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Egipto

El Antiguo Egipto fue una civilización que se originó a lo largo del cauce
medio y bajo del río Nilo, y que alcanza tres épocas de
esplendor faraónico en los periodos denominados Imperio Antiguo, Imperio
Medio, e Imperio Nuevo. Alcanzaba desde el delta del Nilo en el norte,
hasta Elefantina, en la primera catarata del Nilo, en el sur, llegando a tener
influencia desde el Éufrates hasta Jebel Barkal, en la cuarta catarata del Nilo,
en épocas de máxima expansión. Su territorio también abarcó, en distintos
periodos, el desierto oriental y la línea costera del mar Rojo, la península
del Sinaí, y un gran territorio occidental dominando los dispersos oasis.
Históricamente, fue dividido en Alto y Bajo Egipto, al sur y al norte
respectivamente.
La civilización egipcia se desarrolló durante más de 3000 años. Comenzó
con la unificación de algunas ciudades del valle del Nilo,1 alrededor del
año 3150 a. C.,2 y convencionalmente se da por terminado en el año 31 a. C.,
cuando el Imperio romano conquistó y absorbió el Egipto ptolemaico, que
desaparece como Estado.3 Este acontecimiento no representó el primer
período de dominación extranjera, pero fue el que condujo a una
transformación gradual en la vida política y religiosa del valle del Nilo,
marcando el final del desarrollo independiente de su cultura. Su identidad
cultural había comenzado a diluirse paulatinamente tras las conquistas de
los reyes de Babilonia (siglo VI a. C.) y Macedonia (siglo IV a. C.),
desapareciendo su religión con la llegada del cristianismo, en la época
de Justiniano I, cuando en 535 fue prohibido el culto a la diosa Isis, en el
templo de File.

Segundo Periodo Intermedio (c. 1800-1550 a. C.)


Durante gran parte de este periodo dominaron Egipto los
gobernantes hicsos, jefes de pueblos nómadas de la periferia,
especialmente libios y asiáticos, que se establecieron en el
delta, y tuvieron como capital la ciudad de Avaris. Finalmente,
los dirigentes egipcios de Tebas declararon la independencia,
siendo denominados la dinastía XVII. Proclamaron la
"salvación de Egipto" y dirigieron una "guerra de liberación"
contra los hicsos. Fueron las dinastías XIII a XVII,
parcialmente coetáneas.
La Dinastía XIV transcurre desde c. 1700 a 1600 a. C., y
pertenece al denominado por los historiadores segundo
periodo intermedio de Egipto.
Gobernando Sebekhotep IV (dinastía XIII), tras una rebelión
en el delta del Nilo, surgieron dos nuevos reinos
independientes. Estos gobernantes coetáneos conformaron
la dinastía XIV, contemporánea de la dinastía XIII.
Del primero de estos reinos, fundado en Xois, en la zona
noroeste del delta, no se sabe prácticamente nada de sus
soberanos que quizá fueran de origen cananéo. El segundo
reino, situado en la parte nordeste del delta, fue fundado
por Nehesy, "el Negro, o el Nubio", hacia 1700 a. C.
en Avaris (Hut-Uaret "el castillo de la ladera"). Esta ciudad,
con alta densidad de población asiática, tenía un puerto fluvial
dedicado al comercio con Biblos.
Esta dinastía XIV, que reina sobre el delta oriental, va a ser
posteriormente dominada por los reyes Hicsos (dinastías XV y
XVI) que van a extender su influencia desde Avaris, c.
1650 a. C. Estos habían comenzado a establecerse en Egipto hacia el año 1730 a. C.

Posiblemente el Último faraón fue llamado Juihemuet alrededor del 1650 a. C.


Origen de los hicsos
La continua inmigración de gentes procedentes de Canaán (Siria-
Palestina) culminó con los invasores hicsos, que llegaron a Egipto
hacia el s. XVIII a. C., en una época de crisis interna, conquistando la
ciudad de Avaris. Posteriormente tomaron Menfis y fundaron las
dinastías XV y XVI. Introdujeron en Egipto el caballo y el carro de
guerra. Desde mucho antes de esta época ya había una considerable
presencia asiática en el delta del Nilo, originada por graduales
oleadas migratorias.
Los egiptólogos calculan que la duración de su dominio sobre Egipto
fue de más de cien años (incluso hay quienes hablan de una
ocupación de cinco siglos).1 La capital del reino estuvo en la ciudad
de Avaris en el delta del Nilo, actual Tell el-Daba; sin embargo, no
dominaron todo el territorio egipcio, pues varios nomos(regiones) del
sur no llegaron a estar totalmente bajo su control, entre ellos el
de Tebas.
En los textos de los epítomes de Manetón, los reyes hicsos aparecen
como las dinastías XV y XVI. En el Canon Real de Turín sus
nombres estaban en los epígrafes X.14 a X.30, aunque
desgraciadamente está muy dañada esta parte, faltan fragmentos y
algunos textos son ilegibles. El más conocido, y con quien el reino
hicso llegó a su apogeo, es Apofis I, que gobernó en el siglo
XVI a. C.
Los soberanos hicsos en contacto con la civilización egipcia, mucho
más avanzada, adoptan su protocolo y sus títulos reales. Durante su
gobierno en Egipto, conservan la organización administrativa
existente. De hecho, ellos utilizarán funcionarios egipcios. Estos,
vasallos circunstanciales de los soberanos extranjeros mantienen sin
embargo intacto su orgullo nacional y la profunda devoción a sus
dioses.
La dominación de los hicsos se ejerció de varias maneras. Los reyes de la
dinastía XV tienen un control absoluto en la zona este del Delta,
desde Avaris, y dejan en el resto del Delta, como caciques, a vasallos
asiáticos. Crean pequeños dominios controlados por subordinados egipcios
en el Egipto Medio. Estos subordinados constituyen la dinastía XVI. Todos
estos territorios tienen recaudadores de impuestos, que llevan el título
egipcio de directores del tesoro.
Imponen su autoridad a los gobernantes coetáneos de la dinastía XVII que
controlan parte del Alto Egipto (los primeros ocho nomos situados
entre Elefantina y Abidos) situando algunas guarniciones en lugares
estratégicos. Los hicsos van a acrecentar su dominación manteniendo
alianzas con los soberanos de Nubia para debilitar a los gobernantes
tebanos y controlar el país bajo su mando.
No obstante, un grupo de egipcios, surgido en Tebas, que forma parte de la
dinastía XVII, se pondrá a la cabeza de una rebelión contra la dominación
de los gobernantes extranjeros. Sus líderes, probablemente
desde Seqenenra Taa, se enfrentarán a los hicsos y llegarán a dominar todo
Egipto.
Posiblemente, fue en esta época cuando el José bíblico llega a Egipto.

Imperio Nuevo (c. 1550-1070 a. C.)


Es un periodo de gran expansión exterior, tanto en Asia —donde llegan al Éufrates— como en Kush (Nubia). La dinastía XVIII
comenzó con una serie de faraones guerreros, desde Amosis I hasta Tutmosis III y Tutmosis IV. Bajo Amenofis III se detuvo la
expansión y se inició un período de paz interna y externa.
Las campañas militares, además de proveer gran cantidad de tributos, posibilitaban la expansión económica. Las explotaciones
mineras eran organizadas directamente por el gobierno faraónico y protegidas mediante presencia militar. Entre ellas destacan:
• De oro, piedra y diorita (utilizada esta última para la elaboración de esculturas) de Nubia. El gobernador egipcio de Nubia
poseía el título de "supervisor de las minas de oro de Amón".
• De cobre y de piedras preciosas (turquesa) del Sinaí. De oro, pórfido y alabastro en el desierto Oriental.
Después de un período de debilidad monárquica, llegaron al poder las castas militares, la dinastía XIX o Ramésida que,
fundamentalmente bajo Seti I y Ramsés II, se mostró enérgica contra los expansionistas reyes hititas.
Durante los reinados de Merenptah, sucesor de Ramsés II,
y Ramsés III, de la dinastía XX, Egipto tuvo que enfrentarse a
las invasiones de los Pueblos del Mar, originarios de diversas
áreas del Mediterráneo oriental (Egeo, Anatolia), y de
los libios.
Alrededor de 1350 a. C., la estabilidad del Imperio parecía
amenazada, aún más cuando Amenhotep IV ascendió al trono
e instituyó una serie de reformas radicales, que tuvieron un
resultado caótico. Cambiando su nombre por el de Ajenatón,
promovió como deidad suprema la hasta entonces oscura
deidad solar Atón, iniciando una reforma religiosa tendente
al monoteísmo. En parte, el monoteísmo de Ajenatón fue un
producto del absolutismo real; los viejos dioses habían
desaparecido, pero el rey mantenía —para su propio beneficio
político— su papel tradicional como mediador entre los
hombres y los deseos del nuevo dios. El faraón suprimió el
culto a la mayoría de las demás deidades y, sobre todo, trató
de anular el poder de los influyentes sacerdotes de Amón
en Tebas, a quienes veía como corruptos. Al trasladar la
capital a la nueva ciudad de Ajet-Atón (actual Amarna),
Ajenatón hizo oídos sordos a los acontecimientos del Cercano
Oriente (donde los hititas, Mitanni y los asirios se disputaban
el control) y se concentró únicamente en la nueva religión. La
nueva filosofía religiosa conllevó un nuevo estilo artístico, que
resaltaba la humanidad del rey por encima de la
monumentalidad.
Después de su muerte, el culto de Atón fue abandonado rápidamente, los sacerdotes de Amón recuperaron el poder y devolvieron
la capital a Tebas. Bajo su influencia los faraones posteriores —Tutankamon, Ay y Horemheb— intentaron borrar toda mención
de Akenatón y su «herejía», ahora conocida como el Período de Amarna.
Alrededor de 1279 a. C. ascendió al trono Ramsés II, también
conocido como el Grande. El suyo sería uno de los reinados más
largos de la historia egipcia. Mandó construir más templos, más
estatuas y obeliscos, y engendrar más hijos que cualquier otro faraón.
Audaz líder militar, Ramsés II condujo su ejército contra los hititas
en la batalla de Kadesh (en la actual Siria); después de llegar a un
punto muerto, finalmente aceptó un tratado de paz con el reino hitita.
Es el tratado de paz más antiguo registrado, en torno a 1258 antes de
Cristo. Egipto se retiró de la mayor parte de sus posesiones asiáticas
dejando a los hititas competir, sin éxito, con el creciente poder
emergente de Asiria y los recién llegados frigios.
La riqueza de Egipto, sin embargo, se había convertido en un objetivo
tentador para la invasión; en particular, para los libios beduinos del
oeste y los Pueblos del Mar, que formaban parte de la poderosa
confederación de piratas griegos del mar Egeo. Inicialmente, el
ejército fue capaz de repeler las invasiones, pero Egipto terminó por
perder el control de sus territorios en el sur de Siria y Palestina, que
en gran parte cayeron en poder de los asirios e hititas. El impacto de
las amenazas externas se vio agravado por problemas internos como
la corrupción, el robo de las tumbas reales y los disturbios populares.
Después de recuperar su poder, los sumos sacerdotes del templo
de Amón en Tebas habían acumulado vastas extensiones de tierra y
mucha riqueza, debilitando al Estado. El país terminó dividido, dando
inicio al Tercer Periodo Intermedio.

Epoca Ramésida (Dinastías XIX y XX)


El chaty Jeperjeperura Ay sucedió al joven Tutankamón, proclamándose rey (1327-1323) y dando fin a la dinastía XVIII. Ahí fue reemplazado por Horemheb
(1323-1295), personalidad salida del ejército. De él se conocen unos edictos que intentan poner orden con mano dura. Es probable su participación en las
anteriores guerras contra los hititas; se sabe que realizó durante su reinado expediciones contra ellos y que fue derrotado. Horemheb murió sin descendencia, por lo
que el trono pasó a Ramsés I (1295-1294), que era visir y un destacado general del ejército. Ramsés I, al parecer, pertenecía a una familia de origen hicso de
Avaris. Su reinado duró apenas un año, pero fundó la dinastía XIX. La mayoría de sus miembros, tal como Ramsés, fueron comandantes del ejército del faraón
anterior y sus corregentes.
A Ramsés lo sucedió su hijo Sethy I (1294-1279). Su reinado continuó la pacificación de las regiones fronterizas, completamente dejadas de lado durante el
reinado de Akenatón. Reconquistó gran parte de Canaán, y realizó expediciones en Siria, bajo el poder hitita, y en Libia.
Muerto Suppiluliuma I, rey de Hatti, la influencia hitita se había estabilizado en Kadesh, no obstante Egipto había recuperado Amurru. No se puede establecer un
límite exacto del poder de las dos potencias (Egipto y Hatti). Dos imperios de expansión y poder similar en la región, y en pleno conflicto (como pasaba en esa
época con los egipcios y los hititas), significaba la plena decadencia de las ciudades, fundamentalmente porque las guerras dificultaban el paso de las caravanas y
desestabilizaban la situación política de las ciudades.
El sucesor de Sethi I fue Ramsés II (1279-1213). Este, como su padre Sethy, apenas comenzado su reinado realizó expediciones en Asia. Fortaleció su posición en
la zona de ocupación egipcia, y avanzó con su ejército hacia el norte. Su objetivo era reconquistar Kadesh e impedir una contraofensiva hitita. Fue emboscado en
las cercanías de Kadesh por un ejército compuesto por hititas y tropas auxiliares de varias ciudades sirias, entre ellas la misma Kadesh, al mando del rey Muwatalli
II de Hatti.
Según la versión egipcia fue una victoria propia, y viceversa en la historia hitita. En todo caso no fue una victoria definitiva, y las respectivas esferas de influencia
se mantuvieron aproximadamente como estaban; además, más tarde se selló un tratado de paz entre Ramsés y el sucesor hitita Hattusili III. De todos modos, lo
más probable es que los hititas decidieran terminar la guerra por causa de la amenaza que significaba la expansión de Asiria, un reino del norte de la Mesopotamia.
El mencionado tratado significó el fin de las pretensiones de Ramsés de extender aún más su imperio, tratando de igual a igual a su par hitita.
Ahora bien, terminada la guerra contra los hititas, Ramsés II se propuso integrar política y culturalmente las posesiones asiáticas a Egipto. Su capital, Per-Ramsés,
estaba situada en la frontera de Asia y África, en el mismo emplazamiento que Avaris, la antigua capital de los hicsos, o en sus cercanías, en donde convivían
egipcios y semitas.
Según el libro del Éxodo, los israelitas fueron empleados en su construcción, así como en la ciudad de Pitom, situada está en la misma región, aunque más al sur.
Así mismo, fomentó la asimilación de los dioses asiáticos con los egipcios, por ejemplo Seth, un dios de la guerra originario del Alto Egipto, había sido
relacionado desde los tiempos hicsos con Baal, el dios cananeo de las tormentas. Sabiendo que esta relación persistía, Ramsés elevó a Seth a la categoría de dioses
como Ptah, Ra o Amón (Amón-Ra); incluso Seth formó parte de los nombres de dos faraones de la época Ramésida (Sethi I y II). Esto concuerda además con el
carácter militarista de la dinastía Ramésida, ya que Seth era un dios guerrero.
Ramsés hizo construir y restaurar muchos templos en Tebas (Luxor y Karnak), en la capital, Per-Ramsés, y en Nubia. El templo más destacado es el de Abu
Simbel (Nubia), erigido en su honor; era una forma de mostrar su poder en dicho esta región. Su interés por Nubia —así como el de sus predecesores Horemheb y
Sethi I— se manifestó con la construcción de templos dedicados a Amón en Napata, centro nubio del culto a dicho dios.
Ramsés II murió en 1213, tras 66 años de reinado (el segundo más extenso del Antiguo Egipto), y lo sucedió su decimotercer hijo, Meremptah (1213-1203), que
reinó alrededor de diez años. En los próximos veinte años se sucedieron reyes de los que poco se sabe, y por último Sethnajt se hizo con el poder, inaugurando la
XX dinastía. El período posterior a la muerte de Ramsés II está signado por la aparición de nuevos pueblos extranjeros, conocidos en Egipto como Pueblos del
Mar.

Tercer Periodo Intermedio (c. 1070-656 a. C.)


Tercer periodo intermedio de Egipto transcurre de c. 1070 a
650 a. C.1 Hacia el siglo XI a. C., Egipto se vio dividido en dos
unidades políticas, una dirigida desde Tanis, en el Bajo Egipto, y
otra desde Tebas, en el Alto Egipto. Ambas eran gobernadas por
dinastías de origen libio. Si bien eran independientes entre sí, y en
muchos casos rivales, los gobernantes tebanos sólo ostentaban el
título de Sumo sacerdote de Amón.
Tanis, la capital de la dinastía del norte, estaba próxima a la
ciudad de Avaris, la capital de los hicsos y la Pi-Ramsés de los
Ramésidas (excavada por arqueólogos austriacos dirigidos por
Manfred Bietak).
Se considera, generalmente, que este período incluye desde las
dinastías libias hasta la caída de la dinastía XXV, originaria
de Kush (Nubia), en el siglo VII a. C.
Invasión Asiria de Egipto.
Una vez estabilizadas las conquistas asirias en los
estados arameos de Siria, el imperio asirio pasaba a limitar
directamente con el área de influencia egipcia, Palestina. En la
década de 740-730 a. C. los reinos de Israel y Judá eran vasallos
del asirio Tiglath-Pileser III.
Salmanasar V (727-722 a. C.), el hijo de Tiglath-Pileser, anexionó
el reino de Israel, saqueó su capital, Samaria, y deportó a su
población. Sargón II (721-705 a. C.) anexionó Gaza (Filistea), en
la misma frontera con Egipto, que se había rebelado con el apoyo
de Piye (el primer faraón nubio).
El hijo de Sargón, Senaquerib (704-681 a. C.), también realizó campañas en Filistea, que era el principal paso entre Egipto y el
interior de Asia, donde entabló una batalla contra los egipcios y sus aliados locales. La batalla no fue decisiva pero mantuvo a los
egipcios al margen. Senaquerib tomó Laquís, atacó el reino de Judá (que había roto los lazos de vasallaje con Asiria) y puso sitio
a Jerusalén, pero tuvo que retirarse. Las campañas de Senaquerib en Palestina se datan en el año 701 a. C., cuando reinaba
Shabitqo en Egipto; y en el bíblico libro de los Reyes se encuentran muchas referencias al apoyo egipcio de las rebeliones contra
Asiria.
Las campañas de los soberanos asirios para extender y e impedir que se pierda su influencia en Palestina no eran, ni mucho
menos, la única ocupación de los soberanos asirios en el plano militar. Paralelamente enfrentaban a coaliciones de los jefes
caldeos de la región de Babilonia y el reino de Elam, que por el sur hacían peligrar la seguridad de la propia Asiria; y al norte al
reino de Urartu (Armenia) y las invasiones de pueblos nómadas.
El sucesor de Senaquerib fue su hijo Esarhadon (680-669 a. C.), y este se concentró en la invasión de Egipto. Envió un ejército
comandado por él mismo y tomó Menfis, la capital, luego de conquistar ciudades fronterizas y de ganar algunas batallas. El
faraón Taharqo huyó a Tebas, abandonado a su familia y a la corte. El asirio logró el control del Bajo Egipto, impuso
gobernadores locales y regresó a Asiria. Esarhadon murió cuando se dirigía a reprimir una rebelión apoyada por Taharqo,
y Asurbanipal, el nuevo rey de Asiria, envió sus ejércitos a Egipto, reconquistando Menfis, y siguiendo curso hacia el sur,
conquistando casi todo el país. Inmediatamente después, estallaron nuevas revoluciones, en este caso de una coalición de los
gobernadores locales impuestos por los asirios en el Delta: la conspiración fue sofocada.
Tenutamón, el nuevo rey de Kush, reconquistó el Alto Egipto, se estableció en Tebas y atacó a los asirios de Menfis. Entonces el
mismo Asurbanipal derrotó a Tenutamón y saqueó Tebas.

Egipto y Babilonia
Las causas de la caída de Asiria hay que buscarlas en el desgaste del ejército, que debía enfrentar a enemigos distantes que
ofrecían tenaz resistencia; asimismo en la decadencia de los estados periféricos (provocada por los ataques de la propia Asiria),
que facilitaba la infiltración de pueblos nómadas (cimerios, escitas, y medos). A todo esto se le sumaban las crisis sucesorias,
como la que se provocó con motivo de la muerte de Asurbanipal (c. 630 a. C.). Entonces, el
líder caldeo Nabopolasar tomó Babilonia y dirigió sucesivas campañas contra Asiria. Nabopolasar selló una alianza con el jefe
medo Ciáxares, y juntos destruyeron las capitales asirias.
Egipto intervino contra los caldeos ya antes de la caída de dichas capitales (hacia finales del reinado de Psamtik), pero fue recién
entonces cuando participó activamente. Probablemente entraron en la cuenta del peligro que representaba un imperio
expansionista como Babilonia. Neko II en persona apoyó los focos de resistencia asirios en la ciudad de Harrán, a su vez, de paso,
redujo a obediencia al Reino de Judá, que había aprovechado la decadencia de Asiria para expandirse. Pronto la resistencia asiria
se esfumó, y Neko fue empujado hacia el sur tras enfrentarse en Karkemish y Hamat (605) al caldeo Nabucodonosor II, quien
pronto se expandió hacia los pequeños estados de Palestina, incluido Judá, cuya capital, Jerusalén, tomó en 597 a. C., instalando
reyes vasallos y deportando a parte de su población. Neko II pudo contener las campañas de este soberano en su propio país, pero
la ofensiva quedó en suspenso.
El sucesor de Neko, Psamético II, como ya dijimos, concentró su actividad militar en Kush; en cambio Apries (589-570 a. C.)
continuó la guerra contra Nabucodonosor II. Una rebelión de Judá (587 a. C.) apoyada por Egipto tuvo como consecuencia la
segunda deportación de sus habitantes, muchos de los cuales huyeron a Egipto. La importancia de Judá para Egipto radicaba en
tener tan cerca un vasallo de Babilonia; además el Levante en general era un preciado objetivo comercial. A su vez, Apries apoyó
a la ciudad fenicia de Tiro durante el asedio de 13 años al que fue sometida por Nabucodonosor. El rey de Tiro finalmente se
rindió y tuvo que aceptar gobernadores babilónicos. Tiro tenía vital importancia comercial, resultando ser un punto clave para la
hegemonía que quería establecer Egipto en el Levante y para la expansión babilónica.

Egipto y el Imperio Persa


La ascensión de Ahmose II (570-526 a. C.) tiene algunos detalles interesantes. Hacia el final de su reinado, Apries intervino en un
conflicto entre libios y colonos griegos de Cirene, apoyando a los primeros. Los egipcios fueron derrotados, y pronto el ejército se
rebeló contra Apries. Resumiendo, Ahmose, general al principio fiel a Amasis, se puso a la cabeza de los rebeldes y tomó el trono.
En el primer período del reinado Ahmose II los asuntos exteriores asiáticos quedaron en segundo plano, concentrándose en la
política interna y en la relación con los griegos. A estos últimos los reunió en prácticamente una única ciudad, Náucratis, en el
delta. A su vez regularizó el papel de los mercenarios griegos en el ejército, acuartelándolos en Menfis. Destaca, desde el punto de
vista estratégico comercial, la importancia de Egipto en el abastecimiento de trigo de las ciudades griegas. Otras exportaciones
egipcias eran papiro y vestimenta de lino.
Pronto las miras de la política exterior volvieron a concentrarse en Asia. Surgía el Imperio persa, cuyo rey Ciro II el Grande había
tomado el poder del reino medo hacia 550 a. C. La expansión de Ciro parece haber motivado la alianza de Creso de Lidia con la
ciudad griega de Esparta, con Egipto y con Babilonia. Si bien la coalición Egipto-Babilonia-Lidia existía realmente, no llegó a
materializarse en forma de ejército: Lidia cayó en 547 a. C. y Babilonia en 539 a. C.
Ahomse a su vez construyó una coalición naval, aliándose con la isla griega de Samos, con los colonos griegos de Cirene en Libia
y conquistando Chipre. Cuando Ciro murió durante campañas en las regiones orientales había creado un imperio mayor al de sus
predecesores asirios y babilonios, y se había ganado el favor de amplios sectores de la población conquistada, respetando, por
ejemplo, la religión y la autonomía de las provincias. Cambises II (529-522 a. C.) sucedió a su padre Ciro, y poco después murió
Ahmose. Cambises concentró su política exterior hacia Egipto, y la conquista de dicho país fue sustentada por varias traiciones: de
Samos, de un general mercenario griego y del egipcio Udyahorresne, gran sacerdote de Neit de Sais y jefe de la flota.
Cambises derrotó a Psamético III en Pelusio(525 a. C., ciudad situada en el brazo más oriental del Nilo) y luego tomó Menfis.

Reformas en los Primeros Años de la conquista persa


Cambises pasó tres de sus siete años de reinado en Egipto, en los cuales realizó expediciones expansionistas fallidas en Libia y
Nubia. El tema de la relación de Cambises con la religión es confuso. Se sabe, por medio de la inscripción del ya mencionado
Udjahorresne de Sais, que protegió al templo de Neit de Sais, aunque otras fuentes egipcias afirman que muchos templos fueron
cerrados, además las fuentes griegas afirman que Cambises atacó los cultos locales. Estallada una rebelión encabezada por el
mago (sacerdote medo) Gaumata, Cambises regresó a Asia, dejando en Egipto como gobernador o sátrapa al persa Ariandes.
A Ramsés lo sucedió su hijo Sethy I (1294-1279). Su reinado continuó la pacificación de las regiones fronterizas, completamente dejadas de lado durante el
reinado de Akenatón. Reconquistó gran parte de Canaán, y realizó expediciones en Siria, bajo el poder hitita, y en Libia.
Muerto Suppiluliuma I, rey de Hatti, la influencia hitita se había estabilizado en Kadesh, no obstante Egipto había recuperado Amurru. No se puede establecer un
límite exacto del poder de las dos potencias (Egipto y Hatti). Dos imperios de expansión y poder similar en la región, y en pleno conflicto (como pasaba en esa
época con los egipcios y los hititas), significaba la plena decadencia de las ciudades, fundamentalmente porque las guerras dificultaban el paso de las caravanas y
desestabilizaban la situación política de las ciudades.
El sucesor de Sethi I fue Ramsés II (1279-1213). Este, como su padre Sethy, apenas comenzado su reinado realizó expediciones en Asia. Fortaleció su posición en
la zona de ocupación egipcia, y avanzó con su ejército hacia el norte. Su objetivo era reconquistar Kadesh e impedir una contraofensiva hitita. Fue emboscado en
las cercanías de Kadesh por un ejército compuesto por hititas y tropas auxiliares de varias ciudades sirias, entre ellas la misma Kadesh, al mando del rey Muwatalli
II de Hatti.
Según la versión egipcia fue una victoria propia, y viceversa en la historia hitita. En todo caso no fue una victoria definitiva, y las respectivas esferas de influencia
se mantuvieron aproximadamente como estaban; además, más tarde se selló un tratado de paz entre Ramsés y el sucesor hitita Hattusili III. De todos modos, lo
más probable es que los hititas decidieran terminar la guerra por causa de la amenaza que significaba la expansión de Asiria, un reino del norte de la Mesopotamia.
El mencionado tratado significó el fin de las pretensiones de Ramsés de extender aún más su imperio, tratando de igual a igual a su par hitita.
Ahora bien, terminada la guerra contra los hititas, Ramsés II se propuso integrar política y culturalmente las posesiones asiáticas a Egipto. Su capital, Per-Ramsés,
estaba situada en la frontera de Asia y África, en el mismo emplazamiento que Avaris, la antigua capital de los hicsos, o en sus cercanías, en donde convivían
egipcios y semitas.
Según el libro del Éxodo, los israelitas fueron empleados en su construcción, así como en la ciudad de Pitom, situada está en la misma región, aunque más al sur.
Así mismo, fomentó la asimilación de los dioses asiáticos con los egipcios, por ejemplo Seth, un dios de la guerra originario del Alto Egipto, había sido
relacionado desde los tiempos hicsos con Baal, el dios cananeo de las tormentas. Sabiendo que esta relación persistía, Ramsés elevó a Seth a la categoría de dioses
como Ptah, Ra o Amón (Amón-Ra); incluso Seth formó parte de los nombres de dos faraones de la época Ramésida (Sethi I y II). Esto concuerda además con el
carácter militarista de la dinastía Ramésida, ya que Seth era un dios guerrero.
Ramsés hizo construir y restaurar muchos templos en Tebas (Luxor y Karnak), en la capital, Per-Ramsés, y en Nubia. El templo más destacado es el de Abu
Simbel (Nubia), erigido en su honor; era una forma de mostrar su poder en dicho esta región. Su interés por Nubia —así como el de sus predecesores Horemheb y
Sethi I— se manifestó con la construcción de templos dedicados a Amón en Napata, centro nubio del culto a dicho dios.
Ramsés II murió en 1213, tras 66 años de reinado (el segundo más extenso del Antiguo Egipto), y lo sucedió su decimotercer hijo, Meremptah (1213-1203), que
reinó alrededor de diez años. En los próximos veinte años se sucedieron reyes de los que poco se sabe, y por último Sethnajt se hizo con el poder, inaugurando la
XX dinastía. El período posterior a la muerte de Ramsés II está signado por la aparición de nuevos pueblos extranjeros, conocidos en Egipto como Pueblos del
Mar.

Tercer Periodo Intermedio (c. 1070-656 a. C.)


Tercer periodo intermedio de Egipto transcurre de c. 1070 a
650 a. C.1 Hacia el siglo XI a. C., Egipto se vio dividido en dos
unidades políticas, una dirigida desde Tanis, en el Bajo Egipto, y
otra desde Tebas, en el Alto Egipto. Ambas eran gobernadas por
dinastías de origen libio. Si bien eran independientes entre sí, y en
muchos casos rivales, los gobernantes tebanos sólo ostentaban el
título de Sumo sacerdote de Amón.
Tanis, la capital de la dinastía del norte, estaba próxima a la
ciudad de Avaris, la capital de los hicsos y la Pi-Ramsés de los
Ramésidas (excavada por arqueólogos austriacos dirigidos por
Manfred Bietak).
Se considera, generalmente, que este período incluye desde las
dinastías libias hasta la caída de la dinastía XXV, originaria
de Kush (Nubia), en el siglo VII a. C.
Invasión Asiria de Egipto.
Una vez estabilizadas las conquistas asirias en los
estados arameos de Siria, el imperio asirio pasaba a limitar
directamente con el área de influencia egipcia, Palestina. En la
década de 740-730 a. C. los reinos de Israel y Judá eran vasallos
del asirio Tiglath-Pileser III.
Salmanasar V (727-722 a. C.), el hijo de Tiglath-Pileser, anexionó
el reino de Israel, saqueó su capital, Samaria, y deportó a su
población. Sargón II (721-705 a. C.) anexionó Gaza (Filistea), en
la misma frontera con Egipto, que se había rebelado con el apoyo
de Piye (el primer faraón nubio).
El hijo de Sargón, Senaquerib (704-681 a. C.), también realizó campañas en Filistea, que era el principal paso entre Egipto y el
interior de Asia, donde entabló una batalla contra los egipcios y sus aliados locales. La batalla no fue decisiva pero mantuvo a los
egipcios al margen. Senaquerib tomó Laquís, atacó el reino de Judá (que había roto los lazos de vasallaje con Asiria) y puso sitio
a Jerusalén, pero tuvo que retirarse. Las campañas de Senaquerib en Palestina se datan en el año 701 a. C., cuando reinaba
Shabitqo en Egipto; y en el bíblico libro de los Reyes se encuentran muchas referencias al apoyo egipcio de las rebeliones contra
Asiria.
Las campañas de los soberanos asirios para extender y e impedir que se pierda su influencia en Palestina no eran, ni mucho
menos, la única ocupación de los soberanos asirios en el plano militar. Paralelamente enfrentaban a coaliciones de los jefes
Periodo Helenístico (332-30 a. C.)
Período helenístico (o alejandrino) es un término acuñado a mediados del siglo XIX por el historiador alemán Johann Gustav
Droysen para designar el período histórico comprendido entre la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y la
de Cleopatra y Marco Antonio tras su derrota en la batalla de Accio (30 a. C.).
El ámbito geográfico en el que se desarrolló el período helenístico comprende el extenso territorio conquistado por Alejandro
Magno, que a su muerte se fragmentó en diversas entidades políticas regidas por dinastías de origen griego o macedónico.
En el antiguo Egipto, en esta etapa histórica, que sucede al llamado periodo tardío, reinaron dos dinastías de origen helénico:
la Macedónica (332 a. C. a 309 a. C.) y la ptolemaica (305 a. C. a 30 a. C.)
Algunos historiadores denominan período grecorromano de Egipto a la época que transcurre desde la entrada de Alejandro Magno
en el país hasta las últimas fases de la dominación romana de Egipto, que concluye tras la muerte de Teodosio I el Grande.

Periodo Romano (30 a. C.-640 d. C)


El 30 de julio del año 30 a. C., Octavio entró en Alejandría, liquidando definitivamente la independencia política de Egipto y
convirtiéndolo en provincia romana.
Pasó a sus sucesores el Imperio bizantino después que el Imperio romano fuera repartido el año 395 en Occidente y Oriente, y
permaneció en sus manos hasta la conquista por el pueblo árabe del año 640. Los últimos vestigios de la tradicional cultura del
Antiguo Egipto finalizan definitivamente a comienzos del siglo VI, con los últimos sacerdotes de Isis, que oficiaban el templo de
la isla de File, al proscribirse el culto a los "dioses paganos".

Pueblos del mar


Los pueblos del mar es la denominación con la
que se conoce a un grupo de pueblos de la Edad
del Bronce que migraron hacia Oriente
Próximo durante el 1200 a. C. Navegaban por la
costa oriental del Mediterráneo y
atacaron Egipto durante la dinastía XIX y
especialmente en el año octavo del reinado
de Ramsés III, de la dinastía XX.1
Algunos estudiosos los hacen responsables del
hundimiento de la civilización micénica y
del Imperio hitita, a finales del siglo XIII a. C.,
dando lugar al comienzo de la Edad Oscura, pero
esta hipótesis es controvertida.
Existen escasos documentos sobre quiénes eran
los pueblos del mar, dónde y cómo actuaron. Por
otro lado, los antiguos textos suelen narrar la
historia parcialmente. La arqueología ayuda a
comprender situaciones que pueden contradecir a
los textos, pero los datos de las excavaciones son
escasos en este sentido.

Mesopotamia
Mesopotamia es el nombre por el cual se conoce a la zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, si bien se
extiende a las zonas fértiles contiguas a la franja entre ambos ríos, y que coincide aproximadamente con las áreas no desérticas del
actual Irak y la zona limítrofe del noreste de Siria.
El término alude principalmente a esta zona en la Edad Antigua que se dividía en Asiria (al norte) y Babilonia (al sur). Babilonia
(también conocida como Caldea), a su vez, se dividía en Acadia (parte alta) y Sumeria (parte baja).1 Sus gobernantes eran
llamados patesi.
Los nombres de ciudades como Ur o Nippur, de héroes legendarios como Gilgameš, del Código Hammurabi, de los asombrosos
edificios conocidos como Zigurats, provienen de la Mesopotamia Antigua. Y episodios mencionados en la Biblia o en la Torá,
como los del diluvio o la leyenda de la Torre de Babel, aluden a hechos ocurridos en esta zona.

Israel
El Génesis remonta el principio de Israel a tres patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, el último también conocido como Israel y del
cual derivó posteriormente el nombre de la tierra. Jacob, llamado un "arameo vagabundo" (Deuteronomio 26:5), regresó a Harán,
el hogar de sus antepasados, para obtener esposa. Durante su regreso desde Harán a Canaán cruzó el Jaboc, un afluente oriental
del río Jordán (Génesis 32:22-33). Enviando a su familia y criados lejos, esa noche luchó, en un lugar que se llamó en adelante
Peniel, con un ángel que por la mañana le pidió su nombre. Desde entonces lo retitularon "Israel", 'el que pelea con Dios'. Fue
padre de 12 hijos, de sus esposas Lea y Raquel (hijas de Labán), y de sus sirvientas Bilha y Zilpa. Los doce fueron llamados
los Hijos de Israel. Esta historia sobre los orígenes de Israel lo localiza en la zona oriental de Jordania. Los siguientes relatos se
trasladaron al oeste con la historia del saqueo de Siquem (Génesis 34:1-33), después de lo cual el área de la colina de Canaán se
considera como la base desde la que creció Israel.

Los historiadores consideran generalmente que el período cananeo se extiende desde el principio del III milenio a. C. hasta el final
del siglo XVI a. C. En esta época comienza la migración de las tribus de Israel hacia Canaán, posiblemente desde el sur de la
región caucásica. No existe documentación histórica verificable. Según el Antiguo Testamento, es el periodo correspondiente
a Abraham, Isaac y Jacob, que abarcaría hasta 1650 a. C. aproximadamente.

Completando la liberación nacional emprendida por los faraones de la décimo séptima dinastía, Amosis I se apoderó de Avaris y
expulsó a los hicsos hasta Asia. Así pues, hacia mediados del siglo XVI a. C. Egipto conquistó Canaán donde el protectorado
egipcio se mantuvo durante tres siglos y medio, durante los cuales la situación internacional sufre numerosas modificaciones: los
conflictos con los hititas y las frecuentes rebeliones de los beduinos acampados en el Negev y Sinaí implicaron destrucciones,
saqueos, y deportaciones.
1440 a. C.: reinado de Amenhotep II (circa 1450-1424 a.C.), durante el cual se encuentra en los textos egipcios la primera
mención del pueblo Habiru(posiblemente hebreos).11 La evidencia recientemente descubierta parece indicar que muchos habirus
hablaban hurrita;12 posiblemente era una casta social más que un grupo étnico, e incluso pueden haber estado incorporados en los
grupos tribales de los primeros israelitas.131415
la base histórica del relato del Génesis acerca de José como Visir en Egipto parece corresponder con el período de reinado de
Amenofis III y IV. El casamiento del Visir con la hija de un sacerdote de Ra (el dios sol) y la aceptación por el faraón de la
religión monoteísta de José sugieren que se trataba de Amenofis IV (Akhenaton), el faraón reformador religioso, que sólo adoraba
a Aton (el disco solar) y cambió su nombre por el de Akhenaton y construyó una nueva capital en El Amarna.
1350-1330 a. C.: la correspondencia de Amarna da cuenta detallada de las cartas intercambiadas durante el período de dominación
egipcia en Canaán durante el reinado de Akenatón. Los alcaldes locales, tales como Abdi Khepa de Jerusalén y Labaya de
Siquem, eran delegados del faraón, y actuaban en su favor. Akenaton les informa de haber enviado a la región a un regimiento de
Medjay (Nubia) para mantener orden. En este período comienza la expansión hitita en el norte de Siria, y se conoce la
propagación de una epidemia en la región.
1300 a. C.: algunos comentaristas de la Biblia calculan el nacimiento de Moisés alrededor de esta fecha.
1292 a. C.: comienza la Dinastía XIX con el reinado de Ramsés I. Ramsés II (1279-1213) firmó un tratado con los hititas después
de cederles el norte del Levante. Condujo una campaña a través del territorio que más tarde sería Israel, después de la rebelión de
los shasu que siguió a la batalla de Qadesh, estableciendo una guarnición egipcia en Moab.
El período entre el final de la décimo octava y principios de la vigésima dinastía fue particularmente confuso. La Biblia especifica
que los israelitas salieron de Egipto 480 años antes de que el rey Salomón construyera el Templo (1ª Re 6:1). Esta construcción
data aproximadamente del año 970 a.C. por lo que la fecha aproximada para el Éxodo resulta ser 1450 a.C., sugiriendo que
Tutmosis III pudo haber sido el faraón relacionado con el Éxodo.
El Éxodo de Egipto de los israelitas y su cronología
están en permanente debate. Sin embargo, dado que la
Biblia indica que los hebreos partieron de la ciudad
llamada Ramesés y a hacia Sucot,18 ciudades que son
datadas en el siglo XIII a. C., durante el período en
que Ramsés II gobernaba Egipto, en el campo de la
investigación se considera el año 1250 a.C.19 H.W.F.
Saggs observa en sus escritos académicos que:
La mención de la ciudad de Ramesés en Éxodo 1:11
en tanto que localidad de almacenaje, construida en
parte por los esclavos israelitas, ofrece de hecho un
indicio cronológico, dado que [hoy] es sabido que
Ramsés II construyó una ciudad, Per-Ramsés [i.e., Pi-
Ramsés], la cual se corresponde con el nombre
proporcionado por la Biblia. Ello tiende a posicionar
la esclavitud [de los hebreos] en Egipto y su salida de
ese país en el siglo XIII a. C.20
Evidencia extra-bíblica de la presencia israelita en
Canaán se encuentra seis años después de la muerte
de Ramsés II, en la Estela de Merenptah, en una
inscripción realizada por ese faraón sobre su campaña
militar en tierras de Canaán hacia 1210-1208 a. C.

Periodo de cautiverio en egipto. Los 400 y los 430 años


"Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida
cuatrocientos años... Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta
aquí" (Gén. 15: 13, 16).
Ten por cierto
Este sueño -o quiza fue una visión - le aclaró a Abram las promesas que le habían sido hechas previamente. La información
adicional, ahora revelada, le aclaró que no podía esperar una posesión inmediata de Canaán. Pero se presenta la seguridad de la
promesa en la forma más vigorosa de que es capaz el idioma hebreo. La frase puede traducirse literalmente: "sabiendo, sabrás".
Quizá Abram se preguntó muchas veces cuánto tiempo más tendría que permanecer siendo extranjero en la tierra prometida, y
cómo podría él alguna vez realizar el cumplimiento de las promesas de Dios. Esta revelación no dejó ninguna duda en cuanto a
que seguiría siendo peregrino mientras viviera, lo mismo que sus cuatro generaciones de descendientes que todavía no habían
nacido. En la visión no se menciona la tierra en la cual peregrinarían, pero su cumplimiento indica con claridad que se trataba
tanto de Canaán como de Egipto. Puesto que Canaán dependió económicamente de Egipto durante los días de Abram e Isaac, y
era también dependiente en el sentido político durante los reyes hicsos, en el tiempo de Jacob y José, no es extraño encontrar que
ambos países estaban incluidos en la forma singular "tierra ajena".

Será esclava
Cuán extraño debe haberle parecido a Abram que sus descendientes, acerca de los cuales se habían hecho tan maravillosas
promesas, habían de ser esclavos de aquellos en cuyo medio vivirían. Esta profecía se cumplió a su debido tiempo. Su nieto Jacob
fue siervo de Labán durante 20 años (cap. 31:41). Su bisnieto José aún fue vendido como esclavo, y más tarde puesto en prisión
(caps. 39: 1;40: 4). Finalmente todos los descendientes de Israel fueron esclavizados en Egipto (Exo. 1: 13, 14).

Será oprimida
Esa etapa de la historia de Israel había de incluir no sólo servidumbre sino también aflicción y persecución.
El cumplimiento de esta profecía puede comprobarse prácticamente en cada generación durante cuatro siglos:
Isaac, el hijo de Abram fue "perseguido" por Ismael (Gál. 4:29; cf. Gén. 21:9).
Jacob huyó de Esaú para salvar su vida (Gén. 27:41-43) y más tarde de Labán (cap. 31:2, 21, 29).
José fue vendido como esclavo por sus propios hermanos y más tarde injustamente arrojado en la cárcel (caps. 37:28; 39:20).
Finalmente los hijos de Israel fueron grandemente oprimidos por los egipcios después de la muerte de José (Éxo. 1: 8, 12).

Cuatrocientos años
Las preguntas que se han de contestar son:
(1) ¿Es éste el tiempo de aflicción, o el tiempo de permanencia en Egipto, o ambas cosas?
(2) ¿Cómo se relacionan estos 400 años con los 430 de Exo. 12:40, 41 y Gál. 3:16, 17?

La primera pregunta depende de la solución que se dé a la segunda. La declaración de Éxodo 12:40, es a saber, que "el tiempo que
los hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años", parece implicar que los hebreos estuvieron realmente 430
años allí, desde la entrada de Jacob hasta el éxodo.

Es evidente, por Gál. 3:16, 17, que éste no puede ser su significado. Allí se dice que la ley fue promulgada en el Sinaí 430 años
después del pacto entre Dios y Abram. Si Pablo se refiere a la primera promesa hecha a Abram en Harán (Gén. 12:1-3), los 430
años comenzaron cuando Abram tenía 75 años (cap. 12:4). Los 400 años de aflicción comenzarían pues 30 años más tarde, cuando
Abram tenía 105 y su hijo Isaac 5 años de edad (cap. 21:5). Esto ocurriría por el tiempo cuando Ismael, que "había nacido según la
carne","perseguía [a Isaac] al que había nacido según el Espíritu" (Gál. 4:29; Gén. 21:9-11).

El tiempo exacto desde el llamado de Abram hasta la entrada de Jacob en Egipto fue de 215 años (ver Gén. 12:4; 21:5; 25:26;
47:9), lo que dejaría 215 años de los 430 como el tiempo que realmente pasaron allí los hebreos. Por esta razón, los 430 años de
Éxo. 12:40 deben incluir la permanencia en Canaán tanto como la estada en Egipto, desde la vocación de Abram hasta el éxodo.
La LXX traduce así Exo. 12:40: "Y la permanencia de los hijos de Israel, mientras habitaron en la tierra de Egipto y la tierra de
Canaán, fue de cuatrocientos treinta años".

Como ya se ha señalado, la tierra de Canaán dependía tanto de Egipto durante el período patriarcal, que los faraones de Egipto en
realidad la consideraban como suya y se referían a ella como tal. Durante la dinastía XVIII, cuyos faraones dominaron tanto a
Palestina como a Siria, Moisés podía incluir apropiadamente a Canaán dentro de los términos de Egipto como lo hizo en Exo. 12:

En la cuarta generación
Los comentadores que aplican los 400 años del vers. 13 al tiempo que realmente pasaron los hebreos en Egipto, encuentran aquí
una grave dificultad. Deben suponer que las cuatro generaciones tuvieron un promedio exacto de 100 años cada una. Esto es
contrario a la evidencia de que disponemos.

Sin embargo, puesto que los 400 años del vers. 13 se deben referir al tiempo que va desdeAbram hasta el éxodo y puesto que el
tiempo que realmente pasó Israel en Egipto fue sólo de 215 años, no existe ninguna discrepancia entre esta predicción y su
cumplimiento.

Caleb perteneció a la cuarta generación contando desde Judá (1 Crón. 2: 3-5, 18) y Moisés desde Leví (Exo. 6: 16-20). Los
intentos para determinar la duración de una"generación" sobre la base de Gén. 15: 13, 16 son injustificados, y los resultados son
completamente engañosos. Sin embargo, esto podría significar que una "generación", o grupo de personas, entró en Egipto, dos
moraron allí, y la cuarta salió del país. El cumplimiento registrado de esta profecia (Éxo. 6:16-20), hacen imposible cualquier otra
explicación del periodo de los 430 años.
La conquista de Cannaán
Según la Biblia, tras salir de Egipto, los israelitas
vagaron por el desierto durante una generación, para
invadir luego la tierra de Canaán destruyendo ciudades
cananeas, como Ai, Jericó y Hazor bajo las órdenes
de Josué. Sin embargo, este hecho también se lo adjudica
Ramses II que asegura haber conquistado Canaán y
destruido Jericó y otras ciudades circa 1200 a. C.,26 a
pesar del hecho de que Ai y Jericó parecen haber estado
deshabitadas en este tiempo, desde que habían sido
destruidas cerca del 1400 a. C. Muchos otros de los sitios
mencionados en el Libro de Josué también parecen haber
estado abandonados en el 1200 (fecha sugerida por
Mattfield como la más probable para el Éxodo), pero
estaban ocupados en el siglo VII a. C.. Otros grupos
podían haber desempeñado un papel protagonista en la
destrucción de centros urbanos durante la última edad de
bronce, como los pueblos del mar, entre los cuales
estaban los filisteos y los mismos egipcios, que
invadieron la zona muchas veces. Las guerras entre
las ciudades-estados vecinas han desempeñado
probablemente un papel importante.

Periodo de los Jueces


Si los israelitas regresaron a Canaán hacia el 1400 a. C.,
ésta era una época en que los grandes poderes de la
región estaban concentrados entre Egipto y los
ascendientes Hititas. Posteriormente, hacia el año 1200
a.C. fue la época de los "pueblos del mar", en la que
filisteos, tjekkers y posiblemente dananeos se instalaron
a lo largo de la costa desde Gazaen el sur a Joppa en el
norte. El Oriente Medio parecía vivir en una edad
oscura, de la que tardó siglos en salir. La recuperación
parece que comenzó en las ciudades comerciantes del
área filistea, siguiendo hacia el norte, a las feniciasantes
de avanzar hacia las zonas interiores, las colinas de
Judea y Samaria (que recibirían los beneficios del
comercio recién a finales del Siglo X a.C.).
En sus ataques iniciales bajo Josué los hebreos ocuparon
la mayoría de Canaán, que repartieron según las líneas
familiares tradicionales derivadas de los hijos de Jacob y
de José (las tribus de Israel). No había ningún gobierno
formal, y el pueblo era guiado por los jueces.
Los Jueces eran los líderes carismáticos de su tiempo,
personas inspiradas por el Espíritu Santo (Jue 3:10; 6:34;
11:29; 13:25; 14:6,19; 15:14,19). Eran los pastores del
pueblo que generalmente pertenecían a las familias más
importantes de sus tribus.(2ª Sam 7:7).
Periodo Helenístico (332-30 a. C.)
Período helenístico (o alejandrino) es un término acuñado a mediados del siglo XIX por el historiador alemán Johann Gustav
Droysen para designar el período histórico comprendido entre la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y la
de Cleopatra y Marco Antonio tras su derrota en la batalla de Accio (30 a. C.).
El ámbito geográfico en el que se desarrolló el período helenístico comprende el extenso territorio conquistado por Alejandro
Magno, que a su muerte se fragmentó en diversas entidades políticas regidas por dinastías de origen griego o macedónico.
En el antiguo Egipto, en esta etapa histórica, que sucede al llamado periodo tardío, reinaron dos dinastías de origen helénico:
la Macedónica (332 a. C. a 309 a. C.) y la ptolemaica (305 a. C. a 30 a. C.)
Algunos historiadores denominan período grecorromano de Egipto a la época que transcurre desde la entrada de Alejandro Magno
en el país hasta las últimas fases de la dominación romana de Egipto, que concluye tras la muerte de Teodosio I el Grande.

Periodo Romano (30 a. C.-640 d. C)


El 30 de julio del año 30 a. C., Octavio entró en Alejandría, liquidando definitivamente la independencia política de Egipto y
convirtiéndolo en provincia romana.
Pasó a sus sucesores el Imperio bizantino después que el Imperio romano fuera repartido el año 395 en Occidente y Oriente, y
permaneció en sus manos hasta la conquista por el pueblo árabe del año 640. Los últimos vestigios de la tradicional cultura del
Antiguo Egipto finalizan definitivamente a comienzos del siglo VI, con los últimos sacerdotes de Isis, que oficiaban el templo de
la isla de File, al proscribirse el culto a los "dioses paganos".

Pueblos del mar


Los pueblos del mar es la denominación con la
que se conoce a un grupo de pueblos de la Edad
del Bronce que migraron hacia Oriente
Próximo durante el 1200 a. C. Navegaban por la
costa oriental del Mediterráneo y
atacaron Egipto durante la dinastía XIX y
especialmente en el año octavo del reinado
de Ramsés III, de la dinastía XX.1
Algunos estudiosos los hacen responsables del
hundimiento de la civilización micénica y
del Imperio hitita, a finales del siglo XIII a. C.,
dando lugar al comienzo de la Edad Oscura, pero
esta hipótesis es controvertida.
Existen escasos documentos sobre quiénes eran
los pueblos del mar, dónde y cómo actuaron. Por
otro lado, los antiguos textos suelen narrar la
historia parcialmente. La arqueología ayuda a
comprender situaciones que pueden contradecir a
los textos, pero los datos de las excavaciones son
escasos en este sentido.

Mesopotamia
Mesopotamia es el nombre por el cual se conoce a la zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, si bien se
extiende a las zonas fértiles contiguas a la franja entre ambos ríos, y que coincide aproximadamente con las áreas no desérticas del
actual Irak y la zona limítrofe del noreste de Siria.
El término alude principalmente a esta zona en la Edad Antigua que se dividía en Asiria (al norte) y Babilonia (al sur). Babilonia
(también conocida como Caldea), a su vez, se dividía en Acadia (parte alta) y Sumeria (parte baja).1 Sus gobernantes eran
llamados patesi.
Los nombres de ciudades como Ur o Nippur, de héroes legendarios como Gilgameš, del Código Hammurabi, de los asombrosos
edificios conocidos como Zigurats, provienen de la Mesopotamia Antigua. Y episodios mencionados en la Biblia o en la Torá,
como los del diluvio o la leyenda de la Torre de Babel, aluden a hechos ocurridos en esta zona.

Israel
El Génesis remonta el principio de Israel a tres patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, el último también conocido como Israel y del
cual derivó posteriormente el nombre de la tierra. Jacob, llamado un "arameo vagabundo" (Deuteronomio 26:5), regresó a Harán,
el hogar de sus antepasados, para obtener esposa. Durante su regreso desde Harán a Canaán cruzó el Jaboc, un afluente oriental
del río Jordán (Génesis 32:22-33). Enviando a su familia y criados lejos, esa noche luchó, en un lugar que se llamó en adelante
Peniel, con un ángel que por la mañana le pidió su nombre. Desde entonces lo retitularon "Israel", 'el que pelea con Dios'. Fue
División en dos reinos

Monarquía dividida: Reino de Judá (sur) y Reino de Israel (norte). El mapa presenta los dos reinos hebreos hacia 830 a.C..

Con la muerte de Salomón en 928 a. C., dejando como heredero a su hijo Roboam, las tensiones entre las diez tribus israelitas del
norte y aquellas de Judá y Benjamín en el sur alcanzaron un punto de crisis. Cuando Roboam desoyó las quejas económicas, el
territorio de Israel fue dividido en dos entidades hebreas: el Reino de Israel en el norte y el Reino de Judá en el sur. El primero
incluyó en su territorio a Siquem y Samaria; el segundo conservó Jerusalén. La mayoría de las demás provincias vasallas no-
hebreas se perdieron.

El Reino de Israel se mantuvo independiente desde el año 928 a. C. hasta 722 a. C., cuando fue conquistado por el imperio asirio.
El Reino de Judá tuvo una vida más larga que su rival, existiendo hasta 586 a. C., cuando fue conquistado por el imperio
babilónico.4748

Reino de Israel, 928-720 a. C


En 928 a.C., Jeroboam lideró la rebelión de las tribus norteñas
estableciendo el reino de Israel (I Reyes), con capital en Siquem.
B. S. J. Isserlin asegura que el reino de Israel era similar a los
cananeos de su entorno geográfico, tanto en su política y
economía como en los planteamientos urbanos, artísticos e
industriales.

Económicamente el estado de Israel parece haberse desarrollado


mejor que su vecino del sur, debido a las mayores precipitaciones
y unos sistemas agrícolas más productivos pero sobre todo, debido
a su posición estratégica para aprovechar el comercio regional. La
Biblia indica que Yahvé estaba «indignado» con las tribus
norteñas por el modo de vida ostentoso, desigual y corrupto que
practicaban. A su vez, la tribu de Judá se mantenía apenas «un
poco menos infiel… reconoce todavía a Dios» (Oseas 4:15; 11:12;
Amós 2:4-8).
Según el relato bíblico, que no se puede comprobar por fuentes
exteriores, hubo 19 reyes en Israel. Políticamente fue menos
estable que Judá, manteniendo una dirección carismática por
méritos, y la competencia entre las familias predominantes parece
depender mucho más de acuerdos (de trasfondo comercial) con
poderes exteriores, como Tiro, Aram o Asiria que en su propia
autoridad. Esta necesidad de aplacar a vecinos importantes
comenzó ya en el reinado de Jeroboam, cuando, a pesar de las
fortalezas de Tirzah, Siquem, y Penuel, Israel fue invadido por
el faraón Sheshonq I de la dinastía XXII.
REYES DE ISRAEL (REINO DEL NORTE)
930 - 722 AC - Nueve Dinastías
Nº Rey Fecha AC Bueno/ Años de Relación con Fin de su reino Cita Bíblica
Malo reinado predecesor
1 Jeroboam I 930-909 M 22 Herido por Dios 1ª Re 11, 26-14, 20
2 Nadab 909-908 M 2 Hijo Asesinado por Basá 1ª Re 15, 25-28
3 Basá 908-886 M 24 Hijo de Ajías Murió 1ª Re 15, 27-16, 7
4 Elá 886-885 M 2 Hijo Asesinado por Zimrí 1ª Re 16, 6-14
5 Zimri 885 M 7 días Capitán carros de guerra suicidio 1ª Re 16, 9-20
6 (Tibní)* 885-880 M 5 Hijo de Ginat Murió 1ª Re 16, 21-22
7 Omrí 885-874 M 12 Capitán del Ejército Murió 1ª Re 16, 23-28
8 Ajab 874-853 M 22 Hijo Herido en batalla 1ª Re 16, 28-22, 40
9 Ocozías 853-842 M 2 Hijo Muerte por una caída 1ª Re 22,40-2ª Re 1,18
10 Joram 852-841 M 12 Hermano Asesinado por Jehú 2ª Re 3, 1-9,25
11 Jehú 841-814 M 28 (ninguna) Murió 2ª Re 9, 1-10. 36
12 Joacaz 814-798 M 17 Hijo Murió 2ª Re 13, 1-9
13 Joás 798-782 M 16 Hijo Murió 2ª Re 13, 10-14, 16
14 Jeroboam II 793-753 M 41 Hijo Murió 2ª Re 14, 23-29
15 Zacarías 753 M 6 meses Hijo Asesinado por Selum 2ª Re 14, 29-15, 12
16 Selum 752 M 1 mes (ninguna) Asesinado por Menajem 2ª Re 15, 10-15
17 Menajem 752-742 M 10 (ninguna) Murió 2ª Re 15, 15-22
18 Pecajías 742-740 M 2 Hijo Asesinado por Pecaj 2ª Re 15, 22-26
19 Pecaj 740-732 M 20 Capitán del Ejército Asesinado por Oseas 2ª Re 15, 27-31
20 Oseas 732-722 M 9 (ninguna) Exiliado a Asiria 2ª Re 15, 30-17

* El sombreado indica las divisiones entre las nueve dinastías que gobernaron el Reino del Norte. Tibní, quien peleó sin éxito contra Omrí por el trono después de
la muerte de Zimri, no cuenta como una dinastía independiente. Su nombre está en la tabla porque su reino se menciona en la Biblia y está incluido en algunas
listas de los reyes de Israel.
Hijo de Remalías y capitán del ejército de Pekaías. Con la ayuda de los Galaaditas mató a Pekaías en Samaria y lo sucedió en el trono. Reinó en Israel desde
el 740 a.C. -732 a.C. (Los 20 años de 2 Reyes 15:27 deben incluir una corregencia con Pekaías, o más probablemente una regencia rival en Galaad).Ayudó a
formar una liga para mantener el avance de los asirios bajo Tiglat-pileser y se unió con Rezín de Siria para forzar a Jotam de Judá a unirse con ellos, pero Isaías
aconsejó a Jotam y a su sucesor Acaz que permanecieran neutrales.

Cautiverio asirio de los israelitas del norte


En el año 853 a. C. Salmanasar III de Asiria y posteriormente Sargón II en el 722 a. C. conquistaron las diez tribus norteñas de
Israel destruyendo su capital, Samaria, y enviando a la población al exilio y cautiverio. La mayoría de los habitantes, incluyendo
la clase dirigente, fue deportada a otras tierras ocupadas por el imperio asirio y se trajo gente de esos lugares a Samaria. Así,
dispersados entre otras naciones, asimilados en nuevas culturas, llegaron a perder su identidad original. Nunca volvieron, como
pueblo, a la tierra de Israel, se les llamó las diez tribus perdidas.

Profetas del Reino de Israel


Elías, el oponente de las invenciones religiosas bajo Acab y Jezabel, 870-852 a.C.
Eliseo, el sucesor elegido de Elías, 855-798 a.C.
Amós, 780-760 a.C.
Oseas, 760-722 a.C.

Reino de Judá, 928-587 a. C.


Cuando en 928 a. C. el reino de Israel fue dividido, las tribus de Judá y Benjamín permanecieron fieles a Roboam, formando el
reino de Judá con capital en Jerusalén. Roboam luchó contra el rey de las tribus norteñas (Jeroboam de Israel), guerra que
mantuvo su hijo Abías o Abiyam (II Crónicas 12 y 13), acabando con su ejército y tomando Betel.
REYES DE JUDA (REINO DEL SUR)
930-586 AC - * Una sola Dinastía
Nº Rey Fecha AC Bueno/ Años de Relación con Fin de su reino Cita Bíblica
Malo reinado predecesor
1 Roboam 930-913 M 17 Hijo de Salomón Murió 1ª Re 11, 42 -14, 31
2 Abías 913-910 M 3 Hijo Murió 1ª Re 14, 31 – 15, 8
3 Asá 910-869 B 41 Hijo Murió 1ª Re 15, 8 -24
4 Josafat 872-848 B 25 Hijo Murió 1ª Re 22, 41-55
5 Joram 848-841 M 8 Hijo Herido por Dios 2ª Re 8, 16-24
6 Ocozías 841 M 1 Hijo Asesinado por Jehú 2ª Re 8, 24 – 9, 29
7 Atalía 841-835 M 7 Madre Asesinada por el Ejército 2ª Re 11, 1-20
8 Joás 835-796 B 40 Nieto Asesinado por sirvientes 2ª Re 11, 1 – 12, 21
9 Amasías 796-767 B 29 Hijo Asesinado por la corte 2ª Re 14, 1-20
10 Ozías 792-740 B 52 Hijo Herido por Dios 2ª Re 15, 1-7
11 Jotam 750-732 B 16 Hijo Murió 2ª Re 15, 32-38
12 Ajaz 735-715 M 16 Hijo Murió 2ª Re 16, 1-20
13 Ezequías 715-686 B 29 Hijo Murió 2ª Re 18, 1 – 20, 21
14 Manasés 697-642 M 55 Hijo Murió 2ª Re 21, 1-18
15 Amón 642-640 M 2 Hijo Asesinado por sirvientes 2ª Re 21, 19-26
16 Josías 640-609 B 31 Hijo En batalla 2ª Re 22, 1 – 23, 30
17 Joacaz 609 M 3 meses Hijo Exiliado a Egipto 2ª Re 23, 31-33
18 Joakim 609-598 M 11 Hermano Murió en asedio 2ª Re 23, 34 – 24, 5
19 Joaquín 598-597 M 3 meses Hijo Exiliado a Babilonia 2ª Re 24, 6-16
20 Sedecías 597-586 M 11 Tío Exiliado a Babilonia 2ª Re 24, 17 – 25, 30

Profetas del Reino de Judá


Joel, 810-750 a.C.
Isaías, 740-700 a.C.
Miqueas, 742-687 a.C.
Sofonías, 640-610 a.C.
Nahum, 630-612a.C.
Hulda (profetiza), 610-605 a.C.
Habacuc, 605 a.C.
Jeremías, 626-587 a.C.
Ezequiel, 593-570 a.C.

Cautiverio babilónico de los judíos


605 a. C.: primera diáspora. La “parte noble” del pueblo judío (entre ellos el profeta Daniel) se ve forzada a vivir en territorio
imperial y bajo sus lineamientos.
586 a. C.: Babilonia conquista Judá y su capital, Jerusalén. Gran parte de la población, sobre todo la nobleza, fue deportada a
Babilonia. A ello se refiere comúnmente la expresión Cautiverio de Babilonia.
Muchos consiguieron huir a Egipto, Siria, Mesopotamia, o Persia. El rey de Judá (ciego y sometido) conservaba su título nominal
(Jer 52:31) y los hebreos “valiosos” eran ubicados en cargos importantes de la administración imperial (Dn 1:19; 2:49). No
obstante, los judíos se sentían "esclavos" ya que quien impartía los dictámenes en relación a la vida, el ritual y culto era el
monarca babilónico (Daniel 3:10; 37). Los judíos estaban cautivados… (Jer 50:33).
Dominio persa
Siete decenios después, Dios transmitía al rey de Babilonia: “Tu imperio... será dado a los persas” (Dn 4:24; 5: 20-28). En el año
559 a. C.: Ciro II el Grande se convirtió en rey de Persia, y conquistó Babilonia en el 539 a. C.El imperio persa gobernó Asia
occidental, incluyendo a Israel, hasta 332 a. C.
Como la mayoría de los grandes emperadores de la Antigüedad, Ciro permitió a sus súbditos practicar su propia religión en tanto
que incorporasen al monarca y le hiciesen ofrendas. Respecto a los judíos, Ciro tomó la medida de acabar con su estatus de nación
esclava, aunque la relación siguió siendo una de dependencia. Estas reformas se reflejan en el cilindro de Ciro y en los libros
bíblicos de I Crónicas y de Esdras, que indican que Ciro sacó a los israelitas de la servidumbre en Babilonia y, por decreto, en 537
a. C., les otorgó la permisión para volver a la tierra de Israel y reedificar el Templo de Jerusalén, cosa que parte de ellos llevó a
cabo.

Reconstrucción del Templo


La reconstrucción de la comunidad judía en Jerusalén había comenzado bajo Ciro el Grande quien había permitido a los judíos
cautivos en Babilonia regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo de Salomón la casa de Jehová "Esto es lo que ha dicho Ciro el
rey de Persia: ‘Todos los reinos de la tierra me los ha dado Jehová el Dios de los cielos, y él mismo me ha comisionado para que
le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. Cualquiera que haya entre ustedes de todo su pueblo, resulte su Dios estar con
él. Así, pues, que suba a Jerusalén, que está en Judá, y reedifique la casa de Jehová el Dios de Israel —él es el Dios [verdadero]—
la cual estaba en Jerusalén." (Esdras 1:2,3,5). Ciro permitió que Sesbasar, príncipe de la tribu de Judá, y Zorobabel (descendiente
del rey David) llevaran a los judíos de Babilonia a Jerusalén en el año 537 a. C. con los objetos del Templo que los babilónicos
habían tomado, y comenzaron la construcción del segundo templo (Esdras 1 y ss., (Isaías) 44 y 45), que se concluirá en 525 a. C.
bajo la dirección espiritual de los profetas Ageo y Zacarías.

Artajerjes encargó a Esdras un sacerdote-escriba judío, a través de una carta de decreto, que se encargara de los asuntos
eclesiásticos y civiles de la nación judía. Una copia de este decreto aparece en el Libro de Esdras, 7:13-28.8. Esdras entonces
abandonó Babilonia en el primer mes del séptimo año (aproximadamente 457 a. C.) del reinado de Artajerjes, al frente de una
compañía de judíos que incluía a sacerdotes y levitas. Llegaron a Jerusalén el primer día del quinto mes del séptimo año
(Calendario hebreo).
En 445 a. C. Artajerjes nombró virrey de Judá a Nehemías, que fortificó Jerusalén para defenderse del gobernador de Samaria.
Los pocos miles de judíos retornados estaban despojados de las riquezas materiales. La vida se les tornaba difícil bajo el dominio
persa. La reformada vida israelí fue conducida por los escribas judíos Nehemías (Nehemías 1-6) y Esdras; este último instituyó la
sinagoga y sus servicios de rezos, y coronó la Toráh leyéndola en público ante la gran asamblea que instaló en Jerusalén.
Comenzaba a renacer el impulso de comunidad religiosa, logrando que Dios volviera a estar en medio de ellos (Ageo 2:5,6,20).
La herencia de Alejandro Magno
Los persas fueron derrotados por Alejandro Magno, en el 331 a. C., en cuyo imperio estaba incluido Israel. Se dice que no atacó
Jerusalén después que una delegación de judíos lo convencieran de su lealtad, mostrándole las profecías contenidas en las
escrituras que esto debía ocurrir.
En el 323 a. C. moría Alejandro, y en la lucha por el poder Israel cambió de manos por lo menos cinco veces en apenas veinte
años. Babilonia y Siria fueron gobernadas por los seléucidas, y Egipto por los ptolomeos. Durante el reinado de Ptolomeo II (281-
246 a. C.) se tradujo la Septuaginta en Alejandría. En esta época comenzaron a tomar importancia algunas sectas, como
los fariseos, saduceos y esenios.
El rey seléucida Antíoco IV Epífanes atacó y venció a los ptolomeos y conquistó su imperio, saqueando Jerusalén para usar los
fondos del Templo. Entre 174-163 a. C. promulgó varias ordenanzas para conseguir la helenización de los judíos: trató de suprimir
el culto a Yahveh, prohibió el judaísmo suspendiendo toda clase de manifestación religiosa y trató de establecer el culto a
los dioses griegos. Las imposición de ideas griegas hacía sentir ‘esclavizados’ a los judíos (1ª Mac 8:18).
“...los sacerdotes ya no mostraban celo por el servicio del altar; sino que ...descuidando los sacrificios, ...eran invitados a lanzar el
disco”(2ª Macabeos 4:14,15). Pero el sacerdote judío Matatías y sus dos hijos (los Macabeos) consiguieron levantar a los "judíos
piadosos" (jasidim) en su contra y lo expulsaron. La fiesta judía de Jánuca conmemora este hecho (I Macabeos).

Reino de asmoneo
Judas Macabeo recuperó Jerusalén en 164 a. C., purificando el Templo, reanudando los
sacrificios; en 150 a. C. se expulsó a los sirios de Jerusalén, formándose Judá como
Estado judío independiente. Comenzaba el reinado de los Asmoneos, apoyado por
los fariseos (168-142 a. C.). Cuando el imperio seléucida cayó en 129 a. C., el estado
judío adquirió plena autonomía.
Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo y Sumo sacerdote, gobernó desde Jerusalén entre
134 y 104 a. C., pero no fue reconocido como rey al no ser descendiente de David. Se
anexionó Jordania, Samaria, Galilea e Idumea, con el apoyo de Roma. Los idumeos
fueron forzados a convertirse al judaísmo.
En 105 a. C. el nuevo rey y sumo sacerdote de Judá, Alejandro Janneo, cambió el apoyo
de los fariseos por el de los saduceos.

Ocupacion Romana
En el año 63 a. C. Pompeyo conquistó la región, convirtiéndola en reino tributario
de Roma, y entre 57 y 55 a. C. Aulo Gabinio, procónsul de Siria, repartió el reino
asmoneo en Galilea, Samaria y Judea, con 5 distritos bajo la jurisdicción del Sanedrín.
Reprimió una revuelta popular y restituyó a Juan Hircano II como sumo sacerdote.
Durante su campaña en Egipto, Alejandro, hijo de Aristóbulo II, arrebató a Hircano II
el título de sumo sacerdote, pero en el año 54 a. C. Gabinio restableció el orden.

En 40 a. C. Herodes el Grande fue designado rey de los judíos por el Senado romano,
lo que no indicaba independencia pero sí una cierta autonomía, y una total exención de
impuestos. Durante su reinado nacieron Jesús de Nazareth y Juan Bautista. Le
sucedió Herodes Antipas, nombrado tetrarca de Galilea y Perea el año 4 a.C.

En el año 6, Arquelao, etnarca de Samaria, Judea e Idumea fue depuesto por Augusto,
y el territorio se anexionó a Siria como Provincia de Judea, con capital en Cesárea,
bajo gobierno directo de Roma. Quirino, legado de Siria, organizó el primer censo de
Judea al que se oponían los zelotes dirigidos por Judas el Galileo.
Siguió un breve periodo de paz en Judá y Galilea durante los años 7-26, durante los cuales murió (el año 9) Hillel, presidente del
Sanedrín y opuesto a la rigidez religiosa de Shammai, y el año 18 el prefecto Valerio Grato nombró Sumo Sacerdote a Caifás, que
sería depuesto en el 36 por el legado sirio Vitelio.

El año 26 Poncio Pilatos fue nombrado gobernador de Judea. Durante su mandato (26 - 36) fue decapitado Juan Bautista y
crucificado Jesús. También fue depuesto por Vitelo.

Tras la muerte de Herodes Antipas el año 39, Claudio designa como rey de los judíos a Herodes Agripa I (41-44), a Herodes de
Calcis y posteriormente a Herodes Agripa II, (48-100), séptimo y último rey de la familia Herodes.

Primera guerra judeo-romana


Comenzó en el año 66, cuando Eleazar ben Ananías, cesó los rezos y los sacrificios en el Templo en honor al emperador romano y
mandó atacar a la guarnición de Jerusalén, todo ello debido al robo del tesoro del Templo. Herodes Agripa II huyó y los judíos
consiguieron hacer frente al legado de Siria hasta la llegada del general Vespasiano en el año 67, que logró conquistar el norte. En
el 69 fue nombrado emperador, dejando a su hijo Tito el encargo de tomar Jerusalén.

Destrucción de Jerusalén
Tito logró tomar la ciudad y arrasar con la población en el año 70, destruyendo el segundo Templo, del cual solo se mantuvo
parcialmente en pie la pared occidental, conocida actualmente como el "muro de los lamentos". La última fortaleza
rebelde, Masada, cayó el año 73. A continuación, los romanos sustituyeron la figura del procurador por un pretor, y estacionaron
de forma permanente la X Legión.

El rabino Yochanan ben Zakai, huido de Jerusalén, obtuvo el permiso del general romano para establecer un centro de aprendizaje
judío y formar el Sanedrín en la ciudad de Yavne, lo que se considera el comienzo del judaísmo rabínico, cuando se recopiló
la Halajá. El Sanedrín se convirtió en el cuerpo religioso, político y judicial supremo para los judíos por todo el mundo hasta
el 425, cuando fue disuelto por el emperador Marciano.

Segunda guerra judeo-romana


Llamada guerra de Kitos, comenzó en el 113 debida a las medidas de Trajano contra los judíos: prohibición del estudio de
la Torá y la observancia del Shabat, medidas tomadas para asegurarse la retaguardia mientras luchaba contra el Imperio Parto. La
revuelta se produjo en varios lugares debido a la diáspora: en Cirene, desde donde se extendió a Alejandría, en Chipre, y en
Mesopotamia, siendo duramente reprimida por los romanos. En el 118 fue nombrado emperador Adriano, que prometió autorizar
la reconstrucción del Templo, lo que trajo la paz a la región.

Tercera guerra judeo-romana


En 132 estalló la rebelión de Bar Kojba, debida a varias razones, pero sobre todo a los decretos dictados por Adriano que
prohibían el Brit Milá, la celebración del Shabat, y las leyes de pureza en la familia, así como por las noticias de que pretendía
levantar un templo en honor de Júpiter sobre las ruinas del de Jerusalén.

Akiva ben Iosef, que presidía el Sanedrín, convenció al resto de sus miembros de nombrar nasí (príncipe) a Simón bar Kojba, que
declaró la independencia frente al Imperio romano, manteniendo a Israel durante tres años como estado independiente y llegando
a emitir su propia moneda. Los romanos enviaron nueve legiones para reconquistar Israel, adoptando una estrategia de tierra
quemada: según Dión Casio, murieron 580.000 personas y se arrasaron 50 pueblos fortificados y 985 aldeas. Bar Kojba se refugió
en la fortaleza de Betar, donde fue capturado y muerto por los romanos en el 135.

Jerusalén también fue arrasada, y para evitar el retorno de los judíos se construyó una ciudad romana, Aelia Capitolina, y se
aposentó una guarnición en el lugar donde se había levantado el Templo. Para completar la humillación, se llamó desde entonces a
la región Provincia de Palestina, eligiendo el nombre de los filisteos a quienes Roma identificó como enemigos de los judíos. La
mayoría de la población judía fue asesinada, esclavizada o exiliada y la religión judía prohibida, con lo que el centro de la vida
religiosa judía pasó a Babilonia. En el siglo IV, Constantino I el Grande permitió a los judíos regresar a Jerusalén a lamentar su
derrota una vez al año, el 9 de Av, en el Muro de las Lamentaciones.

Asiria
Asiria fue un imperio de la antigüedad situado en el suroeste asiático, que ocupaba el norte de la antigua Mesopotamia,
mientras Babilonia ocupaba la parte sur. Sus límites fueron, al sur Caldea (Babilonia), al este la Media y al oeste Siria.

La ciudad más importante se hallaba a orillas del Tigris, al lado del templo de su principal divinidad Assur; la ciudad tomó el
nombre de Assur o El-Assur dando lugar al nombre del país: Asiria. Otras ciudades importantes fueron Nínive (destruida
en 612 a. C., Harrán, Calakh y Dur Sharrukin (actualmente Jorsabad). Assur llegó a ser la capital del imperio en el siglo xiii a.C.
Imperio Nuevo Asirio o Neoasirio

A finales del siglo X a. C. los reyes asirios ya anexionaron varios territorios de los arameos que estaban situados al este del
río Jabur (en el valle central del Éufrates) y de los de la región de los ríos Gran Zab y Pequeño Zab.
En el siglo IX a. C. reinó Asurnasirpal II, desde el 884 al 859 a. C. Construyó la ciudad de Kalhu y la hizo su capital, en
sustitución de la antigua Aššur. La arqueología de esta ciudad ha dado un verdadero tesoro en inscripciones halladas en los
monumentos, sobre la historia de este rey. Se sabe de él entre otras cosas que sus campañas bélicas fueron numerosas,
devastadoras y brutales.
En el siglo VIII a. C. surge un floreciente imperio militar que duró dos siglos. En este periodo histórico fueron tributarios de
Asiria los fenicios, los israelitas y muchos pueblos de la Media y de Persia. Los asirios llegaron en su expansión hasta Egipto por
el oeste y Persia por el este. Es una época de esplendor en que los reyes vivían con gran lujo, ejerciendo un gobierno despótico.
Durante esos años gobernó la dinastía de los Sargónidas, cuyo primer rey fue Sargón II que trasladó su séquito a una nueva
ciudad llamada Dur Sharrukin (Fuerte de Sargón). Las ciudades se embellecieron con magníficos monumentos a costa de los
cuantiosos tributos cobrados a los pueblos sometidos.
Sargón II fue sucedido por Senaquerib, (célebre por el relato bíblico que afirma que no pudo tomar Jerusalén en tiempos del
rey Ezequías y el profeta Isaías), y éste por Asarhaddón, quien reinó en los primeros años del siglo VII a. C., y llegó
hasta Egipto y tomó la capital, Menfis. Su hijo Asurbanipal llegó más lejos, hasta Tebas, la cual saqueó, e hizo campañas militares
en Susa (Irán). A la muerte de este rey hubo una revolución interna. Después de estos acontecimientos hay pocas noticias
históricas.

Organización territorial Asiria a la muerte de Asurbanipal, en verde oscuro se muestran los pahitu/pahutu (provincias), en amarillo los matu (reinos sujetos), en color crema el reino de
Babilonia, los puntos amarillos muestran otros reinos sujetos, los puntos negros las provincias de Babilonia, y la letra café provincias que existieron anteriormente
Para poder llevar a cabo la expansión territorial del imperio se sientan las bases administrativas con Tiglatpileser III, quien
establece una reforma que extiende el sistema provincial a la zona exterior, donde los reinados autonómos se convierten en
provincias asirias, las cuales poseen una capital con palacio y son regidas por un gobernador. Un elemento importante son las
deportaciones cruzadas de los pueblos vencidos, que permitieron poblar los campos y ciudades asirias. Esto trajo como
consecuencia la destrucción de las identidades nacionales y culturales de los pueblos sojuzgados y la expansión del idioma
arameo, el cual se extiende por todo el imperio por las migraciones forzadas en masa.

El fin del Imperio asirio se vincula a la devastación de Susa por parte de los ejércitos Asurbanipal, con lo cual se crea un vacío de
poder en la región de Elam, que posteriormente será ocupado por los persas, y a la posterior derrota sufrida por los últimos reyes
asirios Sin-shar-ishkun y Ashur-uballit II contra los medos y los babilonios; y un nuevo pueblo que llegaba por el norte:
los escitas. Babilonia recuperó su independencia y Ciáxares de la Media sitió y destruyó Nínive, la ciudad asiria más poderosa y
odiada por sus enemigos. Allí fue donde murió Sin-shar-ishkun en el año 612 a. C. Podemos ver en la Biblia el sentimiento de
venganza entre los conquistadores de la capital de uno de los Imperios más crueles de la región: "¡Asolada está Nínive! ¿Quién
tendrá piedad de ella?" (Nahum, 3, 7). Asiria aún resistiría tres años más mediante el autoproclamado rey Ashur-uballit II, que
gobernó un reducido territorio con capital en Harrán merced al apoyo egipcio. En 609 a. C. medos y babilonios tomaban Harrán
poniendo punto final al Imperio asirio.

Reyes del periodo Neo-asirio


Adad-nirari II (911-891 a. C.)
Tukulti-ninurta II (891-883 a. C.)
Asurnasirpal II (883-859 a. C.)
Salmanasar III (858-824 a. C.)
Shamshi-Adad V (823-811 a. C.)
Adadnarari III (810-783 a. C.)
Sammuramat o Semíramis , regente (810-805 a. C.)
Salmanasar IV (783-772 a. C.)
Ashur-dan III (772-755 a. C.)
Ashur-nirari V (754-745 a. C.)
Tiglatpileser III (744-727 a. C.)
Salmanasar V (727-722 a. C.)
Sargón II (722-705 a. C.)
Senaquerib (705-681 a. C.)
Asarhaddón (681-669 a. C.)
Asurbanipal (669-630 o 627 a. C.)
Assur-etil-ilani (627-626 a. C.)
Sin-shumu-lisir, usurpador (626 a. C.)
Sin-shar-ishkun (626-612 a. C.)
En el 612 a. C., Nínive (la capital asiria), cayó ante la confederación medobabilonia; un general asirio —apoyado por
los egipcios— continuó gobernando unos cuantos años desde Harrán con el nombre de Ashur-uballit II (c.612 – c. 609 a. C.)

Babilonia
La etimología de Babilonia deriva del término griego Babylon, la forma griega del acadio Babilum, esto es, «La Puerta de Dios»,
traducido. En la Biblia es llamada Babel.

Fue un antiguo imperio localizado en la región central-sur de Mesopotamia, teniendo su epicentro en la ciudad de Babilonia y que
llegó a extenderse por Acad y Sumeria. Su historia se divide en dos etapas principales, separadas entre sí por el período de
dominación asiria; el imperio paleobabilónico o amorrita (1792 a. C.–1595 a. C.) y el imperio neobabilónico o caldeo (626 a. C.–
539 a. C.). El imperio babilónico fue sucedido por el persa tras las conquistas de Ciro II el Grande.
En Asiria, Ashur-uballit I llegó al trono en 1365 a. C. y emprendió una serie de reformas hasta constituir el llamado Primer
imperio asirio. Su sucesor atacó Mitani, saqueando su capital en el siglo XVI a. C. y conquistando el resto del territorio en los 30
años siguientes. En 1274 a. C. subió al trono asirio Salmanasar I, quien emprendió una serie de conquistas hacia el oeste, llegando
hasta la frontera del reino hitita. Su sucesor Tukulti-Ninurta I amplió las fronteras por el norte, penetrando en el Cáucaso y por el
este, hacia los montes Zagros.
Finalmente, el monarca asirio se dirigió hacia el sur, hacia los territorios administrados por los casitas, entre los que se encontraba
Babilonia. Los casitas fueron vencidos, siendo obligados a pagar tributos al rey de Asiria.
Hacia 1200 a. C. comenzaron a llegar oleadas de unos nuevos invasores provenientes del Mediterráneo. Fueron conocidos
como Pueblos del Mar y su presencia se sintió prácticamente en todas las regiones del Mediterráneo oriental. El pueblo que más
afectado se vio por estas invasiones fueron los hititas, cuyo imperio, previamente debilitado por la expansión asiria, fue
completamente destruido por ellas. Los Pueblos del Mar también dañaron tanto a Egipto como a Asiria, por lo que Babilonia y
especialmente el reino de Elam –en el extremo oriental de Mesopotamia– se vieron beneficiados.
1124 a. C. fue el año que vio el fin de la dinastía casita, con la toma del poder por un nativo babilonio, que será
llamado Nabucodonosor I. El nuevo rey derrotó a los elamitas, iniciando un breve período de independencia para la región.
El dominio asirio
Hacia el 1300 a. C. en las montañas del Cáucaso se desarrolló un nuevo tipo de metalurgia, la del hierro. Durante ese período la
región había sido controlada por los hititas, pero con su caída, el manejo del nuevo metal pasa a los asirios.
Es posible que el dominio de esta nueva técnica contribuyese a las posteriores victorias militares de los asirios, al dotarles de
armas más resistentes que sus pueblos vecinos y proporcionarles un bien valioso con el que comerciar. Siendo o no así,
en 1115 a. C. llegó al trono asirio Teglatfalasar I, quien emprendió una campaña de conquistas hasta recuperar el territorio poseído
durante el reinado de Tukulti-Ninurta I. En 1103 a. C. atacó y venció a Nabucodonosor I de Babilonia.
Hacia el siglo XII a. C. un nuevo pueblo semita emergió del desierto de Arabia, fueron los arameos. Durante el reinado
de Teglatfalasar I, Asiria consiguió mantenerlos fuera de sus fronteras, pero tras su muerte, los arameos comienzan a penetrar en
el país, debilitándolo durante el siglo y medio siguiente. Esta situación fue aprovechada por los pueblos cercanos para fortalecerse.
Es el período de auge de los reinos de Israel –reinado del rey David– y del reino de Damasco.
El 911 a. C. Adad-nirari II ascendió al trono de Asiria, quien tras reorganizar el ejército consiguió derrotar a los principados que
los arameos habían fundado. A este rey le sucedió Tukulti-Ninurta II, quien sólo reinó cinco años. Durante este período se
incrementó la explotación y los suministros de hierro disponibles, lo cual permitió equipar completamente al ejército con armas de
este metal. Otro factor decisivo fue el desarrollo de maquinaria de asedio, como el ariete, que permitió el derribo de murallas y por
tanto acabó con la necesidad de organizar largos asedios para tomar las ciudades.
Todos estos avances los aprovechó Asurnasirpal II quien consiguió derrotar definitivamente a los principados arameos, llegando
hasta el Mediterráneo. Su sucesor, Salmanasar III, también contó con esta ventaja, pero sus fuerzas estuvieron divididas en tantos
frentes que no consiguió infligir ninguna derrota definitiva a sus enemigos. Sus principales oponentes fueron el reino de Urartu –
situado al norte del Imperio asirio, en torno a la actual Armenia–, la tribu semítica de los caldeos –proveniente de Arabia– y
los medos, de origen indoeuropeo. Estos últimos introdujeron en la región un tipo de caballo, posiblemente conseguido mediante
crianza, de mayor tamaño y fuerza, de forma que podían ser cabalgados por una persona. Este avance se expandió rápidamente,
llegando a Asiria al tiempo que los nuevos pueblos.
Antes de la muerte de Salmanasar III su hijo mayor se rebeló tratando de tomar el trono, llegando esta revuelta hasta la muerte del
rey, tras la cual será su hijo menor –Shamshi-Adad V– el que hereda el trono y derrota a su hermano. Tras su muerte su
hijo Adadnarari III, aún un niño, recibe el título, pero debido a su edad será la mujer del rey, Semíramis, la que gobierne como
regente.
Este fue un período de estancamiento para Asiria y de reforzamiento para los reinos que la rodeaban. Así, Urartu alcanzó su
apogeo en el reinado de Argishti I (778 a. C. - 750 a. C.) y el reino de Israel vivió un nuevo período de prosperidad con el reinado
de Jeroboam II.
Está situación se extendió por los reinados de Salmanasar IV, Ashurdan III y Ashur-nirari V, terminando al producirse un
levantamiento militar que culminará con el nombramiento de una nueva dinastía y un nuevo rey, Tiglath-Pileser III, quien tras
reorganizar el ejército se dispuso a conquistar los reinos vecinos. Derrotó a los medos en el este, obligándoles a rendir tributo a
Asiria. En el oeste, terminó con el período de independencia de los reinos locales, haciendo vasallo a Israel y conquistando el
reino arameo de Damasco. En el norte conquistó la mitad meridional de Urartu. Y en el Sur, en Babilonia, aprovechando una
disputa dinástica de la dinastía caldea, se hizo con el título de rey.
A Tiglath-Pileser III le sucedió Salmanasar V, quien aparte del trono de Asiria heredó también el de Babilonia. El nuevo rey duró
cinco años pues en 722 a. C. fue depuesto en una revuelta que terminó con la joven dinastía. El nuevo rey, tal vez un general, se
dio el nombre de Sargón II (en acadio rey legítimo) por lo que él y sus sucesores fueron llamados Sargónidas. Con los Sargónidas
Asiria vivió una etapa de esplendor militar, pero las continuas guerras y rebeliones, pese a ser sofocadas, iban socavando la
economía de la región.
Este período correspondió con la entrada de los cimerios en la región, provenientes de Escitia, al norte del mar Negro. Atacaron lo
que quedaba de Urartu, lo que fue aprovechado por Sargón II para invadir el país. Ante esto, Urartu tuvo que aceptar rendir
vasallaje a Asiria, junto a la cual consiguió derrotar a los nómadas.
En Babilonia, un noble local aprovecho la guerra en el norte para autoproclamarse rey, haciéndose llamar Marduk-apal-iddina
II (llamado en la Biblia Merodac-Baladán quien visitoa Ezequias). Conservó el título durante diez años, hasta que los asirios
pudieron marchar hacia el sur y deponerlo, siendo enviado al exilio en 711 a. C. y recuperando Sargón II el título.
Tras la muerte de éste, su sucesor, Senaquerib, tuvo que enfrentarse a una nueva rebelión en Babilonia, esta vez auspiciada por
los elamitas.5 Para derrotarlos ideó una ingeniosa campaña. En vez de atravesar Babilonia hasta llegar a Elam, mandó construir
una flota en la parte superior del Éufrates, y la dirigió río abajo, hacia su desembocadura en el golfo Pérsico. Una vez allí, navegó
y desembarcó directamente en Elam. Pero los elamitas idearon un contraataque igual de ingenioso. En vez de combatir contra el
ejército asirio se dirigieron hacia el territorio de estos, pasando por Babilonia, y dejando sus tierras defendidas por unos pocos
hombres. Ante esta situación, el ejército asirio no podía más que volverse. Senaquerib entonces se dirigió a Babilonia, la
conquistó y la destruyó en 689 a. C. La destrucción fue prácticamente completa y sólo los esfuerzos de su sucesor, Asarhaddón,
permitieron su reconstrucción. Durante el reinado de éste el Imperio asirio se mantuvo y llegó a su máxima extensión. Se
emprendieron una serie de campañas, principalmente hacia Egipto, logrando los asirios saquear la ciudad de Memphis. Tras la
muerte de Asarhaddón le sucedió su hijo menor, Asurbanipal y su reinado estuvo marcado tanto por las guerras contra cimerios y
elamitas –a quienes derrotó completamente destruyendo Susa en 639 a. C. –, como por la construcción de la biblioteca de Nínive.
Durante el final de su reinado, llegó al trono de Babilonia Nabopolasar, aún como vasallo, pero tras la muerte del rey Babilonia
declaró su independencia.
El Imperio caldeo o neobabilónico

La independencia de Babilonia supuso de inmediato la guerra entre ésta y Asiria. Coincidiendo con la rebelión en el sur, al
noroeste, un jefe medo llamado Ciáxares consiguió unificar bajo su mando un grupo de tribus medas y escitas. Ciáxares firmó
una alianza con Nabopolasar, sellándola con el matrimonio entre su hija y el hijo del rey babilonio en el 616 a. C. De esta forma,
medos desde el norte y caldeos desde el sur, atacaron conjuntamente Asiria, quien, viéndose rodeada, firmó una alianza con sus
antiguos enemigos de Egipto. La ayuda egipcia no llegó a tiempo. En 614 a. C. cayó la ciudad de Assur y, finalmente,
en 612 a. C. medos y caldeos tomaron la capital asiria, Nínive, la cual fue saqueada de tal forma que no quedaron más que ruinas.
La caída asiria fue celebrada por los reinos anteriormente sometidos. Así la Biblia lo relata:

Se han abierto las puertas de los ríos, y el templo ha sido arrasado. Ha sido llevada cautiva su reina y las mujeres conducidas a la
esclavitud [...] Y Nínive con las aguas ha quedado hecha una laguna [...] Devastada ha quedado ella, y desgarrada y despedazada
[...] ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, llena toda de fraudes y extorsiones, y de continuas rapiñas!
Tras la caída de Nínive, el ejército asirio resistió unos años más en la ciudad de Harrán. El ejército egipcio, entretenido en una
campaña contra los judíos, no llegó a tiempo de rescatar la ciudad, que cayó finalmente en 605 a. C. Tras la derrota asiria, el
ejército babilonio, marchó a por el egipcio. Al mando ya no estaba Nabopolasar, quien había enfermado, si no su hijo, que sería
conocido como Nabucodonosor II. Se enfrentó a los egipcios en la Batalla de Karkemiš, derrotándoles completamente. Esta
batalla supuso que toda la región de Canaán quedase bajo control caldeo. A partir de este momento nace el llamado Imperio
babilónico o caldeo, que dominará una extensión de terreno tan importante como su predecesor, el Imperio asirio.
El dominio de Canaán no estuvo exento de problemas. Los egipcios alentaron las revueltas locales y se sucedieron los
levantamientos de los reinos y ciudades-estado de la región. Así, en el 598 a. C. el reino de Judá se rebela. Es derrotado y algunos
líderes de la rebelión son enviados al exilio, llegando al trono un nuevo rey, Sedecías. Esto no impidió que se produjeran nuevas
rebeliones, y en 587 a. C. el pueblo de Judá, cuyo rey estaba siendo alentado por los egipcios, vuelve a levantarse en armas. Este
periodo coincide con la actividad del profeta Jeremías, que según dice la Biblia pidió al rey judío la rendición ante los caldeos,
profetizando en caso contrario la destrucción de Jerusalén:
Dijo, pues, Jeremías a Sedecías: Esto dice el señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Si te sales y te pones en manos de los
oficiales del rey de Babilonia, salvarás tu vida, y esta ciudad no será entregada a las llamas, y te pondrás en salvo tú y tu familia.
Pero si no vas a encontrar a los oficiales del rey de Babilonia, será entregada la ciudad en poder de los caldeos, los cuales la
abrasarán y tú no escaparás de sus manos.
Fueron de nuevo derrotados, y en esta ocasión la represión fue más dura: según el mismo Jeremías, los babilonios, a su entrada a
la ciudad, mataron a la familia de Sedecías y a él le sacaron los ojos y le condujeron al exilio a la ciudad de Babilonia. También al
exilio fue enviada el resto de la población, tanto nobles como plebeyos. Sin embargo a los pobres se les mantuvo en libertad,
concediéndoles tierras. La ciudad de Jerusalén fue arrasada y el palacio real, las viviendas y las murallas destruidas.
Otro foco de insurrección en el oeste fue la ciudad de Tiro, situada entonces en una isla –hoy península– a orillas
del Mediterráneo, en el actual Líbano. Nabucodonosor II envió allí su ejército, que se situó en la costa, frente a la isla, y levantó
un asedio. Sin embargo, la superioridad naval tiria hizo inútil el sitio, que duró trece años, tiempo tras el cual se firmó una paz,
consistente en el vasallaje de la ciudad.
Durante la segunda mitad de su reinado, Nabucodonosor II se dedicó a embellecer la ciudad de Babilonia, convirtiéndola en la
mayor metrópoli de su época. Así la describió Heródoto un siglo después:
La Asiria tiene muchas y grandes ciudades, pero de todas ellas la más famosa y fuerte era Babilonia, donde existía la corte y los
palacios reales después que Nino [Nínive] fue destruida. Situada en una gran llanura, viene a formar un cuadro, cuyos lados tienen
cada uno de frente ciento veinte estadios, de suerte que el ámbito de toda ella es de cuatrocientos ochenta. Sus obras de
fortificación y ornato son las más perfectas de cuantas ciudades conocemos. Primeramente la rodea un foso profundo, ancho y
lleno de agua. Después la ciñen unas murallas que tienen de ancho cincuenta codos reales, y de alto hasta doscientos, siendo el
codo real tres dedos mayores del codo común y ordinario.
De esta etapa datan algunos de los monumentos más célebres de la ciudad mesopotámica. Es el caso de la Puerta de Istar, o de
los Jardines colgantes de Babilonia.
Nabucodonosor muere en el 562 a. C., siendo sucedido por su hijo Evilmerodac (Amel-Marduk) quien a los dos años fue víctima
de una conspiración siendo depuesto por su cuñado, que se hizo llamar Neriglisar (Nergal-sharusur). Cuatro años después moría el
nuevo rey, siendo sucedido por su hijo Labashi-Marduk, cuyo reinado acabó ese mismo año al ser víctima de una conspiración,
acabando así la dinastía iniciada por Nabopolasar.
Tras esto fue puesto el trono Nabu-naid, más conocido como Nabónido, quien relegó las tareas militares en su hijo Balâtsu-
usur (en acadio: Baal protege al rey), más conocido como Baltasar o Belsasar. Mientras tanto, el monarca se dedicó a tareas
culturales, recopilando y estudiando antiguas escrituras.

