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Materia: Liturgia y Celebración de la Fe

Profesor: Miguel Isola

Alumna: Ornella Cirigliano

Año: 2018
Introducción:
A partir de la promulgación de la Constitución Sacrosanctum Concilium (SC) la
Iglesia lleva a cabo una nueva organización del año litúrgico, cuenta con unos libros
litúrgicos renovados para cada uno de los sacramentos y sacramentales, da impulso a
una rica doctrina con orientaciones de pastoral sacramental y litúrgica, y ofrece una
mayor comprensión para una participación del misterio celebrado.
En este trabajo tratare de vincular como la Liturgia es importante a lo largo de la
historia y como lo es en la vida de cada individuo en particular. A su vez como se
adaptó a lo largo de los siglos.
Afirmar la sacralidad de la liturgia no es corriente hoy; más bien, concurriendo
diversas causas para esto, se afirma lo contrario, desacralizándola, haciéndola vulgar y
banal, de modo que no haya diferencia alguna entre la liturgia y lo profano, entre la
liturgia y lo cotidiano. En gran medida, se ha relegado a Dios al segundo plano para
exaltar al hombre y la comunidad, sus emociones, su subjetividad. La desacralización de
la liturgia ha sido una opción querida y buscada, potenciando lo lúdico, lo festivo y lo
didáctico.
La liturgia es el culto público y oficial de la Iglesia, la forma o ritos por los que el
pueblo fiel comparte y celebra el misterio de la fe. Los signos litúrgicos intentan dar
cuenta de la realidad invisible y trascendente que se hace presente en medio de la
comunidad. El culto es la acción por la que rendimos alabanza y adoración al Dios en
que creemos, y es esta misma fe la que nos convierte en pueblo fiel. Pero muchas veces
nuestra fidelidad se orienta a otros lugares y dejamos de ser fieles al Dios en el que
decimos creer. Dejamos de celebrar el misterio de la fe y ésta se debilita día a día. Por
eso podemos decir que la liturgia es el modo en que nuestra fe se alimenta y nutre.
La liturgia es glorificación de Dios y santificación de los hombres.
Y esto lo podemos ver a lo largo de la historia de salvación, y de los libros de la Biblia.
Sí, la liturgia es el ámbito de lo sagrado; más aún, la liturgia es sagrada. Una buena
imagen de lo que ocurre en la sagrada liturgia y de la actitud y el comportamiento
necesarios los tenemos en el episodio de Moisés ante la zarza ardiente: se le manda que
se descalce y adore porque “el sitio que pisas es terreno sagrado” (Ex 3).
A su vez Jesús mismo vivió en su existencia terrena la sacralidad de la liturgia
de la Antigua Alianza –salmos, oraciones, bendiciones, peregrinaciones al Templo de
Jerusalén, etc-. La Cena pascual era un gran acto litúrgico, solemne y sagrado.
Cualquiera que conozca el ritual establecido, los salmos cantados, etc., y así Cristo
celebró la Última Cena, añadiendo la Eucaristía, consagrando el pan y el vino.
La palabra sacrificio viene del latín, «sacrum facere» : hacer sagrado. Ofrezco algo a
Dios y lo sacralizo. El pan y el vino son fruto del trabajo del hombre, que los saca del
trigo y de la uva, y se los ofrece a Dios como símbolo de su entrega. Y Dios nos los
devuelve como alimento, convertido en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y así nos
hacemos Cuerpo Místico de Cristo. Él nos hace suyos.
Otro ejemplo es dentro del libro del Éxodo, Moisés arma una carpa del
encuentro. En esa carpa se ve el respeto, se ve la obediencia, y se ven rasgos de lo
sagrado de la liturgia. “La Carpa del Encuentro (Ex 33, 7-23)”

