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20-11-2019

Por Bolivia, por América...


Lilliam Oviedo
Rebelión

La masacre de indígenas y campesinos convierte en abominable el golpe de Estado en Bolivia,


condenable en sí mismo, y pone el sello de sanguinario y criminal al gobierno de facto, encabezado
por racistas y asesinos que se proponen "pacificar" autorizando a las fuerzas represivas a enfrentar
con armas las movilizaciones.

Bruce Williamson, encargado de Negocios de la embajada de Estados Unidos en La Paz, encabezó


la ceremonia de saludo a Karen Longaric, canciller nombrada por el gobierno de facto, y aprovechó
el escenario para declarar que "será la administración nacional la que decida si es pertinente o no
el retorno de agentes de la DEA". "El Gobierno tiene dos o tres días, cada Gobierno decide lo que
quiere. Vamos con los primeros pasos", apuntó.

En realidad, los primeros pasos se dieron para articular el golpe de Estado.

En la primera semana de octubre, el conocido analista internacional Alfredo Jalife Rahme, denunció
que se gestaba un golpe de Estado contra Evo Morales.

Varios medios alternativos han publicado la traducción de la crónica, que, entre otras revelaciones,
dice: "Desde el territorio de los Estados Unidos se desarrolla gradualmente un golpe de estado
contra el presidente boliviano Evo Morales, que se llevará a cabo presumiblemente después de las
elecciones, entre fines de 2019 y marzo de 2020. Sus principales agentes son los políticos
bolivianos Gonzalo Sánchez de Lozada, Manfred Reyes Villa, Mario Cossio y Carlos Sánchez Berzain,
todos residentes en Estados Unidos. Coordinan las acciones en Bolivia con los líderes de la
asociación opositora «Coordinadora Nacional Militar», compuesta por ex oficiales del ejército del
ejército boliviano, entre ellos, el general Rumberto Siles, los coroneles Julius Maldonado, Oscar
Pacello y Carlos Calderón. Además se coordinan con altos líderes de la oposición boliviana, Waldo
Albarracín, presidente de la Confederación Democrática Nacional (CONADE), Jaime Antonio Alarcón
Daza, presidente del Comité Cívico de La Paz, Jorge Quiroga, ex presidente de Bolivia, Juan Carlos
Rivero, Rolando Villena, ex defensor del pueblo y Samuel Doria Medina del Partido de Unidad
Nacional. Todos ellos son responsables de suministrar los fondos que se envían desde Estados
Unidos para esta operación, así como de garantizar lo esperado, acciones para crear un estado de
crisis social para convulsionar al país antes del 20 de octubre, fecha electoral".

El analista ofrece detalles sobre fondos, compra de votos para favorecer a Carlos Mesa y
coordinación de agentes del gobierno de Estados Unidos con las embajadas de Paraguay, Chile,
Colombia, Gran Bretaña y otros países.

El papel de la Organización de Estados Americanos, OEA, y la declaración del lacayo Luis Almagro

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calificando como "autogolpe" el acontecimiento del pasado 12 de noviembre, son más
comprensibles a partir de los datos que ofrece Jalife. El coro lo formaron, en primera instancia, los
partidarios de Almagro que tienen principalía: los representantes de Colombia, Argentina, Brasil,
Canadá, Chile, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay,
Perú, Venezuela (usurpada su voz por el representante de Juan Guaidó) y Guyana.

¡Vaya concierto colonialista!

La vigencia del internacionalismo

El poder estadounidense actuó de manera velada en los preparativos, pero ya no se disfraza.


Apoya el golpe, reconoce el gobierno de facto y lo presenta a la comunidad internacional como
resultado de un acuerdo por la democratización de Bolivia. ¡Qué descaro!

El papel decisivo de los estrategas imperialistas hay que destacarlo, porque se trata de un golpe
contra el avance político en América Latina.

