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Duelo

Generalidades de la Consulta-Consejería en Duelo


Con los términos de "benévola neutralidad", "neutralidad afectiva" y "separación
compasiva", a los que pueden añadirse "universalismo" y "determinación
funcional", se puede llamar la postura del profesional ante la persona en duelo; no
obstante, y si bien se han escrito numerosos artículos y libros proponiendo
programas innovadores y creativos para instruir a psicólogos, médicos y
estudiantes sobre la muerte y el proceso del duelo asociado, la experiencia lleva a
pensar que casi siempre la preparación es muy pobre (o nula) en comparación con
las demandas que plantean las personas en duelo. Ciertamente existen tensiones
inevitables entre las demandas organizacionales, los valores y responsabilidades
profesionales y las necesidades individuales.

En la asistencia a la persona afligida, el profesional ha de intentar descubrir que


significan los síntomas para el deudo, cómo los experimenta, cuales son los
fenómenos resultantes de la muerte (efectos de la muerte en su mundo) y cuáles
son las molestias que siente a causa de estos. Ya no se trata de “curar” esta
situación de duelo, sino de acompañarle y hacerle llevadero y soportable el
sufrimiento derivado del mismo proceso de duelo. Esto significa que los síntomas
y el impacto de la pérdida sobre su mundo no deben ser objetivados sino
subjetivizados por el propio deulo y no por el mismo profesional, ya que sus quejas
pueden cobrar diversos significados.

Enfrentarse a una persona que ha perdido un ser querido hace a todos los
individuos que le rodean conscientes de su propia fragilidad y vulnerabilidad;
algunos son susceptibles a la depresión que esto evoca, otros a la pérdida de la
auto-estima provocada por la incapacidad para “curar” el dolor de la pérdida y la
sensación de impotencia que les invade. Ciertamente no es fácil encarar
positivamente las circunstancias particulares de un deudo, combinando la tristeza
natural o el disgusto por la inevitabilidad de la muerte y el dolor observado en la
persona. Como personas sensibles, es necesario darle una salida regular y
constructiva a la aflicción, y mantener un equilibrio que permita seguir actuando
efectivamente. Aceptar las propias limitaciones como uno más, coherentemente,
facilita la comunicación de persona a persona.

Escuchar y comprender son los más apropiados procedimientos terapéuticos que


se han de emplear. La compasión deberá ser valorada en su propio derecho y no
considerada como una cualidad extra para aquel que la posee; la capacidad para
funcionar bien a pesar de los diversos problemas empieza con el reconocimiento
de que la pérdida de un ser querido es inevitable para todos y que el temor a la
muerte es normal y aceptable.

En relación a la persona en duelo, es muy importante que los profesionales sean


conscientes y controlen sus propios sentimientos y que no se confundan ni se
atemoricen por los problemas fundamentales que pueden presentarse; el
profesional debe demostrar, por su comportamiento, que está preparado para
compartir los problemas con el deudo; debe percibirse como una persona segura y
confiable, alentar la expresión de sentimientos, evitar las negaciones cuando sea
apropiado, aceptar enojos y reconocer la vivencia de pérdida del deudo.

CONDUCTAS Y TÉCNICAS DE ENTREVISTA


Las discusiones sobre la orientación de la asistencia al proceso del duelo son
antiguas y habitualmente reflejan más actitudes religiosas, emocionales e
irracionales, que hechos de comprobación científica o clínica. Como afirmaba
Freud, frente a la persona que tiene que morir (y frente a aquella que está de
duelo) se reacciona de una manera especial, como para alguien que tiene que
realizar una tarea difícil.

Hay muchas personas, tanto deudos recientes como si no, que esperan que su
duelo ocurra rápidamente y que se enteren de ella muy pocas personas, a veces
incluso ni ellos mismos; otros sencillamente no quieren percatarse de que están
de duelo y se entregan constantemente, o al menos así lo creen, a la huida y al
rechazo cuando se les hacen patentes algunos signos en ese sentido. Finalmente
hay otros que luchan por sobrevivir adaptativamente, y quieren entablar diálogos
diversos acerca de su recuperación, cualquiera que sea su concepción de la
misma. El foco de atención consiste precisamente en captar los signos de la
persona en duelo a este respecto, o lo que es lo mismo, en percibir los
sentimientos que ella intenta expresar a través de su modo de hablar, de su
silencio o su gesto.

