facultad de disposición que acuerda la autoridad pública
"bajo su responsabilidad" que la pertinente indemnización traduce. (t.9. nº 564,
Demolombe, Cours de Code Civil y Fallos: 199:448; 201:432; 204:496;
211:1421)
Una vez demostrados los extremos señalados, deberá proceder la condena del
estado a la indemnización pertinente, sin que sea necesaria norma expresa que
autorice dicha reparación.
Responsabilidad del estado por actos del poder judicial
La responsabilidad del estado por acto ilícito del funcionario es concurrente con
la responsabilidad personal del funcionario.
Para que el estado deba responder, es necesario que concurran las siguientes
circunstancias:
Nociones introductorias
Decía el art. 1112 del Código de Vélez que “Los hechos y las omisiones de los
funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de
una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas”33
generan responsabilidad civil.
De ello se desprende que el funcionario público debe responder por los daños
causados a los particulares por el ejercicio irregular de sus obligaciones legales,
sea por acción u omisión.
d) Debe existir culpa del funcionario. El hecho del funcionario debe haber
sido cometido con culpa. De otro modo, no existiría un cuasidelito, y
aquél no sería responsable.
Régimen legal
Según el Código derogado
33
Art. 1112- Ley N° 340. Op. cit.
que contiene el artículo 1109, parecería poco claro que Vélez Sarsfield hubiera
incluido este artículo.
La norma proyectada era –si se quiere- una versión mejorada del artículo 1112
del Código Civil derogado que viste anteriormente. Este artículo, importante
recordarlo, sirvió como fuente normativa a la Corte Suprema de Justicia de la
Nación para estructurar no solo la responsabilidad por daños generados por
acción u omisión de la funcionarios y/o empleados públicos en el ejercicio de
sus funciones, sino también para proyectar el concepto actual de la falta de
servicio.
En tercer lugar, establecía que la obligación de responder por los daños en este
supuesto específico del estado y del empleado/funcionario es concurrente, por
cuanto que cada uno debe responde por la diferente naturaleza de su
responsabilidad: el estado por la falta de servicio o por garantía; el funcionario
o empleado por la falta personal.
La solución propiciada por la Comisión era una aplicación concreta del principio
de responsabilidad por el hecho propio, por daños causados culpablemente.
Dicho proyecto fue modificado por el Poder Ejecutivo y la norma que en
definitiva sancionó el Congreso (que hoy es ley) quedó redactada de la siguiente
manera:
d) Debe existir culpa o dolo del funcionario. El hecho del funcionario debe
haber sido cometido con culpa. De otro modo, no existiría un
cuasidelito, y aquél no sería responsable.
34
Art. 1766 – Ley N° 26.994. Op. cit.
Legitimación pasiva
Todo el que, permanente o accidentalmente, en forma gratuita o remunerada,
ejerce una función o empleo estatal, está comprendido en la responsabilidad
mencionada. Pero debe tenerse en cuenta que esta responsabilidad se
establece para el funcionario solamente en cuanto actúa como órgano del
estado, es decir, en el ejercicio de sus funciones. Entonces, debe considerarse
que el hecho o la omisión deben efectuarse en el ejercicio de la función y
que ese hecho u omisión consista en un irregular cumplimiento de las
obligaciones legales.
Referencias
Alak, J. (2012). Versión taquigráfica de intervención ante el Senado de la Nación del
martes 21 de agosto de 2012. Recuperado de
http://ccycn.congreso.gob.ar/versiones/buenosaires/2012-21-08.html