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SEBIMEX POR EXTENSIÒN

PROFESOR:
SAMUEL MAY SANCHEZ

MATERIA:
PNEUMATOLOGÍA

ENSAYO FINAL;
RESPECTO A UNA PROBLEMÁTICA EN LA TEOLOGÍA
Y PROPONER UNA SOLUCIÓN
¿PORQUE NO SOMOS UNA IGLESIA CON LA MANIFESTACIÓN DE LOS
DONES DEL ESPÍRITU?

ALUMNA:
HISELDA CRUZ VAZQUEZ

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¿PORQUE NO SOMOS UNA IGLESIA CON LA MANIFESTACIÓN DE LOS
DONES DEL ESPÍRITU?
Y hay diversidad de dones, pero el Señor es el mismo.
Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
Y hay diversidad de operaciones, pero Dios,
Que hace todas las cosas en todos, es el mismo / 1 Corintios 12:4-6
La problemática:
Nuestras Iglesias locales ciertamente son congregaciones que alaban a Dios, que
son temerosas de Dios y que de forma sincera y honesta forman parte de nuestra
denominación, y en la medida que pueden se suman a la obra evangelística. Sin
embargo, hay que reconocer que nuestras congregaciones están chapadas a la
antigua, como coloquialmente se dice, donde el pastor es el “todólogo” el que toca
la guitarra en la alabanza, el que predica dentro y fuera de la Iglesia, el que visita
al necesitado, el que ora por los enfermos etc. A tal punto que si el pastor no está
se suspenden las actividades.
Creo firmemente que como dice nuestra visión 6R, debemos reeducar a la Iglesia,
específicamente respecto al tema del Espíritu Santo y los dones espirituales los
cuales no dudo que haya entre nuestras congregaciones, sin embargo están
escondidos al no desarrollarlos. Así como hay muchos de nuestros hermanos que
hablan en lenguas, también debe haber repartidos entre nuestra membresía los
diversos dones del Espíritu, pero están apagados u opacados, por una
culturización religiosa que ha puesto en los hombros del pastor toda la
responsabilidad que corresponde a la Iglesia. Fruto de nuestra herencia cultural
enraizada en la religión católica, donde los feligreses llegaban a las iglesias o
capillas y de forma pasiva solo observaban los sacramentos oficiados por el
Sacerdote, así mismo los creyentes que vienen a los pies de Cristo y que forman
parte de nuestras congregaciones depositan toda la responsabilidad ministerial al
pastor, cuando en realidad la Biblia nos dice que cada creyente desde el momento
que acepta a Cristo, recibe el llamado corporativo de anunciar las virtudes de
Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable (1 Pedro 2:9-10).
La solución:
Ciertamente hay una responsabilidad en cada cristiano, al formar parte del cuerpo
de Cristo (Colosenses 1:18 / Efesios 5:30) pues en un cuerpo cada miembro
cumple una función y todos son importantes. No obstante, como dijera el apóstol
Pablo, debemos recordarle a nuestras amadas iglesias “No quiero, hermanos, que
ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Corintios 12:1) porque pareciera que
la carencia de manifestación de los dones, es consecuencia de ignorar cuales son
y para qué son dados por el Espíritu Santo a la Iglesia de Cristo.

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Primero hay que entender que la obra de la Iglesia es la obra del Espíritu Santo. Y
cuando los dones se demuestran en el amor y en el fruto del Espíritu Santo,
impactan aún más, es decir, nuestra evangelización es tanto eficaz como
relevante (1 Corintios 4:20). Así como en el Antiguo Testamento el Espíritu de
Dios capacitó con su Espíritu a los que habrían de construir el tabernáculo (Éxodo
31:3) en el Nuevo Testamento, el tabernáculo de Dios es la Iglesia, y de igual
manera, Dios ha provisto de su Espíritu Santo para la edificación de Su Iglesia
(Hechos 1:8).
Por lo tanto, nosotros como predicadores o líderes de una Iglesia, incluso como
miembros de nuestra denominación, necesitamos enseñar y capacitar a la
membresía de nuestras congregaciones, con la pertinente exposición de la
palabra, específicamente respecto a los dones del Espíritu Santo provistos a la
Iglesia, creando una estrategia que provea el conocimiento necesario a fin de
entender que todos en un sentido general hemos sido llamados al servicio de
Dios, pero hay que enfatizar, que los dones espirituales, ciertamente son dadivas y
regalos, los cuales nos capacitan pero son sobrenaturales, vienen y proceden
exclusivamente de Dios, no son dones o talentos naturales, por lo cual, implica
una búsqueda intencional de la presencia de Dios, de someternos en obediencia a
Dios, a fin de que Dios en su soberanía pueda derramarlos sobre nosotros, para
edificación y el oportuno crecimiento de la Iglesia de Cristo.
LOS DONES MINISTERIALES: El Espíritu Santo los ha provisto a la Iglesia para
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio:
Apóstol: De la palabra griega “apostolos” traducida “apóstol” que significa una
persona enviada al frente. El apóstol es uno que ha sido comisionado o enviado
con una misión específica. Su ministerio consiste en trabajos misioneros. Los
apóstoles abren campos nuevos y fundan iglesias donde no las hay; porque esa
era la misión de los antiguos apóstoles.
Profeta: De la palabra griega “profeteuo” traducida “profeta” que significa predecir
eventos, pronosticar y/o hablar bajo inspiración. En el Nuevo Testamento
profetizar significa más que una predicción, Pablo lo define en 1 Corintios 14:3
como el hablar de los hombres para edificación, exhortación y consolación. Más
que predecir el futuro, profetizar significa compartir la palabra de Dios con los que
necesitan oírla. Por lo tanto, el don profético es aquel don en el cual el Espíritu
Santo unge excesivamente al creyente para hablar al cuerpo de Cristo, no
palabras premeditadas, sino palabras que suple el Espíritu espontáneamente para
levantar, animar, incitar a la obediencia, al servicio fiel y para traer consuelo. El
profeta es una persona llamada exclusivamente por Dios y a quien Dios le entrega
en forma sobrenatural sus mensajes para que los entregue.

