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SOBRE LA VIVIENDA EN
BUENAVENTURA
ARQUIT
ECTA
GILMA
MOSQUERA TORRES
El Censo de 1993 indica que en el área cubierta por la Agenda Pacífico XXI, cerca del
24% del total de viviendas registradas disponía de los servicios de acueducto,
alcantarillado y energía eléctrica, alrededor del 42% disfrutaba de alguno de los tres.
Así, 57% de las viviendas no tenían ningún tipo de servicio; aquellos existentes
presentaban deficiencias serias en la calidad del agua, la intermitencia y la
contaminación por malos sistemas de manejo de desechos líquidos (Plan Pacífico,
1997). En el censo del año 2005 se registra una situación similar. Estos factores junto
con la pobreza económica de la población, generan gran movilidad intra-regional y
flujos migratorios importantes hacia los polos de desarrollo nacional, en busca de
trabajo y de mejores condiciones de vida. La focalización de inversiones en los centros
urbanos y cabeceras municipales más importantes, estimula esta dinámica
poblacional.
1. En 1997 la cobertura del servicio de acueducto en las cabeceras municipales era del 48% y en alcantarillado
el 10%, cifras muy inferiores a los promedios nacionales:76% y 64%). En las zonas rurales la cobertura de acueducto
era del 13% y en alcantarillado 2% (sin incluir Buenaventura). Los sistemas de recolección de basuras presentan
coberturas del 10% y se carece de mecanismos de disposición de desechos sólidos. (Agenda Pacífico XXI). El censo
de 2005 ratificó estas condiciones de habitabilidad.
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Además, los frecuentes fenómenos naturales (avalanchas, inundaciones,
deslizamientos, terremotos y maremotos o marejadas), producen desplazamientos
temporales o definitivos, individuales y de familias completas a localidades cercanas o
a los centros urbanos. Asimismo, la violencia de los grupos armados se manifiesta en
expulsiones y desplazamientos masivos forzados, que conllevan a la pérdida de
las parcelas productivas y culminan en el destierro de las familias afectadas, que
posteriormente se suman a los millones de habitantes urbanos que residen en zonas
marginadas del desarrollo urbano.
Los indicadores muestran que los programas de desarrollo realizados en los últimos
20 años por entidades estatales, no gubernamentales o de cooperación internacional,
no lograron reducir los niveles de pobreza que alcanzan actualmente tasas más altas
que en el resto del país. Los datos muestran 84.87% de población con NBI; tasa de
mortalidad infantil por 1000 nacidos vivos equivalente a 110; 1,6 médicos por 10.000
habitantes; 41% del total de viviendas sin ningún servicio; el 38.8% de analfabetismo;
60% de tasa de escolarización urbana en el nivel de primaria, y 41% en las áreas
rurales.
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de recursos naturales, producción limpia, ahorro de energía y eficiencia
ambiental.
El equipamiento social y las fuentes de trabajo con que cuenta la ciudad son
insuficientes para cubrir estas demandas crecientes de la población.
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Agudos problemas ambientales generados por la actividad portuaria y por los impactos
espaciales de los flujos de migración, generan situaciones muy negativas en la calidad
de vida urbana y marginalidad social y territorial de la población recién llegada que no
logra insertarse en los sectores formales de la economía y está obligada a
desempeñar todo tipo de oficios para subsistir en condiciones de pobreza.
El déficit de vivienda
Estrato 1: 36.38%
Estrato 2: 23.65%
Estrato 3: 32.23%
Estrato 4: 7.74%
Estrato 5: 0.23%.
El estrato 5 que reunía 606 viviendas, que se sumaron al estrato 4 pues se consideró
atípico para la ciudad.
En 1999 la proyección del número de viviendas realizada por el INHURBA arroja un
total de 67.033 distribuidas así:
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vivienda
Porcentaje 36.38% 23.65% 32.23% 7.74% 100%
Fuente: INHURBA -POT BUENAVENTURA
El estrato 1 (bajo - bajo) presenta viviendas, que se clasifican como "ranchos", chozas,
palafitos, de carácter provisional o permanente, generalmente de invasión, en
materiales no perecederos o en materiales más durables como la madera aserrada
pero en condiciones ambientales inapropiadas para el hábitat humano.
Se localiza en las zonas marginales de bajamar, al lado de los caños y quebradas, en
terrenos públicos como franjas de desarrollos viales, con grandes restricciones
topográficas, geológicas y sanitarias. Estas construcciones carecen de dos o más
servicios públicos y en ellas se localizan más de una familia, presentando un alto
grado de hacinamiento. Lo constituyen las zonas de bajamar de las comunas 1, 3, 4,
5, 6, 7 y 8, y algunos sectores de las comunas 9, 10, 11 y 12.
Por su parte la DIMAR estableció que más de 15.000 viviendas establecidas en zonas
de alto riesgo tenían condiciones palafíticas, con la siguiente extensión:
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afectan fachadas, pisos, techos; la falta de mantenimiento por el usuario y la acción de
organismos biológicos que oradan las columnas o pilotes de madera.
Todos estos organismos deben actuar según los parámetros y planes de desarrollo
diseñados por el Departamento de Planeación y Ordenamiento Territorial. No
obstante, la coordinación entre estas instancias no es la más eficiente.
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ANEXO 1
Dado que cada uno de los indicadores se refiere a necesidades básicas de diferente
tipo, a partir de ellos se constituye uno compuesto, que clasifica como pobre o con NBI
aquellos hogares que estén, al menos, en una de las situaciones de carencia
expresada por los indicadores simples y en situación de miseria los hogares que
tengan dos o más de los indicadores simples de necesidades básicas insatisfechas.
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ANEXO 2