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TRANSCENDENCIA DE LA ABOGACÍA

La abogacía es la actividad dirigida a la defensa de los intereses de otras


personas ante autoridades y tribunales. Consiste, fundamentalmente, en
la presentación y el apoyo de las razones a favor de una persona ante
quien ha de juzgar o decidir sobre ella; asimismo, en la asesoría, consejo
jurídico y asistencia que se presta a otras personas para el desarrollo de
sus relaciones de carácter social, y la intervención en la prevención y
solución de conflictos. La profesión de abogado, noble y elevada por la
importancia de la misión que le corresponde en la sociedad, es un
elemento indispensable para la adecuada impartición de justicia.
Corresponde a los abogados el propiciar o contribuir a restablecer la
igualdad y armonía entre las personas. Su intervención es necesaria al
ser conocedores e intérpretes de los derechos y obligaciones que la
sociedad impone a sus integrantes, correspondiendo al abogado enseñar
a los demás lo que es justo y lo que no lo es, sirviendo además de
dirección y de escudo para la defensa y reclamo contra la arbitrariedad y
la injusticia. Puede decirse que los abogados desempeñan una función al
servicio del derecho de enorme importancia social, ya que “auxilian en la
resolución de los conflictos sociales, proponiendo al juez las soluciones
jurídicamente posibles o asesorando a su cliente sobre las mismas y sobre
la probabilidad de que un juez las respalde”.3 Contribuyen también a
prevenir conflictos. Por lo anterior es necesario que los colegios
profesionales, organizaciones que deben agrupar a quienes ejercen la
profesión, cuenten con un código deontológico, entendido como un
ordenamiento en el que se identifiquen aquellos deberes, derechos y
obligaciones éticos aplicables al ejercicio profesional del derecho, que
permitan a los practicantes el ejercicio de la profesión conforme a las
mejores prácticas, así como el correspondiente control deontológico. La
abogacía somete a crítica permanente a los poderes fácticos y a las
entidades públicas mediante el ejercicio del derecho de defensa, de ahí
que una abogacía independiente y organizada autónomamente a través
de la colegiación obligatoria no es necesariamente cómoda al Estado. No
obstante, la colegiación obligatoria es un claro ejemplo de autorregulación
en la sociedad civil, y una auténtica necesidad para el mejoramiento de la
actividad profesional en beneficio de la propia sociedad. El abogado debe
ejercer sus funciones con independencia y libertad (libertad de expresión
y libertad de defensa). Ambos valores son inherentes a la actividad
profesional. La independencia es indispensable para el ejercicio de la
abogacía y requiere de un estatuto jurídico privilegiado4 de la confianza
en una profesión normada éticamente y el reconocimiento y respaldo
social por la trascendencia de la función. Si los abogados no pueden
expresar libremente y sin sufrir persecución por ello, ante cualquier foro y
por cualquier medio lícito cuanto estimen oportuno para la defensa del
interés que tienen encomendado, resulta imposible alcanzar la justicia ya
que cualquier limitación a la libertad e independencia del abogado atenta
contra el derecho de defensa y tutela judicial efectiva de los jueces y
tribunales. La misión del abogado no se limita a ejecutar fielmente un
mandato en el marco del Derecho. En un Estado de Derecho, el abogado
es indispensable para lograr el respeto y cumplimiento de la Justicia y la
protección de los justiciables, pues tiene la obligación de defender sus
derechos y libertades; es, por lo tanto, el asesor y defensor de su cliente,
y en todo momento deberá buscar la prevalencia de la Justicia, en el
marco de un ejercicio ético de la profesión. La defensa es un derecho
reconocido que alcanza y ampara a todas las partes en un proceso de
cualquier naturaleza. Cuando el derecho de defensa se aplica al proceso
penal cobra especial relevancia al ejercerse frente a la acusación
formulada, por la trascendencia de las consecuencias para los
involucrados, que tienen en juego su libertad personal y aun su vida. El
derecho a la defensa se afecta gravemente sin la intervención de los
abogados. Debe tenerse siempre presente que el ejercicio de la abogacía
es incompatible con cualquier actividad que pueda suponer menosprecio
de la libertad, la independencia y/o la dignidad que le son inherentes.
Asimismo, el abogado que realice al mismo tiempo cualquier otra actividad
deberá abstenerse de realizar aquélla que resulte incompatible con el
correcto ejercicio de la abogacía, por suponer un conflicto de interés que
impida respetar los principios del correcto ejercicio profesional. En todos
los ordenamientos jurídicos, tanto de carácter nacional como
internacional, se reconoce que el ejercicio de la abogacía se sustenta en
una serie de principios y valores que conforman la profesión, dándole
sentido a la actividad en beneficio de la sociedad. Se reconoce, asimismo,
que las normas jurídicas constituyen la base mínima de actuación, pero
que es en las normas éticas donde dichos principios y valores encuentran
cauce para su desarrollo. Por tanto, todo abogado debe tener presente
que el cumplimiento de las normas jurídicas no agota el contenido de sus
deberes y que la profesión organizada ha establecido y puede establecer
aquellas normas que contribuyan a impulsar las mejores prácticas
profesionales. El abogado no debe limitarse a ser un buen ciudadano, sino
que debe tratar de ser una persona de bien, es decir, aquel que hace
suyas las virtudes humanas o cardinales ya que debe procurar que sus
actos sean prudentes, justos, fuertes y templados.

