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SOBRE LA VIVIENDA EN
BUENAVENTURA

ARQUIT
ECTA
GILMA

MOSQUERA TORRES

Proyectos VII, Proyectos VIII, Proyecto de Grado I.

Periodo Febrero /Junio 2008


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1. SITUACIÓN GENERAL DE LA VIVIENDA EN EL PACÍFICO

Gran parte de los habitantes de los poblados y de muchos sectores urbanos de la


región, viven hacinados en casas de mala calidad constructiva y ambiental, poco
confortables y sin equipamiento doméstico. Los servicios de salud, educación o
asistencia social a los que pueden acceder presentan serias deficiencias. La mayoría
de comunidades rurales carecen de agua potable, a pesar de su localización a orillas
de ríos caudalosos o quebradas importantes; en las principales poblaciones y
ciudades son muy deficientes o escasos los servicios públicos de alcantarillado,
acueducto, recolección y tratamiento de residuos sólidos. En estas condiciones, la
población rural y urbana utiliza los cuerpos de agua como sanitarios, o vierten
directamente en ellos las aguas grises provenientes de sistemas sanitarios precarios,
también arrojan los desperdicios domésticos y residuos sólidos, o los acumulan en los
solares de las casas y en los espacios abiertos sin uso1.

El Censo de 1993 indica que en el área cubierta por la Agenda Pacífico XXI, cerca del
24% del total de viviendas registradas disponía de los servicios de acueducto,
alcantarillado y energía eléctrica, alrededor del 42% disfrutaba de alguno de los tres.
Así, 57% de las viviendas no tenían ningún tipo de servicio; aquellos existentes
presentaban deficiencias serias en la calidad del agua, la intermitencia y la
contaminación por malos sistemas de manejo de desechos líquidos (Plan Pacífico,
1997). En el censo del año 2005 se registra una situación similar. Estos factores junto
con la pobreza económica de la población, generan gran movilidad intra-regional y
flujos migratorios importantes hacia los polos de desarrollo nacional, en busca de
trabajo y de mejores condiciones de vida. La focalización de inversiones en los centros
urbanos y cabeceras municipales más importantes, estimula esta dinámica
poblacional.

1. En 1997 la cobertura del servicio de acueducto en las cabeceras municipales era del 48% y en alcantarillado
el 10%, cifras muy inferiores a los promedios nacionales:76% y 64%). En las zonas rurales la cobertura de acueducto
era del 13% y en alcantarillado 2% (sin incluir Buenaventura). Los sistemas de recolección de basuras presentan
coberturas del 10% y se carece de mecanismos de disposición de desechos sólidos. (Agenda Pacífico XXI). El censo
de 2005 ratificó estas condiciones de habitabilidad.

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Además, los frecuentes fenómenos naturales (avalanchas, inundaciones,
deslizamientos, terremotos y maremotos o marejadas), producen desplazamientos
temporales o definitivos, individuales y de familias completas a localidades cercanas o
a los centros urbanos. Asimismo, la violencia de los grupos armados se manifiesta en
expulsiones y desplazamientos masivos forzados, que conllevan a la pérdida de
las parcelas productivas y culminan en el destierro de las familias afectadas, que
posteriormente se suman a los millones de habitantes urbanos que residen en zonas
marginadas del desarrollo urbano.

Los indicadores muestran que los programas de desarrollo realizados en los últimos
20 años por entidades estatales, no gubernamentales o de cooperación internacional,
no lograron reducir los niveles de pobreza que alcanzan actualmente tasas más altas
que en el resto del país. Los datos muestran 84.87% de población con NBI; tasa de
mortalidad infantil por 1000 nacidos vivos equivalente a 110; 1,6 médicos por 10.000
habitantes; 41% del total de viviendas sin ningún servicio; el 38.8% de analfabetismo;
60% de tasa de escolarización urbana en el nivel de primaria, y 41% en las áreas
rurales.