De esta forma, la relación entre el deudo y quien le asiste debe por consiguiente
caracterizarse por un común escuchar: "la paciencia de concederle al otro
realmente el que sea él mismo" de Sporken o el "ayudarle a vivir su propio duelo",
modificando la lectura de Rilke. La asistencia y el acompañamiento a la persona
en duelo no son en el fondo algo diverso de la ayuda a la vida, es más, es
precisamente durante el proceso de recuperación cuando la persona más
asistencia requiere en su “volver a vivir su vida” tras la muerte del ser querido.

Evidentemente no podemos "curar" al deudo de su dolor y tampoco podemos


“afligirnos por él”. En su lugar, podremos acompañarle en su dolor, en su tragedia,
y esto supone una serie de consideraciones:

(1) No esperar lo imposible; no hacemos milagros ni tenemos las respuestas a


todas las preguntas.
(2) Asistir a una persona en duelo supone admitir la propia vulnerabilidad y
exponerse a despertar la propia ansiedad, los duelos no resueltos y favorecer la
depresión y la tristeza. Si somos sinceros con nosotros mismos y lo preguntamos,
veremos cómo nuestros sentimientos son idénticos a los de otros. Por otra parte, y
si bien el duelo puede llegar a volverse una rutina para el profesional, ciertamente
es algo nuevo para el deudo: es la primera vez que él pierde a “ese ser querido” y
esto es único y diferente para él.
(3) No existe un solo modelo de edad, tipo de muerte, circunstancias familiares u
otro indicador en el que poder confiar para decidir lo que se va a comunicar al
deudo. No obstante, si que existe un modelo de conducta frente al deudo y su
familia: el mantenimiento de una vía de comunicación permeable.
(4) No somos inmunes al dolor del otro; en el momento en que construyamos una
"coraza protectora" perdemos nuestra capacidad de "asistir", de "compasión", aun
cuando conservemos un manejo adecuado y científicamente elaborado de la
técnica.
(5) La adaptación del acompañamiento a cada persona en duelo es una necesidad
evidente puesto que este deudo en particular es diferente de los demás; la
flexibilidad y la adaptabilidad de los comportamientos debe ser la única norma
común.
(6) La esencia misma de los cuidados al deudo es acompañar, y no "quitar el
dolor"; si partimos de la idea de que acompañar es igual a quitar el dolor,
viviremos el duelo de la persona como un fracaso, circunstancia que a su vez
repercute en la manera de tratar a la persona. Por otro lado, "no hacer nada" es un
factor fuertemente creador de ansiedad; para cada situación existe siempre un
momento determinado para "hacer" y otro para "escuchar". Solo cuando el deudo
es rechazado porque su forma de expresar el dolor de la pérdida es inaceptable, el
"no hacer nada" llega a ser angustiante.
(7) Es preciso reconocer que las necesidades del deudo y su familia cambian con
el tiempo. Como fenómeno vivencial, el proceso del duelo intrafamiliar es un caso
especial de “pérdidas diversas en una constelación familiar”, y sus estados
representan el modelo dinámico de adaptación emocional a cualquier pérdida real,
sea manifiesta, oculta o ambigua.
(8) Las respuestas a los distintos problemas que pueden originarse en el trabajo
con personas en duelo deben buscarse en el mismo contexto en el cual se dieron
origen; los recursos propios, de equipo, y estos 10 principios teratológicos son los
elementos que constituyen la base en la cual encontrar las respuestas más
aproximadas a las distintas demandas que puedan presentarse, matizadas por el
sentido común y la empatía tan necesaria en este trabajo.
(9) Puede ser difícil darse cuenta cuando es necesario callarse y cuando es
necesario estar allí. Esto pide conocer a la persona en duelo, comprender sus
reacciones y asistirle el tiempo suficiente como para objetivar qué pertenece a él y
qué es propio de nuestras reacciones ante su dolor y tragedia.
(10) Aunque la respuesta a la pérdida pueda incluir rebeldía y negación en
algunos, y estoicismo en otros, no hay un único patrón de respuesta ni deberá
anticiparse o animarse a que ocurra de una forma particular. Como en el caso de
los enfermos terminales, la persona en duelo es el maestro, y será él quien nos
dará sus directrices.

