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Las fuentes del comportamiento soviético

Telegrama Largo, que se consideró la Biblia de la Guerra Fría


ya que creó la doctrina de la contención. El documento, que
recorrió varios departamentos de Estado y llegó a la Casa
Blanca, se convirtió en el documento de cabecera de los
políticos en la Guerra Fría desde Truman, ya que se
redactaban las directrices de la política surgida durante esos
años, los más duros del sistema bipolar. El artículo lo han
publicado en Foreign Affairs traducido al español. Así que le
podéis echar un vistazo aquí.

George Kennan se especializó en la cultura y lengua rusas en


Riga, antes de que lo mandasen por primera vez a la embajada
moscovita en el 33, cuando la URSS fue reconocida por
los EEUU. Volvió en el 44 como alto consejero del embajador.
Dados sus estudios profundos sobre la prensa, lengua y cultura
rusas, se veía con fuerzas para emitir su opinión profetizando
el comportamiento soviético en los siguientes años.

En febrero del 46, Kennan recibió un telegrama del


Departamento de Estado de EEUUque decía que los soviéticos
se negaban a unirse al FMI (Fondo Monetario Internacional) y
al BM (Banco Mundial). Nuestro protagonista se pregunta por
qué los soviéticos se negaban a participar en estas
instituciones internacionales y escribe el famoso Telegrama
Largo (el cual cuenta con 8009 palabras), explicando las
razones por las que la alianza se estaba resquebrajando. En
julio de ese mismo año, la revista Foreign Affairs publica la
versión larga del telegrama, un artículo firmado por un tal X,
identidad que corresponde a Kennan, y titulado Las fuentes de
la conducta soviética.

El telegrama analiza los discursos de Stalin y la política


soviética desde 1945. En resumen, Kennan decía que el
comunismo anticapitalista y su sentimiento de inseguridad
conllevaba definitivamente a una política hostil con Occidente.
La dictadura stalinista, alumbrada en el oscuro mundo de la intriga
zarista y acostumbrada a pensar esencialmente en términos de política
de poder, necesitaba enemigos extranjeros para justificar su
gobierno.
Por esta razón, la Unión Soviética trataría de seguir con su plan
preciso de acción hacia Europa central y occidental, ayudando
a los partidos comunistas en esos países, y en contra de los
intereses de EEUU. De todas formas, Kennan no proponía
políticas concretas, sino generalistas: actuar usando la fuerza y
no la razón, ya que ésta los rusos no la entienden.

Kennan decía que los Estados Unidos tenían la misión de


detener a la Unión Soviética, conteniendo sus ansias
expansivas a través de políticas a largo plazo, pacientes y
firmes. Según Kissinger, el Telegrama Largo fue la respuesta
que los políticos estaban buscando a la pregunta ¿qué hacer
con los rusos? que tantos quebraderos de cabeza daba.

Y la respuesta se resume en una palabra: contención. Se


trataba de contener a la Unión Soviética en todos los puntos en
donde fuese a intervenir, en cualquier parte del mundo. Como
Kennan siempre hablaba de la actitud expansionista de los
rusos, la política estadounidense se limitaría tan sólo a actuar
cuando los soviéticos actuasen, para así esperar a que las
luchas externas llegasen a cambiar la cultura y la política
interna de la URSS.

Estas luchas que cambiarían a los soviéticos no sólo estarían


auspiciadas por el poderío militar estadounidense, sino también
por el llamado poder blando según define Joseph Nye Jr. El
poder blando, entre otras cosas, se refiere al poder que tiene
una nación para hacer que las otras la sigan, usando ese poder
por medio de la cultura, la educación, el respeto del resto de
naciones, o la visión de solidaridad que se tiene de EEUU como
salvadores del mundo y superiores en la forma de vida del
resto del planeta. Esto es lo que comúnmente los
norteamericanos llaman "ser el faro" del resto de naciones.

El telegrama terminaba afirmando que a pesar del peligro de la


dictadura comunista, la Unión Soviética seguía siendo más
débil que Occidente, el cual sí mantenía su cohesión y firmeza,
y que si seguía manteniéndolo, sería capaz de influenciar el
comportamiento del gobierno de la URSS. Citando el artículo:
Me llena de impaciencia y
disgusto esta ingenuidad.
Durante dos años he estado
tratando de persuadir a la
gente de Washington de que el
régimen de Stalin es el mismo
que conocimos antes de la
guerra, el mismo que realizó
las purgas, el mismo que
concluyó el pacto de no-
agresión con los nazis; de que
sus líderes no son nuestros
amigos. He tratando de
persuadir a Washington de
que los sueños de una feliz
colaboración con este régimen
en la posguerra son
enteramente irreales; de que
nuestro problema es más
profundo que eso; de que
Stalin y sus socios están ahora
fascinados con sus recientes
éxitos militares y políticos y
creen ver perspectivas
favorables para la extensión de
su influencia política por toda
Europa, mediante tácticas de
infiltración y subversión.
Sostengo que mientras no
dejen de lado estas esperazas
de color rosa será inútil
suponer que participarán en
planes idealistas para la
colaboración mundial bajo
nuestro liderazgo, sobre todo
en áreas tales como las de
economía y finanzas, donde
sus compromisos ideológicos
son enteramente diferentes de
los nuestros.

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