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UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA

Facultad de Ingeniería Industrial y de Sistemas

EL LIBERALISMO
UTILITARISTA DE
JOHN STUART MILL
.-INTEGRANTES-.
Marcial Enrique Vásquez Rubio
Diego Antonio Amaya Abanto
---------------------- ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA ----------------------
UNIVERSIDAD NACIONAL DE INGENIERÍA ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA

INTRODUCCIÓN

El utilitarismo es una doctrina moral cuya presencia no ha podido ser


desterrada del diálogo entre los filósofos morales. Es más, podría decirse que es el
producto anglosajón que mayor impacto ha causado en la cultura occidental. El hombre
de la calle también se ha visto afectado en sus ideas sobre la sociedad gracias a la
simpleza característica de la doctrina utilitarista. Ha penetrado, de este modo, el sentido
común. En resumidas cuentas, no puede negarse que el utilitarismo tiene, desde hace
tiempo, un sitio de importancia en la historia de nuestra civilización. En virtud de lo
anterior, mucho se ha escrito a favor y en contra de esta doctrina moral.
El lector encontrará en las primeras instancias un análisis del liberalismo, las críticas
sobre este; la concepción del utilitarismo para Jhon Stuart Mill y su comparación con el
fundador, Jeremy Bertham. Luego podrá conocer las ideas liberales de J.S.Mill y sus
ideas políticas en cuanto la democracia, el sufragio y el empoderamiento de la mujer, las
cuales tuvieron un gran impacto en el siglo XIX, siendo este uno de Ios pensadores de
transición paradigmáticos de la historia.

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EL LIBERALISMO UTILITARISTA DE MILL

LIBERALISMO

Siempre cuando aparece un nuevo movimiento, sea este cultural, intelectual o uno que englobe
a ambos, este es una consecuencia directa del contexto histórico en el surgió, en este caso,
durante el siglo XVII, los países europeos estaban organizadas a través de monarquías
absolutistas, el rey poseía un poder absoluto el cual supuestamente había sido encomendado por
Dios, es decir, de carácter divino. La burguesía empieza a empezar a escalar peldaños dentro de
la pirámide social gracias a su poder económico.

La Ilustración, movimiento que buscaba hallar la sabiduría a través de la razón, es vista


por los burgueses como una oportunidad para derrocar el poder de los reyes, razón por la cual
invierten su dinero en la promoción de estas, financiado a diversos científicos, filósofos, que
puedan desarrollar esta clase de pensamiento a través de obras o inventos. Los libros serán
fabricados a gran a escala a un precio accesible para las clases bajas, la sociedad empieza a
educarse a través de la razón, aparecen diversos pensadores que se dan cuenta de la realidad
humana, diferentes ideas que hacen cuestionar lo que antes se creía como la verdad absoluta.

El liberalismo es un movimiento intelectual que nunca fue definida por los que ahora son
conocidos como sus primeros representantes durante el tiempo que surgió, sino, es un
movimiento que, al comienzo, agrupa a todas aquellas personas que exponen ideas que serían
retomadas por otros pensadores y le pondrán el nombre "liberalismo" como tal. Locke, padre
del “liberalismo clásico”, para tratar de sustentar estas ideas mencionó que "si el hombre es tan
libre como hemos explicado en el estado de naturaleza, si es señor absoluto de su propia persona
y de sus bienes, igual al hombre más encumbrado y libre de toda sujeción, ¿por qué razón va a
renunciar a esa libertad, a ese poder supremo para someterse al gobierno y a la autoridad de otro
poder? La respuesta evidente es que, a pesar de disponer de tales derechos en el estado de
naturaleza, es muy inseguro en ese estado el goce de ellos, y se encuentra expuesto
constantemente a ser atropellado por otros hombres.

Tienen razones suficientes para procurar salir de ella y entrar voluntariamente en


sociedad con otros hombres que se encuentran ya unidos, o que tienen el propósito de unirse
para la mutua salvaguardia de sus vidas, libertades y posesiones, a todo lo cual llamo con el
nombre genérico de propiedad".1 Locke creía que todos los seres humanos eran seres racionales
que poseían derechos naturales e individuales, destacando entre ellos el de la vida, la libertad y
la propiedad privada, y que solo a través del goce y la protección de estos se podría alcanzar el
desarrollo de la sociedad.

Una de las características que posee el liberalismo clásico es el “individualismo”, que se


refiere al hecho de considerar a las personas como "individuos inviolables que no pueden ser
usados como medios o herramientas o instrumentos o recursos de otros; nos trata como
personas con derechos individuales con la dignidad que resulta de esa condición. Tratándonos
con respeto al respetar nuestros derechos, nos permite, individualmente o con la compañía que
seleccionamos, elegir nuestra vida, realizar nuestros fines y nuestra concepción de nosotros
mismos, tanto como podamos, ayudados por la cooperación voluntaria de otros que posean la
misma dignidad.” 2 Además, este individualismo también abarca el ámbito político, ya que
considera al individuo por encima del estado, en el sentido de que el estado es un ente formado
a partir de la decisión de los individuos asegurando que el gobierno está al servicio de la
sociedad. También es “igualitaria” porque considera a todas las personas como iguales. A todas
se les aplican las mismas leyes sin importan la posición social o económica que uno posea.

1
Locke, J. (1689). Dos tratados sobre el gobierno civil, p. 395
2
Nozick, R. (1974). Anarquía, Estado y utopía, p. 319

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Los cuatro implícitos del Liberalismo:

a) Que la libertad como regla es siempre un bien y no un mal: es decir que si existe algún problema
debido a la libertad ya sea en la familia, en el trabajo, etc., la única forma de resolverlo es con
el ejercicio de una mayor libertad.

b) Que la libertad es “natural” en el hombre: Lo que es natural, en el caso de los humanos va más
allá de la seguridad biológica. Los humanos tienen lenguaje y la naturalidad de la libertad radica
en que, naturalmente, somos lingüísticos. El comercio, por poner un ejemplo nos demuestra
claramente como la libertad es natural y, también, pacífica.

c) Que los límites de la libertad deben ser mínimos o no existir: Es el problema de la libertad y la ley.
Para un liberal el Estado debe hacer lo menos posible de leyes y debe actuar según el principio
de subsidiariedad: todo lo que pueda hacer el individuo-y por tanto también todos los pactos
particulares que pueda suscribir-no lo ha de hacer ninguna instancia supuestamente superior.

d) Que la libertad es eficaz: La protección de la libertad y los derechos de propiedad produce más
diversidad en la vida, pero también (al mismo tiempo) es más eficaz desde el punto de vista del
progreso económico. Siempre hay que tener presente que, en caso de conflicto entre eficacia y
libertad, es este último principio el que debe pasar por delante.