1. Prudencia: El actuar del abogado debe guiarse por la razón,


perfeccionada por el conocimiento de la verdad, de tal forma que su
ejercicio profesional consista en un obrar en ciencia y en conciencia.

1.1 Obrar en ciencia: Significa poseer la formación necesaria para


desempeñar su actividad profesional con la mayor perfección técnica
posible, manteniendo esos conocimientos actualizados.

1.2 Obrar en conciencia: Significa actuar fielmente conforme a lo que es


justo y recto.

2. Justicia: El abogado debe actuar rectamente conforme a derecho,


buscando lo justo, de tal forma que cada uno tenga lo que le corresponde,
para alcanzar la armonía y el bien común.

3. Fortaleza: El abogado debe actuar con valor en defensa del derecho y


la justicia, superando las dificultades que entraña su ejercicio profesional,
con firmeza y constancia en la búsqueda del bien.

4. Templanza: El abogado debe ordenarse a sí mismo, moderando sus


apetitos y procurando el equilibrio en el uso de los bienes, desarrollando
una conducta honesta.

Los colegios de abogados juegan un papel esencial en la garantía de


libertad e independencia del abogado, pues solamente la profesión
organizada puede contribuir a preservar la dignidad de la profesión,
difundir los principios y valores que la constituyen, establecer y promover
las mejores prácticas profesionales, identificar plenamente a quienes
pudieran apartarse de ellas, aplicar las sanciones que pudieran ser
procedentes y responder ante las presiones indebidas que pudieran
impedir el correcto ejercicio profesional de cualquiera de sus integrantes,
lo que lleva y exige necesariamente la colegiación obligatoria. Si bien las
normas específicas de cada colegio de abogados nacen de su propia
tradición y se identifican por sus propósitos específicos, los fines
esenciales de todos estos deben ser:

1. La ordenación del ejercicio de la profesión,

2. La representación exclusiva de la profesión,

3. La defensa de los derechos e intereses profesionales de los colegiados,


4. La formación profesional permanente de los abogados,

5. El control deontológico y la aplicación del régimen disciplinario en


garantía de la sociedad,

6. La defensa del Estado social y democrático de derecho, así como la


defensa de los Derechos Humanos,

7. La colaboración en el funcionamiento, promoción y mejora de la


administración de justicia,

8. Asegurarse que el abogado pueda ejercer sus funciones con


independencia y libertad,

9. Procurar la armonía y colaboración entre los colegiados, impidiendo la


competencia desleal entre los mismos.

Es necesario que la colegiación de la abogacía sea obligatoria, no


solamente para asegurar el buen funcionamiento de los colegios en el
cumplimiento de sus fines, sino para asegurar a los demandantes de los
servicios profesionales de los abogados que tales servicios sean
prestados con mínimos de calidad, de manera responsable y conforme a
los paradigmas éticos correspondientes. La colegiación voluntaria, al
reducirse a la participación de una muy exigua minoría de profesionales,
ha demostrado ser insuficiente pues no permite la implantación
generalizada de reglas para un adecuado ejercicio de la profesión, lo que
trae consigo la falta de control ético y profesional, la dificultad para mejorar
la calidad del abogado y los inconvenientes que significa que el control del
cumplimiento de sus obligaciones resulte nulo o quede en manos de
autoridades o tribunales. Con base en las consideraciones expuestas, con
el propósito de contribuir a consolidar bases para la mejor organización y
desempeño de las agrupaciones de abogados, así como para el
reconocimiento de los principios y valores que conforman a la profesión,
proponemos los siguientes lineamientos.

OPINIONES FAVORABLES

Solón, al reglamentar en Grecia su ejercicio, exigía “ser libre y de buenas


costumbres “. Cicerón calificó al abogado de “oráculo de la ciudad” por su
importantísima función de consejero. Robes Pierre estimó a los abogados
“apoyo de la inocencia y azote del delito”, así como el título XXIV del Libro
Segundo de la Recopilación de leyes de los Reinos Unidos de las Indias
con normas de tal precisión ética que deberían ser reproducidas en los
actuales Códigos de ética forense.

Así recogiendo las reflexiones sobre excelsitud de la abogacía que


contiene la prosa de Ángel Ossorio y Gallardo, Raúl Carrancá y Trujillo, en
México decía del abogado que es “el profesionista al servicio de una
función moral indispensable a la colectividad humana”.

JUICIOS DESFAVORABLES.

Pese a esta trascendencia, la abogacía de defensa se realiza


fundamentalmente ante el órgano jurisdiccional o administrativo que sirve
para solucionar los conflictos de intereses, ha sido objeto de constantes
vilipendios por parte de políticos, juristas, literatos y del vulgo mismo.

Un ejemplo es que en el Perú Manuel Gonzales sus dardos admonitorios


en los lomos abogadiles; Ciro Alegría califico al Papel sellado de mal
Nacional directa o indirectamente tomó siempre al abogado como el rábula
enredador del hilo de la justicia.
Los estudiosos soviéticos mencionan, asimismo, que Napoleón
amenazaba con cortarle la lengua al abogado que la utilicé contra el
gobierno.