Las dinámicas poblacionales señaladas atrás, agravan constantemente las


condiciones descritas. Cabe recordar que las intervenciones del Estado en materia de
vivienda e infraestructura para la prestación de los servicios básicos quedan muy por
debajo de las necesidades reales. Además de su baja cobertura, la mayoría presenta
deficiencias notables en su calidad arquitectónica y adecuación ambiental y cultural.

En cuanto a la calidad de la vivienda, los distintos prototipos arquitectónicos y


constructivos de la vivienda rural y urbana adolecen de múltiples defectos que
afectan la calidad ambiental, durabilidad, seguridad y confort de la casa, de su
entorno inmediato y del espacio público. Son notables asimismo las deficiencias en
los sistemas domiciliarios de saneamiento básico y en las edificaciones que alojan los
servicios de salud, educación y administración local.

En general la tecnología de edificación empleada es muy precaria en las zonas


rurales, y con frecuencia inapropiada en las áreas urbanas.

Los constructores no están capacitados y no cuentan con modelos y diseños


arquitectónicos y constructivos que les orienten en la construcción y mejoramiento de
sus espacios de vida familiar y colectiva. Lo mismo ocurre con las tecnologías para el
saneamiento básico. Aquellas basadas en el desarrollo de los sistemas tradicionales
de edificación han resultado muy frágiles con respecto al medio geográfico y a su uso
por parte de los usuarios.

El predominio de condiciones habitacionales precarias, con notables carencias en


materia de servicios públicos básicos y vivienda, tanto en las localidades rurales como
en amplios sectores urbanos, exige la acción coordinada de distintas entidades
estatales y privadas, con el objetivo de realizar planes municipales, con metas a corto
y mediano plazo, y articulados a programas de desarrollo social y productivo. Las
prioridades de intervención en materia de vivienda y desarrollo urbano deben ser
determinadas de acuerdo con las políticas estatales y las posibilidades de inversión de
los entes territoriales y del gobierno nacional, y concertadamente con las comunidades
involucradas.

Se requieren nuevos enfoques y respuestas tecnológicas innovadoras y


respetuosas del medio natural y de las condiciones sociales, culturales y
económicas de los asentamientos urbanos y rurales, bajo criterios de economía

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de recursos naturales, producción limpia, ahorro de energía y eficiencia
ambiental.

Se cuenta con un amplio catálogo de tecnologías (tradicionales, tradicionales


mejoradas y convencionales) que reúnen estos requisitos, pero que deben ser
sometidas a evaluación en las condiciones específicas, ambientales y sociales, en las
que van a operar. (Referencia: tecnologías apropiadas).

2. LA VIVIENDA EN LA CIUDAD DE BUENAVENTURA

El último censo de población (2005) registró 290.457 habitantes en la cabecera urbana


del municipio de Buenaventura y 34.633 en el resto del territorio.

El área urbana es afectada por la constante movilidad intraregional de la población y


por flujos migratorios provenientes de las áreas rurales, tanto del municipio como de
otras zonas del Litoral Pacífico y de las regiones andinas vecinas, y por movimientos
pendulares originados en su condición de centro de prestación de servicios de nivel
subregional estimula. Desde el año 2000 se manifiesta el efecto del desplazamiento
violento de la población rural, las cifras develan la llegada de 700 personas
desplazadas en un mismo año, y en cuatro años la acumulación de 5.000 refugiados,
situación que disparó las demandas de servicios sociales y de trabajo remunerado.

El equipamiento social y las fuentes de trabajo con que cuenta la ciudad son
insuficientes para cubrir estas demandas crecientes de la población.

La ciudad se ha configurado en dos zonas: la isla de El Cascajal, donde se concentra


la mayoría de actividades económicas y de servicios; y el continente, que tiene una
vocación principalmente residencial. La expansión urbana se produjo en forma
longitudinal a lado y lado de su vía principal, la Avenida Simón Bolívar, que comunica
a la ciudad con el interior del país y cuya extensión aproximada es de 13 kilómetros.
En ambas zonas la vivienda se extendió sobre terrenos anegables y de bajamar, en
las orillas de esteros y caños interiores, y sobre terrenos que están fuera de la cota de
servicios, mediante construcciones con características de subnormalidad y en
condición de riesgo con respecto a mareas, tsunamis y deslizamientos.
Es notable el contraste entre la isla, de configuración urbana moderna en su mayoría,
y la expansión en el continente con vivienda de tipo disperso, provisional y en proceso
de construcción.

