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El campo del Otro y el retorno de la transferencia

Lacan va a reiniciar, a tomar una posición en el Psicoanalisis , que le lleva a una nueva orientación
y a aportar un nuevo elemento (heterogeneo) a los 4 conceptos fundamentales del Psicoanalisis.
Este elemento, es el objeto a. Este es el gran invento de Lacan en el Psicoanalisis, que le permite
leer toda una serie de fenómenos en la clínica y de objetos del fantasma en el sujeto. Los capitulos
18 y 19 abordan 2 temas o ejes que se entrecruzan en la enseñanza de Lacan a partir de 1964.
Enumera 2 diadas que se articulan:
Relación, o no relación, entre Ciencia y Psicoanálisis. El Psicoanálisis no se incluye en la Ciencia,
pero tampoco es excluyente. Si se tuviera que incluir sería en las Ciencias del lenguaje, en las
logociencias. Hay una zona de intersección entre ambas y aquí Lacan, a través del diagrama de
Bent y la teoría de los conjuntos, se preguntará cuál es.
Delimitar el campo del sujeto y el campo del Otro. Estos 2 campos no se incluyen, pero tampoco
son excluyentes. También tienen una intersección y Lacan tomará el concepto de transferencia
para ver cuál es esta intersección. Lacan vincula el sujeto con el Otro (analista).
Estas diadas o parejas que Lacan elabora y analiza en la transferencia a través de 2 operaciones
lógicas: la alienación y la separación, que se identifican con otras 2 operaciones de la lógica de
conjuntos: unión e intersección y que Lacan reelaborará con su perspectiva lógica en: y y o.
Incluirá también las operaciones inclusión y exclusión, reuniendo finalmente todo este juego de
símbolos en su famoso rombo. Rombo que está entre el sujeto y el objeto y que condensa los 4
símbolos mencionados. Estas relaciones diádicas, insiste Bassols, son variadas y se van
entrecruzando.
Lacan toma el saber de la ciencia y el pensamiento que introduce la idea de un sujeto en relación a
un saber. El sujeto de la ciencia es un sujeto plácido, que promete felicidad y saber absoluto de las
cosas de un día para otro. El sujeto del inconsciente lacaniano no tiene descanso, trabaja todos los
días. No hay plácido domingo.
La enseñanza de Lacan va a girar en torno a este elemento: el objeto a, que es el producto de esta
intersección entre el campo del sujeto y el campo del Otro. Un nuevo objeto que subvierte la propia
noción de sujeto. Dentro del proceso de transferencia, Lacan va a dar más importancia a la lógica
que a la dinámica. Y a partir de esta lógica se pregunta cuál es el sujeto de la experiencia analítica.
Este sujeto no es la persona, el yo, … Es el efecto del lenguaje, pero no sólo basta con la palabra
dicha, condición necesaria para un psicoanálisis, sino que hace falta entrar en otra lógica, el objeto
a. Se señala un problema de traducción de la frase francesa (Sujeto al que se supone un saber))
que es crucial para entender este nuevo concepto lacaniano. De entrada la transferencia supone
un saber al Otro (médico,…), hay un saber que se supone al sujeto, pero Lacan va más allá y
subraya: el Sujeto que se le supone al saber. Lo que es supuesto no es el saber, es el Sujeto a un
saber. Suponer un Sujeto al saber (por ej. el sueño me atañe). Lacan cambia la perspectiva de la
transferencia y le supone un Sujeto al propio Inconsciente. La transferencia no es sólo suponer un
saber al analista, es suponer un Sujeto a mi propio inconsciente. La transferencia funciona como
estructura transferencial y no sólo como fenómeno intersubjetivo. Lacan lo formula así: Sujeto
supuesto al saber (SsS). Y aquí el Sujeto cobra una nueva significación. Este es el Sujeto
lacaniano. Señala el esfuerzo lógico que Lacan hace con la introducción de la lógica de la unión, la
intersección, la exclusión, y escribir todo este movimiento del SsS en la transferencia. La
intersección del objeto a como el punto nodular de la transferencia. ¿Qué sabe el Sujeto en la
transferencia? Se pregunta Lacan. Simplemente la significación de lo que yo digo (en el caso de
las neurosis). Así, la transferencia introduce un nuevo amor dirigido no al analista sino al saber
inconsciente. El analista no debe suponer lo que el sujeto dice y hay que re interrogar la
transferencia.
