Sei sulla pagina 1di 12

IDEAS SEGUNDO CORTE: TRADICIONALISMO

Tradicionalismo: ​confianza en la «intuición» y rechazo de los «métodos exactos» Barbe. E


(1967)

Los tradicionalistas por lo general son escépticos ante el esfuerzo por predecir o por aplicar
el análisis probabilístico a los asuntos humanos. De tanto en tanto utilizarán datos
cuantitativos para ilustrar un punto que están tratando de probar, en una presentación que,
en otro sentido, es primordialmente discursiva, pero son críticos ante la proclividad de
algunos analistas contemporáneos a cuantificar a fin de demostrar a través de tortuosos
análisis estadísticos, una afirmación que debería ser obvia para una persona con sentido
común. Los tradicionalistas están prototípica pero no rígidamente interesados en el solo y
exclusivo acontecimiento, caso, situación o problema, que buscan entender en sus detalles
más sutiles, incluidas las relaciones con otros fenómenos importantes. A menudo los
tradicionalistas estudiarán varios casos de naturaleza similar, trazando comparaciones y
contrastes adecuados a lo largo de su exposición

Los 'tradicionalistas' insistirán en que son al menos tan meticulosos al recoger, escudriñar,
pesar e interpretar pruebas como cualquier especialista en ciencias sociales. No negarán que
hacen uso del juicio, la intuición y la reflexión para llegar a sus conclusiones, después de
haber revisado y digerido todos los datos que consideran importantes y confiables.

Los tradicionalistas a menudo critican a los conductistas por ser supuestamente demasiado
confiados en la capacidad de generalizar, de convertir afirmaciones problemáticas en
proposiciones causales y de usar tales proposiciones para predecir el comportamiento en un
área en la cual las cosas no son predecibles; por atribuirles a los modelos abstractos una
congruencia con la realidad que no tienen, por eludir los temas sustanciales de la política
internacional porque, en su celo por el método científico¡ ellos q ellas pueden no haber
dominado nunca realmente aquellos temas en toda su complejidad, y por sucumbir al
"fetiche de la medición" que ignora diferencias cualitativas crucialmente importantes entre
las cantidades que mide “Dougherty.J Teorias en pugna en las relaciones internacionales
(1990: 39)

La querella entre científicos vs tradicionalistas

Después que el debate entre realistas e idealistas perdió su vigencia surgió una nueva
querella, que dominó la disciplina durante los años cincuenta y sesenta, entre el enfoque
"tradicionalista" y una nueva escuela que pronto se autodenominó ​"científica"​. Varias
diferencias la distinguen del anterior debate. El primero se había originado específicamente
dentro del campo de las relaciones internacionales y se mantuvo confinado a él, en tanto
que el segundo fue una consecuencia de la revolución "behavioralista" en las ciencias
sociales e incluso penetró tardíamente en el dominio de la política internacional. Además,
mientras que el primero se refería a cuestiones de sustancia, aparentemente la nueva
querella se centraba en problemas metodológicos. Por último, las posiciones involucradas
en el anterior debate demostraron ser irreconciliables por apuntar a la naturaleza misma del
sistema internacional, al mismo tiempo que tradicionalistas y científicos terminaron
entendiéndose y produciendo un virtual sincretismo entre sus respectivos enfoques
“Tomassini. L Relaciones internacionales, teoría y práctica (1998: 13)

1. LA TEORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES HOY: DEBATES Y


PARADIGMAS AUTHOR(S): CELESTINO DEL ARENAL

https://virtual.usergioarboleda.edu.co/pluginfile.php/437067/mod_resource/content/1/Parad
igmas%20de%20las%20RRII.pdf

Un paradigma consiste, de acuerdo con el espíritu de lo señalado por Thomas S. Kuhn, en


una serie de postulados fundamentales sobre el mundo, que centran la atención del
estudioso sobre ciertos fenómenos, determinando su interpretación.​ ​sólo aparece un nuevo
paradigma cuando aparecen nuevos postulados básicos sobre la realidad.

