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Profesor: Estudiantes:
En los modelos de análisis territorial, tenemos los referentes a usos del suelo, a
conversión del suelo, a distintas actividades económicas, a ciudades nuevas, a
transporte, a sistemas comarcales, ya planificación regional.
Método Inductivo:
No todos estos efectos han sido negativos, pero siempre han tenido un alto costo
social y ambiental, lo cual inducen a la reorientación de políticas preparatorias a la
era post-petroleras y de escasez de energía barata. Es cierto que al asumir el
Estado venezolano el control de la industria petrolera el atentado contra la
naturaleza se ha detenido considerablemente, pero la herencia en materia
ambiental provocó severas e irreparables lesiones.
Desde la perspectiva económica del DS y su vinculación con el principio de las
ventajas comparativas, con la dependencia venezolana hacia el comercio
internacional petrolero, el mañana parece incierto y más aún en la medida que el
comercio internacional del petróleo arroje menos utilidades y mucho más cuando
hayan fuentes de energía alternas tan poderosas y difundidas como el petróleo, a
esta mañana dramática se tiene que despertar Venezuela. Un aspecto clave es la
urgente reducción de la dependencia petrolera, pues son muchos los bienes de
consumo (alimentos) y bienes de capital que pueden producirse con relativa
facilidad en el país, e inclusive con calidad y cantidad suficiente para abastecer la
demanda nacional y exportar, generándose así la anhelada diversificación
económica y de exportaciones, con las cuales se podría participar en el comercio
internacional de forma más dinámica y no sólo a través de su producto básico y
tradicional como es el petróleo, sino a través de producto de mayor valor agregado;
dado que los países en desarrollo siempre han sido explotadoras y exportadoras de
simples materias primas (recursos naturales) con escaso empleo de tecnología,
mano de obra y de poco valor en los mercados internacionales, los cuales regresan
transformados en bienes terminados luego de haber generado empleo, y dinamismo
económico o riqueza en otros lugares del mundo.
Por ello Venezuela debe empeñarse por producción de bienes y servicios de alto
valor agregado capaces de satisfacer las necesidades nacionales, y la
exportación. Justamente el G-3, la ALADI, CAN, MERCOSUR y muchos otros
acuerdos de integración regional como bloques comerciales, son oportunidades
para que Venezuela diversifique sus exportaciones e incremente ingresos, en
condiciones más favorables, y consolidar presencia en mercados internacionales de
forma más justa, pues estos grupos regionales considerando las asimetrías de los
países (tamaño económico relativo dispar) como condición necesaria para el
desenvolvimiento exitoso de un acuerdo de integración, intentan aliarse para
contrarrestar los efectos de las economías capitalista mundiales liderados por los
países desarrollados.
Impacto de crisis Venezolana en el comercio internacional
Por otra parte todos los países sudamericanos, incluyendo Venezuela buscan en el
comercio internacional una salida al subdesarrollo, pero los vínculos entre el
comercio y desarrollo, además de importantes, son múltiples y complejos. Según
Glance (2005), en la última década del siglo XX se generó un gran progreso
económico mundial, pero también estancamiento y reveses; el comercio mundial ha
crecido a razón de un ritmo tres veces más rápido, con un volumen de 6 billones de
$ por año, las empresas más grandes se hacen más grandes aún y más
internacionales, (en 1970 había unas 7.000 transnacionales, y para el 2000 hay más
de 50.000), y aunque la porción de exportaciones de los países en desarrollo ha
aumentado, (aún mucho menor que la de los países desarrollados), se estima que
1.200 millones de habitantes todavía viven con menos de 1$ diarios, y que el
número de personas que no consumen agua potable, que sufren de enfermedades
degenerativas o contraídas en el ambiente es mayor.
