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I. DATOS GENERALES:
2.1. EL PROBLEMA:
2.1.1. Delimitación del problema
A nivel mundial unas 800 000 personas se suicidan todos los años, el 86% de ellas
en países de ingresos bajos y medios. Más de la mitad de las personas que se quitan
la vida tienen de 15 a 44 años. Las tasas más altas de suicidio se registran entre
los varones de los países de Europa del este. Los trastornos mentales, una de las
principales causas de suicidio, son tratables. En Colombia no se encuentra
información suficiente de cifras estadísticas de la clase trabajadora en cuanto a
trastorno psicosocial, sin embargo se toman como referencia los datos de la
población en general colombiana con respeto al último estudio de salud mental
donde se informa que el 40.1% de la población colombiana puede tener en algún
momento de su vida enfermedades mentales.
2.1.3. Objetivos
2.1.5. Limitaciones
Por otro lado, los resultados que se alcancen en la investigación solo podrán ser
generalizados para futuros estudios que se encargue de analizar las variables consideradas
en la presente y la población seleccionada sea similar.
2.2. MARCO REFERENCIAL CIENTIFICO
Por otro lado los estudios provenientes de las Encuestas de Condiciones de trabajo
europeas (EWCS) y las Encuestas Nacionales de Condiciones de Trabajo
(INSHT) son ejemplos de la utilización de indicadores de riesgos laborales, de
factores psicosociales de estrés en el trabajo y de riesgos psicosociales. Sin
embargo, su misma metodología, dirigida a obtener información directamente de
los trabajadores puede limitar la obtención de indicadores organizacionales y
sociales.”
En una encuesta realizada a trabajadores de Estados Unidos se pudo obtener que
más del 40% de los encuestados tienen una carga de trabajo excesiva lo que hace
que al final de su jornada de trabajo se encuentren emocionalmente exhaustos y
agotados. (Díaz, Echeverri, Ramírez y Ramírez, 2010, p. 12)
1. INTRODUCCIÓN:
Así, hoy día las condiciones laborales pueden exigir altos niveles de atención y
concentración, elevada responsabilidad, sobrecarga de trabajo, largos o
desordenados horarios y turnos; además la creciente participación de las mujeres
en la empresa, el aumento de padres y madres trabajadoras y de familias
monoparentales, hacen que los riesgos psicosociales y sus repercusiones
sanitarias, sociales y económicas sean una realidad en el mundo laboral de hoy
(Sánchez-Anguita, 2006). Todo esto puede deteriorar el clima laboral y afectar al
bienestar físico y psicológico del trabajador.
En los últimos años, los factores de riesgo psicosocial relacionados con el trabajo
han ido adquiriendo cada vez más relevancia por las evidencias encontradas en la
relación entre los riesgos psicosociales en el trabajo y el incremento de procesos
mórbidos en los trabajadores (Villalobos, 2004); por tanto, los riesgos
psicosociales en el trabajo, deben eliminarse o evitarse en lo posible, para
contribuir a mantener la salud de los trabajadores, como lo establece la Ley
31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, que en su
artículo 5 dice: 'La política en materia de prevención tendrá por objeto la
promoción de la mejora de las condiciones de trabajo dirigida a elevar el nivel de
protección de la seguridad y la salud de los trabajadores en el trabajo'. Además,
dicha Ley, en su artículo 4, 1º, considera que 'Se entenderá por prevención el
conjunto de actividades o medidas adoptadas o previstas en todas las fases de
actividad de la Empresa, con el fin de evitar o disminuir los riesgos derivados del
trabajo'. Así mismo, la Ley, en su artículo 4, 2º, entiende como riesgo laboral 'la
posibilidad de que un trabajador sufra un determinado daño derivado del trabajo'.
2. RIESGOS PSICOSOCIALES
Es decir, dentro de estos riesgos psicosociales su valor está en que cada persona
tiene diferentes maneras de enfrentar e interpretar las cosas y su entorno. La
importancia de los riesgos psicosociales está determinada en la afectación de la
salud y el desempeño del trabajo.
