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2.

PRINCIPIO DE LA LIBERTAD, RESPONSABILIDAD Y CREATIVIDAD

«Todos y cada uno de los seres humanos, sin distinción de género o razas, están configurados
para disponer del más alto grado de libertad, responsabilidad y creatividad de entre todas las
criaturas, al mismo tiempo que —como organismos biológicos semejantes a los demás seres vivos
y cosas— están sujetos a las mismas leyes deterministas de la naturaleza.»

El carácter, a la vez, determinista (capacidad racional, intencionalidad, autonomía, libertad,


creatividad) e indeterminista (mecanismos regidos por leyes) del universo

Tras los últimos avances de la ciencia, especialmente la física cuántica, existe un consenso
generalizado acerca de la indeterminación fundamental de la naturaleza, que refuta la vieja imagen
mecanicista del universo-reloj regido por leyes naturales deterministas que no dejaban ningún
margen de libertad, ni siquiera para el hombre.

Se puede concluir que el supuesto más razonable es afirmar el carácter a la vez determinista e
indeterminista del universo.

La intencionalidad, autonomía y creatividad y los mecanismos regidos por leyes son dos aspectos
complementarios inherentes a todos los niveles de la naturaleza que siempre van juntos, de igual
manera que los aspectos mentales y materiales son complementarios e inseparables entre sí.

La única distinción es una diferencia de grado o proporción, ya que en los niveles más bajos hay
más elementos legales y mecánicos que intencionales, y en los superiores predomina la
intencionalidad, autonomía y creatividad sobre los aspectos mecánicos.

Distribución escalonada de capacidad racional y mecanismos regidos por leyes


Se puede ver que el mundo mineral compuestos por partículas, átomos y moléculas está
gobernado por campos físicos que tienen un mínimo de capacidad racional o intencionalidad y un
máximo de leyes.

Luego, sobre la base del mundo mineral, aparecieron los seres vivos gobernados por los campos
de vida biológicos con elementos de capacidad intencional cada vez más elevados, así como
elementos legales y mecánicos.

Por ello, los seres vivos disponen de una capacidad de realizar procesos mentales cada vez más
intencionales. Lo cual les posibilita disponer de una autonomía y creatividad cada vez más alta a
pesar de seguir siendo, al mismo tiempo, mecanismos regidos por leyes.

Hasta llegar a los seres humanos, que son los seres con mayor capacidad racional, lo cual les
permite procesar información de una manera más compleja y disponer de más autonomía y
creatividad que el resto de los seres vivos, a pesar de ser también al mismo tiempo mecanismos
regido por leyes.

Este supuesto es el único que nos permite hablar de la libertad unida a una responsabilidad moral
en el caso de los seres humanos, que son los que disponen del más amplio margen de autonomía
y creatividad.

Ya que si se cree en una naturaleza completamente determinista sería absurdo hablar de libertad o
responsabilidad moral. Y, en el caso de que la naturaleza estuviera regida por el azar, se podría
hablar de libertad, pero no de responsabilidad moral.

La libertad y las leyes

Mucha gente tiene la idea equivocada de que las leyes se oponen a la libertad. Es todo lo
contrario. Las leyes son precisamente las que garantizan la libertad.

El Pensamiento de Unificación sostiene esta postura basándose en que la intencionalidad y


autonomía o libertad, por un lado, y los mecanismos regidos por leyes, por otro, están presentes en
mayor o menor grado en la constitución de todos los seres y cosas del universo, como Sung Hun
Lee explica en la siguiente cita:

Así pues, libertad y necesidad, intencionalidad y mecanismo operan de una forma integrada en la
existencia y movimiento de todas las cosas. En otras palabras, la libertad funciona en conexión con
la necesidad, y la intencionalidad opera junto con los mecanismos. Hasta ahora, la relación entre la
libertad y la necesidad ha sido entendida a menudo como una antinomia: libertad y necesidad han
sido considerados como conceptos opuestos de la misma manera que libertad y control pueden ser
entendidos como dos elementos que están en tensión.1
1) LA LIBERTAD, AUTONOMÍA Y CREATIVIDAD NO SON ABSOLUTAS NI IRRESTRICTAS,
SINO QUE SÓLO PUEDEN EXISTIR DENTRO DE UN ORDEN LEGAL NATURAL Y MORAL

Ni la libertad (autonomía) ni la creatividad humana son irrestrictas y absolutas, ya que el ejercicio


de estas capacidades sólo permite al ser humano disponer de un amplio margen de maniobra,
pero siempre dentro de un orden legal natural y moral.

