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LA POSESIÓN

La posesión se encuentra definida en nuestro código en el art. 700.

Art. 700. La posesión es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño, sea que
el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga
en lugar y a nombre de él.

El poseedor es reputado dueño, mientras otra


persona no justifica serlo.

Lo normal es que la posesión se encuentre unida al dominio, es decir, que el poseedor y el dueño sean la misma persona y
como la ley presume lo normal, el art. 700, inc. 2°, establece que el poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no
justifique serlo (presunción simplemente legal).

Puede ocurrir que el poseedor, no sea en realidad dueño y en este caso existen dos posibilidades:

a) Que el poseedor esté convencido que es dueño y en ese caso está de buena fe; y,

b) Que el poseedor tenga conocimiento que efectivamente no es dueño. pero actúa como si lo fuera y en ese caso está de
mala fe.

La esencia de la posesión, es que el poseedor en todo momento debe comportarse como dueño, aunque no lo sea. Si en un
momento determinado el poseedor abandona este comportamiento, pierde la posesión y pasa a convertirse en mero
tenedor.

La ley en el art. 700 al definir la posesión, dice que es la tenencia de una cosa determinada, por lo que se está refiriendo a
las cosas corporales; sin embargo, de acuerdo al art. 715, las cosas incorporales también pueden ser objeto de posesión y
esta se llama cuasi posesión.

Art. 715. La posesión de las cosas incorporales es


susceptible de las mismas calidades y vicios que la
posesión de una cosa corporal.

Las cosas incorporales pueden ser derechos reales y derechos personales.

Respecto de los primeros, (D REALES)todos los autores están de acuerdo en que se pueden poseer y así la propia ley,
respecto del derecho real de herencia, dice que los herederos tienen la posesión legal de la herencia al momento de morir el
causante, y la posesión de los derechos reales, se manifiesta por el ejercicio o uso que se hace de ellos. En relación a los
segundos,(D PERSONALES) la doctrina discute si son o no susceptibles de posesión. Hay autores que consideran que
éstos se pueden poseer y se fundamentan en el art. 1756, donde se habla del poseedor del crédito; sin embargo, la mayoría
de la doctrina, estima que los derechos personales, no son susceptibles de posesión, por las siguientes razones:

Art. 1756. Sin autorización de la mujer,


el marido no podrá dar en arriendo o ceder la
tenencia de los predios rústicos de ella por más
de ocho años, ni de los urbanos por más de cinco,
incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido.
Es aplicable a este caso lo dispuesto en los
incisos 7.º y 8.º del artículo 1749.

a). Cuando la ley habla del poseedor del crédito, no se estaría refiriendo a la posesión en sentido técnico, sino que lo estaría
haciendo en referencia a la persona que tiene en su poder el documento donde consta el crédito.

b). Estos autores señalan que la posesión de los derechos se manifiesta por su ejercicio y goce prolongado y los derechos
personales por su ejercicio se extinguen, no admiten un goce prolongado y por lo tanto no podrían poseerse.

c). Una razón de texto, en el mensaje del Código, se dice que el usufructuario no posee la cosa fructuaria, posee solo el
usufructo de ella que es un derecho real y por consiguiente susceptible de posesión. El arrendatario, en cambio, nada
posee, solo tiene una acción personal. De esta manera, se establece claramente que los derechos reales pueden poseerse
puesto que el usufructo es un derecho real y por el contrario los derechos personales no serían susceptibles de esta
posesión ya que la ley expresamente dice que el arrendatario nada posee, este tiene un derecho personal, un crédito.

d). El art. 2498 señala que se ganan por prescripción el dominio de los otros derechos reales y no menciona a los
personales, lo que estaría indicando, que los derechos personales no pueden poseerse y por ese motivo no podrían ganarse
por prescripción.

Art. 2498. Se gana por prescripción el dominio


de los bienes corporales raíces o muebles, que están
en el comercio humano, y se han poseído con las
condiciones legales.
Se ganan de la misma manera los otros derechos
reales que no están especialmente exceptuados.

Elementos de la posesión. Dentro de la teoría clásica, seguida por nuestro código, la posesión consta de dos elementos
con fisonomía propia e independiente: el corpus y el animus.

El primero. Es el elemento material, físico u objetivo de la posesión, es un poder físico o potestad de hecho que se tiene
sobre la cosa; y, está representado por el apoderamiento de la cosa, por la tenencia de ésta.

Savigny afirma que el corpus no supone necesariamente el contacto inmediato del hombre con la cosa poseída; consiste en
la manifestación de un poder de dominación, en la posibilidad física de disponer materialmente de la cosa, en forma directa
e inmediata.

Este elemento material está consagrado en el art. 700 de la ley, en la palabra “tenencia”.
Animus domini. Es el elemento intelectual, inmaterial o subjetivo de la posesión.
Consiste en comportarse respecto de la cosa como señor y dueño; el poseedor debe tener un comportamiento inequívoco
de dueño, nunca puede reconocer el dominio ajeno.

La doctrina discute, acerca de cual de los dos elementos es mas importante. Con todo, los autores están de acuerdo en que
para iniciar la posesión se requiere del corpus y del animus, pero surge la duda de determinar, si también estos dos
elementos deben darse para ,mantener la posesión.

Savigny, considera que la posesión se pierde si no se tiene el animus, porque éste sería el elemento mas importante.

Ihering sostiene que el corpus es el elemento fundamental, y sin él, se pierde la posesión.

Nuestro código sigue la escuela subjetiva de Savigny; por lo tanto, si se pierde el animo, se pierde la posesión, aunque se
mantenga el corpus.

Semejanzas entre la posesión y la propiedad:

1° Ambas son exclusivas, solo admiten un poseedor o un propietario sobre la totalidad de la cosa.

2° Tanto la propiedad como la posesión recaen sobre cosa determinada.

3° Ambas están protegidas por acciones. La propiedad, por la acción reivindicatoria, y la posesión, por los interdictos
posesorios.

4° Tanto el poseedor como el dueño, pueden usar, gozar y disponer.

Diferencias.

1° El dominio supone una relación jurídica, es un derecho; la posesión una relación de hecho.

2° El dominio se puede adquirir por varios modos, pero necesariamente debe operar uno de ellos. La posesión se puede
iniciar por varios títulos.

3° Están protegidos por acciones diferentes.

Ventajas de la Posesión.

a). La posesión está amparada por una presunción de dominio simplemente legal, consagrada en el art. 700, inc. 2°, en
virtud de la cual, si alguien alega que el poseedor no es dueño, deberá probarlo, el peso de la prueba incumbe a quien duda
de la calidad de dueño del poseedor.

b). La posesión habilita para ganar el dominio a través de la prescripción. Si la posesión es regular, permitirá adquirir el
dominio por la prescripción ordinaria (que es de 2 años para los muebles y 5 años para los inmuebles).
Si en cambio la posesión es irregular, facultará para adquirir el dominio por la prescripción extraordinaria, que será de 10
años.

c). Si el poseedor es vencido en el juicio reivindicatorio y se encuentra de buena fe, no está obligado a restituir los frutos y
no se responderá de los deterioros, a menos, que se haya aprovechado de ellos. La buena fe termina al momento de
contestar la demanda.

d). La posesión de los bienes raíces y de los derechos reales constituidos sobre ellos está protegida por los interdictos o
acciones posesorias.

e). La ley concede a cierto poseedor regular la acción reivindicatoria, que para estos efectos se llama acción publiciana.
Naturaleza jurídica de la posesión. Entre las múltiples discusiones que suscita la posesión está la que versa sobre si ella
es un hecho o un derecho.

Planiol, Ripert y Pothier, entre otros, consideran que la posesión es un mero hecho, porque se funda en circunstancias
materiales.

Savigny sostiene que originariamente, en su principio, y considerada en sí misma la posesión es un mero hecho, porque se
funda en circunstancias materiales (corpus) sin las cuales no podría concebirse; pero agrega que es a la vez un derecho,
por las consecuencias jurídicas atribuidas al hecho y porque hay casos en los cuales los derechos del poseedor son
independientes del hecho mismo.

Ihering afirma rotundamente que la posesión es un derecho, porque es un interés jurídicamente protegido.

En nuestro país, Victorio Pescio y Luis Claro Solar, sostienen que la posesión es un estado de hecho al que la ley asigna
efectos jurídicos. Hugo Rossende, sostenía que la posesión es un hecho, por las siguientes razones:

1° Consta en las actas del código, que Bello en esta materia siguió el criterio de Pothier y para él la posesión era un hecho.

2° Si la posesión fuere un derecho, debería ser o un derecho personal o un derecho real. No es personal, porque excluye la
idea de obligación; y, tampoco es real, porque el poseedor no puede oponer su posesión ante el verdadero dueño y una de
las características de los derechos reales es que se pueden oponer contra cualquier persona.

3° Cuando la ley quiere referirse a un derecho habla de derecho o de facultad; así por ej. el art. 582 al definir el dominio,
habla de facultad; sin embargo, en el art. 700, al definir la posesión habla de tenencia, con lo que se estaría aludiendo a un
hecho físico.

Art. 582. El dominio (que se llama también propiedad)


es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y
disponer de ella arbitrariamente; no siendo contra la ley o
contra derecho ajeno.
La propiedad separada del goce de la cosa, se llama
mera o nuda propiedad.

4° si bien la posesión esta protegida por acciones posesorias, esto se ha hecho para proteger el dominio aparente que
existe en la posesión, porque lo normal será, que el poseedor sea dueño.
Clasificación de la posesión.

I.- La posesión puede ser regular o irregular.

Posesión regular la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe; aunque la buena fe no subsista después de
adquirida la posesión. Si el título es traslaticio de dominio, es también necesaria la tradición (art. 702).

Art. 702. La posesión puede ser regular o


irregular.
Se llama posesión regular la que procede de justo
título y ha sido adquirida de buena fe; aunque la buena
fe no subsista después de adquirida la posesión. Se
puede ser por consiguiente poseedor regular y poseedor
de mala fe, como viceversa el poseedor de buena fe puede
ser poseedor irregular.
Si el título es translaticio de dominio, es también
necesaria la tradición.
La posesión de una cosa a ciencia y paciencia del
que se obligó a entregarla, hará presumir la tradición;
a menos que ésta haya debido efectuarse por la
inscripción del título.

Posesión irregular es la que carece de uno o mas de estos requisitos (art. 708), o sea, es la posesión a la que le falta el
justo título, o la buena fe, o la tradición si el título traslaticio de dominio.

Art. 708. Posesión irregular es la que carece de


uno o más de los requisitos señalados en el artículo
702.

II.- Posesión Util y Posesión Inútil.

La Primera habilita UTIL para llegar al dominio, por medio de la prescripción, estando protegida por aciones posesorias.
Esta se subclasifica a su vez es Posesión Regular y Posesión Irregular.

La Segunda no habilita INUTIL para llegar al dominio por la prescripción, ni ordinaria ni extraordinaria. Esta se subclasifica
a su vez, en Posesión Violenta y Posesión Clandestina.

Posesión Util Regular, Esta Posesión habilita, como se dijo, para adquirir el dominio por la prescripción ordinaria, y esta
definida en el Art. 702 Inciso 2°. Asimismo, es menester que esta se haya iniciado sin violencia y se ejerza sin
clandestinidad, concurriendo los siguientes requisitos positivos: Justo Título y Buena Fe. Estos requisitos tienen la
característica de ser indispensables. Si se invoca un título traslaticio de dominio, debe haber operado la respectiva tradición.

Por lo tanto, en la Posesión Regular existen dos requisitos indispensables (Justo Título y Buena Fe), y uno eventual (Que al
ser invocado un título traslaticio de dominio, debe haber operado la Tradición).

El Justo Título, La Ley no define lo que debe entenderse por Justo Título, sino que se limita a enumerar los casos de títulos
injustos. En efecto, el Art. 704 enumera los únicos casos de título que se consideran injustos, esta enumeración tiene dos
características:

Art. 704. No es justo título:

1º El falsificado, esto es, no otorgado realmente


por la persona que se pretende;

2º El conferido por una persona en calidad de


mandatario o representante legal de otra sin serlo;

3º El que adolece de un vicio de nulidad, como la


enajenación que debiendo ser autorizada por un
representante legal o por decreto judicial, no lo ha
sido; y

4º El meramente putativo, como el del heredero


aparente que no es en realidad heredero; el del
legatario cuyo legado ha sido revocado por un acto
testamentario posterior, etc.
Sin embargo, al heredero putativo a quien por
decreto judicial o resolución administrativa se haya
otorgado la posesión efectiva, servirá de justo título
el decreto o resolución; como al legatario putativo el
correspondiente acto testamentario que haya sido
legalmente ejecutado.

a.- Es Taxativa, es decir, no hay mas títulos injustos que los que ahí aparecen, y

b.- Es Genérica, porque no se refieren a una situación en particular.

La palabra Título, la ley la toma de distintas maneras, a saber, como sinónimo de acto jurídico; de instrumento; y en la
posesión, como sinónimo de causa o antecedente jurídico.

Pothier, dice que el Título de la posesión, es todo acto o contrato a consecuencia del cual, una persona ha entrado en
posesión de la cosa y es la causa que justifica o en que se funda la posesión.

¿ Cuando se entiende que el título es justo ?. No existe acuerdo en la doctrina. Don Victorio Pescio, señala que son
justos títulos los que consisten en un acto o contrato traslaticio de dominio, seguido de la tradición y que sirven para crear en
el adquirente la convicción o razonable creencia que se ha adquirido la propiedad; Aunque esta creencia puede ser
equivocada.
Alessandri, por su parte sostiene que por justo título se entiende, todo hecho o acto jurídico que por su naturaleza, o por su
carácter de verdadero, es apto para atribuir en abstracto el dominio.

Otros autores, señalan que el justo título es aquel exento de vicios.

Características del Justo Título, Se desprenden de lo que regla el Art. 704, deben concurrir copulativamente, y son las
siguientes:

a.- El Justo Título debe ser auténtico.

b.- Debe ser real; y

c.- Debe ser válido.

Los Títulos Injustos, Son aquellos a los que les falta una o mas de las características anteriores; o no son auténticos; o no
son válidos, o no son reales.

La doctrina señala que los títulos injustos, se caracterizan porque adolecen de vicios o defectos que impiden la trasferencia
del dominio. Por lo tanto, el título es injusto cuando adolece de un vicio, o cuando no tiene valor respecto de la persona a
quien se confiere.

Títulos injustos que menciona el Art. 704.

N° 1 El Falsificado, es decir, no otorgado realmente por la persona que se pretende; en este caso el título no es auténtico.

La Falsificación puede tener diversos significados, y en este caso la ley se esta refiriendo, al título que no ha sido realmente
otorgado por la persona que se alega o que se pretende.

Como estas normas son restrictivas y excepcionales, se ha entendido que si se produce una venta de cosa ajena, sin que
exista falsificación, esa compraventa será válida, porque la ley expresamente le da valor a la venta de cosa ajena.

Además, el Art. 730 en su Inciso 2°. Se pone precisamente en el caso de que una persona no se atribuya el nombre de otra,
pero enajene la cosa; en este caso el tercer adquirente no adquiere el dominio, pero si la posesión de la cosa.

Art. 730. Si el que tiene la cosa en lugar y a


nombre de otro, la usurpa dándose por dueño de ella, no
se pierde por una parte la posesión ni se adquiere por
otra; a menos que el usurpador enajene a su propio
nombre la cosa. En este caso la persona a quien se
enajena adquiere la posesión de la cosa, y pone fin a la
posesión anterior.
Con todo, si el que tiene la cosa en lugar y a
nombre de un poseedor inscrito, se da por dueño de ella
y la enajena, no se pierde por una parte la posesión ni
se adquiere por otra, sin la competente inscripción.

El Art. 682 y 683 expresamente señalan que si el tradente no es dueño, la tradición vale, lo que ocurre es que el adquirente,
no adquiere el dominio, pero si puede iniciar posesión, porque habrá justo título.

Art. 682. Si el tradente no es el verdadero dueño de


la cosa que se entrega por él o a su nombre, no se
adquieren por medio de la tradición otros derechos que los
transmisibles del mismo tradente sobre la cosa entregada.
Pero si el tradente adquiere después el dominio, se
entenderá haberse éste transferido desde el momento de la
tradición.

Art. 683. La tradición da al adquirente, en los casos


y del modo que las leyes señalan, el derecho de ganar por
la prescripción el dominio de que el tradente carecía,
aunque el tradente no haya tenido ese derecho.

El Art. 704 Nro. 1, se refiere al caso de que exista una “suplantación”, en que una persona se haga pasar por otra, así por
ejemplo la jurisprudencia ha señalado que esta caso se presenta cuando, una escritura pública aparece autorizada por un
Notario distinto del que efectivamente la autorizó.

N° 2 Establece que no es justo título, el conferido por una persona, en calidad de mandatario o representante legal, de otra
sin serlo.

En este caso, el título no es auténtico al igual que el del caso anterior.

Esta situación se presenta, cuando una persona actúa en representación de otra sin estar facultada, ni por ley, ni por ella, o
bien cuando se exceden los términos de la representación, se excede en sus atribuciones. Por ejemplo, un padre de familia
que dispone de un bien raíz de su hijo, perteneciente éste a su peculio profesional.

Esta situación no se presenta cuando una persona exhibe un poder de otra, que no tiene la calidad de dueño de la cosa, si
no que al que obra en calidad de mandatario o representante legal de otra, sin serlo, o excediéndose de los límites de su
representación.

N° 3 No es justo título el que adolece de un vicio de nulidad, como la enajenación que debiendo ser autorizada por un
representante legal, o por decreto judicial, no lo ha sido. En este caso el título no es válido.