Es indudable que no han sido muy benévolo con la abogacía durante


mucho tiempo, pero mientras unos repudian la abogacía por el
procesalismo que eterniza el conflicto haciéndolo trasmisible por herencia,
los tiranos amenazaban al abogado porque ellos fueron los primeros en
encender las luces libertarias en el corazón de los pueblos. Es pues
innegable que existe también la inconducta profesional que ha sido objeto
de muchísima literatura y profunda preocupación por remediarla.

¿CUÁL ES EL PAPEL Y LA TRASCENDENCIA SOCIAL DEL ABOGADO?

¿Cuál es la ética del abogado? Indiscutiblemente, los profesionales del


Derecho tienen un compromiso con la sociedad, con el estudio y con la
justicia. De lo anterior, los abogados mexicanos tenemos un compromiso
con la ciencia jurídica y con el proceso de transformación del Derecho.

La ética en el profesional del Derecho es de suma importancia. En razón


que el Abogado debe mostrar ante la sociedad una conducta íntegra y
ceñida a los parámetros de lo moral, de la equidad y el desprendimiento
de sus propios intereses.

Debe poner sus conocimientos al servicio de las causas justas. Por ello,
la justicia, la honestidad y la lealtad son valores de un buen Abogado.

En este orden de ideas, no hay términos medios. Se es o no se es ético y


quien sí lo es, vive conforme a lograr una vida buena, con la razón y
equilibrio; con una vida de servicio a los demás.

El abogado debe captar de manera clara la Ética, en la vertiente que va de


la mano con justicia, con el sentido del Derecho.

La Ética, está vinculada a la eficiencia y al bien común. En este sentido, la


ineficiencia es una forma de corrupción en que se distorsiona la base del
Derecho que es el bien común. Por tanto, no se cumple así con las
vertientes en la convicción y en la responsabilidad.
El abogado debe tener presente que es un servidor del Derecho y
un coadyuvante de la justicia; su esencia profesional es defender
diligentemente y con apego moral los derechos de sus clientes.

El Derecho implica dar a cada quien lo suyo y lo que le corresponde,


además que la justicia sea el centro de la acción de cualquier gobierno y
ente público. De tal forma, la seguridad jurídica es la única manera para
que los hombres en sociedad tengan la posibilidad de vivir en paz.

Hablando de la grandeza del abogado, está en su dignidad profesional, lo


que significa que debe servir a la ciencia jurídica para alcanzar la justicia.
Hay que hacer valer las disposiciones legales para hacer cumplir el honor
profesional del abogado, con razón, con prudencia y con honestidad. Sin
embargo, pocos son los miembros de la comunidad jurídica, que se ajustan
a la ley para vivir plenamente en un Estado de Derecho.

En suma, la Ética no hay sólo que aprenderla sino vivirla y no debe ser
únicamente una norma sino una práctica cotidiana.

“Hoy la responsabilidad social es un tema muy relevante; sin duda, es


transversal a todas las profesiones. El derecho, y en particular el ejercicio
de la abogacía, no pueden permanecer ajenos a ello. Nuestra futura
profesión es una herramienta valiosa y eficiente en la búsqueda del bien
común, entendida su trascendencia puede identificarse fácilmente el rol
social de la carrera. La abogacía viene evolucionando a través de la
reivindicación de la ética y el profesionalismo de la carrera busca recuperar
el prestigio de la abogacía en el país, movilizando así a la opinión pública
y transmitiendo una imagen más solidaria, a la vez que humana, y más
cercana a los necesitados de amparo jurídico”.

LA ÉTICA Y EL DERECHO

Algunos autores determinan que el derecho tiene un concepto tridimensional,


y uno de ellos es el autor Mario Álvarez, en donde expresa lo siguiente: “El
fenómeno jurídico tiene tres dimensiones: como hecho social, como norma
jurídica y como valor… la ciencia del derecho nos ofrece la primera
perspectiva científica del fenómeno jurídico en su presencia estrictamente
jurídica que se refleja como el conjunto de normas coactivas que prescriben
la conducta social de vida…, la tercera dimensión en que se expresa el
derecho es la valorativa o axiológica…”

La ética como normatividad interna de la conducta del hombre tiene una forma
de manifestación colectiva, en tanto reglas de conducta de carácter
incoercible socialmente aceptadas, que prescriben lo que está bien o mal, lo
que debemos hacer o no hacer en nuestra relación con los demás, distinguir
lo moral de lo jurídico no es negar la relación sino precisarla.

Para Kant, “la libertad humana se rige por leyes morales, porque se dirigen a
regular su comportamiento; las leyes morales que regulan el comportamiento
externo de los hombres son las leyes jurídicas.”

Las normas morales se encargan del ámbito interno de la conducta humana y


las normas jurídicas de su ámbito externo.

Ética de la Abogacía

De manera general, todo comportamiento del profesional que no tenga un


carácter meramente técnico, pero que esté vinculado de cualquier forma al
ejercicio de la profesión, entra en el ámbito de la normativa deontológica.

De acuerdo con sus características, los principios generales en su esencia


son idénticos en su moralidad o eticidad.