Todo esto plantea una serie de temas: los efectos de las terapias psi, la formación analítica, la
noción de transferencia, el deseo del analista.
Resalta la importancia que para Lacan tenía la formación de los analistas. Diferencia la
fenomenología de la transferencia de la estructura y hace una crítica de las simulaciones en las
que caían los analistas en su tiempo. Si la transferencia incluye 2 personas se produce un juego de
espejos, de imaginarios y ambas se pueden tomar como sujetos. En este juego no hay salida. En
la estructura transferencial sólo hay un solo Sujeto y no hay simetría, por tanto, la
contratransferencia no debe ser la brújula para interpretar (Winnicot). Lacan dice que en el
dispositivo analítico hay un solo Sujeto y el analista está más bien como objeto que causa un
trabajo, un deseo en el sujeto y que causa que el analizante suponga un sujeto a su saber. De la
transferencia entendida como estructura intersubjetiva se pasa a la transferencia entendida como
un vínculo donde el analista está en el lugar de objeto, objeto a, y el analizante como Sujeto
dividido que va a suponer un saber a su inconsciente. No hay reciprocidad. No hay 2 sujetos. No
hay contratransferencia, como en las reflexiones cartesianas. Si uno se analiza con su analizante a
través de la contratransferencia la cosa puede ir muy mal.
¿Cuándo se hace presente la estructura transferencial? Cuando el otro se pregunta por el engaño.
La estructura de la transferencia tiene un primer momento: de entrada, al analista se le atribuye un
saber, está en posición de sujeto. La dimensión objeto del analista se produce en el momento en
que Lacan dice: “es el peligro de que el analista se deje engañar por él”, Que yo sin saberlo pueda
estar engañando al otro; si el otro se puede estar engañando con lo que yo le estoy diciendo, sin
yo saberlo. Esta torsión que hace Lacan ocurre siempre en un análisis e introduce la dimensión del
Deseo del Otro. Aquí vacila la estructura transferencial y aparece la dimensión inconsciente de la
transferencia, el Sujeto del Inconsciente, especifico del ser humano.
La estrategia del engaño está en la naturaleza pero lo propio del ser humano no es engañar al otro
para escapar sino fingir que finge. El doble engaño. Es importante captar esta torsión. Y esta
estrategia sólo puede ser aprehendida desde la posición femenina. La lógica fálica no finge. La
transferencia se feminiza y no se puede hablar de auténtica transferencia hasta que esta torsión
del objeto se produce.
Esto produce, en el análisis, efectos terapéuticos, distintos a las terapias. Lacan pasa de lo
intersubjetivo a lo analítico. Es el momento de separación del objeto, del objeto a, no del analista.
Es un proceso de automutilación pero que permite simbolizarse como presente y ausente en el
Otro. Para vivir hay que perder y esto se ve en cualquier acto clínico. Este ejemplo también le sirve
para llevar el tema placer-displacer a la transferencia y a la lógica pulsional del sujeto, incidiendo
en que no hay experiencia de placer sin experiencia de displacer. El objeto que causa el deseo no
es el objeto del placer. El deseo nos introduce a una lógica del fracaso del principio del placer.
Cuando hay algo displacentero algo del objeto a se pone en juego, y hasta que no aparece esto no
sabemos nada del deseo del sujeto, del verdadero objeto de su deseo.
Se pregunta sobre la pulsión del analista. Esta pulsión no es gozar de su posición en el acto
analítico y le está prohibido satisfacerla ahí. Tendrá que gozar de otras cosas, en otros sitios.