Desde esta perspectiva, K. J. Holsti ha señalado acertadamente que la teoría internacional y,


en consecuencia, el paradigma tradicional y los demás paradigmas, han girado y giran
alrededor de tres cuestiones claves, que son: "
(1) the causes of war and conditions of peace/security/order; an essential subsidiary
problem is the nature of power;
(2) the essential actors and/or units of analysis;
(3) images of the world/system/society of states".
La primera cuestión es esencial, por cuanto es la razón de ser del campo de estudio,
mientras que las dos restantes nos dan las claves para la solución de los problemas
La puesta en entredicho del paradigma tradicional se ha producido sólo a consecuencia de
la formulación de nuevas y diferentes respuestas a las tres cuestiones señaladas, es decir, ha
venido de la mano de nuevas y diferentes conceptualizaciones e ideas sobre los procesos
claves, los actores y las imágenes del mundo
Frente a la high politics , que se refiere a la actividad diplomático-estratégica y que es el
objeto de análisis del paradigma tradicional, los paradigmas alternativos hacen hincapié en
la creciente importancia de la llamada low politics , que se refiere, entre otras, a las
actividades económicas, científico-técnicas y culturales, en la actual sociedad internacional.
Frente a un paradigma tradicional que tiene como principio la continuidad, que tiende a
desconocer el cambio real y para el que, por lo tanto, en principio, el cambio no es un
problema teórico, los nuevos paradigmas hacen de la noción de cambio su razón de ser.13
Lo más importante, sin embargo, es que asumen el cambio en una doble dimensión, por un
lado, en cuanto realidad o hecho que se ha producido en las relaciones internacionales, y,
por otro, en cuanto valor o ideología, que debe guiar la teorización sobre la realidad
internacional de nuestros días, inspirando las soluciones que se ofrecen.
de la mano, entre otros, de Maquiavelo y Hobbes. Teoría política que, al entronizar al
Estado como suprema unidad política y al dividir la vida social en dos mundos
contrapuestos, uno, el propio del Estado, en el que se presupone que a través del pacto
social reina el orden, la ley y la paz, y otro, el de la sociedad internacional, en el que reina
la anarquía, el estado de naturaleza y la ley del más fuerte, determina una visión de la
realidad internacional en la que el Estado y el poder se transforman en el actor y el factor de
referencia para la política y la teoría. El sistema europeo de Estados que nace formalmente
a raíz de la Paz de Westfalia no será sino la confirmación de esa dinámica.
Desde esta perspectiva la característica específica de las relaciones internacionales está en
la legitimidad del recurso a la fuerza armada por parte de los Estados y en la separación de
las esferas de la política interna y la política internacional. En ésta los Estados operan
"racionalmente" en función del interés nacional y de la relación de fuerzas. El poder se
transforma, asi, en el factor decisorio de las relaciones internacionales14 y el equilibrio del
poder en la dinámica y la política que, sin eliminar la naturaleza substancialmente
anárquica del sistema internacional, asegura un mínimo orden que tiene como fin la
supervivencia y perpetuación de los propios Estados.
La base última de este planteamiento está en la consideración de que la ambición de poder
es inherente a la naturaleza humana, dado el sentimiento de inseguridad con que se mueve
el hombre en el mundo. Hay, de esta forma, un claro pesimismo antropológico en la
interpretación de la naturaleza humana. Sumariamente, puede decirse que el paradigma
tradicional ofrece una visión de la sociedad internacional, que determina su interpretación,
caracterizada por tres postulados generales:
(1) Existe una rígida separación entre la política interna y la política internacional. Esta
tiene su propia moral, en la que priman los valores del poder y de la seguridad y en ella las
motivaciones humanas no son relevantes.
(2) Los Estados y los estadistas son los actores fundamentales de las relaciones
internacionales. Los seres humanos sólo cuentan en cuanto miembros de un Estado. Las
relaciones internacionales son y deben interpretarse como relaciones interestatales.

(3) Las relaciones internacionales son por naturaleza esencialmente conflictivas, son, así, la
lucha por el poder y por la paz. El poder es el factor fundamental de esa política.