En las zonas de nuevo desarrollo la tipología de la vivienda es variada y reúne desde


el tugurio en madera barata o de desecho, hasta la casa en materiales modernos y de
desarrollo progresivo. Los suelos, arcillosos y saturados de humedad e inestables, son
de baja calidad para la construcción, lo cual restringe la edificación en altura o la hace
demasiado costosa.

En materia de vivienda y habitabilidad destacan la urbanización en zonas no aptas, la


multiplicación constante de las viviendas precarias, los servicios públicos domiciliarios
y colectivos deficientes, la ocupación del espacio público con ventas estacionarias y
todo tipo de actividades económicas callejeras; el mal manejo de residuos sólidos,
basuras domésticas y aguas servidas y negras.
Estos factores se manifiestan en crónicos problemas de salud de la población, con
intensa presencia de enfermedades gastro-intestinales, malaria, leshmaniasis y
paraparesia espástica.

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Agudos problemas ambientales generados por la actividad portuaria y por los impactos
espaciales de los flujos de migración, generan situaciones muy negativas en la calidad
de vida urbana y marginalidad social y territorial de la población recién llegada que no
logra insertarse en los sectores formales de la economía y está obligada a
desempeñar todo tipo de oficios para subsistir en condiciones de pobreza.

Además, la población está amenazada por fenómenos naturales (maremotos,


inundaciones, avalanchas, terremotos) y por explosiones, incendios y atentados. La
contaminación atmosférica, del agua potable y del paisaje, el ruido insoportable, la
congestión vehicular y el alto riesgo por accidentes de tránsito, son factores que
contribuyen notablemente a la baja calidad de vida en la ciudad.

Acelerado en los últimos 10 años el desplazamiento forzado por acciones violentas


contra la población civil en áreas rurales, poblados y centros urbanos de la Costa
Pacífica, la ciudad de Buenaventura se convirtió en una ciudad con alto riesgo social,
donde la mayoría de los habitantes son pobres. Las familias desplazadas se albergan
en los sectores más marginados de la ciudad, generalmente en asentamientos de
desarrollo incompleto o incipiente, compartiendo casas de familiares, invadiendo
terrenos periféricos sin urbanizar y alejados de las redes existentes, viales y de
servicios públicos, donde levantan ranchos y casas provisionales.
La comuna 12 es una de las mayores receptoras de población desplazada y de
manera particular el barrio La Gloria, donde han surgido distintos núcleos de recién
llegados que intentan reconstruir su vida familiar y colectiva, al lado de otras familias
pobres anteriormente asentadas.
Varios grupos de asistencia social y unas organizaciones no gubernamentales prestan
ayuda social a estas comunidades, llevando a cabo proyectos de cooperación para el
desarrollo y de ayuda humanitaria, mediante atención de emergencia, gestión de
soluciones de vivienda definitivas, acceso a servicios y saneamiento básico,
fortalecimiento de los procesos organizativos comunitarios y desarrollo de proyectos
productivos, entre otros. Para el logro de estos propósitos consolida relaciones
comunitarias e interinstitucionales, desarrolla procesos de autoconstrucción de
viviendas y obras de saneamiento básico y equipamiento comunal primario.

El déficit de vivienda

En 1996, fundamentado en un estudio y unos ajustes realizados por el Comité Local


de Estratificación, el municipio adopta una clasificación de la población urbana que se
confirma en 1998.

Estrato 1: 36.38%
Estrato 2: 23.65%
Estrato 3: 32.23%
Estrato 4: 7.74%
Estrato 5: 0.23%.