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Evangelista: De la palabra griega “euangelistes” traducida como “Evangelista”
que significa mensajero de las buenas nuevas. Un evangelista es un cristiano que
está dirigido y capacitado por el Espíritu santo, para darse continuamente a la
proclamación pública y o personal del evangelio, con el fin de que la gente
entregue su vida a Cristo.
Pastor: De la palabra griega “poimen” que se traduce “pastor” que significa
“pastor”, alguien que cuida la manada o los rebaños, alguien que guía, protege y
alimenta. Es la habilidad especial que Dios da para asumir la responsabilidad
personal de un grupo de creyentes para su bienestar espiritual. El pastor es la
persona responsable de; alimentar (Juan 10:9 / 1 Corintios 3:2), Dirigir (Salmos
23:3 / Juan 10:3-4), Proteger (Juan 10:11-15), Restaurar (Ezequiel 34:4).
Maestro: De la palabra griega “didaskalo” que significa “Instructor”. Es la
capacidad especial que Dios da a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo para
comunicar información, de tal manera que otros aprendan. La enseñanza implica
una ocupación regular y tiempo dedicado al estudio y a la preparación. Ser
maestro es una gran responsabilidad (Santiago 3:1).
DONES DE PALABRA: El Espíritu Santo los ha provisto para revelar la voluntad
de Dios en los momentos de adversidad:
Discernimiento de espíritus: Debiera ser uno de los dones más anhelados en
esta era de tanta controversia doctrinal y de manifestaciones supuestamente
espirituales. Este don es para juzgar las cosas con autoridad de forma santa y
prudente. Por lo tanto, el don de discernimiento de espíritu, es el atributo que
descubre a los ojos del creyente si el evento (cualquiera que fuere) es de Dios, del
hombre o de los espíritus malignos.
Don de lenguas: Es un don que se ha experimentado generalmente en las
iglesias pentecostales del siglo XX hasta la fecha. Este don ayuda al creyente a
intimar con Dios (1 Corintios 14:2). Es para edificación personal (1 Corintios 14:4)
es un don verdadero y válido (1 Corintios 12:10) es señal para los incrédulos, no
para la iglesia (1 Corintios 14:22). Por lo tanto, el don de diversidad de lenguas es
un don que eleva al creyente a una comunión directa con Dios en la cual el
creyente es edificado.
Interpretación de Lenguas: Se entiende por este don la capacidad de traducir de
ser necesario las lenguas espirituales. El Apóstol Pablo orienta que los que tienen
el don de lenguas que también busquen el don de interpretación (1 Corintios 14:3).
Palabra de Sabiduría: Es la palabra que Dios nos provee a nuestro entendimiento
y nuestro espíritu a fin de poder tomar decisiones correctas o a la hora de brindar
un consejo. Este don es un empoderador doctrinal y como ejemplo tenemos a
Esteban y lo que se dice de él en el libro de los hechos “Pero no podían resistir a
la sabiduría y al Espíritu con que hablaba” (Hechos 6:10). Este don ha sido dado