Por tal razón, se concibe que la ética se encuentra en todos los actos del
hombre, su importancia constituye en sí misma un hecho auspicioso y viene
a cubrir una sentida necesidad moral para la convivencia humana. Cada uno
de los casos se fundamenta en el principio general de ética que consiste en
no perjudicarlos con sus servicios, a sus clientes, sino en hacerles un bien.

CRISIS DE LA ÉTICA DE LA ABOGACÍA

1. ABOGACÍA FUNCIÓN PRIVADA DE EJERCICIO PRIVADO


Mirado epidérmicamente el asunto, parece que el descenso de la abogacía
no es sino resultado del incumplimiento de las normas morales que regulan
su ejercicio y la conducta privada del abogado. Pero el problema es
indudablemente mucho más profundo y cala en la esencia misma de las
relaciones sociales, en la propia naturaleza del derecho y en la ética
general de la sociedad.

Parece que el descenso ético de la abogacía no es sino el resultado del


incumplimiento de las normas morales que regulan su ejercicio
la conducta privada del abogado.

El concepto de la abogacía ha cambiado también con la propia evolución


del derecho, que es su instrumento fundamental de acción por la propia
naturaleza del derecho que utiliza como vehículo para lograr esa justicia
del caso particular, su mision directa no es pues la sociedad es más bien
el interés del cliente, en cuya defensa pone el fuego de su gloriosa palabra

2. ABOGACÍA FUNCIÓN PÚBLICA DEL EJERCICIO PRIVADO


Se trata de una abogacía que, por presión del derecho, mira ya no
solamente la justicia del caso particular, sino que en ella se
encuentra comprometido el orden social del modo tal, que la solución del
conflicto de intereses que defiende el abogado libre repercute
necesariamente en la colectividad. Pero quien desempeña esa función
pública conscientemente será solo el abogado de elevada moral que,
responsable de su ministerio pacificador, se convierte en el primer
realizador de la justicia' es decir, en el primer juez.

En 1920 Piero Calamandrei desarrollaba el concepto de la abogacía como


función social de ejercicio privado, cuando decía que la justicia no podría
funcionar si no existiesen los profesionales del derecho y, exigiéndoles
garantías de cultura y probidad, estimaba que el abogado debería ser a su
vez “garantía de seriedad y buena fe para el juez”, calificando du
naturaleza de Función Pública pero de ejercicio privado, esto debido a que
en ella encuentran comprometido el orden social.

3. ABOGACÍA FUNCIÓN PÚBLICA DE EJERCICIO PÚBLICO:


Pero, junto a los nuevos principios del derecho de la sociedad clasista,
después de la Segunda Guerra Mundial, también en el panorama de la
historia, se presenta un nuevo derecho: el derecho socialista.
Caracterizado fundamentalmente por la asunción de las clases
trabajadoras poder del Estado, con el fin de lograr una organización de la
sociedad en la cual exista una igualdad política, social y económica de
todas las personas.

Este derecho de la sociedad socialista, que merece en este momento


profunda atención de las Facultades de Derecho norteamericanas,
europeas y algunas latinoamericanas, necesariamente tiene que inspirar
una concepción nueva de la abogacía, que podría resumirse como
abogacía función pública de ejercicio público (realizada en cabeza de
personas naturales en nombre del Estado cuyo fin está encaminado al
logro de los fines esenciales del mismo Estado), en la que suprimido el
carácter de ejercicio liberal, vale decir potestativo o privado del
profesional, se organiza como servicio público bajo el contralor del Colegio
de Abogados o de la Barra de Abogados en los países socialistas.

LA PLETORA PROFESIONAL.

Más que de la gran oferta de abogacía en nuestros países, esta resulta


de las desiguales condiciones estructurales que hemos mencionado. 3o
es cierto que en Latinoamericanas sobren abogados lo que si es cierto
es que en muchas urbes latinoamericanas exceden a la demanda
profesional, por ejemplo, en Perú que son muchos los abogados
mediocres, que escogen cualquier camino para subsistir y son realmente
pocos los que enaltecen la profesión, uniendo en armonioso equilibrio
entre versación y probidad.

Se dice que la abundancia profesional está presente fundamentalmente


en las urbes ya que en los campos de muchos países latinoamericanos,
por la miseria en que viven los campesinos, no están estos lugares
capacitados para captar trabajo profesional alguno.(estas carencias,
determinan que los abogados se concentren en las ciudades grandes
o pequeñas, en especial donde este la capacidad industrial o comercial
que les permitan consumir servicios profesionales, teniendo como
consecuencia de la implacable oferta de abogacía, el descenso de la ética
profesional, donde el abogado por la gran competencia, recurre a
cualquier medio para subsistir, si es que no termina por abandonar la
profesión y acogerse a la burocracia estatal que en América Latina es
también paso que enjuga fracasos, o al campo del magisterio, negocios,
finanzas o la política misma y mal llevada, sin decir que hay muchos
abogados dedicados al comercio ambulatorio o a servir el transporte de
taxi. He aquí una clara demostración de cómo las condiciones
estructurales de la sociedad determinan también la ética profesional.

VIOLACION CONSCIENTE DE LA DEONTOLOGÍA FORENSE POR EL


TINTERILLAJE.