El estrato 5 que reunía 606 viviendas, que se sumaron al estrato 4 pues se consideró
atípico para la ciudad.
En 1999 la proyección del número de viviendas realizada por el INHURBA arroja un
total de 67.033 distribuidas así:

Proyecciones de vivienda, 1999


ESTRATO 1 2 3 4 5 6 TOTAL
No. de 24.387 15.853 21.605 5.161 67.033

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vivienda
Porcentaje 36.38% 23.65% 32.23% 7.74% 100%
Fuente: INHURBA -POT BUENAVENTURA

“De esta información se concluye que el 60% de las viviendas en


Buenaventura (40.240) están en estrato 1 y 2, los que según la Ley de
Servicios Públicos deben ser subsidiados hasta por el 50% del valor de su
consumo y ser beneficiarios de los programas de vivienda de interés social.
Esto lleva a concluir que Buenaventura es una ciudad pobre, que refleja
en las condiciones de la vivienda su débil situación económica, ambiental y
social.”

El estrato 1 (bajo - bajo) presenta viviendas, que se clasifican como "ranchos", chozas,
palafitos, de carácter provisional o permanente, generalmente de invasión, en
materiales no perecederos o en materiales más durables como la madera aserrada
pero en condiciones ambientales inapropiadas para el hábitat humano.
Se localiza en las zonas marginales de bajamar, al lado de los caños y quebradas, en
terrenos públicos como franjas de desarrollos viales, con grandes restricciones
topográficas, geológicas y sanitarias. Estas construcciones carecen de dos o más
servicios públicos y en ellas se localizan más de una familia, presentando un alto
grado de hacinamiento. Lo constituyen las zonas de bajamar de las comunas 1, 3, 4,
5, 6, 7 y 8, y algunos sectores de las comunas 9, 10, 11 y 12.

El estrato 2 (bajo) corresponde a viviendas en obra gris, por lo general al margen de


las normas de planeación y ubicación, en barrios que se encuentran en proceso de
iniciar su consolidación, en núcleos clandestinos o de origen pirata. Pueden ser casas
con alto grado de hacinamiento, especialmente en la población infantil y juvenil. Se
localizan en zonas de bajamar, en terrenos deleznables con pendientes fuertes, o
cerca de quebradas sin canalizar; se caracterizan por iniciar procesos de
autoconstrucción acompañados con programas de construcción de redes e instalación
de redes de servicios públicos. En este estrato los predios están generalmente sin
legalizar, se puede carecer de algún servicio público como teléfono o alcantarillado,
compartir otros como agua o teléfono.

El INHURBA estimó el déficit cuantitativo en 10.000 viviendas, que corresponde a


hogares de los estratos 1 y 2.

Por su parte la DIMAR estableció que más de 15.000 viviendas establecidas en zonas
de alto riesgo tenían condiciones palafíticas, con la siguiente extensión:

 Vivienda palafítica, de mala calidad y riesgo 413.8 has.

 Vivienda en situación de riesgo físico 305.9 has.

Estas viviendas son en general precarias y de baja calidad, predominando el uso de la


madera combinada con materiales pocos duraderos, pero se observa una tendencia al
mejoramiento de la construcción mediante el empleo de materiales duraderos, lo cual
incrementa considerablemente los costos de la vivienda y genera mayor
vulnerabilidad frente a las amenazas sísmicas.
Contribuyen al deterioro acelerado de la vivienda en madera: su construcción y
modificación sin conocimientos técnicos; la lluvia, el ambiente húmedo y salino que

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afectan fachadas, pisos, techos; la falta de mantenimiento por el usuario y la acción de
organismos biológicos que oradan las columnas o pilotes de madera.

Desde el punto de vista cultural destaca la convivencia de varios hogares o de


personas con diversos parentescos en una vivienda, como respuesta a una necesidad
de albergue que se afianza en la persistencia de la familia extensa, pero que produce
hacinamiento y la promiscuidad.

