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Unidad III

1. Diversidad cultural

Muchos países del mundo consideran la diversidad cultural parte del patrimonio
común de la humanidad. El concepto de la interculturalidad apunta a describir la
interacción entre dos o más culturas de un modo horizontal y sinérgico. Esto
supone que ninguno de los conjuntos se considera por encima de otro.

La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, adoptada


por Unesco en noviembre del 2001, se refiere a la diversidad cultural en una
amplia variedad de contextos y el proyecto de Convención sobre la Diversidad
Cultural elaborado por la Red Internacional de Políticas Culturales, en conjunto
con entidades como ENCATC y diferentes representantes de diversos
continentes, los cuales prevén la cooperación entre las partes en un número de
dichos asuntos.

La diversidad de culturas refleja la multiplicidad e interacción de las culturas que


coexisten en el mundo y que forman parte del patrimonio común de la
humanidad. Según Unesco, la diversidad cultural es para "el género humano",
tan necesaria como la diversidad biológica para los organismos vivos.

También se manifiesta por la diversidad del lenguaje, de las creencias religiosas,


de las prácticas del manejo de la tierra, en el arte, en la música, en la estructura
social, en la selección de los cultivos, en la dieta y en todo número concebible
de otros atributos de la sociedad humana.

Diversidad cultural es un principio que reconoce y legitima las diferencias


culturales entre diversos grupos humanos, así como la existencia, convivencia e
interacción entre diferentes culturas dentro de un mismo espacio geográfico.

A través de la diversidad cultural se pueden apreciar las diferentes expresiones


culturales propias de un pueblo, país o región que, a su vez, han sido
modificadas o afectadas por las expresiones culturales provenientes de otros
territorios gracias a diversos factores.

Por ello, se puede afirmar que la diversidad cultural posee la cualidad de aceptar
y compartir, de manera recíproca, características propias de una u otra cultura
en un espacio geográfico en particular.
Por tanto, el concepto de diversidad cultural está íntimamente relacionado con
los significados de identidad cultural, interculturalidad y multiculturalidad, que
implican el contacto entre diversas lenguas, etnias, religiones, expresiones
artísticas, valores, gastronomías, cosmovisiones, entre otros. Estos contactos e
intercambios de conocimientos y expresiones enriquecen el capital cultural de un
país o región.

En este sentido, la diversidad cultural es considerada por la Unesco como un


patrimonio cultural de gran valor y que dio origen a la Declaración Universal de
la Unesco sobre la Diversidad Cultural, en el año 2001, la cual ha ampliado la
posibilidad de crear diferentes políticas culturales nacionales e internacionales.

Asimismo, tras dicha Declaración se estableció por la Unesco el día 21 de mayo


como el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo.

Por otra parte, cabe mencionar que la diversidad cultural es la consecuencia de


diferentes procesos de tipo histórico, político, social, económico y tecnológico,
que han contribuido de una u otra manera al encuentro de diferentes culturas e,
incluso, a la desaparición de otras de menor envergadura.

La diversidad cultural ha fomentado el reconocimiento de aquello que resulta


ajeno, así como, el intercambio de conocimientos y de valores como, el respeto,
la tolerancia, la comprensión y la convivencia entre los diferentes grupos de
personas que viven en un mismo espacio.

Entre los temores que despierta la diversidad cultural pueden señalarse la


posible configuración de una cultura homogénea, en la que se pierdan las
identidades culturales de los grupos minoritarios sobre los dominantes.

El artículo 4 de la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad


de las Expresiones Culturales (Paris, 2005) define la diversidad cultural como la
multiplicidad de formas en que se expresan las culturas de los grupos y
sociedades. Estas expresiones se transmiten dentro y entre los grupos y las
sociedades.

La falta de comprensión de los valores y las culturas de otras personas es la


causa principal de la mayoría de los conflictos. La diversidad cultural promueve
el respeto, la comprensión y la aceptación de varias culturas, mientras la
interculturalidad promete una nueva síntesis cultural a partir de la interacción de
culturas de diferentes orígenes. Cualquier reflexión a partir de un punto de vista
intercultural parte de la convicción de que las culturas no se desarrollan de
manera aislada, sino en interacción constante y en interdependencia entre ellas.

La común reacción de exaltar lo “nuestro” a costa de lo “de los otros” viene


marcada por el miedo a lo distinto, fuente de la discriminación y de los conflictos
de convivencia intercultural. La identidad cultural de las personas que vienen de
fuera no es un factor de exclusión social en sí mismo, es posible que el factor de
exclusión sea el miedo que nos genera acercarnos a lo diferente: procedencia,
creencias religiosas, edad, sexo, características físicas, orientación sexual,
personalidad, aficiones, nivel de vida, etc.

Desde un enfoque de Cultura de Paz, tanto la diferencia como la consiguiente


diversidad existente entre las personas que comparten una misma sociedad se
entiende como fuente de enriquecimiento personal y social, sobre todo cuando
la pluralidad se articula en virtud de interacciones cooperativas y solidarias.

Causas de la diversidad cultural

La diversidad cultural inicio como un proceso lento que con el pasar del tiempo
y el desarrollo de las actividades humanas ha tomado una velocidad indetenible.

Por ejemplo, la diversidad cultural existe desde los procesos de invasiones,


batallas y conquistas de nuevos territorios en los que hubo encuentros de
personas de distintas procedencias. En la actualidad, la diversidad cultural está
en todas partes y ha permitido el desarrollo de nuevos conocimientos.

Como ejemplos de países con gran diversidad cultural están Australia, China,
Brasil, Estados Unidos, México, entre otros.

Por otro lado, las actividades económicas y políticas también han impulsado la
diversidad cultural a través de diversos medios.

Asimismo, el desarrollo industrial y tecnológico que ha sido motivo de las


migraciones en busca de mejores empleos, intercambios académicos y demás
oportunidades que permitan el crecimiento personal del individuo.
Finalmente, el proceso de globalización es un factor de suma importancia en la
diversidad cultural. Este fenómeno ha modificado las comunicaciones, las
relaciones internacionales, los medios de transporte, el intercambio de
información, los sistemas económicos y políticos y, la cultura.

La defensa cultural

La defensa de la diversidad cultural se basa en el sano equilibrio que debe de


lograrse con la ayuda de los diferentes grupos culturales que existen en el
mundo, pero sin afectar a terceros o exceptuar alguna cultura. La excepción
cultural pone de relieve la especificidad de los productos y servicios culturales,
incluido el reconocimiento especial por parte de la Unión Europea, en su
Declaración sobre la Diversidad Cultural.