La competencia profesional debería resolverse normalmente por el


estudio, la capacidad, la dedicación con que el abogado sepa destacar
entre mucho a base de esfuerzo. Pero en la mayoría de los casos no se
resuelve de ese se escogen más bien los caminos fáciles
del procesalismo y la deslealtad y se entra, entonces, conscientemente
en la violación de las normas de la deontología forense creando aquel
modo de ejercicio profesional que acertadamente se ha venido a
denominar tinterillaje.

DRAE considera el sustantivo tinterillo, para designar al (picapleitos,


abogado de secano, rábula” esto es que tinterillo es estimado como aquel
que sin título ejercita la abogacía o el firmón o el picapleitos.

Como concepto amplio, el tinterillaje es la mentalidad que toma el


engaño como instrumento principal de lucha, que crea una ética social
que estima justa la miseria del indio la pobreza de las grandes mayorías
a la que no le importa los medios que se usen con tal de perennizar el
atraso social en beneficio de unos cuantos y en perjuicio de los demás.

Por eso resultan formas de tinterillaje las ventajas que se obtienen con el
engaño, las promesas incumplidas de los políticos, la demagogia, la
traición constante a los intereses delos pueblos por parte de los líderes y
partidos. (s tinterillaje, la hipocresía con que se encubren los delitos de
ciertos personajes prominentes del ambiente político social, la
mixtificación de los hechos, la mentira institucionalizada. Y donde ese
sentido ético se acentúa como burla del derecho es principalmente en el
campo jurídico y es en la relacion con el abogado, con el magistrado, co
n la administración de justicia y la aplicacion de la ley, en que se encuent
ra la expresión judicial en su concepto limitado tras manifestaciones del
tinterillaje seria desde el fabulismo, que constituye el ejercicio ilegal de la
profesión, hasta el ejercicio desleal de la profesión por quien teniendo
título y habiendo sido autorizado por el estado para defender la verdad y
la justicia, somete la tesis de derecho por los vericuetos de la astucia y el
engaño, con ultraje a la misión social que se le autorizo. Este concepto
del tinterillaje como burla del derecho y la justicia nos presenta, varias
manifestaciones de conducta inmoral:

A. El ejercicio ilegal de la abogacía por persona lega.


B. El favorecimiento al ejercicio ilegal de la abogacía por parte del
abogado.
C. El ejercicio desleal de la abogacía por persona titulada, el procesa
lismo las deformaciones del proceso.

A. EJERCICIO ILEGAL DE LA ABOGACÍA.

El ejercicio de la profesión por el rábula que carece de título para abogar,


resulta comportamiento inmoral únicamente en cuanto contradice la
norma legal que prohíbe ejercer la profesión ahí donde existen abogados.
Entonces la naturaleza moral e inmoral del ejercicio estará en relación con
la presencia o ausencia de profesionales en el medio de que se trate. De
donde también resulta que indirectamente las condiciones estructurales
de la sociedad en vía de desarrollo, en muchas de cuyas aldeas o
capitales de distrito, no existen abogados, yacen moral al rabulismo en el
ejercicio de un ministerio que irrecusablemente debe estar en manos del
profesional titulado. En el Perú la ley Nº 11781 de 29 de febrero de 1952
estableció que para que la profesión sea ejercitada por letrados era
preciso que en un lugar hay por lo menos tres de ellos. Si no lo hubiese la
defensa se llamaba libre y podía ejercitarla cualquiera. Las condiciones
estructurales de los países en vía de desarrollo determinan una legislación
justificativa del rabulismo, que admite inclusive su participación en la
propia administración de justicia.
B. FAVORECIMIENTO AL EJERCICIO ILEGAL

A diferencia, el favorecimiento al ejercicio ilegal de la profesión constituye


violación consciente de las normas de ética y abdicación de la misión
social del abogado. La deslealtad se expresa en este caso por la actitud
consciente del abogado que se presta a suscribir, como suyos,
petitorios ajenos y aparentar ser el defensor siendo así que quien loes
realmente carece de título para abogar. Este es un vicio, que ha ingresado
ya en el campo del delito, inherente al descenso ético del abogado, pero
que no resulta solamente de la conducta del firman. Es resultado también
de aquella otra causa de la crisis de la abogacía, de la plétora profesional
en las ciudades donde muchas veces los rábulas sustituyen a los
abogados y estos convertidos en ellos, se limitan a firmar los escritos
de los rábulas para no perecer. También en esta manifestación del tinteri
llaje encontramos determinantes las condiciones socio – económicas.

C. EL EJERCICIO DE DESLEAL DE LA ABOGACÍA, EL


PROCESALISMO Y LAS DEFORMACIONES DEL PROCESO.

