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La Révolution en débat;

de François Furet, Paris, Gallimard, 1999.


Darío Roldán

La Révolution en Débat 1  recoge una serie de republicana se desdobla en la idea de que


artículos publicados por F. Furet entre 1980 el «fin de la excepción francesa» se hace
y 1997 en la revista Le Débat. Editados por visible en el primer septenio de Mitterand
Mona Ozouf, estos trabajos –con la excep- gracias a la conciliación entre el socialismo
ción de uno de ellos– fueron escritos entre y el «mercado» y a la adhesión de católicos
1980 y 1989 y constituyen un puente en los y marxistas a la V República.3  Ello impone
estudios que Furet consagró a la revolución una conclusión evidente: la revolución ha
pero también entre éstos y la temática desa- dejado de ser percibida como un aconte-
rrollada en El Pasado de una Ilusión. cimiento aún abierto para ser concebida
Furet consagró cuatro grandes libros a la prioritariamente como el acontecimiento
Revolución Francesa: La Revolución Fran- fundante de la modernidad política. Por ello,
cesa (1965), Pensar la Revolución (1978), su sentido último es el de ser el vehículo de
el Diccionario Crítico de la Revolución la irrupción del «mensaje democrático» en
Francesa y La Revolución de Turgot a J. la modernidad.
Ferry, ambos de 1988. En los dos últimos, Los artículos recopilados en este volumen
se observa claramente que su preocupa- son la clave para comprender el trabajo de
ción se ha desplazado de eje respecto de reflexión que separa los textos evocados. El
los dos primeros: el enigma del terror o la camino que lleva a esa conclusión se inicia
preocupación por la continuidad del Anti- con la voluntad de comprender las deriva-
guo Régimen o, aun, la mecánica del éxito ciones despóticas de la revolución. Que ellas
jacobino –temas centrales en sus trabajos se fortalecieran repetidamente a lo largo del
anteriores– movilizan menos a Furet que la siglo XIX y de modo fulgurante en la expe-
dificultad francesa de arropar con institucio- riencia comunista no hacía sino reforzar la
nes políticas estables el mensaje universal convicción según la cual el vínculo entre la
de 1789. La periodización clásica, por ello, se revolución y el despotismo exigía compren-
ve afectada. Si La Révolution se despliega der a la vez de la revolución francesa y de la
entre Turgot y Ferry es porque, para Furet, historia del comunismo. Así, estos artículos
esa institucionalización sólo toma cuerpo se enlazan con la temática central de El pa-
con la síntesis republicana, corporizada en sado de una ilusión, su último libro.
Ferry. Pero, en rigor, Furet postula dos ciclos De allí que parte de este esfuerzo se funda
para la revolución. Como se argumenta en la comparación. Una parte de la inteli-
explícitamente en otro libro,2  la entrada a gencia de la revolución francesa había sido
puerto de la revolución a través de la síntesis posible gracias a la lectura crítica de publi-
1
Esta recopilación se compone de los siguientes artículos: «Le XX centre: sur quelques objections», en: Le Débat, N° 52, 1988; «1789-
siècle et l’intelligence du politique», en: Le Débat, N° 1, 1980; «La 1917: aller et retour», en: Le Débat, N° 57, 1989.
Révolution sans la Terreur? Le Débat des historiens du XIX siècle», 2
Me refiero a La République du Centre. La fin de l’exception
en: Le Débat, N° 13, 1981; «La Révolution dans l’imaginaire politique française, Paris, Calmann-Lévy, 1988.
français», en: Le Débat, N° 26, 1983; «Burke ou la fin d’une seule 3
Sobre este aspecto cf. F. Furet, «1789-1917: aller et retour»,
histoire de l’Europe», en: Le Débat,N° 39, 1986; «Droite, gauche, op. cit.

