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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

Clínica Psicológica y Psicoterapias: Clínica de Adultos


Cátedra I. Titular: Prof. Gabriel Lombardi

Autor: Campos, Camila Belén


L.U: 401362060
Mail: camucampos@gmail.com
Docentes a cargo: Moraña, Juan Manuel
Laje, Matías
Comisión: 34
Año: 2019
INTRODUCCIÓN
En el presente informe se intentará realizar un trabajo de articulación conceptual
tomando como elemento de análisis el caso entregado en la comisión de Servicio de
Clínica de Adultos: “La mujer que se hace plantear”. El objetivo será articular el mismo
con el trabajo realizado a lo largo de la cursada, tomando como ejes de análisis los
conceptos de Síntoma y Demanda, observando cómo es que se presentan en el recorrido
del algoritmo de la transferencia, planteado por Jaques Lacan. Primero se los abordará
teórica y conceptualmente, para luego demostrar cómo es posible que se reflejen en el
presente caso. De esta forma, se recurrirá a autores tales como Jaques Lacan, Sigmund
Freud, Colette Soler y Gabriel Lombardi, para fundamentar el recorrido emprendido.
Lo que se propone es señalar cómo a través de las sesiones y por medio de las
intervenciones del analista, de la queja o consulta inicial comenzará a emerger del
síntoma, una verdadera demanda, la cual en un principio no había sido formulada como
tal. Será preciso ubicar cómo irá surgiendo el síntoma en transferencia y la forma en que
se articula con dicha demanda. Del mismo modo, se intentará señalar el modo en que el
analista debe actuar y la posición que deberá tomar, para lograr ese viraje y verificar si
efectivamente, en el caso abordado, algo de eso ocurrió.

DESARROLLO
Partimos de la siguiente pregunta, ¿qué se demanda en análisis?. En primer lugar la
demanda es algo que se construye, en transferencia. El sujeto, en presencia del Otro,
como está acostumbrado a hacerlo, demanda. Con oferta, he creado demanda, dice
Lacan (1958). El sujeto le demanda al Otro, que responda, y el analista como Sujeto
Supuesto al Saber, puede responder a su demanda.
Colette Soler (1984) propone que en un análisis se debe pasar de una demanda de
verdad, que supone la queja del paciente con la que llega a las primeras consultas, a una
verdadera demanda, donde aparece realmente el trabajo analítico.

“Entre la queja, que pide alivio, y la entrada en análisis, que supone el trabajo analizante,
no hay continuidad” (Soler, 1984, 107)1

1 Soler, C. et al. (1984). Standards, no Standards. Introducción y Entrevistas preliminares. En ¿Cómo se


analiza hoy? Buenos Aires: Manantial.
Este pasaje del analizante a la verdadera demanda supone un esfuerzo, un empuje de
su parte. Es solo por efecto de la transferencia que se puede situar aquello que hace del
síntoma una “demanda verdadera”.
La transferencia demandante debe devenir transferencia productora. Partiendo del
algoritmo de la transferencia, se presenta el St, (Significante de la transferencia) como lo
que insiste. Es la manifestación sintomática del sujeto que se presenta en análisis y
sostiene la demanda. El sujeto se lo lleva al analista, que va a operar, como descifrador
(Sq). El síntoma debe implicar una pregunta para el sujeto, y la operación del analista
consiste en que se elabore el saber que responda a su pregunta. Pero no es él, el que
debe responder. El analista interroga y le devuelve la pregunta al analizante. El saber se
hacer surgir del otro lado, desde el sujeto. Es por medio de la regla fundamental, que a
partir del St, se van construyendo distintas escenas y se va desplegando el saber
inconsciente que el síntoma conlleva, los significantes que lo determinan. Se despliega la
dimensión metafórica del síntoma. La asociación libre como regla fundamental supone
hacerle percibir al sujeto que sabe más de lo que dice. Es decir, que se supone un saber
al analizante.