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exclusivamente para contender a los que demandan razón (Judas 1:22 / 1 Pedro
3:15) por lo tanto, el don de sabiduría es aquel atributo que eleva el raciocinio del
creyente y lo prepara para saber que decir en circunstancias donde la fe es
cuestionada.
Palabra de Ciencia: Es el conocimiento anticipado que Dios nos revela de algo
que va a suceder. Este don explica verdades bíblicas difíciles que otros no pueden
entender. Algunos lo han conocido como Don de Revelación, ya que se han dado
casos en la Iglesia donde el Espíritu Santo hace uso de este don para descubrir
aquello que debe ser entendido (Hebreos 5:11). Al Apóstol Juan le fue revelada la
preexistencia de Cristo, esto es posible gracias al Don de Ciencia. Por ejemplo, el
apóstol Pablo estaba sumergido en el campo del conocimiento espiritual, puesto
que se le reveló “el ser de Dios”, “La obra redentora de Cristo” etc. Así que el don
de Ciencia o conocimiento, es el don que ofrece raciocinio superior para entender
lo que descansa en las Escrituras Sagradas, pero de igual forma le descubre al
creyente todo tipo de misterio que en su momento debe ser explicado.
Exhortación: Es el don provisto por el Espíritu Santo a fin de animar, exhortar a la
Iglesia en un momento determinado. (Hechos 20:2)
DONES DE PODER: El Espíritu Santo los ha provisto a la Iglesia para confirmar la
Palabra de Dios:
Fe: No debe confundirse con la fe que salva, esta fe es exclusiva para activar los
dones de sanidad y milagros. El don de fe es aquella fe amplificada por el Espíritu
Santo para que se den los hechos sobrenaturales en el creyente, estos son
sanidades y milagros. Luego que vino el bautismo en el Espíritu Santo, Pedro dio
una orden con fe y el paralítico se levantó (Hechos 3:6), Pablo ora con fe por un
joven que dormido cae de las alturas y muere y este muerto resucita. Con esta fe
cualquier montaña puede ser movida (Mateo 17:20). Este don debiera ser buscado
por todos los creyentes, sin desestimar los otros, puesto que este don ayuda a que
la gloria de Dios se manifieste en nuestro andar diario.
Sanidades: En el artículo 11 de nuestra declaración de fe, nuestro credo doctrinal
afirma que creemos que la sanidad divina ha sido provista para todos en la
expiación. Sin embargo una cosa es la sanidad como resultado de la heridas o
llagas de Cristo y la otra la de los dones de sanidad (1 Corintios 12:9). Aunque en
algunas ocasiones los enfermos son sanados mediante la fe del que ora, la fe por
parte de la persona enferma es importante y a veces esencial. Por lo tanto, los
dones de sanidades son diversos atributos, para sanar cualquier dolencia que
afecte al hombre “familiar, económico, psicológico, físico, etc.”.
Milagros: En el Antiguo Testamento encontramos diversos milagros por ejemplo
en el ministerio de Moisés, de los profetas Elías y Eliseo, etc. Sin embargo estos
milagros que se ejercían en ellos, no eran el resultado de algún don del Espíritu.

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Sino más bien la obra directa de Dios a fin de mostrarle a Israel la veracidad con la
que trabajaba con sus siervos. No obstante, en el Nuevo Testamento, con la
llegada permanente del Espíritu Santo, de la misma manera que operó en Cristo
ahora opera en la Iglesia aplicando el don de operaciones de milagros. Es decir,
aquellos atributos que en función del poder divino, ejerce hechos sobrenaturales
en la humanidad, pero que no son cualidades naturales del ser humano, tampoco
de los seres espirituales, sino que es solo de Dios mismo.
DONES DE SERVICIO: El Espíritu Santo los ha provisto a la Iglesia para suplir las
necesidades de la sociedad, a través del servicio, de actos altruistas, promoviendo
benevolencias al necesitado, ser hospitalarios, repartir al que no tiene, etc.
(Romanos 12:6-8)
La conclusión:
Llegado a este punto, después de explicar a nuestras congregaciones el porqué
de la importancia de los dones del Espíritu en el caminar diario de la Iglesia, se
debe dar como resultado un cambio de mentalidad, donde todos puedan sentirse
útiles en las manos del Señor, sin menospreciar al hermano en la fe, porque tiene
o no algún don en especial, recordemos que es el Espíritu Santo que lo reparte
como él quiere (1 Corintios 12:11). Lo importante es que todos somos vasos de
honra en las manos del alfarero, y en la gran comisión todos y cada uno de los
creyentes puede y debe llevar a cabo la tarea de evangelismo. Dios por medio de
su Espíritu Santo empodera al creyente para fungir en las responsabilidades del
Reino de Cristo. Por lo tanto, los dones del Espíritu son atributos sobrenaturales
que el Espíritu Santo comparte con el creyente. Son dones para toda la Iglesia y
tienen como fin la edificación de ella. Todos estos dones se reflejarán en la
práctica del cristiano y conforme el Espíritu Santo quiera compartir.
Concluyamos pues; una congregación que está plenamente llena del Espíritu
Santo, es una iglesia con cualidades de adoración, con pasión de aprendizaje y
evangelización, una Iglesia que está en unidad y en esta unidad sale al campo y
es allá donde los dones se manifestarán puesto que los dones han sido dados
para dar testimonio de que el evangelio de Jesucristo es la verdad de Dios para
todos los hombres. Dando como resultado, una iglesia viva, vivificante, que
transmita vida, que contagie, que comparte el evangelio con poder, manifestando
así los dones del Espíritu no solo el pastor sino toda la Iglesia, constituidos como
un solo cuerpo del cual la cabeza es Cristo, nuestro único dueño, Señor y
Salvador (Efesios 4:15).

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