La Obra de los santos Ángeles
Cartas de formación
El primer Año: Preparación para consagrarse al santo Ángel Custodio
La primera dirección fundamental: Adoración
En la Obra de los santos Ángeles tratamos de
realizar la Consagración a los Santos Ángeles, como
vínculo sagrado, de cuatro distintas formas: en la
adoración, en la contemplación, en la expiación y en el
apostolado. Estas son las cuatro orientaciones
fundamentales de la espiritualidad de la Obra de los
Ángeles.
En primer lugar deseamos la ayuda de los santos
Ángeles para vivir en la presencia de DIOS como
verdaderos adoradores del PADRE (Jn 4,23-24).
Deseamos especialmente su apoyo angelical en la
celebración de la Sagrada Liturgia y en la Adoración del
Santísimo Sacramento.
¿Qué es la adoración?
La dificultad que a veces las personas tienen con la
adoración, es no saber cómo hacer o qué hacer durante
la adoración. De hecho, la adoración, que es un acto de
reverencia, puede consistir en un simple estar
calladamente delante de Dios y sin actividades.
Hallamos algunos ejemplos de santos y ángeles en
adoración en las páginas de la Sagrada Escritura (...) y
conocemos también cuadros y estatuas de los ángeles
curvados en adoración, mas estamos incapaces de
imaginar exactamente lo que ellos están haciendo. Y
muchas veces su adoración consiste sólo en la repetición
de las palabras “Santo, Santo, Santo”.
Podemos decir que la meditación dirige nuestra
cabeza; la expiación nuestro corazón, y la misión
nuestras manos. ¿Pero, qué queda para la adoración? No
siendo una cosa solamente de la cabeza, del corazón o
de las actividades exteriores, ¿en qué cosa consiste
entonces esta dirección fundamental? La pregunta es
importante, porque la adoración es la más fundamental
de todas las direcciones.
¿Cómo practicar la Adoración?
Observemos dos aspectos: En la adoración a Dios,
el alma, consciente del propio pecado, baja los ojos
delante de Su gloria. Para adorar, el alma debe entrever
la gloria de Dios, quiere decir, su grandeza inaccesible y
su santidad incomparable. Cuando Dios se revela como
trascendente, simultáneamente se revela también como
muy próximo, porque es Amor. El Dios Santo es
CARTA Nº 8
también inseparable del Dios Amor, que nos hace
participar de su vida trinitaria. Porque la santidad de
Dios es un misterio que escapa siempre al dominio del
hombre, no le queda para el hombre si no el postrarse,
tapar el rostro y oír a Dios que lo llama por su nombre.
En este proceso Dios Santo no aniquila al pecador, sino
que lo purifica.
En la adoración el alma debe anhelar a Dios con
todas las fuerzas del corazón, pero sin querer apoderarse
de él. El alma, solamente posee a Dios, cuando Él viene
a su encuentro. Pero el deseo “obliga” a Dios a bajar, y
si Dios baja, hará ascender el alma. Pasamos en la
oración, anhelando a Dios, sin captarlo ni anexarlo.
Adorar a DIOS no es otra cosa que reconocerLe
como DIOS. El conocimiento de DIOS es el primer paso:
¡Conocer a DIOS! La adoración es el segundo paso: re-
conocer a DIOS. No basta conocer a DIOS, hay que
reconocerLo también como DIOS y acoger lo que
reconocemos; luego, hay que aplicarlo en nuestra vida –
es decir, hacer fructificar lo que reconocimos–. Una
cosa es saber que DIOS es el Creador y que nosotros
somos Sus creaturas – y otra cosa es acoger y aceptar lo
que reconocimos.
Por ello, la adoración es una exigencia del primer
mandamiento: “Amarás al Señor tu DIOS con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Cat. Ig.
Cat. 2083). En el capítulo sobre el primer mandamiento,
el Catecismo explica el significado de la adoración;
leemos ahí: “Adorar a DIOS es reconocerLe como
DIOS, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo
lo que existe, como Amor Infinito y Misericordioso”
(Cat. Ig. Cat. 2096).