Además de esto, Mill expone tres libertades primordiales:

 La libertad de pensamiento y emoción.


 La libertad de buscar tus gustos (siempre que no dañen a otros).
 La libertad de unirse siempre y cuando los miembros involucrados sean mayores de edad, no
sean forzados y no se haga daño a los demás

Mill plantea que estas tres libertades son en su conjunto imposibles de no ser acatados
pues plantea que nos son concedidos desde que nacemos.

Crítica al Liberalismo:

Existen diversas críticas hechas al liberalismo de J.S. Mill la cuales resumiremos a continuación:

1) La crítica basada en los derechos de 2da y 3ra generación: Lo conforman la autonomía, la justicia,
los derechos laborales y sociales. Se puede sintetizar que la crítica se centra en una relativa
diferencia entre las libertades individuales enunciada por Mill y los derechos de dichas
generaciones pues pueden existir casos en la misma vida diaria en los que dichos enunciados se
contradigan.

2) La crítica Keynesiana: Esta se basaba en un problema laboral el cual contrastaba con la de los
liberales. Esta era el problema de la reducción de los sueldos. Para la doctrina liberalista, una
disminución de sueldos conllevaría a una menor dificultad para conseguir empleados, si los
salarios son flexibles, este se debería corregir por sí mismo. Pero Keynes no estaba de acuerdo con
esto, él dijo que, ante una eventual reducción de sueldos, ocurriría una disminución de la
demanda ocasionando una reducción en las perspectivas de venta deprimiendo el trabajo en vez
de aumentarlo.

3) La crítica Marxista: La crítica de los marxistas era un poco más general, pues afirmaban que el
capitalismo es una fase transitoria de la evolución social y, en consecuencia, está

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destinado a ser abolido. Si bien los marxistas, por un lado, difundieron las ideas del
liberalismo, por otro lado, no permitían la ejecución de dichas teorías.

El principio del daño:

Para Mill, la libertad estaba sujeta a ciertos límites y su problemática estaba relacionada sobre
su finalidad, el hecho de que toda persona es libre de realizar sus actos excepto si estos causan
daño constituye para Mill lo que vendría a ser el principio del daño; es decir que no se pueden
restringir.

La lucha entre la libertad y la autoridad, sea ésta social o institucionalizada, es el rasgo


más representativo de la historia, dice Mill, pues hoy en día nuestra libertad posee límites
impuestos no solo por los gobiernos sino también por los mismos ciudadanos que mediante las
costumbres van legitimando las acciones que se entiendan correctas y aquellas que para cada
uno se entienda correcta.

Es por eso que J.S. Mill afirma que la libertad de acción de una persona es su propia
protección. También manifiesta que nadie puede ser obligado a realizar o no determinados actos
por la simple opinión de los demás; sin embargo, si esta pudiese producir algún perjuicio o daño
en la sociedad, ésta si podría influir en el acto a realizar del individuo. En todo lo demás, el
individuo es soberano sobre sí mismo. Así, la premisa que toma Stuart Mill es lo que mejor
resume todos sus ideales, fuertemente influidos por el pensamiento de su padre y por las ideas
del utilitarismo inglés de su época.

UTILITARISMO

Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos escuchado frases como: “lo hago porque es
lo mejor para todos” o a un político decir: “aprobamos esta ley porque beneficia a la mayoría de
la población”. Detrás de estas expresiones esta un tipo de pensamiento, este es el utilitarismo.
En esta filosofía, sus normas morales están determinadas por la utilidad que tenga cierta acción.
Por ello, algunos pensadores lo llaman un sistema “teleológico”. Este término proviene de la
palabra griega telos que significa fin o meta. Es decir, nuestras acciones morales se basan en el
resultado final.

El utilitarismo tiene como principales representantes a Jeremy Bentham y John Stuart


Mill. Bentham desarrolló su filosofía entorno a la idea del placer. Se apoyó en el antiguo
hedonismo, el cual buscaba el placer físico y minimizar el dolor. Según Bentham, las acciones
morales son aquellas que cumplen dicha condición. Esto es denominado “cálculo utilitario”. Por
otro lado, John Stuart Mill modificó esta filosofía. Mill usó el mismo cálculo utilitario, pero se
basó en maximizar la felicidad general calculando el mayor bien para el mayor número. Mientras
Bentham usó el cálculo en un sentido cuantitativo, Mill lo usó en un sentido cualitativo. Él creía,
por ejemplo, que algunos placeres eran de una calidad superior a otros.

Ahora bien, ¿Por qué el utilitarismo es popular? En primer lugar, es un sistema ético de
fácil aplicación. Solo debemos analizar las consecuencias de nuestros actos. Por otro lado, el
utilitarismo, sin darnos cuenta, ya está presente en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, cuando
tomamos cierto sistema de transporte, preferimos tomar el metro de Lima ya que es más rápido
que el transporte público común, nos es más útil es nuestro objetivo de llegar más rápido a
nuestro trabajo o centro de estudios. Así que tomar decisiones morales basadas en el utilitarismo
parece ser una extensión natural de nuestras decisiones diarias. Sin embargo, el utilitarismo trae
consigo ciertos problemas, ya que podría conducirnos a pensar que “el fin justifica los medios”
lo cual carece totalmente de fundamento ético. Por ejemplo, Stalin podría justificar la matanza
de millones de personas porque estaba intentando lograr una utopía comunista.

El fin nunca justifica los medios, estos deben justificarse a sí mismos. Otro defecto es que
en el marco del utilitarismo no siempre se podrá proteger los derechos de las minorías. Como

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fue el caso de la esclavitud en los Estados Unidos, en donde esta actividad beneficiaba a la
mayoría de la población, mas perjudicaba a las minorías.

UTILITARISMO DE MILL

John Stuart Mill fue un filósofo de origen escocés, siendo una de los mayores representantes de
la escuela del utilitarismo, doctrina que acepta como fundamento de la moral, la utilidad, o el
principio de la mayor felicidad. Sostiene que las acciones son rectas en la medida en que tienden
a promover la felicidad, malas en cuanto tienden a producir lo contrario. Entendiéndose por
felicidad, al placer y la ausencia de dolor; y a la infelicidad, al dolor y la ausencia de placer.

Mill basó su formación ética en el mismo principio que tenía Jeremy Bentham, fundador
del utilitarismo y su preceptor. Según Bentham, el utilitarismo consistía en la promoción de la
felicidad para el mayor número de personas, algo con lo que él no estaba totalmente de acuerdo,
ya que creía que este principio podía ser utilizado para justificar acciones que atenten contra los
derechos de las personas.