Existen, en el mundo, diferentes organizaciones, como lo es la UNESCO que


temen sobre la tendencia hacia una uniformidad cultural, como prueba de ellos
se pueden mencionar la desaparición de diferentes lenguas y de dialectos, como
lo es las lenguas de Francia sin protección jurídica alguna que haga valer el
derecho y que sobre todo realicen su permanencia; también podemos tomar
como ejemplo el aumento de la preeminencia cultural de los Estados Unidos a
través de la manera en que distribuye de sus productos de cine, televisión,
cantantes, accesorios, ropa y productos de comida promovidos por los mismos
medios de comunicación. Existen actualmente diferentes organizaciones
internacionales que su trabajo se basa en la protección de las sociedades y de
las culturas que se encuentran amenazadas por la extinción, incluyendo Survival
Internacional y la UNESCO. La Declaración Universal de la UNESCO sobre la
Diversidad Cultural, adoptada por 185 Estados miembros en 2001, constituye el
primer instrumento normativo internacional para preservar y promover la
diversidad cultural y el diálogo intercultural.

Además hay otras asociaciones cómo la Red europea de centro de formación de


administradores culturales (ENCATC) la cual fue fundada en 1992. Está
conformada por una red de más de 100 instituciones y profesionales miembros
en más de 40 países que se dedican a la educación, la formación y la
investigación en el amplio campo de la gestión y política culturales. Los
miembros de ENCATC tienen un impacto en la educación de miles de gerentes
culturales en todo el mundo.3

La diversidad cultural es la fuerza del desarrollo sostenible no solo para el


crecimiento económico, sino para un complemento intelectual y moral. Así
mismo, esta diversidad es un componente indispensable para reducir la pobreza
y alcanzar la meta de un mejor desarrollo en la sociedad. Hablar de diversidad
cultural es hablar de los reconocimientos que han impulsado los pueblos
indígenas, o algunos fenómenos sociales como la migración o la globalización.
La cultura es una parte fundamental de la sociedad y el mundo puesto que se
refiere a las formas en que se expresan los diferentes grupos en una sociedad
que manifiestan su forma de pensar a través de distintos modos de creación
artística, producción y distribución de distintas ideas.

Diferencia cultural y diversidad cultural

De acuerdo al marco conceptual para La Diversidad Cultural publicada en el


marco de la Campaña nacional por la diversidad cultural de México, "no es lo
mismo hablar de diferencia que de diversidad cultural. Si hablamos de diferencia,
tenemos un punto obligado de referencia. Somos diferentes en algo específico.
Cuando se usa el concepto de diversidad, por el contrario, cada persona, cada
grupo, cada comunidad necesita hablar de lo que es, de sus haberes, sus
recursos, sus historias y proyectos, en suma, de su identidad. Porque lo diverso
se define en relación consigo mismo y en relación con los otros, con los
diferentes".

Identidad cultural

La identidad cultural es un elemento que muestra la diversidad cultural como


punto de partida de motor de la constante reconstitución de las culturas.

La identidad es la afirmación, reconocimiento y vinculación con la realidad de los


sujetos que se constituyen y forman en las distintas culturas. La identidad nos
sitúa respecto del otro, al afirmar la singularidad distintiva con base en la que
creamos y recreamos un sistema específico de significación, ya sea personal,
comunitario o social, adscribiendo así de pertenencia étnica y lingüística;
posiciona a los sujetos en un intercambio de prácticas culturales en el que
actúan, se relacionan y proyectan. Así, la identidad forma parte de la cultura y a
su vez le da sentido y consistencia. Si la identidad parte del reconocimiento de
uno mismo, el sentido del yo proporciona una unidad a la personalidad que, para
formarse, necesita la presencia del otro que lo transforma y moldea a la vez.5

Se reconocía a la identidad como un espacio personal, frontera subjetiva de


acciones particulares en relación inextricable con el entorno social que permite
construir el concepto de sí mismo.

Ahora bien, se considera que la presencia de los otros como parte de la


constitución de la identidad personal incluye un conjunto de relaciones en que
se da la identidad grupal; es decir, el espacio social y subjetivo. Así, la identidad
colectiva se construye con la apropiación del conocimiento obtenido por las
experiencias en distintas instituciones —la familia, la escuela, la religión, el
trabajo—, las cuales el individuo adapta, asume y recrea.

La cultura, su defensa, su protección y su definición

Hoy la cultura irrumpe en nuestras conversaciones como uno de los temas de


mayor importancia del mundo contemporáneo. Para muchos grupos y colectivos
la cultura es una identidad entendida como resistencia frente a un mundo global
e interdependiente que homogeneiza de una punta a otra del planeta todas las
costumbres y tradiciones. En algunos lugares la cultura es el nudo de numerosos
conflictos de convivencia, de muchos malentendidos identitarios. La cultura se
nombra también para referirnos al patrimonio (de los conocimientos y de los
productos) que a lo largo del tiempo han ido configurando nuestras realidades.
A veces la Cultura es así, en mayúsculas, la representación de lo mejor y más
valioso de ese patrimonio, un legado que es necesario conservar, que pertenece
a todos y que por ello debe ser transmitido, aprendido e interiorizado.

Requerimientos de tratos especiales

Actualmente es de reconocimiento general que la diversidad cultural forma parte


del patrimonio común de la humanidad, y que la producción y disponibilidad de
una diversidad de bienes económicos y servicios culturales procedentes de
fuentes nacionales y extranjeras introducen externalidades positivas, es decir,
ventajas sociales y culturales que superan el valor puramente comercial de esos
bienes y servicios. Por esa razón, en la Declaración universal de la UNESCO
sobre la diversidad cultural, por ejemplo, se reconoce que los bienes y servicios
culturales no deben tratarse simplemente como productos básicos o bienes de
consumo.

Los ministros que participan en los debates de la RIPC han estudiado las formas
en que la diversidad cultural contribuye a la cohesión social, la vitalidad de la
democracia y la identidad de los pueblos, todos ellos componentes esenciales
del desarrollo social y económico.

Por consiguiente, los gobiernos deben fomentar que haya una amplia
disponibilidad de contenido cultural variado. Un marco internacional eficaz
aseguraría que sus obligaciones y derechos en virtud de acuerdos
internacionales den cabida y apoyo a su capacidad para materializar en el ámbito
nacional los beneficios de la diversidad cultural.