Aspectos generales
¿Cómo puede establecerse con los deudos una relación personal como la que se
necesita para una adecuada asistencia al proceso del duelo?

Un principio rector de nuestra actitud ética es la consideración de que la persona


que ha perdido un ser querido es un individuo normal, sometido a una
circunstancia profundamente perturbadora y estresante, y que responderá a ella
de acuerdo a su verdadera y específica historia personal y a su propia
circunstancia bio-psico-socio-familiar y funcional; en el área de la experiencia real,
los deudos son los profesores, mientras que aquellos que les acompañan siempre
tienen algo que aprender.

El diálogo con el deudo presupone en principio las condiciones psicológicas de


todo buen diálogo, y estas son, entre otras, la actitud de respeto a la interioridad
del otro, el escuchar realmente lo que se dice y lo que no se dice expresamente, el
intentar comprender de que trasfondo emocional proviene lo dicho y cuál es el
auténtico valor que entonces cobra, el ayudar al otro a que perciba por sí mismo
sus problemas y a que descubra la dirección de una solución.

Las conductas y técnicas de entrevista, de hecho, pueden aprenderse; el mejor


método es sin duda el de un adiestramiento técnico bien planteado, aun cuando
para muchos resultará difícil sino imposible lograrlo. Existen algunos elementos
particularmente deseables y algunas habilidades peculiares que son condiciones
para el establecimiento de cualquier relación humana y profesional con una
persona que ha perdido un ser querido, matizadas por la flexibilidad que rige a
todo intercambio bidireccional: la autenticidad (real, natural, honesta y sincera), su
calidez (espontánea, acogedora y preocupada) y su empatía.

En las conversaciones con los deudo no se trata de hacer "formulaciones


razonables", de "ofrecer soluciones", exponer teorías o de darle consejos sobre
cómo ha de contemplar las cosas, sino más bien de articular las sensaciones que
en el fondo le preocupan y que él no ve expresamente o no es capaz de
manifestar mediante la palabra, y ofrecerle así la oportunidad de dar expresión a
sus sentimientos con el objeto de que pueda integrarlos más fácilmente.

Lo que se espera del profesional no es "que diga algo de lo que el deudo pueda
sacar provecho", sino el que asuma el sentimiento en el que se hizo la
manifestación: el dolor, el miedo, el resentimiento, el desasosiego, la
preocupación, etc., pueden y deben con frecuencia ser afirmados. Así, uno de los
aspectos más importantes en las conversaciones con los deudos es el llegar a
hablar tanto de los hechos que atañen al curso del duelo como, y muy
especialmente, de las propias experiencias del deudo. Muchas personas temen no
ser capaces de encontrar las palabras apropiadas en el momento oportuno, hecho
que, de por sí, debe ser desaconsejado. Tal temor tiene que ver con la concepción
muy generalizada de que las personas que asisten al proceso del duelo tienen que
decir "aquello" o al menos "algo"; concepción que es, por supuesto, errónea. No
sólo porque en ocasiones las preguntas más expresas no se formulan como
demanda de una respuesta sino como expresión de una sensación, sino porque
prácticamente todos los estudios empíricos enfatizan la capacidad para escuchar
por encima de la capacidad para decir algo.

No podemos suprimirle al deudo el sentimiento de "estar sólo en su dolor" y el


"dolor de la pérdida " que va ligado a la pérdida de un ser querido, pero si
compartimos con él esos sentimientos mediante una relación adecuada y en
conversaciones sinceras, podremos sin duda abrir entre ellos y nosotros un
camino que, gracias a esa solidaridad, se le haga soportable su soledad.

