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LA AUTONOMÍA, BASE PARA EL FORTALECIMIENTO DE LA

FILOSOFÍA DE LA GESTIÓN PÚBLICA CON SENTIDO ÉTICO Y


MORAL.
(THE AUTONOMY, BASE FOR THE STRENGTHENING OF THE
PHILOSOPHY OF PUBLIC MANAGEMENT WITH ETHICAL AND
MORAL SENSE).
Dr. Rafael Pascual Ramos Lárez
rafaelramos.larez@gmail.com
rafaelpascualramoslarez@gmail.com
Universidad Nacional Experimental de la Gran Caracas
Línea de Investigación: Estudios de la Organización y la Administración Pública
en el marco de una nueva sociedad.

Resumen
La intención del presente trabajo es fomentar el fortalecimiento de la filosofía de la
gestión pública mediante la autonomía desde los enfoques como principio ético y
como guía de acción, considerándola este autor uno de los símbolos del
Humanismo Solidario, que permita construir y reconstruir la identidad socio-
comunal en realidades complejas, caracterizadas por: diversidades, adversidades,
incertidumbres, armonías, ansiedades, desencantos, esperanzas, entre otros
hechos, propiciados desde modos de actuación y cultura con arraigo histórico. Así
mismo está orientado a fortalecer la noción del sujeto con acción en lo público y el
sujeto de poder como actores fundamentales del nuevo proceso gestionario. Para
ello se trata en este trabajo de la ética en la Gestión Pública, la concepción de
autonomía, autonomía y racionalidad, autonomía, comunidad y poder, y
fundamentalmente la autonomía desde los enfoques discutidos: como guia de
acción y como coordenada de la ética.

Palabras claves: Autonomía. Filosofía. Gestión pública. Ética. Moral.

Abstract
The intention of the present work is to encourage the strengthening of the
philosophy of public management through autonomy from the approaches as an
ethical principle and as a guide of action, considering this author one of the

symbols of Humanism Solidarity, which allows to build and reconstruct the social
identity -Communal in complex realities, characterized by: diversities, adversities,
uncertainties, harmonies, anxieties, disenchantments, hopes, among other facts,
propitiated by modes of action and culture with historical roots. Likewise, it is aimed
at strengthening the notion of the subject with action in the public sphere and the
subject of power as fundamental actors of the new management process. To do

1
so, this work deals with ethics in Public Management, the conception of autonomy,
autonomy and rationality, autonomy, community and power, and fundamentally
autonomy from the approaches discussed: as a guide for action and as a co-
ordinator of ethics.

Keywords: Autonomy. Philosophy. Public Management. Ethics. Moral.

Reflexión Kantiana: “La autonomía es, pues, el fundamento de la dignidad de la


naturaleza humana y de toda naturaleza racional”

Ética en la Gestión Pública.


Uno de los objetivos de la gestión pública con sentido ético es la de fortalecer la
noción del sujeto con acción en lo público y que responda a parámetros de la ética
pública del siglo XXI, como es el constante mejoramiento del desempeño y de la
calidad de la atención a sus ciudadanos.

Esta acción del sujeto con acción en lo público se expresa desde lo social
comunitario en los procesos gestionados y del fortalecimiento de la autonomía
como base para el desarrollo de la mencionada gestión, propuestos como
elementos constituyentes de los principios de una filosofía de gestión pública con
sentido ético.

Por tanto, caracterizamos a la gestión como una función con comportamientos


orientados hacia la acción. Pero esta acción requiere una definición más amplia de
los resultados, más allá de lo visible, el cual ha sido el enfoque predominante,
atendiendo a su naturaleza.

Hemos hablado históricamente de una gestión fundamentada en resultados y


hacia ello orientamos la acción participativa de manera racional, denotando un
sentido funcionalista y utilitarista de la actividad social. Por lo que, comúnmente
nuestros comportamientos se han limitado a satisfacer el crecimiento y desarrollo

2
de egos, más que la satisfacción e involucramiento del sujeto con acción en lo
público y el sujeto de poder1, basado en la plenitud socio-comunal.

Estos razonamientos nos llevan a la cuestión de la relación entre ética (valores) y


eficacia (resultados). Nuestra idea es promover una transformación que nos
conduzca de organizaciones con gestión de enfoques cuantitativistas hacia las
llamadas organizaciones con gestión responsables, cooperativistas y solidarias.
Dicha transformación requiere la incorporación de una estructura de valores que
atienda al desarrollo humano, no como retórica moral o doble discurso. Es por ello
que se énfasis en aportar a una gestión pública con sentido ético. Teniendo claro
que desde la ética se discuten y enfrentan los efectos disfuncionales de la
racionalidad tecnocrática.

