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Facultad de Psicología
DESARROLLO
Partimos de la siguiente pregunta, ¿qué se demanda en análisis?. En primer lugar la
demanda es algo que se construye, en transferencia. El sujeto, en presencia del Otro,
como está acostumbrado a hacerlo, demanda. Con oferta, he creado demanda, dice
Lacan (1958). El sujeto le demanda al Otro, que responda, y el analista como Sujeto
Supuesto al Saber, puede responder a su demanda.
Colette Soler (1984) propone que en un análisis se debe pasar de una demanda de
verdad, que supone la queja del paciente con la que llega a las primeras consultas, a una
verdadera demanda, donde aparece realmente el trabajo analítico.
“Entre la queja, que pide alivio, y la entrada en análisis, que supone el trabajo analizante,
no hay continuidad” (Soler, 1984, 107)1
Lombardi (2011) señala que ya desde los comienzos del psicoanálisis, Freud da cuenta
de la ventaja de que el neurótico modifique su postura respecto de su padecimiento, que
admita alguna participación suya, su complicidad en la actualización de sus síntomas.
Lo hace modestamente, cumpliendo con la regla analítica, aportando asociaciones que
puedan evidenciar la división que conllevan, por ser sujeto del inconsciente, dividido por el
significante.
Lacan designa como rectificación subjetiva a ese viraje en el que el sujeto cambia de
perspectiva con respecto a lo más real de su síntoma, su participación inconsciente su
causación.
Un primer movimiento debe ser que el sujeto experimente la ajenidad y extrañeza del
síntoma, romper la egosintonía de la neurosis. Dice Lacan, para que el síntoma salga del
estado de enigma, el sujeto debe saber que hay una causa para eso. Para que la
implicación del sujeto en su conducta se rompa. Eso que le pasa es síntoma de alguna
causa, que lo concierne. El síntoma es lo que el sujeto conoce de sí, sin reconocerse en
ello, dice Lacan.
En el caso de M, podemos identificar ese cambio de posición que toma, luego de las
intervenciones de la analista, donde algo de su implicación en el síntoma por primera vez
aparece, dando lugar a la rectificación subjetiva. Ese viraje de la demanda de verdad
hacia la verdadera demanda es lo que permite el efecto sujeto. Aparece el sujeto barrado,
atravesado por la castración y dividido por el significante. Aclara el autor:
3 Lombardi, G. (2011). Rectificación y destitucion del sujeto. En Aún N.º 5. Publicación de Psicoanálisis,
Foro Analítico del Río de la Plata. Buenos Aires.
Pasado un tiempo, M cuenta que conoció un chico por chat y algo de su síntoma vuelve
a aparecer. Dice que la confunde con sus actitudes, que no puede darle una respuesta
automática. Se le apareció de sorpresa en la casa y a ella la descolocó porque no pudo
decir que vino porque necesitaba algo. Pero se contradice al mismo tiempo: “bueno,
conmigo tiene relaciones gratis”.
La analista le dice que hasta el momento en que accedió, estaba bien, que el problema
comenzó cuando se respondió de forma automática. Se enoja, pregunta si se está riendo
de ella. Se para, agarra sus cosas y amenaza con salir del consultorio. La analista
interviene diciendo que parece que este chico tampoco le cree al personaje que ella arma.
La vez siguiente comenta que se dio cuenta que lo que la hizo enojar es que no se enoja
con ella: “De ese enojo detecté que… me descubriste las ganas de salir corriendo; no le
creo al otro que me quiere ayudar, ahí me empiezo a enojar. Supongo que me da miedo
que alguien se me quiera acercar”. Se angustia.
Después de esa entrevista, falta durante un mes. A su regreso cuenta que aceptó dictar
unos cursos de capacitación para el trabajo y que se siente diferente, que es algo que
nunca imaginó, y por otro lado, cuenta que está por vencer el contrato de alquiler de su
casa y que va a ponerlo a su nombre.
Dice la analista que se establece una diferencia respecto de la modalidad de las
entrevistas: de traer armado lo que quería decir a no saber de qué hablar y hacer silencios
prolongados.
Finalmente luego de un tiempo, la analista le plantea su decisión de dejar el Servicio.
Dice que se imagina en medio de un escenario donde es ella la protagonista, está inmóvil
en el medio del escenario que cambia. Se fastidia pensando en comenzar con otro
analista. Por lo que interviene diciendo, que no necesariamente tendría que ser así, que
no tendría que ser un cambio de figuritas, que está la posibilidad de concluir ahí.