Así pues, libertad, creatividad, y respeto a un orden legal y moral son elementos que van siempre
juntos.

Tener autonomía significa disponer de un margen de maniobra o elección

Es igual de absurdo suponer que estamos completamente condicionado por leyes deterministas
que pensar que disponemos de una libertad o creatividad completa para hacer todo lo que
queramos, sin estar limitados por ninguna legalidad ni sujetos a ninguna responsabilidad.

De hecho, la libertad, la creatividad, el orden legal y moral, y la responsabilidad son elementos


inseparables entre sí que no pueden mantenerse unos sin los otros.

Tener autonomía significa disponer de un margen de maniobra o elección entre varias


posibilidades. Por ejemplo, un coche es una máquina hecha para cumplir un cierto propósito, que
es servirnos de medio de transporte.

El coche no dispone de una libertad completa de movimientos, sino que sólo puede desplazarse
hacia adelante, hacia atrás, girar a derecha e izquierda. Tampoco puede volar ni flotar en el agua,
porque no fue diseñado y construido para eso, y como todo mecanismo funciona de acuerdo a
unas leyes mecánicas.

Ningún conductor se queja de esas leyes, ni se olvida de revisar el motor, ni pretende conducir por
un pedregal, porque sabe que su coche se estropeará y dejará de funcionar si ignora las leyes
mecánicas.

Siguiendo con nuestra analogía, nosotros, los seres humanos, disponemos de una cierta libertad
de elección o margen de maniobra, pero siempre dentro de unos límites, porque nuestro cuerpo —
a semejanza de un coche— es un mecanismo que funciona de acuerdo a unas leyes naturales.

Estamos sujetos a leyes naturales y leyes morales que debemos respetar de una forma
voluntaria

Nadie se siente forzado o se queja de tener que respirar, o se atreve a desafiar la ley de la
gravedad sin disponer de un paracaídas.
Al revés, procuramos saber cómo funciona el cuerpo y respetar sus leyes para poder disfrutar de
una mejor salud y por tanto de una máxima libertad de movimiento.

En nuestras relaciones con los demás seres humanos disponemos asimismo de un amplio margen
de elección y creatividad, pero también estamos sujetos a ciertas leyes, que en este caso se
denominan leyes morales o éticas.

La diferencia entre los planetas, los animales y los hombres consiste en lo siguiente:

Las interrelaciones entre los planetas están completamente determinadas por leyes mecánicas y
funcionan como un reloj.

Las interrelaciones entre los animales —aunque disponen de cierta autonomía y creatividad
propia— están guiadas por fuertes instintos innatos.

En cambio, los seres humanos —que disponen de autoconsciencia, individualidad única y el más
elevado grado de autonomía y creatividad— están configurados para respetar las leyes naturales y
morales que regulan las relaciones humanas por propia voluntad, de una manera libre,
responsable y creativa, no siendo forzado por otros.

Las leyes morales tienen el fin de garantizar la estabilidad de las relaciones humanas

Debido a que estamos hechos para respetar las leyes naturales y morales de una manera
voluntaria, podemos incluso violarlas conscientemente, provocándonos daños a nosotros mismos,
algo muy raro en el mundo animal.

Las leyes morales tienen el fin de garantizar la estabilidad y continuidad de las relaciones
humanas, o de protegerlas de interferencias ajenas. Una relación es un flujo de dar y recibir, o sea,
un intercambio recíproco de bienes, servicios, emociones y conocimientos.

Si este flujo se incrementa cada vez más se crea una mayor unidad y armonía entre las personas
y, como resultado, éstas se sienten más felices estando juntos.