En ese contexto conflictivo, en el plano práctico, la prioridad que inspira la investigación


que se desarrolla bajo este paradigma está constituida por la seguridad nacional. Al no
existir un poder superior los Estados han de velar por su propia seguridad. Donald J.
Puchala y Stuart I. Fagan han podido, así, denominar también esta imagen dominante de las
relaciones internacionales como el paradigma de la política de seguridad.16 Este
paradigma, que hemos esbozado en sus rasgos más generales, pero que se manifiesta
teóricamente bajo múltiples y diferentes formulaciones en los numerosos estudiosos que la
han adoptado, ha alimentado una larga tradición de indagación teórica y empírica, que ha
servido para explicar la naturaleza y dinámica de la sociedad internacional, es decir, porqué
y cómo los Estados hacen la guerra, conducen su diplomacia, elaboran el derecho
internacional, constituyen organizaciones internacionales y, en general, organizan el poder
de acuerdo con sus intereses y objetivos. En este sentido, su contribución al desarrollo del
estudio de las relaciones internacionales ha sido decisiva y hegemónica, en el sentido de
orientar la ciencia de las relaciones internacionales por un determinado camino y
proporcionar una visión del mundo, que ha permitido un desarrollo coherente y
acumulativo, desde su interpretación particular, del conocimiento en nuestro campo de
estudio.
el nuevo clima de distensión que conocen las relaciones Este-Oeste determina que el
principio de la seguridad nacional, característico del realismo, ya no constituya una
prioridad en la investigación.
Aunque los primeros ataques al paradigma tradicional se producen ya en los años sesenta,
serán Robert O. Keohane y Joseph S. Nye, por un lado, y Karl Kaiser, por otro, los que de
una forma precisa primero plantean la necesidad de una alternativa. Sus críticas al
paradigma realista descansan principalmente en su ignorancia de los procesos
transnacionales y de los actores no estatales, que tienen, en su opinión, un papel central en
las actuales relaciones internacionales. Dados los cambios que se han producido en el
campo social, económico y de las comunicaciones no se puede hablar ya exclusivamente de
una sociedad de Estados con relaciones limitadas prácticamente al campo diplomático y
militar.
Este énfasis que ponen en la importancia de la politica transnacional y en la dimensión
económica y científico-técnica supone la negación de que las relaciones internacionales
sean por naturaleza esencialmente conflictivas y puedan interpretarse exclusivamente en
términos de lucha por el poder. Aunque se reconoce el carácter conflictivo o, mejor,
"problemático", de las relaciones internacionales, se afirma igualmente su carácter
cooperativo.
por lo tanto, con el modelo exclusivamente conf lieti vo e interestal del paradigma realista,
sino que responden a un modelo basado más en factores culturales, tecnológicos y
económicos que estrictamente políticos. (2) En este sentido, uno de los más importantes
cambios ha sido el debilitamiento del papel y significado del Estado, como entidad
soberana y como estructura capaz de garantizar el bienestar y la seguridad de sus
ciudadanos, y la aparición de nuevos actores, tanto intergubernamentales como no
gubernamentales, de las relaciones internacionales, que, por su acción transnacional,
tienden a limitar aún más el margen de maniobra de los Estados. El sistema internacional ha
perdido, pues, el carácter estatocéntrico anterior.
En consecuencia, ha desaparecido la tradicional distinción y separación entre la esfera
interna y la esfera internacional. El fenómeno de la interdependencia y la necesidad de
atender a las demandas de desarrollo económico y social ha obligado al Estado a abrirse
cada vez más al exterior, lo que ha acrecentado aún más esa interdependencia y restringido
su margen de autonomía. Todo ello hace que ya no sea posible separar la política interna
yla política internacional y que el comportamiento internacional del Estado no pueda
explicarse en términos exclusivamente políticos y militares
desaparición de la distinción entre lo interno y lo internacional y del debilitamiento del
significado de las fronteras estatales, debido al fenómeno de la interdependencia, el campo
de estudio se amplia desde el sistema internacional clásico a un sistema mundial global en
el que ya no cabe separar lo interno y lo internacional.
En segundo lugar, el cambio de la naturaleza de la sociedad internacional, ahora mundial o
universal, que ya no es esencialmente conflictiva, sino también cooperativa, que ya no
conoce las fronteras estatales, ya que cualquier evento tiene repercusiones mundiales,
origina una ampliación de las dimensiones4, estructuras y procesos, objeto de
consideración.
Al clásico problema de la guerra y de la paz que continua presente, e, incluso, se acentúa y
dramatiza por efecto de las consecuencias del arma nuclear, se añaden los problemas
derivados de las relaciones económicas y culturales, del desarrollo y del subdesarrollo, de
la desigualdad y de las privaciones socio-económicas, del hambre y de la explosión
demográfica, del agotamiento y explotación de los recursos, del desequilibrio ecológico y
de la opresión y violación de los derechos humanos. Todos se presentan como problemas
inseparables, que pueden llevar a la guerra y el conflicto, que atestiguan el carácter mundial
del sistema internacional y la naturaleza global y común de sus problemas y, en
consecuencia, de sus soluciones. También se produce una ampliación en cuanto a los
actores. De la consideración exclusiva de los actores estatales se pasa a una consideración
que toma también en cuenta los numerosos y variados actores no estatales, supranacionales,
transnacionales, subnacionales e, incluso, a nivel de seres humanos, que están presentes y
actúan en la sociedad mundial y que, en algunos casos, juegan un papel más decisivo que
los propios Estados. Finalmente, se produce, en principio, un cambio en los valores
imperantes, o que deben imperar, en el sistema. De los valores exclusivamente
individualistas y nacionales del pasado se pasa, como consecuencia del carácter global de
los problemas y de la comunidad de intereses, a la afirmación de valores comunes y
universales. En este punto, como es lógico, es donde las diferencias existentes entre las
distintas concepciones que se insertan en este paradigma son más importantes
gma realista.21 Respecto del paradigma de la sociedad global, las críticas han provenido
sobre todo desde el paradigma tradicional', alegándose la inconsistencia de sus
afirmaciones en cuanto a la existencia de una nueva y distinta sociedad internacional. En
este sentido, se ha señalado que una cosa es reconocer los cambios que se han producido,
como el incremento de la interdependencia y la aparición de nuevos actores, y otra muy
diferente argumentar que de ello se derive un nuevo tipo de política internacional, que
requiera un nuevo paradigma, sobre todo cuando la investigación realizada hasta el presente
continúa demostrando el papel decisivo del Estado y la importancia del sistema de Estados.
En esta misma linea se afirma que no hay de momento ninguna evidencia que sugiera que
los graves problemas actuales a que se enfrenta el mundo puedan resolverse por medios
diferentes a los de la tradicional negociación diplomática, creación de organizaciones
internacionales gubernamentales, medidas de presión política y económica, recompensas, e
incluso el uso de la fuerza, es decir, a través de las estructuras y procesos característicos del
paradigma clásico.