La Corte Suprema ha señalado que la expresión “como” que empresa la ley, es sinónimo de “por ejemplo”, y por lo tanto, los
dos casos que menciona este número, se señalan en forma meramente ejemplar, aplicándose esta disposición a todos los
casos en que exista un vicio de nulidad.
Los dos ejemplos que establece la ley en este numeral, son de nulidad relativa. Sin embargo, la mayoría de los autores está
de acuerdo, en estimar que también habría título injusto cuando el vicio es de nulidad absoluta, y ello porque la ley no
distingue, y además, porque si es injusto el título viciado de nulidad relativa, con mayor razón deberá serlo el que está afecto
a un vicio de nulidad absoluta.

Con todo, algunos autores ponen en duda lo anterior, porque el Art. 705 señala que el título que en
principio fue nulo, se puede validar por la ratificación, y esta solo opera en la nulidad relativa

Art. 705. La validación del título que en su


principio fue nulo, efectuada por la ratificación, o por
otro medio legal, se retrotrae a la fecha en que fue
conferido el título.

N° 4 No es justo título, el meramente putativo, como el del heredero aparente que no es en realidad heredero; el del
legatario cuyo legado ha sido revocado por un acto testamentario posterior, etc. En este caso el título no es real.

La ley en este número se refiere a los títulos putativos o aparentes, que son aquellos en cuya existencia cree la persona que
lo invoca, pero que no existen en realidad, y la ley coloca dos ejemplos de títulos putativos.

1° Ej. el heredero aparente, que no es en realidad tal; es el se encuentra en una situación especial, en este caso,
la regla general es que el pueda adquirir el dominio de la herencia por la prescripción, la extraordinaria de 10 años,
y ello por aplicación del art. 2512 N°1.

Art. 2512. Los derechos reales se adquieren por


la prescripción de la misma manera que el dominio, y
están sujetos a las mismas reglas, salvas las
excepciones siguientes:
1.a El derecho de herencia y el de censo se
adquieren por la prescripción extraordinaria de diez
años.
2.a El derecho de servidumbre se adquiere según
el artículo 882.

Lo anterior se aplica, cada vez que el heredero putativo no haya obtenido el decreto de posesión efectiva, porque
de acuerdo al art. 704 N°4, inc. 2°, si el heredero obtiene el decreto de posesión efectiva, ese decreto le va a servir
como justo título y de acuerdo al art. 1269, podrá adquirir el dominio de la herencia por la prescripción ordinaria de
5 años.

El art. 1269 si bien no dice que se refiere a la prescripción ordinaria, todos los autores están de acuerdo en que se
está refiriendo a esa especie de prescripción; por lo tanto, para determinar como el heredero putativo puede
adquirir el dominio de la herencia por prescripción; hay que distinguir:

Art. 1269. El derecho de petición de herencia


expira en diez años. Pero el heredero putativo, en el
caso del inciso final del artículo 704, podrá oponer
a esta acción la prescripción de cinco años.

primera situación, la regla general es que no obtenga el decreto de posesión efectiva, que el Juez no se lo
conceda y por lo tanto, de acuerdo a lo que señala el art. 704 N°4, su título será injusto. De cualquier manera,
según lo que establece el art. 2512 N°1, podrá adquirir el dominio por la prescripción extraordinaria de 10 años.

Segunda situación. Si el heredero putativo obtiene el decreto de posesión efectiva, de acuerdo al art. 704, inc. 2°,
ese decreto le sirve de justo título y según lo que regla el art. 1269, podrá adquirir el dominio de la herencia por la
prescripción ordinaria de 5 años.
2° Ej. El legatario putativo, la ley establece en el art. 704 N° 4, inc. 2°, que a este legatario le va a servir de justo
título, el acto testamentario que haya sido reconocido judicialmente. Este reconocimiento, puede ser voluntario o
forzoso, porque la ley no distingue.

La ley no lo dice expresamente, pero todos los autores, están de acuerdo en que se refiere al legatario de especie
o cuerpo cierto, porque el legatario de género adquiere el dominio del legado por tradición, cuando los herederos le
hagan entrega de una especie de un género determinado. Hasta antes que esto ocurra, solo tendrá un crédito
contra la sucesión.

En cambio, el legatario de especie o cuerpo cierto, adquiere el dominio por sucesión por causa de muerte, en el
momento mismo de morir el causante.

Clasificación de los Títulos. De acuerdo a lo que señala el art. 703, estos pueden ser:

Art. 703. El justo título es constitutivo o translaticio de dominio.

Son constitutivos de dominio la ocupación, la


accesión y la prescripción.

Son translaticios de dominio los que por su


naturaleza sirven para transferirlo, como la venta, la
permuta, la donación entre vivos.

Pertenecen a esta clase las sentencias de


adjudicación en juicios divisorios, y los actos legales
de partición.

Las sentencias judiciales sobre derechos litigiosos


no forman nuevo título para legitimar la posesión.

Las transacciones en cuanto se limitan a reconocer


o declarar derechos preexistentes, no forman nuevo
título; pero en cuanto transfieren la propiedad de un
objeto no disputado, constituyen un título nuevo.
a) constitutivos u originarios;

b) Traslaticios de dominio o derivativos.

c) La doctrina agrega una tercera clase de títulos, que son los declarativos.

a) Constitutivos de dominio. Son los que dan origen al dominio, esto es, sirven para constituirlo originariamente.

Tienen este carácter la ocupación, la accesión y la prescripción (art. 703, inc. 2°)

Producen, al mismo tiempo, la adquisición del dominio y la posesión; pero puede que en determinados casos no den el
dominio por falta de algún requisito; en esta situación, si bien no operan como modo de adquirir, dan la posesión
desempeñando su función de justos títulos de ésta.
Pero de los títulos constitutivos de dominio, sólo la ocupación y la accesión sirven para adquirir la posesión. Ha sido un
error del legislador el haber incluido la prescripción entre los justos títulos de posesión, pues la prescripción supone la
posesión “es resultado de ella cuando ha durado el tiempo señalado por la ley; y por la prescripción basada en la
posesión se adquiere el dominio: la posesión es necesariamente anterior a la prescripción y no puede ser a la vez
causa y efecto de ella”. Para adquirir una cosa por prescripción es previo adquirir la posesión de la misma por otro
título, sea constitutivo o traslaticio.

b) Traslaticios de dominio o derivativos. Son los que por su naturaleza sirven para transferir el dominio como la
compraventa, permuta, la dación en pago, donación entre vivos. El art. 703 también menciona a las sentencias de
adjudicación en los juicios divisorios y a los actos legales de partición.

La partición, es un conjunto de operaciones complejas que tiene por objeto separar, dividir y repartir la (s) cosa (s)
común (es), entre los copartícipes a prorrata de sus respectivas cuotas.

Estos títulos por sí solos no transfieren el dominio, pero sirven para transferirlo cuando se unen a un modo de adquirir,
que normalmente es la tradición.

También se llaman títulos derivativos, porque hay una relación de causalidad con el anterior.

c) Los títulos declarativos. Son los que se limitan a reconocer o declarar el dominio o la posesión preexistentes. Nada
crean, ni transfieren; sólo confirman, reconocen o verifican una situación ya existente. Ej. las sentencias judiciales sobre
derechos litigiosos, las transacciones constituyen título declarativo, cuando recae sobre la cosa disputada, si recae
sobre una cosa no disputada, constituye título traslaticio de dominio

Las sentencias de adjudicación en juicios divisorios y en actos de partición.

La adjudicación, es el acto por el cual el derecho que cada comunero tenía en la cosa común, se singulariza en forma
exclusiva, transformando el dominio colectivo en un dominio individual.

La adjudicación supone que un comunero adquiera la totalidad de la cosa común; sin embargo, en la práctica, también
se habla de adjudicación cuando es un tercero el que adquiere esta cosa.

La adjudicación para nuestro código, es título declarativo, porque la ley le da a la partición un efecto retroactivo,
entendiéndose que una vez que un comunero se adjudica el bien común siempre fue dueño y nunca existió comunidad.
(art. 718).

Art. 718. Cada uno de los partícipes de una cosa


que se poseía proindiviso, se entenderá haber poseído
exclusivamente la parte que por la división le cupiere,
durante todo el tiempo que duró la indivisión.
Podrá pues añadir este tiempo al de su posesión
exclusiva, y las enajenaciones que haya hecho por sí
solo de la cosa común y los derechos reales con que la
haya gravado, subsistirán sobre dicha parte si hubiere
sido comprendida en la enajenación o gravamen. Pero si
lo enajenado o gravado se extendiere a más, no
subsistirá la enajenación o gravamen contra la voluntad
de los respectivos adjudicatarios.

Los autores han intentado explicar porque en el art. 703 se dice que las sentencias de adjudicación y los actos de
partición son títulos traslaticios, cuando existe acuerdo, de que para A. Bello, eran títulos declarativos. Y afirman que lo
que se quiso decir, es que eran títulos derivativos en el sentido que reconocían un dominio anterior, y además se dice
que el legislador al referirse al caso de que un tercero adquiera el bien común, en ese caso no hay adjudicación, hay
una compraventa, y por lo tanto el título es traslaticio de dominio.

Sin embargo, Bello habría incurrido en una impropiedad y con la palabra adjudicación se estaría refiriendo a los casos
en que un tercero adquiere un bien común.

En conclusión, la adjudicación propiamente tal que se presenta cuando un comunero adquiere el bien común, es un
título declarativo; la mal llamada adjudicación que se presenta cuando un tercero adquiere el bien común, es titulo
traslaticio de dominio, porque no es mas que una compraventa.

La Buena Fe (2° requisito de la posesión regular).


Se dice que es el requisito ético de la posesión regular, a diferencia del justo título, que sería el requisito técnico.

Su presencia resulta indispensable, al igual que el justo título, para iniciar la posesión regular.
En materia de posesoria, la buena fe se encuentra definida en el art. 706 (memoria).”es la conciencia de haberse adquirido
el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio”

Art. 706. La buena fe es la conciencia de haberse


adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos,
exentos de fraude y de todo otro vicio.
Así en los títulos translaticios de dominio la
buena fe supone la persuasión de haberse recibido la
cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de no
haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato.
Un justo error en materia de hecho no se opone a la
buena fe.
Pero el error en materia de derecho constituye una
presunción de mala fe, que no admite prueba en
contrario.

En este sentido, la buena fe es un comportamiento espiritual subjetivo, no es una mera impresión, es una convicción, una
certeza de haber adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos.

La creencia que importa la buena fe debe ser firme, el que duda de la legitimidad de la adquisición está de mala fe.

El inciso 2° del art. 706, pone un ej. en que se entiende que hay buena fe, y señala, que en los títulos traslaticios de dominio
la buena fe supone la persuasión de haber recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de no haber habido
fraude ni otro vicio en el acto o contrato.

Finalmente, conviene tener presente lo que a este respecto señala el inciso final del mentado art. 706 “un justo error en
materia de hecho no se opone a la buena fe.

Pero el error en materia de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario”. Concordar
con art. 8 y 1452.

Art. 8º. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley


después que ésta haya entrado en vigencia.

Art. 1452. El error sobre un punto de derecho no


vicia el consentimiento.

Momento en que debe existir la Buena Fe. El problema consiste en determinar si la buena fe basta con que esté presente
al inicio de la posesión o si debe mantenerse durante toda ella.

En el Derecho Romano, bastaba la buena fe inicial; el Derecho Canónico y el Código Civil Alemán exigen que la buena fe
esté presente durante toda la posesión, hasta que se cumpla el plazo de prescripción. El Código Civil Francés, siguió el
criterio del Derecho Romano.
Nuestro Código, de acuerdo al art. 702, inc. 2°, admitió el criterio romano-francés, por lo que vasta la buena fe inicial para
que exista posesión regular.

Art. 702. inc. 2


Se llama posesión regular la que procede de justo
título y ha sido adquirida de buena fe; aunque la buena
fe no subsista después de adquirida la posesión. Se
puede ser por consiguiente poseedor regular y poseedor
de mala fe, como viceversa el poseedor de buena fe puede
ser poseedor irregular.

Colin et Capitant, sostienen que el Código dio esta solución, porque ha pensado que el que entra en posesión regular,
ignorando el vicio que afecta al acto en virtud del cual tiene la cosa, no es merecedor de grandes reproches si al conocer
después la falta de derecho de su causante, conserva la cosa poseída.

En conclusión, hay que analizar el comportamiento de la persona al inicio de la posesión; es perfectamente posible, que
exista posesión regular y mala fe (me entero después de haber entrado en posesión, que la cosa era robada).

La buena o mala fe es un elemento personal y para determinarlo, el Juez debe evaluar el comportamiento del poseedor
mismo, ya que la buena o mala fe no se traspasa a otros poseedores.

El error en la buena fe. Esto se encuentra regulado en el art. 706, inc. 3° y final. Y para determinar si el error afecta o no a
la buena fe, hay que distinguir: El error de hecho. Este error no se opone a la buena fe, lo dice expresamente la ley (706,
inc. 3°). Y se entiende por justo error de hecho el que tiene un fundamento lógico; de tal suerte que, si alguien alega padecer
de un error de hecho, no por esta circunstancia se va a presumir la mala fe, por el contrario, se le seguirá aplicando la
presunción general de buena fe. En definitiva, van a ser los Tribunales los que determinen cuando hay un error de hecho.

Esta norma está en armonía con lo que sostiene el art. 707, en que declara que la buena fe se presume.

Art. 707. La buena fe se presume, excepto en los


casos en que la ley establece la presunción contraria.
En todos los otros la mala fe deberá probarse.

La doctrina y la jurisprudencia, han estimado, que si bien, estas normas están ubicadas en la posesión, son de aplicación
general, extendiéndose a todo el ámbito del derecho; y ello porque:

1°. Existen muchas normas, que pese a encontrarse en una determinada materia, son de aplicación general. Y el contenido
de estas dos normas (art. 706, inc. 3° y 707) son un ejemplo claro, su alcance trasciende a la posesión.

2°. Uno de los principios inspiradores de nuestro CC. es la buena fe, y por lo tanto, resulta indispensable para materializar
este principio, que la buena fe se presuma, por lo que la norma del art. 707 tiene que ser de aplicación general. Y además,
si por la circunstancia de alegar un error de hecho se presumiera la mala fe, se afectaría el principio que dice que la buena
fe es la regla general.

3°. Hay casos en que la ley expresamente presume la mala fe, lo que a contrario sensu, equivale sostener que la regla
general es la presunción de buena fe..
Nuestra jurisprudencia, en numerosos fallos ha señalado que la presunción de buena fe es general y no sólo aplicable a la
posesión.

El error de derecho. El art. 706, inc. final, da la regla en esta materia, estableciendo que el error en materia de derecho,
constituye una presunción de mala fe que no admite prueba en contrario.

Esta norma no es mas que una consecuencia del principio de la presunción del conocimiento de la ley, consagrada en el art.
8; en virtud de la cual, la ley se presume conocida de todos desde que entra en vigencia.
Por lo tanto, en la posesión, si se alega un error de derecho se presumirá la mala fe, sin que sea posible destruir esta
presunción (es una presunción de derecho)

Los autores discuten si esta regla del art. 706, inc. final es o no de aplicación general. La mayoría de los autores concluyen
que no, porque la ley sería muy estricta si hiciera operar esta presunción de manera general.

El legislador no quiere que se alegue un error de derecho para que las personas se excusen de cumplir con sus
obligaciones y por lo tanto en esos casos, no se puede alegar el error de derecho; y si se hace, se presumirá la mala fe, sin
que pueda probar lo contrario, pero si se alega un error de derecho con otro finalidad distinta, la ley no presume la mala fe y
acepta esta alegación. Ej. matrimonio putativo.

En conclusión, las normas del art. 706, inc. 3° y 707, son de aplicación general. La norma del art. 706, inc. final, sólo se
aplica a la posesión y en aquellos casos en que se pretenda excusar el incumplimiento de una obligación.

La tradición como requisito de la posesión regular. Para que la posesión regular tenga existencia legal y pueda
invocarse como base de la prescripción adquisitiva ordinaria, es necesario que proceda de justo título y haya sido adquirida
de buena fe. Tales condiciones bastan cuando se invoca un título constitutivo de dominio (ocupación o accesión); pero
cuando la posesión arranca de un título traslaticio de dominio (como la compraventa o permuta) es preciso no sólo que la
posesión proceda de justo título y haya sido adquirida de buena fe, sino también es menester se haya realizado la tradición
(art. 702, inc. 2° y 3°).

Art. 702. inc. 2 y 3


Se llama posesión regular la que procede de justo
título y ha sido adquirida de buena fe; aunque la buena
fe no subsista después de adquirida la posesión. Se
puede ser por consiguiente poseedor regular y poseedor
de mala fe, como viceversa el poseedor de buena fe puede
ser poseedor irregular.
Si el título es translaticio de dominio, es también
necesaria la tradición.

La diferencia según el título invocado, se explica. Tratándose de título constitutivo de dominio, no se requiere la tradición
porque él importa un modo de adquirir que por sí mismo da la posesión; pero los títulos traslaticios de dominio sólo dan un
derecho personal para exigir la tradición, y es ésta la que coloca la cosa en poder del adquirente.

Ventajas de la posesión regular.

1°. Si el poseedor regular es vencido en el juicio reivindicatorio y se encuentra de buena fe, no estará obligado a restituir los
frutos y sólo responderá de los deterioros cuando haya obtenido un provecho de ellos.
La buena fe se entiende que dura hasta cuando se contesta la demanda.

2°. Cierto poseedor regular tiene una acción reivindicatoria que se denomina “publiciana”.