Se podría decir que Mill estaba totalmente de acuerdo con el artículo 4 de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, el cual dice “La libertad consiste en poder hacer todo lo que no
perjudique a los demás. Por ello, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre tan sólo tiene
como límites los que garantizan a los demás Miembros de la Sociedad el goce de estos mismos derechos.
Tales límites tan sólo pueden ser determinados por la Ley.” Porque con esta idea, le pone un límite a las
acciones que le son permitidas al hombre en su búsqueda por la felicidad.

Otro aporte que Mill hace dentro del utilitarismo, es la diferenciación de aquellos
placeres que nos conducen a la felicidad, existen placeres por los que vale la pena incluso sufrir
con tal de conseguirlos, y hay otros placeres que son tan superficiales o momentáneos, como los
placeres carnales, que no hay problema alguno si estos se satisfacen, pero lo que sí que hay que
tener en cuenta es que estos no deben estar entre nuestras prioridades. Aquellos placeres que
Mill promovía los denomino como “placeres superiores”, siendo estos los placeres mentales y
espirituales, ya que aparte de producir placer, también conducen a la autorrealización de las
personas.

PRINCIPIO DE LIBERTAD DE JOHN STUART MILL

El principio de libertad de Mill indica que el individuo tiene libertad de acción sobre todo aquello
que no afecte a los demás. La única razón legítima por la que una comunidad puede imponer
límites a cualquiera de sus integrantes es la de impedir que se perjudique a otros miembros, pero
tampoco, se le puede obligar a una persona actuar de una forma u otra solo porque “esto sería lo
mejor para él” según la opinión de los demás, citando al propio Mill «Sobre sí mismo, sobre su
cuerpo y su espíritu, el individuo es soberano.» 3.

Mill defiende esta postura sobre la base de dos razones: permite a los individuos
desarrollar a su propio aire su propio potencial; y, al liberar los talentos y creatividad, establece
las condiciones previas del progreso intelectual y moral. La libertad que Mill defiende no pone
frenos al desarrollo del ser humano.

Como podemos ver, Mill relaciona bastante el concepto de libertad con la individualidad,
ya que solo a través de ella tenemos la oportunidad de ser diferentes, únicos y originales. Es por
eso que protesta contra aquellas normas legales que tratan de dirigir la conducta de un individuo
hacia aquello que la sociedad o la mayor parte de ella considera correcto.

3
Mill, J. S. (1859). Sobre la libertad, p. 27
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Además, Mill resalta el valor de la tolerancia, porque gracias a que tenemos la libertad de
poder expresar nuestros pensamientos sin miedo a ser oprimidos por algún medio, podemos
criticar cualquier postura que tenga alguna persona que difiera a la nuestra, logrando el debate,
dándonos la oportunidad de ver hasta qué punto podemos llegar a defender nuestras ideas y que
tan válidos son nuestros argumentos al momento de hacerlo. A través del debate se realiza un
intercambio intelectual entre las personas que participan en él, que no solo contribuye a nuestro
desarrollo personal sino también al desarrollo de nuestra sociedad. De ahí que parte la
importancia de la tolerancia, ya que, sin ella, lo único que haríamos es tratar de “eliminar al
enemigo”, y las ideas que el traiga consigo, tanto las buenas como las malas, hecho que
“equivaldría al suicidio intelectual de toda la sociedad”.

Libertad y poder

La concepción antropológica de Stuart Mill entraña que el hombre, el ser personal que vive en
una sociedad organizada por medio de un Estado, sea un ser humano que pueda desarrollarse
plenamente en la sociedad.

Mill se interesa por “la naturaleza y límites del poder que puede ser ejercido
legítimamente por la sociedad sobre el individuo4. Tanta importancia le concede Mill a esta
cuestión de la libertad que llega a entenderla como una circunstancia que tiene implicaciones en
el futuro de las generaciones. Por ello él mismo dirá que se trata del “problema vital del
porvenir”.

Realmente el individuo gozará de total protección de su libertad y de sus propiedades si


existe una sociedad y un Estado que propician esto como algo prioritario en los individuos y que
repercute en beneficio de la sociedad. Así lo expresa Mill al afirmar que “La seguridad de la
persona y de la propiedad, y la justicia equitativa entre los individuos, son las necesidades
primarias de la sociedad y los fines básicos del Gobierno”5.

Por eso afirma: “la mejor forma de gobierno (...) no significa la que es posible o apropiada
en todos los estratos de la civilización, sino la que, en circunstancias en que es posible y
apropiada, va acompañada del mayor número de consecuencias beneficiosas, inmediatas y
factibles”6.

¿Dónde está el límite de la soberanía del individuo sobre sí mismo? ¿Dónde comienza la
autoridad de la sociedad? ¿Qué parte de la vida humana debe ser atribuida a la individualidad y
qué parte a la sociedad? La individualidad debe gobernar aquella parte de la vida que interesa
principalmente al individuo, y la sociedad esa otra parte que interesa principalmente a la
sociedad. Todos aquellos que reciben la protección de la sociedad le deben algo por este
beneficio. El simple hecho de vivir en sociedad impone a cada uno una cierta línea de conducta
hacia los demás. Esta conducta consiste, primero, en no perjudicar los intereses de los demás;
segundo, en tomar cada uno su parte de los trabajos y los sacrificios necesarios para defender a
la sociedad o a sus miembros de cualquier daño o vejación. La sociedad tiene el derecho absoluto
de imponer estas obligaciones a los que querrían prescindir de ellas. Y esto no es todo lo que la
sociedad puede hacer. Desde el momento en que la conducta de una persona es perjudicial a los
intereses de otra, la sociedad tiene el derecho de juzgarla, y la pregunta sobre si esta intervención
favorecerá o no el bienestar general se convierte en tema de discusión. Pero no hay ocasión de
discutir este problema cuando la conducta de una persona no afecta más que a sus propios
intereses, en tal caso debería existir libertad completa, legal o social, de ejecutar una acción y de
afrontar las consecuencias.