En el capítulo 19 Lacan se plantea la relación entre interpretación y transferencia. Tema complejo,
pues siempre se decía, y actualmente también, que había que interpretar la transferencia. Es el
mismo problema visto anteriormente (transferencia y contratransferencia) y en este capítulo Lacan
plantea problemas topológicos, de lugar. Hay que partir de la idea de que no se puede interpretar
sin, en y desde la transferencia, pero el analista no es algo exterior al sujeto , su lugar está
determinado por el inconsciente del Sujeto y debe calcular el lugar que tiene en la transferencia
para saber dónde el Sujeto recibirá su interpretación.
La interpretación no es algo extrapolable a todos los casos, ni está abierta a todos los sentidos,
como se enseña en otros espacios. La interpretación tiene un valor en sí misma y no se puede
interpretar desde un supuesto exterior. Por eso, en cada análisis hay que reinventar.
Esto nos lleva a la cuestión de la formación de los analistas, que siempre han tendido a
identificarse con su formador y a utilizar en la práctica clínica rasgos de éste. Había en esos años
una teoría general de final de análisis como identificación con el analista, originándose una
grupalizacion de analistas según el analista que se tuviera. Lacan insiste en que hay que
distanciarse de estos procesos identificativos inherentes a la transferencia, de este rasgo unario,
para poder interpretar. “El rasgo unario está en el campo del deseo, allí donde hay relación entre el
sujeto y el Otro”, dice Lacan. La identificación no es la salida de la transferencia.
Este año 1964, el Lacan que retomaba a Freud se separa de él, analizando el deseo de éste, y
funda una escuela con otros parámetros, distanciándose de ser el padre ideal y poniendo el énfasis
en el deseo del analista. Es decir, la posición de Freud (deseo del padre ideal) nos llevaría a la
IPA: la posición de Lacan se dirige al deseo del analista, que se funda en lugar del objeto a
(inconsistente e incompleto).
Este capítulo está hecho para separar el lugar del ideal del yo del lugar objeto de deseo; el lugar
del rasgo unario de la identificación del lugar del objeto causa de deseo.
Lacan hará en estas páginas una crítica a Leclaire y Laplanche sobre la lectura de su enseñanza
años antes, reduciendo a Lacan a lo más lingüista, al de los juegos significantes, etc. Estos
autores, a través de su fórmula Poordjeli (condensación de significantes), decían que el
inconsciente es la condición del lenguaje y que no encontraban distinción entre significante y
significado, que se identificaban, que por tanto un análisis se podía resolver en esta lógica
significante y que la interpretación estaría abierta a todos los sentidos, según arbitrara el analista.
Lacan critica esto y dice: “La interpretación no está abierta en todos los sentidos. No es cualquiera.
Es esencial que el sujeto vea, más allá de esta significación, a qué significante, está sujeto como
sujeto”.
La relación significante-significado no es arbitraria, como decía Saussure, es una relación
contingente. Hay unas leyes internas en la lengua para que las palabras adquieran el significado y
la historia que tienen. Lo importante es la relación de un significante con otro, para introducir
efectos contingentes de significado. Se trataría, dice Lacan, de aislar un hueso, un sin-sentido, y
pone como ej. el caso del Hombre de los lobos, de Freud.
Señala que el sujeto no se deja aprehender por ninguna relación significante sino que su ser está
en el objeto. Separamos al sujeto de sus identificaciones significantes para localizarlo en la mirada.
Esto nos lleva a la clínica de la neurosis y la psicosis. Es fundamental que el analista, en la
transferencia, está como un objeto reducible a esa mirada y dese ahí será recibida su
interpretación. Esto es lo que el analista debe poder calcular en la transferencia.
Aquí hay consecuencias clínicas importantes, en función del lugar que el analista tenga en la
transferencia. Lacan remarcará la diferencia del lugar para el Ideal y el lugar del objeto, y concluirá
Bassols diciendo:” El deseo del analista es el deseo de obtener la diferencia absoluta entre el lugar
del Ideal y el lugar del objeto. Mostrar que lo que hay es un resto, un objeto no significante, el
objeto a”.
Espacio discusión. El dispositivo analítico nos permite dar diagnósticos e interpretaciones de una
fenomenología compleja. Y esto sólo se puede hacer desde la singularidad de cada analista. Sobre
el DSM y el tratamiento para todos
En ti más que tu

Este seminario se expone a partir de la excomunión de Lacan de la IPA.


