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Señor, cada día estas dispuesto a mostrarnos tu amor desde toda perspectiva posible para que

tengamos una comprensión mayor del mismo y nos demos la oportunidad de experimentarlo, de
vivirlo. Cada día, nos invitas a sentarnos en tu mesa para compartir contigo tu amor sublime.

Pero, ¿cómo puedo amar al prójimo si desconozco mi propio amor?. ¿Cómo Señor, puedo dar lo
que no tengo?.

Jesús es la muestra de que debemos educar con, y desde el amor, siendo este el camino para
aprender a dar con amor, a darnos y entregarnos a los demás.

Jesús nos invita hoy a experimentar el amor pleno, el amor verdadero, el amor desprendido, el
amor que lo entrega todo para seguirlo, para imitarlo en acciones y obras, el amor que no daña a
nadie.

Y para ello nos pide que pensemos antes de actuar, que meditemos si realmente lo que hacemos
lo hacemos desde el amor, desde la entrega, desde la totalidad. Si lo hacemos, como Él lo haría
por nosotros.

¡Sentir a Jesús, es sentir el amor verdadero! ¡Vivir como Jesús, es amar al prójimo!

Señor danos los cimientos del amor de tu palabra para que tengamos la fuerza y fe necesaria para
seguir a Jesús, imitándolo lo mejor posible en palabras, acciones y obras de amor.

Llena nuestros corazones con el amor de Jesús, para que en este camino peregrino tu amor, nos
ayude a superar siempre nuestro cansancio.

Amén!

Profundiza en LUCAS 14, 25-33


Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo, sino para Dios.

Señor que en este día todo cuanto hagamos sea para honrarte y agradarte.

En ocaciones nos preguntamos, ¿cómo se si esto que hago le agrada al Señor?, si eso que haces no
le afecta a tu hermano entonces es agradable a Dios.

Y ¿Cómo puedo estar seguro de que mi conducta refleja el amor de Dios?, si lo que haces lo haces
sintiendo el amor, eso refleja a Dios.

Hoy el Señor nos invita a no juzgar ni criticar al otro, a no despreciar a nadie; pues no nos
corresponde a nosotros ser jueces sino a Dios. Esa es su responsabilidad y no la nuestra.

Pero, cuán difícil puede resultarnos esto. Humanamente, si, pero en Espíritu no.

Pues cuando el Espíritu Santo nos da la comprensión de que tanto en la vida como en la muerte
del Señor somos, sabemos que no debemos juzgar nada cuanto nos pase diariamente, pues somos
hijos de Dios y toda su creación es perfecta.

Debemos pedir a Dios comprender el para que nos pasan ciertas cosas, y que el Espiritu Santo sea
nuestra guía para discernir el QUE DEBEMOS APRENDER de esa situación para que nos
acerquemos más a Jesús,

nos resulta muchas veces el no juzgar no criticar.

Al juzgar y despreciar al otro, no sólo refleja que EN ESE ESPACIO DE NUESTRA VIDA, hay ausencia
del AMOR DIVINO, sino que estamos invadiendo el territorio de Dios, al asumir por un instante su
ROL DE JUEZ.

Cuando experimentas el VERDADERO AMOR DE JESUCRISTO, comprendes que no nacimos para


juzgar a nadie sino a vivir una experiencia de AMOR y esta en nosotros limpiar nuestro SER
INTERNO para poder reflejar con intensidad ese AMOR.
Hoy el Señor nos invita que ALEGRARNOS cuando veamos como JESUS transforma las vidas de
otros convirtiéndolas en mejores personas, y que no debemos SER JUECES de ese cambio.

Muchas veces tendemos a juzgar y despreciar al otro, cuando vemos que esta cambiando, que
esta muriendo a viejas pautas de conductas e iniciando una mejora personal y encuentro espiritual
en Cristo Jesús. Ante este signo de conversión, Jesucristo hoy nos invita a que debemos
ALEGRARNOS de ese hermano que ha despertado, y recibirlo con gozo, sin juzgar su pasado.