7 Moisés tomó la Carpa, la instaló fuera del campamento, a una cierta distancia,
y la llamó Carpa del Encuentro. Así, todo el que tenía que consultar al Señor debía
dirigirse a la Carpa del Encuentro, que estaba fuera del campamento. 8 Siempre que
Moisés se dirigía hacia la Carpa, todo el pueblo se levantaba, se apostaba a la entrada de
su propia carpa y seguía con la mirada a Moisés hasta que él entraba en ella. 9 Cuando
Moisés entraba, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la Carpa del
Encuentro, mientras el Señor conversaba con Moisés. 10 Al ver la columna de nube,
todo el pueblo se levantaba, y luego cada uno se postraba a la entrada de su propia
carpa. 11 El Señor conversaba con Moisés cara a cara, como lo hace un hombre con su
amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero Josué –hijo de Nun, su joven
ayudante– no se apartaba del interior de la Carpa.
En números también se trata este tema, el de la sagrada carpa del encuentro a la cual
solo puede entrar Moisés y Aron. Cuando entraban, era tierra sagrada, entraban
descalzos. Y allí podían hablar con Dios. En este libro da cuenta de los elementos
litúrgicos que se usaban para ese momento.
Ese culto no es solamente personal, individual, sino que es principalmente un culto
público, ordenado y prescrito por la Iglesia inspirada por el Espíritu Santo. Ese culto
oficial es llamado liturgia.
El concilio Vaticano II, por ejemplo, ateniéndose a esta verdad, da normas sobre
imágenes y templos, cantos y ritos (SC 22), y por eso mismo, previendo las
arbitrariedades posibles de orgullosos o ignorantes, ordena «que nadie, aunque sea
sacerdote, añade, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia» (22,3).
Lo sagrado es un lenguaje, verbal o fáctico, que establece y expresa la comunión
espiritual unánime de los fieles. Pero un lenguaje, si es arbitrario, no establece
comunicación, como no sea entre un grupo de iniciados.
Y para que puedan participar más profundamente en los ritos litúrgicos, «los
ministros no sólo han de desempeñar su función rectamente, según las normas de las
leyes litúrgicas, sino actuar de tal modo que inculquen el sentido de lo sagrado»
(Eucharisticum mysterium 20).

En definitiva, la liturgia de la cual forma parte el culto no es más que la historia


de los acontecimientos salvíficos y el ejercicio del sacerdocio de Cristo. En ningún caso
debe considerarse la liturgia ni como la parte externa y sensible del culto divino ni como
un conjunto de leyes y preceptos que reglamentan los ritos sagrados.
Pero ¿Qué cosas son las que se pueden decir que son correctamente litúrgicas?
“Esta distinción entre lo sagrado y lo profano -señaló monseñor Aguer- viene
desde la edad de piedra, por decirlo de algún modo, y si uno consulta una
fenomenología de la cultura, una fenomenología de la religión, verá que siempre,
siempre, el hombre ha comprendido que una cosa es lo que pasa aquí abajo y otra cosa
es la relación con lo que los antiguos llamaban 'el poder' o sea 'el poder divino', o sea
Dios, el mundo de Dios. Además siempre ha habido, también desde tiempos
inmemoriales, acciones sagradas, o sea dirigidas a Dios, distintas de las acciones
cotidianas de los hombres" dice monseñor Héctor Aguer,
Ya en la parte final de sus reflexiones, monseñor Aguer destacó que entre los
documentos del Concilio Vaticano II existe una Constitución que comienza
precisamente con las palabras “Sacrosanctum concilium”, y trata sobre la sagrada
liturgia. "Subrayo lo de sagrada -señaló-, un término que todo el tiempo está
apareciendo en el texto. El párrafo dice así: “es característico de la Iglesia ser, a la vez,
humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada
a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina y todo esto de
suerte que en Ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo
invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos”.