Dicho seminario es dictado en sustitución de el “Nombre del padre”. Dentro de estos capítulos se
tratará un tema trascendental que contiene un mensaje encriptado y oculto y que tendrá que ver
con la situación por la que está atravesando el mismo Lacan, al ser excomulgado.
La gran pregunta hace referencia a si el psicoanálisis es una impostura. Es entonces, donde Lacan
ubicara al “objeto a”. Si bien es tratado antes en el seminario de la angustia, es aquí donde lo
termina de establecer, y le da el valor en la experiencia analítica. El valor y la influencia hace que
se modifique el concepto sobre la transferencia y el objetivo de la misma en el tratamiento, e
introducirá el concepto de la liquidación de la transferencia para el trabajo analítico. Es entonces
que aportará insumos de gran trascendencia para el trabajo psicoanalítico, se cuestionará acerca
de la verdad del psicoanálisis, así como de la impostura y en el manejo de la transferencia. Este
mensaje encriptado sobre el que trabajara en este capítulo final, viene dirigido a alguien, pero: ¿a
quién o a quienes? No es arbitrario que se plantee dichas preguntas en el momento en que se
encuentra.
Es entonces, en este punto, que comienza a hablar de la diferencia existente entre la demanda y la
pulsión. El tema de la pulsión es el sujeto en relación al “objeto a”, con el signo de alienación y
separación, sujeto vacío en la demanda, concepto que ampliara. “Dice el analizante a su
interlocutor el analista: “me entrego a ti, pero ese don de mi persona se trueque o misterio
inexplicablemente en regalo de mi mierda” El analista será quien reciba esa mierda del analizante.
El punto fundamental se da en el sujeto con un conjunto vacío en relación con esa demanda que
trae a la consulta. Es así que el analizante entrega algo que cobra el sentido de la demanda, pero
¿qué es lo que demanda verdaderamente el sujeto? Lacan sostiene que el sujeto no encontrará
satisfacción en esos apetitos, y de ahí parte su postura con respecto a la transferencia y su
liquidación y la demanda y en su satisfacción en relación a la pulsión, cuestión que ira develando.
En este seminario se trata un punto trascendental, dentro de los cuatro conceptos fundamentales
del Psicoanálisis y su agrupación, la IPA, partía de un binomio el cual Lacan cruza, y que son la
transferencia y pulsión, este par que intenta abordar se encontraba separado en repetición y
transferencia y pulsión e inconsciente.
En la demanda para que algo de la pulsión se ponga en juego será a través de la transferencia, en
relación al fantasma de entonces, un sujeto vacío con el objeto. Aquí empieza a descifrar y dice: “el
analista no solo responde al deseo alimentario del sujeto, sino que debe tener tetas” con lo cual
hace referencia a que debe entonces no ocupar solo el lugar de ese objeto, sino que deberá
tenerlo, ¿para así satisfacerse? Para que el sujeto pueda ¿qué? El objetivo surgirá en ver como se
llega a ese final del análisis y de cómo el sujeto viva esa pulsión de ahí en más.
Cita entonces la frase que bajo ese manto de amor dice: “amo a ti algo más que a ti y por eso te
mutilo” Amo en ti, te amo, el fantasma, y te doy mi mierda. Amo al analista y te doy mi mierda.
Quedará, entonces el “objeto a”, que es lo que se juega para el sujeto dentro del análisis. Será la
transferencia la que se ponga en juego en la pulsión y donde veremos que el “objeto a” podrá estar
actuando como tapón o causa. Si este objeto sirve como tapón para el sujeto la pulsión quedara
oculta tras ese objeto.
Es entonces que se empieza a develar lo encriptado. El sujeto llega con su demanda, como en la
vía hacia la identificación, pero lo que demanda el sujeto no es la pulsión. El problema parte en que
si en un punto de la transferencia esta se desvía hacia la identificación y eso es lo que según
Lacan no deberíamos dejar que suceda, no irá entonces el deseo a lo pulsional, que sería su
objetivo, ese “objeto a” que causa el deseo, que existía de tapón, si dirigirá hacia una proliferación
a lo yoico.