Recibirlo con agrado, pues es mi hermano quien ha vuelto, estaba perdido y logró retomar el
camino hacia la salvación.

Todo cuanto nos pasa es perfecto en el ORDEN DIVINO, todo tiene un PROPÓSITO ante la mirada
de DIOS. Es nuestro pensar y nuestras intenciones lo que distorsiona y nos desvía del AMOR DE
DIOS. Por ello la importancia de no juzgar al otro, pues al criticar al prójimo es criticar las acciones
de DIOS.

¿Y quién somo nosotros para cuestionar a Dios?

Con esa manera de actuar, solo evidenciamos nuestra debilidad y dejamos en claro que ese
aspecto criticado en el prójimo es un reflejo de MI, que, EN ESE ESPACIO DE NUESTRA VIDA, hay
ausencia del AMOR DIVINO, es un aspecto de nuestra vida que debemos sanar.

Pues, todo lo que vemos en el otro es un reflejo de lo que llevamos dentro, nadie puede ver afuera
lo que no tiene en su interior.

Hoy Jesús nos invita a que seamos integradores y no excluyentes de su palabra, si realmente nos
consideramos sus discípulos debemos abonarle el terreno, y no ser piedra de tranca con nuestros
juicios al hermano que esta iniciando su camino a la fe y encuentro con ÉL.

Por ello evitemos criticar al otro y más bien, ante esa tentación, revisemos nuestro interior y
tomemos ese pensamiento de crítica como una oportunidad, y ver ¿qué me está mostrando mi
hermano?, ¿qué observo en ese espejo?, ¿qué debo sanar en mi interior? Y lo que veas, acéptalo,
intégralo no lo excluyas, pues forma parte de ti. Sánalo con el amor de Jesús, limpia tu interior
para que puedas ver a fuera el amor que llevas dentro.

Pidamos a Dios que incremente en nosotros el amor propio, para poder verlo reflejado en el amor
al prójimo, como lo hizo en Jesús, para poder ver al otro desde una comprensión amorosa como Él
lo hizo y como el Padre lo hace diariamente en nosotros.

Profundiza en LUCAS 15,1-10


Somo hijos de la luz, por tanto, guiados bajo el poder del Espíritu Santo, podemos reconocer las
verdaderas intenciones de quienes nos rodean. ¡Siente y el Espíritu te guiará!.

Hoy el Señor nos invita a reflexionar sobre nuestra intención en el momento de DAR o AYUDAR A
QUIEN LO NECESITE.

Si nuestro sentir, pensar y actuar esta direccionado a dar con el corazón, con pureza, con amor y
por amor al prójimo, sin intenciones de beneficio personal o recompensa alguna; entonces esa
ofrenda será agradable a Dios.

No pretendamos engañar a Dios con “buenas obras”, si nuestra mirada esta orientada a recibir un
beneficio de aquel a quien le brindo la “ayuda”. No brindemos a Dios una falsa ofrenda de amor,
cuando nuestra intención es que nos vean como buena persona y en el fondo espero que, en un
corto tiempo, me devuelvan el favor realizado.

No pretendamos construir redes de amistades con intereses mercantilistas. Por el contrario,


cimentemos nuestras relaciones humanas con el AMOR DE CRISTO JESUS quien nos vino a enseñar
que la única y verdadera ofrenda que le agrada a Dios, es EL AMOR. Ese amor OBLATIVO,
EXTREMO, DESINTERESADO, SIMPLEMENTE EL AMOR con que DIOS nos creó a imagen y
semejanza suya.

Todo cuanto hagas, hazlo con AMOR, todo cuento entregues, entrégalo con AMOR, todo cuanto
digas, dilo con AMOR. De esta manera tendrás la seguridad que realmente lo que estas haciendo,
le es de agrado a DIOS.

Todo está en la intención con que realizamos las cosas, por eso si decidimos VIVIR PARA EL SEÑOR,
VIVIMOS y si decidimos MORIMOS PARA EL SEÑOR, MORIMOS. Cada uno debe estar convencido
de lo que cree y siente ¡Honrar a Dios es ACTUAR bajo el mandamiento del AMOR! Si tu intensión
esta fundamentada en el cimiento del amor, entonces será agradable a Dios.