3°. Conduce al dominio a través de la prescripción ordinaria, que será de 2 años para los muebles y 5 para los inmuebles.

4°. Cuando recae sobre bienes raíces o derechos reales constituidos sobre ellos, está protegido por acciones posesorias.

5°. Al poseedor regular se le presume dueño, de acuerdo al art. 700.

Art. 700. La posesión es la tenencia de una cosa


determinada con ánimo de señor o dueño, sea que el dueño
o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por
otra persona que la tenga en lugar y a nombre de él.
El poseedor es reputado dueño, mientras otra
persona no justifica serlo.

Posesión Útil Irregular.

Es aquella a la que le falta algún requisito de la posesión regular.

En otras palabras, es la que no procede de justo título o ha sido adquirida de mala fe o sin que se haya hecho la tradición si
es que se invoca un título traslaticio de dominio. (art. 708)

Art. 708. Posesión irregular es la que carece de


uno o más de los requisitos señalados en el artículo
702.

Ventajas de esta posesión irregular.

1°. Al poseedor irregular también se le presume dueño de acuerdo al art. 700, porque la ley no distingue.

2°. Esta posesión conduce al dominio a través de la prescripción extraordinaria, que es de diez años para cualquier tipo de
bienes.

3º Cuando recae sobre bienes raíces o derechos reales constituidos sobre ellos, también está protegida por acciones
posesorias.

Posesiones Inútiles.

Son aquellas que no habilitan para adquirir el dominio por la prescripción, ni ordinaria, ni extraordinaria.

De acuerdo a lo que señala el art. 709, estas posesiones inútiles, que la ley llama viciosas son: La violenta y la clandestina.

Art. 709. Son posesiones viciosas la violenta y la


clandestina.

Posesión Violenta. Esta regulada entre los arts. 710 a 712 y es aquella que se adquiere por la fuerza y ésta puede ser
actual o inminente, es decir puede consistir en vías de hecho o amenazas.
Art. 710. Posesión violenta es la que se adquiere por la fuerza.
La fuerza puede ser actual o inminente.

Art. 711. El que en ausencia del dueño se apodera de la cosa,


y volviendo el dueño le repele, es también poseedor violento.

Art. 712. Existe el vicio de violencia, sea que se haya empleado contra el verdadero dueño de la cosa, o contra el
que la poseía sin serlo, o contra el que la tenía en lugar o a nombre de otro.
Lo mismo es que la violencia se ejecute por una
persona o por sus agentes, y que se ejecute con su
consentimiento o que después de ejecutada se ratifique
expresa o tácitamente.

Esta posesión violenta puede revestir dos formas:

a) Regulada en el art. 710 y se presenta cuando la posesión se inicia con violencia.

b) Regulada en el art. 711 y se presenta cuando una persona en ausencia del dueño se apodera de la cosa y volviendo el
dueño le repele.

La posesión no se inicia con violencia, sino que en forma pacifica, pero cuando vuelve el dueño, se le repele.

La jurisprudencia ha entendido que se repele al dueño, no solo cuando se le expulsa con violencia, sino también, cuando
simplemente se le rechaza y se le niega la devolución de la cosa.

La fuerza de acuerdo con las reglas generales, tiene que ser grave, injusta, determinante y actual o inminente.

La Corte Suprema ha señalado que la fuerza inminente, comprende las amenazas, por lo tanto, si una persona se apodera
de la cosa en forma pacifica, pero se formulan amenazas, igualmente la posesión será violenta.

La posesión violenta no habilita para llegar al dominio por la prescripción, porque le falta un requisito indispensable, que es
el carácter pacífico de la posesión.

Los autores discuten si la violencia marca o no definitivamente a la posesión, es decir, si después que cesa la violencia esa
posesión podría o no convertirse en útil. La mayoría considera que la violencia marca definitivamente la posesión, porque el
legislador repudia la fuerza; Y, estos autores se apoyan en los siguientes razonamientos:

1.- Cuando la ley regula la posesión clandestina, emplea una palabra “ejerce”, significativa que cesando la clandestinidad, la
posesión se convertiría en útil y esa palabra en la posesión violenta no se emplea.

2.- Existe numerosa legislación demostrativa que nuestro legislador rechaza la fuerza dándole un tratamiento mucho mas
riguroso y estricto. Por ej. la ley le concede al mero tenedor una acción, si es despojado violentamente de su mera tenencia;
el plazo de prescripción de la acción de nulidad relativa se cuenta desde que la fuerza cesa; en cambio, el plazo de
prescripción de los otros vicios de la voluntad, se cuenta desde que se celebra el acto o contrato; en el art. 2510 el legislador
da una serie de reglas para que opere la prescripción extraordinaria, estas son sumamente benignas, pero se exige que no
exista fuerza.

Art. 2510. El dominio de cosas comerciales que no


ha sido adquirido por la prescripción ordinaria, puede
serlo por la extraordinaria, bajo las reglas que van a
expresarse:
1.a Para la prescripción extraordinaria no es
necesario título alguno.
2.a Se presume en ella de derecho la buena fe, sin
embargo de la falta de un título adquisitivo de dominio.
3.a Pero la existencia de un título de mera
tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la
prescripción, a menos de concurrir estas dos
circunstancias:
1.a Que el que se pretende dueño no pueda probar
que en los últimos diez años se haya reconocido expresa
o tácitamente su dominio por el que alega la
prescripción;
2.a Que el que alega la prescripción pruebe haber
poseído sin violencia, clandestinidad ni interrupción
por el mismo espacio de tiempo.

Hay autores minoritarios, que consideran que la fuerza es temporal y por lo tanto, cesando ésta la posesión pasaría a ser
útil.

Posesión Clandestina. La clandestinidad de la posesión es un vicio que se opone a la cualidad de pública. Y es


clandestina la posesión que se ejerce ocultándola a los que tienen derecho para oponerse a ella (art. 713). Por tanto, no es
necesario que el ocultamiento de la posesión se haga respecto de todo el mundo.

Art. 713. Posesión clandestina es la que se ejerce


ocultándola a los que tienen derecho para oponerse a
ella.

Tienen derecho a oponerse a ella, el dueño, otro poseedor anterior o incluso un mero tenedor, como por ej. un depositario,
un arrendatario, etc.

Un caso ilustrativo en esta materia es el de las servidumbres. De acuerdo con la ley, estas pueden adquirirse por
prescripción, salvo: Las servidumbres discontinuas, que son las que se ejercen a intervalos mas o menos prolongados de
tiempo y suponen un hecho actual del hombre, como por ej. un servicio de tránsito.

Estas no pueden adquirirse por prescripción, porque les falta la continuidad. Y, las servidumbres continuas inaparentes.
Pese a ejercerse continuamente, sin necesidad de un hecho del hombre, no pueden conocerse por una señal exterior, como
por ej., un servicio de acueducto subterráneo. Estas no pueden adquirirse por prescripción, porque les falta la publicidad,
son clandestinas.

En relación a esta posesión, mayoritariamente se piensa, que cesando la clandestinidad, la posesión se convertirá en útil y
estos autores se fundamentan en una palabra que emplea el art. 713 que es “ejerce”, de manera que si la posesión deja de
ejercerse clandestinamente, se convertirá en una posesión útil.

La posesión es un hecho personal.


No se transmite, ni se transfiere, principia con el poseedor. Sin embargo y pese a lo anterior, la ley en el art. 717 consagra
una regla especial que se llama “la agregación de la posesión”. También algunos libros las llaman “adjunción, accesión o
unión de posesiones”.

Esta agregación, consiste en la facultad que tiene todo poseedor, de agregar a su posesión la de sus antecesores, para de
esta manera, llegar mas rápido al dominio a través de la prescripción, a través de la agregación, el poseedor se aprovecha
de la posesión de sus antecesores.

Art. 717. Sea que se suceda a título universal o


singular, la posesión del sucesor, principia en él; a
menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya;
pero en tal caso se la apropia con sus calidades y
vicios.
Podrá agregarse en los mismos términos a la
posesión propia la de una serie no interrumpida de
antecesores.

Esta es una facultad del poseedor, no está obligado a hacerlo, ya que en oportunidades puede que no le convenga hacerlo.

Esta agregación tiene dos limitaciones, a saber:

a). El poseedor se aproveche de la posesión de sus antecesores, con las mismas calidades y vicios que estos las poseían.

La Corte Suprema ha señalado, que basta con que uno de los antecesores sea poseedor irregular, para que toda la
posesión se convierta en irregular.

b).- La agregación debe hacerse respecto de una serie no interrumpida de antecesores.

Esta institución Bello la estableció por razones de orden practico, para facilitar la llegada al dominio a través de la
prescripción y de esta manera poner fin a las incertidumbres preexistentes.

Los autores señalan que la agregación de posesiones confirman que la posesión es un hecho, por lo tanto, intransferible o
intransmisible, porque de lo contrario, el poseedor no podría optar por agregarse o no la posesión, estaría obligado a
hacerlo.

Cosas susceptibles de posesión.

La posesión puede recaer sobre cosas corporales en las cuales se pueda actuar con ánimo de señor o dueño, es decir,
cosas susceptibles de apropiación o de propiedad privada, a ella se refiere el art. 700 cuando emplea la palabra “tenencia”;
Y, también, de acuerdo al art. 715, la posesión puede recaer sobre cosas incorporales. Para que una cosa corporal, sea
susceptible de posesión, debe cumplir con los siguientes requisitos:

Art. 715. La posesión de las cosas incorporales es


susceptible de las mismas calidades y vicios que la
posesión de una cosa corporal.

a) De acuerdo al art. 700, la cosa debe ser determinada.

b). Debe ser comerciable, esto es, las que pueden formar parte del patrimonio.
En relación a la cuasi posesión, o posesión sobre cosas incorporales, de acuerdo al art. 715, se admite la posesión de las
cosas incorporales. Y a pesar de que la ley no distingue, los autores lo hacen, entre los derechos reales y personales.

Respecto de los primeros, no existe ninguna duda que se pueden poseer, el problema se plantes con los derechos
personales, en donde la doctrina se encuentra dividida.

La mayoría de los autores considera que los derechos personales, no son susceptibles de posesión porque les falta un
requisito indispensable, que es la continuidad de la posesión, ya que el derecho personal por su ejercicio se extingue, de
manera que no es susceptible de un uso prolongado.

Otra posición, minoritaria, entre los que destacan Fernando Fueyo y Hugo Rossende, sostienen que los derechos
personales, son susceptibles de posesión y se fundamentan en dos arts. que hablan de la posesión del derecho (art. 1576
en relación al pago, y el 2456, inc. 3° en la transacción)

Art. 1576. Para que el pago sea válido, debe


hacerse o al acreedor mismo (bajo cuyo nombre se
entienden todos los que le hayan sucedido en el crédito,
aun a título singular), o a la persona que la ley o el
juez autoricen a recibir por él, o a la persona diputada
por el acreedor para el cobro.
El pago hecho de buena fe a la persona que estaba
entonces en posesión del crédito, es válido, aunque
después aparezca que el crédito no le pertenecía.

Art. 2456. La transacción se presume haberse


aceptado por consideración a la persona con quien
se transige.
Si se cree pues transigir con una persona y se
transige con otra, podrá rescindirse la transacción.
De la misma manera, si se transige con el
poseedor aparente de un derecho, no puede alegarse
esta transacción contra la persona a quien
verdaderamente compete el derecho.

La Mera Tenencia

Una persona se puede encontrar en tres situaciones respecto a una cosa, como propietario, que es el estado mas
perfecto; como poseedor, aparenta ser dueño, es un estado intermedio; y, como mero tenedor, que es quien reconoce el
dominio ajeno.

De acuerdo al art. 714, la mera tenencia es la que se ejerce sobre una cosa, no como dueño, sino en lugar y a nombre del
dueño.

Art. 714. Se llama mera tenencia la que se ejerce


sobre una cosa, no como dueño, sino en lugar o a nombre
del dueño. El acreedor prendario, el secuestre, el
usufructuario, el usuario, el que tiene el derecho de
habitación, son meros tenedores de la cosa empeñada,
secuestrada, o cuyo usufructo, uso o habitación les
pertenece.
Lo dicho se aplica generalmente a todo el que tiene
una cosa reconociendo dominio ajeno.

El mero tenedor solo tiene el corpus y no el ánimo, no actúa como señor y dueño de la cosa.

La posesión y la mera tenencia son términos excluyentes, porque el poseedor acta a nombre propio, en cambio el mero
tenedor, reconoce el dominio ajeno.

El mero tenedor jamás por su propia voluntad podría mejorar su título y por lo tanto, nunca podría adquirir el dominio por la
prescripción, porque para prescribir es necesario poseer y el mero tenedor no posee.

El mero tenedor puede encontrarse en dos situaciones distintas, a saber:

a). Puede ser que tenga la mera tenencia de la cosa en virtud de un derecho real. En este caso, el mero tenedor tendrá la
mera tenencia de la cosa, pero será poseedor y dueño de su derecho real, por ej. el usufructuario, el usuario, el habitador o
el acreedor prendario.

b). El mero tenedor puede tener la mera tenencia de la cosa en virtud de un derecho personal. En este caso, el mero
tenedor tiene la mera tenencia de la cosa y es dueño de su derecho personal, por ej. el arrendatario, el comodatario, el
depositario. En estos casos, hay un contrato que une al mero tenedor con el dueño de la cosa.

Características de la mera tenencia.

1°. Es absoluta, se es mero tenedor tanto respecto del dueño de la cosa, como respecto de terceros; y, por esto, si un mero
tenedor es privado de su mera tenencia, sin violencia o es perturbado en ella, no podrá intentar ninguna acción posesoria y
estará obligado a recurrir donde el dueño de la cosa para que éste entable la acción correspondiente.

2°. Es perpetua, se es mero tenedor en forma indefinida. Si éste fallece, sus herederos serán también meros tenedores,
como regla general.

3°. Es Inmutable o indeleble, es decir, el mero tenedor no puede transformarse en poseedor por el sólo transcurso del
tiempo, lo señala el art. 716 y consagra como aparente excepción la del art. 2510, regla 3ª; ésta norma está ubicada en la
prescripción extraordinaria (se analizará en su oportunidad).

Art. 716. El simple lapso de tiempo no muda la mera


tenencia en posesión; salvo el caso del artículo 2510,
regla 3ª.

Art. 2510. El dominio de cosas comerciales que no


ha sido adquirido por la prescripción ordinaria, puede
serlo por la extraordinaria, bajo las reglas que van a
expresarse:
1.a Para la prescripción extraordinaria no es
necesario título alguno.
2.a Se presume en ella de derecho la buena fe, sin
embargo de la falta de un título adquisitivo de dominio.
3.a Pero la existencia de un título de mera
tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la
prescripción, a menos de concurrir estas dos
circunstancias:
1.a Que el que se pretende dueño no pueda probar
que en los últimos diez años se haya reconocido expresa
o tácitamente su dominio por el que alega la
prescripción;
2.a Que el que alega la prescripción pruebe haber
poseído sin violencia, clandestinidad ni interrupción
por el mismo espacio de tiempo.

4°. Obliga siempre a restituir.

Adquisición, Conservación y Perdida de la posesión

Capacidad del adquirente para iniciar la posesión. En esta materia existe una regla especial, en donde la capacidad para
iniciar la posesión de los bienes muebles, es más amplia, porque de acuerdo a la ley, cualquier persona que tenga el
suficiente juicio y discernimiento para darse cuenta del acto que ejecuta, puede iniciar posesión, aun cuando sea un
incapaz;

sin embargo, estas personas tienen una limitación, porque si bien pueden libremente iniciar posesión, si no tienen la libre
administración de sus bienes para ejercer los derechos de poseedores, deberán actuar autorizados o representados.
De acuerdo al art. 723, inc. 2°, las únicas personas que no pueden iniciar posesión de los bienes muebles son los dementes
y los infantes (menores de 7 años).

Art. 723. Los que no pueden administrar libremente


lo suyo, no necesitan de autorización alguna para
adquirir la posesión de una cosa mueble, con tal que
concurran en ello la voluntad y la aprensión material o
legal; pero no pueden ejercer los derechos de
poseedores, sino con la autorización que competa.
Los dementes y los infantes son incapaces de
adquirir por su voluntad la posesión, sea para sí
mismos o para otros.

Momento en que opera la adquisición de la posesión. Esto está regulado en el art. 721, en donde la regla general es que
la posesión se inicié cuando concurre el corpus y el animus; sin embargo, esta regla puede verse afectada cuando se
adquiere la posesión a través de un intermediario, y aquí hay que distinguir:

Art. 721. Si una persona toma la posesión de una


cosa en lugar o a nombre de otra de quien es mandatario
o representante legal, la posesión del mandante o
representado principia en el mismo acto, aun sin su
conocimiento.
Si el que toma la posesión a nombre de otra
persona, no es su mandatario ni representante, no
poseerá ésta sino en virtud de su conocimiento y
aceptación; pero se retrotraerá su posesión al
momento en que fue tomada a su nombre.

a) Si se adquiere la posesión a través de un representante legal o de un mandatario, en ese caso se aplicará la regla
general, por la cual, la posesión se adquiere en el momento mismo en que concurre el corpus y el animus, aunque el
mandante o representado lo ignore; esto es aplicación del art. 1448.

Art. 1448. Lo que una persona ejecuta a nombre de


otra, estando facultada por ella o por la ley para
representarla, produce respecto del representado iguales
efectos que si hubiese contratado él mismo.

b). Cuando se adquiere la posesión a través de un agente oficioso, en este caso se altera la regla general, porque no se va
a adquirir la posesión, sino en virtud del conocimiento y aceptación del interesado. Sin embargo, una vez que se da esta
aceptación, se produce un efecto retroactivo, en virtud del cual, se va a entender que la posesión fue tomada en el momento
en que concurrió el corpus y el animus en el agente oficioso.