Los compromisos concretos no sólo son por parte de los gobiernos y los organismos
multilaterales, sino también del sector privado, de las organizaciones no
gubernamentales para la protección y defensa del medio ambiente, y de la sociedad
mundial. Según lo planteado no solo los cuerpos y plataformas legislativas son
necesarios, sino la voluntad gubernamental y empresarial así como los recursos
tecnológicos y financieros, para cumplirlas. Los gobiernos no sólo deben velar por
el respeto a esas leyes, sino también por que existan mecanismos que permitan al
sector productivo funcionar como una industria limpia, avances tecnológicos. La
conciencia ecológica ciudadana y una mayor educación es esencial en el objetivo
de lograr el bienestar social y ambiental. De esta manera en la medida en que los
niveles de bienestar alcancen a todas las personas, éstas no sólo superarán las
condiciones de pobreza que enfrentan en la actualidad, sino también tendrán
nuevas oportunidades de desarrollar su talento y capacidades; y podrán, a su vez,
contribuir a mejorar el mundo en que vivimos en el largo plazo, como un circulo
virtuoso. Además el bienestar como el bien de mayor circulación en el mundo, como
una globalización constructiva, será la mejor garantía de paz y estabilidad en la
comunidad mundial.
Irónicamente para los socialistas, la ausencia del motivo de lucro por el cual se villan
bajo el capitalismo conduce a incentivos perversos y falta de responsabilidad en las
burocracias socialistas que siembran las semillas de la corrupción y la tiranía en el
gobierno. La ineficiencia, la corrupción, la corrupción y la tiranía son, por lo tanto,
características del socialismo, y no son algo que pueda evitarse si solo se intentara
una vez más el «verdadero socialismo». No es que el «verdadero socialismo», la
utopía socialista de la prosperidad compartida por los medios de producción, no
haya sido el objetivo de muchos estados fracasados como Venezuela, sino que es
un resultado inherentemente imposible de la promulgación de una política socialista.
No es casual que las naciones que han sido en gran medida inmunes a la maldición
de los recursos a pesar de sus grandes sectores de recursos naturales hayan sido
las que surgieron de los fundamentos de los derechos de propiedad, el
individualismo y el capitalismo. Los derechos de propiedad, que permiten el
aumento de los contratos privados y la acumulación privada de los medios de
producción, impiden la confiscación masiva y la gestión gubernamental de los
recursos que está presente bajo el control socialista. Como Mises declaró de
manera tan concisa, «el cálculo económico solo puede realizarse a través de los
precios monetarios establecidos en el mercado de bienes de producción en una
sociedad que se basa en la propiedad privada en los medios de producción».
Nacionalizando las industrias, y luego haciendo dependientes los presupuestos
gubernamentales inflados. En los ingresos de dichas industrias, el gobierno está
necesariamente expuesto financieramente a sus industrias más grandes. En un
estado socialista como Venezuela, donde los ingresos del gobierno dependen cada
vez más de un solo producto altamente volátil como el petróleo que se cotiza en el
mercado global, no es de extrañar que la economía se vea empañada por la
inestabilidad.
En julio pasado, el mayor general Manuel Quevedo, el oficial militar de carrera que
se había hecho presidente de PDVSA, se reunió con un sacerdote católico y con los
trabajadores y funcionarios de PDVSA en la sede para una ceremonia de oración
con la esperanza de que Dios ayude a impulsar el petróleo venezolano. Pero ni
siquiera los llamados a Dios podrían revertir la desgracia económica que sigue
cuando se pone a la industria en manos de oficiales militares y simpatizantes
socialistas.
Como era de esperar, la expansión del gobierno condujo al crecimiento del gasto,
los déficits y la deuda. Como ha sido el caso a lo largo de la historia, en lugar de
admitir el fracaso y revertir el rumbo, el gobierno comenzó a hacer volar a la gente
de Venezuela a través del impuesto de inflación inicialmente oculto, pero ahora
obvio, imprimiendo más bolívares a expensas del poder adquisitivo de la moneda.