La intervención estatal en el problema de vivienda

En 1991 se inicia la intervención estatal con la ejecución de unos programas de


vivienda contemplados en el Plan de Desarrollo de Buenaventura elaborado por la
CVC. Posteriormente, la Oficina de Planeación es encargada del control físico y de la
orientación del crecimiento de la ciudad. A partir de 1992 se descentraliza esta labor,
encargando al Instituto de vivienda de Buenaventura - INVIBUENAVENTURA de la
titulación de los predios y construcciones existentes con el fin de legalizar la tenencia,
en cumplimiento de la ley 3ª de 1991 sobre Vivienda de interés social. Este instituto es
reformado en 1998, cuando se denomina Instituto del Hábitat Urbano y Rural de
Buenaventura -INHURBA-, y tiene como objetivo la "atención en vivienda y a la
población considerada en situación de miseria y que se encuentran clasificadas en el
estrato 1 y también la atención de la población que requiere su apoyo clasificada en el
estrato Socioeconómico numero 2".

La aprobación de las construcciones es responsabilidad de dos Curadurías Urbanas, y


el control físico lo ejerce la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

Todos estos organismos deben actuar según los parámetros y planes de desarrollo
diseñados por el Departamento de Planeación y Ordenamiento Territorial. No
obstante, la coordinación entre estas instancias no es la más eficiente.

Cali, marzo 11 de 2008

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ANEXO 1

INDICADORES NECESIDADES BÁSICAS INSATISFECHAS CENSO DE 2005


La metodología de NBI busca determinar, con ayuda de algunos indicadores simples,
si las necesidades básicas de la población se encuentran cubiertas. Los grupos que no
alcancen un umbral mínimo fijado, son clasificados como pobres. Los indicadores
simples seleccionados, son: Viviendas inadecuadas, Viviendas con hacinamiento
crítico, Viviendas con servicios inadecuados, Viviendas con alta dependencia
económica, Viviendas con niños en edad escolar que no asisten a la escuela.

INDICADORES SIMPLES SELECCIONADOS


Viviendas inadecuadas
Este indicador expresa las características físicas de viviendas consideradas impropias
para el alojamiento humano. Se clasifican en esta situación separadamente las
viviendas de las cabeceras municipales y las del resto

Viviendas con hacinamiento crítico


Con este indicador se busca captar los niveles críticos de ocupación de los recursos
de la vivienda por el grupo que la habita. Se consideran en esta situación las viviendas
con más de tres personas por cuarto ( excluyendo cocina, baño y garaje).

Viviendas con servicios inadecuados


Este indicador expresa en forma más directa el no acceso a condiciones vitales y
sanitarias mínimas. Se distingue, igualmente, la condición de las cabeceras y las del
resto. En cabeceras, comprende las viviendas sin sanitario o que careciendo de
acueducto se provean de agua en río, nacimiento, carrotanque o de la lluvia. En el
resto, dadas las condiciones del medio rural, se incluyen las viviendas que carezcan
de sanitario y acueducto y que se aprovisionen de agua en río, nacimiento o de la
lluvia.

Viviendas con alta dependencia económica


Es un indicador indirecto sobre los niveles de ingreso. Se clasifican aquí, las viviendas
en los cuales haya más de tres personas por miembro ocupado y el jefe tenga, como
máximo, dos años de educación primaria aprobados.

Viviendas con niños en edad escolar que no asisten a la escuela


Mide la satisfacción de necesidades educativas mínimas para la población infantil.
Considera las viviendas con, por lo menos, un niño mayor de 6 años y menor de 12,
pariente del jefe y que no asista a un centro de educación formal.

Dado que cada uno de los indicadores se refiere a necesidades básicas de diferente
tipo, a partir de ellos se constituye uno compuesto, que clasifica como pobre o con NBI
aquellos hogares que estén, al menos, en una de las situaciones de carencia
expresada por los indicadores simples y en situación de miseria los hogares que
tengan dos o más de los indicadores simples de necesidades básicas insatisfechas.

Para estimar la magnitud de la pobreza en relación con la población, se consideró que


las personas que habitaban en viviendas con NBI o en miseria se encontraban en las
mismas condiciones de su respectiva vivienda.

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ANEXO 2

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