Regla especial relativa a la herencia. La herencia se encuentra en una situación excepcional, porque de acuerdo a la ley,
para iniciar su posesión legal no se requiere ni de corpus ni de animus; su posesión se adquiere al momento mismo de morir
el causante, aunque el heredero lo ignore y esta posesión que se confiere por el sólo ministerio de la ley se denomina
“legal”, para distinguirla de la posesión efectiva, que se confiere por decreto judicial.

Adquisición, conservación y perdida de la posesión de los bienes muebles.

Adquisición de la posesión de los bienes muebles. Se adquiere en el momento en que concurren la voluntad de poseer
y la aprehensión material (corpus y animus).

Claro Solar dice, la tenencia corporal de una cosa mueble se efectúa, ordinariamente, poniendo la mano sobre ella;
teniéndola real y materialmente o bien sometiendo la cosa al poder de hecho de la persona.

Conservación. Para conservar la posesión de estos bienes, basta con el animus, aunque momentáneamente no se tenga el
corpus.

Los arts. en que se funda esta afirmación son; el 725, en virtud del cual, el poseedor conserva la cosa, aunque transfiera la
tenencia de ella; el 727, en virtud del cual, no se entiende perdida la posesión, aunque se ignore accidentalmente su
paradero.

Art. 725. El poseedor conserva la posesión, aunque


transfiera la tenencia de la cosa, dándola en arriendo,
comodato, prenda, depósito, usufructo o a cualquiera
otro título no translaticio de dominio.

Art. 727. La posesión de la cosa mueble no se


entiende perdida mientras se halla bajo el poder del
poseedor, aunque éste ignore accidentalmente su
paradero.

La voluntad de conservar la posesión, no significa que deba manifestarse en forma continua o permanente; la ley supone
que se conserva con animus, mientras no aparezca una voluntad contraria, sea del propio poseedor o de un tercero.

Pérdida. La pérdida de la posesión puede ocurrir por:

a). Perdida del corpus;


b). Perdida del animus; y,
c). Perdida de ambos.

Perdida de la posesión cuando se pierden corpus y animus. Esta situación se presenta cuando el poseedor enajena la
cosa, o cuando la abandona con intención de renunciar a ella.

Perdida de la posesión cuando se pierde el corpus. En estos casos por la pérdida del corpus, se pierde la posesión,
aunque subsista el animus, y tiene lugar:

* Cuando otra persona se apodera de la cosa con animo de hacerla suya. (art. 726).
Art. 726. Se deja de poseer una cosa desde que otro
se apodera de ella con ánimo de hacerla suya; menos en
los casos que las leyes expresamente exceptúan.

*.Cuando sin pasar la posesión a otras manos, resulta imposible el ejercicio de actos posesorios. Ej. la heredad inundada.
(art. 653 y 2502 N°1)

Art. 653. Si una heredad ha sido inundada, el terreno restituido por


las aguas dentro de los cinco años subsiguientes,
volverá a sus antiguos dueños.

Art. 2502. La interrupción es natural:


1.º Cuando sin haber pasado la posesión a otras
manos, se ha hecho imposible el ejercicio de actos
posesorios, como cuando una heredad ha sido
permanentemente inundada;

* Cuando el animal domestico, pierde la costumbre de volver al amparo y dependencia de quien lo poseía. (arts. 608, inc. 2°
y 619)

Art. 608. inc. 2º.


Estos últimos, mientras conservan la costumbre de
volver al amparo o dependencia del hombre, siguen la regla
de los animales domésticos, y perdiendo esta costumbre
vuelven a la clase de los animales bravíos.

Art. 619. Los animales bravíos pertenecen al dueño


de las jaulas, pajareras, conejeras, colmenas, estanques
o corrales en que estuvieren encerrados; pero luego que
recobran su libertad natural, puede cualquier persona
apoderarse de ellos y hacerlos suyos, con tal que
actualmente no vaya el dueño en seguimiento de ellos,
teniéndolos a la vista, y que por lo demás no se
contravenga al artículo 609.

* En el caso de los marinos que arrojan mercaderías al mar para aliviar la nave. Sin embargo, aquí hay una regla especial,
porque si bien se pierde la posesión, no se pierde el dominio, por lo tanto, sus dueños pueden reivindicar las cosas si son
salvadas por otro.

Perdida de la posesión cuando se pierde el animus. Esta situación se presenta cuando el poseedor, pese a conservar la
cosa en su poder, deja de actuar como señor y dueño reconociendo dominio ajeno. En estos casos el poseedor se convierte
en mero tenedor. (tradición. El constituto posesorio)

Adquisición, conservación y perdida de la posesión de los bienes raíces.


En esta materia hay que distinguir, ya que el código da un tratamiento jurídico distinto a los bienes raíces, según si están
inscritos o no.

A. Bello, quería que todos los inmuebles se inscribieran, para fomentar su inscripción dio reglas destinadas a proteger a los
bienes raíces inscritos, dándoles un tratamiento preferente y desprotegiendo a los inmuebles no inscritos.

Situación de los bienes inmuebles no inscritos. ¿cómo se adquiere o se inicia la posesión de un bien raíz no
inscrito? (arts. 726 y 729).

Se concluye de estos arts. que para iniciar la posesión de estos bienes, se aplican las mismas reglas que para iniciar
posesión de los bienes muebles. Por lo tanto, se necesita corpus y animus.

Art. 726. Se deja de poseer una cosa desde que otro


se apodera de ella con ánimo de hacerla suya; menos en
los casos que las leyes expresamente exceptúan.

El art. 726, establece que se deja de poseer una cosa, desde que otro se apodera de ella con ánimo de hacerla suya.

Como este art. no distingue entre bienes muebles e inmuebles, se ha concluido que se aplica a los bienes muebles y a los
inmuebles no inscritos, porque los inscritos, estarían comprendidos dentro de las excepciones que este mismo art. alude. En
conclusión, si una persona se apodera de un inmueble no inscrito, inicia posesión de él.

Art. 729. Si alguien, pretendiéndose dueño, se


apodera violenta o clandestinamente de un inmueble cuyo
título no está inscrito, el que tenía la posesión la
pierde.

El art. 729, establece que si alguien se apodera violenta o clandestinamente de un inmueble no inscrito, el que tenía la
posesión la pierde.

En esta norma, A. Bello tuvo que renunciar a un principio que era el “rechazo a la fuerza”, porque pensó que la mejor
manera de fomentar la inscripción de los inmuebles, era desproteger legalmente a los no inscritos.

Art. 730. Si el que tiene la cosa en lugar y a


nombre de otro, la usurpa dándose por dueño de ella, no
se pierde por una parte la posesión ni se adquiere por
otra; a menos que el usurpador enajene a su propio
nombre la cosa. En este caso la persona a quien se
enajena adquiere la posesión de la cosa, y pone fin a la
posesión anterior.

Con todo, si el que tiene la cosa en lugar y a


nombre de un poseedor inscrito, se da por dueño de ella
y la enajena, no se pierde por una parte la posesión ni
se adquiere por otra, sin la competente inscripción.

El art. 730, establece que si un mero tenedor usurpa la cosa y se da por dueño de ella, no inicia posesión de la misma; sin
embargo, si este mero tenedor enajena la cosa a un tercero, este inicia posesión.

El inciso segundo de la disposición antes aludida, contiene una contra excepción, porque si se trata de un bien inmueble
inscrito, para que el tercero pueda iniciar posesión, debe efectuar la competente inscripción.

Conservación de la posesión de los inmuebles no inscritos. La posesión de estos bienes se conserva mientras se
mantenga el corpus y el animus, incluso con el solo animus es posible conservar la posesión, en otras palabras, estos
bienes se someten a las mismas reglas que los muebles.

Perdida de la posesión de los bienes raíces no inscritos. De acuerdo a lo ya analizado y normado por los arts. 726 y
730, estos bienes se pierden por; perdida del corpus; perdida del animus o perdida de ambos.

Situación especial que se presenta cuando un tercero inscribe un título relativo a un inmueble no inscrito, sin
conocimiento del poseedor. El problema de este caso, es determinar si por esa sola inscripción, el poseedor no inscrito,
pierde o no su posesión, pese a no haber intervenido en el acto.

Algunos autores piensan, que la inscripción conservatoria es una ficción legal, que representa abstractamente los dos
elementos de la posesión (corpus y animus); por lo tanto, en este caso el poseedor no inscrito perderá su posesión y la
adquirirá el tercero que inscribió el título, porque para estos autores, la inscripción hace adquirir la posesión; asimismo, de
esta manera, se sancionaría la negligencia del poseedor no inscrito, que no se preocupó de inscribir su titulo.

Otros autores, sostienen que la inscripción sólo es una garantía de la posesión, es decir, un requisito legal para solemnizar
la tenencia con ánimo de señor y dueño y si esta tenencia no existe, si no hay posesión material, la inscripción por sí sola no
significaría nada, sería una inscripción de papel y por lo tanto, el poseedor no inscrito no perdería su posesión mientras
conserva el corpus y el animus. Nuestros Tribunales, adhieren a esta posición.

Situación de los bienes raíces inscritos.

Teoría De La Posesión Inscrita.

Esta teoría está formada por una serie de disposiciones que diseminadas a través del código, son perfectamente armónicas.
Y estas son: Art. 686; 696; 702, inc. final; 724; 728; 730; 2505 y 924.

Iniciación o adquisición de los bienes raíces inscritos. En esta materia hay que distinguir según el título que se invoque.
Si se invoca un título constitutivo, no es necesaria la inscripción, porque estos títulos en sí mismos constituyen modos de
adquirir.

La ocupación no tiene cabida en esta materia, porque sólo opera respecto de bienes muebles.

La accesión tampoco precisa de inscripción, porque la inscripción de lo principal, comprende los aumentos que éste recibe
por accesión.

Respecto a la prescripción, aunque muchos autores consideran que no es título constitutivo, aun cuando lo fuera, la
prescripción no necesitaría de inscripción.

Si se invoca un Título Traslaticio de dominio. La pregunta es ¿si compro una casa, necesito o no inscripción para iniciar la
posesión de ella?

Nadie discute que para adquirir la posesión regular de un inmueble inscrito, cuando se invoca un título traslaticio de dominio,
es necesaria la inscripción conservatoria de dicho título.

La exigencia es indudable: la ley dice expresamente que para la existencia de la posesión regular es necesaria la tradición
cuando se hace valer un título traslaticio de dominio (art. 702, inc. 3°), y la tradición del dominio de los bienes raíces se
efectúa pos la inscripción del título en el registro del Conservador (art. 686, inc. 1°)

Art. 724. Si la cosa es de aquellas cuya tradición


deba hacerse por inscripción en el Registro del
Conservador, nadie podrá adquirir la posesión de ella
sino por este medio.

Además la doctrina da las siguientes razones para concluir lo anterior.

El art. 724. establece que si la cosa es de aquellas cuya tradición deba hacerse por la inscripción, como es el caso de los
bienes raíces, nadie puede iniciar posesión, sino por este medio.

Art. 728. Para que cese la posesión inscrita, es


necesario que la inscripción se cancele, sea por
voluntad de las partes, o por una nueva inscripción en
que el poseedor inscrito transfiere su derecho a otro, o
por decreto judicial.
Mientras subsista la inscripción, el que se apodera
de la cosa a que se refiere el título inscrito, no
adquiere posesión de ella ni pone fin a la posesión
existente.

El art. 728. Establece que si el inmueble está inscrito, para que cese la posesión inscrita , se necesita de una nueva
inscripción.

Art. 729. Si alguien, pretendiéndose dueño, se


apodera violenta o clandestinamente de un inmueble cuyo
título no está inscrito, el que tenía la posesión la
pierde.
El art. 729. Permite iniciar posesión sin inscripción, aceptando incluso la fuerza y la clandestinidad, pero este art. sólo se
aplica a los inmuebles no inscritos; por lo tanto, los inscritos se excluyen de esta norma.

Con todo, la controversia surge respecto a la posesión irregular. Se ha discutido si para iniciar posesión irregular de un
inmueble inscrito, cuando se invoca un título traslaticio de dominio, se necesita o no inscripción.

Autores como don José Clemente Fabres, sostienen que la inscripción en estos casos no se necesita, y ello porque el art.
708 señala que la posesión irregular es aquella que le falta uno o mas requisitos de la regular, y por lo tanto, si se invoca un
título traslaticio de dominio, podría faltar la tradición.

La mayoría de la doctrina, encabezada por don Luis Claro Solar, y la Jurisprudencia, consideran que la inscripción es
necesaria tanto para iniciar posesión regular o irregular, cuando se trata de un inmueble inscrito; las razones que se dan se
fundan en los siguientes razones:

a) El art. 724, no distingue entre posesión regular o irregular, por lo tanto, lógico es concluir que se refiere a ambas.

b) El 728, inc. 2°, señala que mientras subsista la inscripción, el que se apodera de la cosa, no inicia posesión, ni hace
perder la anterior y tampoco distingue entre posesión regular e irregular.

Art. 2505. Contra un título inscrito no tendrá


lugar la prescripción adquisitiva de bienes raíces,
o de derechos reales constituidos en éstos, sino en
virtud de otro título inscrito; ni empezará a correr
sino desde la inscripción del segundo.

c) El 2505, dice que contra título inscrito no opera la prescripción de los bienes raíces o de los derechos reales constituidos
en ellos, sino en virtud de otro título inscrito. Y si la posesión irregular no necesitara inscripción, se conculcaría esta norma,
porque esta posesión conduce al dominio a través de la prescripción extraordinaria; y, por lo tanto, se podría prescribir sin
inscripción contra un título inscrito.

d) En el mensaje del código, se dice que la inscripción es la que da la posesión real y efectiva y mientras ella no se ha
cancelado, el que no ha inscrito su titulo no posee: es un mero tenedor. Aquí tampoco se distingue entre posesión regular e
irregular y por lo tanto, en ambas se requiere inscripción.
e) La doctrina señala, que nuestro código persigue que los inmuebles se inscriban; y por lo tanto, no tendría sentido que el
legislador permitiera que después que un inmueble se ha incorporado al sistema de inscripción, pueda salirse de él,
mediante la adquisición de la posesión sin inscripción.

Puede concluirse que la posesión, tanto regular como irregular, de un inmueble inscrito no se puede adquirir, cuando se
invoca un título traslaticio de dominio, sino mediante la inscripción de éste.

La conservación de los inmuebles inscritos.

De acuerdo al art. 728, la posesión de estos bienes se conserva mientras no se cancele la inscripción. Ni aun el despojo
violento o clandestino afectan esta posesión, porque el art. 729 expresamente excluye a los inmuebles inscritos.

Los autores en esta materia, también discuten, si lo anterior es aplicable a toda posesión o sólo a la regular. Algunos
sostienen que si una persona se apodera materialmente de un inmueble inscrito, podría iniciar posesión irregular; sin
embargo, la mayoría de la doctrina considera que como el art. 728 no distingue, para conservar la posesión regular o
irregular de un inmueble inscrito, es necesario que no se cancele la inscripción, que ésta subsista, porque de lo contrario, se
afectaría el art. 2505 ya que podría haber prescripción contra un título inscrito, sin inscripción, lo que resulta inadmisible por
las razones ya expuestas.

Perdida de la posesión de los bienes raíces inscritos.

De acuerdo al art. 728, la posesión de estos bienes se pierde por la cancelación de la inscripción, y ésta se puede verificar
de tres maneras diferentes:
a) por una cancelación voluntaria de las partes.

b) Por una nueva inscripción. Esta debe hacer referencia a la anterior. Y,

c).Por decreto judicial. Esta forma de cancelación se produce, cuando se ha seguido un juicio, y en él, una de las partes
obtiene el reconocimiento de la posesión o la orden que se le devuelve su posesión, como por ej. un juicio reivindicatorio;
una demanda de nulidad, etc.

Las cancelaciones voluntarias y por decreto judicial, se hacen por medio de sub inscripciones que se anotan al margen de la
inscripción respectiva.

En cambio, las cancelaciones en que un poseedor inscrito transfiere su derecho a otro, junto con la inscripción a favor del
adquirente, queda cancelada la inscripción anterior.

La Corte Suprema ha señalado que la cancelación de la inscripción, es la única manera de hacer que cese la posesión
inscrita, porque la inscripción representa el corpus y el animus; y si se cancela, se entiende que estos elementos se pierden.

Problemas que plantea la teoría de la posesión inscrita.

1.- Ha surgido la duda en determinar, si la inscripción de un título injusto, cancela o no la inscripción anterior.

La Corte Suprema, en un principio señaló que, como el título traslaticio era injusto, no se producía el efecto de cancelar la
inscripción, por lo tanto, no se ponía fin a la posesión existente; pero con posterioridad, ha cambiado su criterio, y ha
señalado que la inscripción de un título injusto sirve para cancelar la inscripción anterior y hace cesar la posesión inscrita. A
favor de ésta argumentación, se dan las siguientes razones:

* Si se puede prescribir sin título alguno, de acuerdo al art. 2510 N°1, con mayor razón se podrá prescribir con un título
injusto.

Art. 2510. El dominio de cosas comerciales que no


ha sido adquirido por la prescripción ordinaria, puede
serlo por la extraordinaria, bajo las reglas que van a
expresarse:
1.a Para la prescripción extraordinaria no es
necesario título alguno.

Los arts. 728 y 2505, que se refieren a la cancelación de la inscripción, no distinguen entre títulos justos e injustos.