“Es un hecho de experiencia que el síntoma no conduce al análisis sino cuando


cuestiona, cuando el analizante capta ese incomprensible cuerpo extraño como propio y
portador de un sentido obscuro que lo representa como sujeto desconocido para sí
mismo” (Soler, 1984, 107)2

En el caso propuesto, el motivo que la lleva a M a consultar nuevamente, luego de que la


analista que venía atendiéndola en el Servicio le sugiere la conclusión del tratamiento,
situación que la tiene desbordada, es que se siente “material descartable”. Dice que
decidió volver a consultar porque se siente usada por todos, por la familia, por su hijo de 9
años e incluso se sintió manipulada por la analista. Dice, “sin terapia me quedo sin
sostén”.
Durante el tratamiento el tema puntual es su pareja y su hijo. La queja queda ubicada
ahí, en la forma en la que se sentiría usada por sus vínculos.
Una de las primeras intervenciones de la analista es decirle que sus tiempos son
diferentes a los del servicio, y que no parece casual que la analista haya caído al mismo
lugar que los otros por lo que se siente usada. Destacando que hay una causa para eso.

2 Soler, C. et al. (1984). Standards, no Standards. Introducción y Entrevistas preliminares. En ¿Cómo se


analiza hoy? Buenos Aires: Manantial.
En una oportunidad llega al consultorio cargada con la mochila del hijo, a lo que la
analista le refiere algo de lo cargada que está. Ella responde: “Te vengo a usar nada más,
vengo a que me escuches y a guardar eso”. La analista le pregunta qué es lo que guarda.
Confiesa que hace unos días que quería hablar de algo, que le da vergüenza. Trae una
escena de su infancia en la que el hermano más grande la agarraba, la besaba y la
tocaba. Y que de más grande, también pasó con su hermana y su hermanito. Dice
“Pensaba si era algo normal, si lo habían hecho sólo conmigo, si me usaban para sus
arranques sexuales” La analista interviene diciendo que de alguna manera viene hablando
de esto desde el primer día.
En estas primeras intervenciones, la analista interroga, interviene, para que la paciente
se
empiece a cuestionar y el síntoma sea puesto en forma de pregunta. Vemos que ya
empiezan a aparecer escenas en relación al significante, lo que permite poder articularlas
y que se le pueda dar al síntoma una nueva significación transferencial. Podríamos ubicar
como el significante de la transferencia, el sentirse “usada”. La analista al decirle que
viene hablando de eso, supone una relación causal entre las escenas que trajo de su
infancia, y el síntoma que trae a análisis desde el primer día.
En otra oportunidad aparece bajoneada por haberse peleado con su pareja. Refiere que
siempre le pasa lo mismo y que pudo ver cómo es el ciclo: “Primero cortamos, me alejo.
Le pasa algo, me acerco. Nos arreglamos, pero si yo me planto él se enoja y se aleja”. La
analista pregunta qué significa “me planto”, porque no es la primera vez que “se planta”.
Por lo que asocia a una escena en la que iba sola a un bar y jugaba a “hacese plantar”, se
hacía como que esperaba a alguien y la dejaba plantada. La analista finaliza la sesión y
ella dice confundida: “¿No sé quien soy?”. La próxima sesión refiere haber ido muy mal de
la última sesión. Que ella armó algo y le tiró todo abajo. Dice que no termina de entender,
que necesita definiciones. Dice no saber quién es.
Presenta durante un tiempo un estado depresivo. Habla del trabajo y la relación con los
otros. Dice que se siente invisible, que prefiere quedar afuera, ser directora que actriz,
que tiene la sensación del “me quiero ir” permanentemente. La analista interviene
mostrándole algo de su funcionamiento respecto a los otros, que es ella quien se sale de
la escena y al hacerlo es quien la arma. Nuevamente interviene intentando identificar algo
de su implicación en la conducta.
Responde haber encontrado el núcleo de su problema y es que tiene respuestas
automáticas: “me vi reflejada en todas esas definiciones que vengo buscando desde hace
mucho”. Pudiendo encontrar nuevamente una relación causal, entre lo que viene
contando, y una nueva escena que ahora recuerda. Estaba en la pileta con la hermana y
sintieron gritos: “me escondí, pero no dejaba de mirar”. Cuenta que el padre agarró una
biga y con esto le pagó a la madre: “Mi viejo la golpeaba y yo afuera”. La analista marca
como muy importante su descubrimiento de las respuestas automáticas, poniendo en
serie las escenas infantiles que cuenta. Los significantes que aparecen son “me usan” y
“quedar afuera”.

