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Si bailar alegra el alma y moldea el carácter, no es casualidad que la danza sea utilizada

como instrumento para transformar a la sociedad.

Cualquiera pensaría que una hora no es suficiente para transformar el mundo, pero sí lo es
para hacer soñar con los pies a un grupo de niños y niñas de escasos recursos.

Fue evidente que el baile es un idioma universal y que no se limita a un significado. ‘Tiene
tu interpretación, la mía, la de la gente que lo hace. Tiene la habilidad de llevar un
significado más allá... implica pensamiento.
La danza también rompe barreras. ‘En cada programa, esperamos que los niños usen la
danza como una herramienta para lograr sus sueños'

reconoce que cuando trabaja con niños, observa un cambio casi inmediato en su autoestima.
‘Desde el primer día al segundo veo la diferencia en la confianza en sí mismos, en la
habilidad de prestar atención, de cooperar, de poder respetar otros cuerpos, de procesar
información al mirar un paso y luego tratar de hacerlo, fracasando, mirando de nuevo y
repitiendo el ciclo'.
Lucht está de acuerdo con el coreógrafo y agrega que a pesar de que la mayoría de los niños
se dedicarán a otra carrera, diferente, ‘la danza les ofrece la disciplina y la capacidad de
trabajar en equipo, cosa que necesitarían en cualquier carrera'.
Así como impacta la vida de un niño, Reggie Wilson piensa que la danza puede cambiar el
mundo. 'Creo que ya lo ha hecho. Nuestro trabajo es anotar cómo la danza ha cambiado el
mundo, cuáles de es tos sistemas, de las técnicas y cómo puede ser replicado en diferentes
lugares, en diferentes momentos'.

Practicar una manifestación artística desarrolla en el alma humana un sentimiento de


responsabilidad, y de paso, desata una fuerte pasión por aprender de la vida a través de la
creatividad.

La cultura como herramienta de sensibilización es primordial para un país, aspecto en el


que estamos bastante en desventaja. El arte puede abrirles un sinnúmero de posibilidades.
Apostamos por una nueva generación de jóvenes más sensibles, más justos, amantes del
arte y portadores del mensaje de que la cultura es primordial para construir el nuevo país.
Son comunidades que necesitan un espacio físico real en donde puedan traducir a través del
cuerpo todas sus experiencias de vida y sus ideas. Lastimosamente, en estas comunidades la
oferta cultural y de espacios en que se celebren las artes escénicas son muy pocos y en
algunos casos inexistentes. En Enlaces encuentran la oportunidad de expresarse por medio
de la danza en un espacio seguro y con profesionales formados en el desarrollo psicosocial,
y potencian sus habilidades artísticas”, indica la docente Analida Galindo.

En lo emocional y lo social, agrega Chavarría, la danza “es una herramienta valiosa para
enseñar a los niños cómo relacionarse de una manera saludable con los demás. Aprenden a
realizar este trabajo en un clima de colaboración y escucha mutua, sin rivalidad ni el
estímulo de la competitividad. El esfuerzo común del grupo que baila no está orientado a
ganar, está enfocado a construir entre todos algo que es de todos y que es valioso. No solo
para ellos, sino también para otros, que pueden disfrutar posteriormente del trabajo
realizado”.

A través de la danza, además, se fomenta la sensación de pertenencia a un grupo, “algo


importante cuando se trabaja con niños vulnerables, que muchas veces han atravesado
experiencias de abandono y desarraigo. La danza favorece la capacidad de escucha y de
intercambio, la atención y el respeto del otro, así como la comunicación y la colaboración
con vistas a un proyecto común. Estos son elementos imprescindibles para enseñar a los
niños los fundamentos de una cultura de paz”.

En la parte académica, comenta Dashna Chavarría, la danza favorece el desarrollo de las


facultades cognoscitivas, “porque se despiertan la observación, memorización, asociación,
análisis, disociación, síntesis, previsión y conceptualización”.

Por otro lado, la danza también mejora el estado físico. “Dada la tendencia innata a
moverse y responder a la música que tienen los niños, la manera espontánea en la que
bailan y se divierten haciéndolo, suelen estar más motivados a su aprendizaje que al de
otros ejercicios físicos. A través de la danza aumentan su fuerza y tono muscular, mejoran
su postura y el alineamiento de sus articulaciones, aumentan su flexibilidad, incrementan su
resistencia física y mejoran su funcionamiento cardiovascular”.

“Con este plan seguimos creando conciencia y buscando que se abran oportunidades de
transformación a través de lo que hacemos, el baile. Desde nuestro lugar esto nos crea
mucha responsabilidad, porque pretendemos que se generen espacios, ambientes para
recuperar la motivación por lo que hacemos. Esta es la carencia que observamos a lo largo
y ancho del país. En la vorágine de “ser” y de “llegar” perdemos el camino, aquel que nos
forma como artistas y como personas”.

“Por el contrario, lo que nos diferencia de ese primer mundo es nuestra pasión, eso no nos
falta y lo vemos latente en todas partes”.

“la energía de quienes están en esta actividad es tan fuerte que profundizamos nuestra
misión de mantener viva esa motivación, recuperar el amor por lo que hacemos”.

Esto implica lograr desde lo físico un cuerpo como un instrumento totalmente afinado y
disciplinado, y unirlo a la mente y a las emociones en función de lo que debemos transitar,
con todo lo que eso implica en función al movimiento y a lo artístico. Es resignificar y
transformarnos completamente en el movimiento”.

“Hay que empezar a pensarnos de forma integral dentro del movimiento y la forma en que
estoy habitando mi cuerpo y cuáles son mis posibilidades de comunicación a través del
movimiento. Es esencial que cada uno se abra a la percepción de su cuerpo y su mente,
aclare hacia dónde quiere ir con su danza y cuál es su potencial para expresarse.

“Son motores que ayudan y deben estar acompañados de una curiosidad y una escucha
constante del cuerpo y las emociones. También hay que tener esa conciencia de ser un
aprendiz en todo momento, porque el bailarín está siempre en construcción, una
construcción de aquello que puede llegar a ser. Y eso lo determina cada uno con el desafío
que se atreva a asumir y con las responsabilidades que quiera enfrentar. Si los bailarines
van por ese camino encontrarán un espacio de libertad y satisfacción inmenso”,

“La danza tiene el poder de la transformación, y no sólo la del propio bailarín, sino que éste
puede llevar hacia quienes lo observan un mensaje que sea transformador. Y allí está la
responsabilidad del artista que se está construyendo, que determina para qué está en el
escenario y cuál es la visión del mundo que comunica con la danza”.

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