A escala local, la Agenda 21 de la cultura, primer documento con vocación


mundial que establece las bases de un compromiso de las ciudades y los
gobiernos locales para el desarrollo cultural apoya a las autoridades locales
comprometidas con la diversidad cultural.

Importancia de la diversidad cultural para el desarrollo de los países

La diversidad cultural favorece el desarrollo del país, gracias a la amalgama de


recursos étnicos, tradiciones, sociales, flora, fauna, regiones y paisajísticos. Por
esto las diferencias incorporan un potencial positivo, ya que son el medio por el
que se complementan los unos a los otros para crear soluciones que nos
permitan convivir en los entornos naturales y sociales.

Es importante destacar que tres cuartas partes de los mayores conflictos tienen
una dimensión cultural, por ello superar la división entre las culturas es urgente
y necesario para la paz, la estabilidad y el desarrollo.

La diversidad cultural es una fuerza motriz del desarrollo, no sólo en lo que


respecta al crecimiento económico, sino como medio de tener una vida
intelectual, afectiva, moral y espiritual más enriquecedora. Además, es un
componente indispensable para reducir la pobreza y alcanzar la meta del
desarrollo sostenible.
Características de la diversidad cultural

Multiplicidad de culturas: Existen numerosas culturas en el mundo, entendidas


como visiones diferentes del cosmos, de la humanidad misma y del mundo, con
sus tradiciones, imaginarios, lenguas y representaciones. Cada una es producto
del desarrollo individual, geográficamente aislado, de su pueblo, así como del
rumbo histórico de fusiones, incorporaciones y penetraciones posteriores que el
destino le deparara.

Rasgos distintivos:

Las culturas se distinguen en rasgos fundamentales que sirven para acotar sus
características primordiales, a saber:

Raza. En muchos casos, la semejanza racial (fenotípica) forma parte de los


valores de una cultura, que reconoce a sus semejantes a partir de la semejanza
física. Sin embargo, a medida que avanza la historia y la mezcla racial se
produce, o en el caso de las naciones fruto de mestizaje, este criterio es cada
vez más difícil de identificar en una supuesta “pureza”.

Lengua. El idioma en que una cultura se expresa está cargado de la cultura que
lo engendró (o de la que lo impuso) y de los accidentes históricos y culturales
que hayan ocurrido desde entonces a las sociedades que lo hablan.

Religión. La religiosidad, misticismo y ritualidad, así como la cosmovisión


específica, son rasgos distintivos de la manera de ver el mundo de una cultura.

Gastronomía. La manera de comer, los métodos de preparación, los platos


predilectos y los alimentos prohibidos, todo forma parte de la cultura.

Arte y folclore. Las manifestaciones artísticas y folclóricas de una comunidad


específica, su vestimenta, sus ritos iniciáticos, en los que reflejen sus creencias,
valores e idiosincrasia, forman parte de sus manifestaciones culturales.

Historia. Los relatos propios, los mitos tradicionales, así como la historia oficial
de la etnia, nación o región, constituyen también un elemento indispensable para
la cultura.

Áreas de diversidad cultural: Existen regiones de mayor diversidad cultural


que otras, entre las cuales están:
Ciertos países latinoamericanos. Como Perú, Bolivia o México, países en que
permanece mucha de la riqueza cultural precolombina, que en otras regiones fue
arrasada por los conquistadores españoles o fusionada en un crisol mestizo,
como en el Caribe.

Los balcanes. La región de Europa del Este es rica en culturas diversas y lenguas
variadas, que alguna vez estuvieron aglutinadas por gobiernos totalitarios (como
el de la Yugoslavia comunista) y hoy en día pueden expresar más libremente sus
diferencias.

Asia menor. Otra región de altísima diversidad cultural, en donde convergen


religiones distintas como el budismo, hinduismo y las diversas tradiciones de
filosofía oriental.

La ex URSS. El territorio que anteriormente ocupara la Unión Soviética de


Repúblicas Socialistas (URSS) es hoy una diversidad de naciones con historias,
culturas y lenguajes distintos.

Diferencia cultural: La diferencia cultural es un concepto distinto a la diversidad


cultural, ya que supone la existencia de una “norma”, de la cual difieren las “otras”
culturas, a menudo producto de migraciones o, peor aún, como en el caso de
América Latina, de ocupantes originarios de la región, cuya cultura se invisibilizó
mediante la conquista y colonización.

Preservación cultural: Muchas instituciones diversas se dedican a la


conservación y propagación de las culturas llamadas “minoritarias”, es decir,
aquellas que estadísticamente no pueden hacer frente a la imposición mediática
de las culturas más robustas o hegemónicas. Así, numerosos ritos, lenguas y
tradiciones se pierden en el paso de los años.

En contra de la diversidad: Existen diversas posturas ideológicas o políticas de


resistencia a la diversidad cultural, que abogan por la imposición de una cultura
central o por la conservación de la “pureza” de una cultura determinada, sin
entender que las culturas son entidades vivas que cambian, crecen, mutan y se
transforman, por lo que resulta imposible “preservarlas” intactas excepto en un
museo.
Interculturalidad: La interculturalidad es un concepto semejante al de la
diversidad cultural, ya que supone la capacidad de un conjunto de individuos o
de grupos conformados por identidades culturales diferentes, para negociar un
entendimiento común sin que prevalezca una cultura o punto de vista
notoriamente por encima de las otras, a través del diálogo y la comunicación
horizontal.

Multiculturalidad: La multiculturalidad o multiculturalismo, de manera


semejante, propone la convivencia de numerosas entidades culturales distintas
y específicas en un mismo espacio geográfico, como puede ser un país
determinado. Esto no significa que cohabiten de manera saludable y respetuosa,
horizontal, pero sí que comparten espacio vital entre todas.

2. La pluriculturalidad

Es el conjunto de diferentes culturas en un mismo espacio geográfico en donde


habitan, sin tener relación entre ellas. Por lo cual se reconoce la existencia de
otros miembros debido a que los otros miembros se hacen reconocer mediante
sus líderes y las estrategias que estos implementen para luchar y hacerse
escuchar. Con concepto de “enemigo” como fondo contextual inicial, a quien
se puede “explotar” de cualquier forma” (Castellano, 2004). Algunos autores
toman a la pluriculturalidad como sinónimo de multiculturalidad, sin embargo,
no son lo mismo. La pluriculturalidad es un conjunto de diferentes culturas que
no tienen relación entre ellas, solo saben que existen, pero no intercambian
información ni algún otro aspecto.