Hace referencia a “Psicología de las masas y análisis del yo” para hacer una comparación. Habla
sobre el final de análisis y su punto de desvío de la transferencia y la demanda. Esta es la crítica
que hace a la ipa, en la promoción de dicho final de análisis. Es entonces que lo cuestiona
fuertemente, es aquí donde dice que se pone en juego la voz y la mirada. ¿Cuál es el objetivo del
analista?, es llevar al analizante a obtener la diferenciación total entre el ideal del objeto y el “objeto
a”, pero no es lo que se ha hecho, sino que se ha llevado a la identificación desde la transferencia.
El paralelismo que utiliza Lacan para la IPA, es de actuar como los nazis, y esto ¿por qué? Hace
este razonamiento; el objeto que es mío lo pongo entonces en el exterior, pasa a ser mi ideal y
quedan pegados, la mirada como un objeto y la voz, entonces ocurre la identificación. Mercedes de
Francisco pone el ejemplo de la película “El Dr. Mabuse” y en como las masas lo seguían, se
explica el proceso por el cual han pasado para que suceda, el poner el objeto en el lugar del ideal
del yo.
“Sostengo que ningún sentido de la historia es capaz de dar cuenta, son muy pocos los sujetos en
una captura monstruosa a una ofrenda de sacrificio a los dioses oscuros” (pag 282)
La excusa será entonces el que haya un dictador, sin embargo es un fenómeno que trasciende a
esto, y es como se puede ver a las masas ir detrás, el mecanismo por el cual esto se logra. Dice
Lacan: lo que él llama objeto yo lo llamo el “a”, Freud da entonces status a la hipnosis y la define,
donde supone al “objeto a” como tal, con su significante que es el ideal del yo. Y lo traduce
diciendo cuidado con transformar la práctica en una práctica hipnótica.
Mercedes de Francisco hace una comparación a los fenómenos de las plazas del 15M. refiriendo
de cómo el sujeto pega el objeto en el exterior y lo convierte en ese ideal del yo, y de los objetos
electrónicos y su rol.
¿Qué se debe hacer para que la demanda no termine entonces en la vía de la identificación? ¿Qué
le queda al analista? ¿Cuál es su deseo?
El analista deberá desprenderse de sus propios ideales, el ideal del bien, etc., y es por eso que
debe atravesar su propia experiencia psicoanalítica. Lacan dice que todo análisis es didáctico, el
ideal por un lado y el objeto por otro. ¿Cómo puede entonces el sujeto sostener el deseo luego de
la experiencia analítica? ¿Cómo un analista quiere ser tal?, si no es aquel a quien se le entrega la
mierda. Lo anal entonces vinculado al don, pero no debe dejarse engañar por esos objetos a los
que Mercedes de Francisco llama amalgamáticos, no dejarse hipnotizar por esa mancha, será el
signo entonces lo que nos muestre la pulsión del sujeto, un gesto o matiz, dice. Si quedamos
desde el lugar del hipnotizado caeremos en el peligro de ser hipnotizados. Debemos jugar a eso,
pero no hacerlo. Aquí se pone en juego el deseo del analista. La intervención se dirige, entonces, a
conectarse con la pulsión, ver de ese objeto que es lo que le causa la satisfacción pulsional. Es por
esto que es importante la escucha, la atención flotante, pero sin dormirse, crítica que les hace a los
de la IPA. Hacer que uno ha sido hipnotizado, jugar a ese juego, pero no quedar hipnotizado por el
analizante y así vislumbrar el tapón del vacío del paciente.
Sucede cuando el sujeto sigue repitiendo sin querer hacerlo, y se pregunta qué le pasa entonces al
sujeto cuando lo hace. El ideal del yo no se encuadra dentro de eso, no lo puede cerrar, no lo
haría, pero de todas maneras lo hace. Entonces el ideal sobre lo que quisiera ser se aleja de lo que
lo satisface. Diferencia entre el ideal y el objeto, esto es lo que se pone en juego en el análisis. Lo
que el analista entonces busca es el punto de separación entre el ideal del yo y el objeto “a”, por lo
cual es importante no llevar la transferencia a la identificación, sino no se cumplirá el objetivo del
análisis.
