Sei sulla pagina 1di 4

Participación elevada de votantes en las elecciones presidenciales

Es un desprestigio para el país más democrático del mundo, que las


votaciones para presidente hayan tenido una participación de un 30%; y en
las estatales y locales han sido tan bajas, que lo correcto es que se hubieran
dictado las leyes necesarias para haberlas anulado.

De ahí que los sociólogos, de entre los ideólogos de Gobierno Invisible (GI),
nos hayan estudiado, a nosotros los estadounidenses, para saber a qué líderes
seguiríamos, y a la vez, aprovechar los odios subyacentes en la población para
estimular la asistencia a las elecciones.

Así, fue escogido Obama, entre los candidatos a penas conocidos, y tuvieron el
resultado esperado: más de un 50% votaron en las elecciones presidenciales
del 2008.

Se aproximaba el 2016 y los sociólogos se inclinan por lo que mucho de


nosotros consideramos un hombre de éxito, alguien a quien respetamos. No es
un científico que haya llevado una vida de sacrificios, para al fin haber
aportado algo para el bien de la humanidad o un piloto que tras un accidente
haya salvado a más de 150 personas, esas habilidades nos emocionan.
Pero en nuestra concepción, no son las habilidades para dirigir una nación; ni
tampoco tiene que ser presidenciable, ni una estrella diplomática. Tiene que
haber alcanzado todo lo que nosotros anhelamos, hacerse multimillonario.

La manera en que ganó su fortuna puede mostrarnos sus habilidades


económicas, si no fue sancionado por juzgado. No importa como haya logrado
el dinero, ya sea en: la burbuja inmobiliaria, dejando de pagarle a sus
acreedores, empleando fuerza de trabajo barata indocumentada, evadiendo
impuestos, aprovechándose del erario público por leyes existentes como las
de Bancarrota. Y sería aún mucho más habilidoso, a nuestros ojos, ese
candidato si tuvo altos ingresos de forma ni siquiera inmorales, como las
anteriores, ingresos no del todo lícitos, aunque se haya tenido que acoger 60
veces a la 5ta. Enmienda, para no implicarse.
Otro de nuestros grandes anhelos, que nos hace derretirnos de admiración
por un candidato, es que haya tenido una vida disipada y vivido rodeado de
mujeres. Donald Trump era el candidato ideal: dueño de un certamen de
belleza y a la ganadora anual se le otorgaba un piso por un año en el edificio
donde él moraba. Pero además, muy conocido, por su programa egocéntrico
de TV, con sus directivos de sus negocios; donde un día nos hizo almibararnos
de placer en nuestros asientos, cuando humilló públicamente a uno de sus
trabajadores con aquella inolvidable y amorosa frase: “You are fired”, estás
despedido. Por su puesto, entre nosotros también existen muchos que
rechazan a ese candidato, lo que despierta el interés por “¡hacer la diferencia!”.

Los sociólogos con esas investigaciones sobre nuestros pareceres,


encontraron enseguida el nombre del candidato, que ellos recomendaban,
para elevar por encima del 50% las votaciones. No precisamente para que
llegara a ser presidente. Era preferible cualquiera de los candidatos ya
institucionalizados, ya fueran demócratas o republicanos. Pero Trump tomó
las riendas, se sintió a sus anchas, en su papel de primer actor.

Los medios y algunos funcionarios lograron mantener la efervescencia de los


votantes: cuan las encuestas se desplazaban a favor de Hilary, aparecían
acusaciones en su contra; cuando el favorecido era Trump, aparecían en los
medios las mentiras y los fallos de Trump. El GI es tan, tan poderoso, que
cualquiera de los dos le venía bien, aunque siempre un institucionalizado es
levemente mejor; pero estos no generan suficientes odios, para engendrar
efervescencia entre los votantes.

El GI es el más poderoso del mundo, nadie puede contra este. El poder del
Presidente es muy limitado. Pero Donald Trump con su narcisismo podría
llegar a hacer una mala propaganda, por ej., si se le ocurriera ir contra el
Comandante en Jefe, el verdadero, El ANR, y expresar su deseo del control de
armas interno o controlar la venta de armas al extranjero o ir en contra de
alguna “Guerra Florida”, enriquecedora de los inversionistas de la industria
bélica.

Para mitigar cualquier inconveniente que él pudiera engendrar, El GI lo ha


mantenido al borde del “impeachment”, juicio político. Ahora, este intento de
juicio político si sale fallido, lo va a favorecer en las elecciones del 2020;
porque además más de un 50% de los votantes no resisten a los
institucionalizados.

Para las elecciones del 2020 el estimulante de fuertes emociones (no de


razonamientos) es Sanders; hablando de lo demostrado como impracticable,
populista, peor que el fascismo, hablando de socialismo. Y para colmo,
Sanders, jugando su papel estimulador, no ha reconocido que, Evo Morales
quiso darle un Golpe de Estado al pueblo boliviano, que en el referéndum,
dijo: NO, a la reelección del que ya había gobernado por 14 años.

Potrebbero piacerti anche