 El art. 730 se refiere a un caso de cancelación de la inscripción, mediante la inscripción de un título injusto, que es
el que se deriva del usurpador.

Art. 730. Si el que tiene la cosa en lugar y a


nombre de otro, la usurpa dándose por dueño de ella, no
se pierde por una parte la posesión ni se adquiere por
otra; a menos que el usurpador enajene a su propio
nombre la cosa. En este caso la persona a quien se
enajena adquiere la posesión de la cosa, y pone fin a la
posesión anterior.
Con todo, si el que tiene la cosa en lugar y a
nombre de un poseedor inscrito, se da por dueño de ella
y la enajena, no se pierde por una parte la posesión ni
se adquiere por otra, sin la competente inscripción.

2.- Cual es la función que cumple la inscripción en el CBR. De acuerdo al art. 724 para iniciar posesión de los bienes raíces
y de los derechos reales mencionados en el 686, es necesario la inscripción.

Art. 724. Si la cosa es de aquellas cuya tradición


deba hacerse por inscripción en el Registro del
Conservador, nadie podrá adquirir la posesión de ella
sino por este medio.

Don Carlos Aguirre Vargas, sostiene que la idea de, sin inscripción conservatoria no hay posesión del bien raíz, se basa en
tres arts. el 724 que es la llave de la posesión inscrita, el 728 y el 2505.

Y luego agrega, la inscripción es el signo de la posesión, equivale a la herencia de los bienes muebles y si se carece de esta
inscripción, no habrá posesión; el que no tiene inscrito el título del inmueble, jamás podrá adquirirlo por prescripción, ni
ordinaria, ni extraordinaria. La inscripción, es elemento indispensable de la posesión de los bienes raíces y ésta es elemento
indispensable de la prescripción.

Don Luis Claro Solar y Don Humberto Trucco, estos autores hacen una distinción; entre los inmuebles inscritos y los no
inscritos. Y afirman, el poseedor de un inmueble inscrito, goza de una situación preferencial; recibe un premio por haberse
incorporado al régimen de la propiedad inscrita, tiene una garantía consagrada en el art. 728, inc. 2° que es ratificada por el
726.

Trucco por su parte agrega, que en el proyecto de código civil, existían dos formas de hacer la tradición de los bienes raíces,
a saber: de una manera real, aplicando el art. 670; y, de una manera simbólica, aplicando el 686. Pero después se suprimió
la referencia a la tradición real y se dejó como única forma de iniciar la posesión de los bienes raíces, la inscripción
conservatoria.

Trucco concluye, que el que no ha inscrito, no puede prescribir, ni ordinaria, ni extraordinariamente; no puede iniciar
posesión, ni regular, ni irregular; por lo tanto comparte el criterio de Aguirre Vargas, en el sentido que la inscripción, es un
requisito de la posesión de los bienes raíces.

Don Leopoldo Urrutia y Oscar Dávila, refutan la posición anterior y dicen que la inscripción, es una garantía y no una
ficción.

Para estos autores, la inscripción no es sinónimo de posesión, representa una garantía de la posesión, siempre que existan
el corpus y el animus. De modo que para ellos, sin corpus y sin animus, no puede haber posesión, aunque haya inscripción.

Dávila agrega, las inscripciones que no representan una realidad posesoria, son simples inscripciones de papel y no pueden
conferir posesión que no existe.

Urrutia por su parte sostiene, si la tenencia y el ánimo no existen, pese a que hay inscripción, no habrá posesión. La
inscripción es una garantía de la posesión, en la medida que se den los elementos del art. 700.

3.- Otro problema que surge en esta materia, se refiere a la situación que plantea el art. 730, inc. 2°, en el sentido que si un
mero tenedor usurpa la cosa y la enajena estando el bien inscrito, el adquirente no inicia posesión sin la competente
inscripción.

Se discute que debe entenderse por competente inscripción.

Humberto Trucco y Alessandri, señalan que la competente inscripción, es la que emana realmente del poseedor inscrito,
es la que deriva del anterior, está ligada a ella.

Luis Claro Solar, por su parte señala, que la competente inscripción, es aquella que se practica con las exigencias del
reglamento del CBR. Y por lo tanto, no es necesario que la inscripción derive del antecesor, porque si así fuere, el 730, inc.
2°, estaría repitiendo lo dicho por el 728, que señala como una de las formas de cancelar la inscripción, es por medio de una
nueva inscripción, en que el poseedor inscrito transfiera su derecho a otro.

Por lo tanto, para este autor, como la ley razonablemente, no puede decir lo mismo en dos art., la competente inscripción
sería las que cumple con las formalidades del CBR, sin importar si está o no ligada con la inscripción del anterior.

La Corte Suprema, en algunas oportunidades, ha fallado en el sentido que las inscripciones no deben estar ligadas entre sí,
pero en otras, se ha inclinado por la tesis contraria.

La posición mayoritaria en la doctrina, (Claro Solar; Urrutia; Dávila, entre otros), considera que para que exista una
competente inscripción, no deben estar ligadas entre sí y esto por las siguientes razones:
a) El art. 730, se coloca en la hipótesis, en que un mero tenedor usurpa la cosa y la enajena. Y de acuerdo al inc. 2°, si la
cosa es un inmueble inscrito, el adquirente para iniciar posesión, debe efectuar la competente inscripción. Esta norma se
refiere a una situación distinta de la que regula el art. 728, y es éste el que consagra, como una de las formas de cancelar la
inscripción, que el poseedor inscrito transfiera su derecho a otro. Por lo tanto el 728, se estaría refiriendo al caso de que las
inscripciones estén ligadas; y como no sería lógico, que el 730, repitiera esta misma idea, se ha concluido que este art., se
refiere a la inscripción que cumple con las formalidades del reglamento del CBR., sin importar si deriva o no del anterior
poseedor. Esta es la tesis mayoritaria.
b) El art. 2505, establece que contra título inscrito no opera la prescripción, sino es en virtud de otro título inscrito. Esta
disposición, no exige que este nuevo título derive del anterior poseedor; por lo tanto, sería posible que esta nueva
inscripción, esté desligada del anterior poseedor.

Presunciones que establece la ley para facilitar la prueba de la posesión.


Están consagradas en el art. 719, y son tres:

Art. 719. Si se ha empezado a poseer a nombre


propio, se presume que esta posesión ha continuado hasta
el momento en que se alega.
Si se ha empezado a poseer a nombre ajeno, se
presume igualmente la continuación del mismo orden de
cosas.
Si alguien prueba haber poseído anteriormente, y
posee actualmente, se presume la posesión en el tiempo
intermedio.

1.- La del inc. 1°, en virtud de la cual, basta con que el que invoca ser poseedor, para que se presuma la continuidad de su
posesión.

2.- El inc. 2°, si se empezó a poseer como mero tenedor, y después se alega ser poseedor, habrá que probar la existencia
de algún título que permita haber iniciado la posesión.

3.- El inc. final, establece que si se prueba que se fue poseedor antes, y se prueba que se es poseedor actualmente, la ley
va a presumir la posesión en el periodo intermedio.

Estas presunciones son simplemente legales, por lo tanto, admiten prueba en contrario.

LA PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA.

La prescripción, de acuerdo al art. 2492 (memoria), “es un modo de adquirir las cosas ajenas, o de extinguir las acciones y
derechos ajenos, por haberse poseído las cosas o no haberse ejercido dichas acciones y derechos durante cierto lapso de
tiempo, y concurriendo los demás requisitos legales”.

Art. 2492. La prescripción es un modo de


adquirir las cosas ajenas, o de extinguir las
acciones y derechos ajenos, por haberse poseído
las cosas o no haberse ejercido dichas acciones y
derechos durante cierto lapso de tiempo, y
concurriendo los demás requisitos legales.
Una acción o derecho se dice prescribir
cuando se extingue por la prescripción.

De la definición se deduce, , en consecuencia, que la prescripción puede ser adquisitiva o usucapión, y extintiva, liberatoria
o prescripción de acciones. Esta ubicación ha sido criticada por algunos, que estiman habría sido mas lógico tratar cada una
de las prescripciones en un lugar aparte: la adquisitiva, dentro de los modos de adquirir, en el Libro II; y la extintiva, dentro
de los modos de extinguir las obligaciones, en el Libro IV.

Sin embargo, la ubicación actual de esta materia en el código, tiene sus justificaciones; a saber:

a). Hay ciertas reglas que se aplican a ambas prescripciones, como las del párrafo 1° del Título XLII, del Libro IV.

b). En ambas prescripciones hay un elemento común, que es el transcurso del tiempo.

c). Existe una razón histórica, porque el CC. Francés también trató ambas prescripciones en un mismo título.

d). Hay, asimismo, una razón lógica, porque se dice que ambas prescripciones tienen por finalidad, estandarizar los
derechos, dar certeza jurídica, seguridad, poner fin a las incertidumbres que puedan existir y es natural que el legislador
culminara su obra con esta institución, que viene a garantizar todos los derechos que consagra el código.

Unidad de la Prescripción. Los autores discuten si la prescripción es una sola institución o dos diferentes (adquisitiva y
extintiva).

Pothier sostenía que ambas prescripciones eran completamente diferentes, lo único común que tenían era el nombre.

Sin embargo, la mayoría de la doctrina considera que la prescripción es una sola, toda vez que la prescripción extintiva, es a
la vez adquisitiva y viceversa. Es la misma prescripción la que hace nacer un derecho por una parte y lo hace perder por la
otra. (dos caras de una misma moneda).

Fundamento de la Prescripción. Desde siempre los autores han criticado esta institución, señalando que es injusta y
altamente inmoral, manifestándose éstas características con mayor claridad en el caso de la prescripción extintiva.

Con todo, se sostiene que la prescripción produce una gran utilidad, pese a las críticas que se le formulan, porque pone fin a
las incertidumbres que pudieran existir, da seguridad jurídica.

El legislador, con el objeto de aminorar las criticas que se formulan a la institución, señalan tres reglas comunes a toda
prescripción.

a). El art. 2493, sostiene que la prescripción debe ser alegada, el Juez no puede declararla de oficio, ésta opera de pleno
derecho por el solo transcurso del tiempo y el Juez solo se limita a constatarla. Sin embargo, pese a esto, aquel que desee
aprovecharse de ella, debe alegarla; de esta manera, la ley entrega a la conciencia del prescribiente determinar si opone o
no la prescripción.
Art. 2493. El que quiera aprovecharse de la prescripción debe alegarla;
el juez no puede declararla de oficio.

Esta primera regla tiene excepciones, porque hay casos en que el Juez está obligado a declararla de oficio, estos casos
son: * En materia penal, el art. 102 del C.P. establece que el Juez debe declarar de oficio prescrita la acción penal y la pena.

 El C.P.C. señala que el Juez debe declarar de oficio prescrito el mérito ejecutivo de la acción. Y
 Las prescripciones que corren a favor y en contra del Fisco, también deben declararse de oficio.

b). De acuerdo a lo que regula el art. 2494, no se puede renunciar en forma anticipada a la prescripción.

Art. 2494. La prescripción puede ser renunciada expresa o tácitamente;


pero sólo después de cumplida.
Renúnciase tácitamente, cuando el que puede
alegarla manifiesta por un hecho suyo que reconoce el
derecho del dueño o del acreedor; por ejemplo, cuando
cumplidas las condiciones legales de la prescripción,
el poseedor de la cosa la toma en arriendo, o el que
debe dinero paga intereses o pide plazo.

Todas las normas que reglan la prescripción son de orden público y por esto, antes de cumplirse la prescripción no se puede
renunciar a ella. Si se pudiera, esta se transformaría en una cláusula habitual en los contratos y todos los acreedores le
exigirían a sus deudores la renuncia anticipada de la prescripción, por lo que esta institución desaparecería.

Sin embargo, una vez cumplida, como la prescripción opera de pleno derecho, se incorpora al patrimonio del prescribiente y
puede ser renunciada en forma expresa o tácita.

Renuncia expresa. Es aquella hecha en términos formales y explícitos.

Renuncia tácita. Se presenta cuando el que puede alegarla, manifiesta por un hecho suyo, que reconoce el derecho del
dueño o del acreedor; La ley da dos ej. al respecto, a saber. Cuando el poseedor toma la cosa en arriendo. Y, cuando el que
debe dinero pide un plazo o paga intereses. (art. 2494).

La renuncia a la prescripción es un acto dispositivo, porque por ella el prescribiente se desprende de un derecho, y por esto,
de acuerdo al art. 2495, sólo puede renunciar a la prescripción el que tiene facultad para enajenar, es decir, hay que tener
capacidad de ejercicio; por lo tanto, para que se dé esta renuncia, la persona debe tener el poder de enajenar el bien.

Art. 2495. No puede renunciar la prescripción


sino el que puede enajenar.

Respecto de los incapaces, ellos deben actuar a través de sus representantes legales, pero hay que distinguir, porque si se
está renunciando a la prescripción de un inmueble, el representante legal debe actuar con autorización judicial; en cambio,
respecto de los muebles, el representante legal puede actuar con libertad, porque la ley no le impone ninguna limitación.

Asimismo, la renuncia a la prescripción, es un acto personal, que solo favorece o perjudica al que lo alega, por esto la ley
señala que la renuncia hecha por el deudor le es inoponible al fiador y por lo tanto, él puede alegar la prescripción ante el
acreedor (art. 2496).

Art. 2496. El fiador podrá oponer al acreedor la


prescripción renunciada por el principal deudor.

La Corte Suprema ha señalado que la norma del art. 2496, también se aplica a los deudores prendarios e hipotecarios,
porque la prenda y la hipoteca son contratos accesorios igual que la fianza.

c). La prescripción, corre contra toda persona que tenga la libre administración de sus bienes. (art. 2497).

Art. 2497. Las reglas relativas a la prescripción


se aplican igualmente a favor y en contra del Estado,
de las iglesias, de las municipalidades, de los
establecimientos y corporaciones nacionales, y de
los individuos particulares que tienen la libre
administración de lo suyo.

La Prescripción Adquisitiva

Como se dijo, su definición se puede desprender de la lectura del art. 2492

Pothier, la definió, diciendo que es la adquisición de la propiedad, por medio de la posesión pacifica y no interrumpida que
se ha tenido de ella, durante el tiempo que la ley exige.

Características como modo de adquirir.

a). Es originario, porque si bien la cosa tenía un dueño anterior, el prescribiente no la adquiere por traspaso del dueño; la
adquisición se produce con independencia del dueño anterior.

b). Es a título gratuito, porque el adquirente no realiza ningún desembolso económico.

c). Es por acto entre vivos, porque opera en vida de las personas que intervienen, no precisa la muerte de ellas.

d). Es a título singular por regla general, pero excepcionalmente, a través de este modo de adquirir, se puede obtener una
universalidad, cual sería el derecho real de herencia.

Requisitos de la prescripción.

1.- Que la cosa sea susceptible de ganarse por prescripción;

2.- Existencia de posesión, y


3.- Transcurso de un plazo.

1.- Cosas susceptibles de prescripción . La regla general es que las cosas sean susceptibles de prescripción; sólo por
excepción hay cosas imprescriptibles.
Cosas que no pueden adquirirse por prescripción.

a). Los derechos personales. Así se desprende del art. 2498, que dice que se gana por prescripción el dominio de
las cosas corporales raíces o muebles y los otros derechos reales; pero no menciona la prescripción de los derechos
personales.

Art. 2498. Se gana por prescripción el dominio


de los bienes corporales raíces o muebles, que están
en el comercio humano, y se han poseído con las
condiciones legales.
Se ganan de la misma manera los otros derechos
reales que no están especialmente exceptuados.

b). Los derechos de la personalidad. O sea el conjunto de derechos inherentes al individuo y que tienen por el
solo hecho de existir. Estos derechos están fuera del comercio humano y por eso no pueden ganarse por
prescripción.

c). Los derechos reales expresamente exceptuados por el legislador. El único derecho real imprescriptible es el
derecho de servidumbre discontinua de cualquier clase y continua inaparente. (art. 882 y 917).

Art. 882. Las servidumbres discontinuas de todas


clases y las servidumbres continuas inaparentes sólo
pueden adquirirse por medio de un título; ni aun el
goce inmemorial bastará para constituirlas.
Las servidumbres continuas y aparentes pueden
adquirirse por título, o por prescripción de cinco
años.

Art. 917. Sobre las cosas que no pueden ganarse por


prescripción, como las servidumbres inaparentes o
discontinuas, no puede haber acción posesoria.

d). Las cosas que están fuera del comercio humano, es decir, las cosas comunes a todos los hombres, como la
alta mar, el aire, etc.

e). Las cosas indeterminadas. El fundamento de la prescripción es la posesión, y ésta necesariamente debe recaer
sobre una cosa determinada.

f). Las cosas propias. La prescripción es un modo de adquirir las cosas ajenas.
Prescripción de la cuota de un comunero. Nos remitimos a lo visto.

2. Existencia de posesión. El prescribiente debe ser un poseedor, debe actuar con ánimo de señor y dueño, por esto los
simples meros tenedores, no pueden prescribir, como tampoco los que se aprovechan de la omisión de los actos de mera
facultad del dueño o de los actos de mera tolerancia de él. (art. 2499).

Los actos de mera facultad, son aquellos que cada cual puede ejecutar en lo suyo, sin necesidad del consentimiento del
otro. Si el dueño no ejecuta un acto de esta naturaleza, esto no habilita para prescribir en su contra. Actos de mera
tolerancia. La ley no los define, pero se dice que son aquellos que permite el dueño por simple benevolencia o
condescendencia y tampoco habilitan para prescribir.