Nabónido Lo que es seguro es que no pertenecía, ciertamente, a la dinastía anterior, y que ascendió al trono luego de derrocar al joven
rey Labashi-Marduk en el año 556 a. C. Es posible que haya legitimado su apropiación del trono mediante su casamiento con Nitocris, una hija
de Nabucodonosor II y viuda de Neriglisar (también conocido como Nergal-sharezer,o como Nebuzaradam Jeremias 40).
El fin del Imperio babilónico: la conquista persa
Durante el reinado de Nabónido, en la
vecina Media se sucedió la inestabilidad. Un
nuevo jefe llegó al principado de Anshan,
vasallo del reino medo. Se hizo llamar Ciro II
de Anshan, más conocido como Ciro el
Grande. En 559 a. C. el nuevo rey se declaró
independiente de Media, lo que supuso la
guerra. No sólo consiguió mantener la
independencia del principado, sino que
en 550 a. C. tomó la capital meda, Ecbatana,
convirtiéndose así en el nuevo monarca de
toda la región. A continuación Ciro se lanzó a
la conquista del reino de Lidia, en Asia menor,
cuya conquista completó en el 547 a. C.
Durante estas campañas Nabónido de
babilonia se mantuvo inactivo. Sin embargo,
tras la caída de Lidia, buscó la alianza
de Egipto contra el posible invasor. Ésta
resultó inútil y en 539 a. C. Ciro se encontraba atacando la capital babilonia. La caída de la ciudad fue narrada posteriormente por
el historiador griego Heródoto:
En medio de su apuro, ya fuese que alguno se lo aconsejase, o que él mismo lo discurriese, [Ciro] tomó esta resolución.
Dividiendo sus tropas, formó las unas cerca del río en la parte por donde entra en la ciudad, y las otras en la parte opuesta,
dándoles orden de que luego que viesen disminuirse la corriente en términos de permitir el paso, entrasen por el río en la ciudad.
Después de estas disposiciones, se marchó con la gente menos útil de su ejército a la famosa laguna, y en ella hizo con el río lo
mismo que había hecho la reina Nitocris.
Abrió una acequia o introdujo por ella el agua en la laguna, que a la sazón estaba convertida en un pantano, logrando de este modo
desviar la corriente del río y hacer vadeable la madre. Cuando los persas, apostados a las orillas del Éufrates, le vieron menguado
de manera que el agua no les llegaba más que a la mitad del muslo, se fueron entrando por él en Babilonia. Si en aquella ocasión
los babilonios hubiesen presentido lo que Ciro iba a practicar o no hubiesen estado nimiamente confiados de que los persas no
podrían entrar en la ciudad, hubieran acabado malamente con ellos. Porque sólo con cerrar todas las puertas que miran al río, y
subirse sobre las cercas que corren por sus márgenes, los hubieran podido coger como a los peces en la nasa. Pero entonces fueron
sorprendidos por los persas; y según dicen los habitantes de aquella ciudad, estaban ya prisioneros los que moraban en los
extremos de ella, y los que vivían en el centro ignoraban absolutamente lo que pasaba, con motivo de la gran extensión del pueblo,
y porque siendo además un día de fiesta, se hallaban bailando y divirtiendo en sus convites y festines, en los cuales continuaron
hasta que del todo se vieron en poder del enemigo. De este modo fue tomada Babilonia la primera vez.
Con la conquista persa terminó la historia de Babilonia como reino independiente. Otros rebeldes y jefes locales posteriores
tomarían el título de Rey de Babilonia, pero no se trató más que de actos ceremoniales o de rebeldía frente al poder central.
XI Dinastía: Dinastía Neo-Babilónica o Caldea
Inicio del Final del
Monarca
reinado reinado
Nabopolasar 625 a. C. 605 a. C.
Nabucodonosor II 605 a. C. 562 a. C.
Amel-Marduk 562 a. C. 560 a. C.
Nergal-shar-usur (Neriglisar) 560 a. C. 556 a. C.
Labashi-Marduk 556 a. C.
Nabónido 556 a. C. 539 a. C.

Ciro II el Grande
Ciro II el Grande (cerca 600/575 – 530 a. C.) fue un rey aqueménida de Persia (circa 559-530 a. C.) y el fundador
del Imperio persa aqueménida (en persa antiguo: Haxāmanišiya), tras vencer a Astiages, último rey medo (550 a. C.) y extender
su dominio por la meseta central de Irán y gran parte de Mesopotamia. Sus conquistas se extendieron
sobre Media, Lidia y Babilonia, desde el mar Mediterráneo hasta la cordillera del Hindu Kush, con lo que creó el
mayor imperio conocido hasta ese momento. Este duró más de doscientos años, hasta su conquista final por Alejandro
Magno (332 a. C.).
Orígenes
Ciro II era hijo de Cambises I de Anshan, de la dinastía aqueménida, y, según Heródoto, de Mandane, hija del rey
medo Astiages y de Aryenis, princesa del reino de Lidia. Esto le proporciona cierta legitimidad sobre los tronos de Media y Lidia,
por lo que se puede tomar como un invento de la propaganda oficial. No obstante, las alianzas dinásticas eran usuales.

Conquistas de Ciro.

Conquista de Media
Hacia el 559 a. C., Ciro II sucedió a su padre Cambises I. Según Heródoto, Ciro se rebeló contra el soberano medo Astiages,
a quien logró deponer luego de recibir el apoyo de Harpago, comandante del ejército medo. Fuentes contemporáneas confirman
que en 550 a. C. (Crónica de Nabonido, o Crónica de Babilonia Nº7),1 o 553 a. C. (Cilindro de Sippar), Astiages atacó a Ciro,
pero fue entregado al rey persa por sus propias tropas. Ciro tomó entonces Ecbatana, la capital de Media, y trasladó su tesoro a
Persia. Heródoto menciona varias veces a generales de origen medo en las campañas de Ciro, entre ellos Harpago.

Conquista de Lidia
Solo la frontera occidental del área de influencia meda era el río Halis (Anatolia, actual Turquía), que lo separaba del reino
de Lidia. Creso, rey de Lidia, era cuñado del depuesto Astiages, por lo que existía una alianza matrimonial entre ambos reinos.
Creso cruzó el río Halys y se enfrentó con Ciro en Pteria. Pero ninguno de los dos bandos ganó.
Según Heródoto, Creso se retiró para pasar las estaciones frías y esperar refuerzos de su aliado Amasis II de Egipto y de la ciudad
griega de Esparta. Pero fue perseguido por los persas hasta su capital, Sardes, y sitiado. Sardes cayó. A punto de ser quemado en
la hoguera, Ciro le perdonó la vida. El gran imperio destruido terminaba siendo, entonces, el suyo propio.
La Crónica de Nabonido nos informa que en el verano del 547 a. C., Ciro «conquistó el país de Li[...]» y mató a su rey. Los
símbolos cuneiformes que representan el reino conquistado parecen poder interpretarse como «Lidia». Esta contradice a Heródoto
en la estación de la conquista de Sardes y en la muerte de Creso.

Conquista de Babilonia
El rey de Babilonia era Nabonido, que había pasado una gran parte de su reinado en el oasis árabe de Tema, pero había regresado
a Babilonia probablemente a raíz de la amenaza de Ciro. Las campañas contra Babilonia parecen haber comenzado a finales de la
década de 540 a. C. El primer hecho preciso del que se tiene noticia es la victoria de Ciro sobre los babilonios en la batalla de
Opis, en el otoño de 539 a. C. Sippar se rindió, y Gobrias, gobernador persa de Gutium, entró sin batalla en Babilonia el 12 de
octubre del 539 a. C. Ciro llegó varios días más tarde.

Las provincias orientales


Las provincias orientales del Imperio, en Asia central, que corresponden a los
actuales Afganistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Eran habitadas por sogdianos, bactrianos y arios, pueblos de origen
iranio indoeuropeo y emparentados estrechamente con medos y persas. Ciro pudo haberlas heredado del reino medo, o
conquistado tras la anexión de Lidia, según se puede suponer de los textos de Heródoto y Ctesias.
Siria y Judea
La región de Siria-Judea, que formaba parte del Imperio neobabilónico, fue subyugada pacíficamente. Ciro permitió el regreso
a Jerusalén de las comunidades judías deportadas en Babilonia (Esdras). Según datos arqueológicos, también de grupos de
deportados arameos a su tierra de origen en Siria. Las ciudades fenicias no ofrecieron resistencia, y se estableció una especie de
protectorado.

Campañas posteriores y muerte


Hacia 530 a. C., Ciro emprendió una campaña contra los nómadas escitas del nordeste del imperio, concretamente la tribu de
los masagetas, fue superado y muerto por los masagetas acaudillados por la reina Tomiris. Fue sucedido por su hijo Cambises II.

Medo-Persas
El Imperio aqueménida, es el nombre dado al primer y más extenso de los imperios de los persas,1 el cual se extendió por los
territorios de los actuales estados de Irán, Irak,Turkmenistán,Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Rusia, Chipre, Siria, Líbano, Israel,
Palestina, Grecia y Egipto.
Su expansión territorial comenzó, durante el reinado de Ciro II (559-530 a. C.), con la anexión del reino medo, y alcanzó su
máximo apogeo en el año 500 a. C., cuando llegó a abarcar parte de los territorios de los actuales estados
de Libia, Bulgaria y Pakistán, así como ciertas áreas del Cáucaso, Sudán y Asia Central. El imperio comenzó como un estado
tributario de los medos pero acabó conquistando el Imperio medo y ampliándolo hasta abarcar Egipto y Asia Menor.
Con Jerjes llegó casi a conquistar la Antigua Grecia. Las grandes conquistas hicieron de él el imperio más grande en extensión
hasta entonces. Su existencia concluyó en 330 a. C. cuando el último de los reyes aqueménidas, Darío III, fue vencido por el
conquistador macedonio Alejandro Magno.

Las grandes conquistas


Gracias a Ciro (555-529 a. C.), rey de Anshan, el dominio medo sobre la meseta iraní fue breve. Ciro creó un poderoso ejército
siguiendo el modelo de los antiguos asirios. Cuando sucedió a su padre Cambises I en el 559 a. C., las entidades políticas
hegemónicas en la región eran el Imperio neobabilónico, el reino medo, Lidia y Egipto. Entre los años 553 y 550 a. C., Ciro
derrotó al rey medo Astiages, tomó su capital, Ecbatana, y llevó sus tesoros a Anshan.Tras unificar a los persas y someter a los
medos, Ciro, llamado después "el Grande", emprendió la conquista de Babilonia (con lo que puso fin al Imperio
neobabilónico), Siria, Palestina y Asia Menor. El reino de Lidia, en Asia Menor, cayó en poder de Ciro hacia el 545 a. C. Se cree
que la guerra contra el Imperio neobabilónico, que se encontraba rodeado por los persas en sus fronteras oriental y septentrional,
habría comenzado hacia finales de la década de 540 a. C. En cualquier caso, en el año 539 Babilonia fue tomada por el general
persa Gobrias (Posiblemente Dario el Medo), haciéndose presente Ciro días más tarde. El nuevo gobernante asumió la titulatura
regia babilonia, que incluía los títulos de rey de Babilonia, rey de Sumer y Akkad y rey de los países. Ciro se presentó a sí mismo
como el "salvador" de las naciones conquistadas. Para reforzar esta imagen y "crear condiciones de cooperación con las elites
locales", protegió los cultos (como el de Marduk en Babilonia) y restauró templos y otras infraestructuras en las ciudades
recientemente adquiridas. Con ello Ciro se
ganó el apoyo de buena parte de la casta
sacerdotal de Babilonia, la que en los textos
(el Cilindro de Ciro, el Poema sobre
Nabonido) por lo general se muestra
favorable hacia él. En el Tanaj, Ciro es
bienvenido por el Segundo Isaías, un judío
de Babilonia. Asimismo, de acuerdo a los
libros bíblicos de Esdras y Nehemías, Ciro
permitió regresar a Judea y reconstruir el
Templo a los judíos cautivos en Babilonia.
A diferencia de los conquistadores asirios y
babilonios precedentes, Ciro trató con
benevolencia a los pueblos sometidos y
perdonó a los reyes enemigos. En general,
Ciro siguió la estrategia de dejar las
estructuras administrativas de los lugares
conquistados, pero sometiéndolos al poder
imperial.

Ciro murió en el 530 a. C. durante una


campaña contra los masagetas de Asia
Central, y fue sucedido por su hijo Cambises II (530-522), quien continuó su labor de conquista. Dirigió la conquista de Egipto,
presumiblemente planeada con anterioridad. Falleció en julio de 522 a. C. como resultado de un accidente o suicidio, durante una
revuelta liderada por un clan sacerdotal que había perdido su poder después de que Ciro conquistase Media. En el momento de la
muerte de Cambises, el Imperio se extendía desde el Mediterráneo (incluyendo Egipto y Anatolia) hasta la cordillera del Hindu
Kush en el actual Afganistán, lo que marcó la máxima extensión del Imperio aqueménida y configurando el mayor imperio hasta
entonces conocido en el Próximo Oriente.
habían tomado, y comenzaron la construcción del segundo templo (Esdras 1 y ss., (Isaías) 44 y 45), que se concluirá en 525 a. C.
bajo la dirección espiritual de los profetas Ageo y Zacarías.

Artajerjes encargó a Esdras un sacerdote-escriba judío, a través de una carta de decreto, que se encargara de los asuntos
eclesiásticos y civiles de la nación judía. Una copia de este decreto aparece en el Libro de Esdras, 7:13-28.8. Esdras entonces
abandonó Babilonia en el primer mes del séptimo año (aproximadamente 457 a. C.) del reinado de Artajerjes, al frente de una
compañía de judíos que incluía a sacerdotes y levitas. Llegaron a Jerusalén el primer día del quinto mes del séptimo año
(Calendario hebreo).
En 445 a. C. Artajerjes nombró virrey de Judá a Nehemías, que fortificó Jerusalén para defenderse del gobernador de Samaria.
Los pocos miles de judíos retornados estaban despojados de las riquezas materiales. La vida se les tornaba difícil bajo el dominio
persa. La reformada vida israelí fue conducida por los escribas judíos Nehemías (Nehemías 1-6) y Esdras; este último instituyó la
sinagoga y sus servicios de rezos, y coronó la Toráh leyéndola en público ante la gran asamblea que instaló en Jerusalén.
Comenzaba a renacer el impulso de comunidad religiosa, logrando que Dios volviera a estar en medio de ellos (Ageo 2:5,6,20).
La herencia de Alejandro Magno
Los persas fueron derrotados por Alejandro Magno, en el 331 a. C., en cuyo imperio estaba incluido Israel. Se dice que no atacó
Jerusalén después que una delegación de judíos lo convencieran de su lealtad, mostrándole las profecías contenidas en las
escrituras que esto debía ocurrir.
En el 323 a. C. moría Alejandro, y en la lucha por el poder Israel cambió de manos por lo menos cinco veces en apenas veinte
años. Babilonia y Siria fueron gobernadas por los seléucidas, y Egipto por los ptolomeos. Durante el reinado de Ptolomeo II (281-
246 a. C.) se tradujo la Septuaginta en Alejandría. En esta época comenzaron a tomar importancia algunas sectas, como
los fariseos, saduceos y esenios.
El rey seléucida Antíoco IV Epífanes atacó y venció a los ptolomeos y conquistó su imperio, saqueando Jerusalén para usar los
fondos del Templo. Entre 174-163 a. C. promulgó varias ordenanzas para conseguir la helenización de los judíos: trató de suprimir
el culto a Yahveh, prohibió el judaísmo suspendiendo toda clase de manifestación religiosa y trató de establecer el culto a
los dioses griegos. Las imposición de ideas griegas hacía sentir ‘esclavizados’ a los judíos (1ª Mac 8:18).
“...los sacerdotes ya no mostraban celo por el servicio del altar; sino que ...descuidando los sacrificios, ...eran invitados a lanzar el
disco”(2ª Macabeos 4:14,15). Pero el sacerdote judío Matatías y sus dos hijos (los Macabeos) consiguieron levantar a los "judíos
piadosos" (jasidim) en su contra y lo expulsaron. La fiesta judía de Jánuca conmemora este hecho (I Macabeos).

Reino de asmoneo
Judas Macabeo recuperó Jerusalén en 164 a. C., purificando el Templo, reanudando los
sacrificios; en 150 a. C. se expulsó a los sirios de Jerusalén, formándose Judá como
Estado judío independiente. Comenzaba el reinado de los Asmoneos, apoyado por
los fariseos (168-142 a. C.). Cuando el imperio seléucida cayó en 129 a. C., el estado
judío adquirió plena autonomía.
Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo y Sumo sacerdote, gobernó desde Jerusalén entre
134 y 104 a. C., pero no fue reconocido como rey al no ser descendiente de David. Se
anexionó Jordania, Samaria, Galilea e Idumea, con el apoyo de Roma. Los idumeos
fueron forzados a convertirse al judaísmo.
En 105 a. C. el nuevo rey y sumo sacerdote de Judá, Alejandro Janneo, cambió el apoyo
de los fariseos por el de los saduceos.

Ocupacion Romana
En el año 63 a. C. Pompeyo conquistó la región, convirtiéndola en reino tributario
de Roma, y entre 57 y 55 a. C. Aulo Gabinio, procónsul de Siria, repartió el reino
asmoneo en Galilea, Samaria y Judea, con 5 distritos bajo la jurisdicción del Sanedrín.
Reprimió una revuelta popular y restituyó a Juan Hircano II como sumo sacerdote.
Durante su campaña en Egipto, Alejandro, hijo de Aristóbulo II, arrebató a Hircano II
el título de sumo sacerdote, pero en el año 54 a. C. Gabinio restableció el orden.

En 40 a. C. Herodes el Grande fue designado rey de los judíos por el Senado romano,
lo que no indicaba independencia pero sí una cierta autonomía, y una total exención de
impuestos. Durante su reinado nacieron Jesús de Nazareth y Juan Bautista. Le
sucedió Herodes Antipas, nombrado tetrarca de Galilea y Perea el año 4 a.C.

En el año 6, Arquelao, etnarca de Samaria, Judea e Idumea fue depuesto por Augusto,
y el territorio se anexionó a Siria como Provincia de Judea, con capital en Cesárea,
bajo gobierno directo de Roma. Quirino, legado de Siria, organizó el primer censo de
Judea al que se oponían los zelotes dirigidos por Judas el Galileo.
Después de su victoria en la batalla de las Termópilas, Jerjes saqueó la ciudad evacuada de Atenas y se preparó para enfrentarse a
los griegos en el estratégico istmo de Corinto y el golfo Sarónico. Los habitantes de Atenas se habían refugiados en la pequeña
isla de Salamina; cuando llegaron los persas a Atenas incendiaron la ciudad y viajaron hacia Salamina. En 480 a. C. los griegos
obtuvieron una decisiva victoria en la batalla naval de Salamina en la cual los pequeños y ágiles barcos atenienses derrotaron a los
pesados y grandes barcos persas. Forzaron a Jerjes a retirarse a Sardes. El ejército que dejó en Grecia, bajo el mando de Mardonio,
fue destruido en el año 479 a. C. en la batalla de Platea. La derrota final de los persas en Micala animó a las ciudades griegas de
Asia a sublevarse, y marcó el final de las Guerras Médicas, junto con la expansión persa a Europa.
Después de los fracasos militares de la Segunda Guerra Médica, los aqueménidas detuvieron su expansión y perdieron algunos
territorios. Cuando Jerjes murió asesinado en el 465 a. C., se desató una crisis sucesoria en la que terminaría por
imponerse Artajerjes I (465-424 a. C.), quien trasladó la capital de Persépolis a Babilonia. Fue durante este reinado que
el elamita dejó de ser el idioma del gobierno, y ganó en prominencia el arameo. Fue probablemente durante este reinado que se
introdujo como calendario nacional el calendario solar (basado en el babilónico).
Artajerjes I murió fuera de Persis, pero su cuerpo fue llevado allí para ser enterrado junto a sus antepasados, probablemente
en Naqsh-e Rustam. Se produjo una situación similar a la de la muerte de Jerjes I. Los tres hijos de Artajerjes disputaron el trono,
sucediéndose en el mismo año Jerjes II (su hijo mayor, que le sucedió y fue asesinado por uno de sus hermanastros unas pocas
semanas más tarde), Sogdiano, y Darío II. Darío II, que estaba en Babilonia cuando murió su hermano Jerjes, reunió apoyo para sí
mismo, marchó hacia el Este y depuso y ejecutó al asesino y fue coronado en su lugar.

Situacion política en los tiempos de Esdras


Según Heródoto de Halicarnaso, Megabizo se convirtió en uno de los comandantes supremos del ejército persa en la campaña
contra Grecia en el 480 a. C.1 Como todos los generales, tenía vínculos familiares con el rey: Megabizo se había casado con
Amitis, una hija de Jerjes. Es probable que Megabizo permaneciera con Jerjes durante el resto de la campaña, estando presente en
la Batalla de las Termópilas.

Jerjes fue asesinado en los primeros días de agosto de 465 a. C. y fue sucedido por su hijo, Artajerjes I. Casi inmediatamente,
varias zonas del imperio se rebelaron. Los desórdenes internos por los que pasaba el Imperio persa fueron aprovechados por el
líder libio Inaro para rebelarse en el Bajo Egipto, entre ellas Bactria y Egipto. El egipcio Inaro derrotó al sátrapa persa y tío (o tal
vez hermano) de Artajerjes, Aquemenes, pasando a controlar el Bajo Egipto y abriendo negociaciones con los griegos. En
el 460 a. C., Atenas, quien estaba todavía oficialmente en guerra contra Persia, envió una fuerza expedicionaria de 200 navíos y
6.000 hombres de infantería pesada para ayudar a Inaro. Juntos capturaron Menfis excepto la ciudadela persa, que resistió varios
años. Para los persas esta rebelión era un tema muy serio, ya que muchos nobles poseían tierras en Egipto, y éstos no apreciaron
demasiado que el nuevo rey considerara la revuelta bactriana de mayor importancia. El alto mando persa no sólo tenía que
enfrentarse a dos rebeliones externas, sino también a la de sus propios nobles y altos cargos.

En el 456 a. C., Artajerjes envió a Megabizo y a Artabazo I, sátrapa de la Frigia Helespóntica, a Egipto. A pesar de que disponían
de una considerable flota de 300 navíos, su gran ejército (200.000 hombres según la exagerada narración de Ctesias) tomó la ruta
terrestre.

Consiguió expulsar a los atenienses y egipcios de Menfis y aislarlos en una isla llamada Prosopitis.2 En junio de 454 a. C., cuando
el Nilo estaba bajo y los atenienses no podían utilizar sus barcos, Megabizo lanzó un ataque contra la isla. Poco después de la
batalla decisiva, entabló negociaciones con los atenienses, quienes dejaron a sus aliados marchándose
a Cirene (actual Shahhat en Libia, antigua Cirenaica). Después de esto, Inaro fue fácilmente derrotado y capturado.

Según Ctesias (del que se desconoce su fiabilidad pero es nuestra única fuente), Megabizo estuvo a punto de caer en desgracia
después de su victoria. La reina madre Amestris, esposa de Jerjes, se enfureció con Megabizo por no castigar a los atenienses.
Después de todo, habían colaborado con el hombre que había asesinado a su hijo Aquemenes. Inicialmente Artajerjes impidió
su venganza, pero al cabo de cinco años, acabó por permitir que Amestris crucificara a Inaro y ejecutara a varios
atenienses cautivos. Megabizo, quien había dado su palabra de que la vida de Inaro no peligraba, fue incapaz de soportar
la humillación y pidió volver desde la corte de Artajerjes a Siria, permiso que le fue concedido.

Ctesias continúa su relato con un apunte acerca de la guerra personal de Megabizo contra Artajerjes, guerra en la que sus
hijos Zópiro y Artifio estuvieron también implicados.

Con la ayuda de mercenarios griegos derrotaron a dos ejércitos persas comandados por Ousiris y Menostanes. Tras estas
derrotas, Artajerjes decidió negociar enviando una embajada (en la que participaron parsonajes como Artario, la reina
madre Amestris, su esposa Amitis y el eunuco Artoxares) para ofrecer a Megabizo un perdón incondicional. El rebelde regresó
a la corte pero no pasó mucho tiempo para que volvieran los problemas: durante una cacería salvó la vida del rey al librarlo de un
león, pero al hacerlo, utilizó su lanza antes de que el rey pudiera lanzar la suya, algo que estaba prohibido. Consecuentemente,
Megabizo fue exiliado a una ciudad cerca del Golfo Pérsico. Sin embargo, tras cinco años, se vistió de leproso y volvió junto a su
esposa Amitis, quien utilizó su influencia con su hermano Artajerjes para que Megabizo fuera perdonado nuevamente. Según la
cronología de Ctesias, regresó a la corte persa en el 444 a. C., pero falleció poco después a los 76 años.
Quizás la revuelta de Megabizo es un hecho real, a pesar de que no sabemos la causa de la rebelión (no parece probable que lo
hiciera por indignación por el final de Inaro). Es también posible que fuera perdonado, pero fue enviado al exilio seguramente casi
inmediatamente.
Darío II reinó en el período 424 a. C.-404 a. C. y colaboró con Esparta en la Guerra del Peloponeso. Desde el año 412 a. C.,
Darío II, por insistencia de Tisafernes, apoyó primero a Atenas y luego a Esparta, pero en el año 407 a. C. el hijo de Darío, Ciro el
Joven fue nombrado para reemplazar a Tisafernes y cedió totalmente el apoyo a Esparta que finalmente derrotó a Atenas en 404.
Ese mismo año, Darío cayó fatalmente enfermo y murió en Babilonia. En su lecho de muerte, su esposa babilonia, Parisatis pidió
a Darío que fuese coronado su segundo hijo, Ciro el Joven, pero Darío se negó.
A Darío le sucedió su hijo Artajerjes II, que reinó en el período 404 a. C.-359 a. C. Plutarco cuenta (probablemente por
autoridad de Ctesias) que el desplazado Tisafernes se acercó al nuevo rey el día de su coronación para advertirle de que su
hermano menor, Ciro el Joven estaba preparándose para asesinarlo durante la ceremonia. Artajerjes arrestó a Ciro y lo habría
ejecutado si no hubiese intercedido su madre Parisatis. Ciro fue entonces enviado como sátrapa de Lidia, donde preparó una
rebelión armada que estalló en el año 401 a. C. Con mercenarios griegos, Ciro obtuvo la victoria en la batalla de Cunaxa, pero
resultó muerto en la misma. Así, Artajerjes II conservó el trono, construyó una gran flota, y recuperó el dominio de Asia
Menor y Chipre.
Fin del Imperio persa
Alejandro derrotó a los sátrapas occidentales en las batallas de Isos (332 a. C.), y de Gaugamela (331 a. C.). Después, Alejandro
marchó sobre Susa, que del mismo modo capituló y entregó un vasto tesoro. Alejandro entonces marchó hacia el Este,
a Persépolis que se rindió a principios de 330 a. C. Los soldados macedonios incendiaron la capital. Desde Persépolis, Alejandro
se dirigió al norte a Pasargadas donde trató la tumba de Ciro II con respeto. Desde allí se dirigió a Ecbatana, donde Darío III se
había refugiado.
El rey persa fue apresado por Besos, su sátrapa bactriano y compatriota. Conforme se acercaba Alejandro, Besos y sus hombres
asesinaron a Darío y luego se declaró a sí mismo sucesor de Darío, como Artajerjes V, antes de retirarse a Asia Central para lanzar
una campaña de guerrilla contra Alejandro. Abandonaron el cuerpo de Darío en el camino para retrasar a Alejandro, quien lo llevó
a Persépolis para un entierro honroso.

Al Imperio aqueménida le sucedió el Imperio seléucida, esto es, de los generales de Alejandro y sus descendientes, quienes
gobernaron Persia. A su vez, los sucedió la dinastía arsácida de Partia en el noreste de Irán, quien, de manera bastante falaz,
señaló a Artajerjes II como su antecesor.

Reyes persas
Teispes de Anshan, hijo de Aquemenes
Ciro I de Anshan, hijo de Teispes
Cambises I de Anshan, hijo de Ciro I
Ciro II, el Grande, hijo de Cambises I gobernó desde 550 hasta 530 a. C. (gobernante de Anshan h. 559 a. C.– conquistó Media
550 a. C.).
Cambises II, hijo de Ciro el Grande, gobernó 529-522 a. C.
Esmerdis (Bardiya), supuesto hijo de Ciro el Grande, gobernó en 522 a. C. (posiblemente un usurpador).
Darío I, el Grande, cuñado de Esmerdis y nieto de Arsames, gobernó 521-486 a. C.
Jerjes I, hijo de Darío I, gobernó 485-465 a. C.
Artajerjes I "Longímano", hijo de Jerjes I, gobernó 465-424 a. C.
Jerjes II, hijo de Artajerjes I, gobernó 424 a. C.
Sogdiano, medio hermano y rival de Jerjes II, gobernó 424-423 a. C.
Darío II "Noto", medio hermano y rival de Jerjes II, gobernó 423-405 a. C.
Artajerjes II "Mnemon", hijo de Darío II, gobernó 404-359 a. C. (véase también Jenofonte).
Artajerjes III "Oco", hijo de Artajerjes II, gobernó 358-338 a. C.
Artajerjes IV Arses, hijo de Artajerjes III, gobernó 338-336 a. C.
Darío III "Codomano", bisnieto de Darío II, gobernó 336-330 a. C.

Imperio grecomacedonico
Alejandro III de Macedonia (Pela, Grecia; 20 o 21 de julio de 356 a. C.nb 11 - Babilonia; 10 o 13 de junio de 323 a. C.), más
conocido como Alejandro Magno fue el rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte en junio de 323 a. C. Hijo y sucesor
de Olimpia de Epiro y Filipo II de Macedonia, su padre, quien lo preparó para reinar, proporcionándole una experiencia militar y
encomendando a Aristóteles su formación intelectual. Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su
autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse.
Como hegemón de toda Grecia en concepto de sucesor de su padre (asesinado), continuó el plan de su padre y el que habían
aprobado las polis griegas: conquistar el vasto imperio de Persia, para vengar todos los daños que les habían causado a los griegos
por siglos, incluyendo la captura de todas las ciudades costeras de Asia Menor y varias islas del mar Egeo. Preparó un ejército de
aliados griegos (mayormente macedonios) y en el año 334 a. C. se lanzó con su pequeño ejército, de apenas 40 000 hombres,
contra el poderoso Imperio persa: una guerra de venganza de los griegos —bajo el liderazgo de Macedonia— contra los persas.
Extensión del Imperio de Macedonia durante el gobierno de Alejandro Magno, incluyendo ruta de conquista.

Tras consolidar la frontera de los Balcanes y la hegemonía macedonia sobre las ciudades-estado de la antigua Grecia, poniendo fin
a la rebelión que se produjo tras la muerte de su padre, Alejandro cruzó el Helesponto hacia Asia Menor (334 a. C.) y comenzó la
conquista del Imperio persa, regido por Darío III. Victorioso en las batallas del Gránico (334 a. C.), Issos (333 a. C.), Gaugamela
(331 a. C.) y de la Puerta Persa (330 a. C.), Por el año 329 a. C. ya había tomado Maracanda, que es ahora Samarcanda, en el
Turquestán. Dos años más tarde invadió la parte noroeste de la India. se hizo con un dominio que se extendía por la Hélade,
Egipto, Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central, hasta los ríos Indo y Oxus. Habiendo avanzado hasta la India, donde derrotó al
rey Poro en la batalla del Hidaspes (326 a. C.), la negativa de sus tropas a continuar hacia Oriente le obligó a retornar a Babilonia,
donde falleció sin completar sus planes de conquista de la península arábiga. Con la llamada «política de fusión», Alejandro
promovió la integración de los pueblos sometidos a la dominación macedonia promoviendo su incorporación al ejército y
favoreciendo los matrimonios mixtos. Él mismo se casó con dos mujeres persas de noble cuna.

El conquistador macedonio falleció en circunstancias oscuras a sus treinta y dos años, los escritos más antiguos dejan clara
evidencia de una muerte lenta producto de un envenenamiento, dejando un imperio sin consolidar. Alejandro murió sin arreglar la
sucesión de su trono. Primero su medio hermano Felipe, débil mental, y después su hijo póstumo, Alejandro, fueron reyes
titulares bajo la regencia de uno u otro de los generales, y el imperio dividido en un gran número de provincias, las más
importantes de las cuales fueron regidas por unos seis generales principales que actuaron como sátrapas. Pero la autoridad central
-es decir, los regentes de los dos reyes títeres- nunca fue lo suficientemente fuerte como para unir al vasto imperio. Después de
unos doce años de luchas internas, durante las cuales el dominio de diversas zonas del territorio cambió de mano repetidas veces
y en los que ambos reyes fueron muertos, Antígono surgió como el último de los pretendientes al poder central sobre todo el
imperio. Se le oponía una coalición de cuatro poderosos caudillos: Casandro, Lisímaco, Seleuco y Ptolomeo, que tenían la
intención de dividirse el territorio entre ellos. En 306 a. C. Antígono se declaró rey (conjuntamente con su hijo Demetrio) de
toda la nación y sucesor de Alejandro.

Ante esto, los cuatro aliados, dejando su título inferior de sátrapas, se declararon reyes de sus respectivos territorios. La larga
lucha a muerte entre los defensores de la unidad bajo el cetro de Antígono y Demetrio y los partidarios de la partición entre los
cuatro generales fue resuelta en la batalla de Ipso en 301 a. C, Antígono fue muerto, Demetrio huyó y su territorio fue dividido.
Con excepción de pequeños fragmentos, esto dejó en pie cuatro reinos independientes en lugar del inmenso imperio que Alejandro
había formado pero que no había logrado consolidar. Ptolomeo tenía Egipto, Palestina y parte de Siria; Casandro dominaba
Macedonia con soberanía nominal sobre Grecia; Lisímaco tenía Tracia y una gran parte del Asia Menor; y Seleuco poseía la
mayor parte de lo que había sido el Imperio Persa: parte del Asia Menor, el norte de Siria, Mesopotamia y el oriente.
Demetrio, sólo quedó con la flota y varias ciudades costeras que no llegaron a conformar un reino, aunque más tarde desplazó a
los herederos de Casandro y fundó la dinastía antigónida en Macedonia.
Unos 20 años después de la división, los cuatro se redujeron a tres, porque Lisímaco fue eliminado. Gran parte de su territorio fue
tomado por el imperio seléucida, pero parte fue invadida por los galos o se desintegró en pequeños Estados independientes. El
más importante de ellos fue Pérgamo. Pero Macedonia, Egipto el territorio seléucida (a veces conocido como Siria, porque la
parte oriental pronto se perdió) continuaron como las tres principales divisiones del ex-imperio de Alejandro, has que fueron
absorbidas, una a una, por el Imperio Romano.

Muchos historiadores, especialmente escritores de libros de texto, que deben eliminar los detalles para dar una visión globa pasan
por alto la división en cuatro y sólo mencionan la posterior y más duradera división en tres reinos principales, que retuvieron su
identidad hasta tiempos del Imperio Romano.

La historia enseña claramente que el poder mundial que siguió al imperio grecomacedonico fue Roma. Sin embargo, la transición
fue gradual. De manera que es imposible señalar un acontecimiento específico que indique el momento del cambio. Como ya se
ha dicho, el imperio de Alejandro fue dividido después del 301 a. C. en cuatro (más tarde tres) reinos helenísticos, y su reemplazo
por el Imperio Romano fue un proceso gradual que implicó varias etapas principales. Los escritores no están de acuerdo en cuanto
a la fecha que señala la hegemonía del imperio siguiente.

Hacia el año 200 a. C., cuando Cartago ya no era más rival (aunque no fue destruida sino medio siglo más tarde), Roma era dueña
del Mediterráneo occidental y había comenzado a relacionarse con el Oriente, donde de allí en adelante también llegaría a
dominar. En 197 a. C. Roma derrotó a Macedonia y puso a los Estados griegos bajo su protección. En 190 Roma derrotó a
Antíoco III y tomó el territorio seléucida por el este hasta los montes del Tauro. En 168 a. C., en la batalla de Pidna, Roma acabó
con la monarquía de Macedonia, dividiéndola en cuatro confederaciones; y quizá en ese mismo año reprendió a Antíoco IV
haciendo que abandonara la idea de conquistar Egipto. En 146 a. C. Roma se anexó a Macedonia como provincia y puso la mayor
parte de las ciudades griegas bajo el gobernador de Macedonia. Si la dominación romana del Cercano Oriente se computa desde
la fecha en que los monarcas de los tres reinos helenísticos fueron eliminados por el poder romano, puede considerarse el año 168
como el primer paso de ese proceso. Sin embargo, los reyes seléucidas y tolemaicos retuvieron sus tronos hasta mucho después,
quedándose hasta el año 63 a. C. en Siria y el 30 a. C. en Egipto.

Si se eligen las fechas de la anexión de esos tres reinos como provincias romanas, las fechas serían 146, 64 y 30 a. C.
respectivamente. Algunos historiadores hacen resaltar el 168 a. C. porque ya para ese tiempo Roma había conquistado
Macedonia y había salvado a Egipto de caer en manos del reino seléucida al prohibir la invasión de Antíoco IV. Esto
demostraría que Roma virtualmente dominaba los tres reinos aunque no había conquistado más que a uno de ellos. No se
puede dar una fecha única para un proceso gradual. Sea cual fuere la elección de fecha o fechas más significativas que se haga, el
traspaso del poder mundial a Roma queda claro, y en el año 30 a. C. se completó la absorción del territorio de Alejandro desde
Macedonia hasta el Eufrates.

Antíoco IV Epífanes
Antíoco IV Epífanes, fue rey de Siria de la dinastía Seléucida desde c. 175 a. C.-164 a. C. Era hijo de Antíoco III Megas y
hermano de Seleuco IV Filopátor. Originalmente fue llamado Mitrídates, pero adoptó el nombre de Antíoco tras su ascensión al
trono (o quizás tras la muerte de su hermano mayor, también Antíoco).

Subió al trono tras la muerte de su hermano Seleuco IV Filopátor que gobernó durante poco tiempo antes que él, hasta que su
tesorero, Heliodoro, le mató por ambición. Había vivido en Roma según los términos de la paz de Apamea (188 a. C.), pero
acababa de ser intercambiado por el hijo y legítimo heredero de Seleuco IV, el futuro Demetrio I Sóter. Antíoco se aprovechó de
la situación, y junto con su otro hermano Antíoco, se proclamó rey con el apoyo de Eumenes II de Pérgamo y el hermano de
éste, Átalo I. Su hermano Antíoco sería asesinado pocos años después.
Por su enfrentamiento con Ptolomeo VI, que reclamaba Celesiria, atacó e invadió Egipto, conquistando casi todo el país, con la
salvedad de la capital, Alejandría. Llegó a capturar al rey, pero para no alarmar a Roma, decidió reponerlo en el trono, aunque
como su marioneta. Sin embargo, los alejandrinos habían elegido al hermano de éste, Ptolomeo VIII Evergetes como rey, y tras su
marcha decidieron reinar conjuntamente. Esto le obligó a volver a invadir el país, y así en el 168 a. C. conquistó Chipre con su
flota. Cerca de Alejandría se encontró con el cónsul romano Cayo Popilio Lenas, que le instó a abandonar Egipto y
Chipre. Cuando Antíoco replicó que debía consultarlo con su consejo, Popilio trazó un círculo en la arena rodeándole y le
dijo: «píensalo aquí». Viendo que abandonar el círculo sin haber ordenado la retirada era un desafío a Roma decidió
ceder con el fin de evitar una guerra.

En su viaje de regreso desde Egipto hasta Siria en el 168 a.C., Antíoco decidió derramar su rabia sobre uno de sus pueblos
subyugados: los judíos. El templo es saqueado, los judíos son masacrados y el judaísmo es declarado ilegal.

Durante la década anterior, muchos de los judíos en la ciudad capital de Judea habían sido helenizados, adoptando la cultura que
dominaba al reino seléucida y más allá. Pero los judíos todavía practicaban muchas de sus tradiciones y leyes antiguas. Los
seléucidas tenían poder sobre los asuntos y tributos de Judea; sin embargo, le permitían a su pueblo mantener muchas de sus
costumbres.

El 167 a. C., después de que Antíoco emitiera en Judea los decretos que prohibían la práctica de rituales religiosos,
un sacerdote rural de Modín, Matatías el Asmoneo, encendió la chispa de la revuelta contra el Imperio seléucida. Rechazaba
rendir culto a los dioses griegos.

Antíoco fue primero al templo en Jerusalén y puso una estatua del dios griego Júpiter Olimpo en el lugar santísimo. Sobre el altar
de sacrificio en el patio del templo, él forzó a los sacerdotes a sacrificar carne de cerdo a los dioses paganos. Con el fin de
asegurarse de que los judíos no volvieran a su religión, Antíoco ordenó que una fortaleza masiva fuera construida justo al sur del
templo. Esta imponente ciudadela les dio a las fuerzas de Antíoco la capacidad de ver todo lo que sucedía en el área del templo.
Sus impenetrables muros también le permitían a Antíoco guarnecer las tropas en Jerusalén en caso que los judíos pensaran
rebelarse.

Con el corazón de Jerusalén profanado y la construcción en marcha en la ciudadela, Antíoco retomó su camino hacia Antioquía.
Allí él oficializó su política emitiendo un decreto formal a todo el reino. Su decreto decía que “todo el reino debería ser un pueblo
y que cada nación debía renunciar a sus costumbres”.

Para ejecutar su decreto, envió soldados a Jerusalén y a todo el campo de Judea. Los soldados impedían a los judíos ofrecer
holocaustos, sacrificios y libaciones en el santuario en Jerusalén. Ellos los forzaban a guardar costumbres extrañas, construir
altares y santuarios a ídolos, sacrificar y comer carnes inmundas, dejar a sus hijos incircuncisos y quebrantar el Sábato. Aquellos
que circuncidaran a sus hijos eran quemados hasta la muerte. Muchos judíos adoptaron la religión pagana. Antíoco no solo estaba
tratando de controlar una población subyugada. Él buscaba destruir cualquier vestigio de la verdad y las leyes de Dios.

La incursión de Antíoco a Judea fue extremadamente exitosa. Todo Judea se entregó al helenismo a expensas de la ley de Dios;
todos, excepto por una familia en Judea occidental conocida como la familia Asmonea (o los Macabeos). Esta familia más tarde
lideraría una rebelión contra Antíoco y el reino seléucida, conocida como la rebelión macabea.

Antíoco envió varios generales a Judea en los siguientes años, pero ninguno de ellos pudo aplastar la rebelión. Antíoco Epífanes
estaba con el principal ejército seléucida en el oriente tratando de aplastar la creciente rebelión partia. Fue allí que él escuchó de la
derrota de uno de sus generales en Judea. Inmediatamente partió hacia Judea para aplastar la rebelión por sí mismo.
En el año 165 a. C. la rebelión contra el monarca seléucida triunfa, y el templo es liberado y rededicado. La festividad de
Janucá es instituida por Judah el Macabeo y sus hermanos para celebrar este evento. Después de recuperar Jerusalén y el
Templo, Judah ordenó que el templo fuera limpiado, y que se construyese un nuevo altar en lugar del altar contaminado, y que
nuevos utensilios fuesen preparados también. Según el Talmud, se necesitaba aceite de oliva para encender la Menorah del
Templo, que debía permanecer encendida toda la noche, cada noche. Pero solo se encontró suficiente aceite para encenderla un día
solo, y —milagrosamente— este aceite alcanzó para ocho días, el tiempo necesario para preparar nuevo aceite para la Menorah.
Una festividad de ocho días fue instaurada por los Sabios para conmemorar este milagro.
Según Polibio, historiador de la época, cuando Antíoco iba de camino a destruir a los judíos, fue golpeado y turbado con un
“delirio perpetuo” de alguna clase, “imaginando que los espectros [espíritus aterradores] estaban continuamente delante de él,
reprochándole por sus crímenes”. Este tormento lo volvió literalmente loco. Poco después, en el 164 a.C., Antíoco murió. Los
macabeos fundaron la dinastía real asmonea, proclamando la independencia judía en la Tierra de Israel durante un siglo, desde
el 164 al 63 a. C. Por casi 2.200 años el nombre de Antíoco ha sido sinónimo de los enemigos de los judíos que les quitarían su
libertad, sus vidas y su verdad.▪

Antíoco, en campaña contra el Imperio parto, cosechó algunos éxitos, conquistando Elam y Babilonia. Mientras organizaba una
expedición punitiva para retomar Israel personalmente, le sobrevino la muerte causada por una tuberculosis. Le sucedió su
hijo Antíoco V Eupátor. Su reinado fue la última época de fuerza y esplendor para el Imperio seléucida, que tras su muerte,
comenzó un progresivo declive a causa de problemas económicos, sociales y disputas dinásticas que lo conducirían a su
desaparición a manos del mismo enemigo que su antecesor -Antioco el grande-, no fue capaz de derrotar: Roma.
Imperio romano
La ciudad de Roma surgió de los asentamientos de tribus latinas, sabinas y etruscas, situándose los primeros habitantes de Roma
en las siete colinas, en la confluencia entre el río Tíber y la Vía Salaria, a 28 km del mar Tirreno. En este lugar el Tíber tiene una
isla donde el río puede ser atravesado. Debido a la proximidad del río y del vado, Roma estaba en una encrucijada de tráfico y
comercio.
Alrededor del siglo VIII a. C. los asentamientos se unificaron bajo el nombre de Roma Quadrata. La leyenda cuenta que Roma
fue fundada por Rómulo el 21 de abril de 753 a. C. Rómulo, cuyo nombre se dice habría inspirado el nombre de la ciudad,
fue el primero de los siete reyes de Roma en haber sido elegido. Los historiadores romanos dataron la fundación en 753 a. C., y
desde esa fecha contaron su edad o calendario particular. Asimismo, también existe una teoría crítica de la fundación de Roma,
aparte de la teoría legendaria. La teoría crítica, sostenida por muchos autores viene a decir que Roma surge a partir del forum
romanum.
La naciente ciudad estado es gobernada por un rey (rex) elegido por un consejo de ancianos (senatus). Los reyes míticos o
semi-míticos son (en orden cronológico): Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Lucio Tarquinio Prisco, Servio
Tulio y Lucio Tarquinio el Soberbio. El último de ellos, Lucio Tarquinio el Soberbio, fue derrocado en el año 509 a. C. cuando
la República fue establecida.
La República fue establecida el año 509 a. C., según los últimos escritos
de Tito Livio, cuando el rey fue desterrado, y un sistema de cónsules fue
colocado en su lugar. Los cónsules, al principio patricios pero más
tarde plebeyos también, eran oficiales electos que ejercían la autoridad
ejecutiva, pero tuvieron que luchar contra el senado romano, que creció en
tamaño y poder con el establecimiento de la República. En este periodo se
fraguarían sus instituciones más características: el senado, las
diversas magistraturas, y el ejército. Una nueva Constitución estableció un
conjunto de instituciones de control así como una clara separación de los
poderes.
Los romanos sometieron gradualmente a los ocupantes de la península
itálica, la mayoría emparentadas con las tribus itálicas (de
origen indoeuropeo; como los samnitas) pero también etruscos. La última
amenaza a la hegemonía de Roma en Italia llegó cuando Tarento, una gran
colonia griega, pidió ayuda a Pirro de Epiro en 282 a. C. en su lucha contra
Roma.
En la última mitad del siglo III a. C., Roma se enfrentó con Cartago en las
dos primeras guerras púnicas, conquistando Sicilia e Iberia. Después de
derrotar a Macedonia y al Imperio seléucida en el siglo II a. C., el naciente
estado logra una enorme expansión tanto política como económica,
extendiéndose por todo el Mediterráneo.
La expansión trajo consigo profundos cambios en la sociedad romana. La inadecuada organización política (pensada para una
pequeña ciudad-estado y no para el gran territorio que es ya Roma) hace ingobernables grandes extenciones de tierra por un
Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia
que tenía poseer la autoridad sobre las tropas para obtener créditos políticos. Esta situación se hace patente para algunos, pero
todos los intentos de cambio son bloqueados por la ultraconservadora élite senatorial. El enfrentamiento entre las diversas
facciones produce en el siglo I a. C. una crisis institucional, que conducirá a diversas revueltas, revoluciones y guerras civiles.
Así fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal era el poder. Este fue el caso de Julio César, quien no solo
amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió la autoridad del Senado romano.

El Imperio romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos
finales de la República romana. Tras la guerra civil que lo enfrentó a Pompeyo y al Senado, César se había erigido en mandatario
absoluto de Roma y se había hecho nombrar Dictator perpetuus (dictador vitalicio). Tal osadía no agradó a los miembros más
conservadores del Senado romano, que conspiraron contra él y lo asesinaron durante los Idus de marzo dentro del propio Senado,
lo que suponía el restablecimiento de la República, cuyo retorno, sin embargo, sería efímero. El precedente no pasó desapercibido
para el joven hijo adoptivo de César, Octavio, quien se convirtió años más tarde en el primer emperador de Roma, tras derrotar en
el campo de batalla, primero a los asesinos de César, y más tarde a su antiguo aliado, Marco Antonio, unido a la reina Cleopatra
VII de Egipto en una ambiciosa alianza para conquistar Roma. A su regreso triunfal de Egipto en enero del 27 A.C, convertido
desde ese momento en provincia romana, la implantación del sistema político imperial sobre los dominios de Roma
deviene imparable, aún manteniendo las formas republicanas. Augusto aseguró el poder imperial con importantes
reformas y una unidad política y cultural (civilización grecorromana).
Augusto, que inaugura la dinastía Julio-Claudia, representa el periodo de máximo esplendor del Imperio Romano. A esta dinastía,
terminada en el año 68 por el infausto Nerón le seguirá el periodo de inestabilidad conocido como el año de los cuatro
emperadores, donde se impondrá Vespasiano, que inaugurará la dinastía Flavia, de origen no patricio. Les seguirán del
año 96 al 180 los llamados "cinco emperadores buenos" (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio), en la
considerada "edad de plata" del Imperio.
El nacimiento del Imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al mar
Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando hasta llegar a su máxima extensión durante el
reinado de Trajano, momento en que abarcaba desde el océano Atlántico al oeste hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y
el golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la
frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,5 millones de km².

El 180 se inició la dinastía Severa que duró hasta la muerte de Alejandro Severo en el 235. Con la muerte de Alejandro, se da por
iniciada la crisis del siglo III, conocido como anarquía militar, un largo periodo de luchas internas por el poder donde los
emperadores, nombrados por sus legiones, se suceden ininterrumpidamente que se prolonga durante el resto del siglo III, hasta la
llegada de Diocleciano, quien trató de salvar un Imperio que caía hacia el abismo. Fue este último quien, por primera vez, dividió
el vasto Imperio para facilitar su gestión instituyendo la Tetrarquía. Su sucesor Constantino I el Grande fue el último emperador
del imperio unificado. Poco después, el emperador Teodosio I el Grande en el año 395 divide el Imperiodefinitivamente entre sus
dos hijos, Arcadio y Honorio, dando como resultado la división en Imperio romano de Oriente, con sede en Constantinopla,
e Imperio romano de Occidente, con capital en Roma y después en Rávena.

Teodosio institucionalizará el cristianismo, al hacerlo religión oficial del Imperio.

Las invasiones bárbaras pondrán la puntilla a un moribundo Imperio Occidental, dando paso a la Edad Media. El último
emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, será depuesto en 476 por Odoacro, un hérulo que envió las insignias
imperiales a Zenón, emperador romano de Oriente. El Imperio romano de Oriente (posteriormente denominado Imperio
bizantino por el historiador Hieronymus Wolf en el siglo XVI) proseguirá su existencia hasta la caída de Constantinopla en el
año 1453 bajo el poder del Imperio Otomano.Con el colapso del Imperio romano de Occidente finaliza oficialmente la Edad
Antigua dando inicio la Edad Media.

En el inmenso territorio del Imperio Romano se fundaron o se hicieron muchas de las principales ciudades de la actual Europa
Occidental, el norte de África, Anatolia, el Levante. Ejemplos son: París (Lutecia), Estambul (Constantinopla), Barcelona
(Barcino), Zaragoza (Caesaraugusta), Mérida (Emerita Augusta) Cartagena (Carthago Nova), Milán (Mediolanum), Londres
(Londino), Colchester (Camulodunum) o Lyon (Lugdunum) entre otros.

Finalmente en 476 el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo. El Senado envió las insignias
imperiales a Constantinopla, la capital de Oriente, formalizándose así la capitulación del Imperio de Occidente. El Imperio
romano oriental proseguiría casi un milenio en pie como el Imperio romano (aunque usualmente se use el moderno
nombre historiográfico de Imperio bizantino), hasta que en 1453 Constantinopla cayó bajo el poder del Imperio Otomano.
Con el colapso del Imperio romano de Occidente finaliza oficialmente la Edad Antigua dando inicio la Edad Media.
Mapa del Imperio hacia el año 150 d. C., cuando alcanzó su mayor extensión.

Mapa del Imperio hacia el año 395 d. C., cuando el imperio quedo dividido.
CAYO JULIO CÉSAR
Cayo Julio César o Gayo Julio César a (100-44 a. C.) fue un político y militar romano del siglo I a. C. miembro de los
patricios Julios Césares que alcanzó las más altas magistraturas del Estado romano y dominó la política de la República tras
vencer en la guerra civil que le enfrentó al sector más conservador del Senado.
Nacido en el seno de la gens Julia, una familia patricia de escasa fortuna, estuvo emparentado con algunos de los hombres más
influyentes de su época, como su tío Cayo Mario, quien influiría de manera determinante en su carrera política. En 84 a. C., a los
16 años, el popular Cinna lo nombró flamen Dialis, cargo religioso del que fue relevado por Sila, con quien tuvo conflictos a
causa de su matrimonio con la hija de Cinna. Tras escapar de morir a manos de los sicarios del dictador, fue perdonado gracias a
la intercesión de los parientes de su madre. Trasladado a la provincia de Asia, combatió en Mitilene como legado de Marco
Minucio Termo. Volvió a Roma a la muerte de Sila en 78 a. C., y ejerció por un tiempo la abogacía. En 73 a. C. sucedió a su
tío Cayo Aurelio Cota como pontífice, y pronto entró en relación con los cónsules Pompeyo y Craso, cuya amistad le permitiría
lanzar su propia carrera política.1 En 70 a. C.César sirvió como cuestor en la provincia de Hispania y como edil curul en Roma.
Durante el desempeño de esa magistratura ofreció unos espectáculos que fueron recordados durante mucho tiempo por el pueblo.
En 63 a. C. fue elegido pretor urbano al obtener más votos que el resto de candidatos a la pretura. Ese mismo año murió Quinto
Cecilio Metelo Pío, pontifex maximus designado durante la dictadura de Sila, y, en las elecciones celebradas para sustituirle,
venció César. Al término de su pretura sirvió como propretor en Hispania, donde capitaneó una breve campaña contra
los lusitanos. En 59 fue elegido cónsul gracias al apoyo de sus dos aliados políticos, Pompeyo y Craso, los hombres con los que
César formó el llamado Primer Triunvirato. Su colega durante el consulado, Bíbulo, se retiró para así entorpecer la labor de César
que, sin embargo, logró sacar adelante una serie de medidas legales, entre las que destaca una ley agraria que regulaba el reparto
de tierras entre los soldados veteranos.
Tras su consulado fue designado procónsul de las provincias de Galia Transalpina, Iliria y Galia Cisalpina, esta última tras la
muerte de su gobernador, Céler. Su gobierno se caracterizó por una política muy agresiva con la que sometió a prácticamente la
totalidad de los pueblos celtas en varias campañas. Este conflicto, conocido como la guerra de las Galias, finalizó cuando el
general republicano venció en la batalla de Alesia a los últimos focos de oposición, encabezados por un
jefe arverno llamado Vercingétorix. Sus conquistas extendieron el dominio romano sobre los territorios que hoy
integran Francia, Bélgica, Países Bajos y parte de Alemania. Fue el primer general romano en penetrar en los inexplorados
territorios de Britania y Germania.
Mientras César terminaba de organizar la estructura administrativa de la nueva provincia que había anexionado a la República, sus
enemigos políticos trataban en Roma de despojarle de su ejército y cargo utilizando el Senado, en el que eran mayoría. César, a
sabiendas de que si entraba en la capital sería juzgado y exiliado, intentó presentarse al consulado in absentia, a lo que la mayoría
de los senadores se negaron. Este y otros factores le impulsaron a desafiar las órdenes senatoriales y protagonizar el famoso cruce
del Rubicón, momento en el que, al parecer, pronunció la inmortal frase alea iacta est («la suerte está echada»). Inició así una
nueva guerra civil, en la que se enfrentó a los optimates, que estaban liderados por su viejo aliado, Pompeyo. Sus victorias en las
batallas de Farsalia, Tapso y Munda sobre los conservadores, le hicieron el amo de la República. El hecho de que estuviera en
guerra con la mitad del mundo romano no evitó que se enfrentara a Farnaces II en Zela y a los enemigos de Cleopatra
VII en Alejandría. A su regreso a Roma se hizo nombrar cónsul y dictator perpetuus —dictador vitalicio—, e inició una serie de
reformas económicas, urbanísticas y administrativas.
A pesar de que bajo su gobierno la República experimentó un breve periodo de gran prosperidad, algunos senadores vieron a
César como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía. Con el objetivo de eliminar la amenaza que suponía el dictador, un
grupo de senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto y Casio y antiguos lugartenientes
como Trebonio y Décimo Bruto urdieron una conspiración con el fin de eliminarlo. Dicho complot culminó cuando, en los idus de
marzo, los conspiradores asesinaron a César en el Senado. Su muerte provocó el estallido de otra guerra civil, en la que los
partidarios del régimen de César, Antonio, Octavio y Lépido, derrotaron en la doble batalla de Filipos a sus asesinos, liderados por
Bruto y Casio. Al término del conflicto, Octavio, Antonio y Lépido formaron el Segundo Triunvirato y se repartieron los
territorios de la República, aunque, una vez apartado Lépido, finalmente volverían a enfrentarse en Accio, donde Octavio,
heredero de César, venció a Marco Antonio.

GUERRA DE LAS GALIAS


Tras un año difícil como cónsul, César recibió poderes proconsulares para gobernar las provincias de Galia
Transalpina (actualmente el sur de Francia) e Iliria (la costa de Dalmacia) durante cinco años, gracias al apoyo de los otros dos
miembros del triunvirato, que cumplieron con la palabra dada. A estas dos provincias se añadió la Galia Cisalpina tras la muerte
inesperada de su gobernador, Quinto Cecilio Metelo Céler. Eran unas provincias muy buenas para alguien que, como César, y
siguiendo la típica mentalidad del procónsul romano, no tenía intenciones de gobernar pacíficamente, pues estaba necesitado de
bienes para pagar las fabulosas sumas que adeudaba.67
La oportunidad se le presentó mediante una teórica amenaza de los helvecios, que pensaban emigrar al oeste de las Galias.
Decidido a impedirlo y con la excusa política de que se acercarían demasiado a la provincia de la Galia Cisalpina —los helvecios
querían instalarse en pago Santón, al norte de la Aquitania— reclutó tropas e inició las operaciones bélicas que, a la postre, darían
lugar a lo que más tarde se denominó Guerra de las Galias (58 a. C.-49 a. C.),68 en la que conquistó la llamada Galia Comata o
Galia melenuda (actualmente Francia, Holanda, Suiza y partes de Bélgica y Alemania), en varias campañas. César hizo una
demostración de fuerza construyendo por dos veces un puente sobre el Rin e invadiendo en dos ocasiones Germania sin intención
de conquistarla, e hizo otro alarde de fortaleza cruzando el Canal de la Mancha también por dos veces hacia las Islas Británicas, si
bien es cierto que estas dos incursiones tenían un sentido más estratégico que colonial.69
Entre sus legados (comandantes de legión) se contaban sus primos Lucio Julio César y Marco Antonio, Marco Licinio Craso, hijo
de su compañero de triunvirato, así como Tito Labieno, cliente de Pompeyo, y Quinto Tulio Cicerón, el hermano más joven
de Marco Tulio Cicerón, todos hombres que habrían de ser personajes importantes en los años siguientes.
En materia de tácticas, Julio César usó con gran resultado lo que se conoció como celeritas caesaris, o «rapidez cesariana» (que
puede comparase, salvando las distancias, a la denominada guerra relámpago del siglo XX), aparte de su genio militar tanto en
batallas campales como en asedio de ciudades. Además, supo conjugar sabiamente la fuerza, la diplomacia y el manejo de las
rencillas internas de las tribus galas, para separarlas y vencerlas.7071

César derrotó a pueblos como los helvecios en 58 a. C., a la confederación belga y a los nervios en 57 a. C. y a
los vénetos en 56 a. C. Finalmente, en 52 a. C., César venció a una confederación de tribus galas lideradas por Vercingétorix en
la batalla de Alesia. Sus crónicas personales de la campaña están registradas en sus Comentarios a la Guerra de las Galias (De
Bello Gallico).

De acuerdo con Plutarco, la guerra se cerró con un balance de 800 ciudades tomadas (como la de Avarico, en la cual, de los
40 000 defensores, solo quedaron 800), 300 tribus sometidas, un millón de galos reducidos a la esclavitud y otros tres
millones muertos en los campos de batalla. Plinio habla de 1 192 000 muertos y más o menos los mismos prisioneros
y Veleyo Patérculo dice que murieron 400 000 galos y muchos más fueron tomados prisioneros, aunque las cifras de los
antiguos historiadores deben tomarse con mucha precaución, incluidas las del propio Julio César.

Utilizó en varias ocasiones la táctica de sorprender al enemigo apareciendo ante él como por ensalmo y, a despecho de los días de
marcha, hacía que sus soldados se enfrentasen directamente con el adversario, pese a que este consideraba que el cansancio
invalidaría el empuje de sus legiones. Fue igualmente brillante en los asedios de ciudades, llegando al culmen en el sitio de Alesia,
en donde ordenó construir una doble línea de fortificaciones de varios kilómetros de extensión, para blindarse frente a los casi
trescientos mil galos que intentaban ayudar a los ochenta mil soldados de Vercingetórix asediados, a los que César tenía acosados
dentro de la plaza fuerte. César, con menos de cincuenta mil efectivos correspondientes a diez legiones nunca completas tras ocho
años de guerras en las Galias, venció a unos y a otros en la misma batalla en la que se decidió el destino de los galos.70

CRISIS POLÍTICAS
Pero a pesar de sus éxitos y de los beneficios que la conquista de Galia llevó a Roma, César continuaba siendo impopular entre sus
pares, en particular entre los conservadores que temían su ambición.
En el 56 a. C., el triunvirato se tambaleaba, pues Pompeyo no se fiaba de Craso y creía que era el que mantenía en la sombra a
Clodio y sus secuaces, que estaban sembrando la violencia en Roma.74 Ante esta situación, que amenazaba su proconsulado, César
convocó a una reunión a sus dos aliados en la ciudad de Lucca, pues él no podía ir a Roma sin renunciar a su imperium. Al
parecer, a dicho encuentro no solo asistieron ellos sino unos doscientos senadores (las dos terceras partes del Senado); en este
concilio se acordó que tanto Pompeyo como Craso se presentaran al consulado al año siguiente y que, una vez cónsules,
promulgarían una ley por la que el proconsulado de César se alargaría cinco años más. Este pacto se conoce en la Historia como el
«Convenio de Lucca».75 Al año siguiente, como era de prever, sus aliados Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso fueron
elegidos cónsules y honraron el acuerdo establecido con César.
Sin embargo, en 54 a. C., Julia murió durante un parto, dejando al padre y marido muy apenados. Marco Licinio Craso, por su
parte, murió en el 53 a. C. en la batalla de Carrhae, frente a los partos, durante la desastrosa campaña de Persia, condenada al
fracaso desde el inicio por una pésima planificación. Todavía en la Galia, César trató de asegurarse la alianza con Cneo Pompeyo
Magno proponiéndole matrimonio con una de sus sobrinas, pero este prefirió casarse de nuevo con Cornelia, hija de Quinto
Cecilio Metelo Escipión, perteneciente a la facción optimate.
El desastre de la batalla de Carrhae en la que Craso murió con sus legiones al enfrentarse a los partos y la muerte de Julia acabó
por romper el triunvirato. Días después, tras la victoria de César en la Alesia, Celio, como tribuno, lanzó una propuesta de ley
adicional: César sería dispensado de la obligación de acudir a Roma para presentar su candidatura al consulado. Esta medida
suponía que los opositores y enemigos de César que pretendían procesarle por los supuestos crímenes de su primer consulado
perderían toda posibilidad de juzgarle, puesto que César en ningún momento dejaría de desempeñar una magistratura. Mientras
fuese procónsul, César tendría inmunidad judicial, pero si se veía obligado a entrar en Roma para presentarse al consulado
perdería su cargo y, durante un tiempo, podría ser atacado con toda una batería de demandas de sus enemigos.76
El poder de César era visto por muchos senadores conservadores como una amenaza. Si César regresaba a Roma como cónsul, no
tendría problemas para hacer que se aprobaran leyes que concediesen tierras a sus veteranos, y a él una reserva de tropas que
superase o rivalizase con las de Pompeyo. Catón y los enemigos de César se opusieron frontalmente, con lo que el Senado se vio
envuelto en largas discusiones sobre el número de legiones que debería de tener bajo su mando y sobre quién debería ser el futuro
gobernador de la Galia Cisalpina e Iliria.
Pompeyo finalmente se decantó por favorecer a los tradicionalistas y emitió un veredicto claro: César debía abandonar su mando
la primavera siguiente, cuando faltaban todavía meses para las elecciones al consulado, tiempo más que suficiente para juzgarle.76
Sin embargo, en las siguientes elecciones para tribuno de la plebe fue elegido Curio, que se reveló como cesariano, y vetó todos
los intentos de apartar a César de su mando en las Galias. Jurídicamente, todos los intentos consulares de apartar a César de sus
tropas se veían anulados por la tribunicia potestas.
A finales del mismo año, César acampó en Rávena con la XIII legión. Pompeyo tomó el mando de dos legiones en Capua y
empezó a reclutar levas ilegalmente, un acto que, como era predecible, aprovecharon los cesarianos en su favor. César fue
informado de las acciones de Pompeyo personalmente por Curio, que en esos momentos ya había finalizado su mandato. Mientras
tanto, su puesto de tribuno fue ocupado por Marco Antonio, que lo desempeñó hasta diciembre.
Pero cuando el Senado le contestó definitivamente impidiéndole concurrir al consulado y poniéndole en la disyuntiva de licenciar
a sus legiones o ser declarado enemigo público, comprendió que, escogiera la alternativa que escogiera, se entregaba inerme en
manos de sus enemigos políticos. El 1 de enero de 49 a. C., Marco Antonio leyó una carta de César en el Senado, en la cual el
procónsul se declaraba amigo de la paz. Tras una larga lista de sus muchas gestas, propuso que tanto él
como Pompeyo renunciaran al mismo tiempo a sus mandos. El Senado ocultó este mensaje a la opinión pública.77
Metelo Escipión dictó una fecha para la cual César debería haber abandonado el mando de sus legiones o considerarse enemigo de
la República. La moción se sometió inmediatamente a votación. Solo dos senadores se opusieron, Curio y Celio. Marco Antonio,
como tribuno, vetó la propuesta para impedir que se convirtiera en ley. Tras el veto de Marco Antonio a la moción que obligaba a
César a abandonar su cargo de gobernador de las Galias, Pompeyo notificó no poder garantizar la seguridad de los tribunos.
Antonio, Celio y Curio se vieron forzados a abandonar Roma disfrazados como esclavos, acosados por las bandas callejeras.
El 7 de enero, el Senado proclamó el estado de emergencia y concedió a Pompeyo poderes excepcionales, nombrándole cónsul
sine collega. Catón y Marcelo instaron al Senado a que pronunciara la famosa frase Caveant consules ne quid detrimenti res
publica capiat (Cuiden los cónsules que la república no sufra daño alguno) que equivalía a dictar la ley marcial, e instaron a
Pompeyo a trasladar inmediatamente sus tropas a Roma. La crisis había llegado a su punto álgido.

SEGUNDA GUERRA CIVIL DE LA REPÚBLICA ROMANA


En vista del cariz que tomaban los acontecimientos, César arengó a una de sus legiones, la decimotercera, y les explicó a sus
componenetes la situación preguntándoles si estaban dispuestos a enfrentarse con Roma en una guerra donde serían calificados de
traidores en caso de perderla. Los legionarios respondieron a la arenga de su general con la decisión de acompañarlo.

Entre el 7 y el 14 de enero de 49 a. C. —muy probablemente el 10 de enero—,80 César recibió la noticia de la concesión de los
poderes excepcionales a Pompeyo, e inmediatamente ordenó que un pequeño contingente de tropas cruzara la frontera hacia el sur
y tomara la ciudad más cercana. Al anochecer, junto con la Legio XIII Gemina, César avanzó hasta el Rubicón, la frontera entre la
provincia de la Galia Cisalpina e Italia y, tras un momento de duda, dio a sus legionarios la orden de avanzar. Algunas fuentes han
sugerido que fue entonces cuando pronunció el famoso: Alea iacta est.

Cuando los optimates conocieron la noticia, abandonaron la ciudad declarando enemigo de Roma a todo aquel que se quedase en
ella. Luego, marcharon hacia el sur, sin saber que César estaba acompañado solo por su decimotercera legión.82 César persiguió a
Pompeyo hasta el puerto de Brundisium en el sur de Italia, con alguna esperanza de poder rehacer su alianza, pero éste se replegó
hacia Grecia con sus seguidores. Entonces, hubo de tomar una decisión: o perseguía a Pompeyo hasta Grecia, dejando sus
espaldas desguarnecidas y expuestas a un ataque por parte de las legiones pompeyanas establecidas en Hispania o, dejando
organizarse a Pompeyo en Grecia, se dirigía a Hispania para asegurar su retaguardia.

Tras ponderar la situación, César se dirigió a Hispania en una marcha forzada de apenas 27 días, para derrotar a los seguidores de
Pompeyo en esa poderosa provincia. Allí había establecidas varias legiones al mando de legados pro-pompeyanos, a lo que había
que añadir que la generalidad de las poblaciones autóctonas habían jurado fidelidad al propio Pompeyo (que seguía siendo
Procónsul de esa provincia). Tras varias escaramuzas y batallas, César se midió contra sus enemigos en la batalla de Ilerda, cerca
de la actual Lérida, donde los derrotó definitivamente.

Solo cuando consideró segura la retaguardia, y después de organizar las instituciones políticas en Roma, que había caído en
la anarquía, César se dirigió a Grecia. El 10 de julio de 48 a. C., César fue derrotado en la batalla de Dirraquium. Sin embargo,
Pompeyo no supo o no pudo aprovechar esta victoria para acabar con César, y este consiguió huir con su ejército casi intacto para
luchar en otro momento. El encuentro final se dio poco después, el 9 de agosto, en la batalla de Farsalia.84 César obtuvo una
victoria aplastante, gracias a un ardid táctico. Sin embargo, sus enemigos políticos consiguieron huir: Cneo Pompeyo
Magno partió hacia Rodas y de ahí a Egipto; Quinto Cecilio Metelo Escipión y Marco Porcio Catón marcharon hacia el norte de
África.

De regreso a Roma, fue nombrado dictador, con Marco Antonio como Magister equitum, y fue, junto a Publio Servilio Vatia
Isáurico como colega júnior, electo cónsul por segunda vez.

En 47 a. C., César se dirigió a Egipto en busca de Pompeyo, pero le sorprendió el hecho de que el viejo aliado y enemigo había
sido asesinado el año anterior. Al saber de su suerte, César quedó apenado por su asesinato y por haber perdido la oportunidad de
ofrecerle su perdón. Tal vez debido a esto y a los intereses de Roma en Egipto, César decidió intervenir en la política egipcia y
substituyó al rey Ptolomeo XIII de Egipto, que ya tenía la dignidad de faraón, por su hermana Cleopatra que creía más
afín a Roma. Durante su estancia, quemó sus naves para evitar que las usaran en su contra, lo que provocó el incendio de un
almacén de libros anexo a la Biblioteca de Alejandría. César tuvo un romance con la reina de Egipto y de la relación parece
que nació un niño, el futuro Ptolomeo XV de Egipto (Cesarión), que sería el último faraón de Egipto, si bien César nunca llegó
a reconocerlo oficialmente como hijo suyo.

Después de las campañas de Egipto, César se dirigió al Asia Menor, donde derrotó a Farnaces rey del Ponto en la batalla
de Zela, tras la que pronunció la famosa frase: Veni, vidi, vici.87 Después se dirigió al norte de África para atacar a los líderes
de la facción conservadora allí refugiados. En la batalla de Tapso en 46 a. C., César obtuvo una victoria más y vio
desaparecer a dos de sus más encarnizados enemigos: Quinto Cecilio Metelo Escipión y Marco Porcio Catón. Pero los hijos
de Pompeyo, Cneo y Sexto Pompeyo Fastulos, así como su antiguo legado principal en las Galias, Tito Labieno, consiguieron huir
a las provincias de Hispania.88
AUGUSTO
Augusto (en latín, Augustus; Roma, 23 de septiembre de 63 a. C.-Nola, 19 de agosto de 14 d. C.) fue el
primer emperador romano. Gobernó entre 27 a. C. y 14 d. C.,Nota 5 año de su muerte, convirtiéndose así en el emperador romano
con el reinado más prolongado de la historia.12
Nacido bajo el nombre de Cayo Octavio Turino (Gaius Octavius Turinus), fue adoptado por su tío abuelo Julio Césaren su
testamento, en el año 44 a. C. Desde ese instante hasta 27 a. C. pasó a llamarse Cayo Julio César Octaviano(Gaius Iulius Caesar
Octavianus). En 27 a. C. el Senado le concedió usar el cognomen de «Augusto», y por consiguiente se convirtió en Emperador
César Augusto (Imperator Caesar Augustus).Nota 6 A causa de los varios nombres que ostentó, es común llamarlo «Octavio» al
referirse a los sucesos acontecidos entre 63 y 44 a. C., «Octaviano» de 44 hasta 27 a. C. y «Augusto» después de 27 a. C. En las
fuentes griegas, Augusto es conocido como Ὀκταβίος (‘Octavio’), Καῖσαρ (‘César’), Αὔγουστος (‘Augusto’)
o Σεβαστός (‘Venerable’, traducción literal de Augustus), dependiendo del contexto.
El joven Octavio se convirtió en heredero de Julio César tras el asesinato de este en 44 a. C. Un año después, en 43 a. C.,
conformó junto a Marco Antonio y Lépido una dictadura militar conocida como el Segundo Triunvirato. Como triunviro,
Octaviano gobernó Roma y la mayor parte de sus provinciasNota 7 como un autócrata, haciéndose con el poder consular tras las
muertes de los cónsules Aulo Hircio y Pansa y haciéndose reelegir a sí mismo todos los años. Tiempo después, el triunvirato se
iría rompiendo ante las ambiciones de sus creadores: Lépido fue obligado a exiliarse, mientras que Marco Antonio terminó
suicidándose tras su derrota en la batalla naval de Accio frente a la flota de Octavio, dirigida por Agripa en 31 a. C.
Con la desaparición del Segundo Triunvirato, Octavio restauró los principios de la República, con lo que el poder gubernamental
pasó a establecerse en el Senado, aunque en la práctica él retendría su poder autocrático. Pasaron varios años para que se llegara a
determinar la estructura exacta por la cual una entidad republicana podría ser dirigida por un único gobernante; el resultado pasó a
conocerse como el Principado. El título imperial nunca llegó a considerarse como un cargo similar a lo que había significado
la dictadura romana de la República, y que César y Sila habían ostentado con anterioridad; Augusto rechazó formalmente dicho
cargo después de que la sociedad romana «le rogara que asumiera la dictadura».3 Por ley, Augusto contaba con toda una colección
de poderes perpetuos conferidos por el Senado, Uno de estos títulos lo asumió El 6 de marzo de 12 a. C., tras la muerte de
Lépido, la posición de pontifex maximus, el más alto sacerdote del colegio de los Pontífices, así como el cargo más importante
en la religión romana. Esto no solamente reforzó su prestigio político, sino que al mismo tiempo fortaleció el simbolismo del
culto imperial, al otorgar mayor prominencia a la religión romana sobre los cultos orientales.14 Tiempo después, el 5 de
febrero de 2 a. C., Augusto obtuvo el título pater patriae («padre de la patria»). Incluyendo aquellos relativos al tribuno de la
plebe y el censor. Ocupó el consulado hasta 23 a. C.4 Por otro lado, su poder real fue creciendo gracias a su poder económico y a
los recursos obtenidos de sus conquistas, creando relaciones de clientela a lo largo del Imperio romano,Nota 8 y ganándose la lealtad
de muchos soldados y veteranos militares, la autoridad implícita en los muchos honores y títulos que le eran concedidos por el
Senado,5 y el respeto de la gente. El control de Augusto sobre la mayoría de las legiones de Roma existentes supuso una amenaza
armada que podía ser usada contra el Senado, permitiéndole de esta forma coaccionar las decisiones del mismo. Con este poder
para eliminar la oposición senatorial mediante el uso de armas, el Senado pasó a adoptar un perfil dócil hacia su estatus soberano.
Su reinado por medio del clientelismo, el poder militar y la acumulación de los cargos propios de la extinta República, se
convirtió en el modelo a seguir para los posteriores gobernantes.
El mandato de Augusto inició una era de paz relativa conocida como la Paz romana o Pax Augusta (en su honor). Salvo por las
constantes guerras fronterizas, y con la excepción de una guerra civil de sucesión imperial que duró un año, la sociedad del
Mediterráneo gozó de un ambiente pacífico durante más de dos siglos. De igual forma, Augusto expandió el Imperio romano,
asegurando en el proceso sus fronteras mediante la subordinación a Roma de las regiones circundantes. Además, celebró un
acuerdo de paz con el Imperio parto —el más poderoso de sus vecinos— por la vía diplomática, reformó el sistema tributario
romano, desarrolló redes de caminos que contaban con un sistema oficial de mensajería, estableció un ejército permanente (así
como un pequeño cuerpo de marina), y creó la Guardia Pretoriana junto a fuerzas policiales de seguridad, tanto para mantener el
orden como para combatir los incendios en Roma. Resulta destacable añadir que gran parte de la ciudad se reconstruyó bajo su
reinado.
Tras su muerte en 14 d. C., el Senado lo divinizó, siendo posteriormente adorado por el pueblo romano.6 A manera de legado, sus
nombres «César» y «Augusto» serían adoptados por todos los emperadores posteriores, y el mes de Sextilis sería renombrado
«Agosto» en su honor. Asimismo, sus logros son relatados en un documento conocido como Res Gestae Divi Augusti que, a
petición del propio Augusto, fue grabado en un par de pilares de bronce y colocado enfrente de su mausoleo, llegando tiempo
después a tallarse en gran cantidad de edificaciones, muchas de las cuales han sobrevivido. No obstante, este material es
considerado poco objetivo históricamente, y más bien es tratado como un escrito publicitario cuyo objetivo es ofrecer una visión
idílica del principado ejercido por Augusto. Tras un largo proceso para solventar los problemas en torno a su heredero, César
Augusto fue sucedido por su hijastro Tiberio.
Dinastía Julio-Claudia (27 a. C.-68 d.C.)
Nombre
Retrato Acceso Reinado Muerte Notas
común
Augusto Hijo adoptivo 16 de enero de 27 a. C. - 19 de Causas naturales 12 a. C.:Pontifex Maximus
de Julio César agosto de 14 d. C.

Tiberio Hijo adoptivo 19 de agosto de 14 - 16 de Causas naturales 15: Pontifex Maximus


de Augusto marzo de 37

Calígula Nieto 18 de marzo de 37 - 24 de Asesinado Apodado Caligula, (botaspequeñas);37:


adoptivo enero de 41 Pontifex Maximus,Pater Patriae;
de Tiberio

Claudio Tío 25 de enero de 41 - 13 de Posiblemente 42: Pater Patriae;


de Caligula octubre de 54 asesinado por
envenenamiento

Nerón Hijo adoptivo 13 de octubre de 54 - 11 de Suicidio 55: Pontifex Maximus;despuésPater Patriae;


de Claudio junio de 68

Año de los cuatro emperadores y Dinastía Flavia (68-96)


Nombre
Retrato Acceso Reinado Muerte Notas
común
Galba Proclamado 8 de junio de 68 Asesinado por la
con el apoyo 15 de enero de 69 guardia pretoriana
de las
legiones
hispanas

Otón Nombrado por 15 de enero de 69 Suicidio


la guardia 16 de abrilde 69
pretoriana

Vitelio Proclamado 17 de abril de 69 Asesinado por Coemperador


con el apoyo 20 de diciembre de 69 soldados
de las de Vespasiano
legiones
germanas
Vespasiano Proclamado 1 de julio de 69 Causas naturales 70: Pontifex Maximus; Pater Patriae;
con el apoyo 24 de juniode 79 Coemperador;
de las Fundador de la dinastía Flavia
legiones
hispanas

Tito Hijo 24 de junio de 79 Causas naturales


de Vespasiano 13 de septiembre de 81

70: Pontifex Maximus; Pater Patriae


Domiciano Hijo 14 de septiembre de 81 Asesinado a finales de 83: Germanicus;
de Vespasiano 18 de septiembre de 96

Emperadores Antoninos (96-192)


Nombre
Retrato Acceso Reinado Muerte Notas
común
Nerva Elegido por 18 de septiembre de 96 Causas naturales
el senado 27 de enero de 98

Trajano Hijo adoptivo 28 de enero de 98 - 7 de Causas naturales 98: Pater Patriae; 102: Dacicus; 114:
y heredero agostode 117 Parthicus; Ag./Sep. 114: Optimus
de Nerva

Adriano Hijo adoptivo 11 de agosto de 117 Causas naturales


y heredero 10 de julio de 138
de Trajano

Antonino Hijo adoptivo 10 de julio de 138 Causas naturales después del 7 de marzo de161: Pius; 139:
y heredero 7 de marzode 161 Pater Patriae
Pío de Adriano

143 Proclamado emperador por segunda vez.

Marco Hijo adoptivo 7 de marzo de 161 Causas naturales Coemperador con Lucio Vero hasta marzo
y heredero 17 de marzo de 180 de 169; 164: Armeniacus Medicus Parthicus
Aurelio de Antonio Maximus; 166: Pater Patriae;172:
Pío Germanicus;175: Sarmaticus
Lucio Hijo adoptivo 7 de marzo de 161 Causas naturales Coemperador con Marco Aurelio; 164:
y heredero marzo de169 Armeniacus;165: Parthicus Maximus; 166:
Vero de Antonio Medicus, Pater Patriae
Pío

Cómodo Hijo 23 de diciembre 177 - 31 de Asesinado Coemperador con Marco Aurelio hasta el 17
de Marco diciembre de 192 de marzo de 180;
Aurelio
(en solitario) desde 17 de marzo de 180–
hasta su asesinato el 31 de diciembre de 192

Año de los cinco emperadores y Dinastía Severa (193-235)


Retrato Nombre común Acceso Reinado Muerte Notas
Pertinax Proclamado 1 de enero de 193 - Asesinado por la Reconocido emperador por Septimio Severo
emperador por 28 de marzo de 193 guardia pretoriana
la guardia
pretoriana

Didio Juliano Compra el 28 de marzo de 193 - Ejecutado por


título a los 1 de juniode 193 orden del senado
pretorianos

Pescenio Níger Proclamado 9 de abril de 193 - Asesinado


emperador en mayo de 194
Siria

Clodio Albino Proclamado 193 - 19 de Muerto en batalla Proclamado emperador por segunda vez en
emperador en febrero de 197 otoño de 196
Britania

Septimio Severo Proclamado 9 de abril de 193 - 4 Causas naturales 9 de junio de193: Pontifex Maximus; a
emperador en de febrerode 211 finales de193: Pater Patriae; 195: Divi Marci
Panonia Pii filius Divi Commodi Frater; Pius;
Arabicus, Adiabenicus;198: Parthicus
Maximus;209/210: Britannicus
MaximusFundador de la dinastía Severa

Caracalla Hijo 198 - 4 de Asesinado por 199: Pater Patriae; 200: Pius Felix;209/210:
de Septimio abril de 217 orden de Macrino Britannicus Maximus
Severo
4 de febrero de 211 - 213: Germanicus Maximus;
8 de febrero de 217

Geta Hijo 209 - 4 de Asesinado por


de Septimio febrero de 211 orden de Caracalla
Severo
4 de febrero de 211 -
19 de
diciembre de 211
Macrino Usurpa el 11 de abril de 217 - 8 Ejecutado c. Junio de217: Pater Patriae; Pontifex
poder tras de juniode 218 Maximus;
con asesinar
Diadumeniano a Caracalla

Heliogábalo Sobrino nieto 8 de junio de 218 - Asesinado por la Julio de 218: Pater Patriae, Pontifex
de Septimio 11 de marzode 222 guardia pretoriana Maximus;220: Sacerdos Amplissimus Dei
Severo Invicti Solis Elagabali

Alejandro Severo Sobrino nieto 13 de marzo de 222 - Asesinado por el Pontifex Maximus
de Septimio 18 de marzo de 235 ejército
Severo

La crisis del siglo III


La crisis del siglo III (también conocida como anarquía del siglo III, anarquía militar o crisis imperial) hace referencia a un
período histórico del Imperio romano, de cincuenta años de duración, comprendido entre la muerte del emperador Alejandro
Severo, en el año 235, y el ascenso de Diocleciano al trono del Imperio, en el año 284. Este fue un período de profunda crisis,
durante el cual se produjeron fuertes presiones de los pueblos exteriores al Imperio y una fuerte crisis política, económica y social
en el interior del Imperio. Tanto en Italia como en las provincias surgieron poderes efímeros sin fundamento legal, mientras que la
vida económica se vio marcada por la incertidumbre de la producción, la dificultad de los transportes y la ruina de la moneda,
entre otras.
De este período se han diferenciado dos subperíodos:
Anarquía militar (235-268), en la que se produjo una ausencia casi constante de una autoridad regular central duradera y durante
la cual los soldados de los ejércitos fronterizos, de los limes imperiales, designaron y eliminaron emperadores a su voluntad. El
descontrol fue tal que varias provincias de occidente y oriente se escindieron para formar el Imperio galo y el Imperio de
Palmira respectivamente, en un intento de hacer frente con sus propios medios a los peligros exteriores que amenazaban el
Imperio.
Emperadores ilirios (268-284). Tras los años anteriores de anarquía militar, en que la seguridad y la unidad del imperio se había
visto gravemente comprometida, diferentes emperadores de origen ilírico y danubiano lograron reunificar el Imperio y sentar las
bases para restablecer la situación.
Con el nombramiento de Diocleciano y el establecimiento primero de la Diarquía y después de la Tetrarquía, se dio por superada
la crisis del siglo III.

Gobernastes Durante la anarquía militar


Retrato Nombre Común Acceso Reinado Muerte Notas
Maximino el Tracio Proclamado 20 de marzo de 235 - Asesinado por sus
con emperador 10 de mayo de 238 propios soldados
Vero Máximo por las
legiones
germanas

Gordiano Proclamado 22 de marzo - 12 de Suicidio Padre y coemperador de Gordiano II;


emperador en abril de 238 derrotado por Maximino
África
Gordiano II Proclamado 22 de marzo - 12 de Muerto en batalla Hijo y coemperador de Gordiano; derrotado
emperador en abril de 238 por Maximino
África

Pupieno Máximo Elegido por el 22 de abril - 29 de Asesinado por los Coemperador junto a Balbino
senado julio de 238 pretorianos

Balbino Elegido por el 22 de abril - 29 de Asesinado por los Coemperador junto a Pupieno Máximo
senado julio de 238 pretorianos

Gordiano III Elegido por el 22 de abril de 238 - Asesinado Nieto de Gordiano


senado 11 de febrerode 244

Filipo el Árabe Nombrado Febrero de 244 - Muerto en batalla Coemperador con su hijo Filipo II, el Joven.
emperador septiembre/octubre Derrotado por Decio
Con tras la muerte de 249
Filipo II, el Joven de Gordiano
III

Decio Proclamado Primavera de 249 - Muerto en batalla


emperador junio de 251 contra los Godos
o tras derrotar
Trajano Decio a Filipo el Coemperador con su hijo Herenio
con Árabe Etrusco. Primer emperador, con su hijo, que
pereció en batalla contra un enemigo exterior
Herenio Etrusco

Hostiliano Hijo de Decio Junio - otoño de 251 Causas naturales Coemperador con Galo
(peste)

Treboniano Galo Proclamado Junio de 251 - agosto Asesinado por sus Coemperador con su hijo Volusiano
con emperador de 253 propios soldados
Volusiano por las
legiones del
Danubio
Emiliano Proclamado Agosto - octubre Asesinado por sus
emperador de 253 propios soldados
por las
legiones del
Danubio

Valeriano Proclamado Octubre de 253 - Muerto en Padre y coemperador con Galieno


emperador junio de 260 cautiverio por los
por las persas
legiones del
Rin
Galieno Hijo Octubre de 253 - Asesinado por sus Coemperador
con Salonino de Valeriano septiembre de268 propios soldados con Valerianodesde 253hasta 260; padre y
coemperador de Salonino

Emperadores ilirios (268-285)


Retrato Nombre común Acceso Reinado Muerte Notas
Claudio II el Proclamado Septiembre de 268 - Causas naturales
emperador tras enero de270 (peste)
Gótico la muerte
de Galieno

Quintilo Hermano Enero de 270 - Suicidio o asesinato


de Claudio II septiembre de270
Brevemente coemperador con Aureliano

Aureliano Proclamado Septiembre de 270 - Asesinado por la


emperador por septiembre de 275 guardia pretoriana
las legiones
del Danubio
en oposición
a Quintilio

Tácito Elegido por el 25 de Varias versiones


senado septiembre de 275 - (muerte natural o
junio de 276 asesinato)

Floriano Hermano Junio de 276 - Asesinado por sus


de Tácito septiembre de276 propios soldados

Probo Proclamado Septiembre de 276 - Asesinado por sus


emperador por octubre de 282 propios soldados
las legiones
del Danubio
en oposición
a Floriano
Caro Se apodera del Octubre de 282 - agosto Posiblemente Padre y coemperador de Carino y Numeriano
poder tras la de283 causas naturales
muerte
de Probo

Carino Hijo de Caro Principios de 283 - julio Muerto en batalla Coemperador con Caro y Numeriano
de 285 contra Diocleciano

Numeriano Hijo de Caro Agosto de 283 - Asesinado Coemperador con Caro y Carino
noviembre de284

Dominado (284-480)
Tetrarquía (284-324)
Retrato Nombre común Acceso Reinado Muerte Notas
Diocleciano Proclamado 20 de noviembre de 284 - Abdicó y murió Augusto de Oriente
emperador por 1 de mayo de 305 por causas
el ejército tras la naturales
muerte
de Numeriano

Maximiano Nombrado 1 de abril de 286 - mayo Abdicó y fue Augusto de Occidente


coemperador de305 obligado a
por Diocleciano suicidarse

Constancio Elegido 1 de mayo de 305 - 25 de Causas naturales Cesar de Occidente desde 1 de


por Maximianoc juliode 306 marzode 293
Cloro omo su sucesor

Galerio Elegido 1 de mayo de 305 - mayo Causas naturales Cesar de Oriente desde 21 de mayode 293
por Diocleciano de 311
como su sucesor

Severo II Elegido 25 de julio de 306 - 16 de Derrotado César de Occidente desde 1 de


por Constancio septiembre de 307 por Majencio y mayode 305
como su sucesor ejecutado

Majencio Autoproclamado 28 de octubre de 306 - 28 Derrotado Augusto de Occidente


Augusto de de octubre de 312 por Constantino el Hijo de Maximiano
Occidente Grande y ahogado
Licinio Elegido 11 de noviembre de 308 - Derrotado y Augusto de Occidente desde 11 de
por Galerio com 18 de septiembre de 324 forzado a abdicar noviembrede 308 y Augusto de Oriente
con Valerio o Augusto de por Constantino el desde mayo de 311
Valente Occidente Grande y
con Licinio II ejecutado
con Martiniano

Maximino II de Elegido Mayo de 311 - agosto Derrotado César de Oriente desde 1 de mayode 305
por Galerio de 313 por Licinio y
Daya como su sucesor envenenado

LA PERSECUCIÓN DE DIOCLECIANO, TAMBIÉN LLAMADA «GRAN PERSECUCIÓN


Desde su primera aparición hasta la legalización bajo el mandato de Constantino, el cristianismo fue una religión ilegal a ojos
del Estado romano. Durante los dos primeros siglos de su existencia, el cristianismo y sus practicantes fueron impopulares entre
el público en general. De esta forma, los cristianos eran siempre sospechosos, miembros de una «sociedad secreta» que se
comunicaban a través de códigos privados y se mantenían al margen de la esfera pública. La causa de las primeras persecuciones
fue la hostilidad popular, la ira de la masa, no las acciones legales. En 177, sólo la intervención de las autoridades civiles detuvo
en Lyon a una horda pagana que sacaba a los cristianos de sus casas para matarlos a golpes. El gobernador de Bitinia-
Ponto, Plinio, recibió numerosas listas de denuncias por parte de ciudadanos anónimos, que el emperador Trajano le recomendó
ignorar.
Para los seguidores de los cultos tradicionales, los cristianos eran criaturas extrañas: ni del todo romanos, ni del todo bárbaros.
Sus prácticas amenazaban profundamente las costumbres tradicionales: los cristianos rechazaban los festivales públicos, se
negaban a tomar parte en el culto imperial, evitaban los cargos públicos y criticaban públicamente las antiguas tradiciones. Las
conversiones desgarraban a las familias: Justino Mártir habla de un hombre pagano que denunció a su esposa cristiana
y Tertuliano de hijos que fueron desheredados por convertirse en cristianos. La religión tradicional romana se hallaba
íntimamente entrelazada en el tejido de la sociedad y el Estado romano, pero los cristianos se negaban a observar sus prácticas.
En palabras de Tácito, los cristianos mostraban «odio hacia la raza humana» (odium generis humani), en tanto que los más
crédulos creían que los cristianos hacían uso de magia negra para conseguir objetivos revolucionarios y que practicaban
el incesto y el canibalismo.
A pesar de ello, durante los dos primeros siglos de la era cristiana ningún emperador emitió leyes contra su fe o su Iglesia. Las
persecuciones que tuvieron lugar en esta época se llevaron a cabo bajo la autoridad de los propios funcionarios del gobierno local.
Así, en Bitinia-Ponto el gobernador imperial Plinio fue el responsable en 111 de llevar a cabo el hostigamiento, mientras que
en Esmirna (Izmir) en 156 y Scillium, cerca de Cartago, en 180, fue el procónsul el encargado; finalmente, en Lyon en 177, fue el
gobernador de la provincia. Cuando el emperador Nerón ejecutó a cristianos por su supuesta implicación en el incendio del año
64 se trató de un asunto puramente local que no se extendió más allá de los límites de la ciudad de Roma. Si bien estas primeras
persecuciones fueron violentas, al mismo tiempo resultaron ser esporádicas, breves y de alcance limitado, resultando ser una
ligera amenaza para el cristianismo en su conjunto. Sin embargo, la arbitrariedad de la acción oficial hizo que la amenaza de la
coacción del estado cobrara mayor importancia en la imaginación cristiana.
Ya hacia el siglo III, la situación cambió; los emperadores se volvieron más hostiles y los representantes gubernamentales
comenzaron a perseguir activamente a cristianos, en lugar de responder simplemente a la voluntad de la muchedumbre. El
cristianismo también había cambiado, sus practicantes ya no eran simplemente las «clases bajas que fomentaban descontento»; de
hecho, por aquel entonces había cristianos ricos, o de alto linaje. Orígenes, en un escrito alrededor del año 248 cuenta acerca de
«la multitud de personas convirtiéndose a la fe, incluso hombres ricos y personas con posiciones de honor, y damas de alto
refinamiento y linaje». La reacción oficial creció en firmeza. En el 202, según la Historia Augusta (un texto del siglo IV de
fiabilidad dudosa), Septimio Severo (r. 193–211) publicó un rescriptogeneral prohibiendo la conversión al judaísmo o
al cristianismo. Maximino (r. 235-38), por otra parte, tuvo como objetivo a los líderes cristianos. Finalmente, Decio (r. 249-51),
exigiendo una muestra de apoyo a la fe, proclamó que todos los habitantes del imperio debían realizar sacrificios a los dioses,
comer carne sacrificada y que la realización de estos actos debería quedar verificada ante testigos. A pesar de ello, los cristianos
eran obstinados en cuanto a su incumplimiento. Líderes de la iglesia, como el obispo de Roma Fabián y Babilas, obispo de
Antioquía, fueron detenidos y ejecutados, como lo fueron miembros de la laicidad cristiana como Pionio de Esmirna. El teólogo
cristiano Orígenes fue torturado durante la persecución y murió aproximadamente un año después debido a las heridas recibidas.
La persecución Deciana fue un duro golpe para la Iglesia. En Cartago se produjo una apostasía (renuncia de fe) masiva; en
Esmirna, el obispo Euctemon realizó los sacrificios y animó a otros a hacer lo mismo. Debido a que la Iglesia era en gran parte
urbana, debería haber sido fácil identificar, aislar y destruir su jerarquía. Sin embargo, esto no sucedió. En junio de 251 Decio
murió en batalla, dejando incompleta su persecución. Las persecuciones no continuaron en, por lo menos, seis años, permitiendo
así que la Iglesia reanudase algunas de sus funciones. Valeriano, amigo de Decio, tomó el mando imperial en 253; aunque se
pensó en primera instancia que era un «excepcional amigo» de los cristianos, sus acciones pronto demostraron lo contrario. En
julio de 257 proclamó un nuevo edicto persecutorio: como castigo por seguir la fe cristiana, todos aquellos que profesaran esta fe
encaraban el exilio o la condena a trabajo forzado en las minas. En agosto de 258, emitió un segundo edicto, haciendo que el
castigo fuese la muerte. Sin embargo, esta persecución se vio también detenida en junio de 260, cuando Valeriano fue capturado
en batalla y ejecutado. Su hijo Galieno (r. 260–68) finalizó la persecución inaugurando una «pequeña paz de la Iglesia». Esta paz
no se vio perturbada, salvo por persecuciones aisladas y ocasionales, hasta que Diocleciano se convirtió en emperador.

APOYO PÚBLICO
Las comunidades cristianas crecieron rápidamente en muchas regiones del Imperio (especialmente en las orientales) a partir del
año 260, cuando Galieno trajo una paz momentánea a la Iglesia. Las fuentes para calcular las cifras de conversos son casi
inexistentes, aunque la historiadora y socióloga Keith Hopkins ha dado estimaciones aproximadas y tentativas sobre la población
cristiana en el siglo III. Hopkins estima que la comunidad cristiana creció de una población de 1,1 millones en el año 250, a una
población de 6 millones en el año 300, cerca del 10% de la población total del Imperio.

GRAN PERSECUCIÓN
PRIMER EDICTO
El 23 de febrero de 303 Diocleciano ordenó que la recientemente construida iglesia cristiana en Nicomedia fuera arrasada, sus
escrituras quemadas y sus tesoros confiscados. El 23 de febrero era la fiesta de Terminalia, en honor a Término, el dios de las
fronteras. Fue el día escogido para acabar con el cristianismo. Al día siguiente, Diocleciano publicó el «Edicto contra los
cristianos». Los principales objetivos de la norma eran, como lo habían sido durante la persecución de Valeriano, la propiedad
cristiana y el alto clero. El decreto ordenaba la destrucción de las escrituras cristianas, los libros litúrgicos y los lugares de culto
en todo el Imperio, y prohibía a los cristianos reunirse a celebrar su culto. Asimismo, se privaba a los cristianos del derecho de
petición ante los tribunales, haciéndolos sujetos potenciales de la tortura judicial; los cristianos no podían responder a las acciones
interpuestas en contra de ellos en un tribunal; y los senadores, équites, decuriones, veteranos y soldados cristianos fueron
desprovistos de sus rangos, y los libertos imperiales fueron esclavizados de nuevo.

SEGUNDO, TERCER Y CUARTO EDICTO


En el verano de 303, después de una serie de rebeliones en Malatya (Turquía) y Siria, se hizo público un segundo edicto,
ordenando el arresto y encarcelamiento de todos los obispos y sacerdotes. En opinión del historiador Roger Rees, no había una
necesidad racional para este segundo edicto: que Diocleciano lo emitiese indica que o bien no tenía conocimiento de la aplicación
del primer edicto, o que pensaba que no estaba siendo aplicado con la rapidez que requería. Después de publicarse el segundo
decreto, las prisiones se llenaron —el subdesarrollado sistema penitenciario de la época no podía mantener a los diáconos,
lectores, sacerdotes, obispos y exorcistas que se le vinieron encima. Eusebio dejó escrito que el decreto produjo el
encarcelamiento de tantos sacerdotes que los criminales ordinarios estaban hacinados y tuvieron que ser liberados.