Algunos de elementos que debemos tener en cuenta en las entrevistas con los
deudos son:

(1) Es importante que la consulta sea aceptada antes de iniciar. Las consultas
sorpresa no siempre son bienvenidas; cuando vea al deudo, salúdelo como
normalmente lo haría, busque una silla y siéntese cerca de él; en lugar de
preguntar ¿cómo está?, pregunte ¿cómo se siente hoy?, ¿cómo va el día? Es
mejor evitar tópicos como "todo va bien", "pronto estará mejor", "tiene que confiar
en Dios ",”el tiempo cura todas las heridas”, etc.
(2) Enfoque la visita en el deudo; conceda suficiente atención a sus síntomas, a su
dolor, a su desesperación, de lo contrario puede reflejar un rechazo general a
preguntar sobre síntomas o problemas que el profesional no puede modificar.
(3) Una forma de entrevista tranquila, no preocupada, es importante, aun cuando
la consulta pueda ser corta. Estas primeras conversaciones a veces pueden
consistir exclusivamente en acompañar en silencio a esa persona mientras relata
lo sucedido (técnica narrativa), de manera que el deudo, al experimentar nuestra
cercanía, cobre el ánimo y la confianza de participarnos de todas sus
preocupaciones. Sin embargo, no olvide que el deudo "elige un interlocutor" entre
todos aquellos que le visitarán, al cual participa de las mismas y no a otros; por lo
tanto, no se desanime. Recuerde que no todos los deudos quiere hablar acerca de
su tragedia todo el tiempo; es humano querer callar e ignorar las realidades más
serias por cortos períodos de tiempo: deporte, política, moda música y noticias
acerca de amigos son a menudo buenos tópicos que ofrecen la oportunidad de un
intercambio mutuo. La conducta que se tome ante el deudo debe ser apropiada:
una actitud jovial superficial, la cual parece negar la seriedad de la situación, no es
apropiada. El abatimiento y la tristeza tampoco son bienvenidos. La aproximación
al deudo debe mostrar respeto y preocupación por la situación, y reflejar la
voluntad de compartir intereses u otros aspectos de la vida del deudo sin
enfocarse sólo en la pérdida. Un acompañamiento no ansioso es el tipo de
interacción requerida, siendo sensible al humor de la persona.
(4) No subestime el dolor del deudo ante la muerte de su ser querido; si el
profesional no es consciente de ello e intenta alentarlo respecto a sus angustias y
temores, puede no ser creído. Por ello es necesario desconfiar de la tendencia
que tenemos de hablar espontáneamente con los deudos que abiertamente
señalan su recuperación sólo unos días después de acecina la muerte.
(5) Es imperativo que una vez que el acompañamiento haya sido ofrecido y
aceptado, la promesa de la misma sea mantenida; malograr tal contacto sería una
violación seria a la confianza de la otra persona. Deberá también ser asegurado,
aunque sea evidente, que cualquier cosa que se diga en el curso de las
entrevistas es personal y privado. La preocupación (interés) es uno de los
atributos más altamente valorados, junto con la compasión; pocas cosas pueden
molestar más a los deudos que el compromiso fingido. Por otra parte, apiadarse
sólo del deudo no representa para él ninguna ayuda; la capacidad para estar a
gusto con una persona que ha perdido un ser querido es una cualidad muy
valorada.
(6) En principio, deberá indicarse la frecuencia de las consultas y apegarse al
horario establecido; la frecuencia y duración de las mismas dependerá de la
situación del deudo y, por supuesto, de su demanda. En gran parte, es el deudo
quien decide el momento de tales entrevistas. Lo principal es estar disponible y no
hacerse el sordo. Esta actitud evita imponer una entrevista a un deudo que no está
bien dispuesto. En los casos de muerte por enfermedad aguda, decir solamente al
deudo "estoy aquí" puede reconfortarle. La consistencia y la perseverancia son
fundamentales, así como la calidad del tiempo es más importante que su cantidad.
No haga promesas -el deudo también es un experto en "promesas rotas"-, de
apoyo efectivo.
(7) En el transcurso de la primera entrevista, la actitud esencial es la de escuchar
(técnica narrativa). Debe dejarse que el deudo tome la iniciativa en la
conversación. Sea un buen oyente y no se incomode por los intervalos en la
conversación. No tiene que pensar que tiene que decir algo. Si el deudo confía en
usted, se comunicará abiertamente.
(8) Toda comunicación hablada envuelve un lenguaje no verbal, comunicación que
suele ser la más honesta. Por otra parte, el afecto físico como comunicación
también es importante: una palmadita en el brazo, un ademán, un guiño, una
sonrisa o coger la mano a menudo transmiten un entendimiento y una tranquilidad
importante que no pueden ser expresados con palabras.
(9) Los aspectos que se originan en el curso de las consultas pueden, en verdad,
ser infinitos y estar matizados por diversos elementos "distorsionadores" (entorno,
creencias religiosas, temores, etc.). Debe enfatizarse que nada de lo que la
persona diga carece de interés, no es importante o es indiferente; se deberá estar
muy atento, incluso para aquello que parece irrelevante. Debe tratarse de recordar
cualquier cosa en particular que el deudo haya dicho; es más, las cosas que no
haya dicho también deberán ser registradas. El deudo debe tener la oportunidad
de verbalizar toda la ansiedad de lo que está en su cabeza, hablar acerca de
temas religiosos, acerca del temor al castigo, de los sentimientos de culpa, del
resentimiento y de la esperanza de expiación. Uno debe ser capaz de expresar,
cuando sea el caso, una creencia en la vida eterna o una convicción de que
después de la muerte no hay nada. Aunque la filosofía del deudo y sus creencias
religiosas deban ser respetadas, es también importante que uno sea honesto si se
le pregunta acerca de las propias ideas y creencias; esta es una pregunta que
muestra que el profesional aprecia el punto de vista del deudo aunque éste no sea
compartido.
(10) En el curso de estas entrevistas es necesario respetar los mecanismos de
defensa, dejar al deudo que muestre sus sentimientos, ser un niño si lo desea, o
estar agresivo. La negación con frecuencia es un modo efectivo de tratar un
problema aparentemente insoluble; sólo cuando el deudo está utilizando sin éxito
la negación debe el profesional intentar ser más franco. Si el deudo tiene éxito en
la negación, no escuchará lo que se le dice o incluso se negará a mantener la
conversación.
(11) El no tener una visión exacta del curso del duelo y, en consecuencia, de no
poder acomodarse suficientemente a la situación y sentimientos del deudo, es un
obstáculo con el que puede tropezarse el profesional poco experimentado o que
demanda desde un principio el "tener todas las respuestas" sin antes conocer al
propio deudo. Quien determina si un miembro del equipo actúa o no de forma
responsable son las auténticas demandas del deudo al que ha de atender, y no el
que asiste.