Art. 2499. La omisión de actos de mera facultad,


y la mera tolerancia de actos de que no resulta gravamen,
no confieren posesión, ni dan fundamento a prescripción
alguna.
Así el que durante muchos años dejó de edificar en
un terreno suyo, no por eso confiere a su vecino el
derecho de impedirle que edifique.
Del mismo modo, el que tolera que el ganado de su
vecino transite por sus tierras eriales o paste en
ellas, no por eso se impone la servidumbre de este
tránsito o pasto.
Se llaman actos de mera facultad los que cada
cual puede ejecutar en lo suyo, sin necesidad del
consentimiento de otro.

3..Transcurso de un plazo. Para que opere la prescripción, debe haber transcurrido cierto tiempo en el cual el prescribiente
haya tenido una posesión continua, es decir, no interrumpida.

La interrupción de la prescripción.

Lo primero que cabe aclarar que lo que se interrumpe es la prescripción y no la posesión.

La prescripción adquisitiva supone la existencia de dos requisitos esenciales, a saber; la posesión del prescribiente
(elemento positivo) , y la pasividad o inactividad del dueño. (elemento negativo).

Alessandri dice que si falta alguno de estos dos elementos se interrumpe la prescripción. Si falta el elemento positivo, la
interrupción es natural; si falta el elemento negativo, la interrupción es civil.

Pothier, señala que la interrupción es, “todo hecho que destruyendo una de las dos condiciones esenciales de la
prescripción, hace perder todo el tiempo anterior de posesión”.

Una vez que se interrumpe la prescripción, sea en forma natural o civil, la regla general es, que el prescribiente pierde todo
el tiempo que llevaba de posesión y si después de interrumpida la prescripción, el prescribiente conserva la cosa en su
poder, debe comenzar a poseer de nuevo por el tiempo señalado en la ley.
Interrupción natural. Se presenta cuando falta el elemento positivo, es decir, falta la posesión del prescribiente.

Se puede definir, como todo hecho material, sea del hombre o de la naturaleza, que hace perder la posesión de la cosa. (art.
2502)

Art. 2502. La interrupción es natural:


1.º Cuando sin haber pasado la posesión a otras
manos, se ha hecho imposible el ejercicio de actos
posesorios, como cuando una heredad ha sido
permanentemente inundada;

2.º Cuando se ha perdido la posesión por haber


entrado en ella otra persona.

La interrupción natural de la primera especie no


produce otro efecto que el de descontarse su duración;
pero la interrupción natural de la segunda especie hace
perder todo el tiempo de la posesión anterior; a menos
que se haya recobrado legalmente la posesión, conforme
a lo dispuesto en el título De las acciones posesorias,
pues en tal caso no se entenderá haber habido
interrupción para el desposeído.

Según la ley, la interrupción es natural:

a). Cuando sin haber pasado la posesión a otras manos, se ha hecho imposible el ejercicio de actos posesorios, como
cuando una heredad ha sido permanentemente inundada (nos remitimos a lo visto);

b). Cuando se ha perdido la posesión por haber entrado en ella otra persona. En este caso, el poseedor pierde
materialmente la cosa.

La ley señala que en el primer caso, no se pierde el tiempo anterior, solo se descuenta el tiempo en que no pudo ejercerse
actos posesorios, por lo que constituye una excepción a la regla general.

En el segundo caso, se pierde todo el tiempo anterior, a menos que el poseedor logre recuperar la cosa por medios
legítimos, porque en ese caso se va a entender que nunca se interrumpió la prescripción y consecuentemente, nunca se
dejó de poseer.

La doctrina discute, si la interrupción material podría o no presentarse respecto a los inmuebles inscritos; distinguiendo. En
el caso a), algunos autores señalan, que esta forma de interrupción no podría darse respecto a los inmuebles inscritos,
porque la inscripción representa el corpus y animus, y por lo tanto, mientras subsista ella, no se pierde la posesión. Sin
embargo, otros autores, como Somarriva, sostienen que en el caso in comento, si se aplica a los inmuebles inscritos, porque
esta norma no diferencia entre inmuebles inscritos o no inscritos.

En relación al segundo caso; los autores piensan que esta forma de interrupción, no se presenta, porque el art. 728, dice
que mientras subsista la inscripción no se pierde la posesión. Y por lo tanto, el apoderamiento material del inmueble inscrito,
no interrumpe la prescripción.

Art. 728. Para que cese la posesión inscrita, es


necesario que la inscripción se cancele, sea por
voluntad de las partes, o por una nueva inscripción en
que el poseedor inscrito transfiere su derecho a otro, o
por decreto judicial.
Mientras subsista la inscripción, el que se apodera
de la cosa a que se refiere el título inscrito, no
adquiere posesión de ella ni pone fin a la posesión
existente.

Interrupción civil. Se presenta cuando falta el elemento negativo, cuando falta la inactividad o pasividad del dueño; éste
asume una actitud activa, reclamando su derecho.

La ley en el art. 2503, señala que la interrupción civil, es todo recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero
dueño de la cosa, contra el poseedor.

Art. 2503. Interrupción civil es todo recurso


judicial intentado por el que se pretende verdadero
dueño de la cosa, contra el poseedor.
Sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar
la interrupción; y ni aun él en los casos siguientes:
1.º Si la notificación de la demanda no ha sido
hecha en forma legal;
2.º Si el recurrente desistió expresamente de la
demanda o se declaró abandonada la instancia;
3.º Si el demandado obtuvo sentencia de absolución.
En estos tres casos se entenderá no haber sido
interrumpida la prescripción por la demanda.

La doctrina, no se pone de acuerdo acerca de lo que debe entenderse por la expresión, “recurso judicial” que emplea la ley.
Algunos, sostienen que esta palabra debe tomarse en el sentido de “demanda”, porque el N°1 del art. 2503, hace alusión a
ella. Otros; piensan que esta expresión, debe ser tomada en un sentido mas amplio, como toda acción o petición hecha
valer ante los Tribunales, para conservar el derecho ante el poseedor.

La Corte Suprema, ha señalado que es toda petición, solicitud o reclamación presentada ante los Tribunales de Justicia y se
ha dicho que la interrupción civil, tiene lugar cuando el presunto verdadero dueño de la cosa, expresa en forma inequívoca,
su intención de no abandonar el derecho del cual afirma ser titular.

Requisitos para que se de la interrupción civil.


a). Debe existir un recurso judicial, esto es, que se entable una acción ante los Tribunales de Justicia, cualquiera
que ella sea; nada influye que la acción se ejerza por vía de demanda o reconvención.

b). Este recurso debe haber sido legalmente notificado al poseedor. (art. 2503, N°1).

c). Finalmente, el recurso judicial y la notificación, debe hacerse valer antes que transcurra todo el plazo de
prescripción.

Momento en que se entiende interrumpida civilmente la prescripción. a este respecto hay dos posiciones, a saber;

Primero, Están los que piensan que la interrupción civil opera cuando el recurso judicial es presentado ante los
tribunales, sin importar si es notificado o no; esto, por que de lo contrario, el poseedor podrá valerse de maniobras
dolosas para dilatar o demorar la notificación mas allá del plazo de prescripción, evitando de este modo la
interrupción.

Segundo. Otros autores señalan que la interrupción, se presenta cuando el recurso judicial ha sido legalmente
notificado y se basan en la letra del art. 2503, N°1, que establece que no se entiende interrumpida la prescripción,
si la notificación no ha sido hecha en forma legal.

Efectos de la interrupción civil. La regla general es que hace perder todo el tiempo de prescripción, y por lo tanto, si el
poseedor logra recuperar la cosa después de la interrupción, le empezará a correr todo el plazo de nuevo.

Excepciones. El art. 2503, señala tres casos en que pese a existir recurso judicial, se entiende que la prescripción no ha
sido interrumpida y por lo tanto, no se pierde el tiempo anterior de prescripción. Estos casos son:

a). Cuando la demanda o recurso judicial, no se ha notificado en forma legal. Si la demanda no es legalmente
notificada, se entiende que nunca se interrumpió la prescripción.

b). Cuando el que alega ser dueño (recurrente), se desiste expresamente de la demanda o se declara abandonado
el procedimiento. El desistimiento de la demanda, es el retiro de ella por el actor, después de haber sido notificada.
Debe ser expreso y declarado por sentencia judicial; El abandono del procedimiento. La ley emplea la expresión,
abandono de la instancia, pero por una modificación que se le introdujo al C.P.C. se entiende que se hace alusión
al abandono del procedimiento. Este se presenta cuando todas las partes que figuran en el juicio, han cesado en su
prosecución durante seis meses, contados desde la fecha de la última resolución recaída en una gestión útil, para
dar curso progresivo a los autos. (art. 152 C.P.C.)

c). Tiene lugar, cuando el demandado obtiene sentencia de absolución. Para algunos autores, basta con cualquier
sentencia que no acoja la demanda; y para otros, debe tratarse de una sentencia definitiva que reconozca la
legitimidad del derecho del poseedor.

La doctrina discute si el recurso judicial es presentado ante un Tribunal incompetente. La mayoría de los autores y de la
jurisprudencia, consideran que en ese caso, de todas maneras se entiende interrumpida la prescripción.

Persona que puede invocar la interrupción natural. Lo puede hacer cualquier persona que tenga interés en ello.

Con todo, la civil sólo puede alegarla el que ha intentado el recurso judicial, se trata de un acto jurídico procesal.

Asimismo, hay una excepción a esta regla, porque tratándose de los comuneros, todo el que interrumpe la prescripción,
respecto de uno de ellos, lo hace respecto de todos; y viceversa, si una de ellos interrumpe la prescripción, los otros se
benefician. (art. 2404).

Art. 2404. Si el deudor vendiere la cosa empeñada,


el comprador tendrá derecho para pedir al acreedor su
entrega, pagando y consignando el importe de la deuda
por la cual se contrajo expresamente el empeño.
Se concede igual derecho a la persona a quien el
deudor hubiere conferido un título oneroso para el goce
o tenencia de la prenda.
En ninguno de estos casos podrá el primer acreedor
excusarse de la restitución, alegando otros créditos,
aun con los requisitos enumerados en el artículo 2401.

Campo de aplicación de la interrupción, tanto natural como civil. Opera en la prescripción adquisitiva tanto ordinaria
como extraordinaria y en la extintiva de largo tiempo.

Clasificación de la prescripción.

De acuerdo con el art. 2506, la prescripción adquisitiva puede ser ordinaria y extraordinaria. La primera tiene como
fundamento, la posesión regular y el tiempo que requiere es menor. En cambio, la segunda, su fundamento esta en la
posesión irregular y, consecuentemente, el plazo que se requiere para prescribir es mucho mas largo.

Art. 2506. La prescripción adquisitiva es ordinaria o extraordinaria.

Prescripción ordinaria. Además de las condiciones generales a toda prescripción (prescriptibilidad de la cosa y posesión
no interrumpida), necesita dos requisitos propios:

a). Posesión regular, y


b). El transcurso del plazo que la ley señala. (art. 2507).

Art. 2507. Para ganar la prescripción ordinaria


se necesita posesión regular no interrumpida, durante
el tiempo que las leyes requieren.

En relación al primer requisito especial, es la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe, aunque esta no
subsista, siendo necesaria, además, la tradición si el título invocado para poseer es uno traslaticio de dominio..
Como la buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción contraria (art. 707, inc. 1°), quiere
decir que, una vez cumplido el plazo legal, al que alega la prescripción ordinaria le bastará, por lo general, exhibir su justo
título.

Art. 707. La buena fe se presume, excepto en los


casos en que la ley establece la presunción contraria.
En todos los otros la mala fe deberá probarse.

En relación al segundo requisito especial, el tiempo necesario a la prescripción ordinaria es de dos años para los muebles y
de cinco años para los bienes raíces. Art. 2508, inc. 1°.

Art. 2508. El tiempo necesario a la prescripción


ordinaria es de dos años para los muebles y de cinco
años para los bienes raíces.

Para computar los plazos, la ley no da una regla especial, por lo tanto se aplicarán las generales, que están reguladas en los
arts. 48, 49 y 50. De acuerdo a ellos, el plazo de prescripción, debe ser continuo, corre sin interrupción de días Domingos y
festivos. Debe ser de días completos, se cuenta de media noche a media noche y corre hasta la última del último día de
plazo; no es un plazo de horas.

Art. 48. Todos los plazos de días, meses o años de


que se haga mención en las leyes o en los decretos del
Presidente de la República, de los tribunales o
juzgados, se entenderá que han de ser completos; y
correrán además hasta la medianoche del último día del
plazo.
El primero y último día de un plazo de meses o años
deberán tener un mismo número en los respectivos meses.
El plazo de un mes podrá ser, por consiguiente, de 28,
29, 30 ó 31 días, y el plazo de un año de 365 ó 366
días, según los casos.
Si el mes en que ha de principiar un plazo de meses
o años constare de más días que el mes en que ha de
terminar el plazo, y si el plazo corriere desde alguno
de los días en que el primero de dichos meses excede al
segundo, el último día del plazo será el último día de
este segundo mes.
Se aplicarán estas reglas a las prescripciones, a
las calificaciones de edad, y en general a cualesquiera
plazos o términos prescritos en las leyes o en los actos
de las autoridades chilenas; salvo que en las mismas
leyes o actos se disponga expresamente otra cosa.

Art. 49. Cuando se dice que un acto debe ejecutarse


en o dentro de cierto plazo, se entenderá que vale si se
ejecuta antes de la medianoche en que termina el último
día del plazo; y cuando se exige que haya transcurrido
un espacio de tiempo para que nazcan o expiren ciertos
derechos, se entenderá que estos derechos no nacen o
expiran sino después de la medianoche en que termine el
último día de dicho espacio de tiempo.

Art. 50. En los plazos que se señalaren en las


leyes, o en los decretos del Presidente de la República,
o de los tribunales o juzgados, se comprenderán aun los
días feriados; a menos que el plazo señalado sea de días
útiles, expresándose así, pues en tal caso no se
contarán los feriados.

Suspención de la prescripción. está regulada en el art. 2509.


Don Hugo Rossende, la definió, como un beneficio establecido por la ley a ciertas personas para que en su contra no corra
la prescripción, mientras dure su incapacidad o el motivo que tuvo en vista el legislador.

Art. 2509. La prescripción ordinaria puede


suspenderse, sin extinguirse: en ese caso, cesando la
causa de la suspensión, se le cuenta al poseedor el
tiempo anterior a ella, si alguno hubo.
Se suspende la prescripción ordinaria, en favor
de las personas siguientes:
1.º Los menores; los dementes; los sordos o
sordomudos que no pueden darse a entender claramente; y
todos los que estén bajo potestad paterna, o bajo tutela
o curaduría;
2.º La mujer casada en sociedad conyugal mientras
dure ésta;
3.º La herencia yacente.
No se suspende la prescripción en favor de la
mujer separada judicialmente de su marido, ni de la
sujeta al régimen de separación de bienes, respecto
de aquellos que administra.
La prescripción se suspende siempre entre
cónyuges.

Alessandri, por su parte señala, es la detención del curso del plazo de la prescripción durante el tiempo que dure la causal
que la origina, pero desaparecida ésta, el plazo continua.
Por tanto, la suspención a diferencia de la interrupción, no hace perder el tiempo anterior, simplemente, mientras dura la
causal de suspención, deja de correr el plazo, pero desaparecida ésta, vuelve a correr respetando el anterior. Los autores
dicen, que la suspención abre un paréntesis en el plazo de prescripción.

La suspención se da en dos situaciones distintas; a saber:

a). Puede ser que esté corriendo el plazo de prescripción y al poseedor o al dueño le sobrevenga alguna de las
causales que contempla el art. 2509. En éste caso, se abre un paréntesis, y deja de correr el plazo mientras dure la
suspensión, pero una vez que esta cesa, vuelve a correr respetando el plazo anterior.

b). Puede ocurrir, que aún no haya empezado a correr el plazo de prescripción y el poseedor o el dueño se
encuentre en alguno de los casos del art. 2509, en esta situación, el plazo de prescripción comenzará a correr una
vez que cese la causal de suspención.

Efecto de la suspención. Detiene pero no extingue el tiempo de prescripción. Por lo tanto, una vez que cesa la causal de
suspención, al poseedor se le cuenta el tiempo anterior, si es que alguno hubo.

Fundamentos de la suspención. Radica en la injusticia que significaría dejar correr la prescripción, en contra de personas
que se encuentran en la imposibilidad de defender sus
derechos, porque pese a que ellos tienen representantes, el legislador quiere evitar la negligencia en que estos puedan
incurrir.

La suspención es un beneficio excepcional y solo procede a favor de las personas a que hace mención el art. 2509.

Campo de aplicación de la suspención. Esta se aplica tanto a la usucapión como a la prescripción extintiva. Respecto de
la primera, en general sólo cabe en la ordinaria.

Causales de suspención. Estas estén reguladas en el art. 2509 (memoria) y su enumeración es taxativa.

La ley señala que la prescripción se suspende en favor de las siguientes personas:

1.- Los menores; los dementes; los sordomudos; y todos los que están bajo potestad paterna o marital, o bajo tutela o
curaduría.
Los autores han criticado este N°1, porque es demasiado amplio, así respecto a los menores no distingue si deben o no
estar emancipados, entendiendo la doctrina, que se refiere a ambos.
Respecto a los dementes y sordomudos, tampoco entiende si deben o no encontrarse bajo interdicción, se ha concluido que
a ambos.

2...El número dos se refiere a la mujer casada en sociedad conyugal mientras dura ésta: Esto también se ha criticado
porque la mujer casada, en virtud de la ley 18.802, pasó a ser plenamente capaz.