4
O. c., p. 37. Como bien recoge JIMÉNEZ SÁNCHEZ, José J., La Democracia limitada en J. S. Mill.
5
O. c., p. 37

6
Cf. MILL, John S., Consideraciones sobre el Gobierno Representativo (o. c.), p. 301.
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LA LIBERTAD EN TANTO FELICIDAD

John Stuart Mill toma en cuenta, en lo referente a la ética, varios aspectos de J. Bentham y de
Aristóteles. Es por ello que su idea de felicidad tiene como concepto base al placer y a la
perfección humana, justamente ambas, doctrinas base del pensamiento de estos filósofos. Se
entiende que en el placer se refiere a la satisfacción de aquellos relacionados con el intelecto, los
sentimientos y la imaginación, mas no a los placeres más bajos del hombre, como señalaban
algunos detractores del utilitarismo. Por otro lado, el fin último que tiene el hombre para el
filósofo es alcanzar la perfección de sí mismo y el desarrollo de sus capacidades para el goce de
los placeres más altos. Por ello, todo hombre ira en búsqueda de la satisfacción de dichos
placeres intelectuales y de desarrollar al máximo nuestras capacidades. Es ahí donde la libertad
hace su aparición.

Es la libertad para pensar, discutir y para decidir, dónde se forja nuestros proyectos de
vida y nuestras capacidades para perseguir la consecución de nuestros objetivos. Esta diversidad
de posibilidades que nos ofrece la libertad es muy beneficiosa para lograr la felicidad. En
palabras más simples, la felicidad puede ser lograda ejerciendo nuestra libertad.

Con todo lo dicho anteriormente, la libertad es únicamente un medio para la consecución


de la felicidad. Pero, ¿puede la libertad también ser parte de la felicidad? Respondiendo a esta
pregunta William Tapia dice “la libertad no sólo ha de ser considerada como instrumento o
medio, sino que también puede ser considerada como parte de la felicidad, y como condición de
la felicidad, ya esta última entendida como aquella que corresponde a la de toda la sociedad.”7.

Para argumentar el hecho de que la libertad sea parte de la felicidad, primero debemos
preguntarnos si la libertad puede ser deseada como un fin en sí mismo, si se puede amar a la
libertad de tal manera que no tengamos interés en aquello a lo que la libertad nos puede llevar.
Respondiendo a esta pregunta, podemos poner como ejemplo a aquellas personas que eran
sometidas a la esclavitud, desde la antigua Grecia hasta los esclavos africanos en los Estados
Unidos. Estas personas, debido a su situación, podrían haber deseado la libertad más que
cualquier otra cosa en este mundo, sin ponerse a pensar en que harían luego con esa libertad.

Asimismo, según Mill todo aquello que es un medio para conseguir un determinado fin,
debido a su asociación con este, llega a ser deseado con un fin en sí mismo. Además de ser
medios, también, pueden llegar a ser parte del fin.

Resaltando: “Lo que en un tiempo se deseó como instrumento para la obtención de la


felicidad, se desea ahora como por sí mismo. Al ser deseado por sí mismo, no obstante, resulta
deseado como parte de la felicidad (…) Todo ello está incluido en la felicidad. Todo ello
constituye parte de los elementos con los que se genera el deseo de la felicidad. La felicidad no
es una idea abstracta, sino un todo concreto y éstas son algunas de sus partes” 8. Con estos
argumentos es difícil pensar en la libertad únicamente como un medio para la obtención de la
felicidad. La libertad es también parte constituyente de la felicidad.

Ahora, pasaremos a comprender como la libertad de un sujeto es una condición


indispensable para la felicidad de toda su comunidad, es decir, analizar qué tan compatible es la
felicidad individual con la de los demás. Para ello, primero entenderemos la concepción de
felicidad de Mill, la cual es entendida como la ausencia de dolor y rica en placeres de carácter
superior, así como la necesidad de que esta sea lo más colectiva posible.

7
Tapia, W. (2012).Una lectura coherente de la libertad y la felicidad en Mill (Tesis de Pregrado).Universidad de Chile. p. 41
8
Ídem, p. 49

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En resumen: “Como la felicidad es entendida por Mill como el desarrollo de nuestras


capacidades, preferentemente intelectuales y de otro tipo por sobre las de menor categoría, por
medio del ejercicio de la elección de los placeres más valorables en atención a nuestra perfección,
la libertad se erige como un elemento indispensable para la consecución de la felicidad pues, no
siendo libres, no podemos elegir y, por consiguiente, no podemos desarrollar nuestras
capacidades. Lo importante es que, es en este propio desenvolvimiento individual, donde
encontramos el modo de promover el progreso y la felicidad del conjunto de la sociedad. Es decir,
en tanto elegimos una vida y la desarrollamos conforme a nuestras decisiones, aportamos a la
felicidad de los demás. Es decir, donde no exista este desenvolvimiento particular o individual,
se afecta el desarrollo de la propia comunidad”. 9.

Este desenvolvimiento individual del que nos hablan, se refiere principalmente al


desarrollo de nuestras más valiosas capacidades intelectuales. Ya que, los desarrollos de estas
nos permiten mejorar como personas y por medio del debate podemos enriquecer las
capacidades de los demás individuos de nuestra comunidad, ya sea porque nuestras ideas se
acercan a la verdad o, en caso de ser erróneas, contribuyen a afianzar las ideas de los demás.

En conclusión, la libertad, para John Stuart Mill, no solo debe ser considerada como un
medio o fin para lograr la felicidad y de desarrollar nuestras más altas capacidades, sino que está
también, al estar tan asociada en la consecución de nuestra felicidad, también logra ser parte de
esta y, por tanto, ser libre implica ser feliz. Asimismo, se destaca también la importancia de la
libertad, en el desarrollo de los individuos de una sociedad y que este desarrollo individual, lleva
al progreso de toda la sociedad en su conjunto.

INSTITUCIONES

¿Qué es lo que nos diferencia al hombre de los animales? Una pregunta que ya ha sido
respondida muchas veces. Los animales al igual que nosotros tienen sus propias reglas dentro
de una manada, él más fuerte es el que domina. En nuestro caso, nuestros primeros antecesores
vivían en grupos guiados por el más fuerte, por aquella persona que consideraban les permitiría
sobrevivir, como los animales; pero gracias a nuestro razonamiento y experiencia, el ser
humano, empezó a generar su propio alimento; ahora no tenían la necesidad de esconderse en
cuevas y a cazar para subsistir.

Durante el sedentarismo, el hombre forjó las bases que le permitió vivir en sociedad. Ya
no tenía que preocuparse por su alimento, pasó de una economía depredadora a una economía
de autosuficiencia gracias a la agricultura y a la ganadería, pero fue también durante esta época
en la que aparecieron los excedentes, la propiedad privada. Entonces había que decidir qué hacer
con todo ese excedente, parte de este fue destinado para el comercio, y la otra fue guardada en
los TEMPLOS.