Finalmente lo piensa, y en la última sesión dice haber pensado que continuar con otro
sería para volver a lo mismo de siempre, por lo que le parecía mejor poner un punto allí.
Se podría pensar como un síntoma, las escenas que ella misma se arma frente a los
otros, y cómo ubica a la analista en la misma posición, lo que ella refiere como respuestas
automáticas. En las distintas intervenciones, la analista intenta marcar algo de esto, como
es ella misma la que las creas, remarcando nuevamente, que habría una causación para
ello. Se puede ver como después, aparece una mejoría y un cambio de posición frente a
los otros. Cuando finalmente la analista le cuenta de su decisión, ella vuelve a armarse
una escena y la analista concluye diciéndole que una posibilidad podría ser finalizar, q ue
habría otra respuesta, una manera distinta de responder, frente a su propio fantasma.
En cuanto a la actitud de la analista, podemos decir que aparece a lo largo del trabajo
analítico, en sus intervenciones y su forma de interpretar, el des-ser del analista del que
se refiere Lacan (1958). Dice, que el analista pierde su libertad, y debe ubicarse más por
su carencia de ser que por su ser. El analista sin duda debe dirigir la cura, pero no debe
dirigir al paciente. La dirección de la cura es otro cosa y consiste en primer lugar, en hacer
aplicar al sujeto la regla analítica.
“Los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el del muerto; y
que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién lo conduce” (Lacan,
1958, 563)4
Lombardi (2011) plantea que se debe exigir la destitución subjetiva del analista, que ha
de admitir no ser sujeto. Acepta ser tomado como significante, como objeto, como causa,
resignando la posición de sujeto. Debe ser una destitución producida en acto, es decir, en
el encuentro con cada analizante en particular.
Freud (1919) ya había adelantado que la cura analítica debe ejecutarse en un estado de
privación, de abstinencia. Sostenida en no orientar al Yo con los propios ideales del
analista, es un costo que debe pagar.
“Pero esto debe hacerse siempre con gran cautela; no se debe educar al enfermo para
que se asemeje a nosotros, sino para que se libere y consume su propio ser” (Freud,
1919, 160)5
4 Lacan, J, (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. En escritos 2. Buenos Aires: Siglo
XXI. Editores.
5 Freud, S (1919 [1918]). Nuevos caminos de la terapia analítica. En Obras Completas, Vol. XVII. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
“Así el analista es aquel que apoya la demanda, no como suele decirse para frustrar al
sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en que su frustración está detenida”
(Lacan, 1958, 589)6
Para ver dónde es que actúa la interpretación, se debe admitir el concepto de la función
del significante, que capte dónde el sujeto se subordina a él. Siguiendo la lógica de que el
inconsciente está estructurado como un lenguaje. Los modos de efecto del significante en
el advenimiento del significado, nos permite pensar que la interpretación pueda producir
algo nuevo. En el caso, efectivamente, algo nuevo pudo surgir.
CONCLUSIÓN
Durante todo el recorrido, pudimos identificar cómo es que se despliega el algoritmo de
la transferencia en el análisis de un caso, específicamente en el que se nos permitió
abordar. Se pudo verificar cómo efectivamente se pudo dar por parte de la paciente, el
viraje de la demanda de verdad, de la queja que en primer lugar apareció, a la verdadera
demanda, que implica al sujeto como partícipe y surgiendo así el síntoma como una
pregunta, que sólo puede ser respondida por ella. En las últimas sesiones, la analista le
pregunta qué es para ella hacer terapia. A lo que responde: “Exponer las cosas que hago,
tratar de cambiar marcas arraigadas que tengo”. Como dice el titular de la Cátedra, este
viraje permite que se rompa la implicación del sujeto en su conducta, que aparezca como
ajenidad.
En parte esto pudo ser posible, por la posición que vimos que tomó la analista a lo largo
del tratamiento, cómo pudo dirigir la cura, como pivote, y permitió hacer surgir el saber del
lado del sujeto.
6 Lacan, J, (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. En escritos 2. Buenos Aires: Siglo
XXI. Editores.
Bibliografía
Freud, S (1919 [1918]). Nuevos caminos de la terapia analítica. En Obras Completas, Vol.
XVII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Lacan, J, (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. En escritos 2.
Buenos Aires: Siglo XXI. Editores.
Lombardi, G. (2011). Rectificación y destitucion del sujeto. En Aún N.º 5. Publicación de
Psicoanálisis, Foro Analítico del Río de la Plata. Buenos Aires.
Soler, C. et al. (1984). Standards, no Standards. Introducción y Entrevistas preliminares.
En ¿Cómo se analiza hoy? Buenos Aires: Manantial.