El prefijo “pluri” hace referencia a “muchas”, es decir, con él se puede hacer


referencia a muchas culturas. Desde el punto de vista sociológico el tèrmino
pluriculturalidad designa la presencia de diversas tendencias ideológicas y
grupos sociales coordinados en una unidad estatal. Así pues la pluriculturalidad
puede ser entendida como la presencia simultánea de dos o más culturas en
un territorio y su posible interrelación. El pluralismo cultural debe defenderse
como categoría de toda sociedad democrática, como existencias de muchas
culturas en un mismo territorio, defendiéndose el reconocimiento del otro y la
igualdad” Igualdad que se conforma a partir del reconocimiento de las
diferencias. La noción de reconocimiento, entonces encuentra su significado
profundo dentro del contexto de una sociedad pluricultural.

Se denomina pluriculturalidad a la coexistencia pacífica e interrelacionada de


diversas culturas en el seno de la sociedad. El término intenta referir a un
proceso en donde existen individuos que sostienen diversos marcos culturales
y que pueden resolver las diferencias que entre estos marcos existen de un
modo armónico.

1.1. Características de la pluriculturalidad

- Las culturas comparten el mismo territorio


- Contactos entre distintas comunidades
- Refleja varias culturas
- Conviven diferentes tradiciones culturales
- Todas las culturas son pluriculturales debido al contacto de las culturas y
también al desarrollo de la globalización
- Para que lo pluricultural sea positivo, como un valor, todas las culturas en
cuestión deben ser respetadas
- La convivencia entre múltiples culturas implica una pluralidad de
conocimientos y tradiciones que enriquece a una nación
- Invita a los distintos grupos culturales a tomar conciencia de la diversidad
cultural existente.

1.2. Importancia de la pluriculturalidad

Desde el nacimiento del concepto de nación y de Estado soberano ha


aparecido en juego otro concepto que permite abrir el debate sobre la identidad
regional de una comunidad y es el de pluriculturalidad. Esta compleja noción
es de gran importancia para ser permeables a lo que ocurre en muchas partes
del mundo.

1.3. El desafío pluricultural en el Estado nacional

A. El Estado-Nación frente a la pluralidad cultural

El desbordamiento del fenómeno migratorio ha suscitado en el último cuarto


del siglo XX un intenso debate sobre el pluralismo y el multiculturalismo en el
seno de los estados-nación, junto a la toma de conciencia de que las
sociedades han dejado de ser homogéneas y sobre la necesidad de arbitrar
fórmulas para acomodar la diversidad cultural dentro del Estado. Podría decirse
que la crisis del estado-nación se ha hecho patente a raíz de la plurietnicidad
sobrevenida, pero son las identidades nacionales originarias las que
abanderan el tránsito hacia un nuevo modelo de Estado pluricultural
(multinacional y poli étnico), basado en un nuevo concepto de ciudadanía
(diferenciada), sustentada sobre el reconocimiento de derechos colectivos.
Teniendo presente, además, un ulterior reto: la multinacionalidad sobrevenida,
esto es, la exigencia de un reconocimiento institucional de grupos nacionales,
no originarios, sino constituidos como consecuencia de la inmigración masiva
(el caso de la comunidad musulmana es paradigmático en Europa).

El estado-nación moderno, el que surge del paradigma de la revolución


francesa y norteamericana, no está concebido propiamente como pluricultural,
aunque acoja en su seno la pluralidad. Es decir, acoge la pluralidad cultural en
el ámbito privado, pero exige de sus ciudadanos una doble integración, política
y étnica, de manera ineludible. En efecto, la cohesión interna del estado-nación
se consigue a través de una cierta uniformidad, especialmente en torno a una
lengua (cuyo uso se generaliza en un territorio que se considera propio) y a un
relato histórico que toma como “sujeto” al Estado. Estas (y otras) características
culturales permiten hablar de “nación” en torno a la que se genera un
sentimiento compartido de pertenencia. Pero se trata de una uniformidad
compatible con un relevante grado de pluralidad(en las creencias, en los modos
de vida, etc.), que se asume como manifestación legítima de la libertad de los
ciudadanos y frente a la cual se observa una teórica “neutralidad”, sin potenciar
o privilegiar ninguna opción.

Sin embargo, esa pluralidad se garantiza sólo en el ámbito privado, protegida


por el principio de no discriminación. Por otro lado, el estado-nación exige a
sus miembros una doble integración: les pide una integración política—“fe
constitucional”—, es decir, aceptación de los principios del procedimentalismo
democrático y de los derechos humanos, y les pide también una integración
nacional, es decir, asunción de los rasgos básicos que definen a la nación —
se trata de una cierta integración étnica, en sentido “débil”, aceptando amplios
márgenes de pluralismo—. En definitiva, el estado-nación tradicional está
concebido para un pluralismo “liberal” tal y como lo concibe Sartori en su
ensayo La sociedad multiétnica. Ese pluralismo liberal difícilmente digiere la
pluriculturalidad, en sentido estricto, si por tal debe entenderse el
reconocimiento político y jurídico de toda singularidad cultural en el espacio
público.

Para que esto pueda producirse resulta imprescindible un ensanchamiento del


espacio jurídico y político habilitado por el estado-nación. Y ello porque la
pluriculturalidad exige institucionalizar la diferencia, dentro de un mismo
espacio social, para personas que se identifican con culturas diversas en
función de identidades nacionales o étnicas. De ahí el planteamiento de un
nuevo modelo de Estado superador de las exigencias integradoras del estado-
nación y abanderado de una nueva concepción de la ciudadanía. Quienes
hablan de “Estado pluricultural”, se refieren a la articulación de un nuevo
modelo político y organizativo que, acogiendo ciertos modos de diversidad
cultural (momento fáctico), pretende atribuirles una dimensión significativa
dentro de la propia organización institucional del Estado (momento normativo).
El tránsito teórico hacia ese nuevo modelo de Estado parece plantearse sobre
el ineludible marco de los derechos colectivos (o diferenciados), ligados al
reconocimiento de las minorías nacionales y su exigencia de autogobierno, y a
las de las minorías étnicas y los denominados derechos poli étnicos y derechos
especiales de representación.