Anticipando la celebración del vigésimo aniversario de su reinado el 20 de noviembre de 303, Diocleciano declaró una amnistía
general por medio de su tercer edicto. Cualquier miembro del clero podría ser liberado, siempre y cuando aceptase realizar un
sacrificio a los dioses paganos. Diocleciano pudo buscar algo de buena prensa con esta legislación. También pudo intentar que se
fracturase la comunidad cristiana, al dar a conocer la apostasía del clero. La exigencia de sacrificar era algo inaceptable para
muchos de los detenidos, aunque sus guardianes a menudo lograron su cumplimiento, al menos nominal. Algunos sacerdotes
accedieron voluntariamente y otros, bajo tortura. Los guardias de las prisiones deseaban librarse de los clérigos encarcelados.
Eusebio, en sus Mártires de Palestina, registra el caso de un hombre al que, después de ser conducido a un altar, le ataron las
manos y fue obligado a completar una ofrenda de sacrificio. Le comunicaron que su acto de sacrificio había sido reconocido y fue
sumariamente liberado. De otros se dijo que habían realizado sacrificios cuando en realidad no habían hecho nada.

En 304, el cuarto edicto ordenaba que todas las personas, fuesen hombres, mujeres o niños, deberían reunirse en lugares públicos
y realizar un sacrificio colectivo. Si se negaban, serían ejecutados. No se conoce la fecha precisa del edicto, pero es probable que
fuera dictado en enero o febrero de 304, y fue aplicado en los Balcanes en marzo. El edicto entró en vigor en Salónica (Grecia) en
abril de 304, y en Palestina poco tiempo después. Este último edicto ni siquiera llegó a aplicarse en los dominios de Maximiano y
Constancio. En Oriente, en cambio, estuvo vigente hasta la promulgación en 313 del edicto de Milán de Constantino y Licinio.

ABDICACIONES, INESTABILIDAD Y TOLERANCIA RENOVADA


Diocleciano y Maximiano abdicaron el 1 de mayo de 305. Constancio y Galerio se convirtieron en Augusti (emperadores senior) y
se nombró a dos nuevos emperadores, Flavio Severo y Maximino Daya, a quienes se les otorgó el título de Caesaris (emperadores
junior).Según Lactancio, Galerio manipuló a Diocleciano, asegurándose el acceso de amigos leales al cargo imperial.En esta
«segunda tetrarquía», parece que sólo los emperadores orientales, Galerio y Maximino, continuaron con las
persecuciones.Mientras dejaban el cargo, Diocleciano y Maximiano probablemente supusieron que el cristianismo estaría en sus
últimos alientos. Las iglesias estaban destruidas, los jefes y las jerarquías eliminadas, y el ejército y la administración pública
habían sido purgados. Eusebio afirma que los apóstatas de la fe fueron «innumerables» (μυρίοι).En un principio, la nueva
tetrarquía parecía más vigorosa que la anterior. Maximino, en particular, era un ávido persecutor.En 306 y 309 publicó sus propios
edictos en los que exigía sacrificio universal.Eusebio acusa también a Galerio de insistir con las persecuciones.
En Occidente, sin embargo, los cabos sueltos de las decisiones dinásticas de Diocleciano estaban a punto de echar abajo la
tetraquía. Constantino, hijo de Constancio, y Majencio, hijo de Maximiano, habían sido dejados de lado por la sucesión de
Diocleciano, lo que ofendió a los padres y provocó el enojo de los hijos.Contra la voluntad de Galerio, Constantino sucedió a su
padre el 25 de julio de 306. Finalizó de inmediato todas las persecuciones y ofreció a los cristianos la restitución completa de todo
lo que habían perdido durante la persecución.Esta declaración dio a Constantino la oportunidad de mostrarse a sí mismo como el
libertador de los cristianos oprimidos en todo el imperio.Entretanto, Majencio se hizo con el poder en Roma en 306 y también
concedió a los cristianos una amplia tolerancia.Galerio intentó destronar a Majencio en dos ocasiones, pero no tuvo éxito en
ninguna de ellas. Durante la primera campaña contra Majencio, Severo fue capturado, encarcelado y ejecutado.
LA PAZ DE GALERIO Y EL EDICTO DE MILÁN
En Oriente, la persecución finalizó de manera oficial el 30 de abril de 311, aunque en Gaza se produjeron martirios hasta el 4
de mayo. Galerio, en su lecho de muerte, emitió una proclamación para terminar con las hostilidades y otorgó a los cristianos el
derecho de practicar su religión libremente bajo la ley y de reunirse pacíficamente. La persecución había finalizado.
La ley de Galerio no se mantuvo en vigor durante mucho tiempo en el área dominada por Maximino. Siete meses después de la
proclamación, Maximino retomó en sus territorios la persecución,que continuaría hasta el año 313, poco antes de su
muerte.En un encuentro entre Licinio y Constantino en Milán en febrero de 313, los dos emperadores esbozaron los términos de
una paz universal, que fueron publicados el 13 de junio de 313 por el victorioso Licinio en Nicomedia.El documento sería
denominado en épocas posteriores «Edicto de Milán».
Dinastía Constantiniana (306-364)
Dinastía Constantiniana
Retrato Nombre común Acceso Reinado Muerte Notas
Constantino el Nombrado Augusto 25 de julio de 306 - 22 Causas naturales Augusto de Occidente desde mayo
por las tropas de su de mayo de 337 de 311
Grande padre Constancio 307: Germanicus Maximus; 312:
con Crispo Maximus; 323: Sarmaticus
Maximus; 324:
Victor substitutingInvictus; 328:
Gothicus Maximus;336:Dacicus
Maximus

Constantino II Hijo de Constantino 22 de mayo 337 - abril Muerte en batalla Emperador en el Oeste
el Grande de340 contra Constante

Constancio II Hijo de Constantino 22 de mayo de 337 - 3 Causas naturales Emperador en el Este


el Grande de noviembre de 361 Heredó las posesiones
con Constancio de Constante(Medio y Oeste)
Galo

Constante Hijo de Constantino 22 de mayo de 337 - Asesinado por el Emperador en el Medio


el Grande enero de 350 usurpador Magne Tomó las posesiones de Constantino
ncio II(Oeste)

Vetranio Autoproclamado 1 de mayo - 25 de Abdicó y murió Reconocido como coemperador


emperador en el diciembre de 350 por causas por Constancio II.
oeste naturales
contra Magnencio

Juliano II el Primo febrero de 360 - 26 de Herido de muerte Autoproclamado emperador en febrero


de Constancio II juniode 363 en batalla de 360
Apóstata

Joviano Elegido por las 26 de junio de 363 - 17 Probablemente


tropas de Juliano de febrero de 364 causas naturales
Dinastía Valentiniana (364-392)
Dinastía Valentiniana
Retrato Nombre común Acceso Reinado Muerte Notas
Valentiniano Designado por el 26 de febrero de 364 Causas naturales Emperador en el Oeste
ejercito 17 de noviembre de 375

Valente Designado emperador 28 de marzo de 364 Muerto en Emperador en el Este


por su 9 de agosto de 378 la batalla de
hermano Valentiniano Adrianópolis

Graciano Hijo de Valentiniano 24 de agosto de 367 - 25 Asesinado Emperador en el Oeste, coemperador


de agosto de 383 por Magno con Valentinianoy Valentiniano II
Máximo

Valentiniano II Hijo de Valentiniano 17 de Posiblemente Emperador en el Oeste, coemperador


noviembre de 375 - 15 asesinado con Graciano
de mayo de 392

Magno Máximo Usurpador en el Oeste 384 - 25 de Ejecutado Reconocido


agosto de 388 por Teodosiotras por Teodosioy Valentiniano II
con Flavio ser derrotado en
Víctor batalla

GRACIANO EL JOVEN
Flavius Gracianus Augustus (¿abril, mayo? de 359 - 25 de agosto de 383), conocido como Graciano o Graciano el Joven para
diferenciarlo de su abuelo Graciano el Viejo, fue emperador de Occidente entre 375 y 383.

Favoreció claramente la religión cristiana contra el paganismo, rechazando los tradicionales atributos paganos de los emperadores
y quitando el Altar de la Victoria del senado.

Era hijo del emperador Valentiniano I1 y de su primera esposa, Marina Severa, nació en la ciudad de Sirmium2 (hoy Sremska
Mitrovica, Serbia), en la entonces provincia romana de Panonia II.

El 4 de agosto de 367 fue proclamado Augusto por su padre. A la muerte de Valentiniano (17 de noviembre de 375), las tropas
destacadas en Panonia proclamaron emperador a su hermano pequeño Valentiniano, que entonces era solamente un bebé.
Valentiniano era hermanastro de Graciano, nacido de Justina, viuda de Magnencio y segunda esposa de Valentiniano I.

Graciano aprovechó la oportunidad que se le brindaba; se reservó para sí la administración de las provincias galas, mientras que
puso Italia, Iliria y África bajo el mando de Valentiniano y su madre, los cuales establecieron su residencia en Milán. La división,
no obstante, era meramente nominal y la autoridad real quedó por completo en manos de Graciano. El Imperio romano de
Oriente estaba bajo el dominio de su tío Valente. En mayo de 378, Graciano derrotó completamente a los lentienses, la tribu más
austral de los alamanes, en la Batalla de Argentovaria, cerca de la actual Colmar. Ese mismo año, Valente encontró la muerte en
la batalla de Adrianópolis el 9 de agosto, esta derrota fue el mayor desastre militar romano desde Cannas, y con peores
consecuencias, pues los godos, que habían entrado en el imperio huyendo de los hunos y provocando una catástrofe demográfica
no volvieron a salir, siendo el primer pueblo germano que se asentó dentro del imperio. Valente anteriormente había rechazado
esperar a Graciano y a su ejército para combatir juntos contra los godos; dos tercios del ejército romano oriental cayó en la batalla.

El gobierno del Imperio de Oriente quedó en poder de Graciano, y una de sus decisiones más relevantes, pues iba a significar la
conquista del estado por los católicos, fue proponer al general hispano Flavio Teodosio el gobierno de la parte oriental para
enfrentarse al caos tras la invasión de los godos y después de la aplastante derrota. Teodosio y Graciano colaboraron para
enfrentarse al problema germánico y compitieron por atraerse el apoyo de los cristianos que reivindicaban los acuerdos del
Concilio de Nicea de la época de Constantino y que aspiraban a que el Cristianismo fuera "católico" (en griego, universal).
Teodosio fue coronado emperador de Oriente el 19 de enero de 379. Graciano fue degollado por orden de Máximo que dio un
golpe de estado y usurpó el imperio. La revuelta contra Graciano la encabezó este Máximo que hemos nombrado. Era un general
hispano pariente de Teodosio llamado Magno Clemente Máximo Comes Britanniorum aprovechando sus victorias
en Britania frente a los pictos, invadió la Galia con un gran ejército. Graciano, que esperaba hacerle frente en París, fue
traicionado por sus tropas tras cinco días de escaramuzas y se vio obligado a huir. Sin embargo, fue alcanzado en Lyon. Allí fue
entregado por el gobernador de la ciudad a Andragatio, uno de los generales de Máximo y asesinado el 25 de agosto de 383. Para
otros historiadores Graciano no fue decisivo, sino que las cosas se impusieron con la fuerza de los nuevos tiempos.

LEGADO
El reinado de Graciano es una época importante en la historia eclesiástica, pues durante este periodo el Cristianismo se convirtió
por primera vez en la religión dominante en todo el imperio.

Bajo la influencia de Ambrosio, Graciano prohibió las ceremonias paganas en Roma; se negó a llevar el título de Pontifex
Maximus por considerarlo incompatible con su Cristianismo; retiró el Altar de la Victoria de la Casa Senatorial en Roma, a pesar
de las protestas de los miembros paganos del Senado, y confiscó sus rentas; prohibió las donaciones de propiedades materiales a
las Vestales; y abolió otros privilegios que poseían los sacerdotes y sacerdotisas paganos.

Graciano también publicó un decreto por el que todos sus súbditos debían profesar la fe de los obispos de Roma y de Alejandría
(es decir, la fe de Nicea). El movimiento fue empujado principalmente en la creencia de poder acabar así con el Arrianismo, pero
sectas disidentes más pequeñas, tales como los macedonios, también fueron prohibidas.

Dinastía Teodosiana en Occidente (392-455)


Dinastía Teodosiana e Imperio Romano de Occidente.
Nombre
Retrato Acceso Reinado Muerte Notas
común
Teodosio el Nombrado 15 de mayo de 392 - 17 Causas naturales Emperador oriental desde379 yEmperador
emperador de enero de 395 Occidentaldesde 392. Hizo delcristianismo
Grande (oriental) niceno lareligión oficialdel Imperio mediante
por Graciano elEdicto de Tesalónica de380

Honorio Hijo de Teidosio 17 de enero de 395 - 15 Causas naturales Nombrado coemperador en occidente en 393
de agosto de 423

Constantino Usurpador en 409 - 411 Ejecutado Reconocido como coemperador en el 409


III Britania
con Constante
II
Constancio Nombrado 8 de febrero - 2 de Causas naturales Padre de Valentiniano III
coemperador por septiembrede 421
III su cuñado Honorio

Joannes Proclamado 27 de agosto del 423 - Ejecutado


emperador mayo del 425
por Flavio Castino

Valentiniano Hijo 23 de octubre 424 - 16 de Asesinado por dos


de Constancio III marzo de 455 antiguos soldados
III de Aecio

Últimos emperadores de Occidente (455-480)


Caída del Imperio romano de Occidente
Nombre
Retrato Acceso Reinado Muerte Notas
común
Petronio Proclamado 17 de marzo - 31 de Murió durante No reconocido por el Imperio Oriental
emperador por el mayo de455 el Saqueo de
Máximo ejército Roma por
los vándalos
Avito Impuesto por 9 de julio de 455 - 17 de Derrotado en
los Visigodos octubrede 456 batalla y ejecutado
No reconocido por el Imperio Oriental

Mayoriano Proclamado Abril del 457 - 2 de Forzado a abdicar Reconocido por el Imperio Oriental
emperador por el agosto de461 por Ricimero y
ejército posteriormente
ejecutado

Libio Severo Impuesto Noviembre del 461 - Probablemente No reconocido por el Imperio Oriental, tras
por Ricimero agosto de465 envenenado su muerte hubo un interregno de 465 a 467
por Ricimero

Antemio Designado 12 de abril de 467 - 11 de Ejecutado Reconocido por el Imperio Oriental


por León I juliode 472 por Ricimero

Olibrio Impuesto 11 de julio - 2 de Causas naturales No reconocido por el Imperio Oriental


por Ricimero noviembre de472

Glicerio Impuesto por 5 de marzo de 473 - junio Forzado a abdicar No reconocido por el Imperio Oriental
los Burgundios de474 por Julio Nepote y
murió por causas
naturales

Julio Nepote Designado Junio de 474 - 25 de Asesinado Reconocido por el Imperio Oriental.
por León I abril de480 Expulsado de Italia por Orestes; gobernaría
Dalmacia hasta su asesinato

Rómulo Impuesto por su 31 de octubre de 475 - 4 Forzado a abdicar No reconocido por el Imperio Oriental
padre Orestes de septiembre de 476 por Odoacro y
Augusto murió por causas
Llamado naturales
despectivam
ente Rómulo
Augústulo

Invasiones bárbaras
La crisis política de Occidente se agravó cuando
los visigodos bajo el mando de Alarico I se dirigieron
hacia Italia en el año 402. En un primer momento, el
general romano de origen vándalo Estilicón, una de las
últimas grandes figuras militares de Occidente, logró
derrotar a Alarico I en la batalla de Polencia. Sin embargo,
las tropas romanas ya no eran tan abundantes como en
tiempos anteriores y Estilicón solo pudo reunir los
hombres suficientes retirando buena parte de los que
vigilaban la frontera del río Rin. Esto provocó, en la
Navidad del 406, que los vándalos, suevos, francos, y en
menor medida los gépidos, alanos, sármatas y hérulos,
cruzaran de forma masiva el río helado(Rio Rin) y se
asentaran por toda la Galia y luego por Hispania, causando
disturbios en muchas ciudades a su paso.
Poco después, Alarico I volvió a amenazar a Roma exigiendo el pago de importantes tributos, mientras en Britania un nuevo
usurpador se coronaba a sí mismo como Constantino III. Estilicón fue incapaz de atajar la crisis y, víctima de las conjuras de los
cortesanos de Honorio, fue ejecutado en el 408. Las tropas romanas abandonaron Britania mientras era invadida por nuevos
En materia de tácticas, Julio César usó con gran resultado lo que se conoció como celeritas caesaris, o «rapidez cesariana» (que
puede comparase, salvando las distancias, a la denominada guerra relámpago del siglo XX), aparte de su genio militar tanto en
batallas campales como en asedio de ciudades. Además, supo conjugar sabiamente la fuerza, la diplomacia y el manejo de las
rencillas internas de las tribus galas, para separarlas y vencerlas.7071

César derrotó a pueblos como los helvecios en 58 a. C., a la confederación belga y a los nervios en 57 a. C. y a
los vénetos en 56 a. C. Finalmente, en 52 a. C., César venció a una confederación de tribus galas lideradas por Vercingétorix en
la batalla de Alesia. Sus crónicas personales de la campaña están registradas en sus Comentarios a la Guerra de las Galias (De
Bello Gallico).

De acuerdo con Plutarco, la guerra se cerró con un balance de 800 ciudades tomadas (como la de Avarico, en la cual, de los
40 000 defensores, solo quedaron 800), 300 tribus sometidas, un millón de galos reducidos a la esclavitud y otros tres
millones muertos en los campos de batalla. Plinio habla de 1 192 000 muertos y más o menos los mismos prisioneros
y Veleyo Patérculo dice que murieron 400 000 galos y muchos más fueron tomados prisioneros, aunque las cifras de los
antiguos historiadores deben tomarse con mucha precaución, incluidas las del propio Julio César.

Utilizó en varias ocasiones la táctica de sorprender al enemigo apareciendo ante él como por ensalmo y, a despecho de los días de
marcha, hacía que sus soldados se enfrentasen directamente con el adversario, pese a que este consideraba que el cansancio
invalidaría el empuje de sus legiones. Fue igualmente brillante en los asedios de ciudades, llegando al culmen en el sitio de Alesia,
en donde ordenó construir una doble línea de fortificaciones de varios kilómetros de extensión, para blindarse frente a los casi
trescientos mil galos que intentaban ayudar a los ochenta mil soldados de Vercingetórix asediados, a los que César tenía acosados
dentro de la plaza fuerte. César, con menos de cincuenta mil efectivos correspondientes a diez legiones nunca completas tras ocho
años de guerras en las Galias, venció a unos y a otros en la misma batalla en la que se decidió el destino de los galos.70

CRISIS POLÍTICAS
Pero a pesar de sus éxitos y de los beneficios que la conquista de Galia llevó a Roma, César continuaba siendo impopular entre sus
pares, en particular entre los conservadores que temían su ambición.
En el 56 a. C., el triunvirato se tambaleaba, pues Pompeyo no se fiaba de Craso y creía que era el que mantenía en la sombra a
Clodio y sus secuaces, que estaban sembrando la violencia en Roma.74 Ante esta situación, que amenazaba su proconsulado, César
convocó a una reunión a sus dos aliados en la ciudad de Lucca, pues él no podía ir a Roma sin renunciar a su imperium. Al
parecer, a dicho encuentro no solo asistieron ellos sino unos doscientos senadores (las dos terceras partes del Senado); en este
concilio se acordó que tanto Pompeyo como Craso se presentaran al consulado al año siguiente y que, una vez cónsules,
promulgarían una ley por la que el proconsulado de César se alargaría cinco años más. Este pacto se conoce en la Historia como el
«Convenio de Lucca».75 Al año siguiente, como era de prever, sus aliados Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso fueron
elegidos cónsules y honraron el acuerdo establecido con César.
Sin embargo, en 54 a. C., Julia murió durante un parto, dejando al padre y marido muy apenados. Marco Licinio Craso, por su
parte, murió en el 53 a. C. en la batalla de Carrhae, frente a los partos, durante la desastrosa campaña de Persia, condenada al
fracaso desde el inicio por una pésima planificación. Todavía en la Galia, César trató de asegurarse la alianza con Cneo Pompeyo
Magno proponiéndole matrimonio con una de sus sobrinas, pero este prefirió casarse de nuevo con Cornelia, hija de Quinto
Cecilio Metelo Escipión, perteneciente a la facción optimate.
El desastre de la batalla de Carrhae en la que Craso murió con sus legiones al enfrentarse a los partos y la muerte de Julia acabó
por romper el triunvirato. Días después, tras la victoria de César en la Alesia, Celio, como tribuno, lanzó una propuesta de ley
adicional: César sería dispensado de la obligación de acudir a Roma para presentar su candidatura al consulado. Esta medida
suponía que los opositores y enemigos de César que pretendían procesarle por los supuestos crímenes de su primer consulado
perderían toda posibilidad de juzgarle, puesto que César en ningún momento dejaría de desempeñar una magistratura. Mientras
fuese procónsul, César tendría inmunidad judicial, pero si se veía obligado a entrar en Roma para presentarse al consulado
perdería su cargo y, durante un tiempo, podría ser atacado con toda una batería de demandas de sus enemigos.76
El poder de César era visto por muchos senadores conservadores como una amenaza. Si César regresaba a Roma como cónsul, no
tendría problemas para hacer que se aprobaran leyes que concediesen tierras a sus veteranos, y a él una reserva de tropas que
superase o rivalizase con las de Pompeyo. Catón y los enemigos de César se opusieron frontalmente, con lo que el Senado se vio
envuelto en largas discusiones sobre el número de legiones que debería de tener bajo su mando y sobre quién debería ser el futuro
gobernador de la Galia Cisalpina e Iliria.
Pompeyo finalmente se decantó por favorecer a los tradicionalistas y emitió un veredicto claro: César debía abandonar su mando
la primavera siguiente, cuando faltaban todavía meses para las elecciones al consulado, tiempo más que suficiente para juzgarle.76
Sin embargo, en las siguientes elecciones para tribuno de la plebe fue elegido Curio, que se reveló como cesariano, y vetó todos
los intentos de apartar a César de su mando en las Galias. Jurídicamente, todos los intentos consulares de apartar a César de sus
tropas se veían anulados por la tribunicia potestas.
A finales del mismo año, César acampó en Rávena con la XIII legión. Pompeyo tomó el mando de dos legiones en Capua y
empezó a reclutar levas ilegalmente, un acto que, como era predecible, aprovecharon los cesarianos en su favor. César fue
informado de las acciones de Pompeyo personalmente por Curio, que en esos momentos ya había finalizado su mandato. Mientras
tanto, su puesto de tribuno fue ocupado por Marco Antonio, que lo desempeñó hasta diciembre.
el candidato del emperador oriental y con la buena predisposición de Ricimero. Ricimero dirigió junto al Imperio romano de
Oriente una expedición contra los vándalos que acabó en fracaso, poco después, Antemio enfermó, y según se dice, entró en un
estado de locura, Ricimero lo aprovechó para levantarse contra él. Ricimero ejecutó a Antemio tras derrotarlo y le sucedió Anicio
Olibrio, el candidato de Ricimero, y su ahora aliado, Genserico. En aquellos días, en que Ricimero nombraba emperadores a su
antojo, y en el que las funciones de estos eran meramente nominales, estaba claro que las funciones del emperador habían dejado
de tener sentido, y un único hombre fuerte, en este caso, Ricimero, únicamente mantenía viva la farsa de los emperadores para
poder actuar con total libertad y sin oposición.
El reinado de Anicio Olibrio solo duraría unos meses, tras este llegaría Glicerio, que había sido designado emperador por el
nuevo magister militum, Gundebaldo, sobrino del fallecido Ricimero, pero como Glicerio era un usurpador para el emperador
oriental, León I, este designó como emperador a Julio Nepote, gobernador de la Dalmacia, este llegó a Rávena y expulsó a
Glicerio, aunque le perdonó la vida y se hizo nombrar emperador, inmediatamente trató de firmar la paz con Genserico, pero a
este no le interesaba. Julio Nepote alzó a un bárbaro llamado Flavio Orestes como magister militum, pero este, tomó
Rávena y depuso a Nepote, para nombrar a su propio hijo, Rómulo Augústulo, como emperador, aunque este solo contaba
con poco más de 10 años. Julio Nepote regresó a Dalmacia siendo considerado por Oriente como el auténtico emperador
legítimo.
Cuando los hérulos, esciros y mercenarios turingios exigieron tierras en Italia, Orestes se negó y fue capturado y ejecutado por el
caudillo bárbaro Odoacro. Este depuso a Rómulo Augústulo y envió las insignias imperiales a Constantinopla, a cambio, el
emperador oriental, Zenón, nombró a Odoacro patricio. Julio Nepote seguiría reclamando sus pretensiones al trono imperial hasta
su muerte en el año 480. Pese a que el año 476 es considerado el fin del Imperio romano de Occidente, este ya había
desaparecido hacía ya tiempo y solo se conservaba la dignidad imperial de manera únicamente nominal.
Tiempo después, y ya con el imperio occidental desaparecido, el rey ostrogodo Teodorico el Grande, por orden del Imperio
romano de Oriente derrotaría y asesinaría a Odoacro en el 493, fundando así el Reino ostrogodo. En la Galia, los visigodos
estarían asentados en el Reino visigodo de Tolosa, aunque tras su derrota contra los francos, se retirarían hacia Hispania dando así
lugar el Reino visigodo de Toledo. Los vándalos permanecieron en el Norte de África hasta que el Reino vándalo fue conquistado
por el general bizantino Belisario. Y por último, en Britania, se asentarían los anglos y los sajones, que en el siglo XI serían
derrotados por Guillermo el Conquistador.

División del Imperio Romano

Pese a que generalmente se considera que el derrocamiento de Rómulo Augústulo determinó el fin del Imperio romano, esto es
inexacto: el Imperio romano de Oriente sobreviviría casi 1000 años más. Los territorios comprendidos en el antiguo Imperio
romano de Occidente fueron gobernados por distintas tribus bárbaras, incluidas las responsables de su caída. A grandes rasgos, la
distribución de los pueblos de origen bárbaro que gobernaron territorios dentro de las antiguas fronteras del Imperio de Occidente
sería la siguiente:
1) Los anglosajones en Inglaterra, y también en el norte
de Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Bélgica;
2) los alamanes al sur de Alemania y al oeste de la
República Checa;
3) los burgundios en Suiza y sureste de Francia;
4) los visigodos en España y sur de Francia;
5) los suevos en Portugal;
6) los lombardos en Hungría;
7) los vándalos al norte de África y las islas mediterráneas
entre España e Italia;
8) los ostrogodos en Eslovenia, Croacia y Bosnia;
9) los francos en el centro y norte de Francia,
10) los hérulos en la península itálica y Sicilia.

Las invasiones bárbaras desde el siglo III habían demostrado la permeabilidad de los límites romano en Europa, fijado en el Rin y
el Danubio. La división del Imperio en Oriente y Occidente, y la mayor fortaleza del imperio oriental o bizantino, determinó que
fuera únicamente en la mitad occidental donde se produjo el asentamiento de estos pueblos y su institucionalización política como
reinos.

Fueron los visigodos, primero como Reino de Tolosa y luego como Reino de Toledo, los primeros en efectuar esa
institucionalización, valiéndose de su condición de federados, con la obtención de un foedus con el Imperio, que les encargó la
pacificación de las provincias de Galia e Hispania, cuyo control estaba perdido en la práctica tras las invasiones
del 410 por suevos, vándalos y alanos. De éstos, sólo los suevos lograron el asentamiento definitivo en una zona: el Reino de
Braga (actuales Galicia, Asturias y León en España, y el norte de Portugal) y establecieron un reino allí que duró 170 años hasta
su integración en el reino visigodo, mientras que los vándalos se establecieron en el norte de África y las islas del Mediterráneo
Occidental, pero fueron al siglo siguiente eliminados por los bizantinos durante la gran expansión territorial de Justiniano
I (campañas de los generales Belisario, del 533 al 544, y Narsés, hasta el 554).
Simultáneamente los ostrogodos consiguieron instalarse en Italia expulsando a los hérulos en el 493 Teodorico por el Grande,
que habían expulsado a su vez de Roma al último emperador de Occidente Romulo Augusto en el 476. Tras la muerte de
Teodorico en el año 526, la situación se volvió tan violenta que en el 535 el emperador bizantino Justiniano I envió a su
general Belisario contra los ejércitos ostrogodos en Italia quien después de tomar Roma en el 537 y resistir el acedio de la ciudad
hasta marzo del 538, fue un golpe decisivo el transcurso posterior de la guerra, socavando el poderío ostrogodo .La superioridad
del ejército bizantino fue la clave para la derrota, el exterminio y el aplastamiento de la resistencia ostrogoda.El ultimo rey godo
fue derrotado el 553. Este pueblo fue finalmente asimilado en forma gradual por otras tribus germánicas, tales como
los vándalos y los francos.

Un segundo grupo de pueblos germánicos se instala en Europa Occidental en el siglo VI, de entre los que destaca el Reino
franco de Clodoveo y sus sucesores merovingios, que desplaza a los visigodos de las Galias, forzándolos a trasladar su capital
de Tolosa a Toledo. También derrotaron a burgundios (que se asentaron pacíficamente en la zona del valle del Ródano, en un
área entre las actuales Suiza, Francia e Italia, que por ellos acabaría tomando el nombre de Burgundia (y más adelante
evolucionaria a la actual Borgoña). En el año 534, los francos derrotaron a Gundemaro, el último de los reyes burgundios, y se
anexionaron su territorio tras la batalla de Tolbiac) y alamanes (tras dos siglos de enfrentamientos con los romanos logran
instalarse definitivamente sobre el territorio que comprende una parte de las actuales Vorarlberg (Austria), Suiza, Baden-
Wurtemberg y Alsacia), que terminaron absorbiendo sus reinos. Algo más tarde los lombardos se establecen en Italia (568-9),
pero serán derrotados a finales del siglo VIII por los mismos francos, que reinstaurarán el Imperio con Carlomagno(año 800).

En Gran Bretaña se instalarán los anglosajones y jutos, que crearán una serie de reinos rivales, unificados finalmente por los
daneses (un pueblo nórdico) en lo que terminará por ser el reino de Inglaterra.

Nacimiento del papado


Base bíblica

El desarrollo de la gran apostasía que culminó con el papado fue un proceso gradual que abarcó varios siglos. La declinación de
ese poder siguió un proceso semejante.

Respecto al futuro, Jesús advirtió a sus discípulos: "Mirad que nadie os engañe", porque "muchos falsos profetas se levantarán, y
engañarán a muchos", haciendo "grandes señales y prodigios" para confirmar sus pretensiones engañosas, "de tal manera que
engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos" (Mat. 24: 4, 11, 24). Pablo, hablando por inspiración, declaró que se levantarían
"hombres que hablarían " "cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hech. 20: 30). El resultado iba a ser una
"apostasía" durante la cual se revelaría ese poder al cual llama "hombre de pecado" y "misterio de la iniquidad" para oponerse a la
verdad, exaltarse por encima de Dios y usurpar la autoridad de Dios sobre la iglesia (2 Tes. 2: 3-4, 7). Este poder que -según la
advertencia de Pablo- ya estaba obrando en forma limitada (vers. 7) obraría "por obra de Satanás, con gran poder y señales y
prodigios mentirosos" (vers. 9). La forma sutil de su crecimiento había de ser tan astutamente disfrazada que sólo los que creyesen
sinceramente la verdad y la amasen. Estarían a salvo de sus pretensiones engañosas (vers. 10- 12).

Antes del fin del primer siglo, el apóstol Juan escribió que "muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4: 1), y un
poco después que "muchos engañadores han salido por el mundo" (2 Juan 7). Esto, afirmó, es el "espíritu del anticristo, el cual
vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo" (1 Juan 4: 3). Estas predicciones advertían de la presencia de
fuerzas siniestras que ya obraban en la iglesia, fuerzas que presagiaban herejía, cisma y apostasía de proporciones mayores.
Pretendiendo poseer privilegios y autoridad que pertenecen sólo a Dios, y sin embargo obrando mediante principios y métodos
opuestos a Dios, este instrumento finalmente engañaría a la mayoría de los cristianos para que aceptasen su liderazgo, y así se
aseguraría el dominio de la iglesia (Hech. 20: 29-30; 2 Tes. 2: 3-12).

Durante los tiempos apostólicos cada congregación local elegía sus dirigentes y se manejaba por sí misma. Sin embargo, la iglesia
universal era "un cuerpo" en virtud de la operación invisible del Espíritu Santo y la dirección de los apóstoles que unían a los
creyentes por doquiera en "un Señor, una fe, un bautismo" (Efe. 4: 3-6). Los dirigentes de las iglesias locales debían de ser
hombres "llenos del Espíritu Santo" (Hech. 6: 3), elegidos, capacitados y guiados por el Espíritu Santo (Hech. 13: 2), y nombrados
(Hech. 6:5) y ordenados por la iglesia (Hech. 13: 3). Cuando la iglesia dejó su "primer amor" (Apoc. 2: 4), perdió su pureza de
doctrina, sus elevadas normas de conducta personal y el invisible vínculo provisto por el Espíritu Santo. En el culto, el
formalismo desplazó a la sencillez. La popularidad y el poder personal llegaron a determinar más y más la elección de los
dirigentes, quienes primero asumieron mayor autoridad dentro de la iglesia local y después intentaron extender su autoridad sobre
las iglesias vecinas.

Base histórica
La administración de la iglesia local bajo la dirección del Espíritu Santo finalmente dio paso al autoritarismo eclesiástico en poder
de un solo magistrado, el obispo, a quien cada miembro de iglesia estaba personalmente sujeto, y únicamente por cuyo intermedio
el creyente tenía acceso a la salvación. Desde entonces los dirigentes sólo pensaron en gobernar la iglesia en vez de servirla, y el
"mayor" ya no era aquel que se consideraba "siervo de todos". De ese modo, gradualmente se formó el concepto de una jerarquía
sacerdotal que se interpuso entre el cristiano como individuo y su Señor.
Según escritos que se atribuyen a Ignacio de Antioquía -que murió alrededor del año 117-, la presencia del obispo era esencial
para la celebración de ritos religiosos y para la conducción de los asuntos de la iglesia. Ireneo, que murió por el año 200,
catalogaba a los obispos de las diferentes iglesias según la edad y la importancia de las iglesias que presidían. Daba especial
honor a las iglesias fundadas por los apóstoles, y sostenía que todas las otras iglesias debían estar de acuerdo con la iglesia de
Roma en asuntos de fe y doctrina.

Tertuliano (m. 225) enseñaba la supremacía del obispo sobre los presbíteros: ancianos elegidos localmente. Cipriano (m. hacia el
año 258) es considerado como el fundador de la jerarquía católico-romana. Defendía la teoría de que sólo hay una iglesia
verdadera y que fuera de ella no hay acceso a la salvación. Adelantó la idea de que Pedro había fundado la iglesia en Roma, y que
por lo tanto el obispo de la iglesia de Roma debía ser ensalzado por encima de los otros obispos, y que sus opiniones y decisiones
debían prevalecer siempre. Recalcó la importancia de la sucesión apostólica directa, afirmó que el sacerdocio del clero era literal y
enseñó que ninguna iglesia podía celebrar ritos religiosos o atender sus asuntos sin la presencia y consentimiento del obispo.
Los principales factores que contribuyeron al prestigio y finalmente a la supremacía del obispo de Roma fueron:

(1) Como capital del imperio y metrópoli del mundo civilizado Roma era el lugar natural para la sede de una iglesia mundial.
(2) La iglesia de Roma era la única en el Occidente que pretendía tener su origen apostólico, un hecho que, en aquellos días, hacía
parecer como natural el que el obispo de Roma tuviese prioridad sobre los otros obispos. Roma ocupaba una posición muy
honorable aun antes de 100 d. C.
(3) El traslado de la capital política de Roma a Constantinopla realizado por Constantino (330) dejó al obispo de Roma
relativamente libre de la tutela imperial, y desde ese tiempo el emperador casi siempre apoyó las pretensiones del obispo de
Roma en contra de las de los otros obispos.
(4) En parte el emperador Justiniano apoyó vigorosamente al obispo de Roma e hizo progresar su causa mediante un edicto
imperial que reconocía su supremacía sobre las iglesias tanto del Oriente como del Occidente. Este edicto no pudo hacerse
completamente efectivo hasta después de que fue quebrantado el dominio ostrogodo sobre Roma en 538.
(5) El éxito que tuvo la iglesia de Roma al resistir varios movimientos así llamados heréticos, especialmente el gnosticismo y el
montanismo, le dio una gran reputación de ortodoxa, y las facciones que en alguna parte estaban en contienda, a menudo
apelaban al obispo de Roma para que fuese el árbitro de sus diferencias.
(6) Las controversias teológicas que dividían y debilitaban la iglesia en el Oriente dejaron a la iglesia de Roma libre para que se
dedicara a problemas más prácticos y para que aprovechara las oportunidades que surgían a fin de extender su autoridad.
(7) El prestigio político del papado fue acrecentado por los repetidos éxitos que tuvo al evitar o mitigar los ataques de los bárbaros
contra Roma, y a menudo en ausencia de un dirigente civil, el papa cumplió en la ciudad las funciones esenciales del gobierno
secular.
(8) Las invasiones mahometanas Constituyeron un impedimento para la iglesia del Oriente, y así eliminaron al único rival de
importancia que tenía Roma.
(9) Los invasores bárbaros del Occidente en su mayoría ya estaban nominalmente convertidos al cristianismo, y esas invasiones
libraron al papa del dominio imperial.
(10) Gracias a la conversión de Clodoveo (496), rey de los francos, el papado dispuso de un fuerte ejército para defender sus
intereses y tuvo una ayuda eficiente para convertir a otras tribus bárbaras. Haciendo profesión de cristianismo, Constantino el
Grande (m. 337) vinculó la iglesia con el Estado, subordinó la iglesia al Estado e hizo de la iglesia un instrumento de la
política del Estado. Su reorganización del sistema administrativo del Imperio Romano llegó a ser el modelo de la
administración eclesiástica de la iglesia romana y así de la jerarquía católico-romana. Más o menos en 343 el sínodo de
Sárdica asignó al obispo de Roma jurisdicción sobre los obispos metropolitanos o arzobispos.

El papa Inocencio 1 (m. 417) pretendía tener una jurisdicción suprema sobre todo el mundo cristiano, pero no pudo ejercer ese
poder.

Agustín (m. 430), uno de los grandes padres de la iglesia y fundador de la teología medieval, sostenía que Roma siempre había
tenido supremacía sobre las iglesias. Su obra clásica La ciudad de Dios hacía resaltar el ideal católico de una iglesia universal que
rigiera a un Estado universal, y esto dio la base teórica del papado medieval.

León I (el Grande, m. en 461) fue el primer obispo de Roma que proclamó que Pedro había sido el primer papa, que aseguró la
sucesión del papado a partir de Pedro, que pretendió que el primado había sido legado directamente por Jesucristo, y que tuvo
éxito en la aplicación de estos principios eclesiásticos a la administración papal. León I dio su forma final a la teoría del poder
papal e hizo de ese poder una realidad. El fue quien consiguió un edicto del emperador que declaraba que las decisiones papales
tenían fuerza de ley. Con el apoyo imperial se colocó por encima de los concilios de la iglesia asumiendo el derecho de definir
doctrinas y de dictar decisiones. El éxito que tuvo al persuadir a Atila que no entrase en Roma (452) y su intento de detener a
Genserico (455) aumentaron su prestigio y el del papado. León el Grande fue indudablemente un dirigente secular a la vez que
espiritual para su pueblo. Las pretensiones al poder temporal hechas por papas posteriores estaban basadas mayormente en la
supuesta autoridad de documentos falsificados conocidos como "fraudes piadosos", tales como la así llamada Donación de
Constantino. La conversión de Clodoveo, caudillo de los francos, a la fe romana por el año 496, cuando la mayoría de los
invasores bárbaros eran todavía arrianos, dio al papa un poderoso aliado político dispuesto a reñir las batallas de la iglesia.
Durante más de doce siglos la espada de Francia, la "hija mayor" del papado, fue un instrumento eficaz para la conversión de
hombres a la iglesia de Roma y para mantener la autoridad papal.

El pontificado del papa Gregorio I (el Grande, m. en 604), el primero de los prelados del medioevo de la iglesia, señala la
transición de los tiempos antiguos a los medievales. Gregorio osadamente asumió el papel, aunque no el título, de emperador de
Occidente. El fue quien puso las bases del poder papal durante la Edad Media y las posteriores pretensiones absolutistas del
papado datan especialmente de su administración. Gregorio el Grande inició grandes actividades misioneras, las que extendieron
mucho la influencia y la autoridad de Roma.

Cuando más de un siglo después, los lombardos amenazaban invadir Italia, el papa recurrió a Pepino, rey de los francos, para que
lo socorriera. Cumpliendo con este pedido, Pepino derrotó completamente a los lombardos y, en 756, entregó al papa el territorio
que les había tomado. Esa dádiva, comúnmente conocida como Donación de Pepino, señala el origen de los Estados Pontificios y
el comienzo formal del gobierno temporal del papa.

Desde el siglo VII al XI, en términos generales, el poder papal mermó. El próximo gran papa, y uno de los más grandes de todos,
fue Gregorio VII (m. 1085). Proclamó que la iglesia romana nunca había errado y nunca podría errar, que el papa es juez supremo,
que no puede ser juzgado por nadie, que no se puede apelar de sus decisiones, que sólo él tiene derecho al homenaje de todos los
príncipes y que sólo él puede deponer a reyes y emperadores.

Durante dos siglos hubo una constante lucha por la supremacía entre el papa y el emperador. A veces uno, y otras veces otro,
lograron un éxito pasajero. El pontificado de Inocencio III (m. 1216) encontró al papado en el apogeo de su poder y durante el
siglo siguiente estuvo en el cenit de su gloria. Pretendiendo ser el vicario de Cristo, Inocencio III ejerció todos los privilegios que
Gregorio se había atribuido más de un siglo antes.

Un siglo después de Inocencio III, el papa medieval ideal, Bonifacio VIII (m. 1303) intentó sin éxito reinar como lo habían hecho
sus ilustres predecesores. Fue el último papa que trató de ejercer autoridad universal en la forma como lo había hecho Gregorio
VII y como lo había pretendido Inocencio III. La decadencia del poder del papado se hizo plenamente evidente durante el así
llamado cautiverio babilónico (1309-1377), cuando los franceses trasladaron por fuerza la sede del papado de Roma a Avignon,
en Francia. Poco después del regreso a Roma, comenzó lo que se conoce como el gran cisma (1378-1417). Durante ese tiempo
hubo por lo menos dos, y a veces tres papas rivales, cada uno amenazando y excomulgando a sus rivales y pretendiendo ser el
verdadero papa.

Como resultado, el papado sufrió una irreparable pérdida de prestigio a los ojos de los pueblos de Europa. Mucho antes de los
tiempos de la Reforma, dentro y fuera de la Iglesia Católica, se levantaron voces en contra de sus arrogantes pretensiones y de sus
muchos abusos de poder, tanto seculares como espirituales. El resurgimiento cultural en la Europa occidental (Renacimiento), la
era de los descubrimientos, el desarrollo de fuertes Estados nacionales, la invención de la imprenta y varios otros factores
contribuyeron a la pérdida gradual del poder papal. Ya al aparecer Martín Lutero habían ocurrido muchas cosas que socavaron la
autoridad de Roma.

Durante la Reforma -que comúnmente se considera que empezó en 1517 cuando Lutero colocó las noventa y cinco tesis-, el poder
papal fue expulsado de grandes territorios del norte de Europa. Los esfuerzos del papado por combatir la Reforma se concretaron
en la creación de la Inquisición, del Índice y en la organización de la orden de los jesuitas. Los jesuitas llegaron a ser el ejército
intelectual y espiritual de la iglesia para la exterminación del protestantismo. Durante casi tres siglos la iglesia de Roma llevó a
cabo una vigorosa lucha que gradualmente fue perdiendo en contra de las fuerzas que luchaban por la libertad civil y religiosa.
Finalmente, durante la Revolución Francesa, la Iglesia Católica fue proscrita de Francia: la primera nación de Europa que había
patrocinado su causa, la nación que durante más de doce siglos había defendido las pretensiones papales y había reñido sus
batallas, la nación donde los principios papales habían sido puestos a prueba más plenamente que en cualquier otro país y habían
sido hallados faltos. En 1798 el gobierno francés ordenó al ejército que estaba en Italia bajo el comando de Berthier que tomara
prisionero al papa. Aunque el papado continuó, su poder le había sido quitado, y nunca más ha esgrimido el mismo tipo de poder,
ni en la medida en que lo hiciera en tiempos anteriores.

En 1870 los Estados Pontificios pasaron a formar parte del reino unido de Italia, el poder temporal que el papado había ejercido
durante más de 1.000 años se acabó, y el papa voluntariamente llegó a ser "el prisionero del Vaticano" hasta que su poder
temporal fue restaurado en 1929.

Este breve esbozo del crecimiento del poder papal demuestra que éste fue un proceso gradual que abarcó muchos siglos. Lo
mismo ocurrió con su declinación. Se puede decir que el primer proceso se desarrolló desde aproximadamente el año 100 hasta el
756; el segundo, desde más o menos 1303 hasta 1870. El papado estuvo en el apogeo de su poder desde el tiempo de Gregorio
VII (1073-85) hasta el de Bonifacio VIII (1294-1303). Queda pues en claro que no se pueden dar fechas que señalen una
transición precisa entre la insignificancia y la supremacía, o entre la supremacía y la relativa debilidad. De la misma manera,
como ocurre en todos los procesos históricos, tanto el crecimiento como la caída del papado fueron procesos graduales. Sin
embargo, por el año 538 el papado estaba completamente formado y obraba en todos sus aspectos esenciales, y para el año 1798 -
1260 años más tarde- había perdido prácticamente todo el poder que había acumulado durante siglos. La inspiración había
asignado 1260 años al papado para que demostrara sus principios, su política y sus propósitos. De esa manera esas dos fechas
debieran considerarse como principio y fin del período profético del poder papal.

PONTIFEX MAXIMUS

En la Antigua Roma, el título de pontífice máximo (en latín Pontifex Maximus) se otorgaba al principal sacerdote del colegio
de pontífices y era el cargo más honorable en la religión romana.
El término Pontifex significa literalmente "constructor de puentes" (pons + facere), Maximus significa literalmente 'el
máximo'. Esto podría significar "constructor de puentes entre los dioses y los hombres", aunque tal vez fuera entendido en
sentido literal, pues el cargo de constructor de puentes era muy importante en Roma, donde los mayores puentes se encontraban
sobre el Tíber, el río sagrado (y al mismo tiempo una deidad); solamente las mayores autoridades, con funciones sacras, eran
autorizadas a "molestarlo" con añadidos mecánicos.

En los inicios de la República Romana el título tenía influencia meramente religiosa, pero fue ganando poder en el ámbito
político hasta la época de Augusto, cuando el emperador lo asoció a la dignidad imperial. El último uso conocido del título por
parte de un emperador se encuentra en ciertas inscripciones de Graciano el Joven, emperador desde el 375 al 383, aunque
éste ya decidió omitir el término de su título imperial.

A la persona que ejercía este cargo, le era sin embargo prohibido el asumir cualquier cargo político o asiento en el Senado, como
una precaución para no convertirle en tirano. El Rex Sacrorum fue después subordinado por los fundadores de la República
Romana al Pontifex Maximus como una garantía contra la tiranía. Otros miembros de este sacerdocio incluían a los flamines
(sacerdotes muy especiales, vinculados a Júpiter, Marte y Quirino, en principio) y las vírgenes vestales. Durante la
República temprana, el Pontifex Maximus elegía a los miembros de estos grupos. Existían además muchos otros cargos
religiosos, incluyendo los augures y los arúspices (dos rituales originalmente etruscos para conocer la voluntad de los dioses).

El pontífice no era simplemente un sacerdote, tenía autoridad política y religiosa. No es claro cual de las dos era la de mayor
importancia. En la práctica, particularmente durante la República tardía, el cargo de Pontífice Máximo era ejercido generalmente
por un miembro de una familia políticamente importante. Era una posición de gran prestigio para quien la ostentaba; así Julio
César se convirtió en flamen dialis (especie de pontífice) en el 87 a. C. y pontífice máximo en el 63 A.C.. El cargo no era un
trabajo de tiempo completo, y no impedía al portador el ejercer alguna otra profesión civil o militar.

En un principio, los pontífices sólo podían venir de la vieja nobleza, los patricios. Sin embargo, en el 300. A.C. / 299 A.C. la lex
Ogulnia abrió el cargo a los plebeyos, así parte del prestigio de dicho título fue perdido. En 104 A.C. la lex Domitia estableció que
la elección de los pontífices sería llevada a cabo por el comitia tributa (una asamblea de los ciudadanos romanos divididos en
distritos de votación), sólo 17 de las 35 tribus romanas tenían derecho a votar. Esta ley fue abolida por Lucio Cornelio Sila en
el 81 A.C. por la lex Cornelia de Sacerdotiis, que restauró el derecho de co-optatio a los grandes colegios de sacerdocio. También
durante el gobierno de Sila se elevó el número de Pontífices hasta 15 (incluido el Pontífice Máximo).

En el 63 A.C., cuando Julio César era Pontífice Máximo la ley de Sila fue abolida, instaurando una forma modificada de la lex
Domitia, reinstalando la elección por comitia tributa. Sin embargo Marco Antonio restauró después el derecho a co-optatio.
También con Julio César, el número de pontífices fue incrementado a dieciséis, incluido el Pontifex Maximus. El número de
pontífices varió durante el Imperio, pero se cree que regularmente fueron quince. A partir de Augusto, todos los emperadores
hasta Graciano fueron Pontifex Maximus; este último renunció al cargo en 382, pasando esta dignidad a los obispos de Roma.

TITULOS PAPALES
Actualmente, el papa ostenta también oficialmente los siguientes títulos:

• Obispo de Roma. Del griego επίσκοπος epískopos, que quiere decir “vigilante”.31Es el título más antiguo del papa,
atestiguado por Ignacio de Antioquía24 y Eusebio de Cesarea23 desde el siglo III. Y refiere que el sumo pontífice es, antes que
nada, obispo de la Iglesia particular de la Ciudad Eterna, Roma, la que es su diócesis ordinaria y que la tradición católica
refiere como sede y lugar de martirio de san Pedro. En su carácter de obispo, el papa pertenece al Colegio de Obispos, sin
embargo, fundamentado en el primado que le otorga la doctrina católica, es considerado cabeza de tal colegio, designación
esta última otorgada por el Concilio Vaticano II.32 Aunada a la declaración que realiza el Código de Derecho
Canónico de 1983, que es el vigente en la actualidad, el cual, en el canon 331 señala que el obispo de la iglesia de Roma es
«en quién pertenece la función que el Señor encomendó singularmente a Pedro…», agregando más adelante: «por tanto,
tiene, en virtud de su función, potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede
siempre ejercer libremente».
• Vicario de Cristo. En latín Vicarius Christi, lo que significa "en lugar de Cristo". Se aplica al papa en cuanto
representante de Jesucristo en la tierra. Al parecer es un título antiguo, ya Inocencio III lo usó para fundar su autoridad,33 y
el Concilio de Florencia en el siglo XV, lo definió como ortodoxia para la Iglesia.
• Sucesor del príncipe de los Apóstoles. El papa es sucesor de san Pedro, el primer obispo de Roma.
• Pontífice supremo de la Iglesia Universal.
• Primado de Italia.35
• Arzobispo metropolitano de la Provincia Romana. Es decir, arzobispo del Lacio.
• Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano. Título referente a su carácter de jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano.
• Siervo de los siervos de Dios. En latín, Servus Servorum Dei. Utilizado principalmente en la firma de documentos
dogmáticos y doctrinales. Se atribuye al papa Gregorio Magno su uso por primera vez en el siglo VI, aplicado a sí mismo
como signo de humildad, en contraste al título de "obispo universal" que se arrogaba el patriarca de Constantinopla.36
Exclusivo del Romano Pontífice a partir de siglo IX.37

A partir de 2006 el papa Benedicto XVI renunció al título de patriarca de Occidente. El Pontificio Consejo para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos publicó una nota en marzo de ese mismo año donde se explicaba:
Desde el punto de vista histórico, los antiguos patriarcas de Oriente, fijados por los Concilios de Constantinopla (381) y de
Calcedonia (451), se referían a un territorio claramente circunscrito, mientras que el territorio de la Sede del obispo de Roma no
estaba bien definido. En Oriente, en el ámbito del sistema eclesiástico imperial de Justiniano (527-565), junto a los cuatro
Patriarcados orientales (Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén), el papa era considerado patriarca de Occidente.
Inversamente, Roma privilegió la idea de las tres sedes episcopales petrinas: Roma, Alejandría y Antioquía. Sin usar el título de
"patriarca de Occidente", el IV Concilio de Constantinopla (869-70), el IV Concilio de Letrán (1215) y el Concilio de Florencia
(1439), incluyeron al papa como el primero de los cinco patriarcas de entonces.
El título de "patriarca de Occidente" lo empleó en el año 642 el papa Teodoro I y tan sólo volvió a aparecer en los siglos XVI e
XVII, debido a que los títulos del papa se multiplicaron. En el Anuario Pontificio apareció por primera vez en 1863.
Actualmente, el significado del término "Occidente" se enmarca en un contexto cultural que no se refiere únicamente a Europa
Occidental, sino que se extiende desde Estados Unidos a Australia y Nueva Zelanda, diferenciándose de este modo de otros
contextos culturales. Obviamente, este significado del término "Occidente" no pretende describir un territorio eclesiástico, ni puede
ser empleado como definición de un territorio patriarcal. Si se quiere dar a este término un significado aplicable al lenguaje jurídico
eclesial, se podría comprender sólo con referencia a la Iglesia latina. Por tanto, el título "patriarca de Occidente" describiría la
especial relación del obispo de Roma con esta última, y podría expresar la jurisdicción particular del obispo de Roma para la
Iglesia latina.
Como el título de "patriarca de Occidente" era poco claro desde el inicio, con el desarrollo de la historia se hizo obsoleto y
prácticamente no utilizable. Por eso, no tiene sentido insistir en mantenerlo, sobre todo teniendo en cuenta que la Iglesia católica,
con el Concilio Vaticano II, halló para la Iglesia latina en la forma de las Conferencias Episcopales y de sus reuniones
internacionales de Conferencias Episcopales, el ordenamiento canónico adecuado a las necesidades actuales.
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos

El Imperio bizantino
El Imperio bizantino o Bizancio fue la parte oriental del Imperio romano que pervivió durante toda la Edad Media y el comienzo
del Renacimiento. Este imperio se ubicaba en el Mediterráneo oriental. Su capital se encontraba
en Constantinopla (actual Estambul), cuyo nombre más antiguo era Bizancio.
A lo largo de su dilatada historia, el Imperio bizantino sufrió numerosos reveses y pérdidas de territorio, especialmente durante
las guerras romano-sasánidas y las guerras árabo-bizantinas. Aunque su influencia en África del Norte y Oriente Próximo había
entrado en declive como resultado de estos conflictos, continuó siendo una importante potencia militar y económica
en Europa, Oriente Próximo y el Mediterráneo oriental durante la mayor parte de la Edad Media. Tras una última recuperación de
su pasado poder durante la época de la dinastía Comneno, en el siglo XII, el Imperio comenzó una prolongada decadencia durante
las guerras otomano-bizantinas que culminó con la toma de Constantinopla y la conquista del resto de los territorios bajo dominio
bizantino por los turcos, en el siglo XV.
Durante su milenio de existencia, el Imperio fue un bastión del cristianismo, e impidió el avance del islam hacia Europa
Occidental. Fue uno de los principales centros comerciales del mundo, estableciendo una moneda de oro estable que circuló por
toda el área mediterránea. Influyó de modo determinante en las leyes, los sistemas políticos y las costumbres de gran parte de
Europa y de Oriente Medio, y gracias a él se conservaron y transmitieron muchas de las obras literarias y científicas del mundo
clásico y de otras culturas.
En tanto que es la continuación de la parte oriental del Imperio romano, su transformación en una entidad cultural diferente de
Occidente puede verse como un proceso que se inició cuando el emperador Constantino I el Grande trasladó la capital a la
antigua Bizancio (que entonces rebautizó como Nueva Roma, y más tarde se denominaría Constantinopla); continuó con la
escisión definitiva del Imperio romano en dos partes tras la muerte de Teodosio I, en 395, y la posterior desaparición, en 476,
del Imperio romano de Occidente; y alcanzó su culminación durante el siglo VII, bajo el emperador Heraclio I, con cuyas
reformas (sobre todo, la reorganización del ejército y la adopción del griego como lengua oficial), el Imperio adquirió un carácter
marcadamente diferente al del viejo Imperio romano. Algunos académicos, como Theodor Mommsen, han afirmado que
hasta Heraclio puede hablarse con propiedad del Imperio romano de Oriente y más adelante de Imperio bizantino, que duró
hasta 1453, ya que Heraclio sustituyó el antiguo título imperial de «augusto» por el de basileus (palabra griega que significa 'rey' o
'emperador') y reemplazó el latín por el griego como lengua administrativa en 620, después de lo cual el Imperio tuvo un marcado
carácter helénico.
En todo caso, el término Imperio bizantino fue creado por la erudición ilustrada de los siglos XVII y XVIII y nunca fue utilizado
por los habitantes de este imperio, que prefirieron denominarlo siempre Imperio romano o Romania durante toda su existencia.

Historia temprana
En tanto que el Imperio de Occidente se hundía de forma definitiva, los sucesores de Teodosio fueron capaces de conjurar las
sucesivas invasiones de pueblos bárbaros que amenazaron el Imperio de Oriente. Los visigodos fueron desviados hacia Occidente
por el emperador Arcadio (395-408). Su sucesor, Teodosio II (408-450) reforzó las murallas de Constantinopla, haciendo de ella
una ciudad inexpugnable (de hecho, no sería conquistada por tropas extranjeras hasta 1204), y logró evitar la invasión de
los hunos mediante el pago de tributos hasta que se disgregaron y acabaron de representar un peligro tras la muerte de Atila,
en 453. Por su parte, Zenón (474-491) evitó la invasión del rey ostrogodo Teodorico el Grande, dirigiéndolo hacia Italia,
contra el reino establecido por Odoacro.
La unidad religiosa fue amenazada por las herejías que proliferaron en la mitad oriental del Imperio, y que pusieron de relieve la
división en materia doctrinal entre las cuatro principales sedes orientales: Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría. Ya
en 325, el Concilio de Nicea había condenado el arrianismo que negaba la divinidad de Cristo. En 431, el Concilio de
Éfeso declaró herético el nestorianismo. La crisis más duradera, sin embargo, fue la causada por la herejía monofisista que
afirmaba que Cristo solo tenía una naturaleza, la divina. Aunque fue también condenada por el Concilio de Calcedonia, en 451,
había ganado numerosos adeptos, sobre todo en Egipto y Siria, y todos los emperadores fracasaron en sus intentos de restablecer
la unidad religiosa. En este período se inicia también la estrecha asociación entre la Iglesia y el Imperio: León I (457-474)
fue el primer emperador coronado por el patriarca de Constantinopla.
A finales del siglo V, durante el reinado del emperador Anastasio I, el peligro que suponían las invasiones bárbaras parecía
definitivamente conjurado. Los pueblos germánicos, ya asentados en el desaparecido Imperio de Occidente, estaban demasiado
ocupados consolidando sus respectivas monarquías como para interesarse por Bizancio.

La época de Justiniano
Durante el reinado de Justiniano I (527-565), el
Imperio llegó al apogeo de su poder. El emperador se
propuso restaurar las fronteras del antiguo Imperio
romano, para lo que, una vez restaurada la seguridad
de la frontera oriental tras la victoria del
general Belisario frente al
expansionismo persa de Cosroes I en la batalla de
Dara (530), emprendió una serie de guerras de
conquista en Occidente:
Entre 533 y 534, tras sendas victorias en Ad
Decimum y Tricamarum, un Ejército al mando de
Belisario conquistó el reino vándalo, ubicado en la
antigua provincia romana de África y las islas del
Mediterráneo Occidental (Cerdeña, Córcega y
las Baleares). El territorio, una vez pacificado, fue
gobernado por un funcionario denominado magister
militum. En 535 Belisario avanzó hacia Italia,
llegando en 536 hasta Roma tras ocupar el sur de
Italia. Tras una breve recuperación de los
ostrogodos (541-551), un nuevo ejército bizantino, comandado esta vez por Narsés, anexionó nuevamente Italia, creándose
el exarcado de Rávena. En 552 los bizantinos intervinieron en disputas internas de la Hispania visigoda y anexionaron al Imperio
extensos territorios del sur de la península ibérica, llamándola Provincia de Spania. La presencia bizantina en Hispania se
prolongó hasta el año 620.
La Iglesia reconoció al señor de Constantinopla como rey-sacerdote y restauró la relación con Roma. Surgió una nueva
Iglesia de la Divina Sabiduría como signo y símbolo de un esplendor magnífico y majestuoso.

El final: el sitio turco


Durante un tiempo el Imperio sobrevivió, pero finalmente los turcos otomanos invadieron todo lo que quedaba de las posesiones
bizantinas a excepción de unas cuantas ciudades portuarias. (Los otomanos —núcleo originario del futuro Imperio otomano—
procedían de uno de los sultanatos escindidos del Estado selyúcida bajo el mando de un líder llamado Osmán I Gazi, que daría el
nombre a la dinastía otomana u osmanlí).
El Imperio apeló a Occidente en busca de ayuda, pero los diferentes Estados ponían como condición la reunificación de la Iglesia
católica y la ortodoxa. La unidad de las Iglesias fue considerada, y ocasionalmente llevada a cabo por decreto legal, pero los
ortodoxos no la aceptarían. Algunos combatientes occidentales llegaron en auxilio de Bizancio, pero muchos prefirieron dejar al
Imperio sucumbir, y no hicieron nada cuando los otomanos conquistaron los territorios restantes.
La conquista de Constantinopla fue en principio desestimada debido a sus poderosas defensas, pero con el advenimiento de los
cañones, las murallas —que habían sido impenetrables excepto para la Cuarta Cruzada durante más de 1000 años— ya no ofrecían
la protección adecuada frente a los otomanos. La caída de Constantinopla se produjo finalmente el 29 de mayo de 1453,
después de un sitio de dos meses llevado a cabo por Mehmet II. El último emperador bizantino, Constantino XIPaleólogo, fue
visto por última vez cuando entraba en combate con las tropas de jenízaros de los sitiadores otomanos, que superaban de manera
aplastante a los bizantinos. Mehmet II también conquistó Mistra en 1460 y Trebisonda en 1461.

ISLAM
La Península Arábiga en las centurias previas a la llegada de Mahoma estaba escasamente poblada por habitantes de habla árabe,
la mayoría eran beduinos, pastores nómadas organizados por tribus. Aunque hasta el siglo VII, amplias zonas desérticas en la
actualidad, como el territorio de Banu Hanifa en Arabia Central, producían suficiente cereal como para generar asentamientos de
agricultores. Tradicionalmente la zona más fértil se situaba en el sur de Arabia, la actual Yemen, conocida como la Arabia feliz.
Este potencial agrario permitió trascender la organización tribal y dio lugar a la aparición de auténticos reinos, que desarrollaron
toda una infraestructura hidráulica, que permitió cierto desarrollo demográfico en la región. En el norte el comercio también
permitió el desarrollo de ciertos centros urbanos, la futura Medina cobró importancia como enclave estratégico entre las rutas
caravaneras del norte. La Meca hizo lo propio, pero como centro de peregrinación en torno a la Kaaba. Más al norte, como
puentes de contacto entre los grandes imperios en guerra permanente, el Imperio bizantino y el Imperio persa, fueron surgiendo
estructuras estatales, los reinos de gassaní y lajmí.

En ese tiempo, la mayoría de los árabes eran seguidores de las religiones politeístas, aunque unas pocas tribus seguían
el judaísmo, el cristianismo (incluido el nestorianismo) o zoroastrianismo. La ciudad de La Meca era un centro religioso para
algunos politeístas árabes norteños, ya que contenía el muro sagrado del Zamzam y un pequeño templo, la Kaaba.

La expansión musulmana o la expansión del islam


El islam comenzó en la península
arábiga desde el año 622 cuando Mahoma
organizó en Medina una comunidad de
soldados que pronto se volvió lo bastante
fuerte para unificar toda la península
arábiga. Tras la muerte de Mahoma en
el 632, el islam tuvo una expansión
sorprendentemente rápida durante
alrededor de un siglo, favorecido en
primera instancia por la debilidad
del Imperio bizantino, y ocupó todo el
norte de África, Irán, la parte meridional
del Asia Central, el oeste del
subcontinente indio, España y el sur
de Francia. Esta primera etapa concluyó
con varias derrotas, como la batalla de
Poitiers (732) y otras frente a los
bizantinos e hindúes, y con la disolución
del Califato Omeya.
Durante los siglos siguientes, el islam
logró varios avances en otros frentes, como en el resto de Asia Central, en Asia Menor, en el sur de Italia, en Europa oriental, en
el Sudeste asiático y en el África subsahariana. Sin embargo, todos estos avances fueron producidos por distintos Estados
independientes unos de otros. Mientras estos avances se producían, el islam era obligado a retroceder en Europa occidental,
especialmente por la llamada Reconquista española. En el último tercio del siglo XVI, un último Estado musulmán con
pretensiones universales, el Imperio Otomano, alcanzó su máxima expansión.4
A lo largo de este período de casi un milenio tuvieron lugar grandes acontecimientos, hechos y procesos muy diferentes entre sí,
diferenciados temporal y geográficamente, sobre todo en el interior del islam, algunos de los cuales fueron causa de su propia
destrucción (en especial la forma de gobernarse). Después de la conquista de Arabia llevada a cabo por Mahoma años antes de su
muerte y continuada por sus seguidores, lograron unificar el reino en un único gobierno, el cual debía cumplir «la palabra de
dios»,5 además de respetar las opiniones de otros ciudadanos, pero eso cambió años después según científicos durante el gobierno
de Abdel Mumin, en 1130-1163, después de la muerte de Ibn Tumart.

Primeros siglos de la expansión musulmana

Durante sus primeras décadas, el islam se extendió rápidamente hacia el noreste hasta Mesopotamia y Persia; y al oeste
hasta Siria, Palestina y Egipto (las provincias más ricas del Imperio bizantino).

El islam impactó en el mundo cristiano y greco-romano poco después de la muerte de Mahoma. Durante el reinado de
los Omeyas, la expansión continúa, las conquistas se hacen por vía terrestre hasta el Magreb a fines del siglo VII, y llegan a costas
españolas comenzando el siglo VIII. En 711 superan el estrecho de Gibraltar y logran llegar a España. Los moros son detenidos en
la batalla de Covadonga en el año 722 en Covadonga, Asturias y en la batalla de Poitiers, en el 732 en Poitiers, Francia. Desde allí
vuelven a sus territorios en la Península Ibérica aunque los reyes asturianos, tras la victoria en Covadonga inician
la Reconquista dando lugar al Reino de Asturias.

Luego se expandieron hacia Asia central, Bujará, Kabul, y alcanzarán la frontera de la India. Limitarán con el Imperio bizantino,
el mar Caspio y el Cáucaso al norte.

El mar Mediterráneo es controlado por el Imperio bizantino luego de la amenaza de las conquistas árabes, quienes construirán una
flota y atacarán Constantinopla sin éxito en tres ocasiones. Los bizantinos eran maestros del mar y bloquearon la expansión
musulmana, manteniendo de todas formas el comercio con ellos. El mar se constituyó en una frontera, pero sobre todo se convirtió
en un mar de comercio. El mapa no cambiaría más hasta el siglo XI.

Cuando los árabes conquistaban un territorio, se establecían en campamentos aparte y vivían del fruto de sus conquistas y de los
impuestos aplicados a los no-musulmanes, a cambio de su libertad y su protección. Este impuesto personal se llamaba yizia y era
distinto al que pagaban los musulmanes, llamado azaque (que es uno de los cinco pilares del islam).
La yizia o capitación. En la ley islámica, es un impuesto per cápita que se impone a los hombres adultos y libres no musulmanes que no estuvieran enfermos, ni
fueran mayores ni monjes,1 conocidos como dhimmíes. Desde el punto de vista de los gobernantes musulmanes, la yizia era una prueba material de la aceptación
de los no musulmanes de la sujeción/humillación al Estado y sus leyes; a cambio, a los sujetos no musulmanes se les permite practicar su fe, para disfrutar de
una medida de autonomía comunal, para tener derecho a la protección del Estado musulmán de la agresión exterior, y para la exención del servicio militar y del
impuesto zakat que grava a los ciudadanos musulmanes. En la práctica, a los dhimmíes no les estaba permitido hacer proselitismo religioso, y a veces estaba
acompañado de otras exigencias, como el no caminar por el lado derecho de la calle, no montar a caballo, solo en mulas, etc.

El siglo VIII se caracteriza por la férrea resistencia del Imperio bizantino, pero también en el interior del mundo musulmán. La
agitación es a la vez política y religiosa. Se observa entonces la unificación y la arabización del Imperio (por la lengua, la moneda,
la administración), como consecuencia de su islamización (las escuelas son instituidas para aprender el Corán, los juicios son
llevados a cabo para responder al derecho musulmán).

Pero hay numerosas secesiones político-religiosas. En efecto, los abasíes fundaron Bagdad. Hay entonces un desplazamiento del
centro político hacia el este, que por consecuencia le transferirán corrientes llegadas desde el extremo oriente, pero también
significará un desequilibrio pues el centro está alejado del oeste del Imperio. Esto arrastrará las secesiones que derivarán en la
formación de tres grandes zonas donde emergerán los califatos.

Estas son las zonas abasí, fatimí y andalusí; se puede aún hablar de unidad religiosa entre los sucesores de Mahoma.
En el siglo IX y el siglo X, el Imperio árabe-musulmán no se expande más, estando sometido a presiones exteriores crecientes.

Restricciones de la guerra.
Abu Bakr reiteró varios mandamientos,
inspirados por el profeta, a su comandante Yazid
Ibn Abi Sufyan. Este es el texto de su famoso
decreto: " Os prescribo diez mandamientos: no
matéis a mujeres, a niños o a ancianos, no
cortéis árboles frutales, no destruyáis zonas
habitadas, no masacréis ovejas, vacas o camellos
excepto para comer, no queméis palmeras de
dátiles ni las aneguéis, no os apropiéis de bienes
(cometáis ghulul ) [52] , ni seáis culpables de
cobardía " [53] .

La conquista otomana
En el siglo IX, empieza el avance de los pueblos
turco-mongoles de la región de las
montañas Altái y del lago Baikal hacia el oeste;
estos pueblos progresivamente se islamizan. Más
tarde, debido al llamado de refuerzo hecho por el
califa abasí para calmar las agitaciones,
poblaciones turcas llamadas selyúcidas se
instalan en Bagdad en el siglo XI.
El islam se extiende en Asia Menor y en la India. Un príncipe afgano convertido al islam instaura un sultanato en la India. Hay
diferentes familias influyentes en las tribus turcas en Asia Menor, y la familia Osman, instalada cerca de Estambul, va a
emprender la conquista de Asia Menor y de los Balcanes. Constantinopla cae en 1453. La expansión del islam en Europa se
debió a las exitosas campañas militares que llevaron a cabo los otomanos, en particular sobre los albaneses y sobre los eslavos
de Bosnia.

La langosta del desierto


La langosta del desierto (Schistocerca gregaria) es
una especie de ortóptero celífero cuyas plagas han
amenazado la producción agrícola de África,
Oriente Medio y Asia durante siglos. La calidad
de vida de al menos una décima parte de la
población mundial está afectada por esta plaga de
insectos.

Esta especie es potencialmente la más peligrosa de


las plagas causadas por especies del
género Schistocerca, debido a su habilidad de
enjambrar para volar rápidamente y
realizar migraciones a grandes distancias. Tiene
de dos a cinco generaciones por año. Las alturas
norteñas de Etiopía (Tigray) y de Eritrea ralentizan sus movimientos de la especie a las áreas de reproducción en la costa del Mar
Rojo. La plaga potencial se origina al este de África, pudiéndose prevenir si se actúa durante o antes de la eclosión en Eritrea y
en Sudán.

Vive una vida solitaria hasta las lluvias, que causan crecimiento vegetal y permiten a la hembra poner huevos en el suelo arenoso.
La nueva vegetación provee alimento a las nuevas puestas eclosionadas y les da protección al ir desarrollándose en adultos alados.
Cuando la vegetación se distribuye de una manera donde las ninfas, usualmente llamadas saltadoras, se congregan a comer, y ha
habido suficiente lluvia para que muchísimos huevos eclosionen, el estrecho contacto físico causa que las patas saltadoras de uno
golpean al compañero. Este estímulo desencadena una cascada de metabolitos y cambios de comportamiento que causan que los
insectos pasen de ser solitarios a gregarios. Cuando los saltadores se hacen gregarios, cambian del color verde a amarillo y negro,
y los adultos de castaños a rojos (inmaduros) o amarillo (maduros). Sus cuerpos se acortan, y les aparece una feromona que causa
ser atraídos unos con otros, agrupándolos y generando la subsecuente formación de enjambre.

Edad Media
La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo v y el xv.
Convencionalmente, su inicio es situado en el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con
el descubrimiento de América,1 o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la singularidad de coincidir con la
invención de la imprenta —publicación de la Biblia de Gutenberg— y con el fin de la guerra de los Cien Años.

El Bajo Imperio adquiere un aspecto cada vez más medieval desde principios del siglo IV con las reformas de Diocleciano:
difuminación de las diferencias entre los esclavos, cada vez más escasos, y los colonos, campesinos libres, pero sujetos a
condiciones cada vez mayores de servidumbre, que pierden la libertad de cambiar de domicilio, teniendo que trabajar siempre la
misma tierra; herencia obligatoria de cargos públicos —antes disputados en reñidas elecciones— y oficios artesanales, sometidos
a colegiación —precedente de los gremios—, todo para evitar la evasión fiscal y la despoblación de las ciudades, cuyo papel de
centro de consumo y de comercio y de articulación de las zonas rurales cada vez es menos importante. Otro cambio decisivo fue la
implantación del cristianismo como nueva religión oficial por el Edicto de Tesalónica de Teodosio I el Grande (380) precedido
por el Edicto de Milán (313) con el que Constantino I el Grande recompensó a los hasta entonces subversivos por
su providencialista ayuda en la batalla del Puente Milvio (312), junto con otras presuntas cesiones más temporales cuya
fraudulenta reclamación (Pseudo-donación de Constantino) fue una constante de los Estados Pontificiosdurante toda la Edad
Media, incluso tras la evidencia de su refutación por el humanista Lorenzo Valla (1440). Ningún evento concreto —a pesar de la
abundancia y concatenación de hechos catastróficos— determinó por sí mismo el fin de la Edad Antigua y el inicio de la Edad
Media: ni los sucesivos saqueos de Roma (por los godos de Alarico I en el 410, por los vándalos en el 455, por las propias tropas
imperiales de Ricimero en 472, por los ostrogodos en 546), ni la pavorosa irrupción de los hunos de Atila (450-452, con la batalla
de los Campos Cataláunicos y la extraña entrevista con el papa León I el Magno), ni el derrocamiento de Rómulo
Augústulo (último emperador romano de Occidente, por Odoacro el jefe de los hérulos -476-); fueron sucesos que sus
contemporáneos consideraran iniciadores de una nueva época.

Los problemas de convivencia entre las minorías germanas y las mayorías locales (hispano-romanas, galo-romanas, etc.) fueron
solucionados con más eficacia por los reinos con más proyección en el tiempo (visigodos y francos) a través de la fusión,
permitiendo los matrimonios mixtos, unificando la legislación y realizando la conversión al catolicismo frente a la religión
originaria, que en muchos casos ya no era el paganismo tradicional germánico, sino el cristianismo arriano adquirido en su paso
por el Imperio Oriental. La expansión del cristianismo entre los bárbaros, el asentamiento de la autoridad episcopal en las
ciudades y del monacato en los ámbitos rurales (sobre todo desde la regla de San Benito de Nursia —monasterio de Montecassino,
529—), constituyeron una poderosa fuerza fusionadora de culturas y ayudó a asegurar que muchos rasgos de la civilización
clásica, como el derecho romano y el latín, pervivieran en la mitad occidental del Imperio, e incluso se expandiera por Europa
Central y septentrional. Los francos se convirtieron al catolicismo durante el reinado de Clodoveo I (496 ó 499) y, a partir de
entonces, expandieron el cristianismo entre los germanos del otro lado del Rin.

Luego la religión se caracterizo por las políticas de expulsión de la comunidad judía (Inglaterra -1290-, Francia -1394- y España -
1492- y Portugal en 1496) o supresión de movimientos “Judaizantes”. La existencia de minorías religiosas dentro del
cristianismo, en cambio, no podía ser aceptada, puesto que la comunidad política se identificaba con la unidad en la fe. Los
definidos como herejes, por tanto, eran perseguidos por todos los medios.

A partir del siglo XII se produce una gran expansión del culto mariano en la cristiandad occidental, que se llena de iglesias
e imágenes dedicadas a la Virgen.

INQUISICIÓN

El término Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de
la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba con
la pena de muerte y de esta se derivan todas las demás.

La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o
albigenses. En 1249 se implantó también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con
la unión de Aragón con Castilla, se extendió a esta con el nombre de Inquisición española (1478-1821) bajo auspicio de
la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a los territorios conquistados en lo que se
denominaría América: la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965). Sus víctimas eran seres
humanos, e incluso animales, acusados de brujería, o de homosexualidad; en 1600 se emitió la orden de no incoar más procesos
'por sodomía', por blasfemar, por practicar bestialismo, por herejía (cristianos que niegan algunos de los dogmas instituidos por la
Iglesia romana) y por acusaciones de judaizar en secreto.

Aunque en los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este caso contra católicos, contra reformadores
radicales como los anabaptistas y contra supuestos practicantes de brujería, los tribunales se constituían en el marco del poder real
o local, generalmente adecuado para cada caso concreto y no constituyeron una institución específica.

ORIGEN
En los comienzos de la Iglesia, la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los emperadores romanos convierten el
cristianismo en religión tolerada en el siglo IV, los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento San
Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes.

En respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el siglo XII en el sur de Francia un cambio de
opinión dirigida contra la doctrina albigense, la cual no coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica con relación a la
salvación, al matrimonio y otras instituciones de la sociedad. Como reacción, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra
los albigenses promulgando una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los esfuerzos iniciales destinados a someter la
herejía no estuvieron bien coordinados y fueron ineficaces.

INQUISICIÓN PONTIFICIA
Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica antigua de la Iglesia católica,
la Inquisición episcopal, primera fórmula de la Inquisición medieval, fue establecida en 1184 mediante la bula del papa Lucio
III Ad abolendam, como un instrumento para acabar con la herejía cátara. El castigo físico a los herejes había sido dispuesto con
anterioridad por Federico II Hohenstaufen, la institución de la Inquisición se dio para detener los abusos que estos procesos
podrían sufrir por parte del poder civil. Mediante esta bula, se exigía a los obispos que interviniesen activamente para extirpar la
herejía y se les otorgaba la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.

En 1231, ante el fracaso de la Inquisición episcopal, denominada así porque no dependía de una autoridad central, sino que era
administrada por los obispos locales, Gregorio IX creó mediante la bula Excommunicamus la Inquisición pontificia o
Inquisición papal, dirigida directamente por el Papa y dominada por las órdenes mendicantes, especialmente
los dominicos. El hecho de que religiosos bajo el control directo del Papa tuvieran a su cargo los tribunales, fue un freno a su
expansión, ya que algunos obispos no querían ver limitado su poder en una diócesis por la presencia de estos organismos papales.4
En 1252, el papa Inocencio IV autorizó en la bula Ad extirpanda el uso de la tortura para obtener la confesión de los reos.
Se recomendaba a los torturadores no se excedieran hasta el punto de mutilar al reo o finiquitarlos. Las penas eran variables. Los
que se negaban a abjurar, "herejes relapsos", eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena de muerte.
La Inquisición pontificia funcionó sobre todo en el sur de Francia y en el norte de Italia. En España, existió en la Corona de
Aragón desde 1249, pero no en la de Castilla.

INQUISICIÓN ESPAÑOLA
La Inquisición real se implantó en la Corona de Castilla en 1478 por la bula del papa Sixto IV Exigit sincerae
devotionis con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos de Sevilla, uno de cuyos condenados
se llamaba: 'Yusif Franco', caso del que más tarde vieron irregularidades procesales. A diferencia de la Inquisición medieval, la
impulsó directamente de la monarquía, es decir, de los Reyes Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la Inquisición se
extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña, y a los territorios de América (hubo tribunales de la
Inquisición en México, Lima y Cartagena de Indias), y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada, de familia de
conversos, el confesor de Isabel, Espina, había sido rabino. La Inquisición se convirtió en la única institución común a todos los
españoles, con excepción de la propia Corona, a quien servía como instrumento del poder real: era un organismo policial
interestatal, capaz de actuar a ambos lados de las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que los agentes
ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus respectivos reinos.

PROCEDIMIENTO JUDICIAL
Al establecerse el Tribunal del Santo Oficio, los primeros procedimientos consistían en una ceremonia llamada el "Juramento", en
la que, como lo dice el nombre, los asistentes juraban denunciar a todas las personas que consideraran sospechosas y prestar al
tribunal la ayuda que pudiese, pero, además, al concluir esa ceremonia se daba lectura a un edicto de los inquisidores,
llamado Edicto General de Gracia, por el cual se conminaba a quienes se sintieran culpables a denunciarse dentro de un plazo
fijado so pena de excomunión mayor. En el edicto se indicaban con minuciosidad los hechos considerados punibles y se les
prohibía a los confesores dar la absolución a los que de algún modo no hubieren cumplido con aquel mandamiento.[cita requerida]
Toda denuncia, incluso anónima, era válida. Una vez recibida, se abría de inmediato una investigación secreta que al revelar algún
indicio, por débil que fuera, conducía al apoderamiento de la persona indiciada y al aseguramiento de sus bienes. Se le tomaba
enseguida una declaración que incluía siempre preguntas sobre su familia y su origen, sobre su conocimiento de los dogmas y
prácticas sobre la religión católica, y sobre si tenía alguna sospecha acerca del motivo de su prisión. Por lo general el acusado
manifestaba total ignorancia a ese respecto, temeroso de implicarse en algún hecho que no figurara en la denuncia, situación que
agravaba su caso. Si después de preguntarle tres veces el acusado persistía en la misma respuesta se le declaraba "negativo" y se
abría propiamente hablando el proceso. Durante toda la secuela de este —que a veces tardaba años— el acusado permanecía
incomunicado en la llamada cárcel del secreto y ni siquiera podía hablar con él uno de los inquisidores si faltaba alguien que
pudiera servir de testigo. El acusado nunca era informado del nombre de quienes declaraban en el proceso, no había por supuesto
la posibilidad de careos y el recurso de tachar a un testigo por ser enemigo del acusado solo podía hacerse efectivo si este
adivinaba quien había declarado en su contra o por torpeza del acusado en las declaraciones del testigo. A todos los testigos se les
exigía el juramento del secreto.[cita requerida]

INQUISICIÓN ROMANA
La Inquisición romana, también llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada en 1542, ante la amenaza del protestantismo,
por el Papa Paulo III. Se trataba de un organismo bastante diferente de la Inquisición medieval, ya que era una congregación
permanente de cardenales y otros prelados que no dependía del control episcopal. Su ámbito de acción se extendía a toda la Iglesia
católica. Su principal tarea fue desmantelar y atacar a las organizaciones, corrientes de pensamiento y posturas religiosas que
socavaran la integridad de la fe católica, y examinar y proscribir los libros que se considerasen ofensivos para la ortodoxia.
Al comienzo, la actividad de la Inquisición romana se restringió a Italia, pero cuando Gian Pietro Caraffa fue elegido Papa
como Paulo IV, en 1555, comenzó a perseguir a numerosos sospechosos de heterodoxia, entre los que se encontraban varios
miembros de la jerarquía eclesiástica, como el cardenal inglés Reginald Pole. En 1600 fue juzgado, condenado y ejecutado el
filósofo Giordano Bruno. En 1633 fue procesado y condenado Galileo Galilei, al destierro a más de 50 km de Roma,
suspendiéndole asimismo el abono del dinero que recibía al modo de una beca moderna. En 1965 el papa Paulo VI reorganizó el
Santo Oficio, denominándolo Congregación para la Doctrina de la Fe.

INQUISICIÓN PORTUGUESA
En Portugal, donde se habían refugiado numerosos judíos españoles luego de la expulsión de 1492, el rey Manuel I, presionado
por sus suegros, los Reyes Católicos, decretó la expulsión de los judíos que no se convirtieran al cristianismo en 1497. Esto
produjo numerosas conversiones al catolicismo.
La Inquisición portuguesa fue establecida en Portugal en 1536 por el rey Juan III. En un principio, la Inquisición portuguesa
estaba bajo la autoridad del Papa, pero en 1539, el rey nombró inquisidor mayor a su propio hermano, Don Enrique. Finalmente,
en 1547, el papa terminó aceptando que la Inquisición dependiese de la corona portuguesa.
El primer auto de fe tuvo lugar en Lisboa el 20 de septiembre de 1540 y en 1560 se establece un tribunal de la Inquisición en Goa.
Fue abolida por las Cortes Generales en 1821.

CRUZADAS
Las cruzadas fueron una serie de campañas militares impulsadas por
el papa y llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina cristiana,
principalmente por la Francia de los Capetos y el Sacro Imperio Romano.
Las cruzadas, con el objetivo específico inicial de restablecer el control
apostólico romano sobre Tierra Santa, se libraron durante un período de
casi doscientos años, entre 1096 y 1291. Más adelante, otras campañas
en España y Europa Oriental, de las que algunas no vieron su final hasta
el siglo XV, recibieron la misma calificación. Las cruzadas fueron
sostenidas principalmente contra los musulmanes, aunque también
contra los eslavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos
y rusos, mongoles, cátaros, husitas, valdenses, prusos (o
prusianos), lituanos (en general contra los pueblos bálticos) y contra
enemigos políticos de los papas. Los cruzados tomaban votos y se les
concedía indulgencia por los pecados del pasado.
SOBRE LOS MOTIVOS
Las cruzadas fueron expediciones emprendidas en cumplimiento de un solemne voto para liberar los Lugares Santos de la
dominación musulmana. Se iniciaron en 1095, cuando el emperador bizantino Alejo I solicitó protección para los cristianos de
oriente al papa Urbano II, quien en el concilio de Clermont inició la predicación de la cruzada. Al terminar su alocución con la
frase del Evangelio «renuncia a ti mismo, toma tu cruz, y sígueme» (Mateo 16:24), la multitud, entusiasmada, manifestó
ruidosamente su aprobación con el grito Deus lo vult, o Dios lo quiere.12
Posiblemente, las motivaciones de quienes participaban en ellas fueron muy diversas, aunque en muchos casos se puede suponer
un verdadero fervor religioso. Se arguye, por ejemplo, que fueron motivadas por los intereses expansionistas de la nobleza feudal,
el control del comercio con Asia y el afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente, aunque se
declararan con principio y objeto de recuperar Tierra Santa para los peregrinos, de los cuales los turcos selyúcidas y zanguíes, una
vez conquistada Jerusalén en 1076, abusaban sin piedad, a diferencia de la época de los Califas fatimíes (909-1171) cuya regla fue
la libertad de pensamiento y la razón extendida a las personas, que podían creer en lo que quisieran, siempre que no infrinjan los
derechos de otros.

SOBRE EL TÉRMINO
El origen de la palabra y de por qué le pusieron así, se atribuye a la cruz de tela usada como insignia en la ropa exterior de los que
tomaron parte de esta empresa de reconquista de Tierra Santa.3
Escritores medievales utilizan los términos crux (pro cruce transmarina, Estatuto de 1284, citado por Du Cange,
s.v. crux), croisement (Joinville), croiserie (Monstrelet), etc. Desde la Edad Media, el significado de la palabra cruzada se
extendió para incluir a todas las guerras emprendidas en cumplimiento de un voto y dirigidas contra infieles, p. ej. contra
musulmanes, paganos, herejes, o aquellos bajo edicto de excomunión.4
Las guerras que desde el siglo VIII mantuvieron los reinos cristianos del norte de la península ibérica contra el musulmán Califato
de Córdoba, y que la historiografía conoce como Reconquista, continuaron de forma igualmente discontinua desde el siglo
XI contra los reinos de taifas, los almorávides y los almohades. En algunas ocasiones, el papa les otorgó la calificación de
«cruzada», como sucedió con la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) o con el episodio final de la Reconquista: la guerra de
Granada (1482-1492). En el norte de Europa se organizaron cruzadas contra los prusianos y lituanos. El exterminio de la
herejía albigense se debió a una cruzada y, en el siglo XIII, los papas predicaron cruzadas contra Juan Sin Tierra y Federico II
Hohenstaufen.
Utilizada con un criterio estricto, la idea de la cruzada corresponde a una concepción política que se dio solo en
la cristiandad desde el siglo XI al XV. Suponía una unión de todos los pueblos y soberanos bajo la dirección de los papas. Todas
las cruzadas se anunciaron mediante la predicación. Después de pronunciar un voto solemne, cada guerrero recibía una cruz de las
manos del papa o de su legado, y era desde ese momento considerado como un soldado de la Iglesia. A los cruzados también se
les concedían indulgencias y privilegios temporales, tales como la exención de la jurisdicción civil o la inviolabilidad de las
personas y propiedades. De todas esas guerras emprendidas en nombre de la cristiandad, las más importantes fueron las cruzadas
orientales, que son las tratadas en este artículo.

CONSECUENCIAS DE LAS CRUZADAS


Religiosamente: Demostraron la unidad religiosa de Occidente y el poder de la Iglesia;
Socialmente: Las cruzadas debilitaron a los señores feudales; muchos perdieron la vida o quedaron en Oriente; otros se
empobrecieron por la venta de sus tierras; además, la prolongada ausencia les impidió vigilar sus derechos. Los reyes se
incautaron de los feudos vacantes y redujeron tenazmente los privilegios de los señores. Por su parte, los siervos y vasallos
alcanzaron su libertad a cambio de dinero. Las ciudades y la burguesía resultaron beneficiadas con las ganancias que
proporcionaban el aprovisionamiento, el transporte de los ejércitos y el incremento de tráfico con Oriente. Los franceses,
principales participantes de las cruzadas, gozaron de una influencia en los países orientales que alcanzó hasta la época
contemporánea.
Económicamente: Se introdujeron en Occidente nuevos cultivos y procedimientos de fabricación tomados de los pueblos
musulmanes. El comercio, sobre todo marítimo, adquirió mayor impulso. Los puertos de Génova, Venecia, Amalfi, Marsella y
Barcelona fueron los más favorecidos.
Culturalmente: El arte y la ciencia árabe y bizantina mejoraron la cultura occidental; las costumbres experimentaron sensibles
cambios y el género de vida se hizo menos rudo.56
ANTECEDENTES

EUROPA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA ÉPOCA DE LA PRIMERA CRUZADA.

Para poder comprender qué razones tenían los dirigentes de Europa y del Oriente Próximo para tomar semejantes decisiones,
debemos remontarnos a los años inmediatamente anteriores al comienzo del fenómeno cruzado y conocer al antecedente de las
cruzadas.4

En torno al año 1000, Constantinopla se erigía como la ciudad más próspera y poderosa del «mundo conocido» en Occidente.
Situada en una posición fácilmente defendible, en medio de las principales rutas comerciales, y con un gobierno centralizado y
absoluto en la persona del Emperador, además de un ejército capaz y profesional, hacían de la ciudad y los territorios gobernados
por esta (el Imperio bizantino) una nación sin par en todo el orbe. Gracias a las acciones emprendidas por el emperador Basilio
II Bulgaroktonos, los enemigos más cercanos a sus fronteras habían sido humillados y anulados en su totalidad.

Sin embargo, tras la muerte de Basilio, monarcas menos competentes ocuparon el trono bizantino, al tiempo que en el horizonte
surgía una nueva amenaza proveniente de Asia Central. Eran los turcos, tribus nómadas que, en el transcurso de esos años, se
habían convertido al islam. Una de esas tribus, los turcos selyúcidas (llamadas así por su mítico líder Selyuq), se lanzó contra el
Imperio de Constantinopla. En la batalla de Manzikert, en el año 1071, el grueso del ejército imperial fue arrasado por las tropas
turcas, y uno de los coemperadores fue capturado. A raíz de esta debacle, los bizantinos debieron ceder la mayor parte de Asia
Menor (hoy el núcleo de la nación turca) a los selyúcidas. Ahora había fuerzas musulmanas apostadas a escasos kilómetros de la
misma Constantinopla.

Por otra parte, los turcos también habían avanzado en dirección sur, hacia Siria y Palestina. Una tras otra las ciudades
del Mediterráneo Oriental cayeron en sus manos, y en 1070, un año antes de Manzikert, entraron en la Ciudad Santa, Jerusalén.
Estos dos hechos conmocionaron tanto a Europa Occidental como a la Oriental. Ambos empezaron a temer que los turcos fueran a
dominar lentamente al mundo cristiano, haciendo desaparecer su religión. Además, empezaron a llegar numerosos rumores acerca
de torturas y otros horrores cometidos contra peregrinos en Jerusalén por las autoridades turcas.

La primera cruzada no supuso el primer caso de Guerra Santa entre cristianos y musulmanes inspirada por el papado. Ya el
papa Alejandro II había predicado la guerra contra el infiel musulmán en dos ocasiones. La primera fue en 1061, durante la
conquista de Sicilia por los normandos, y la segunda en el marco de las guerras de la Reconquista española, en la cruzada de
Barbastro de 1064. En ambos casos el papa ofreció Indulgencia a los cristianos que participaran.7

En 1074, el papa Gregorio VII llamó a los milites Christi ("soldados de Cristo") para que fuesen en ayuda del Imperio
bizantino tras su dura derrota en la batalla de Manzikert.8 Su llamada, si bien fue ampliamente ignorada e incluso recibió bastante
oposición, junto con el gran número de peregrinos que viajaban a Tierra Santa durante el siglo XI y a los que la conquista de
Anatolia había cerrado las rutas terrestres hacia Jerusalén, sirvieron para enfocar gran parte de la atención de occidente en los
acontecimientos de oriente.9

En 1081, subió al trono Bizantino un general capaz, Alejo Comneno, que decidió hacer frente de manera enérgica al
expansionismo turco. Pero pronto se dio cuenta de que no podría hacer el trabajo solo, por lo que inició acercamientos con
Occidente, a pesar de que las ramas occidentales y oriental de la cristiandad habían roto relaciones en el Gran Cisma de 1054.
Alejo estaba interesado en poder contar con un ejército mercenario occidental que, unido a las fuerzas imperiales, atacaran a los
turcos en su base y los mandaran de vuelta a Asia Central. Deseaba en particular usar soldados normandos, los cuales habían
conquistado el reino de Inglaterra en 1066 y por la misma época habían expulsado a los mismos bizantinos del sur de Italia.
Debido a estos encuentros, Alejo conocía el poder de los normandos. Y ahora los quería como aliados.

Alejo envió emisarios a hablar directamente con el papa Urbano II, para pedirle su intercesión en el reclutamiento de los
mercenarios. El papado ya se había mostrado capaz de intervenir en asuntos militares cuando promulgó la llamada
"Tregua de Dios", mediante la cual se prohibía el combate desde el viernes al atardecer hasta el lunes al amanecer, lo cual
disminuyó notablemente las contiendas entre los pendencieros nobles. Ahora era otra oportunidad de demostrar el poder del
papa sobre la voluntad de Europa.

En 1095, Urbano II convocó un concilio en la ciudad de Plasencia. Allí expuso la propuesta del Emperador, pero el conflicto de
los obispos asistentes al concilio, incluido el papa, con el Sacro Emperador Romano Germánico, Enrique IV (quien estaba
apoyando a un antipapa), primaron sobre el estudio de la petición de Constantinopla. Alejo tendría que esperar.

• La sociedad europea, en su devenir, había ido acumulando un considerable potencial bélico. Por otra parte, el islam se había
erigido en un peligroso y fuerte enemigo. Ambas cosas se aunaron y dieron origen a las cruzadas, proyectadas por la
cristiandad occidental para salvar a la cristiandad oriental de los musulmanes. El resultado, sin embargo, quedó lejos de los
propósitos y, en puridad, el movimiento cruzado, considerado históricamente, fue un fracaso discutible (aunque más de cien
años de comercio demuestren lo contrario).
• Steven Runciman lo resume así: Cuando Urbano II predicó su magno sermón en Clermont, los turcos estaban a punto de
amenazar el Bósforo. Cuando el papa Pío II predicó la última cruzada, los turcos estaban cruzando el Danubio. Rodas, uno de
los últimos frutos del movimiento, cayó en poder de los turcos en 1523, y Chipre, arruinada por las guerras
con Egipto y Génova, y anexionada finalmente a Venecia, pasó a ellos en 1570. Todo lo que quedó para los conquistadores
de Occidente fue un puñado de islas griegas que Venecia mantuvo precariamente en su poder.
• El avance turco fue contenido por el esfuerzo conjunto de la cristiandad, y por la acción de los Estados a quienes atañía más
de cerca, Venecia y el Imperio de los Habsburgo, con Francia, la antigua protagonista de la guerra santa, ayudando al infiel
de modo continuado.
• Hubo ocho cruzadas desde el siglo XI hasta el siglo XIII.
PRIMERA CRUZADA
Gregorio VII fue uno de los papas que más abiertamente apoyó la cruzada contra el islam en la península ibérica10 y quien,
a la vista de los éxitos conseguidos, concibió utilizarla en Asia Menor para proteger a Bizancio de las invasiones turcomanas.11
Su sucesor, Urbano II, fue quien la puso en práctica. El llamamiento formal tuvo lugar en el penúltimo día del Concilio de
Clermont (Francia), el martes 27 de noviembre de 1095. En una sesión pública extraordinaria celebrada fuera de la catedral, el
papa se dirigió a la multitud de religiosos y laicos congregados para comunicarles una noticia muy especial. Haciendo gala de sus
dotes de orador, expuso la necesidad de que los cristianos de Occidente se comprometieran a una guerra santa contra los turcos,
que estaban ejerciendo violencia sobre los reinos cristianos de Oriente y maltratando a los peregrinos que iban a Jerusalén.
Prometió remisión de los pecados para quienes acudieran, una misión a la altura de las exigencias de Dios y una alternativa
esperanzadora para la desgraciada y pecaminosa vida terrenal que llevaban. Deberían estar listos para partir al verano siguiente y
contarían con la guía divina. La multitud respondió apasionadamente con gritos de Deus lo vult ('¡Dios lo quiere!') y un gran
número de los presentes se arrodillaron ante el papa solicitando su bendición para unirse a la sagrada campaña.12 La primera
cruzada (1095-1099) había comenzado.