Esta política permite a los gobiernos inflar sus deudas a medida que conducen la
moneda hacia la inutilidad. Como Mises señaló tan acertadamente en la Teoría del
dinero y el crédito, «la inflación siempre ha sido un recurso importante de las
políticas de guerra y revolución y por eso también la encontramos al servicio del
socialismo».
Las mejores estimaciones muestran que los venezolanos vieron que los precios
aumentaron a una tasa anualizada de 160.000% a fines de 2018. Los venezolanos
no tienen acceso a servicios médicos, los niños y los ancianos están muriendo de
hambre, y millones de personas están huyendo del país en masa como un resultado.
La tragedia es que este sufrimiento es el resultado directo de algo que es
completamente evitable. Como lo describió Mises en la década de 1950, «Lo más
importante a recordar es que la inflación no es un acto de Dios, que la inflación no
es una catástrofe de los elementos o una enfermedad que se presenta como la
plaga. La inflación es una política». De hecho, como se ha demostrado a lo largo de
la historia, es una política que se deriva del crecimiento del gobierno bajo el
socialismo.
En cuanto al PIB, Las cifras ahora conocidas revelan una caída del PIB 52,3% desde
2013, cuando Nicolás Maduro fue elegido presidente. El Banco Central estima,
además, que la inflación ha alcanzado la cifra más alta en la historia reciente del
país al pasar del 180,9% en 2015 al 130.060% en 2018.
Por otra parte la balanza de pagos, La información que se divulgó por sorpresa el
martes incluye la balanza de pagos. Estos datos revelan que las importaciones.
Estas últimas cayeron de 57.183 millones de dólares (millones de euros) en 2013 a
14.886 millones (millones de euros) en 2018, una caída en picado mucho antes de
que Estados Unidos impusiera sanciones económicas y petroleras al país, lo que
ha mermado aún más las arcas públicas.
Ese descenso en las compras del exterior explica a las claras el fuerte
desabastecimiento de bienes que padecen los venezolanos, dado que es una
economía que tiene que importar la práctica totalidad de los bienes que consume.
Esa curva coincide con la de los ingresos por exportaciones de petróleo, que se
redujeron a un tercio de 85.603 millones de dólares en 2013 a 29.810 millones de
dólares en 2018, a causa de la abrupta caída de la producción de crudo por los
malos manejos de la petrolera estatal y por la corrupción. Este año, la producción
de petróleo en Venezuela ha caído a su mínimo histórico: 740.000 barriles diarios,
por primera vez por debajo de Colombia, según ha señalado la Organización de
Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El petróleo es la principal, y casi única
(96%), fuente de ingresos del país caribeño.
El informe del Banco Central dibuja una economía totalmente demolida. Según la
institución, el sector de la construcción cayó un 95% entre el tercer trimestre de 2013
y mismo de 2018; el de manufactura, un 76%; el comercio, un 79%, y las
instituciones financieras, un 79%. Según los datos difundidos el martes, hacia
finales de 2018 el colapso se aceleró.
Entonces, ¿qué sucedió cuando la Venezuela socialista acumuló deudas con sus
aliados socialistas en todo el mundo y se quedó sin ingresos y con los insumos de
los que depende su industria? Irónicamente, pero no sorprendentemente,
recurrieron al supuesto malvado país capitalista al que Maduro culpa por su
desgracia económica. A medida que aumenta la presión global contra Maduro y su
gobierno, solo podemos esperar para el pueblo de Venezuela que el país realmente
se aleje de la mentalidad anticapitalista que los llevó a este punto. El verdadero
problema en Venezuela no se resolverá simplemente con un rescate por parte del
FMI o el Banco Mundial. Debe haber una resolución dentro del pueblo venezolano
para alejarse del socialismo. Como Mises observó tan astutamente: «El problema
de hacer que las naciones subdesarrolladas sean más prósperas no puede
resolverse con ayuda material. Es un problema espiritual e intelectual. La
prosperidad no es simplemente una cuestión de inversión de capital. Es un tema
ideológico».
Bibliografía