Los templos fueron de las primeras instituciones sociales que aparecieron, el significado
de este era tal que podría decirse que eran la columna vertebral dentro de las sociedades de ese
entonces. Se encargaban del aspecto religioso, medio por el cual a través del miedo podían
PROMOVER un tipo de CONDUCTA específica dentro de sus miembros, también eran los
encargados de la parte económica, de la parte educativa, etc.

Pero los templos no fueron las únicas instituciones. A lo largo de la historia del hombre
han aparecido diversas instituciones que cumplen un rol específico dentro de la sociedad que
contribuyen al desarrollo de ésta. Uno de estos tipos de instituciones eran las “instituciones

9
Ídem, p. 52-53

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políticas” que son las que regulan y vigilan normas de conducta y costumbres consideradas
importantes para una sociedad.

Las instituciones políticas

Una institución según John Rawl es “un sistema público de reglas que definen cargos y
posiciones con sus derechos y deberes, poderes, inmunidades, etc.” 10. Siendo estas reglas las
que especifican si una acción es permisible o prohibida.”

Además, estas reglas son reconocidas por toda la sociedad, todas las conocen, por lo que
uno puede saber de antemano cuáles son las limitaciones que tienen las personas dentro de la
institución, limitaciones que también se aplican en uno mismo por el simple hecho de ser parte
de ésta.

También, es bueno resaltar lo que significa “estrategias y máximos”, siendo aquello que
nos permite “sacar el mejor provecho de la institución para propósitos particulares, realizando
un análisis en base a las acciones permisibles que realizan las en función de sus intereses,
creencias y conjeturas, con el objetivo de planear y reformar los arreglos sociales en función del
tipo de conducta que se intenta promover” 11.

Mill identificó de la importancia que tenía este tipo de instituciones dentro de una
sociedad y el rol que cumplía dentro de esta, pero los gobiernos son instituciones, y estas se
diferencian por su forma de gobernar.

En primer lugar, las bases para la existencia de toda institución política según Mill son:

1) El pueblo, al cual se destina una forma de gobierno, debe consentir en aceptarla, o al menos, no
debe rehusarla hasta el punto de oponer un obstáculo insuperable a su establecimiento.
2) Debe poseer la voluntad y la capacidad de hacer todo lo que sea necesario para mantener su
existencia.
3) Debe poseer la voluntad y la capacidad de hacer lo que dicha forma de gobierno exija de él y sin
lo que no podría alcanzar su fin.” 12.

Una institución dentro de una sociedad no tiene sentido si no obtiene ese reconocimiento por
parte de la población. Además, el futuro de ésta dependerá tanto de la educación de sus integrantes,
como el cumplimiento de estos tres principios. Por lo que la educación pasa a ser una de las obligaciones
para la formación de un buen gobierno, como también lo es el aprovechamiento de las cualidades que
sus miembros brindan a la sociedad, tal como lo propuso Mill. Por ello, como mencionó Pablo Simón, “el
fin del gobierno debería ser mejorar al pueblo mediante la educación y dar buen uso a las más altas
cualidades que haya alcanzado.” .

Pero como mencionamos anteriormente, los “places superiores” son aquellos placeres
que siempre deben guiar las acciones de las personas con tal de satisfacerlos, siendo el Estado,
según Mill, el encargado de educar a sus ciudadanos para que se logre alcanzar esta meta, a
través de la promoción de estos valores y la libertad social, permitiéndonos desarrollar nuestro
carácter personal de una manera más plena. Además de “propiciar las condiciones en que cada

10
Rawls, J. (1859). Teoría de la Justicia, p. 62
11
Ídem, p. 64
12
Mill, J. S. (1856). Consideraciones sobre el gobierno representativo, p. 12-13
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quien pueda desarrollar sus talentos especiales, poniéndolos a disposición de la comunidad. Sin
embargo, el mejor modo en que el hombre podrá hacerlo será si cuenta con la oportunidad de
emplearlos activamente. De ahí que la libertad sea el prerrequisito irrenunciable de una sociedad
avanzada.”13. (jotdown).

Mill entonces se preguntó porque no sería mejor que gobierne entonces un rey filósofo,
tal como lo planteó Platón en su libro La República, una persona que promueva el bienestar
social y guía a su pueblo por el camino de razón y la reflexión. Sin embargo, luego de analizar
esta posibilidad, concluyó que el despotismo a pesar de ser dirigido por una clase de persona que
en teoría no se deja llevar por factores externos (interés personal, económico, etc.) al momento
de tomar sus decisiones, encontrar a un hombre así, más que una posibilidad parece más un
sueño, y esto es algo que ha sido demostrado a lo largo de la historia con todas aquellas personas
que lograron alcanzar el poder prometiendo estas mis ideas, sin embargo, durante el transcurso
de su mandato, demostraron que hasta la persona más noble puede ser cegado por la avaricia y
la ambición desmedida, anteponiendo sus interés individuales sobre los colectivos.

Es decir, las libertades de las personas no estarían completamente seguras con una
persona así en el poder, que no tiene limitaciones al momento de ejercer su poder. Simplemente,
nuestra condición de libertad no estaría completamente seguro en un gobierno de este tipo.

Además, Mill promovía aquel Estado que tenía a la educación como una de sus
prioridades, pero si nos encontramos en un gobierno despótico, los ciudadanos serían
espectadores dentro de su sociedad. Lo que una persona necesita en realidad, es un estado donde
sus acciones sean reconocidas por sus conciudadanos, teniendo la oportunidad de actuar
activamente, cultivando cualidades que permitirán alcanzar los placeres supremos,
desarrollando su moral e intelecto que luego serán puestos a disposición de la sociedad,
cualidades que serían eclipsadas ante la soberanía del rey.

Es por esto que Mill resaltó que un Estado que este fundamento en un sistema
democrático sería la forma de gobierno que se podría adoptar. Pero, ¿cuáles son las bases de esta
clase de sistema?, ¿existen varios tipos de gobierno democráticos o sólo uno?, ¿cuáles fueron las
razones que le permitieron a Mill llegar a esa conclusión?

DEMOCRACIA

La palabra democracia se forma al combinar los vocablos demos (pueblo) y krátos (poder o
gobierno), por lo que podríamos decir que es “el poder del pueblo”. La democracia tuvo su origen
en la Antigua Grecia donde los ciudadanos se reunían en el ágora, lugar donde participaban
directamente “en los asuntos públicos, discutiendo o debatiendo las decisiones que debían
tomarse para el mejoramiento de la sociedad.” 14.