el paradigma tradicional se centra en los problemas de la paz, la guerra, el orden y la


seguridad

los neorrealistas, en que las estructuras y dinámicas claves del sistema internacional no han
cambiado substancialmente, como lo demuestra la realidad internacional de nuestros días,
en la que los Estados y el poder siguen siendo elementos esenciales de las relaciones
internacionales. Admiten que nuevos actores y fuerzas actúan en la sociedad internacional
pero rechazan que su protagonismo haya desvirtuado la acción del Estado y haya dado
lugar a una sociedad mundial no interestatal, hasta el punto de que sea necesario un nuevo
paradigma.​ ​frente a los realistas tradicionales, incorporar un mayor rigor científico en la
elaboración teórica. Los neorrealistas prestan una especial atención a las influencias y
condicionamientos que la estructura del sistema internacional tiene sobre la política
internacional de los Estados, lo que en paralelo con su acento en los métodos
cuantitativo-matemáticos, ha proporcionado a la reformulación del paradigma tradicional
un renovado vigor científico. Sin embargo, sus premisas filosóficas sobre las relaciones
internacionales no experimentan cambio substancial en relación a los realistas clásicos. En
este sentido, la concepción estatocéntrica continua siendo el eje de sus planteamientos. Lo
mismo cabe decir de sus consideraciones sobre el poder, sobre la no aplicación de los
principios morales universales a la acción exterior de los Estados y sobre la distinción entre
lo interno y lo internacional.

la afirmación de los nuevos paradigmas se produce precisamente en base a las críticas que,
sobre todo desde el paradigma de la sociedad global, se realizan respecto del paradigma
tradicional. Se afirma que dicho paradigma ya no sirve para interpretar y estudiar
adecuadamente la actual sociedad internacional, dados los sustanciales cambios que han
experimentado la estructura, los actores, los factores, los intereses y las interacciones de la
sociedad internacional. Se llega incluso a afirmar, como lo hace John A. Vásquez, que la
ausencia de progreso científico en nuestro campo de estudio se debe al dominio de un
paradigma inadecuado como es el paradigma realista