La forma más peligrosa e inmoral de tinterillaje es el ejercicio desleal de


la profesion, llamamos ejercicio desleal de la actividad que realiza el abo
gado, que habiendo prestado juramento para defender la verdad y la
justicia la escamotea y la niega, extraviándola en el laberinto del
procesalismo. Es desleal el abogado que ejercita maliciosamente los
recursos permitidos por la ley sin que ellos desempeñen un papel
necesario en la evolución del proceso sino, más bien, con propósito de
dilación, chantaje, ofensa o represión. El procesalismo es la conducta
"habitual del abogado desleal que deforma la misión
del procedimiento para convertirlo en un instrumento de lucro personal
con agravio de la administración de justicia, del interés del propio cliente
y del ministerio de paz social que debería ser la abogacía. El
procesalismo se inspira, sobre todo, en el procedimiento escrito
preponderante en América Latina, en la elasticidad de las normas
procesales y en la lentitud de la administración de justicia.
Este es el abogado que condenaron literatos y políticos juristas y vulgo.
Este el abogado enredador del hilo de la justicia, el que constituye una
deformación patógena de la abogacía. Junto a estos factores, la lentitud
en la administración de justicia, la
crisis del proceso, resulta tambien caldo del tinterillaje, donde el abogado
desleal se ceba y encuentra amplio campo para su acción nefasta es en
el proceso en vez de ser garantía de administración de justicia se
convierte en enfermedad social por su duración y resultados. La justicia
que tardía no es justicia. Entonces se perenniza, o que por las propias
condiciones del poder jurisdiccional no permite una decisión rápida del
conflicto de intereses, no es garantía de que la justicia sea esclarecida y
concedida a quien le corresponde. Se transforma en padecimiento de la
sociedad, que ya de sufrirlo y mirarlo con desconfianza. Se produce
entonces la quiebra del principio de seguridad que debe reconocer la
sociedad en el poder jurisdiccional y se entiende el desprestigio y la
desconfianza, expresado en la sabiduría popular del adagio “más vale un
a mala transacción que un buen pleito”. El procesalismo, ósea
la deformación del proceso por el tinterillaje puede presentar las
siguientes manifestaciones:

A. DEFORMACION DEL PROCESO EN INSTRUMENTO DEL


CHANTAJE:

Consecuencia directa de la ligereza en la administración de justicia, en la


que está comprometida la ética de la magistratura, es que el abogado
desleal utilice la amenaza del procedimiento para obtener ventaja
patrimonial constantemente se ve a esa clase de abogados atemorizar al
adversario con proponer una acción judicial. En realidad, dentro de
regímenes en que el proceso de desarrollo normalmente y tenga el
resultado de justicia que haga corresponder la verdad judicial con la
verdad real, la amenaza de una acción dejaría de tener importancia el
pueblo tendrá confianza en que cualquier reclamación injusta habría de
ser siempre esclarecida y derrotada. La acción atemorizante surte efecto
por que la sociedad sabe que el proceso puede perfectamente
decidirse en contra de la justicia, precisamente porque el abogado desleal
es campeón en ardid, medios inmobles, por los cuales demorará el
proceso o torcerá la decisión, haciendo que la verdad judicial no
corresponda a la verdad real vale decir obteniendo una sentencia, que
no corresponda a la justicia. Se teme el litigio, y se le teme con razón,
porque es realmente una terrible enfermedad de la sociedad
subdesarrollada, que compromete y corrompe a los cuadros ideológicos
que la guían y afectan en la propia vitalidad del
pueblo. Este temor es aprovechado por el tinterillo para obtener ventaja
entonces es no son pocas las personas que compran su tranquilidad al
precio del chantaje.

B. DEFORMACION DEL PROCESO EN INSTRUMENTO DE OFENSA:

El abogado desleal, es decir, el tinterillo profesional suele asimismo usar


el proceso como vehículo de ofensa difamatoria al amparo de aquella
norma que en los pocos códigos penales dejan sin más sanción que las
disciplinarias los agravios vertidos en juicio.

Igualmente, la ofensa se utiliza como instrumento de extorsión y el difa


mador compra su silencio a precio caro. Por cierto, en este caso también
está comprometida la responsabilidad del juez. Y el magistrado no es
capaz de reprimir la conducta del abogado desleal y recuperar el
proceso a su verdadero destino como sucede generalmente, entonces e
stán abiertaslas puertas para la extorsión y para la ofensa que satisface
los enconos del cliente y la morbosa mediación del abogado desleal, que
jamás sabe de independencia frente al propio cliente.

C.DEFORMACION DELPROCESO EN INSTRUMENTO DE


REPRESION DE LAS IDEAS.

Otras de las deformaciones frecuentes del proceso, en los países


sub desarrollados, en la que juega el papel primordial el abogado desleal,
es aquella en que el proceso se transforma en instrumento de represión
de las ideas.

Hemos dicho que la sociedad sub desarrollada, promulga un derecho


injusto en sí, porque conculca los derec"os ínsitos al a dignidad "umana
en defensa de los parciales intereses que protege con la política el derec
ho general. Pero como la política el derecho general no corresponde a la
s ansias justicieras de los pueblos, para silenciar el reclamo de las masa
s o de los grupos o partidos que repugnan deestos sistemas de gobierno,
se promulga un derecho represivo de las ideas y se entra al proceso de
opinión. Se promulgan expresamente de defensa de la democracia, de la
seguridad interior o cuando se aparenta derogarlas, el proceso ante el
fuero privativo militar, sustituye el hecho"ec"o o con ventajas en
el "ec"o con ventajas
a lasle es represivas, por las largas prisiones, la dilaci!n, la conculcaci!n
de losderec"os del reo o la defensa sobre todo, del principio de la
igualdad de las partesen el proceso. B aquí juega papel decisivo el
abogado desleal que no pocas vecesrecurrir a la denuncia calumniosa
para atemorizar, obtener ventaja, patrimonial, oalejar por algún tiempo de
la palestra al contenedor que quedara en las mazmorrasde la tiranía
mientras sola "ará comprar su astucia