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cistas que habían hecho de ella una clave certeza de la potencialidad a futuro conte-
heurística, como Guizot o Tocqueville. Pero nida en 1793 y, al desbrozar el significado de
el caso de Inglaterra –en el primero– o el de uno y otro, resolver lo que la historiografía li-
Estados Unidos –en el segundo– se revelan beral había postulado con una combinación
insuficientes. Furet ya no busca comprender de moderado éxito intelectual –Constant
cómo «terminar una revolución» a través de y Mignet– y de radical fracaso político –la
instituciones representativas, ni entender el monarquía de julio–. Frente a esa exigencia,
enigma de la asociación entre la sociedad la historia del siglo XX era estéril. Por ello, el
democrática y la libertad política sino el recurso a los historiadores del siglo XIX se
vínculo entre la revolución, la democracia y convierte en doblemente indispensable:
el despotismo. Ello exige incorporar la gran habían debatido el tema con ardor y habían
revolución del siglo XX; por esa razón, el sido los últimos en hacer de él un «proble-
término privilegiado de la comparación es la ma». Se imponía, entonces, un reexamen
revolución rusa. El siglo XIX había hecho de atento de esta historiografía. El propio
1688 y de 1776 las compañeras naturales de Furet lo señala: «Me parece que un francés
1789. ¿Acaso Guizot no había sostenido que cultivado de fines del siglo XX está menos
sólo luego de 1789 era posible comprender preparado para comprender el sentido del
profundamente 1688? Furet propone ahora espectáculo del mundo que su homólogo
retomar una reflexión que al unísono piensa del XIX. E incluso más: es probable que éste
el jacobinismo, el terror y la experiencia hubiera estado menos desprovisto delante
comunista. Pero el carácter original de del mundo en el que vivimos hoy. Cien o
esta comparación se nutre menos de los ciento cincuenta años después».4  Y en con-
ejemplos que ella opone –Aulard, pero clusión: «En realidad, un republicano de esta
sobre todo Mathiez, ya lo habían hecho a época (siglo XIX) habría tenido menos difi-
principios del siglo XX– que del sentido cultades para conceptualizar el naufragio de
que adquiere. Si la tradición jacobina había la experiencia comunista a la que asistimos
sugerido que 1917 albergaba la esperanza que un intelectual de izquierda de hoy».5 
de consumar la promesa incumplida de Este es el sentido esencial de este conjunto
1793 –que habían compartido Mathiez y la de artículos ahora reeditado.
historiografía comunista–, Furet propone Furet no encara el análisis de esta cuestión
una relectura en la que «constata» que 1789 aisladamente. El entorno en el que despliega
se transforma en el futuro de 1917. sus esfuerzos comparte con él una cualidad:
La inteligencia crítica de esta inversión re- creía disponer de una clave de comprensión
quería penetrar en el sentido profundo de la del presente cuya luminosa lucidez databa
revolución y examinar la relación entre 1789 de fines de los años 50 y cuya fulminante
y 1793 para descubrir el punto de su radical certeza argumentativa sería redoblada
irreductibilidad. Era imprescindible, enton- por la historia. Este entorno se hace visible
ces, hacer inteligible 1793 como parte de en la publicación coincidente de libros y
una renovada comprensión del sentido de la artículos. Sólo algunos ejemplos: en 1981,
revolución y del terror, examinar la robusta C. Lefort publica L’invention démocratique

