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Objetivo
“Me desperté por el sonido de la alarma del celular. Lo busqué por dos
segundos hasta que lo encontré en la mesa de noche, encima de los
libros, donde siempre lo dejo. Apagué la alarma y vi que eran las 5:30
de la mañana. Durante los siguientes treinta segundos pensé en qué
hora sería. Hasta que recordé que había puesto la alarma a las 5:30 y
que, efectivamente, había visto que eran las 5:30 de la mañana…”
Probablemente, nos tardaría más de una hora, más de dos y hasta más de un día
completo responder a la pregunta: ¿qué hiciste hoy? Para entonces, muy
seguramente, nuestro interlocutor ya se hubiera asombrado y cansado del tamaño
de nuestro ego. Olvidar, generalizar y pasar por alto es una tarea más que
necesaria. Basta recordar la vida de Funes el memorioso1:
[Funes], no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas.
No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara
tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le
molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo
nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en
el espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez. Refiere Swift que el
1
Es un cuento de Jorge Luis Borges en el que Funes tiene la capacidad de recordarlo todo, ver cuento aquí:
http://www.literatura.us/borges/funes.html
emperador de Lilliput discernía el movimiento del minutero; Funes discernía
continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la
fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y
lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi
intolerablemente preciso. (Borges, 1983, pp. 103-104)
Así, saludable e inevitablemente, todos los seres humanos pasamos por alto
muchos de los detalles de la vida, de lo que hacemos y, por supuesto, de cómo,
por qué y qué leemos. Han sido muchos los investigadores que se han dedicado a
entender el olvido y el recuerdo, dos procesos indisociables. Este módulo estará
dividido en dos partes: en la primera hablaremos acerca del olvido en su relación
con la lectura y, en la segunda, hablaremos de la autobiografía y la historia lectora,
que nos serán útiles para recordar lo olvidado.
¿Cómo olvidamos?: La distancia entre lo que se lee y lo que se
recuerda
«… no siempre somos espontáneamente “conscientes” de (ni estamos en
condiciones de hablar de) lo que somos, de lo que hacemos y de lo que
sabemos» (Lahire, 2006, p. 137)
Bernard Lahire, sociólogo francés, investigó muchos años los factores que incidían
en que fuera mayor la diferencia entre lo que las personas «dicen que hacen» y lo
que «efectivamente hacen». Para ello, tomó como uno de sus ejemplos la lectura.
Así, observó e identificó la manera en que las personas leían y lo contrastó con lo
que ellas mismas decían acerca de sus lecturas. De este modo, él identificó varios
factores que hacían que algunas prácticas de lectura se volvieran “invisibles”, se
pasaran por alto y, finalmente, se olvidaran. Es importante mencionar estos
factores porque, a la postre, serán vitales para identificar las diferentes
experiencias que cada uno ha tenido con la lectura desde la primera infancia. Los
factores que identificó son: la institucionalización, las actividades principales y
secundarias, las actividades representativas y, por último, el efecto de
legitimación, que toma prestado de Pierre Bourdieu, también sociólogo francés.
Antes de leer qué son cada uno de estos factores, escuchemos en el programa de
radio “Hojas de lectura” la experiencia que Sebastián Prieto y Leonardo Velásquez
tuvieron con los libros en su infancia, pues son buenos ejemplos de cómo funciona
el olvido y el recuerdo en nuestras primeras experiencias lectoras:
https://soundcloud.com/user-316027004/la-autobiografia-
y-la-historia-lectora
https://www.ted.com/talks/chimamanda_adichie_the_danger_of_a_single_story?language=es
Ya que el fin de este módulo es reconocer cómo la lectura nos ha moldeado desde
que nacimos y reconocer cómo la población con la que trabajamos está siendo
impactada por la lectura, mostraremos cómo se hace una autobiografía desde el
nacimiento hasta la adolescencia.
Para empezar a realizar una autobiografía, es necesario definir un límite y darle
una dirección o un orden a la información que se recoge. Para este caso, como ya
dijimos, lo haremos desde la infancia hasta la adolescencia, se puede fijar otro
límite u otro periodo, como la juventud. Para darle una dirección uniforme, nos
centraremos en dos variables: el tiempo y el espacio. Cuando hablamos de
tiempo, nos referimos a que la autobiografía se hará en orden cronológico, es
decir, desde lo más antiguo hasta lo más reciente. Cuando hablamos de espacios,
nos referimos a que serán estos las estaciones de la autobiografía, serán los
puntos de quiebre, lo que nos permitirá revivir los detalles de la lectura en nuestras
vidas.
Si bien una autobiografía es una biografía que uno hace de sí mismo, esto no
quiere decir que uno la haga solo. Sentarnos a escribir una autobiografía que
comience con nuestra niñez a partir de nuestros recuerdos puede ser una tarea
ardua y, seguramente, infructuosa, pues la mayoría recuerda poco sobre lo que
vivió antes de los cinco años. Nuestra autobiografía debe empezar con los
recuerdos de los otros. Escribir una autobiografía requiere realizar previamente
una labor de investigación.
Para poder escribir nuestra autobiografía tenemos que apelar a diferentes tipos
de archivos, tres, por lo menos:
3. Las personas con las que crecimos o con las que nos criamos. Estas
personas ayudarán a construir los momentos de la vida que no
recordamos. Hagamos una lista con esas personas.
Si bien no es imprescindible disponer de todos los archivos, entre más información
tengamos mejor resultará nuestra autobiografía. Una vez se tengan los archivos
debemos seguir los siguientes pasos.
Una vez hayamos hecho la línea del tiempo, ubiquemos en esta los objetos y las
fotografías que recopilamos.
Escribamos una autobiografía en la que dialoguen las fotografías y los objetos que
recopilamos, nuestros recuerdos con la lectura, que estarán apoyados con la línea
del tiempo que no le mostraremos a nadie, y los recuerdos que nuestros
conocidos tienen sobre nosotros.