B. El doble origen nacional y étnico de la pluriculturalidad

Los fenómenos identitarios son los que más en evidencia ponen las
limitaciones del estado-nación frente a los problemas que plantea la
acomodación de la pluriculturalidad y la gestión del fenómeno nacionalista.
Precisamente el doble origen, étnico y nacional, de la pluriculturalidad es lo que
exige su tratamiento diverso a la hora de articularla en un nuevo proyecto
político de Estado. Se trata, como destaca Habermas, de fenómenos distintos
que no deben ser confundidos, pero que están emparentados.8En efecto,
Kymlicka distingue dos modos fundamentales a través de los cuales la
pluriculturalidad se hace presente en un Estado: la plurinacionalidad y la
polietnicidad, ambas simultáneamente presentes en casi todos los estados.
Cada una presenta su propia peculiaridad en el tratamiento de los derechos
colectivos y en el tránsito político hacia un auténtico Estado pluricultural; pero
su correcta y justa gestión se presenta hoy como un cometido esencial de la
democracia.

La globalización y los avances en materia de comunicación, claves en el


desarrollo de la pluriculturalidad

Esta coyuntura es fácilmente palpable en este tiempo donde la globalización


ha propuesto un mundo pluricultural por donde se lo mire, incluso las
condiciones parecen profundizarse y extenderse cada vez más. Los avances
de las telecomunicaciones, del transporte, y de las nuevas tecnologías han
acortado las distancias geográficas y presenciales y eso ha creado lazos
comerciales y personales estrechos entre naciones distantes, algo ciertamente
impensado hace unos cuantos siglos atrás.

Entonces en dicho contexto resulta inevitable la coexistencia y el fluir de las


relaciones entre personas de diferentes culturas. En tanto, el concepto es
mayormente empleado a instancias de aquellos lugares geográficos en los que
se unen y conviven de manera armoniosa diversas costumbres y tradiciones
culturales que fueron oportunamente desarrolladas por diferentes etnias, un
ejemplo emblemático de estos días son algunas capitales d América y de
Europa que concentran ciudadanos de diversas partes dl mundo y que le
aportan esa variedad cultural y étnica que mencionábamos.

Enriquecimiento cultural a partir de las diferencias

Cabe destacarse, que la pluriculturalidad está considerada como un gran valor


dado que la presencia arraigada de varias culturas en un mismo lugar terminará
por enriquecer al mismo en materia de conocimientos, usos, costumbres,
tradiciones, ritos, mitos y leyendas, entre otras cuestiones.

La convivencia pacífica es fundamental para la existencia de la pluriculturalidad


y por ello lo hemos remarcado, ya que en aquellos territorios en los que existe
una multiplicidad de culturas pero la armonía entre las mismas es una deuda
pendiente ahí sí que el escenario será complejo y lo habitual es cada cultura
quiera eliminar a como dé lugar a la otra.

Entonces, la pluriculturalidad tendrá valor solamente cuando las diversas


culturas se acepten, se respeten, coexistan y se nutran mutuamente, dando
paso a un escenario de pluriculturalidad en el que cada una disfruta de sus
derechos y de lo que le provee la cultura “hermana”.

Por el contrario, cuando la cultura dominante tienda a limitar, someter,


discriminar al resto de las culturas que se asentaron, sin lugar a dudas se
producirá un escenario de convivencia muy difícil en el cual obviamente las
culturas minoritarias serán las más afectadas, porque estarán sometidas a la
coacción para abandonar sus usos y costumbres y sumarse a los de la
mayoría, o discriminadas, provocando seguramente mucha infelicidad y rencor
en quienes son sometido.

Actualmente y como consecuencia de la globalización del planeta, casi todas


las naciones, en mayor o menor grado, disponen de elementos multiculturales.
Mientras tanto, como señalamos, ello influirá positivamente siempre y cuando
se acepte y respete el aporte de las otras culturas.

Tolerancia y respeto
Por tal cuestión es que es necesario que cada nación desarrolle políticas que
tiendan a proteger la pluriculturalidad y eviten aquellas acciones que vayan en
contra de quienes se erigen en minoría, y obviamente también promuevan
políticas públicas que protejan a estos sectores minoritarios para que se tolere
y respete sus diferencias.

También, bien vale mencionar que este concepto se asocia con otro que actúa
como su sinónimo, el de multicultural. La palabra multicultural expresa a
grandes rasgos lo mismo que el concepto que nos ocupa: la existencia de
varias culturas ya sea en un territorio o nación.
1.4. Multiculturalidad

“Multi” hace referencia a una cierta cantidad de elementos y debido a esta


interpretación se producen confusiones con el término anterior. Sin embargo,
la Multiculturalidad se puede definir como la presencia en un territorio de
diferentes culturas que se limitan a coexistir pero no a convivir. En este caso
no tienen por qué darse situaciones de intercambio, es un concepto estático
que lleva a una situación de segregación y de negación de la convivencia y la
transformación social debido a la adopción de posturas paternalistas hacia las
minorías culturales presentes.

Es la existencia de varias culturas conviviendo en un mismo espacio físico,


geográfico o social. La multiculturalidad abarca todas las diferencias que se
enmarcan dentro de la cultura, ya sea, religiosa, lingüística, racial, étnica o de
género. La multiculturalidad reconoce la diversidad cultural que existe en todos
los ámbitos y promueve el derecho a esta diversidad.

Según la sociología o antropología cultural, la multiculturalidad es la


constatación de que coexisten varias culturas en un mismo espacio geográfico
o social pero no existe una influencia o intercambio importante entre ellas. Es
por ello que la multiculturalidad puede crear comunidades aisladas como, por
ejemplo, los barrios italianos, chinos, palestinos, etc. que existen en algunas
grandes ciudades sin o con muy poco contacto con la comunidad local. Cuando
las comunidades logran mantener un intercambio en respeto y tolerancia los
expertos lo llaman de multiculturalismo.

Es la acción de reconocimiento pleno del carácter multilingüe, multiétnico y


pluricultural de un país o nación. Esta acción da origen a políticas y programas
educativos, de salud, de participación ciudadana, de asistencia jurídica, trabajo
social y otras, con el fin de responder a las necesidades e intereses de las
diversas comunidades culturales lingüísticas y étnicas que conforman la
nación, en un marco de democracia multicultural.

El multiculturalismo se apoya en valores como la equidad y la justicia, la


igualdad con derecho a la diferencia étnica y cultural, y se manifiesta a través
del ejercicio de reconocimiento, respeto y promoción de la identidad y cultural
y lingüística. Sus aportes positivos son: a) la promoción de un mayor respeto
de las culturas y los pueblos; b) impulso a reformas del sistema educativo; c)
lucha contra el racismo y la discriminación; d) regionalización cultural del
currículum educacional, fortaleciendo a la vez un currículum básico nacional,
de manera que propicie la unidad en la diversidad.