4
F. Furet, «L’intelligence du politique», op. cit., p. 120.
5
Idem, p. 124.

284 Notas
y coordina un número especial de la revista emergencia del despotismo en el contexto
Passé-Présent consagrado al «terror». El revolucionario. De este modo, el artículo
mismo año M. Gauchet publica un lúcido y reúne una preocupación política con una
sutil prólogo a una reedición de Constant. obsesión histórica y baliza un camino: el
En 1985, P. Rosanvallon publica Le Moment détour a través de los historiadores del
Guizot. En 1988 Furet publica Quinet y la siglo XIX se hace imprescindible para mejor
Revolución Francesa y Lefort reedita, por comprender el vínculo que une la revolu-
un lado, La Revolución de Quinet y De ción a las características «patológicas» de
los medios de gobierno y oposición en la su desenvolvimiento.
Francia actual de Guizot. La lista de textos y La Révolution sans la Terreur? Le Débat
sus coincidencias podrían multiplicarse. Los des historiens du XIX siècle recoge preci-
citados bastan para mostrar que el grupo samente el debate sobre el terror desde la
constituido en torno de los trabajos de revolución hasta Quinet. El punto de partida
Furet sobre la Revolución y de Lefort sobre se constituye en torno de la oposición entre
la democracia ha anudado en una misma la interpretación reaccionaria –de Maistre–
discusión la historia, la reactualización de que hacía de la revolución un «bloque» y
autores tan centrales como olvidados del la liberal, enunciada por Constant, según
siglo XIX, y los desafíos de la política con- la cual 1789 y 1793 están completamente
temporánea. Los artículos que integran este disociados. En la primera mitad del siglo XIX,
volumen testimonian este esfuerzo. la tradición liberal y la socialista interpreta-
Le XIX siècle et l’intelligence du politique rán variaciones diversas de estas melodías.
parte de constatar el carácter incomprensi- Mignet inscribirá ambos episodios en la
ble de la «demora» de la izquierda intelec- «necesidad histórica» matizando la distancia
tual francesa en admitir la transformación pero resguardando su irreductible distancia
de la revolución rusa en un régimen totali- puesto que el terror no es consecuencia de
tario. Al contrario, Furet encuentra que los la revolución sino de la contra-revolución.
grandes historiadores del siglo XIX habían L. Blanc, al contrario, hace del jacobinismo
sido especialmente sensibles a la incógnita el episodio clave del renacimiento del Es-
de las derivaciones despóticas de la pasión tado, de la existencia de un poder fuerte al
revolucionaria. Tocqueville había intentado servicio de los pobres y del advenimiento
explicar porqué Bonaparte había realizado de la religión de la fraternidad. Así, el terror
el sueño de Luis XIV completando la obra no sólo no se desprende de 1789 –casi po-
de la monarquía absoluta a través del es- dría decirse que está inscripto en él–: es su
tado centralizado; Quinet había intentado realización más acabada puesto que, aun
comprender porqué Robespierre había en su derrota, asume la potencialidad de
encarnado a Richelieu, retomando, a través anunciar el futuro.
del terror, la práctica arbitraria del absolu- Pero es la interpretación de Quinet la que
tismo. En ambos, la original preocupación concita el mayor interés de Furet. «Quinet
por la continuidad en el marco de la ruptura –afirma– es quien mejor analiza el aspecto
revolucionaria coexiste con otra obsesión: la político de la revolución». Furet centra su

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análisis en la convicción de Quinet según se hizo al mismo tiempo contra la historia
la cual la revolución no anuncia una nueva y la religión –la monarquía y la iglesia–.
sociedad sino que plantea el extraordinario Fundándose en la tabula rasa, se autodes-
desafío político de reemplazar el poder del pojó de vínculos que pudieran fijarla y se
monarca por el poder del pueblo. De allí su descubrió rápidamente frente al fracaso en
desazón: a través de la convención jacobina crear instituciones durables. La prueba: los
y del terror no se construye un poder nuevo, dos ciclos revolucionarios –entre 1789 y 1804
se reconstituye el poder absoluto. El drama el primero y entre 1814 y 1875 el segundo–7 
de la revolución es así la reaparición de la repiten un mismo repertorio de regímenes
violencia del poder bajo la forma de un políticos. Para Furet, el secreto de esta crisis
sistema ya conocido. Para Quinet, el terror de legitimidad es la coexistencia de un con-
es el retorno de Luis XI, de Richelieu, el re- senso en torno de la estructura del Estado
comienzo de la Saint-Barthélemy. «El terror centralizado –que hace las revoluciones
–señala Furet comentando a Quinet– es fáciles– y un conflicto acerca de las formas
el encadenamiento de la revolución a la del Estado –que las hace inevitables–. Esta
herencia fatal de la Realeza».6  Así, se ofrecía cuestión instala durablemente la división
una interpretación republicana que no sólo de la política francesa en relación con el
retomaba la disociación que Constant había imaginario de la revolución entre quienes
propuesto sino que, fundando la radical –reivindicando el «espíritu» de 1789– harán
separación entre un acontecimiento y el de «terminar la revolución» su obsesión, y
otro, podía rechazar el terror sin renunciar entre quienes –reivindicando el «sentido»
a reivindicar la herencia revolucionaria. Para de 1793– predicarán la aspiración a «comple-
Quinet, Robespierre no anuncia el futuro: es tar la revolución», retomándola allí donde
la encarnación de Richelieu, de la razón de la burguesía la habría confiscado. De este
Estado; es el pasado que se injerta en la rup- modo, la revolución informa en profundidad
tura revolucionaria. En el contexto de una la vida política francesa, al menos hasta el
interpretación que se funda en la extrañeza «fin de la excepcionalidad francesa» cuando
radical de Robespierre respecto del «sentido la revolución deje de ser una promesa a
profundo» de la revolución y que disocia cumplir en el futuro. Es esa perdurabilidad
radicalmente 1789 de 1793, es probable –que tanto influyó en la articulación de la
que, paradójicamente, Furet suscribiera la vida política francesa– la que obstaculizó
afirmación de Mathiez según la cual Lenin la comprensión de la naturaleza de aquel
es un Robespierre que ha triunfado. vínculo.
La Révolution dans l’imaginaire politique Burke ou la fin d’une seule histoire de
français parte de la comparación de la l’Europe se instala en una discusión sobre
revolución francesa con la inglesa y la nor- la comprensión del significado de la revo-
teamericana con el fin de reconstituir su lución. Para Furet, Burke es el primero en su-
doble originalidad: la experiencia francesa brayar la ruptura civilizatoria que la revolu-
6
F. Furet, «La Révolution sans la Terreur? …», op. cit., p. 49. finalmente, de un esquema institucional durable. Por ello, Furet
7
Como se sabe estos ciclos repiten el esquema: monarquía insiste en la III República como el momento en que la revolución
constitucional, república, imperio hasta que la III República provee habría terminado.