El paso de los cruzados por el Reino de Hungría


La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde, dirigida por el predicador Pedro de
Amiens el Ermitaño y algunos caballeros franceses. Este grupo formó la llamada cruzada popular, cruzada de los pobres o cruzada
de Pedro el Ermitaño. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a su paso. En marzo de
1096 los ejércitos del rey Colomán de Hungría (sobrino del recientemente fallecido rey Ladislao I de Hungría) repelerían a los
caballeros franceses de Valter Gauthier quienes entraron en territorio húngaro causando numerosos robos y matanzas en las
cercanías de la ciudad de Zimony. Posteriormente entraría el ejército de Pedro de Amiens, el cual sería escoltado por las fuerzas
húngaras de Colomán. Sin embargo, luego de que los cruzados de Amiens atacasen a los soldados escoltas y matasen a cerca de
4000 húngaros, los ejércitos del rey Colomán mantendrían una actitud hostil contra los cruzados que atravesaban el reino vía
Bizancio.
A pesar del caos surgido, Colomán permitió la entrada a los ejércitos cruzados de Volkmar y Gottschalk, a quienes finalmente
también tuvo que hacer frente y derrotar cerca de Nitra y Zimony, que al igual que los otros grupos causaron incalculables
estragos y asesinatos. En el caso particular del sacerdote alemán Gottschalk, este entró en suelo húngaro sin autorización del rey y
estableció un campamento en las cercanías del asentamiento de Táplány. Al masacrar a la población local, Colomán, enrabietado,
expulsó por la fuerza a los soldados germánicos invasores.
Después los húngaros detendrían a las fuerzas del conde Emiko (quien ya había asesinado en suelo alemán a unos cuatro mil
judíos) cerca de la ciudad de Moson. Colomán de inmediato prohibió la estancia en Hungría de Emiko y se vio forzado a
enfrentarse al asedio del conde germánico a la ciudad de Moson, donde se hallaba el rey húngaro. Las fuerzas de Colomán
defendieron valientemente la ciudad y, rompiendo el sitio, lograron dispersar las fuerzas cruzadas del sitiador.
Al poco tiempo, el rey húngaro forzó a Godofredo de Bouillón a firmar un tratado en la abadía de Pannonhalma, donde los
cruzados se comprometían a pasar por el territorio húngaro con pacífico comportamiento. Tras esto, las fuerzas continuarían fuera
del territorio húngaro escoltadas por los ejércitos de Colomán y se dirigirían hacia Constantinopla. A su llegada a Bizancio, el
Basileus se apresuró a enviarlos al otro lado del Bósforo. Despreocupadamente se internaron en territorio turco, donde fueron
aniquilados con facilidad.
LA CRUZADA DE LOS PRÍNCIPES
Mucho más organizada fue la llamada cruzada de los Príncipes (denominada habitualmente en la historiografía como la primera
cruzada) cerca de agosto de 1096, formada por una serie de contingentes armados procedentes principalmente de Francia, Países
Bajos y el reino normando de Sicilia. Estos grupos iban dirigidos por segundones de la nobleza, como Godofredo de
Bouillón, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento.
Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron devolver al Imperio Bizantino aquellos territorios perdidos frente a los
turcos. Desde Bizancio se dirigieron hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie de sorprendentes
victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un asedio de siete meses. Sin embargo, no la devolvieron
al Imperio Bizantino, sino que Bohemundo la retuvo para sí creando el Principado de Antioquía.
Con esta conquista finalizó la primera cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus países. El resto se quedó para consolidar la
posesión de los territorios recién conquistados. Junto al Reino de Jerusalén (dirigido inicialmente por Godofredo de Bouillón, que
tomó el título de Defensor del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía, se crearon además los condados de Edesa (actual
Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el actual Líbano).
Tras estos éxitos iniciales se produjo una oleada de nuevos combatientes que formaron la llamada cruzada de 1101. Sin embargo,
esta expedición, dividida en tres grupos, fue derrotada por los turcos cuando intentaron atravesar Anatolia. Este desastre apagó los
espíritus cruzados durante algunos años.

SEGUNDA CRUZADA
Gracias a la división de los Estados
musulmanes, los Estados latinos (o
francos, como eran conocidos por los
árabes), consiguieron establecerse y
perdurar. Los dos primeros reyes de
Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron
gobernantes capaces de expandir su reino
a toda la zona situada entre el
Mediterráneo y el Jordán, e incluso más
allá. Rápidamente, se adaptaron al
cambiante sistema de alianzas locales y
llegaron a combatir junto a estados
musulmanes en contra de enemigos que,
además de musulmanes, contaban entre
sus filas con guerreros cristianos.
Sin embargo, a medida que el espíritu de
cruzada iba decayendo entre los francos,
cada vez más cómodos en su nuevo estilo
de vida, entre los musulmanes iba
creciendo el espíritu de yihad o guerra
santa agitado por los predicadores contra
sus impíos gobernantes, capaces de tolerar
la presencia cristiana en Jerusalén e
incluso de aliarse con sus reyes. Este
sentimiento fue explotado por una serie de
caudillos que consiguieron unificar los distintos estados musulmanes y lanzarse a la conquista de los reinos cristianos.
El primero de estos fue Zengi, gobernador de Mosul y de Alepo, que en 1144 conquistó Edesa, liquidando el primero de los
Estados francos. Como respuesta a esta conquista, que puso de manifiesto la debilidad de los Estados cruzados, el papa Eugenio
III, a través de Bernardo, abad de Claraval (famoso predicador, autor de la regla de los templarios) predicó en diciembre de 1145
la segunda cruzada.
A diferencia de la primera, en esta participaron reyes de la cristiandad, encabezados por Luis VII de Francia (acompañado de su
esposa, Leonor de Aquitania) y por el emperador germánico Conrado III. Los desacuerdos entre franceses y alemanes, así
como con los bizantinos, fueron constantes en toda la expedición. Cuando ambos reyes llegaron a Tierra Santa (por separado)
decidieron que Edesa era un objetivo poco importante y marcharon hacia Jerusalén. Desde allí, para desesperación del
rey Balduino III, en lugar de enfrentarse a Nur al-Din (hijo y sucesor de Zengi), eligieron atacar Damasco, estado
independiente y aliado del rey de Jerusalén.
La expedición fue un fracaso, ya que tras solo una semana de asedio infructuoso, los ejércitos cruzados se retiraron y volvieron a
sus países. Con este ataque inútil consiguieron que Damasco cayera en manos de Nur al-Din, que progresivamente iba
cercando los Estados francos. Más tarde, el ataque de Balduino III a Egipto iba a provocar la intervención de Nur al-Din en la
frontera sur del reino de Jerusalén, preparando el camino para el fin del reino y la convocatoria de la tercera cruzada.

TERCERA CRUZADA
Las intromisiones del Reino de Jerusalén en el decadente califato fatimí de Egipto llevaron al sultán Nur al-Din a mandar a su
lugarteniente Saladino a hacerse cargo de la situación. No hizo falta mucho tiempo para que Saladino se convirtiera en el amo de
Egipto, aunque hasta la muerte de Nur al-Din en 1174 respetó la soberanía de este. Pero tras su muerte, Saladino se proclamó
sultán de Egipto (a pesar de que había un heredero al trono de Nur al-Din, su hijo de solo doce años que murió envenenado) y de
Siria, dando comienzo la dinastía ayyubí. Saladino era un hombre sabio que logró la unión de las facciones musulmanas, así como
el control político y militar desde Egipto hasta Siria.
Como Nur al-Din, Saladino era un musulmán devoto y decidido a expulsar a los cruzados de Tierra Santa. Balduino IV de
Jerusalén quedó rodeado por un solo Estado y se vio obligado a firmar frágiles treguas tratando de retrasar el inevitable final.
Tras la muerte del rey Balduino IV de Jerusalén, el Estado se dividió en distintas facciones, pacifistas o belicosas, y pasó a
convertirse en rey, debido al enlace matrimonial que mantenía con la hermana del fallecido patriarca, el general en jefe del ejército
unido de Jerusalén: Guido de Lusignan. Él mismo apoyaba una política agresiva y de no negociación con los sarracenos y abogaba
por su sometimiento y derrota en combate, cosa a la que sus detractores se oponían habida cuenta de la inferioridad numérica que
los cristianos tenían ante las tropas de Saladino. La radicalidad religiosa y el apoyo al brazo más radical de la orden de los
Templarios en sus ataques a diversas localidades y estructuras sarracenas desembocarían en un enfrentamiento final entre Guy de
Lusignan y el propio Saladino. De hecho, se hace culpable a Guy de Lusignan de la derrota y pérdida de Jerusalén por su obsesión
en enfrentarse al ejército de Saladino y su falta de visión para la protección de la ciudad y de sus habitantes.
Reinaldo de Châtillon era un bandido con título de caballero que no se consideraba atado por las treguas firmadas. Saqueaba las
caravanas e incluso armó expediciones de piratas para atacar a los barcos de peregrinos que iban a La Meca, ciudad muy
importante para los musulmanes. El ataque definitivo fue contra una caravana en la que iba la hermana de Saladino, que juró
matarlo con sus propias manos.
Declarada la guerra, el grueso del ejército cruzado, junto con los Templarios y los Hospitalarios, se enfrentó a las tropas de
Saladino en los Cuernos de Hattin el 4 de julio de 1187. Los ejércitos cristianos fueron derrotados, dejando el reino indefenso y
perdiendo uno de los fragmentos de la Vera Cruz.
Saladino mató con sus propias manos a Reinaldo de Châtillon. Algunos de los caballeros Templarios y Hospitalarios capturados
fueron también ejecutados. Saladino procedió a ocupar la mayor parte del reino, salvo las plazas costeras, abastecidas desde el
mar, y en octubre del mismo año conquistó Jerusalén. Comparada con la toma de 1099, esta fue casi incruenta, aunque sus
habitantes debieron pagar un considerable rescate y algunos fueron esclavizados. El reino de Jerusalén había desaparecido.
La toma de Jerusalén conmocionó a Europa y el papa Gregorio VIII convocó una nueva cruzada en 1189. En esta participaron
reyes de los más importantes de la cristiandad: Ricardo Corazón de León (hijo de Enrique II y de Leonor de Aquitania), Felipe II
Augusto de Francia y el emperador Federico I Barbarroja (sobrino de Conrado III). Este último, al mando del grupo más
poderoso, siguió la ruta terrestre, en la que sufrió algunas bajas. Cerca de Siria, sin embargo, el emperador murió ahogado
mientras se bañaba en el río Salef (en la actual Turquía) y su ejército ya no continuó hacia Palestina.
Barbarroja durante su estadía en el Reino de Hungría le había pedido al príncipe Géza, hermano del rey Bela III de Hungría que se
uniese a las fuerzas cruzadas, así, un ejército de dos mil soldados húngaros partió al lado de los germánicos. Si bien luego de los
conflictos bélicos el rey húngaro habría llamado de regreso a sus fuerzas, su hermano menor, Géza, permaneció
en Constantinopla y desposó a una noble bizantina, puesto que no tenía buenas relaciones con Béla III.
Los ejércitos inglés y francés llegaron por la ruta marítima. Su primer (y único) éxito fue la toma de Acre el 13 de julio de 1191,
tras la cual Ricardo realizó una matanza de varios miles de prisioneros. Esta matanza militarmente le dio oxígeno para seguir
hacia el sur a su meta final: Jerusalén, y además le valió el nombre por el que sería reconocido en la historia, Corazón de León.
Felipe II Augusto estaba preocupado por los problemas en su país y molesto por las rivalidades con Ricardo Corazón de León, por
lo que regresó a Francia, dejando a Ricardo al mando de la cruzada. Este llegó hasta las proximidades de Jerusalén, pero en lugar
de atacar prefirió firmar una tregua con Saladino, temiendo que su ejército diezmado de 12 000 hombres no fuera capaz de
sostener el sitio de Jerusalén. Pensando en una próxima cruzada y en no arriesgar militarmente una derrota que no les daría a los
cristianos la posibilidad del control posterior de la Ciudad Santa, pactaron con el mismo Saladino, quien también estaba cansado y
diezmado, la tregua que permitía el libre acceso de los peregrinos desarmados a la Ciudad Santa.
Saladino falleció seis meses después. Ricardo murió en 1199 por una herida de flecha en su regreso a Europa. De esta forma, se
cerraba la tercera cruzada con un nuevo fracaso para los dos bandos, dejando sin esperanzas a los Estados francos. Era cuestión de
tiempo para que desapareciera la estrecha franja litoral que controlaban. Sin embargo, resistieron aún un siglo más.

CUARTA CRUZADA
Tras la tregua firmada en la tercera cruzada y la muerte de Saladino en 1193, se sucedieron algunos años de relativa paz, en los
que los Estados francos del litoral se convirtieron en poco más que colonias comerciales italianas. En 1199, el papa Inocencio III
decidió convocar una nueva cruzada para aliviar la situación de los Estados cruzados. Esta cuarta cruzada no debería incluir
reyes e ir dirigida contra Egipto, considerado el punto más débil de los estados musulmanes.
Al no ser ya posible la ruta terrestre, los cruzados debían tomar la ruta marítima, por lo que se concentraron en Venecia. El
dux Enrico Dandolo se coaligó con el jefe de la expedición Bonifacio de Montferrato y con un usurpador bizantino, Alejo
IV Ángelo para cambiar el destino de la cruzada y dirigirla contra Constantinopla, al estar los tres interesados en la
deposición del basileus del momento, Alejo III Ángelo.
Inicialmente, los cruzados fueron empleados para luchar contra los húngaros en Zadar, por lo que fueron excomulgados por el
papa. Desde allí se dirigieron hacia Bizancio, donde consiguieron instalar a Alejo IV como basileus en 1203. Sin embargo, el
nuevo basileus no pudo cumplir las promesas hechas a los cruzados, lo que originó toda clase de disturbios. Fue depuesto por los
propios bizantinos, que coronaron a Alejo V Ducas. Esto provocó la intervención definitiva de los cruzados, que
conquistaron la ciudad el 12 de abril de 1204.
A la mañana siguiente, fueron informados de que disponían de tres días
para dedicarse al saqueo y ejercieron su prerrogativa de forma nunca
conocida hasta entonces. El saqueo de la ciudad fue terrible. Se desvalijaron
y destruyeron mansiones, palacios, iglesias, bibliotecas y la propia basílica
de Santa Sofía. Se ultrajó y asesinó a hombres, niños y mujeres hasta tal
punto que el historiador Nicetas consideró que los sarracenos habrían sido
más indulgentes.13 Europa occidental recibió un aluvión de obras de arte
y reliquias sin precedentes, producto de este saqueo. Con ello llegaba a
su fin el Imperio bizantino, que se desmembró en una serie de Estados,
algunos latinos y otros griegos. De estos, el llamado Imperio de
Nicea conseguiría restaurar una sombra del Imperio Bizantino en 1261.
Los cruzados establecieron el llamado Imperio latino, organizado
feudalmente y con una autoridad muy débil sobre la mayoría de los
territorios que supuestamente controlaba (y nula sobre los Estados griegos
de Nicea, Trebisonda y Epiro).
La cuarta cruzada asestó un doble golpe a los Estados francos de Palestina.
Por un lado, les privó de refuerzos militares. Por otro, al crear un polo de
atracción en Constantinopla para los caballeros latinos, produjo la
emigración de muchos que estaban en Tierra Santa hacia el Imperio Latino,
abandonando los Estados francos.

LAS CRUZADAS MENORES


Tras el fracaso de la cuarta, el espíritu cruzado se había apagado casi por completo, pese al interés de algunos papas y reyes por
reavivarlo. Si los Estados francos sobrevivieron hasta 1291 fue por la intervención de los mongoles que, al acabar con el califato
abasí en 1258 y conquistar la región de Oriente Medio, dieron un respiro a los latinos, al no ser los mongoles hostiles al
cristianismo.
La convicción de que los reiterados fracasos se debían a la falta de inocencia de los cruzados, llevó a la conclusión de que solo los
puros podrían reconquistar Jerusalén. En 1212 un predicador de 12 años organizó la llamada cruzada de los niños, en la que miles
de niños y jóvenes recorrieron Francia y embarcaron en sus puertos para ir a liberar Tierra Santa. Fueron capturados por capitanes
desaprensivos y vendidos como esclavos. Tan solo algunos consiguieron regresar al cabo de los años.

QUINTA CRUZADA
La quinta cruzada fue proclamada por Inocencio III en 1213 y partió en 1218 bajo los auspicios de Honorio III, uniéndose al
rey cruzado Andrés II de Hungría, quien llevó hacia oriente el ejército más grande en toda la historia de las cruzadas. Como la
cuarta cruzada, tenía como objetivo conquistar Egipto. Tras el éxito inicial de la conquista de Damieta en la desembocadura
del Nilo, que aseguraba la supervivencia de los Estados francos, a los cruzados les pudo la ambición e intentaron atacar El Cairo,
fracasando y debiendo abandonar incluso lo que habían conquistado, en 1221.

SEXTA CRUZADA
La organización de la sexta cruzada fue un tanto audaz. El papa había ordenado al emperador Federico II Hohenstaufen que
fuera a las cruzadas como penitencia. El emperador había asentido, pero había ido demorando la partida, lo que le valió la
excomunión. Finalmente, Federico II (que tenía pretensiones propias sobre el trono de Jerusalén) partió en 1228 sin el permiso del
papa. Sorprendentemente, el emperador consiguió recuperar Jerusalén mediante un acuerdo diplomático. Se autoproclamó rey de
Jerusalén en 1229 y también obtuvo Belén y Nazaret.

SÉPTIMA CRUZADA
En 1244 volvió a caer Jerusalén (esta vez de forma definitiva), lo que movió al devoto rey Luis IX de Francia (san Luis) a
organizar una nueva cruzada, la Séptima. Como en la V, se dirigió contra Damieta, pero fue derrotado y hecho prisionero en El
Mansurá (Egipto) con todo su ejército.

OCTAVA CRUZADA
25 años después; Luis IX de Francia una vez más organizó otra cruzada, la octava (1269), el plan era desembarcar en Túnez y
moverse en tierra hasta Egipto; esto fue propuesto por Carlos de Anjou rey de Nápoles, con la intención de reunir las tropas en la
próspera región comercial de Túnez dónde se obtendría fondos para la invasión. Desembarcaron desconociendo que había una
epidemia de disentería en la región, Luis fue infectado y murió a los pocos días. (1270).

NOVENA CRUZADA
La novena cruzada a veces es considerada como parte de la Octava. El príncipe Eduardo de Inglaterra, después Eduardo I, se
unió a la cruzada de Luis IX de Francia contra Túnez, pero llegó al campamento francés tras la muerte del rey. Tras pasar el
invierno en Sicilia, decidió continuar con la cruzada y comandó sus seguidores, entre 1000 y 2000, hasta Acre, a donde llegó 9 de
mayo de 1271. También le acompañaban un pequeño destacamento de Bretones y otro de flamencos, liderados por el obispo de
Lieja, que abandonaría la campaña en invierno ante la noticia de su elección como nuevo papa, Gregorio X. Eduardo y su ejército
se limitaron a ser una guerrilla que luego de un año acabó con la firma de una tregua el 22 de mayo de 1272 en Cesarea. No
obstante, era conocida por todos la intención de Eduardo de volver en el futuro al frente de una cruzada mayor y más organizada,
por lo cual enviaron un agente Hashshashin que apuñaló al príncipe con una daga envenenada el 16 de junio de 1272. La herida no
fue mortal pero Eduardo estuvo enfermo varios meses, hasta que su salud le permitió partir de vuelta a Inglaterra el 22 de
septiembre de 1272.
Aunque Eduardo y algunos papas intentaron predicar nuevas cruzadas, ya no se organizaron más y, en 1291, tras la caída de San
Juan de Acre, los cruzados evacuaron sus últimas posesiones en Tiro, Sidón y Beirut. A fin de cuentas, el único triunfo relevante
de la cristiandad durante los dos siglos de más de ocho cruzadas fue la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon en la primera
cruzada en el año 1099, la cual, a pesar de las matanzas de sarracenos y judíos (hombres, mujeres y niños), logró sostener la
Ciudad Santa por muchos años, y encontró los objetivos marcados inicialmente por los defensores de la idea de reconquistar la
tierra llamada santa para los cristianos de Europa.

CRUZADAS BÁLTICAS
Fueron una serie de campañas emprendidas por los líderes cristianos de Alemania, Dinamarca y Suecia, entre los siglos
XII y XVI, con el objetivo principal de subyugar y convertir a los pueblos paganos de la cuenca del Báltico y contra otros
pueblos cristianos considerados igualmente infieles. Uno de los actores principales de dichas campañas fue la Orden Teutónica,
que había sido previamente creada en Palestina.
Las cruzadas en el Báltico responden a un movimiento social desarrollado en el Imperio alemán a mediados del siglo XII. Este
movimiento se conoce como Drang nach Osten.

CRUZADA CONTRA LOS ALBIGENSES


En 1209 el papa Inocencio III proclamó la cruzada albigense con el fin de eliminar la herejía de los cátaros y erradicarlos del
sur de Francia.

CRUZADA ARAGONESA
La cruzada contra la Corona de Aragón fue declarada por el papa Martín IV contra el rey de Aragón Pedro III el Grande,
en 1284 y 1285.

CRUZADAS EN LA RECONQUISTA ESPAÑOLA


Algunos momentos del período final de la Reconquista recibieron del papa la calificación de cruzada, dada su condición de
enfrentamiento de reinos cristianos contra reinos islámicos. No obstante, la motivación de la búsqueda de tal denominación no era
tanto el interés por lograr la presencia de nobles europeos del otro lado de los Pirineos (muy poco importante), como la de
obtener algún tipo de derechos fiscales para la monarquía (sobre los ingresos del clero o como Bula de Cruzada). Las ocasiones
principales fueron la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), en la que estuvieron presentes casi todos los reyes cristianos
peninsulares, y la guerra de Granada (1482-1492).

LA CRUZADA DE SEGISMUNDO DE HUNGRÍA


Esta cruzada es considerada la última de magnitud paneuropea que se libró contra el Imperio otomano. En 1396, el
rey Segismundo de Hungría organizó una cruzada para asediar la ciudad de Nicópolis, por entonces bajo control turco otomano.
Los ejércitos del príncipe Mircea I de Valaquia y del duque Juan I de Borgoña avanzaron bajo la dirección del rey Segismundo
decididos a expulsar a los otomanos de los territorios de los Balcanes.
La defensa de la ciudad resultó imposible de vencer, y la falta de máquinas de asedio por parte de las fuerzas aliadas concluyó en
una severa derrota. La victoria turca en el asedio de Nicópolis supuso una amenaza para las naciones centroeuropeas y consolidó
el poder otomano en la frontera con el reino de Hungría.

CRUZADA DE JUAN HUNYADI, REGENTE DE HUNGRÍA


El avance turco sobre el Reino de Hungría resultaba inminente. El fracaso de los ejércitos cruzados del rey Segismundo de
Hungría en la batalla de Nicópolis de 1396 y la derrota de los ejércitos húngaros en la batalla de Varna en 1444 en la cual murió el
rey Vladislao I de Hungría le dio fortaleza al Imperio otomano. De esta forma, continuó su marcha en dirección hacia Belgrado,
ciudad serbia fronteriza con el reino húngaro en 1456. De inmediato, el regente húngaro Juan Hunyadi (quien tras la muerte del
monarca conducía el reino mientras el príncipe heredero Ladislao el Póstumo cumplía la mayoría de edad para ascender al trono)
respondiendo al llamado del papa Calixto III y asistido por san Juan Capistrano, organizaron un ejército cruzado húngaro que hizo
frente a los otomanos invasores. La batalla concluyó con una total victoria para el regente húngaro y la amenaza turca fue detenida
por casi un siglo más. Ante la victoria de Belgrado de los húngaros, el papa ordenó que las campanadas del mediodía en las
iglesias de todo el mundo sonasen en honor a tal acontecimiento.

Edad Moderna
La Edad Moderna es el tercero de los periodos históricos en los que se divide convencionalmente la historia universal,
comprendido entre el siglo XV y el XVIII. Cronológicamente alberga un periodo cuyo inicio puede fijarse en la caída de
Constantinopla (1453) o en el descubrimiento de América (1492), y cuyo final puede situarse en la Revolución francesa (1789)
o en el fin de la década previa, tras la independencia de los Estados Unidos (1776). En esta convención, la Edad Moderna se
corresponde al período en que se destacan los valores de la modernidad (el progreso, la comunicación, la razón) frente al
período anterior, la Edad Media, que es generalmente identificado como una edad aislada e intelectualmente oscura. El espíritu
de la Edad Moderna buscaría su referente en un pasado anterior, la Edad Antigua identificada como Época Clásica.
Tras pasar el tiempo, la Edad Moderna se ha ido alejando de tal modo, que desde el siglo XX se suele añadir una cuarta edad,
denominada como Edad Contemporánea, en la cual no solo no se aparta, sino que también se intensifica extraordinariamente la
tendencia a la modernización, ya que sus características sensiblemente diferentes, fundamentalmente porque significa el momento
de éxito y desarrollo espectacular de las fuerzas económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente:
el capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacen de forma paralela: la nación y el Estado. En la Edad Moderna
se encontraron los dos "mundos" que habían permanecido casi absolutamente aislados desde la Prehistoria: el Nuevo
Mundo (América) y el Viejo Mundo (Eurasia y África). Cuando se consolidó la exploración europea de Australia se habla de
Novísimo Mundo.

La religión
Como probaban las herejías urbanas medievales apaciguadas por la Inquisición y la Orden Dominicana, la Iglesia
católica se encuentra en conflicto con la nueva vida urbana, y había mirado sus transformaciones con reticencia, aunque
también demostró una gran capacidad de asimilación de los elementos disolventes (Orden Franciscana y devotio
moderna de Tomás de Kempis). En el siglo XIV había vivido la Cautividad de Aviñón y el Cisma de Occidente, y en el XV vivió
un proceso de acrecentamiento del poder temporal. Ejemplos de papas mundanos fueron, por ejemplo, Alejandro VI y Julio
II, este último apodado, y no sin razón, el «Papa guerrero». Para financiarse, recurrió de manera cada vez más
escandalosa a la venta de indulgencias, lo que excitó las protestas de John Wycliff, Jan Hus y Martín Lutero. Este último,
cuando la Iglesia lo llamó a someterse, rehusó, señalando que la única fuente de autoridad eran las Sagradas Escrituras. Era esta
una nueva visión de la relación entre el hombre y Dios, personalista e intimista, más acorde con los valores de la modernidad y
muy diferente a la idea social y comunitaria de la religión que tenía el catolicismo medieval. Entre los numerosos seguidores de
Lutero no fue posible la uniformidad (la interpretación libre de la Biblia y la negación de autoridad intermedia entre Dios
y el hombre lo hicíeron imposible), y así Ulrico Zwinglio, Juan Calvino o John Knox, fundaron iglesias reformadas que se
expandieron geográficamente convirtiendo a Europa en un conglomerado de personas con creencias muchas veces
contradictorias. Se ha propuesto que el calvinismo y la doctrina de la predestinaciónson posiblemente una contribución esencial a
la conformación del espíritu burgués capitalista, al exaltar el trabajo y el triunfo personal. No obstante, no es imposible encontrar
una versión católica del mismo espíritu, como fue el jansenismo; lo que abundaría en la tesis materialista de que más que una
determinación ideológica fueron las diferentes condiciones de la estructura económica del norte y el sur de Europa las que
influyeron en su divergente historia a lo largo de la Edad Moderna.

La Iglesia católica reaccionó tardíamente, a finales del siglo XVI, imponiendo una serie de cambios internos en el Concilio de
Trento (1545-1563). Los principales exponentes de esta reforma fueron Ignacio de Loyola y la Compañía de Jesús. Sin embargo,
en general no pudo regresar a la fe católica a numerosas naciones reformadas. En general, la Alemania del norte, Escandinavia y
Gran Bretaña ya no volvieron al catolicismo, mientras que Francia se debatiría durante años de conflictos internos por causa
religiosa, hasta que en 1685 Luis XIV revocó el Edicto de Nantes, que garantizaba la tolerancia católica hacia los hugonotes, y los
expulsó. El éxito de la Contrarreforma se dio en la Europa danubiana, la Alemania del sur y Polonia. Irlanda, las
penínsulas ibérica e itálica, además de los recién conquistados dominios ultramarinos españoles en América, permanecieron
católicos.

Todo esto sucedió en medio de un fuerte periodo de guerras de religión: en Alemania, los príncipes católicos se apoyaron
en Carlos V contra los príncipes protestantes, al tiempo que surgían movimientos sociales como la guerra de los campesinos o
los anabaptistas, perseguidos sangrientamente por ambos bandos, con la bendición expresa tanto del papa como de Lutero; en
Francia, la no menos violenta Matanza de San Bartolomé (1572) fue solo un episodio de su particular y prolongada serie
de guerras de religión, en las que la distintos grupos sociales se encuadran en bandos nobiliarios con opuestas pretensiones
políticas, dinásticas y alianzas exteriores; la Guerra de los Ochenta Años que supone la separación de los Países Bajos en un norte
protestante y un sur católico; en su última fase (tras una Tregua de los doce años) simultánea a la Guerra de los Treinta
Años (1614-1648) en el Sacro Imperio, que terminó transformándose en un conflicto europeo generalizado.

La expansión europea significó la desaparición o sumisión de muchas religiones indígenas en los territorios ocupados por los
europeos. Excepcionalmente, surgió en el norte de la India una nueva religión: el sijismo. En América Latina el catolicismo fue
impuesto como religión prácticamente exclusiva siguiendo los lineamientos de la Contrarreforma, pero al mismo tiempo las
antiguas religiones y creencias precolombinas y africanas reprimidas, reaparecieron combinando sus creencias con
el cristianismo mediante el sincretismo religioso. Un ejemplo de ello es la fusión de cultos como el de la Pachamama y la Virgen
María en la región andina y la presencia de los orishás de la religión yoruba en la santería y el candomblé. El catolicismo
latinoamericano, especialmente en sus vertientes más ligadas a las culturas de los pueblos originarios y afroamericanos, dio
comienzo a nuevos enfoques ante los derechos humanos, la naturaleza, la igualdad social y el republicanismo, alcanzando
expresiones destacadas en casos como el de Bartolomé de las Casas y las Misiones Jesuíticas.

La otra gran religión en expansión, el islam, no tuvo una separación de autoridades civiles y religiosas, lo que no significa
necesariamente un mayor fundamentalismo, y la prueba habían sido los periodos de tolerancia y gran intercambio cultural de la
Edad Media. Los Imperios Turco, Safávida o Mogol no fueron menos, sino más tolerantes en materia religiosa que la Monarquía
católica o la Ginebra de Juan Calvino, y el Mediterráneo Oriental (Balcanes incluidos) fue durante toda la Edad Moderna una
diversidad étnica y religiosa que acogió la diáspora sefardí de forma equivalente a como lo hizo Ámsterdam. No obstante, en la
Europa cristiana el humanismo renacentista (en principio, la simple reivindicación de los studia humanitatis frente a la teología)
va acentuando la separación de los ámbitos religioso y laico.
El erasmismo o conceptos como la libertad de conciencia no solo dan lugar a otras religiones (protestantismo), sino a nuevas
posturas del hombre ante la naturaleza, como la duda cartesiana, el racionalismo y el empirismo. Muy diferentes entre sí,
la indiferencia religiosa, los libertinos, la masonería, el panteísmo, el agnosticismo y el ateísmo empezarán a ser consideradas
como posturas imaginables –aunque de ninguna manera toleradas– y adquirieron paulatinamente aceptación a medida que
trascurriera la Edad Moderna. La trayectoria personal e intelectual de Voltaire significará un referente que quedará fijado en el
espíritu enciclopedista. La descristianización ligada a la Revolución francesa hará posible en un efímero episodio un culto secular
a la Diosa Razón, bajo un calendario revolucionario privado de toda huella litúrgica.

Terremoto de Lisboa de 1755


El terremoto de Lisboa de 1755 tuvo lugar entre las 09:30 y las 09:40 horas del 1 de
noviembre de 1755,12 se caracterizó por su gran duración, dividida en varias fases y por su
violencia, causando la muerte de entre 60 000 y 100 000 personas.34Los geólogos estiman
hoy que la magnitud del terremoto de Lisboa sería de aproximadamente un 9 en la escala de
magnitud de momento, con su epicentro en un lugar desconocido en algún punto del océano
Atlántico a menos de 300 km de Lisboa.5
El sismo fue seguido por un tsunami y un incendio que causaron la destrucción casi total
de Lisboa.67 El terremoto acentuó las tensiones políticas en Portugal e interrumpió
abruptamente las ambiciones coloniales de este país durante el siglo XVIII.
Es el primer terremoto cuyos efectos sobre un área grande fueron estudiados científicamente,
por lo que marcó las bases de la sismología moderna. Además, el acontecimiento fue discutido
extensamente por los filósofos ilustrados europeos, inspirando grandes debates especialmente
en el campo de la teodicea.8
El terremoto
Lisboa ya había sido devastada anteriormente por otro desastre natural, el terremoto del 26 de enero de 1531, de una magnitud en
torno a 8 en la escala de magnitud de momento. El de 1755 tuvo lugar la mañana del día de Todos los Santos, festivo nacional
en Portugal y otros países católicos.3 Los informes contemporáneos indican que el terremoto duró entre tres minutos y medio y
seis minutos, produciendo grietas gigantescas de cinco metros de ancho que se abrieron en el centro de la ciudad.3 Los
supervivientes, huidos en pos de seguridad al espacio abierto que constituían los muelles pudieron observar como el agua empezó
a retroceder, revelando el lecho del mar cubierto de restos de carga caída al mar y los viejos naufragios. Cuarenta minutos después
del terremoto, tres tsunami de entre 6 y 20 metros engulleron el puerto y la zona del centro,9 subiendo aguas arriba por el
río Tajo.7 En las áreas no afectadas por el maremoto, los incendios surgieron rápidamente, iniciados en su mayor parte por las
velas encendidas en recuerdo a los difuntos en las iglesias, y las llamas asolaron la ciudad durante cinco días.10
De una población lisboeta de 275 000 habitantes, unas 90 000 personas murieron. Otras 10 000 murieron en Marruecos, mientras
que en Ayamonte (Huelva, España) murieron más de 1000 personas, y se registraron víctimas y daños de consideración en más
puntos del sur de España y de toda la península ibérica.

Aunque generalmente se le llama terremoto de Lisboa, fue en España y Portugal donde la sacudida alcanzó su mayor violencia,
sus efectos se extendieron por la mayor parte de Europa, África y América. Se sintió en Groenlandia, las Antillas, Madeira,
Noruega, Suecia, Gran Bretaña e Irlanda. La conmoción fue casi tan violenta en África como en Europa. Gran parte de Argel fue
destruida; y a corta distancia de Marruecos, un pueblo de ocho a diez mil habitantes desapareció. Una ola formidable barrió las
costas de España y África, sumergiendo ciudades y causando inmensa desolación. 13
En el resto del mundo
Las ondas sísmicas causadas por el terremoto fueron sentidas a través de Europa hasta Finlandia y en África del Norte. Maremotos
de hasta 20 m de altura barrieron la costa del Norte de África, y golpearon las islas de Antigua, Martinica y Barbados al otro lado
del Atlántico.26 Un maremoto de 3 m golpeó también la costa meridional inglesa.

Implicaciones sociales
El terremoto sacudió mucho más que ciudades y edificios. Lisboa era la capital de un país devotamente católico, con una larga
historia de inversiones en la Iglesia y la evangelización de las colonias. Más aún, la catástrofe tuvo lugar un día de fiesta católico,
cuando la gente estaba en las iglesias, y destruyó prácticamente cada iglesia importante y la gente que estaba en ellas. Para la
teología y filosofía del siglo XVIII, esta manifestación de la cólera de Dios era difícil de explicar.8
La escritora estadounidense Elena G. de White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, afirmó que este
terremoto corresponde al cumplimiento de algunas profecías bíblicas (Apocalipsis 6:12 y Marcos 13:24-26).

Guerra de Independencia de los Estados Unidos


La guerra de Independencia de los Estados Unidos fue un conflicto bélico que enfrentó a las Trece Colonias británicas originales
en América del Norte contra el Reino de Gran Bretaña. Ocurrió entre 1775 y 1783, finalizando con la derrota británica en
la batalla de Yorktown y la firma del Tratado de París.
Durante la guerra, Francia ayudó a los revolucionarios estadounidenses con tropas terrestres comandadas por Rochambeau y por
el Marqués de La Fayette y por flotas bajo el comando de marinos como Guichen, de Grasse y d'Estaing. España, por su parte, lo
hizo inicialmente y de forma clandestina gracias a Bernardo de Gálvez y de forma abierta a partir de la batalla de Saratoga,
mediante las armas y los suministros proporcionados por los navíos del comerciante Diego María de Gardoqui y abriendo un
frente en el flanco sur.
Las colonias británicas que se independizaron de Gran Bretaña edificaron el primer sistema político liberal y democrático,
alumbrando una nueva nación, los Estados Unidos de América, incorporando las nuevas ideas revolucionarias que propugnaban la
igualdad y la libertad. Esta sociedad colonial se formó a partir de oleadas de colonos inmigrados y no existían en ella los rasgos
característicos del rígido sistema estamental europeo.
En las colonias del sur (Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia) se había organizado un sistema esclavista (con
unos 500 000 esclavos negros) que explotaban plantaciones de tabaco, algodón y azúcar. De este modo, la población estaba
compuesta por grandes y pequeños propietarios y esclavos.
Los antecedentes a la guerra de la Independencia de los Estados Unidos se remontan a la confrontación franco-británica en
Norteamérica y a las consecuencias de la guerra de los Siete Años.
La guerra de los Siete Años terminó en 1763. El 10 de febrero, el Tratado de París ponía fin al imperio colonial francés en
América del Norte y consolidaba a Inglaterra como la potencia hegemónica. En oposición solo tenía a España, que
controlaba Nueva Orleans, la ciudad más importante, con unos 10 000 habitantes. Respecto a Francia, la pérdida territorial no fue
sentida como algo catastrófico. Se conservaban los derechos pesqueros en Terranova y la población católica francófona recibiría
un trato de respeto. Por otro lado, en el Caribe las pérdidas podían ser compensadas, pues la colonia principal francesa del
Caribe, Saint-Domingue (La Española) con capital en Puerto Príncipe, producía la mitad del azúcar consumido en todo el mundo,
y su comercio con África y las Antillas estaba en pleno apogeo.
Respecto a los colonos estadounidenses, la guerra modificó radicalmente el panorama anterior. Los francófonos católicos
de Quebec, tradicionales enemigos de los colonos estadounidenses de las Trece colonias, recibieron un trato respetuoso por parte
de las autoridades británicas. Trato que se confirmó en 1774 cuando se dotó a Canadá de un estatuto particular dentro de las
colonias estadounidenses, llevándose sus fronteras hasta la confluencia del Ohio y el Misisipi. Asimismo su población conserva
un derecho civil propio y la Iglesia católica es reconocida. Todos estos movimientos fueron mal aceptados por la población de las
Trece colonias.
La causa inmediata de este conflicto fue el injusto trato que Gran Bretaña infligía a los colonos, pues estos aportaban riquezas e
impuestos a la metrópoli pero no tenían los medios para decidir sobre dichos impuestos, por lo que se sentían marginados y no
representados.

Revolución de las Trece Colonias


Gran Bretaña obtuvo el triunfo parcial sobre Francia en la guerra de los Siete Años (1756-1763) recibiendo gran ayuda económica
y militar de las colonias, al igual que estas de la metrópoli, aunque dicha colaboración no les fue recompensada. Las medidas
represivas del gobierno inglés (producidas tras sublevaciones como el Motín del té de Boston y las sanciones de las Actas
Intolerables) provocaron el inicio de la guerra de independencia.
El descontento se extendió por las Trece Colonias y se organizó una manifestación en Boston en contra de los impuestos que
debían pagar por artículos indispensables como el papel, el vidrio o la pintura. En esta manifestación no hubo ningún altercado y
el gobierno inglés hizo oídos sordos a las peticiones de los colonos. Pero estos no iban a consentir que la situación continuara así,
con lo que se reunieron junto a varios miembros de otras poblaciones para urdir una acción más propagandística que la
manifestación. En 1773 los colonos se reunieron en Boston. De Gran Bretaña llegaban tres naves cargadas de cajas que
contenían té. Varios miembros de la sociedad secreta se disfrazaron de indios y fueron nadando hasta alcanzar los tres barcos. Una
vez allí capturaron a sus tripulantes y tiraron la mercancía por la borda. Fue la primera acción contra la represión de impuestos, lo
que intranquilizó a los británicos.
En 1774 se reunió por primera vez el Congreso de los colonos en contra de la servidumbre a Londres y a favor de una patria
independiente, el Primer Congreso Continental. Ya se discuten unas hipotéticas leyes. Pese al clima de enemistad contra los
británicos metropolitanos en las colonias, todavía había algunos colonos que apoyaban al rey inglés Jorge III, siendo
llamados kings friends (Cerca de 500.000 lealistas, alrededor del 19% de la pobl. de las 13 colonias).

Los primeros combates


El 19 de abril del año 1775, soldados ingleses salieron de Boston para impedir la rebelión de los colonos mediante la toma de un
depósito de armas de estos últimos en la vecina ciudad de Concord. En el poblado de Lexington se enfrentaron a 70 milicianos.
Nadie sabe quién abrió fuego y comenzó de este modo la guerra de independencia. Los ingleses tomaron Lexington y Concord,
pero en su regreso hacia Boston fueron hostigados por cientos de voluntarios de Massachusetts. Se producen las primeras bajas de
la contienda, ocho soldados colonos. Para junio, 10 000 soldados coloniales estaban sitiando Boston.
En mayo de 1775, un Segundo Congreso Continental se reunió en Filadelfia y empezó a asumir las funciones de gobierno
nacional. Nombró catorce generales, autorizó la invasión de Canadá y organizó un ejército de campaña bajo el mando de George
Washington, un hacendado virginiano y veterano de la guerra franco-india. Consciente de que las colonias sureñas desconfiaban
del fanatismo de Massachusetts, John Adams presionó para que se eligiera a este coronel de la milicia virginiana, que tenía
cuarenta y tres años como comandante en jefe. Fue una elección inspirada. Washington, que asistía al Congreso de uniforme, tenía
el aspecto adecuado; era alto y sereno, con un digno aire militar que inspiraba confianza. Como dijo un congresista: «No era un
tipo que actuara alocadamente, que despotricara y jurara, sino alguien sobrio, firme y calmado».
Se empezaron a reclutar soldados de entre todas las partes de las colonias. Muchos de ellos eran agricultores o cazadores,
bravucones y poco entrenados en el combate. En las primeras luchas contra los británicos, George Washington llegó a decir:
«hemos reclutado un ejército de generales, no obedecen a nadie».
Al principio, la guerra fue desfavorable para los colonos. En junio de 1775 ambos ejércitos se encontraron en Bunker Hill, frente a
Boston. Los rebeldes se habían atrincherado en la colina y, pese a que los británicos asaltaron las posiciones continentales con
violencia, los colonos consiguieron aguantar el ataque durante bastante tiempo; cuando los últimos asaltantes logran llegar a la
cima las bajas británicas son de 800. Es una victoria pírrica para los ingleses. Los insurgentes, además, hicieron circular su versión
de los hechos, que no era otra sino que se habían retirado simplemente por la falta de munición y no por el empuje de los casacas
rojas. Después de dejar la colina Bunker Hill, los colonos se centraron en fortificar la otra colina, Dorchester Heights, que lo
consiguieron gracias a los cañones que capturaron en el fuerte Ticonderoga, y que trajo en una compleja operación desde allí el
joven coronel Henry Knox (esta operación de transporte se conoce como «noble tren de artillería»). El general británico William
Howe, al ver esta fortificación, decidió rendirse y evacuar la ciudad de Boston el 17 de marzo de 1776 (día de la evacuación).
El 2 de julio de 1776, el Congreso finalmente resolvió que: «estas Colonias Unidas son, y por derecho deben ser, estados libres y
soberanos». El 4 de julio de 1776 se reunieron 56 congresistas estadounidenses para aprobar la Declaración de Independencia de
los Estados Unidos, que Thomas Jefferson redactó con la ayuda de otros ciudadanos de Virginia. Se imprimió papel moneda y se
iniciaron relaciones diplomáticas con potencias extranjeras. En el congreso se encontraban cuatro de las principales figuras de la
independencia: George Washington, Thomas Jefferson, Benjamin Franklin y John Adams. De los 56 congresistas, 14 murieron
durante la guerra. Benjamin Franklin se convierte en el primer embajador y jefe de los servicios secretos.
La unidad se extendió entonces por las Trece Colonias para luchar contra los británicos. La declaración presentó una defensa
pública de la guerra de Independencia, incluida una larga lista de quejas contra el soberano inglés Jorge III. Pero sobre todo,
explicó la filosofía que sustentaba la independencia, proclamando que todos los hombres nacen iguales y poseen ciertos derechos
inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que los gobiernos pueden gobernar solo con el
consentimiento de los gobernados; que cualquier gobierno puede ser disuelto cuando deja de proteger los derechos del pueblo.
Esta teoría política tuvo su origen en el filósofo inglés John Locke, y ocupa un lugar prominente en la tradición política
anglosajona.
Estos hechos convencieron al gobierno británico de que no se enfrentaba simplemente a una revuelta local de Nueva Inglaterra.
Pronto se asumió que el Reino Unido estaba envuelto en una guerra, y no en una simple rebelión, por lo que se adoptaron
decisiones de política militar dieciochesca convencional, consistente en maniobras y batallas entre ejércitos organizados.
Este cambio de estrategia forzó a los británicos a evacuar Boston en marzo de 1776 y transferir sus principales fuerzas a Nueva
York, cuya población se presumía más favorable a la Corona, con un puerto más amplio y una posición central. En consecuencia,
en el verano de 1776, sir William Howe, que sustituyó a Gage como comandante en jefe del ejército británico en Norteamérica,
llegó al puerto de Nueva York con una fuerza de más de treinta mil hombres. Howe tenía intención de aislar Nueva Inglaterra de
los otros rebeldes y derrotar al ejército de Washington en una batalla decisiva. Iba a pasar los dos años siguientes tratando de
llevar a cabo este plan.
Según todas las apariencias, un enfrentamiento militar parecía muy ventajoso para Gran Bretaña, una de las potencias mundiales
más poderosas, con una población de unos once millones, frente a los dos millones y medio de colonos, un quinto de los cuales
eran esclavos negros. La armada británica era la mayor del mundo y casi la mitad de sus buques participaron inicialmente en el
conflicto con los nacientes Estados Unidos. El ejército era una fuerza profesional bien entrenada; en 1778, llegó a tener cerca de
cincuenta mil soldados estacionados solo en Norteamérica, a los cuales se añadieron más de treinta mil mercenarios
alemanes durante la contienda.
Para enfrentarse a ese poder militar, los rebeldes tenían que empezar de la nada. El Ejército Continental contaba con menos de
cinco mil efectivos permanentes, complementados por unidades de las milicias estatales de diferentes tamaños. En la mayoría de
los casos estaban mandados por oficiales inexpertos y no profesionales. George Washington, el comandante en jefe, por ejemplo,
solo había sido coronel de regimiento en la frontera virginiana y tenía poca experiencia en combate. No sabía nada de mover
grandes masas de soldados y nunca había dirigido un asedio a una posición fortificada. Muchos de sus oficiales habían salido de
las capas medias de la sociedad: había posaderos convertidos en capitanes y zapateros en coroneles, como exclamó, asombrado,
un oficial francés. Es más, «sucede con frecuencia que los colonos preguntan a los oficiales franceses qué oficio tienen en
Francia». No es de extrañar, pues, que la mayoría de los oficiales británicos pensara que el ejército insurgente no era «más que
una banda despreciable de vagabundos, desertores y ladrones» incapaces de rivalizar con los casacas rojas de Su Majestad. Un
general británico llegó a alardear que con mil granaderos podía «ir de un extremo a otro de Norteamérica y castrar a todos los
hombres, en parte por la fuerza y en parte con un poco de persuasión».
Sin embargo, estos contrastes eran engañosos, porque las desventajas británicas eran inmensas desde el principio del
conflicto. Gran Bretaña tenía que conducir la guerra desde el otro lado del Atlántico, a cinco mil kilómetros de distancia, con los
consiguientes problemas de comunicaciones y logística; incluso alimentar adecuadamente era un problema casi insalvable. Al
mismo tiempo, tenía que hacer una guerra absolutamente diferente a la que cualquier país hubiera librado en el siglo XVIII. La
propia Norteamérica era inconquistable. La enorme extensión del territorio hacía que las maniobras y operaciones convencionales
fueran difíciles y engorrosas. El carácter local y fragmentario de la autoridad en Norteamérica inhibía cualquier acción decisiva
por parte de los británicos. No había ningún centro neurálgico con cuya captura se pudiera lograr aplastar la rebelión. Los
generales británicos acabaron por decidir que su principal objetivo debía ser enfrentarse al ejército de Washington en una batalla,
pero, como dijo el comandante en jefe británico, no sabían como hacerlo, «ya que el enemigo se mueve con mucha más celeridad
de la que nosotros somos capaces».
Uno de los principales problemas para los colonos era la baja calidad de sus mosquetes, ya anticuados y que solo podían disparar a
pocos metros para obtener precisión. Esto llevó a que se creara un nuevo tipo de arma más eficaz, que fue el fusil
modelo Pennsylvania, de gran precisión desde más de 80 metros. Los colonos en estos primeros combates lucharon en forma de
guerrillas.
George Washington, por su parte, comprendió desde el principio que, por el lado estadounidense, la guerra tenía que ser
defensiva. «En todas las ocasiones debemos evitar una acción general -dijo ante el Congreso en septiembre de 1776- o arriesgar
nada, a menos que nos veamos obligados por una necesidad a la cual no deberíamos vernos arrastrados». Aunque nunca actuó
como cabecilla guerrillero y se concentró todo el tiempo en crear un ejército profesional, con el cual pretendía batir a los
británicos en una batalla abierta, en realidad, sus tropas pasaban buena parte del tiempo librando escaramuzas con el enemigo,
acosándolo y privándole de comida y avituallamiento siempre que era posible (guerra de guerrillas). En esas circunstancias, la
dependencia de los estadounidenses de unas fuerzas de la milicia no profesionales y la debilidad de su ejército organizado los
convertían, como dijo un oficial suizo, en más peligrosos que «si tuvieran un ejército regular». Los británicos no comprendieron
nunca a qué se enfrentaban; esto es, a una verdadera revolución que contaba con un apoyo generalizado de la población. Por ello,
continuamente subestimaron el aguante de los rebeldes y sobreestimaron la fuerza de los colonos leales a la Corona. Al final, la
independencia acabó significando más para los estadounidenses que la reconquista o conservación de las Trece Colonias para los
ingleses.

La batalla de Saratoga
Las cosas empezaron a cambiar en octubre de 1777, cuando un ejército británico bajo el mando del General John Burgoyne se
rindió en Saratoga, en el norte del estado de Nueva York. Este fue el golpe de gracia y propagandístico que necesitaban los
colonos para su independencia. Desde Canadá llegaron indios (dirigidos por Joseph Brant) a favor de los británicos porque los
colonos les estaban expropiando sus tierras cada vez más. La expedición estaba mandada por el general John Burgoyne y
pretendía llegar a Albany. Sin embargo, fueron interceptados y tuvieron que presentar batalla en Freeman, cerca del río Hudson.
Aquí estaban los colonos al mando de Benedict Arnold, Horatio Gates y Daniel Morgan. Este último comandaba a fusileros
vestidos con pieles, muchos de ellos antiguos cazadores.
El general Burgoyne contaba con 600 mercenarios alemanes (los británicos llegaron a utilizar hasta 16.000 en toda la guerra) para
tomar la granja. El 9 de septiembreMorgan tiene a sus hombres bien escondidos en un bosque contiguo a la granja y en los trigales
de la misma. Una vez se acercan los mercenarios alemanes, los fusileros salen de sus escondites y disparan a los enemigos,
produciendo gran sorpresa entre estos y provocando que caigan decenas. Burgoyne entonces manda otros 600 más, que también
caen. Los británicos retroceden, pero Burgoyne resiste, aunque sin suministros ni víveres, y consigue poco tiempo después tomar
la granja.
Horatio Gates, aunque hombre pesimista, es convencido por Morgan y Arnold para lanzar un ataque a los británicos. Con los
cañones incautados a los británicos bombardean la granja y consiguen la rendición de Burgoyne. Entre el cañoneo de los colonos,
un general británico, Simon Fraser, ordenó una carga de caballeríatotalmente desesperada por lo difícil de la situación. Esta carga
fue rápidamente neutralizada por los hombres de Morgan, que consiguieron acabar con el general. Este, antes de morir, pidió ser
enterrado en el campo de batalla, y para ello varios soldados británicos se reunieron, lo que llegó a confundir a los colonos.
Creyendo que los enemigos se estaban reorganizando para otro ataque, empezaron a cañonear la zona en que estaban enterrando a
Simon Fraser, y aunque no dieron en el blanco, sí produjeron que los que se esforzaban en la faena fueran salpicados por la arena
y el polvo. Al final se le pudo enterrar entre una lluvia de balas de cañón. Este hecho produjo esta frase de un general alemán
llamado Riedesel: «¡qué gran entierro para un gran guerrero!»

La ayuda extranjera y el final de la guerra


Alentados por la victoria de Saratoga, Francia y España veían la oportunidad como una ocasión de oro para lograr la revancha del
desastroso Tratado de París de 1763, con el que concluyó la guerra de los Siete Años. Así, Francia tras unos meses de cierta
vacilación, entró abiertamente en la guerra firmando una alianza en febrero de 1778 con los colonos. Pese a sus escasas
provisiones y limitado adiestramiento, las tropas coloniales pelearon bien en general, pero podrían haber perdido la guerra si no
hubieran recibido ayuda del erario francés, de la poderosa marina francesa y de las tropas enviadas por Francia.
Por su parte, España, aunque enseguida ayudó a los rebeldes con dinero, armas y municiones, se mostró reacia a la intervención
directa, debido al temor de Floridablanca a las consecuencias de un conflicto armado; incluso aspiró a algo que, de momento,
resultaba una verdadera utopía: la mediación entre los contendientes.25 Los objetivos españoles en América eran expulsar a los
británicos tanto del golfo de México como de las orillas del Misisipi y conseguir la desaparición de sus asentamientos en
la América Central.26 La ayuda española, en todo caso, fue limitada, y más interesada en obtener las metas territoriales fijadas
que en favorecer la independencia de las Trece Colonias.27
Después de 1778, la lucha se trasladó al sur y el conflicto ya había adquirido un cariz internacional con la entrada de Francia. Un
año más tarde la realidad se impuso y España declaró la guerra a Inglaterra, pensando incluso en la posibilidad de invadir Gran
Bretaña mediante el concurso de una armada francoespañola, plan que resultó inviable. Para su entrada abierta en el conflicto, el
Gobierno español había firmado el llamado Tratado de Aranjuez, acuerdo secreto con Francia sellado en Aranjuez el 12 de abril
de 1779, por el cual España conseguía una serie de concesiones a cambio de unirse a Francia en la guerra.28 Esta prometió su
ayuda en la recuperación de Menorca, la Mobila, Panzacola, la bahía de Honduras y la costa de Campeche y aseguró que no
Emiliano Proclamado Agosto - octubre Asesinado por sus
emperador de 253 propios soldados
por las
legiones del
Danubio

Valeriano Proclamado Octubre de 253 - Muerto en Padre y coemperador con Galieno


emperador junio de 260 cautiverio por los
por las persas
legiones del
Rin
Galieno Hijo Octubre de 253 - Asesinado por sus Coemperador
con Salonino de Valeriano septiembre de268 propios soldados con Valerianodesde 253hasta 260; padre y
coemperador de Salonino

Emperadores ilirios (268-285)


Retrato Nombre común Acceso Reinado Muerte Notas
Claudio II el Proclamado Septiembre de 268 - Causas naturales
emperador tras enero de270 (peste)
Gótico la muerte
de Galieno

Quintilo Hermano Enero de 270 - Suicidio o asesinato


de Claudio II septiembre de270
Brevemente coemperador con Aureliano

Aureliano Proclamado Septiembre de 270 - Asesinado por la


emperador por septiembre de 275 guardia pretoriana
las legiones
del Danubio
en oposición
a Quintilio

Tácito Elegido por el 25 de Varias versiones


senado septiembre de 275 - (muerte natural o
junio de 276 asesinato)

Floriano Hermano Junio de 276 - Asesinado por sus


de Tácito septiembre de276 propios soldados

Probo Proclamado Septiembre de 276 - Asesinado por sus


emperador por octubre de 282 propios soldados
las legiones
del Danubio
en oposición
a Floriano
El Día Oscuro tuvo lugar en el este de Canadá y en los seis estados que conforman la región de Nueva Inglaterra en los Estados
Unidos (Maine, New Hampshire, Vermont, Massachusetts, Rhode Island y Connecticut) y fue descrito como "único en su
especie", "inexplicable obscurecimiento" y "de extensión notable" por intelectuales y testigos.

"Por la mañana salió el sol radiante, pero rápidamente se escondió. Aparecieron nubes negras y hubo truenos y
relámpagos. Alrededor de las nueve de la mañana el cielo adoptó un tono cobrizo. Pocos minutos más tarde una nube
negra y espesa cubrió todo el cielo excepto un estrecho borde en el horizonte y se puso tan oscuro como a las nueve de la
noche en verano. Las aves volvían al corral y el ganado dormía mientras ranas y murciélagos salían para aprovechar la
"noche". Después de las once de la mañana la oscuridad se volvió extremadamente densa. Al terminar la tarde el cielo
quedó parcialmente despejado y apareció el sol oscurecido por una neblina densa y negra. Al caer la noche la oscuridad no
fue menos terrorífica. Aunque había luna casi llena, los objetos no se distinguían sin la ayuda de luz artificial. Después de la
media noche la oscuridad se desvaneció y la luna apareció con apariencia de sangre".
El Conflicto de los Siglos, pp. 306-307.

La primera noticia del enigmático oscurecimiento celeste se dio en la ciudad de


Rupert (Vermont), donde ya amaneció así, y a continuación se sucedieron los
testimonios en otros estados de Nueva Inglaterra, según se iba extendiendo el
fenómeno a una velocidad de 40 kilómetros por hora aproximadamente: Maine,
New Hampshire, Massachusetts, Rhode Island y el citado Connecticut.

Geografía y cronología ya habrán llamado la atención de más de un lector: este


episodio ocurrió en el contexto de la Guerra de la Independencia de EEUU,
que empezó en abril de 1775 y no terminó hasta el 3 de septiembre de 1783.
Es decir, cuando se oscureció el cielo aún quedaban tres años de contienda y el
propio George Washington, que estaba en Nueva Jersey, anotó en su diario de
campaña el extraño aspecto que presentaban las nubes, con una rara luz rojiza
colándose entre ellas. Uno de sus soldados también escribió que los chotacabras
se pusieron a cantar, algo que solían hacer sólo a la hora del crepúsculo.

El profesor Samuel Williams, de la Universidad de Harvard, Cambridge (Massachussets), que reunió toda la información relativa
al suceso cuando éste concluyó, dejó escrito que “esta oscuridad extraordinaria se produjo entre las diez y las once de la mañana, y
continuó hasta la mitad de la noche siguiente”. La institución registró como hora exacta de inicio las diez y media y un pico de
oscurecimiento a la una menos cuarto, empezando a aclarar ligeramente a partir de las una y diez pero sin remitir. También
determinó el alcance de norte a sur: desde Portland (Maine) a Nueva Jersey, aunque en algunos sitios, como Pensilvania o
Filadelfia, apenas se notó.

Hubo diferencias horarias en cada lugar donde se oscureció el cielo. Ebenezer Parkham, reverendo en Westborough,
Massachusetts, confirmó que el menor momento de luz fue hacia las doce, aunque no dijo a qué hora empezó; en otro lugar de ese
mismo estado, Barnstable, las tinieblas llegaron a las dos de la tarde con un momento máximo a las cinco y media. Y en Ipswich,
también en Massachussets, los testigos describieron la alteración que aquello provocó a los animales, haciéndolos comportarse
como si fuera de noche: las aves cesaron sus trinos, el ganado emprendió el camino del establo, las ranas iniciaron su croar…
Fue en esa última localidad donde además primero se documentó un olor a hollín en el aire y que había cenizas en suspensión,
siendo algunos restos de hojas quemadas de hasta quince centímetros, algo confirmado en New Hamphshire. De hecho, en otros
sitios se observó cierta acumulación de hollín en las riberas de los ríos e incluso en la lluvia generalizada que cayó esa mañana, lo
cual implica una capa de nubes importante aunque una simple niebla no era suficiente para obligar a, como vimos al principio,
encender velas en pleno día. La información meteorológica publicada en prensa los días previos revela un ciclo de bajas presiones,
con tormentas pero temperatura cálida.

Y es que lo que pasó a los anales como el New England’s Dark Day (Día Oscuro de Nueva Inglaterra) había estado precedido de
ciertas señales algunas jornadas antes, al teñirse el cielo de rojo primero y de amarillo después; incluso durante la noche la luna,
casi llena, adquirió un bello pero desasosegante tono rojizo, similar al que muestran los eclipses lunares cuando el satélite, en
vez de recibir la luz solar, queda iluminado por el brillo escarlata de la atmósfera terrestre al dispersarse las luces azul y verde (es
lo que se conoce como luna de sangre).

Los periódicos de la fecha no hablan de nieblas ni incendio; los titulares daban cuenta acerca de un día sobrenatural, algo que
jamás había ocurrido. Hoy sabemos que algo de esta duración no volvió a ocurrir( ocurriría un evento similar en la Ciudad de
Buenos Aires el 12 de agosto de 2011, cuando en pleno mediodía la ciudad se vio oscurecida durante cinco minutos tras una densa
nube, pareciendo así una imagen apocalíptica).
Las nieblas no podían seguir estando a las 10:00 AM, aunque fuera otoño; conste que era primavera. De manera que eso también
está descartado. Los libros hablan de animales que se dirigían a sus cuadras de manera tranquila, cosa que no hubiese sido posible
con la presencia de mucho humo. La gente de la zona no sabía que ocurría, estaban asustados y muchos creyeron que el fin del
mundo estaba cerca. Nadie comprendía la situación. La llegada de la noche no mejoró la situación. Finalmente, a la mañana
siguiente el sol volvió a brillar en la región. Muchos ciudadanos abarrotaron las iglesias, dando gracias por un nuevo día.
La Revolución francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por
extensión de sus implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como
el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el
golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, la organización política de
Francia durante el siglo XIX osciló entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el
final definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país, y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, apoyada en
ocasiones por las masas populares, se convirtió en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases del
sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida en que lo derrocó con un discurso e iniciativas capaces de
volverlo ilegítimo.
Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad Contemporánea al sentar las bases de la
democracia moderna, lo que la sitúa en el corazón del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de
la soberanía popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de 1871.

Estados Generales
Los Estados generales en la Francia del Antiguo Régimen eran asambleas convocadas por el Rey de manera excepcional y a la
que acudían representantes de cada estamento(estratos sociales): el clero (primer estado), la nobleza (segundo estado)1 y los
representantes de las ciudades que disponían de consistorio (Tercer estado). Fueron creados en 1302 por Felipe IV de Francia, el
Hermoso, luego que el papa Bonifacio VIII convocó al rey Felipe IV y al clero francés a un sínodo a celebrar en Roma, el 1 de
noviembre de 1302, para definir de manera definitiva la relación entre el poder temporal y la Iglesia; y también para juzgar al rey,
bajo la acusación de abusos inauditos contra la iglesia, por lo que el rey Felipe IV respondió inmediatamente.

El rey Felipe IV procedió a acusar de herejía al papa Bonifacio VIII, ante la reunión de los representantes del clero, y de la
nobleza, y por primera vez, representantes de la ciudad de París, y constituyó el nacimiento de los Estados generales de Francia,
además de convocar a un concilio general para juzgar al papa Bonifacio VIII, así como prohibir al clero francés, a asistir al sínodo
convocado por el papa Bonifacio VIII.

Los penúltimos Estados generales de Francia fueron convocados por Luis XIII en 1614, y convocados de nuevo por Luis
XVI en 1789, habiéndose reunido un total de 21 veces en 487 años. Eran una asamblea excepcional, y su reunión solía
significar la respuesta a una crisis política o financiera, que obligaba a conocer la opinión de los representantes de los
principales poderes del país para confirmar una decisión real, particularmente en materia fiscal.

Estaban compuestos por diputados elegidos con un mandato de sus electores, y la orden del día se redactaba con base en
los cuadernos de quejas (en francés, cahiers de doléances), establecidos por los notables provinciales de los tres órdenes o
estamentos. Dichos estamentos se reunían por separado y contaban cada uno con un número igual de representantes. El sistema de
voto utilizado era estamental: un voto contaba para cada una de las cámaras, con lo que el clero y la nobleza, tradicionalmente
aliados, no dejaban opción al Tercer Estado para que se oyese su voz.

La ultima reunión 1789


En 1789, La crisis económica obligo al soberano francés
a reunirlos, para que adoptaran así las medidas más
convenientes. El Tercer Estado quiso aprovechar de dicha
asamblea para presentar peticiones favorables al pueblo; el
rey y la nobleza no tomaron en cuenta estas reformas.
El 27 de diciembre de 1788, el Consejo de Estado decidió
doblar el número de diputados del tercer estado, elegidos
por varones mayores de 25 años que pagaban impuestos.
El Rey convocó los Estados generales para el 5 mayo de
1789 en Versalles, una asamblea que no se libró de
controversias, dado que los representantes de los
estamentos privilegiados se opusieron al nuevo sistema
representativo que doblaba el número de diputados del
Tercer Estado. Formalmente, el enfrentamiento se
manifestó en el terreno de los votos. El rey era partidario
del voto tradicionalista por órdenes. Sin embargo, los representantes del Tercer estado eran partidarios del voto individual. Fue así
como los privilegiados rechazaron inmediatamente la nueva propuesta, ya que la diferencia de número se haría notar (el Tercer
estado tenía más número que los estamentos de la cúspide de la pirámide estamental) y así podrían llegar a alcanzar la mayoría en
los Estados generales. Entonces el Tercer Estado desacato la orden de Luis XVI y se reunió separadamente.
La asamblea estaba compuesta por 1139 diputados: 291 pertenecían al clero, 270 a la nobleza y 578 al Tercer Estado. La apertura
de los Estados generales del 5 de mayo 1789 marca el inicio de la Revolución francesa.
Asamblea Nacional (1789)
La Asamblea Nacional se creo el 17 de junio de 1789, es la que marco el estallido de la revolución. El rey clausuro la sala de
sesiones a la Asamblea Nacional la cual ocupo la sala del juego de la pelota en la que los diputados juraron no separarse hasta
haber dado una constitución a Francia.

Asamblea Constituyente (1789 – 1791)


El soberano francés cedió ante los acontecimientos de la Asamblea Nacional, invitando a que sesionaran las tres clases sociales.
Así surgió la Asamblea Constituyente. El rey había perdido su autoridad y la Monarquía absoluta llegaba a su fin. Los principales
acontecimientos fueron:

La Toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789 el pueblo de


París atacó la fortaleza de la Bastilla y la ocupó. La Bastilla era
el símbolo del despotismo.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, fue promulgada por la Asamblea, el 26 de
agosto de 1789. Antes habían sido abolidos los derechos
feudales, el 4 de agosto de 1789. La declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano consta de 17 artículos. Se
refieren principalmente a que todos los hombres son iguales;
que la soberanía reside en la nación; que los derechos
naturales, como la libertad, la igualdad, la propiedad, la
seguridad y la resistencia a la opresión no deben ser violados,
como tampoco la libertad de pensamiento y creencia.
Se Promulgó la Constitución de 1791, de tendencia
monárquica que sanciono la declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano, como también la existencia de tres
poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Se promulgó la Constitución Civil del Clero, por la que los bienes de la Iglesia pasaban a poder del Estado y el nombramiento
de las autoridades eclesiásticas se haría en adelante por la elección del pueblo.
Huida del Rey, Luis XVI pretendió huir al extranjero pero fue descubierto en Varennes y luego detenido y encerrado en la
Tullerias.

Camino a la Constitución
El 3 de septiembre de 1791, fue aprobada la primera Constitución de la historia de Francia. Una nueva organización judicial dio
características temporales a todos los magistrados y total independencia de la Corona. Al rey sólo le quedó el poder ejecutivo y
el derecho de vetar las leyes aprobadas por la Asamblea Legislativa. La asamblea, por su parte, eliminó todas las barreras
comerciales y suprimió las antiguas corporaciones mercantiles y los gremios; en adelante, los individuos que quisieran desarrollar
prácticas comerciales necesitarían una licencia, y se abolió[cita requerida] el derecho a la huelga.
Aun cuando existía una fuerte corriente política que favorecía la monarquía
constitucional, al final venció la tesis de mantener al rey como una figura
decorativa. Jacques Pierre Brissot introdujo una petición insistiendo en que, a los
ojos del pueblo, Luis XVI había sido depuesto por el hecho de su huida. Una
inmensa multitud se congregó en el Campo de Marte para firmar dicha
petición. Georges Danton y Camille Desmoulins pronunciaron discursos exaltados.
La Asamblea pidió a las autoridades municipales guardar el orden. Bajo el mando
de La Fayette, la Guardia Nacional se enfrentó a la multitud. Al principio, tras
recibir una oleada de piedras, los soldados respondieron disparando al aire; dado
que la multitud no cedía, Lafayette ordenó disparar a los manifestantes, ocasionando
más de 50 muertos.
Tras esta masacre, las autoridades cerraron varios clubes políticos, así como varios
periódicos radicales como el que editaba Jean-Paul Marat. Danton se fugó
a Inglaterra y Desmoulins y Marat permanecieron escondidos.
Mientras tanto, la Asamblea había redactado la Constitución y el rey había sido
mantenido, aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la Asamblea, que fue
acogido con un fuerte aplauso. La Asamblea Constituyente cesó en sus funciones
el 29 de septiembre de 1791.

La Asamblea Legislativa (1791 – 1792)


Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El rey tenía que compartir su poder con la
Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto y la potestad de elegir a sus ministros.
La Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. La componían 264 diputados situados a la
derecha: feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth), y girondinos, portavoces republicanos moderados de la gran
burguesía. En el centro figuraban 345 diputados independientes, carentes de programa político definido. A la izquierda 136
diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers, que representaban al pueblo llano parisino a través de sus
periódicos L´Ami du Peuple y Le Père Duchesne, y con Marat y Hebert como
portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular y de la pequeña burguesía,
en la Asamblea era escasa la influencia de la izquierda, pues la Asamblea estaba
dominada por las ideas políticas que representaban los girondinos. Mientras los jacobinos
tienen detrás a la gran masa de la pequeña burguesía, los cordeliers cuentan con el apoyo
del pueblo llano, a través de las secciones parisienses.
Este gran número de diputados se reunían en los clubes, germen de los partidos políticos.
El más célebre de entre éstos fue el partido de los jacobinos, dominado
por Robespierre. A la izquierda de este partido se encontraban los cordeleros, quienes
defendían el sufragio universal masculino (derecho de todos los hombres al voto a partir
de una determinada edad). Los cordeliers querían la eliminación de la monarquía e
instauración de la república. Estaban dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges
Danton, representando siempre al pueblo más humilde. El grupo de ideas más
moderadas era el de los girondinos, que defendían el sufragio censitario y propugnaban
una monarquía constitucional descentralizada. También se encontraban aquellos que
formaban parte de «el Pantano», o «el Llano», como eran llamados aquellos que no
tenían un voto propio, y que se iban por las proposiciones que más les convenían, ya
vinieran de los jacobinos o de los girondinos.
La «segunda Revolución»: Primera República francesa
El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el Palacio de las
Tullerías, y la Asamblea Legislativa suspendió las funciones
constitucionales del rey. La Asamblea acabó convocando elecciones
con el objetivo de configurar (por sufragio universal) un nuevo
parlamento que recibiría el nombre de Convención. Aumentaba la
tensión política y social en Francia, así como la amenaza militar de las
potencias europeas. El conflicto se planteaba así entre una monarquía
constitucional francesa en camino de convertirse en una democracia
republicana, y las monarquías europeas absolutas. El nuevo
parlamento elegido ese año abolió la monarquía y proclamó
la República. Creó también un nuevo calendario, según el cual el
año 1792 se convertiría en el año 1 de su nueva era.

La Convencíon (1792-1795)
Condena a muerte de Luis XVI.
En el Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y
de Prusia amenazaron con invadir Francia si la población
se resistía al restablecimiento de la monarquía. Esto
ocasionó que Luis XVI fuera visto como conspirador con
los enemigos de Francia. El 17 de enero de 1793, la
Convención condenó al rey a muerte por una pequeña
mayoría, acusándolo de «conspiración contra la libertad
pública y la seguridad general del Estado». El 21 de
enero el rey fue ejecutado, lo cual encendió nuevamente
la mecha de la guerra con otros países europeos. La
reina María Antonieta, nacida en Austria y hermana del
Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año,
iniciándose así una revolución en Austria para sustituir a
la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación entre
ambos países.

El reinado del Terror


El mismo día en el que se reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas las tropas francesas (formadas por tenderos,
artesanos y campesinos de toda Francia) derrotaron por primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de
las llamadas Guerras Revolucionarias Francesas.
Sin embargo, la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las clases más pobres. Los
llamados sans-culottes expresaban su descontento por el hecho de que la Revolución francesa no sólo no estaba satisfaciendo los
intereses de las clases bajas sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a éstas (libertad de precios,
libertad de contratación, Ley Le Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a gestar luchas antirrevolucionarias en diversas
regiones de Francia. En la Vandea, un levantamiento popular fue especialmente significativo: campesinos y aldeanos se alzaron
por el rey y las tradiciones católicas, provocando la llamada Guerra de Vandea, reprimida tan cruentamente por las autoridades
revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la
Revolución y la República. Todo ello motivó la trama de un golpe de estado por parte de los jacobinos, quienes buscaron el favor
popular en contra de los girondinos. La alianza de los jacobinos con los sans-culottes se convirtió de hecho en el centro del
gobierno.
Los jacobinos llevarían en su política algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes y las clases bajas, pero no todas sus
reivindicaciones serían aceptadas, y jamás se cuestionó la propiedad privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el
orden liberal, pero sí llevaron a cabo una democratización del mismo, pese a la represión que desataron contra los opositores
políticos (tanto conservadores como radicales).
Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano, y una nueva constitución de tipo democrático aprobada el 24 de junio
de 1793 que reconocía el sufragio universal. El Comité de Salvación Pública cayó
bajo el mando de Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo que se
denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No menos de 10 000 personas
fueron guillotinadasante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor
sospecha de dichas actividades podía hacer recaer sobre una persona acusaciones que
eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo total de víctimas varía, pero se
cree que pudieron ser hasta 40 000 los que fueron víctimas del Terror.

En 1794, Robespierre procedió a ejecutar a ultrarradicales y a jacobinos moderados.


Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794, ocurrió
otra revuelta popular contra Robespierre, apoyada por los moderados que veían
peligroso el trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro lado,
se rebela contra la condición burguesa de Robespierre que revolucionario antes, ahora
persigue a Verlet, Leclerc y Roux. Los miembros de la Convención lograron
convencer al «Pantano», y derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros líderes del
Comité de Salvación Pública.

Repercuciones religiosas durante 1793


Francia, En septiembre de 1792 la Asamblea Legislativa legalizó el divorcio, tal como nos los da la profecía: "Íntimamente
relacionada con estas leyes que afectan la religión, se encontraba aquella que reducía la unión matrimonial—el contrato más
sagrado que puedan hacer seres humanos, y cuya permanencia y estabilidad contribuye eficacísimamente a la consolidación de
la sociedad—a un mero convenio civil de carácter transitorio, que dos personas cualesquiera podían celebrar o deshacer a su
antojo.... Si los demonios se hubieran propuesto inventar la manera más eficaz de destruir todo lo que existe de venerable, de
bueno o de permanente en la vida doméstica, con la seguridad a la vez de que el daño que intentaban hacer se perpetuaría de
generación en generación, no habrían podido echar mano de un plan más adecuado que el de la degradación del matrimonio....
Sofía Arnoult, notable actriz que se distinguía por la agudeza de sus dichos, definió el casamiento republicano como ‘el
sacramento del adulterio.’" —Scott, tomo 1, cap. 17.

Durante la Revolución en 1793, "el mundo oyó por primera vez a toda una asamblea de hombres nacidos y educados en la
civilización, que se habían arrogado el derecho de gobernar a una de las más admirables naciones europeas, levantar unánime
voz para negar la verdad más solemne para las almas y renunciar de común acuerdo a la fe y a la adoración que se deben
tributar a la Deidad."—Sir Walter Scott, Life of Napoleón Buonaparte, tomo 1, cap. 17. "Francia ha sido la única nación del
mundo acerca de la cual consta en forma auténtica que fue una nación erguida en rebelión contra el Autor del universo. Muchos
blasfemos, muchos infieles hay y seguirá habiéndolos en Inglaterra, Alemania, España y en otras partes; pero Francia es la única
nación en la historia del mundo, que por decreto de su asamblea legislativa, declaró que no hay Dios, cosa que regocijó a todos
los habitantes de la capital, y entre una gran mayoría de otros pueblos, cantaron y bailaron hombres y mujeres al aceptar el
manifiesto."—Blackwood’s Magazine, noviembre, 1870.

Poco después de esto procedieron a quemar públicamente la Biblia. En cierta ocasión "la Sociedad Popular del Museo" entró en el
salón municipal gritando: ¡Vive la Raison! y llevando en la punta de un palo los fragmentos de varios libros que habían sacado de
las llamas, quemados en parte; entre otros, breviarios, misales, y el Antiguo y Nuevo Testamentos que "expiaron en un gran
fuego—dijo el presidente—todas las locuras en que por causa de ellos había incurrido la raza humana."—Journal de Paris, 14
de nov. de 1793 (No. 318, pág. 1279).

La Revolución francesa marcó un punto de inicio en el ascenso del ateísmo como posición predominante desde un punto de vista
cognitivo y cultural contra la supremacía del cristianismo católico, de una larga y fuerte relación con el Antiguo Régimen .

Jacques Hébert, Pierre Gaspard Chaumette y sus seguidores (Hébertistas) establecieron una "religión atea", llamada Culto de la
razón(Culte de la Raison et de l'Être suprême) como réplica que reemplazaba al cristianismo, con ceremonias en las que se
destruían reliquias cristianas, convirtiendo las iglesias en "Templos de la Razón" y la personificación de la razón como una diosa.
También se celebraban festivales como el Festival de la Razón (o Festival de la Libertad), celebrado el 10 de noviembre (20
de Brumaire) de 1793.

El culto de la razón, que buscaba la destrucción de las influencias culturales cristianas se opuso al Culte de l`être
suprême de Robespierre, considerado un culto deista que hacía referencias al cristianismo. El culto de la razón fue finalizada por
Robespierre y el Comité de Salvación Pública a través de la ejecución de Hébert y muchos de sus seguidores el 24 de marzo de
1794.En mayo de 1794 Robespierre estableció una “religión laica” y obligatoria llamada Culto al Ser Supremo, inspirada en la
Masonería. Solo seis semanas antes de su arresto el 8 de junio de 1794 el todavía poderoso Robespierre condujo personalmente
una enorme procesión a través de París hacia el jardín de las Tullerías para inaugurar el nuevo culto

En noviembre de 1793 el calendario gregoriano, instituido por el papa Gregorio XIII en 1582 fue reemplazado por el calendario
republicano. Éste abolía el sábado, los días de los santos, así como cualquier otra referencia a la Iglesia.

La descristianización de Francia alcanzó su punto álgido a mediados de 1794 en los momentos previos a la caída de Robespierre.
Tras su ejecución en 1795 se aprobó una ley legalizando el culto público, aunque con limitaciones estrictas, lo que suponía una
cierta vuelta a la situación anterior, si bien el tañido de campanas, las procesiones religiosas y el despliegue de cruces católicas
estaba todavía prohibido.

En 1799 todavía existían sacerdotes deportados realizando trabajos forzados o en prisión y perseguidos. La situación solo cambió
cuando el General Louis Alexandre Berthier capturó Roma 1798 y encarceló al Papa Pío VI, que moriría en cautividad en
territorio francés en agosto de 1799. Finalmente Napoleón, entonces figura ascendente en Francia, promovió negociaciones que
llevaron al nuevo papa, Pío VII a firmar con él el Concordato de 1801 que acabó formalmente con el período de descristianización
y estableció unas normas claras de relación entre la Iglesia Católica y el Estado francés.

El General Berthier marchó sobre los Estados Pontificios y el 10 de febrero de 1798 entró en Roma sin encontrar resistencia. Las tropas francesas entraron en
Roma el 15 de febrero de 1798, precisamente el día en que se cumplía el XXIII aniversario del pontificado de Pío VI;7 el papa fue apresado la noche del 20 de
febrero, recluido en un convento de Siena y luego trasladado a un monasterio cartujo a las afueras de Florencia. Posteriormente fue trasladado como prisionero
a Francia, con lo que quedó proclamada la República Romana.8 La bandera de la nueva República, basada en la francesa, fue otorgada por Napoleón y se
componía de tres franjas verticales: negra, blanca y roja. Estuvo en uso hasta la supresión de la República.9 Aunque el Papa fue tratado con todos los honores, se le
privó de todo poder político así como de la escolta de su Guardia Suiza, que fue sustituida por soldados de la República. Un año después moriría Pío VI, dejando
vacante la sede pontificia. Esta actuación supuso el primer intento por parte de un estado para destruir el poder político del papado, como testimonió el propio
Berthier, que declaró entonces: "Toda autoridad temporal que emane del antiguo gobierno del Papa ha de ser suprimida y éste no ha de volver a ejercer ninguna
función semejante". No obstante, la brevedad de la presencia francesa en la Italia central impidió la consolidación de toda la política revolucionaria que los
jacobinos franceses exportaban fuera de sus fronteras.

El calendario republicano francés


es un calendario propuesto durante la Revolución francesa y adoptado por la Convención Nacional, que lo empleó
entre 1792 y 1806. El diseño intentaba adaptar el calendario al sistema decimal y eliminar del mismo las referencias religiosas;
el año comenzaba el 22 de septiembre, coincidiendo con el equinoccio de otoño en el Hemisferio norte.

El calendario republicano fue diseñado por el matemático Gilbert Romme, miembro de la Convención, con la ayuda de los
astrónomos Joseph Jerôme de Lalande, Jean-Baptiste Joseph Delambre y Pierre-Simon Laplace, aunque se le suele atribuir notable
participación al poeta Fabre d'Églantine quien dio los nombres a los meses y días.

Nació así por decreto de la Convención Nacional Francesa del 5 de octubre de 1793, y el calendario fue adoptado por la
Convención Nacional controlada por los jacobinos el 24 de octubre de 1793. Se fijó su inicio el 22 de septiembre de 1792,
coincidiendo con la proclamación de la República en el Jeu de Paume. De ese modo, el calendario comenzó un año antes de ser
finalmente adoptado, el día del inicio de la nueva era de Francia, al punto que el periodo de septiembre de 1792 a septiembre de
1793 fue denominado "Año Uno de la Revolución".

El calendario fue de aplicación civil en Francia y sus colonias americanas y africanas hasta que Napoleón abolió su uso oficial
el 1 de enero de 1806 (de hecho este día correspondió a la medianoche del 10 de nivoso del año XIV, es decir, el 31 de
diciembre de 1805, poco más de 12 años después de haber sido introducido) como una manera oportuna de eliminar los signos de
democracia republicana.

Los meses del año


En el calendario republicano, los años siempre empezaban en el equinoccio de otoño, tenía 12 meses de 30 días cada uno. Los
meses se dividen en tres décadas de 10 días (desaparecen las semanas). No coinciden exactamente con los meses del calendario
gregoriano, al empezar siempre la cuenta de los meses con el inicio astronómico de las estaciones, tal y como se hace también con
el zodiaco griego. Los nombres de los meses adoptan denominaciones de fenómenos naturales y de la agricultura:
Una copia del Calendario Republicano Francés en el Museo Histórico de Lausanne.
Otoño (terminación -ario, -aire):
• Vendimiario (Vendémiaire) (del latín vindemia, 'vendimia'), a partir del 22, 23 o 24 de septiembre.
• Brumario (Brumaire) (del francés brume, 'bruma'), a partir del 22, 23 o 24 de octubre.
• Frimario (Frimaire) (del francés frimas, 'escarcha'), a partir del 21, 22 o 23 de noviembre.
Invierno (terminación -oso, -ôse):
• Nivoso (Nivôse) (del latín nivosus, 'nevado'), a partir del 21, 22 o 23 de diciembre.
• Pluvioso (Pluviôse) (del latín pluviosus, 'lluvioso'), a partir del 20, 21 o 22 de enero.
• Ventoso (Ventôse) (del latín ventosus, 'ventoso'), a partir del 19, 20 o 21 de febrero.
Primavera (terminación -al):
• Germinal (del latín germen, 'semilla'), a partir del 20 o 21 de marzo.
• Floreal (Floréal) (del latín flos, 'flor'), a partir del 20 o 21 de abril.
• Pradial (Prairial) (del francés prairie, 'pradera'), a partir del 20 o 21 de mayo.
Verano (terminación -idor):
• Mesidor (Messidor) (del latín messis, 'cosecha'), a partir del 19 o 20 de junio.
• Termidor (Thermidor) (del griego thermos, 'calor'), a partir del 19 o 20 de julio.
• Fructidor (del latín fructus, 'fruta'), a partir del 18 o 19 de agosto.

La mayoría de los nombres de meses son neologismos derivados de palabras similares en francés, latín o griego. Las
terminaciones de los nombres están agrupadas según la estación.
Cada uno de los diez días de las décadas se llaman sencillamente primidi, duodi, tridi, quartidi, quintidi, sextidi, septidi, octidi,
nonidi, décadi.

Los cinco días (seis en años bisiestos) que hacen falta para completar el año se empleaban como fiestas nacionales al final de cada
año. Al principio estos días fueron conocidos como les Sans-Culottides, pero después del año III (1795) fueron conocidos
como les jours complémentaires o días complementarios:
• Fiesta de la Virtud, el 17 o 18 de septiembre.
• Fiesta del Talento, el 18 o 19 de septiembre.
• Fiesta del Trabajo, el 19 o 20 de septiembre.
• Fiesta de la Opinión, el 20 o 21 de septiembre.
• Fiesta de las Recompensas, el 21 o 22 de septiembre.
• Fiesta de la Revolución, el 22 o 23 de septiembre (en años bisiestos).

El Directorio (1795-1799)
La Convención aprobó una nueva Constitución el 17 de agosto de 1795, ratificada el 26 de septiembre en un plebiscito. La
nueva Constitución, llamada Constitución del Año III, confería el poder ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros
llamados directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250
miembros) y el Consejo de los Quinientos. Esta Constitución suprimió el sufragio universal masculino y restableció el sufragio
censitario.
Napoleón y la toma del poder
La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas
por el ejército, todo lo cual motivó que el general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de
noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) instalando el Consulado.

El Consulado (1799-1804)
La Constitución del Año VIII, redactada por Pierre Daunou y promulgada el 25 de diciembre de 1799, estableció un régimen
autoritario que concentraba el poder en manos de Napoleón Bonaparte, para supuestamente salvar la república de una posible
restauración monárquica. Contrariamente a las Constituciones anteriores, no incluía ninguna declaración sobre los derechos
fundamentales de los ciudadanos. El poder ejecutivo recaía en tres cónsules: el primer cónsul, designado por la misma
Constitución, era Napoleón Bonaparte, y los otros dos sólo tenían un poder consultivo. En 1802, Napoleón impuso la aprobación
de un senadoconsulto que lo convirtió en cónsul vitalicio, con derecho a designar su sucesor.

El cargo de cónsules lo ostentaron Napoleón Bonaparte, Sieyès y Ducos temporalmente hasta el 12 de diciembre de 1799.
Posteriormente, Sieyés y Ducos fueron reemplazados por Jean Jacques Régis de Cambacérès y Charles-François Lebrun, quienes
siguieron en el cargo hasta el 18 de mayo de 1804 (28 de floreal del año XII), cuando un nuevo senadoconsulto proclamó
el Primer Imperio y la extinción de la Primera República, cerrando con esto el capítulo histórico de la Revolución francesa.

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano


Uno de los acontecimientos con mayor alcance histórico de la revolución fue la declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano. En su doble vertiente, moral (derechos naturales
inalienables) y política (condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e
individuales), condiciona la aparición de un nuevo modelo de Estado, el de los ciudadanos,
el Estado de Derecho, democrático y nacional. Aunque la primera vez que se proclamaron
solemnemente los derechos del hombre fue en los Estados Unidos (Declaración de Derechos de
Virginia en 1776 y Constitución de los Estados Unidos en 1787), la revolución de los derechos
humanos es un fenómeno puramente europeo. Será la Declaración de Derechos del Hombre y del
Ciudadano francesa de 1789 la que sirva de base e inspiración a todas las declaraciones tanto
del siglo XIX como del siglo XX.
El distinto alcance de ambas declaraciones es debido tanto a cuestiones de forma como de fondo.
La declaración francesa es indiferente a las circunstancias en que nace y añade a los derechos
naturales, los derechos del ciudadano. Pero sobre todo, es un texto atemporal, único, separado del texto constitucional y, por tanto,
con un carácter universal, a lo que hay que añadir la brevedad, claridad y sencillez del lenguaje. De ahí su trascendencia y éxito
tanto en Francia como en Europa y el mundo occidental en su conjunto.

El cielo de EEUU se iluminó con 240,000 meteoritos, el 13 de noviembre


de 1833
El 13 de noviembre de 1833, el cielo de la costa Este de los Estados Unidos se iluminó como si una gran cantidad de fuegos
artificiales explotase y expandiera su luz, a causa de una espectacular lluvia de miles de meteoros del tipo Leónidas que cruzaron
el espacio sin caer a Tierra.
Los de ese año, por suponer que provenían de la constelación de Leo, se les denominó del tipo “Leónidas”, los cuales presentan su
mayor intensidad cada 33 años.
Fue el lugar de mayor visibilidad, porque de hecho el fenómeno se observó en la mayor parte del planeta y hubo quienes lo
interpretaron como el anuncio del inicio del apocalipsis marcado en la Biblia. El historiador estadounidense R.M. Devens tenía en
su lista a esta tormenta entre los eventos más importantes de EEUU; Devens escribió que “durante las tres horas del suceso, se
creyó que el Juicio Final esperaba sólo a la salida del Sol y, aún muchas horas después del cese de la lluvia, los supersticiosos
creían que el Día Final llegaría en sólo una semana”.
El espectáculo duró con gran intensidad cuatro horas antes del amanecer, al ser el cielo surcado de miles de meteoritos por
minuto, que dejaban su estela brillante iluminando el firmamento, aunque la actividad de los meteoros pudo observarse desde la
puesta del Sol.
La astrónoma y escritora Agnes Clerke apuntó sobre ese fenómeno: “En la noche del 12 al 13 de noviembre de 1833 una
tempestad de estrellas fugaces irrumpió sobre la Tierra. …el cielo fue barrido en todas direcciones con estelas brillantes e
iluminado con bolas de fuego majestuosas. En Boston, la frecuencia de meteoritos se estimo como la mitad de copos de nieve que
caen en una tormenta de nieve promedio. Su número era imposible de contar; pero se estimó que 240.000 meteoritos debieron de
haber sido visibles durante las nueve horas que duró la caída.”
A estos fenómenos se les denomina meteoros para distinguirlos de los meteoritos que son los que caen a la superficie terrestre.
En 1834, el Matemático de Yale, Denison Olmsted, demostró que la apariencia de que los meteoros proceden de un punto en la
constelación de Leo, que este punto radiante es simplemente un efecto de perspectiva. Los millones de meteoritos que caen en la
noche se están moviendo sobre líneas paralelas. Parecen divergir desde un punto en Leo por la misma razón que los rieles
paralelos, o cualquier otra línea paralela sobre la Tierra, parecen divergir de un punto en el horizonte.

Imperio otomano
El Imperio otomano, también conocido como Imperio turco otomano, fue un Estado multiétnico y multiconfesional gobernado por
la dinastía osmanlí. Era conocido como el Imperio turco o Turquía por sus contemporáneos, aunque los gobernantes osmanlíes
jamás utilizaron ese nombre para referirse a su Estado.
El Imperio otomano comenzó siendo uno más de los pequeños estados turcos que surgieron en Asia Menor durante la decadencia
del Imperio selyúcida. Los turcos otomanos fueron controlando paulatinamente a los demás estados turcos, sobrevivieron a las
invasiones mongolas y bajo el reinado de Mehmed II (1451-1481) acabaron con lo que quedaba del Imperio bizantino. La primera
fase de la expansión otomana tuvo lugar bajo el gobierno de Osmán I(1288-1326) y siguió en los reinados de Orkhan, Murad
I y Beyazid I, a expensas de los territorios del Imperio bizantino, Bulgaria y Serbia. Bursa cayó bajo su dominio
en 1326 y Adrianópolis en 1361. Las victorias otomanas en los Balcanes alertaron a Europa occidental sobre el peligro que este
Imperio representaba y fueron el motivo central de la organización de la Cruzada de Segismundo de Hungría. El sitio que pusieron
los otomanos a Constantinopla fue roto gracias a Tamerlán, caudillo de los mongoles, quien tomó prisionero a Beyazid en 1402,
pero el control mongol sobre los otomanos duró muy poco. Finalmente, el Imperio otomano logró conquistar
Constantinopla en 1453.
En su máximo esplendor, entre los siglos XVI y XVII se expandía por tres continentes, ya que controlaba una vasta parte
del Sureste europeo, el Medio Oriente y el norte de África: limitaba al oeste con el Sultanato de Marruecos, al este con Persia y
el mar Caspio, al norte con el Zarato ruso, Dominios de los Habsburgo (Hungría y Sacro Imperio Romano Germánico) y
la Mancomunidad de Polonia-Lituania, y al sur con Sudán, Eritrea, Somalia y el Emirato de Diriyah (Arabia). El Imperio otomano
poseía 29 provincias, además de Moldavia, Transilvania, Valaquia y Crimea, que eran Estados vasallos.
El Imperio estuvo en el centro de las interacciones entre el Este y el Oeste durante seis siglos. Con Constantinoplacomo capital y
el territorio que se conquistó bajo Solimán el Magnífico —correspondiente a las tierras gobernadas por Justiniano el Grande mil
años antes—, el Imperio otomano era, en muchos aspectos, el sucesor islámico de los antiguos imperios clásicos. Numerosos
rasgos y tradiciones culturales de estos (en campos como la arquitectura, la cocina, el ocio y el gobierno) fueron adoptados por los
otomanos, quienes los elaboraron en nuevas formas. Estos rasgos culturales más tarde se mezclaron con las características de los
grupos étnicos y religiosos que vivían dentro de los territorios otomanos y crearon una nueva y particular identidad cultural
otomana.
Durante el siglo XIX, diversos territorios del Imperio otomano se independizaron, principalmente en Europa. Las sucesivas
derrotas en guerras y el auge de los nacionalismos dentro del territorio llevaron al decaimiento del poder del imperio. Su
participación en la Primera Guerra Mundial seguido con la ocupación de Constantinopla y el surgimiento de movimientos
revolucionarios dentro de Turquía le dieron el golpe mortal y resultó en la partición del Imperio otomano. El Imperio bajo la
dirección de un sultán fue abolido el 1 de noviembre de 1922 y un año después, el califato. Los movimientos revolucionarios que
lo habían derrocado se agruparon y fundaron el 23 de octubre de 1923 la República de Turquía.

Final del Imperio


El sucesor del sultán derrocado fue Mehmet V (1909-1918), a quien su hermano Abdul Hamid II mantuvo prisionero durante
treinta y tres años. Lo proclamaron sultán y en los primeros días de su reinado hizo saber a Talat Paşa que no iba a ser una
marioneta de los Jóvenes Turcos, que tuvieron que ceder ante el sultán.
Estalla entonces la Primera Guerra Mundial, con el Imperio otomano aliado de Alemania y la Triple Alianzadesde diciembre
de 1914. Pese a que el Imperio otomano aún contaba con jefes militares capaces y talentosos, la mayoría de sus cuadros de
jefatura fueron copados por los Jóvenes Turcos, ansiosos de incrementar su propio poder y recelosos de los mandos veteranos del
ejército. El desarrollo de la lucha se vio marcado primeramente por los combates entre tropas otomanas y del Imperio Ruso en las
montañas del Cáucaso, donde el mando militar ruso logró detener ofensivas otomanas mal planificadas (como en la batalla de
Sarıkamış, enero de 1915, que culminó en un desastre bélico otomano) en la denominada "Campaña del Cáucaso".
A ello respondió el gobierno imperial desde 1915 con una persecución masiva y violenta de súbditos armenios, acusados de
apoyar a Rusia, dando muerte a miles de ellos, deportando a los sobrevivientes en condiciones inhumanas, y luego concentrar a
los sobrevivientes de las deportaciones en campos de prisioneros sin alimentos ni abrigo en sitios inhóspitos, episodio considerado
actualmente como "genocidio armenio" que es materia de discusión hasta nuestros días: aunque oficialmente el gobierno
de Turquía no niega la muerte de miles de armenios, rehúsa calificarlas de "genocidio", denominación reclamada por Armenia y
aceptada en muchas organizaciones internacionales.
Asimismo, deseosos de cimentar la alianza con las Potencias Centrales, los dirigentes Enver Pashá, Ahmed Djemal y Mehmed
Talat, colocaron tropas otomanas bajo el mando de generales alemanes como Otto Liman von Sanders, aceptando también
"misiones militares" del Imperio alemán para la artillería y la aviación.

La contienda mantuvo al Imperio a la defensiva en todo momento. El sultán


Abdul Hamid, en calidad de califa, lanzó una llamada a la Yihad islámica
contra la Triple Entente pero sus llamados fueron desoídos por
las tribus y clanes guerreros de la Península Arábica, de Siria y del Irak,
donde las intrigas de Gran Bretaña y Francia habían logrado sembrar la
hostilidad de los clanes locales hacia la autoridad de Estambul. Von Sanders
logró frenar una invasión británica de los Dardanelos en la batalla de
Galípoli, mientras que otros generales alemanes como Erich von
Falkenhayn y Colmar von der Goltz asumían el mando supremo de las
tropas otomanas.
Pese al apoyo germano en dinero, armamento, y jefes militares, las fuerzas
armadas del Imperio se veían en constantes apuros ante el enemigo, por
diversos motivos: control del mando militar por una inepta élite burocrática
(que los Jóvenes Turcos sostenían en lugar de eliminar), disputas político-
étnicas entre suboficiales y tropas, y comunicaciones e infraestructuras muy
pobres para sostener un esfuerzo bélico serio en un imperio tan vasto. Estas
dificultades se vieron agravadas por la influencia de los "Tres Pashás"
(Enver, Djemal y Talat) en decisiones militares, causando gran fastidio
entre los asesores alemanes.