La ética o consideración de los valores que promuevan el desarrollo humano no es


una receta, es la necesidad de apropiación de los sujetos con acción en lo público
y los sujetos de poder, que implique la consejería como hábito transparente de la
actividad participativa para su real satisfacción desde una realidad socio-comunal
concreta. En este sentido, Lipovestky (1994) en su obra sobre ética en tiempos
democráticos, habla de la “ética inteligente”. Denuncia el amoralismo de la mano
invisible, y propone una ética dialogada, que busca el equilibrio entre la eficacia y
la equidad, el respeto del individuo y el bien colectivo. Pero esta ética dialogada se
fundamenta en el involucramiento para la formulación de los planes y proyectos de
los actores socio-comunales definidos en las dos categorías emergidas y
señaladas.

Entonces, el camino supone abandonar la forma deber en las organizaciones,


dejar de hacer las cosas por obligación y pasar al compromiso. El autor
mencionado nos habla en esa ética inteligente: “…porque el culto al deber ya no
tiene credibilidad social, la justicia social pide eficacia. Y la eficacia, en la época

1 .
Sujeto con acción en lo público y sujeto de poder, son categorías emergentes como
actores fundamentales en la filosofía de gestión pública. Se tratan en el artículo “La Participación como
definición ontológica y sus implicaciones en la Capilarización del Poder” por el presente autor.

3
neoindividualista, no puede concebirse sin respeto por el hombre, sin dimensión
humanista”. Visto del lado del discurso, dicho autor también critica las fórmulas
vacías. Pregunto entonces: ¿a qué conducen las grandes declaraciones
expresadas y firmadas, pero no seguidas de efectos, y contradichas en las
acciones?

Comencemos por retomar desde el trabajo anterior que los modos de actuación
propuestos para la gestión pública con sentido ético, deben estar orientados al
desarrollo de:
1. Proyectos compartidos.
2. Trabajo en equipos.
3. Ambiente de consenso, confianza y credibilidad.
4. Redes solidarias.
5. La autonomía como base para el fortalecimiento de la identidad
nuestroamericana2 .

Considerándose esta última, no solo como guía de acción, sino también como un
principio ético que define a la gestión pública tratada; es decir la autonomía se
define a partir de dos enfoques.

La Concepción de Autonomía
La autonomía es la única idea que puede crear unidad entre las diversas
concepciones de la moral, ya que solo una concepción autónoma de la validez
normativa puede lograr la aceptación de agentes que se consideran a sí mismas
autónomas. Es sola la idea de autonomía, por tanto, la que permite articular una
concepción comprehensiva del razonamiento normativo.

La autonomía es un rasgo del proceso de toma de decisiones o formación de


juicios normativos: una decisión normativa establece una norma definitiva válida;

2
Ramos la presenta como una guía de acción para el fortalecimiento de la gestión pública
en su conferencia del año 2017.

4
entonces autonomía, significa establecer la validez definitiva de una norma
mediante juicio normativo de uno mismo.

La autonomía es el principio por medio del cual la voluntad se hace partícipe de la


moralidad, es una virtud de lo cual es posible que esta (la voluntad racional)
formule un imperativo categórico. Cuando la voluntad toma por ley que alguna que
no está dada por su propia razón práctica sino por un objeto exterior.

Autonomía y Racionalidad
La concepción de autonomía al cual se hace referencia implica como los sujetos
de poder pueden entenderse y dialogar como autolegisladores3, esto significa que
las decisiones son vinculantes a cualquier proceso socio-comunal, establecen una
norma. Esto significa que el poder en manos de la comunidad puede ejercerla en
favor de la voluntad colectiva o popular; por tanto, sus miembros comienzan a
internalizar para apropiarse de las fuerzas acumuladas que permitirá mantener el
orden y el sentido de la racionalidad.

Este ejercicio de racionalidad se expresa logrando una real transformación del


sujeto de poder para convertirlo en un sujeto con acción en lo público, el cual
tendrá como real fundamento lograr el equilibrio de las condiciones y los modos de
actuación en la gestión pública

Autonomía, Comunidad y Poder.


La esencia fundamental y que se constituye en el sustento ontológico de la
autonomía es el ejercicio de poder; pero este poder se desarrolla en la esfera de
los socio-comunal, pero se expande o trasciende a contextos supra socio-
comunales, lo que genera una real identificación con las imágenes contextuales;
implica entonces, que la autonomía tiene sustentos transontológicos en el ejercicio

3 Kant afirma que es la voluntad humana aquella capaz de autolegislarse. Esto quiere decir
que la voluntad no se somete a una ley exterior, sino que está en capacidad de darse a sí misma la ley moral
a través de un uso exclusivo de la propia razón práctica. Sólo en la medida en que es una voluntad auto
legisladora está sometida a su propia ley, expresando así la supremacía de la razón

5
de identidad que puede ser su construcción o reconstrucción y la acción como
régimen jurídico-político.