En el Evangelio de San Mateo leemos: “Guardaos
de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os
digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente
el rostro de mi PADRE que está en los cielos” (Mt
18,10).
El Papa Juan Pablo II comenta este texto diciendo:
“Esta palabra ‘ver continuamente el rostro de mi
PADRE’ significa la más sublime adoración de DIOS.
Podemos decir que esto representa la ‘Liturgia
Celestial’ que se realiza en nombre de todo el universo y
con la cual se une sin cesar la Liturgia de la Iglesia en la
tierra sobre todo en los ápices de la celebración
litúrgica. Pensemos que cada día y a cada hora en todo
el mundo, en el inicio de la Oración Eucarística,
corazón de la Santa Misa, la Iglesia se refiere a los
‘Ángeles y Arcángeles’ para cantar el himno del Tres
veces Santo, uniéndose así con los primeros adoradores
de DIOS en la veneración de la Santidad de DIOS.”
(Audiencia General del 6 de agosto de 1986).
El Santo Apóstol y Evangelista San Juan también
pudo presenciar con qué intensidad viven los Santos
Ángeles en la adoración de DIOS. Arrebatado por el
ESPÍRITU SANTO pudo ver y experimentar la adoración
celestial. Así lo leemos en el Apocalipsis: “Y todos los
Ángeles estaban en pie alrededor del Trono y de los
Ancianos y de los Cuatro Vivientes, y cayeron sobre sus
rostros delante del Trono y adoraron a DIOS diciendo:
Amén. Bendición, gloria y sabiduría, acción de gracias,
honor, poder y fortaleza a nuestro DIOS por los siglos de
los siglos, amén” (Ap 7, 11-12).
El gran Teólogo Romano Guardini afirma acerca de
este texto de la Sagrada Escritura: “Aquí están criaturas
que son pura adoración, que no pueden hacer más que
adorar –sin embargo por medio de la adoración pueden
todo lo demás–.” (del libro: “Engel – Theologische
Betrachtungen”, Topos, 4° edición, 2004, pagina 44,
“El Ángel – Contemplaciones Teológicas”).
La adoración no es un mero ‘modo de actuar’ del
Ángel, sino más bien, es la acción que caracteriza su
mismo ser angelical, por medio de la cual ellos fueron
asumidos para siempre en la gloria de DIOS. La caída de
los ángeles en el pecado, al contrario, no fue otro que el
rechazo a adorar a DIOS.
La adoración no es una 'actuación' cualquiera del Ángel,
sino más bien, es la acción única que surge de su propio
ser angelical; con aquella acción de adoración los
Santos Ángeles fueron integrados y asumidos para
siempre en la gloria de DIOS.
De nuevo la Señal de la Cruz puede ayudarnos a
entender este misterio de la Criatura angelical:
Ángel fiel
| "orad sin cesar" (1 Tes 5,17), y el Papa Juan Pablo II
_____________
| (Domincae Cenae 3).
|
| Desde el inicio de su vida, DIOS condujo a nuestra
ángel caído
arriba: el Ángel en la adoración de DIOS; vida con DIOS;
abajo: el ángel que rechaza la adoración de DIOS; vida
sin DIOS.
“La Escritura habla de un pecado de estos ángeles
[2 P 2,4]. Esta ‘caída’ consiste en la elección libre de
estos espíritus creados que rechazaron radical e
irrevocablemente a DIOS y Su Reino. Encontramos un
reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a
nuestros primeros padres: ‘Seréis como dioses’ (Gn
3,5). El diablo es ‘pecador desde el principio’ (1Jn 3,8),
‘padre de la mentira’ (Jn 8,44)” (Cat. Ig. Cat. 392).
Este ‘non serviam’ (‘no quiero servir’) del ángel
caído es totalmente opuesto a la adoración del Ángel
fiel, que es a su vez la continuación eterna de su ‘sí’ a la
Voluntad de DIOS. La más grande tentación del
demonio y de los ángeles caídos por lo tanto consiste
siempre en el rechazo de la adoración de DIOS.
