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SEMINARIO INTERDIOCESANO NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ

2º de Teología
Liturgia de los tiempos
Edwin Guerrero.
TEOLOGÍA DEL AÑO LITÚRGICO
La verdadera y auténtica teología del año litúrgico no es abstracta, sino concreta y se
expresa en los textos y en los ritos de cada una de las celebraciones en la Iglesia. La liturgia
es propuesta en SC 7: como historia de la salvación y misterio pascual, sacramento,
ejercicio del sacerdocio de Jesucristo.
1. Historia de la salvación
La historia de la salvación se concentra en el misterio de Cristo, donde la Iglesia lee,
celebra, actualiza las maravillas de Dios dadas a los hombres por la gracia de misterio
pascual. El año litúrgico es, pues, la realidad donde ampliamente se celebra esta historia al
proclamarla y actualizarla. El año litúrgico es también celebración del misterio pascual,
realidad presente en el Kyrios de la gloria y la efusión del Espíritu. Podemos comprender la
teología del año litúrgico en tres dimensiones esenciales: sentido trinitario, eclesial y
antropológico.
Es la Trinidad la que se comunica a la humanidad en la Iglesia que es a la vez divina y
humana, sacramento de la comunión con Dios y de la unidad del género humano.
A. Dimensión trinitaria
La Trinidad, del Padre, por Cristo y en el Espíritu Santo. Cumple una dimensión única en la
realidad de la liturgia. En cada misterio de Cristo que se celebra: Navidad, Pascua,
Pentecostés, Epifanía, Transfiguración, está el protagonismo del Padre, del hijo y del
Espíritu Santo.
El Padre, es el protagonista indiscutible de todo misterio del Hijo. Cristo, es el centro de la
celebración, puesto que es el Revelador y el dador de la plenitud trinitaria. El Espíritu
Santo, es el misterioso protagonista de la historia de la salvación junto con Cristo. Cada
tiempo litúrgico, cada fiesta del Señor, de la Virgen y de los Santos es una manifestación de
la Trinidad y lleva el sello trinitario del misterio salvador.
B. Dimensión eclesial
En toda la Iglesia, el misterio de Cristo es ofrecido y comunicado y queda interior y
progresivamente plasmado por las celebraciones litúrgicas. La unidad de la liturgia, asegura
a la comunidad eclesial un punto constante de convergencia, una experiencia de camino
mistérico. Es la comunión eclesial la que unifica a la Iglesia en el misterio del Señor y
específicamente del misterio de Cristo la Iglesia suma su propia experiencia de fe y de vida.
C. Dimensión antropológica
La celebración toca siempre al hombre en su profundidad antropológica, en su sentido
religioso, a través del simbolismo. Esta dimensión antropológica se expresa en los
diferentes elementos, formas, ritos que son propuestos para celebrar la multiforme gracia de
Cristo. La celebración de los misterios que nos han dado la vida llegue hasta lo más
profundo del ser humano para transformarlo en una humanidad nueva fundamentada en
cristo.
2. Santificación y culto
Cada celebración tiene una característica dimensión descendente de santificación:
revelación, comunicación, santificación como participación en la vida divina y en el
misterio celebrado. La santificación celebrada en la liturgia está llamada a convertirse en
historia de salvación en la experiencia cotidiana; a través de los misterios celebrados, por
medio de la oración, la alabanza y la intercesión. Cada tiempo del año litúrgico, renueva
plenamente el diálogo de nuestra salvación y el único perenne misterio pascual.

