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“QUINTO ESTADO”
Por
Julius Evola
(…) El argumento que queremos propiamente tratar en este capítulo es el
fenómeno del “advenimiento del Quinto Estado”. Para comprenderlo, es
necesario sobre todo dar un breve resumen de la concepción aquí indicada, que
se vincula con la idea de una regresión o descenso del poder político, del tipo de
civilización y de manera general, de los valores predominantes a lo largo de los
cuatro planos que toda organización social completa y, podemos aun decir
“normal”, comprendía de acuerdo a un sistema jerárquico. En la cima se
encontraban los jefes investidos de una autoridad espiritual y sagrada, luego venía
la aristocracia guerrera, en tercer lugar la burguesía pudiente y los que
concentraban sus intereses en el plano económico (los “mercaderes”, la casta
vaisha hindú), finalmente venían los trabajadores, el “pueblo”.
(…) A tal respecto no sólo debe considerarse lo que se vincula con el plano social
y político, sino también con lo que se refiere a la misma personalidad, a la
destrucción de la personalidad. En la historia ha habido siempre crueldades y
atrocidades, pero el elemento característico que puede ser analizado en el
diagnóstico de los últimos tiempos se refiere a siniestros métodos racionalmente
estudiados de degradación dirigidos a convertir a los seres en fantoches sin
voluntad a los cuales se aplican, a degradarlos ante sus mismos ojos (algunas
consideraciones válidas a tal efecto, aun con referencias tendenciosamente
unilaterales, han sido desarrolladas por el existencialista católico Gabriel Marcel).
Se puede pensar aquí en los bastidores de ciertos procesos que acontecen tras la
cortina de hierro y de un cierto régimen de campos de concentración y de
“reeducación”. El ataque se dirige también en contra de aquella “forma” en
sentido eminente que es la personalidad. Los planos son naturalmente diferentes,
pero la convergencia de la dirección, la “sigla” es bien reconocible.
(…) Sin embargo el interés mayor del orden de ideas aquí brevemente expuesto
se refiere quizás a aquello que en los aspectos propiamente sociales y existenciales
del fenómeno debe ser referido al verdadero “sentido de la historia”, a síntomas
precursores que se vinculan con la lógica del mismo. Hay que ponerse en guardia
contra las exageraciones y contra cualquier “apocalipsismo”, pero muchas cosas,
en el contexto aquí mencionado, deberían hacer reflexionar a aquellos que aún
están narcotizados por los mitos de la democracia progresista y que se demuestran
incapaces de captar los rígidos nexos de causa y efecto presentados por un ya
secular curso de los acontecimientos. El descenso cuatripartito del nivel de la
civilización y de las organizaciones sociales es una realidad; lo es también el
aflorar, cuando el último escalón está por ser alcanzado, de fuerzas infernales, de
fuerzas del caos, que en un cierto sentido puede decirse que no pertenecen más
al mundo propiamente humano, pudiendo la fórmula del advenimiento del
Quinto Estado actuar como marco.
(Julius Evola, “Avvento del “Quinto Stato”, en “Il Borghese”, 1969, traducido al
español en Julius Evola, “Cabalgar el tigre”, Buenos Aires, Ediciones Heracles,
1999, pp. 247-251)