Ellos pudieron ejercer este estilo de gobierno el cual se denomina “democracia directa”,
gracias a que el número de integrantes era muy pequeño, en comparación a los que pertenecen
comúnmente dentro las sociedades actuales, es por eso, que con el paso del tiempo la demografía
creció tanto que era insostenible continuar con este estilo de gobierno, al no poder lograr
concurrir a toda la población en un solo lugar.

13
Simón P. (2014). La democracia según John Stuart Mill. 2014, de Jot Down Sitio web: https://www.jotdown.es/2014/05/la-democracia-
segun-john-stuart-mill/
14
Rodríguez, K. (2015) Democracia y tipos de democracia. In: Ciencia política: perspectiva multidisciplinaria. Universidad Autónoma de
Nuevo León, p. 50

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Democracia representativa

A finales del siglo XVIII, luego de la revolución americana y francesa se logró solucionar el
problema de poder hacer a cada integrante de la población un participante activo dentro de su
sociedad. La “democracia representativa” es aquella donde población, sin importar lo numerosa
que fuera, eligen a un grupo de representantes a través de votaciones, para que sean los
encargados de tomar las decisiones que conciernen al desarrollo de la sociedad, en nombre de
toda la población que los ha elegido.

Es decir, el pueblo podrá ejercer el control del estado a través de sus representantes. Un
sistema representativo, junto con la libertad de expresión, de prensa y de reunión, tiene ventajas
claras. Proporciona un mecanismo mediante el cual los poderes centrales pueden ser observados
y controlados, establece un foro (parlamento) que actúa como perro guardián de la libertad y
como centro de la razón y el debate o se aprovecha a través de la competición electoral de las
cualidades de liderazgo con intelecto para el máximo beneficio de todos. Mill argumentaba que
no existía una alternativa deseable a la democracia representativa, a pesar de que era consciente
de algunos de sus costes.

Por ejemplo, quién puede asegurar que toda la población va a estar completamente
capacitada al momento de elegir a sus representantes. Tanto en la época de Mill, como en nuestra
actualidad, aquellos que pertenecen a las clases sociales más bajas, es decir, la mayor parte de la
población, no se da cuenta de la gran importancia que tiene su voto debido a la poca educación
que tienen. Entonces, cómo podemos saber que los representantes que elegimos estarán
realmente capacitados para cumplir el papel que tienen, cómo poder afrontar el problema de las
mayorías.

Mill planteó que las personas más “sabías” tuvieron un voto privilegiado, donde el voto
de las clases sociales más educadas tuviera más relevancia que el de aquellos señalados como
“ignorantes”. Pero, si esto se llega, a evitar un gobierno donde esta clase dominante priorice sus
intereses personales ante los colectivos. Volvemos al mismo problema que vimos cuando
hablamos sobre el despotismo.

Pero a pesar de todos estos problemas, Mill consideraba que el gobierno representativo
es la mejor forma de gobierno que podemos establecer en nuestra actualidad. Dependerá mucho
que cada integrante asuma con madurez y responsabilidad el rol que le ha tocado vivir, para que
podamos lograr de una forma eficacia el autogobierno. Debido a que este gobierno está
constituido de tal forma que logre el avance hacia la siguiente etapa de la sociedad.

Democracia participante

La democracia participativa contiene una diversidad de formas de participación, sin embargo


todas encerradas en un mismo ideal, los ciudadanos deben ser más activos, informados y
racionales no sólo para elegir a sus representantes, sino también para participar en la toma de
decisiones. Esto se da en función de una mejor educación ciudadana, desarrollo de una cultura
política e incluso en debates públicos que permitan discutir las diferentes opciones. 15.

EL COOPERATIVISMO

John Stuart Mill contrajo matrimonio con Harriet Hardy Taylor en 1851, fue ella quien le señalo,
el distinto carácter de las leyes de distribución de la riqueza respecto de las producciones, las

15
Ídem, p. 53

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cuales estas últimas eran rígidas e inmutables. Mientras que las de distribución, por el contrario,
dependen fundamentalmente del sistema reinante de organización económica y no son de
carácter inmutable. Ante ello, Mill creía que el estado era el encargado de corregir esta situación
por medio de los impuestos y el gasto público. En el sistema de salario observa que se priva al
trabajador de la independencia económica.

Mill Ante esta problemática ve dos posibles soluciones con el objetivo del progreso de la
clase trabajadora:

1) La ética como disciplina teórica, reflexiva y crítica (Ethica docens), que tendría una fecha de
aparición muy reciente.
2) En las mayorías de casos, debería haber una asociación entre los mismos trabajadores: “El
Cooperativismo”.

Las soluciones presentadas se practicaban de manera general. Se trata básicamente de


que cada uno de los contribuyentes de la producción, ya sea con su trabajo o con sus recursos
monetarios, tengan en la empresa un interés proporcional al valor de su aportación. Todos los
que trabajan así, tendrían un grado superior de independencia y de motivación moral. Para Mill,
el cooperativismo es la asociación de los mismos trabajadores en condiciones de igualdad,
poseyendo colectivamente el capital, con el cual realizan sus operaciones y trabajando bajo la
dirección de personas que ellas mismas nombran y destituyen. A su vez, impulsa el apoyo a las
cooperativas que no tuvieron el apoyo del Gobierno republicano, solo el apoyo de los escasos
ahorros de sus socios y los préstamos de sus compañeros trabajadores. Mill afirmaba, que estas
cualidades admirables hicieron que las sociedades salieran adelante en sus duras de los primeros
tiempos.

Naturalmente Mill no podía olvidar, como buen economista, la consideración de las


consecuencias beneficiosas o perjudiciales que podía tener el proceso productivo esta posible
futura evolución. Los resultados de su análisis no pueden ser más optimistas; del desarrollo del
Movimiento Cooperativo espera un aumento de la producción por dos razones.

En primer lugar, la limitación de los distribuidores al número que en realidad sea


necesario con la finalidad que las mercancías sean asequibles a los consumidores. La abundancia
de aquellos es la mayor causa de las excesivas ganancias de los capitalistas. Pero la segunda
termina siendo más eficaz porque la producción se incrementará, además los trabajadores
aumentaran su rendimiento. Siendo, importante este beneficio material, no es nada con el
beneficio material, vendrá acompañado por una revolución moral en la sociedad que se
concretaría en lo siguiente:

1) Apaciguamiento del conflicto entre capital y trabajo, con el fin de la lucha de clases.
2) Una nueva sensación de seguridad e independencia de la clase trabajadora.
3) Convertir las ocupaciones cotidianas del hombre en una escuela de ciudadanía, educación
social y comprensión práctica.