problemas actuales a que se enfrenta el mundo puedan resolverse por medios diferentes a
los de la tradicional negociación diplomática, creación de organizaciones internacionales
gubernamentales, medidas de presión política y económica, recompensas, e incluso el uso
de la fuerza, es decir, a través de las estructuras y procesos característicos del paradigma
clásico.2
el paradigma de la sociedad global aparezca sólo como un modesto reto al paradigma
tradicional, que no ha supuesto en ningún caso su superación.
Mientras que el paradigma tradicional se centra en los problemas de la paz, la guerra, el
orden y la seguridad, el paradigma de la sociedad global lo hace sobre el manejo de la
interdependencia y la necesidad de dar respuesta global a los problemas globales y
comunes y el paradigma de la dependencia se reduce a los problemas de la dominación, la
explotación, la desigualdad y la igualdad. Problemas y dimensiones que, sin embargo,
todos ellos son, sin exclusiones de ningún tipo, característicos de la actual sociedad
internacional.

no se puede desconocer que en la mayoría de los realistas clásicos, como es el caso, entre
otros, de Hans J. Morgenthau, la estructura del sistema internacional, jugaba implícitamente
un papel no desdeñable. No hay más que recordar que el realismo tradicional consideraba
que los Estados actuaban en el marco de un sistema de Estados, cuyo principio básico de
funcionamiento era el equilibrio de poder, que actuaba como imperativo estructural.
no es sólo la ​lógica interna del sistema estatal​ sino también los repartos relativos del
poder global entre las unidades estatales, que origina la estructura del sistema internacional,
los que fijan los parámetros de las relaciones políticas entre las unidades estatales
a las concepciones que han dominado tradicionalmente el estudio de la sociedad
internacional y que, por su conservadurismo a ultranza y su entronización del Estado y del
interés nacional, se han revelado insuficientes, cuando no incapaces, para dar cuenta de la
misma y ofrecer soluciones solidarías a sus graves problemas.

2. EL PAPEL DEL REALISMO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES: LA


TEORÍA DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL DE HANS J. MORGENTHAU

file:///C:/Users/zvann/Downloads/Dialnet-ELPapelDelRealismoEnLasRelacionesInternacio
nalesLa-26941.pdf
la teoría de la política internacional de Morgenthau se ha visto más atacada por su
tradicionalismo —confianza en la «intuición» y rechazo de los «métodos exactos» (65)—
que por las premisas de su pensamiento

La estructura del sistema internacional (es decir, la distribución del poder entre los Estados)
se asienta, según Keohane y Nye, en las premisas realistas. De este modo, su modelo de
interdependencia compleja —empeñado en explicar el cambio de régimen internacional
(71)— comienza por adoptar la visión realista/tradicional de las relaciones internacionales.
La limita, sin embargo, a una explicación global en la que la distribución de poder y, por
tanto, la estructura del sistema, está condicionada por la capacidad militar de los Estados

3. RELACIONES INTERNACIONALES: TEORIA Y PRACTICA - LUCIANO


TOMASSLNI

https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/29427/S327T655R_es.pdf?sequence=1
&isAllowed=y

Cuando la escuela "behavioralista" penetró en el estudio de la política internacional sus


cultivadores tradicionales —más apegados a la historia, a la geopolítica, a la diplomacia o
al derecho— cerraron filas contra los invasores quienes, considerándose los primeros
portadores de un enfoque verdaderamente científico, respondieron menospreciando a los
primeros J i/

El debate mantuvo permanentemente un alto nivel de discusión. Los tradicionalistas nunca


