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El agua para potabilizar, es decir, para que sea apta para el consumo humano,
puede obtenerse de fuentes superficiales (ríos, lagos, diques) o fuentes
subterráneas (aguas de perforación). El agua potable puede ser consumida por
personas y animales sin riesgo de contraer enfermedades. El término se aplica al
agua que ha sido tratada para su consumo humano según unos estándares de
calidad determinados por las autoridades locales e internacionales.
La organización espacial de estos fragmentos; esto es, contenidos, tamaños relativos, tipo
de distribución espacial; distancia y conectividad entre ellos, influye las tasas y los tipos de
procesos biológicos y humanos en el territorio. Asimismo, los tipos y tasas de los procesos
ecológicos y, especialmente los sociales, afectan el patrón. La asociación entre patrones y
procesos depende de las escalas espacial y temporal. La estrecha relación patrón-procesos
significa que sería posible diseñar el espacio ubicando los usos de la tierra de manera de
favorecer la sostenibilidad ecológica y social de un territorio, a múltiples escalas espaciales
y temporales.
La ecología de paisajes recibió un impulso muy fuerte en la década de 1940 cuando, como
consecuencia de la guerra mundial, se desarrolló la tecnología de las fotografías aéreas, la
fotogrametría y la fotointerpretación. El desarrollo histórico de la ecología de paisajes es
muy interesante porque muestra cómo la realidad política y social de cada imperio afectó el
enfoque y los métodos empleados en el estudio de los territorios colonizados. Visto a
distancia, este hecho se manifiesta en la aparición de Escuelas de Pensamiento, que fueron
adoptadas más tarde por investigadores de las colonias muchos años después de haberse
independizado. Por ejemplo, en la Argentina, donde la ecología de paisajes se tradujo como
Ecología Regional, el pionero en los estudios ecológicos espacialmente explícitos fue el Dr.
Jorge Morello, quien en la década del 1960 realizó el primer análisis regional en nuestro
país, en el Gran Chaco, basándose en las ideas y métodos de la Escuela Anglosajona. Las
experiencias y enseñanzas de J. Morello se dispersaron a otros países latinoamericanos a
través de sus discípulos y siguen multiplicándose las aplicaciones, con las adaptaciones, a
través de los discípulos de éstos.
En la actualidad, existe una polémica acerca del campo de acción de la ecología de paisajes.
Algunos investigadores apoyan el concepto biofísico de ecología de paisaje, como una
rama del conocimiento que se ocupa de las relaciones patrón-procesos ecológicos a
múltiples escalas. Otros prefieren considerar a la ecología de paisajes como una
transdiciplina orientada a la solución de problemas socioeconómicos. Un tercer grupo de
autores abogan por lograr una integración entre ambos enfoques. Y, finalmente, un cuarto
grupo entre el cual me encuentro sostiene que la integración no es necesaria ni útil, sino que
debe haber una complementación de modo que cada enfoque se nutra del otro (Metzger,
2008) (10)