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La Caridad va a tener su momento de auge como intervención social durante la

Sociedad Feudal esta se caracterizó por ser una sociedad cerrada, estamental
con predominio de linaje y de lazos de sangre. Arriba se encontraban los
Señores Feudales teniendo una relación horizontal por tener de base de su
comunidad a las familias del mismo linaje y en relación vertical los individuos
que quedaban sujetos a una red social de intercambios desiguales, la familia
era sujeto y objeto del gobierno, que a su vez estaba atada a la tierra, los jefes
de familia eran quienes respondían social y políticamente por la misma,
asegurando así la obediencia de sus miembros, ya que cada miembro del
grupo familiar ocupaba un lugar dependiente de las relaciones de servidumbre
en este régimen. El Estado Feudal se apoyaba directamente sobre esta
pequeña organización política utilizando como arma el temor al descredito
publico quedando asi como problemática “los sin familia” ya que estos no
tenían representación, por lo tanto atentaban contra el orden de la sociedad, y
se encontraban en extrema pobreza. En este periodo el pensamiento era
Teocentrico la iglesia jugaba un papel importante, la Caridad es cristiana los
pobres tenían ganado el cielo por su condición y los Señores feudales debían
ganárselo porque el tener demasiado era considerado pecado, por lo tanto la
asistencia para los sin familia provenia de la iglesia, provee perfeccionamiento
espiritual a quien da y cristianización y moralización a quien la recibe, sus
practicas caritativas principales eran los Hospitales Generales y cárceles para
vagabundos, las Compañias de Caridad organizadas por las parroquias para
los denominados pobres vergonzantes y la limosna individual para los
mendigos.

A partir de la consolidación del Estado Capitalista, a finales del siglo XVIII,


surge la filantropía como intervención superadora a la Caridad. La burguesía,
como principal moderador de estas prácticas filantrópicas, sostiene que la
caridad recompensa la pobreza sin erradicar su proliferación, ya que promueve
a que el pauperismo social haga de la misma mendicidad un oficio. Su carácter
es moralizador ya que la difusión de técnicas de bienestar social y gestión de la
población se basan principalmente a través de consejos, señalando pautas de
higiene y normas de conducta. Sostienen que la situación de pobreza es un
estado al cual aquella persona que la atraviesa deberá modificarla a través de
su comportamiento ya que es responsable de la misma y su solución o
respuesta es el ordenamiento imperante de su actitud individual. Por otra parte,
el Estado liberal del Capitalismo utiliza a la filantropía para despolitizar a los
problemas sociales desincentivando la participación política en la lucha por el
acceso a derechos sociales. Como antes señalamos, el individualismo y el
carácter moralizador logra que la sociedad no cuestione la las funciones del
Estado como moderador. Por otra parte, al invisibilizar la problemática que
genera la desigualdad en la redistribución de la riqueza, el pauperismo se
presenta como un obstáculo en el desarrollo del sistema capitalista, por lo que
la filantropía debe modificar la moralidad individual de la sociedad para que
siga funcionando este modelo económico. En la perspectiva filantrópica, el
consejo surge como un nexo de igual a igual entre las clases “inferiores y
superiores”. Esto le permite a los filántropos separarse de las antiguas
prácticas ejercidas durante la etapa feudal, en donde la caridad, la represión y
el temor eran los moderadores en la sociedad. Esta relación legítima genera
un contrato entre el filántropo y el destinatario de orden tutelar, legitimando el
modo de vida burguesa, en donde los valores morales como el ahorro son las
pautas que la rigen desde una posición que sostiene que es por “el bien” del
destinatario. El fortalecimiento de la autonomía familiar, con el objetivo de
producir el cambio buscado en la forma de pensar y por lo tanto de vivir, es
promovido a través de las ayudas materiales únicamente para promover la
“influencia moral legitima” (la higiene y el ahorro), siendo este un aspecto
relevante en la práctica pragmática de la filantropía. El crecimiento del
individualismo familiar dentro de la sociedad y el individualismo particular no
hace otra cosa que fomentar la despolitización y diferir las causas que originan
y profundizan la desigualdad social a la cual pertenece la gran mayoría de las
personas. De esta manera, al separar al pueblo y al lograr que la sociedad no
identifique el generador real de esta desigualdad se torna imposible interpelar
la estructura social y la economía social burguesa.

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