Si, por ejemplo, un marido miente o engaña a su mujer se genera una desconfianza que deteriora
o paraliza el flujo de dar y recibir que al final ocasiona separación y sufrimiento.

Así pues, la ley moral tiene la función de posibilitar y garantizar el libre flujo o intercambio de
bienes y afectos entre las personas.
2) LA LIBERTAD Y CREATIVIDAD IMPLICA SER RESPONSABLES DE SÍ MISMO Y DE LOS
DEMÁS

La libertad y creatividad son las capacidades que hacen posible que los individuos cumplan con los
fines de su vida, es decir, llegar a ser responsable de sí mismo — preservando su existencia y
cultivando sus propios talentos y habilidades peculiares y únicas— y hacerse también responsable
por los demás —contribuyendo de forma voluntaria y creativa al bienestar y felicidad de su familia,
comunidad, nación y mundo.

No hay libertad sin responsabilidad

Siguiendo con la analogía del coche se podría decir que la función o responsabilidad de un coche
es cumplir el fin para el cual ha sido hecho o el propósito de su existencia.

De manera análoga, el ser humano dispone de libertad para ser responsable de cumplir tanto el fin
individual de mantener la existencia individual y cultivarse a sí mismo, como también el fin de
utilizar de una manera libre y creativa los propios talentos para servir a la propia familia,
comunidad, nación o mundo.

Igual que no existe libertad sin ley, tampoco hay libertad sin responsabilidad.

Por ejemplo, utilizar la libertad sólo para exigir los derechos individuales y buscar exclusivamente la
propia conveniencia o satisfacción individual, ignorando los deberes hacia la propia familia,
comunidad o nación, es una conducta irresponsable que no solamente destruye las relaciones
familiares y lazos comunitarios, sino que a la larga desarraiga y deteriora a los propios individuos.

La libertad no es un fin en sí en sí misma, sino que es un instrumento para cumplir los fines
en la vida y alcanzar la felicidad plena

Así pues, se podría decir que la libertad, más que un fin en sí mismo, es un valor instrumental que
está en función del cumplimiento de los fines de nuestra vida, para así alcanzar la realización o
felicidad plena.

Por ejemplo, es completamente legítimo que los individuos persigan libremente sus propios
intereses, ya sean estudios, trabajo o bienestar material, pero siempre que no se pierda de vista
que el propósito principal o responsabilidad prioritaria es la de utilizar los talentos, trabajo o
recursos propios para hacer cosas que beneficien a grupos sociales más amplios.

3) CUANDO SE COARTA LA LIBERTAD DE LAS PERSONAS SE IMPIDE QUE ÉSTAS SEAN


RESPONSABLES
Los individuos adultos no deberían ser tratados como eternos infantes, animales o máquinas
manteniéndoles sujeto a una forzada y continua coacción exterior que limite su libertad y
creatividad, impidiéndoles así ser responsables de sí mismo y de los demás, cumplir con los fines
de su vida, y potenciar su valor como persona.

Sin libertad se impide la responsabilidad

Un paternalismo sobreprotector, opresivo o tiránico, como el de las antiguas monarquías o los más
recientes sistemas políticos totalitarios, que limite la libertad de las personas, pretendiendo que se
mantengan en una eterna infancia, condenándoles a una situación de servidumbre o dependencia,
u obligándoles a la fuerza a sacrificarse por el bien común, es obviamente algo nefasto que impide
que los seres humanos sean responsables no sólo de mantenerse a sí mismo sino también de
ayudar o servir a los demás.

Muchos pensadores, ideólogos y políticos a quienes les preocupaba el orden social y el bien
común —ya fueran monárquicos tradicionalistas, conservadores, hobbesianos, autoritaristas o
comunistas— pensaron que la única manera de asegurar el orden social y el bien común era limitar
o reprimir la libertad de los individuos, ya fuera a la fuerza o mediante castigos penales.