Señor, danos de la pureza del corazón de nuestro hermano Jesús, para que todas nuestras
ofrendas sean agradables a ti Padre Bueno, Padre amado, y podamos recibir de tu mano la mejor
de todas las recompensas: vivir en justicia, bajo tu gracia, paz y alegría por medio del Espíritu
Santo.

Profundiza en LUCAS 16,1-8. ROMANO 14, 5-7; 17-20


¡No dejes que tu templo se llene de cosas que no agradan a Dios!

A la luz de la palabra el templo puede comprenderse en dos perspectiva:

El templo es el lugar físico donde tenemos la oportunidad de experimentar la grandeza y belleza


de Dios, es el lugar que nos acerca a ese encuentro intimo con Él y su palabra. Es la iglesia
cimentada en Jesús, la cual seguimos quienes creemos en Él. Este templo, es lugar sagrado, así
como sagrado es el templo, nuestro ser. Pues, todos los que creemos en Dios, somos también
templo de Él.

El templo está en ti. Es ese espacio que encuentras en ti, donde puedes sintonizar directamente
con la voz de Dios que habita en tu ser. Solo que cuando tienes muchos ruidos en tu interior,
cuando tus pensamientos te abruman, no puedes oírla ni sentirla. Pero al limpiar tu casa, al
mantenerla despejada, sin agentes o pensamientos distractores que te desvíen, puedes volver a
sintonizarte con esa voz.

Alimentarnos diariamente de la palabra de Dios, nos permite mantener esa sintonía, ese orden y
limpieza de nuestro ser. Pues, sólo a la luz de la palabra, podemos ver lo que debemos sacar de
nuestra casa que no le es grato a Dios.

De tal manera, que si es necesario que volques, que eches fuera o que cambien patrones
conductuales que te sacan de sintonía con Dios, no dudes en hacer lo que hizo Jesús; quién sacó
de la casa del Padre todo lo que la convertía en un mercado.

Sentir que debemos cuidar de lo que entra en nuestra casa, en nuestro templo, en nuestro ser, es
estar en la gracias de Dios. Sentir el celo por su casa, es maravilloso. Pues, son muchos los cambios
que podemos hacer, no, por y para nosotros, sino por y para Dios. Sólo Dios nos da la fuerza en el
Espíritu para poder estar dispuestos a mejorar cada día como persona, a ser edificado como los
hijos que Él quiere que seamos, como sus guerreros de luz que tanto necesita en la actualidad.

Jesús nos invita hoy, a no ser seducidos por el pecado, ni seguir obedeciendo los deseos del
cuerpo, a que tengamos fe en Dios, que no dudemos ni un instante en el gran poder del Espíritu de
Dios. Pues, su palabra está presente en nosotros, es agua viva que nos refresca, que nos alimenta,
que nos hace brotar y crecer todo lo bueno que Él sembró en nosotros.
Nos invita a creer en la resurrección, en la vida eterna. En que el Padre es capaz de restaurar
nuestro templo en 3 días, como lo hizo en Él.

Pero, ¿cuántas veces dejamos de creer en Dios?, ¿cuántas veces, volvemos a viejas pautas de
conductas a las cuales habíamos renunciado?, ¿cuántas veces volvemos a pecar?, ¿Cuánto nos
cuesta creer en Dios?.

Creer que Dios vive en nosotros, que nosotros somos su precioso templo, pudiera ser para muchos
algo ilusorio, irreal. Más, para los que creemos en Cristo Jesús, es nuestra totalidad, es nuestra
realidad sólida, es nuestra fe. Por ello solo los que creemos en Jesucristo, tenemos la certeza de
que Dios reconstruirá nuestro templo en 3 días, como lo hizo con su primogénito.

La muerte física ya ha sido vencida, pues Jesucristo murió en la cruz para limpiar nuestros
pecados. Y resucitó al tercer día de entre los muertos, por lo que la muerte ya no tiene dominio en
nosotros. Y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, por lo que ya no hay nada que
nos impida estar junto a él y su gloria.