286 Notas
ción provoca al fracturar la historia europea se hace evidente que la revolución ha de-
en dos modelos irreconciliables; Burke es jado de ser una promesa para constituirse
el primero en explorar la incompatibilidad en el fundamento de la política francesa.
«entre el mensaje político de la revolución y No sólo porque la opinión pública se alejó
la herencia del Common Law»; es el primero de la idea revolucionaria sino precisamente
en argumentar que el aspecto esencial que porque la revolución como modalidad pri-
introduce la revolución es la relación con el vilegiada del cambio fue desplazada por el
tiempo, la aspiración a quebrar la historia mensaje democrático que ella contenía. El
para reemplazarla por una suerte de meta- crepúsculo de la «idea revolucionaria» está,
física voluntarista, inspirada en «principios así, asociado al mismo tiempo al triunfo
metafísicos» como, el principal, la idea de los de la idea democrática y al hundimiento
derechos del hombre. Producto típico de la de la experiencia comunista. Esa sombra
abstracción igualitaria, ella funda la política demuestra que la verdadera ruptura, «la
revolucionaria. A esta fundamentación del única fundadora del mundo moderno es
derecho, Burke opone la convicción que ve a 1789 y no 1917 ». 1917 debía haber sido
los pueblos –igual que los individuos– como la realización de 1789 demostrando que
sujetos de una transmisión hereditaria. Las el mensaje universal de los derechos del
libertades inglesas no derivan de la abs- hombre y la abstracción democrática eran
tracción filosófica sino de la historia que simplemente una ilusión, el encubrimiento
cristaliza en el Common Law y se expresa del privilegio y de la mentira, una ilusión
en la propiedad –forma privilegiada de la burguesa. El hundimiento de la experiencia
acumulación del tiempo–. De este modo, a comunista hace reflotar los principios de
los Droits de l’Homme Burke opone la idea 1789, convertidos –ahora– en el futuro de
de los derechos en la sociedad real, cons- 1917. «La estrella de Octubre que se apaga
truida sobre una sedimentación plurisecular –concluye Furet– deja ver la de 1789 que
responsable de haber creado cuerpos y ella había creído apagar». La idea demo-
comunidades, instituciones y privilegios. crática, señala Furet, es el futuro de la idea
Es por contraste que Burke comprende que socialista. Con la clausura de la posibilidad
los derechos del hombre fundan la «abstrac- de que 1917 complete a 1789, una parte de
ción constitutiva de la democracia moderna la historia parece haberse cerrado. Se abre
y el universalismo de la ciudadanía». Si Furet así otra en la que la democracia se encuentra
retoma esta interpretación es, paradójica- frente a ella misma, es decir, frente al trabajo
mente, porque Burke percibe antes que que el imaginario igualitario opera sobre la
nadie que la especificidad de la revolución sociedad igualitaria. Apoyada en el fracaso
está asociada al «mensaje democrático» de la experiencia soviética, esta inversión de
antes que a una forma de acción política o la cronología histórica retoma la pregunta
a una anunciación. inicial acerca del significado de 1789 y hace
1789-1917: Aller et retour retoma precisa- posible «pensar la revolución» en su sentido
mente esta cuestión. Escrito en el momento más profundo.
del bicentenario de la revolución, para Furet

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