La evolución de la lucha fue empeorando para el Imperio otomano en todos los frentes, especialmente desde inicios de 1917,
aunque en el frente norte la amenaza rusa desapareció con la Revolución de Octubre en noviembre de 1917. En el este,
la Campaña de Mesopotamia terminó con un triunfo británico al tomar Bagdad el 11 de marzo de 1917. Más al sur, la Campaña
del Sinaí y Palestina contra las tropas de la Commonwealth y la Revuelta Árabe (patrocinada por los británicos) resultaron en
derrotas otomanas (caída de Yeda y La Meca en junio de 1916, pérdida de Jerusalén en diciembre de 1917), hasta que en 1918 las
fuerzas otomanas se hallaban en retirada en todos los frentes.
La asistencia alemana se mantuvo pero el
mando del Reichsheer debió dar prioridad
a la Kaiserschlacht en mayo de 1918, y
luego a la Ofensiva de los Cien Días en
agosto. Con mermada asistencia germana
la situación militar del Imperio otomano
empeoró: el Ferrocarril del Hiyaz fue
destrozado por los rebeldes árabes en
mayo de 1918, mientras británicos y
australianos penetraban
en Siria tomando Damasco el 1 de
octubre de 1918 y Alepo el 25 de octubre.
En los Balcanes, la expedición greco-
franco-serbia derrotaba a Bulgaria y
forzaba al gobierno búlgaro a pedir
el armisticio el 29 de septiembre,
complicando la situación otomana y
convenciendo a los Tres Pashás que la
guerra estaba perdida. Tras un ataque
naval británico a Estambul, el gobierno
otomano aceptó el Armisticio de
Mudros el 30 de octubre, retirando sus
tropas hacia Anatolia.
Aceptó las mejores condiciones teniendo en cuenta la situación, y los cabecillas de los Jóvenes Turcos, Cemal, Enver y Talat,
huyeron en un submarino alemán evitando su detención por las irregularidades cometidas durante su gobierno.
Después de la derrota de los Imperios centrales, el Imperio otomano (gravemente socavado por la Rebelión Árabe apoyada
por Gran Bretaña) se desplomó en el desorden. El primer presidente de la República de Turquía, Kemal Atatürk, abolió
el sultanato en 1922, dentro de su proceso de reformas y modernización y declaró la renuncia a la idea imperial, lo que constituyó
de hecho el fin del Imperio otomano.
Guerra de los Siete Años
Reino de Prusia Reino de Francia
Fecha 1756-1763 Reino de Gran Archiducado de
Bretaña Austria
Reino de Portugal Imperio ruso (hasta
Electorado de 1762)
Lugar Europa y las colonias europeas Hanóver Reino de España(desde
en África, India, América y 1762)
Principado de Reino de Suecia(1757-
Brunswick-Wolfenbüttel 1762)
Filipinas
Landgraviato de Hes Electorado de Sajonia
se-Kassel
Todos los participantes en la guerra de los Siete Resultado Victoria anglo-prusiana Reino de Nápoles
Confederación
iroquesa Reino de Piamonte-
Años. Tratado de San Petersburgo Cerdeña
Condado de
Tratado de Hamburgo Schaumburg- Imperio mogol (desde
Lippe Imperio Ruso 1757)
Azul: Reino de Gran Bretaña, Reino de Prusia,
Tratado de París
Reino de Portugal y las naciones en alianza.
Tratado de Hubertusburg (1763)

Verde: Reino de Francia, Reino de España, Cambios El Reino de Gran


Imperio austriaco, Imperio ruso, Reino de Suecia territoriales Bretaña anexiona Canadá, Benga
y aliados.
la y la Florida. Francia transfiere

la Luisiana a España.

Se denomina guerra de los Siete Años a la serie de conflictos internacionales acaecidos entre principios de 1754 y finales de 1763
para establecer el control sobre Silesia y por la supremacía colonial en América del Norte y la India. Tomaron parte, por un lado,
el Reino de Prusia, el Reino de Hanóver y el Reino de Gran Bretaña junto a sus colonias americanas y, tiempo más tarde, su aliado
el Reino de Portugal; y por la otra parte el Reino de Sajonia, el Imperio austríaco, el Reino de Francia, el Imperio ruso, Suecia y
el Reino de España, este último a partir de 1761. Se produjo un cambio de coaliciones con respecto a la guerra de Sucesión
Austríaca, si bien el conflicto de Silesia y la pugna franco-británica siguieron siendo las claves.
La guerra de los Siete Años se libró entre 1754 y 1763, aunque el conflicto principal tuvo su centro entre 1756 y 1763, e implicó a
la gran mayoría de las grandes potencias de la época, habiendo afectado a Europa, Norteamérica, Centroamérica, la costa
occidental de África, la India y las Filipinas. Los dos principales oponentes fueron Francia y Gran Bretaña.
Las principales operaciones militares de la época tuvieron lugar en este período con el intento de alcanzar la supremacía colonial
en el mundo. Para la historiografía de algunos países, la denominación de la guerra cambia dependiendo de los diferentes
escenarios de combate: La guerra franco-india para los Estados Unidos, para la zona francoparlante de Canadá es conocida como
la guerra de la Conquista, mientras que para la Canadá angloparlante son la guerra de los Siete Años (1754-1763), la guerra
pomerania (con Suecia y Prusia entre 1757 y 1762), la tercera guerra carnática (en India) y la tercera guerra silesiana (con Prusia y
Austria entre 1756 y 1763).
El conflicto entre Francia y Gran Bretaña estalló entre 1754 y 1755 cuando los británicos atacaron posiciones reclamadas por
Francia en América del Norte y capturaron cientos de navíos mercantes franceses. Mientras tanto, la emergente Prusia luchaba
contra Austria por la dominación dentro y fuera del Sacro Imperio Romano Germánico en Europa Central. En 1756 las grandes
potencias cambiaron de compañeros, pues Prusia estableció una alianza con Gran Bretaña, mientras que Francia y Austria dejaron
su frecuente estado de enemistad formando una alianza entre ellas tras la firma del Tratado de Versalles. La alianza anglo-prusiana
agregó a los Estados menores alemanes (especialmente Hannover) y luego a Portugal, la cual sufrió por ello una invasión franco-
española. La alianza francesa con Austria agregó a sus filas a Suecia, Sajonia y España. El Imperio ruso originalmente se alió con
Austria, pero cambió de bando tras la sucesión del zar Pedro III de Rusia en 1762. Los impuestos aplicados por Rusia, que
financió la guerra, causaron un gran descontento en la ciudadanía, a lo que se le sumó el impuesto a la sal y el alcohol establecido
por la emperatriz Isabel I de Rusia en 1759 para completar la construcción del Palacio de Invierno. Al igual que Suecia, Rusia
concluyó una paz separada con Prusia.
La guerra terminó con el Tratado de París entre Francia, España y Gran Bretaña y la Paz de Hubertusburgo entre Sajonia, Austria
y Prusia en 1763. Se caracterizó en Europa por el asedio e incendio de pueblos, así como por batallas abiertas con masivas
pérdidas de vidas humanas (en total perdieron la vida entre 900 000 y 1 400 000 personas).

Contexto
Después de anteriores contiendas, y con su poder militar reforzado, a mediados de la década de 1750 la dinastía reinante en
Austria (los Habsburgo) decidió recuperar Silesia, territorio que estaba en poder de Prusia tras el Tratado de Aquisgrán (1748),
que había puesto fin a la guerra de Sucesión austriaca. Esta acción por parte de Austria es considerada el detonante de la guerra de
los Siete Años. María Teresa I contaba con el apoyo de Sajonia, Rusia, Suecia y Francia para declarar la guerra a Prusia y Gran
Bretaña. Prusia estaba rodeada por enemigos, y ante la certeza de que sería atacado, el rey Federico II el Grande decidió
adelantárseles.
En el otoño de 1756, sin previa declaración de guerra, el Ejército prusiano invadió Sajonia y ocupó aquel territorio; luego penetró
en Bohemia, pero fue vencido por los austríacos en la batalla de Kolín; por esta causa, se vio obligado a abandonar ese país.

Desarrollode las operaciones


Frente europeo
Alentados por el éxito, los enemigos del Reino de Prusia lanzaron sus ejércitos para destruirla; sin embargo, Federico demostró su
genio militar y superó la crítica situación con tres brillantes victorias. La primera en Rossbach (5 de noviembre de 1757) sobre un
poderoso ejército francés que avanzaba por territorio sajón; la segunda frente a los austriacos en Leuthen (Silesia), el 5 de
diciembre de ese año, y la tercera al año siguiente (1758), en Zorndorf. A partir de ese año (1758) y hasta el fin de las hostilidades,
Federico (atacado desde varios frentes) debió adoptar una táctica defensiva, que le resultó costosa y llena de peligros.
Los rusos unieron sus fuerzas con los austriacos y ambos ejércitos derrotaron al rey prusiano en Kunersdorf, cerca de Fráncfort del
Óder (12 de agosto de 1759). Allí sufrió el más grave revés de su vida militar. Sin embargo, los aliados no supieron aprovechar
ese triunfo porque estaban agotados y carecían de unidad de mando; se demoraron en avanzar, error que utilizó Federico para
rehacer sus fuerzas y obtener, al año siguiente, dos triunfos sobre los austriacos: Liegnitz (Silesia) y Torgau (Sajonia).
En 1759, la Prusia Oriental estaba en poder de los rusos que habían tomado Berlín. Sin embargo, Gran
Bretaña y Hanóver vencieron sorprendentemente al Reino de Francia; además, se produjo la retirada de la guerra de Rusia y
Suecia (1762) debido a que, a la muerte de la emperatriz de Rusia, su sucesor, Pedro III, que admiraba a Federico, firmó un
tratado de paz, que también fue apoyado por la sucesora de éste, Catalina. Además se firmaron tres tratados: el Tratado de San
Petersburgo, el Tratado de París y el Tratado de Hubertusburgo.
Frente americano
En América del Norte, Francia se encontraba en retroceso tras haber cedido en 1748 la fortaleza de Luisburgo en la isla de Cabo
Bretón a cambio de Madrás. La guerra comenzó en 1754. La rivalidad colonial entre Francia y Gran Bretaña se debía al control de
las zonas peleteras, la disputa por las tierras situadas al oeste de los montes Apalaches y los derechos de pesca en Terranova.
Francia quería frenar la expansión británica hacia el oeste mediante la construcción de una cadena de fuertes entre sus
territorios canadienses y Nueva Orleans. En los primeros años logró acumular varias victorias, pero en 1757, William Pitt (el
Viejo) puso al general británico James Wolfe al mando de las tropas en América. Como consecuencia, en 1759
conquistaron Quebec y al año siguiente capituló Montreal. Los británicos habían conquistado todo el Canadá francés.
Con respecto a España, Gran Bretaña había aumentado los agravios de modo considerable: apresamiento arbitrario de buques
españoles, establecimiento en Honduras para la corta del palo campeche o el aumento del contrabando, entre otros. El gobierno
de Carlos III —pese a que inicialmente se había mostrado partidario de mediar entre ambas potencias— no tuvo otra salida que
buscar el acuerdo con Francia ante la necesidad de defenderse de la agresividad británica. Se iniciaron, pues, conversaciones entre
las dos potencias en pro de una alianza permanente en busca de la «seguridad en América»; España pensaba posponerla hasta el
momento de la paz; sin embargo, el ministro francés Choiseul supo maniobrar con gran habilidad para conseguir también la
intervención bélica.
Tras los acontecimientos en Quebec y ante el hostigamiento de Gran Bretaña al comercio y la seguridad españolas en América,
dos fueron, pues, los factores que acabaron por empujar a Madrid hacia la alianza con Versalles: la negativa británica a atender
ninguna de las reclamaciones planteadas por España y la ruptura definitiva del equilibrio americano que parecía avecinarse si
Francia salía completamente derrotada del conflicto. Bajo estas premisas se firmó el Tercer Pacto de Familia (1758-1761), muy
distinto de los anteriores en sus objetivos más profundos, pero con un común denominador, ser una alianza frente a la poderosa
Gran Bretaña. La firma arrastró a España a una guerra para la que no estaba preparada y en la que, ya de entrada, se unía al lado
perdedor; quizá se vio obligada por las circunstancias, pero esta participación al final de las hostilidades no puede ser considerada
más que como un error.
El gabinete británico de William Pitt exigió conocer las cláusulas del Pacto, y al no tener satisfacciones, declaró la guerra a
España el 4 de enero de 1762. Francia y España acordaron realizar operaciones militares conjuntas, y fue así como en abril de ese
año el marqués de Soria invadió Portugal (aliado de Gran Bretaña) al frente de un ejército español de 45 000 hombres, reforzado
por 12 000 soldados franceses. Por su parte, los británicos iniciaron operaciones contra las colonias españolas. El
almirante George Pocock se dirigió a La Habana, venció la resistencia española en el castillo del Morro y tomó la ciudad en junio
de 1762. En octubre otra flota británica atacó las Filipinasy logró apoderarse de Manila, defendida por el arzobispo Manuel
Antonio Rojo del Río. Sin embargo, los británicos encontraron una dura resistencia y no pudieron conquistar el resto del
archipiélago.
Invasión del Río de la Plata
Cuando la noticia del estallido de las hostilidades entre Portugal y España llegó a Buenos Aires, el gobernador Pedro de
Cevallos decidió iniciar el ataque contra los dominios portugueses en el estuario del Plata. Reunió un poderoso ejército al mando
del ascendido capitán Francisco Pérez de Saravia, incluyendo nativos de las misiones jesuíticas, y atacó la Colonia del
Sacramento, tomándola al cabo de un mes de lucha, el 29 de octubre. Cevallos reforzó las posesiones españolas y
ocupó Maldonado. Mientras, Gran Bretaña y Portugal organizaron una flota combinada, que fue costeada por la Compañía
Británica de las Indias Orientales, y la enviaron al Plata con la intención de apoderarse de ambas márgenes del estuario.
Acordaron que la Banda Oriental quedaría en poder de Portugal y la Banda Occidental, incluyendo Buenos Aires, sería entregada
a Gran Bretaña.10
La flota llegó al Río de la Plata en enero de 1763 y atacó Colonia, que fue defendida tenazmente por las tropas del gobernador
Cevallos. Tras perder varios navíos, la escuadra angloportuguesa se retiró de la zona. Cevallos aprovechó su triunfo y lanzó su
ejército contra Río Grande, logrando tomar los fuertes de Santa Teresa y San Miguel. A continuación se dirigió contra San Pedro,
pero debió detenerse al conocer la noticia de las negociaciones del Tratado de París (1763), que ponía fin a la guerra.
Frente indio
Merced a la importancia que Gran Bretaña concedía al comercio indio (y en particular al bengalí, donde ya contaba con una
importante presencia) la United Company, quería frenar la expansión francesa en India. Por este motivo apoyaba a los príncipes
indios que se rebelaban contra Francia. En el transcurso de la guerra los franceses tomaron Calcuta. Por su parte Luis XV deseaba
una paz rápida con Gran Bretaña, por lo que prácticamente abandonó a Joseph François Dupleix y a la obra desarrollada por éste
en la India. No sólo no consiguió su objetivo, sino que Gran Bretaña se precipitó además sobre las posesiones americanas de
Francia. El militar británico Robert Clive logró derrotar a Francia en numerosas batallas inscritas en el contexto de las
denominadas guerras carnáticas. De esta manera Gran Bretaña se hacía con el Imperio hindú iniciado por Francia.

Tratado de París
La guerra de los Siete Años terminó en 1763. El 10 de febrero, el Tratado de París fue firmado por el duque Choiseul, el marqués
de Grimaldi y el duque de Bedford. William Pitt se había empecinado en mantener vivo el conflicto hasta lograr el aniquilamiento
de las fuerzas de Francia.
Los tratados de paz que pusieron fin a la guerra de los Siete Años representan una victoria para Gran Bretaña y Prusia, y para
Francia la pérdida de la mayor parte de sus posesiones en América y Asia. Los cambios territoriales acordados fueron los
siguientes:

• El Reino de Gran Bretaña: de Francia obtiene Senegal y las posesiones en la India a excepción
de Mahé, Yanam, Puducherry, Karaikal y Chandernagor, que conservaría hasta bien entrado el siglo XX. En América recibe
todos los territorios franceses en Canadá, los territorios al este del río Misisipi y al oeste de los montes
Apalaches (excepto Nueva Orleans), Dominica, Granada, San Vicente y Tobago. Los franceses también son obligados a
evacuar la isla de Menorca, ocupada durante la contienda a los británicos, que la dominaban desde la guerra de Sucesión
Española. De España recibe la Florida a cambio de que retire las tropas estacionadas en la ciudad de Manila (Filipinas) y en
el puerto de La Habana (Cuba), y consigue el derecho de libre navegación por el río Misisipi.
• El Reino de España: por el Tratado de Fontainebleau de 1762, Francia le entrega Luisiana al oeste del Misisipi, incluida su
capital, Nueva Orleans.
• El Reino de Portugal: España evacúa el norte de Uruguay y la Colonia del Sacramento, ocupados durante la guerra.
• El Reino de Francia: además de las cinco plazas indias mencionadas, se le permite conservar la isla de Gorea y San Pedro y
Miquelón. Gran Bretaña le devuelve Guadalupe y Martinica y reconoce sus derechos sobre la pesca en Terranova.
El 15 de febrero se firmó el Tratado de Hubertusburgo, que confirmó a Silesia como posesión prusiana y convirtió a Prusia en
potencia europea.
Respecto al Reino de Francia, la pérdida no fue sentida como algo catastrófico. Se conservaban los derechos pesqueros
en Terranova y la población católica francófona de Quebec recibiría un trato de respeto. Por otro lado, las pérdidas en la zona
del Caribe podían ser compensadas, pues la colonia principal francesa del mar Caribe, Puerto Príncipe (Haití), producía la mitad
del azúcar consumido en todo el mundo, y su comercio con África y las Antillas estaba en pleno apogeo.

CONCILIOS Y CAMBIOS DE LOS TIEMPOS Y LA LEY


Diez Mandamientos en el catolicismo
Según se enseña en el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica32 los Diez Mandamientos en su fórmula catequética son:

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.


2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No darás falsos testimonios ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.
El catecismo católico, citando el Evangelio de Mateo (Mt 22;37-40) añade: «Estos Diez Mandamientos se encierran en dos;
amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».

Tercer Mandamiento
“Acuérdate del día del Sábado, para santificarlo. Trabaja seis días, y en ellos haz todas tus faenas. Pero el día séptimo es
día de descanso, consagrando a Yahveh, tu Dios. Que nadie trabaje: ni tú, ni tus hijos, ni tus hijas, ni tus siervos, ni tus
siervas, ni tus animales, ni los forasteros que viven en tu país. Pues en seis días Yavé hizo el cielo y la tierra, el mar y
cuanto hay en ellos, y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Sábado y lo hizo sagrado...”
El tercer Mandamiento de acuerdo al Catecismo de la Iglesia católica
Citando al rabino judío y erudito Jacob Neusner, el Papa Benedicto XVI explica que para Israel este Mandamiento era más un
ritual que un mandamiento, puesto que era una manera de imitar a Dios, que descansó el séptimo día después de la creación.
Asimismo, constituye el núcleo del orden social.
A pesar de que algunas denominaciones cristianas siguen la práctica judía de observar el "sabbat" el sábado, los católicos, junto
con la mayoría de los cristianos, aprecian el domingo como un día especial, que ellos llaman el "Día del Señor". Esta práctica se
remonta al siglo I, derivados de su creencia de que Jesús resucitó de los muertos el primer día de la semana." La Didaché pide a
los cristianos que se reúnan en el Día del Señor para partir el pan y dar gracias. Tertuliano es el primero en mencionar el descanso
dominical: "Nosotros, sin embargo (así como la tradición nos ha enseñado), el día de la Resurrección del Señor no solo se debe no
estar de rodillas, sino que cada postura y oficinas de solicitud, se aplazan hasta en nuestras empresas para no dar lugar al diablo".
En el siglo VI, San Cesáreo de Arlés enseñó que toda la gloria del Sabbath judío había sido trasladada al domingo y que
los cristianos deben guardar el domingo como a los Judíos se les ordena guardar el sábado, pero el Consejo de Orleans en
el 538 reprobó esta tendencia como judía y no cristiana.
Los líderes de la iglesia de los siglos posteriores al descanso dominical inscritos en la enseñanza oficial de la iglesia, y los
gobiernos cristianos intentaron aplicar el descanso dominical a lo largo de la historia.74 Para los católicos, la enseñanza de Jesús
fue que "el sábado se hizo para el bien del hombre, y no el hombre para el sábado"76 respecto a las buenas obras "cuando la
demanda de necesidades de los demás puede ser parte de la jornada de descanso.77 El Catecismo ofrece pautas sobre cómo vivir
el Día del Señor, que incluyen asistir a misa los domingos y días santos de obligación.71 En estos días, los católicos no podrán
trabajar o realizar actividades que "impidan el culto debido a Dios", pero "el rendimiento de las obras de misericordia y relajación
apropiada en un espíritu de alegría" están permitidas.
Según la USCCB, este mandamiento "se ha concretado para los católicos" como el primero de los cinco mandamientos de la
iglesia. Esta conferencia Episcopal cita la encíclica papal Dies Domini (1998) de Juan Pablo II:
Debido a que los fieles están obligados a asistir a la misa a menos que haya un impedimento grave, a los padres les es
correspondiente el deber de ofrecer a todos la posibilidad real de cumplir el precepto... Sin embargo, más que un precepto, el
respeto debe ser visto como una necesidad creciente de las profundidades de la vida cristiana. Es sumamente importante que todos
los fieles deban estar convencidos de que no pueden vivir su fe o de participar plenamente en la vida de la comunidad cristiana, a
menos que participan regularmente en la asamblea eucarística dominical.

SAN CESÁREO DE ARLES

San Cesáreo de Arles, obispo, administrador, predicador, teólogo; nació


en Chalons, Borgoña, entre el 470-71; murió en Arles el 27 de agosto de 543, de acuerdo con
Malnory. Entró al monasterio de Lérinssiendo aún muy joven, pero su salud desmejoró y
el abad le envió a Arles para que se recuperara. Allí se ganó el cariño y la estima del obispo,
Aeono, que lo hizo ordenar diácono y sacerdote. A la muerte de este obispo, Cesáreo fue
elegido por unanimidad como su sucesor (502 ó 503). Gobernó la sede de Arles durante
cuarenta años con coraje apostólico y prudencia, y se destaca en la historia de ese período
infeliz como el obispo más importante de la Galia.

Su ciudad episcopal, cerca de la desembocadura del Ródano y cerca de Marsella, conserva


todavía su antigua importancia en la vida social, comercial e industrial de la Galia, y el mundo
mediterráneo en general; como centro político, por otra parte, fue objeto de todas las
vicisitudes que en las primeras décadas del siglo VI cayeron en suerte a
los visigodos y ostrogodos, Borgoña y los francos. Con el tiempo(538) los francos, bajo el rey
Childeberto, obtuvieron pleno dominio de la antigua Galia. Durante el largo conflicto, sin
embargo, Cesáreo fue más de una vez el objeto de sospecha por parte de los bárbaros. Bajo
Alarico II fue acusado de intención traicionera de entregar la ciudad a los borgoñones, y sin examen o juicio fue exiliado
a Burdeos. Pronto, sin embargo, el rey visigodo cedió y dejó a Cesáreo libre para convocar al importante Concilio de Agde (506),
mientras que en cooperación armoniosa con la jerarquíacatólica y el clero él mismo publicó la famosa adaptación del derecho
romano conocido como el “Breviarium Alarici", que con el tiempo se convirtió en el código civil de la Galia.

De nuevo en 508, después del sitio de Arles, los victoriosos ostrogodos sospecharon que Cesáreo había conspirado para entregar la
ciudad al asedio de los francos y borgoñones, por lo cual lo deportaron temporalmente. Finalmente, en 513, se vio obligado a
comparecer ante el rey Teodorico en Rávena, el cual quedó, sin embargo, profundamente impresionado por Cesáreo, le exculpó, y
trató al santo obispo con mucha distinción. Este último aprovechó la ocasión para visitar al Papa Símaco en Roma. El Papa le
confirió el palio, y se dice que fue la primera ocasión en que se le concedía a cualquier obispo occidental. También concedió al
clero de Arles el uso de la dalmática peculiar al clero romano, lo confirmó como metropolitano, y renovó para él personalmente
(11 de junio de 514) la dignidad de vicario de la sede apostólica en la Galia, más o menos regularmente ocupado por sus
predecesores (vea vicario apostólico, Tesalónica), con lo cual la sede apostólica obtuvo en el sur de la Galia ---que todavía era
romana en el lenguaje, temperamento, ley y organización social--- un colaborador inteligente y dedicado que hizo mucho para
confirmar la autoridad pontificia, no solo en su propia provincia, sino también en todo el resto de la Galia.

Utilizó su cargo de vicario para convocar la importante serie de concilios relacionados para siempre con su nombre, presididos por
él, y cuyos decretos son, en parte o en su totalidad, su propia composición. Estos son cinco: Arles (524), Carpentras
(527), Orange (II) y Vaison (529) y Marsella (533); este último convocado para juzgar a un obispo, Contumelioso de Riez,
un adúltero confeso, pero que logró después obtener un indulto del Papa Agapito, con el argumento de procedimiento irregular; se
desconoce el resultado final de este caso. Los otros concilios, cuyo texto se puede leer en la traducción de Clark de la "Historia de
los Concilios" de Hefele (Edimburgo, 1876-1896), son de vital importancia para la vida religiosay eclesiástica futura de los nuevos
reinos bárbaros de Occidente. No pocas disposiciones importantes se incorporaron luego a la ley tradicional o escrita de la Iglesia
de Occidente, por ejemplo, sobre la naturaleza y la seguridad de la propiedad eclesiástica, la certeza de la ayuda para el
clero parroquial, la educación de los eclesiásticos, la simple y frecuente predicación de la Palabra de Dios, especialmente
en parroquiasrurales, etc.

Ya Cesáreo había elaborado un famoso resumen de las primeras colecciones canónicas conocidas por los historiadores del derecho
canónico como el "Statuta Ecclesise Antiqua", por el descuido de un copista medieval atribuido erróneamente al Cuarto Concilio
de Cartago (418), pero por Malnory (abajo, 53-62, 291-93) resultó ser la compilación de Cesáreo, después de que los
hermanos Ballerini los hubiesen situado en el siglo V, y Maassen hubiese señalado a Arles como el lugar de la compilación. Los
ricos archivos de la Iglesia de Arles, mucho antes de que fuese un centro de la administración imperial en Occidente y de la
dirección papal, le permitió reunir, en la línea divisoria entre lo antiguo y lo nuevo, este valioso resumen, o espéculo (speculum),
de la vida cristiana antigua en el Occidente romano, a su manera, un equivalente de las Constituciones Apostólicas y de
los Cánones Apostólicos (vea Cánones Apostólicos) para el Oriente cristiano. Si añadimos a estos concilios su propio
mencionado Concilio de Agde, los de Gerona, Zaragoza, Valencia y Lérida en España (516-524), y los de Epaone (517)
y Orleans (538, 541) en la Galia(influenciado por Cesáreo, Malnory, 115, 117), tenemos un retrato documental contemporáneo de
un gran legislador y reformador eclesiástico galo-romano cuyo código cristiano apuntaba a y consiguió dos cosas:
una disciplina firme pero compasiva y humanitaria de los clérigos y laicos, y la estabilidad y decencia de la vida eclesiástica,
tanto clerical como monástica.

Para una mente católica el antedicho Segundo Concilio de Orange refleja crédito especial para Cesáreo, pues en él se condenó
la falsa doctrina sobre la gracia conocida como semipelagianismo. Hay buenas razones para creer que
los decretos del concilio (Hefele, ad. An. 529; P.L., XXXIX, 1142-1152) representan la obra (de otro modo perdida) "De gratiâ et
libero arbitrio" que Genadio (De vir. ill., c. 86) atribuye a Cesáreo, y la que él dice fue aprobada y ampliamente difundida
por Félix IV (526-530). Cabe señalar que en el prefacio a las actas del concilio, los Padres dicen que están reunidos por la
sugerencia y la autoridad de la sede apostólica, de la que han recibido ciertas proposiciones o decretos (capitula), reunidos por los
antiguos Padres a partir de las Escrituras respecto al asunto en sus manos; como cuestión de hecho, los decretos del concilio se
toman casi palabra por palabra, dice De la Bigne (op. cit, 1145-1146.) de San Agustín. Por último, la confirmación de los
decretos doctrinales del Concilio por Bonifacio II (25 de enero de 531) los hizo autoritativos en la Iglesia Universal.

Cesáreo, sin embargo, fue más conocido en su época, y todavía se le recuerda mejor, como un popular predicador, el primer
gran Volksprediger de los cristianos, cuyos sermones todavía se conservan. Cierto número de estos discursos, más o menos
cuarenta, se ocupan de temas del Antiguo Testamento, y siguen la tipología predominante popularizada por San Agustín; buscan
por todas partes un sentido místico, pero evitan toda pompa y sutilezas retóricas, y obtienen mucho del
admirable comentario sobre los Salmos"Enarrationes in Psalmos", de San Agustín. Al igual que los discursos morales ",
Admonitiones", son bastante breves (su límite usual era de quince minutos), claros y sencillos en el lenguaje, ricos en imágenes y
alusiones tomadas de la vida cotidiana del habitante de la ciudad o el campesino, el mar, el mercado , la viña, el redil de las ovejas,
el suelo, y reflejan en un centenar de formas la todavía vigorosa vida romana de la Galia meridional, donde todavía se
hablaba griego en Arles, y donde los comerciantes asiáticos aún rondaban el delta del Ródano. El sermón de Cesáreo abre
generalmente con una introducción fácil y familiar, ofrece unas cuantas verdades simples enunciadas en forma amena y práctica, y
cierra con una recapitulación. La mayoría de los sermones tratan sobre los principios de la moral cristiana, las sanciones divinas:
el infierno y el purgatorio (para este último ver Malnory, 185-86), las diversas clases de pecadores, y los vicios principales de su
época y entorno: vicio público, adulterio y concubinato, la embriaguez, el abandono de la Misa, el amor a la riqueza (consistente
en tierras), las numerosas supervivencias de un paganismo que sólo estaba recién superado. En ellos se reproduce la vida popular
de la Provincia, a menudo con una precisión fotográfica, y muchas veces con ingenuo buen carácter. Estos sermones son un tesoro
valioso para los estudiantes de la historia, ya sean de derecho canónico, historia del dogma, disciplina o liturgia.

Muchos de estos sermones fueron a menudo copiados con las obras de San Agustín, cuyo texto, como se dijo, a menudo
reproducían. El editio princeps es el de Gilberto Cognato Nozareno (Basilea, 1558), e incluye cuarenta sermones, de los cuales, de
acuerdo con Arnold (vea abajo, 492), sólo unos veinte y cuatro eran seguramente genuinos. Los grandes mauristas, Coustant y
Blanc-pain, dejaron en claro su título a 103, los que imprimieron en el apéndice del quinto volumen de la edición benedictina de
San Agustín (PL, LXVII, 1041-90, 1121-25). Casimiro Oudin, el ex premonstratense y familiarizado en su época de católico con
los mauristas mencionados, planeaba (1722) llevar a cabo una edición especial de los sermones y escritos de Cesáreo, la primera
de las cuales calculaba como en número de 158. Los editores benedictinos de la "Histoire Littéraire de la France" (III, 200-217)
certifican como seguramente genuinos 122 ó 123. Josef Fessler, obispo de Sankt Pölten, había planeado una edición de San
Cesáreo, pero la muerte lo sorprendió (1872), y sus materiales pasaron a los benedictinos de Maredsous en Bélgica, quienes
confiaron esta tarea tan importante a Dom Germain Morin. En la "Revue Bénédictine" (febrero de 1893) dio a conocer los
principios y el método para su nueva edición. Varios otros ensayos de la misma pluma y en el mismo lugar representan el más
selecto conocimiento moderno sobre el tema.

En la historia de la vida monástica y las reformas en la Galia, Cesáreo ocupa un lugar de honor entre San Martín de Tours y San
Honorato de Lerins por un lado, y San Columbano por el otro; mientras que él es un contemporáneo de San Benito, y de hecho le
sobrevivió sólo unos pocos meses. Compuso dos reglas, una para los hombres ("Ad Monachos"), y la otro para las mujeres ("ad
Virgines"), tanto en Migne (PL, LXVII, 1099 ss., 1103 ss.) reimpresas a partir de Holstein-Brockie ("Codex regularum
monasticarum ", Augsburgo, 1759). La regla para los monjes se basa en la de Lerins, según transmitida por la tradición oral, pero
añade el importante elemento de la estabilidad de la profesión (ut usque ad mortem suam ibi perseveret. c. i), una renuncia legal de
su propiedad, y una comunidad más perfecta de los bienes. Esta regla pronto dio paso a la regla de Columbano, y con esta último,
con el tiempo a la Regla de San Benito.

La regla para monjas, sin embargo, tuvo un destino diferente. "Fue la obra de toda su vida", dice Malnory (257) y en ella derramó
toda su prudencia, sensibilidad, experiencia y visión de futuro. Toma mucho de la famosa Epístola CCXI de San Agustín y de Juan
Casiano; sin embargo, fue la primera regla elaborada para mujeres que viven en una comunidad perfecta, y ha permanecido como
el modelo de todas las demás. Incluso hoy en día, dice Malnory (263), "reúne todas las condiciones necesarias para un conventode
monjas de clausura de observancia estricta". Su propia hermana, Santa Cesárea, fue colocada a la cabeza del monasterio (el
primero construido en los famosos Aliscamps, fuera de las murallas de Arles, y después trasladado al interior de la ciudad), que a
la muerte del santo fundador contaba con doscientas monjas. Asombró a sus contemporáneos, que lo consideraban como un arca
de salvación para las mujeres en aquellos tiempos tormentosos, y le arrancó al Papa Hormisdas un grito de admiración, conservado
para nosotros en la carta por la que, a petición de Cesáreo, aprobó y confirmó esta nueva obra (super clericorum et monasteriorum
excubias consuetas puellarum quoque Dei choros noviter instituisse te, P.L., LXVII, 1285).

El Papa también confirmó la exención total de la abadesa y sus monjas de toda autoridad episcopal; los futuros obispos sólo
podían visitarlas de vez en cuando, en el ejercicio de sus deberes pastorales, o en caso de grave violación de la regla. Las
elecciones, la constitución, la administración interna, incluso la elección del sacerdote celebrante se le confió en exclusiva a la
comunidad de acuerdo con la regla que Cesáreo no dejaba de perfeccionar en todo momento; en el "Recapitulatio" que finalmente
añadió (y en su testamento) insiste de nuevo en la exención casi total del monasterio, como si esta libertad de todo control externo
o interferencia le pareciesen imprescindibles. Al entrar las monjas hacían una promesa solemne de permanecer hasta la muerte; por
otra parte, a petición de éste, el Papa Símaco invalidó el matrimonio de cualquier monja profesa (Malnory, 264). El mobiliario del
convento era de los más sencillos, y no se les permitían pinturas (una disposición después distorsionada a favor de la iconoclasia).
Sus principales ocupaciones eran la hilatura de lana, la fabricación de sus propios vestidos, el cuidado del monasterio, aparte de
la oración y la meditación. Cabe señalar, sin embargo, que el obispo siempre proveía para el copiado de las Escrituras (inter
psalmos et jejunia, vigilias quoque ac lections libros divinos pulchre scriptitent virgines Christi), bajo la dirección de Cesárea. En
el transcurso del siglo VI la regla de las monjas se adaptó en otras partes de la Galia a los monasterios de hombres, mientras que
numerosos monasterios de mujeres la adoptaron abiertamente, por ejemplo, la famosa Abadía de la Santa Cruz de Poitiers,
fundada por San Radegundo. Su extensión se vio favorecida también por el hecho de que no pocos de sus discípulos llegaron a ser
obispos y abades, y como tales, naturalmente, introdujeron el ideal de vida religiosa creada por su venerado maestro.

Cuando se acercaba su fin, hizo su testamento (Testamentum), con todo el formalismo del derecho romano, a favor de sus
queridas monjas (PL, LXVII, 1139-40; Baronio, Ann Eccl., ad. An. 308, no. 25), encomendando su regla y el afecto a su sucesor,
y le dejó a su hermana, Cesárea, como un recuerdo especial, un gran manto que ella había hecho para él (mantum majorem quem
de cannabe fecit). La autenticidad de este curioso y valioso documento ha sido puesta en duda, pero sin razón suficiente. Es
aceptado por Malnory, y ha sido reeditado por Dom Morin (Revue Bénédictine, 1896, XVI, 433-43, 486). Cesáreo fue
un monje perfecto en la silla episcopal, y sus contemporáneos lo reverenciaban como tal (ordine et officio clericus; humilitate,
charitate, obedientia, cruce monachus permanet---Vita Caesarii, I, 5). Fue un pastor piadoso y pacífico en medio de la barbarie y
la guerra, generoso y caritativo hasta el extremo, sin embargo, un gran benefactor de la Iglesia, consciente de los indefensos,
delicado en el trato con los ricos y poderosos, en toda su vida un modelo de discurso y acción católica.

Podemos añadir que él fue el primero en introducir en su catedral las horas de tercia, sexta y nona; también enriqueció
con himnos la salmodia de cada hora.

CONCILIOS GRIEGOS
NICEA I
Del 20 de mayo al 25 de julio de 325, convocado por el emperador romano Constantino I, que estuvo presente, y presidido por
el Obispo Osio de Córdoba, que actuó en representación del Papa. Formuló la primera parte del Símbolo de fe conocido como
el Credo Niceno, definiendo la divinidad del Hijo de Dios, y se fijaron las fechas para celebrar la Pascua.

CONSTANTINOPLA I
Entre mayo y julio de 381, convocado por el emperador romano Teodosio I y presidido sucesivamente por el Patriarca de
Alejandría Timoteo, el Patriarca de AntioquíaMelecio, el Patriarca de Constantinopla Gregorio Nacianceno, y su sucesor
el Patriarca de Constantinopla Nectario. El papa Dámaso I no envió representación.
Formuló la segunda parte del Símbolo de Fe, conocido como el Credo Niceno Constantinopolitano, definiendo la divinidad
del Espíritu Santo. Se condenó a los seguidores de Macedonio I de Constantinopla, por negar la divinidad del Espíritu Santo
(Macedonianismo).

ÉFESO
Del 22 de junio al 17 de julio de 431, convocado por el emperador romano de oriente Teodosio II, y presidido por el Patriarca de
Alejandría Cirilo, el concilio denunció las enseñanzas de Nestorio (nestorianismo, también conocido como difisismo) como
erróneas, decretándose que Jesús era una persona y no dos personas distintas. El Papa mandó como legados a los obispos Felipe,
Arcadio y Proyecto.

Proclamó a Jesucristo como la Palabra de Dios Encarnada y a María como la Madre de Dios. Se condenó al obispo de
Constantinopla Nestorio, y se renovó la condena de Pelagio y sus seguidores. Este concilio y posteriores no son reconocidos por
la Iglesia Católica Apostólica Asiria del Oriente.

CALCEDONIA
Del 8 de octubre al 1 de noviembre de 451, convocado por el emperador romano de oriente Marciano, y presidido por el Patriarca
de Constantinopla Anatolio. El Papamandó como su representante personal al obispo Pascanio. Proclamó a Jesucristo como
totalmente divino y totalmente humano, dos naturalezas en una persona.

Rechazó la doctrina contraria (monofisismo), originándose la escisión de las Iglesias que la aceptan: las Iglesias ortodoxas
orientales, como la Iglesia Copta, la Iglesia apostólica armenia, la Iglesia Jacobita y la Iglesia Ortodoxa Malankara, de la India.

CONSTANTINOPLA II
Del 5 de mayo al 2 de junio de 553, convocado por el emperador romano de oriente Justiniano I, y presidido por el Patriarca de
Constantinopla Eutiquio. Acudió en persona el papa Vigilio. Confirmó las doctrinas de la Santa Trinidad y la persona de
Jesucristo. Se condenaron los errores de Orígenes y varios escritos de Teodoreto; del obispo de Mopsuestia Teodoro, y del obispo
de Edesa Ibas.
CONSTANTINOPLA III
Del 7 de noviembre de 680 al 16 de septiembre de 681, convocado por el Emperador romano de oriente Constantino IV, y
presidido por él en persona. También se conoce como Concilio Trullano. Definió dos voluntades en Cristo: divina y humana,
como dos principios operativos. Se condenó el Monotelismo.

NICEA II
Del 24 de septiembre al 23 de octubre de 787, convocado por Irene, regente del emperador romano de oriente, Constantino VI, y
presidido por el Patriarca de Constantinopla, Tarasio. Fue ratificado por el papa Adriano I. Afirmó el uso de iconos como genuina
expresión de la fe cristiana, regulándose la veneración de las imágenes sagradas.

CONSTANTINOPLA IV
Para la Iglesia católica, el octavo concilio ecuménico, Constantinopla IV, es aquel que, convocado por el emperador
bizantino Basilio I, depuso y excomulgó a Focio y rehabilitó a Ignacio de Constantinopla.

El Concilio de Constantinopla de 869–870, convocado por el mismo emperador bizantino Basilio I, es llamado Cuarto concilio de
Constantinopla por algunos teólogos de la Iglesia ortodoxa. Rehabilitó a Focio, y condenó la adición al Credo Niceno de
la Cláusula Filioque.

CONSTANTINOPLA V
El quinto concilio de Constantinopla, de 1341 hasta 1351, considerado como el último por las Iglesias Ortodoxas, donde se
resuelven cuestiones con respecto al hesicasmo y la disputa sobre la "luz increada" entre el téologo bizantino Gregorio Palamás y
el latino Barlaam de Seminara.

EL CONCILIO DE NICEA I

fue un sínodo de obispos cristianos que tuvo lugar entre el 20 de mayo y el 19 de junio de 325 en la ciudad de Nicea de Bitinia en
el Imperio romano. Esta ciudad hoy es llamada en turco İznik y forma parte de la provincia de Bursa en Turquía. Fue convocado
por el emperador romano Constantino Iy es considerado el primer concilio ecuménico. Se supone que fue presidido por el
obispo Osio de Córdoba, de quien se cree que era uno de los legados del papa.1
Sus principales logros fueron el arreglo de la cuestión cristológica de la naturaleza del Hijo de Dios y su relación con Dios Padre,2
la construcción de la primera parte del Símbolo niceno (primera doctrina cristiana uniforme), el establecimiento del cumplimiento
uniforme de la fecha de la Pascua,3 y la promulgación del primer derecho canónico.

El emperador Constantino I había dado muestras de sus simpatías por el cristianismo mediante el Edicto de Milán de 313, por el
cual dio a los cristianos la libertad para reunirse y practicar su culto sin miedo a sufrir persecuciones. Años después se enfrentó
a Licinio, que dominaba la parte oriental del Imperio romano, y lo derrotó en 323. Constantino era consciente de las numerosas
divisiones que existían en el seno del cristianismo, por lo que, siguiendo la recomendación de un sínodo dirigido por Osio de
Córdoba en ese mismo año, decidió convocar un concilio ecuménico de obispos en la ciudad de Nicea, donde se encontraba el
palacio imperial de verano. El propósito de este concilio era establecer la paz religiosa y construir la unidad de la Iglesia cristiana.

Uno de los propósitos del concilio fue resolver los desacuerdos surgidos dentro de la Iglesia de Alejandría sobre la naturaleza del
Hijo en su relación con el Padre: en particular, si el Hijo había sido "engendrado" por el Padre desde su propio ser, y por lo tanto
no tenía principio, o bien creado de la nada, y por lo tanto tenía un principio.6 Alejandro de Alejandría y su discípulo y
sucesor Atanasio de Alejandría tomaron la primera posición, mientras que el popular presbítero Arrio, de quien procede el
término arrianismo, tomó la segunda. En aquellos momentos esa era la cuestión principal que dividía a los cristianos. Alejandro y
Atanasio defendían que Jesús tenía una doble naturaleza, humana y divina, y que por tanto Cristo era verdadero Dios y verdadero
hombre; en cambio, Arrio y el obispo Eusebio de Nicomedia afirmaban que Cristo había sido la primera creación de Dios antes
del inicio de los tiempos, pero que, habiendo sido creado, no era Dios mismo.

ASISTENTES
Este fue el primer concilio general de la historia de la Iglesia católica a excepción del llamado concilio de Jerusalén del siglo I,
que había reunido a Pablo de Tarso y sus colaboradores más allegados con los apóstoles de Jerusalén encabezados
por Pedro y Santiago el Justo.

Constantino invitó a unos 1800 obispos cuyas sedes estaban dentro del Imperio romano (cerca de 1000 en el Oriente y 800 en la
parte occidental del Imperio), pero solo un pequeño y desconocido número de ellos asistió.7 Tres obispos que estuvieron en el
concilio dejaron estimaciones distintas: Eusebio de Cesarea contó más de 250,8 Atanasio de Alejandría contó 318 y Eustacio de
Antioquía los estimó en cerca de 270.9 Posteriormente, Sócrates de Constantinopla registró más de 300,10 y Evagrio de
Antioquía,11 Hilario de Poitiers,12 Jerónimo,13 Dionisio el Exiguo,14 y Rufino de Aquilea15 registraron 318. Este número es
preservado en las liturgias de las Iglesias ortodoxas16 y de la Iglesia ortodoxa copta.

La mayoría de los obispos eran orientales, si bien participaron también dos representantes del papa Silvestre I. También estuvo
presente Arrio y algunos pocos defensores de sus posiciones teológicas. La posición contraria a Arrio fue defendida, entre otros,
por Alejandro de Alejandría y su joven colaborador, Atanasio de Alejandría.
Avito Impuesto por 9 de julio de 455 - 17 de Derrotado en
los Visigodos octubrede 456 batalla y ejecutado
No reconocido por el Imperio Oriental

Mayoriano Proclamado Abril del 457 - 2 de Forzado a abdicar Reconocido por el Imperio Oriental
emperador por el agosto de461 por Ricimero y
ejército posteriormente
ejecutado

Libio Severo Impuesto Noviembre del 461 - Probablemente No reconocido por el Imperio Oriental, tras
por Ricimero agosto de465 envenenado su muerte hubo un interregno de 465 a 467
por Ricimero

Antemio Designado 12 de abril de 467 - 11 de Ejecutado Reconocido por el Imperio Oriental


por León I juliode 472 por Ricimero

Olibrio Impuesto 11 de julio - 2 de Causas naturales No reconocido por el Imperio Oriental


por Ricimero noviembre de472

Glicerio Impuesto por 5 de marzo de 473 - junio Forzado a abdicar No reconocido por el Imperio Oriental
los Burgundios de474 por Julio Nepote y
murió por causas
naturales

Julio Nepote Designado Junio de 474 - 25 de Asesinado Reconocido por el Imperio Oriental.
por León I abril de480 Expulsado de Italia por Orestes; gobernaría
Dalmacia hasta su asesinato

Rómulo Impuesto por su 31 de octubre de 475 - 4 Forzado a abdicar No reconocido por el Imperio Oriental
padre Orestes de septiembre de 476 por Odoacro y
Augusto murió por causas
Llamado naturales
despectivam
ente Rómulo
Augústulo

Invasiones bárbaras
La crisis política de Occidente se agravó cuando
los visigodos bajo el mando de Alarico I se dirigieron
hacia Italia en el año 402. En un primer momento, el
general romano de origen vándalo Estilicón, una de las
últimas grandes figuras militares de Occidente, logró
derrotar a Alarico I en la batalla de Polencia. Sin embargo,
las tropas romanas ya no eran tan abundantes como en
tiempos anteriores y Estilicón solo pudo reunir los
hombres suficientes retirando buena parte de los que
vigilaban la frontera del río Rin. Esto provocó, en la
Navidad del 406, que los vándalos, suevos, francos, y en
menor medida los gépidos, alanos, sármatas y hérulos,
cruzaran de forma masiva el río helado(Rio Rin) y se
asentaran por toda la Galia y luego por Hispania, causando
disturbios en muchas ciudades a su paso.
Poco después, Alarico I volvió a amenazar a Roma exigiendo el pago de importantes tributos, mientras en Britania un nuevo
usurpador se coronaba a sí mismo como Constantino III. Estilicón fue incapaz de atajar la crisis y, víctima de las conjuras de los
cortesanos de Honorio, fue ejecutado en el 408. Las tropas romanas abandonaron Britania mientras era invadida por nuevos
• Canon 16: A todos los clérigos se les prohíbe salir de su iglesia. Prohibición formal para los obispos de ordenar para su
diócesis a un clérigo perteneciente a otra diócesis.
• Canon 17: A los clérigos se les prohíbe prestar a interés.
• Canon 18: Recuerda a los diáconos su posición subordinada con respecto a los sacerdotes. No administrarán la Eucaristía a
presbíteros, ni la tocarán delante de ellos, ni se sentarán entre los presbíteros.
• Canon 19: Los paulianistas (partidarios de Pablo de Samósata) deben ser rebautizados y las diaconisas contadas entre los
laicos.
• Canon 20: Los domingos y en Pentecostés todos deben orar de pie y no arrodillados.

EL PAPEL DE CONSTANTINO EN EL CONCILIO


Constantino I, aunque simpatizaba con los cristianos, según la tradición no recibió el bautismo hasta que se halló en su lecho de
muerte. Sin embargo, aparentemente ya se había convertido al cristianismo tras su victoria militar sobre Majencio en 312, ya que
había invocado al Dios de los cristianos antes de la batalla. Por ello interpretó su victoria como indicio de la superioridad del Dios
cristiano, aunque se guardó de compartir esta interpretación con sus tropas.

La visión que presenta Eusebio de Cesarea en su obra Vida de Constantino: el emperador participando e influyendo activamente
en el desarrollo del concilio. Sin embargo, el autor J. M. Sansterre, en su obra Eusebio de Cesarea y el nacimiento de la teoría
cesaropapista, ha rebatido esta posición, señalando que la actuación de Constantino fue respetuosa de los temas que eran de
estricta competencia de los padres conciliares. Esto se ve reforzado por los artículos de la Enciclopedia Católica, que sostiene que
Constantino I nunca pudo influir sobre los temas teologales, ya que su formación a este respecto era prácticamente nula. Por el
contrario, sostiene la misma fuente, Constantino I se encargó de dar el marco físico y político al concilio, con el fin de evitar que
los disensos dogmáticos (herejías) pudiesen desembocar de hecho en una fractura política del Imperio.

El emperador declaró que todo el que se negara a endosar el credo sería exiliado. Ordenó además que las obras de Arrio fueran
confiscadas y quemadas, mientras que sus partidarios fueron considerados como "enemigos del cristianismo".23 Sin embargo, la
controversia continuó en varias partes del imperio.

CONSECUENCIAS
Después de Nicea los debates sobre la controversia cristológica siguieron por décadas y el propio Constantino I y sus sucesores
fueron alternando su apoyo entre los arrianos y los partidarios de las resoluciones de Nicea. Finalmente, el emperador
Teodosio estableció el credo del concilio de Nicea como la norma para su dominio y convocó el Concilio de Constantinopla en
381 para aclarar la fórmula. Aquel concilio acordó colocar al Espíritu Santo en el mismo nivel de Dios y de Cristo y empezó a
perfilarse la doctrina trinitaria.

Los únicos libros declarados heréticos por este concilio fueron los escritos doctrinales arrianos, cuyos ejemplares fueron
quemados tras el concilio. El emperador decretó pena capital para quien conservara dichos libros, pero no existe constancia de que
se produjeran gran cantidad de muertes por ello. El propio Constantino suavizó sus órdenes solo tres meses después del concilio y
acabó incluso simpatizando con los arrianos y atacando a los obispos nicenos. El propio autor, Arrio, fue excomulgado por la
Iglesia y exiliado por el emperador, pero no ejecutado, y años más tarde sería readmitido y exiliado, y readmitido según las
presiones que recibía el emperador, aunque la Iglesia mantuvo siempre su excomunión.

SÍNODO DE LA LAODICEA

El Sínodo de la Laodicea fue un sínodo regional de 32 clérigos de Anatolia (la moderna Turquía). Fue convocado por la iglesia
católica. Los cánones del concilio de Laodicea no fueron vinculantes para ninguna iglesia o región, únicamente para aquellos que
participaron. Tuvo lugar entre los años 363 y 364, durante el fin de la guerra de 26 años entre Roma y Persia.
La guerra de Roma con Persia continuó con el emperador Juliano, que murió por heridas de guerra en la última batalla el 26 de
junio del 363. Sus oficiales eligieron como sucesor a Joviano en el campo de batalla. Juliano, el último emperador de Roma
no cristiano, era el último descendiente directo de Constantino, el primer gobernante cristiano de Roma. Durante el gobierno de
Juliano, el saqueo de templos paganos por parte de los cristianos y la persecución de los paganos fue reemplazada en general por
un retorno a la persecución de cristianos y un intento de revivir el paganismo.

Solo y en una posición precaria, lejos de los abastecimientos, Joviano terminó la guerra con Persia de forma poco favorable a
Roma. Ambos, él y Valentiniano, que pronto lo sucedió después de un gobierno de 8 meses que terminó el 17 de febrero del 364,
profesaron el credo Niceno. Valentiniano nombró a su hermano Valente, también cristiano, co-augusto. Como gobernante de la
parte oriental del imperio, Valente trabajó para resolver los problemas teológicos que surgieron durante el reino no cristiano de
Juliano. Durante estos tiempos turbulentos, al oeste de los mayores sitios de combate de esta guerra, los clérigos se reunieron
en Laodicea, Frigia Pacatiana (ahora Denizli, Turquía).

TEMAS TRATADOS
Los temas de mayor importancia que trató el Sínodo consistieron en restringir la conducta de los miembros de la iglesia. El Sínodo
expresó sus decretos en la forma de reglas escritas o cánones. Entre los 59 o 60 cánones decretados, varios apuntaron a:
1. Limitar los privilegios de los neófitos,
2. Limitar los deberes de la clerecía menor,
3. Limitar cualquier trato con cosas heréticas,
4. Limitar la judaización entre los cristianos.
LEY DOMINICAL
El Sínodo de Laodicea, como todos los concilios de aquel período, estaban preocupados por recordar la adoración dominical, el
primero de estos concilios siendo el concilio de Elvira (c. 300). El Sínodo de Laodicea recordó a los cristianos a no judeizar,
porque así lo enseña las Escrituras.

El canon 29, que limitaba la judaización entre los cristianos, incluía el no descansar el día de Shabat (sábado) pero limitaba a los
cristianos a honrar al Señor. El Concilio de Calcedonia en el año 451 aprobó el canon de este Sínodo, haciendo de éste un
canon ecuménico.

CANON BÍBLICO
Hubo cierta confusión sobre el número de cánones decretados por este Sínodo. El canon 59 limita la lectura en la Iglesia a
solamente los libros Canónicos del Antiguo y Nuevo testamentos. El canon 60 lista el canon bíblico, solamente omitiendo el libro
del Apocalipsis de Juan. Este canon 60 falta en algunos manuscritos que contienen decretos del Sínodo, dando la impresión de que
el canon 60 fue agregado después. Esta lista debería requerirse para obedecer el canon 59, así que agregar esta lista, si es que
estaba ausente, habría resultado útil. Cirilo de Jerusalén, alrededor del 350, produjo una lista que coincidía con la del Sínodo de
Laodicea. El canon 36 solicita la excomunión para todo aquel que practique la brujería, la magia, la adivinación o la astrología.

EL SEGUNDO CONCILIO DE NICEA

Se celebró del 24 de septiembre al 13 de octubre de 787 en Nicea. Fue convocado por Irene, madre del emperador Constantino VI.
Los participantes más destacados de la asamblea fueron Adriano I, los legados papales: el Arcipreste romano Pedro y el
Archimandrita del monasterio griego de san Saba y el patriarca de Constantinopla Tarasio.

El concilio fue convocado a raíz de la controversia iconoclasta iniciada por el emperador León III el Isáurico en el 726.
Los iconoclastas negaban la legitimidad de las imágenes y su culto. Se habla de diversas causas en esta postura: cierto esquema
todavía monofisita que no había sido totalmente vencido, la influencia musulmana y judía en el imperio de Oriente, el origen sirio
del emperador León III, y el deseo de contrarrestar el poder de los monjes, defensores de la iconodulia, doctrina contraria a la
iconoclasta. Además los iconoclastas usaban argumentos derivados de la prohibición que en el Antiguo Testamento vetaba la
creación de imágenes (cf. Éx 20, 4; Dt 5, 8) o de la filosofía platónica ya que el uso de imágenes implica representar modelos a
partir de lo que solo son sombras o reflejos.

Los cánones del concilio permiten hacer una distinción entre el culto dado a Dios (llamado de «adoración» o λατρεία) y la
veneración especial tributada a las imágenes (la palabra griega "προσκύνησις", proskýni̱ sis que significa "veneración"). Así se
evitaban ambos extremos igualmente presentes en la cultura oriental: la adoración de la imagen como si fuera Dios mismo y por
otro lado la destrucción de estas por miedo a la idolatría o por motivos de conveniencia y paz.

La intervención de la emperatriz regente Irene fue continua y fuerte. Ella misma presidió los trabajos de la última sesión
asegurándose así de que las conclusiones fueran en la línea favorable a las imágenes. Los decretos y cánones fueron promulgados
por ella. Sin embargo, las disputas en el interior de la familia imperial a causa de este problema continuaron hasta el
emperador Teófilo (842).

Una de las novedades en este Concilio es la baja asistencia de los patriarcas orientales. Sólo asistió el de Jerusalén (que llegó con
retraso) y el de Constantinopla. Nicea II declaró no ecuménico el sínodo de Constantinopla del 754, por no haber sido celebrado
en comunión con la iglesia de Roma. El concilio fue recibido en Occidente con algunas reservas, debido a la mala traducción
latina del griego original de las actas del concilio.

Se aprobaron también 22 medidas disciplinares las cuales se resumen en:


Canon 1: El clero debe observar los santos cánones que incluyen los apostólicos, los de los seis concilios ecuménicos previos, los
de los sínodos particulares que han sido publicados en otros sínodos, y los de los Padres.
Canon 2: Los candidatos a obispos deben conocer el Salterio de memoria y deben leer con detenimiento, no de forma superficial,
todas las Sagradas escrituras.
Canon 3: Condena el nombramiento de obispos, presbíteros y diáconos por los príncipes seculares.
Canon 4: Los obispos no han de pedir dinero a su clero: cualquier obispo que por avaricia priva a uno de su clérigos es él mismo
depuesto.
Canon 5: Va dirigido contra los que presumen de haber obtenido preferencias eclesiásticas con dinero, y recuerda el canon
apostólico número treinta y los cánones de Calcedonia contra los que compran promociones con dinero.
Canon 6: Los sínodos provinciales deben celebrarse anualmente.
Canon 7: Las reliquias han de ser colocadas en todas las iglesias: ninguna iglesia debe ser consagrada si no tiene reliquias.
Canon 8: Prescribe las precauciones que han de tomarse contra los falsos conversos del judaísmo.
Canon 9: Todos los escritos contra las imágenes venerables han de ser entregados, para ser encerrados con otros escritos
heréticos.
Canon 10: Contra los clérigos que abandonan sus propias diócesis sin permiso y se convierten en capellanes privados de grandes
personajes.
Canon 11: Cada iglesia y cada monasterio ha de tener su propio ecónomo.
Canon 12: Contra los obispos y abades que entregan propiedades de la iglesia a señores temporales.
Canon 13: Las residencias episcopales, monasterios y otros edificios eclesiásticos convertidos a usos profanos han de ser
devueltos a su propietario legal.
Canon 14: Las personas tonsuradas no ordenadas como lectores no deben leer la Epístola o el Evangelio en el púlpito.
Canon 15: Contra la pluralidad de beneficios.
Canon 16: El clero no ha de llevar vestidos suntuosos.
Canon 17: Los monjes no han de salir de sus monasterios para construir otras casas de oración sin tener los medios para hacerlo.
Canon 18: Las mujeres no han de vivir en las casas de los obispos o en los monasterios de hombres.
Canon 19: Los superiores de Iglesias y monasterios no han de pedir dinero a los que entran en el estado clerical o monástico. Pero
la dote traída por un novicio a una casa religiosa debe retenerse en dicha casa si el novicio la abandona sin ninguna falta por parte
del superior.
Canon 20: Prohíbe los monasterios dobles.
Canon 21: Un monje o monja no debe abandonar un convento para irse a otro.
Canon 22: Entre los laicos, personas de distintos sexos pueden estar juntas, siempre que den gracias y se comporten con decoro.
Pero entre los religiosos, los de sexos opuestos pueden comer juntos solo en presencia de varios hombres y mujeres temerosos de
Dios, excepto en un viaje cuando la necesidad obliga.

CAUSAS DE LA QUERELLA ICONOCLASTA


El concilio II de Nicea es el séptimo concilio ecuménico, es decir, universal en cuanta participación de obispos de todas las
regiones cristianas. Sus sesiones tuvieron lugar desde el 24 de septiembre hasta el 23 de octubre del 787 (siendo papa Adriano
I). A la convocatoria, efectuada por la emperatriz bizantina Irene I se celebró para aclarar las leyes que estableció Constantino
V.

Desde hacía tiempo, en Oriente, quizá por influencia musulmana, comenzó a existir una corriente que no miraba con aprecio la
veneración de los iconos (imágenes religiosas). Pero fue con el Emperador León III, durante el año 725, cuando la tensión
alcanzó su punto más alto. La primera actuación tuvo lugar en 726. No fue un edicto sino unas exhortaciones al pueblo para que
no siguiera venerando las imágenes. El mismo emperador hizo retirar una famosa imagen de Cristo, que estaba a las puertas de
su palacio. Este hecho fue la causa promotora de un gran tumulto popular. Sin embargo, oficialmente, solo se puede hablar de
iconoclasia a partir del 17 de enero del 730, fecha en la que se publico un edicto contra el culto a las imágenes, después de
haber resultado fallido el último intento del emperador para ganase al patriarca Germán, quien se vio obligado a dimitir (y poco
después lo estrangularon), recayendo el patriarcado en Anastasio, hombre de confianza del emperador que se sometió a la
política imperial. Se resistieron a ella los papas Gregorio II y Gregorio III, mientras en Oriente S. Juan Damasceno defendía el
culto a las imágenes.

Al morir León III, ocupó el trono imperial su hijo Constantino V (741-775), que continuo con la prohibición de dar culto a los
iconos, aunque al principio con una cierta moderación. El Emperador convocó un sínodo en Hieria (753) que rechazó la
veneración de las imágenes. Luego arrecia el terror con el despojo de las imágenes y profanación de las iglesias. Los monjes y
gran parte del pueblo se oponían a la destrucción de las imágenes religiosas, dando lugar a martirios. La actuación del
Emperador fue todavía más represiva: o tan solo ordeno destruir las imágenes, sino también las reliquias, llegando incluso a
prohibirse la oración y el culto a los santos.

A su muerte, la situación comenzó a mejorar con León I. Aún mejoró más cuando, a la muerte de León IV, Irene se hizo con el
Imperio como Regente. Pronto dimitió el débil patriarca bizantino Pablo, al que sucedió el ortodoxo Tarasio (784), secretario
imperial. Tarasio sugirió a Irene la idea de convocar un Concilio ecuménico para la defensa de las imágenes. Así lo hizo el 29
agosto 784 invitando al papa Adriano I a un sínodo que habría de celebrarse en Constantinopla. Adriano aceptó la idea (785) y
nombró sus legados, a Pedro arcipreste de S. Pedro, y a Pedro archimandrita de S. Sabas. Les dio la encomienda de anular el
decreto de Hieria.

El Concilio se celebró en la ciudad de Nicea


DICTAMEN DEL CONCILIO
El concilio declaro nulas las decisiones del sínodo iconoclasta del 754 y formulo la doctrina ortodoxa sobre la veneración de las
imágenes. Base de esa doctrina fue la teología de san Juan damasceno, expuesta en plena controversia iconoclasta y que
consideraba las imágenes como sermones silenciosos y libros para iletrados por todos fáciles de entender. San Juan distinguía
entre la verdadera adoración, que tan solo a Dios es debida y la veneración relativa que se tributa a las imágenes de Cristo y de
los santos. El concilio definió que la verdadera adoración sólo corresponde a Dios; pero que las imágenes del Salvador, de la
Virgen, de los Ángeles y de los Santos pueden ser veneradas y que era legitimo honrarlas con la ofrenda de incienso y de luces
como fue piadosa costumbre de los antiguos, porque el que adora a una imagen adora a la persona que ella representa.

Acudieron al Concilio tres delegados de Patriarcas orientales -Alejandría, Antioquía y Jerusalén-, favorables al culto de las
imágenes. Los Padres que asistieron eran unos 350, casi en su totalidad orientales. Se tuvieron ocho sesiones presididas por
Tarasio, aunque los legados romanos eran los primeros en el momento de firmar. Estaban presentes dos comisarios imperiales.
Los Padres hicieron profesión de fe ratificando el Símbolo Constantinopolitano y volviendo a condenar a todos los heresiarcas.
El decreto sobre las imágenes dice:

«Siguiendo el camino real, fieles al magisterio divinamente inspirado de nuestros santos Padres y a la tradición de la Iglesia
católica, pues la reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella, definimos con todo esmero y diligencia, que lo mismo
que la de la preciosa y vivificante cruz, así también hay que exhibir las venerables y santas imágenes, tanto las de colores como
las de mosaicos o de otras materias convenientes, en las santas iglesias de Dios, en los vasos y vestidos sagrados y en los muros
y tablas, en las casas y en los caminos: a saber, tanto la imagen de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como la de
nuestra inmaculada Señora, la santa Madre de Dios, y las de los honorables ángeles y de todos los santos y piadosos varones.
Porque cuanto más se las contempla en una reproducción figurada, tanto más los que las miran se sienten estimulados al
recuerdo y afición de los representados, a besarlas y a rendirles el homenaje de la veneración (proskynesis timetiké), aunque
sin testificarle la adoración (latría), la cual compete sólo a la naturaleza divina: de manera que a ellas (las imágenes) como a
la figura de la preciosa y vivificante cruz, a los santos evangelios y a las demás ofertas sagradas, les corresponde el honor del
incienso y de las luces, según la piadosa costumbre de los mayores, ya que el honor tributado a la imagen se refiere al
representado en ella, y quien venera una imagen venera a la persona en ella representada».
El papa Adriano I aceptó el Concilio y sus resultados en el año 794. A pesar de ello en Oriente se recrudeció de nuevo la
política iconoclasta, sólo el año 842 quedaron ya definitivamente aceptadas las decisiones del II Concilio de Nicea.

EL CONCILIO DE TRENTO

Fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en periodos discontinuos durante veinticinco sesiones entre los años
1545 y 1563. Tuvo lugar en Trento, una ciudad del norte de la Italia actual, que entonces era una ciudad imperial libre regida por
un príncipe-obispo.

Desde 1518, los protestantes alemanes reclamaban la convocatoria de un concilio alemán, y el emperador Carlos I de España y V
del Sacro Imperio Romano Germánico intentaba cerrar las diferencias entre católicos y reformistas para hacer frente a la amenaza
turca. En la Dieta de Worms (1521) se intentó zanjar las disputas, pero sin éxito: Martín Lutero (a quien Carlos V permitió que
fuera convocado a dicha Dieta) acusó a Roma de ejercer la tiranía, y el Emperador se comprometió por escrito a defender la fe
católica, incluso con las armas. En las Dietas posteriores, los príncipes alemanes, tanto protestantes como católicos, continuaron
insistiendo en un concilio.

En vista de la situación hubo grandes presiones del emperador sobre el papa Clemente VII para que lo convocara, a lo que este se
resistía. Al cabo de un tiempo, en 1529, el papa se comprometió a ello, pero la oposición del legado papal en la Dieta de
Augsburgo de 1530 retrasó de nuevo el proyecto. Sin embargo, el principal responsable de que no se llegara a convocar fue la
férrea oposición del rey Francisco I de Francia, ya que para que el concilio tuviese éxito era necesaria la aprobación de la mayoría
de los monarcas.

Desde antes de esta crisis extrema, la iglesia había intentado mejorar. Se puede mencionar a los cardenales Francisco Jiménez de
Cisneros y Pedro González de Mejía o al arzobispo de Granada Hernando de Talavera, que en el siglo XV, durante el reinado de
los Reyes Católicos en España se dedicaron a mejorar la moral de la institución, nombrando obispos de grandes cualidades y
fundando establecimientos educativos. En Italia, se había creado una asociación de seglares piadosos y clérigos, llamada el
Oratorio del Amor Divino, que inició sus actividades secretas en 1517, sobre la base del amor al prójimo. Estos intentos, sin
embargo, no bastaban. En Alemania se destacó la labor del obispo Nicolás de Cusa.

Fue Paulo III, que había vivido las luchas en Italia, quien asumió el compromiso de unificar a los católicos, logrando la reunión de
un Concilio, después de que varios Papas lo hubieran intentado sin éxito. Al principio fue admirador del humanista
cristiano Erasmo de Róterdam y vio factible una posible reconciliación con los protestantes, pero luego acabó desechando esa
posibilidad.

CONVOCATORIA
Paulo III intentó reunir el concilio primero en Mantua, en 1537, y luego en Vicenza, en 1538, al mismo tiempo que negociaba en
Niza una paz entre Carlos V y Francisco I. Tras diversos retrasos, convocó en Trento (Italia) un Concilio General de la Iglesia el
13 de diciembre de 1545, que trazó los alineamientos de las reformas católicas (luego conocidas como Contrarreforma). En la
primera sesión se contó con la presencia de veinticinco obispos y cinco superiores generales de órdenes religiosas. Las reuniones,
que sumaron en total 25, con suspensiones esporádicas, se prolongaron hasta el 4 de diciembre de 1563.
El espíritu e idea del concilio fue plasmada por la gestión de los jesuitas Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Francisco Torres. La
filosofía le fue inspirada por Cardillo de Villalpando y las normas prácticas, sobre sanciones de conductas, tuvieron como
exponente principal al obispo de Granada, Pedro Guerrero.

En este concilio, que culminó bajo el mandato del papa Pío IV, se decidió que los obispos debían presentar capacidad y
condiciones éticas intachables, se ordenaban crear seminarios especializados para la formación de los sacerdotes y se confirmaba
la exigencia del celibato clerical. Los obispos no podrían acumular beneficios y debían residir en su diócesis.

Se impuso, en contra de la opinión protestante, la necesidad de la existencia mediadora de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, para
lograr la salvación del hombre, reafirmando la jerarquía eclesiástica, siendo el papa la máxima autoridad de la Iglesia. Se ordenó,
como obligación de los párrocos, predicar los domingos y días de fiestas religiosas, e impartir catequesis a los niños. Además,
debían registrar los nacimientos, matrimonios y fallecimientos.

Reafirmaron la validez de los siete sacramentos y la necesidad de la conjunción de la fe y las obras, sumadas a la influencia de la
gracia divina, para lograr la salvación, restando crédito a Lutero que sostenía que el hombre se salva por la sola fe sin conjunción
con las obras que realizase. También se opuso a la tesis de la predestinación de Calvino, quien aseguró que el hombre está
predestinado a su salvación o condena. En refutación a esa idea, la iglesia sostuvo que el hombre puede realizar obras buenas, ya
que el pecado original no destruye la naturaleza humana, sino que solamente la daña.

Los santos fueron reivindicados al igual que la misa, y se afirmó la existencia del purgatorio. Para cumplir sus mandatos, se creó
la Congregación del Concilio, dándose a conocer sus disposiciones a través del “Catecismo del Concilio de Trento”.

Se reinstauró la práctica de la Inquisición, que había surgido en el siglo XIII, para depurar a Francia de los herejes albigenses. Ya
restablecida en España desde el año 1478, se propagó por varios países europeos bajo la denominación de Santo Oficio, que usó la
tortura para obtener confesiones, la cual era practicada por el poder civil y era bien vista en la época. Si ese método no daba los
resultados esperados, de arrepentimiento del hereje, éste quedaba en manos del poder civil, que lo condenaba generalmente a la
muerte en la hoguera. El protestantismo debió soportar la Inquisición en varios países, pero fue principalmente efectiva para con
ellos en España, Italia y Portugal.

También creó el Índice, en 1557, por el cual se estableció una censura contra la publicación de pensamientos que pudieran ser
contrarios a la fe católica, quemándose muchos libros considerados heréticos.

Posteriormente al Concilio, en 1592, se publicó una edición definitiva de la Biblia, sosteniéndola como fuente de la revelación de
la verdad divina, pero otorgando también dicho carácter a la Tradición, negándose su libre interpretación, al considerar a ésta una
tarea del Papa y los obispos, herederos de San Pedro y los apóstoles, a quienes Cristo les asignó esa misión.

DESARROLLO
Finalmente se convocó un concilio difícil y con continuas interrupciones, en el que se pueden distinguir hasta tres periodos con
tres Papas diferentes: Paulo III, Julio III y Pío IV.

Paulo III siempre había sido muy favorable, como cardenal, a la celebración de un concilio general, que finalmente convocó para
mayo de 1537 en la ciudad de Mantua. Pero sufrió sucesivos aplazamientos y cambios de lugar por variados motivos:
• La mayoría de los prelados se mostraban reacios a celebrar un concilio en aquel momento.
• Los príncipes alemanes protestantes, reunidos en la ciudad de Esmalcalda en 1535 (la Liga de Esmalcalda), cambiaron de
estrategia y también se opusieron.
• Los impedimentos puestos por Enrique VIII de Inglaterra y, sobre todo, por Francisco I de Francia.
• El progresivo distanciamiento de Carlos I y el papa Paulo III. Los dos monarcas cristianos más importantes de aquel
momento, Carlos I de España y Francisco I de Francia, estaban continuamente enzarzados entre ellos en disputas y conflictos
militares. El monarca francés tenía una actitud cambiante y ambigua frente al Papa, la amenaza turca y los protestantes,
mientras que Carlos I se mostró claro y decidido en estos temas. A pesar de ello, el Papa siempre aparecía neutral en sus
disputas, lo que irritaba profundamente al emperador.

Finalmente, el 13 de diciembre de 1545 se pudo declarar abierto el concilio en la ciudad de Trento. En marzo de 1547 se trasladó
a Bolonia debido a una plaga, aunque parte de los obispos se negaron a desplazarse. Tras varias disputas se acabó prorrogando de
manera indefinida en septiembre de 1549. Paulo III murió en noviembre de 1549.

Julio III, nombrado Papa en 1550, entabló inmediatamente negociaciones con Carlos I para reabrir el concilio, lo que tuvo lugar
en Trento el 1 de mayo de 1551, pero apenas se celebraron unas pocas sesiones. El elector Mauricio de Sajonia, aliado de Carlos I,
lanzó un ataque furtivo sobre éste. Tras derrotar a las tropas imperiales, avanzó sobre el Tirol, con lo que puso en peligro a la
propia ciudad de Trento. Esta amenaza provocó una nueva interrupción en abril de 1552. Julio III murió en 1555.
Tras el corto papado de Marcelo II (23 días), fue elegido Paulo IV en 1555. Llevó a cabo reformas en la Iglesia, pero no convocó
la continuación del concilio. Carlos I de España abdicó en 1556 y dividió sus estados entre su hijo Felipe (Felipe II de España) y
su hermano Fernando de Austria.
contingentes sajones con el fin de apaciguar la situación en la Galia, pero poco pudieron hacer. En muchas partes del Imperio la
autoridad del Estado era débil, y solo las sucesivas capitales de Milán y Rávena contaban con las fuerzas suficientes para
defenderse adecuadamente.
Con este cuadro, a Alarico le fue relativamente fácil reclamar pagos a la abandonada ciudad de Roma al sitiarla sucesivamente en
408 y 409, retirándose cuando obtenía el oro convenido con el Senado. Pero en el 410 no le pudieron entregar las 4000 piezas
exigidas y Alarico ordenó saquear la ciudad. Tal hecho fue visto por los propios romanos como el fin de una era y un ultraje
inimaginable, pues la antigua gran capital del Imperio caía ahora saqueada por los bárbaros. Y mientras Alarico saqueaba la
ciudad, Honorio se encontraba en Rávena y no emprendió ninguna acción efectiva para evitar el saqueo. Hacía más de siete siglos
que en Roma no entraba un ejército extranjero.
Alarico se dirigió luego a Nápoles con intención de embarcar hacia África, pero murió en el camino. Sorprendentemente, Gala
Placidia, hermana del emperador Honorio (refugiado en Rávena), que había sido capturada en Roma, consiguió convencer a los
visigodos para que firmasen la paz y se aliaran con los romanos. Selló esta alianza casándose con el nuevo rey visigodo, Ataúlfo,
al cual se le cedió la Aquitania en 412 con el fin de que restableciera la autoridad romana sobre la Galia, y lo consiguió tras largas
guerras con otros pueblos bárbaros.
Posteriormente, los godos recibirían también el encargo de restablecer el orden en Hispania, lo que consiguieron con una
consecuencia: al expulsar a los vándalos de Hispania en 429, estos se dirigieron a África y la arrasaron, tomando Cartago. Allí se
apoderaron de lo que quedaba de la flota romana y aprendieron el arte de navegar, extendiendo su nuevo Imperio marítimo sin
problemas por Córcega, Cerdeña, parte de Sicilia y las Baleares. Saquearon también muchas ciudades, incluida de nuevo Roma
en 455. Los romanos perdían el dominio del mar y su principal reserva de cereales, la del norte de África.

La agonía final del Imperio romano de Occidente


En el año 451, el debilitamiento de la administración imperial en Occidente era evidente. El rey huno Atila había arrasado Europa
y el Imperio de Oriente. Una carta de amor por parte de la hermana del emperador occidental (Valentiniano III), Honoria, pedía al
bárbaro que la rescatara de los muros de Roma y se casara con ella. Atila, viendo las ventajas que ello podría conllevar, marchó
contra Roma.
El general romano Flavio Aecio, conocido como «el último gran romano», marchó hacia la frontera, en Galia, y estableció
alianzas con diferentes tribus bárbaras (visigodos, francos, alanos, burgundios y sármatas) en lo que se estima un ejército de
alrededor de entre 30 000 y 50 000 hombres. Atila, con un ejército numéricamente superior, formado por hunos,
ostrogodos, gépidos, hérulos y turingios, avanzó. Fue así como el 20 de junio del año 451, se enfrentaron
en Catalauni (actualmetne Châlons), esta batalla conocida batalla de los Campos Cataláunicos tuvo una relevante importancia
para los acontecimientos futuros. Se estima que las bajas fueron cuantiosas en ambos bandos, siendo un total estimado de 20.000
muertos. La victoria se inclinaría a favor de Aecio, tras derrotar moralmente a un, hasta entonces, invencible Atila.
En el año 452 Atila lanzaría una poderosa contraofensiva que lo llevaría hasta las mismas puertas de Roma. Allí, el
papa León I se reunió en secreto con él, y tras esto, Atila ordenó la retirada de sus tropas sin ninguna explicación. Todavía
no se sabe qué pasó entre ellos dos, aunque probablemente Atila se retirara debido a las hambrunas y epidemias que sufría su
ejército, y que le impedían mantener un asedio duradero sobre Roma.
Poco después, las fuerzas hunas desaparecerían como fuerza militar por la peste y los conflictos internos, debidos a la sucesión del
liderazgo de los hunos entre los hijos de Atila. Tras la desaparición de los hunos, Valentiniano III comenzó a dudar de la
importancia de Ecio y de su lealtad, asesinándolo a traición en 454. Un año después, en 455, el senador Petronio Máximo, junto a
amigos de Aecio, asesinaron a Valentiniano III y tomaron el poder. En 455, el rey bárbaro Genserico desembarcó en Italia y
saqueó Roma, matando a Petronio Máximo.
Por aquel entonces, estaba claro que el destino del Imperio romano de Occidente estaba gravemente comprometido y no había
demasiadas posibilidades mantener la unidad política ante tantos conflictos internos y externos. Valentiniano había muerto sin
ningún heredero, el saqueo de Roma había supuesto un golpe brutal, sobre todo a la moral romana, los ejércitos carecían de un
líder capaz tras el asesinato de Aecio a manos de Valentiniano, y los romanos descubrieron que los hunos y los visigodos no eran
sus mayores enemigos. Tras el autoproclamado emperador Petronio Máximo, llegó el saqueo de Genserico, que fue posiblemente
más grave que el Alarico, ya que esclavizó a muchos habitantes de Roma y saqueó gran parte de las riquezas de la ciudad. Sin
embargo, el papa León I Magno intervino y a partir de ese momento los vándalos de Genserico no cometieron más acciones
destructivas.
Tras el saqueo y con la marcha de Genserico, fue elegido emperador Avito, que ya había sido magister militum con Petronio
Máximo. Avito nombró magister militum a Ricimero y este llevó a cabo algunas campañas exitosas en Panonia y contra los
vándalos en nombre del emperador, aunque ni de lejos consiguió bloquear el poderío naval de estos. Aprovechando una serie de
revueltas en Roma, y sabiendo lo que le solía ocurrir a los militares exitosos, además de contar con el apoyo del Senado, Ricimero
y su asociado, Mayoriano, se rebelaron contra Avito y lo depusieron.
Tras el depuesto Avito, llegó Mayoriano, que había sido coronado por Ricimero, pero resultó ser demasiado independiente para lo
que Ricimero quería y después del fracaso de Mayoriano en dirigir una expedición contra los vándalos que culminó en el desastre
de la batalla de Cartagena (el fracaso tuvo mucho que ver con Ricimero y muchos oficiales romanos), Mayoriano fue obligado a
abdicar por sus propios soldados).
Tras deponer a Mayoriano, Ricimero coronó a Libio Severo que resultó ser más manipulable que su antecesor, aunque este
moriría pronto. Le sucedería el considerado último emperador capaz, Antemio. El reinado de Antemio comenzó bien, ya que era
XXII: Celebrada el 17 de septiembre de 1562. Doctrina acerca del santísimo sacrificio de la Misa. La Eucaristía se definió
dogmáticamente como un auténtico sacrificio expiatorio en el que el pan y el vino se transformaban en la carne y sangre
auténticas de Cristo. Reforma de la moral del clero, la administración de fundaciones religiosas y los requisitos para asumir cargos
eclesiásticos.
XXIII: Celebrada el 15 de julio de 1563. Doctrina y cánones sobre el sacramento del orden (la ordenación). Jerarquía eclesiástica.
Obligación de residencia. Regulación de los Seminarios.
XXIV: Celebrada el 11 de noviembre de 1563. Doctrina sobre el sacramento del matrimonio.1 Se reafirmó la excelencia
del celibato. Reforma de obispos y cardenales.
XXV: Celebrada los días 3 y 4 de diciembre de 1563. Decreto sobre el purgatorio. Se reafirman la existencia del purgatorio y la
veneración de los santos y reliquias. Reforma de las órdenes monásticas. Supresión del concubinato en eclesiásticos. Se dejó
al Papa la tarea de elaborar una lista de libros prohibidos, la elaboración de un catecismo y la revisión del Breviario y del Misal.
De la Trinidad y Encarnación (contra los unitarios). Profesión tridentina de fe. Clausura del concilio.

COMENTARIOS FINALES
Aunque no consiguió reunificar la cristiandad, el Concilio de Trento supuso para la Iglesia Católica una profunda catarsis.
Se convocó como respuesta a la Reforma Protestante para aclarar diversos puntos doctrinales. También abolió los ritos
eucarísticos locales, respetando solo aquellos que atestaban de más de dos siglos de antigüedad (rito mozárabe, rito lionés, rito
ambrosiano) y estableció el rito de la ciudad de Roma conocido como Misa Tridentina, como rito de toda la iglesia latina. Desde
un punto de vista doctrinal, es uno de los concilios más importantes e influyentes de la historia de la Iglesia Católica.

Por otro lado se abordó la reforma de la administración y disciplina eclesiásticas. El concilio eliminó muchos abusos flagrantes,
como la venta de indulgencias o la educación de los clérigos, y obligó a los obispos a residir en sus obispados, con lo que se evitó
la acumulación de cargos.

Sus decisiones giraron sobre cuatro puntos principales:


1. Contra los protestantes, que admitían como única autoridad infalible la de las Escrituras, afirmó que la tradición (las
enseñanzas recibidas por los Apóstoles por medio oral, y conservadas a través de los siglos en los textos de los Padres
Apostólicos, de los Padres del desierto y de los Padres de la Iglesia, la sucesión petrina ininterrumpida del Primado de
Roma y los Concilios) constituye, con las Escrituras, uno de los fundamentos de la fe, y recomendó para el estudio
bíblico, la Biblia Vulgata, traducción latina hecha por San Jerónimo, sobre textos griegos de los primeros siglos.
2. Confirmó y definió los dogmas y prácticas rechazadas por los protestantes (presencia real de Cristo en la Eucaristía,
justificación por la fe y por las obras, conservación de los siete sacramentos, las indulgencias, la veneración de la Virgen
María y los santos, etc.), fijando con nitidez la frontera entre la ortodoxia y las nuevas herejías, consumando la
diferenciación clara entre la Iglesia Apostólica y los movimientos reformadores surgidos del luteranismo.
3. Adoptó medidas para asegurar a la Iglesia un clero más moral y más instruido (prohibición del casamiento de los
sacerdotes, prohibición de acumular beneficios, obligación de residencia para obispos y curas, creación de seminarios
para la formación de sacerdotes, etc.).
4. Fortificó la jerarquía y, con ello, la unidad católica, al afirmar enérgicamente la supremacía del papa, «Pastor Universal
de toda la Iglesia» e, implícitamente, su superioridad sobre los concilios.

Además enseñó que:


La doctrina católica, tal cual la expuso el concilio de Trento, es que los que salen de vida en gracia y caridad, pero no obstante
deudores de las penas que la divina justicia se reservó, las padecen en la otra vida. Esto es lo que se nos propone creer acerca de
las almas detenidas en el purgatorio.

Art. "Purgatorio," en el Diccionario Enciclopédico Hisp.-Amer.


El Concilio (tridentino) enseña: a. Que después de la remisión de la culpa y de la pena eterna, queda un reato de pena
temporal. b. Que si no se ha satisfecho en esta vida debe satisfacerse en el purgatorio. c. Que las oraciones y buenas obras
de los vivos son útiles a los difuntos para aliviar y abreviar sus penas. d. Que el sacrificio de la misa es propiciatorio y
aprovecha a los vivos lo mismo que a los difuntos en el purgatorio.

Atributos papales
Infalibilidad del papa
La infalibilidad no es un privilegio personal: es un atributo que corresponde a la dignidad del papa como resultado de la asistencia
del Espíritu Santo prometido por Jesucristo. El papa es infalible, o sea, el papa está exento de error, cuando habla ex cathedra en
materia de fe o de moral.
Desde la antigüedad, el obispo de Roma tuvo cierta preeminencia al momento de establecer prácticas litúrgicas y dirimir
controversias respecto a puntos discutidos de doctrina señalando las directrices a seguir (ortodoxia). Sin embargo, se dieron casos
en los que las opiniones del obispo romano eran ignoradas y hasta rechazadas, como aconteció respecto a la disputa acerca de la
celebración de la Pascua conforme a la práctica conocida como cuartodecimal en tiempos del papa Víctor I.
No obstante, no fue sino hasta la Reforma Protestante, cuando resultó necesario establecer teológicamente la capacidad del Sumo
Pontífice para definir la doctrina a seguir dentro de la Iglesia católica, ante la constante crítica de los reformados. Dicha definición
el candidato del emperador oriental y con la buena predisposición de Ricimero. Ricimero dirigió junto al Imperio romano de
Oriente una expedición contra los vándalos que acabó en fracaso, poco después, Antemio enfermó, y según se dice, entró en un
estado de locura, Ricimero lo aprovechó para levantarse contra él. Ricimero ejecutó a Antemio tras derrotarlo y le sucedió Anicio
Olibrio, el candidato de Ricimero, y su ahora aliado, Genserico. En aquellos días, en que Ricimero nombraba emperadores a su
antojo, y en el que las funciones de estos eran meramente nominales, estaba claro que las funciones del emperador habían dejado
de tener sentido, y un único hombre fuerte, en este caso, Ricimero, únicamente mantenía viva la farsa de los emperadores para
poder actuar con total libertad y sin oposición.
El reinado de Anicio Olibrio solo duraría unos meses, tras este llegaría Glicerio, que había sido designado emperador por el
nuevo magister militum, Gundebaldo, sobrino del fallecido Ricimero, pero como Glicerio era un usurpador para el emperador
oriental, León I, este designó como emperador a Julio Nepote, gobernador de la Dalmacia, este llegó a Rávena y expulsó a
Glicerio, aunque le perdonó la vida y se hizo nombrar emperador, inmediatamente trató de firmar la paz con Genserico, pero a
este no le interesaba. Julio Nepote alzó a un bárbaro llamado Flavio Orestes como magister militum, pero este, tomó
Rávena y depuso a Nepote, para nombrar a su propio hijo, Rómulo Augústulo, como emperador, aunque este solo contaba
con poco más de 10 años. Julio Nepote regresó a Dalmacia siendo considerado por Oriente como el auténtico emperador
legítimo.
Cuando los hérulos, esciros y mercenarios turingios exigieron tierras en Italia, Orestes se negó y fue capturado y ejecutado por el
caudillo bárbaro Odoacro. Este depuso a Rómulo Augústulo y envió las insignias imperiales a Constantinopla, a cambio, el
emperador oriental, Zenón, nombró a Odoacro patricio. Julio Nepote seguiría reclamando sus pretensiones al trono imperial hasta
su muerte en el año 480. Pese a que el año 476 es considerado el fin del Imperio romano de Occidente, este ya había
desaparecido hacía ya tiempo y solo se conservaba la dignidad imperial de manera únicamente nominal.
Tiempo después, y ya con el imperio occidental desaparecido, el rey ostrogodo Teodorico el Grande, por orden del Imperio
romano de Oriente derrotaría y asesinaría a Odoacro en el 493, fundando así el Reino ostrogodo. En la Galia, los visigodos
estarían asentados en el Reino visigodo de Tolosa, aunque tras su derrota contra los francos, se retirarían hacia Hispania dando así
lugar el Reino visigodo de Toledo. Los vándalos permanecieron en el Norte de África hasta que el Reino vándalo fue conquistado
por el general bizantino Belisario. Y por último, en Britania, se asentarían los anglos y los sajones, que en el siglo XI serían
derrotados por Guillermo el Conquistador.

División del Imperio Romano

Pese a que generalmente se considera que el derrocamiento de Rómulo Augústulo determinó el fin del Imperio romano, esto es
inexacto: el Imperio romano de Oriente sobreviviría casi 1000 años más. Los territorios comprendidos en el antiguo Imperio
romano de Occidente fueron gobernados por distintas tribus bárbaras, incluidas las responsables de su caída. A grandes rasgos, la
distribución de los pueblos de origen bárbaro que gobernaron territorios dentro de las antiguas fronteras del Imperio de Occidente
sería la siguiente:
1) Los anglosajones en Inglaterra, y también en el norte
de Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Bélgica;
2) los alamanes al sur de Alemania y al oeste de la
República Checa;
3) los burgundios en Suiza y sureste de Francia;
4) los visigodos en España y sur de Francia;
5) los suevos en Portugal;
6) los lombardos en Hungría;
7) los vándalos al norte de África y las islas mediterráneas
entre España e Italia;
8) los ostrogodos en Eslovenia, Croacia y Bosnia;
9) los francos en el centro y norte de Francia,
10) los hérulos en la península itálica y Sicilia.

Las invasiones bárbaras desde el siglo III habían demostrado la permeabilidad de los límites romano en Europa, fijado en el Rin y
el Danubio. La división del Imperio en Oriente y Occidente, y la mayor fortaleza del imperio oriental o bizantino, determinó que
fuera únicamente en la mitad occidental donde se produjo el asentamiento de estos pueblos y su institucionalización política como
reinos.

Fueron los visigodos, primero como Reino de Tolosa y luego como Reino de Toledo, los primeros en efectuar esa
institucionalización, valiéndose de su condición de federados, con la obtención de un foedus con el Imperio, que les encargó la
pacificación de las provincias de Galia e Hispania, cuyo control estaba perdido en la práctica tras las invasiones
del 410 por suevos, vándalos y alanos. De éstos, sólo los suevos lograron el asentamiento definitivo en una zona: el Reino de
Braga (actuales Galicia, Asturias y León en España, y el norte de Portugal) y establecieron un reino allí que duró 170 años hasta
su integración en el reino visigodo, mientras que los vándalos se establecieron en el norte de África y las islas del Mediterráneo
Occidental, pero fueron al siglo siguiente eliminados por los bizantinos durante la gran expansión territorial de Justiniano
I (campañas de los generales Belisario, del 533 al 544, y Narsés, hasta el 554).
“…la misma revista, en su edición del 16 de septiembre de 1917 afirmaba que el titulo n. esta inscrito en la “tiara” papal ni es un
titulo oficial.- Lo que es; repetido cl 3 de agosto de 1941, señalando nuevamente la falsedad de las declaraciones de que en la
“tiara” existiese una inscripción tal.”

EL SÁBADO A LO LARGO DE LA HISTORIA


EVIDENCIAS HISTÓRICAS DEL PRIMER AL QUINTO SIGLO
Por Mark Finley.

Un estudio cuidadoso de las fuentes históricas existentes en los siglos primero al quinto revela el hecho sorprendente de que la
transferencia de la santidad del verdadero sábado bíblico al domingo fue un proceso largo y gradual. El Dr. Kenneth Strand,
profesor de Historia de la Iglesia, en la Universidad de Andrews, en Berrien Springs, Míchigan, categóricamente afirma, “Hasta el
segundo siglo no hay evidencia concreta de una celebración cristiana semanal del domingo, en ninguna parte. Las Primeras
referencias específicas durante ese siglo, vienen de zonas de Alejandría y Roma que ya habían rechazado la observancia del
séptimo día sábado desde muy temprano.” (The Sabbath in Scriptures and History, pág. 330, Review and Herald Publishing
Association, 1982)

Alejandría se había alejado del verdadero sábado desde temprano debido a la Influencia de la adoración al sol. Esta ciudad egipcia
era también un centro de prácticas religiosas paganas con miles de adoradores del sol. En consecuencia, los cristianos guardadores
del sábado llegaron a ser más y más impopulares aquí, al Igual que en Roma. En ambas ciudades, las multitudes adoradoras del
sol ejercían enorme influencia sobre las minorías cristianas para que éstas se adaptaran a sus costumbres. La situación que
imperaba en Alejandría y Roma no era típica del resto de la iglesia primitiva.

Un historiador de la iglesia cristiana, Sócrates Scholasticus, ofrece una opinión muy significativa. “Porque casi todas las iglesias
alrededor del mundo celebran los misterios sagrados (la Cena del Señor) el sábado de cada semana. Sin embargo los cristianos de
Alejandría y Roma, de acuerdo con alguna tradición antigua, han cesado de hacerlo así. Los egipcios que viven cerca de
Alejandría y los habitantes de Tebas tienen sus asambleas religiosas en sábado.” (Sócrates Scholasticus, Eccleslastical History)
«La gente de Constantinopla y casi todos los demás lugares se reúnen en sábado, como también durante el primer día de la
semana, costumbre que no ocurre en Roma o Alejandría.” (Sozonen, Ecclestastical History, 7, 19 NPNF 212, 390)

Cuando el domingo emergió entre los círculos cristianos, continuó siendo un día de trabajo, pero Incluía un servicio de adoración
en honor a la resurrección. Por cierto que no reemplazó al sábado inmediatamente. Como las citas anteriores lo revelan, el séptimo
día sábado fue guardado por muchos alrededor del mundo, casi hasta el siglo quinto. Al principio, la observancia del domingo fue
solamente un evento anual, pero luego coexistió lado a lado con el verdadero sábado por casi 200 años, cuando ambos días se
guardaban simultáneamente (100-300 d.C.).

Finalmente, desde el tiempo de Constantino en adelante, existió la tendencia de considerar al domingo como al sábado cristiano.
Los fieles hombres y mujeres de Dios se resistieron a esta Idea. Documentos históricos existentes, que provienen de los siglos
cuarto al sexto, revelan un reavivamiento del interés en la cuestión del sábado. A pesar de la presión para conformarse, ejercida
por las mayorías perseguidoras, hubo paladines de la verdad que se mantuvieron fieles y obedientes a Dios. Aunque la vela de la
verdad pareció vacilar, los leales guardadores de la verdad obedientemente vigilaron su llama.

SIGLO 1
Josefo. “No hay ninguna ciudad de los griegos, o de los bárbaros, o cualquier nación que exista, a la cual la costumbre de
descansar en el día séptimo no le haya llegado.” (M’Clatchie, Notes and Querles on China and Japan, Demys. Vol. 4. Nos. 7. 8.
pág. 100).

Cristianos del Primer Siglo. “Entonces la descendencia espiritual de Abraham huyó a Pella, al otro lado del Jordán, donde halló un
lugar seguro de refugio, donde podía servir a su Señor y guardar el sábado.” (Eusebio, EccIestastícal History. Vol. 3. cap. 8.1).
Filón. Declara que el séptimo día era un día de festividad, no para ésta o aquella ciudad, sino del universo. (M’Clatchie, Notes and
Queries, Vol. 4, pág. 99)
SIGLO 2
Primeros Cristianos. “Los cristianos primitivos tenían una gran veneración por el sábado, y solían pasar el día en devoción y
sermones. Y no dudamos que esta práctica derivó de los mismos apóstoles, como aparece en varios pasajes aplicados a este
propósito.” (Dialogues on the Lord’s Day , pág. 189. Londres, 1701. Dr. T.H. Morer)

Los Primeros Cristianos. “El sábado constituía un fuerte vínculo que los unía con la vida de todo el pueblo, y al mantener al
sábado santo ellos seguían no solamente el ejemplo, sino también el mandamiento de Jesús.” (Geschichte des sonntag, págs. 13,
14.)

Los Cristianos del Segundo Siglo. Los gentiles cristianos también observaban el sábado. (Giesele’s Church History, Vol. 1. pág.
93)

Los Primeros Cristianos. “Los cristianos primitivos guardaban el sábado de los judíos; por lo tanto todos los cristianos se unían
para guardar el sábado, en el cual se leían algunas porciones de la ley: y esto continuó hasta el tiempo del concilio de Laodicea.”
(The Whole Works, J. Taylor, Vol. IX, pág. 416, Heber, Vol. pág. 416)

La Iglesia Primitiva. “Es un hecho que el antiguo sábado permaneció y fue observado (junto con la celebración del día del
Señor[1] por los cristianos de la Iglesia Oriental), por más de trescientos años después de la muerte del Salvador.” (A Learned
Treatise of the Sabbath, pág. 77)

SIGLO 3
Egipto (Oxyrhynchus Papyrus 200-250 D.C.). “A menos que hagáis del sábado un sábado real (sabbatize el sábado, griego), no
veréis el Padre.” (The Oxyrhynchus Papyri.” Pt. I. pág. 3, Logion 2, 4-11. Londres: Oficinas del Fondo Para la Exploración de
Egipto, 1898.)