En el Evangelio de San Mateo leemos cómo el
diablo conduce a JESÚS a la tentación: "De nuevo Lo
llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándoLE
todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, LE dijo:
Todo esto TE daré si de hinojos me adorares. Díjole
entonces JESÚS: Apártate, Satanás, porque escrito está:
'Al Señor tu DIOS adorarás y a Él Solo darás culto'.
Entonces el diablo LE dejó y llegaron Ángeles y LE
Servían." (Mt 4.8-11)
Una frase importante se encuentra en el Catecismo de la
Iglesia Católica en el inicio de la cuarta parte sobre la
oración del cristiano: "Se ora como se vive, porque se
vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente
según el ESPÍRITU de CRISTO, tampoco podrá orar
habitualmente en Su Nombre... "(CIgC 2725).
Del mismo modo que los Stos. Ángeles viven
continuamente en la adoración y que la adoración es su
única razón de ser, ellos quieren guiarnos a esta meta
para que toda nuestra vida se torne adoración de DIOS.
Pues la adoración de DIOS es mucho más que hacer
algunos actos de adoración, más que determinadas
oraciones, como por ejemplo una hora de adoración
Eucarística.
A fin de cuentas la adoración significa la propia
"entrega a su Creador" (CIgC 1078). La adoración es
una actitud de vida, un estilo de vida. En este sentido
el Santo Apóstol Pablo escribe a los Tesalonicenses:
dice "nuestra adoración nunca debería acabar"
Madre Gabriela hacia una 'vida de adoración' por
intermedio de Sus Santos Ángeles. Esto no significa que
la Madre Gabriela estaba continuamente abismada en la
oración. Los Stos. Ángeles le enseñaron a transformar
toda su vida en adoración, hasta las más insignificantes
cosas y los deberes del día a día y también en las
angustias y pruebas.
Para poder adorar a DIOS de manera digna y auténtica,
tenemos que adaptar nuestra vida a la adoración. Quien
vive en pecado no puede adorar a DIOS de verdad. Por
consiguiente, el primer paso para una vida de adoración
es romper radicalmente con el pecado. San Basilio dice:
"Como el humo ahuyenta a las abejas, así el pecado
ahuyenta a los Santos Ángeles" y atrae a los demonios.
La vida en pecado es el opuesto a una vida de adoración
a DIOS, de una vida pues en la gracia santificante. Con
mucha asiduidad los Stos. Ángeles se empeñan
muchísimo en mantenernos unidos a DIOS mediante la
oración. La Madre Teresa de Calcuta aplicó una vez a la
oración una linda analogía del Evangelio: "Si el
sarmiento no está unido a la vid, morirá. Esta unión del
sarmiento con la vid es la oración, sobre todo el
domingo. Si esta unión se mantiene viva, el amor y la
alegría estarán presentes, de suerte que seremos el
resplandor del amor de DIOS, seremos la esperanza de la
eterna bienaventuranza y la llama del amor ardiente."
Otra condición de una vida de adoración según el
ejemplo de los Stos. Ángeles es el silencio. La Madre
Teresa de Calcuta dice: "Es difícil rezar si uno no sabe
cómo rezar. Para saber rezar hay que saber hacer
silencio. Personas que saben rezar son personas que
estiman el silencio." (Citación del Cardenal Schönborn, Viena,
Austria, Caminos de oración, editorial Dom, 2000, página 61).
Una vida de adoración según el modelo de los Stos.
Ángeles se enraíza profundamente en nuestra vida; es
una orientación fundamental que orienta nuestra vida
hacia DIOS y sólo hacia ÉL como Creador y Señor de
nuestra vida. Sólo ÉL merece esta adoración. Pero, en
nuestra vida, aparecen de vez en cuando otros 'dioses',
muchos ídolos que nosotros 'adoramos' consciente o
inconscientemente: la televisión, las vacaciones, el
coche, nuestra apariencia y fama etc. Casi cada uno
tiene sus pequeños ídolos que está adorando. (Hagamos
un examen de conciencia). Son los Stos. Ángeles que
nos enseñan que nada y nadie se anteponga a DIOS pues
a ÉL Sólo hay que adorar.
