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LIC. EN ARQUITECTURA
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UAEH

CAPITULO 4
4.1 LA CUIDAD A LA ALTURA DE LOS OJOS
La batalla por la calidad se da en
escala pequeña.

4.2
Buenas ciudades para caminar. OPTATIVA I (DIAGNÓSTICO DE NECESIDADES URBANAS)

4.3 Docente. ARQ. Jairo Armando Lozano Hernandez.


Ciudades buenas para las
actividades de permanencia.
Presentado por: Sánchez Sánchez Armando.

Semestre: 8° Grupo: 2
4.4
Ciudades buenas para las
actividades de permanencia.
CAPITULO 4
“La ciudad a la altura de los ojos — La escala más significativa del planeamiento urbano”

“Caminar, pararse, sentarse, hablar y escuchar — Un buen lugar para empezar”

En los últimos años, numerosas ciudades principalmente aquellas que se encuentran en vías de desarrollo urbano
consideran de vital importancia la relación entre espacio-peatón. Es la planta baja donde los peatones tienen la
posibilidad de vivir distintas experiencias, tanto grandes como pequeñas, todo en relación directa con la
planificación de una cuidad.

Cabe destacar que lograr conseguir calidad urbana es un asunto importante, más allá de que la intensidad del
movimiento peatonal se dé por necesidad o por estímulo. Es un derecho fundamental que la gente se encuentre
con un óptimo nivel urbano a la altura de los ojos, haciendo más atractiva y funcional a la ciudad por donde las
personas circulen y exista un intercambio entre edificios, peatón, cuidad, calles.

Entre todas las cuestiones a las que un planificador debe atender, la más importante es prestarle atención a la
escala pequeña ahí es donde se da la batalla por la calidad. Partiendo desde este punto principal es donde se
consideran las actividades básicas ya que estas están relacionadas el sistema motor y sensorial proporcionando
una diversidad en el entorno.
Con la finalidad de brindar buenas ciudades para caminar, mayores elementos tratan la relación mutua entre
espacio público y el caminar urbano desde la óptica de la sociabilidad que se producen en los recorridos urbanos
tanto sobre los habitantes como sobre nociones del espacio público. Caminar en la ciudad es una práctica que anuda
múltiples temas relevantes vinculados con lo corporal y lo urbano. Los trayectos cotidianos que pueden ocurrir
suponen inmersiones en la cuidad, son una fuente persistente de experiencias capaces de remitir tanto al cuerpo y
sus usos (interacciones, distancias, ritualidades) como a la constatación de permanencias y transformaciones
urbanas en las calles y barrios por los que se traslada el peatón. Al tiempo en que se despliegan repertorios posibles
de relación con otros en el caminar en la ciudad también se activa la memoria a partir de marcas, elementos
materiales o simbólicos, presentes en el desplazamiento o bien desde evocaciones que siguen la lógica del cuerpo
y la reflexión, estas no se encuentran causalmente ligadas a un determinado entorno.

El desplazamiento peatonal adquiere importancia cuando la movilidad en las ciudades se vuelve tema de una amplia
discusión a partir de los asuntos de sustentabilidad, elementos arquitectónicos, mobiliario urbano o del derecho a
que los habitantes se trasladen con eficacia a diversos puntos de la ciudad. Aunque en las grandes urbes las políticas
de movilidad ponen el acento en las redes de transporte público, en la apertura y mejoramiento de vialidades para
el transporte de superficie, no debe olvidarse que existen gran cantidad de desplazamientos peatonales y que se
camina al enlazar diversos medios de transporte entre sí o elementos como rampas, escaleras, semáforos,
elevadores, andadores. Caminar en la ciudad, en cuanto forma de transporte si queremos lograr que la caminata
sea una actividad confortable, realizada a un paso aceptable y con el espacio necesario, tiene que haber suficiente
lugar para moverse sin interrupciones ni obstáculos severos, por ejemplo, evitando caminos rectos a este efecto se
le conoce como “la perspectiva de las piernas cansadas”. Estas cualidades se observan en áreas destinadas al
tránsito peatonal, pero raramente en veredas o calles de la ciudad. Por el contrario, es notorio cómo ha crecido la
cantidad de dificultades con la que los ciudadanos deben lidiar en el espacio urbano de ahí el hecho de que el
caminar con alguien, junto a alguien, a la vista de otros, en relación con otros, no sólo señala la cercanía física y
visual de los transeúntes como un elemento inevitable al trasladarse sino, de forma más nítida, su estructuración
como actividad social que dota múltiples sentidos al caminar en la ciudad.

En tanto y en cuanto sea posible, una ciudad que sea buena para caminar debe mantenerse así todo el año, de día
y de noche, un factor clave que ayudara a mantenerse así es una correcta illumición.