Ahora, esta identidad al trascender de contexto, no implica desidentificación de los


Comunal, de lo Municipal, de lo Estadal y de lo Nacional. La intención es mantener
los rasgos distintivos en una esfera de acción complejo, de dos elementos que
caracterizan su rol social.

Por otra parte, en lo jurídico-político las normas derivadas de su autolegislación


implican decisiones que se proyectan en los ámbitos de acción del sujeto con
acción en lo público, lo que trae como consecuencia una capacidad de simplificar
el rol del sujeto con acción en lo público en realidades complejizadas por la
diversidad, adversidades, incertidumbres, armonías, disonancia y consonancias.

El Principio de Autonomía como Guía de Acción


La autonomía fortalece la identidad generando una mayor integración.
La autonomía fundamenta su desarrollo en un conjunto de valores: solidaridad,
corresponsabilidad, cooperación, complementariedad, entre otros. Estos valores
permiten una mayor integración y en consecuencia una mayor y mejor
identificación socio-comunal.

Ante una realidad muy compleja por la presencia de hechos sociales como la
adversidad, la diversidad, la incertidumbre, las disonancias, las armonías, los
desencuentros, por mencionar a varios de ellos, la autonomía permite crear un
marco de entendimiento y simplificación de la acción colectiva. Esto sirve para
crear una valoración positiva de la diversidad contribuyendo a afianzar la unidad e
integración. Significa entonces, que la autonomía es una herramienta que permite
la construcción y reconstrucción de las identidades para lograr una mayor y mejor
comprensión de la realidad y de los actores, pero también crear las condiciones
adecuadas para asumir una identidad cónsona con las exigencias actuales.

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Así mismo a través de la autonomía se procura revertir los efectos perniciosos que
han resultado de procesos como: colonialismo, atomización, subordinación, entre
otros. La autonomía es un instrumento para la superación de secuelas del pasado
y el acercamiento a una incorporación activos a los distintos procesos sociales.

Ante lo descrito me permito la frase de Héctor Diaz Polanco:

“El pasado es una referencia estratégica para la construcción


del presente, que implica una selección de momentos
cruciales que son inspiradores para los desafíos y propósitos
actuales, pero no un ancla que sujeta a situaciones o
posiciones pretéritas ni, mucho menos, un punto
sociocultural al que deba retornarse”.

La autonomía como guía de acción es un elemento esencial para la


transformación de las relaciones, que es producto del ejercicio del poder y de la
toma de decisiones, por ello implica un cambio en las relaciones de poder, con la
asunción del poder constituyente, propiciando orden a partir de la autolegislación,
lo que genera que el sujeto con acción en lo público asuma la condición de líder
en la formulación, ejecución y control de los proyectos social-comunitarios.

El Principio de Autonomía como Coordenada Ética de la Filosofía de la


Gestión Pública Venezolana.
Decía Platón “ningún arte se ejerce para el bien del que lo ejerce”, la
mercantilización actual y la actitud individualista con que hablamos de las
motivaciones deja en duda esta afirmación, si lo entendemos como constatación
empírica de los motivos subjetivos dominantes por lo que se elige y se presta un
servicio. En cambio, si lo entendemos como formulación de lo que
institucionalmente se espera que sea la prestación del servicio, aun es válida.
Enuncia las razones que dan legitimidad en el espacio público a las diferentes
actividades con su funcionalidad social.
El actuar éticamente responsable lleva consigo deberes y responsabilidades; sin
embargo, al proclamar a la actuación hacia un beneficiario no hace más que

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consagrar una evidente e inevitablemente falta de simetría, en esto se fundamenta
el principio de beneficencia4.

Cuando el servidor público se atiene solo al principio de beneficencia, lo


absolutiza, y al absolutizarlo cae en el paternalismo o en la tiranía. Al hacer uso
del poder como potesta5 suele desembocar en una situación en que esa
jerarquía se extrapola a todo el sistema de relaciones, ocurre una desconexión del
servidor y el beneficiario quedando reducido a un mero destinatario de la
prestación del servicio. Para corregir esta asimetría hay que hacer intervenir al
principio de autonomía. Este principio se gesta y articula en la cultura jurídica y en
la mentalidad política occidental de los últimos doscientos años.

El uso del poder como potesta implica una relación de dependencia, por lo que la
participación colectiva, corresponsable, complementaria y solidaria genera una
relación simétrica. En este sentido es importante la incorporación del sujeto de
poder con el propósito de hacer disminuir la asimetría a través del sujeto con
acción en lo público. Mediante este principio se articulan estos actores con las
instituciones ejecutoras de las políticas públicas nacionales a través de los valores
de corresponsabilidad, complementariedad, colaboración y solidaridad.