Cuando las Cooperativas se hayan multiplicado lo bastante, es muy probable que solo los
trabajadores menos valiosos se resignen a trabajar su vida por un salario. Los capitalistas les
interesaran hacer partícipe a sus trabajadores en las ganancias. Se habrá encontrado entonces
el camino, a través del principio cooperativo, para un cambio en la sociedad que combine la
libertad e independencia del individuo con las ventajas Morales, intelectuales y económicas de
la producción colectiva y todas ellas sin violencias y despojos.

Libertad de sufragio

John Stuart Mill afirmaba, la Democracia no será la mejor forma de gobierno si uno de sus
principales problemas no puede ser aliviada, de modo que ninguna clase, ni aun la más
numerosa, sea capaz de anular políticamente todo lo que no pertenezca a ella, no se resuelve
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limitando el sufragio, lo que implica que alguna porción de los ciudadanos sea despojada de su
parte en la representación.

En un Gobierno, que de alguna manera tenga rasgos populares, y posea ciudadanos que
carezcan de votos y no abriguen la esperanza de poseerlo, o siempre estarán descontentos, o
experimentaran sentimientos como de odio o angustia hacia los interese generales de la
sociedad, de un hombre que ve que sus intereses han de ser dirigidos por otros, que nada tiene
que ver con las leyes, como no sea para obedecerlas, y que se halla en la posición de un mero
espectador en cuanto a los intereses y asuntos públicos.

En esta situación sabrá poco más o menos de los negocios públicos y se preocupará de
ellos como una mujer de clase media se preocupa en comparación de su marido o de sus
hermanos. Independientemente de las consideraciones antedichas, es una injusticia personal
rehusar a alguien, a menos que no sea para impedir grandes males, el privilegio elemental de
dar su voto en la decisión de asuntos de gran repercusión nacional. Si se le obliga a pagar algún
tipo de infracción por desobedecer un mandato universal, debería tener el derecho de saber
porque debe sufragar o si se le restringe de igual manera. Todo hombre es degrado cuando sin
consultarle, ejerce un poder ilimitado sobre su propio destino.

Los Gobiernos y las clases gobernantes están en la necesidad de considerar los intereses
y deseos de los que poseen el sufragio; pero nada les obliga respecto de los excluidos, y por bien
dispuestos que estén hacia ellos, se hallan en general muy ocupados en cosas a que les es preciso
atender para tener tiempo de pensar en lo que pueden descuidar impunemente. Por esta razón,
no es satisfactoria ninguna combinación del sufragio que excluya en absoluto a una persona o
clase, o si el derecho electoral no es accesible a todas las personas adultas que deseen obtenerle.

Hay, sin embargo, ciertas exclusiones motivadas por razones positivas que no
contradicen el principio; y aunque sean un mal en sí mismas, no deben cesar sino con el estado
de cosas de que son forzosa consecuencia. Mill aceptaba como totalmente inadmisible que
participe del sufragio el que no sabe leer ni escribir. La justicia exige, aunque el sufragio no
dependa de ello, que los medios de adquirir esa instrucción elemental estén al alcance de todos,
sea gratuitamente, sea mediante una remuneración que no exceda los recursos de los más
menesterosos.

Si así realmente sucediese, no se pensaría en dar el sufragio al hombre que no supiera


leer, como no se da al niño que no sabe hablar, no siendo la sociedad quien lo excluiría, sino su
propia pereza. Si la sociedad ha descuidado llenar dos obligaciones solemnes, la más importante
y fundamental de las dos debe ser atendida la primera: la enseñanza universal debe preceder al
sufragio universal.

Sólo el hombre en quien una teoría irreflexiva haya ahogado la voz del sentido común,
puede sostener que deberían concederse poderes sobre otros, poderes sobre toda la comunidad,
a gentes que no han adquirido las condiciones más ordinarias y esenciales para atender a sus
propias necesidades, para dirigir con inteligencia sus propios intereses y los de las personas más
estrechamente ligadas a ellos.

Dentro del ámbito político, en el seno de la democracia representativa que defiende Mill
considera que una elite instruida debe representar a los ciudadanos. Mediante un proceso de
decisión racional las elites calificadas deben proteger a los individuos y a las minorías. Así
defiende el sufragio universal, también de las mujeres, el cual no era reconocido por la mayoría
de parlamentarios ingleses. que no pague sus impuestos; o que no pueda sostenerse por sí misma
y reciba ayudas públicas. Junto a estas limitaciones se otorga un privilegio. Mill mantiene que
diferentes grupos de intelectuales, que tengan una educación superior, pueden disponer de un
voto más al participar en las elecciones. Por todo esto se ha calificado a Mill de elitista.

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Carácter moral del ejercicio del sufragio


John Stuart Mill, quien abogaba por el sufragio electoral universal, y que fue incluso utilizado
en el fallo de mayoría de Sauvé v. Canadá por sus reflexiones acerca de cómo el involucramiento
en la política era la mejor educación para un ciudadano, opinaba acerca del derecho a sufragio
de las personas condenadas ya que éstas constituían una excepción a la regla general.
Al respecto señalaba que “como una ayuda en el gran objetivo de darle al ejercicio del
sufragio un carácter moral, podría ser conveniente que para el caso de crímenes que impliquen
un alto grado de insensibilidad a la obligación social, la privación de éste y otros derechos cívicos
deba formar parte de la sentencia”.
Así, aun cuando Mill reducía la exclusión del derecho de sufragio solo para quienes
cometieren cierto tipo especialmente grave de crímenes, sí hablaba del carácter moral del voto
y de que aquél debía preservarse. Si bien Mill defiende que el sufragio universal era esencial,
recomendó un sistema complejo de voto plural, con el fin de que las masas, es decir la clase
trabajadora, no tuvieran la oportunidad de someter el orden político a lo que sencillamente
llamaba ignorancia.

Igualdad en el trabajo

Antiguamente, se concebía que la mujer tenía un rol natural dentro de la sociedad, que se
limitaba estrictamente al ámbito familiar, era la encargar de velar por la educación de los hijos,
las tareas domésticas y la obediencia al marido.