Lombardi (2011) señala que ya desde los comienzos del psicoanálisis, Freud da cuenta
de la ventaja de que el neurótico modifique su postura respecto de su padecimiento, que
admita alguna participación suya, su complicidad en la actualización de sus síntomas.
Lo hace modestamente, cumpliendo con la regla analítica, aportando asociaciones que
puedan evidenciar la división que conllevan, por ser sujeto del inconsciente, dividido por el
significante.
Lacan designa como rectificación subjetiva a ese viraje en el que el sujeto cambia de
perspectiva con respecto a lo más real de su síntoma, su participación inconsciente su
causación.
Un primer movimiento debe ser que el sujeto experimente la ajenidad y extrañeza del
síntoma, romper la egosintonía de la neurosis. Dice Lacan, para que el síntoma salga del
estado de enigma, el sujeto debe saber que hay una causa para eso. Para que la
implicación del sujeto en su conducta se rompa. Eso que le pasa es síntoma de alguna
causa, que lo concierne. El síntoma es lo que el sujeto conoce de sí, sin reconocerse en
ello, dice Lacan.

En el caso de M, podemos identificar ese cambio de posición que toma, luego de las
intervenciones de la analista, donde algo de su implicación en el síntoma por primera vez
aparece, dando lugar a la rectificación subjetiva. Ese viraje de la demanda de verdad
hacia la verdadera demanda es lo que permite el efecto sujeto. Aparece el sujeto barrado,
atravesado por la castración y dividido por el significante. Aclara el autor:

“Mientras dura el tratamiento él no es del todo responsable porque está dividido, y la


causa es su división, la causa actualizada en el análisis, es el analista” (Lombardi, 2011,
35)3

3 Lombardi, G. (2011). Rectificación y destitucion del sujeto. En Aún N.º 5. Publicación de Psicoanálisis,
Foro Analítico del Río de la Plata. Buenos Aires.
Pasado un tiempo, M cuenta que conoció un chico por chat y algo de su síntoma vuelve
a aparecer. Dice que la confunde con sus actitudes, que no puede darle una respuesta
automática. Se le apareció de sorpresa en la casa y a ella la descolocó porque no pudo
decir que vino porque necesitaba algo. Pero se contradice al mismo tiempo: “bueno,
conmigo tiene relaciones gratis”.
La analista le dice que hasta el momento en que accedió, estaba bien, que el problema
comenzó cuando se respondió de forma automática. Se enoja, pregunta si se está riendo
de ella. Se para, agarra sus cosas y amenaza con salir del consultorio. La analista
interviene diciendo que parece que este chico tampoco le cree al personaje que ella arma.
La vez siguiente comenta que se dio cuenta que lo que la hizo enojar es que no se enoja
con ella: “De ese enojo detecté que… me descubriste las ganas de salir corriendo; no le
creo al otro que me quiere ayudar, ahí me empiezo a enojar. Supongo que me da miedo
que alguien se me quiera acercar”. Se angustia.
Después de esa entrevista, falta durante un mes. A su regreso cuenta que aceptó dictar
unos cursos de capacitación para el trabajo y que se siente diferente, que es algo que
nunca imaginó, y por otro lado, cuenta que está por vencer el contrato de alquiler de su
casa y que va a ponerlo a su nombre.
Dice la analista que se establece una diferencia respecto de la modalidad de las
entrevistas: de traer armado lo que quería decir a no saber de qué hablar y hacer silencios
prolongados.
Finalmente luego de un tiempo, la analista le plantea su decisión de dejar el Servicio.
Dice que se imagina en medio de un escenario donde es ella la protagonista, está inmóvil
en el medio del escenario que cambia. Se fastidia pensando en comenzar con otro
analista. Por lo que interviene diciendo, que no necesariamente tendría que ser así, que
no tendría que ser un cambio de figuritas, que está la posibilidad de concluir ahí.
Finalmente lo piensa, y en la última sesión dice haber pensado que continuar con otro
sería para volver a lo mismo de siempre, por lo que le parecía mejor poner un punto allí.
Se podría pensar como un síntoma, las escenas que ella misma se arma frente a los
otros, y cómo ubica a la analista en la misma posición, lo que ella refiere como respuestas
automáticas. En las distintas intervenciones, la analista intenta marcar algo de esto, como
es ella misma la que las creas, remarcando nuevamente, que habría una causación para
ello. Se puede ver como después, aparece una mejoría y un cambio de posición frente a
los otros. Cuando finalmente la analista le cuenta de su decisión, ella vuelve a armarse
una escena y la analista concluye diciéndole que una posibilidad podría ser finalizar, q ue
habría otra respuesta, una manera distinta de responder, frente a su propio fantasma.
En cuanto a la actitud de la analista, podemos decir que aparece a lo largo del trabajo
analítico, en sus intervenciones y su forma de interpretar, el des-ser del analista del que
se refiere Lacan (1958). Dice, que el analista pierde su libertad, y debe ubicarse más por
su carencia de ser que por su ser. El analista sin duda debe dirigir la cura, pero no debe
dirigir al paciente. La dirección de la cura es otro cosa y consiste en primer lugar, en hacer
aplicar al sujeto la regla analítica.