Consideraciones Finales
El presente estudio partió de uno de los objetivos de la gestión pública con sentido
ético, el cual es fortalecer la noción del sujeto con acción en lo público y del criterio
de evaluación de esa ética como es como es el constante mejoramiento del
desempeño y de la calidad de la atención a sus ciudadanos, esto me permitió

4 . Diego Gracia estructura la bioética en torno a tres grandes principios: el principio de


beneficencia, el principio de autonomía y el principio de justicia

5 . Dussel dialogando con la obra de Baruch Espinoza, descubre que la noción del poder
depende de la constitución de dos conceptos que definen el poder: el poder como potentia y el poder como
potestas, tal como lo señala Bautista.J.J. (2015), en su obra ¿Qué significa pensar desde América Latina? Pág.
48.

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plantear a la autonomía desde dos enfoques: como coordenada de la ética y como
guía de acción

En cuanto a la ética de la gestión pública, esta debe conducirse desde


organizaciones con gestión responsable, cooperativista y solidaria. Para ello
requiere la incorporación de una estructura de valores que atienda al desarrollo
humano.

Ahora esta ética a la cual se hace referencia que atienda al desarrollo humano,
tiene que ver con la necesidad de apropiación de los sujetos con acción en lo
público y los sujetos de poder, que implique la consejería como hábito
transparente de la actividad participativa para su real satisfacción desde una
realidad socio-comunal concreta.

La ética tratada debe buscar el equilibrio entre la eficacia y la equidad, el respeto


del individuo y el bien colectivo. Por tanto, debe ser una ética dialogada, la cual se
fundamenta en el involucramiento para la formulación de los planes y proyectos de
los actores socio-comunales: Sujetos d poder y Sujetos con acción en lo público.

Para llegar a tal nivel de una gestión pública con sentido ético se requieren modos
de actuación cónsonos con lo planteado, ante lo cual se proponen:

1. Proyectos compartidos.
2. Trabajo en equipos.
3. Ambiente de consenso, confianza y credibilidad.
4. Redes solidarias.
5. La autonomía como base para el fortalecimiento de la identidad
nuestroamericana.

En cuanto a la concepción de autonomía tratada se tiene lo siguiente:

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1. Principio por medio del cual la voluntad se hace partícipe de la moralidad,
es una virtud de la cual es posible que esta (voluntad) formule un imperativo
categórico.
2. El sujeto de poder con acción en lo público, dialoga en forma legislada
consigo mismo, entendiendo que es la realidad misma.

En cuanto a la autonomía y racionalidad, significa que el poder en manos de la


comunidad puede ejercerse en favor de la voluntad colectiva o popular; por tanto,
sus miembros comienzan a internalizar para apropiarse de las fuerzas acumuladas
que permitirá mantener el orden y el sentido de la racionalidad.

Este ejercicio de racionalidad se expresa logrando una real transformación del


sujeto de poder para convertirlo en un sujeto con acción en lo público, el cual
tendrá como real fundamento lograr el equilibrio de las condiciones y los modos de
actuación en la gestión pública.

También logré detectar y definir que el sustento ontológico de la autonomía es el


ejercicio de poder; pero este poder se desarrolla en la esfera de los socio-comunal
pero se expande o trasciende a contextos supra socio-comunales, lo que genera
una real identificación con las imágenes contextuales; implica entonces, que la
autonomía tiene sustentos transontológicos en el ejercicio de identidad que puede
ser su construcción o reconstrucción y la acción como régimen jurídico-político.

Ya como guía de acción la autonomía permite la construcción y reconstrucción de


las identidades para lograr una mayor y mejor comprensión de la realidad y de los
actores, creando las condiciones adecuadas para asumir una identidad cónsona
con las exigencias actuales.

Como coordenada de la ética, la autonomía permite generar una simetría entre el


prestador de servicio y el beneficiario de dicho servicio, por tanto la intención es
que los sujetos de poder ya con acción en lo público puedan fortalecer la sinergia

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actitudinal del espacio público comunal y que trascienda a lo supra comunal
respetando a la voluntad colectiva.

Referencias Bibliográficas

Bautista, Juan J. (2015). ¿Qué Significa Pensar desde América Latina?


Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Caracas, Venezuela.

Gracia, D. (2007). Fundamentos de Bioética. Eudema. 2a ed. Madrid. España.

Lipovetsky, G. (1994). El Crepúsculo del Deber. La ética indolora en los


nuevos tiempos democráticos. Editorial Anagrama, S.A. Primera edición.
Traducción Juana Bignozzi. Barcelona, España,

Polanco, H. (2016). El Jardin de las Identidades, la Comunidad y el Poder.


Fundación Editorial El Perro y la Rana. Caracas, Venezuela.

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