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"¿Quién es el hombre que teme al Señor? Él le instruirá en el camino que debe escoger" (v.
12). | Lectura: Salmo 25.4-15
Pero esa sabiduría se cultiva mejor en momentos de paz, antes de que nos encontremos en
una crisis. Debemos buscar al Señor, pasar tiempo en su Palabra y aprender lo que desea que
aprendamos. Cuando nuestra mente y corazón están puestos en el Padre celestial, nuestra
devoción crece y nuestros valores comienzan a alinearse con los suyos. Una persona que
busca de verdad a Dios, encuentra gozo y satisfacción en su presencia y le habla a lo largo del
día. La oración se convierte en una reacción habitual y natural, sin importar las circunstancias.
Entonces, cada vez que enfrentemos una dificultad, nuestro primer pensamiento será recurrir a
nuestro Padre celestial. Ese impulso reconoce nuestra relación con el Señor y nuestra
dependencia de Él. Demuestra que creemos que el Señor es un Padre amoroso que promete
darnos su provisión, protegernos, guiarnos y amarnos.
Supongamos que usted está pasando por serias dificultades, pero no está buscando a Dios.
Comience confesándolo en oración y reconozca que los problemas a menudo son el medio que
el Padre utiliza para atraernos a Él. Dé gracias a Dios por llamar su atención, pida su ayuda
para buscarlo con todo su corazón, y confíe su situación angustiosa al único y verdadero
refugio.
-Charles F. Stanley