Primeros cristianos. “El séptimo día sábado fue... celebrado solemnemente por Cristo, los apóstoles, y los cristianos primitivos
hasta el concilio de Laodicea, que en un sentido abolió la observancia del mismo.” (Dissertation on the Lord’s Day, págs. 3. 34.
44)

Palestina a la India - La Iglesia Oriental. “Tan temprano como en el 225 d.C. ya existían grandes obispados o conferencias de la
Iglesia Oriental (guardadoras del sábado) que iban de Palestina a la India.” (Mingana, Early Spread of Christianity, Vol. 10, pág.
480)

India - Controversia Budista, 220 d.C. ‘La dinastía Yjshan del Norte de India llamó a un famoso concilio de sacerdotes budistas en
Valsalla para traer uniformidad entre los monjes budistas sobre la observancia de su sábado semanal. Algunos se habían
Impresionado tanto con los escritos del Antiguo Testamento que habían comenzado a guardar el santo sábado.” (Lloyd, The Creed
of Half Japan, pág. 33)

SIGLO 4
Italia y el Oriente. “Era práctica general de las Iglesias Orientales; y algunas Iglesias del oeste... porque en la iglesia de Millaine
(Milán)... parece que el sábado era tenido en alta estima . . . No era porque las Iglesias Orientales, o cualquier otra que observaba
ese día se Inclinara hacia el ludaismo (Judaísmo); pero se reunían Juntos el día de sábado, para adorar a Iesus (Jesús) Cristo, el
Sefior del sábado.’ (Htstory of the Sabbath, se mantiene la ortografía original, Parte 2, parrafo 8, págs. 73. 74. Londres: 1636. Dr.
Heylyn)

Concilio de Laodicea - 365 d.C.


“Canon 16. Durante el sábado, los Evangelios y otras porciones de la Escritura se leerán en alta voz.”
“Canon 20. Los cristianos no podrán judaizar o mantenerse insolentes el sábado, sino que deberán trabajar en ese día; pero en el
día del Señor que ellos honran especialmente, y, como cristianos, de ser posible, deberán abstenerse de trabajar en dicho día.”
(Hefele’s Councils , Vol. 2, b. 6.]

Oriente. “Los cristianos Primitivos fueron muy cuidadosos en la observancia del sábado, o del séptimo día... Es claro que todas las
Iglesias Orientales, y la mayor parte del mundo, observaban el sábado como una festividad... Atanasio también nos dice que ellos
mantenían asambleas religiosas en sábado. no porque estuvieran infectados con judaísmo, sino para adorar a Jesús, el Señor del
sábado. Epifanio dice lo mismo.” (Antiquities of the Christian Church, Vol. II, Libro XX, cap. 3, sec. 1, 66.1135, 1138).

Abisinia. “En la última mitad de ese siglo, San Ambrosio de Milán afirmó oficialmente que el obispo de Abisinia, Museus, había
viajado prácticamente por todo lugar en el país de Seres (China). Por más de diecisiete siglos la iglesia de Abisinia continuó
santificando el sábado como el día santo del cuarto mandamiento.” Ambroseo, De Moribus, Brachmanorium Opera Omnia, 1132.
citado en Migne, Patrologia Latina, Vol. 17, págs. 1131-1132)

España - Concilio de Elvira, 305 d.C. El Canon 28 del concilio de Elvira revela que la iglesia de España durante esa época
guardaba el sábado, el séptimo día. “En cuanto al ayunar cada sábado: Resuelto, que se corrija el error de ayunar cada sábado.”
Esta resolución del concilio estaba en directa oposición a las regulaciones que la Iglesia de Roma había implementado, de imponer
ayuno el día de sábado, con el fin de humillarlo y hacerlo aparecer repugnante a la gente.
Persia, 335-375 d.C. (40 años de persecución bajo Shapur II). La queja popular contra los cristianos era: “Ellos menosprecian
nuestro dios-sol, tienen servicios divinos el sábado, y Profanan el suelo sagrado al enterrar en él a sus muertos.” (Truth
Triumphant, pág. 170)

SIGLO 5
Cristianos del Siglo 5º. Aún hasta el siglo quinto se continuó con la observancia del sábado judío, en la Iglesia cristiana (Ancient
Christianity Exemplified, Lyman Coleman, cap. 20. sec. 2, pág. 327)

Francia. “Por lo tanto, con la excepción de Cultos Vespertinos y Nocturnos, no hay servicios Públicos entre ellos durante el día,
con la excepción de sábado y domingo.” [Juan Cassian, Instituttes, Libro 3. cap. 3)
Cristianos del Siglo 5º. “En los días de Jerónimo (420 d.C.) los más devotos cristianos generalmente trabajaban el domingo.
(Treatise Of the Sabbath Day, Dr. White, Obispo de Ely, pág. 319)

Africa. “San Agustín deploraba el hecho de que en el caso de dos iglesias contiguas en Africa, una observaba el séptimo día
sábado, y la otra ayunaba en ese día.” [Dr. Pedro Heylyn, The History of the Sabbath, pág. 416).

España, 400 d.C. “Ambrosio santificaba el séptimo día como el sábado (como él mismo lo expresa). Ambrosio ejerció gran
influencia en España en donde también se observaba el sábado.” (Truth Triumphant, pág. 63)

Sidonio - hablando del rey Teodorico de los Godos, 454-526 d.C. “Es un hecho el que anteriormente era una costumbre en el
Oriente guardar el sábado como día del Señor y tener reuniones sagradas: mientras por otra parte, la gente del Occidente,
contendiendo en cuanto al día del Señor, han sido negligentes en la celebración del sábado.” [Apollinaris Bidonil Epístolas, 1, 3,
Migne 37)

Italia, Milán. “Ambrosio, el celebrado obispo de Milán, dijo que cuando él estaba en Milán observaba el sábado, pero cuando en
Roma, observaba el domingo. Esto dio lugar al proverbio, «Cuando estás en Roma, compórtate como Roma».” [Heylyn, The
Hístory of the Sabbath).

Constantínopla. “La gente de Constantinopla, y en casi todos los demás lugares, se reúnen el sábado, como también el primer día
de la semana, costumbre que jamás se practica en Roma o Alejandría.” (Sócrates, Ecclesiastical History, Libro 7, cap. 19)
Egipto. “Hay varias ciudades y villas en Egipto donde, contrario al uso establecido en otros lugares, la gente se reúne los sábados
por la tarde, y aunque hayan comido previamente, practican los ritos de la Iglesia.” [Sozomen, Ecclesiastical History, Libro 7, cap.
19)

Papa Inocencio, 402-417. El papa Silvestre (314-335) fue el primero en ordenara las iglesias que ayunaran el sábado, y el papa
Inocencio (402-417) lo transformó en una ley para que las Iglesias lo obedecieran. (Con el fin de hacer que el sábado fuera
repudiado.) “Inocencio en verdad ordenó que en el sábado siempre se ayunara.” (Heylyn, History of the Sabbath, parte 2, cap. 3,
pág. 44)

Esclavo fugitivo y heredero al trono testifican a favor de la verdad bíblica en Irlanda y Escocia (La verdad del sábado preservada
durante los siglos 6 al 11)

Capturado en la quietud de su villa de campo, Patricio fue golpeado y arrastrado hasta un barco que lo estaba esperando.
Inmediatamente se dio cuenta que Iba a ser transportado a Irlanda como esclavo. Poniendo en juego todo su genio creativo,
descubrió una forma de escape y logró huir hacia la Galia. En la providencia de Dios, ocurrió que tuvo oportunidad de oír el
evangelio de Cristo, lo aceptó y fue bautizado. Sintiendo la responsabilidad de dar el mensaje en la tierra de su esclavitud, decidió
embarcarse hacia Irlanda. Allí se dedicó a testificar por la verdad, predicando sermones bíblicos que apelaban a grandes
multitudes, que fueron conducidas por su esfuerzo al pie de la cruz. Aun los reyes de Irlanda quedaron Impresionados por su
predicación bíblica y profundamente espiritual.

Eventualmente, Patricio tuvo la oportunidad de bautizar al hijo del rey, Conall, juntamente con miles más. El biznieto de Conall,
Columba, era uno de los herederos al trono por la ascendencia real de su madre, Elthne. Parece ser que Columba renunció al trono
por la causa de Cristo. Juntamente con Conall, Columba mantenía que la Biblia era la única base de nuestra fe. Él colocaba un
énfasis especial en la necesidad de manifestar una obediencia amorosa hacia los Diez Mandamientos, los cuales llamaba “la Ley
de Cristo.” El Espíritu de Dios trabajó en forma poderosa a través de Columba. Este fundó una escuela cristiana y creó un centro
misionero cerca de la costa británica, en la pequeña Isla de Iona, más o menos por el 563 d.C. Siendo él mismo un asiduo
estudiante de las Escrituras, parece ser que copió a mano el Nuevo Testamento a lo menos unas 300 veces, como también grandes
porciones del Antiguo Testamento. De acuerdo al Dr. Leslie Hardínge en su destacada obra sobre la Iglesia celta, una de las
características más sobresalientes de los celtas era su sagrada consideración hacia el sábado bíblico.

Las últimas horas de la vida de Columba se registran de esta manera, “Habiendo continuado su labor en Escocia por 34 años, él
clara y abiertamente predijo su muerte, y un sábado, el 9 de junio, le dijo a su discípulo Durmit, «Este es el día llamado sábado, o
sea el día de descanso, lo cual será también para mí, porque pondrá fin a mis labores». (Leslie Hardinge, The Celtic Church in
Britain, SPOK, 1972, págs. 80-89)

Andrés Lang al escribir la historia de la iglesia celta dice, “Ellos trabajaban el domingo, pero guardaban el sábado en una forma
sabática.” (Andrew Lang, A History of ScotWnd, Vol. 1, pág. 96)
En su historia religiosa de Escocia, escrita con prolijidad cronológica, Moffat añade: “Haciendo una síntesis debemos decir que
era costumbre en las Iglesias celtas de los primeros tiempos, tanto en Irlanda como en Escocia, guardar el sábado judío como día
de reposo de sus labores regulares. Ellos obedecían el cuarto mandamiento literalmente, es decir, el séptimo día de la semana”
(página 140.)

Dos paladines de Dios, Patricio y Columba, uno un esclavo fugitivo y el otro un heredero al trono, mantuvieron la luz de la verdad
de Dios Iluminando, durante la época del oscurantismo en Irlanda y Escocia. (The Truth Triumphant, Pacific Press Publishing
Association, 1944, pág. 108)

SIGLO 6
La Iglesia de Escocía. “En este asunto ellos parecen haber seguido una costumbre de la que hallamos rastros en la primera Iglesia
monástica de Irlanda, por la cual observaban el sábado como día de reposo, día en el que descansaban de todas sus labores.” (W.T.
Skene, Adamnan, Life of St Columba, 1874. pág. 954).

Escocia, Irlanda. “Parece que vemos aquí una alusión a la costumbre, observada en la primera iglesia monástica de Irlanda, de
hacer del día sábado el día de reposo.” (Bellesheiin, History of the Catholic Church in Scotland, Vol. 1. pág. 36)

SIGLO 7
Escocia e Irlanda. El profesor James C. Moffatt, profesor de Historia Eclesiástica en Princeton, dice: “Parece haber sido la
costumbre de las iglesias célticas de los primeros tiempos, tanto en Irlanda como en Escocia guardar el sábado, el sábado judío,
como día de descanso de las labores regulares. Ellos obedecían el cuarto mandamiento literalmente, guardando el séptimo día de
la semana.” (The Church ín Scotland, pág. 140)

Escocia e Irlanda. “Los Celtas usaban una Biblia latina, similar a la Vulgata y guardaban el sábado como día de reposo, con
servicios especiales el domingo.” [Flic, The Rise of the Medieval Church, pág. 237)
Roma. Gregorio I (590-604 d.C.) escribió contra “los ciudadanos romanos [quienes] prohibían que se hiciera cualquier labor en el
día de sábado.” (Nicene and Post-Nicene Fathers, Segunda Serie, Vol. XIII, pág. 13, Epístola I).

SIGLO 8
Concilio de Liftinae, Bélgica, 745 D.C. (al que asistió Bonifacio). “La tercera alocución de este concilio advierte contra la
observancia del sábado, refiriéndose al decreto del concilio de Laodicea.” (Dr. Hefele, Conciliengesch, 3, 512, sec. 362)
India, China, Persia, etc. “Ampliamente extendida y constante era la costumbre de observar el sábado entre los creyentes de la
iglesia en Oriente y la de la iglesia de Santo Tomás en la India, los cuales nunca se conectaron con Roma. Dicha costumbre
también se mantenía entre aquellos cuerpos religiosos que se habían separado de Roma después del Concilio de Calcedonia, entre
los cuales se contaban los abisinios, los jacobitas, los maronitas, y los armenios.’” (Schaff-Herzog, The New Encyclopedía of
Religious Knowledge, art. “Nestorians”, también Realencyclopedie fur Protestanttsche Teologie und Kirche, art. “Nestorianer”)

China, 781 d.C. “En 781 d.C. el famoso Monumento Chino fue tallado en mármol para indicar el crecimiento del cristianismo en
la China en aquella época. La Inscripción, que consistía de 763 palabras, fue desenterrada en el año 1625 cerca de la ciudad de
Changán y el día de hoy se exhibe en «Bosque de las Lápidas» en Changán. La siguiente cita tomada de este monumento de
mármol demuestra que el sábado era observado por los chinos. «En el día séptimo ofrecemos sacrificios, después de haber
purificado nuestros corazones, y haber recibido el perdón por nuestros pecados. Esta religión, tan perfecta y tan excelente, es
difícil de pronunciar, pero ilumina lo que estaba en oscuridad, a través de sus brillantes preceptos» (Christianity in China, M.
I’Abbe Huc., Vol. I. cap. 2. pág. 48. 49)

SIGLO 9
Bulgaria. “Al mismo comienzo de la obra de evangelización se les enseñó a los búlgaros que no debía realizarse ningún trabajo en
el día sábado.” (Respuesta del papa Nicolás I y Concilio de Bulgaria. Respuesta 10, hallada en Mansi, Sacrorum Concilorum
Nova et Amplissima Collectio, Vol. 15, pág. 406; también Hefele, Concilengeschicte, Vol. 4, sec. 478)
Bulgaria - Papa Nicolás I, en respuesta a una carta de Bogaris, príncipe que gobernaba en Bulgaria. “Pregunta 6 - Los baños son
permitidos el domingo. Pregunta 10 - Uno debe cesar de trabajar el domingo, pero no así el sábado.” (Hefele, 4 346-352. sec. 478)
Bulgaria. “El papa Nicolás I, durante el siglo 9º le envió al príncipe que estaba gobernando Bulgaria un largo documento en el que
le indicaba que debía cesar de trabajar en los domingos, no así los sábados. La cabeza de la Iglesia griega, ofendida por esta
interferencia del papado, declaró al papa excomulgado” (The Truth Triumphant, pág. 332)

SIGLOS 10 al 11
La iglesia Oriental - Kurdistan. “Los Nestorianos no comen cerdo y guardan el sábado. No creen ni en la confesión auricular ni en
el purgatorio. (Schaff-Herzog, The New Encyclopedía of Religious Knowledge, Art. “Nestorians”)
Escocia. “Era otra costumbre de ellos el ser negligentes en la reverencia debida al día del Señor, al dedicarse a toda clase de
negocios mundanales ese día, como lo hacían los demás días de la semana. Que esto era contrario a la ley, ella (la reina Margarita)
se lo probó tanto por razonamiento como por autoridad. «Veneremos el día del Señor», decía ella, «a causa de la resurrección de
nuestro Señor, la cual ocurrió ese día, y no sigamos haciendo obras serviles; teniendo en mente que ese día fuimos redimidos de la
esclavitud del mal. El bendito papa Gregorio afirma lo mismo».” (Life of Saint Margaret, Turgot, pág. 39. Biblioteca del Museo
Británico)
Escocia - Historiador Skene comentando la obra de la reina Margarita. “El asunto siguiente tenía que ver con que ellos no
reverenciaban debidamente el día del Señor, pero en última instancia parecen haber seguido una costumbre, de la cual se hallan
rastros en la iglesia cristiana primitiva de Irlanda, que era la de sostener que el sábado era el día de reposo, en el cual descansaban
de todas sus labores.” (Skene, Celtic Scotland, Vol. 2. pág. 349)

Escocia e Irlanda. “T. Ratcliffe Bamett, en su libro sobre la ferviente reina católica de Escocia quien en 1060 intentó destruir a los
hermanos de Columba, escribe: «En este asunto los escoceses quizás habían adoptado el uso tradicional de la antigua iglesia
irlandesa la cual observaba el sábado en lugar del domingo como día de descanso» (Barnett, Margaret of Scottand, Queen and
Saint, pág. 97)

Concilio de Clermont. “Durante la primera cruzada, el papa Urbano II decretó en el concilio de Clermont (1095 d.C.) que el
sábado se pusiera a un lado en honor de la virgen María.” (History of the Sabbath, pág. 672)

Constantinopla. “Como Uds. observan el sábado con los judíos y el día del Señor con nosotros, se parecen a la secta de los
Nazarenos.” [Migne, Patrologia, Vol. 145, pág. 506. También Hergenroether, Photius, Vol. 3. pág. 746)
La Iglesia Griega. “La observancia del sábado es, como todos lo saben, el objeto de una amarga disputa entre los griegos y los
latinos.” [Neale, A History ofthe Holy Eastem, Vol. 1. pág. 73. Refiriéndose a la separación de la Iglesia Griega de la Latina en
1054)

Los Alpes se hacen eco de la Verdad (La Verdad del sábado preservada de los siglos 12 al 16)
Aún en la época medieval, durante el período de mayor persecución por parte del poder papal hacia aquellos que adoraban a
Cristo y seguían las doctrinas de la Biblia, el sábado nunca se olvidó por completo como día de reposo. Aunque no existe firme
evidencia histórica de que todos los valdenses guardaran el sábado bíblico, es claro que algunos sí lo hacían. Los valdenses eran
un grupo de cristianos que creían en la Biblia y que no aceptaban otro credo, sino solamente las Escrituras. Miraban a Jesús como
a la única cabeza de la iglesia. Esto condujo a una ruptura con Roma. Como consecuencia, a menudo fueron fieramente
perseguidos.

De los escondites en las montañas en el sur de Francia y el norte de Italia, descendían a las ciudades de Francia, Suiza, e Italia y se
disfrazaban de mercaderes. Constantemente alertas para descubrir sinceros buscadores de la verdad, a menudo compartían a riesgo
de sus propias vidas, manuscritos de la Biblia los cuales cosían cuidadosamente en sus largas y amplias túnicas. El Dr. Daniel
Augsberger, de la Universidad de Andrews, hace esta observación interesante en conexión con los valdenses, “... es Interesante
notar que los lugares donde se hallaban observadores del sábado era donde los valdenses habían predicado con mayor éxito.”
(Daniel Augsberger, The Sabbath in Scripture and History, Review and Herald Publishing Association, 1982. pág. 208)
Indudablemente su énfasis en las Escrituras conducía a una más profunda comprensión de la Importancia de la observancia del
sábado, por parte de aquellos con quienes estudiaban las Escrituras.

En el norte de Francia las reuniones secretas de un grupo de observadores del sábado, fueron reveladas a las autoridades en 1420.
De dieciséis a dieciocho personas fueron arrestadas. Juntamente con su predicador, estas personas fueron llevadas ante el tribunal
eclesiástico de la Inquisición. El documento legal de ese tiempo registra que este grupo fue condenado por herejía. Los cargos
incluían entre otras cosas, «guardar el sábado como día de reposo. El predicador del grupo, Bartoul Thurin fue ejecutado por sus
prácticas de guardar el sábado» (Daniel Augsberger, The Sabbath in Scripture and History, Review and Herald Publishing
Association, 1982, pág. 209)

En su libro Truth or Propaganda, el pastor George Vandeman del programa televisivo “It Is Written” (Está Escrito), cuenta esta
historia fascinante (Truth or Propaganda, Paciftc Press Publishing Association, 1986, págs. 164. 165). Hace unos pocos años un
pastor dirigía un grupo de jóvenes como guía de una excursión por el valle valdense del Piamonte. Un atardecer, todos se hallaban
sentados en tomo a la fogata cantando y contando historias misioneras. Ocurrió que algunos de los valdenses se acercaron y se
detuvieron a escuchar, amparados por la oscuridad. Sus corazones fueron conmovidos al oír estas historias presentadas por los
jóvenes. Al oírlos cantar en cuanto a la segunda venida de Jesús, se sintieron verdaderamente inspirados. Cuando hubieron
concluido los cantos y las historias, un anciano valdense llegó hasta la luz de la fogata y dijo, «¡Uds. deben continuar la obra» Y
entonces añadió: «Nosotros los valdenses, tenemos una herencia de la cual nos enorgullecemos mucho. Nos sentimos orgullosos
por la historia de nuestro pueblo que peleó para preservar la luz de la verdad tanto en la altura de las montañas, como también en
estos valles ... Tenemos una gran herencia que nos llega del pasado, pero en realidad no tenemos ningún futuro. Hemos
abandonado las enseñanzas en las cuales una vez creímos. Y lo triste es que no estamos avanzando con valor para enfrentar el
futuro, tampoco. ¡Uds. deben continuar la obrar El clamor de los siglos atravesando el tiempo, llega a nuestros oídos, Indicando
que éste es el momento. Alguien debe continuar la obra. Alguien debe llevar en alto la antorcha de la verdad. Alguien debe
preservar fielmente la verdad por la cual Cristo vivió y murió. Alguien debe guardarla hasta que El venga.»

SIGLO 12
Lombardía. “Restos de observadores del sábado todavía se hallan en tiempos de Gregorio I, Gregorio VII, y durante el
decimosegundo siglo en Lombardia.” [Strong, Cyclopedia, Vol. 1. pág. 660).
Valdenses. «Entre los documentos, originados por las mismas personas, tenemos una explicación de los Diez Mandamientos,
fechada en 1120 por Boyer. Se goza de la observancia del sábado por el cese de todas las labores mundanales.” [Blair, History of
the Waldenses, Vol. 1. pág. 220).
Gales. “Existe mucha evidencia de que el sábado prevaleció universalmente en Gales hasta el 1115 d.C., cuando el primer obispo
romano se sentó en St. David. Las antiguas Iglesias galesas, guardadoras del sábado, ni siquiera entonces se arrodillaron ante
Roma, sino que huyeron a sus lugares de escondite.” (Lewis, Seventh Day Baptists in Europe and America, Vol. 1. pág. 29)
Francia. “Durante veinte años Pedro de Bruys sacudió el sur de Francia. Él enfatizaba específicamente un día de adoración que era
reconocido en esa época por las iglesias celtas de las Islas Británicas, entre los Pablistas, y en la gran Iglesia Oriental, es decir, el
séptimo día del cuarto mandamiento.”

Pasagini. El autor papal, Bonacursus, escribió lo siguiente en contra de Pasagini: “No pocos, sino más bien muchos saben cuáles
son los errores de aquéllos llamados Pasagini . . . Primero, ellos enseñan que debe obedecerse el sábado. Aún más, para aumentar
su error, condenan y rechazan a todos los padres de la Iglesia, y a toda la iglesia romana.” (D’Achery, Spicilegium 1, 22-214;
Muratory, Antiq. med., 152. Hahan, 3. 209)

Hungría, Francia, Inglaterra, Italia, y Alemania. Refiriéndose a los guardadores del sábado llamados Pasagini: “Cómo se ha
extendido la herejía en este momento, parece casi increíble. Desde Bulgaria hasta el Ebro, desde el norte de Francia hasta el Tíber,
los encontramos por doquier. Muchos países se hallan infectados, como por ejemplo Hungría y el sur de Francia; y abundan en
muchos otros países; en Alemania, en Italia, en Holanda, y aun en Inglaterra son evidentes sus esfuerzos.” (Dr. Hahn, Gesck der
Ketzer, 1, 13, 14)

SIGLO 13
Valdenses. “Dicen que el bendito papa Silvestre era el anticristo de quien se hace mención en las epístolas de San Pablo, como el
hijo de perdición. (Ellos también dicen) que tiene que reconocerse la observancia del sábado.” (Ecclesíastical History of the
Ancient Churches of Piedmont, pág. 169. Por un prominente escritor católico romano, escribiendo en cuanto a los valdenses).
Valdenses en Francia. “Los inquisidores... (declaran) que el signo de un Vaudois, juzgado digno de muerte, era que seguía a Cristo
y trataba de obedecer los mandamientos de Dios.” (History of the Inquisition of the Middle Ages, H.C. Lea, Vol. 1).

SIGLO 14
Valdenses. “Que debemos adorar a un solo Dios, quien puede ayudamos, y no los santos que han desaparecido: que debemos
guardar el santo sábado.” [Luther, Forerunners, pág. 38)

Inglaterra, Holanda, Bohemia. “Nosotros escribimos de los Sabatistas en Bohemia. Transilvanla, Inglaterra, y Holanda entre los
1250 y 1600 d.C.” (Wilkinson, pág. 309.)

Bohemia. 1310 (Actual Chequia). “En 1310. doscientos años antes de la tesis de Lutero, los hermanos de Bohemia constituían un
cuarto de la población de Bohemia, y éstos se mantenían en contacto con los valdenses que abundaban en Austria. Lombardía,
Bohemía, norte de Alemania, Turingia, Brandenburgo, y Moravia. Erasmo señala que los valdenses bohemios eran estrictos
guardadores del séptimo día.” (Armitage, A History of the Baptists, pág. 318; Cox, The Literature of the Sabbath Question, Vol. 2.
págs. 201-202).

Noruega. “Entonces, también, en el Catecísmo usado durante el decimocuarto siglo, se lee así el mandamiento del sábado: ‘No te
olvidarás de guardar el séptimo día.” (Esto está tomado de Documents and Studies Conceming the History of the Lutheran
Catechism in the Nordish Churches, pág. 39, Christiania: 1893)

Noruega. “También los sacerdotes son los causantes de que la gente guardara los sábados como domingos.” (Theological
Pertodicalsfor the Evangelícal Lutheran Church In Norway, Vol. 1. pág. 134. Oslo)

SIGLO 15
Bohemia. “Erasmo testifica que aun hasta el año 1500 estos bohemios no solamente guardaban el séptimo día en una forma
escrupulosa, sino que también se les llamaba sabatistas.” (Cox, The Literature of the Sabbath Question , Vol. 2, págs. 201, 202;
Truth Triunfant, pág. 284)

Noruega - Concilio de la iglesia en Bergen, Nomega, el 22 de agosto de 1435. “El primer asunto tenía que ver con el hecho de
observar como santo el día sábado. Había llegado a oídos del obispo que personas en diferentes partes del reino se habían
aventurado a guardar el sábado como día santo. Se prohibe terminantemente (determinado está) en las leyes de la iglesia, que
cualquiera observe o adopte como festividades santas otras que las establecidas por el papa, el arzobispo, o los obispos.” (The
History of the Norwegian Church Under Catholicism, Keyse, Vol. II, pág. 488. Oslo: 1858).

Noruega, 1435 - Concilio Católico Provincial en Bergen. “Se nos ha informado que algunas personas en diferentes distritos del
reino, han adoptado y observan el sábado como día de reposo. Está terminantemente prohibido (en el canon de la santa Iglesia) a
todos el observar otros días que aquéllos que manda el Papa, el Arzobispo, o los Obispos. La observancia del sábado no estará
permitida bajo ninguna circunstancia en el futuro, de acuerdo a lo indicado en los cánones de la Iglesia. Por lo tanto, aconsejamos
a todos los amigos de Dios por toda Noruega que quieren permanecer obedientes a la Santa Iglesia, que dejen a un lado la maldita
observancia del sábado; y al resto les prohibirnos bajo pena de castigos severos por parte de la Iglesia, que guarden el sábado
como día santo.” (Dip. Norveg., 7, 397).

Noruega, 1436 - Conferencia de la Iglesia en Oslo. “Está prohibido bajo pena de los mismos castigos, guardar el sábado como
santo al evitar trabajar ese día.” (History of the Norwegian Church, pág. 401).
Francia - Valdenses. “Luis XII, rey de Francia (1498-1515), informado por los enemigos de los valdenses, que habitaban en una
región de la provincia llamada Provincia, de varios crímenes horrendos que aquéllos tenían en su haber, envió al señor encargado
de atender pedidos y a un cierto doctor de la Sorbona a hacer averiguaciones sobre este asunto. Al regresar, Informaron que
habían visitado todas las parroquias y no habían hallado ni trazos de los crímenes que se los culpaba. Por el contrario, guardaban
el día sábado, y observaban el rito del bautismo. En concordancia con las costumbres de la iglesia primitiva, instruyan a sus hijos
en los artículos de la fe cristiana y los mandamientos de Dios. Cuando el rey hubo oído el informe de estos comisionados, dijo en
un tono solemne, que aquéllos eran mejores que él mismo o su pueblo.” (History of the Christian Church, Vol. II, pág. 71. 72. 3ra.
edición. Londres: 1818)

El Señor del sábado, Un Amo por el cual es digno morir (La verdad del sábado preservada durante los Siglos 16 al 20)
Durante el siglo decimosexto, Osvaldo Glait arriesgó su vida muchas veces por la verdad del sábado. Finalmente fue capturado
mientras se hallaba en una misión evangelística en Europa Central, en 1545. Después de un año y seis semanas en prisión, fue
despertado en medio de la noche por el atronador sonido de marcha de soldados que venían por el corredor hacia su celda. Estos
crueles mercenarios lo ataron de pies y manos, lo arrastraron por la ciudad y lo arrojaron en el Danubio. Poco se imaginó él que la
verdad por la cual habría de dar su vida crearía círculos concéntricos (como los formados por una piedra arrojada en una laguna
clara en un atardecer tranquilo) que rápidamente alcanzarían Europa Central, Gran Bretaña, Escandinavia, para luego ser
transferida a América, y en el siglo veinte capturar el corazón de millones alrededor del mundo.

Para muchos de los primeros ingleses guardadores del séptimo día sábado, el Señor del sábado era Alguien por quien valía la pena
vivir o morir.

John James, un ministro inglés guardador del sábado, estaba predicando un sábado de tarde, el 19 de octubre de 1661. cuando la
policía entró a su iglesia y le demandó en el nombre del rey Carlos II que cesara de hablar. Sin sentirse intimidado, continuó
predicando. Se produjo entonces una conmoción. James fue arrestado, acusado por un jurado manido con falsos cargos y
sentenciado a ser ahorcado; luego fue llevado por la ciudad atado a un caballo, y cortadas sus extremidades una por una con un
hacha. A pesar de dos apelaciones heroicas por parte de su esposa, John James fue colgado por el cuello en Newburg, para luego
ser bajado, y su cuerpo totalmente mutilado. Le quitaron el corazón del pecho y lo arrojaron al fuego y su cabeza la colocaron
sobre un poste, al lado de su Iglesia, como advertencia contra cualquiera que quisiera guardar el séptimo día sábado.

El testimonio de John James a favor de la verdad nos habla elocuentemente hasta hoy. Su valor testifica del poder de Dios. Su
sangre simbólicamente clama desde el suelo, «Nunca transijáis con la verdad». Las palabras de la Escritura hablan con tonos de
trompeta a esta generación: «Por tanto nosotros también, teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos, dejando
todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta» (Hebreos 12:1).

SIGLO 16
Rusia - Concilio de Moscú, 1503. “Los acusados [guardadores del sábado] han sido emplazados; ellos reconocen su nueva fe
abiertamente, y la defienden. El más destacado de entre ellos, el secretario de estado, Kuritzyn, Ivan Maximow, Kassian,
archimandrita del Jurado del Monasterio de Novgorod, fue condenado a muerte, y quemado públicamente dentro de una jaula, en
Moscú, el 27 de diciembre de 1503.” (H. Stemberfi. Geschtchie derJuder, Leipzig, 1873. pág. 117-122).

Suecia. “Este celo por la observancia del sábado continuó por mucho tiempo; se castigaban aun pequeños hechos que pudieran
fortalecer la práctica de guardar el sábado.” (Obispo Anjou, Svensks Kírkan, Historia Efter Motel, Upsala)
Lituanla. “Los Sabatistas enseñan que hay que cuidar aun la apariencia del sábado (séptimo día). Ellos dicen que el domingo es
una invención papas.” (Refutation of Sabbath, Wolfgang Capito. publicado en 1599)

Bohemia - Los Hermanos de Bohemia. El Dr. R. Cox dice: “Hallo en un pasaje de Erasmo que al comienzo del período de la
Reforma, cuando él escribió, había Sabatistas en Bohemia, quienes no solamente guardaban el séptimo día sino que se dice . . .
eran escrupulosos en descansar en ese día.” (Literature of the Sabbath Question, Cox, Vol. II, págs. 201. 202).
La Lista de los Historiadores de las Iglesias (Siglo 16º). “Sabatistas, llamados así porque rechazaban la observancia del día del
Señor por no estar mandado así en las Escrituras, consideraban sólo al sábado como santo, porque Dios descansó en ese día y
mandó que se lo guardase y se descansase en él.”
Alemania - Dr. Eck (refutando a los reformadores). “No obstante, la iglesia ha transferido la observancia del sábado al domingo
por virtud de su propio poder, sin el respaldo de la Escritura.” (Dr. Eck. Enchiridion, 1523. págs. 78, 79)
Europa. “Por el año 1520 muchos de estos guardadores del sábado hallaron refugio en el estado del señor Leonhardt de Lituania,
«Ya que el príncipe de Lituania mantenía la observancia del verdadero sábado»” (History of the Sabbath, J.N. Andrews, págs.
649).

Noruega, 1544. “Algunos de Uds., contrario a la advertencia, guardan el sábado. Uds. deben ser severamente castigados. A
cualquiera que se lo halle guardando el sábado, deberá pagar una multa de diez marcos.” [History of King Christian the Third.
Neils Krac y S. Stephanius.]

Finlandia, el 6 de diciembre de 1544. Rey Gustavus Vasa I, la carta de Suecia al pueblo de Finlandia. “Ya hace tiempo que hemos
oído que algunas personas en Finlandia han caído en el gran error de observar el día séptimo llamado sábado.” (Biblioteca en
Helsingfors Relchsregister, Vol. J., 1554. Teil B.B. hoja 1120. pág. 175-180a.)
Suiza. “La observancia del sábado es parte de la ley moral. Se ha guardado como día santo desde el principio del mundo.” (Ref.
del notable escritor suizo, R. Hospian. 1592)

Holanda y Alemania. Barbara de Thiers, quien fuera ejecutada en 1529 declaró: “Dios nos ordenó descansar en el día séptimo.”
Otra mártir cristiana, Cristina Tolingerin, es mencionada de la siguiente manera: “En cuanto a los días santos y los domingos, ella
dice: «En seis días el Señor hizo el mundo, el séptimo día Él descansó. Los otros días santos han sido instituidos por los papas,
cardenales y obispos.»” (Martirology of the Churches of christ, del Duque de T.J. Van Braght, Londres 1850, 1, pág. 113-114)

SIGLO 17
Inglaterra - 1668. “Aquí en Inglaterra hay unas nueve o diez iglesias que guardan el sábado, además de muchos discípulos
esparcidos, que han sido eminentemente preservados.” (Stennet’s Letters, 1668 y 1670. Cox, Sab. 1, 268)
Inglaterra. El Señor Thomas Bampfield, que había sido orador en uno de los parlamentos de Cromwell escribió también con
relación a la observancia del séptimo día, y fue encarcelado por sus principios religiosos en la cárcel de Ilchester. (Calamy, 2,
260.)

Suecia y Finlandia. “Podemos rastrear estas opiniones casi por toda la Suecia de esos tiempos - desde Finlandia y norte de Suecia.
En el distrito de Upsala los campesinos guardaban el sábado en lugar del domingo. Por el año 1625 esta tendencia llegó a ser tan
pronunciada en estos países que no solamente gran número de gente común guardaba el sábado, sino que también aun muchos
sacerdotes hacían lo mismo.” (History of the Swedish Church, Vol. 1. pág. 256)

América - 1664. “Esteban Mumford, el primer guardador del sábado en América vino de Londres en 1664.” (History of the
Seventh-day Baptists, Gen. Conf. por Jas. Bafley, págs. 237, 238)
América, 1671 - Bautistas del Séptimo Día. “Se separaron de la Iglesia Bautista para poder guardar el sábado.” (Véase Baileys
History, págs. 8, 10)

Inglaterra - Carlos I, 1647 (mientras Interrogaba a los miembros del Parlamento). “Porque no se halla en la Escritura ningún lugar
que diga que el sábado no se debe guardar más, o que ha sido reemplazado por el domingo, por lo tanto debe ser la autoridad de la
iglesia la que cambió el uno e Instituyó el otro.” (Cox, Sabbath Laws, pág. 333)

Inglaterra - John Milton. “Seguramente será mucho más seguro observar el séptimo día de acuerdo al mandamiento expreso de
Dios, que adoptar el primer día basado en autoridad de mera conjetura humana.” (Sab. Lit. 2, 40-54)

SIGLO 18
Alemania - Tennhardt de Nuremberg. “El se mantiene estrictamente fiel a la doctrina del sábado, porque es uno de los Diez
Mandanüentos.” (Bengel, Leben und Wirker Burk, pág. 579)

El mismo dijo: “No se puede mostrar que el domingo haya tomado el lugar del sábado (pág. 366). El Señor Dios ha santificado el
último día de la semana. El anticristo, por otra parte, ha señalado el primer día de la semana.” [Kl. Auszug aus Tennhardt,
Schriften, pág. 49, impreso en 1712)

Bohemia y Moravia (Hoy Chequia) Adolfo Dux describe así en su historia, el período de 1635 a 1867: “La condición de los
Sabatistas era terrible. Todos sus libros y escritos tenían que ser enviados al Consistorio de Karlsburg para llegar a ser presa de las
llamas.” (Aus Ungarn, págs. 289-291, Leipzlg 1880)

Moravia - Conde de Zinzendorf. En 1738 Zinzendorf escribió asi en cuanto a la manera como él guardaba el sábado: «Yo he
usado el sábado para descanso ya por muchos años, y nuestro domingo para la proclamación del evangelio» (Budingsche
Sanimiung, Sec. 8. págs. 224. Leipzig, 1742.)

América, 1741 - los Hermanos Moravos después que Zinzendorf llegó de Europa. “Como un hecho especial merece destacarse el
que él haya resuelto con la Iglesia de Bethlehem observar el séptimo día como día de descanso.” (Ibid., págs. 5, 1421, 1422)
América. Pero antes que Zinzendorf y los moravos en Betlhehem comenzaran a observar el sábado, y prosperaran, había un
pequefto grupo de alemanes, guardadores del sábado, en Pennsylvanla. (Véase Rupp, History of Religious Denominations in the
United States págs. 109-123)

SIGLO 19
China. “Por esta época Hung prohibió el uso del opio, e incluso el tabaco y todas las bebidas intoxicantes, y el sábado se guardaba
religiosamente.” (The Ti-Ping Revolution, Lin-Le un oficial entre ellos, Vol. I, págs. 36.48, 84)
“Al día séptimo se lo observa estricta y religiosamente. El sábado guardado en Taipé es nuestro sábado.”

China. “Cuando se les preguntaba a los taipeanos por qué guardaban el séptimo día, respondían que primero, porque la Biblia lo
enseña así, y segundo, porque sus antecesores lo habían observado como un día de adoración.” (A Critical History of the Sabbath
and the Sunday)

India y Persia. “Además, ellos mantenían una observancia solemne del culto cristiano por todo el imperio, en el séptimo día”
(Christian Researches in Asia, pág. 143)
Dinamarca. En 1875 el pastor M.A. Sonuner comenzó a observar el séptimo día, y escribió en la publicación de su Iglesia,
“Indovet Kristendom,”No. 5, 1875, un artículo impresionante en cuanto al sábado. En una carta al anciano Juan G. Matteson, le
dice: “Entre los Bautistas aquí en Dinamarca hay una gran agitación con respecto al sábado del mandamiento... Sin embargo, yo
soy probablemente el único predicador en Dinamarca cuya posición es muy cercana a la de los Adventistas que por muchos años
han proclamado la segunda venida de Cristo.” (Advent Tidente, mayo, 1875).
Suecla - Bautistas. “Nosotros nos esforzaremos por mostrar ahora que la santificación del sábado tiene su fundamento y su origen
en una ley que Dios mismo estableció en la creación del mundo, y que por consecuencia une a todos los hombres de todas las
edades.’ (Mayo 30, 1853. pág. 169. Evangelisten, Estocolmo, órgano de la Iglesia Bautista Sueca)

América, 1845. “Así vemos cumplido Daniel 7:25, el cuerno pequeño cambiándolos tiempos y la ley. Por lo tanto a mí me parece
que los que guardan el primer día de la semana son guardadores del domingo papal y quebrantadores del sábado de Dios.” (Pastor
T.M. Preble, Feb. 13, 1845.)

SIGLO 20
Adventistas del Séptimo Día. La Iglesia Adventista del Séptimo Día, organizada en el siglo XIX, con más de nueve millones y
medio de miembros en 1996, en un total de 206 países está creciendo rápidamente por todo el mundo. Cuatro congregaciones se
organizan cada día, y cada 48 segundos hay el bautismo de una persona en el mundo.

Hay una medía de 1.801 nuevos bautismos diarios, indicando un crecimiento sólido. Aunque tuvo su comienzo en Estados Unidos
hoy nueve de cada diez adventistas está radicado fuera de ese país. Las personas que se adhieren a esta Iglesia observan doctrinas
puramente cristianas y que guardan el sábado, de acuerdo al cuarto mandamiento. Los adventistas hoy llevan aquel estandarte que
a través de los siglos fue sostenido por los paladines de la fe cristiana.

Los adventistas del Séptimo día tienen uno de los más amplio sistemas educativos protestantes en el mundo (5.530 escuelas,
colegios y las universidades) y tiene una de las redes más abarcante de salud y prevención sanitaria (635 hospitales, clínicas,
barcos y avionetas de atención médica, orfanatos, y residencias de ancianos). Los adventistas hablan en por lo menos 717 idiomas
y otros mil dialectos. Para poder realizar ésta obra 56 imprentas y oficinas editoriales circundan el mundo

Citas ofrecidas por Mark A. Finley, “Los siglos narran su historia”. El Día casi olvidado. Conceerned Communications, Arkansas
(USA)

ORÍGENES DE LA IGLESIA Y REFORMA PROTESTANTE

PATRICIO Y COLUMBA DE IONA

Patricio (en latín: Patricius) fue un misionero cristiano y es conocido como el santo
patrón de Irlanda, junto a san Columba. Fue un predicador y religioso de Britania,
tradicionalmente considerado el introductor de la religión cristiana en Irlanda.

Tradicionalmente se le asocia con haber utilizado el shamrock (Trifolium dubium) —de tres
hojas—, hoy símbolo oficial de Irlanda, como metáfora para explicar la Santísima Trinidad.2 Así
mismo, se le atribuye la hazaña de haber librado la isla de serpientes.

Según sus propios escritos nació en una pequeña villula cercana al vicus de Bannavem Taberniae.
Patricio era hijo de Calpurnius, un diácono cristiano que también era decurión,2 un alto cargo civil,
además de poseer tierras y disponer de servicio. Fuentes posteriores informan que su madre se
llamaba Concessa y que Patricio podría tener también nombres de raíz britónica: Magonus o
Succetus.

Fue Capturado a los 16 años en la quietud de su villa de campo, Patricio fue golpeado y arrastrado
hasta un barco que lo estaba esperando. Inmediatamente se dio cuenta que Iba a ser transportado a
Irlanda como esclavo. Poniendo en juego todo su genio creativo, descubrió una forma de escape y
logró huir hacia la Galia. En la providencia de Dios, ocurrió que tuvo oportunidad de oír el
evangelio de Cristo, lo aceptó y fue bautizado. Sintiendo la responsabilidad de dar el mensaje en la
tierra de su esclavitud, decidió embarcarse hacia Irlanda. Allí se dedicó a testificar por la verdad,
predicando sermones bíblicos que apelaban a grandes multitudes, que fueron conducidas por su esfuerzo al pie de la cruz. Aun los
reyes de Irlanda quedaron Impresionados por su predicación bíblica y profundamente espiritual. Se le conoce como el Apóstol de
Irlanda, donde murió hacia el año 461 de vejez.

Eventualmente, Patricio tuvo la oportunidad de bautizar al hijo del rey, Conall, juntamente con miles más. El biznieto de
Conall, Columba (7 de diciembre de 521 – 9 de junio de 597), era uno de los herederos al trono por la ascendencia real de su
madre, Elthne. Parece ser que Columba renunció al trono por la causa de Cristo. Juntamente con Conall, Columba mantenía que la
Biblia era la única base de nuestra fe. Él colocaba un énfasis especial en la necesidad de manifestar una obediencia amorosa hacia
los Diez Mandamientos, los cuales llamaba “la Ley de Cristo.” El Espíritu de Dios trabajó en forma poderosa a través de
Columba. Este fundó una escuela cristiana y creó un centro misionero cerca de la costa británica, en la pequeña Isla de Iona, más o
menos por el 563 d.C. Siendo él mismo un asiduo estudiante de las Escrituras, parece ser que copió a mano el Nuevo Testamento
Desde el punto de vista histórico, los antiguos patriarcas de Oriente, fijados por los Concilios de Constantinopla (381) y de
Calcedonia (451), se referían a un territorio claramente circunscrito, mientras que el territorio de la Sede del obispo de Roma no
estaba bien definido. En Oriente, en el ámbito del sistema eclesiástico imperial de Justiniano (527-565), junto a los cuatro
Patriarcados orientales (Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén), el papa era considerado patriarca de Occidente.
Inversamente, Roma privilegió la idea de las tres sedes episcopales petrinas: Roma, Alejandría y Antioquía. Sin usar el título de
"patriarca de Occidente", el IV Concilio de Constantinopla (869-70), el IV Concilio de Letrán (1215) y el Concilio de Florencia
(1439), incluyeron al papa como el primero de los cinco patriarcas de entonces.
El título de "patriarca de Occidente" lo empleó en el año 642 el papa Teodoro I y tan sólo volvió a aparecer en los siglos XVI e
XVII, debido a que los títulos del papa se multiplicaron. En el Anuario Pontificio apareció por primera vez en 1863.
Actualmente, el significado del término "Occidente" se enmarca en un contexto cultural que no se refiere únicamente a Europa
Occidental, sino que se extiende desde Estados Unidos a Australia y Nueva Zelanda, diferenciándose de este modo de otros
contextos culturales. Obviamente, este significado del término "Occidente" no pretende describir un territorio eclesiástico, ni puede
ser empleado como definición de un territorio patriarcal. Si se quiere dar a este término un significado aplicable al lenguaje jurídico
eclesial, se podría comprender sólo con referencia a la Iglesia latina. Por tanto, el título "patriarca de Occidente" describiría la
especial relación del obispo de Roma con esta última, y podría expresar la jurisdicción particular del obispo de Roma para la
Iglesia latina.
Como el título de "patriarca de Occidente" era poco claro desde el inicio, con el desarrollo de la historia se hizo obsoleto y
prácticamente no utilizable. Por eso, no tiene sentido insistir en mantenerlo, sobre todo teniendo en cuenta que la Iglesia católica,
con el Concilio Vaticano II, halló para la Iglesia latina en la forma de las Conferencias Episcopales y de sus reuniones
internacionales de Conferencias Episcopales, el ordenamiento canónico adecuado a las necesidades actuales.
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos

El Imperio bizantino
El Imperio bizantino o Bizancio fue la parte oriental del Imperio romano que pervivió durante toda la Edad Media y el comienzo
del Renacimiento. Este imperio se ubicaba en el Mediterráneo oriental. Su capital se encontraba
en Constantinopla (actual Estambul), cuyo nombre más antiguo era Bizancio.
A lo largo de su dilatada historia, el Imperio bizantino sufrió numerosos reveses y pérdidas de territorio, especialmente durante
las guerras romano-sasánidas y las guerras árabo-bizantinas. Aunque su influencia en África del Norte y Oriente Próximo había
entrado en declive como resultado de estos conflictos, continuó siendo una importante potencia militar y económica
en Europa, Oriente Próximo y el Mediterráneo oriental durante la mayor parte de la Edad Media. Tras una última recuperación de
su pasado poder durante la época de la dinastía Comneno, en el siglo XII, el Imperio comenzó una prolongada decadencia durante
las guerras otomano-bizantinas que culminó con la toma de Constantinopla y la conquista del resto de los territorios bajo dominio
bizantino por los turcos, en el siglo XV.
Durante su milenio de existencia, el Imperio fue un bastión del cristianismo, e impidió el avance del islam hacia Europa
Occidental. Fue uno de los principales centros comerciales del mundo, estableciendo una moneda de oro estable que circuló por
toda el área mediterránea. Influyó de modo determinante en las leyes, los sistemas políticos y las costumbres de gran parte de
Europa y de Oriente Medio, y gracias a él se conservaron y transmitieron muchas de las obras literarias y científicas del mundo
clásico y de otras culturas.
En tanto que es la continuación de la parte oriental del Imperio romano, su transformación en una entidad cultural diferente de
Occidente puede verse como un proceso que se inició cuando el emperador Constantino I el Grande trasladó la capital a la
antigua Bizancio (que entonces rebautizó como Nueva Roma, y más tarde se denominaría Constantinopla); continuó con la
escisión definitiva del Imperio romano en dos partes tras la muerte de Teodosio I, en 395, y la posterior desaparición, en 476,
del Imperio romano de Occidente; y alcanzó su culminación durante el siglo VII, bajo el emperador Heraclio I, con cuyas
reformas (sobre todo, la reorganización del ejército y la adopción del griego como lengua oficial), el Imperio adquirió un carácter
marcadamente diferente al del viejo Imperio romano. Algunos académicos, como Theodor Mommsen, han afirmado que
hasta Heraclio puede hablarse con propiedad del Imperio romano de Oriente y más adelante de Imperio bizantino, que duró
hasta 1453, ya que Heraclio sustituyó el antiguo título imperial de «augusto» por el de basileus (palabra griega que significa 'rey' o
'emperador') y reemplazó el latín por el griego como lengua administrativa en 620, después de lo cual el Imperio tuvo un marcado
carácter helénico.
En todo caso, el término Imperio bizantino fue creado por la erudición ilustrada de los siglos XVII y XVIII y nunca fue utilizado
por los habitantes de este imperio, que prefirieron denominarlo siempre Imperio romano o Romania durante toda su existencia.

Historia temprana
En tanto que el Imperio de Occidente se hundía de forma definitiva, los sucesores de Teodosio fueron capaces de conjurar las
sucesivas invasiones de pueblos bárbaros que amenazaron el Imperio de Oriente. Los visigodos fueron desviados hacia Occidente
por el emperador Arcadio (395-408). Su sucesor, Teodosio II (408-450) reforzó las murallas de Constantinopla, haciendo de ella
una ciudad inexpugnable (de hecho, no sería conquistada por tropas extranjeras hasta 1204), y logró evitar la invasión de
los hunos mediante el pago de tributos hasta que se disgregaron y acabaron de representar un peligro tras la muerte de Atila,
en 453. Por su parte, Zenón (474-491) evitó la invasión del rey ostrogodo Teodorico el Grande, dirigiéndolo hacia Italia,
contra el reino establecido por Odoacro.
La unidad religiosa fue amenazada por las herejías que proliferaron en la mitad oriental del Imperio, y que pusieron de relieve la
división en materia doctrinal entre las cuatro principales sedes orientales: Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría. Ya
en 325, el Concilio de Nicea había condenado el arrianismo que negaba la divinidad de Cristo. En 431, el Concilio de
Éfeso declaró herético el nestorianismo. La crisis más duradera, sin embargo, fue la causada por la herejía monofisista que
afirmaba que Cristo solo tenía una naturaleza, la divina. Aunque fue también condenada por el Concilio de Calcedonia, en 451,
había ganado numerosos adeptos, sobre todo en Egipto y Siria, y todos los emperadores fracasaron en sus intentos de restablecer
la unidad religiosa. En este período se inicia también la estrecha asociación entre la Iglesia y el Imperio: León I (457-474)
fue el primer emperador coronado por el patriarca de Constantinopla.
A finales del siglo V, durante el reinado del emperador Anastasio I, el peligro que suponían las invasiones bárbaras parecía
definitivamente conjurado. Los pueblos germánicos, ya asentados en el desaparecido Imperio de Occidente, estaban demasiado
ocupados consolidando sus respectivas monarquías como para interesarse por Bizancio.

La época de Justiniano
Durante el reinado de Justiniano I (527-565), el
Imperio llegó al apogeo de su poder. El emperador se
propuso restaurar las fronteras del antiguo Imperio
romano, para lo que, una vez restaurada la seguridad
de la frontera oriental tras la victoria del
general Belisario frente al
expansionismo persa de Cosroes I en la batalla de
Dara (530), emprendió una serie de guerras de
conquista en Occidente:
Entre 533 y 534, tras sendas victorias en Ad
Decimum y Tricamarum, un Ejército al mando de
Belisario conquistó el reino vándalo, ubicado en la
antigua provincia romana de África y las islas del
Mediterráneo Occidental (Cerdeña, Córcega y
las Baleares). El territorio, una vez pacificado, fue
gobernado por un funcionario denominado magister
militum. En 535 Belisario avanzó hacia Italia,
llegando en 536 hasta Roma tras ocupar el sur de
Italia. Tras una breve recuperación de los
ostrogodos (541-551), un nuevo ejército bizantino, comandado esta vez por Narsés, anexionó nuevamente Italia, creándose
el exarcado de Rávena. En 552 los bizantinos intervinieron en disputas internas de la Hispania visigoda y anexionaron al Imperio
extensos territorios del sur de la península ibérica, llamándola Provincia de Spania. La presencia bizantina en Hispania se
prolongó hasta el año 620.
La Iglesia reconoció al señor de Constantinopla como rey-sacerdote y restauró la relación con Roma. Surgió una nueva
Iglesia de la Divina Sabiduría como signo y símbolo de un esplendor magnífico y majestuoso.

El final: el sitio turco


Durante un tiempo el Imperio sobrevivió, pero finalmente los turcos otomanos invadieron todo lo que quedaba de las posesiones
bizantinas a excepción de unas cuantas ciudades portuarias. (Los otomanos —núcleo originario del futuro Imperio otomano—
procedían de uno de los sultanatos escindidos del Estado selyúcida bajo el mando de un líder llamado Osmán I Gazi, que daría el
nombre a la dinastía otomana u osmanlí).
El Imperio apeló a Occidente en busca de ayuda, pero los diferentes Estados ponían como condición la reunificación de la Iglesia
católica y la ortodoxa. La unidad de las Iglesias fue considerada, y ocasionalmente llevada a cabo por decreto legal, pero los
ortodoxos no la aceptarían. Algunos combatientes occidentales llegaron en auxilio de Bizancio, pero muchos prefirieron dejar al
Imperio sucumbir, y no hicieron nada cuando los otomanos conquistaron los territorios restantes.
La conquista de Constantinopla fue en principio desestimada debido a sus poderosas defensas, pero con el advenimiento de los
cañones, las murallas —que habían sido impenetrables excepto para la Cuarta Cruzada durante más de 1000 años— ya no ofrecían
la protección adecuada frente a los otomanos. La caída de Constantinopla se produjo finalmente el 29 de mayo de 1453,
después de un sitio de dos meses llevado a cabo por Mehmet II. El último emperador bizantino, Constantino XIPaleólogo, fue
visto por última vez cuando entraba en combate con las tropas de jenízaros de los sitiadores otomanos, que superaban de manera
aplastante a los bizantinos. Mehmet II también conquistó Mistra en 1460 y Trebisonda en 1461.

ISLAM
La Península Arábiga en las centurias previas a la llegada de Mahoma estaba escasamente poblada por habitantes de habla árabe,
la mayoría eran beduinos, pastores nómadas organizados por tribus. Aunque hasta el siglo VII, amplias zonas desérticas en la
actualidad, como el territorio de Banu Hanifa en Arabia Central, producían suficiente cereal como para generar asentamientos de
agricultores. Tradicionalmente la zona más fértil se situaba en el sur de Arabia, la actual Yemen, conocida como la Arabia feliz.
Este potencial agrario permitió trascender la organización tribal y dio lugar a la aparición de auténticos reinos, que desarrollaron
toda una infraestructura hidráulica, que permitió cierto desarrollo demográfico en la región. En el norte el comercio también
permitió el desarrollo de ciertos centros urbanos, la futura Medina cobró importancia como enclave estratégico entre las rutas
caravaneras del norte. La Meca hizo lo propio, pero como centro de peregrinación en torno a la Kaaba. Más al norte, como
que Jesús había muerto una vez para siempre, sostenían que un sacerdote no podía repetir este sacrificio celebrando una misa. Los
valdenses primitivos conmemoraban la muerte de Cristo, tal como lo hacen hoy en día, utilizando pan y vino como símbolos.
Los valdenses primitivos sostenían que no era necesario ir a una iglesia para adorar a Dios. Celebraban reuniones clandestinas en
establos, hogares particulares y dondequiera que pudieran hacerlo. Durante estas reuniones estudiaban la Biblia y preparaban
nuevos predicadores, los cuales acompañaban a los más experimentados. Viajaban por parejas de granja en granja y, cuando
estaban en los pueblos y aldeas, iban de casa en casa. El libro de consulta intitulado Dictionnaire de Théologie Catholique en un
artículo que, por lo demás, no favorece a los valdenses, declara:
"Desde la más tierna edad, sus hijos empezaban a aprender los Evangelios y las Epístolas. La predicación de sus diáconos,
sacerdotes y obispos consistía principalmente en citas de la Biblia".
Tomo 15, columna 2591.

JOHN WYCLIF

Conocido como Juan Wiclef en español (Hipswell, Yorkshire, c. 1320 -


Lutterworth, Leicestershire, 31 de diciembre de 1384) fue un traductor, teólogo y
reformador inglés que fundó el movimiento que se conoce como Lolardos o Wycliffismo y
es considerado por muchos autores como el padre espiritual de los husitas y, en última
instancia, de los protestantes. También fue una de las primeras personas en realizar una
traducción de la Biblia en latín, conocida como la Vulgata, directamente a una
lengua vernácula, en este caso el inglés, en 1382.

A partir del siglo XVI, el movimiento Lollard fue considerado como el precursor de
la Reforma Protestante. Wycliffe fue, en consecuencia, caracterizado Como la estrella
vespertina del escolasticismo y como la estrella matutina de la Reforma inglesa. Los escritos
en latín de Wycliffe tuvieron una gran influencia en la filosofía y la enseñanza del
reformador checo Jan Hus (c. 1369-1415), cuya ejecución en 1415 provocó una revuelta y
condujo a las Guerras Husitas de 1419-1434.

CARRERA POLÍTICO ECLESIÁSTICA


Hacia 1370 Wiclef accedió a la cátedra de Teología en la universidad de Oxford, enseñando las sentencias de Lombardo al tiempo
que escribía su libro De benedicta Incarnatione.4 Al acabar sus estudios, se valió de sus contactos personales para acceder
en 1378 a la Corte inglesa, siendo el protegido personal del duque de Lancaster Juan de Gante y tutor personal del rey Ricardo II
de Inglaterra de 1367 hasta su muerte.
Es en esa época cuando Wiclef inicia sus críticas radicales y polémicas hacia la institución eclesiástica, especialmente en lo que
tocaba al tributo que el rey de Inglaterra como feudatario de la Santa Sede debía dar a ésta. Se pronunció abiertamente contra los
censos y tributos que exigían la curia papal. Se declaró así mismo como clérigo peculiar del rey y en 1374 hace una defensa
oficial de los derechos reales contra las reclamaciones del papa Gregorio XI.4 Evitó, en varias ocasiones, y gracias a sus contactos,
ser procesado personalmente por haber sido calificado de «anticristo» por el propio pontífice romano.

PENSAMIENTO TEOLÓGICO
Con la idea de componer un compendio de Teología, publico Documentos donde Wiclef planteaba una doble exigencia a la Iglesia
de su tiempo: el abandono de las riquezas y la renuncia de las pretensiones temporales, a favor de una Iglesia espiritual,
conformada por los predestinados y cuya autoridad suprema fuese la Sagrada Escritura.5

ANTE EL TRIBUNAL ECLESIÁSTICO


El 19 de febrero de 1377, Wiclef fue llamado por el obispo de Londres, Guillermo Courtenay, para que expusiera su doctrina. El
interrogatorio se terminó cuando Juan de Gante, que había acompañado a Wiclef, se encontró en medio de una refriega con el
obispo y su entorno. El 22 de mayo de 1377, el papa Gregorio XI publicó numerosas bulas acusando a Wyclef de herejía. En el
otoño de ese mismo año, el Parlamento le pidió explicaciones sobre el carácter legal de la prohibición hecha a la Iglesia de
Inglaterra acerca de transferir sus bienes al extranjero por orden del Papa. Wyclef confirmó la legalidad de dicha prohibición, y a
principios del 1378 fue convocado de nuevo por el arzobispo de Canterbury, Simon Sudbury. Wyclef recibió sólo una pequeña
sanción gracias a sus relaciones privilegiadas con la Corte.

En lugar de retractarse, en 1378, Wiclef y sus amigos de Oxford empezaron a traducir la Vulgata al inglés, desafiando la
prohibición de la Iglesia.

Al no ver la reforma de la Iglesia, querida por Wiclef y exigida al papa Urbano VI. En 1379, el teólogo inglés comenzó a formular
la doctrina del castigo divino, que el Señor infligía a la Iglesia con el Cisma de Occidente, por causa de su obstinación al pecado.
Calificó a los dos papas de «dos lobos y dos demonios que luchaban entre sí».4 Además, repudió la doctrina de
la transustanciación (cambio de la sustancia del pan y del vino en la sustancia del cuerpo y la sangre de Jesucristo). Esta toma de
posición tan atrevida suscitó tal reprobación que Juan de Gante le retiró su apoyo y creó un profundo escándalo en la sociedad
inglesa, que le supuso su expulsión definitiva de la Corte y de su cátedra universitaria.
A partir de 1380, Wiclef envió a sus discípulos, a los que llamaban los
pobres predicadores, a las ciudades para que dieran a conocer sus tesis
religiosas igualitarias. Los predicadores se encontraron, en todas partes, con
una gran audiencia, y Wiclef fue acusado de sembrar el desorden social. Sin
embargo, no se implicó directamente en la sublevación de los campesinos
en 1381, aunque es probable que sus doctrinas influyeran en ellos. En mayo
de 1382, Couternay, nombrado arzobispo de Canterbury, llevó a Wiclef
ante un tribunal eclesiástico que le condenó por hereje y determinó su
expulsión de Oxford. Wiclef se retiró a su parroquia de Lutterworth.
Sus ideas fueron propagadas en Inglaterra por los predicadores itinerantes, a
quienes el pueblo comenzará a llamarlos lolardos. Sus ataques contra el
papado le costaron la condena de Roma y, en 1384.
Antes, en 1382, Wiclef había sufrido un ataque apoplético que lo había
dejado parcialmente incapacitado. Dos años más tarde un segundo ataque lo dejó paralizado y sin habla. Murió unos cuantos días
después, el 31 de diciembre de 1384, y fue enterrado en el patio de la iglesia de Lutterworth, donde sus restos permanecieron sin
ser tocados por más de 40 años.

El Concilio de Constanza declaró a Juan Wiclef culpable de herejía en 1414, se ordenó la quema de sus libros, así como
la exhumación de su cuerpo y la quema de sus huesos.9 Por otra parte sentenció la persecución contra los lolardos que permitió la
ejecución de John Oldcastle, junto a 37 líderes del movimiento.

Entonces, en 1428, en conformidad con el decreto del Concilio de Constanza emitido 14 años antes, la tumba de Juan Wiclef fue
abierta, sus restos fueron exhumados y quemados, y las cenizas fueron llevadas al pequeño río Swift. Tras su muerte, sus
enseñanzas se expandieron con rapidez. Su Biblia, que apareció en 1388, se repartió profusamente por medio de sus discípulos.
Sus obras influyeron de manera inequívoca en el reformador checo Jan Hus y en los anabaptistas, así como en la sublevación que
él promovió contra la Iglesia. Martín Lutero reconoció, asimismo, la influencia que Wiclef ejerció en sus ideas.

DOCTRINAS
SOBRE EL DOMINIO
Establece que Dios es el único que posee el dominio y está en todas partes, lo cual es fomentado por la debilidad y el pecado del
hombre, cosa que no ocurre en la sociedad perfecta e ideal. En ella, no se necesita de curas ni sacerdotes, pues según él, Dios no
precisa de delegados ni intermediarios, una teoría similar a la que después usará Martín Lutero en el siglo XVI en la Reforma
protestante.

SOBRE LA ECLESIOLOGÍA
En 1376 Wyclef defendió la doctrina de «la autoridad fundada en la gracia», según la cual toda autoridad viene otorgada,
directamente, por la gracia de Dios y pierde su valor cuando su detentador es culpable de pecado mortal. Para él, la verdadera
Iglesia es la iglesia invisible de los cristianos en estado en gracia: Wyclef negaba el principio de la autoridad jerárquica en la
Iglesia y preconizaba la designación del papa por sorteo. Negaba a los curas que habían cometido un pecado mortal la posibilidad
de perdonar los pecados. Wyclef declaró, abiertamente, que la Iglesia de Inglaterra era pecadora y culpable de corrupción.

SOBRE LAS SAGRADAS ESCRITURAS


Wyclif se inclinó, resueltamente, por el realismo contra el nominalismo, en un debate muy acalorado en el que defendía la vuelta a
la Biblia y al agustinismo.8 Dice que el verdadero y auténtico poder está en las Sagradas Escrituras (la Biblia), y no en la Iglesia.
Esta es la teoría del «biblicismo», donde está la salvación, la revelación y la autoridad, de forma que la salvación viene
directamente de Dios, sin intermediarios, y solamente resaltando el valor único de la Biblia, como fuente única de poder.

JAN HUS

Juan Huss (Hussenitz, Reino de Bohemia, c. 1370 - Constanza, Sacro Imperio Romano
Germánico, 6 de julio de 1415), fue un teólogo y filósofo checo, rector de la Universidad
Carolina de Praga. Como reformador y predicador se le considera uno de los precursores
de la Reforma Protestante. Sus seguidores son conocidos como husitas. Murió quemado en
la hoguera tras ser condenado de herejía en el concilio de Constanza.

Juan Hus nació hacia 1370 en Hussenitz, una pequeña villa de la región de la Bohemia
meridional (hoy República Checa), en el seno de una familia de campesinos pobres.

Jan Hus recibió la mejor educación que permitían las circunstancias, aprendiendo lo
suficiente sobre los escritores de Grecia y Roma en una escuela privada en la provincia
de Bohemia, donde obtuvo el título de Bachiller en Teología en 1398. Se le aceptó en
la Universidad de Praga por caridad, es decir, se le permitió estudiar en esa universidad
aunque no tenía el dinero para costear los estudios. Pronto dio pruebas de su capacidad
intelectual y se destacó por su diligencia y aplicación al estudio. Fue maestro en Artes en 1396 y continuó especializándose en
Teología al tiempo que enseñaba Filosofía.

Hus fue ordenado sacerdote en 1400 y al año siguiente obtuvo el cargo de decano de la Facultad de Arte y Filosofía. Fue
nombrado predicador por el rey de Bohemia, Wenceslao de Luxemburgo, primero en la iglesia de San Miguel y luego en la capilla
de Belén de Praga en 1402, donde se predicaba exclusivamente en idioma checo.

Hus encabezó desde 1408 un movimiento basado en las ideas de Juan Wiclef denominado husismo y sus seguidores, los husitas,
se multiplicaron en momentos en que la cristiandad sufría la crisis del Cisma de Occidente. Desde 1378, la Iglesia se encontraba
dividida en dos obediencias, una al papa de Roma y otra al antipapa de Aviñón. Desde el púlpito, Hus criticaba esa división, la
corrupción moral de la Iglesia, los abusos que cometía y la riqueza que estaba acumulando. En un intento de solucionar el cisma,
un grupo de cardenales convocó en 1409 un concilio en Pisa, donde depusieron a los papas Gregorio XII de Roma y Benedicto
XIII de Aviñón y eligieron un tercero, Alejandro V de Pisa. Los dos primeros no dieron marcha atrás y se mantuvieron firmes en
sus cargos. Así que la Iglesia pasó a tener tres pretendientes al solio pontificio. El rey Wenceslao rindió obediencia
al antipapa Alejandro V, separándose con más fuerza de los llamados alemanes, que mantuvieron su obediencia al papa romano.

En este contexto, Hus fue nombrado en 1409 rector de la Universidad de Praga. A la luz de las doctrinas de Wiclef, quería que la
Iglesia católica fuera pobre, que todo lo que hiciera estuviera claramente basado en el Evangelio; además, criticaba la venta
de indulgencias. Le decía a todo el pueblo que debía desobedecer a la Iglesia porque era evidente que los sacerdotes vivían en el
pecado. También pretendía que se prohibieran los bailes. Participó en los grupos que surgieron en la escuela de predicadores
de Milic de Kromeriz, que deseaban volver a la pureza de los primeros años del cristianismo y se oponían a los grandes dirigentes
de la Iglesia.

Predicaba que Jesucristo era la verdadera Piedra y no Pedro, y decía que el papa, con su corrupción y sus muchos pecados y
errores que enseñaba a las personas, era la encarnación del anticristo. Las críticas de Hus se dirigen principalmente al
antipapa Juan XXIII,Nota 15 sucesor de Alejandro V, a quien el rey de Bohemia había dado su obediencia. Para financiar la guerra
contra Ladislao, Juan XXIII promulgó la predicación de las indulgencias en Bohemia. La manifestación pública de Hus causó el
recelo de los predicadores enviados por el antipapa, que se debía más que todo a que a ellos solo les interesaba el dinero y poco el
explicar bien el significado de las indulgencias a los fieles.

Por las calles de la ciudad se llevaron en procesión dos imágenes, una del papa vestido con hábitos pontificales riquísimos y otra
de Jesucristo con vestidos pobres y cargando una cruz. A tres de los manifestantes se les ejecutó por meterse contra los
predicadores de Juan XXIII, y los bohemios los veneraron como mártires, mientras que Hus fue excomulgado por el cardenal
Stefaneschi.

Para poner fin a la división de la cristiandad occidental, el emperador Segismundo convocó el concilio de Constanza, más tarde
ratificado por el antipapa Juan XXIII y luego confirmado por el papa Gregorio XII. En esta ocasión, Jan Hus tuvo la ilusión de
presentarse a la asamblea conciliar para defender sus doctrinas y ser declarado inocente.

El concilio duró del 5 de noviembre de 1414 al 22 de abril de 1418. El emperador, que confiaba y creía en la inocencia de Hus, le
prometió un salvoconducto para acudir allí y explicar sus postulados. Hus llegó a Constanza el 3 de noviembre, dos días antes de
que se abriera el concilio, donde se presentó a los teólogos del concilio, pero las trabas de sus propios compatriotas, que habían
difundido un juicio muy negativo sobre él y sobre sus doctrinas, no permitieron que saliera triunfante como lo esperaba. La
excomunión le prohibía celebrar la misa y predicar, pero Hus no hizo caso y trasgredió la prohibición, por lo que fue detenido
el 28 de noviembre en casa de un capitular y encarcelado -a pesar de lo apalabrado- en un edificio del convento de
los Dominicos.6 Cuando el rey Segismundo llegó el 24 de diciembre, se mostró enojado por no haberse cumplido lo que había
prometido, pero no hizo nada por ayudar a Hus. Como quiera que Segismundo quería heredar la corona bohemia de su
hermano Wenceslao, le interesaba más que se rehabilitara la reputación de Bohemia.

El 24 de marzo de 1415, Hus fue trasladado a la torre de los Descalzos y más tarde encarcelado en la torre del palacio episcopal
en Gottlieben (actualmente Suiza). El 4 de mayo, el Concilio condenó a Wiclef y su doctrina a título póstumo. El 5 de junio de
1415 se llevó a Hus al convento de los Franciscanos, donde pasó las últimas semanas de vida. Del 5 al 8 de junio de 1415 fue
sometido a interrogatorio en el refectorio del convento. El Concilio le exigía que se retractara y abjurara públicamente de su
doctrina. Hus se negó a retractarse de algunas de las doctrinas de Wiclef y se mantuvo firme hasta finales de junio. En la asamblea
general del Concilio, celebrada la mañana del 6 de julio de 1415, fue condenado por herejía, degradado del rango sacerdotal y
abandonado en manos del brazo secular. El emperador le acusó de traición y le condenó a morir en la hoguera, ejecutándose la
sentencia ese mismo día. 7 En dicha asamblea estaban presentes, como representantes del poder secular, el emperador
Segismundo, Federico de Hohenzollern, Luis III del Palatinado y un magnate húngaro. Como representantes del poder eclesiástico
dieron su voto el obispo cardenal de Ostia, el obispo de Lodi, el obispo de Concordia y el arzobispo de Milán. Como el
papa Gregorio XII había abdicado antes, la condena se hizo sin participación papal.

Hus fue entregado al poder secular, que lo llevó fuera del casco de la ciudad. La hoguera se había instalado en un lugar llamado
Brühl entre la muralla y el foso. La orden de prender fuego a la hoguera, en la que se hallaban Hus y sus escritos, la dio el Conde
palatino Luis en nombre del Emperador. Los verdugos esparcieron las cenizas de Hus por el río Rin. Desde el siglo XX hay una
placa conmemorativa en el sitio del patíbulo medieval.
Algunos afirman que antes de ser quemado, Hus dijo las siguientes palabras:
«Vas a asar un ganso, pero dentro de un siglo te encontrarás con un cisne que no podrás asar.»

La muerte de Hus fue sentida en Bohemia como una ofensa a la nación, lo cual desencadenó una revuelta terrible de sus
seguidores, los husitas. En algunas parroquias, los sacerdotes que no compartían las doctrinas de Hus fueron expulsados. Incluso
el arzobispo de Praga fue objeto de amenazas. Algunos nobles de la región, encabezados por la reina Sofía, enviaron una carta al
concilio de Constanza en la que declaraban a Hus como héroe nacional y rebatían las acusaciones contra él. Aseguraban además
que lo de una supuesta herejía bohemia era una mentira y una invención del infierno.9

REFORMA PROTESTANTE
Se conoce como Reforma protestante, o simplemente la Reforma, al movimiento religiosocristiano, iniciado en Alemania en
el siglo XVI por Martín Lutero, que llevó a un cisma de la Iglesia católica para dar origen a numerosas iglesias agrupadas bajo la
denominación de protestantismo.
La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron
provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia católica, además de negar la jurisdicción
del papa sobre toda la cristiandad. El movimiento recibirá posteriormente el nombre de Reforma protestante, por su intención
inicial de reformar el catolicismo con el fin de retornar a un cristianismo primitivo, y la importancia que tuvo la Protesta de
Espira, presentada por algunos príncipes y ciudades alemanas en 1529 contra un edicto del Emperador Carlos V tendiente a
derogar la tolerancia religiosa que había sido anteriormente concedida a los principados alemanes.
La Reforma protestante dependió del apoyo político de algunos príncipes y monarcas para poder formar Iglesias cristianas de
ámbito estatal (posteriormente Iglesias nacionales). Los principales exponentes de la Reforma protestante fueron Martín
Lutero y Juan Calvino.
En el siglo XVI se produjo una gran crisis en la Iglesia católica, en Europa Occidental debido a numerosas acusaciones de
corrupción eclesiástica y falta de piedad religiosa. Fue la venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San
Pedro en Roma, lo que dio inicio a la Reforma protestante, la cual provocaría finalmente que la cristiandad occidental se dividiese
en dos, una liderada por la Iglesia católica, que tras el Concilio de Trento se reivindicó a sí misma como la verdadera heredera de
la cristiandad occidental, expulsando cualquier disidencia y sujetándose a la jurisdicción del papa, y otra mitad que fundó varias
comunidades eclesiales propias, generalmente de carácter nacional para, en su mayoría, rechazar la herencia cristiana medieval y
buscar la restauración de un cristianismo primitivo idealizado. Esto dio lugar a que Europa quedara dividida entre una serie de
países que reconocían al papa, como máximo pontífice de la Iglesia católica, y los países que rechazaban la teología católica y la
autoridad de Roma y que recibieron el nombre común de protestantes. Dicha división provocó una serie de guerras religiosas en
Europa.
La Reforma protestante se inició en Alemania y se explica en gran parte por las condiciones económicas y sociales que tenía
el Sacro Imperio Romano Germánico. Numerosas ciudades eran muy ricas gracias al comercio, además los burgueses eran
partidarios del humanismo y de reformar la corrupción de la Iglesia católica. Pero el grupo más importante en Alemania era la alta
nobleza; los grandes nobles eran casi independientes y señores de numerosas tierras y vasallos campesinos, siempre estaban
conspirando contra la autoridad del emperador germánico, que apenas tenía poder sobre ellos. Pero junto a la alta nobleza existía
una pequeña nobleza formada por los nobles más pobres y los segundones de las grandes casas nobiliarias. A principios del
siglo XV, esta pequeña nobleza estaba completamente arruinada y para recuperar sus ingresos, los pequeños nobles buscaban una
oportunidad para apoderarse de los bienes y las improductivas tierras de la Iglesia católica. La pequeña nobleza aprovechó las
ideas de los humanistas, que criticaban las excesivas riquezas, pompas y boatos de la Iglesia católica, para proclamar que ella no
tenía necesidad de propiedades e intentar apropiarse de sus cuantiosas riquezas. Por esta razón, la pequeña nobleza será la primera
en apoyar y aprovechar las convulsiones reformadoras.
El fundador de la Reforma protestante fue el monje católico agustino alemán Martín Lutero (Eisleben, Alemania, 10 de
noviembre de 1483-ibidem, 18 de febrero de 1546), quien ingresa en 1507 en la orden religiosa de los agustinos.
En el convento católico, Lutero prosiguió sus estudios y se convirtió en un experto en la Biblia y en los autores cristianos
medievales; llegó a ser un doctor universitario y se le contrató para dar clases en la nueva universidad de Wittenberg, que entonces
era la capital del ducado de Sajonia. A partir de la revitalización que vivió el Sacro Imperio Romano Germánico desde que Otón I
el Grande se convirtiera en emperador germánico en el 962, los papas y emperadores se vieron involucrados en una continua
contienda por la supremacía en los asuntos espirituales y temporales.
Este conflicto concluyó, a grandes rasgos, con la victoria del papado, pero creó profundos antagonismos entre Roma y el Imperio
Germánico, que aumentaron durante los siglos XIV y XV. La animosidad provocada por los impuestos papales y por la sumisión a
los delegados pontificios se extendió a otras zonas de Europa.
En este tiempo estalló un gran escándalo en Alemania a causa de la cuestión de las indulgencias, concepto de la teología católica
consistente en que ciertas consecuencias del pecado, como la pena temporal del mismo, pueden ser objeto de una remisión o
indulgencia concedida por determinados representantes de la Iglesia y bajo ciertas condiciones. Esta institución se remonta al
cristianismo antiguo y tanto su práctica como su formulación han evolucionado a lo largo del tiempo.[cita requerida]
Para Lutero, las indulgencias eran una estafa y un engaño a los creyentes con respecto a la salvación de sus almas. En 1517,
Lutero clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus noventa y cinco tesis, en las que atacaba las indulgencias y esbozaba lo
que sería su doctrina sobre la salvación solo por la fe. Este documento es conocido como las noventa y cinco tesis de Wittenberg y
se consideró el comienzo de la Reforma Protestante.
En color rosa pálido los territorios con predominio luterano (norte, centro y este de Alemania, y países escandinavos y bálticos); en rosa más
intenso, anglicano (islas británicas); en amarillo, calvinista (Suiza y abundantes núcleos, dispersos en Francia, Países Bajos —sobre todo al norte,
Holanda—, Escocia y Europa Centro-Oriental). Los católicosen azul (Europa Meridional, sur y oeste de Alemania, Países Bajos del sur —Flandes, la
actual Bélgica—, Irlanda, núcleos en Gran Bretaña, Polonia y amplias zonas de Europa Centro-Oriental); y en verde los ortodoxos (su zona tradicional
en los Balcanes, Rumanía y Rusia).

Las noventa y cinco tesis se difundieron rápidamente por toda Alemania


gracias a la imprenta, y Lutero se convirtió en un héroe para todos los
que deseaban una reforma de la Iglesia católica. En algunos lugares
hasta se iniciaron asaltos a edificios y propiedades de la misma Iglesia
católica. Por sus noventa y cinco tesis, Lutero se había convertido en el
símbolo de la rebelión de Alemania contra lo que ellos consideraban
prepotencia de la Iglesia católica. Lutero arriesgaba además su vida, ya
que podía ser declarado hereje por la jerarquía eclesiástica y ser
condenado a la hoguera.

Al principio, la Iglesia católica no dio demasiada importancia a las ideas


de Lutero, ni a sus ataques contra la doctrina de salvación por las obras,
pero muy pronto tuvo que reaccionar ante las noticias que llegaban de
Alemania, de que gran parte de la gente estaba desafiando la autoridad
del papa.
Lutero continuó atacando las indulgencias y la doctrina que sustentaba
tal práctica mediante escritos que la imprenta difundía por toda
Alemania. Lutero hacía un llamado a la nobleza alemana para que
negase obediencia al papa y apoyase la formación de una Iglesia alemana; afirmaba también que, de acuerdo a la Biblia, todos los
cristianos eran sacerdotes sin necesidad de ninguna ordenación especial y negaba la jurisdicción suprema del papa sobre la
cristiandad universal. Lutero criticaba así mismo los sacramentos de la Iglesia católica, reduciéndolos a solo dos, que él pensaba
eran bíblicamente fundamentados y afirmaba también que los poderes civiles debían tener plena autoridad política sobre la Iglesia
católica. Esto iba más allá de la doctrina de la salvación por la fe y suponía una auténtica amenaza para el catolicismo.
Finalmente, el papa declaró a Lutero un hereje y lo excomulgó, es decir, lo declaró separado de la comunidad de la Iglesia
católica.
En 1521, el recién elegido emperador Carlos V de Alemania (Sacro Imperio Romano) (rey de España como Carlos I) convocó
una Dieta (asamblea de todas las autoridades del imperio) en la ciudad de Worms e invitó a Lutero a que asistiera a la misma para
explicar su postura.
Muchos advirtieron a Lutero que se trataría de una trampa, pero Lutero estaba decidido a acudir pese a todos los peligros. La Dieta
se celebró y Lutero expuso su doctrina ante el mismo Carlos V, pero este no quedó convencido por Lutero y, en cambio, hizo una
declaración de lealtad y fidelidad a los principios de la Iglesia católica. A partir de entonces, la dinastía de los Habsburgo se
convertirá en la primera defensora de la Iglesia católica contra los protestantes. Como los Habsburgo eran también reyes de
España, la defensa del catolicismo se convertiría en una de las bases de la identidad española, durante siglos.
La Dieta terminó y Lutero se dispuso a regresar a Wittenberg, pero en el camino de vuelta, fue secuestrado por agentes
de Federico III de Sajonia, que quería protegerle y que lo escondió con nombre falso en el castillo de Wartburg.
El duque quería salvar a Lutero de posibles maniobras de la Iglesia católica, por lo que Lutero tuvo que quedarse en el castillo y
aprovechó ese tiempo para realizar su primera traducción al alemán de la Biblia. Mientras Lutero estaba escondido, sus partidarios
empezaron a interpretar sus doctrinas, en un sentido que Lutero no había previsto, como producto de la doctrina de Lutero de la
interpretación libre de las Escrituras.
Varios seguidores de Lutero (pronto serían rechazados por el propio Lutero y denominados «reformadores radicales»)
comenzaron a decir que se debían destruir todas las pinturas, estatuas e imágenes religiosas, que los sacerdotes tenían el deber de
casarse, y no solo afirmaban que la Iglesia cristiana no debía tener propiedades, sino que, según la Biblia, todos los cristianos
debían tener las mismas propiedades y que, por lo tanto, se debía abolir la propiedad privada y repartir todos los bienes entre los
integrantes de la comunidad cristiana. De esta manera, corrientes radicales que apoyaban todo esto, como el anabaptismo, fueron
criticadas por Lutero y posteriormente combatidas por católicos y protestantes por igual.
La alta nobleza reunió un gran ejército que derrotó brutalmente a estos protestantes radicales sublevados en una sola batalla. La
represión fue durísima y miles de protestantes fueron ejecutados con extrema crueldad; entre los ejecutados se encontraba el
dirigente más importante de esta reforma radical, Thomas Müntzer.
Lutero apoyó desde un primer momento a la nobleza, ya que pensaba que su autoridad era legítima y que su apoyo era
indispensable para el triunfo de la reforma de la Iglesia cristiana. Durante estos años, Carlos V no pudo intervenir en Alemania,
pues debió proseguir sus guerras contra Francia y sus campañas contra los turcos, pero en 1529 consiguió un periodo de paz con
Francia que le permitió ocuparse de la situación religiosa en Alemania.
En 1529, Carlos V convoca una Dieta en la ciudad de Espira y en ella intenta convencer a los nobles que se han convertido
al luteranismo, para que se sometan a la jurisdicción del papa, pero los príncipes y señores luteranos se niegan y protestan en la
convocatoria de la Dieta, y a causa de esta protesta los católicos comenzarán a llamarlos con el nombre de protestantes.
En 1530, Carlos V convocó otra Dieta en la ciudad de Augsburgo y en ella intentó conseguir que los luteranos y los católicos se
pusieran de acuerdo para aceptar una doctrina cristiana común que superase la división religiosa. Lutero fue invitado de nuevo a
asistir, pero se negó y envió en su lugar a su discípulo Philipp Melanchthon. Los esfuerzos de Carlos V en la Dieta fueron inútiles,
pues Melanchthon se negó a cualquier acuerdo y en su lugar los protestantes redactaron la llamada Confesión de Augsburgo, en la
que exponían sistemáticamente los principios de su doctrina. Los católicos seguirían pronto su ejemplo, redactando también su
compendio doctrinal, de modo que la cristiandad occidental se había dividido irremediablemente.
Lutero muere en 1546 mientras Carlos V preparaba en Alemania una campaña contra la liga de Esmalcalda, defensora del
protestantismo. Carlos V presentó su campaña no como una guerra contra los protestantes, sino como un castigo contra los nobles
que se habían rebelado contra su emperador; en su ejército había, sobre todo, tropas españolas, pero también nobles protestantes
que no se habían unido a la liga y que permanecían fieles a Carlos V. El ejército de Carlos V derrotó a la liga de Esmalcalda en
1547 en la gran batalla de Mühlberg. Parecía que el triunfo de Carlos V era total y toda Sajonia fue ocupada por las tropas del
emperador germánico.
Carlos V se proponía ahora encontrar una solución a la división religiosa de Alemania, pero su triunfo había asustado a todos los
nobles de Alemania, tanto a los católicos como a los protestantes, que temían que el emperador se volviera demasiado poderoso.
Todos estos nobles van a formar posteriormente en secreto una alianza contra Carlos V anulando las ventajas conseguidas por la
victoria de Mühlberg.
En un momento en que Carlos V se encontraba en Alemania sin tropas españolas, los nobles alemanes se rebelan contra él y el
emperador tuvo que escapar hacia Italia, mientras su poder y autoridad se derrumbaban en Alemania.
Carlos V se vio obligado a aceptar las condiciones de los nobles rebeldes y en 1555 firmó la paz de Augsburgo. Según esa paz,
cada príncipe alemán podía profesar la religión que quisiera sin que el emperador lo pudiese impedir (cuius regio eius religio); sin
embargo, todos los vasallos de un noble tenían que tener la misma religión. Finalizaba así el anhelo de Carlos V de mantener la
unidad religiosa en sus dominios.
A la reacción de la Iglesia católica ante el protestantismo se le conoce generalmente con el nombre de Contrarreforma católica,
aunque algunos historiadores consideran más preciso el término «Reforma católica».
Aunque muchos creían que era necesario reformarse, no sabían el modo de hacerlo. Pronto, se llegó a la idea de que la mejor
solución era convocar a un Concilio donde se pudiesen discutir las posibles reformas. Carlos V presionaba también a los papas
para que se convocase ese concilio con la esperanza de que la Iglesia católica volviese a existir unificada, pero los papas
desconfiaban de las pretensiones políticas de Carlos V en Italia y no convocaron este concilio sino hasta 1545, reunión que sería
conocida como Concilio de Trento.
Las sesiones del Concilio de Trento duraron casi 17 años, ya que fueron interrumpidas muchas veces. Varios papas se sucedieron
en Roma en ese lapso y cuando dicho concilio finalizó, en 1562, ya había muerto Carlos V.
El concilio se desarrolló sin la participación de los adherentes al emergente protestantismo (aunque fue Lutero quien primero
propuso la necesidad de un concilio, en 1518), debido a que ellos mismos se negaron a participar, pues ya habían creado nuevas
iglesias separadas del catolicismo.
En el Concilio de Trento se reformaron los abusos anteriores: se cuidó la formación de los obispos, se establecieron medidas
de disciplina para los sacerdotes y se crearon seminarios para que los nuevos sacerdotes tuvieran una preparación religiosa
adecuada para poder enseñar la fe católica.
Se reafirmaron todos los puntos de la doctrina milenaria católica frente a las protestantes:

• Rechazo a la idea de la Biblia como fuente única de doctrina (son de igual importancia la Sagrada Tradición Apostólica y
el Magisterio de la Iglesia católica que junto con la Biblia hacen parte del único depósito de la fe).
• La salvación es por gracia de Dios mediante la fe y las obras juntas (Decreto de la Justificación).
• La Eucaristía se definió dogmáticamente como la consagración del pan en el cuerpo de Cristo y del vino en su sangre, que
renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
• La veneración a las imágenes iconográficas y a las reliquias, muchas de ellas vinculadas al culto cristiano de María
(madre de Jesús) como virgen y a los santosfueron confirmadas como práctica cristiana, junto a la existencia
del Purgatorio. Esto tendría una enorme importancia en el desarrollo del arte en las iglesias católicas europeas, el
llamado arte barroco será la expresión artística de la Contrarreforma católica, con gran abundancia de imágenes para atraer al
hombre común a la fe católica.
• Se unificaron los ritos de la Iglesia católica Occidental en uno solo, la Misa tridentina.

La Contrarreforma alimentó un renacer en el catolicismo, impulso que se manifestó en el reavivamiento de antiguas órdenes
religiosas, como la Orden de los carmelitas descalzos, reformada en España por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los
dos grandes escritores místicos de la península ibérica. Pero la orden religiosa que más ayuda prestó a la Contrarreforma católica
fue la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola, de la que se distinguieron varios teólogos participantes en el
Concilio de Trento.

LA REFORMA PROTESTANTE EN SUIZA


En Suiza también se van a separar algunos territorios de la Iglesia católica; las ideas de Lutero llegaron muy pronto a Suiza y
aparecieron una serie de predicadores que criticaban la corrupción de la Iglesia católica y defendían la creación de una «Iglesia»
distinta. Uno de los primeros fue Zwinglio. Aunque compartía muchas de las ideas de Lutero, Zwinglio quería dar una mayor
libertad a su nueva «Iglesia» cristiana y rechazaba el sometimiento de los cristianos a la nobleza como defendía Lutero. Al final el
mismo Lutero criticó a Zwinglio y se alegró públicamente de su muerte en un combate contra los suizos católicos.
Pero el principal foco de la Reforma protestante en Suiza va a ser la ciudad de Ginebra, gracias a la actuación de Juan Calvino que
con Lutero es la mayor figura de la Reforma protestante.
En Ginebra una serie de reformadores habían asaltado las iglesias y conventos expulsando a los sacerdotes católicos, pero estos
reformadores no sabían cómo organizar la nueva «Iglesia» que pretendían crear ni tampoco tenían claro qué nueva doctrina
querían establecer, por lo que llamaron a una figura de prestigio dentro del campo protestante, que supiera cómo organizar la
nueva Iglesia y diera un contenido religioso claro, y llamaron a la ciudad a Juan Calvino.
Este era un francés que había estudiado teología en varias universidades, entre ellas la de París; aunque al principio acepta algunas
de las ideas luteranas, muy pronto piensa que Lutero ha conservado demasiadas cosas de la Iglesia católica que debían ser
suprimidas. Calvino también opina que el hombre debe acceder a la fe por medio de la lectura de la Biblia, pero considera que se
debían de eliminar todos los sacramentos de la Iglesia católica, incluyendo los tres que había conservado Lutero. Para él todas las
imágenes debían ser eliminadas de los templos religiosos.
Calvino también pensaba que no debían existir ni sacerdotes ni obispos y que los jefes religiosos debían ser pastoreselegidos por
la congregación; pero la teoría religiosa más importante que Calvino predicó como producto de su libre interpretación de la Biblia
es la predestinación: según esta teoría el hombre por sí mismo no puede hacer nada para alcanzar la salvación, ni por la fe ni por
las obras, sino que antes de nacer Dios ya ha elegido a un hombre para la condenación o la salvación y el hombre no puede hacer
nada para cambiar el designio divino. En la sociedad humana se puede distinguir a los hombres elegidos para su salvación en los
que llevan una vida virtuosa y sin pecado y en los que tienen riquezas y éxito material en la vida, pues eso es signo de la
protección de Dios.
Calvino empezó a exponer sus ideas en París, pero como Francia era católica tuvo que huir del Reino y refugiarse en el extranjero.
Ya empezaba a ser conocido entre los protestantes europeos como un hombre firme y enérgico, un gran teólogo y un buen
organizador que sabía dirigir a los hombres, y por esta razón fue llamado por los protestantes de Ginebra.
Cuando Calvino llega a Ginebra, toma la decisión de que si quiere imponer una nueva «iglesia» que adopte sus puntos de vista
religiosos tiene que controlar el gobierno de la ciudad; intenta dar órdenes al consejo municipal, que termina por expulsarle de
Ginebra.
Sin embargo, la situación en Ginebra continuaba sin aclararse, las autoridades de la ciudad eran incapaces de organizar una
«Iglesia» nueva y Calvino seguía teniendo partidarios en la ciudad; estos partidarios convencen a las autoridades de Ginebra para
que permitan el regreso de Calvino a Ginebra con la promesa de que no se entrometerá en el gobierno político de la ciudad. Y las
autoridades autorizan el regreso de Calvino a Ginebra en 1541.
Calvino ha aprendido la lección y ha comprendido que no puede manifestar abiertamente su deseo de controlar políticamente la
ciudad; sin embargo, no renuncia a hacerse con el poder de Ginebra, que para él era indispensable para fundar su nueva Iglesia.
Durante doce años Calvino va a llevar a cabo una paciente labor para ganarse partidarios en el gobierno de la ciudad, aumentar su
influencia en Ginebra hasta que llegase el día en que el gobierno y todas sus instituciones estuvieran bajo su control. Cuando ya
Calvino está a punto de controlar el gobierno se produce la ejecución en la hoguera del español Miguel Servet.
Miguel Servet era un humanista español típico de la época del Renacimiento, tenía curiosidad por todas las materias desde la
ciencia a la medicina pasando por la filosofía y la religión. Como muchos hombres de su tiempo estaba descontento con la Iglesia
católica y rechazaba la doctrina católica milenaria. Servet desarrolló sus propias ideas religiosas y llegó a creer que Jesucristo no
había sido hijo de Dios, que sólo tenía naturaleza humana y no divina; esto era adoptar una corriente de los primeros siglos del
cristianismo, que la Iglesia católica había condenado por herética en el siglo IV y que todos los protestantes rechazaban con
escándalo. Servet fue a estudiar a las universidades francesas y también en la de París, donde conoció a Calvino. Allí Calvino
comenzó a tener un profundo odio hacia aquel español al que consideraba un peligroso hereje.
A causa de sus opiniones, Servet tuvo que escapar de París, cambió de nombre y se instaló como médico en Vienne de Isère,
localidad cerca de la frontera con Suiza; tuvo éxito como médico y llegó a adquirir una respetable situación económica y fue en
esos años cuando descubrió la circulación de la sangre.
Pero Servet seguía con sus inquietudes religiosas y escribió un libro sobre sus doctrinas acerca de Jesucristo, que hizo imprimir
clandestinamente en una imprenta secreta.
Pero Servet cometió el error de escribir a Calvino en Ginebra enviándole ejemplares de su libro, y Calvino en una carta lo
denuncia a la Inquisición francesa católica. Sin embargo, Servet tenía amigos que le protegieron y ayudaron a ocultar su imprenta,
y la Inquisición católica renunció a investigar. Pero Calvino envió las cartas que el propio Servet había escrito; las cartas eran una
prueba irrefutable de que aquel médico era el español Miguel Servet.
La Inquisición católica condena a Servet a la hoguera pero la noche antes de la ejecución sus amigos ayudan a Servet a escapar.
Servet no sabe la influencia política que Calvino tiene en Ginebra y comete el tremendo error de intentar refugiarse en esa ciudad,
creyendo que allí estaría seguro. En Ginebra, Calvino lo reconoce y consigue que las autoridades de la ciudad lo detengan como
hereje. Calvino quiere que se juzgue a Servet y se le queme en la hoguera, pero todavía no controla del todo el gobierno de la
ciudad y el juicio de Servet se va a convertir en un pulso entre Calvino y los gobernantes de la ciudad que se oponen a él, pero
finalmente Calvino se impone y Servet es condenado a la muerte en la hoguera.
La muerte de Servet, alejó de Calvino a una serie de protestantes europeos que se habían refugiado en Ginebra. Estos protestantes
también tenían sus propias ideas religiosas, sintieron sus vidas amenazadas y escaparon de la ciudad; el más famoso de estos
refugiados fue Sebastián Castellion que desde el extranjero denunció a Calvino por la muerte de Servet defendiendo la tolerancia
religiosa y el derecho del hombre a tener sus propias opiniones; Castellion es considerado el padre de la libertad de pensamiento
en Europa.
Pero la muerte y el juicio de Servet le sirvieron a Calvino para hacerse definitivamente con el gobierno de la ciudad, los
adversarios de Calvino fueron expulsados del gobierno municipal y algunos de ellos ejecutados. Ahora toda Ginebra obedecía las
órdenes de Calvino.
Calvino quiso hacer de Ginebra la capital religiosa de un nuevo cristianismo y quiso obligar a sus habitantes a la fuerza a llevar
una vida virtuosa y cristiana: se suprimieron todos los bailes, se prohibieron todas las canciones, se prohibieron todos los
espectáculos y representaciones teatrales, se cerraron las tabernas y se prohibieron las bebidas y las borracheras, todos debían ser
buenos cristianos a la fuerza.
Toda Ginebra se convirtió en una ciudad calvinista dedicada solo al trabajo y a la oración. Pero Calvino quería extender toda su
comunidad cristiana por toda Europa y en Ginebra se fundaron escuelas calvinistas para todos los protestantes extranjeros que
visitaban la ciudad; estos extranjeros debían regresar a sus países de origen y enseñar allí la doctrina calvinista.
El más importante de estos extranjeros fue el escocés John Knox, que consiguió que toda Escocia se convirtiera al calvinismo; en
Escocia los calvinistas recibieron el nombre de presbiterianos. Escocia fue el único país donde el calvinismo se convirtió en
religión oficial, pero también llegó a ser mayoritario en Holanda y hubo importantes minorías calvinistas en Alemania, Inglaterra
y en Francia; en Inglaterra los calvinistas recibieron el nombre de puritanos y en Francia se les dio el nombre de hugonotes.