Si se han de tener en cuenta todas las demandas del deudo, es preciso que cada
profesional involucrado en su cuidado reconozca los límites de su propio rol y los
servicios alternativos de sus compañeros de asistencia. La necesidad de uno u
otro miembro del equipo sanitario generalmente también es determinada por el
propio deudo y/o su familia. Lo importante es estar siempre disponibles.

Finalmente es importante señalar que los análisis que han sido hechos, las bases
que se han establecido y los requerimientos que se han descrito no deben ser
considerados más que como informaciones indispensables, sin las cuales los
cuidados a los deudos descansarían en malentendidos. El contenido mismo de los
cuidados parte esencialmente de la investigación de los equipos asistenciales.

ELEMENTOS DE LA CONSULTORÍA
La valoración en duelo (consultoría) es un proceso de diagnóstico
multidimensional destinado a cuantificar las capacidades y/o problemas o
alteraciones relacionadas con las esferas de la realidad, sentido de la vida y
personalidad de las personas en duelo, para conseguir un plan racional de
tratamiento y seguimiento a largo plazo.

De lo anterior, cabe destacar como elementos de la consultoría:

1. Proceso de diagnóstico
2. Multidimensional
3. Destinado a
4. Cuantificar
5. Capacidades
6. Problemas
7. Alteraciones
8. Esfera de la realidad
9. Esfera del sentido de vida
10. Esfera de la personalidad
11. Para conseguir
12. Plan racional de tratamiento
13. Seguimiento a largo plazo

Proceso de diagnóstico
Proceso organizado y orientado a la obtención de datos subjetivos -provenientes
de la anamnesis- y datos objetivos -de la exploración social- que tiene como
propósito la valoración conjunta de los resultados obtenidos con el fin de proceder
a formular un diagnóstico. Es a través de este proceso que podemos identificar
problemas que pueden prevenirse, resolverse o minimizarse mediante actividad
interdependientes y multidisciplinarias.