A. Características de la multiculturalidad

Promover el respeto y la tolerancia por las diferencias.


Desterra prejuicios y estereotipos asociados.
Generar una convivencia armoniosa.
Crear intercambios entre los diferentes grupos.

3. Identidades básicas

La identidad social es el grado en que nos identificamos con un grupo; es la


importancia que tiene un grupo al que pertenecemos para nosotros. Cuanto
más nos identificamos con el grupo, más va a definir este grupo nuestra
personalidad. Las normas y valores del grupo van a ser compartidas por los
miembros de este; por otro lado, cuanto más importantes se consideren, más
se van a respetar.

La identidad social se define como aquella parte del auto concepto de un


individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo social, junto
con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia (Tajfel,
1984). Un aspecto central de esta aproximación es que el reconocerse como
miembro de un grupo es un estado psicológico. En ese sentido, la identidad
social o colectiva está marcada por una categoría social y se distingue por las
reglas que deciden la pertenencia a la misma, así como por un conjunto de
supuestas características y atributos que describen a la categoría o grupo en
cuestión y que son incluidos en la auto-presentación (Abrams, 1990).

A. Motivos de la Identidad e Identidad Nacional

En los procesos de formación de la identidad hay un conjunto de motivos o


funciones que promueven la aproximación de las personas hacia ciertos
estados identitarios y el alejamiento de otros. Al respecto, se ha observado que
motivos como la autoestima, la pertenencia, la distinción, la continuidad, la
auto-eficacia y el significado deben ser considerados en este proceso. Un
análisis integrado de estos motivos sugiere que las personas tienden a percibir
como más centrales en los procesos de construcción y mantenimiento de la
identidad aquellos aspectos que les proveen de un mayor sentido de
significado, continuidad, distinción y autoestima. Los motivos de pertenencia y
auto-eficacia además de sus influencias directas en la identidad, también la
influyen indirectamente a través de sus aportes a la auto-estima (Vignoles, et
al, 2006).

A nivel colectivo, los motivos de autoestima y pertenencia se satisfacen al ser


parte de grupos valorados en dimensiones relevantes. Por otro lado, el motivo
de distinción se satisface cuando las personas tienden a maximizar las
diferencias intergrupales a través de interpretaciones positivas de miembros del
endo grupo y evaluaciones menos positivas de los miembros del exo grupo
(Cunningham, 2006). En el contexto peruano, Espinosa (2011) analiza las
relaciones entre la identificación con el Perú y los motivos de autoestima,
pertenencia y auto-eficacia, encontrando asociaciones directas entre ellos.
Concretamente la identidad correlaciona intensamente con el motivo de
autoestima, mientras que los motivos de pertenencia y auto-eficacia se
relacionan significativamente aunque de manera más moderada. Por otra parte,
se puede apreciar que los auto-estereotipos negativos acerca del ser peruano
mitigan el grado de identificación con el Perú y a los motivos de autoestima,
pertenencia y auto-eficacia referidos.

2.1. La andina

Lo andino hace referencia a una ubicación geográfica del norte de


Suramérica, que cubre lo que hoy son las repúblicas de Colombia,
Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. Sin embargo, esta concepción
geográfica no quedó reducida a la descripción física de un territorio; la
construcción de la andinidad ha tenido en el siglo XX un propósito político
que es lo que nos incumbe a la hora de presentar este trabajo. Estos trabajos
se han enmarcado dentro del prejuicio cultural existente que plantea como
identidad andina, dentro de la unidad geográfica que se extiende desde el
norte de Chile hasta buena parte de Colombia, incluyendo a Venezuela, sólo
lo que está relacionado con lo indígena. Se distingue entonces como andina
a la forma particular que desarrollaron las comunidades mediterráneas –en
lo que hoy son Perú y Bolivia– para alcanzar altos niveles de orden político,
económico y social.

Lo andino también puede ser una categoría reapropiada por las poblaciones
campesinas culturalmente indígenas, y convertirse en una categoría de
protesta o incluso en el signo de una nueva identidad cultural y política,
producto de la reelaboración de las culturas indígenas frente a la modernidad
y de su necesaria adaptación a los escenarios políticos que configuran la
nación y el mundo globalizado. En esta redefinición de las culturas indígenas,
y en la pugna por el reconocimiento de su existencia en un país multicultural,
lo andino se puede convertir, pues, en consigna para la movilización política
(Lanata 2005).

Lo andino ha representado la posibilidad de convertir una zona geográfica


en fuente de inspiración, primeramente, para la integración de una subregión
latinoamericana. Lo andino se ha mantenido como base esencial para
algunas reivindicaciones étnicas del sur de Colombia, Ecuador, Perú y
Bolivia. Sin embargo, estas reivindicaciones no parecen tener el mismo
significado que tienen las que encontramos al interior de la Comunidad
Andina, entendiendo a ésta como una entidad formal que agrupa los
intereses de las poblaciones en su interior.

La identidad andina se refiere a los principios de reciprocidad (solidaridad


que ejemplifica la pamba mesa, la minga y el prestamazos), de
complementariedad (o dualidad, como la del cuerpo unido al alma, el varón
a la mujer, el individuo a su comunidad) y de correspondencia (del todo con
las partes) y aquellos principios del Buen Vivir o Sumak Kawsay, del
conocimiento (sabiduria) sin el cual no hay vida, la tierra (Pachamama) como
madre de todos, la vida considerada sana y colectiva (no solo la
preocupación individual de las enfermedades) y el sueño que todos tenemos
de alcanzar una sociedad de justicia y libertad. Para cultivar aquellos
principios y el sentido del trabajo comunitario y solidario es menester un
dialogo intercultural, en el que se unan los conocimientos occidentales
denominados académicos o científicos, con las intuiciones y afectos de la
vida cotidiana local comunitaria, rural o urbana.

2.2. La occidental
La identidad de Occidente depende pues de la definición de lo “Otro”, éste
último actualmente entendido bajo la idea de fanatismo y violencia, cualquier
viso de manifestación oriental en “Nuestro Mundo” es percibido como una
amenaza y rechazado a costa de lo que sea. La identidad cultural de los
grupos sociales se configura a partir de su consumo mediático y cultural, que
apenas si varía de uno a otros y cuando lo hace es, casi exclusivamente, en
función de la edad del grupo, o en todo caso, con la llegada de la televisión
de pago, de su nivel cultural. Se produce así una inevitable homogeneización
de la cultura.