MARTÍN LUTERO

(Eisleben, Alemania, 10 de noviembre de 1483-ibidem, 18 de febrero de 1546), fue un teólogo y fraile católico agustino que
comenzó e impulsó la reforma religiosa en Alemania y en cuyas enseñanzas se inspiraron la Reforma Protestante y
la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo.
Hijo de Hans y Margarethe Luder, Martín nació el 10 de noviembre de 1483 y fue
bautizado al día siguiente de la celebración de la festividad de san Martín de Tours,
por lo que le dieron el nombre de ese santo. En 1484 la familia se trasladó
a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un
medio campesino, Hans Luder ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para
darle más honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas
en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.3
En 1501, a los 18 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba
el laúd y recibió el apodo de El filósofo.
Recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17
candidatos.4 Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho
de esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica el 2 de julio de
1505. Un rayo cayó cerca de él mientras regresaba de una visita a la casa de sus
padres. Aterrorizado, gritó: «¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y
abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y
entró en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.56
Martín Lutero En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote y en 1508 comenzó a enseñar Teología en
Pintado por Lucas Cranach el la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios
Viejo. Bíblicos el 9 de marzo de 1508.
El 21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de la Facultad de Teología",
dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando a su cargo once monasterios.8
Durante esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y los matices de las palabras utilizadas en las
escrituras, conocimientos que luego emplearía para la traducción de la Biblia judía.

TEOLOGIA DE LA GRACIA
Las ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín Lutero a estudiar las Escrituras en profundidad. Influido por la
vocación humanista de ir ad fontes («a las fuentes»), se sumergió en el estudio de la Biblia y de la Iglesia primitiva. Debido a esto,
términos como la penitencia y la probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido ahora de que la Iglesia había
perdido la visión de varias verdades centrales que el cristianismo enseñaba en las Escrituras, siendo una de las más importantes de
ellas la doctrina de la justificación solo por la fe. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo exclusivamente de Dios,
dado por la gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe.

Más tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la distinción propia entre la Ley de Moisés y los Evangelios que reforzaban
su teología de la gracia. Como consecuencia, Lutero creía que su principio de interpretación era un punto inicial esencial en el
estudio de las Escrituras. Notó que la falta de claridad al distinguir la Ley Mosaica de los Evangelios era la causa de la incorrecta
comprensión del Evangelio de Jesús en la Iglesia de su época, institución a la que responsabilizaba de haber creado y fomentado
muchos errores teológicos fundamentales.

EXILIO EN EL CASTILLO DE WARTBURG


La desaparición de Lutero durante el viaje de regreso de Wittenberg fue planeada. Federico el Sabio dispuso que una escolta
enmascarada a caballo capturase a Lutero y lo llevase al castillo de Wartburg en Eisenach, donde permaneció cerca de un año. Le
creció una amplia y brillante barba, tomó el atuendo de un caballero y se asignó el pseudónimo de Junker Jörg (Caballero Jorge).
Durante este periodo de estadía forzada, Lutero trabajó a paso firme en la traducción del Nuevo Testamento.

La estancia de Lutero en Wartburg fue el comienzo de un periodo constructivo de su carrera como reformador. En su «desierto» o
«Patmos» de Wartburg (como le llamaba en sus cartas), empezó a traducir la Biblia, imprimiéndose el Nuevo Testamento en
septiembre de 1522. Además de otros escritos, preparó la primera parte de su guía para párrocos y su Von der Beichte (Sobre la
confesión), en la que niega la obligación de la confesión y admite la validez de las confesiones privadas voluntarias. También
escribió en contra del arzobispo Albrecht, a quien obligó a desistir de reiniciar la venta de indulgencias.

En sus ataques a Jacobus Latomus, avanzó en su visión de la relación entre la gracia y la ley, así como en la naturaleza
comunicada por Cristo, distinguiendo el objetivo de la gracia de Dios para el pecador, quien, al creer, es justificado por Dios
debido a la justicia de Cristo, de la gracia salvadora que mora dentro del hombre pecador. Al mismo tiempo puso énfasis en la
insuficiencia del «principio de justificación», en la persistencia del pecado después del bautismo y en la inherencia del pecado en
cada buena obra.
Lutero a menudo escribía cartas a sus amigos y aliados respondiendo o preguntándoles por sus puntos de vista o por consejos. Por
ejemplo, Philipp Melanchthon le escribió preguntándole cómo responder a la acusación de que los reformistas renegaban del
peregrinaje, del ayuno y de otras formas tradicionales de piedad. Lutero le respondió el 1 de agosto de 1521: «Si eres un
predicador de la misericordia, no predicas una misericordia imaginaria, sino una verdadera. Si la misericordia es verdadera,
debes padecer el pecado verdadero, no imaginario. Dios no salva a aquellos que son solo pecadores imaginarios. Sé un pecador
y deja que tus pecados sean fuertes, pero deja que tu confianza en Cristo sea más fuerte, y regocíjate en Cristo, quien es el
vencedor sobre el pecado, la muerte y el mundo. Cometeremos pecados mientras estemos aquí, porque en esta vida no hay un
lugar donde la justicia resida. Nosotros, sin embargo, dice Pedro (2ª Pedro 3:13), estamos buscando más allá un nuevo cielo y
una nueva tierra donde reine la justicia».
Mientras tanto, algunos sacerdotes sajones habían renunciado al voto del celibato, en tanto que otros atacaron la validez de los
votos monásticos. Lutero en su De votis monasticis (Sobre los votos monásticos) aconsejó tener más cautela, aceptando en el
fondo que los votos eran generalmente tomados «con la intención de la salvación o la búsqueda de justificación». Con la
aprobación de Lutero en su De abroganda missa privata(Sobre la abrogación de la misa privada), pero en contra de la oposición
firme de su prior, los agustinos de Wittenberg realizaron cambios en las formas de adoración y suprimieron las misas. Su violencia
e intolerancia, sin embargo, desagradaron a Lutero, que a principios de diciembre pasó unos días entre ellos. Al regresar a
Wartburg, escribió Eine treue Vermahnung... vor Aufruhr und Empörung (Una sincera amonestación por Martín Lutero a todos
los cristianos para guardarse de la insurrección y rebelión). Aun así, Carlstadt y el ex-agustino Gabriel Zwilling demandaron en
Wittenberg la abolición de la misa privada y de la comunión bajo las dos especies, así como la eliminación de las imágenes de las
iglesias y la abrogación del magisterio.
Cuando Lutero tradujo la Biblia al idioma alemán, la mayoría de la sociedad era analfabeta. La Iglesia tenía el control del
conocimiento, sus miembros eran estudiosos y educados, en contraste con la sociedad analfabeta que adquiría sus conocimientos a
través de la transmisión oral, la memorización y la repetición de los textos bíblicos. Lutero hizo posible el acceso al conocimiento,
la información y la educación, desmitificando la Biblia con el fin de lograr la búsqueda de la verdad. Lutero facilitó la
propagación del protestantismo, aunque no fue el primero que imprimió la Biblia en alemán, la cual tradujo de un manuscrito
sagrado a la lengua materna de esa nación. De esta forma le restó el poder a la Iglesia católica sobre el pueblo alemán, y precursó
la reforma protestante, que ocurrió gracias a la impresión de la Biblia que Lutero había traducido. La intención de Lutero era que
el pueblo tuviera acceso directo a la fuente sin la necesidad de intermediarios, haciendo posible la interpretación libre de los textos
sagrados y la erradicación del analfabetismo en la sociedad alemana. La traducción de la Biblia la inició durante su estadía en el
castillo de Wartburg en 1521. Estando escrita esta en latín medieval, Lutero la tradujo al griego para posteriormente hacerlo al
idioma alemán, con la ayuda de diccionarios en griego, latín, hebreo y alemán. Este deseaba traducirla del griego al alemán, con la
intención de revelar las escrituras con exactitud. Inicialmente solo incluyó el Nuevo Testamento, ya que los textos originales del
Antiguo Testamento no estaban escritos en latín o en griego. El Antiguo Testamento estaba escrito en hebreo y arameo (idiomas
que carecen de vocales en el sistema escrito; compuesto por letras consonantes) y solamente los rabinos conocían qué letras se
escribían. Lutero utilizó una edición griega del Nuevo Testamento que originalmente fue escrita en griego por Erasmo, texto que
más tarde fue llamado Textus Receptus. Durante el proceso de traducción, Lutero visitó pueblos y mercados cercanos con la
intención de investigar el dialecto común de la lengua alemana. Escuchaba a las personas hablar, para así poder transcribir en
lenguaje coloquial. En efecto, incorpora "elementos sintácticos y estilísticos cultos, pero sin perder la vena expresiva popular"27
La traducción se publicó en septiembre de 1522, lo que causó gran conmoción en la Iglesia católica. Lutero le dedicó la Biblia
alemana a Federico El Sabio, a quien estimaba grandemente.
Lutero tenía una mala percepción de los libros de Ester, Hebreos, Santiago, Judas y del Apocalipsis. Llamaba a la epístola de
Santiago una "epístola de paja", encontrando que era muy poco lo que apuntaba a Cristo y su obra salvadora. También tenía duras
palabras para el Apocalipsis, del que decía que no podía "de ninguna forma detectar que el Espíritu Santo lo haya producido".28
Creía tener razones al cuestionar la apostolicidad de estos libros, debido a que la iglesia primitiva los catalogaba
como antilegomena, lo que significaba que no eran aceptados sin reservas, al contrario que los canónicos. Aun así Lutero no los
eliminó de su edición de las Escrituras. Lutero incluyó como apócrifos aquellos pasajes que, encontrándose en
la Septuaginta griega, no lo estaban en los textos masoréticos disponibles en aquel entonces.
Debe puntualizarse que la Biblia de Lutero incluye el texto íntegro de 14 de estos documentos: la Oración de Manasés, Tobías,
Judit, el Resto de Ester, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, la Oración de Azarías, el Cántico de los Tres Jóvenes, la Historia de
Susana, la Historia de Bel, la Historia del Dragón, 1 Macabeos y 2 Macabeos. Así suelen usarla desde entonces la iglesia luterana,
y los anabaptistas (congregados en granjas comunitarias rurales). Si bien, siglos más tarde, se hicieron ediciones desprovistas de
ellos en demanda de grupos protestantes tardíos, así como ediciones católicas conservando los libros. Aquí se ven los textos
íntegros de esta Biblia.
La primera traducción completa al alemán, inclusive el Antiguo Testamento, se publicó en 1534 en seis tomos y fue producto del
esfuerzo común de Lutero, Johannes Bugenhagen, Justus Jonas, Caspar Creuziger, Philipp Melanchthon, Matthäus
Aurogallus y George Rörer. Lutero continuó refinando su traducción durante el resto de su vida, trabajo que fue tomado como
referencia para la edición de 1546, el año de su muerte. Como se ha mencionado anteriormente, el trabajo de traducción de Lutero
ayudó a estandarizar el alemán del Sacro Imperio —lo que facilitaría la unificación de la nación alemana en el siglo XIX— y es
considerado como uno de los pilares de la literatura alemana. También tenía 117 grabados o ilustraciones del pintor y
grabador Lucas Cranach el Viejo, amigo de Lutero, y fue impresa en Wittenberg en 1534.29
Martín Lutero en su Comentario sobre San Juan reconoció que habían recibido la Biblia por medio de la Iglesia católica:
«Estamos obligados a reconocer a los papistas que son ellos los que tienen la Palabra de Dios, que la hemos recibido de ellos, y
que sin ellos no tendríamos ningún conocimiento de esta».

LA GUERRA DE LOS CAMPESINOS


La guerra o revuelta de los campesinos (1524-25) fue una respuesta a la doctrina luterana, la cual influyó fuertemente en la clase
baja trabajadora, compuesta principalmente por campesinos. Esta clase trabajadora retó de manera implícita la autoridad que
los nobles tenían sobre estos. Las revueltas de los campesinos se habían producido a pequeña escala desde el siglo XIV, pero
ahora muchos campesinos creían erróneamente que los ataques de Lutero a la Iglesia y la jerarquía de la misma
significaban que los reformadores les ayudarían en su ataque a las clases dominantes. Dado que los sublevados percibían
lazos profundos entre los príncipes seculares y los príncipes de la Iglesia, interpretaban equivocadamente que Lutero, al condenar
incomunicado en la llamada cárcel del secreto y ni siquiera podía hablar con él uno de los inquisidores si faltaba alguien que
pudiera servir de testigo. El acusado nunca era informado del nombre de quienes declaraban en el proceso, no había por supuesto
la posibilidad de careos y el recurso de tachar a un testigo por ser enemigo del acusado solo podía hacerse efectivo si este
adivinaba quien había declarado en su contra o por torpeza del acusado en las declaraciones del testigo. A todos los testigos se les
exigía el juramento del secreto.[cita requerida]

INQUISICIÓN ROMANA
La Inquisición romana, también llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada en 1542, ante la amenaza del protestantismo,
por el Papa Paulo III. Se trataba de un organismo bastante diferente de la Inquisición medieval, ya que era una congregación
permanente de cardenales y otros prelados que no dependía del control episcopal. Su ámbito de acción se extendía a toda la Iglesia
católica. Su principal tarea fue desmantelar y atacar a las organizaciones, corrientes de pensamiento y posturas religiosas que
socavaran la integridad de la fe católica, y examinar y proscribir los libros que se considerasen ofensivos para la ortodoxia.
Al comienzo, la actividad de la Inquisición romana se restringió a Italia, pero cuando Gian Pietro Caraffa fue elegido Papa
como Paulo IV, en 1555, comenzó a perseguir a numerosos sospechosos de heterodoxia, entre los que se encontraban varios
miembros de la jerarquía eclesiástica, como el cardenal inglés Reginald Pole. En 1600 fue juzgado, condenado y ejecutado el
filósofo Giordano Bruno. En 1633 fue procesado y condenado Galileo Galilei, al destierro a más de 50 km de Roma,
suspendiéndole asimismo el abono del dinero que recibía al modo de una beca moderna. En 1965 el papa Paulo VI reorganizó el
Santo Oficio, denominándolo Congregación para la Doctrina de la Fe.

INQUISICIÓN PORTUGUESA
En Portugal, donde se habían refugiado numerosos judíos españoles luego de la expulsión de 1492, el rey Manuel I, presionado
por sus suegros, los Reyes Católicos, decretó la expulsión de los judíos que no se convirtieran al cristianismo en 1497. Esto
produjo numerosas conversiones al catolicismo.
La Inquisición portuguesa fue establecida en Portugal en 1536 por el rey Juan III. En un principio, la Inquisición portuguesa
estaba bajo la autoridad del Papa, pero en 1539, el rey nombró inquisidor mayor a su propio hermano, Don Enrique. Finalmente,
en 1547, el papa terminó aceptando que la Inquisición dependiese de la corona portuguesa.
El primer auto de fe tuvo lugar en Lisboa el 20 de septiembre de 1540 y en 1560 se establece un tribunal de la Inquisición en Goa.
Fue abolida por las Cortes Generales en 1821.

CRUZADAS
Las cruzadas fueron una serie de campañas militares impulsadas por
el papa y llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina cristiana,
principalmente por la Francia de los Capetos y el Sacro Imperio Romano.
Las cruzadas, con el objetivo específico inicial de restablecer el control
apostólico romano sobre Tierra Santa, se libraron durante un período de
casi doscientos años, entre 1096 y 1291. Más adelante, otras campañas
en España y Europa Oriental, de las que algunas no vieron su final hasta
el siglo XV, recibieron la misma calificación. Las cruzadas fueron
sostenidas principalmente contra los musulmanes, aunque también
contra los eslavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos
y rusos, mongoles, cátaros, husitas, valdenses, prusos (o
prusianos), lituanos (en general contra los pueblos bálticos) y contra
enemigos políticos de los papas. Los cruzados tomaban votos y se les
concedía indulgencia por los pecados del pasado.
SOBRE LOS MOTIVOS
Las cruzadas fueron expediciones emprendidas en cumplimiento de un solemne voto para liberar los Lugares Santos de la
dominación musulmana. Se iniciaron en 1095, cuando el emperador bizantino Alejo I solicitó protección para los cristianos de
oriente al papa Urbano II, quien en el concilio de Clermont inició la predicación de la cruzada. Al terminar su alocución con la
frase del Evangelio «renuncia a ti mismo, toma tu cruz, y sígueme» (Mateo 16:24), la multitud, entusiasmada, manifestó
ruidosamente su aprobación con el grito Deus lo vult, o Dios lo quiere.12
Posiblemente, las motivaciones de quienes participaban en ellas fueron muy diversas, aunque en muchos casos se puede suponer
un verdadero fervor religioso. Se arguye, por ejemplo, que fueron motivadas por los intereses expansionistas de la nobleza feudal,
el control del comercio con Asia y el afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente, aunque se
declararan con principio y objeto de recuperar Tierra Santa para los peregrinos, de los cuales los turcos selyúcidas y zanguíes, una
vez conquistada Jerusalén en 1076, abusaban sin piedad, a diferencia de la época de los Califas fatimíes (909-1171) cuya regla fue
la libertad de pensamiento y la razón extendida a las personas, que podían creer en lo que quisieran, siempre que no infrinjan los
derechos de otros.

SOBRE EL TÉRMINO
El origen de la palabra y de por qué le pusieron así, se atribuye a la cruz de tela usada como insignia en la ropa exterior de los que
tomaron parte de esta empresa de reconquista de Tierra Santa.3
Escritores medievales utilizan los términos crux (pro cruce transmarina, Estatuto de 1284, citado por Du Cange,
s.v. crux), croisement (Joinville), croiserie (Monstrelet), etc. Desde la Edad Media, el significado de la palabra cruzada se
Debido a los peligros de las medidas que se toman de la Segunda Dieta de Espira en 1529 contra el protestantismo, y a la
coalición del Emperador con Francia y el Papa, el Landgrave Felipe deseaba una unión de todos los reformistas, pero Lutero se
declaró opuesto a cualquier alianza que ayudara a la herejía, aunque aceptó la invitación del Landgrave a asistir a un coloquio en
Marburgo (1529) para resolver las materias en controversia. En dicha dieta el 19 de abril de dicho año, 19 delegados, 5 príncipes y
14 ciudades protestaron contra la derogación de la tregua de tolerancia acordada en la Dieta de Worms y por eso se les llamó
protestantes a los partidarios de Lutero. En Marburgo, Lutero se enfrentó a Ecolampadio, mientras que Melanchthon fue
antagonista de Zuinglio. Aunque establecieron una armonía no esperada en otros aspectos, no se pudo alcanzar un acuerdo en la
Eucaristía. Lutero rehusó llamar a sus oponentes "hermanos", aunque les deseaba paz y amor. Lutero estaba convencido de que
Dios había cegado los ojos de Zuinglio, por lo que no podía ver la doctrina verdadera de la Cena del Señor. Con su habitual estilo
polémico, Lutero denunció a Zuinglio y sus seguidores llamándolos "fanáticos" y "demonios".
Los mismos príncipes habían suscrito los Artículos de Schwabach, respaldados por Lutero como una condición para la alianza con
él. Las bases de Lutero en materia de doctrina eucarística partían del entendimiento simple y directo de las palabras de Cristo, si
bien daba importancia al sacrificio corporal de Cristo y al hecho de ofrecer ese mismo cuerpo a los comulgantes en la Eucaristía.
Cuando Zuinglio excluyó la posibilidad de la presencia real por la incapacidad de la naturaleza humana de Cristo para bilocarse o
estar en otra parte que no fuera un lugar concreto, Lutero reafirmó la integridad de la unión hipostática: Cristo no está dividido y
dondequiera que esté es Dios, incluso como hombre. Lutero citaba como evidencia los tres modos de la presencia
según Guillermo de Ockham: "local, circunscrita" (estando en un lugar a la vez, ocupando espacio y teniendo peso), "definitiva"
(desligado del espacio pero estando donde se precise) y "repletiva" (llenando todos los espacios a la vez) para introducir la
probabilidad de que el cuerpo y la sangre de Cristo estén realmente presentes en la Eucaristía.34
Lutero sostuvo que la sola recepción de la comunión es inútil sin fe. Insistió en que los impíos e incluso las bestias que toman y
beben los elementos consagrados, comen y beben la sangre y el cuerpo de Cristo, pero el beber y comer "indignamente" les sería
juzgado (1ª Corintios 11:29). Aunque no compartía la visión de que la Eucaristía fuese solo una simple conmemoración, reconoció
la existencia de una dimensión conmemorativa. En cuanto al efecto del sacramento en los creyentes, recordaba con fervor las
palabras "fue entregado por todos vosotros", poniendo así énfasis en la expiación y en el perdón mediante la muerte de Jesucristo.

LA DIETA DE AUGSBURGO Y LA CUESTIÓN DE LA RESISTNCIA CIVIL


La aparición de un enemigo común a todo el Sacro Imperio (el ejército turco) cambió el escenario político: ahora Carlos V
buscaba la unidad para poder hacer frente a la nueva amenaza, para lo cual se convocó en 1530 la Dieta de Augsburgo, con el fin
de aclarar de forma definitiva la relación del Imperio con el protestantismo. Lutero, prófugo del Imperio, permanecía a salvo
en Coburgo, inspirando desde allí el discurso de Melanchthon ante el Emperador. Si bien Martín Lutero se abstuvo de mantener
una actitud autoritaria, no le agradó la delicadeza y la cautela de Melanchthon, porque este no llegó a plantear cambios
doctrinales, salvo el de la abolición del papado. El Emperador, forzado por la guerra contra los turcos y contra la Liga de
Esmalcalda (un ejército organizado por los príncipes en defensa del protestantismo), consiguió asegurar la unidad mediante la Paz
de Núremberg de 1532, que retrasaba la solución definitiva del problema hasta que se celebrara un Concilio General. Desde
la Dieta de Espira (1529), el problema se había transformado en algo de suma importancia. La cuestión radicaba en que la Dieta
de Espira había decidido en 1526 que de ninguna manera aceptaría la imposición del Edicto de Worms, que permitía matar a
Lutero sin miedo a sanciones. Esa misma Dieta consagraba la tolerancia religiosa bajo el lema Cuius regio, eius religio (es
decir, A cada región la religión de su Señor). Nuevamente en la Dieta de Espira de 1529, y ante la intención de los católicos de
anular la tolerancia adoptada en 1526, los reformistas emitieron una airada queja de protesta, motivo por el cual se les llama desde
entonces "protestantes". Ahora la Paz de Núremberg establecía la aceptación de los reformistas en el seno del Imperio. Esta
situación se vio forzada por la situación política del momento, ya que si el Emperador se oponía a la paz, los príncipes se verían
legitimados para realizar o apoyar una resistencia armada contra Carlos V, cuyo poder empezaba a estar seriamente amenazado
por los turcos.

Este contexto político tuvo su dimensión teológica en la llamada cuestión de la desobediencia civil. Hasta ese instante Lutero
sostenía que de ningún modo desobedecería al Emperador, incluso si su decisión era equivocada. De esa manera se opuso a
cualquier alianza entre los príncipes, ya fuera ofensiva o defensiva. Martín Lutero mantuvo esta actitud incluso ante la Liga de
Esmalcalda. Pero su posición fue cambiando poco a poco al escuchar la opinión de juristas que aseguraban que, en los casos de
notoria injusticia pública, las propias leyes imperiales otorgaban derecho de resistencia. Fue en 1531 cuando aceptó la posibilidad
de adoptar la desobediencia civil en su escrito Warnung an die lieben Deutschen (1531), siempre y cuando se efectuara "por las
causas correctas". Más tarde, en cartas escritas en 1539, se retractaría de tales afirmaciones.

Con relación a esta participación de Lutero en la vida política se ha dicho36 que, si suele afirmarse que Maquiavelo y los
humanistas buscaron emancipar a la política de la teología, Lutero y los primeros reformadores pretendieron emancipar a la
teología de la política, despolitizando la religión. Sin embargo, es precisamente por ello que Lutero quedaría convertido "forzosa y
paradójicamente" en un pensador político:

Ello ha supuesto una reafirmación del poder estatal en la que la clave reside en que la autoridad secular no se inmiscuya en los
dominios del alma («al alma no debe ni puede mandarla nadie»), del mismo modo que la autoridad religiosa no debe inmiscuirse
en las leyes civiles (las del «cuerpo y los bienes»).

El último viaje de Lutero a Mansfeld lo realizó debido a su preocupación por las familias de sus hermanos y hermanas, quienes
continuaban en la mina de cobre de Hans Lutero, amenazada por las intenciones del Conde Albrecht de Mansfeld de controlar esa
industria para su beneficio personal49. La controversia involucró a los cuatro condes de Mansfeld: Albrecht, Philip, John George y
Gerhard. Lutero viajó dos veces hacia fines del 1545 con el objetivo de participar en las negociaciones para llegar a un acuerdo50.
Fue necesaria una tercera visita a principios de 1546 para completarlas. El 23 de enero, Lutero dejó Wittenberg acompañado por
sus tres hijos. Las negociaciones concluyeron con éxito el 17 de febrero. Pasadas las 8 de la noche, Lutero sufrió dolores en el
pecho. Al irse a la cama oró diciendo: «En tus manos encomiendo mi espíritu; me has redimido, oh Señor, fiel Dios». A la una de
la madrugada despertó con un agudo dolor de pecho y fue envuelto con toallas calientes49.
Sabiendo que su muerte era inminente, le agradeció a Dios por haberle revelado a su Hijo, en quien él había creído. Sus
compañeros Justus Jonás y Michael Coelius gritaron: «Reverendo padre, ¿está listo para morir confiando en su Señor Jesucristo y
confesando la doctrina que enseñó en su nombre?». Un distintivo «sí» fue la respuesta de Lutero. Murió a las 2:45 del 18 de
febrero de 1546 en Eisleben, la ciudad donde nació. Fue enterrado en la iglesia del Palacio de Wittenberg, cerca del púlpito5152.

ULRICO ZUINGLIO
En alemán Huldrych o Ulrich Zwingli (Wildhaus, Suiza, 1 de
enero de 1484 - Kappel am Albis, 11 de octubre de 1531) fue el líder
de la Reforma Protestante suiza y el fundador de la Iglesia Reformada
Suiza. Al estudiar las Escrituras desde el punto de vista de un
entendido humanista, llegó, de manera independiente, a conclusiones
similares a las de Lutero, que era un doctor biblicus.
Zuinglio fue presbítero en Glarus, tras graduarse como doctor en
teología (1506). Allí estudió griego y hebreo, leyó a Erasmo de
Róterdam y llegó a la conclusión de que muchas de las doctrinas de la
Iglesia católica estaban en contradicción con las enseñanzas del Nuevo
Testamento.
Zuinglio desarrolló su aversión al servicio mercenario de sus
compatriotas durante este período. A partir de 1512, la Confederación
Suiza enviaba diversos contingentes armados a sueldo del Papa para
luchar contra la corona francesa en Lombardía durante la guerra de la
Liga de Cambrai. Zuinglio fue testigo de los sucesos al ser capellán del
contingente del cantón de Glaris,1 asistiendo a las victorias
de Pavía y Novara, pero también a la derrota sufrida por los
confederados en Marignano, a partir de la cual se acentuó su prédica
contra el servicio armado.
LA REFORMA PROTESTANTE
El 31 de octubre de 1517, Martín Lutero clavó en la puerta de la Iglesia de Wittenberg, Alemania, sus 95 tesis sobre la religión
cristiana, en las que atacaba profundamente a la Iglesia católica.
Poco antes, en 1516, Diebold de Geroldseck le llamó para predicar en la abadía de Einsiedeln, con lo que Zuinglio entra en
contacto con uno de los centros más activos de peregrinación y también de supersticiones. Comienza así su predicación contra
estas prácticas y contra el negociante de indulgencias Bernardin Samson, que había llegado a Suiza a instancias del Papa en 1518.
Predica asimismo contra la costumbre de los suizos de alistarse como mercenarios a las órdenes del Papa, lo que le proporcionó el
cargo de predicador en Zúrich, cuyo gobierno estaba enfrentado con la autoridad romana. El 1 de enero de 1519 comienza su
actividad en Zúrich, donde con su discurso claro y directo va explicando a los feligreses los evangelios. El gobierno de la ciudad
decide apoyar las nuevas enseñanzas y dispone en 1520 que todos los predicadores actúen siguiendo las pautas de Zuinglio.
En 1522 Zuinglio publica su primera obra reformadora, dirigida contra el ayuno propugnado por la Iglesia de Roma. Defiende así
un acontecimiento real en el que, al parecer, un amigo suyo había comido carne durante el período de ayuno, lo cual justifica
Zuinglio con el argumento de que el ayuno va contra la fe cristiana. De la misma época es un escrito enviado por él y diez de sus
compañeros al obispo de Constanza, en el que afirmaban su disposición a seguir predicando según los Evangelios y pedían la
supresión del celibato. El papa Adriano VI intenta convencerle de que no emprenda nuevas acciones que atenten contra la
sustancia de la teología católica.
Ante la acusación de los dominicos de que Zuinglio propagaba la herejía, el Concejo de la ciudad de Zúrich convocó para el 29 de
enero de 1523 a un elevado número de teólogos a un debate público (Primera Disputa de Zúrich), en la que se debía discutir sobre
las tesis defendidas por Zuinglio. A ella acudieron 600 personas entre clérigos y laicos y, puesto que los enviados del obispo sólo
pudieron hacer valer en su favor la tradición y las disposiciones de los concilios, el Concejo decidió adjudicar a Zuinglio la
victoria dialéctica.
No sería esa, sin embargo, la única disputa oficial y pública que se celebró en Zúrich. Entre el 26 y el 29 de octubre de 1523 se
dirime, en presencia de 900 asistentes, la necesidad de suprimir las imágenes de las iglesias, decisión que se acaba adoptando y
que se pondrá en práctica de una manera paulatina. Asimismo, entre el 13 y el 14 de enero de 1524 el tema tratado fue la misa y su
posible supresión, lo que finalmente se establece.
Ese mismo año Zuinglio se casa con la viuda Anna Reinhard, con la que vivía de manera marital desde hacía algún tiempo.
La Reforma en Zúrich no afectó, sin embargo, solamente a la religión, sino que, al igual que en otros movimientos reformistas de
la época, se trataba de una serie de medidas de regulación social con las que el Concejo pretendía organizar el sistema escolar, el
matrimonio, las costumbres, etc. El papel de Zuinglio es capital en este proceso, pues si bien no asume ningún cargo orgánico, su
carisma y su predicamiento entre el pueblo le convierten en una figura determinante del proceso.
extendió para incluir a todas las guerras emprendidas en cumplimiento de un voto y dirigidas contra infieles, p. ej. contra
musulmanes, paganos, herejes, o aquellos bajo edicto de excomunión.4
Las guerras que desde el siglo VIII mantuvieron los reinos cristianos del norte de la península ibérica contra el musulmán Califato
de Córdoba, y que la historiografía conoce como Reconquista, continuaron de forma igualmente discontinua desde el siglo
XI contra los reinos de taifas, los almorávides y los almohades. En algunas ocasiones, el papa les otorgó la calificación de
«cruzada», como sucedió con la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) o con el episodio final de la Reconquista: la guerra de
Granada (1482-1492). En el norte de Europa se organizaron cruzadas contra los prusianos y lituanos. El exterminio de la
herejía albigense se debió a una cruzada y, en el siglo XIII, los papas predicaron cruzadas contra Juan Sin Tierra y Federico II
Hohenstaufen.
Utilizada con un criterio estricto, la idea de la cruzada corresponde a una concepción política que se dio solo en
la cristiandad desde el siglo XI al XV. Suponía una unión de todos los pueblos y soberanos bajo la dirección de los papas. Todas
las cruzadas se anunciaron mediante la predicación. Después de pronunciar un voto solemne, cada guerrero recibía una cruz de las
manos del papa o de su legado, y era desde ese momento considerado como un soldado de la Iglesia. A los cruzados también se
les concedían indulgencias y privilegios temporales, tales como la exención de la jurisdicción civil o la inviolabilidad de las
personas y propiedades. De todas esas guerras emprendidas en nombre de la cristiandad, las más importantes fueron las cruzadas
orientales, que son las tratadas en este artículo.

CONSECUENCIAS DE LAS CRUZADAS


Religiosamente: Demostraron la unidad religiosa de Occidente y el poder de la Iglesia;
Socialmente: Las cruzadas debilitaron a los señores feudales; muchos perdieron la vida o quedaron en Oriente; otros se
empobrecieron por la venta de sus tierras; además, la prolongada ausencia les impidió vigilar sus derechos. Los reyes se
incautaron de los feudos vacantes y redujeron tenazmente los privilegios de los señores. Por su parte, los siervos y vasallos
alcanzaron su libertad a cambio de dinero. Las ciudades y la burguesía resultaron beneficiadas con las ganancias que
proporcionaban el aprovisionamiento, el transporte de los ejércitos y el incremento de tráfico con Oriente. Los franceses,
principales participantes de las cruzadas, gozaron de una influencia en los países orientales que alcanzó hasta la época
contemporánea.
Económicamente: Se introdujeron en Occidente nuevos cultivos y procedimientos de fabricación tomados de los pueblos
musulmanes. El comercio, sobre todo marítimo, adquirió mayor impulso. Los puertos de Génova, Venecia, Amalfi, Marsella y
Barcelona fueron los más favorecidos.
Culturalmente: El arte y la ciencia árabe y bizantina mejoraron la cultura occidental; las costumbres experimentaron sensibles
cambios y el género de vida se hizo menos rudo.56
ANTECEDENTES

EUROPA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA ÉPOCA DE LA PRIMERA CRUZADA.

Para poder comprender qué razones tenían los dirigentes de Europa y del Oriente Próximo para tomar semejantes decisiones,
debemos remontarnos a los años inmediatamente anteriores al comienzo del fenómeno cruzado y conocer al antecedente de las
cruzadas.4

En torno al año 1000, Constantinopla se erigía como la ciudad más próspera y poderosa del «mundo conocido» en Occidente.
Situada en una posición fácilmente defendible, en medio de las principales rutas comerciales, y con un gobierno centralizado y
absoluto en la persona del Emperador, además de un ejército capaz y profesional, hacían de la ciudad y los territorios gobernados
Zuinglio había leído los libros de Lutero buscando confirmación del mismo sobre sus propias opiniones. Sin embargo, Zuinglio sí
admiraba bastante a Lutero por oponerse al Papa. Esto, más que la teología de Lutero, fue una influencia clave en las convicciones
de Zuinglio como reformador.10 Lo que Zuinglio consideraba una postura valerosa de Lutero en el Debate de Leipzig, tuvo un
impacto decisivo sobre Zuinglio durante sus primeros años como sacerdote, y durante este tiempo Zuinglio alababa y promovía
los escritos de Lutero para apoyar sus propias ideas, que eran similares. Como Lutero, Zuinglio era también un estudiante y
admirador de Agustín de Hipona.11 Sus últimos escritos continuaron mostrando características diferentes de las de Lutero, tales
como la inclusión de no cristianos en el cielo, como lo describe en Una exposición de la fe.12
En estrecha colaboración con Leo Jud tradujo Zuinglio la Biblia entre 1524 y 1529 a un alemán con marcadas características
suizas. Esta traducción se conoce hoy en día como la "Biblia zuriquesa"o "Biblia de Zúrich". Después los teólogos de Zúrich
completaron la nueva traducción del griego y hebreo cinco años antes de que Lutero tradujera la Biblia. Por tanto, la Biblia de
Zürich es la traducción protestante completa más antigua de toda la Biblia y fue impresa por Christoph Froschauer entre 1524 y
1529, quien en 1531 publicó la obra completa ricamente ilustrada.

JUAN CALVINO
(Noyon, 10 de julio de 1509-Cantón de Ginebra, 27 de mayo de 1564),
bautizado con el nombre de Jehan Cauvin, latinizado como Calvinus,
fue un teólogo francés, considerado como uno de los autores y gestores
de la Reforma Protestante. Las doctrinas fundamentales de posteriores
reformadores se identificarían con él, llamando a estas doctrinas
«calvinismo». Los «cinco puntos del calvinismo» surgen de los
discípulos de Calvino como contraposición a las doctrinas de los
discípulos de Jacobo Arminio. Además de haber creado la Biblia de
Ginebra (francesa), en 1560.

Juan Calvino nació en Noyon (Picardía, a unos 100 km al norte de


París, Francia) y era hijo de Gérard Cauvin y Jeanne Lefranc.1 Fue
excelente en sus estudios y muy religioso desde su juventud en 1532.2
Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica.
Su formación inicial la recibió en el Collège de la Marche y en el
Collège de Montaigne (allí estudiaron también Erasmo de
Rotterdam e Ignacio de Loyola). El padre de Calvino era abogado y en
1523 envió a Juan, que por entonces tenía 14 años, a la Universidad de
Parísa estudiar Humanidades y Derecho. A instancias de su padre, que
pretendía que Juan siguiera el camino de las leyes, se matriculó en las
universidades de Orleáns y Bourgues.3 En 1532, se doctoró en Derecho
en Orléans. Durante su paso por los claustros universitarios tomó
contacto con las ideas humanistas y reformadas de la teología
de Martín Lutero. En abril de 1532, cuando contaba 22 años, publicó
un comentario sobre el De Clementia de Séneca, trabajo que puso en
evidencia sus dotes como pensador. No está del todo claro el momento
en que adhirió al protestantismo, pero sería durante los años de su
universidad donde su pensamiento haya cambiado, puesto que fue católico en Noyon, donde su padre era secretario del obispo.

De acuerdo con una biografía escrita en 1577 por Jerome Bolsec -contrario a las ideas calvinistas sobre la predestinación- siendo
joven sacerdote, Calvino habría sido condenado en Noyon por el delito de sodomía, que se castigaba con la hoguera. Sin embargo,
la sentencia le habría sido conmutada por la de hierro candente, por lo que habría portado la marca de una flor de lis en el hombro.
De acuerdo con Bolsec, años después tendría Calvino también en Ginebra a su adonis, el cual lo habría abandonado después de
robarle. La presunta homosexualidad de Calvino persistiría durante siglos, recordada por sus opositores.

CONVERSIÓN
No se sabe con certeza cuándo ni cómo fue su mudanza, pero el 1° de noviembre de 1533 ocurrió un accidente que muestra un
cambio drástico en sus convicciones religiosas. El rector de la Universidad de la Sorbona en París, Nicolás Cop, amigo de
Calvino, pronunció un discurso en ocasión de la apertura del año académico; pero más que eso, fue un sermón que mostraba una
clara influencia tanto de Erasmo como de Martín Lutero. En este sermón, Cop defendió la doctrina de la justificación por los
méritos de Cristo, a la vez que protestó contra los ataques y persecuciones de que eran objeto los que disentían de la Iglesia de
Roma: «Herejes, seductores, impostores malditos, así tienen la costumbre el mundo y los malvados de llamar a aquellos que pura
y simplemente se esfuerzan en insinuar el evangelio en el alma de los fieles (...) Ojalá podáis, en ese periodo infeliz, traer la paz a
la Iglesia más bien con la palabra que con la espada».

El discurso cayó como una bomba en la universidad y en otros sectores; el Parlamento inició un proceso contra él. Comenzó a
correr el rumor de que la mano de Calvino estaba detrás de su redacción. Si Calvino no escribió el discurso, por lo menos lo
influyó en tono y contenido, que era muy protestante. Un mes más tarde, cuando Cop se dirigía al Parlamento para responder el
sumario en su contra, un amigo diputado le envió una nota advirtiéndole que debía escapar por su vida, pues el Parlamento era
presionado por la Corona para que fuese condenado. Calvino y Cop escapan de París.
Con poco más de 20 años adoptó los puntos de vista de Lutero: negación de la autoridad de la iglesia de Roma por derecho
divino, negando la sucesión apostólica desde el apóstol Pedro, y dando primordial importancia a la Biblia como única regla
de fe y conducta («Sola fides, sola Scriptura»), destacando la doctrina de la justificación del hombre por medio de la gracia.

De modo que la conversión de Calvino al protestantismo surge después del discurso de Cop cuando huye de Francia para escribir
acerca de teología que terminaría por sistematizar gran parte de la Teología Reformada que comenzó con Martín Lutero.

CALVINO EN GINEBRA
La reforma continuaba en Europa gracias a la labor de algunos reformadores. Tal vez uno de los más extraordinarios fue
el pastor de origen francés Guillaume Farel, quien después de ser perseguido y apedreado, gracias a su voluntad logró influir
en la expulsión de Ginebra de la Iglesia de Roma. Así, el 21 de mayo de 1536 consiguió en la plaza pública de Ginebra, mediante
la institución de la teocracia, que todos aceptaran vivir «según el Evangelio y la palabra de Dios», lo cual le abre las puertas de un
poder enorme: el de unir el Evangelio y la palabra de Dios al gobierno. Creando así el Cantón de Ginebra.

Al enterarse Farel de que Calvino en su viaje a Saboya pernoctaba en Ginebra, lo visitó donde se hospedaba y lo convenció de que
permaneciese en Ginebra para realizar la obra que Farel reconocía superior a sus fuerzas. Calvino, de 26 años, era ya reconocido
en toda Europa por su obra recién publicada y que trataba sobre el asentamiento institucional del cristianismo reformado.

Calvino se establece en Ginebra como lector de la Santa Escritura en la iglesia de San Pedro. Pero Calvino y Farel no se limitaron
a la obra en Ginebra. A finales de septiembre de 1536 viajaron a la ciudad de Lausana, donde se encontraba Pedro Viret (intimo
amigo de Calvino) trabajando como pastor. La razón de su viaje era participar en un debate auspiciado por la ciudad de Berna, con
el propósito de decidir cuál religión habría de predominar en los territorios circundantes que Berna había conquistado del Duque.
Viret y Farel serían los exponentes del lado protestante (se suponía que Calvino no tomaría parte activa en la discusión); y de los
174 sacerdotes que aceptaron la invitación del lado Católico, sólo cuatro participaron en el debate.

La catedral de Lausana se abarrotó de personas. Cinco diputados de Berna acudieron para darle un carácter oficial al asunto;
contaron con secretarios que debían copiar la discusión palabra por palabra. Farel fue el primero en hablar; durante una semana
presentó diez tesis que eran rebatidas por el lado católico, quienes acusaron a los protestantes de ignorar la tradición de los
primeros padres de la iglesia sobre el asunto de la presencia de Cristo en la Eucaristía. «Si conocieráis lo que los padres dijeron,
veríais que vuestra posición es falsa y condenada». Calvino se sintió exasperado por esa declaración.

Las horas que había pasado estudiando los primeros padres de la iglesia, cuando era estudiante en París, le fueron de gran ayuda.
Se levantó y empezó a refutar al orador católico. Con asombrosa memoria empezó a citar a San Cripiano, Tertuliano, San Juan
Crisóstomo, San Agustín y muchos otros. No se limitaba a mencionar el autor, sino que Calvino identificaba y citaba el libro y el
capítulo en el cual el Padre de la Iglesia había escrito sobre tal tema. Argumentaba de una forma intachable. Cuando terminó, la
multitud estaba muy excitada. El pueblo se apretujaba y aclamaba con entusiasmo al joven orador desconocido.

Un fraile franciscano alzó la voz diciendo que esta era la verdadera doctrina. Pidió a Dios que le perdonara sus pecados por haber
estado enseñando y siguiendo los falsos dogmas de Roma durante tantos años. Muchos otros estuvieron de acuerdo con él, a pesar
de que no se expresaron en forma tan efusiva. En los meses que siguieron, 120 sacerdotes y 80 monjes de los distritos
circundantes se sumaron a la confesión reformada luterana, que había pasado a ser la religión oficial en tales territorios.

Mientras, en Ginebra, Calvino se había convertido en el principal colaborador de Guillermo Farel en la tarea de proseguir en el
proceso de reforma. Para tales fines, en noviembre de 1536 Calvino presentó ante el Consejo una Confesión de Fe de 21 artículos
que el pueblo debía aceptar bajo juramento. A mediados de enero de 1537, los dos predicadores presentaron otro documento en el
que pedían cuatro reformas básicas para la Iglesia de Ginebra:

1. Que nadie participase de la Santa Cena si no es con verdadera piedad y genuina reverencia. «Por tal razón y a fin de
mantener la integridad de la Iglesia, es necesaria la disciplina». Calvino también pedía que la Cena del Señor se
celebrara con más frecuencia.
2. Que se reformaran las leyes concernientes al matrimonio según la Palabra, «ya que el Papa las ha confundido de tal
modo, dictando decretos a su antojo».
3. Que los niños fuesen catequizados por sus padres, y que en ciertas ocasiones del año comparecieran ante los pastores
para asegurarse de que en verdad aprendían la Palabra de Dios.
4. Que el pueblo participara en los servicios de adoración cantando salmos. «Hay salmos que deseamos sean cantados en la
iglesia. Si se adopta la reforma, la gente tendrá que cantar en las iglesias. No han cantado durante siglos. Ni siquiera han
entendido el latín cantado por los sacerdotes».

El consejo aceptó sin problemas los últimos tres puntos; pero el asunto de la excomunión era otra cosa. Los magistrados se
resistían a «cambiar lo que ellos consideraban como tiranía clerical católica por un nuevo yugo protestante». Calvino, por su parte,
se sentía cada vez más decepcionado por el estado moral del pueblo.

La tensión llegó a tal punto que el Consejo de la ciudad ordenó a Farel y a Calvino que dejasen de predicar; pero ambos
desobedecieron y se negaron a administrar el sacramento, por lo que el Consejo decidió expulsarlos de Ginebra. El 25 de abril de
1538, Calvino y Farel abandonaron la ciudad.
EL EXILIO EN ESTRASBURGO
Al salir de Ginebra los dos se dirigieron a Berna, la cual envió una delegación a Ginebra para tratar de resolver el asunto. Las
discusiones no llegaron a nada, por lo que Calvino y Farel tomaron rumbo hacia Basilea, a unos 200 km;, llegaron a fines de mayo
de 1538. En una carta que Calvino envió a un amigo le daba a conocer lo difícil que fue aquel viaje. Muy pronto Farel recibió una
invitación de urgencia a la ciudad de Neuchatel, que había aceptado la reforma. Calvino, habiéndose quedado solo en Basilea, fue
invitado por algunos pastores de Estrasburgo a que aceptara el pastorado de una iglesia de refugiados franceses. Ahora, con 29
años, pasó tres años en Estrasburgo, donde sirvió como pastor hasta 1541, disfrutando de un tiempo de mucha tranquilidad y
sosiego. Allí se dedicó a escribir, componiendo un himnario con 18 salmos, el credo apostólico con música, 17 capítulos de su
libro La Institución de la Religión Cristiana, un estudio sobre la Carta a los romanos, entre otros. El francés que usó en su segunda
edición de sus Instituciones fue hermoso y pulido, tanto que Calvino ha venido a ser conocido como padre del francés moderno,
del mismo modo que Lutero por su traducción de la Biblia ha sido llamado padre del alemán moderno.

En 1539 Calvino contrajo matrimonio con Idelette de Bure, una viuda que tenía un hijo y una hija de su matrimonio anterior con
un anabaptista en Estrasburgo. Calvino e Idelette tuvieron un hijo que murió a las dos semanas de nacer. Idelette murió en 1549.

RETORNO A GINEBRA
Durante su estancia en Estrasburgo, la situación en Ginebra se tornaba cada vez peor, de tal manera que el Concilio General de la
Ciudad le pidió a Calvino que retornara como pastor. Calvino recibió la carta estando en la ciudad de Worms, donde había sido
enviado por la ciudad de Estrasburgo como representante en cuatro Dietas convocadas de nuevo por el emperador Carlos, entre los
años 1539 al 1541 (allí Calvino desarrolló una muy buena amistad con Philipp Melanchthon que duró 24 años, hasta la muerte de
éste). Al leer la carta, Calvino estalló en llanto. «Preferiría cien otras muertes antes que aquella cruz, sobre la cual tendría que
morir mil veces al día». Era una decisión muy difícil para él, pero después de 10 meses de mucha lucha, decidió regresar.

Calvino regresó a Ginebra el 13 de septiembre de 1541 para no salir de allí nunca más. Al subir al púlpito por primera vez, abrió
su Biblia en el mismo versículo que continuaba en su exposición que quedó suspendida tres años antes. Predicaba varias veces el
domingo y, durante algunas semanas, todos los días. Durante este tiempo un hombre llamado Denis Raquenier comenzó a tomar
notas de los sermones de Calvino en taquigrafía para su propio provecho; su labor fue tan precisa y completa (casi no dejaba
escapar palabra), que gracias a ese esfuerzo contamos hoy con una inmensa cantidad de sus sermones.

En 1551 tuvo una disputa teológica con el médico y teólogo ex-dominico francés Jérôme-Hermès Bolsec. Bolsec se había
manifestado como contrario a la idea de predestinación, defendida por Calvino, en una discusión pública con Jean de Saint André.
Bolsec no sabía que entre el público se encontraba Calvino en persona, y este se levantó para refutar punto por punto las tesis del
médico. Tras la discusión Bolsec fue arrestado por orden de Calvino, y tras el juicio condenado al exilio, al considerar el tribunal
que su punto de vista no se podía calificar como herejía, y que por tanto no merecía un castigo mayor.

En 1553 Miguel Servet publicó su obra Christianismi Restitutio. Servet ya había mantenido años antes un intercambio de cartas
con Calvino, en las que Servet le instaba a que rechazase el dogma de la Santísima Trinidad. Había leído el libro de Calvino y
había realizado anotaciones muy críticas en sus márgenes, devolviendo la copia corregida a Calvino, lo que desagradó mucho al
reformador. En una carta dirigida a Farel en 1546, afirmaba que si Servet ponía los pies en Ginebra «no saldría vivo»7 . Calvino
suspendió ese intercambio epistolar considerando las ideas de Servet como heréticas, y cuando más tarde se publicó Christianismi
Restitutio, sin el consentimiento de Calvino, se hizo llegar a la Inquisición francesa, su ayudante De Trye, algunas de las cartas
que le había remitido el español. Ése año fue detenido por la Inquisición de Lyon, interrogado y encarcelado en Vienne; el 7 de
abril logró evadirse y partió en dirección a Italia. Durante su camino, hizo escala en Ginebra, donde el 13 de agosto fue
reconocido en la iglesia donde predicaba Calvino y fue detenido y juzgado por herejía. El consejo ginebrino instigó el juicio en
contra de Miguel Servet por herejía (por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta). Consultados
los cantones de Zúrich, Schaffhausen, Berna y Basilea, el acusado fue condenado y sentenciado a morir en la hoguera, siendo
quemado, junto con sus libros, el 27 de octubre de 1553 en la plaza de Champel.

Muchos luteranos que escaparon de Francia, de Escocia y de Inglaterra, huyeron hacia Ginebra, con lo que, en poco tiempo, la
población se duplicó, a más de 20.000 personas. Entre los protestantes escoceses se encontraba John Knox, quien llegó a decir de
la Iglesia en Ginebra que era la más perfecta escuela de «Cristo que alguna vez haya habido en la tierra desde los días de los
apóstoles». Durante su estancia allí, Knox formó parte de un equipo que publicó la llamada Biblia de Ginebra, para el pueblo de
habla inglesa. Fue la primera Biblia con notas teológicas al margen, muchas de las cuales no eran más que una extensión del
ministerio de predicación de Calvino. Esta vino a ser la versión predominante entre los puritanos ingleses por los próximos 100
años y fue la Biblia que los peregrinos del Mayflowerllevaron a América.

Ginebra se convirtió en una escuela de preparación de cuadros. La academia de Ginebra se estableció en 1559 y, para el tiempo en
que el sucesor de Calvino, Teodoro de Beza, se retiró, se habían entrenado unos 1600 aspirantes para el ministerio. De igual
manera, inspirados por la visión de Calvino, Ginebra se convirtió en un núcleo misionero muy importante. Este esfuerzo produjo
resultados, sobre todo en Escocia (con John Knox) y en Francia. En 1555 sólo había una iglesia Reformada organizada en Francia.
Siete años más tarde eran cerca de 2000, algunas de ellas con un tamaño considerable. Durante la década de 1560, más de 2
millones de franceses pertenecían a tales iglesias (en una población de 20 millones).

No fue éste un tiempo de paz para Calvino. Aparte de todas las aflicciones físicas que padecía, Calvino era atacado por los
miembros del partido de los Libertinos, quienes se vanagloriaban de su vida licenciosa, pero al mismo tiempo pretendían
participar de la Cena del Señor, algo que Calvino nunca permitió. En cierta ocasión, un miembro de este partido, Philibert
Berthelier, fue excomulgado por su promiscuidad sexual y, por lo tanto, se le prohibió participar de la Cena. El Concilio de la
Ciudad revocó la decisión, de modo que Berthelier se apareció en la iglesia con hombres armados con espada y dispuestos a
pelear. Calvino descendió del púlpito, se interpuso entre la turba y la mesa de la Comunión, y les dijo: «Pueden quebrar estas
manos, pueden cortar estos brazos, pueden tomar mi vida, mi sangre es vuestra, pueden derramarla; pero nunca me forzarán a
dar las cosas santas al profano y deshonrar esta mesa de mi Dios». Los libertinos no tuvieron más remedio que salir de la iglesia.
Calvino falleció a los 54 años, en mayo de 1564, en brazos de Teodoro de Beza, su sucesor. Su cuerpo fue expuesto al público
pero ante la afluencia de visitantes, los reformadores temieron ser acusados de promover la veneración de santos. Por lo que fue
enterrado al día siguiente en una tumba anónima, en el Cementerio de los Reyes de Ginebra. Se desconoce la ubicación de la
tumba, pero se colocó una piedra funeraria en el siglo XIX para marcar la ubicación considerada como su lugar de descanso.

JOHN KNOX

John Knox (Haddington, Reino de Escocia 1514-Edimburgo, Reino de Escocia 24 de


noviembre de 1572) fue un predicador escocés, líder de la Reforma Escocesa y
considerado el fundador de presbiterianismo. Influido por los primeros reformadores,
como George Wishart, se unió al movimiento reformista de la Iglesia escocesa. Estuvo
envuelto en los eventos eclesiásticos y políticos relacionados con la muerte del Cardenal
Beaton en 1546 y en la intervención de la regente de Escocia, María de Guisa. Fue hecho
prisionero por las fuerzas francesas al año siguiente, y tras su puesta en libertad
en 1549 se exilió a Inglaterra. Es reconocido como el Padre de la Reforma en Escocia.

Nacido en Giffordgate, se cree que Knox se educó en la Universidad de St Andrews y


trabajó como notario-sacerdote. Influido por los reformadores de la iglesia primitiva,
como George Wishart, se unió al movimiento para reformar la iglesia escocesa. Se vio
envuelto en los acontecimientos eclesiásticos y políticos que involucraron el asesinato del
cardenal David Beaton en 1546 y la intervención de la regente de Escocia, María de
Guisa, una mujer noble francesa. El año siguiente fue tomado prisionero por las fuerzas
francesas y exiliado a Inglaterra en su liberación en 1549.

Mientras estuvo en el exilio, Knox recibió la licencia para trabajar en la Iglesia de Inglaterra, donde se alzó en las filas para servir
al rey Eduardo VI de Inglaterra como capellán real. Ejerció una influencia reformadora en el texto del Libro de Oración Común.
En Inglaterra, conoció y se casó con su primera esposa, Margery Bowes. Cuando María Tudorascendió al trono de Inglaterra y
restableció el catolicismo romano, Knox se vio obligado a renunciar a su cargo y abandonar el país. Knox se mudó a Ginebra y
luego a Frankfurt. En Ginebra, conoció a Juan Calvino, de quien obtuvo experiencia y conocimiento de teología reformada y
política presbiteriana. Él creó un nuevo orden de servicio, que finalmente fue adoptado por la iglesia de Escocia.
Abandonó Ginebra para dirigir la iglesia de refugiados ingleses en Frankfurt, pero se vio obligado a abandonar las diferencias
relativas a la liturgia, lo que puso fin a su asociación con la Iglesia de Inglaterra.

A su regreso a Escocia, Knox dirigió la Reforma protestante de Escocia, en asociación con la nobleza protestante escocesa. El
movimiento puede ser visto como una revolución, ya que condujo al derrocamiento de María de Guisa, que gobernó el país en
nombre de su hija pequeña María, reina de Escocia. Knox ayudó a escribir la nueva confesión de fe y el orden eclesiástico para la
recién creada iglesia reformada, "la Kirk". Continuó sirviendo como el líder religioso de los protestantes durante todo el reinado
de María. En varias entrevistas con la Reina, Knox la reprendió por apoyar las prácticas católicas. Cuando fue encarcelada por su
presunto papel en el asesinato de su esposo, Lord Darnley, y el Rey Jacobo VI fue entronizado en su lugar, Knox pidió
abiertamente su ejecución. Continuó predicando hasta sus últimos días.

HUGONOTES

Hugonotes (huguenot, en francés) es el antiguo


nombre otorgado a los protestantes franceses de
doctrina calvinista durante las guerras de religión. A
partir del siglo XVII, los hugonotes serían
denominados frecuentemente Religionnaires, ya que
los decretos reales (y otros documentos oficiales)
llamaban el protestantismo desdeñosamente
«pretendida religión reformada».

El término original francés «huguenot» (pronunciado


[yɡ'no] o [yɡə'no]) habría aparecido en 1560 en textos
de la época y en la correspondencia de autoridades del
poder real,1 en sustitución de «luthérien»
(«luterano»), utilizado hasta entonces.23 Si algunos
autores señalan desconocer el origen del apodo, otros
recogen distintos orígenes posibles, pero el origen
etimológico de «hugonote» sigue siendo un tema de
debate.
El porqué de la denominación no es bien conocido, pero al igual que la mayoría de los apodos dados por la mayoría católica a los
protestantes en diversos países, hugonote habría tenido en su origen un sentido peyorativo que el siglo XVI explicó diciendo que
el término era sinónimo de «partidario del diablo».4 De hecho, en un contexto de enfrentamientos por la legitimidad religiosa en
los que se buscaba demonizar al enemigo, se acusaba frecuentemente a los hugonotes de rendir culto al diablo debido a que
practicaban sus ceremonias de noche.

Así es como el filólogo y humanista hugonote francés del siglo XVI, Henri Estienne, señala en su Apologie d'Hérodote (1566) que
se trataba de vincular a los protestantes como súbditos de un fantasma de la ciudad de Tours:
… los protestantes de Tours solían congregarse de noche en un local próximo a la puerta del rey Hugo, a quien el pueblo tenía por
un espíritu y como, con ocasión de esto, un fraile hubiese dicho, en su sermón, que los luteranos habían de llamarse hugonotes,
como súbditos del rey Hugo, puesto que únicamente podían salir de noche, como hacían; el apodo se hizo popular desde 1560, y
por mucho tiempo se conoció por hugonotes a los protestantes franceses.

De la misma manera el historiador y humanista Étienne Pasquier, contemporáneo de las guerras de religión, decía que la palabra
«huguenot» provendría del rey Hugon o Huguet de Tours para dar a entender que los protestantes eran discípulos de un espíritu de
las tinieblas porque solo se reunían de noche.6 Teodoro de Beza, colaborador y sucesor de Juan Calvino, menciona también esta
etimología, evocando a los protestantes de Tours.

Las fuentes actuales apuntan hacia otro posible origen etimológico del término «hugonote». El historiador H. G. Koenigsberger,
entre otros, en su obra El mundo moderno (1500–1789), sostiene que el nombre podría provenir de la palabra
alemana Eidgenossen, o sea, 'confederados', nombre que utilizaba el partido de patriotas ginebrinos que se aliaron con
la confederación de cantones suizos —que ya se habían adherido a la Reforma Protestante— para liberarse del dominio del duque
de Saboya, católico, cuyos partidarios eran denominados «mammellus».3 De esta palabra habría derivado eignots, empleada por
los protestantes de Ginebra en la época de Calvino.327 En las minutas del Consejo de la ciudad aparecen como aguynos, y en 1520
como eyguenots, en el patois ginebrino.8 El príncipe de Condé, en un documento de 1562 recogido en sus memorias, emplea las
palabras Aignos y Aignossen para referirse a los protestantes franceses de la Conjura de Amboise, que fracasaron en su intento de
sustraer al rey de Francia de la poderosa influencia de la Casa de Guisa en 1560.

Esa expresión podría haberse mezclado también con el nombre Hugues, de Hugues Besançon, el político suizo que dirigía el
partido de los confederados ginebrinos antes de la llegada de Calvino.72 Es preciso recalcar que esta terminología se usaba en los
años en los que las comunidades hugonotes de Francia mantenían estrechos lazos con Ginebra, donde Calvino había establecido
desde 1538 seminarios en los que formar a los exiliados franceses que habían de propagar la doctrina calvinista una vez de vuelta
en su país.

Entre los autores que apoyan la influencia del nombre Hugues, varios hacen derivar «Huguenot» de Hugo Capeto, basándose en
declaraciones del historiador flamenco del siglo XVI, Francisco Haraeo. Según esta teoría, serían los Guisa los que habrían
apodado de manera despectiva Huguenots a los protestantes de la Conjura de Amboise, por ser estos fieles defensores de los
descendientes de Hugo Capeto.

REFORMA EN FRANCIA
El verdadero organizador de los reformados franceses fue Juan Calvino, prosiguiendo el movimiento iniciado por Martín
Lutero en Sajonia. Las ideas de estos dos reformistas gozaron de cierto éxito en Francia, país en el que el Cisma de Occidente, el
progreso del galicanismo, la Pragmática Sanción de Bourges y la guerra de Luis XII de Francia contra el papa Julio II habían
debilitado de manera considerable el prestigio y la autoridad papal.

De acuerdo con lo señalado por el evangélico Samuel Vila Ventura en su Enciclopedia Ilustrada de Historia de la Iglesia, el
movimiento hugonote francés se remonta a la publicación en París de la obra de Jacques Lefèvre d'Étaples: Sancti Pauli Epistolae
XIV ex Vulgat: adiecta intelligentia ex Graeco, cum commentariis, en 1512, en la cual se enseñaba claramente la doctrina de la
justificación por la sola fe; el prefacio de sus comentarios de los Evangelios, publicados en 1522, es a veces considerado como el
texto fundacional de la Reforma en Francia. Se le unieron varios discípulos, como los teólogos Guillaume Farel, Jodocus
Clichtove, Gérard Roussel, Nicolas Cop, Etienne Poncher y Michel d'Arande, todos ellos miembros del Cenáculo de Meaux, una
escuela impulsada y amparada por el obispo de Meaux, Guillaume Briçonnet, que les invitó a que estudiaran en su diócesis una
reforma que volviese a los orígenes del cristianismo, sin por ello romper con la religión católica. La reina Margarita de Navarra,
hermana del rey Francisco I y abuela del futuro rey Enrique IV de Francia, les brindó su apoyo ante el rey y favoreció la
expansión de las nuevas ideas en sus dominios. Francisco I, educado en los principios humanistas del Renacimiento, se mostraba
relativamente tolerante hacia las nuevas ideas pero se encontraba dividido entre su deseo de complacer al papa y la conveniencia
de ganarse el apoyo de los príncipes luteranos germánicos en contra de Carlos V.

Desde 1520 los escritos de Lutero se habían divulgado entre los eruditos de Francia y centenares de copias de sus libros se
vendían en París, pero la facultad de teología de La Sorbona condenó sus escritos en 1521. A instigación de La Sorbona, y dotado
por el papa León X de poderes especiales para la eliminación de la herejía, el Parlamento de París inició brutales medidas de
represión en 1525, aprovechando que el Rey estaba preso en Madrid. Varios pensadores reformistas fueron detenidos, torturados o
quemados vivos. El Cenáculo de Meaux se disolvió; algunos de sus miembros se retractaron, otros huyeron a Estrasburgo y
a Suiza o buscaron protección en las regiones donde gobernaba Margarita de Navarra.
Tras el asunto de los pasquines en octubre de 1534, en el que miles de panfletos contra la misa católica fueron pegados en París,
en las provincias y hasta en la puerta de los aposentos del Rey, este se inclinó hacia las demandas de los católicos y adoptó una
actitud francamente hostil hacia los reformistas, actitud que mantuvo hasta su muerte en 1547. En 1535, participó en una
procesión solemne en la que fueron quemados seis herejes, dejó que el Parlamento arrestara en Meaux a 74 de ellos, de los que 18
fueron quemados vivos, y promulgó un edicto que ordenaba la erradicación del luteranismo y de sus seguidores. A los pocos
meses Juan Calvino, que había huido a Basilea, publicó su obra La Institución de la Religión Cristiana (1535) cuyo prefacio era
dirigido al rey Francisco I de Francia. Editada en francés en 1541, la obra le dio fama y tuvo una profunda influencia en el
desarrollo del protestantismo en Francia, que se alejó definitivamente del catolicismo.

Una vez establecido en Ginebra en 1536, Calvino ayudó a organizar las comunidades reformadas de Francia, denominadas
desdeñosamente «pretendida religión reformada» en los textos oficiales. Sus discípulos instruidos en Ginebra regresaban a sus
lugares de origen a fin de ganar nuevos adeptos y de organizar las comunidades hugonotes. Ante la propagación de la nueva fe, los
antiguos edictos de tolerancia fueron sustituidos entre 1539 y 1540 por nuevos textos que otorgaban poderes inquisitoriales a los
tribunales y a los magistrados. El sucesor de Francisco I, Enrique II de Francia, mantuvo la lucha contra la Reforma; en 1547 el
Parlamento de París creó una comisión, la Chambre ardente (Cámara ardiente), para juzgar a los Reformados, y en junio de 1551
el edicto de Châteaubriant codificó todas las medidas que se aplicaban en la defensa de la fe católica. En consecuencia muchos
herejes fueron ejecutados en París, Burdeos, Lyon, Rouen y Chambéry. Se considera que esta alianza entre la Corona, La Sorbona
y el Parlamento de París impidió que la Reforma se extendiera en Francia con el mismo éxito que en Inglaterra o en Alemania.

A pesar de las persecuciones el protestantismo se introdujo en todas las provincias francesas. A partir de 1547 las comunidades
empezaron a constituir iglesias, si bien la primera iglesia reformada fue establecida oficialmente en París en 1555. Otras siguieron,
en Meaux, Poitiers, Lyon, Angers, Orléans, Bourges y La Rochelle. En el Sínodo de París de 1559, los protestantes franceses
decidieron en su gran mayoría aprobar una declaración doctrinal claramente calvinista, para presentarla ante el nuevo rey de
Francia, Francisco II.

Sin embargo, la influencia de la Casa de Guisa, enemiga declarada de la Reforma, desató como respuesta, una política claramente
represiva en contra de la ya respetada minoría protestante. Las familias hugonotes serían perseguidas por todos los medios y por
espacio de treinta años (1562 a 1594).

ENRIQUE IV DE FRANCIA
El más célebre de los hugonotes fue, sin duda, Enrique de Navarra, hijo de Juana de Albret y futuro rey Enrique IV de Francia.
Fue obligado a abjurar, para salvar su vida, durante la matanza de San Bartolomé (24 de agosto de 1572), diciendo la famosa
frase: "París bien vale una misa". Posteriormente volvió a abrazar el protestantismo, una vez a salvo en su reino; para abjurar de
manera definitiva, en 1593, al comprender que ser católico era una condición imprescindible para ser reconocido como rey de
Francia.

Durante su reinado, restauró la paz civil en Francia firmando el Edicto de Nantes (13 de abril de 1598) y concediendo
determinadas plazas fuertes a los protestantes.

LA PERSECUCIÓN Y LA IGLESIA DEL DESIERTO


El 18 de octubre de 1685, Luis XIV de Francia, el Rey Sol, decide revocar el Edicto de Nantes e iniciar la conversión sistemática
de los franceses protestantes. Desde 1681 en la provincia de Poitou, y a partir de 1685 en todo el territorio de Francia menos en
París, recurrió, entre otras iniciativas, a las dragonadas. Esta práctica represiva consistía en alojar a un grupo de dragones en casa
de una familia de hugonotes para obligarles a convertirse al catolicismo mediante vejaciones, torturas y el saqueo de sus
pertenencias. Ante el anuncio de la llegada de los dragones, pueblos enteros se convertían, aterrorizados.

Desde 1661, los hugonotes empezaron a emigrar debido al cúmulo de interdicciones y limitaciones del Edicto de Nantes
impuestas por el gobierno de Luis XIV. En 1669, un edicto real se lo prohíbe castigándoles con las galeras para los hombres, la
prisión para las mujeres, y la confiscación de todos sus bienes. A partir de 1682, la prohibición se extiende a los nuevos conversos.
Entre 1686 y 1689 se produjo un éxodo masivo que continuó hasta las primeras décadas del siglo XVIII. Entre 1685 y 1715, se
calcula que emigraron unos 200.000 hugonotes.

Numerosos hugonotes huyeron a los Países Bajos, Suiza, Inglaterra y a diversas ciudades evangélicas alemanas,
como Kassel, Erlangen y Berlín, así como a Prusia. Otros muchos se instalarían en las colonias británicas del Cabo y la América
británica y comenzarían sus propias iniciativas colonizadoras, cuyos descendientes contribuirían a la fundación de naciones
modernas como Sudáfrica y los Estados Unidos de América.

En el artículo «Refugiado» de la «Enciclopedia de Diderot y D'Alembert», se encuentra esta cita: «Luis XIV, al perseguir a los
protestantes, ha privado a su reino de más de un millón de hombres trabajadores» (artículo que, se supone, escribió Voltaire). Los
emigrantes pertenecían en su mayoría a los sectores de la producción artesanal e industrial, a las profesionales liberales, al ejército
y a la enseñanza. Su marcha ralentizó el desarrollo económico de Francia y benefició a los países de acogida, como Alemania,
arruinada tras la Guerra de los Treinta Años.12 Los que se quedaron en Francia fueron perseguidos hasta mediados del siglo XVIII.
A pesar de las conversiones forzadas, muchos continuaron a profesar el protestantismo de manera clandestina en lo que se llamó
la iglesia del «Desierto». Las comunidades de fieles se reunían en sus domicilios para practicar su liturgia en secreto, y se
congregaban en asambleas multitudinarias en lugares apartados, a menudo de noche. Estas «asambleas del Desierto» podían reunir
hasta 2000 o 3000 personas, y al terminar su sermón del pastor celebraba decenas de bodas y bautizos.13 Algunas cuevas del sur
de Francia se conocen con el nombre de «cuevas de los hugonotes», en las que se refugiaban los predicadores que iban de paso
para evitar ser arrestados.

Los sermones, los rezos y las cartas manuscritas de los pastores, así como los libros incautados en aquella época, revelan que a
partir de 1730-1740 existía gran variedad de tipos de fe y que la teología de los hugonotes se distanciaba cada vez más del
calvinismo ortodoxo, dando lugar a la aparición de nuevas teologías abiertas a la influencia de las ideas del Siglo de las Luces.13
Si bien el Edicto de Versalles de 1787, promulgado bajo el reinado de Luis XVI, permitió a los no-católicos practicar su religión
de manera privada y les devolvió el acceso al registro civil, los protestantes no tuvieron plena libertad de culto hasta la Revolución
francesa, con la aprobación de la Constitución de 1791.14

EDAD CONTEMPORANEA
Las libertades básicas de los protestantes en ese país, incluyendo el reconocimiento legal de sus matrimonios, es decir, de sus
familias, fueron admitidas nuevamente por el Estado francés en 1802.

A mediados del siglo XVIII, los protestantes se dividieron por causa del liberalismo, pero en 1905 (25 de octubre) fueron capaces
de organizar la Federación Protestante de Francia (en francés Fédération Protestante de France) para «defender los intereses
protestantes» en el contexto de un Estado laico y coordinar los esfuerzos de evangelización, educación de los pastores, enseñanza
de la feligresía y misiones.

La FPF agrupaba en 2007 a diecisiete iglesias y uniones de iglesias (luteranas, reformadas-calvinistas, bautistas y evangélicas en
general). La población protestante de Francia se estima en un millón cien mil feligreses aproximadamente,15 a los que hay que
añadir otros 400.000 evangélicos agrupados en la Federación Evangélica de Francia (FEF), organizada en 1969 y que abarca a
unas 425 organizaciones de corte evangelicalista, es decir, que enfatizan la autoridad unívoca de la Biblia, el compromiso
militante y el nuevo nacimiento, en contraposición al entronque histórico enraizado en las Reformas (Protestante y Radical) y en la
herencia religiosa medieval de cátaros y hugonotes.

Con ocasión de las celebraciones por el centenario de la Federación Protestante de Francia, Le Monde publicó en octubre de 2005
una entrevista al pastor Jean-Arnold de Clermont, presidente de la FPF ese año, en la que afirmaba que «el protestantismo francés
no tiene color político» y añadía, con respecto a sus relaciones con la Federación Evangélica de Francia, que la Federación
centenaria «reúne a iglesias diferentes en un proyecto asociativo que pone el acento en la relación con la modernidad», mientras
que el proyecto de la FEF es el de «reunir a las iglesias en torno a una Declaración de Fe». Puestas así las cosas, concluía que «no
estamos en competencia con la Federación Evangélica de Francia».

ANABAPTISMO
El anabaptismo es una de las corrientes existentes dentro del protestantismo. El nombre anabaptista (del prefijo ana-, ‘de
nuevo’, y el griego ‘el que bautiza’)1 se refiere a “rebautizar”2 o “bautizar de nuevo”. Dicho nombre les fue impuesto a los
anabaptistas por sus detractores, pues los primeros consideran inválido el bautismo infantil. Los anabaptistas abogan por
el bautismo de creyentes adultos (de acuerdo con su interpretación de Marcos 16:16), pues por una parte consideran que los niños
son salvos (según Mateo 18:2-4), y por otra parte consideran el bautismo como símbolo de fe, la cual no manifiesta un bebé.

En la actualidad, hay en el mundo más de dos millones de anabaptistas de las denominaciones amish, huterita, menonita y
la Iglesia de los Hermanos.

Los cristianos acusados de haber bautizado a otra persona por segunda vez ya eran condenados en el Código de Justiniano (Título
VI) y se estableció la pena de muerte contra ellos, la cual se aplicó en variadas ocasiones durante la Edad Media y luego en la
época de la Reforma Protestante.

Los actuales anabaptistas surgieron como vertiente de la Reforma en el siglo XVI, en Suiza, Austria, Alemania34 y Países Bajos.
En esa época había distintas expresiones del anabaptismo:
• La "revolucionaria", originada en la predicación y bautismos de adultos realizados por el tejedor Nicolás Storch (Nikolaus
Storch)5 y sus compañeros Tomás Dreschel (Thomas Dreschel) y Marcos Stübner (Markus Stübner). Tuvo como defensor
absoluto y destacado a Thomas Müntzer, que participó en la Guerra de los Campesinos (1524-1525), lucha de los campesinos
contra los terratenientes feudales.
• La "extremista", que protagonizó el levantamiento en la ciudad de Münster (Rebelión de Münster, 1534-1535), encabezada
por Jan Matthys y Juan de Leiden (Jan van Leiden),6 y propiciada por la predicación de Melchor Hoffman.
• La "unitaria" (unitarismo), representada por la personalidad de Miguel Servet, por los Hermanos Polacos (socinianismo)
en Polonia y por Ferenc Dávid y las iglesias unitarias de Hungría y Transilvania.7
• La "pacifista" "trinitaria", que surgió primero en 1525 en Zúrich, bajo el liderazgo de Conrad Grebel en oposición a Zwinglio,
y se extendió luego a Austria, Alemania, Holanda y Polonia, donde otros líderes, como Michael Sattler, Pilgram
Marpeck, Baltasar Hubmaier, Hans Denck, Jacob Hutter, Ulrich Stadler, Dirk Philips y Menno Simons, lograron consolidar
pequeñas iglesias siempre sometidas a intensa persecución, tanto por católicos como por protestantes y anglicanos.89

Aparte de compartir las principales doctrinas de la Reforma, como la definición de la Biblia como única regla infalible de fe,
inspirada indudablemente por el Espíritu Santo; la aceptación de Jesucristo como único mediador; el sacerdocio de todos los
creyentes y la presencia del Espíritu Santo y sus dones en cada cristiano; y el rechazo de la creencia en
la transubstanciación durante la misa y de ésta como sacrificio, defienden la idea de que los cristianos convencidos, bautizados,
deben vivir libres de la esclavitud del mundo, amar a los enemigos, abstenerse de toda violencia y solidarizarse materialmente con
los pobres, sin apelar a las relaciones con el Estado para conseguir prebendas.

El anabaptismo puede definirse en tres puntos principales:


1. Un concepto de la esencia del cristianismo como discipulado.
2. La Iglesia como fraternidad.
3. Una ética y moralidad basada en el Sermón del monte.10

Por eso, insisten en la importancia de la comunidad de fe para la oración, la mutua corrección fraterna, mutua ayuda material, ser
una comunidad establecida voluntariamente y el Cuerpo de Cristo que se celebra en la Eucaristía.

Rechazan enérgicamente las persecuciones y guerras religiosas y consideran un crimen la ejecución de cualquier persona por sus
creencias. Su norma fue y sigue siendo “Libertad religiosa para todos los hombres para vivir la fe de su elección o ninguna”.

THOMAS MÜNTZER
Thomas Müntzer (Stolberg (Harz), Sajonia-Anhalt, 1489-Mühlhausen, Turingia, 27
de mayo de 1525) fue un predicador alemán partidario de la Reforma, defensor
del anabaptismo y caudillo revolucionario de los campesinos (guerra de los
campesinos alemanes). Se propuso lograr el advenimiento del Reino de
Dios impulsando una vigorosa reforma social. Contemporáneo de Lutero e
inicialmente su seguidor, mantuvo con él una extremada polémica política y teológica.
Inició su carrera eclesiástica como confesor en el Convento de Beuditz (actualmente
un barrio de Weißenfels, Sajonia-Anhalt) de monjas cistercienses, en donde dedicó
gran cantidad de tiempo a la lectura de libros sobre la historia de la Iglesia y la Biblia.
En mayo de 1520 llegó a Zwickau, y en octubre fue encargado de la parroquia obrera
de Santa Catalina.

Allí se asoció con tres predicadores anabaptistas: el tejedor Nicolás Storch, Thomas
Dreschel y el teólogo Marcos Stübner. Rechazaron el bautismo de niños y la
sustitución de la fe de estos por la de los padrinos. Citando a Marcos 16:16, animaron
a bautizarse a quienes primero creían. Fueron expulsados de Zwickau en 1521.

Marchó entonces a territorio checo. Allí lanzó su Manifiesto de Praga, en el cual


afirmaba que era el pueblo pobre el que podía aceptar los dones del Espíritu Santo y
restaurar la Iglesia, corrompida por los clérigos opulentos. Para recibir al Espíritu hay
que aceptar la Cruz de Cristo.

Después de peregrinar por Bohemia, fue aceptado en Allstedt como pastor en la iglesia de San Juan. Allí se casó y sistematizó su
pensamiento. Se adelantó a Lutero en la redacción de una nueva ordenación litúrgica en alemán y compuso varios himnos.

El 13 de julio de 1524, pronunció en el castillo de Allstedt y en presencia del Príncipe Elector Juan, su hijo y otros nobles y
magistrados, el que se ha denominado Sermón ante los Príncipes, en el cual afirmó que laicos y campesinos pobres veían con
más claridad que los gobernantes desorientados por malos sacerdotes. Lo más destacado de este sermón fue su interpretación
revolucionaria de Romanos 13:1-7, pasaje del que concluyó que, cuando las autoridades no cumplen rectamente su papel, "la
espada les será quitada" (Daniel 7:26).

Müntzer no se limitó a predicar: fundó una organización clandestina revolucionaria, la Liga de los Elegidos, y finalmente el 7 de
agosto de 1524 se sumó a la rebelión de los campesinos. El 15 de mayo de 1525, aproximadamente 6.000 campesinos perdieron la
vida en la batalla de Frankenhausen, aplastados por el poder de los príncipes. Müntzer fue capturado y torturado. El miércoles 27
de mayo de 1525 fue decapitado. Su cadáver fue empalado y su cabeza clavada en una estaca a las puertas de Mühlhausen.

CRONOLOGÍA BÁSICA DEL SIGLO DE LA REFORMA (1454-1598)


1454: Johannes Gutenberg publica la primera Biblia impresa con caracteres móviles.12
1483: 10 de noviembre; nace Martín Lutero en Eisleben (Alemania).
1484: 1 de enero; nace Ulrico Zuinglio en Wildhaus (Suiza).
1505: 17 de junio; Lutero entra en el convento agustino de Erfurt (Alemania).
1509: 10 de julio; nace Juan Calvino en Noyon (Francia).
1512: Lutero se convierte en profesor de enseñanza de la Biblia en la Universidad de Wittenberg.
1517: 31 de octubre; Lutero clava las noventa y cinco tesis en el portal de la Iglesia del Castillo de Wittenberg.
Esta fecha marca convencionalmente el comienzo de la Reforma protestante.
1518: En Heidelberg Lutero expone la defensa de 28 de sus 95 tesis en la disputa de Heidelberg.
1519: Zuinglio comienza a predicar en Zúrich.
La ciudad rechaza la entrada a los vendedores de indulgencias.
1520: 15 de junio; León X emite la Exsurge Domine bula en la que intima a Lutero a que se retracte de 41 de sus 95 tesis.
Lutero publica tres escritos reformadores.
10 de diciembre; a la expiración del último día para la retractación de su tesis, Lutero quema públicamente la bula papal.
1521: En enero, Lutero es excomulgado.
Abril; Dieta de Worms; en presencia del emperador Carlos V, Lutero se niega a retractarse de sus posiciones; pronuncia la famosa
frase: «Aquí estoy, no puedo de otra forma».
En el camino de regreso de Worms, el votante Filippo de Sajonia monta un falso secuestro y lleva a Lutero, a salvo, al Castillo de
Wartburg. Aquí Lutero traduce el Nuevo Testamento al alemán.
1523: En Zúrich, disputa acerca de la predicación según las Escrituras, la misa y las imágenes.
1524: El Consejo de Zúrich permite la retirada de las imágenes de las iglesias.
1525: Los Doce Artículos de Memmingen expresan las demandas de los campesinos alemanes.
4 de mayo; Thomas Müntzer y otros 53 integrantes de la revuelta son ejecutados.
El 12 de abril, el Consejo de Zúrich abolió la misa.
1529: 21 de febrero; la Segunda Dieta de Espira pone fin a la tolerancia de los luteranos en los territorios católicos. Seis príncipes
y catorce ciudades protestan contra la decisión, dando lugar al término «protestante».
1-4 de octubre; los coloquios de Marburgo entre Lutero y Zuinglio marcan la división entre alemanes y suizos sobre el tema de la
Cena del Señor. Participaron las principales figuras del protestantismo. Lutero, Brenz, Osiander y Melanchton se oponían
a Zuinglio y Ecolampadio, en tanto que Bucero, Hedio y Capito se esforzaron en conciliar a las dos partes.
1530: El teólogo luterano Philipp Melanchthon elabora las Confesiones de Augsburgo, la primera exposición de la fe cristiana
luterana presentada al emperador Carlos V en la Dieta de Augsburgo (de allí el nombre) como un intento de reconciliación.
1531: 11 de octubre; Zuinglio muere en la batalla de Kappel.
24 de noviembre; muere Juan Ecolampadio.
1532: En el Sínodo de Chanforan (en los Valles Valdenses de Piamonte), los valdenses se adhieren a la Reforma.
1534: El Parlamento inglés promulga el acto de supremacía que libera a la Iglesia inglesa de cualquier subordinación al papado.
Nace una Iglesia anglicana, cuyo líder supremo es el rey Enrique VIII.
Se publica la Biblia de Lutero en alemán.
1536: Juan Calvino publica la primera edición de la institución de la religión cristiana.
Guillaume Farel, reformador de Neuchâtel, se reúne con Calvino, al regresar de Ferrara, donde había permanecido bajo la
protección de Renata de Francia, y lo retiene en Ginebra para dirigir la Reforma.
1538: Calvino es expulsado de Ginebra por decisión del Consejo de la ciudad.
1539: La Compañía de Jesús, constituida en 1534, recibe la aprobación papal.
1541: Llaman a Calvino de regreso a Ginebra.
Coloquios de Ratisbona, cuyo fracaso marca la división definitiva entre la Reforma y la Iglesia romana.
1542: El papa Pablo III con la burbuja de Licet ab initio instruye a la Inquisición romana.
Bernardino Ochino y Pietro Martire Vermigli, este último prior del monasterio de San Frediano en Lucca, se escapan de Italia.
Hasta 1590, huyeron de Lucca a Ginebra varias familias de notables locales que se habían unido a la Reforma. Entre ellos, los
Diodat, los Zanchi, los Burlamacchi, y los Turretini.
1545: 13 de diciembre; se abre el Concilio de Trento.
1546: 18 de febrero; muere Lutero en Eisleben.
1549: Pier Paolo Vergerio, obispo de Capodistria, se retira a los Grigiones para escapar de un proceso inquisitivo con la acusación
de herejía protestante.
1553: Condena por herejía y ejecución del antitrinitario Miguel Servet en Ginebra.
1555: Paz de Augsburgo. Las divisiones territoriales existentes en el Sacro Imperio Romano se reconocen con el principio «Cuius
regio, eius religio».
1559: El teólogo John Knox, después de pasar algunos años en el exilio en Ginebra, regresa a Escocia para dirigir la Reforma, e
instituye la Iglesia Presbiteriana (calvinista).
1561: El 5 de junio, con los Acuerdos de Cavour, los Saboya garantizan a los valdenses la oportunidad de profesar públicamente
su fe en los territorios de sus valles.
Entre mayo y junio, se lleva a cabo la masacre de los valdenses de Calabria en el actual municipio de Guardia Piemontese.
1562: Estallan las guerras de religión en Francia, que se extenderán hasta el Edicto de Nantes (1598).
1563: Bajo el reino de Elisabeth I, se publican los «39 Artículos de Religión», una confesión de fe fundamental de la Iglesia
Anglicana.
1564: 27 de mayo; Juan Calvino muere en Ginebra.
30 de junio; el papa Pío IV aprobó los decretos del Concilio de Trento concluidos el año anterior.
1572: 24 de agosto; durante la Cuarta Guerra de Religión, tendrá lugar la masacre de 20,000 hugonotes en la noche de San
Bartolomé.
1598: El Edicto de Nantes pone fin a las guerras de religión en Francia, declarando la religión del Estado el catolicismo y, al
mismo tiempo, concediendo una serie de derechos los hugonotes, incluida la libertad de culto (con la excepción de París y algunas
otras ciudades).
GEORGE WHITEFIELD
(16 de diciembre de 1714 - 30 de septiembre de 1770), ministro de la Iglesia de
Inglaterra, fue un dirigente destacado del movimiento metodista. Llegó a ser muy
conocido por su entusiasta predicación en las colonias americanas del Imperio
Británico, destacándose claramente como el principal dirigente del primer
movimiento evangélico en el nuevo mundo, denominado Primer Gran Despertar, una
sucesión espontánea de "avivamientos" cristianos protestantes en las colonias
angloamericanas. Algunos historiadores le han llegado a denominar "la primera
celebridad moderna", por su reconocimiento entre las clases populares.

Nació el 16 de diciembre de 1714 en Bell Inn (Gloucester), Inglaterra, y murió en


Newburyport (Massachusetts), EE.UU., el 30 de septiembre de 1770. George
Whitefield era el hijo de una mujer viuda que administraba una posada en Gloucester.
A una edad temprana, descubrió que tenía pasión y talento para la actuación y el
teatro, habilidad que desarrollaría posteriormente realizando representaciones
teatrales de algunas historias bíblicas durante sus sermones. Se educó en el Crypt
School de Gloucester y en el Pembroke College de Oxford. Como Whitefield
provenía de una familia muy pobre y carecía de los medios económicos para pagar la
matrícula, entró en Oxford como un "servitor" (la categoría más baja entre los
estudiantes de esa casa de estudios), es decir, que, a cambio de su matrícula, fue
asignado como asistente de un cierto número de estudiantes de más alta categoría
social. Entre sus deberes figuraban: despertar a estos jóvenes por la mañana, sacar
lustre a sus zapatos, cargar sus libros y hasta redactar sus trabajos académicos (courseworks). Sin embargo, Whitefield también
tuvo tiempo para formar parte del "Holy Club" de la Universidad de Oxford, junto a los hermanos John Wesley y Charles Wesley.
Su genuina piedad cristiana (fruto de una experiencia de "conversión" que lo impulsó no solo a restituir los pequeños robos
cometidos durante la adolescencia, sino también a visitar a enfermos y presos, a disciplinar su vida y a estudiar con devoción
las Sagradas Escrituras) llevó al Obispo de Gloucester a ordenarlo al ministerio antes de cumplir la edad canónica.

Whitefield predicó su primer sermón a los 21 años de edad, al domingo siguiente de su ordenación, en la Crypt Church de su
ciudad natal. Al respecto el propio George señaló: Unos pocos se burlaron, pero la mayoría de ellos estaba chocada, y escuché
una queja que se le formuló al obispo diciendo que volví loco a 15 personas en el primer sermón. Los oficiales de la iglesia
dijeron que esperaban que la locura no fuera olvidada al domingo siguiente. Luego, en 1738, partió rumbo a América para ser
ministro en Savannah (Georgia). Regresó al Reino Unido un año más tarde, reiniciando sus actividades evangelísticas, pero tuvo
que predicar al aire libre cuando las iglesias establecidas rechazaron admitir su vehemente oratoria, que atraía a multitudes.

El movimiento metodista adquirió vida en el Reino Unido gracias a la predicación de Whitefield. Fue él quien atrajo multitudes a
sus sociedades, y fue durante sus predicaciones que millares experimentaron la "conversión", y fueron estos "convertidos" los que
comenzaron a "trastornar" el reino.

Whitefield tuvo entonces un desacuerdo con los hermanos Wesley debido a la doctrina de la predestinación. En 1739, John
Wesley se declaró abiertamente arminianoy predicó un sermón contra la doctrina de la predestinación, Whitefield era partidario
del calvinismo. Sin embargo, como debía partir rumbo a las colonias americanas, acordó no discutir el asunto y dejar a John
Wesley como dirigente del movimiento en el Reino Unido. Pero el debate siguió adelante, los calvinistas y los arminianos
dividieron aguas en el movimiento metodista británico, y Wesley apoyó a los segundos. Algunos de los seguidores del calvinismo
de Whitefield se unieron en la "Countess of Huntingdon's Connexion" (la "Conexión Metodista" puede ser un grupo de iglesias en
comunión), extendiendo una forma calvinista de metodismo en Gales y otras regiones. Whitefield se transformó posteriormente en
capellán de esta Conexión.
WHITEFIELD Y LA ESCLAVITUD
En 1738, Whitefield predicó durante una serie de avivamientos en el estado de Georgia. En tales circunstancias fundó el
"Bethesda Orphanage" (Orfanato Betesda), que aún existe. En Georgia regía originalmente una prohibición para la esclavitud. No
obstante, en 1749 se produjo un movimiento que propuso introducirla, y Whitefield apoyó tal proyecto, más aún, él mismo
adquirió esclavos que trabajaron en el orfanato, y éstos fueron legados posteriormente a la "Countess of Huntingdon's Connexion"
cuando él murió.

PREDICACION
Como su contemporáneo y conocido, Jonathan Edwards, Whitefield predicó con la teología calvinista de trasfondo. Fue
reconocido por su voz de gran alcance (algunos escritos hablan de audiencias de hasta 80.000 personas) y su capacidad de apelar a
las emociones de la muchedumbre. A diferencia de la mayoría de los predicadores de su tiempo, hablaba espontáneamente, sin
leer necesariamente sus notas para el sermón. Es difícil precisar dónde residía el secreto del éxito de su predicación, algunos
estudiosos de su trabajo señalan que sus sermones impresos no contienen nada distinto de lo que predicaban otros. Su secreto
entonces puede haber estado en la sinceridad y el encanto de su voz, que atraía tanto a ricos como a pobres.

El estilo más "democrático" con el que predicaba Whitefield agradó mucho a su audiencia americana. Benjamin Franklin asistió
una vez a un culto de avivamiento que se efectuó en Filadelfia y quedó enormemente impresionado por la capacidad del
evangelizador para entregar un mensaje claro a una audiencia tan grande. Además, Whitefield también supo utilizar los medios de
comunicación (como el periódico) para beneficiar publicitariamente su causa. Su revolucionario estilo de predicar marcó el
camino que los sermones desde entonces han debido seguir. Él es uno de los padres de las Iglesias evangélicas estadounidenses
del siglo XX. Probablemente fue el predicador más conocido en América durante el siglo XVIII, porque viajó por todas las
colonias británicas en América y atrajo grandes muchedumbres, logrando notable cobertura de los medios de comunicación y
consolidándose como una de las figuras públicas más extensamente aprobadas en la América anglosajona antes de George
Washington.

REUNIONES DE REAVIVAMIENTO
Whitefield fue el primero en predicar al aire libre con gran éxito en la ciudad minera de Bristol (Inglaterra), que en aquel tiempo
era conocida como un "centro del vicio" en todas sus peores formas, y también fue el primero en proporcionar servicios
espirituales a los mineros que aún vivían "como paganos" cerca de aquella ciudad. Unos 20.000 de estos trabajadores pobres y
rudos se apiñaron para oírlo en algunos de sus sermones, y las lágrimas incontenibles de muchos, las convulsiones y las
expresiones destempladas de alegría o arrepentimiento mostraron visiblemente la manera en que esas personas fuertes y de mala
fama eran conmovidas de manera profunda por las palabras del predicador. John Wesley se unió luego a estas reuniones y, hasta
cierto punto, quedó perplejo por estos "síntomas corporales", que él consideraba evidentes "signos de la gracia". No obstante,
Whitefield los calificaba más bien "indicadores dudosos de la gracia". Probablemente, si los sicólogos modernos vieran
expresiones como las descritas al respecto, pensarían en síntomas de histeria colectiva: "...personas que gritan a todo pulmón, y
agitan y contorsionan violentamente sus cuerpos" durante un sermón. William Hogarth satirizó en sus escritos las expresiones que
producía la predicación metodista, publicando Credulity, Superstition, and Fanaticism (Credulidad, Superstición y Fanatismo -
1762).

MUERTE
La notable influencia que Whitefield logró ejercer durante su vida en el protestantismo anglosajón se atribuye generalmente a su
extraordinaria capacidad oratoria y a su vida consecuente, no así a su capacidad como organizador (a diferencia de John Wesley,
un organizador extraordinario), ni a sus escritos (sus obras completas se publicaron en 7 volúmenes entre 1771 y 1772). Por eso
algunos historiadores protestantes le consideran el "príncipe de los predicadores al aire libre".

Tras predicar en Exeter (Massachusetts), partió rumbo a Newburyport para pernoctar en la casa de un pastor de la ciudad. A eso
de las dos de la madrugada despertó con ahogos y le señaló a uno de sus anfitriones: "Me estoy muriendo", serían sus últimas
palabras antes de fallecer. A su entierro, las campanas de todas las iglesias de Newburyport doblaron y las banderas se izaron a
media asta. Millares concurrieron a su sepelio antes de ser enterrado, de acuerdo a sus deseos, bajo el púlpito de la "Old South
Presbyterian Church".

JOHN WESLEY

(Epworth, 17 de junio de 1703-Londres, 2 de marzo de 1791) fue un clérigo y teólogo anglicanobritánico. A John Wesley junto
con su hermano Charles Wesley se les reconoce como importantes predicadores, de cuya palabra se inspiró el Movimiento
Metodista inglés, que comenzó cuando adoptó la costumbre de realizar prédicas al aire libre de una manera similar a George
Whitefield. No obstante, Wesley no fundó el metodismo como una denominación cristiana; por el contrario, expresó su deseo de
que esto no ocurriera cuando declaró:

"Desearía que el nombre 'metodista' nunca vuelva a ser mencionado otra vez, sino que se perdiera en el eterno olvido".
Fue el decimoquinto de diecinueve hijos (de los cuales nueve murieron durante la
infancia) de Samuel y Susana Wesley. El padre de Wesley era predicador, y la
madre una mujer notable en cuanto a sabiduría e inteligencia. Se trataba de una
persona de profunda piedad que educó a sus hijos en estrecho contacto con las
historias de la Biblia, contándolas tanto alrededor de su hogar, como en la habitación
de los niños. También solía vestir a los niños con sus mejores ropas los días en que
tenían el privilegio de aprender el alfabeto como introducción a la lectura de
las Sagradas Escrituras.

En los tiempos de Wesley, Gran Bretaña vivía en extremos sociales, con


promiscuidad, abusos, enfermedades y pestilencias. La pobreza diezmaba la
población, donde niños y huérfanos vivían en las calles en total estado de indigencia.
Un grupo de personas sensibles a la situación vislumbró la necesidad de llevar a las
calles la función de la Iglesia, es decir, pastorear a los necesitados, atendiendo a las
personas y ocupándose de ellas.

John estudió en la escuela de Charterhouse y luego en Oxford, se graduó en 1726.


En Oxford fue un líder, y durante la última parte de su estancia allí fue uno de los
fundadores del "Santo Club", una organización de estudiantes serios. En este club
estaban Roberto Kirkam, William Morgan, George Whitefield y los mencionados hermanos. Vivían bajo una seria disciplina
incluyendo ayunos y tiempos de oración. Su naturaleza religiosa se profundizó con el estudio y la experiencia, pero no fue hasta
años después de dejar la universidad y entrar bajo la influencia de los escritos de Lutero cuando sintió que había entrado en la
plena riqueza del Evangelio.

Después de pasar algún tiempo ayudando a su padre en Lincolnshire, Wesley fue elegido para el cargo de Compañero de la
universidad de Lincoln ("Compañero" era el nombre dado a un dignatario de alto rango). Wesley desempeñó tal cargo con honor
para sí mismo, y para la universidad, durante veinticinco años.

Fue en aquel tiempo que John Wesley comenzó a desarrollarse como predicador anglicano, creyendo en todas las formalidades y
ceremonias de la iglesia oficial de Inglaterra, y también en disciplina severa. Se levantaba a las cuatro de la mañana, ayunaba con
regularidad, trabajaba duro y sin descanso, y demandaba de su fuerte cuerpo un esfuerzo casi hasta el límite del colapso. Visitaba
a los presos en las cárceles, que eran lugares terribles en aquellos días; y procuraba suavizar todo lo posible la vida de los
prisioneros por donde quiera que fuera. También enseñaba a los niños que no tenían que los cuidara. A pesar de toda esta
incesante e incansable actividad religiosa, y aunque predicaba sermones preparados con esmero, no podía dejar de sentir que su
vida era estéril. No atraía a multitudes. No influía en ninguna vida ajena. No despertaba ninguna conciencia. No hacía arder a
ningún corazón.

Pasado algún tiempo Carlos, el hermano menor de Wesley, ingresó a la universidad de Oxford, y con algunos otros de los
estudiantes más serios, formaron un grupo, al que algunos apodaron "el club santo". Se reunían para orar, para estudiar la Biblia, y
comentar sobre lo que habían leído y meditado. Eran muy metódicos en su asistencia a los servicios de comunión, y como
resultado de sus prácticas tan ordenadas, sus compañeros comenzaron a llamarles los "metodistas".