Los autores han dicho, que esto se debe a que en la actualidad, pese a ser plenamente capaz, es el marido el que
administra los bienes propios de la mujer.

Con todo, esta suspención solo se da respecto de la mujer casada en sociedad conyugal y por esto, el inc. 3° del art. 2509,
establece que no se suspende la prescripción a favor de la mujer divorciada o separada de bienes, respecto de aquellos que
administra.

Esta relación con la mujer divorciada, los autores discuten que a cuál se refiere, si es a la perpetua o a la temporal. La
mayoría de la doctrina ha señalado, que pese a que la Ley no distingue, resulta claro que el legislador se refirió al divorcio
perpetuo, que es el que disuelve la sociedad conyugal.
3. La prescripción también se suspende a favor de la herencia yacente.

Esto también se ha criticado, porque la herencia yacente no es persona; sino que una masa de bienes que no ha sido
aceptada, ni repudiada por los herederos, y por eso mientras no se acepte o repudie, la Ley señala que en su contra no van
a correr las prescripciones. (artículo 2346).

Art. 2346. Se puede afianzar a una persona jurídica y a la herencia yacente.

Cabe aclarar, que cuando la herencia es repudiada por los herederos se llama herencia vacante.

El inciso final del artículo 2509, establece que la prescripción se suspende siempre entre cónyuges; lo que ha dado origen a
gran cantidad de controversia.
Las razones que se dan para esto son las siguientes:

a).se dice que esto permite mantener la armonía en las relaciones conyugales, porque si la prescripción no se suspendiera,
en este caso, el cónyuge debería estar preocupado de interrumpir la prescripción del otro.

b).de acuerdo a lo que establece la Ley, el marido tiene el usufructo legal sobre los bienes de su mujer y en aplicación a las
reglas generales, el usufructuario es un mero tenedor, por lo tanto el marido nunca podría prescribir, pero la mujer si podría
hacerlo, produciéndose la consiguiente desigualdad.

c).el marido administra los bienes de la mujer y en tal calidad debe interrumpir las prescripciones que corren en contra de
ella y no podrá dejar correr una prescripción en su favor, que afecte los bienes de su mujer.

d).la ley prohibe las donaciones irrevocables entre cónyuges. Y si corriere la prescripción, se podría encubrir una donación
irrevocable, vulnerando de esta manera la Ley.

La doctrina ha discutido, si esta suspensión entre cónyuges se da tanto en la prescripción ordinaria como extraordinaria, o
sólo en la primera; a este respecto hay dos posiciones:

I.- Alessandri y José Clemente Fabres, sostienen que la suspención entre cónyuges, opera en toda prescripción sea
ordinaria o extraordinaria, por las siguientes razones: * Dónde existe la misma razón, debe existir la misma disposición, y las
razones que ha tenido el legislador para suspender la prescripción ordinaria, se da también en la extraordinaria.

*. El art. 2509 expresamente dice que la prescripción se suspende siempre entre cónyuges.

*. El art. 2511 dice que la prescripción extraordinaria, no se suspende a favor de las personas enumeradas en el art. 2509,
no es aplicable, porque los cónyuges no están enumerados.
Art. 2511. El lapso de tiempo necesario para
adquirir por esta especie de prescripción es de diez
años contra toda persona, y no se suspende a favor
de las enumeradas en el artículo 2509.

II. Otros autores, como Alfredo Barros Errázuriz, dicen que la suspención solo opera en la prescripción ordinaria; da en
apoyo de su tesis las razones que siguen:

*. La norma del art. 2509 es excepcional, por lo tanto no puede aplicarse por analogía.

*. La palabra “siempre” que emplea el inciso 3° del art. 2509, no se refiere a la prescripción extraordinaria, sino al inciso
anterior, es decir, la prescripción se suspende siempre entre cónyuges aunque estén divorciados o separados de bienes.

*. Por la aplicación del art. 2509, no cabe dudas que la suspención solo opera respecto de la prescripción ordinaria, porque
recién en el art. siguiente, la ley comienza a regular la prescripción extraordinaria.

*. Si bien los cónyuges no están enumerados en el art. 2509, no cabe dudas que el art. 2511, está refiriéndose también a
ellos, porque la expresión “enumeradas”, que emplea esta norma, debe entenderse como mencionada o referida, y no en el
sentido de señaladas con números.
En lo que todos los autores están de acuerdo en forma unánime, es que la prescripción extraordinaria, no se suspende a
favor de las personas enumeradas en el art. 2509, salvo en el caso analizado de los cónyuges.

Diferencias entre la interrupción y la suspención.

1° La interrupción de la prescripción, es fruto o producto de la naturaleza o de un acto del hombre; la suspención, tiene su
fuente en la ley, obra de pleno derecho.

2° Siendo la suspención un beneficio de carácter excepcional, solo puede alegarla aquel en cuyo favor se encuentra
establecida; la interrupción puede alegarla cualquier persona que tenga interés en ella, cuando la interrupción es natural, y
el que ha entablado la acción, cuando es civil.

3° Los efectos de ambas son diversos: la interrupción hace perder todo el tiempo corrido de prescripción; la suspención solo
produce el efecto de descontar el tiempo que ha durado la causa de la suspención.

4° La interrupción tiene aplicación tanto en la prescripción ordinaria como en la extraordinaria; a diferencia de la suspención
que, de acuerdo con el art. 2511, solo se aplica a la prescripción ordinaria, mas no a la extraordinaria, salvo el caso entre
cónyuges.

Prescripción extraordinaria.

Fuera de los elementos generales de toda prescripción (prescriptibilidad de la cosa y posesión no interrumpida), la
extraordinaria tiene como elementos propios la posesión irregular y el lapso de diez años (art. 2510 y 2511).

Art. 2510. El dominio de cosas comerciales que no


ha sido adquirido por la prescripción ordinaria, puede
serlo por la extraordinaria, bajo las reglas que van a
expresarse:
1.a Para la prescripción extraordinaria no es
necesario título alguno.
2.a Se presume en ella de derecho la buena fe, sin
embargo de la falta de un título adquisitivo de dominio.
3.a Pero la existencia de un título de mera
tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la
prescripción, a menos de concurrir estas dos
circunstancias:
1.a Que el que se pretende dueño no pueda probar
que en los últimos diez años se haya reconocido expresa
o tácitamente su dominio por el que alega la
prescripción;
2.a Que el que alega la prescripción pruebe haber
poseído sin violencia, clandestinidad ni interrupción
por el mismo espacio de tiempo.

Posesión irregular, posesión viciosa. La teoría común y tradicional sostiene que aunque la posesión sea irregular, en
ningún caso debe ser viciosa, porque ésta no es útil para prescribir mientras subsiste el vicio de violencia o clandestinidad.
Sin embargo, el código no contiene ninguna disposición que permita afirmar que el poseedor vicioso no puede prescribir
adquisitivamente; lo que ocurre es que ésta posesión sólo es un obstáculo para prescribir.

Lapso de diez años. El lapso necesario para adquirir por la prescripción extraordinaria es de diez años (art. 2511). Pero, a
diferencia de la prescripción ordinaria, el hecho de que la cosa sea mueble o inmueble, es intrascendente y el plazo corre
contra toda persona y no se suspende.

El título, la buena fe y la tradición en relación con la prescripción extraordinaria. Para esta prescripción no es
necesaria la buena fe, porque basta para ella la posesión irregular y es tal la que carece de uno o mas de los requisitos que
establece el art. 702; y entre estos requisitos está la buena fe.

Art. 702. La posesión puede ser regular o


irregular.
Se llama posesión regular la que procede de justo
título y ha sido adquirida de buena fe; aunque la buena
fe no subsista después de adquirida la posesión. Se
puede ser por consiguiente poseedor regular y poseedor
de mala fe, como viceversa el poseedor de buena fe puede
ser poseedor irregular.
Si el título es translaticio de dominio, es también
necesaria la tradición.
La posesión de una cosa a ciencia y paciencia del
que se obligó a entregarla, hará presumir la tradición;
a menos que ésta haya debido efectuarse por la
inscripción del título.

También entre estos requisitos está la tradición, cuando se invoca un título traslaticio de dominio.

Ahora bien, si falta la tradición, hay posesión irregular. De ahí la redacción del art. 2510.

Con todo, la redacción de ésta disposición no ha sido del todo feliz. De la simple lectura parece desprenderse que el
poseedor no podría prescribir por estar de mala fe, cuando la verdad es que no podría hacerlo por la existencia del titulo de
mera tenencia, por faltar la posesión, elemento indispensable para prescribir.

La mera tenencia no da lugar a la prescripción. De los arts. 716, 719, 730 y 2510, se deduce que la mera tenencia no se
cambia en posesión por el sólo transcurso del tiempo, por la sola voluntad subjetiva de parte del mero tenedor.

Art. 716. El simple lapso de tiempo no muda la mera


tenencia en posesión; salvo el caso del artículo 2510,
regla 3ª.

Art. 719. Si se ha empezado a poseer a nombre


propio, se presume que esta posesión ha continuado hasta
el momento en que se alega.
Si se ha empezado a poseer a nombre ajeno, se
presume igualmente la continuación del mismo orden de
cosas.
Si alguien prueba haber poseído anteriormente, y
posee actualmente, se presume la posesión en el tiempo
intermedio.

Art. 730. Si el que tiene la cosa en lugar y a


nombre de otro, la usurpa dándose por dueño de ella, no
se pierde por una parte la posesión ni se adquiere por
otra; a menos que el usurpador enajene a su propio
nombre la cosa. En este caso la persona a quien se
enajena adquiere la posesión de la cosa, y pone fin a la
posesión anterior.
Con todo, si el que tiene la cosa en lugar y a
nombre de un poseedor inscrito, se da por dueño de ella
y la enajena, no se pierde por una parte la posesión ni
se adquiere por otra, sin la competente inscripción.

Sin embargo, del art. 2510 parece desprenderse lo contrario. Mas dado los términos de éste art., podemos decir que no
existe tal excepción, sino que una más amplia y clara confirmación de la regla general del art. 716. Porque si bien es cierto
que éste art. dice que el lapso de tiempo no muda la mera tenencia en posesión, también no es menos cierto que el art.
2510 señala un caso en que la mera tenencia se muda en posesión; pero este cambio no se opera por el simple lapso de
tiempo, sino con la concurrencia de otros hechos que no dependen de la sola voluntad del tenedor.

Si tal cambio se opera, es porque se han realizado actos de parte del mero tenedor, como también de parte del propietario,
que alteran por completo la situación jurídica de ambos.

¿cuales son estas circunstancias, en que condiciones puede prescribir extraordinariamente un individuo que ha
comenzado como mero tenedor de la cosa?

Para ello, es necesario que se produzcan dos circunstancias, a saber:

Primera. Que el que se pretenda dueño, no pueda probar que en los últimos diez años se haya reconocido expresa o
tácitamente su dominio por el que alega la prescripción.

Segunda. Que el que alega la prescripción pruebe haber poseído sin violencia, clandestinidad ni interrupción por el mismo
espacio de tiempo.

La concurrencia copulativa de estas dos circunstancias, manifiesta que el que comenzó como mero tenedor, ha tenido la
cosa como señor y dueño: concurre la prueba negativa del desconocimiento del dominio ajeno y la prueba afirmativa de que
se obró como poseedor. Así, entonces, la mera tenencia se ha convertido en posesión, no ya por la solo voluntad del
tenedor, ni por el simple transcurso del tiempo, sino también, y esto es lo principal, por negligencia de parte del dueño.

Semejanzas entre la prescripción ordinaria y extraordinaria.

1. Ambas conducen a la adquisición del dominio.

2. Tanto una como otra requieren posesión. Una, regular; la otra irregular.

3. En cuanto al computo del plazo, en ambos se aplican las reglas de los arts. 48, 49 y 50.

Diferencias entre la prescripción ordinaria y extraordinaria.

1. En la prescripción ordinaria se requiere posesión regular, en la extraordinaria, posesión irregular.

2. En la prescripción ordinaria, el plazo es de dos y cinco años, según se trate de bienes muebles o de bienes inmuebles; en
la prescripción extraordinaria, el plazo es de diez años sin distingo.

1. La prescripción ordinaria se suspende a favor de ciertas personas; la extraordinaria no se suspende, salvo el


caso discutido de la prescripción entre cónyuges.

II.- DE LAS LIMITACIONES AL DOMINIO


Dentro del capítulo dedicado al estudio del dominio, en lo que decía relación con sus diversas clases, una de las
clasificaciones aludidas, lo ponderaba desde el punto de vista de su extensión, y distinguía entre propiedad absoluta y
propiedad fiduciaria. Esto es lo que retomáremos a partir de esta clase.

La propiedad absoluta, es la que no está sujeta a evento alguno que le ponga termino y es la regla general; la fiduciaria, es
la que está expuesta al gravamen de pasar a otra persona por el evento de cumplirse una condición.

En esta forma de propiedad, el dominio lo tiene una persona, pero este éste está expuesto a perderse y pasar a otra,
siempre que llegue a cumplirse una condición.

Este evento por el cual la propiedad pasa de una persona a otra se llama Restitución. Y es lo que a continuación se
analizara.

LA PROPIEDAD FIDUCIARIA.

En oposición a la propiedad absoluta, está la propiedad fiduciaria, que es “la que está sujeta al gravamen de pasar a otra
persona, por el hecho de verificarse una condición”, (art. 733, inc. 1°)

Art. 733. Se llama propiedad fiduciaria la que está sujeta al gravamen


de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse una condición.
La constitución de la propiedad fiduciaria se llama
fideicomiso.
Este nombre se da también a la cosa constituida en
propiedad fiduciaria.
La translación de la propiedad a la persona en cuyo
favor se ha constituido el fideicomiso, se llama
restitución.

La constitución de la propiedad fiduciaria se llama fideicomiso. Este nombre se da también a la cosa constituida en
propiedad fiduciaria. (art. 733, inc. 2° y 3°).

Personas que intervienen en el fideicomiso. Son tres:

1° El constituyente. Es la persona que dispone de una cosa suya a favor de otra a quien grava con la obligación de
restituirla a una tercera si se verifica una condición. Llámase restitución “la traslación de la propiedad a la persona en cuyo
favor se ha constituido el fideicomiso” (art. 733, inc. final)

2° El fiduciario. Es la persona que recibe la cosa con la carga de restitución.

3° El fideicomisario. Es la persona a quien si se cumple la condición, debe hacerse la restitución, el traslado de la


propiedad que recibió primeramente el fiduciario.

Ejemplo. Primus (constituyente) deja una casa a Secundus (fiduciario) para que la adquiera Tertius (fideicomisario) cuando
éste se reciba de abogado.

La ley señala que el propietario fiduciario o simplemente, fiduciario, podrá faltar y en ese caso hará sus veces el
constituyente (art. 748); asimismo, el fideicomisario también puede faltar, siempre que se espere que llegue a existir, porque
de acuerdo a la ley, al momento de producirse la restitución, cuando se cumple la condición, es indispensable que exista el
fideicomisario. Este es una caso excepcional en que la ley presume una condición y la considera como un requisito de
existencia o un elemento esencial. (art. 737). Si el fideicomisario no existiera al tiempo de la restitución, se consolidará el
dominio en el propietario fiduciario y terminará la propiedad fiduciaria.

Art. 748. Cuando en la constitución del fideicomiso


no se designe expresamente el fiduciario, o cuando falte
por cualquiera causa el fiduciario designado, estando
todavía pendiente la condición, gozará fiduciariamente
de la propiedad el mismo constituyente, si viviere, o
sus herederos.

Art. 737. El fideicomisario puede ser persona que


al tiempo de deferirse la propiedad fiduciaria no
existe, pero se espera que exista.

En la propiedad fiduciaria, desde el punto de vista del fiduciario, la condición es resolutiva, porque por su ocurrencia se
extingue el derecho, se pierde el dominio de la cosa; con una particularidad, y es que en éste caso, la condición no opera
con efecto retroactivo.

Desde el punto de vista del fideicomisario, la condición es suspensiva, porque por su ocurrencia va a nacer su derecho.
En el fideicomiso solo existe un derecho real que es el de dominio y lo tiene el propietario fiduciario, el es el dueño, lo que
ocurre es que está expuesto a perder ese dominio, el que pasaría al fideicomisario, siempre que se cumpla con la condición
estipulada.

Limitaciones que impone la propiedad fiduciaria.

1° Afecta el carácter perpetuo del dominio. El propietario fiduciario, pierde el dominio cuando se cumple la condición
estipulada.

2° Afecta el carácter absoluto del dominio, porque le impone al fiduciario una serie de limitaciones.

Fideicomiso sucesivo. Al legislador no le agradaba la propiedad fiduciaria, porque estimaba que entrababa la libre
circulación de los bienes, y por este motivo el art. 745 prohibe los fideicomisos sucesivos, y si de hecho se instituyen dos o
mas, una vez que se consolida el dominio en el primer fideicomisario, se va a extinguir la expectativa de los demás.

Art. 745. Se prohíbe constituir dos o más


fideicomisos sucesivos, de manera que restituido el
fideicomiso a una persona, lo adquiera ésta con el
gravamen de restituirlo eventualmente a otra.
Si de hecho se constituyeren, adquirido el
fideicomiso por uno de los fideicomisarios nombrados,
se extinguirá para siempre la expectativa de los otros.
La Corte Suprema ha señalado que esta figura, está sancionada con la nulidad absoluta, por ser el art. 745 una norma
prohibitiva.

La sustitución fideicomisaria. La ley la permite, y se presenta cuando se designa a un fideicomisario y a uno o mas
sustitutos para que lo reemplacen si es que llega a faltar. La ley también permite que haya varios propietarios fiduciarios y si
llega a faltar uno de ellos, la porción del que falta acrece la porción de los demás. (art. 750).