La nueva identidad cultural creada a través del consumo de los medios de


comunicación masivos, sobre todo la televisión, es común a todo occidente,
pero en lugar de ser coercitiva, es decir normativa e impuesta como las
identidades de la modernidad, es voluntaria. Es el propio individuo el que
decide adherirse o no a la misma. Antes el grupo social que habitaba en el
entorno próximo imponía las costumbres; y el clima y las estaciones, los
horarios de trabajo y descanso; el lugar geográfico, la alimentación etc. El
individuo asumía por contacto directo informaciones, valores, formas de
pensar y actuar. Al no conocer otra forma de pensar o actuar esa era la
correcta.

Pero hoy la oferta es tan variada que a diario debe tomar un sinfín de
decisiones intranscendentes. Nunca el individuo ha sido tan libre como hoy
para elegir sus hábitos de consumo, sus horarios, su forma de vestir o en
qué actividad invierte su tiempo libre, el lugar donde quiere vivir, la lengua
que hablará, su religión etc., lo que provoca que el individuo se cuestione
constantemente sus elecciones. Este ejercicio constante de la libertad junto
a la revalorización y aceptación de las diferencias, implica tal responsabilidad
e inseguridad individual, y genera tantos conflictos psicológicos, que gran
parte de los individuos acaban buscando refugio y seguridad en las
estadísticas, esperando que sus decisiones sean refrendadas por las
mayorías, que ya no son nacionales sino internacionales (o más bien
occidentales).

2.3. La mestiza
El mestizaje es el encuentro biológico y cultural de etnias diferentes, en el
que éstas se mezclan, dando origen a nuevas razas. Se utiliza con
frecuencia este término para describir el proceso histórico sucedido en
Iberoamérica que la llevó a su estado racial y cultural actual. En la historia
de las naciones modernas, el mestizaje fue atravesado por numerosos
factores, como el clima, las particularidades culturales de cada comunidad,
u otros aspectos que provocaron que en diferentes regiones dentro de un
mismo país, el mestizaje haya sucedido en diferentes ritmos y grados de
profundidad.

Al señalar una identidad mestiza, lo estamos haciendo en el sentido de que


el concepto de mestizo y "mestiza" no solo da a conocer diferentes
elementos sociales y culturales que inciden de manera compleja y diversa
en la configuración de sujeto en América Latina, sino que,
fundamentalmente, porque esta noción deja al descubierto las
contradicciones que estos elementos traen al proceso identitario. Esto
genera, además, que este/a sujeto proyecte un pensamiento y una visión de
mundo mestiza, por lo tanto, heterogénea y problemática.

En este sentido, de acuerdo con Mansilla (2011), un sujeto lírico mestizo,


menos que dar respuestas a una situación de conflicto cultural-político, su
quehacer se perfila más como un doloroso desnudamiento de sí mismo
haciendo visible sus 'impurezas' culturales, sus líneas de fuga, sus
descentramientos ontológicos, su provisionalidad identitaria, su dificultad
para (auto)clasificarse dentro de ciertos campos etnoculturales predefinidos.

La identidad mestiza se puede interpretar entonces como una visión literaria


donde el sujeto se construye de múltiples formas a través del mestizaje. La
identidad mestiza está compuesta de muchas herencias, de andariegos e
inmigrantes, modelada por enormes flujos de gente en movimiento llevando
cultura; una lengua para darle a la globalización la idea de encuentro y no de
separación.

Multiculturalidad y multiculturalismo
La multiculturalidad describe el estado de una sociedad en que existen
grupos o minorías étnicas con una multiplicidad de prácticas culturales. Se
trata de un fenómeno objetivo al margen de las políticas institucionales o
estatales que pueden favorecer o no estas prácticas.

El multiculturalismo en cambio es la aplicación consciente de una política de


estado para promover el pluralismo de las culturas reconociendo su aporte
a la sociedad. La multiculturalidad es un proceso sociocultural que se
produce espontáneamente cuando los migrantes forman sus asociaciones,
sus negocios, generando su “comunidad” y sus barrios como el “barrio
latino”, el “barrio chino”, etc.

Por otro lado, siempre que ha habido el encuentro con el “otro” ha existido el
conflicto y ello se traduce en problemas de adaptación, en hechos de
violencia, y también en actitudes xenofóbicas y racistas hacia los migrantes.

Por eso, culpar al multiculturalismo de los conflictos que surgen en zonas


pobladas por las minorías étnicas es ignorar que todo proceso de integración
implica siempre un doble proceso de aceptación y rechazo.

De ahí que el multiculturalismo en un momento dado surja como una


propuesta para atenuar esos conflictos. Depende de cada Estado el adoptar
políticas a favor de una integración positiva de las minorías a través de
políticas educativas multiculturales y de programas para la preservación de
sus lenguas y el respeto a sus prácticas religiosas.

En consecuencia, los conflictos que involucran a las minorías no se deben


tanto a las diferencias culturales o a su “falta de integración”, sino a una
situación real de segregación y apartheid social.
3. La interculturalidad

La interculturalidad es distinta, en cuanto se refiere a complejas relaciones,


negociaciones e intercambios culturales, y busca desarrollar una interacción
entre personas, conocimientos y prácticas culturalmente diferentes; una
interacción que reconoce y que parte de las asimetrías sociales, económicas,
políticas y de poder y de las condiciones institucionales que limitan la
posibilidad que el “otro” pueda ser considerado como sujeto con identidad,
diferencia y agencia la capacidad de actuar. No se trata simplemente de
reconocer, descubrir o tolerar al otro, o la diferencia en sí, tal como algunas
perspectivas basadas en el marco de liberalismo democrático y multicultural lo
sugieren. Tampoco se trata de esencializar identidades o entenderlas 4 como
adscripciones étnicas inamovibles. Más bien, se trata de impulsar activamente
procesos de intercambio que, por medio de mediaciones sociales, políticas y
comunicativas, permitan construir espacios de encuentro, diálogo y asociación
entre seres y saberes, sentidos y prácticas distintas. A diferencia de la
pluriculturalidad, que es un hecho constatable, la interculturalidad aún no
existe, se trata de un proceso por alcanzar por medio de prácticas y acciones
sociales concretas y conscientes (Guerrero, 1999).

Si se atiende al prefijo, este término quedaría definido como “entre culturas”.