CARACTERISTICAS ESENCIALES DEL AÑO LITURGICO


A. Unicidad
El tiempo litúrgico es celebrado sólo y siempre desde el misterio de Cristo como centro de
la historia de la salvación, raíz y fuente del año litúrgico. Cristo es pues, objeto fundamental
del memorial litúrgico, en él se encuentra el punto unificador de la historia de la salvación,
pasada, presente y futura que es la Pascua.
B. Historicidad
El misterio de Cristo, como la historia de la salvación, tiene un sentido histórico, se ha
revelado y realizado en el tiempo y en la historia. El año litúrgico no se ha desarrollado
históricamente mediante una programación que convierte la historia de la salvación en una
pura cronología, sino que insiste en el sentido salvífico de cada uno de los momentos de la
historia. La pura cronología no es el criterio exhaustivo de comprensión del círculo anual
de los misterios. En el año litúrgico se combinan, pues, los criterios del espacio cronológico
celebrativo y de la historia salvífica. Una dimensión histórica del año litúrgico significa
afirmar que la liturgia anual celebra el ingreso de la historia de Dios en la historia de los
hombres, asumiendo el valor kairos.
C. Aspecto antropológico y social
Por el predominio cultural del cristianismo en Oriente y Occidente, el año civil está unido
también a nivel social a la estructura del año litúrgico. Hoy vemos fenómenos contrarios: la
secularización de las fiestas cristianas por parte de la sociedad ha caída al mero hecho
humano; es por ello que las fiestas de la comunidad cristiana han tenido un notable influjo
social y humanizado.
D. Dimensión cósmica
El año litúrgico cristiano está unido a aspectos cósmicos que no se pueden ignorar,
creyendo que se trata de una absoluta originalidad cristiana. No podemos olvidar, sin
embargo que estas raíces cósmicas están vinculadas a las estaciones del año en Europa y en
el cercano Oriente. Fundamentalmente, la medida litúrgica en la que se elabora la
perspectiva de la celebración del misterio de Cristo es el año lunar.
E. Memorial bíblico
El año litúrgico cristiano tiene también sus raíces en las celebraciones del calendario
bíblico de los hebreos. Sin embargo, fuera del contexto celebrativo de las fiestas, el año
litúrgico hunde sus raíces en los acontecimientos de la historia de la salvación cuya lectura
y memoria propone a la luz del nuevo Testamento.
F. Celebración cíclica
La vida litúrgica anual vuelve cada año al cumplirse el círculo de los meses. Es un tiempo
caracterizado por el retorno de las estaciones. Pero el tiempo litúrgico cristiano no es el
eterno y fatal retorno de las estaciones. Es un tiempo que se repite como en una espiral
progresiva y va hacia la parusía del Señor. Cada año litúrgico debe, pues, tener aquel sabor
distinto, profundizado, que brota de la distinta situación eclesial y personal.
G. El todo y sus fragmentos
La liturgia es, como otros aspectos del cristianismo, el misterio de la presencia de la
totalidad en cada uno de sus fragmentos. El misterio pascual y pentecostal está presente de
manera absoluta y objetiva en la celebraciones, por lo que todo contenido y nos es
entregado en este fragmento del tiempo litúrgico donde Cristo se hace sacramentalmente
presente en la liturgia. Podemos confesar con las celebraciones de la Iglesia que Cristo es
nuestro pasado salvífico, nuestro presente y nuestro futuro.
H. La plenitud del misterio
En toda celebración, siempre esta preste, Cristo resucitado y en El cuanto está contenido ya
en la novedad de la Resurrección, en el Cuerpo Místico glorioso, en el Cristo total
glorificado que llegará a su plenitud al final de los tiempos. Adema en toda celebración,
María tiene un puesto relevante que nace de su cooperación al misterio de la salvación de
manera única y personal; Ella está unida a Cristo con un vínculo indisoluble en el misterio
de la Encarnación, en la gloriosa pasión y en la efusión del Espíritu en Pentecostés. María
es excelentísimo modelo de la Iglesia en el ejercicio del culto divino.
I. Presencia objetiva y subjetiva
Cada celebración es una presencia misteriosa objetiva de cuanto es celebrado, en la medida
en que está contenida en el misterio de Cristo glorioso. Estas celebraciones son siempre
para nosotros, para la Iglesia, no en una presencia estática, sino dinámica de comunión;
comunicación que espera de la comunidad celebrante la acogida del misterio objetivo en la
subjetividad de la vida teologal. La liturgia concentra su atención en el único misterio
salvador que constituye su núcleo central e inmutable en el Verbo Encarnado y glorificado.
Información recopilada de: Jesús Castellano, El año litúrgico Memorial de Cristo y
mistagogía de la Iglesia.

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