¿Y cómo dudar de este acontecimiento, si la muestra de ello, es el cuerpo glorificado de Jesús?

Como lo explica Pablo, en Romanos 8, 9-11: “… Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive… Y si el Espíritu de aquel que
resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos
mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes.”

Esta es nuestra fe, es la fe de la iglesia y por ello seguimos los pasos de Cristo Jesús.

Señor, sumérgenos en el rio de tu Espíritu, y danos de beber del agua de vida eterna para que sea
refrescada nuestra fe y aumente en nosotros la sed de tu palabra.

¡Amén!

🧘🏻♀Profundiza en JUAN 2.13-22 y ROMANO 8.9-13.


¡Dejar de ser humanos para ser como ángeles!

Jesús nos explica que existen diferencias entre este mundo y el reino de los cielos.

Solo los que Dios juzgue que merecen gozar de la vida eterna y resucitar, sólo ellos entraran al
Reino de Dios. Las formas como nos relacionamos, como vivimos en este mundo, no se parecen, ni
son iguales a la forma de vivir en el Reino de los cielos.

Para ello, Jesús nos invita a tener fe inquebrantable en el Dios de los vivos, que quiere ver a todos
sus hijos salvados por medio de su primogénito.

Pero, ¿cuánto nos cuenta mantener nuestra fe, en medio de las dificultades del día a día, en medio
de tantas carencias propias de este mundo, donde la escasé por falta de comida, medicinas,
gasolina, salud, seguridad y otras tantas necesidades, distrae nuestra mirada del SER bondadoso,
misericordioso, amoroso y proveedor que es Dios Padre?

Y, dejamos de ver la meta y de agradecer todo lo bueno que él nos tiene, que nos quiere regalar
gratuitamente: la salvación, la vida futura, la vida eterna por medio de la resurrección. Esa vida
eterna, donde disfrutaremos con alegría, paz y amor de la Gloria de Dios. Sólo nosotros decidimos,
vivir desde el AMOR e iniciar esa experiencia en este mundo terrenal abonando el camino con
buenas obras y palabras que nos hagan acreedores de entrar en el Reino de Dios. Esa decisión está
en nosotros.

Somos libres de elegir vivir desde el amor o el odio, desde la desesperanza o la fe, desde el miedo
o el amor, desde la tristeza o la alegría, desde la duda o la fe. Dependiendo de la actitud con que
afrontes las circunstancias es este mundo, podrás, ver o no, las señales a las cuales Jesús se
refiere.

La verdadera escases la estamos viviendo a causa de la falta de Dios en nuestras vidas, nuestra
escasé es espiritual, es por falta de fe.

No podemos ver fuera lo que no llevamos dentro. Nuestra proyección interna es la que percibimos
en el mundo externo. Si tenemos un corazón bondadoso, veremos y recibiremos bondad, pero, si
tenemos lo contrario, eso es lo que veremos y recibiremos de los demás.

Ante los momentos de mayor adversidad que vivamos, es cuanto más debemos mostrar lo que
tenemos en nuestro corazón, mostrar esa actitud de fe inquebrantable que nos debe caracterizar
como creyente de Cristo Jesús, es cuanto más debemos creer en Dios, en su bondad, en su
misericordia, en su perdón, en su amor extremo; así como lo hicieron los Macabeos, quienes ante
una situación extrema, como los es ser torturado y asesinados, no dudaron en que el Rey del
Universo, Dios, lo resucitará para una vida eterna.

Creer que existe una vida eterna, es creer en la resurrección de Jesús, es creer en Dios
plenamente, es desprenderse de todo lo aprendido en este mundo físico, para aprender con
Jesucristo como se llega y como se vive en el Reino de los Cielos, pues sólo el que ha estado allí
puede decirnos, explicarnos y conducirnos hacia Él.

Por eso la importancia de alimentarnos de la palabra; pues, solo conociendo el camino que
transitó Jesús, podemos emprender ese viaje guiado por el Espíritu Santo que habita en nosotros,
los Hijos adoptivos de Dios por la gracias del bautismo.