Karasek (1979, citado en Peiró 2000), plantea que estar expuesto a factores
psicosociales adversos en el entorno laboral produce tensión mental en los
trabajadores (estrés laboral) que, mantenido en el tiempo, puede constituir un
factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. El autor postula un modelo en el
que el estrés o tensión psicológica, y los efectos físicos y de salud mental resultan,
no solo de un aspecto único del ambiente laboral, sino de los efectos conjuntos de
las demandas de una situación laboral y el grado de libertad en la toma de
decisiones de las que dispone el trabajador que se enfrenta a esas demandas. Por
lo tanto, la tensión aparece cuando las demandas son elevadas y el margen de
decisión e reducido (ver figura 2) (Karasek, 1979, en Schaufeli, 1999). De acuerdo
a Nelson & Simmons (2003), el modelo sugiere que trabajos estresantes están
relacionados con depresión, insatisfacción laboral, y ausentismo laboral entre
otros. Modelo de exigencia psicológica/margen de toma de decisiones, elaborado
por Karasek (1979, en Schaufeli, 1999)
Por otra parte, está el cuadrante de baja tensión, donde se ubican aquellos
trabajadores que pueden ejercer control y trabajan con exigencias mínimas. En
tanto, la diagonal B representa el eje llamado aprendizaje y señala que la
combinación de demandas elevadas y un alto nivel de control se asocia con
motivación, aprendizaje y desarrollo (Schaufeli, 1999). Un trabajo activo, donde
las exigencias son altas, pero el trabajador puede tomar decisiones y tiene libertad
para usar todas sus capacidades se convierte en un desafío para éste, por lo que
puede hacer frente a las situaciones estresantes, generando un estrés “positivo”
que aumenta la motivación y las posibilidades de crecimiento y desarrollo
personal (Vega, 2003; Juárez – García, Vera, Gómez, Canepa y Schnall, 2008).
En este cuadrante en particular se producen aprendizajes de nuevos patrones de
conducta y habilidades derivadas de la experiencia psicosocial del trabajo (Vega,
2003).
Peiró (2000), sostiene que el modelo propuesto por Karasek (1979), sugiere que
son las distintas combinaciones de las demandas con las competencias en la toma
de dediciones las que permiten explicar las diferencias en las consecuencias
físicas y psicológicas de estrés. El autor define la amplitud de competencias para
tomar decisiones en el trabajo como “el control potencial del trabajador sobre sus
tareas y sus comportamientos en el trabajo”. Unas demandas bajas del puesto, y
bajas competencias en la toma de decisiones son características de trabajos
pasivos, mientras que los trabajos con altas demandas y con competencias
elevadas en la toma de decisiones se pueden caracterizar como activos. Los
problemas surgen cuando se da la combinación de demandas elevadas con poca
capacidad de decisión.
Por otra parte, el modelo anterior es ampliado por Johnson (1986) incorporando
otra dimensión: apoyo social. Se ha aportado evidencia empírica de que el apoyo
social contribuye positivamente al bienestar psicológico, por lo tanto, según este
modelo, la situación más estresante para un trabajador sería la de un trabajo en el
que las demandas sean elevadas, con bajo margen de decisión y sin apoyo social
(Peiró, 2000). Al añadir esta dimensión se reconoce la necesidad de que cualquier
teoría del estrés en el trabajo evalúe las relaciones sociales en el trabajo (Johnson
y Hall 1988; Karasek y Theorell, 1990, citado en Levi, 1998).
Por otra parte, en los últimos años, diversos estudios muestran el efecto negativo
sobre la salud de la falta de recompensas y compensaciones en el trabajo (Moreno
et al., 2000). Es así como Siegrist et al., (1990) diseñaron y probaron un modelo
similar al de demandas-control, cuyas dimensiones esenciales son el “esfuerzo” y
la “recompensa social” (Levi, 1998). Siendo las recompensas de tres tipos:
económicas a través del salario, la estima (reconocimiento, respeto) y el control
del estatus (estabilidad y posibilidad de promoción) (Fumagalli, 2008). El modelo
asegura que el mayor riesgo para la salud lo constituye la combinación de alto
esfuerzo (extrínseco: representado por altas demandas o condiciones físicas de
trabajo deficientes; o intrínsecos: representado por las formas de afrontamiento o
altas necesidades personales de control) y bajo refuerzo (estatus laboral bajo,
inseguridad laboral y pocas posibilidades de promoción y desarrollo) (Hernández,
Salazar y Gómez, 2004).