En octubre de 1735, Juan Wesley y su hermano Carlos viajaron a América. Juan iba a servir como capellán en la ciudad de
Savannah, en la colonia de Georgia, en tanto que Carlos iba a desempeñar el cargo de secretario del fundador y gobernador de la
colonia, el general Oglethorpe. Juan hizo planes para celebrar servicios, visitó cada hogar, y estableció una escuela para los hijos
de los colonos. Trató de enseñar a los indígenas, pero éstos no aceptaron en nada sus esfuerzos. Se mantenía sumamente ocupado,
pero no era de ningún modo popular. Todo el tiempo, en el fondo de su alma, estaba buscando una verdadera fe en Dios.

METODOLOGÍA
Aldous Huxley, en su Nueva Visita a un Mundo Feliz, explica que el enorme éxito de John Wesley como predicador se basaba en
una comprensión intuitiva del sistema nervioso central. Iniciaba su sermón con una larga y detallada descripción de los tormentos
a los que sus oyentes, a menos que se convirtieran, serían indudablemente condenados por toda la eternidad. Luego, cuando el
terror y una angustiosa sensación de culpabilidad habían llevado al auditorio al linde de un completo derrumbe cerebral o, en
algunos casos, más allá del linde, cambiaba de tono y prometía la salvación a aquellos que creyeran y se arrepintieran. Con esta
clase de predicación, Wesley convirtió a miles de hombres, mujeres y niños. El miedo intenso y prolongado los deprimía y creaba
en ellos un estado de impresionabilidad muy intensificada. En este estado se inclinaban a aceptar sin discutir los pronunciamientos
teológicos del predicador. Al cabo de lo cual se los reintegraba con palabras de consuelo y salían de la prueba con normas de
conducta nuevas y generalmente mejores, implantadas sin desarraigo posible en sus mentes y sistemas nerviosos.

COMIENZOS DEL GRAN REAVIVAMIENTO


John en compañía de su hermano Charles fueron enviados a Georgia (EE.UU.) por la Sociedad para la Propagación del Evangelio,
y allí los dos desarrollaron sus capacidades como predicadores. Durante la travesía se encontraron en compañía de
varios Hermanos Moravos, miembros de la asociación recientemente renovada por la actividad del Conde Nicolaus Ludwig von
Zinzendorf. John Wesley observó en su diario que durante una gran tempestad, cuando todos los ingleses a bordo perdieron
enteramente la compostura, estos alemanes lo impresionaron con su calma y total resignación a Dios. También observó la
humildad de ellos pese a tratos insultantes.
Fue al volver a Inglaterra cuando vivió profundas experiencias y desarrolló su notable capacidad como predicador popular, que le
hicieron un líder nacional. En aquel tiempo se asoció con el predicador George Whitefield, de fama imperecedera por su
elocuencia impresionante.

En el año 1738 compartió con sus amigos la experiencia de la santificación (experiencia del corazón ardiente), ya que su creencia
era que una vida disciplinada hacía que uno agradara a Dios. Por tanto, los moravos y él comienzan a orar para que John sea
santificado. Tiene la experiencia y fue usado por Dios en un nuevo tiempo de avivamiento y de mover el Espíritu Santo.4 Según
los teólogos, los siguientes patrones son evidencias del avivamiento:
• Oración intensa.
• Predicación poderosa de la Palabra.
• Manifestaciones sobrenaturales.
• Conversión de la gente.
• Cambio social.
• Involucramiento de los creyentes en el ministerio.[cita requerida]

Los fundadores de la Iglesia Metodista-Calvinista en Gales fueron Daniel Rowland y Howard Harris. En tres años,
en Massachusetts se convirtieron cincuenta mil personas. Cuando Wesley murió en 1791, había 140.000 miembros de la Iglesia
Metodista. En Gales se vivió un avivamiento nacional donde en seis meses se convirtieron cien mil personas. LoWesley tenían un
grupo que se llamaba “las sociedades”, que contaba con tres reglas:
• No hacer daño alguno.
• Hacer todo el bien que se pueda.
• Atender las órdenes de Dios.

El otro grupo eran “Las Bandas”.5 Eran grupos pequeños. Se reunían una vez por semana, llegaban puntualmente, comenzaban
con un canto u oración, compartían testimonios y dificultades en la vida cotidiana. Nombraban a un líder para dirigirlos.

El otro era “La Sociedad Selecta”. Estaba compuesta por líderes. Las clases eran de doce personas, las cuales estaban encargadas
de juntar ofrendas para los gastos, tenían estudios bíblicos específicos. De estas clases salieron ocho mil líderes. Wesley decía que
las personas después de su conversión necesitaban un proceso de crecimiento en la gracia y conocimiento de las cosas de Dios.
Este proceso se llama discipulado.

Formó un grupo llamado “Sociedad para los Nuevos Contactos” y otro “Sociedad para los Penitentes”. El primero predicaba a
los nuevos convertidos y el segundo se encargaba de rescatar a los que se apartaban de la Iglesia.
En sus últimos años predicó, por gran parte de Inglaterra, Escocia y Gales la salvación de fe y el arrepentimiento.
Falleció el 2 de marzo de 1791, a la edad de 87 años.

WILLIAM MILLER

(1782-1849) fue un predicador laico bautista, militar, campesino y jefe cívico local
en Low Hampton, en el este de Nueva York. Estudiante de la historia y la
profecía bíblica, a partir de sus estudios comenzó a predicar en 1831 el
inminente segundo advenimiento de Cristo.

Es considerado como el fundador del Movimiento millerita y del Movimiento


Adventista, de los años 1830 y 1840 en Norteamérica. Entre sus descendientes
espirituales directos existen varias denominaciones, incluyendo la Iglesia Adventista
del Séptimo Día, la Iglesia de Dios (Séptimo día) y movimientos posteriores que se
fundaron con la inspiración directa del énfasis de Miller en la profecía bíblica,
incluyendo el Movimiento de Estudiantes de la Biblia(Testigos de Jehová).

William Miller nació el 15 de febrero de 1782 en Pittsfield, Massachusetts. A la edad


de 4 años, su familia se mudó a Hampton (Nueva York). Fue educado en casa por su
madre, hasta los 9 años de edad, cuando ingresó en la recientemente establecida
Escuela del Distrito de Poultney del Este. Se desconoce si Miller cursó alguna
educación formal después de los 18 años; a pesar de ello, continuó leyendo
vorazmente. En su juventud es sabido que tuvo acceso a las bibliotecas privadas del
Juez James Witherell, del Congresista Matthew Lyon en la cercana Fairhaven
(Vermont) y de Alexander Cruikshanks de Whitehall (Nueva York).

En 1803, Miller contrajo matrimonio con Lucy Smith y se mudaron al pueblo de su esposa, cercano a Poultney (Vermont), donde
se convirtió en granjero. Mientras Miller era electo como miembro de la Oficina Civil de Poultney, comenzó con el oficio de
Guardia. En 1809 fue elegido para el puesto de Sheriff Diputado y en una fecha desconocida fue elegido como Juez de Paz. Miller
sirvió en la milicia de Vermont y fue comisionado como teniente el 21 de julio de 1810. Por estas fechas se convierte en un
hombre relativamente acaudalado, poseyendo una casa, tierras y por lo menos dos caballos.
Poco después de su cambio a Poultney, Miller rechaza sus creencias bautistas y se convierte en teísta. En su biografía, Miller
reseña su conversión: "Me hice conocido de los principales hombres en esa aldea (Poultney (Vermont)), que eran
abiertamente deístas; pero eran buenos ciudadanos y de una conducta y moral serias. Ellos pusieron en mis manos los trabajos
de Voltaire, Hume, Paine, Ethan Allen y otros escritores deístas".

CREENCIAS MASONICAS
Miller fue también un activo francmasón: "Fue aquí (Poultney, Vermont) donde el Sr. Miller se convirtió en miembro de la
fraternidad masónica, en la cual su perseverancia, sin nada más, se manifestó; avanzó al grado más alto que las logias en el
condado, o en la región, podían conferir."3 Poco sabemos de los lazos masónicos de Miller, aparte de los registrados por su
biógrafo Sylvester Bliss. La mayoría de los autores subsecuentes omite este hecho o no hacen comentario alguno. Whitney R.
Cross especifica que Miller era un masón del Arco Real pero no da más detalles o fuentes.4 H. Y. Smith y W. S. Rann, editores del
libro de 1886 Historia del Condado Rutland Vermont con Ilustraciones y Bosquejos Biográficos de algunos de sus Prominentes
Hombres y Pioneros muestra al "Rev. William Miller" como uno de los cincuenta y un individuos listados por el Sr. Clarke como
"los que han sido prominentes en el Orden de este condado (Rutland)."5 Miller (listado como el Cap. Miller) es nombrado
posteriormente como uno de los primeros Maestros de la Logia Estrella de la Mañana, N.º 27. Se dice de esta logia que fue
"organizada en Poultney anteriormente a 1800, pero la fecha exacta no es conocida."6 En una carta escrita a su amigo Truman
Hendryx, fechada el 17 de noviembrede 1832, Miller se regocija cuando la Antimasonería muere en su localidad.7 Las
declaraciones de Miller referentes a la Antimasonería se fechan bien después de su conversión en 1816, y parecen indicar que
Miller no veía contradicciones entre su religiosidad bautista y sus creencias masónicas. No parece probable que Miller fuese
masón activo mientras seguía su permiso como ministro de la Iglesia Bautista de Low Hampton el 12 de septiembre de 1833; la
logia de Poultney -y la mayoría de las otras logias- cerró en 1832 durante el tiempo del fervor Anti-Masón. Aunado a esto, Miller
regresó a Low Hampton en 1815. Sin embargo, como se mostró previamente, la evidencia sugiere que él por lo menos, mantuvo
su simpatía por el movimiento, hasta 1834, y posiblemente después.

SERVICIO MILITAR
Al comienzo de la Guerra Anglo-Estadounidense de 1812, Miller reunió una compañía local de hombres y viajaron a Burlington,
Vermont. Fue transferido al Trigésimo Regimiento de Infantería en el Ejército Regular de los Estados Unidos con el rango de
Teniente. Miller pasó la mayor parte de la guerra trabajando como reclutador y el 1 de febrero de 1814 fue promovido a Capitán.
Vio por primera vez acción en la Batalla de Plattsburgh, donde las fuerzas americanas sumamente superadas en número vencieron
a su contraparte británica. Miller llegó a ver el resultado de esta batalla como milagroso y por lo tanto, en desacuerdo con su
opinión deísta de un dios distante, alejado de los asuntos humanos. Escribió posteriormente, "Me pareció que un Ser Supremo
debió haber observado los intereses de esta nación en una forma especial, y nos liberó de las manos de nuestros enemigos... un
resultado sumamente sorprendente, contra tales probabilidades, me pareció el trabajo de una fuerza más poderosa que el hombre
mismo".

Después de la guerra, y siguiendo a su liberación del ejército el 18 de junio de 1815, Miller regresó a Poultney. Sin embargo, poco
después de su retorno, se mudó con su familia de regreso a Low Hampton, en donde compraron una granja9 (ahora un sitio
histórico poseído y administrado por El Ministerio de la Herencia del Adventista). A través de este período, Miller estuvo
profundamente preocupado por la pregunta de la muerte y la vida después de la muerte. Esta reflexión sobre su propia mortalidad
siguió a las recientes muertes de su padre y su hermana; y su experiencia como soldado en la guerra. Miller aparentemente sentía
que solo había dos opciones posibles después de la muerte: la aniquilación o la rendición de cuentas; con ninguna de las dos se
sentía cómodo.

Pronto después de su retorno a Low Hampton, Miller tomó medidas tentativas hacia la recuperación de su fe Bautista. Al principio
procuró combinar ambas, exponer públicamente su Deísmo mientras que simultáneamente asistía a la iglesia Bautista local. Su
asistencia se tornó en participación cuando le pidieron leer el sermón del día durante una de las frecuentes ausencias del ministro
local. Su participación se convirtió en comisión un domingo, cuando estaba leyendo un sermón sobre los deberes de los padres y
fue elogiado con emoción.10 Miller registró la experiencia: "Repentinamente el carácter de un salvador fue vívidamente grabado
en mi mente. Parecía que podía haber un Ser tan bueno y compasivo como para sacrificarse a sí mismo por nuestras faltas, y de tal
modo salvarnos de sufrir la pena del pecado. Inmediatamente sentí cuan amoroso semejante "Ser" debería ser; e imaginé que yo
podría arrojarme a los brazos de Él, y confiar en la misericordia de Él, un Ser tan Único".

Después de su conversión, Miller fue pronto confrontado por sus amigos deistas para justificar su renovada fe. Él lo hizo
examinando la biblia detalladamente, declarando a uno de sus amigos: "Si me diera tiempo, yo armonizaría todas las
contradicciones aparentes para mi satisfacción, o seré aún un deista."12 Miller comenzó con Génesis 1:1, estudiando cada verso y
sin avanzar hasta que sentía que el significado estaba claro. De esta forma se convenció primeramente, que el Postmilenarismo no
era bíblico; y en segunda, que la Segunda Venida de Cristo estaba revelada en la Profecía de la biblia.

Basando su creencia principalmente en Daniel 8:14: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será
purificado", y usando un principio interpretativo conocido como el "Principio de día-año"; Miller concluyó que la purificación del
santuario (Templo de Jerusalén) representaba la purificación de la tierra por fuego en la Segunda Venida de Cristo. Para Miller y
otros usuarios de este principio, un día en la profecía debería ser leída como un periodo de un año (365 días). Además, Miller
estaba convencido que el período de 2.300 días había comenzado en 457 a.c. con el Decreto para
reconstruir Jerusalén de Artajerjes I de Persia. Cálculos simples revelaron que este período terminaba en el año 1843 y por lo
tanto, en esa fecha, ocurriría el regreso de Cristo. Miller escribió: "Llegué entonces a la solemne conclusión, que en cerca de
veinticinco años a partir de esa fecha (1818), todos los asuntos de nuestro estado actual, se colapsarían".
Aunque Miller estaba convencido de sus cálculos en 1818, continuó con sus estudios en privado hasta 1823 para asegurarse de la
autenticidad de sus interpretaciones. En septiembre de 1822, Miller plasmó formalmente sus conclusiones en un documento de 20
puntos, incluido el artículo 15: "Yo creo que la segunda venida de Jesucristo está cerca, casi en puerta, aún dentro de veinte años,
o antes de 1843".14 Sin embargo, Miller continuó sin leerlo públicamente hasta el primer domingo de agosto de 1831 en el pueblo
de Dresden.

En 1832 entregó una serie de dieciséis artículos al Telégrafo de Vermont (Vermont Telegraph, una publicación Bautista). El
primero de estos fue publicado el 15 de mayo, a lo que Miller comenta sobre la respuesta del público: "Comencé a ser inundado
con cartas preguntándome sobre mis opiniones, y visitantes se reunieron conmigo para conversar del tema".12 En 1834, incapaz de
cumplir con muchas de las peticiones urgentes y con invitaciones para viajar y predicar que había recibido, Miller publica una
sinopsis de sus enseñanzas en un escrito de 64 páginas con el título de: Evidencia de las Escrituras y la Historia sobre la Segunda
Venida de Crísto, cerca del año 1843: Exhibido en un Curso de Conferencias (Evidence from Scripture and History of the Second
Coming of Christ, about the Year 1843: Exhibited in a Course of Lectures).

La casa de William Miller es un Monumento Histórico Nacional registrado y se conserva como un museo. El sitio no está
lejos de la frontera entre Nueva York y Vermont.
MILLERISMO
Desde 1840 en adelante, el Millerismo se transformó de un "movimiento regional oscuro, a una campaña nacional". La figura
clave en esta transformación fue Joshua Vaughan Himes, pastor de la capilla de la calle Chardon en Boston y un experimentado
editor. A pesar de que Himes no aceptó completamente las ideas de Miller hasta 1842, estableció el periódico quincenal Señales
de los tiempos el 28 de febrero de 1840, para publicarlas.

A pesar de la urgencia de sus partidarios, Miller nunca fijó una fecha exacta para la Segunda Venida. Sin embargo, en respuesta a
sus peticiones, redujo el período a algún día dentro del calendario Hebreo comenzando en el año gregoriano de 1843, registrando:
"Mis principios en breve, son, que Jesucristo vendrá otra vez a esta tierra, limpiará, purificará, y tomará posesión del mismo, con
todos los santos, en algún momento entre el 21 de marzo de 1843 y el 21 de marzo de 1844.

El 21 de marzo de 1844 pasó sin incidentes, algunas discusiones y estudios posteriores resultaron en la pronta adopción de una
nueva fecha: 18 de abril de 1844, basado en la interpretación caraísta del Calendario hebreo(opuesta al calendario rabínico).17
Como en la fecha pasada, el 18 de abril pasó sin el retorno de Cristo. Miller respondió públicamente, escribiendo: "Confieso mi
error y reconozco mi decepción; pero aún creo que el día del Señor está cerca, casi a la puerta".

En agosto de 1844 en un campamento de reunión en Exeter, Nuevo Hampshire, Samuel S. Snow presentó un mensaje que llegó a
ser conocido como el mensaje de los siete meses o el verdadero grito de medianoche. En una discusión basada en tipología
escritural, Snow presentó su conclusión (aún basada en la profecía de los 2300 días de Daniel 8:14), que Cristo regresaría el
décimo día del séptimo mes del presente año 1844.19 Otra vez usando el calendario de los judíos caraístas, el día fue determinado
como el 22 de octubre de 1844.

GRAN CHASCO
El 22 de octubre y el amanecer del 23 de octubre, se convirtieron en la gran decepción de los milleritas. Hiram Edson registró que
"Nuestras más profundas esperanzas y expectativas fueron destrozadas, y un espíritu de angustia vino sobre nosotros como nunca
antes había experimentado... lloramos y lloramos hasta el atardecer."20 Después del Gran Chasco muchos milleritas simplemente
renunciaron a sus creencias. Algunos no lo hicieron y proliferaron puntos de vista y explicaciones. Miller inicialmente parecía
creer que la Segunda Venida de Cristo aún iba a tener lugar, que "el año de expectativa estaba de acuerdo a la profecía; pero... que
debía de haber algún error en la cronología de la Biblia, que provenía de algún error humano, que podría haber desechado alguna
fecha y que esto de alguna forma contará para la discrepancia."21 Miller nunca renunció a su creencia en la Segunda
Venida de Cristo. Murió el 20 de diciembre de 1849, aún convencido que la Segunda Venida era inminente. Miller fue enterrado
cerca de su casa en Low Hampton, Nueva York. Su casa está registrada como Lugar Histórico Nacional de los Estados Unidos y
es preservada como museo: Casa de William Miller.

Después de octubre de 1844, donde ocurrió el llamado "gran chasco", el movimiento se dividió en varios grupos. Algunos
volvieron a sus iglesias anteriores. Otros continuaron buscando fechas para el cumplimento de la profecía. Otros buscaron una
explicación acerca del porqué Cristo no había venido, pues estaban seguros de que los cálculos de Miller eran correctos, y que la
Biblia no era infalible según sus creencias. Como resultado de una nueva revisión de los cálculos proféticos de Miller, un grupo de
El erasmismo o conceptos como la libertad de conciencia no solo dan lugar a otras religiones (protestantismo), sino a nuevas
posturas del hombre ante la naturaleza, como la duda cartesiana, el racionalismo y el empirismo. Muy diferentes entre sí,
la indiferencia religiosa, los libertinos, la masonería, el panteísmo, el agnosticismo y el ateísmo empezarán a ser consideradas
como posturas imaginables –aunque de ninguna manera toleradas– y adquirieron paulatinamente aceptación a medida que
trascurriera la Edad Moderna. La trayectoria personal e intelectual de Voltaire significará un referente que quedará fijado en el
espíritu enciclopedista. La descristianización ligada a la Revolución francesa hará posible en un efímero episodio un culto secular
a la Diosa Razón, bajo un calendario revolucionario privado de toda huella litúrgica.

Terremoto de Lisboa de 1755


El terremoto de Lisboa de 1755 tuvo lugar entre las 09:30 y las 09:40 horas del 1 de
noviembre de 1755,12 se caracterizó por su gran duración, dividida en varias fases y por su
violencia, causando la muerte de entre 60 000 y 100 000 personas.34Los geólogos estiman
hoy que la magnitud del terremoto de Lisboa sería de aproximadamente un 9 en la escala de
magnitud de momento, con su epicentro en un lugar desconocido en algún punto del océano
Atlántico a menos de 300 km de Lisboa.5
El sismo fue seguido por un tsunami y un incendio que causaron la destrucción casi total
de Lisboa.67 El terremoto acentuó las tensiones políticas en Portugal e interrumpió
abruptamente las ambiciones coloniales de este país durante el siglo XVIII.
Es el primer terremoto cuyos efectos sobre un área grande fueron estudiados científicamente,
por lo que marcó las bases de la sismología moderna. Además, el acontecimiento fue discutido
extensamente por los filósofos ilustrados europeos, inspirando grandes debates especialmente
en el campo de la teodicea.8
El terremoto
Lisboa ya había sido devastada anteriormente por otro desastre natural, el terremoto del 26 de enero de 1531, de una magnitud en
torno a 8 en la escala de magnitud de momento. El de 1755 tuvo lugar la mañana del día de Todos los Santos, festivo nacional
en Portugal y otros países católicos.3 Los informes contemporáneos indican que el terremoto duró entre tres minutos y medio y
seis minutos, produciendo grietas gigantescas de cinco metros de ancho que se abrieron en el centro de la ciudad.3 Los
supervivientes, huidos en pos de seguridad al espacio abierto que constituían los muelles pudieron observar como el agua empezó
a retroceder, revelando el lecho del mar cubierto de restos de carga caída al mar y los viejos naufragios. Cuarenta minutos después
del terremoto, tres tsunami de entre 6 y 20 metros engulleron el puerto y la zona del centro,9 subiendo aguas arriba por el
río Tajo.7 En las áreas no afectadas por el maremoto, los incendios surgieron rápidamente, iniciados en su mayor parte por las
velas encendidas en recuerdo a los difuntos en las iglesias, y las llamas asolaron la ciudad durante cinco días.10
De una población lisboeta de 275 000 habitantes, unas 90 000 personas murieron. Otras 10 000 murieron en Marruecos, mientras
que en Ayamonte (Huelva, España) murieron más de 1000 personas, y se registraron víctimas y daños de consideración en más
puntos del sur de España y de toda la península ibérica.

Aunque generalmente se le llama terremoto de Lisboa, fue en España y Portugal donde la sacudida alcanzó su mayor violencia,
sus efectos se extendieron por la mayor parte de Europa, África y América. Se sintió en Groenlandia, las Antillas, Madeira,
Noruega, Suecia, Gran Bretaña e Irlanda. La conmoción fue casi tan violenta en África como en Europa. Gran parte de Argel fue
destruida; y a corta distancia de Marruecos, un pueblo de ocho a diez mil habitantes desapareció. Una ola formidable barrió las
costas de España y África, sumergiendo ciudades y causando inmensa desolación. 13
En el resto del mundo
Las ondas sísmicas causadas por el terremoto fueron sentidas a través de Europa hasta Finlandia y en África del Norte. Maremotos
de hasta 20 m de altura barrieron la costa del Norte de África, y golpearon las islas de Antigua, Martinica y Barbados al otro lado
del Atlántico.26 Un maremoto de 3 m golpeó también la costa meridional inglesa.

Implicaciones sociales
El terremoto sacudió mucho más que ciudades y edificios. Lisboa era la capital de un país devotamente católico, con una larga
historia de inversiones en la Iglesia y la evangelización de las colonias. Más aún, la catástrofe tuvo lugar un día de fiesta católico,
cuando la gente estaba en las iglesias, y destruyó prácticamente cada iglesia importante y la gente que estaba en ellas. Para la
teología y filosofía del siglo XVIII, esta manifestación de la cólera de Dios era difícil de explicar.8
La escritora estadounidense Elena G. de White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, afirmó que este
terremoto corresponde al cumplimiento de algunas profecías bíblicas (Apocalipsis 6:12 y Marcos 13:24-26).

Guerra de Independencia de los Estados Unidos


La guerra de Independencia de los Estados Unidos fue un conflicto bélico que enfrentó a las Trece Colonias británicas originales
en América del Norte contra el Reino de Gran Bretaña. Ocurrió entre 1775 y 1783, finalizando con la derrota británica en
la batalla de Yorktown y la firma del Tratado de París.
CARTEL PROFÉTICO MILLERITA SOBRE LAS PROFECÍAS DE DANIEL Y REVELACIONES DEL AÑO 1843.
LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS

fue una guerra librada en la Europa Central (principalmente el Sacro Imperio Romano Germánico) entre los años 1618 y 1648, en
la que intervinieron la mayoría de las grandes potenciaseuropeas de la época. Esta guerra marcó el futuro del conjunto de Europa
en los siglos posteriores.

Aunque inicialmente se trataba de un conflicto político-religioso entre Estados partidarios de la reforma y la contrarreforma dentro
del propio Sacro Imperio Romano Germánico, la intervención paulatina de las distintas potencias europeas convirtió gradualmente
el conflicto en una guerra general por toda Europa, por razones no necesariamente relacionadas con la religión:6 búsqueda de una
situación de equilibrio político, alcanzar la hegemonía en el escenario europeo, enfrentamiento con una potencia rival, etc.
La guerra de los Treinta Años llegó a su final con la Paz de Westfalia y la Paz de los Pirineos, y supuso el punto culminante de la
rivalidad entre Francia y los territorios de los Habsburgo (el Imperio español y el Sacro Imperio Romano Germánico) por la
hegemonía en Europa, que conduciría en años posteriores a nuevas guerras entre ambas potencias.
El mayor impacto de esta guerra, en la que se usaron mercenarios de forma generalizada, fue la total devastación de lugares
enteros que fueron esquilmados por los ejércitos necesitados de suministros. Los continuos episodios
de hambrunas y enfermedades diezmaron la población civil de los Estados alemanes y, en menor medida, de los Países
Bajos e Italia, además de llevar a la bancarrota a muchas de las potencias implicadas.7 Aunque la guerra duró treinta años, los
conflictos que la generaron siguieron sin resolverse durante mucho tiempo.

Durante el curso de esta, la población del Sacro Imperio se vio reducida en un 30 %.9 En Brandeburgo se llegó al 50 %, y en otras
regiones incluso a dos tercios. La población masculina en Alemania disminuyó a la mitad. En los Países Checos la población cayó
en un tercio a causa de la guerra, el hambre, las enfermedades y la expulsión masiva de checos protestantes. Solo los
ejércitos suecos destruyeron durante la guerra 2000 castillos, 18 000 villas y 1500 pueblos en Alemania.10111213
La larga serie de conflictos que forman la guerra pueden dividirse en cuatro etapas diferenciadas:
• la revuelta bohemia
• la intervención danesa
• la intervención sueca
• la intervención francesa.

ORÍGENES DE LA GUERRA
A mediados del siglo XVI, la frágil Paz de Augsburgo, un acuerdo firmado por el emperador Carlos V de Alemania y I de
España y los príncipes luteranos en 1555, había confirmado el resultado de la primera Dieta de Espira y en realidad había hecho
acrecentar con el tiempo los odios entre católicos y luteranos. En dicha paz se había establecido que:

• Los príncipes alemanes (alrededor de 360 de ellos) podían elegir la religión (luteranismo o catolicismo) en sus señoríos de
acuerdo con su conciencia. Era el principio de cuius regio, eius religio.
• Los luteranos que viviesen en un Estado eclesiástico (bajo el control de un obispo) podían continuar siendo luteranos.
• Los luteranos podían conservar el territorio que habían tomado a la Iglesia católica desde la Paz de Passau(1552).
• Los obispos de la Iglesia católica que se convirtiesen al luteranismo tenían que entregar su diócesis.

En los inicios del siglo XVII se incrementaron las tensiones entre las naciones de Europa. España estaba interesada en los
principados alemanes, debido a que Felipe III, nieto de Carlos V, era un Habsburgo y tenía territorios alrededor de la frontera
occidental de los Estados alemanes (Flandes, el Franco Condado). Franciatambién estaba interesada en los Estados alemanes,
porque deseaba recuperar la hegemonía a costa del poder de los Habsburgo, como había tenido durante la Edad
Media. Suecia y Dinamarca estaban interesadas por razones económicas en los Estados germánicos del norte, a orillas del mar
Báltico.

Durante la segunda mitad del siglo XVI, las tensiones religiosas también se habían
intensificado. La Paz de Augsburgo tuvo consecuencias a lo largo de la segunda
mitad del siglo XVI, ya que los obispos se negaban a abandonar sus obispados. De
hecho, los términos del tratado de Augsburgo fueron utilizados para un resurgimiento
del poder católico. Las tensiones y resentimientos entre católicos y protestantes no
habían hecho sino acrecentarse desde la firma del tratado, y en muchos lugares
de Alemania se destruían iglesias protestantes y había limitaciones y obstáculos al
culto protestante. A la disminución de estas tensiones no ayudó nada
el calvinismo que se extendía por toda Alemania, y cuya exclusión, junto a los
anabaptistas, de las congregaciones protegidas específicamente en la paz de
Augsburgo, pudo contribuir al conflicto[cita requerida], lo que añadió otra religión a la
disputa pues los católicos de Europa central (los Habsburgo de Austria o los reyes
de Polonia) estaban tratando de restaurar el poder del catolicismo.

Los Habsburgo estaban principalmente interesados en extender su poder, así que


estaban a veces dispuestos a transigir y permitir el protestantismo. A la larga, esto
incrementó las tensiones. Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano
Rodolfo II del Sacro Imperio
Romano Germánico.
Germánico, y su hermano y sucesor, Matías I, no practicaban una política católica
agresiva, ya que estaban más interesados en incrementar el poder y las posesiones de
los Habsburgo. Eran también muy tolerantes (como su abuelo y su padre, Fernando I y Maximiliano II), lo que permitió que
diferentes religiones se extendieran a su aire y que chocasen entre sí libremente. Suecia y Dinamarca, que querían dominar los
Estados alemanes del Mar Báltico, eran países de confesión luterana.

Estas tensiones estallaron con violencia en la ciudad alemana de Donauwörth en 1606. La mayoría luterana obstaculizó los
intentos de los residentes católicos de hacer una procesión y provocaron así una revuelta violenta. Los católicos de la ciudad
solicitaron la intervención del duque Maximiliano I de Baviera en su apoyo.

Una vez hubo cesado la violencia, en Alemania los calvinistas, cuya religión estaba todavía en sus comienzos y constituían una
minoría, se sintieron amenazados y se agruparon en la Liga de la Unión Evangélica (también conocida como Liga Protestante),
creada en 1608, bajo el liderazgo de Federico IV del Palatinado, el príncipe elector del Palatinado. Este príncipe tenía en su poder
el Palatinado de Renania, uno de los Estados que España deseaba para sí a fin de proteger el camino español. Esto provocó que los
católicos también se agrupasen en la Liga Católica, bajo la jefatura del duque Maximiliano I.

El emperador del Sacro Imperio y rey de Bohemia, Matías de Habsburgo, falleció


en 1619, pero habiendo testado a favor de su primo hermano, Fernando III de Estiria.
Fernando, que al convertirse en rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio había
pasado a llamarse Fernando II, era un católico convencido que había sido educado por
los jesuitas y quería restaurar el catolicismo. Por ello, era impopular en Bohemia, la
cual era predominantemente calvinista. El rechazo de Bohemia a Fernando fue el
detonante de la guerra de los Treinta Años.

REVUELTA BOHEMIA
La elección del católico Fernando II como emperador había puesto a la nobleza de
Bohemia, de mayoría protestante, en una situación prácticamente de rebelión.
Además, dado que la dignidad de rey de Bohemia se confería por elección, los
bohemios eligieron como su líder a Federico V del Palatinado (sucesor de Federico IV,
que había creado la Liga de la Unión Evangélica). Cuando Fernando II envió a dos
consejeros católicos (Martinitz y Slavata) y sus representantes al castillo de Hradčany,
en Praga, en mayo de 1618 para preparar el camino a su llegada, los calvinistas de
Bohemia los secuestraron y los arrojaron por una ventana del palacio.
Fernando II, emperador del
Sacro Imperio

Los dos dignatarios y el escriba que fueron arrojados cayeron


sobre una pila de estiércol y no sufrieron lesiones importantes Grabado que representa la defenestración de Praga
(al contrario que en la primera defenestración, acontecida 200 de 1618. Desde una ventana del castillo de la ciudad
años antes y en la que murieron siete concejales). Este evento, fueron arrojados los dignatarios católicos, dando
conocido como la Tercera Defenestración de Praga, se toma comienzo a la Guerra de los treinta años.
como punto de referencia del comienzo de la rebelión
bohemia, aunque la rebelión ya estaba gestándose mucho
tiempo antes. El conflicto bohemio se extendió pronto a la
totalidad de los Países Checos (Bohemia, Silesia, Lusacia
y Moravia), que ya estaban divididos por enfrentamientos
entre católicos y protestantes. Esta confrontación iba a
encontrar muchos ecos en todo el continente europeo,
viéndose afectada Francia y Suecia, inter alia. Si la rebelión
bohemia se hubiera limitado a un asunto puramente de la
Europa central, la guerra de los Treinta años podía haberse
concluido en sólo treinta meses. Sin embargo, la debilidad
tanto de Fernando II como de los propios bohemios llevó a la
extensión de la guerra al oeste de Alemania. Fernando se vio
obligado a reclamar la ayuda de su sobrino y yerno, el
rey Felipe III de España, hijo y sucesor de Felipe II.

Los bohemios, desesperados por encontrar aliados frente al emperador, solicitaron ser admitidos en la Unión Protestante, liderada
por el calvinista Federico V del Palatinado. Los bohemios acordaron que el Elector Palatino podría convertirse en rey de Bohemia
si les permitía adherirse a la Unión y así quedar bajo su protección. Sin embargo, otros miembros de los Estados bohemios
hicieron ofertas similares al duque Carlos Manuel I de Saboya, al Elector Juan Jorge I de Sajonia y al húngaro Gabriel Bethlen,
soberano del Principado de Transilvania. Los austriacos, que parecían haber interceptado todas las cartas que salían de Praga,
hicieron públicas estas duplicidades y desentrañaron gran parte de este apoyo a los bohemios, particularmente en la corte de
Sajonia.
La rebelión fue inicialmente favorable a los bohemios. Gran parte de la Alta Austria,
cuya nobleza era luterana y calvinista, se les unió (sin embargo, las simpatías
religiosas de esta zona cambiarían en los siguientes años). La zona meridional de
Austria se rebeló durante el año 1619. El conde de Thurn llegó a llevar un ejército
hasta los mismos muros de Viena. En el este, el Príncipe protestante de Transilvania,
Gabriel Bethlen, condujo una inspirada campaña en el interior de Hungría con las
bendiciones del sultán turco Osman II. Fernando II se había convertido en 1618 en rey
de Hungría e intentó implementar en sus territorios húngaros las mismas medidas que
había aplicado en Bohemia contra los protestantes. Sintiéndose agraviados, los
húngaros de Transilvania declararon la guerra contra Fernando aprovechando como
excusa el asunto religioso, pues los príncipes transilvanos tenían como objetivo desde
hacía décadas liberar a Hungría del control de los Habsburgo y reunificar el reino. Así,
apelaron inclusive a la ayuda del sultán turco en muchas ocasiones, quien también
deseaba ver al Sacro Imperio Romano Germánico de rodillas.

El emperador, que estaba ocupado en la Guerra Uzkok, se apresuró a formar un


El Conde húngaro Gabriel ejército para detener a los bohemios y sus aliados, que anegaban completamente su
Bethlen, Príncipe de Transilvania. país. El conde de Bucquoy, el comandante del ejército imperial, derrotó a las fuerzas
de la Unión Protestante lideradas por el conde Ernesto de Mansfeld en la batalla de
Sablat, el 10 de junio de 1619. Esto cortó las comunicaciones del conde de Thurn con Praga, el cual abandonó inmediatamente el
sitio de Viena. La derrota de los protestantes bohemios en Sablat también costó a los protestantes un importante aliado, Saboya,
que había sido durante mucho tiempo un oponente a la expansión de los Habsburgo y había enviado ya considerables sumas de
dinero y tropas irregulares a las guarniciones de las fortalezas de Renania. La captura de la cancillería de campo de Mansfeld
desenmascaró el complot de los sardos y forzó al avergonzado duque a abandonar la guerra.

A pesar de la derrota de Sablat, el ejército del conde de Thurn continuó existiendo como fuerza efectiva, y Mansfeld consiguió
reformar su ejército más al norte, en Bohemia. Los estados de Austria septentrional y meridional, todavía en rebelión, firmaron
una alianza con los bohemios a comienzos de agosto, y el día 22 Fernando fue depuesto oficialmente como rey de Bohemia y
sustituido por el Elector Palatino Federico V. En Hungría, incluso a pesar de que los bohemios habían rechazado la oferta de su
corona, los transilvanos continuaron haciendo progresos sorprendentes, obligando a los ejércitos del emperador a retirarse de ese
país en 1620.

Los españoles enviaron un ejército desde Bruselas bajo las órdenes de Ambrosio Spinola para dar apoyo al emperador, y el
embajador español en Viena, don Íñigo Oñate, convenció a la Sajonia protestante para intervenir contra Bohemia a cambio de
ofrecerles el control sobre Lusacia. Los sajones invadieron, y el ejército español en el oeste evitó que las fuerzas de la Unión
Protestante pudieran prestar auxilio. Oñate conspiró para transferir el título electoral del Palatinado al duque de Baviera a cambio
de su apoyo a la Liga Católica.

Bajo el mando del general Tilly, el ejército de la Liga Católica, que incluía a René
Descartes en sus filas, pacificó la Austria Alta, mientras que las fuerzas del emperador
pacificaban la Austria meridional. Una vez unidos los dos ejércitos, se desplazaron
hacia el norte, dentro de Bohemia. Fernando II derrotó decisivamente a Federico V en
la batalla de la Montaña Blanca (en checo: Bílá Hora) cerca de Praga, en 1620.
Bohemia permanecería en manos de los Habsburgo durante casi 300 años.
Esta derrota provocó la disolución de la Liga de la Unión Evangélica y la confiscación
de las posesiones de Federico V. El Palatinado renano fue entregado a nobles
católicos, mientras que el título de Elector Palatino se le dio a su primo lejano, el
duque Maximiliano I. Federico V, aunque ya sin territorios, se convirtió en un exiliado
prominente en el extranjero, granjeándose simpatías y apoyo a su causa en
las Provincias Unidas, Dinamarca y Suecia.
Johan Tzerclaes, conde de Tilly,
general de los ejércitos imperial y Se trató de un golpe serio a las ambiciones protestantes en la región. La rebelión
bávaro. literalmente se hundió, y las amplias confiscaciones patrimoniales y supresiones de
títulos nobiliarios bohemios preexistentes aseguraron que el país regresaría a la fe
católica después de más de dos siglos de disidencias religiosas, que habían comenzado con la guerra husita. Los españoles,
tratando de flanquear a los holandeses, en preparación para la inminente guerra provocada por el fin de la tregua tras la guerra de
los Ochenta Años, tomaron las tierras de Federico, el Palatinado de Renania. La primera fase de la guerra terminó completamente
cuando Gabriel Bethlen de Transilvania firmó un tratado de paz con el emperador en diciembre de 1621, ganando algunos
territorios en Hungría oriental.

Algunos historiadores consideran el periodo entre 1621-1625 como una fase separada de la guerra de los Treinta años,
denominándola la fase del Palatinado. La catastrófica derrota del ejército protestante en la Montaña Blanca y la partida de Gabriel
Bethlen significaron la pacificación del este de Alemania. La guerra en el oeste, concentrada en la ocupación del Palatinado,
consistió en batallas mucho más pequeñas que las que vieron las campañas bohemia y húngara y con un uso mucho mayor del
asedio. Mannheim y Heidelberg cayeron en 1622, y Frankenthal en 1623. Con ello el Palatinado cayó en manos del emperador.
El resto del ejército protestante, guiado por Mansfeld, hizo un intento de alcanzar la frontera holandesa. Tilly lo flanqueó
en Stadtlohn el 6 de agosto de 1623, y solo un tercio del ejército de 21.000 hombres de Mansfeld consiguió escapar de la batalla.
Sin suministros, ni recursos humanos, ni financiación, el ejército de Mansfeld se dispersó en 1624. Cabe resaltar que este hecho
fue prácticamente decisivo para el transcurso de la guerra.

INTERVENCIÓN DANESA (1625-1629)


El periodo danés comenzó cuando el rey Cristián IV de Dinamarca (1577-1648), un luterano convencido, temiendo que la
soberanía de Dinamarca como nación protestante fuese amenazada, ayudó a los alemanes encabezando un ejército contra el Sacro
Imperio. Cristián IV había sacado abundante provecho de sus políticas en el norte de Alemania (Hamburgo había sido forzada a
aceptar el protectorado danés en 1621, y en 1623 el heredero de Dinamarca fue nombrado obispo de Bremen-Verden). Cristián IV
se había desenvuelto francamente bien como administrador y había conseguido para su reino un nivel de estabilidad y riqueza que
no había sido igualado en ninguna parte de Europa. Se había beneficiado también de las aportaciones económicas de las aduanas
en el Skagerrak y de las extensas reparaciones de guerra pagadas por Suecia. El único país en Europa con una posición financiera
comparablemente fuerte fue, irónicamente, Baviera. También ayudó a ello el que el regente francés, el Cardenal Richelieu,
deseaba fomentar y financiar una incursión danesa en Alemania. Cristián invadió al frente con un ejército de 20 000 mercenarios,
pagado casi completamente con su fortuna personal.
Para enfrentarse a esta fuerza, Fernando II empleó la ayuda militar de Albrecht von
Wallenstein, un noble bohemio. Wallenstein prometió a Fernando II un ejército de
entre 30 000 y 100 000 soldados a cambio del derecho a saquear los territorios
capturados. Cristian, que desconocía la existencia de Wallenstein cuando efectuó la
invasión, fue forzado a retirarse antes de que su ejército fuese aniquilado por el ejército
de Wallenstein y el de Tilly. La suerte de Cristián empeoró aún más cuando todos los
aliados con los que pensaba que contaba se vieron forzados a abandonarle. Tanto
Inglaterra como Francia pasaban por sendas guerras civiles. Suecia estaba en guerra
con Polonia y ni Brandemburgo ni Sajonia parecían tener intenciones de hacer nada
que alterase la tenue paz en Alemania oriental. Wallenstein derrotó al ejército de
Mansfeld en la batalla del Puente de Dessau (1626) y el general Tilly derrotó a los
daneses en la batalla de Lutter (1626). Mansfeld murió unos meses después de
enfermedad, exhausto por la batalla que le había costado la mitad de su ejército.

El ejército de Wallenstein entonces marchó hacia el norte,


Albrecht von Wallenstein, general ocupando Mecklemburgo, Pomerania y finalmente la propia Jutlandia. Sin embargo
bohemio al servicio de Fernando fue incapaz de tomar la capital danesa en la isla de Seeland sin una flota y ni los
II. puertos hanseáticos ni los polacos permitieron que se construyese una flota imperial en
el Báltico. Entonces optó por sitiar Stralsund, el único puerto beligerante del Báltico
con instalaciones para construir una flota que pudiese tomar las islas danesas. Sin embargo, el costo del sostenimiento de las
operaciones de Wallenstein era desorbitado, particularmente si se comparaba con lo que podría haberse ganado en la guerra
con Dinamarca.

Por esto se llegó finalmente al tratado de Lübeck (1629), por el que Cristián IV renunció a su apoyo a los protestantes alemanes
para poder mantener su control sobre Dinamarca. En los siguientes dos años se subyugaron más tierras a los poderes católicos.
La Guerra de los Treinta Años podría haber terminado con el periodo danés, pero la Liga Católica persuadió a Fernando II de que
intentase recuperar las posesiones luteranas que, en aplicación de los acuerdos de la Paz de Augsburgo, pertenecían por ley a las
iglesias católicas. Estas posesiones estaban descritas en el Edicto de Restitución de 1629, e incluían dos arzobispados, dieciséis
obispados y cientos de monasterios.
El panorama para los protestantes era desolador. Los nobles y campesinos preferían abandonar sus tierras en Bohemia y Austria
antes que convertirse al catolicismo. Mansfeld y Gabriel Bethlen, los primeros oficiales de la causa protestante, murieron en el
mismo año. Sólo el puerto de Stralsund, abandonado por todos sus aliados, se mantenía frente a Wallenstein y el emperador.

INTERVENCION SUECA (1630-1635)


Algunas personas en la corte de Fernando II creían que Wallenstein deseaba controlar a los príncipes alemanes y restaurar el poder
del emperador en Alemania bajo su autoridad. Fernando II destituyó a Wallenstein en 1630. Más tarde lo volvería a llamar
después de que los suecos, al mando del rey Gustavo II Adolfo, atacasen el imperio y vencieran en unas cuantas batallas
significativas. La entrada de esta nación a la guerra conduciría al Imperio a una situación defensiva.

Gustavo II Adolfo justificaba oficialmente su intervención aduciendo que defendería a los protestantes de un emperador injusto.
Pero, como previamente había hecho Cristián IV, acudió en ayuda de los luteranos alemanes para prevenir una posible agresión
católica a su país y para obtener influencia económica y política de Suecia en los Estados alemanes situados alrededor del mar
Báltico, en detrimento de las esferas de influencia de Dinamarca, Polonia y la Liga Hanseática. También, como Cristián IV,
Gustavo II Adolfo fue subvencionado por Richelieu, el primer ministro del rey Luis XIII de Francia, y por las Provincias Unidas.
Desde 1630 hasta 1634 hizo retroceder a las fuerzas católicas y recuperó una gran parte de las tierras protestantes ocupadas,
tomando Pomerania e invadiendo Magdeburgo.

Fernando II dependía de la Liga Católica, ya que había cesado a Albrecht von Wallenstein. En la batalla de Breitenfeld, Gustavo II
Adolfo derrotó a la Liga Católica comandada por el general Tilly. Un año después se encontraron de nuevo, y esta vez el general
Tilly resultó muerto en el río Lech (1632) mientras ofrecía resistencia a la invasión sueca del Palatinado. Esto obligó a Fernando II
a volver a llamar a Wallenstein.

Wallenstein y Gustavo II Adolfo de Suecia chocaron en la batalla de Lützen, en 1632, donde los suecos salieron victoriosos, pero
con la pérdida de su rey en Leipzig. Las sospechas de Fernando II sobre Wallenstein volvieron a aparecer en 1633, cuando
Wallenstein intentó arbitrar en las diferencias entre los bandos católico y protestante. El emperador creía que tal general planeaba
una traición contra él, en contubernio con Suecia. Fernando II dispuso las cosas para arrestarlo tras retirarle de nuevo el mando.
Uno de los soldados de Wallenstein, el capitán Devereux, le asesinó cuando intentaba contactar con los suecos en la casa
consistorial de Cheb (Eger en alemán), el 25 de febrero de 1634.
Las hostilidades continuaron, y este mismo año, los suecos y sus aliados protestantes alemanes, al mando de Gustavo de
Horn y Bernardo de Sajonia-Weimar, fueron derrotados en la batalla de Nördlingen por el Rey de los Romanos (heredero
imperial), archiduque Fernando (hijo de Fernando II) y el general Matthias Gallas, al mando de los tropas católicas alemanas, y
por el cardenal-infante don Fernando de Habsburgo, hermano del rey Felipe IV, al mando de tropas españolas que acudieron en
ayuda de los católicos desde la posesión española de Milán.

Después de aquello, ambos lados se encontraron para entablar negociaciones, y el periodo sueco terminó por medio de la Paz de
Praga (1635), según la cual:
• Se restableció la fecha, 1555, que la Paz de Augsburgo había establecido como aquélla a partir de la cual las posesiones en
tierras de los protestantes y católicos permanecerían sin cambios, lo cual anuló a todos los efectos el Edicto de Restitución.
• El ejército del emperador y los ejércitos de los Estados alemanes quedaron unidos como único ejército del Sacro Imperio
Romano.
• Todos los firmantes del acuerdo se comprometieron a expulsar a los suecos de territorio del Sacro Imperio.
• Prohibió que los príncipes alemanes estableciesen alianzas entre ellos.
• Se legalizó el calvinismo.
• Resolvió las cuestiones religiosas de la guerra de los Treinta años.
Este tratado, sin embargo, no satisfizo a los franceses, ya que los Habsburgos continuaban siendo muy poderosos. Los franceses
entonces desencadenaron el último periodo de la guerra de los Treinta Años, llamado el Periodo Francés.

INTERVENCION FRANCESA (1636-1648)


Francia, aunque era un país católico, rivalizaba con el Sacro Imperio Romano Germánico y España, y ahora entró en la guerra en
el bando protestante. El cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII, pensó que los Habsburgo todavía eran demasiado
poderosos, ya que mantenían en su poder varios territorios en la frontera este de Francia y tenían influencia sobre las Provincias
Unidas.

Por lo tanto, Francia se alió con los holandeses y con Suecia y entró en la guerra. Las tropas españolas arrasaron las provincias
francesas de Champaña y Borgoña, e incluso amenazaron París durante la campaña de Francia de 1636. El general imperial Johan
von Werth y el comandante español, el cardenal-infante Fernando, llevaron a cabo campañas exitosas, sin embargo esto alargaba
mucho sus lineas de comunicación, por lo que finalmente se retiraron mientras los franceses tomaron Arras, aun asi los españoles
vencieron a los franceses tomando Saint Omer. Finalmente Bernardo de Sajonia-Weimar derrotó a los imperiales en el Rin y llegó
a amenazar su permanencia en suelo francés en la batalla de Rheinefeld. Siguieron muchas batallas, pero ningún bando obtuvo en
ellas ventajas claras.

En 1642, murió el cardenal Richelieu y un año después lo hizo el rey francés Luis XIII. Subió al trono Luis XIV, con tan sólo
cinco años, mientras que su regente, el Cardenal Mazarino, comenzó a trabajar para buscar una salida diplomática a la guerra.

En 1642 las tropas Españolas vencen a las francesas en Honnecourt, pero en 1643 las tropas españolas de Felipe IV, que se
enfrentaba en la península a la Sublevación de Cataluña, fueron derrotadas en la batalla de Rocroi, en Flandes. En el frente del Rin
las tropas francesas fueron derrotadas en Tuttlingen, y su primer intento de invadir Baviera fue un fracaso siendo los franceses al
mando de Turena derrotados en Mergentheim, pero dos años después, en 1645, el mariscal sueco Lennart Torstensson venció a un
ejército imperial en la batalla de Jankov, cerca de Praga, mientras que Luis II de Borbón, príncipe de Condé, derrotó al ejército
bávaro en Nördlingen. El último gran jefe militar de los católicos, el conde Franz von Mercy, perdió la vida en la batalla.

En 1647 Francia y Suecia invadieron Baviera y forzaron a Maximiliano I a firmar el 14 de marzo de 1647 la Tregua de Ulm y
renunciar a su alianza con el Sacro Imperio Romano. Sin embargo, en otoño de ese mismo año rompió la tregua y volvió con los
imperiales. En 1648, suecos y franceses derrotaron al ejército imperial en las batallas de Zusmarhausen y Lens. Únicamente los
territorios de la propia Austria permanecieron seguros en manos de los Habsburgo.

PAZ DE WESTFALIA
Como consecuencia de estos tratados, Francia logró importantes ventajas territoriales en Alsacia y la frontera renana, Suecia se
quedó con Pomerania occidental y diversos enclaves alemanes del mar del Norte y el Báltico, convirtiéndose en miembro del
Imperio. Brandeburgo se expandió en Pomerania oriental y obtuvo algunos territorios en Alemania occidental, mientras el duque
de Baviera retenía el alto Palatinado y la condición de elector, que se restituiría a los herederos de Federico V, junto al bajo
Palatinado, hecho que se tradujo en el aumento del colegio electoral imperial a ocho miembros. Por su parte, la independencia
formal de Suiza fue acatada por el Imperio. Esta institución fue la más perjudicada, pues el reconocimiento de la soberanía de los
príncipes y las ciudades vaciaba de contenido el título imperial. La consagración de la libertad religiosa de los príncipes, que
impondrían su fe en sus estados se extendió al calvinismo y puso fin al ciclo de guerras religiosas que habían ensangrentado
Europa desde el siglo XVI.

Los Habsburgo vieneses, a pesar de algunas concesiones, fortalecieron el control sobre sus posesiones patrimoniales, gobernadas
desde Austria. La gran perdedora de este prolongado conflicto fue Alemania en su conjunto, sometida a terribles devastaciones
durante tres décadas —especialmente en regiones como Renania, que perdió dos tercios de su población— y afectada por pérdidas
materiales que tardaron decenios en ser reparadas. Por su parte, Inglaterra y Holanda se afianzaron como potencias marítimas, lo
cual les llevaría a un gran desarrollo comercial y colonial pero también a una rivalidad militar entre ambas. Francia se confirmó
como la nueva potencia europea, aunque todavía tenía que dirimir su rivalidad con España.

El ejército francés del Príncipe de Condé derrotó a los españoles en la batalla de Lens en 1648, la cual fue seguida de
negociaciones. Los entes políticos que tomaron parte de las mismas fueron: el Sacro Imperio Romano Germánico bajo Fernando
III, Francia, España, las Provincias Unidas, Suiza, Suecia, Portugal, y el Papado. La paz de Westfalia en 1648 fue el resultado de
estas negociaciones.

Las ideas centrales de la paz de Westfalia fueron:


• La Paz de Praga fue incorporada en la Paz de Westfalia (la cual incorporaba también la Paz de Augsburgo, aunque las fechas
de las posesiones de tierra que habían sido establecidas por medio de la Paz de Praga fueron de nuevo establecidas de 1624 a
1627, lo cual favoreció a los protestantes). Los calvinistas fueron, de esta forma, reconocidos internacionalmente, y el Edicto
de Restitución fue de nuevo rescindido. La primera Dieta de Speyer fue aceptada internacionalmente.
• Redistribuciones territoriales:
o Francia obtuvo el arzobispado de Metz, Toul, Verdún y toda la Alsacia excepto Estrasburgo y Mulhouse. También
adquirió voto en la Dieta Imperial Germánica.
o Suecia obtuvo la Pomerania occidental y los arzobispados de Bremen y Stettin. También obtuvo el control sobre la
desembocadura del Oder, Elba y Weser. Al igual que Francia, obtuvo voto en la Dieta Imperial Germánica.
o Baviera adquirió voto en el Consejo Imperial de Electores.
o Brandemburgo obtuvo la Pomerania oriental y el arzobispado de Magdeburgo.
o Suiza fue reconocida como nación completamente independiente.
o Las Provincias Unidas fueron reconocidas como nación independiente (antes de su rebelión, el siglo anterior, habían
formado parte de la monarquía Habsburgo).
o A los estados alemanes (alrededor de 360), se les dio el derecho de ejercer su propia política exterior, pero no podían
emprender guerras contra el emperador del Sacro Imperio Romano. El imperio, como entidad política, todavía podía
emprender guerras y firmar tratados.
o Se abolió la posibilidad de elección del emperador romano vivente imperatore (en vida del emperador reinante).
o Los Palatinados fueron divididos entre el restablecido Elector Palatino Carlos Luis (hijo y heredero de Federico V) y el
Elector-Duque Maximiliano de Baviera (lo que significaba la división entre protestantes y católicos). Carlos Luis obtuvo
el Bajo Palatinado (Palatinado renano) y Maximiliano mantuvo el Alto Palatinado.
La historiografía ha señalado a la paz de Westfalia como la paz en la que se creó el primer sistema internacional, se abogó por la
secularización de la política —acabando así con las guerras de religión—, y edificando el primer paso hacia la destrucción de la
sociedad corporativa en beneficio del ideario individualista esbozado en Leviatán (Hobbes), donde las personas ceden libremente
su capacidad de actuar violentamente así como su voluntad en beneficio del príncipe, quien pasa a centralizar la violencia
(absolutismo).

CONSECUENCIAS
• La devastación causada por la guerra ha sido durante mucho tiempo objeto de controversia entre los historiadores. Las
estimaciones de pérdidas civiles entre la población de Alemania de hasta el treinta por ciento son tratadas ahora con cautela
(los más alcistas hablan de cinco millones de alemanes muertos). Es casi completamente cierto que la guerra causó un
trastorno serio a la economía de la Europa Central, pero es posible que no haya hecho más que exacerbar los cambios en
términos de comercio, causados por otros factores.
• El resultado inmediato de la guerra, y que sin embargo iba a perdurar durante cerca de dos siglos, fue la consagración de una
Alemania dividida entre muchos territorios, todos los cuales, a pesar de su continuidad en la pertenencia al imperio hasta la
formal disolución de este en 1806, tenían soberanía de facto. Se ha especulado que esta debilidad fue una de las causas
subyacentes del posterior militarismo alemán.
• La guerra de los Treinta Años reestructuró la distribución de poder previa. La decadencia de España se hizo claramente
visible. Mientras España estaba ocupada con Francia durante el periodo francés, Portugal declaró su independencia (había
permanecido bajo dominio español desde que Felipe II tomó el control del país después de que el rey portugués muriese sin
dejar herederos). La familia Braganzase convirtió en la casa gobernante de Portugal. Francia fue vista a partir de entonces
como el poder dominante en Europa.
• Durante los últimos años de la guerra de los Treinta Años, Suecia se vio envuelta en un conflicto con Dinamarca, entre 1643
y 1645, denominado la guerra de Torstenson. El resultado favorable a Suecia de este conflicto y la conclusión de la guerra en
Europa por medio de la Paz de Westfalia ayudaron a establecer la Suecia posbélica como una gran potencia en Europa.
• Los edictos acordados durante la firma del Tratado de Westfalia fueron instrumentos para sentar los fundamentos de lo que
todavía hoy son consideradas como las ideas centrales de la nación-estado soberana. Se acordó que los ciudadanos de las
respectivas naciones debían atenerse a las leyes y designios de sus respectivos gobiernos en lugar de a las leyes y designios
de los poderes vecinos, ya fuesen religiosos o seculares. Esta certidumbre contrastaba mucho con los tiempos precedentes, en
los que el solapamiento de lealtades políticas y religiosas era un acontecimiento común.
La Revolución francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por
extensión de sus implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como
el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el
golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, la organización política de
Francia durante el siglo XIX osciló entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el
final definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país, y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, apoyada en
ocasiones por las masas populares, se convirtió en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases del
sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida en que lo derrocó con un discurso e iniciativas capaces de
volverlo ilegítimo.
Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad Contemporánea al sentar las bases de la
democracia moderna, lo que la sitúa en el corazón del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de
la soberanía popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de 1871.

Estados Generales
Los Estados generales en la Francia del Antiguo Régimen eran asambleas convocadas por el Rey de manera excepcional y a la
que acudían representantes de cada estamento(estratos sociales): el clero (primer estado), la nobleza (segundo estado)1 y los
representantes de las ciudades que disponían de consistorio (Tercer estado). Fueron creados en 1302 por Felipe IV de Francia, el
Hermoso, luego que el papa Bonifacio VIII convocó al rey Felipe IV y al clero francés a un sínodo a celebrar en Roma, el 1 de
noviembre de 1302, para definir de manera definitiva la relación entre el poder temporal y la Iglesia; y también para juzgar al rey,
bajo la acusación de abusos inauditos contra la iglesia, por lo que el rey Felipe IV respondió inmediatamente.

El rey Felipe IV procedió a acusar de herejía al papa Bonifacio VIII, ante la reunión de los representantes del clero, y de la
nobleza, y por primera vez, representantes de la ciudad de París, y constituyó el nacimiento de los Estados generales de Francia,
además de convocar a un concilio general para juzgar al papa Bonifacio VIII, así como prohibir al clero francés, a asistir al sínodo
convocado por el papa Bonifacio VIII.

Los penúltimos Estados generales de Francia fueron convocados por Luis XIII en 1614, y convocados de nuevo por Luis
XVI en 1789, habiéndose reunido un total de 21 veces en 487 años. Eran una asamblea excepcional, y su reunión solía
significar la respuesta a una crisis política o financiera, que obligaba a conocer la opinión de los representantes de los
principales poderes del país para confirmar una decisión real, particularmente en materia fiscal.

Estaban compuestos por diputados elegidos con un mandato de sus electores, y la orden del día se redactaba con base en
los cuadernos de quejas (en francés, cahiers de doléances), establecidos por los notables provinciales de los tres órdenes o
estamentos. Dichos estamentos se reunían por separado y contaban cada uno con un número igual de representantes. El sistema de
voto utilizado era estamental: un voto contaba para cada una de las cámaras, con lo que el clero y la nobleza, tradicionalmente
aliados, no dejaban opción al Tercer Estado para que se oyese su voz.

La ultima reunión 1789


En 1789, La crisis económica obligo al soberano francés
a reunirlos, para que adoptaran así las medidas más
convenientes. El Tercer Estado quiso aprovechar de dicha
asamblea para presentar peticiones favorables al pueblo; el
rey y la nobleza no tomaron en cuenta estas reformas.
El 27 de diciembre de 1788, el Consejo de Estado decidió
doblar el número de diputados del tercer estado, elegidos
por varones mayores de 25 años que pagaban impuestos.
El Rey convocó los Estados generales para el 5 mayo de
1789 en Versalles, una asamblea que no se libró de
controversias, dado que los representantes de los
estamentos privilegiados se opusieron al nuevo sistema
representativo que doblaba el número de diputados del
Tercer Estado. Formalmente, el enfrentamiento se
manifestó en el terreno de los votos. El rey era partidario
del voto tradicionalista por órdenes. Sin embargo, los representantes del Tercer estado eran partidarios del voto individual. Fue así
como los privilegiados rechazaron inmediatamente la nueva propuesta, ya que la diferencia de número se haría notar (el Tercer
estado tenía más número que los estamentos de la cúspide de la pirámide estamental) y así podrían llegar a alcanzar la mayoría en
los Estados generales. Entonces el Tercer Estado desacato la orden de Luis XVI y se reunió separadamente.
La asamblea estaba compuesta por 1139 diputados: 291 pertenecían al clero, 270 a la nobleza y 578 al Tercer Estado. La apertura
de los Estados generales del 5 de mayo 1789 marca el inicio de la Revolución francesa.
También se celebraban festivales como el Festival de la Razón (o Festival de la Libertad), celebrado el 10 de noviembre (20
de Brumaire) de 1793.

El culto de la razón, que buscaba la destrucción de las influencias culturales cristianas se opuso al Culte de l`être
suprême de Robespierre, considerado un culto deista que hacía referencias al cristianismo. El culto de la razón fue finalizada por
Robespierre y el Comité de Salvación Pública a través de la ejecución de Hébert y muchos de sus seguidores el 24 de marzo de
1794.En mayo de 1794 Robespierre estableció una “religión laica” y obligatoria llamada Culto al Ser Supremo, inspirada en la
Masonería. Solo seis semanas antes de su arresto el 8 de junio de 1794 el todavía poderoso Robespierre condujo personalmente
una enorme procesión a través de París hacia el jardín de las Tullerías para inaugurar el nuevo culto

En noviembre de 1793 el calendario gregoriano, instituido por el papa Gregorio XIII en 1582 fue reemplazado por el calendario
republicano. Éste abolía el sábado, los días de los santos, así como cualquier otra referencia a la Iglesia.

La descristianización de Francia alcanzó su punto álgido a mediados de 1794 en los momentos previos a la caída de Robespierre.
Tras su ejecución en 1795 se aprobó una ley legalizando el culto público, aunque con limitaciones estrictas, lo que suponía una
cierta vuelta a la situación anterior, si bien el tañido de campanas, las procesiones religiosas y el despliegue de cruces católicas
estaba todavía prohibido.

En 1799 todavía existían sacerdotes deportados realizando trabajos forzados o en prisión y perseguidos. La situación solo cambió
cuando el General Louis Alexandre Berthier capturó Roma 1798 y encarceló al Papa Pío VI, que moriría en cautividad en
territorio francés en agosto de 1799. Finalmente Napoleón, entonces figura ascendente en Francia, promovió negociaciones que
llevaron al nuevo papa, Pío VII a firmar con él el Concordato de 1801 que acabó formalmente con el período de descristianización
y estableció unas normas claras de relación entre la Iglesia Católica y el Estado francés.

El General Berthier marchó sobre los Estados Pontificios y el 10 de febrero de 1798 entró en Roma sin encontrar resistencia. Las tropas francesas entraron en
Roma el 15 de febrero de 1798, precisamente el día en que se cumplía el XXIII aniversario del pontificado de Pío VI;7 el papa fue apresado la noche del 20 de
febrero, recluido en un convento de Siena y luego trasladado a un monasterio cartujo a las afueras de Florencia. Posteriormente fue trasladado como prisionero
a Francia, con lo que quedó proclamada la República Romana.8 La bandera de la nueva República, basada en la francesa, fue otorgada por Napoleón y se
componía de tres franjas verticales: negra, blanca y roja. Estuvo en uso hasta la supresión de la República.9 Aunque el Papa fue tratado con todos los honores, se le
privó de todo poder político así como de la escolta de su Guardia Suiza, que fue sustituida por soldados de la República. Un año después moriría Pío VI, dejando
vacante la sede pontificia. Esta actuación supuso el primer intento por parte de un estado para destruir el poder político del papado, como testimonió el propio
Berthier, que declaró entonces: "Toda autoridad temporal que emane del antiguo gobierno del Papa ha de ser suprimida y éste no ha de volver a ejercer ninguna
función semejante". No obstante, la brevedad de la presencia francesa en la Italia central impidió la consolidación de toda la política revolucionaria que los
jacobinos franceses exportaban fuera de sus fronteras.

El calendario republicano francés


es un calendario propuesto durante la Revolución francesa y adoptado por la Convención Nacional, que lo empleó
entre 1792 y 1806. El diseño intentaba adaptar el calendario al sistema decimal y eliminar del mismo las referencias religiosas;
el año comenzaba el 22 de septiembre, coincidiendo con el equinoccio de otoño en el Hemisferio norte.

El calendario republicano fue diseñado por el matemático Gilbert Romme, miembro de la Convención, con la ayuda de los
astrónomos Joseph Jerôme de Lalande, Jean-Baptiste Joseph Delambre y Pierre-Simon Laplace, aunque se le suele atribuir notable
participación al poeta Fabre d'Églantine quien dio los nombres a los meses y días.

Nació así por decreto de la Convención Nacional Francesa del 5 de octubre de 1793, y el calendario fue adoptado por la
Convención Nacional controlada por los jacobinos el 24 de octubre de 1793. Se fijó su inicio el 22 de septiembre de 1792,
coincidiendo con la proclamación de la República en el Jeu de Paume. De ese modo, el calendario comenzó un año antes de ser
finalmente adoptado, el día del inicio de la nueva era de Francia, al punto que el periodo de septiembre de 1792 a septiembre de
1793 fue denominado "Año Uno de la Revolución".

El calendario fue de aplicación civil en Francia y sus colonias americanas y africanas hasta que Napoleón abolió su uso oficial
el 1 de enero de 1806 (de hecho este día correspondió a la medianoche del 10 de nivoso del año XIV, es decir, el 31 de
diciembre de 1805, poco más de 12 años después de haber sido introducido) como una manera oportuna de eliminar los signos de
democracia republicana.

Los meses del año


En el calendario republicano, los años siempre empezaban en el equinoccio de otoño, tenía 12 meses de 30 días cada uno. Los
meses se dividen en tres décadas de 10 días (desaparecen las semanas). No coinciden exactamente con los meses del calendario
gregoriano, al empezar siempre la cuenta de los meses con el inicio astronómico de las estaciones, tal y como se hace también con
el zodiaco griego. Los nombres de los meses adoptan denominaciones de fenómenos naturales y de la agricultura:
Una copia del Calendario Republicano Francés en el Museo Histórico de Lausanne.
Otoño (terminación -ario, -aire):
• Vendimiario (Vendémiaire) (del latín vindemia, 'vendimia'), a partir del 22, 23 o 24 de septiembre.
• Brumario (Brumaire) (del francés brume, 'bruma'), a partir del 22, 23 o 24 de octubre.
• Frimario (Frimaire) (del francés frimas, 'escarcha'), a partir del 21, 22 o 23 de noviembre.
Invierno (terminación -oso, -ôse):
• Nivoso (Nivôse) (del latín nivosus, 'nevado'), a partir del 21, 22 o 23 de diciembre.
El calendario hebreo es un calendario lunisolar, es decir, que se basa tanto en el ciclo del sol alrededor de la tierra (año), como en
el de la Luna al rodear a la Tierra (mes). La versión actual, por la que se rigen las festividades judías, fue concluida por el Hilel
II hacia el año 359. Este calendario se basa en un complejo algoritmo, que permite predecir las fechas aproximadas de la luna
nueva, así como las distintas estaciones del año, basándose en cálculos matemáticos y astronómicos, prescindiendo desde aquel
momento de las observaciones empíricas de que se valieron hasta entonces.
En su concepción compleja tanto solar como lunar, el calendario hebreo se asemeja al chino, sin que se sepa de influencia alguna
que haya tenido el uno sobre el otro; y también al calendario utilizado por los pueblos de la península arábiga hasta la aparición
del Islam, en el siglo VII, E. C. En cambio, se distingue del calendario gregoriano de amplio uso universal, basado exclusivamente
en el ciclo solar anual; y también del que rige al mundo musulmán desde Mahoma hasta nuestros días, que es puramente lunar.
El calendario hebreo comienza con la Génesis del mundo, que aconteció, según la tradición judía, el domingo 7 de octubre del año
3760 a. C., fecha equivalente al 1° del mes de Tishrei del año 1. De esta manera, el año gregoriano de 2018 equivale al año hebreo
de 5778 (que comenzó al atardecer del 25 de septiembre de 2017 y finalizó el 13 de septiembre de 2018).
EL DÍA JUDÍO
El día, en el calendario hebreo, comienza con el ocaso, y culmina al próximo ocaso del siguiente día; es decir, un día que se cuenta
de una puesta de sol hasta su otra puesta. En esto se diferencia del día según el calendario gregoriano, que discurre exactamente de
medianoche a medianoche.

La costumbre de ver al día comenzar con la caída del crepúsculo es antigua como la Biblia misma, y se basa en el texto bíblico
del Génesis, que al cabo de cada día comenta "Y fue la tarde, y fue la mañana...", de lo que se entiende que cada uno de los días de
la creación comenzaba por la tarde, más explícitamente aún al prescribir la Biblia el ayuno del Día del Perdón, el Yom Kipur: "El
día décimo de este séptimo mes será el día de la Expiación... Será para vosotros día de descanso completo y ayunaréis; el día
nueve del mes, por la tarde, de tarde a tarde, guardaréis descanso" (Levítico). Cabe mencionar que estudios arqueológicos han
revelado que también en la antigua Babilonia se señalaba el comienzo del día al atardecer.

EL MES HEBRAICO
El mes en el calendario hebreo se basa en el ciclo que cumple la Luna al circunscribir por completo al planeta Tierra. Desde
nuestro planeta el ojo humano puede percibir cuatro diferentes estados principales de la Luna, a saber: luna nueva, cuarto
creciente, luna llena o plenilunio y cuarto menguante. Tal ciclo dura aproximadamente 29 días y medio. Desde la Antigüedad, los
antiguos hebreos sabían ya calcular la duración exacta de tal ciclo, estimando de acuerdo con sus conocimientos astronómicos que
el periplo del satélite en torno al planeta Tierra tenía una duración de '29 días, 12 horas y otras 793/1080 de hora' (es decir, otros
44 minutos y 3,33 segundos), siendo por consiguiente su error de cálculo sólo de medio segundo. Debido a que la cantidad de días
en un mes debía ser exacta, el calendario hebreo emplea meses de 29 y de 30 días, intercalándolos.

Al fin del mes hebreo, la Luna está completamente a oscuras y no es visible desde la Tierra. Al despuntar el cuarto creciente,
apenas se alcanza a ver a la Luna como una finísima guadaña y ella desaparece en el horizonte minutos después del ocaso: ello
marca el inicio del mes hebreo. Con el correr de los días, al ser contemplada desde la Tierra, la parte iluminada de la Luna crece
paulatinamente hasta llegar al plenilunio, que marca exactamente la mitad del mes. A partir de ahí, con el discurrir de los días,
vuelve la Luna a menguar, hasta desaparecer por completo, culminando también del mismo modo el mes del calendario hebreo.

Los nombres de los meses hebreos fueron concebidos en tiempos del cautiverio del pueblo judío en Babilonia, que abarcó setenta
años (586 a.C. - 516 a.C.).4 Los nombres de origen mesopotámico siguen empleándose hasta el día de hoy. Previamente, los meses
hebreos eran denominados tan sólo por su orden numérico, comenzando en la primavera (boreal) por el mes primero, Nisán, y
culminando con el duodécimo, Adar. En el Pentateuco se menciona a Nisán como el primer mes del año, al haber sido aquél en
que el pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud de los faraones de Egipto: "Este mes os será principio de los meses; para
vosotros será éste el primero en los meses del año" (Éxodo). Otros nombres de meses mencionados en ciertos libros de la Biblia,
especialmente en el Libro de los Reyes, como el "mes de Ziv" (1Reyes 6:37), o "el mes de Bul, que es el mes octavo" (1Reyes
6:38), y también "el mes de Eitanim, que es el mes séptimo" (1Reyes 8:2), fueron seguramente tomados de nombres de
meses fenicios, ya que son mencionados en el contexto de las relaciones comerciales entre el Rey Salomón y el
Rey Hiram de Fenicia. Los nombres babilónicos que han llegado hasta nuestros días, aparecen por primera vez en el Libro de
Ester y en los de Esdras y Nehemías, y fueron adoptados asimismo por otros idiomas, como el turco moderno (Nisan =
abril; Temmuz = julio; Eylül = septiembre; Şubat = febrero).

La duración de los meses hebreos oscila entre los 29 y los 30 días, de la siguiente forma:

1. Tishrei (30 días) (‫ )תשרי‬- cae aproximadamente en septiembre u octubre


2. Jeshván (29 ó 30 días) (‫חשוון‬, llamado también Marjeshván - ‫ )מרחשוון‬- octubre o noviembre
3. Kislev (30 ó 29 días) (‫ )כסלו‬- noviembre o diciembre
4. Tevet (29 días) (‫ )טבת‬- diciembre o enero
5. Shevat (30 días) (‫ )שבט‬- enero o febrero
6. Adar (29 días) (‫ )אדר‬- febrero o marzo
7. Nisán (30 días) (‫ניסן‬, llamado también Abib - ‫ )אביב‬- marzo o abril
8. Iyar (29 días) (‫ )אייר‬- abril o mayo
9. Siván (30 días) (‫ )סיוון‬- mayo o junio
10. Tamuz (29 días) (‫ )תמוז‬- junio o julio
11. Av (30 días) (‫ )אב‬- julio o agosto
12. Elul (29 días) (‫ )אלול‬- agosto o septiembre

El año hebreo, según la cuenta bíblica, comenzaba con el mes de Nisán, llamado en la Biblia "el mes primero" (Éxodo), y concluía
en el mes de Adar; mientras que más adelante primó la concepción del comienzo del año en el mes de Tishrei, con la festividad
de Rosh Hashaná (‫ראש השנה‬, literalmente "cabeza de año"), culminando el año en el mes de Elul, tal como rige el calendario
hebreo hasta nuestros días.

Desde el punto de vista religioso, el calendario hebreo cuenta con 4 diferentes "cabezas de año", siendo cada una de ellas el
comienzo de la cuenta anual para diferentes finalidades:

• 1 de Nisán es el principio de año de acuerdo a la cuenta bíblica, al conmemorar la salida de Egipto; y era el principio del año
para los reyes: de tal modo, aun si un rey de Israel asumiera el trono el 29 del mes de Adar, ya al ser el día siguiente el
primero de Nisán, se consideraba su segundo año de reinado.
• 1 de Elul, el principio del año para realizar la cuenta del diezmo de ganado a apartar según las prescripciones religiosas.
• 1 de Tishrei, el principio del año según el calendario hebreo moderno, conmemorando el aniversario de la Creación del
mundo, y era la fecha en que comenzaba la cuenta de los años, los años sabáticos (cada séptimo año, en que las tierras
quedaban incultas y en barbecho), y los jubileos (cada 50 años, en que prescribían las deudas y los esclavos quedaban libres).
• 15 de Shevat, el año nuevo de los árboles, siendo ésta la fecha de su despertar luego del letargo invernal.

EL AÑO JUDÍO
Un año hebreo incluye un ciclo completo de las cuatro estaciones del año y, a su vez, debe contar con un número exacto de meses
lunares. De esta manera, el año hebreo puede tener tanto 12 meses (año simple), como 13 (año bisiesto, o en hebreo ‫שנה מעוברת‬,
"año preñado").

EL AÑO BISIESTO, EMBOLISMAL O "PREÑADO"


El año hebreo bisiesto es un año de 13 meses, denominado en hebreo "shaná me'ubéret" (‫שנה מעוברת‬, "año preñado" o
embolismal), metaforizando al mes agregado cual si fuera el feto de una mujer embarazada; y de aquí que los métodos de
institución de tal año se llamen "ibur" (del hebreo ‫עיבור‬, "preñamiento") y en castellano, embolismo. El embolismo del calendario
hebreo consiste en la duplicación del mes de Adar, de manera que se intercala un nuevo mes de 30 días, llamado Adar "A" (‫א אדר‬,
"Adar álef"), antes del mes de Adar original, que pasa a ser Adar "Bis" (‫אדר ב‬, "Adar bet"). La principal razón por la que fue
elegido justamente el mes de Adar para su duplicación es por ser el mes inmediato anterior a Nisán, el mes de la primavera, el de
la salida de Egipto y en el que cae la Pascua judía, "Pésaj" (‫)פסח‬, según indica la Biblia: "Guardarás el mes de Aviv (= primavera)
y harás pascua a Yahveh tu Dios; porque en el mes de Aviv te sacó Yahveh tu Dios de Egipto"(Deuteronomio 16:1). Otro motivo
radica en que Adar era antiguamente el último mes del año, e históricamente se prefería hacer el agregado a fin de año. Ello se
asemeja a lo ocurrido con el 29 de febrero, agregado justamente allí porque antiguamente era febrero el último mes del
año romano.

El método original de embolismo, desarrollado alrededor del siglo VI a. E. C., establecía que habría de agregarse un mes más, en
tres años de cada ciclo de ocho. Ya en el siglo V a. E. C. se perfeccionó el sistema, estipulándose de ahí en adelante que el
agregado habría de hacerse en siete años por cada ciclo de diecinueve. Se estima que dichas técnicas tienen sus raíces en los
conocimientos de astronomía de los babilonios, muy adelantados para su época, y del astrónomo griego Metón(siglo V a. C.), y
son aceptadas hasta el día de hoy. El Diccionario de la Real Academia Española define ciclo lunar, llamado también ciclo
decemnovenal o decemnovenario, como el "período de 19 años, en que los novilunios y demás fases de la Luna vuelven a suceder
en los mismos días del año, con diferencia de hora y media aproximadamente"; en tanto que el ciclo cuádruple de 76 años es
llamado calípico. De esto se deduce que cada 19 años coincidirán entre sí las fechas del calendario hebreo y el gregoriano; aún
puede existir un desfase de uno o dos días, debido a movimientos efectuados en el calendario hebreo por motivos religiosos (ver
más adelante, "la semana en el calendario hebreo").

En el año 359, el Hilel II perfeccionó los cálculos y métodos conocidos y estableció los mecanismos de embolismo del año
utilizados hasta el día de hoy, que han sido corroborados por las últimas y más modernas observaciones astronómicas. Dichos
cálculos ya eran conocidos desde cientos de años atrás, pero hasta aquellos tiempos se preferían los métodos empíricos para
establecer el comienzo del mes —dos testigos que habían de atestiguar ante el gran Sanedrín que habían visto el naciente de la
Luna— y el comienzo de la primavera, basándose en la maduración de las mieses y la llegada del equinoccio de primavera (el 20
de marzo en el hemisferio norte), que es la fecha en que el día y la noche tienen la misma duración; mientras que el almanaque era
utilizado en caso de impedimentos, como días nublados.

Se cree que la razón por la cual Hilel II publicó el calendario hebreo, tal como se utiliza desde sus tiempos hasta nuestros días,
proviene de una de las decisiones tomadas por el Cristianismo en el primer Concilio de Nicea, celebrado el año 325, a instancias
del emperador Constantino I el Grande. Según la tradición cristiana, Jesús de Nazaret fue crucificado el Viernes Santo,
coincidente con el viernes de la Pascua judía. El Concilio decidió desvincularse del judaísmo también en este aspecto, y prescindir
de la necesidad de averiguar año tras año la fecha exacta de la Pascua judía. A tal efecto, se estipuló que el primer día de la Pascua
cristiana, el Domingo de Pascua o de Resurrección, se celebre el primer domingo después de la luna llena, inmediatamente luego
del equinoccio de primavera. Cabe destacar que al independizar al calendario litúrgico cristiano del hebreo, perdió el primero la
flexibilidad y el equilibrio que caracterizan a este último, lo que terminó causando, con el correr de los siglos, el corrimiento de la
Pascua cristiana hacia el invierno, desfase que hubo de ser corregido al cabo de un milenio por el papa Gregorio XIII, por medio
de su calendario gregoriano. De todos modos, la decisión de Nicea despertó el temor entre los judíos de la época de que los
cristianos les prohibiesen anunciar los comienzos de mes y los embolismos de cada año, indispensables para el normal
discurrimiento de la vida judía; y de ahí la necesidad de un calendario preestablecido de antemano y aceptado por todas las
diásporas del pueblo judío. Mientras en la Biblia Mateo 28:1 encontramos que el primer día de la semana revisaron donde estaba,
siendo domingo, él fue crucificado el viernes.

Un año trópico, o circunvolución de la Tierra en torno al Sol, conlleva en sí 12,368 ciclos lunares, o vueltas que
efectúa Selene alrededor de nuestro planeta. Esto implica que 19 años trópicos equivalen a 234,992 ciclos de la Luna, un número
prácticamente entero. Desde esta base se establece que cada 19 años habrá de haber 235 meses, o 12 años comunes (de doce
meses), y 7 años embolismales o "preñados", con trece meses cada uno: los años número 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 de cada ciclo
decemnovenario. Para saber si un determinado año hebreo es o no bisiesto, hay que dividirlo por el número 19: si el cociente
obtenido después de la división nos deja un resto luego del entero con uno de los siguientes guarismos: 0, 3, 6, 8, 11, 14 ó 17,
estamos ante un año de 13 meses. Así, el año hebreo de 5765, equivalente al gregoriano de 2005, al dividirlo por 19 nos da 303
enteros, y un resto de 8 (5765/19 = 303 8/19). Por ende, el año de 5765 fue bisiesto y se le agregó como tal el mes de Adar "A"
antes del último mes del año, el mes de Adar "Bis".

LA SEMANA EN EL CALENDARIO HEBRAICO


El calendario hebreo no solamente combina entre el año solar y el mes lunar; sino que ambos ciclos complementados, han de
convivir exitosamente también con otro de los legados del calendario de los judíos al resto del mundo: el ciclo semanal de siete
días.

Los días de la semana hebrea se basan en los seis días de la Creación, según relata el primer capítulo del libro del Génesis, siendo
su nombre el mismo que les adjudica la Biblia, que son simplemente los nombres de los números ordinales en hebreo, del primero
al sexto —denominación que se conserva en el idioma portugués, salvo el sábado y el domingo; pero que se ha perdido en la
mayoría de las lenguas occidentales, que adoptaron nombres de deidades paganas para los días de la semana— y en el séptimo
día, en el que Dios descansó de su labor (Génesis): el Shabat, del hebreo ‫שבת‬, shabat, descanso; nombre que fue adoptado por una
buena parte de las lenguas (castellano sábado, francés samedi, italiano sábato, portugués sábado, catalán dissabte,
alemán Samstag, polaco sobota, griego sávvato, árabe asSabt, indonesio sabtu, rumano sâmbătă). Así pues, y basándose en el
relato bíblico, comienza la semana hebrea el día domingo (‫יום ראשון‬, "yom rishón", "el día primero"), y no el lunes como en la
sociedad occidental, y culmina el sábado, el día consagrado al descanso. Actualmente
en algunos países como el Reino Unido y también en los calendarios cristianos se
suele tener el domingo como el primer día de la semana, siguiendo ésta tradición
hebrea, aún dando importancia a este primer día, en especial en los calendarios
litúrgicos al conmemorar la Resurrección de Jesús de Nazaret.

El ciclo hebdomadario, y muy especialmente la santidad de la festividad del Sábado


—que es considerada la más sagrada de las celebraciones judías, superada tan sólo por
el Yom Kipur o Día del Perdón, precisamente denominado también "Sábado de
Sábados"— impone otra serie de ajustes al calendario hebreo, que debe de adaptarse a
las necesidades derivadas del Sábado en primer lugar, y luego de otras fiestas y ritos
judíos.

De esta manera, se propone el calendario hebreo impedir que ciertas celebraciones, se


superpongan o hasta se contradigan entre sí. El primer caso sería la gran Judíos rezando en la sinagoga en Yom
inconveniencia que acarrearía el coincidir el Sábado, en el que se prohíbe cocinar, e Kipur (1878), cuadro del pintor judío
polaco Maurycy Gottlieb (1856-1879).
inmediatamente luego o antes de él, el Yom Kipur, en el que los feligreses observan
un rígido ayuno. Ya en el terreno de las contradicciones, no sería aceptable que el último día de la Fiesta de las Cabañas
(‫סוכות‬, Sucot), uno de cuyos preceptos es agitar vigorosamente las ramas de aravá o sauce, cayese en Sábado, en que esta
actividad está expresamente prohibida, por ser una de las 39 actividades prohibidas el séptimo y último día de cada semana
(Mishná, Tratado del Shabat, 7:2).

Este equilibrio, difícil pero fundamental, se obtiene mediante cálculos que prescriben en cuál de los días de la semana podrá caer
el primer día del año judío (según la usanza de nuestros días), que es también el primer día de la festividad de Rosh Hashaná, el
Año Nuevo judío. Así, las reglas del calendario hebreo estipulan que en ningún caso, podrá el primer día de Rosh Hashaná y del
año —el primer día del mes de Tishrei— coincidir un domingo, o un miércoles, o un viernes.

Para compensar el desfase que la imposición de esta regla puede conllevar en el delicado equilibrio del calendario; y una vez
culminado el mes de Tishrei, durante el cual se suceden las principales fiestas judías, y especialmente aquellas que acarrean los
problemas que el almanaque debe resolver (Rosh Hashaná, Yom Kipur, Sucot), se vuelve a equilibrar el calendario, agregando
uno, dos o tres días en los dos meses posteriores a Tishrei: los meses de Jeshván y Kislev.

De esta regla surge, que existen tres tipos de año en el calendario hebreo:

Año faltante (‫שנה חסרה‬, "shaná jaserá") en cuyo caso tanto el mes de Jeshván como el de Kislev tienen 29 días cada uno, de lo
cual resulta que dicho año contará con 353 días.

Año normal (‫שנה כסדרה‬, "shaná kesidrá") en cuyo caso Jeshván traerá 29 días en tanto Kislev vendrá con 30, de lo cual resulta
un total anual de 354 días.

Año completo (‫שנה שלמה‬, "shaná shelemá") en cuyo caso tanto Jeshván como Kislev cuentan cada uno con 30 días, y por lo
tanto se trata de un año con 355 días en su total.

Los años bisiestos respectivos a cada uno de los tipos de años detallados, tendrán a su vez, sumado el mes agregado de Adar "A"
que siempre cuenta con 30 días, 383, 384 ó 385 días.

El calendario hebreo vuelve a repetir su ciclo, tomando en cuenta las variaciones en días, meses y años, una vez cada 247 años,
con una pequeña diferencia de 50 minutos entre ambos. Para que la repetición entre dos años hebreos sea perfecta, tienen que
transcurrir entre uno y otro nada menos que 689.472 años.

Principios para el cálculo de fechas


La complejidad del calendario hebreo ha hecho que el cálculo de sus fechas se convierta en objeto de estudio matemático. Veamos
algunos aspectos de los algoritmos que abordan este cálculo.
Tres cualidades distinguen un año de otro:
• si es un año bisiesto o un año común
• en cuál de los cuatro días permisibles de la semana comienza el año
• si es un año deficiente, regular o completo.

Matemáticamente hay 24 (2x4x3) posibles combinaciones, pero sólo 14 de ellas son válidas. Cada uno de estos patrones se
llama keviyah.

CÓMO DETERMINAR SI UN AÑO ES BISIESTO


Para determinar si un año judío es bisiesto, debe buscarse su posición en el ciclo metónico. El calendario judío se basa en el ciclo
metónico de 19 años, de los cuales 12 son años comunes de 12 meses y 7 son años bisiestos de 13 meses. La posición se calcula
como el resto de la división del número del año judío entre 19. Por ejemplo, el año 5771 judío dividido por 19 da como resultado
un resto de 14, lo que indica que se trata del año 14 año del ciclo metónico. Dado que no existe el año 0, un resto de 0 indica que
el año es el 19 del ciclo.

Los años 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 del ciclo son bisiestos y el resto, comunes. Un método matemático para determinar los años
bisiestos es calcular (7 x el número del año judío + 1) / 19 si el resto es menor que 7, el año es un año bisiesto. Además,
redondeando el resultado de (7 x el número del año judío + 1) / 13 al número entero más cercano, se obtiene un 0 para los años
bisiestos y 1 para los años comunes.

CÁLCULO DEL MOLAD TISHREI


Se calcula el Molad Tishrei, día de la primera luna nueva del año, para a continuación poder determinar cuándo empieza el año.
Una manera sencilla para realizar este cálculo es la siguiente:5
• Molad = longitud del mes lunar X parte entera [(235*año hebreo+13)/19]+3 días, 7h, 695 partes
Longitud del mes lunar = 29 días, 12, 793 partes (1 parte ó halakhim = 1 hora/1080)
El Molad se expresa en días, horas y partes.

• Día de la semana de Molad = día de Molad mod 7


La relación en el calendario hebreo entre número y nombre de día de la semana es ésta:
1 2 3 4 5 6 7
domingo lunes martes miércoles jueves viernes sábado

DÍA DE INICIO DEL AÑO (ROSH HASHANAH)


Se define el día de inicio del año en función de cuatro posibles ajustes de aplazamiento llamados dehiyyot:
• Si el molad se produce durante o después de las 18 horas, Rosh Hashanah se pospone 1 día.
• Si el molad cae en domingo, miércoles o viernes, Rosh Hashanah se pospone un día.

Las dos últimas reglas se aplican con mucha menos frecuencia y nunca se utilizan si se hace otro aplazamiento:
• Si el molad en un año común cae en un martes después de 9 horas y 204 partes, Rosh Hashanah se pospone al jueves
• Si el molad después de un año bisiesto es un lunes después de las 15 horas 589 partes, Rosh Hashanah se pospone hasta el
martes.

AÑO DEFICIENTE, REGULAR Y COMPLETO


El aplazamiento del año se compensa con la adición de un día al segundo mes, o la substracción de un día del tercer mes. Un año
común judío sólo puede tener 353, 354, ó 355 días. Un año bisiesto es siempre de 30 días más largo, y por lo tanto puede tener
383, 384, o 385 días.

Longitud del año Bisiesto No bisiesto


Deficiente 383 353
Regular 384 354
Completo 385 355

FIESTAS JUDIAS

Hay buenos argumentos bíblicos y teológicos para no celebrar las fiestas rituales de Israel. Ninguna es requisito para la vida
cristiana ni añade ni un ápice para la salvación aunque algunos persistan en sus preconceptos no probados. Encuentro los
siguientes argumentos bastante fuertes y contundentes para la irrelevancia de las fiestas ceremoniales para el cristianismo después
de la muerte de Cristo:

1. La Relación de las Fiestas con el Sistema de Sacrificios: Cada fiesta judía se caracterizaba por la alegría de traer ofrendas y
sacrificios al Señor. En Levíticos 23 se listan las fiestas y en el vs. 37 se indica el propósito: «Éstas son las fiestas solemnes de
Jehová, a las que convocaréis santas reuniones, para ofrecer ofrenda encendida a Jehová, holocausto y ofrenda, sacrificio y
libaciones, cada cosa en su tiempo». No hay ninguna indicación en la Biblia de que se debe sustituir el sacrificio material por uno
de carácter espiritual.

Esta relación estrecha con el sistema de sacrificios muestra su terminus ad quem. El sistema de sacrificios termina con Cristo
junto con las fiestas. Algunas personas persisten en sostener que algunos textos muestran "el carácter espiritual" de los sacrificios.
Pero esos textos (en Hebreos, Romanos y Pedro principalmente) tienen un trasfondo cristiano, donde cada sacrificio y festividad
ceremonial fueron substituídas completamente por equivalentes cristianos. Ya no hay sacrificios, ahora nosotros somos
"sacrificios vivos" (Rom 12:1), el "fruto de labios que confiesan su nombre" representa "sacrificio de alabanza" (Heb 13:15), ya
no hay sacerdotes sino que somos "sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales" (1Pe 2:5), etc.

No hay evidencia alguna en la Biblia para reemplazar ciertas partes de las fiestas por cosas espirituales y el resto se sigue de
acuerdo al orden de Levíticos. La fiesta se celebra tal y cual está escrita junto con sus direcciones sin reemplazar las partes
"difíciles" para "adaptarlas al cristianismo". La fiesta tuvo su fin completamente y fueron reemplazadas en su totalidad por una
realidad más "perfecta" en Cristo Jesús y la vida cristiana.

2. Relación de las Fiestas con un Sistema Centralizado de Adoración: Una parte de estas fiestas tenían que ser celebradas en el
templo. Tres en particular: Panes sin levadura, Pentecostés, Tabernáculos. Estas requerían la presencia del creyente en Jerusalén
para presentarse en el templo (Deut. 16:16). Incluso la pascua que comenzó como una celebración familiar, fue luego transferida
al templo y centralizada (vs. 5). La biblia no permite la celebración de estas fiestas en algún otro lugar. Cualquier intento de
justificar la celebración de estas fiestas, independientes del templo es una invención humana.

Me pregunto, ¿con que bases bíblicas estos judaizantes (ya sea de forma moderada o de forma directa) tratan de mover la
centralización del templo para otros lugares? ¿En que parte del NT se menciona que Cristo o Pablo permitió mover la fiesta de
Jerusalén a otra parte debido "a lo espiritual del cristianismo"? No encuentro un solo versículo.

3. Relación de las Fiestas con el calendario: La mayoría de las fiestas están relacionadas con el calendario agrícola israelita,
como por ejemplo los Panes sin levadura, Pascua, Pentecostés, Tabernáculos y el año sabático. La implicación de esto es que fue
imposible para los israelitas la celebración de estas fiestas antes de entrar a Canaán (por ejemplo, Pentecostés y Tabernáculos Ex.
23:16). De hecho, Oseas menciona que debido el exilio en Babilonia los israelitas no podrían celebrar las fiestas (Oseas 9:1-5). No
hay razón alguna para observar estas fiestas en otros lugares y en contextos diferentes de la geografía de Israel, su vida agrícola y
su calendario luni-solar. Las fiestas fueron temporalmente establecidas para un tiempo específico (y primitivo) de la historia de
Israel y no tienen sentido en nuestro tiempo y mucho menos con nuestros respectivos calendarios.

4. Relación de las Fiestas con la identidad étnica: La identidad religiosa y étnica de los israelitas estaba estrechamente asociada
con la celebración de algunas fiestas, tales como las Pascua, la cual estaba restringida a los Israelitas o aquellos que a través de la
circuncisión se volvían israelitas (Ex. 12:43-48). El extranjero (ben-nekar) estaba prohibido participar de la misma (vs. 43).
¿Acaso con la muerte de Cristo la regla "cambió" para adaptarse a los "gentiles"? Esta puede ser la razón por la cual Pablo tuvo
que confrontar con los judaizantes que requerían que los cristianos se circuncidarán para poder ser judíos y así poder celebrar la
Pascua y otras fiestas (Hechos 15:1).

5. Relación de las Fiestas con los cristianos en el N.T: El Nuevo Testamento hace claro que el servicio del santuario del Antiguo
Testamento viene a su fin, a través del sacrificio de Cristo en la cuz y a través de su ministerio sumosacerdotal en el santuario
celestial. La ley ceremonial, incluyendo las fiestas que requerían "sacrificios anuales", fue abolida (Heb. 10:1, "cada año"). Es
más, el verso dice sin lugar a dudas que "no puede hacer perfectos a los que se acercan (acercan adorar)". ¿Como algunos en
este foro sugieren que uno puede "tener una experiencia mucho mejor y comprender mejor la salvación celebrando estas
fiestas?

No estamos sujetos a la ley ceremonial Levitica, tenemos un nuevo Sumosacerdote que no pertenece al orden de Aarón (Heb
7:12,19). Durante el período apostólico los cristianos judíos pudieron haber observado las fiestas, pero no hay evidencia bíblica
que apoye la conclusión de que estaba requerido a los cristianos gentiles. Al contrario, la Biblia indica que la celebración de las
fiestas tenía limitaciones geográficas y temporales, su función religiosa encontró un cumplimiento en Cristo.

Creo que estos 5 argumentos (y se puede mencionar otros argumenatos mucho más técnicos que sin lugar a dudas apoyan esta
conclusión) son los suficientemente fuertes y bíblicos para contestar los mismos argumentos que ofrecen los judaizantes
modernos, los judíos mesiánicos y algunos adventistas con tendencias judaicas. Con esto no quiero indicar que las fiestas son un
pecado y el que se atreva a realizar alguna de ellas en este tiempo comete un gran pecado. Simplemente indico que las fiestas no
tienen relevancia, importancia y no son un requisito para la vida cristiana, para la salvación ni para una mejor experiencia cristiana
en Cristo.

PD: Y por si acaso, muchos dicen que debemos observar las fiestas que no se han cumplido tipológicamente. La idea de que la
tipología no ha sido consumada no es bíblica; si esto fuera asi, entonces deberíamos de observar el año sabático y el jubileo
también.

LLUVIA Y MADUREZ DE LAS COSECHAS


Los campos de grano en Palestina dependen grandemente de la lluvia para su fertilidad. Pero no llueve de mayo a septiembre. La
primera lluvia de que se habla en las Escrituras cae en la última quincena de octubre o a principios de noviembre, y por lo regular
esta lluvia es la señal para que el agricultor principie a arar sus tierras y plantar la semilla. También habla la Biblia de las lluvias
tardías, que ordinariamente caen de marzo a abril, y esta lluvia es muy valiosa para la madurez de las cosechas de cebada y trigo.
Las fuertes lluvias de invierno vienen en la última quincena de diciembre y duran los meses de enero y febrero.
La profecía de Joel menciona estas tres lluvias. "Porque os ha dado la primera lluvia arregladamente, y hará descender sobre
vosotros lluvia temprana y tardía, como al principio" (Joel 2:23). La palabra "lluvia" aquí empleada, significa lluvia fuerte, a
grandes chorros que cae en los meses de invierno, y la estación de lluvias principia con la primera lluvia en otoño, y termina con
las lluvias tardías de la primavera.

La cebada se cosecha en abril y mayo, y el trigo en mayo y junio. Vemos así que Jeremías está correcto en su orden de las
estaciones en relación al tiempo de la cosecha, cuando decía: "Pasóse la siega, acabóse el verano, y nosotros no hemos sido
salvos" (Jer. 8:20).

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