El Catecismo de la Iglesia dice: "La vida humana se
unifica en la adoración del DIOS Único. El
mandamiento de adorar al Único Señor da unidad al
hombre y lo salva de una dispersión infinita. La idolatría
es una perversión del sentido religioso innato en el
hombre. El idólatra es él que 'aplica a cualquier cosa, en
lugar de a DIOS, la indestructible noción de Dios'
(Orígenes, Cels.2,40)." (CIgC 2114)
Cuando el Evangelista Juan quiso adorar al Ángel que le
había aparecido y revelado Palabras Divinas, el Ángel le
llamó la atención regañándole: "Y yo, Juan, oí y vi estas
cosas. Cuando las oí y vi caí de hinojos para postrarme a
los pies del Ángel que me las mostraba. Pero me dijo:
No hagas eso, pues soy consiervo tuyo, y de tus
hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras
de este libro; ¡adora a DIOS!" (Ap 22, 8-9; cf Ap 19,10)
Dice San Jerónimo: "Donde está CRISTO, allí están los
Ángeles". Del mismo modo se puede decir: Donde hay
un Sagrario, hay Ángeles. En la comunión nos
volvemos de cierto modo Sagrarios vivos, adorando al
Señor en nuestro corazón, unidos con los Santos
Ángeles. San Bernardo de Claravalle decía: "Cuando
JESÚS está presente en nosotros con Su Cuerpo, los
Ángeles nos rodean como santos centinelas." (Citado en
Mary Drahos, los Ángeles de DIOS, nuestros queridos
guardianes, página 88, en italiano). La Santa Comunión
es un misterio tan sublime, un misterio del amor de
DIOS, que no podemos entenderlo con nuestra
inteligencia. La Madre Gabriela dijo: "Ninguna criatura
puede entender y agotar el Amor de DIOS, pero cada
criatura puede adorarLO." Esto lo queremos hacer, por
ejemplo en la acción de gracias después de la
Comunión. Sin duda esto es un motivo de esta palabra
del Santo Papa Pío X: "Si los Ángeles conocieran la
envidia, envidiarían a los hombres que pueden recibir la
Sagrada Comunión." (misma obra, página 88)
Si queremos vivir cada vez más una vida de adoración,
es evidente que necesitamos ayudas concretas. Una vida
de adoración se compone de muchos actos sucesivos de
adoración. Como en la Santa Misa, podemos alegrarnos
de la presencia de los Stos. Ángeles en la adoración
Eucarística, es decir, en la adoración delante del
Sagrario. San José María Escrivá de Balaguer habla de
los "Ángeles del Sagrario" (por ejemplo en "Camino").
No pensemos que la adoración en su forma concreta sea
complicada. ¡Al contrario! Lo único que nos toca es
estar verdadera y totalmente con el Señor, sin hablarLE
muchas palabras elocuentes. El Señor nos conoce, sabe
como estamos, y ÉL quiere que estemos con ÉL como
estamos también en el tiempo de adoración. Con certeza
el Señor Se alegra más de nuestra presencia sencilla,
total e indivisa que de muchas palabras bonitas.
Una joven india que estaba en Suecia en el mismo
tiempo que la Madre Teresa de Calcuta, que fue allá
para recibir el premio Nobel, tuvo la oportunidad de
hablar con ella pocos instantes antes de esta ceremonia
transmitida por la televisión. Ella comenta este
encuentro así:
 "Tenía la impresión que, durante nuestra
conversación, nada era más importante para la Madre
Teresa que yo. Parecía que se había olvidado de todo, de
que había venido aquí para el premio Nobel. Podía
haber pensado que ella había venido a Suecia sólo para
mí, por la atención y amor indivisos que me manifestó."