Mercedes de Francisco nos cuenta la historia de “Jazz hall” e interpreta la historia. De cómo el
personaje se pone en el lugar de mancha, no de la que mira a esa pareja, sino en un ser de a tres.
Es por esto que el analista no debe tener prejuicios con respecto a cómo ve esa realidad. Es así
como la protagonista consigue darse un ser, no quiere ser mirada por él, él la mira y ve la mancha
y se fascina. Entonces es importante ver qué pulsión se juega ahí, qué pide el sujeto.
El objetivo será entonces no frustrar la demanda sino no satisfacerla, darle nada, para convertirla
en una demanda de amor.
La IPA llamaría a esto contratransferencia, mantener el deseo, amor y odio en la intervención sí,
pero no que el analista se convierta en sujeto. Cuando el analista hace algún imperativo durante el
proceso sin pensar en cómo será tomado por el paciente, aquí utiliza un ejemplo de la
transferencia negativa en un caso con una paciente sobre el cobro de las sesiones a las que no
había asistido y la reacción de la misma al dejarle un sobre con el dinero y no volver.
A partir de aquí se comienza a trabajar en el epilogo del seminario. Dice; “el amor que en la opinión
de algunos hemos querido degradar, tras engaños, solo puede postularse en ese mas allá donde
para empezar da renuncia a su objeto, esto nos permite en todo refugio donde puede, también
requiere la intervención de ese médium que es la metáfora paterna, en eso radica la enseñanza del
Psicoanálisis, no es que hemos querido degradar al amor sino hemos mostrado lo que el amor vela
y lo que permite en una relación temperada, para no terminar en quiero algo más que a ti por eso
te mutilo…” (pag 283)
“El deseo del análisis no es un deseo puro, es el deseo de obtener la diferencia absoluta la que
interviene cuando el sujeto confrontado al significante primordial accede por primera vez a la
posición de la sugestión a eso… solo allí puede surgir la sugestión de un amor sin límites por estar
fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir.”
Se abren las preguntas y se habla sobre el amor sin límites y el deseo del sujeto. Aquí se aborda el
que es importante dentro del análisis y que implica no quedarse en la metáfora paterna y sus
significaciones sino intentar que se afronte ese significante primordial, ver a cual se ha sujetado.
En el caso de las psicosis la dirección de la cura se encuentra en el anudamiento, el cuarto nudo
es la metáfora paterna. Si ya la tenemos encontraremos el síntoma, no será por esta, sino que uno
será capaz de ver ese síntoma, en el caso de las neurosis, aquí se estará entonces por fuera de
esa ley edípica.
El analista escucha, pero no piensa, se despoja de sus fantasmas, dice. Preguntar lo que parece
obvio, porque un significante con un sentido nos aleja del sentido que puede tener para el mismo
sujeto y nos impide llegar a obtener verdaderos hallazgos. Leer entonces lo que le paciente dice.
Cita y dice; “ no estaría mal, que se entendiese el leerse adecuadamente entre los que tienen el
deber de interpretar que sea justamente la palabra donde no se lee lo que dice es algo que
sobresalta el analista una vez pasado el momento en que se estima en la escucha hasta no tener
certeza”
Haciendo crítica a los 50 minutos de la IPA, uno escucha entonces no las palabras sino lo que está
escrito, lo que sirva de referente para sus identificaciones.
¿Qué nos pasa en relación al goce? La religión dice como la prohibición y la filosofía como el
pánico, es por esto que toma el poema como la única manera de decir lo real.
Se cita un poema de Lacan.
Se realiza una pregunta acerca de la lógica de separación y como se relaciona, a esto se le
responde diciendo que el demandar nada, no un objeto, nada en concreto, el no satisfacerlo será
para que se abra la demanda, no como una demanda de nada sino de amor.

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