Art. 750. Siendo dos o más los propietarios


fiduciarios, habrá entre ellos derecho de acrecer, según
lo dispuesto para el usufructo en el artículo 780,
inciso 1º.

El art. 736, permite que sobre una misma propiedad se instituya fideicomiso a favor de una persona y usufructo a favor de
otra.

Art. 736. Una misma propiedad puede constituirse a


la vez en usufructo a favor de una persona y en
fideicomiso a favor de otra.

Tiempo en que debe operar la condición en el fideicomiso. La ley en el art. 739, señala que la condición se tiene por
fallida si tarda mas de cinco años en verificarse, estos se cuentan desde que se constituyó el fideicomiso. Fallida la
condición, se consolidará el dominio en manos del fiduciario y se extingue la expectativa del fideicomisario.

Art. 739. Toda condición de que penda la restitución


de un fideicomiso, y que tarde más de cinco años en
cumplirse, se tendrá por fallida, a menos que la muerte
del fiduciario sea el evento de que penda la restitución.
Estos cinco años se contarán desde la delación de la
propiedad fiduciaria.

Con todo, el mismo art. 739 contempla una excepción, en el sentido que no es necesario que la condición se verifique
dentro de los cinco años, cuando la muerte del fiduciario sea el evento de que penda la restitución.

Cosas susceptibles de fideicomiso. Está regulado en el art. 734 y de acuerdo a la ley, no puede constituirse fideicomiso
sino sobre la totalidad de la herencia o una cuota de ella o sobre uno o mas cuerpos ciertos.

Art. 734. No puede constituirse fideicomiso sino


sobre la totalidad de una herencia o sobre una cuota
determinada de ella, o sobre uno o más cuerpos ciertos.

La frase inicial de la disposición “No se puede constituir fideicomiso sino” demuestra que la enumeración de las cosas que
pueden constituirse en fideicomiso es taxativa.

Como el fiduciario debe restituir la misma cosa cuando se cumpla la condición, esa cosa no podrá ser genérica, ni
consumible.

Solemnidades para la constitución del fideicomiso. Se puede constituir de dos maneras distintas, al tenor de lo que
dispone el art. 735.

Art. 735. Los fideicomisos no pueden constituirse


sino por acto entre vivos otorgado en instrumento
público, o por acto testamentario.
La constitución de todo fideicomiso que comprenda o
afecte un inmueble, deberá inscribirse en el competente
Registro.

a) Por acto entre vivos a través de instrumento público. Y,

b) Por acto testamentario.

Por lo tanto, la constitución del fideicomiso siempre es solemne.

Cuando la propiedad fiduciaria recae sobre bienes raíces y se constituye por acto entre vivos, además del instrumento
público, se exige la inscripción (otra solemnidad) en el CBR.
Algunos autores consideran que en estos casos la solemnidad es sólo una, el instrumento público.

La inscripción, como sabemos, sería la forma de hacer la tradición. Pero la mayoría de los autores consideran, que tanto el
instrumento público, como la inscripción serían solemnidades. Por tanto, el fideicomiso seria doblemente solemne, sin
perjuicio que la inscripción, además seria la forma de hacer tradición de la propiedad o del dominio.

Cuando el fideicomiso se constituye por testamento o en un acto testamentario y se refiere a un bien raíz , también debe
inscribirse en el registro de hipotecas y gravámenes.

Sin embargo, todos los autores están de acuerdo en que la inscripción en estos casos, no opera como tradición, , porque en
tal caso opera el modo de adquirir llamado sucesión por causa de muerte, y sabido es que una cosa no puede adquirirse por
dos modos diferentes.

Derechos y obligaciones del fiduciario. El fiduciario es dueño de la cosa, lo que ocurre es que existe una condición
resolutoria pendiente, por cuyo cumplimiento, se extinguirá su derecho de dominio; pero mientras eso no ocurra, el fiduciario
es dueño.

Los derechos de que goza son los siguientes:

1° Como es dueño, el art. 893 lo autoriza a ejercer la acción reivindicatoria.

Art. 893. La acción reivindicatoria o de dominio


corresponde al que tiene la propiedad plena o nuda,
absoluta o fiduciaria de la cosa.
2° El fiduciario puede transferir la propiedad fiduciaria por acto entre vivos y transmitirlo por causa de muerte. (art. 751).

Art. 751. La propiedad fiduciaria puede enajenarse


entre vivos y transmitirse por causa de muerte, pero en
uno y otro caso con el cargo de mantenerla indivisa, y
sujeta al gravamen de restitución bajo las mismas
condiciones que antes.
No será, sin embargo, enajenable entre vivos,
cuando el constituyente haya prohibido la enajenación;
ni transmisible por testamento o abintestato, cuando el
día prefijado para la restitución es el de la muerte del
fiduciario; y en este segundo caso si el fiduciario la
enajena en vida, será siempre su muerte la que determine
el día de la restitución.

Sin embargo, para proteger la mera expectativa del fideicomisario, la ley, en el mismo art. le impone una limitación, puesto
que esta transferencia o transmisión se debe hacer con el cargo de mantener indivisa la propiedad.

La ley faculta al constituyente para que prohiba la enajenación, y en ese caso, el fiduciario no podrá transferir la propiedad,
por que es uno de los casos en que la cláusula de no enajenar se permite.

Además la ley consagra un caso de excepción, en que el fiduciario no puede transmitir la propiedad, este caso se presenta,
cuando la condición consista en la muerte del fiduciario (se extingue su derecho).

3° El fiduciario puede gravar la propiedad, puede constituir hipotecas, servidumbres y censos. (art. 757)

Art. 757. En cuanto a la imposición de hipotecas,


censos, servidumbres, y cualquiera otro gravamen, los
bienes que fiduciariamente se posean se asimilarán a los
bienes de la persona que vive bajo tutela o curaduría, y
las facultades del fiduciario a las del tutor o curador.
Impuestos dichos gravámenes sin previa autorización
judicial con conocimiento de causa, y con audiencia de
los que según el artículo 761 tengan derecho para
impetrar providencias conservatorias, no será obligado
el fideicomisario a reconocerlos.

Sin embargo, al igual que en el caso anterior, la ley le impone ciertas limitaciones, para proteger al fideicomisario. A saber:

a) Para constituir gravámenes, el fiduciario debe estar autorizado por el Juez, quien se pronunciará con conocimiento
de causa.

b) Al constituirse el gravamen, debe oírse a ciertas personas que son las señaladas en el art. 761, inc. 3°.

Art. 761. El fideicomisario, mientras pende la


condición, no tiene derecho ninguno sobre el
fideicomiso, sino la simple expectativa de adquirirlo.
Podrá, sin embargo, impetrar las providencias
conservatorias que le convengan, si la propiedad
pareciere peligrar o deteriorarse en manos del
fiduciario.
Tendrán el mismo derecho los ascendientes del
fideicomisario que todavía no existe y cuya existencia
se espera; los personeros de las corporaciones y
fundaciones interesadas; y el defensor de obras pías, si
el fideicomiso fuere a favor de un establecimiento de
beneficencia.

Si el fiduciario constituye un gravamen sin cumplir con estos dos requisitos o condiciones, este le será inoponible al
fideicomisario.

4° De acuerdo a lo que dispone la ley, la cosa constituida en fideicomiso es inembargable, mientras se encuentre en poder
del fiduciario. Art. 1618 N°8 y 445 N°14 del C.P.C.

Art. 1618. La cesión comprenderá todos los bienes,


derechos y acciones del deudor, excepto los no
embargables.
No son embargables..
8.º La propiedad de los objetos que el deudor posee
fiduciariamente;

Esta inembargabilidad solo comprende la cosa constituida en fideicomiso, pero no alcanza a sus frutos

Aparece de manifiesto, que el objeto de esta norma es proteger al fideicomisario, porque si fuese posible embargar las
cosas por las deudas del fiduciario, al cumplirse la condición, podrían verse burlados los derechos del primero.

La Corte de Apelaciones ha sostenido que la mera expectativa del fideicomisario, también es inembargable, porque mientras
no se cumpla la condición, no hay derecho, solo existe un derecho eventual y estos son inembargables.

5° Como dueño, el puede demandar por daños y perjuicios, cuando la propiedad sea afectada. Art. 2315

Art. 2315. Puede pedir esta indemnización no sólo


el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido
el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el
habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio
a su derecho de usufructo o de habitación o uso.
Puede también pedirla en otros casos el que tiene
la cosa con obligación de responder de ella; pero
sólo en ausencia del dueño.

6° El fiduciario tiene derecho a llevarse las obras necesarias, si es que el fideicomisario no se allana a pagárselas.

7° Finalmente, el fiduciario tiene derecho de retención; una vez cumplida la condición,. Si es que el fideicomisario le
adeudare pagos o indemnizaciones.

Las obligaciones.

1° El fiduciario está obligado a conservar la cosa y a restituirla al fideicomisario una vez que se cumpla la condición.

Debe cuidar la cosa como un buen padre de familia, por lo que responde de culpa leve. Asimismo, responderá de todo
menoscabo o deterioro que sufra la cosa y que sea consecuencia de su hecho o conducta. Art. 758.

Art. 758. Por lo demás, el fiduciario tiene la


libre administración de las especies comprendidas en el
fideicomiso, y podrá mudar su forma; pero conservando su
integridad y valor.
Será responsable de los menoscabos y deterioros que
provengan de su hecho o culpa.

2° El fiduciario está obligado a hacer inventario solemne en los mismos términos que el usufructuario. Art. 754.

Art. 754. El propietario fiduciario tiene sobre las


especies que puede ser obligado a restituir, los
derechos y cargas del usufructuario, con las
modificaciones que en los siguientes artículos se
expresan.

Sin embargo, el fiduciario no está obligado a rendir caución, que se llama de conservación y restitución, a menos, que por
sentencia judicial se le ordene como una medida conservativa, y esto a diferencia de lo que ocurre con el usufructuario. Art.
755.

Art. 755. No es obligado a prestar caución de


conservación y restitución, sino en virtud de sentencia
de juez, que así lo ordene como providencia
conservatoria, impetrada en conformidad al artículo 761.

Derechos y obligaciones del fideicomisario. Para él la condición que existe es suspensiva, por lo tanto, mientras ésta no
se verifique, no tiene derecho alguno sobre la cosa, solo tiene la mera expectativa de llegar a hacerse dueño, si es que se
verifica la condición. Art. 761, inc. 1°.

Art. 761. El fideicomisario, mientras pende la


condición, no tiene derecho ninguno sobre el
fideicomiso, sino la simple expectativa de adquirirlo.
Podrá, sin embargo, impetrar las providencias
conservatorias que le convengan, si la propiedad
pareciere peligrar o deteriorarse en manos del
fiduciario.
Tendrán el mismo derecho los ascendientes del
fideicomisario que todavía no existe y cuya existencia
se espera; los personeros de las corporaciones y
fundaciones interesadas; y el defensor de obras pías, si
el fideicomiso fuere a favor de un establecimiento de
beneficencia.

Sin embargo, y pese a que solo tiene una expectativa, o derecho eventual, la ley le concede ciertos derechos, a saber:

1° Podrá transferir o enajenar su mera expectativa.


Así lo ha dicho la Corte Suprema, porque de acuerdo al art. 1813, la venta de cosa futura vale, pudiendo tener dos
modalidades.

Art. 1813. La venta de cosas que no existen, pero


se espera que existan, se entenderá hecha bajo la
condición de existir, salvo que se exprese lo contrario,
o que por la naturaleza del contrato aparezca que se
compró la suerte.

a) Si se entiende hecha a todo evento, esa compraventa va a ser aleatoria y pura y simple.
b) La compraventa se entiende hecha bajo la condición que la cosa futura llegue a existir.

2° El fideicomisario puede intentar medidas conservativas cuando la propiedad fiduciaria puede peligrar o deteriorarse en
manos del fiduciario. Art. 761, inc. 2°. Esta norma está en armonía con la del art. 1492, que le concede a todo acreedor
condicional esta facultad.

Art. 1492. El derecho del acreedor que fallece en


el intervalo entre el contrato condicional y el
cumplimiento de la condición, se transmite a sus
herederos; y lo mismo sucede con la obligación del
deudor.
Esta regla no se aplica a las asignaciones
testamentarias, ni a las donaciones entre vivos.
El acreedor podrá impetrar durante dicho intervalo
las providencias conservativas necesarias.

Si el fideicomisario es una persona que aún no existe, pero se espera llegue a existir; la ley permite que sus ascendientes
legítimos intenten estas medidas conservativas; y si el fideicomisario es una persona jurídica, estas medidas podrán
intentarlas las personas de las corporaciones o fundaciones interesadas. Art. 761, inc. 3°

3° El fideicomisario tiene derecho a ser oído, cuando el fiduciario quiere gravar la propiedad. Art. 757. Si no es oído, habrá
inoponibilidad.

Art. 757. En cuanto a la imposición de hipotecas,


censos, servidumbres, y cualquiera otro gravamen, los
bienes que fiduciariamente se posean se asimilarán a los
bienes de la persona que vive bajo tutela o curaduría, y
las facultades del fiduciario a las del tutor o curador.
Impuestos dichos gravámenes sin previa autorización
judicial con conocimiento de causa, y con audiencia de
los que según el artículo 761 tengan derecho para
impetrar providencias conservatorias, no será obligado
el fideicomisario a reconocerlos.

4° tiene la facultad de solicitar que el fiduciario rinda caución de conservación y restitución, porque de acuerdo a la ley, el
Juez puede ordenar que el fiduciario la rinda a pedido del fideicomisario. Art. 755.

Art. 755. No es obligado a prestar caución de


conservación y restitución, sino en virtud de sentencia
de juez, que así lo ordene como providencia
conservatoria, impetrada en conformidad al artículo 761.

5° El fideicomisario tiene derecho a solicitar indemnización de perjuicios por los menoscabos y deterioros que provengan del
hecho o culpa del fiduciario, art. 758.

Art. 758. Por lo demás, el fiduciario tiene la


libre administración de las especies comprendidas en el
fideicomiso, y podrá mudar su forma; pero conservando su
integridad y valor.
Será responsable de los menoscabos y deterioros que
provengan de su hecho o culpa.

El fideicomisario no puede transmitir su mera expectativa, porque es una condición esencial para la existencia del
fideicomiso, que al tiempo de verificarse la condición, la persona del fideicomisario exista.

Las obligaciones. Esta obligado a reembolsar al fiduciario las expensas extraordinarias que se hubieren hecho en la cosa,
y por este derecho, el fiduciario tiene la facultad de retención. Art. 756.

Art. 756. Es obligado a todas las expensas


extraordinarias para la conservación de la cosa, incluso
el pago de las deudas y de las hipotecas a que estuviere
afecta; pero llegado el caso de la restitución, tendrá
derecho a que previamente se le reembolsen por el
fideicomisario dichas expensas, reducidas a lo que con
mediana inteligencia y cuidado debieron costar, y con
las rebajas que van a expresarse:
1º Si se han invertido en obras materiales, como
diques, puentes, paredes, no se le reembolsará en razón
de estas obras, sino lo que valgan al tiempo de la
restitución;
2º Si se han invertido en objetos inmateriales,
como el pago de una hipoteca, o las costas de un pleito
que no hubiera podido dejar de sostenerse sin
comprometer los derechos del fideicomisario, se rebajará
de lo que hayan costado estos objetos una vigésima parte
por cada año de los que desde entonces hubieren
transcurrido hasta el día de la restitución; y si
hubieren transcurrido más de veinte, nada se deberá por
esta causa.

Extinción de la propiedad fiduciaria.

El fideicomiso se extingue por diversas causas, señaladas en el art. 763, a saber:

Art. 763. El fideicomiso se extingue:


1º Por la restitución;
2º Por la resolución del derecho de su autor, como
cuando se ha constituido el fideicomiso sobre una cosa
que se ha comprado con pacto de retrovendendo, y se
verifica la retroventa;
3º Por la destrucción de la cosa en que está
constituido, conforme a lo prevenido respecto al
usufructo en el artículo 807;
4º Por la renuncia del fideicomisario antes del día
de la restitución; sin perjuicio de los derechos de los
substitutos;
5º Por faltar la condición o no haberse cumplido en
tiempo hábil;
6º Por confundirse la calidad de único
fideicomisario con la de único fiduciario.
1° Por la restitución que es la traslación de la propiedad del fiduciario al fideicomisario, y esta traslación se produce cuando
se verifica la condición.

2° Por resolución del derecho del constituyente. Por ej. se a comprado con pacto de retroventa, y se verifica ésta.

3° Por la destrucción de la cosa dada en fideicomiso. La ley en esta materia, se remite a las reglas del usufructo; y estas
señalan que si la destrucción es total, se extingue el usufructo; si la destrucción es parcial, subsiste el usufructo sobre el
resto que subsista.

4° Por la renuncia del fideicomisario antes del día de la restitución. El fideicomisario tiene un derecho eventual, que mira su
solo interés, y por lo tanto, aplicando el art. 12, este derecho eventual es renunciable; sin embargo, la renuncia es personal y
por lo tanto no afectará los derechos de los sustitutos, si es que los hay.

Art. 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos


por las leyes, con tal que sólo miren al interés
individual del renunciante, y que no esté prohibida su
renuncia.

5° Por faltar la condición o no haberse cumplido en tiempo hábil. Es decir, la ley se refiere a la situación que se presenta
cuando la condición es fallida o bien cuando no se verifica dentro de los cinco años siguientes. Y,

6° Por confundirse las calidades de único fideicomisario con único fiduciario.

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