Señor, danos un corazón humilde y bondadoso, para que reconociendo nuestra debilidad humana
podamos pasar las pruebas que tu dispongas, y con ello nuestra fe sea fortalecida y llenos del
Espíritu Santo podamos mantener ese tu espíritu de bondad en nuestros corazones para hacer y
decir siempre lo bueno.

Amén!!!

Profundiza en Macabeos 7.1-2;9-14. 2 Tesalonicenses 2,16-3,5. Lucas 20,27-38


¡Las cosas del mundo ya no te apasionan tanto, cuando estas en sintonía y en la gracias de Dios!

La energía que sientes al comprar cosas materiales: ropa, zapatos, teléfonos, casas, carros y demás,
ya no despierta la misma sensación, la misma adrenalina que cuando vives tu vida conforme a la
palabra de Dios. Cuando es la palabra de Dios la que configura tu vida, empiezas a sentir placer y
gozo por otras cosas. No se trata de que te hayas vuelto conformista o de que ya no tengas
ambiciones, no, sólo de que tus ambiciones han cambiado y ahora ambicionas otras cosas.

Realmente, te vuelves un ser sumamente ambicioso, pero de todo aquello que te lleve y mantenga
en la Gloria de Dios. Ambicionas descubrir sus misterios, su sabiduría, su grandeza, su misericordia,
su amor, su propósito en cada situación que vives, ya no te preguntas ¿Porqué Señor? Si no, ¿Para
qué Señor me permites vivir esto? ¿Qué deseas que aprenda de esta situación?.

Ambicionas estar la mayor parte de tu día en sintonía con Dios.

Cuando ambicionas descubrir y poder ver los signos y señales de Dios. Cuando sientes que el Espíritu
Santo, te guía y habla en todo momento. Cuando deseas mantener esa comunicación constante,
esa sensación de plenitud y gozo que experimentamos cuando estamos en su presencia. Cuando
sentimos esa seguridad plena de estar obrando bien, de que somos capaces de amarnos y de amar
al prójimo. Es, en ese momento, cuando reconocemos que el reino de Dios está entre nosotros, que
somos su templo vivo.

Sólo entonces, es cuando comprendemos que nos encontramos en esa montaña, en esa azotea, en
ese campo y que debemos mantenernos allí, mantener nuestra mirada y contemplar la presencia
de Dios creador en la obra de la creación y sentir su paz, su gozo, su seguridad y protección.

Jesús nos insta a que no nos devolvamos a buscar nada, ya lo dejado atrás, atrás quedo, a no regresar
a viejas, costumbres, hábitos, vicios, emociones toxicas, y demás imperfecciones. A no ser, como la
mujer de Lot, que venía siguiendo el camino correcto y miró hacia atrás y allí mismo quedó
convertida en una estatua de sal.

No dejes que las preocupaciones, las angustias y el estrés, promovido por este mundo, para generar
miedo e inseguridad en nosotros, te paralicen, te anclen, te sometan, te esclavicen y te desconecten
del camino transitado por Jesús, el camino de la verdad, de la vida, el camino del gran poder
presentes en Dios. ¡Déjate guiar y enseñar por el Espíritu Santo!
Señor, te pido que tengamos un corazón humilde y bondadoso, para que, reconociendo nuestra
pequeñez, así como Lot reconoció a Sóar en medio de la destrucción de Sodoma, podamos ser
dignos de entrar a tu reino. Mantén nuestro espíritu y cuerpo siempre dispuestos para que te
alabemos y glorifiquemos tu grandeza, tu poder. Mantennos en constante oración y que, animados
por medio del Espíritu Santo, podamos sentir la verdadera seguridad que existe, el estar en tu
presencia, conocer y cumplir tu palabra.

¡Amén!

Kattieslyca Del Valle

Profundiza en Lucas 17,20-37. Génesis 19.26


Una de las mayores debilidades del ser humano, es que tiene una memoria de corto plazo. Olvida
lo bueno con rapidez y recuerda lo malo a cada instante.