C.DESVINCULACI/N ENTRE LA FACULTAD DE DERECHO Y ELABOG


ADO

;inalmente, desde el punto de vista acad%mico, el asunto de las


relaciones entre laacademia la profesi!n esta directamente entroncado
al problema de la ense$anza oquizás más bien el rol general de la facultad
de derec"o frente la a %tica delabogado.Lo cierto es que el abogado sale
de la facultad sobre todo peruana se enfrenta larealidad por sí solo, sin
la menor colaboraci!n de la universidad, entonces
tanto por su formaci!n es predominantemente te!rica como porque jamás
recibi!

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lecciones de %tica el duro impacto de la vida lo conduce muc"as veces a


utilizarmedios vedados para poder subsistir.(n esa etapa imprecisa en que
muc"as veces suele decidirse el destino de los"ombres, el abogado
reci%n egresado no tiene la a uda que la facultad debería darle,tanto
desde el punto de vista de las necesidades materiales como culturales
morales. B esa falta de a uda contribu e al descenso del nivel %tico
del abogado.La universidad no puede controlar la conducta de los
egresados. A estos se suma lainactividad en la acautela de la %tica
profesional de los colegios de
abogados,resultará que el abogado carece totalmente de au&ilio cons
ejo. #eguirá buscándolos buenos o malos caminos simplemente a su
albedrio, bajo la presi!n dela fuerza de la necesidad.

D.FALTA DE PLANIFICACI/N Y PROMOCI/N DIVERSIFICADA


DE LAABOGACÍA

A la falta de ense$anza del a %tica de la abogacía se suma la propia


conducta de launiversidad latino americana, en la que todavía no se "a
intentado, que sepamos,
lainvestigaci!n científica de la realidad social en el campo del requerimie
nto profesional. Las universidades dentro de ellas las facultades
escuelas de derec"oo de ciencias jurídicas, siguen promoviendo cuadros
profesionales sin saber si lasociedad lo necesita o no. Las facultades de
derec"o siguen profesionalizandosolamente abogados creemos que
en muc"os países del nuestro continente no "aningresado en el verdadero
camino del a funci!n universitaria' vale decir, en la decrear ciencia nueva
por la investigaci!n por la realidad, la falta de
investigaci!ncientífica, determina entonces que la abogacía se pro ecta
solamente en tresdirecciones limitadas: la abogacía Kla de defensa , la
magistratura, la
docencia jurídica, sin embargo, el requerimiento de la sociedad en vía de
l desarrollo espera

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indudablemente que las facultades de derec"o promuevan cuadros de


asesoría,especializados tambi%n en los campos de la planificaci!n, el de
sarrollo laintegraci!n, que conmueven en este momento la preocupaci!n
científica continental que son absolutamente necesario para establecer
la ecuaci!n entre ciencia política a la que debe aspirar nuestros pueblos
gobernados siempre por el empirismoque sirven bien los intereses de los
grupos gobernantes.)entro de una perspectiva tan restringida es
pues l!gico que la ma oría de
cuadros profesionales que egresan del as facultades tengan que dedicar
se a ejercer laabogacía, que la congesti!n de donde se utiliza el derec"o
no para llegar a la justicia sino como "erramienta de actividad
artesanal.999.G.+ausas que provienen de las +ondiciones del (jercicio.(n
cuanto a las causas que provienen de las condiciones del ejercicio
profesional podremos tratar, mas bien, aquellas limitaciones al ejercicio d
e la defensa o laconculcaci!n de la garantía de la defensa' frente a las
cuales la falta de entereza moraldel abogado, por temor, conformismo,
conciliaci!n con el cliente, etc. viene a resultartambi%n una forma de
inmoralidad. 3o es solo una conducta inmoral del abogado desleal que tu
erza la decisi!n de la justicia armado de ardides enga$os' lo es tambi%
n lo del abogado desleal que sinembargo de su lealtad por temor al poder
o conciliaci!n con el temor del cliente no seenfrenta a reconquistar el
derec"o a la defensa, que es garantía ínsita a la
dignidad"umana. (l dejar consumar la injusticia a sabiendas, es tambi%n
una forma deinmoralidad. B es grave, sobre todo en los países en vía de
desarrollo, donde el papeldel abogado leal es poderoso instrumento de
luc"a por la libertad.