En las comunidades primitivas, este rol que cumplía la mujer, era justificado por el medio en el que
se encontraban. El hombre por naturaleza tiene mayor fuerza física que ellas, lo cual les permitía
asegurar la supervivencia de su clan ante los peligros que le asechaban en la naturaleza. Esta concepción
de la mujer siguió permaneciendo en siglos posteriores, a pesar de que el cambio del contexto histórico
ya no lo ameritaba; siendo uno de las razones por la cual sucedía esto era por la visión que Aristóteles
tenía de la mujer. Como bien es sabido, Aristóteles fue uno de los pensadores que más influencia tuvo en
los pensadores occidentes posteriores y el creía que “el varón ha de tener señorío sobre la mujer y los
hijos como sobre personas libres, pero no con una misma manera de gobierno, pues con la, mujer ha de
tener señorío civil, y sobre los hijos real” 16. También mencionó que “del mismo modo que hay
naturalmente diferencia de cosas, así también las hay en el mandar y obedecer, porque de una manera
señorea el libre al siervo, de otra el varón a la mujer” 17.

En el siglo XIX, Mill veía que sus contemporáneos seguían limitando la labor de la mujer
dentro de la sociedad, viendo la marginación que sufrían en todos los ámbitos, es por eso que,
aprovechando su posición en Cámara de los Comunes, llevó el tema al debate en el parlamento,
buscando que ellas disfrutasen de los mismos derechos que se otorgaban a los hombres, como
la ciudadanía, el acceso voluntario a todo tipo de empleos y la libre y básica educación.

El veía como durante los últimos años, gracias a los diferentes movimientos culturales e
intelectuales, y por las diferentes revoluciones que acontecían alrededor del globo, palabras
como “libertad” e “individualidad” empezaban a tomar protagonismo en las esferas públicas.
Todo hombre tiene derecho a elegir lo que deseaba en su vida, para Mill, “el hombre se diferencia
de los animales no tanto por ser poseedor de entendimiento o inventor de instrumentos como
por tener capacidad de elección; por elegir y no ser elegido; por ser jinete y no cabalgadura; por
ser buscador de fines, fines que cada uno persigue a su manera, y no únicamente de medios. Con
el corolario de que cuanto más variadas sean esas formas tanto más ricas serán las vidas de esos

16
Aristóteles, (Siglo IV), Política, p.42
17
Ídem, p. 44

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hombres; cuanto más amplio sea el campo de intersección entre los individuos, tanto mayores
serán las oportunidades de cosas nuevas e inesperadas; cuanto más numerosas sean las
posibilidades de alterar su propio carácter hacia una dirección nueva o inexplorada, tanto mayor
será el número de caminos que se abrirán ante cada individuo y tanto más amplia será su libertad
de acción y de pensamiento” 18. Además, creía que un gobierno y un estado libre y de libertades
no estaría completo hasta que no concediera a la mujer la posición que merecía.

La mujer tiene el derecho de poder desenvolverse en todo ámbito laboral, con el requisito
de que cumplan los requisitos necesarios para ello, no se le puede excluir de esa oportunidad
sólo por su condición biológica, ya que a través de este se puede llegar a conseguir algo más
valioso que una simple remuneración. Existe una conciencia social, cada vez más diáfana, de que
la persona al trabajar pone en juego sus capacidades físicas, intelectuales, volitivas y afectivas,
porque el trabajo, no sólo no es una mercancía, sino que es el medio natural de realización de la
persona. Si bien es cierto, que uno de los elementos que tipifican la relación laboral es la
existencia de un salario o remuneración, la persona no trabaja sólo por dinero y, más aún, es
capaz de prescindir de un trabajo bien remunerado si no satisface otras aspiraciones humanas
básicas 19.

Es decir, a través del trabajo uno persona puede llegar a construirse a uno mismo es por
eso que es tan fundamenta mental la igualdad de oportunidades, tanto para hombre como para
la mujer, sin embargo, esto no sucedía en su totalidad en la época de Mill, siendo el uno de los
principales protagonistas en Inglaterra en la búsqueda de esta igualdad, que en años posteriores
se logró conseguir.

18
I. Berlin, Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., p. 249.
19
Pacheco L., (2012) La igualdad de oportunidades y el derecho al trabajo de la mujer: un esfuerzo internacional de protección social, p.4

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CONCLUSIONES

El concepto de bien común, al que tanto se refiere J. S. Mill en este ámbito, ha sido criticado
por su abstracción: ¿qué es el bien común? ¿Cómo se puede determinar en concreto? Sobre
todo, ¿cuáles son los criterios para determinar quiénes tienen la capacidad de decidir sobre el
bien común? Para encuadrar lo que es el bien común es necesario, ante todo, explicar lo que el
bien común no es. En otras palabras, el bien colectivo se encuentra donde no hay espacio para
intereses particulares. Es difícil complementar el poder con el interés general y suponer que el
representante permanezca inmune a la fuerza del poder.
Mill considera que el representante del pueblo debe tener en cuenta solo el interés general de
la comunidad. Pero es muy consciente de la dificultad de clasificar lo que constituye el bienestar
social; en efecto, si se pudiera concordar que uno de los aspectos del bienestar colectivo es el
progreso de la sociedad en el sentido de su constante mejora, más dudas caben sobre otro
aspecto considerado fundamental: el orden. Si entre las tareas de un buen gobierno entra su
capacidad de hacerse obedecer, Mill señala que la obediencia es solo un instrumento y no el fin
del gobierno; el gobierno necesita lograr obediencia para lograr el progreso. Ahí se nota una
vez más el matiz liberal de Mill, que trata de limitar la acción de gobierno que tiene que
permanecer exclusivamente al servicio de la sociedad.
Mill propone cambiar el sistema electoral. El concepto de minorías en Mill tiene un doble
significado: por una parte, la minoría entendida como todos los individuos que no están
representados en el Parlamento y, por otra parte, la minoría entendida como elites, como la
clase culta (en el sentido orteguiano), que debe de aportar su talento en provecho de la nación.
La verdadera democracia para Mill no es otra cosa que la representación de todos los individuos
"hombre por hombre"; considerando que el sistema representativo sea un sistema adecuado,
el filósofo se preocupa de mejorarlo. En efecto, Mill cree en la democracia, pero se preocupa de
que ésta degenere no en una dictadura de la mediocridad y, para impedirlo, la clave es que las
minorías estén adecuadamente representadas.
Expuesta una serie de reflexiones racionales sobre la democracia y el sistema representativo,
Mill no parece profundizar los conceptos con correctivos jurídicos relevantes. Si por un lado
advierte sobre la imposibilidad de que exista una real coincidencia entre gobernantes y
gobernados, puesto que el pueblo que ejerce el poder no es siempre el pueblo sobre quien se
ejerce, por otro lado se limita a indicar el sistema proporcional y la educación junto a una acción
pedagógica de un gobierno formado por una minoría selecta, como soluciones de todos los
puntos críticos de la representación política.

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BIBLIOGRAFÍA

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Cooperativos

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de Pregrado).Universidad de Chile. Santiago de Chile

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