(de Ingeborg Obereder, bajo el resplandor del amor,
editora Miriam, 3a edición, 2001, página 9, en alemán)
Del mismo modo que la Madre Teresa concentró toda
su atención sobre esta señora de la India, así queremos,
durante nuestra adoración, obsequiar al Señor toda
nuestra atención indivisa. Más que las palabras cuenta
nuestro amor. Santa Teresita de Lisieux confesó una
vez: "Cuando me postro de hinojos delante del Sagrario,
no tengo otras palabras para decirle al Señor que éstas:
¡Señor TU sabes que Te amo! Tengo la impresión que
nunca Se enfada con estas palabras. " (misma obra,
página 25)
Finalidad de la Adoración
Como los Santos Ángeles, nosotros también queremos
adorar y amar a Nuestro Señor. Cada día queremos
disponer de tiempo para Él. Cuando vamos a la
adoración es Jesús quien nos espera con amor y alegría.
Adoración significa llevar una vida profunda de unión
con Dios. Queremos ser verdaderos adoradores ‘en
espíritu y en verdad’. Jesús está con nosotros en el
Sacramento del amor, en la Santa Misa, en la Santa
Comunión así como en todos los tabernáculos de la
tierra. Está con nosotros como Prisionero del amor para
darnos la vida en abundancia y para enseñarnos a adorar
al Padre en unión con Él.
Jesús quiere transformar a cada uno de nosotros en
un tabernáculo vivo. Continúa Su adoración al Padre en
unión con la Iglesia en todos los tabernáculos. No es
suficiente adorar solamente por algún tiempo durante el
día o hacer solamente algunos actos de adoración... todo
nuestro ser debe ser adoración. Todo lo que somos, todo
lo que tenemos, todo lo que hacemos, cada
acontecimiento debe realizarse en unión con Nuestro
Señor, el Adorador divino en la Eucaristía. Así, nos
tornamos una hostia viva, en la cual Cristo vive, piensa,
ama, trabaja, sufre, Se ofrece y triunfa. Ésta es la
finalidad de la adoración: en unión con Jesús, llevar la
misma vida de glorificación de Dios y, como Él, amar al
Padre y a todos los hombres, ser siempre agradecido, ser
un cordero inmolado en expiación por los pecados del
mundo, y por la realización de los planes de Dios, para
que el Reino divino de la Santísima Trinidad sea erigido
en nosotros, en cada alma, en la Iglesia y en la
humanidad de todos los tiempos. La adoración no es
solamente como una vestimenta exterior de la piedad
que vestimos mientras estamos delante del sagrario y
que después sacamos cuando vamos para casa o para los
trabajos del día al día.
La verdadera adoración se realiza ‘en espíritu y en
verdad’. Ella es una fuerza divina que abarca todo
nuestro ser, toda la vida y que nos configura cada vez
más, poco a poco, con la vida de Jesús. La adoración
eleva, a través de la gracia de Espíritu Santo, nuestro
modo de pensar, nuestro corazón, nuestra voluntad y
sentimientos, todas las palabras, obras y ademanes. La
adoración es la vida de Jesús en nosotros y nuestra vida
en Él. Es una confidencia con Jesús Eucarístico, nuestro
Amigo y esposo en todas las circunstancias de la vida.
Programa para este mes:
Queridos candidatos/as en el año de preparación
para consagrarse al santo Ángel en la OA, les deseo en
este próximo mes que encuentren siempre tiempo para
la oración, especialmente para la adoración del Señor en
la Santísima Eucaristía, de modo que su oración vivida
haga de Su vida una vida de oración.
Preguntas:
1- ¿Cómo realizo yo la primer tarea de la Cofradía de
los Santos Ángeles: ¿vivir en la presencia de Dios?
2- ¿Tengo tiempo para visitar a Nuestro Señor en la
Iglesia?
3- ¿Voy a la santa Misa cada día -o cuándo tengo
oportunidad- y recibo la Santa Comunión con mucho
amor?
4- ¿Renuevo muchas veces durante el día mi entrega a
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo?
Tareas:
1- Recibir la Santa Comunión como si fuese mi primera,
última y única santa Comunión;
2- Acordarse de Dios muchas veces durante el día:
alabando, agradeciendo, amando al Señor;
3- Pedir perdón por tantos agravios a Dios en el mundo,
interceder por el mundo entero, siempre uniéndose con
Jesús.
Les deseo un buen trabajo en unión con
su Santo Ángel de la Guarda