Si se priva al hombre de su libertad pierde también su dignidad y valor

Sin embargo, cuando al ser humano se le priva de su libertad pierde también su dignidad y valor,
dado que no puede hacerse responsable de sí mismo ni de los demás. Es como si, en el mejor de
los casos, se le considerara un eterno infante, y, en el peor de los casos, como si se le tratara
como a un animal.

Es decir, privando al hombre de su libertad se puede evitar, hasta cierto punto, que haga daño a
los demás, pero también se le impide que ame, ayude y beneficie a otros por propia iniciativa, que
es lo que otorga valor a las personas.

¿Qué valor tiene que alguien sirva a otros coaccionado o a la fuerza? La libertad es fundamental
para que los individuos de una manera responsable se perfeccionen a sí mismo y desarrollen libre
y creativamente su carácter, personalidad y talentos únicos, y para que, luego, lo pongan al
servicio de los demás de una forma voluntaria, responsable y creativa.

4) UNA LIBERTAD IRRESPONSABLE Y TRANSGRESORA CAUSA AUTODESTRUCCIÓN

Cuando las personas usan su libertad y creatividad de una manera irresponsable (fracasando en
cumplir los fines de su vida) y transgresora (violando el orden legal y moral) causaran la
autodestrucción o degradación de sí mismas, perdiendo o deteriorando seriamente su propia
libertad y creatividad.

No es lo mismo libertad que libertinaje

El mismo Locke, padre de los liberales modernos, era de la certera opinión de que la libertad sólo
es posible dentro de un orden legal, y es precisamente el respeto a ese orden legal —constituido,
según Locke, por la ley natural y la ley civil— lo que garantiza el ejercicio de la libertad, mientras
que la violación de ese orden legal no era designado por Locke como libertad sino como licencia o
libertinaje.

Hoy día, debido a que ya hace tiempo que la creencia en la ley natural cayó en el descrédito
académico y también a causa de la vigencia del dogma de la autonomía moral —en el sentido de
que cada

individuo puede escoger o inventarse su propio código moral— la libertad se define simplemente
como poder hacer todo lo que se quiera excepto lo que esté prohibido por la ley vigente.

“Lo que no prohíbe la ley, lo prohíbe la honestidad”

No obstante, la ley solamente prescribe el respeto a los derechos más básicos de los demás y el
cumplimiento de un mínimo de deberes u obligaciones sociales, por lo que quedan aún muchas
cosas que no se deberían hacer, aunque no las prohíba la ley.

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«Lo que no prohíbe la ley, lo prohíbe la honestidad», sentenció Séneca. Existen muchos deberes
y responsabilidades hacia los demás que se deberían cumplir pero que no están prescritos por la
ley, ya que éstos se tienen que cumplir de una forma voluntaria.

Además, debido a la tradicional visión liberal atomista e individualista, se tiende a enfatizar que
todos los seres humanos deben tener la misma libertad de disfrutar de los máximos derechos
legales individuales posibles y disponer del mayor margen de libertad individual para perseguir la
propia satisfacción o enriquecimiento personal, ignorando o poniendo en un segundo lugar los
deberes hacia los padres, hijos o abuelos, y hacia la comunidad, nación o mundo.

Una libertad irresponsable causa destrucción

Cuando los individuos o grupos persiguen exclusivamente su enriquecimiento o disfrute particular


aun a costa de desatender sus responsabilidades hacia los demás, se conducen de una manera,
que como mínimo podría calificarse de irresponsable, si no delictiva.

Así pues, la libertad, el respeto a un orden legal y moral, y los deberes hacia los demás, son
elementos que no se pueden separar. Una libertad irresponsable y transgresora, aunque esté
dentro de los límites de la legalidad vigente, es corrosiva, autodestructiva y suicida, tanto para las
familias y sociedades como para los mismos individuos.

Este es el problema que ocurre actualmente en las modernas democracias, donde impera un
individualismo egoísta corrosivo que, aparte de destruir las relaciones familiares y sociales, hace
que las personas caigan en todo tipo conductas compulsivas y corruptas a nivel individual, familiar,
social y político que son tan frecuentes en todas las sociedades opulentas actuales.

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