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Presentado por:
Laura Pérez
Jeireth Daza
Zulma Figueroa
Stefanía González
Presentado a:
Robert Ferrel
Burrhus Frederic Skinner, más conocido como B. F. Skinner, fue un psicólogo americano
conocido por sus aportaciones al desarrollar la teoría del conductismo, y por su novela
utópica Walden Two (1948).
El conductismo supone que todos los comportamientos son respuestas a ciertos estímulos
en el ambiente, o consecuencias de la historia del individuo. Aunque los conductistas
generalmente aceptan el papel importante de la herencia en la determinación del
comportamiento, se centran principalmente en factores ambientales.
Como estudiante en el Hamilton College, Skinner desarrolló una pasión por escribir.
Intentó convertirse en escritor profesional después de graduarse en 1926, pero obtuvo poco
éxito. Dos años más tarde, decidió seguir una nueva dirección para su vida; se matriculó en
la Universidad de Harvard para estudiar psicología.
Skinner consideraba el libre albedrío una ilusión y la acción humana como dependiente de
las consecuencias de las acciones anteriores. Si las consecuencias son malas, existe una alta
probabilidad de que la acción no se repita. Por el contrario, si las consecuencias son buenas,
es probable que se repita la acción. Skinner llamó a esto el principio del refuerzo.
La forma de pensar de Skinner era ligeramente menos extrema que la de Watson. Skinner
creía que tenemos mente, pero que simplemente es más productivo estudiar los
comportamientos observables en lugar de los eventos mentales internos.
Para fortalecer el comportamiento, Skinner utilizó el condicionamiento operante y para
estudiarlo inventó la cámara de acondicionamiento operante, también conocida como la
caja de Skinner.
La forma de pensar de Skinner era ligeramente menos extrema que la de Watson. Skinner
creía que tenemos mente, pero que simplemente es más productivo estudiar los
comportamientos observables en lugar de los eventos mentales internos.
Como hemos dicho, Skinner es considerado el padre del condicionamiento operante, pero
su trabajo está basado en la ley del efecto de Thorndike. Skinner introdujo un nuevo
término en la ley del efecto: el refuerzo. La conducta que es reforzada tiende a repetirse; la
conducta que no es reforzada tiende a extinguirse (se debilita).
Skinner acuñó el término “condicionamiento operante”, que implica cambiar una conducta
utilizando refuerzos dados después de la respuesta deseada. Skinner identificó tres tipos de
respuestas u operantes que pueden seguir al comportamiento:
Todos hemos experimentado ejemplos de conductas que han sido afectadas por refuerzos y
castigos. Cuando éramos niños, por ejemplo, si hablábamos durante una clase, el profesor
nos mandaba callar. Esta respuesta por parte del profesor constituye un castigo que, al
menos supuestamente, debería debilitar la conducta de hablar con el compañero durante la
clase.
Durante la adolescencia, por ejemplo, llevar un determinado estilo o marca de ropa podría
ser reforzado positivamente por los compañeros de misma edad mediante halagos,
aceptación social o simplemente algún gesto amable. Esto refuerza y hace que sea más
probable que se repita la conducta de llevar puesta una ropa de marca determinada.
El refuerzo positivo
Skinner demostró cómo funcionaba el refuerzo positivo colocando una rata hambrienta en
su caja de Skinner. La caja contenía una palanca en un lado y la rata, conforme se iba
moviendo por la caja, presionaba accidentalmente a la palanca. Inmediatamente, un gránulo
de comida caía en un pequeño contenedor al lado de la palanca.
El refuerzo negativo
Por ejemplo, cuando tienes dolor de cabeza, tomas una aspirina para aliviarlo. El hecho de
que desaparezca el dolor constituye un reforzador negativo para la conducta de tomar una
aspirina, haciendo más probable que se repita en un futuro cuando tengas dolor de cabeza.
Skinner estudió cómo funcionaba el refuerzo negativo, de nuevo, colocando una rata en su
caja de Skinner y exponiéndola a una corriente eléctrica desagradable que le causaba cierto
grado de malestar. Esta vez, la palanca de la caja hacía que la corriente eléctrica se
detuviese.
Las ratas, al principio, presionaban la palanca por accidente, pero al poco tiempo
aprendieron a presionarla para detener la corriente eléctrica. La consecuencia de escapar a
la corriente aseguraba que repitieran la acción cada vez que eran colocadas en la caja o cada
vez que sentían la electricidad.
De hecho, Skinner enseñó a las ratas incluso a evitar la corriente eléctrica encendiendo una
luz justo antes de que la corriente eléctrica apareciese. Las ratas aprendieron pronto a
presionar la palanca cuando la luz se encendía porque sabían que esto evitaría que la
corriente eléctrica fuera encendida.
Estas dos respuestas aprendidas son conocidas como “aprendizaje por escape” y
“aprendizaje por evitación”.
Castigo
El castigo se define como lo contrario al refuerzo, ya que está diseñado para debilitar o
eliminar una respuesta en lugar de aumentar su probabilidad. Es un evento aversivo que
disminuye la conducta que le sigue.
Tal y como ocurre con el refuerzo, el castigo puede funcionar tanto aplicando directamente
un estímulo desagradable, como un shock eléctrico después de una respuesta, como
eliminando un estímulo potencialmente recompensante.
Por ejemplo, descontando dinero de la paga de alguien para castigar conductas indeseables.
Es necesario señalar que no siempre es fácil distinguir entre castigos y refuerzos negativos.
Existen varios problemas a la hora de utilizar castigos, como son los siguientes:
Modelado de conductas
Para que este resultado se produzca, las condiciones (o contingencias) requeridas para
recibir la recompensa deberían cambiar cada vez que el organismo dé un paso para estar
más cerca de la conducta deseada.
Modificación de conductas
Sin embargo, esto no es tan simple como suena. Reforzar siempre un comportamiento
deseado, por ejemplo, es básicamente sobornar a alguien.
Las conductas indeseadas, tales como los retrasos al llegar a clase y dominar las
discusiones en clase, pueden ser extinguidas siendo ignoradas por el profesor, en lugar
de ser reforzadas atrayendo la atención de éste hacia dichas conductas.
Saber que se ha tenido éxito también es importante, ya que motiva los aprendizajes
futuros. Sin embargo, es importante variar el tipo de refuerzo que se proporciona, de
forma que la conducta se mantenga. Esto no es una tarea sencilla, ya que el profesor
puede parecer poco sincero si piensa demasiado la forma en la que debe comportarse a
la hora de elogiar a un alumno.
El condicionamiento operante puede ser utilizado para explicar una gran cantidad de
conductas, desde el proceso de aprendizaje hasta la adicción y la adquisición del
lenguaje. También tiene aplicaciones prácticas, como las educativas que hemos descrito
previamente, y en prisiones, hospitales psiquiátricos y en economía.