Vivimos más en el rencor, orgullo, rabia, tristeza que, en la fe, esperanza, amor, paz.

Estamos conectados, más con la queja, que con el agradecimiento. Esta manera de ver e interpretar
la vida, desde la queja, aleja nuestra mirada de Dios, y no nos permite ver todo lo que Él hace a
nuestro favor, para mantenernos protegidos.

Solo el agradecimiento, nos mantiene en sintonía con Dios y con su poder.

Innumerables son las veces en la que, por medio de la oración, aclamamos a Dios que nos haga
justicia ante nuestro adversario, ante nuestras necesidades, ante nuestro dolor, ante nuestra
angustia, ante nuestros miedos, y después de realizar esa oración, desviamos nuestra mira de Dios
y no vemos la manera como Él actúa para hacer su voluntad en nosotros. No prestamos atención a
los signos y señales con lo cual nos manifiesta su amor, bondad, protección, misericordia.

Muchas veces nos encasillamos en que las peticiones que realizamos deben ejecutarse como
nosotros queremos, y con ello, sólo colocamos límites y condiciones a Dios en su actuar.

Pedir ayuda a Dios, no es decirle cómo va a actuar. ¡No!

Se trata, de tener fe, fe en que Dios actuará conforme a su voluntad y SIEMPRE, SIEMPRE A FAVOR
NUESTRO.

Hoy Jesús nos invita a mantenernos en oración constante ante las peticiones que hacemos al Padre
Dios, que lo hagamos con insistencia, con amor, con fe. Y que sepamos que Dios no tarda en
responder, somo nosotros los que debemos estar atentos y ver como manifiesta su voluntad a favor
nuestro. Y si lo ves, agradécelo, alábalo, glorificado, dale un gracias de corazón y con acción,
reconociéndolo como tu único Dios.

Dejemos actuar a Dios según su voluntad y no la nuestra. Recordemos que el DIOS TODOPODEROSO
es Él y nosotros somos simplemente sus HIJOS AMADOS, SUS SERVIDORES.
Recordemos las proezas y maravillas que Dios siempre ha hecho a favor nuestro, a favor de nuestra
salvación, de nuestra reconciliación. Si Dios fue capaz de separar las agua en la travesía de Abraham
por el Mar Rojo para salvar a su pueblo Israel de los Egipcios, si fue capaz, de salvcar al pueblo de
Noe, …

¿Crees tú que, a ti, no te salvará, no te protegerá de cualquier situación por más difícil que sea?,
Pues, no se tú, pero yo creo que SI. Que SI me salva, que SI me protege, que SI me sostiene entre
sus manos amorosas, bondadosas.

Es nuestra fe lo que nos salva, con sólo decir y sentir que: “SI CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO
CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA, SI CREO EN JESUCRISTO SU UNICO HIJO NUESTRO SEÑOR, SI
CREO EN EL ESPÍRITU SANTO, SI CREO… SI CREO…”, en ese momento de fe, es cuando Él se
manifiesta en nuestras vidas.

Sólo, si lo queremos, sólo, si lo dejamos actuar, sólo así Él puede intervenir a favor nuestro.

Dale el permiso a Dios de que actúe en tu diario vivir, permítele que configure tu vida con el poder
de la palabra, que te moldee y edifique como el hombre y mujer que Él quiere que seas, como el (la)
guerrero(a) de luz que tanto necesita nuestro mundo para proclamar su palabra y ayudar a muchos
a ver su luz. Date el permiso de ser feliz y conocer a Cristo Jesús.

Señor, danos un corazón agradecido que no olvide tus proezas, que no olvide tu justicia, que no
olvide tu amor por nosotros tu pueblo de Israel. Enséñanos, guiados por el Espíritu Santo, apreciar
y contemplar tus obras y maravillas, especialmente en la naturaleza, para que podamos ver como
la creación entera obedece a tus órdenes y actúan de manera diversa según tu modo de proceder
para librarnos de todo daño.

¡Amén!

Kattieslyca Del Valle

Profundiza en Lucas 18,1-8. Sabiduría 18, 14-16; 19, 6-9

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