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(n nombre de la democracia el orden en nuestros países suele
entronizarse tiraníasque destru en las libertades pretenden organizar
la sociedad con el desorden,
cárceleso destierro. B cuando el abogado leal, consciente de su ministeri
o ordenador pacificador luc"a por las libertades mutiladas es frecuente
que se le cercene el derec"o ala defensa.(ntonces, tambi%n suelen
producirse defecciones abogadiles. #in embargo, la normamoral debería
e&igir al abogado luc"ar por el derec"o a la defensa, no solo porque es
laesencia de su ministerio, sino porque es parte del a luc"a por la libertad,
puesto que jamás "abrá libertad a"í donde no se permite defenderla

LA CRISIS DE LA ABOGACIA PERUANA

La abogacía es una profesión vinculada a dos grandes conceptos que el


maestro Álvaro d’Ors describió como la díada fundamental del derecho
romano: el concepto de autoridad y la realidad del
poder. Auctoritas y Potestas. Para nadie es un secreto que la abogacía
peruana está pasando por una crisis vinculada al escándalo de Odebrecht
y a la corrupción sistémica que atraviesa el orden de la vida pública. De
alguna forma, en vez de optar por el saber socialmente reconocido, es
decir, en lugar de buscar la autoridad, algunos abogados han optado por
abrazar el poder sirviéndose de él, en lugar de servir al derecho y la
justicia. Mi maestro Rafael Domingo dice que el jurista tiene que ser un
hombre independiente del poder político, de lo contrario dejará de ser
“molesto” y pasará a ser “modesto”. Hay que controlar al poder, no servirse
de él. Un dependiente del poder político no tiene independencia jurídica.
Es preciso restaurar el equilibrio entre la autoridad y el poder pues de ese
equilibrio nace el derecho, y para restaurar este equilibrio hace falta
analizar las raíces de la crisis de la abogacía peruana.

La crisis está ligada a la ética profesional. Si hablamos de ética profesional


en el plano de la abogacía tenemos que preguntarnos por la forma en que
los abogados son percibidos por la población. Llegados a este punto es
preciso hacer un esfuerzo de autocrítica. Los peruanos no están contentos
con sus abogados. Y los abogados son los operadores que luego se
transforman en jueces, fiscales, catedráticos, etc. La calidad de las
instituciones está relacionada con la calidad del liderazgo de las personas
que trabajan en ellas. La crisis de la profesión repercute directamente en
la democracia, en el Estado, en la comunidad política, en las empresas,
en el orden público.

Pensemos, por ejemplo, en lo que está sucediendo con la corrupción en


nuestro país. Ciertamente, los abogados no somos los únicos
responsables. Los políticos y los empresarios algo tienen que ver. Pero
ningún observador imparcial puede negar que formamos parte del
problema. Y si somos parte del problema tenemos que hallar la solución.
Los abogados debemos generar soluciones para la crisis institucional que
atraviesa el país. La ética siempre tiene una dimensión performativa, una
dimensión efectiva; de lo contrario es poesía, una mera declaración de
principios que se pierden en la nada y provocan la desconfianza de los
ciudadanos en las instituciones. Por eso la ética tiene que apoyarse en
el management, en la gestión por resultados. El déficit de confianza, la
inseguridad jurídica, los altos índices de litigiosidad y la legislación
motorizada que caracterizan al Perú son el producto de la crisis ética que
muestra su dimensión jurídica.

A veces los abogados olvidamos que el derecho está unido


indefectiblemente a la justicia. Como decía Ulpiano: “Iustitia est constans
et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi”. La justicia es la continua
y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo. “Lo suyo” implica siempre
un juicio de moralidad. La ética está unida al derecho, los límites del
derecho los fija la ética. Sin embargo, en la actualidad contemplamos cómo
el pensamiento posmoderno ha creado un derecho relativista, valga el
oxímoron, un derecho posmoderno en el que lo justo y lo injusto están en
función a la coyuntura, al interés político o, peor, a la penetración de
ideologías disolventes. El Perú no es ajeno a esta tendencia global del
derecho relativista, un derecho evanescente donde los principios son
mediatizados. La tarea del abogado de nuestro tiempo, la tarea del jurista
de hoy, consiste en discernir lo justo de lo injusto.

Por eso, hay que recuperar la relación de veracidad entre la abogacía y la


ética. Urge recuperar la autoridad de la profesión. Las facultades de
derecho tienen una gran responsabilidad en este tema. La calidad de los
abogados es el reflejo de la calidad de las facultades de derecho de un
país. San Agustín decía que los reinos sin justicia se transforman en
bandas de ladrones. Lo mismo es aplicable a las profesiones. Sin justicia,
la abogacía se transforma en una banda de ladrones. El derecho sin un
marco ético, el derecho sin principios absolutos, sin un marco moral de
referencia, se transforma en la herramienta de la corrupción y el
desgobierno.

El diagnóstico de la crisis es severo, pero no por eso debemos


desanimarnos. Al contrario, lo propio de la abogacía es transformar la
realidad del mundo donde actúa; el abogado siempre fue un operador de
principios jurídicos, un cooperador de la justicia. Para combatir la crisis que
padecemos tenemos que retornar a la aplicación de la justicia. La
abogacía, en este sentido, tiene que ser una cooperadora de la justicia y
de la misma forma en que los filósofos son cooperadores de la verdad
(cooperatores veritatis) los abogados peruanos debemos de ser
cooperadores de la justicia (cooperatores iustitiae). El marketing jurídico
tiene que reflejar la verdad y la justicia de la profesión. Después de todo,
cuando elegimos el derecho optamos por defender la mejor causa. La
nueva generación de abogados peruanos debe comprender que, sin
autoridad, sin justicia, sin principios y valores, el derecho no pasa de ser
una triste ficción.

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