Conocer en profundidad este concepto es necesario para garantizar el
entendimiento “entre” las diferentes culturas que habitan un mismo territorio,
así como permitirá orientar las diferentes propuestas educativas hacia una
construcción cultural conjunta que refleje la gran diversidad presente en una
sociedad.

La Interculturalidad no es un concepto cerrado ni excluyente ya que existen


múltiples interpretaciones del mismo: promueve la comunicación entre
diferentes culturas, el encuentro cultural para contrastar y aprender
mutuamente, la toma de conciencia de la diferencia para resolver conflictos. Se
puede observar cómo hace referencia a un reconocimiento y aceptación de la
diferencia, lo que llevará al establecimiento de relaciones culturales y,
finalmente, a una integración de culturas. Las sociedades democráticas no
pueden alcanzar su pleno desarrollo hasta que fomenten el encuentro y la
comprensión entre las diversas culturas del territorio. Este concepto de
Interculturalidad aboga por la defensa de la diversidad, del respeto y del diálogo
cultural; sin embargo, ese reconocimiento y esa integración de la diferencia no
resuelven los problemas que surgen debido a ella. La Interculturalidad implica
reconocimiento y comprensión ante la existencia de otras culturas, además de
respeto, comunicación e interacción. Una sociedad será intercultural cuando
sus miembros interactúen y se enriquezcan con esa interacción.

A. Características

- Un proceso dinámico y permanente de relación, comunicación y aprendizaje


entre culturas en condiciones de respeto, legitimidad mutua, simetría e
igualdad.
- Un intercambio que se construye entre personas, conocimientos, saberes y
prácticas culturalmente distintas, buscando desarrollar un nuevo sentido de
convivencia de éstas en su diferencia.
- Un espacio de negociación y de traducción donde las desigualdades sociales,
económicas y políticas, y las relaciones y los conflictos de poder de la
sociedad no son mantenidos ocultos sino reconocidos y confrontados.
- Una tarea social y política que interpela al conjunto de la sociedad, que parte
de prácticas y acciones sociales concretas y conscientes e intenta crear
modos de responsabilidad y solidaridad.
- Una meta por alcanzar.

3.1. Desde el Estado

La interculturalidad debe ser la perspectiva de las políticas y funcionamiento


de la gestión pública con respeto a la diversidad cultural para lograr la
igualdad de derechos y ciudadanía. En la actualidad el discurso de la
interculturalidad forma parte del discurso oficial de muchos Estados
nacionales latinoamericanos. Se trata de una extraña componenda : pues
los Estados nacionales siempre han tenido como tarea esencial la creación
de una identidad nacional homogénea a través de las llamadas política de
construcción nacional; entre las que sobresalen las políticas educativas
homogeneizadoras que se tramitan a través de la educación pública.
El Estado-nación ha sido desde sus orígenes una institución que se ha
encargado de uniformizar a las culturas subalternas sobre la base del modelo
cultural y linguístico de la nacionalidad hegemónica. Por ello resulta
paradójico que en la actualidad se pretenda tramitar la interculturalidad
desde los Estados nacionales. En el Perú por ejemplo, El Estado ha
incorporado discurso de la interculturalidad en la misma Constitución. Esto
es sin duda altamente positivo. Sin embargo, los problemas que atañen a la
interculturalidad y el multiliguismo son considerados como problema que
conciernen exclusivamente al sector Educación.

La interculturalidad no es percibida como un problema de Estado por dos


motivos: Primero, porque justamente coloca en tela de juicio el modelo de
Estado nación que tenemos. Es por ello un tema importante en el plano
discursivo, pero insignificante en el plano de la acción estatal, y, segundo,
porque la Interculturalidad, como propuesta ético-política es un asunto que
compete a todos los sectores del Estado, y no sólo al sector Educación.

¿Qué significa incorporar el enfoque intercultural en el Estado?

1. Mejorar gobernabilidad.
2. Promover el diálogo intercultural, la convivencia pacífica y la reducción de
conflictos sociales.
3. Reducir las brechas sociales existentes entre diversos grupos étnicos
4. Diseñar servicios adecuados a las particularidades culturales de una
ciudadanía diversa.
5. Generar políticas, programas y servicios que garanticen los derechos de
pueblos indígenas y la población afroperuana.

3.2. Desde la comunidad

Construir comunidades interculturales es caminar hacia la inclusión social y


educativa, defender los derechos de todas las culturas a la propia identidad,
a la diversidad y a la pervivencia de estilos de vida diferentes. Pues la
interculturalidad surge como respuesta y alternativa al asimilacionismo, a la
exclusión y propugna el reconocimiento de la diversidad cultural, del derecho
a la diferencia, y de la valoración de todas las culturas por igual, pero
también tiene la obligación de buscar espacios comunes para el encuentro
y buscar valores, normas, costumbres, hábitos, asumibles por todos los
miembros que componen una sociedad; y con la obligación de construir
políticas sociales.

La interculturalidad reconoce la importancia de la cultura para construir


comunidades cohesionadas, acceder a los derechos y hacer realidad las
oportunidades. Asimismo, hace hincapié en la necesidad de permitir que
cada cultura sobreviva y prospere, pero también subraya el derecho de todas
las culturas a contribuir al paisaje cultural de la sociedad donde se
encuentran. La interculturalidad se deriva de la comprensión de que las
culturas solo prosperan en contacto con otras culturas, no aisladamente.
Pretende reforzar la interacción intercultural como medio de construir la
confianza y reforzar el tejido de la comunidad.

La Ciudad Intercultural tiene una población diversa que incluye a personas


de distintas nacionalidades, orígenes, lenguas o religiones/creencias. La
mayoría de ciudadanos consideran que la diversidad es un recurso, no un
problema, y aceptan que todas las culturas cambian cuando coinciden en el
espacio público. Las autoridades de la ciudad abogan públicamente por el
respeto por la diversidad y por una identidad plural de la ciudad. La ciudad
combate activamente el prejuicio y la discriminación y garantiza la igualdad
de oportunidades para todos, adaptando sus estructuras, instituciones y
servicios de gobernanza a las necesidades de una población diversa, sin
traicionar los principios de los derechos humanos, la democracia y el estado
de derecho. En asociación con la empresa, la sociedad civil y los
profesionales de los servicios públicos, la Ciudad Intercultural desarrolla una
serie de políticas y acciones para fomentar una interacción mayor entre los
diversos grupos. El alto nivel de confianza y cohesión social ayudan a
prevenir los conflictos y la violencia, incrementan la efectividad de las
políticas y hacen que la ciudad sea atractiva tanto para las personas como
para los inversores.

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