pudieron demostrar por qué la defensa de sus fuentes de información y sus métodos de
análisis los debían llevar necesariamente a rechazar los procedimientos basados en la
verificación empírica. Los científicos nunca pudieron ponerse de acuerdo acerca de si sus
procedimientos consistían en disponer de una amplia colección de datos, en formular
hipótesis rigurosamente verificables o en proponer grandes teorías. Incluso el motivo de la
controversia permaneció bastante oscuro: los científicos denunciaban la insuficiencia del
enfoque intuitivo de los tradicionalistas, pero usaban generosamente los resultados de sus
investigaciones, y los tradicionalistas no sabían si criticar a sus contendores por su
tendencia a emplear métodos de verificación empírica que limitaban extraordinariamente la
escala de los fenómenos analizados o por su inclinación a construir teorías demasiado
abstractas y grandiosas. Tratando de establecer alguna línea divisoria en medio de esa
ambigüedad podría decirse que el contraste entre ambas posiciones estriba, por un lado, en
la confianza en el juicio bien informado por parte de los tradicionalistas y en la
desconfianza de ese procedimiento por parte de los científicos, así como en su necesidad de
comprobar empíricamente todos los hechos susceptibles de conducir a una generalización
(que inicialmente es planteada en forma de hipótesis). En otras palabras, para los
tradicionalistas el juicio es el final del análisis y lo emiten después de haber revisado toda la
información razonablemente disponible, tomado en cuenta los prejuicios que influyen en la
consideración del tema y haber descartado otras explicaciones alternativas, con base en su
formación y experiencia académicas. Para el científico, por el contrario, su propio juicio es
sólo un punto de partida que le permite proponer una hipótesis acerca de la naturaleza o
comportamiento de un fenómeno, hipótesis que él debe corroborar o corregir mediante una
exhaustiva acumulación de datos acerca de ese caso, sometiendo así su juicio inicial al
verdicto de los hechos, de tal manera que su conclusión sea lo más objetiva e impersonal
posible.

Los tradicionalistas, en su réplica, sostenían que la complejidad de la vida internacional


contemporánea no permite centrar el análisis en hechos o variables aislados; que el método
científico no es adecuado para captar los aspectos cualitativos que presentan las situaciones
claves; que el necesario secreto en que se desenvuelven las relaciones entre los estados
impide durante largos períodos el acceso a la información relevante; que la urgencia con
que se plantean los problemas internacionales hace imposible esperar hasta disponer de
toda la información necesaria, de las últimas series estadísticas o de los estudios de casos de
los que dependen los "behavioralistas" para entregar sus conclusiones, y que en todo caso
siempre se necesita realizar un "salto intuitivo" entre la evidencia empírica disponible y las
conclusiones más sobresalientes para el que formula la política.

Su expresión fue la escuela clásica o realista de ls relaciones internacionales, que hasta


ahora continúa ejerciendo una influencia preponderante. Esta escuela parte de la base de
que el sistema internacional es una sociedad de estados que carece de una autoridad central
que resuelva sus disputas y distribuya los recursos entre ellos, por lo cual cada miembro
debe asegurar la consecusión de sus propios intereses. En dicha situación de anarquía es
evidente que lo que un estado puede lograr en la política internacional depende del poder
que tenga. Por eso cada uno de ellos procura acumular tanto poder cuanto pueda.
Naturalmente un estado tiene diversos intereses, pero el poder es el medio universal para
alcanzarlos. No es de extrañar, entonces, que en esta concepción el medio (es decir, el
poder) se confunde fácilmente con los fines (englobados bajo el concepto del interés
nacional). Hans Morgenthau, el más conspicuo exponente de esta escuela, declara "que
todo estadista piensa y actúa en términos de intereses definidos como poder". En una
perspectiva histórica, como la que se adopta en esta introducción, es evidente que la
tradicional lucha por el balance del poder contribuyó decisivamente a fortalecer este
concepto.

el estudio de la política internacional sus cultivadores tradicionales —más apegados a la


historia, a la geopolítica, a la diplomacia o al derecho— Incluso el motivo de la
controversia permaneció bastante oscuro: los científicos denunciaban la insuficiencia del
enfoque intuitivo de los tradicionalistas, pero usaban generosamente los resultados de sus
investigaciones, y los tradicionalistas no sabían si criticar a sus contendores por su
tendencia a emplear métodos de verificación empírica que limitaban extraordinariamente la
escala de los fenómenos analizados o por su inclinación a construir teorías demasiado
abstractas y grandiosas. Tratando de establecer alguna línea divisoria en medio de esa
ambigüedad podría decirse que el contraste entre ambas posiciones estriba, por un lado, en
la confianza en el juicio bien informado por parte de los tradicionalistas y en la
desconfianza de ese procedimiento por parte de los científicos, así como en su necesidad de
comprobar empíricamente todos los hechos susceptibles de conducir a una generalización
(que inicialmente es planteada en forma de hipótesis).

para los tradicionalistas el juicio es el final del análisis y lo emiten después de haber
revisado toda la información razonablemente disponible, tomado en cuenta los prejuicios
que influyen en la consideración del tema y haber descartado otras explicaciones
alternativas, con base en su formación y experiencia académicas. Para el científico, por el
contrario, su propio juicio es sólo un punto de partida que le permite proponer una hipótesis
acerca de la naturaleza o comportamiento de un fenómeno, hipótesis que él debe corroborar
o corregir mediante una exhaustiva acumulación de datos acerca de ese caso, sometiendo
así su juicio inicial al verdicto de los hechos, de tal manera que su conclusión sea lo más
objetiva e impersonal posible.