A. EL ESTRÉS LABORAL
El estrés
Es importante atender a las formas que pueden adoptar la respuesta de estrés pues
resultan relevantes para su aplicación posterior al ámbito laboral. Dos son las
formas principales, el estrés crónico (Lazarus y Folkman, 1986, 2000) y el estrés
temporal (Holmes y Rahe, 1967). Tanto uno como otro tienen marcadas
consecuencias en la salud, resultado del agotamiento del organismo en la
respuesta para solucionar los problemas o las amenazas. También se ha
reconocido modalidades complementarias que aluden a la intensidad de la
respuesta, como es la respuesta de estrés agudo (Bryan y Harvey, 2000), debida a
la intensidad del problema y al esfuerzo que debe hacer el organismo para
responder a ella, y la respuesta de estrés postraumático en el que se mantiene o
incluso se amplía el nivel de la respuesta en el tiempo (Friedman, Keane y Resick,
2007). Todas estas formas tienen su correspondencia en el marco laboral.
No se puede exponer la naturaleza y las formas que adopta el estrés sin referirse
a la relevancia que tiene en el proceso la persona que sufre el estrés. El modelo
transaccional (Lazarus y Folkman, 1986) expone la importancia que tienen la
moderación o mediación de las variables personales, psicológicas y organísmicas
en la respuesta al estrés. La respuesta de cada persona a las fuentes de estrés es
personal, diferente en cada uno, tanto en sus modalidades como en su intensidad.
El modelo de Hobfoll (1989) sobre el mantenimiento de los recursos de la persona
insiste igualmente en los procesos mediacionales. Resultado de estos enfoques
conceptuales, el estrés es definido como un patrón de reacciones que se produce
cuando los trabajadores encuentran demandas de trabajo que no se corresponden
con sus conocimientos, destrezas o habilidades y que cuestionan su capacidad para
hacerles frente (Houtman, Jettinghoff y Cedillo, 2008).
La aplicación de este marco conceptual general del estrés al mundo laboral indica
las múltiples formas que puede adoptar el estrés laboral y la relevancia de sus
efectos o consecuencias. El mundo laboral, incluso en sus modalidades más
benignas, supone esfuerzo para obtener unas metas y el afrontamiento de todas las
dificultades que este logro supone. Las dificultades suelen ser de todo tipo, físicas,
interpersonales, grupales y organizacionales. La respuesta a ellas puede adoptar
cualquiera de las formas descritas de estrés y el deterioro múltiple de la salud, de
los procesos adaptativos y de la misma eficacia productiva del trabajador.
Las empresas no sólo pueden ser causa de situaciones de estrés, sino que también
sufren sus consecuencias. A continuación se exponen algunas de las más
importantes a partir del trabajo de Martínez-Losa y Sarrate en 2014.
- Absentismo
- Presentismo
- Rotación
- Accidentes laborales
The American Institute of Stress (2003) aporta que el estrés relacionado con
las distracciones y/o adormecimientos se contabiliza como el responsable de
entre el 60% y el 80% del total de accidentes laborales.
Este término fue utilizado inicialmente por el etólogo Konrad Lorenz (1966) al
describir como mobbing los ataques que realiza un grupo de animales que se siente
acosado o amenazado ante la presencia de un depredador potencialmente peligroso.
Para Hirigoyen (2001) los primeros síntomas que aparecen son muy parecidos al
estrés: cansancio, nerviosismo, problemas de sueño, migrañas, problemas digestivos,
lumbalgias; pero si el acoso persevera en el tiempo, entonces se puede establecer un
estado depresivo mayor. Según la encuesta realizada por Hirigoyen (2001) el 69% de
las personas que respondieron el cuestionario habían padecido un estado depresivo
mayor y un 52% presentaban trastornos psicosomáticos variados. Para dicha autora,
el acoso laboral deja huellas indelebles que pueden ir desde estrés postraumático hasta
una vivencia de vergüenza recurrente o incluso cambios duraderos de su personalidad.
La desvalorización persiste aunque la persona se aleje de su acosador. La víctima
lleva una cicatriz psicológica que la hace frágil, que la lleva a vivir con miedo y a
dudar de todo el mundo.
- Consecuencias físicas
- Consecuencias psíquicas
- Consecuencias sociales
- Consecuencias laborales
En todo caso, se podría decir que las consecuencias sobre la salud de la víctima
dependen de la duración del acoso, la intensidad de la agresión así como su
propia vulnerabilidad. El impacto del acoso es más fuerte si se trata de un
grupo contra una sola persona que si se tarta de un solo individuo, también
parece que el acoso de un superior es más grave que el acoso de un compañero.
Se han descrito síntomas clínicos que el acoso produce en la víctima entre los
cuales cabe distinguir diferentes estadios (Suárez y otros, 2009):