“Los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el del muerto; y
que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién lo conduce” (Lacan,
1958, 563)4

Lombardi (2011) plantea que se debe exigir la destitución subjetiva del analista, que ha
de admitir no ser sujeto. Acepta ser tomado como significante, como objeto, como causa,
resignando la posición de sujeto. Debe ser una destitución producida en acto, es decir, en
el encuentro con cada analizante en particular.
Freud (1919) ya había adelantado que la cura analítica debe ejecutarse en un estado de
privación, de abstinencia. Sostenida en no orientar al Yo con los propios ideales del
analista, es un costo que debe pagar.

“Pero esto debe hacerse siempre con gran cautela; no se debe educar al enfermo para
que se asemeje a nosotros, sino para que se libere y consume su propio ser” (Freud,
1919, 160)5

Dice Lacan (1958), si comprendo, estoy seguro de equivocarme. No hay que


comprender, sino entender. Entender la lógica significante que se pone en juego en esa
demanda.
El analizante ofrece en su discurso su inconsciente. La única resistencia que se encuentra
es la del analista. El deseo del analista, funcionando como operador, no es un deseo puro,
es el deseo de obtener la diferencia. El fin de análisis no se trataría de identificación con
el analista, sino la forma singular de la que cada uno sale de su propio análsiis.

4 Lacan, J, (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. En escritos 2. Buenos Aires: Siglo
XXI. Editores.
5 Freud, S (1919 [1918]). Nuevos caminos de la terapia analítica. En Obras Completas, Vol. XVII. Buenos
Aires: Amorrortu Editores.
“Así el analista es aquel que apoya la demanda, no como suele decirse para frustrar al
sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en que su frustración está detenida”
(Lacan, 1958, 589)6

Para ver dónde es que actúa la interpretación, se debe admitir el concepto de la función
del significante, que capte dónde el sujeto se subordina a él. Siguiendo la lógica de que el
inconsciente está estructurado como un lenguaje. Los modos de efecto del significante en
el advenimiento del significado, nos permite pensar que la interpretación pueda producir
algo nuevo. En el caso, efectivamente, algo nuevo pudo surgir.

CONCLUSIÓN
Durante todo el recorrido, pudimos identificar cómo es que se despliega el algoritmo de
la transferencia en el análisis de un caso, específicamente en el que se nos permitió
abordar. Se pudo verificar cómo efectivamente se pudo dar por parte de la paciente, el
viraje de la demanda de verdad, de la queja que en primer lugar apareció, a la verdadera
demanda, que implica al sujeto como partícipe y surgiendo así el síntoma como una
pregunta, que sólo puede ser respondida por ella. En las últimas sesiones, la analista le
pregunta qué es para ella hacer terapia. A lo que responde: “Exponer las cosas que hago,
tratar de cambiar marcas arraigadas que tengo”. Como dice el titular de la Cátedra, este
viraje permite que se rompa la implicación del sujeto en su conducta, que aparezca como
ajenidad.
En parte esto pudo ser posible, por la posición que vimos que tomó la analista a lo largo
del tratamiento, cómo pudo dirigir la cura, como pivote, y permitió hacer surgir el saber del
lado del sujeto.

6 Lacan, J, (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. En escritos 2. Buenos Aires: Siglo
XXI. Editores.
Bibliografía
Freud, S (1919 [1918]). Nuevos caminos de la terapia analítica. En Obras Completas, Vol.
XVII. Buenos Aires: Amorrortu Editores.
Lacan, J, (1958). La dirección de la cura y los principios de su poder. En escritos 2.
Buenos Aires: Siglo XXI. Editores.
Lombardi, G. (2011). Rectificación y destitucion del sujeto. En Aún N.º 5. Publicación de
Psicoanálisis, Foro Analítico del Río de la Plata. Buenos Aires.
Soler, C. et al. (1984). Standards, no Standards. Introducción y Entrevistas preliminares.
En ¿Cómo se analiza hoy? Buenos Aires: Manantial.

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