Multidimensional
Implica la valoración de las tres esferas o dimensiones de intervención: realidad,
sentido de vida y personalidad.

Destinado a
La consultoría en duelo está básicamente destinada y orientada al deudo como
ser individual, autónomo e independiente, y al sujeto como ente familiar, social e
interdependiente.

Cuantificar
El propósito de la consultoría no es describir o enumerar el número de
incapacidades del deudo, sino más bien cuantificar sus potencialidades en todas
las esferas o dimensiones, y a valorar el peso global de los obstáculos para
conseguir el máximo de sus capacidades.

Capacidades
La valoración de las capacidades del deudo significa determinar todo aquello que
el individuo todavía puede hacer desde sus dimensiones (lo que queda de ellas);
con ello (una vez identificadas) conseguiremos fortalecer sus puntos débiles y
potenciar sus puntos fuertes, logrando así maximizar sus habilidades.

Problemas
El proceso de identificación de los problemas del deudo no es de ningún modo
diferente al realizado en otras poblaciones, la diferencia más importante reside en
el impacto que determinados problemas que no afectan de forma trascendental a
otro individuos si pueden hacerlo en los deudos. Por otra parte, existen problemas
que se presentan con más frecuencia en esta población o se asocian a ella. Un
factor muy importante a tener en cuenta -que no suele presentarse en otras
situaciones clínicas de forma tan pronunciada- es la presencia de los estereotipos
relacionados con el duelo (p.ej., no llore que no lo deja descansar).

Alteraciones
Debido a que el límite entre lo fisiológico y lo patológico es muy difícil de
establecer, las alteraciones que se presentan en el deudo pueden llegar a ser muy
difíciles de valorar.

Esfera de la realidad
Incluye la valoración de todos los aspectos relacionados con el efecto de la
pérdida sobre la realidad, es decir, sobre las personas con que se vive, la rutina
diaria, las conversaciones con otros, la forma de reaccionar a las cosas, los
proyectos, ilusiones, etc.

Esfera del sentido de vida


Incluye la valoración, directa o indirecta, del efecto de la pérdida sobre todos los
aspectos relacionados con el sentido de vida, es decir, sobre las personas con las
que se convive, los sueños, planes, ilusiones, deseos, las actividades y
conversaciones que se tenían con la persona fallecida, etc.

Esfera de la personalidad
Incluye la valoración de todos los aspectos relacionados con los efectos
ocasionados sobre la personalidad como consecuencia de la pérdida. Incluye
también la valoración de todos los aspectos relacionados con el sujeto como
organismo social, que existe en un ambiente social y es aceptado por el mismo, de
su proceso de adaptación y salud mental.

Para conseguir
Como todo proceso de diagnóstico, el objetivo último de la consultoría en duelo es
conseguir situar al deudo en el nivel adecuado y documentar su mejoría
(evaluación de resultados) con el paso del tiempo (mantenimiento de los
objetivos).

Plan racional de tratamiento


Cada nivel de intervención y evaluación (realidad, sentido de vida y personalidad)
debe proporcionar un plan racional de tratamiento acorde con las capacidades
reales del deudo (recursos internos) y los servicios sociales comunitarios y el
entorno familiar, es decir, los recursos externos.

Seguimiento a largo plazo


Cada nivel de evaluación (realidad, sentido de vida y personalidad) debe estar
sujeto a un seguimiento a largo plazo como única medida de valorar el éxito de la
intervención. Debido a que el equilibrio dinámico de las tres esferas o dimensiones
es muy frágil, este seguimiento deberá ser acordado entre los elementos que
componer la interfase profesional/paciente/familia/recursos externos comunitarios.

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Fuente: http://montedeoya.homestead.com/consulta.html

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