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50 años de la Huelga de la Escuela Superior de Agricultura “Hermanos Escobar”

(ESAHE)
Victoria Herrera
Clionautas
Hace cincuenta años, los estudiantes de la ESAHE de Ciudad Juárez, Chihuahua,
comenzaron una huelga con el fin de cambiar las malas condiciones -altas
colegiaturas, infraestructura obsoleta y espacio reducido para realizar las prácticas
agrícolas indispensables- de su propia institución. Sin embargo, el carácter privado
de la escuela obstaculizó la solución efectiva del conflicto.
Después de algunas asambleas estudiantiles en donde se expuso el caso, la
mesa directiva, que fungía como la máxima representación de la comunidad
estudiantil, se opuso. Por tal motivo, los estudiantes que encabezaron estas
demandas acudieron a una instancia superior, el director, a plantear sus quejas,
pero también de él recibieron una negativa. A raíz de este suceso los dirigentes
estudiantiles recurrieron a una de las organizaciones estudiantiles que se acababa
de constituir, la Federación Nacional de Estudiantes de Ciencias Agrícolas y
Forestales (FNECAF), la cual los asesoró en su lucha y los apoyó en la realización
de la huelga.
En consecuencia, el movimiento huelguístico explotó el día 8 de mayo de
1967 y terminó tres meses después, el 15 de julio, luego de un largo proceso de
marchas, huelgas de hambre, mítines, volanteos y boteos en la ciudad fronteriza y
de que la huelga adquiriera dimensiones nacionales gracias a la relación que ésta
mantuvo con la FNECAF y, sobre todo, con la Sociedad de Alumnos de la Escuela
Nacional de Agricultura (ENA) de Chapingo, que durante todo el movimiento mostró
una estrecha solidaridad con sus colegas juarenses, a tal grado que, a últimas
fechas y sin que el gobierno prometiera alguna solución a su demanda principal,
que era la federalización de su institución, los estudiantes del comité de huelga de
Chapingo se acercaron al el Instituto Politécnico Nacional (IPN) a pedir apoyo moral
y físico a la huelga.
A grandes rasgos estos fueron los principales momentos de la huelga que
encabezaron los estudiantes de la ESAHE. Sin embargo, este movimiento no se
explica como un suceso ajeno a la situación nacional. Está inserto dentro de la
historia de la segunda mitad del siglo XX mexicano, en donde los movimientos
sociales, tanto obreros y campesinos como estudiantiles, se lanzaron a la esfera
política en respuesta, primero, al desarrollo económico desigual que propició el
anhelo de los gobiernos mexicanos de industrializar, modernizar y civilizar a un país
que todavía seguía dentro del ritmo rural que descubrió la Revolución Mexicana y,
por supuesto, al carácter autoritario del Estado mexicano, que comenzó a
desmantelarse a principios de la década de los sesenta.
De tal forma esta década marcó un punto crítico en la historia de México, que
alcanzó su punto más álgido durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, en
especial, el 2 de octubre en 1968 con la represión brutal de los estudiantes en
Tlatelolco, poco después de que la lucha por la federalización de la ESAHE había
concluido.
Pero, ¿cuál es la razón de que se recuerde hoy, a cincuenta años de
distancia, este importante suceso? Desde que los estudiantes se involucraron en la
política, a inicios de los sesenta, este sector ha sido fundamental en las decisiones
gubernamentales. A partir de entonces, el Estado ha intentado taparles la boca para
que no se escuchen sus inconformidades. Sin embargo, hoy más que nunca la
cantidad de estudiantes es mayor y estos tienen la capacidad de encaminar al país
por senderos luminosos. Se vuelve necesario que la juventud se organice y luche
por un mejor país. Los estudiantes de la FNERRR que hoy se encuentran en una
lucha intensa en contra del gobierno estatal de Tlaxcala deben de tomar como
ejemplo a este movimiento estudiantil que sólo organizado logró su objetivo.

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