Se crean las condiciones para continuar subiendo de nivel las sanciones económicas y el bloqueo
financiero contra Venezuela y para mantener la agresión contra Cuba, víctima de un bloqueo
condenado a nivel global.

Agentes imperialistas han dejado ver su prepotencia.

El encargado de Negocios para la Oficina Externa de Estados Unidos para Venezuela, James Story,
se pronunció como golpista: "Bolivia y Venezuela son dos casos distintos. Pero, para los
venezolanos, muestra la fuerza que tiene un pueblo cuando rechaza una situación no democrática.
Ellos salieron a la calle diciendo ‘ya basta’ y fueron los que realmente hicieron el cambio en
Bolivia. Es pura mentira que lo sucedido es culpa del ‘imperio’, de Estados Unidos. Fue solamente
el esfuerzo de los bolivianos, que se liberaron de la dictadura de Evo Morales".

Las reuniones que denuncia Alfredo Jalife Rahme fueron coordinadas por los halcones encargados
de impulsar el atraso político en el continente.

Y no es Bolivia su único objetivo.

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No es casual la presencia en Colombia de Philip Goldberg, el embajador expulsado por el gobierno
de Evo Morales en el año 2008 por conspirar junto a la derecha opositora. En el año 2017, fue
nombrado en Cuba y tuvo importante participación en la denuncia de que diplomáticos
estadounidenses y canadienses fueron víctimas de unos llamados "ataques sónicos".

Siendo Colombia escenario de la conspiración contra Venezuela, contra Cuba y contra todo
proyecto progresista en el continente, no cabe duda de que Goldberg, como embajador en
Colombia, colabora con la derecha golpista. Nada le impide hacer lo que siempre ha hecho.

Jeanine Áñez, la autoproclamada presidenta, responde a las órdenes de la ultraderecha manejada


desde Washington, como lo hace Juan Guaidó. Y se recuerda que, en el año 2005, la Administración
Bush nombró un coordinador para la Transición en Cuba.

Hace 14 años, cuando George W. Bush lo nombró para coordinar una transición cuyo destino no
pudo figura en el largo nombre del cargo, Caleb McCarry parecía un personaje de ficción. Ligado a
la Agencia Central de Inteligencia por herencia (su padre, el novelista Charles McCarry, fue agente
de la CIA) y por la prestación de servicios (trabajó en varias iniciativas de la USAID), adquirió un
perfil más real cuando se comprobó su participación en proyectos de espionaje y agresión.

El nombrado y los autoproclamados (McCarry, Guaidó y Áñez), forman un trío cuya presencia en el
escenario político generaría hilaridad si no fueran marionetas con tan sanguinarios manejadores.

La que más capacidad de acción ha adquirido, por ser la cara visible de un gobierno golpista,
coordina una jornada de represión que ha cobrado más de 23 vidas y ha dejado más de 700
personas heridas en Bolivia.

Alzar la voz contra la represión y la masacre y denunciar como dictatorial la absolución anticipada
de todo militar que hiera de bala a un manifestante, es deber de conciencia. No hay diferencia de
fondo entre autorizar el uso de armas contra la población y ordenar a las fuerzas represivas
disparar a matar.

Hay que repetir que el imperialismo intenta dar continuidad al saqueo en la región. La Bolivia rica
en litio y la Venezuela rica en petróleo y agua dulce, están en el centro de la conspiración, y, por
supuesto, también Cuba.

Es indignante la masacre de bolivianos, pero además encierra la amenaza para todos nuestros
pueblos.

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La consigna es impedir el avance de la ultraderecha, de la derecha rancia y de los falsos
"liberales". Los sectores que auspiciaron el golpe, como el poder mediático que se empeña en
matizar los calificativos y hasta en presentarlo como transición hacia la democratización de Bolivia,
son enemigos de esta América y de los pueblos que, en cualquier zona del mundo, intentan avanzar
políticamente... Es hora de tumbarles las máscaras y, por supuesto, de pedirles cuentas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative
Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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