“Por tanto -concluyó monseñor Aguer- podríamos resumir diciendo que lo profano está
ordenado a lo sagrado. Esa distinción es clarísima; no se puede abolir nunca so pena de
perder lo esencial del cristianismo y, además, so pena de perder la misión que el Señor
ha encomendado a la Iglesia que es llevar a todas la naciones al conocimiento y el amor
de Jesús para que todas ellas puedan encaminarse a la ciudad de los cielos.”
Por la SC podemos explicar que la liturgia es considerada como « el ejercicio
del oficio sacerdotal de Jesucristo; por medio de ella, se significa mediante signos
sensibles... y se realiza la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo,
es decir la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público, integro" (SC 7), Por
consiguiente, se puede afirmar que la liturgia es continuación y actuación última y
permanente del misterio de la encarnación. El tiempo de la Iglesia es continuación del
tiempo de Cristo; y la liturgia constituye precisamente la línea de continuación. La obra
de la Iglesia, principalmente en las acciones litúrgicas es, en realidad, la obra de Cristo
que actúa con su Espíritu en la Iglesia y a través de la Iglesia, uniéndola a sí mismo
como instrumento para comunicar la vida divina a los hombres, para que se santifiquen
y, juntamente con él, rindan a Dios el culto perfecto. La liturgia, por tanto, es "la cima a
la que tiende la acción de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de la que dimana toda
su virtud» (SC 10). Es verdad que la liturgia no agota toda la acción de la Iglesia; para
poder participar dignamente en ella se necesitan la fe y la conversión, y por eso mismo
la evangelización. Pero esta actividad de la Iglesia está necesariamente ordenada a la
liturgia. Ya que es solamente en la liturgia donde los hombres se insertan normalmente
en el misterio pascual de Cristo.
Por tanto, la Iglesia debe cumplir con una doble fidelidad: a la propia liturgia
como don de Dios a la Iglesia, y al hombre de hoy que pide que el don pueda adaptarse
a sus necesidades actuales. La iglesia debe adaptarse a la realidad en la que esta situada.
Tiene que ser moldeable, no para confundir lo sagrado o para no respetarlo, sino para
que las personas puedan vivirla según su contexto, su persona, su historia.
Si se ofrece una liturgia antigua, donde la sociedad no puede comprender lo que
sucede, no se va a tener esa necesidad o ese deseo de ir a la eucaristía, presenciarla, y
rendirle culto.
En la liturgia de la Iglesia, Dios Padre es bendecido y adorado como la fuente de
todas las bendiciones de la Creación y de la Salvación, con las que nos ha bendecido en
su Hijo para darnos el Espíritu de adopción filial.
La obra de Cristo en la Liturgia es sacramental porque su Misterio de salvación
se hace presente en ella por el poder de su Espíritu Santo; porque su Cuerpo, que es la
Iglesia, es como el sacramento (signo e instrumento) en el cual el Espíritu Santo
dispensa el Misterio de la salvación; porque a través de sus acciones litúrgicas, la Iglesia
peregrina participa ya, como en primicias, en la Liturgia celestial. La misión del Espíritu
Santo en la Liturgia de la Iglesia es la de preparar la Asamblea para el encuentro con
Cristo; recordar y manifestar a Cristo a la fe de la asamblea de creyentes; hacer presente
y actualizar la obra salvífica de Cristo por su poder transformador y hacer fructificar el
don de la comunión en la Iglesia. El papa nos introduce a su vez en el silencio;
Necesitamos el silencio de la oración prolongada para percibir mejor el lenguaje de
Dios, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creamos haber
recibido, para calmar nuestra ansiedad y ver el conjunto de nuestra existencia renovada
a la luz de Dios.
La liturgia lleva a la santidad, es el camino y el Papa habla sobre eso. La
santidad es tan diversa como la humanidad; el Señor tiene en mente un camino
particular para cada creyente, no solamente para el clero, los consagrados, o los que
viven una vida contemplativa. Todos estamos llamados a la santidad, cualesquiera que
sea nuestro papel, “viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio”, y en las
ocupaciones de cada día, vueltos hacia Dios. Entre las formas de dar testimonio están
los “estilos femeninos de santidad”, de mujeres santas famosas y también de tantas
mujeres “desconocidas u olvidadas” que han transformado sus comunidades. Además
de los grandes desafíos, la santidad crece a través de gestos pequeños: rechazando las
críticas, escuchando con paciencia y amor, diciendo una palabra amable a una persona
pobre. La santidad te mantiene fiel a lo más profundo de ti mismo, libre de toda forma
de esclavitud, y dando fruto en nuestro mundo. La santidad no te hace menos humano,
ya que es un encuentro entre tu debilidad y el poder de la gracia de Dios. Pero
necesitamos momentos de soledad y de silencio ante Dios, para enfrentarnos a nuestro
yo verdadero y dejar entrar a Dios.
BIBLIOGRAFIA:
http://www.mercaba.org/DicTB/L/liturgia_y_culto.htm
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-
francesco_esortazione-ap_20180319_gaudete-et-exsultate.html
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-
ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html
https://slideplayer.es/slide/5386834/ (Bibliografia de Claudia Mendoza
números).

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