La diferencia fundamental es que los transformacionistas conducirían a una política exterior


negociada con las demás potencias y orientada hacia la búsqueda de ’nichos’ adecuados al
nuevo papel de Gran Bretaña" 127/. En cambio, según el mismo autor, el resultado de la
visión de los tradicionalistas sería una política puramente reactiva, que respondería
pasivamente a las nuevas circunstancias, centrándose siempre en la defensa de un concepto
más o menos estático del interés nacional.

4. EL GIRO DEL DERECHO INTERNACIONAL A LAS RELACIONES


INTERNACIONALES EN HANS J. MORGENTHAU: UNA TRANSICIÓN
MEDIADA POR LA HISTORIA - JOSÉ ANTONIO GARCÍA SÁEZ

file:///C:/Users/zvann/Downloads/tradicionalismooooo.pdf

Clasificación De Los Conflictos Internacionales: Disputas Y Tensiones (3. 2)


las disputas políticas (las que se refieren a las aspiraciones de poder) no pueden ser
solucionadas a través de los procedimientos judiciales. Los procesos y formas jurídicas
nada tienen que ver con ellas. Los estados serán siempre reticentes a la hora de someter sus
diferencias a un tribunal cuando lo que está en juego es su interés nacional. Solamente
apelarán a la autoridad de un tribunal internacional aquellas naciones interesadas en
mantener el status quo, mientras que rechazarán su autoridad aquellas otras que deseen un
estado de cosas diferente. Así pues, “las disputas que probablemente conducirían a una
guerra no pueden ser resueltas por métodos judiciales”103. Se trata, nuevamente, de un
razonamiento muy similar al empleado por Carr en su obra The Twenty Years´ Crisis,
quien —explícitamente contra las ideas de Lauterpacht y de Kelsen— consideró que “el
proceso judicial no es apto para solucionar el problema del cambio pacífico en la política
nacional y, a fortiori, en la internacional, ya que, al tratar a las partes de la disputa como
iguales, es incapaz de considerar el elemento del poder, que es el factor necesario en toda
exigencia de cambio”104. Incluso internacionalistas discípulos de Kelsen, como Kunz, se
decantaron por esta posición: el establecimiento de una jurisdicción obligatoria podría
significar un gran avance para el Derecho Internacional, “pero por sí misma no podría
eliminar la guerra; [la jurisdicción] puede decidir, pero no solucionar todos los conflictos.
Resulta una ilusión creer que la transformación de la historia mundial se podría basar
únicamente en un procedimiento judicial”
Si bien esta distinción entre disputas y tensiones puede constituir un valioso argumento
para quienes deben tomar las decisiones en materia de política exterior —puesto que les
permite librarse del incómodo corsé que representa el derecho internacional y la
jurisdicción de los tribunales internacionales—, resulta, en cambio, escasamente útil a los
juristas106. En este sentido, la posición de Kelsen ante este tipo de argumentos resulta
perfectamente clara en el prefacio a su Principles of International Law, que merece la pena
reproducir aquí: “Considero necesario insistir en el carácter puramente jurídico de este
libro. Y hago esto en oposición a la amplia tendencia entre los internacionalistas, que
—aunque no niegan el carácter jurídico y, por lo tanto, la fuerza vinculante de dicho orden
social— abogan ya no por una perspectiva jurídica, sino por una perspectiva política como
la más adecuada. Esta óptica en mi opinión no es nada más que un intento de no aplicar el
derecho existente en el caso de que su aplicación se encuentre en conflicto con algún
interés, o más bien, con lo que cada autor considera que sea el interés de su estado. Si
piensa que es su deber recomendar a su gobierno una política de poder, es decir, una
política determinada solo por el interés real o presumido de su estado y limitada únicamente
por ese poder, es libre de hacerlo bajo su responsabilidad. Pero si intenta hacer creer a sus
lectores que esa política está en conformidad con el Derecho Internacional interpretado
«políticamente», no está presentando entonces una teoría científica del Derecho
Internacional, sino una ideología política”

Potrebbero piacerti anche