La iluminación juega un papel clave en el desarrollo y funcionamiento de una cuidad. Proveer un nivel óptimo de
luz para las personas y uno aceptable para las fachadas y las esquinas de las calles es indispensable para lograr que
la población use las vías peatonales y aumente su sensación de seguridad, como así también la seguridad real.
También hay que asegurar una cantidad suficiente de luz sobre los escalones y las superficies pavimentadas para
que los peatones puedan maniobrar de modo seguro y se sientan con plena confianza de transitar por donde ellos
quieran.
Las actividades que se desarrollan en una ciudad pueden englobarse en dos grandes grupos: las de movimiento y
las de permanencia. Los espacios públicos y las calles son y deben ser vistos como tales, áreas multifuncionales en
las que se produce interacción social, el intercambio económico y la manifestación cultural para una gran diversidad
de actores. La planificación urbana tiene la tarea de organizar estos espacios, y el diseño tiene la responsabilidad de
alentar su uso, logrando que transmitan una sensación de identidad y pertenencia. Las actividades de permanencia
pueden ser rápidamente clasificadas de acuerdo al grado de necesidad que ostentan. En un extremo se encuentran
aquellas tareas requeridas que no dependen de la calidad urbana: el comercio callejero, la limpieza y el
mantenimiento, en este tipo de escenarios podemos observar la calidad urbana que estas incluso pueden ser
utilizadas como un patrón contra el cual medir el grado de atractivo que tiene una ciudad.

Al observar la historia urbana de las ciudades, se ve como la estructura urbana y el planeamiento influyen en el
comportamiento del ser humano y en la función de la ciudad por ejemplo “el efecto borde” sucede cuando una
persona se siente en la forzosa necesidad de permanecer durante un periodo largo en un mismo lugar, esto es un
ejemplo no muy alejado de la realidad que se manifiesta en el tránsito peatonal. Como se ha señalado hacer más
calles esta en igualdad a incrementar el tránsito.

Mejores condiciones para ciclistas aumentan las ganas de andar en bicicleta, pero al mejorar las posibilidades para
que la gente camine no solo se vigoriza el tránsito, sino que también mejora la calidad urbana. Los factores que
definen si es posible realizar actividades al aire libre sería uno de los importantes el clima, ya que, si estuviera
lloviendo o hiciera mucho frío o mucho calor, sería imposible. Otro factor sería el planeamiento y el diseño urbano,
ya que esto puede influir al tipo de actividad al aire libre que se quieran desarrollar, pero para alentar a la gente a
usarlos también se tendría que incluir seguridad, protección y una razonable cantidad espacio y equipamiento
adecuado que provee un atractivo visual. Las ciudades y las áreas urbanas pueden proveer el escenario para ciertas
actividades específicas.

Los bordes urbanos como los detalles de una fachada, sean columnas, escalones, nichos o cualquier elemento
arquitectónico deben ser considerados dentro del contexto. No alcanza con que una ciudad tenga bordes, sino que
además deben contar con señales que le indiquen al transeúnte que está frente a un lugar en el cual puede
detenerse y sentirse cómodo. Todos estos elementos harán que la cuidad se sienta viva y que los peatones se sientan
parte de fundamental de ella.

El equipamiento y mobiliario urbano son herramientas indispensables que ofrece mayor flexibilidad al usuario
además de valiosas oportunidades para acomodar estos espacios de acuerdo a las necesidades de cada situación.
Tanto el carácter como el nivel de magnitud que alcanzara la vida urbana están influidos por la calidad del espacio
público es una conexión importante en sí misma. Pero este hallazgo se hacer más interesante si observamos la
relación que se establece entre las actividades obligatorias y las opcionales y las denominadas actividades sociales.
Si se alienta y se refuerza la vida urbana, se crean las condiciones necesarias para fortalecer las distintas actividades
sociales de se dan dentro del interno urbano. Alentar a las personas a caminar y a andar en bicicleta en el espacio
urbano es un punto de partida, pero no es suficiente. También se debe impulsar la opción de sentarse y permanecer
en la ciudad. Las actividades de permanencia son fundamentales si se quiere tener no solo una ciudad vital, sino
una ciudad vital y disfrutable. La gente se queda en un lugar si es atractivo, significativo y placentero. Las buenas
ciudades se parecen así a las buenas fiestas: los invitados se quedan si la están pasando bien.

Si bien un espacio atractivo no califica por cantidad, es decir no es atractivo porque exista numerosa cantidad de
personas, el espacio se vuelve atractivo cuando es popular y capaz de atraer gente hacia él. Para que el espacio sea
capaz de atraer gente, y se vuelva atractivo necesita tener una compleja y variada vida urbana, donde además de la
presencia de actividades recreativas y sociales, haya espacio para el tránsito peatonal como así también
oportunidades de formar parte de la vida urbana. Para lograr ser na ciudad considerada óptima para los encuentros
debe ofrecer oportunidades para tres actividades humanas básicas: mirar, escuchar y hablar. Con base a estas tres
actividades es necesario tener una cuidad libre de obstáculos. La tarea de un planificador es crear recorridos visuales
que faciliten al peatón tener un panorama completo de su alrededor. Las fachadas en locales tienen un rol dentro
de este problema ya que pueden facilitar una experiencia visual o impedirla.

Hablar acerca de la ciudad como lugar de encuentro y que sea optima implica pensar en todos aquellos factores en
los que las personas tengan oportunidades para los intercambios democráticos, eventos culturales, musicales donde
la gente puede expresar su alegría, su dolor, su entusiasmo o su enojo, ya sea en fiestas callejeras, manifestaciones,
desfiles o reuniones.

Es lamentable decirlo, pero muchas veces el Arquitecto considera que estos elementos son acordes con la
arquitectura propuesta, pero no proveen condiciones óptimas para encuentros urbanos de ningún tipo. Debemos
incluir equipamiento urbano donde pueda contribuir a facilitar los encuentros en el espacio urbano.

En conclusión ¿Cuándo tendremos una cuidad a la altura de nuestros ojos? Cuando contribuyamos a una mejor
planificación de ciudades pensando en los peatones como parte fundamental de un cambio.

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